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ÍNDICE
1. INTRODUCCIÓN………………………………….…………………………………………….………………….3
2. MATERIAL Y MÉTODOS……………………………..………………………………………………………...5
3. RESULTADOS…………………………………………………..…………………………………………….……10
3.1 COROLOGÍA…………………………………………………………………………………….…....10
4. DISCUSIÓN………………………………………………………………………………………………..……….28
5. CONCLUSIONES……………………………………………………………………………………………..…..33
6. AGRADECIMIENTOS………………………………………………………..….………………………..……35
7. BIBLIOGRAFÍA……………………………………………………………………………..………..…….…….36
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1. INTRODUCCIÓN
Figura 1. Imago macho de Carabus (Oreocarabus) ghilianii del pinar de Lozoya (Madrid).
C. (O.) ghilianii se considera amenazada (VIEJO & SÁNCHEZ CUMPLIDO, 1995) y ha sido
catalogada por la UICN como vulnerable, por lo que aparece recogida en el Libro Rojo
de los Invertebrados de España (SERRANO & LENCINA, 2006). Está protegida (Ley M.
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2/91) debido a una serie de causas: a) su carácter endémico y estenotópico; b) su
condición de depredador y, por tanto, con bajos contingentes poblaciones; c) y por la
presión antrópica a la que se han sometido sus poblaciones (captura indiscriminada
por parte de coleccionistas, uso de pesticidas, degradación de su hábitat por talas
masivas, presión urbanística y turística) (GARCÍA-PARÍS y PARÍS, 1993).
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sistemas de nomenclatura, para la quetotaxia de las larvas en diversos grupos de
coleópteros (THOMAS, 1957; ASHE & WATROUS, 1984; BOUSQUET & GOULET, 1984;
MAKAROV, 1992; MAY, 1994).
Por todo lo anteriormente expuesto creemos que, con este estudio, se contribuye a
cubrir una importante laguna de conocimiento, sobre una especie tan emblemática
para la entomología ibérica como es C. (O.) ghilianii. La nueva información, de vital
importancia, desde un punto de vista taxonómico y ecológico, incide sensiblemente
sobre las cuestiones directamente relacionadas con la gestión y conservación de esta
especie.
2. MATERIAL Y MÉTODOS
Se recogieron las citas de C. (O.) ghilianii presentes en la bibliografía para elaborar con
ellas un mapa de distribución preciso y actualizado. Para ello se localizaron las
coordenadas UTM de 10 x 10 km de cada localidad, y se generó dicho mapa mediante
la aplicación informática MapInfo Professional 7.0.
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Figura 2. Pinar en la localidad de recogida de los imagos.
Se recogieron en el mismo lugar, sustrato, piedras y musgo que sirvieron para construir
los terrarios. El sustrato y las piedras se esterilizaron sometiéndolos a calor en un
microondas a 900W de potencia, durante cinco minutos, para eliminar nematodos,
ácaros, hongos, u otros organismos que pudieran dañar las puestas. Con un
termómetro digital “QUARTZ digi-thermo” se tomó la temperatura del sustrato en
donde fueron recogidos los imagos, con la finalidad de poder ajustar a la misma
temperatura la cámara de cría.
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recortes de musgo para mantener la humedad y una piedra, o corteza de pino, que
pudiesen servir de refugio.
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observación y estudio de su morfología se conservaron en líquido de Scheerpeltz (60%
alcohol etílico 96º, 38% agua destilada, 1% ácido acético, 1% glicerina).
Otra de las larvas se depositó en un frasco con ácido láctico al 90% y a temperatura
ambiente (22º C aproximadamente) durante 10 días para transparentar levemente la
cutícula. Después, el ejemplar completo fue objeto de una preparación microscópica al
uso, siendo el medio de inclusión DMHF, suplementado con Hidrato de Cloral. El
objetivo era poder comparar el ejemplar completo con las mismas piezas de la larva
diseccionada y así revelar posibles distorsiones de la imagen, o artefactos, en el
tratamiento de la primera larva.
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preparaciones fueron dibujados a tinta sobre papel vegetal. Los dibujos se escanearon
y se rotularon mediante la aplicación informática Adobe Photoshop Cs 8.0. En vez de
dibujar el tergo del segmento abdominal I, que se hallaba algo deteriorado en el
ejemplar diseccionado, se optó por dibujar el tergo correspondiente al segmento
abdominal IV, señalando las diferencias observadas con respecto al primero. No
obstante, estas diferencias son mínimas.
