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Hogares de Luz Cuidamos La Vida y Generamos Nueva Vida
Hogares de Luz Cuidamos La Vida y Generamos Nueva Vida
Mary
¿De dónde nos surge el deseo de formar hogares fraternos, hogares de luz?
- Sin duda que la comunidad, o la familia, es un lugar donde podemos colmar nuestro deseo natural
de querer y de ser queridos.
- El tema de la misión nos une estrechamente en comunidad, pues formamos comunidades para la
misión. Pero estos dos elementos, aunque importantes, no bastan: pienso que un aspecto
fundamental para la formación de un hogar de luz se encuentra en la vivencia profunda de la
espiritualidad, de manera personal y comunitaria.
CONCLUSIÓN
- Pongo en sus manos estas reflexiones, con sencillez, buscando generar más reflexión y acción
de parte de todos y cada uno.
- Cuando pensaba en la conclusión, me vino a la mente con fuerza el pasaje de los discípulos de
Emaús... Pero en esta ocasión, quisiera aplicarlo al momento que vivimos como Instituto.
- Quizá con frecuencia nos invade la tristeza y la desolación, vivimos tiempos confusos.
Tenemos más preguntas que respuestas y, como hombres y mujeres de acción,
desearíamos encontrar soluciones eficaces y actuar pronto. En los últimos años han
cambiado tantas cosas en el Instituto, en la Iglesia, en la sociedad… algunos no logramos
entender todo este movimiento. A otros nos cuesta mucho vivir en tiempos de incertidumbre.
Sin embargo, aunque quizá no lo percibimos del todo, el Señor camina con nosotros, nos
acompaña de cerca, en nuestra propia obscuridad, nos envía signos de una u otra manera,
pero nuestros ojos no los reconocen, nos explica y no entendemos…
- Es entonces cuando la fe y la espera nos dicen
que ahí está, que quiere y ha querido quedarse
entre nosotros, porque se hace tarde, porque es
de noche... y que lo reconocemos al partir juntos
el pan, al formar sinergia desde Él, al atrevernos
a darnos como Jesús, “rompiéndonos” en bien
de los demás, en bien de la vida de cada joven...
Y es entonces cuando reconocemos que arde
nuestro corazón de pasión por Dios y por la
humanidad, como el de Marcelino y el de María. Necesitamos de ese corazón ardiente que
reavive la luz en nuestros hogares.
- Ahí, junto con los demás discípulos, sabemos que está María, cercana y solidaria, como lo está
hoy entre nosotros, en esta, su obra. Estamos en manos de la Buena Madre, ¡en mejores manos
no podíamos estar! Acompañados de Ella, construyamos hogares de luz que cuidan la vida y
generan nueva vida.