Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
dentro del árbol una luz que alumbraba un camino hacia una
mejor fiesta del mundo, y por eso se dice siempre que "por
- ¿Manu? ¡Pero si ese niño es un maleducado que insulta a todo el mundo! Esto es terrible..
¡hay que detenerlo antes de que lo beba!
Pero ya era demasiado tarde. Manu recorría la ciudad insultado a todos solo para ver cómo sus
palabras tomaban forma y sus letras se lanzaban contra quien fuera como fantasmas que, al
tocarlos, los atravesaban y los transformaban en aquello que hubiera dicho Manu. Así,
siguiendo el rastro de tontos, feos, idiotas, gordos y viejos, el mago y sus ayudantes no tardaron
en dar con él.
- ¡Deja de hacer eso, Manu! Estás fastidiando a todo el mundo. Por favor, bebe este otro elixir para deshacer el hechizo antes de que sea
tarde.
- ¡No quiero! ¡Esto es muy divertido! Y soy el único que puede hacerlo ¡ja, ja, ja, ja! ¡Tontos! ¡Lelos! ¡Calvos! ¡Viejos! - gritó haciendo
una metralleta de insultos.
- Tengo una idea, maestro - digo uno de los ayudantes mientras escapaban de las palabras de Manu- podríamos dar el elixir a todo el
mundo.
- ¿Estás loco? Eso sería terrible. Si estamos así y solo hay un niño insultando, ¡imagínate cómo sería si lo hiciera todo el mundo! Tengo que
pensar algo.
En los siete días que el mago tardó en inventar algo, Manu llegó a convertirse en el dueño de la ciudad, donde todos le servían y obedecían
por miedo. Por suerte, el mago pudo usar su magia para llegar hasta Manu durante la noche y darle unas gotas de la nueva poción mientras
dormía.
Manu se despertó dispuesto a divertirse a costa de los demás. Pero en cuanto entró el mayordomo llevando el desayuno, cientos de letras
volaron hacia Manu, formando una ráfaga de palabras de las que solo distinguió “caprichoso”, “abusón” y “maleducado”. Al contacto con
su piel, las letras se disolvieron, provocándole un escozor terrible.
El niño gritó, amenazó y usó terribles palabras, pero pronto comprendió que el mayordomo no había visto nada. Ni ninguno de los que
surgieron nuevas ráfagas de letras ácidas dirigidas hacia él. En un solo día aquello de los hechizos de palabras pasó de ser lo más divertido
a ser lo peor del mundo.
- Será culpa del mago. Mañana iré a verle para que me quite el hechizo.
Pero por más que lloró y pidió perdón, era demasiado tarde para el antídoto.
- Tendrás que aprender a vivir con tus dos hechizos: lanzapalabras y recibepensamientos. Bien usados podrían ser útiles…
Manu casi no podía salir a la calle. Se había portado tan mal con todos que, aunque no se lo dijeran por miedo, en el fondo pensaban cosas
horribles de él y cuando esos pensamientos le tocaban eran como el fuego. Por eso empezó a estar siempre solo.
Un día, una niña pequeña vio su aspecto triste y sintió lástima. La pequeña pensó que le gustaría ser amiga de aquel niño y, cuando aquel
pensamiento tocó la piel de Manu, en lugar de dolor le provocó una sensación muy agradable. Manu tuvo una idea.
Y probó a decirle a la niña lo guapa y lo lista que era. Efectivamente, sus palabras volaron hacia la niña para mejorar su aspecto de forma
increíble. La niña no dijo nada, pero sus agradecidos pensamientos provocaron en Manu la mejor de las sensaciones.
Emocionado, Manu recorrió las calles usando su don para ayudar y mejorar a las personas que encontraba. Así consiguió ir cambiando lo
que pensaban de él, y pronto se dio cuenta de que desde el principio podría haberlo hecho así y que, si hubiera sido amable y respetuoso,
todos habrían salido ganando.
Tiempo después, las pociones perdieron su efecto, pero Manu ya no cambió su forma de ser, pues era mucho mejor sentir el cariño y la
amistad de todos que intentar sentirse mejor que los demás a través de insultos y desprecios.
El Elefante Fotógrafo
Muchos pasaron sin hacerle caso, excepto un pececillo muy gentil y simpático que
se ofreció para ayudarle a deshacer todo aquel lío de tentáculos y ventosas. El pulpo se
sintió aliviadísimo cuando se pudo soltar, pero era tan tímido que no se atrevió a
quedarse hablando con el pececillo para ser su amigo, así que simplemente le dió las
gracias y se alejó de allí rápidamente; y luego se pasó toda la noche pensando que
había perdido una estupenda oportunidad de haberse hecho amigo de aquel pececillo
tan amable.