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larvas de C. (O.) guadarramus se realizó en las mismas condiciones (GILGADO &
ORTUÑO in prep.) y siguiendo los mismo métodos que los empleados con C. (O.)
ghilianii.
3. RESULTADOS
3.1 Corología
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UTM
Provincia Localidad Referencia
(10 x10 km)
Ávila Prao Puerto (San Juan de Gredos) 30TUK05 GARCÍA-PARÍS & ORTUÑO, 1988
Madrid Puerto de los Cotos (Rascafría) 30TVL11 GARCÍA-PARÍS & ORTUÑO, 1988
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Madrid Sin concretar 30TVL33 GARCÍA PARÍS & PARÍS, 1993
Segovia Puerto de los Cotos (La Granja) 30TVL11 GARCÍA-PARÍS & ORTUÑO, 1988
Segovia Siete revueltas (La Granja) 30TVL11 GARCÍA-PARÍS & ORTUÑO, 1988
Segovia Umbría de siete picos (La Granja) 30TVL11 GARCÍA-PARÍS & ORTUÑO, 1988
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Figura 4. Distribución en la península Ibérica de C. (O.) ghilianii. Los puntos corresponden con las
Los adultos se mostraron más activos durante las horas de oscuridad, aunque
ocasionalmente estaban activos durante las horas de luz, momento en el que también
se alimentaban. Mostraron una clara preferencia, como alimento vivo, por las larvas de
Tenebrio molitor y, en su comportamiento saprófago, por el plátano, aunque tampoco
desdeñaban el hígado. A diferencia de otras especies de Carabus, no se alimentaron de
lombrices, y mostraron muy poca o ninguna predilección por la manzana.
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3.3 Puesta y larvas
El tamaño del huevo aumenta durante su ontogenia, variando en las primeras fases
(Figura 5a) de 3,5 mm de longitud y 2,5 mm de anchura, hasta 5 mm de longitud y 2,7
mm de anchura en el momento de la eclosión (Figura 5b). Del mismo modo, hay una
leve variación en el color del huevo, comenzando con un tono marfil grisáceo
blanquecino en el momento de la puesta que, paulatinamente, va cambiando a un
tono más crema hasta el momento de la eclosión.
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La microrreticulación del corion (Figuras 5c, 5d y 5e) tiene una densidad aproximada
de 10,5 celdas/0,1 mm, que aumenta en las proximidades del micropilo. La media de la
longitud de la luz de la celda es de 8,8 μm, y las crestas tienen una anchura
aproximada de 2 μm.
Cápsula cefálica: levemente más ancha (1,69 mm) que larga (1,07 mm). Sutura
epicraneal reducida, casi ausente. Sutura frontal poco curvada. El frontal mide 1,08
mm de ancho y 1,12 mm de largo (Figura 7b). El nasal consta de cuatro cúspides de
punta roma que apenas sobrepasan los adnasales, con una pequeña seda sensorial en
el ápice de cada uno de ellos. Se aprecian dos ovirruptores a ambos lados de la zona
basal del frontal. Estas estructuras son dos pequeñas carenas serruladas que, en su
parte anterior, terminan en una punta dirigida hacia delante (Figura 7c). Consta de
nueve setas de desigual tamaño a cada lado del plano de simetría. No aparece la FR1, y
la FR3 está tan reducida que tan sólo se aprecia el alvéolo. Se hallan cinco poros: FRa,
FRb, FRc, FRd, FRe, de acuerdo al modelo de MAKAROV (1992), y uno supernumerario
FRα. El parietal muestra seis stemmata, tres anteriores y tres posteriores, situados
alrededor de las protuberancias oculares (Figuras 7d y 7e). La mitad basal de la sutura
gular está rebordeada. Consta de once setas, de las que PA1, PA2, PA3, PA9 y PA19
están muy reducidas (menos de 0,1 mm de longitud), mientras que la PA7 está
hipertrofiada (0,65 mm aprox.). Las setas PA5, PA4, PA8 y PA17 (sensu BOUSQUET &
GOULET, 1984) están ausentes. Se halla el poro PAe en el centro de la protuberancia
ocular. Aparece el poro PAi que MAKAROV (1992) no refleja, pero que sí indican
BOUSQUET & GOULET (1984). No aparecen los poros PAa, PAb, PAc, PAf, PAg, PAh,
PAl, ni PAk. Se halla un poro supernumerario en la cara dorsal PAα y otro PAβ en la
cara ventral.
