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INSTITUTO TÉCNICO INDUSTRIAL PASCUAL BRAVO

ASIGNATURA LENGUA CASTELLANA


DOCENTE LUISA FERNANDA ARIAS CAÑAS
GRADO UNDÉCIMO
GUÍA N° 2

Profesor(a) Luisa Fernanda Arias Cañas


:
e-mail: luisaarias@tecnicopascualbravo.edu.co
Áreas / Lengua Castellana
Asignatura:
Grado: ONCE Grupos 1, 2, 3, 4, 5, 6 y 7
Período: primero Semana Fecha: Tiempo definido para su
Nro. 06 22/02/2021 desarrollo: 1 semana

Competencias(S) a Desarrollar:

- Comprende que los argumentos de sus interlocutores involucran procesos de


comprensión, crítica y proposición.

- Compara diversos tipos de texto, con capacidad crítica y argumentativa para


establecer relaciones entre temáticas, características y los múltiples contextos
en los que fueron producidos.

- Produce textos académicos a partir de procedimientos sistemáticos de


corrección lingüística, atendiendo al tipo de texto y al contexto comunicativo.

Objetivo(s) de la guía:

- Comprende diferentes tipos de argumentos presentes en un discurso.

- Infiere las variantes dialectales, sociales y geográficas en la voz de sus


interlocutores.

- Contrasta textos, atendiendo a temáticas, características formales, estructura


interna, léxico y estilo empleados, entre otros.

- Da cuenta de la organización y de los componentes del texto.

- Evalúa la adecuación del texto en relación con su rol como enunciatario, las
estrategias discursivas utilizadas y la visión de mundo que proyecta en su
escrito.

Momento 1. Eje(s) Temático(s)

- Medios de comunicación y otros sistemas simbólicos. (estándar curricular)

Momento 2. Desarrollo Temático (Explicaciones, orientaciones, aclaraciones de


cómo desarrollar el trabajo puede incluye textos, imágenes entre otros elementos)

LA COHERENCIA Y COHESIÓN EN UN TEXTO

Se puede definir texto como “una unidad de carácter lingüístico


intencionadamente emitida por un hablante en una situación comunicativa
concreta y con una finalidad determinada”. No toda cadena lingüística es un
texto, ya que hay enunciados que, aunque estén bien construidos
gramaticalmente, no comunican nada. El texto, entendido como un acto de
comunicación entre un emisor y un receptor, ha de tener las siguientes
propiedades:

- Intencionalidad: Debe estar dirigido a conseguir una meta: transmitir algo,


relatar hechos, pedir información…

- Situacionalidad: El acto de comunicación tiene lugar en una situación


determinada.

- Informatividad: El emisor crea el texto para transmitir a su destinatario algo que


supone que este ignora. Será más informativo cuanto mejor y más eficazmente
revele esas ideas nuevas.

- Aceptabilidad: El texto será aceptable para su receptor si este es capaz de


percibir la relevancia de lo comunicado.

El éxito de la comunicación depende del principio básico de la adecuación, que


supone la elección óptima de los recursos que se van a emplear en el texto
atendiendo al propósito del hablante (intencionalidad), al entorno y los
conocimientos compartidos (situacionalidad), a las expectativas del oyente
(informatividad) y a su capacidad interpretativa (aceptabilidad).

Desde un punto de vista semántico (atendiendo al contenido, a las ideas que se


transmiten), los textos han de tener un cierto grado de coherencia. Deben poder
ser percibidos como un todo estructurado. La coherencia afecta a todos los
niveles del texto.

Desde un punto de vista sintáctico (atendiendo a la construcción formal del


discurso y a las relaciones gramaticales entre sus enunciados), es fundamental
la cohesión. Esta se refiere a la red de elementos lingüísticos que hacen
manifiesta para el receptor la coherencia del texto. La coherencia del texto está
determinada por una serie de principios que rigen la relación entre las distintas
ideas del texto: continuidad temática, progresión informativa, congruencia,
compatibilidad y conexión.

En definitiva, se denomina cohesión textual o simplemente cohesión a la


característica de un texto bien formado por la relación entre sus oraciones.
Vinculado a su vez, con la coherencia textual, la cual pertenece al ámbito de
estudios del análisis del discurso y la lingüística del texto. La cohesión es un
texto bien definido o bien escrito. Provee los procedimientos lingüísticos que
permiten que cada frase sea interpretada en relación con las demás. O más
fácilmente la cohesión es la manera de relacionar y unir las distintas palabras,
oraciones y párrafos del texto.

