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6.

Contexto histórico de la 1Pe

1. Destinatarios

Hay una serie de aspectos de este escrito que se han ido clarificando poco a poco
y contribuyen a que tengamos un conocimiento cada vez más delimitado de la
identidad de los destinatarios de la carta. A ello han contribuido en gran medida
los métodos histórico-críticos y el llamado análisis sociológico del NT.

Durante siglos -de hecho hasta entrada la edad moderna- el término «diáspora»,
que se encuentra en el encabezamiento de la carta (1,1), había sugerido que los
destinatarios podían ser judeocristianos, es decir, judíos de la diáspora,
convertidos por la predicación de los primeros misioneros cristianos que
recorrieron el Asia Menor, incluido naturalmente Pablo.

Sin embargo, hay pasajes de 1 Pe que excluyen esta interpretación. Se dice, por
ejemplo, en 1,14: «no os amoldéis a las antiguas pasiones de cuando vivíais en la
ignorancia». El tiempo anterior a la conversión es un tiempo de ignorancia, es
decir, de desconocimiento de Dios y de sus exigencias. Esta constatación
contrasta con la valoración muy positiva que hace toda la tradición del AT y, más
en concreto, con la consideración de mujeres santas de la época del AT (3,5-6).
Más explícito es el texto siguiente: «ya habéis pasado demasiado tiempo
cumpliendo la voluntad de los paganos y viviendo en libertinajes, pasiones,
embriagueces, orgías, borracheras e ido- latrías abominables. Ahora ellos se
sorprenden de que no corráis a su lado a desenfrenos sin límite y no paran de
injuria- ros» (4,3-4). Recordemos, por otra parte, la buena noticia de que los
destinatarios son ahora pueblo de Dios, cuando antes no lo eran (2,10), lo cual
apunta también en la misma dirección. Por consiguiente, parece claro que los
destinatarios son, por lo menos en su gran mayoría, convertidos del paganismo.

Un segundo aspecto que debe tenerse en cuenta es el hecho de que 1 Pe parece


consolar a quienes son perseguidos por su conducta cristiana (4,16). A pesar de la
ausencia de términos explícitos que hagan referencia a persecuciones, sin
embargo el pasaje de 4,12-19 parece ser una exhortación a mantenerse firmes en
la prueba que se les viene encima. Lo cual ha llevado a la exégesis a intentar
descubrir a qué persecución pública respondería 1 Pe. Con todo, no se ha llegado
nunca soluciones satisfactorias, porque la persecución de Nerón se limitó al área
de Roma y otras persecuciones, como la de Domiciano de la que se hace eco el
Apocalipsis, resultaban demasiado tardías (final de siglo I).

Todo ello ha contribuido a un análisis más certero de 1 Pe en este punto. La


situación que se trasluce en la carta no es la de persecución, sino más bien de un
«distanciamiento entre no cristianos y cristianos, extremado en hostilidad» por el
cambio radical de comportamiento de los cristianos respecto de los no cristianos
«o el nuevo estilo de vida de los cristianos. La novedad o heterogeneidad de la
vida cristiana aparece perfilada en su contraste con lo anterior, hasta alcanzar
grados de distanciamiento, segregación y hostilidad» (2,1.11-12.23; 3,1-4.14.17 y

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4,1-4.14-16)

La exégesis ha ido perfilando poco a poco el tipo de destinatarios de la carta.


Supuesto, por tanto, que estamos ante comunidades de origen pagano, que son
discriminadas y viven en un cierto ostracismo por el hecho de ser cristianas, el
estudio de las condiciones en que se encontraron los cristianos en las regiones o
Provincias romanas, a las que se dirige el escrito, ha proyectado mucha luz sobre
el sentido fundamental de la carta.

La carta se dirige a «los escogidos de Dios que viven como forasteros en la


diáspora: en el Ponto, Galacia, Capadocia, Asia y Bitinia» (1,1). La enumeración
resulta clarificadora en la medida que hace referencia a cinco (o, más
exactamente, cuatro) Provincias romanas con una situación sociológica
relativamente parecida. Por ello, los epítetos «forasteros» (1,1; 2,11) y
«extranjeros» (1,17) no tienen un sentido primario metafórico, si- no que designan
la condición social de los destinatarios: se trata de gente sencilla y humilde, sin
estatuto reconocido desde el punto de vista social. Ello les hace vivir en un cierto
ostracismo, con el desprecio y alejamiento de los ciudadanos romanos de la
región. Es más que probable, como puede inferirse del análisis de las metáforas
utilizadas en el texto, que estas comunidades vivieran en áreas rurales y en
pequeños núcleos urbanos de la vasta región del Asia Menor, incluida en las
Provincias romanas mencionadas al comienzo del escrito (1,1).

Es justo notar que los últimos años han visto una aportación de calidad a la
comprensión de 1 Pe. Y que tanto los métodos histórico-críticos como el análisis
sociológico han ayudado notablemente a comprender el mensaje de este escrito.
Con todo, el camino está lejos de haber sido recorrido en todas sus etapas.