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Figura 5. Huevo de C. (O.) ghilianii. a) Huevo en las primeras fases de desarrollo. b) Huevo en las últimas
fases de desarrollo. c) Detalle de la microrreticulación del corion al microscopio óptico. d) Detalle del
micropilo y la microrreticulación del corion al microscopio óptico. e) Detalle del micropilo al microscopio
óptico.
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Figura 6. Primer estadio larvario de C. (O.) ghilianii
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Figura 7. Primer estadio larvario de C. (O.) ghilianii: a) Habitus. b) Frontal. c) Detalle del frontal:
ovirruptor derecho. d) Parietal derecho en vista dorsal. e) Parietal derecho en vista ventral.
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palpómero. Maxila con estipe subcilíndrico y corto (Figuras 8d y 8e). Cardo reducido.
Palpo con cuatro palpómeros, disminuyendo progresivamente en diámetro, siendo el
último tan largo como el segundo y la mitad del tercero reunidos. Galea de longitud
similar (o un poco superior) a la mitad del palpo. Seta MX1 situada en el cardo, muy
poco desarrollada; MX2 muy desarrollada (aproximadamente 0,5 mm). Lacinia con
MX6 situada en el ápice, cuya longitud supera la articulación entre los dos galeómeros.
Seta MX4 poco desarrollada. Las setas MX11 y MX12 en apariencia ausentes, se hallan
muy reducidas. Las únicas setas que están realmente ausentes son la MX9 y la MX5,
esta última indistinguible del gMX. Junto a la seta MX2, encontramos otras dos
supernumerarias MXI y MXII. Se observan los poros MXa, MXb, MXc, MXd y MXg. No
aparece MXe, pero sí seis poros supernumerarios: MXα, MXβ, MXγ, MXδ, MXε y MXζ.
Tórax: En todos los terguitos se observa una sutura media que coincide con el plano
sagital. Además se diferencian tres zonas con distinta esclerotización: pretergum,
anterior y poco esclerotizado; tergum, central, muy esclerotizado y postergum,
posterior y menos esclerotizado. En el esterno se observan las siguientes estructuras
esclerotizadas: prosterno (PS), mesosterno (MS), episterno (ES), epímero (EM); y en la
pleura un pleurito (PL). El protórax es el más largo de los segmentos torácicos,
ensanchándose hacia la parte posterior, con una anchura máxima de 2,6 mm y una
longitud máxima de 1,05 mm. El pronoto consta de ocho setas a cada lado del plano de
simetría (Figura 9b). La seta PR1 está muy reducida, la PR2, PR3, PR8 y PR11 son de
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muy pequeño tamaño. La PR6 y PR12 están bien desarrolladas, siendo la PR9 la de
mayor longitud. No aparecen las setas PR4, PR5, PR7, PR10, PR13 ni PR14. Sí puede
aparecer una pequeña seta supernumeraria en el pretergum, no necesariamente con
carácter bilateral, observada en uno de los lados únicamente. No aparecen los poros
PRi, PRj, ni PRl. En el prosterno y la pleura están presentes las setas gPS, PS1 y PS2
(Figura 9a); el grupo gEM1 consta de varias setas de pequeño tamaño y gPL1 consta
solo de una sola seta.
El mesotórax es un poco más ancho (2,9 mm) que el protórax, aunque más corto (1,3
mm). El mesonoto consta de diez setas (incluyendo una supernumeraria de pequeño
tamaño) a cada lado del plano de simetría (Figura 9c). La más desarrollada es la ME11.
Las setas ME9, ME12 y ME13 se encuentran poco desarrolladas, y las ME3, ME4, ME5,
ME6 y ME7 casi desaparecidas. No aparecen ni la ME1, ME8, ni ME14, las cuales sí
aparecen en el modelo de MAKAROV (1992). No aparecen los poros MEb, MEe, MEf ni
MEg. En el mesosterno y la pleura (Figura 9a) aparecen las setas MS2, MS3 y MS4; PL1;
ES5 y ES6; gTS1 está formado por tres setas, y gME1 está muy reducido. No se aprecian
MS1 por estar muy reducida, ni gES1 sensu MAKAROV (1992). En cuanto al metatórax,
la quetotaxia del metanoto es similar a la del mesonoto. Tiene una anchura máxima de
3,0 mm y una longitud máxima de 1,1 mm.
