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Es fundamental destacar que no todos los aprendices de una lengua extranjera tienen
el mismo ritmo de adquisición, que les permite pasar de un estadio a otro. Cada estudiante
debe “recorrer” su propio proceso, que tiene como “meta ideal” el conocimiento y la
destreza tanto en la percepción como en la producción de:
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Extraído de Pacagnini, Ana (2012) ¿Cómo enseñar la pronunciación en la clase de Español como
Lengua Extranjera?, ms. para Proyecto de Investigación y desarrollo (PID) ELSE Industria Editorial, en el
marco del Programa Área Estratégica (PAE) “Desarrollo del Español Lengua Segunda (ELSE) y Extranjera
como Industria Cultural”.
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Para la noción de interlengua, ver Selinker (1972).
a) Unidades de sonido (fonemas) de una lengua y su realización en contextos
concretos (fonos o alófonos, que son las distintas realizaciones que puede tener un
mismo fonema).
b) estructura silábica de las palabras;
c) prosodia (acento, ritmo y entonación).
La fonología de la interlengua suele ser más simple que la de la lengua objeto, sobre
la cual se aplican diversos procesos fonético-fonológicos, que pueden variar en relación con
la lengua materna de los aprendientes. Así, pueden darse diferentes modos de
simplificación: sustitución de unos sonidos por otros, elisión u omisión, agregado –
epéntesis- de consonantes o vocales, etc.
Veamos algunos ejemplos de estos fenómenos:
Si tomamos la transcripción fonética de la producción oral de un estudiante japonés
que ha obtenido la mención “avanzado” en un examen de proficiencia del español (aunque
se le haya adjudicado un nivel “intermedio” en lo correspondiente a “pronunciación y
entonación”), observaremos algunas dificultades con el fonema /s/, que en posición inicial
e intervocálica, se realiza como [] (sonido similar a la pronunciación inglesa de sh- en
simplemente porque pronuncia [] (lo que a nosotros, hablantes nativos de español, nos
suena como una realización de la /e/, pero más abierta) , pero no porque confunda el
presente de indicativo con el presente de subjuntivo.
¿Por qué ocurre esto? Una explicación posible es pensar que el problema radica en
el modo en el cual se trabaja con la pronunciación dentro de la clase de E/LE.
A pesar de que debería ocupar un lugar central dentro de la enseñanza de las
destrezas orales, se la ha relegado a un lugar marginal en la enseñanza de L2,
confundiéndose la enseñanza de la pronunciación con la “corrección fonética”, en contacto
con la lengua escrita, centrada en sonidos aislados y con una metodología muy distante de
lo comunicativo.
Así, muchas veces nos encontramos con alumnos muy avanzados en lectoescritura,
pero con dificultades para entender y hacerse entender cuando hablan. Ciertamente, como
un entrenamiento fónico exige escuchar con atención sonidos ajenos y propios y
producirlos atendiendo a lo que uno hace con sus órganos articulatorios, se requiere una
asistencia didáctica lo más individualizada posible. Pero en la realidad del aula de E/LE
solemos trabajar con grupos que pueden o no compartir la misma L1. En grupos
plurilingües (“nivelados” en un mismo grupo por otras competencias lingüísticas) se suman
otras dificultades condicionantes de la adquisición fónica en la L2, tales como la edad y
las lenguas maternas de los alumnos, que determinan diferentes fenómenos, como
interferencias, filtros fonológicos y transferencias, que ejemplificaremos a continuación.
La interlengua fónica
• a) Interferencias: las reglas de pronunciación de la L1 interfieren en la L2 (por
ejemplo, pronunciar la “v” española como [v] y no como [b] en el caso de un italiano).
Si bien modelos como el Análisis Contrastivo (Lado 1957) intentaron predecir los
errores en el aprendiz de una lengua extranjera sobre la base de una comparación de las
descripciones de L1 y L2, postulando un concepto como el de transferencia “negativa”, las
limitaciones son evidentes. Veamos, primero, qué se entiende por “transferencia negativa”:
Transferencia “negativa”
• 1- Convergencia (dos fonemas de L1= un fonema de L2). Ej: // y // son en francés
dos fonemas diferentes: [at] chatte, “gata”/ [at] , jatte “tazón” (el cambio de un
sonido por otro conlleva diferencias de significado), en tanto que en español rioplatense
constituyen variantes de un mismo fonema (alófonos): [ae] y [ae] (en ambos
• 2- Divergencia (un fonema de L1= dos fonemas de L2). Ej: /c/ (que suena como
nuestra ch) y /t/ son dos fonemas diferentes en español: [tina] tina [cina] china, en
tanto que en el portugués brasileño, delante de una vocal alta como [i], /t/ se realiza
como [c] : [ciu] (tío).
De acuerdo con la hipótesis contrastiva, todos los errores que el hablante comete al
expresarse en L2 pueden predecirse a partir de la comparación del sistema de la L2 con el
de la L1.
Porque lo que los aprendices de una L2 “transportan” no son fonemas, sino reglas
fonológicas. Es decir, los principios que regulan su propio sistema fonológico y que, como
hemos visto más arriba, varían de lengua en lengua (e, incluso, de variedad dialectal en
variedad dialectal).
Concebir este proceso como activo (y no como una mera transferencia pasiva) es
fundamental a la hora de programar las actividades (y los materiales) en la clase de E/LE (y
de pensar el lugar del profesor en este proceso de enseñanza-aprendizaje), aspecto que
abordaremos a continuación (ver archivos siguientes, sobre “Enseñanza de la
pronunciación” y “Estrategias”).