2. Fecha de composición

He aquí un aspecto especialmente difícil de definir y de- limitar. Este apartado


parece depender de la solución que se dé a la cuestión del autor. Sin embargo,
dada la falta de claridad respecto de este tópico, preferimos intentar definir la
cuestión de la datación antes de entrar en el tema del autor.

Así pues, si prescindimos metodológicamente de la cuestión del autor, la carta no


ofrece datos claros acerca del tiempo de su composición. El hecho de que el
análisis sociológico confirme que, efectivamente, los destinatarios son cristianos
de las regiones mencionadas en 1,1 no dice nada todavía acerca del tiempo en
que se les dirige este escrito, puesto que no se llegan a especificar circunstancias
que lo motiven directamente.

Por otra parte, es verdad, como ya hemos dicho al hablar de la relación de 1 Pe


con el resto del NT, que la cristología y la eclesiología parecen posteriores a los
escritos paulinos y claramente anteriores a las cartas pastorales. Con todo, el mar-
gen de tiempo que queda así implicado es muy grande; nos hallamos en un
período de 50 años en el que no parece podamos concretar mucho más, es decir,
entre finales de los 60 y la primera década del siglo II.

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Muchos autores se inclinan por una datación cercana a los años 80 a partir de la
relación entre la teología de 1 Pe y otras obras del NT . Pero no puede negarse
que faltan datos y elementos que confirmen esta apreciación. La opinión que se va
imponiendo poco a poco, cada vez con mayor claridad, es que estamos ante un
escrito del período subapostólico, es decir, de la segunda o tercera generación
cristiana

3. La cuestión del autor

He aquí una cuestión que permaneció incuestionada durante siglos: el autor no


podía ser otro que el apóstol Pedro. Sin embargo, la época crítica puso un
interrogante a esta apreciación. ¿Qué datos proporciona la carta en la línea de la
autoridad petrina? El encabezamiento atribuye el escrito a Pedro, apóstol de
Jesucristo (1,1). Más adelante el autor se autocalifica como «copresbítero, testigo
de los padecimientos de Cristo y partícipe de la gloria que se va a revelar» (5,1).
El texto no da ninguna otra indicación acerca del autor. Añade, sin embargo, que
el escrito se debe a la mano de Silvano, que, junto con Marcos, está con el autor
en Babilonia (5,12-13).

La verdad es que los datos son descorazonadores. En primer lugar, porque son
textos muy formales y poco aportan a la comprensión de 1 Pe. Pero, además, la
frase «testigo de los padecimientos de Cristo» significa más bien «el que da
testimonio de Cristo con los propios padecimientos», y no necesariamente «el que
da testimonio de los sufrimientos de Cristo». En el fondo, por tanto, ni el
encabezamiento, ni la salutación final, ni tampoco el texto sobre tener parte en los
sufrimientos de Cristo (4,13) apuntan a ninguna clave de lectura de la carta.

A lo largo de la historia se ha apelado en varias ocasiones a 1 Pe como


representante de una teología petrina que podría poner contrapuntos a la teología
paulina, por una parte, y a otras teologías más judeocristianas, por otra. Sin
embargo, este modo de interpretar 1 Pe tampoco ha confirmado que tengamos en
este escrito una teología característica de Pedro.

La cuestión de la autoría de este escrito queda, por tanto, totalmente abierta. Y,


dado que no tenemos certeza alguna sobre la fecha de composición, más bien
habrá que inclinarse por la pseudonimia. Para algunos exegetas , el autor sería un
discípulo de Pedro. Pero, incluso en este caso, el argumento es la filiación romana
de 1 Pe y un paralelismo poco convincente con la 1 Clemente enviada desde
Roma a Corinto a comienzos del siglo II, más que su petrinismo. Otros, en virtud
de algunos detalles, como una cierta y vaga relación con el cristianismo sirio y la
apelación de los cristianos que se hace a los miembros de la comunidad, la cual
según testimonio de los Hechos se utilizó por primera vez en Antioquía, se inclinan
más bien por un «responsable culto de la fraternidad» .

4. Lugar de composición

Hemos dejado para el final esta cuestión, porque se solapa con las anteriores y no
aporta ningún dato especialmente clarificador. La opinión tradicional, que aceptaba

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sin más la autoría petrina y que aceptaba la capital del Imperio como lugar de
composición de 1 Pe, tenía como punto de referencia fundamental que Babilonia
(5,13) era una designación en clave críptica de la ciudad de Roma (cf. Ap 14,8).
Sin embargo, dada la poca claridad de la filiación petrina de 1 Pe, tampoco hay
argumentos claros y definidos para considerar Roma como el lugar de la redacción
de la carta. En efecto, los paralelos con la Carta Primera de Clemente, dirigida
desde Roma a Corinto y por tanto a una comunidad cristiana del Asia Menor, no
acaban de ser decisivos. La cuestión ha de quedar, en consecuencia, abierta.

Por otra parte, como ya hemos indicado, se han apunta- do razones para situar el
lugar de la redacción en Antioquía. Pero los argumentos que se presentan son
muy débiles. Finalmente, como ya ha quedado apuntado, dada la familiaridad de 1
Pe con la situación del cristianismo del Asia Menor hacia finales del siglo I, la
composición de 1 Pe en Asia Menor continúa siendo una posibilidad que no puede
ser excluida sin más.

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