Las patas están menos esclerotizadas que los terguitos, y por tanto de un color algo
más claro. Patas proto, meso y metatorácicas con similar quetotaxia y desarrollo
(miden 2,8 mm aprox. desde la coxa hasta las uñas). La descripción se hace sobre la
pata protorácica derecha (Figuras 9d, 9e y 9f). Coxa: 0,55 mm de ancho x 0,85 mm de
largo (0,4 mm en la parte posterodorsal), con un total veinticinco setas. El gCO11 sensu
MAKAROV (1992) es una sola seta CO11. Ausente la CO10. Hay cuatro setas
supernumerarias, COI, COII, COIII y COIV, de pequeño tamaño. El único poro
claramente distinguible es el COc.
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Figura 8. Detalles anatómicos del primer estadio larvario de C. (O.) ghilianii: a) Mandíbula derecha en
visión dorsal. b) Labio en visión ventral. c) Labio en visión dorsal. d) Maxila derecha en visión ventral. e)
Maxila derecha en visión dorsal. f) antena derecha en visión ventral. g) Antena derecha en visión dorsal.
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Trocánter: 0,5 x 0,27 mm. Consta de un total catorce setas. La de mayor desarrollo es
TR4, que llega a tener algo más de 0,5 mm de longitud. La segunda seta más
desarrollada es la TR8. Las TR7, TR5 y TR6 son indistinguibles, dado que se encuentran
rodeadas de setas supernumerarias conformando un grupo homogéneo que
MAKAROV (1992) llama gTR. Además de los poros descritos por MAKAROV (1992) hay
otro supernumerario TRα.
Fémur: 0,5 x 0,3 mm. Contiene un total de quince setas en total que, en su conjunto,
se denominan gFE, salvo la FE1 que se halla aislada de las demás, y se disponen en una
hilera semicircular alrededor del extremo distal-ventral del fémur. Sí encontramos los
poros FEa y FEb. Tibia: 0,4 x 0,27 mm. Consta de un total de catorce setas de las que
sólo TI1 se halla distante del grupo gTI. Este grupo se dispone también en una hilera
semicircular alrededor del extremo distal-ventral de la tibia. Tarso: 0, 45 x 0,18 mm
(algo más estrecho). Consta de nueve setas bien diferenciadas. Encontramos además,
un poro supernumeario TAα. Uñas: dos uñas de 0,26 mm de longitud, curvadas hacia la
punta. Dos setas, UN1 y UN2.
Abdomen: Tiene una longitud de aproximadamente 6,4 mm. La longitud media de los
segmentos abdominales es 0,7 mm y la anchura máxima es de 2,9 mm. En el terguito
abdominal I hay siete setas (cinco en el IV) (Figura 10a). En el segmento I se ven las
setas TE4 y TE5, no así en el resto. No aparecen en ninguno las TE1, TE6, TE8 ni TE9.
Éstas, salvo la TE8, sí aparecen en MAKAROV (1992). Se observan con claridad los
poros TEa y TEd, no así el resto. Con respecto a los esternitos y pleuritos, se dibujan
desplegados los segmentos I y IV (Figuras 10b y 10c), de ese modo se puede observar
la diferencia que hay entre los hipopleuritos de uno y otro por la presencia o ausencia
del espiráculo respiratorio. Además, se dibuja una vista lateral de los primeros tres
segmentos abdominales (Figuras 10d y 10f). En ambos casos, no se hacen constar los
poros dado que no lo consideran necesario ni BOUSQUET & GOULET (1984) ni
MAKAROV (1992). En el esternito anterior (as) no aparece una zona esclerotizada, pero
sí aparece una seta ST1 en el segmento abdominal I en la posición relativa
correspondiente, que también puede aparecer como un grupo gST1 en el segmento
abdominal IV. El mediosternito (mes) está relativamente esclerotizado. Consta de dos
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setas a cada lado del plano de simetría. Siguiendo el modelo de BOUSQUET & GOULET
(1984) las denominamos gST2. El sternellum (is) consta de dos placas fusionadas por la
línea media, la mitad anterior levemente más esclerotizada que la posterior. Las setas
ST3 y ST4 están bien desarrolladas.
