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Ser misionero es llevar el reino de Dios a nuestras actividades

cotidianas, hacer que Jesús se note, no importa en dónde


estemos, que el mundo vea siempre que ¡somos seguidores de
Cristo e hijos de María! y llevar ese mensaje a todas nuestras
realidades.

Muchas veces buscamos personas que nos acerquen a Dios,


pero olvidamos que otras buscan también a Dios a través de
nosotros y darnos cuenta de esto, para mi es la misión más
importante.

Todos, uno en Cristo


Todos estamos llamados a la misión, como lo expresó el papa Juan
Pablo II en su exhortación apostólica Christifideles laici.

«Todas las formas asociadas de fieles laicos, y a cada una de ellas, se


les pide un decidido ímpetu misionero que les lleve a ser, cada vez
más, sujetos de una nueva evangelización».

Estamos invitados a dar respuesta de inmediato. Sólo así seremos enriquecidos


espiritualmente. Confiar en que Jesús nos ha elegido como lo hizo con sus
discípulos, Él será nuestro guía y Maestro. Debemos prepararnos con amor
para difundir que Cristo ama a todas las personas sin excepción.

Evangelizar no sólo por medio de palabras, sino también de acciones.

Es lo que les dice Jesús a sus discípulos en su primera aparición como


resucitado:

“Como el Padre me envió, también yo os envío” (Jn 20, 21).

Y les comunica el Espíritu Santo, como un anticipo de lo que


sería Pentecostés, para que reconciliaran la humanidad con
Dios.
Jesús resucitado, instantes previos a ascender a la derecha del Padre,
envía de nuevo a sus discípulos a una misión más basta:

“Vayan por todo el mundo para predicar el evangelio a toda la creación”


(Mc 16, 15).

Y el envío misionero, oficial y solemne, que le hace Dios al grupo de sus


discípulos fue el día de Pentecostés con el Espíritu Santo como
protagonista.

Pero la misión no es sólo para los primeros apóstoles y sus sucesores, sino
para toda la Iglesia que Jesús con ellos fundaba; para que Ella (además de
ser una, santa y apostólica) fuera cada vez más católica o universal.

Cuando la Iglesia primitiva es enviada por Cristo al mundo,


todos sus miembros, a lo largo de la historia, también son
enviados; Jesús no excluye a nadie.

Es pues claro que el trabajo misionero es una acción del Espíritu Santo
con el concurso de la Iglesia y de cada bautizado.

La vocación de la Iglesia, por su misma naturaleza, es una vocación al


apostolado o a la misionariedad; llamada que no ha dejado de cumplir en
estos dos mil años de la encarnación del hijo de Dios en nuestra historia
humana.

La Iglesia, por mandato de Jesús, está llamada a ser un pueblo peregrino


que sale a la periferia con una misión bien específica

Y su misión no es tanto un simple extender fronteras o un ampliar su


radio de acción sino una acción con una doble finalidad:

1. Concretar las obras que permitan que los valores del reino de
Dios sean ya una realidad aquí y ahora.
2. Buscar que haya un solo rebaño bajo un solo pastor; que todos
formen parte del mismo rebaño guiados por el único pastor: Jesucristo
(Jn 10, 16).

La Iglesia se hace eco de las palabras de san Pablo: “Ay de mí si no


predicara el Evangelio” (1 Cor 9, 16). Ser misionero por tanto no es algo
optativo, sino algo imperativo para un cristiano.

Por esto, y en el sentido amplio de la palabra, un misionero es todo


discípulo de Cristo. Y en la medida en que el bautizado sea consciente
de su identidad de cristiano más misionero es.

Misionero es aquel cristiano cuya acción es una prolongación de la


acción de Cristo; por esto un cristiano no puede no ser misionero.

Jesús quiere que todos, y cada uno de sus discípulos, prediquen el


Evangelio allá donde se encuentren según el propio carisma, la
propia vocación y el propio trabajo; y se involucren en la
misión también con la oración (2 Ts 3, 1) y su apoyo económico a
favor de las misiones en la medida de las posibilidades (2 Cor 9, 7).

Para ser misionero no es necesario salir del propio contexto de


vida, basta con ser coherentes con la fe allá donde Dios ha puesto a
la persona.

Y esta misión será tan valiosa y tan necesaria como la del cristiano que, en
nombre de la Iglesia, va literalmente a los rincones del mundo.

Se puede incluso ser misionero sin salir de casa, es el ejemplo


de santa Teresita del niño Jesús que sin salir de su monasterio
es, incluso, patrona de las misiones.

Y en el sentido más estricto de la palabra, misionero es aquel que, por


vocación, sale de su entorno para ir al encuentro de otras
personas más o menos distantes físicamente, y que están más o menos
lejanas de Dios, del Evangelio y de la Iglesia.
El bautizado que se entrega a la misión, como opción de vida, ejerce un
servicio a Dios y a la Iglesia allá donde es enviado.

Y para prestar este servicio se requiere un serio y largo proceso


de discernimiento y de formación para, posteriormente, pasar
a la acción; acción que tiene que ser coherente y alegre.
“Todos tenemos que trabajar para ser verdaderos misioneros católicos”

No se puede ser misionero sin adoración a Jesús


Sacramentado. Porque no da fruto la Misión.