Un par de días después, estaba el pulpo descansando entre unas rocas, cuando notó
que todos nadaban apresurados. Miró un poco más lejos y vio un enorme pez que había
acudido a comer a aquella zona. Y ya iba corriendo a esconderse, cuando vio que el
horrible pez ¡estaba persiguiendo precisamente al pececillo que le había ayudado!. El
pececillo necesitaba ayuda urgente, pero el pez grande era tan peligroso que nadie
se atrevía a acercarse. Entonces el pulpo, recordando lo que el pececillo había hecho
por él, sintió que tenía que ayudarle como fuera, y sin pensarlo ni un momento, se lanzó
como un rayo, se plantó delante del gigantesco pez, y antes de que éste pudiera
salir de su asombro, soltó el chorro de tinta más grande de su vida, agarró al pececillo, y
corrió a esconderse entre las rocas. Todo pasó tan rápido, que el pez grande no
tuvo tiempo de reaccionar, pero enseguida se recuperó. Y ya se disponía a buscar al
pulpo y al pez para zampárselos, cuando notó un picor terrible en las agallas,
primero, luego en las aletas, y finalmente en el resto del cuerpo: y resultó que era un
pez artista que adoraba los colores, y la oscura tinta del pulpo ¡¡le dió una alergia
terrible!!
Así que el pez gigante se largó de allí envuelto en picores, y en cuanto se fue, todos lo
peces acudieron a felicitar al pulpo por ser tan valiente. Entonces el pececillo les
contó que él había ayudado al pulpo unos días antes, pero que nunca había conocido a
nadie tan agradecido que llegara a hacer algo tan peligroso. Al oir esto, los demás peces
del lugar descubrieron lo genial que era aquel pulpito tímido, y no había habitante de
aquellas rocas que no quisiera ser amigo de un pulpo tan valiente y agradecido.
El HADA FEA
- tu eres como eres, con cada uno de tus granos y tus arrugas; y seguro que es
así por alguna razón especial...
Pero un día, las brujas del país vecino arrasaron el país, haciendo
prisioneras a todas las hadas y magos. Nuestra hada, poco antes de ser
atacada, hechizó sus propios vestidos, y ayudada por su fea cara, se hizo
pasar por bruja. Así, pudo seguirlas hasta su guarida, y una vez allí, con
su magia preparó una gran fiesta para todas, adornando la cueva con
murciélagos, sapos y arañas, y música de lobos aullando.
Durante la fiesta, corrió a liberar a todas las hadas y magos, que con un
gran hechizo consiguieron encerrar a todas las brujas en la montaña
durante los siguientes 100 años.
Y durante esos 100 años, y muchos más, todos recordaron la valentía y la
inteligencia del hada fea. Nunca más se volvió a considerar en aquel país
la fealdad una desgracia, y cada vez que nacía alguien feo, todos se
llenaban de alegría sabiendo que tendría grandes cosas por hacer.
EL PINGÜINO Y EL CANGURO
Aquel día todos se divirtieron de lo lindo jugando en el lago. Pero el que más lo
hizo fue el zorro, que con su ingenio había conseguido bajarle los humos al
vanidoso canguro.
LOS MALOS VECINOS
- ¡Qué descarado, el tío va y tira un papel para ensuciar mi puerta, disimulando descaradamente!
Pero en vez de decirle nada, planeó su venganza, y por la noche vació su papelera junto a la
puerta del primer vecino. Este estaba mirando por la ventana en ese momento y cuando recogió
los papeles encontró aquel papel tan importante que había perdido y que le había supuesto un
problemón aquel día. Estaba roto en mil pedazos, y pensó que su vecino no sólo se lo había
robado, sino que además lo había roto y tirado en la puerta de su casa. Pero no quiso decirle nada,
y se puso a preparar su venganza. Esa noche llamó a una granja para hacer un pedido de diez
cerdos y cien patos, y pidió que los llevaran a la dirección de su vecino, que al día siguiente tuvo
un buen problema para tratar de librarse de los animales y sus malos olores. Pero éste, como
estaba seguro de que aquello era idea de su vecino, en cuanto se deshizo de los cerdos comenzó a
planear su venganza.
Y así, uno y otro siguieron fastidiándose mutuamente, cada vez más exageradamente, y de aquel
simple papelito en la puerta llegaron a llamar a una banda de música, o una sirena de bomberos, a
estrellar un camión contra la tapia, lanzar una lluvia de piedras contra los cristales, disparar un
cañón del ejército y finalmente, una bomba-terremoto que derrumbó las casas de los dos vecinos...
Y así fue, hablando, como aquellos dos vecinos terminaron siendo amigos, lo que les fue de gran
ayuda para recuperarse de sus heridas y reconstruir sus maltrechas casas.