El laterosternito (os) posee la seta ST6 muy reducida, casi desaparecida y la ST5 está
muy desarrollada. En cuanto a los pleuritos, el epipleurito (EP), al igual que el
hipopleurito, está relativamente esclerotizado. Hallamos cuatro setas en el segmento I,
y seis setas en el segmento IV. El hipopleurito (hy) presenta una banda central más
esclerotizada en sentido anteroposterior, sobre la que se hallan dos setas
supernumerarias. En el segmento abdominal I hay un espiráculo respiratorio
conspicuo, que no aparece en el resto de segmentos, además del pequeño espiráculo
que presentan todos los segmentos abdominales sobre el epipleurito.
Los urogonfos (Figura 10e) constan de siete setas. Las setas UR1 y UR2 están muy
reducidas. Carece de UR3 y UR9. Aparecen los poros URa, URb, URc, URe, y URg, pero
no el URd sensu MAKAROV (1992) ni el URf. Se halla uno supernumerario, URα, por
encima de UR5.
El pigidio (o tubo anal) es corto y ancho, estrechándose hacia el final, hasta llegar en el
extremo distal a alcanzar una anchura de 0,5 mm (Figuras 10g y 10h). Consta de 8
setas a cada lado del eje de simetría: PY1, PY2, PY4 y PY6 sensu MAKAROV (1992); y un
gPY7 en el que vemos una seta PY7 y tres supernumerarias. En la cara ventral tan sólo
hay poros: PYf sensu BOUSQUET & GOULET (1984), PYα y PYβ, supernumerarios.
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Figura 9. Detalles anatómicos del primer estadio larvario de C. (O.) ghilianii: a) Protórax y mesotórax en
visión ventral. b) Pronoto. c) Mesonoto. d) Pata protorácica derecha en visión ventral. e) Pata
protorácica derecha en visión dorsal. f) Detalle de las uñas y del extremo distal del tarso.
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Figura 10. Detalles anatómicos del primer estadio larvario de C. (O.) ghilianii: a) Terguito del segmento
abdominal IV, las setas correspondientes al segmento abdominal I están marcadas con un asterisco. b)
Pleura y esterno del segmento abdominal I. c) Pleura y esterno del segmento abdominal IV. d)
Segmentos Abdominales I, II y III en visión lateral. e) Urogonfos en visión dorsal. f) Segmentos
abdominales VII, VIII y IX en visión lateral. g) Pigidio en visión ventral. h) Pigidio en visión dorsal.
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3.6 Comparación con C. (O.) guadarramus
Un estudio previo de estas larvas revela que, aunque a primera vista parecen
indistinguibles de las de C. (O.) ghilianii, éstas muestran diferencias morfológicas
notables (Figura 11): El nasal es más acuminado y estrecho en C. (O.) guadarramus
(Figura 11a y 11b); el grupo de setas gTA consta de 5 setas en la pata protorácica en C.
(O.) guadarramus, mientras que en C. (O.) ghilianii consta únicamente de dos (Figuras
11c y 11d); y la morfología de los urogonfos es manifiestamente distinta, con las
protuberancias más pronunciadas y situados en posición más basal (Figuras 11e y 11f)
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Figura 11. Detalles anatómicos del primer estadio larvario de C. (O.) ghilianii y C. (O.) guadarramus que
presentan mayores diferencias: a) Frontal de C. (O.) ghilianii. b) Frontal de C. (O.) guadarramus. c)
Detalle de la pata de C. (O.) ghilianii. d) Detalle de la pata de C. (O.) guadarramus. e) Urogonfos de C.
(O.) ghilianii. f) Urogonfos de C. (O.) guadarramus.
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4. DISCUSIÓN
En los imagos de C. (O.) ghilianii se ha observado cierto gregarismo, tal y como sucede
en otras especies del mismo género. Se sabe que en el comportamiento gregario de
Carabidae median señales químicas (WAUTIER, 1971), aunque se desconoce cuáles son
concretamente en Carabus (TURIN et al., 2003). En este sentido hay datos
contundentes que se han obtenido en diferentes especies: en Carabus (Chrysocarabus)
auronitens Fabricius, 1792, se ha visto que caen, en las trampas pitfall, tres veces más
machos en aquellas en las que hay una hembra que en aquellas en las que hay un
macho, o están vacías (BAUMGARTNER, 2000); o como en Carabus (Oreocarabus)
hortensis Linnaeus, 1758; Carabus (Oreocarabus) glabratus Paykull, 1790; Carabus
(Mesocarabus) problematicus Herbst, 1786 y Carabus (Megodontus) violaceus
Linnaeus, 1758, que caían con mucha más frecuencia en las trampas en las que había
algún espécimen (macho o hembra) que en aquellas que estaban vacías (TURIN et al,
2003). Por tanto, la tendencia gregaria observada en Carabus (Oreocarabus) ghilianii
no debe extrañar, pues es algo habitual en el género.