• Preparación
Es Jesús, la Iglesia se enfoca en la persona de Cristo. Tiene la
experiencia personal de Jesús. Es un encuentro personal con
Jesús. Y entonces podemos ser católicos, sino solamente
somos periodistas, decimos cosas, pero si pasamos tiempo con
Jesús y tenemos esa experiencia personal y estamos llenos del
Espíritu Santo, sí podemos trasmitirlo y dar ese testimonio.

• No se puede ser misionero sin oración y sin adoración. Porque


no da fruto la Misión.
No existen los Misioneros activos solamente. Siempre tienes
que ser Contemplativo y Activo. Tienes que pasar tiempo con
Jesús como los discípulos, tres años, con Jesús en Persona,
pasar tiempo con Él, charlar con Él, abrir tu corazón, contarle
tus problemas, pedirle ayuda y su bendición y la fuerza de su
Espíritu para anunciarlo.

• Usted habla de que los misioneros tienen que deben estar tres
horas diarias? Deben?
No es una obligación. Lo mínimo para ser Misionero tiene que
tener sí, su Hora Santa diaria, su Misa, su Rosario diario, es lo
mínimo.
Tres horas diarias es el ideal para el adorador. En la medida en
que uno puede aumentar y ser fiel a la Gracia, tiene uno más
necesidad de Jesús como decía el Papa B XVI “La adoración no
es un lujo, es una necesidad”. Uno empieza a hacer más Horas
Santas porque El Señor lo llama, porque tiene su inspiración, el
deseo, entonces se dan más frutos, pero no es una obligación,
es un proceso interior de la Gracia y también de respuesta.
Mientras más adoración hay más frutos.

• ¿Qué hace un adorador ante el Santísimo Sacramento una


hora?
Mira es muy importante eso que dices, la Hora Santa es muy
especial, Jesús es la Persona más fácil del mundo con quien nos
podemos relacionar. Es la persona más sencilla para entrar en
contacto, tu puedes ir a tu Hora Santa, al encuentro personal
con Jesús y rezar el Rosario que es amar a Jesús con el corazón
de María. Es extraordinario ese primer paso.
Puedes leer la Palabra de Jesús, la Palabra de Dios y pedirle que
te la explique, que te inspire, que te ayude a cumplirla.
Puedes llevar tu libro de oraciones.
Puedes estar tan cansado que simplemente puedes quedarte
sentado, relajado y disfrutar de la Paz que viene de Aquel que
más te ama y que dice deposita tus preocupaciones en mi
corazón.
Pero siempre les pedimos como decía la Madre Teresa, que ½
hora puede ser que hagan esto, pero la otra ½ hora, por lo
menos la otra ½ hora lo miren, lo contemplen, Adorarlo,
aprender a Escucharlo, uno se vuelve más contemplativo en la
adoración.
Jesús está vivo, está presente, te ama, te inspira, te escucha, te
responde. Entonces dejarse apapachar por Dios es una Hora
Santa. Dejarse amar por Dios. Por eso las Capillitas tienen sillas
cómodas, con apoyabrazos, con cojín, con el respaldo
inclinado, aire acondicionado, tiene su reclinatorio, nos
postramos, nos arrodillamos un momento, pero también hay
que aprender a descansar, en el Corazón de Dios, dejarse amar
por Dios, disfrutar de su Amor, esa es la parte preciosa.

• Hay mucha gente como Pedro, Pedro tres veces se quedó


dormido, y tres veces lo negó. Si no adoramos la Eucaristía,
decimos lo mismo que Pedro, “No lo conozco”. EL TESORO más
grande del católico es que JESÚS ESTÁ VIVO en la EUCARISTÍA,
presente, si nosotros no pasamos con Él, decimos con nuestras
obras “no lo conozco”, pero si el católico adora a Jesús, se llena
de su Espíritu y se convierte en su testigo, testigo de Cristo,
Mártir, pero Mártir Blanco. Un día podremos ser Mártires rojos,
pero primero Mártires Blancos.

• Qué son los Mártires Blancos?


El Mártir Blanco es el que está a los pies del Santísimo
Sacramento los Adoradores, que siguen al Cordero adonde
quiera que vaya, los que purificaron sus vestidos en la Sangre
del Cordero en el Apocalipsis. Por eso te decía que es tan
importante la Adoración Permanente, porque termina con el
Reino de Satanás.
Cuando en el Apocalipsis dice: “… ha sido precipitado el
acusador de nuestros hermanos que nos acusaba ante Dios,
día y noche. Ha sido precipitado por la Sangre del Cordero y
por el testimonio que dieron de Él. Es por los adoradores, no
solo Él los ha vencido sino ellos por el testimonio que dieron
de Él.
Y el Apocalipsis comenzaba diciendo “…que los veinticuatro
ancianos se postran delante del Cordero, es decir se quitan la
corona y lo adoran y cantaban los Ángeles, digno es el Cordero
de recibir el honor y la Gloria, es la alabanza. EL LO MERECE
por todo lo que ha hecho por nosotros, merece que la Iglesia
su esposa lo adore. La Iglesia hace su parte.

ORACIÓN
Ven Espíritu Santo por medio de la poderosa intercesión del
Corazón Inmaculado de María tu Amadísima Esposa, Ven.
Ven Espíritu Santo, enciende nuestros corazones con el Fuego de
tu Amor, para que seamos adoradores en Espíritu y en Verdad y
misioneros del Santísimo Sacramento, para la Gloria de Dios y la
Salvación de todos nuestros hermanos. En el nombre del Padre,
del Hijo y del Espíritu Santo. Amén

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