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Los misioneros españoles acompañaron desde un principio a las expediciones de conquista y

colonización de los españoles y portugueses en el continente americano. Su intervención tuvo diversas


formas, principalmente acompañando a los soldados que se encargaban de la conquista del territorio o a
los colonos en lugares agrícolas y ganaderos y, sobre todo, por iniciativa propia a nombre de la
congregación a la que pertenecían. Es en este último caso, en el que su expedición (generalmente
realizada por un corto número de misioneros) se encargaba de la fundación de pueblos de misión
después de haber reclutado a algunos indígenas. Muchos misioneros resultaron víctimas durante las
luchas de la época de la conquista, como lo explica Eduardo Röhl en su obra póstuma Historia de las
ciencias geográficas en Venezuela, al referirse a la muerte del Padre José Gumilla por los soldados
tratando de defender a los indios betoyes en un pueblo de misión que el mismo había fundado en lo que
ahora es el Estado Apure (Venezuela)1

Por otra parte, también los misioneros sufrieron en carne propia tanto los excesos y crueldades que los
soldados y conquistadores cometieron con los indígenas, como las propias acciones de respuesta bélica
de los indígenas, sobre todo en un principio. Es así por lo que la fundación de Cumaná en la que
intervinieron los primeros misioneros en el continente en 1516 (de aquí que se denomine a Cumaná
como la Primogénita del continente) resultó destruida por los indígenas, muriendo los misioneros y sólo
vino a ser refundada como Nueva Toledo unos años después.

Siglo XVI

Aunque los misioneros españoles ya acompañaron a los barcos de Colón en sus primeros viajes del siglo
XV, no es sino hasta el siglo XVI cuando comienza la verdadera penetración misionera en América con la
fundación de numerosos pueblos con población indígena dedicados desde un principio a las tareas
agrícolas y que se convertían en centros de evangelización y alfabetización a través de las escuelas. Los
primeros pueblos de misión fueron fundados por los dominicos, tanto en las Antillas como en el
continente (Venezuela). Aunque los primeros años fueron muy duros, tanto para los indígenas como
para los misioneros, en pocos años la situación cambió, gracias a la actuación de algunos misioneros que
se destacaron en su apología de la población autóctona, y a través de los nuevos libros de corte
humanista (derecho de gentes) que venían publicándose en España. Se destaca en esta acción Fray
Bartolomé de las Casas quien, a través de su obra Brevísima relación de la destrucción de las Indias logró
la abolición de la esclavitud entre los indios y un nuevo trato más humanista para ellos.

Siglo XVII

El siglo XVII es la época de consolidación colonial de España en América y el siglo en el que comienza a
desarrollarse la fundación de misiones en todo el continente. Durante este período se fundan misiones
en territorios agrícolas sin riquezas minerales, que eran prácticamente desechados por los
conquistadores, cuyo poblamiento se concentraba en las zonas marítimas o mineras más importantes
económicamente.

El siglo XVIII

En muchas partes de América, el siglo XVIII representó el apogeo de la obra misionera en América.
Diversas congregaciones misioneras, como los franciscanos mallorquines en California o los capuchinos
catalanes en la provincia de la Nueva Barcelona (Venezuela), fundaron establecimientos misioneros que
dieron pie a la aparición de ciudades que fueron creciendo y prosperando gracias a la introducción de
nuevas tecnologías, tanto agrícolas como industriales y de construcción. Un ejemplo de estas tecnologías
es la metalurgia del hierro gracias al establecimiento de las forjas catalanas,3 de las que quedan restos a
lo largo del Camino Real de California, el cual unió a 21 pueblos de misión establecidos en el actual
estado de California en los Estados Unidos bastante antes de la Independencia de este país.

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