Se sabe que las hembras de Carabus depositan los huevos por separado en el sustrato
para minimizar la incidencia del canibalismo entre larvas, fenómeno que es bien
conocido en este género (HUK & KÜHNE, 1999; KERN, 1921).
Los datos que se manejan sobre la puesta de huevos en Carabus sólo se conocen a
partir de experimentos de cría en cautividad, y, por lo que se sabe, hay una gran
variación intra e interespecífica que, en este último caso va desde cerca de una decena
de huevos en Carabus (Limnocarabus) clatratus Linnaeus, 1761 (HUK & KÜHNE, 1999)
hasta algo más de medio centenar en Carabus (Tachypus) auratus Linnaeus, 1761
(SCHERNEY, 1957). En el caso de C. (O.) ghilianii, las observaciones realizadas sobre la
ovoposición sugieren un intervalo en el número de huevos que va desde 1 hasta 9, si
bien estos datos no pueden ser tomados de forma categórica ya que corresponden al
comportamiento reproductor de tan sólo cinco hembras.
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La cría en cautividad de Carabus, como en cualquier otro género de Carabidae,
siempre plantea dificultades. Así, en la mayoría de experimentos de cría de Carabus, la
mortalidad de las larvas es muy alta (HÜRKA, 1972; HUK & KÜHNE, 1999). En el caso
que nos ocupa, pese a que seis de los huevos se malograron, y las cinco larvas
destinadas a conseguir el segundo estadio larvario no superaron el primero, debe
considerarse un logro importante el haber conseguido la puesta y el primer estadio
larvario de esta especie tan estenoica.
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2009). Incluso el tiempo de desarrollo larvario, podría ser aún mayor si C. (O.) ghilianii,
especie de montaña, exhibiese, como otra adaptación más a un clima frío, un ciclo de
vida bianual. Tal es el caso de otras especies de Carabus que viven en el norte de
Europa, o en alta montaña (HOUSTON 1981, REFSETH 1984, LINDROTH 1985): Carabus
(Megodontus) violaceus Linnaeus, 1758; Carabus (Procrustes) coriaceus Linnaeus, 1758
o C. (O.) glabratus Paykull, 1790, este último también perteneciente al subgénero
Oreocarabus. No obstante, se ha demostrado en otros carábidos que el tiempo de
desarrollo no es algo constante, sino que depende de la cantidad de alimento que
reciba la larva, (NELEMANS, 1987a, 1987b, 1988).
Dada la necesaria adaptación a un clima frío de C. (O.) ghilianii, hay que descartar que
la muerte de las larvas se deba a un problema relacionado con la baja temperatura.
Pese a las observaciones en laboratorio sobre la inactividad de las larvas durante el
período de invierno, no se descarta la posibilidad de que pudieran interrumpir la
diapausa para alimentarse, ya que hay datos en la bibliografía que informan sobre la
actividad de Carabus a bajas temperaturas, tanto de imagos (4-5 Cº, ver CASALE et al.
1982) como de larvas activas (temperatura media de 3º C, ver BETZ, 1992). Por tanto,
la causa de la muerte de las larvas de primer estadio, quizá haya que buscarla en una
deficiente alimentación debido, muy posiblemente, a la ausencia de presas adecuadas
durante el periodo de hibernación.
Sobre la morfología larvaria, de primer estadio de C. (O.) ghilianii, se han realizado una
serie de observaciones que ahora se contrastan con las de otras especies previamente
conocidas. El frontal presenta 4 dientes en el nasal, lo que parece ser la condición
primitiva en la familia Carabidae (LUFF, 1993) y es un carácter que comparte con otras
larvas del mismo subgénero, como C. (O.) glabratus Paykull, 1790 y C. (O.) hortensis
Linnaeus, 1758, y las de otros sugéneros como Aulonocarabus Reitter, 1896,
Diocarabus Reitter, 1896 y Orinocarabus Kraatz, 1878.
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comparación con aquéllos de los modelos arquetípicos de MAKAROV (1992) y
BOUSQUET & GOULET (1984). Cabe la posibilidad de que ello pueda propiciar cierta
subjetividad en su interpretación.
Respecto al labio, éste es similar al modelo descrito por MAKAROV (1992) aunque con
menor número de setas en gLA3. La maxila muestra las setas MX7 y MX8 de la galea
bien desarrolladas, si las comparamos con aquellas que figuran en el modelo de
BOUSQUET & GOULET (1984) y MAKAROV (1992). Encontramos que la seta AN1 de la
antena, en relación al modelo de BOUSQUET & GOULET (1984), se ha desplazado
desde la zona basal del antenómero hacia la zona distal de la cara ventral del mismo, y
las setas AN2 y AN3 se encuentran en la cara dorsal. No obstante, esta interpretación
de la AN1 es discutible, ya que ésta podría haberse desplazado simplemente hacia la
zona distal del antenómero, siendo la AN2 la que se habría desplazado a la cara
ventral. Por lo tanto, la AN1 podría interpretarse como AN2, y viceversa. Aunque
ambas hipótesis parecen verosímiles, se adopta el criterio más parsimonioso, que
supone un menor número de cambios con respecto al modelo de BOUSQUET &
GOULET (1984). La seta AN6 está muy reducida, y se encuentra rodeada por otras dos
setas supernumerarias de similar tamaño (o algo menores), por lo que consideramos al
conjunto como gAN6, nomenclatura que resulta novedosa para esta área de la antena.
Este grupo fue visto por MAKAROV (1992) y descrito por BUSATO (2003). En el
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protórax no se observan las setas PR4 ni PR5, al igual que en el arquetipo de la larva de
Carabus que propone MAKAROV (1992). En el mesotórax no es posible identificar con
claridad el poro MEe, ya que en esa posición hay más de un pequeño poro de difícil
interpretación. Sobre las coxas cabe decir que la seta CO9 bien podría ser una de las
setas del gCO8 de MAKAROV (1992), no obstante, adoptamos el criterio nomenclatural
propuesto en el modelo de BOUSQUET & GOULET (1984). Respecto al tarso surge la
controversia nomenclatural sobre dos setas que consideramos gTA (sensu MAKAROV,
1992) y que, sin embargo, pueden ser interpretadas como supernumerarias según el
modelo BOUSQUET & GOULET (1984), circunstancia que subraya el componente
subjetivo (interpretativo) que tiene este tipo de estudio. El tergo abdominal muestra
una evidente reducción, tanto en número como en el tamaño de las setas, con relación
al modelo propuesto por BOUSQUET & GOULET (1984); respecto a los poros,
MAKAROV (1992) no los dibuja, y es complicado establecer una correspondencia con el
modelo general de Carabidae (BOUSQUET & GOULET, 1984). Del mismo modo que
sucede en otros Carabus, se constata que, en el esternito abdominal anterior, la
esclerotización está prácticamente ausente. Sobre el hipopleurito abdominal,
MAKAROV (1992) halla más de dos setas, denominando gHP a cada uno de los dos
grupo (anterior y posterior), sin embargo nosotros encontramos solamente una seta
anterior y otra posterior, por lo que son nominadas HPI y HPII, siendo menos visibles
en el segmento I. En el epipleurito abdominal del segmento abdominal I, resulta difícil
identificar, con claridad, cuales son los dos grupos de setas que propone MAKAROV
(1992), si bien en el segmento IV sí se diferencian cinco setas en el grupo posterior y
tan sólo una en el anterior; en ambos casos encontramos más de dos setas, a
diferencia de lo observado en el modelo de BOUSQUET & GOULET (1984). Los
urogonfos tienen una morfología similar a otras muchas especies; como novedad cabe
destacar una pequeña protuberancia que podría corresponderse con la UR9 y/o podría
actuar como una estructura sensorial que en los modelos de MAKAROV (1992) y de
BOUSQUET & GOULET (1984) no se halla reflejada. Por último, en lo relativo a la
morfología de la larva, el pigidio exhibe un gPY7 reducido en comparación con el
modelo de MAKAROV (1992), en el que se observa una seta PY7 y tres
supernumerarias.
32
En cuanto a la comparación con C. (O.) guadarramus, pese a disponer de únicamente
dos hembras, se han encontrado algunas diferencias en cuanto a su biología y a la
morfología del primer estadio larvario. La descripción detallada de la larva de C. (O.)
guadarramus se encuentra en preparación (GILGADO & ORTUÑO, in prep.), por lo que
en este trabajo se han señalado únicamente las diferencias más conspicuas.
5. CONCLUSIONES
33
Cabe destacar dos interesantes novedades que aporta la larva para un mayor
conocimiento de la especie. La primera de ellas, es que los resultados obtenidos
indican que ésta es una larva de invierno. Este dato parece, a priori, contradecir a
TURIN et al. (2003) cuando afirman que esta especie es una reproductora primaveral.
Hay que destacar el hecho de que el ambiente montano en el que habitan se
caracteriza por unas temperaturas frías y un verano más corto, lo cual, puede
favorecer tiempos de desarrollo más largos de lo habitual. La hipótesis que aquí se
presenta es, por tanto, que la cópula comienza a finales de primavera, como indican
TURIN et al. (2003) pero, tanto ésta como la ovoposición y eclosión de los huevos, se
prolongan durante el verano, sin darles tiempo a las larvas a completar su desarrollo y,
por tanto, entrando en fase de diapausa en otoño, para completar el ciclo al año
siguiente. La segunda novedad es que, en cuanto a la morfología, encontramos algunas
particularidades en esta larva que no se han descrito hasta el momento en otras larvas
de Carabus, como son las pequeñas protuberancias en la cara interna del extremo de
los urogonfos, el grupo de tres sedas de pequeño tamaño en el extremo de la antena
(gAN6), la presencia de sólo dos sedas en el hipopleurito abdominal (HPI y HPII), y la
ausencia de los dos grupos de sedas en el epipleurito abdominal I.
Para poder comparar estos caracteres con los de otras larvas, es necesario profundizar
en el estudio detallado y minucioso de la quetotaxia larvaria, y también desarrollar una
buena iconografía que ayude a interpretar los resultados de cada uno de los estudios.
Todo ello supondrá la base indispensable para elaborar claves de identificación para
las larvas del subgénero Oreocarabus, claves que aun no han podido elaborarse por
falta de información (TURIN et al., 2003). No obstante, la comparación con las larvas
de C. (O.) guadarramus constituyen un primer paso para este objetivo, ya que
muestran importantes diferencias morfológicas con respecto a las de C. (O.) ghilianii,
lo que permiten su diferenciación de forma inequívoca.
Por último, es preciso indicar que la información que ha generado este nuevo estudio
redundará en beneficio del conocimiento profundo de C. (O.) ghilianii, especie
emblemática de la entomología ibérica, tanto por su carácter endémico y estenotópico
como por su condición de especie vulnerable.
34
6. AGRADECIMIENTOS
También quiero dar las gracias al Dr. Arturo Baz, por haberme dado la oportunidad de
entrar a trabajar en el laboratorio. Gracias también a Araceli Guerrero, Rufino Fama, a
los Dres. José Manuel Viéitez, Pedro García Corrales, Blanca Cifrián y Sagrario
Montalvo, y en general, a todos los profesores y personal del departamento, por su
apoyo y amabilidad; merece una mención especial la Dra. Luisa Díaz Aranda, por haber
posibilitado que esté realizando el doctorado en la Universidad de Alcalá.
A mis padres y a mi hermano, porque sin su apoyo y paciencia durante todo el tiempo
no podría estar aquí.
A mis compañeros Dani y Aída, por ayudarme desde el principio, guiarme y compartir
tan buenos momentos dentro y fuera del laboratorio. También a mi compañera de
doctorado, Alicia del Hoyo, por los viajes en el tren a la Universidad Autónoma y por
estar siempre pendiente de los plazos de todos los trámites. Y a David y Sara, por hacer
35
amenas tantas tardes en el laboratorio, y por aguantar mis discusiones sobre
entomología, biología y evolución.
A todos los amigos y compañeros que han venido a visitarme al laboratorio o me han
acompañado al campo, especialmente a Bea, Maño, Nato, Carmen, Domin, Rafa, Ali,
Joserra, Sheila, Albertucho, Bego, Jorge, Mar, Eva, Vir y Manu. Y también a dos amigos
en la distancia, Tuca y Ale, que sin estar aquí, me han escuchado, apoyado y
aconsejado durante todo este tiempo.
7. BIBLIOGRAFÍA
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