Al redactar un texto resulta inevitable repetir algunas ideas o conceptos que son
esenciales para el tema que se está tratando. Con el objeto de producir un texto
lingüísticamente atractivo, el emisor suele utilizar ciertos procedimientos para
conseguir que esas repeticiones no sean literales o innecesarias como los
conectores, estos mecanismos permiten introducir una variación estilística y
formal dentro del texto

CLASES DE CONECTORES

Los conectores son nexos que sirven para establecer relaciones entre las


diferentes oraciones o partes de un texto. Con los conectores textuales un texto
gana fluidez y elegancia. Cuando escribimos un texto debemos intentar conectar
una oración con otra, un párrafo con otro; de esta manera el texto es coherente
y lógico. Pero hacer esto no es fácil; debes primero conocer cuáles son los
conectores y saber qué relaciones se establece con cada uno. Después, es
importante que te fijes en los conectores cuando leas un texto; por ejemplo, los
artículos de prensa pueden ayudarte en esta parte.
Momento 3. Bibliografía – Cibergrafía de apoyo para el estudiante (Puede incluir
vínculos, enlaces, referencias u otros medios de apoyo)

Momento 4. Entregables (virtual) que deber enviar el estudiante para ser valorado
y evaluado desde la guía (Desarrollo de Talleres, Informes escritos,
presentaciones,
formularios, videos, tableas de Excel, entre otros.

ACTIVIDAD

1. Realiza un mapa conceptual donde se represente la clasificación de los


marcadores textuales, agregando una oración como ejemplo.

2. Señala en el texto los conectores de las siguientes clases. Es importante que


verifiques que dicho concepto si este cumpliendo la función de “marcador
textual”:

 De conformidad
 Ejemplificar
 Contraste
 Finalidad

AÚN NO TENEMOS EL PAÍS QUE NOS MERECEMOS

La vieja Colombia murió el 9 de abril de 1948, la nueva no ha nacido todavía. De


eso está convencido el escritor William Ospina. Las razones de esa creencia, de
ese pálpito de que aún no tenemos el país que nos merecemos atraviesan las
páginas de “Pa que se acabe la vaina”, ensayo que confiesa haber escrito con
mayor indignación que “¿Dónde está la franja amarilla?”, que vio la luz hace ya
17 años. El título lo tomó prestado del vallenato más celebrado de todos, “La
gota fría”, que nos entrega una historia en la que los juglares Lorenzo Morales y
Emiliano Zuleta se miden en un épico duelo de versos. William encontró así una
manera de rendir homenaje a la cultura popular y a una fe secreta como autor:
en Colombia tarde o temprano lo que era guerra aprenderá a ser diálogo, lo que
era violencia aprenderá a ser exigencia y reclamo, lo que era silencio podrá
convertirse en relato.

GACETA conversó con él durante su reciente visita a Cali. Hace 17 años usted
publicó un ensayo que marcó a toda una generación. Después de tantos años,
¿seguimos sin encontrar nuestra franja amarilla? Debo reconocer con tristeza
que la razón por la cual ese libro aún sigue leyéndose es que el país no ha
cambiado en estos 17 años. Creería, más bien, que los males que señalaba se
agudizaron. La dirigencia sigue siendo la misma, igual de egoísta y mezquina
con el pueblo. Y la mayoría de colombianos siguen en una pobreza igual o
mayor.

La gran paradoja es que cuanto mayor crecimiento económico hay, mayor es la


pobreza. La violencia tampoco da tregua. Y, mientras eso pasa, vivimos en un
Estado que no le facilita la vida al ciudadano sino lo está hostilizando
permanentemente: le exige mucho en términos de control social e impuestos y
le entrega muy poco a cambio: ni seguridad, ni salud, ni educación. Será por eso
que en “Pa que se acabe la vaina” uno siente a un William Ospina más
indignado...Sin duda.

El tono con que está escrito tiene más indignación, también más urgencia y
convocatoria a una reacción decidida de los ciudadanos para ver si la franja
amarilla por fin aparece. Usted venía de una larga trilogía de novela histórica y
regresa al ensayo, que parece el género de sus afectos, después de la poesía.
Ni cuando escribo novela abandono la poesía, ni cuando hago poesía abandono
el ensayo. Libros como “¿Dónde está la franja amarilla?” y “Pa que se acabe la
vaina” me dan felicidad porque logran que la gente, especialmente joven,
regrese al ensayo, género que no se lee mucho.

Es que como escritor e intelectual me siento responsable de proponer temas de


reflexión; siento que nuestra labor consiste también en poner la capacidad de
escribir al servicio de la búsqueda de un país mejor. Tal vez su acierto es haber
desacralizado un género que siempre parece encadenado al rigor del pie de
página... Yo agradezco que se tenga esa mirada porque hay un esfuerzo de mi
parte en eso. Un escritor, decía Borges, tiene la obligación de no ser aburrido. Si
un libro no es ameno, así tenga muchas virtudes carece de la más importante.

Por eso, Borges hablaba también de la sencilla complejidad con la que deben
escribirse algunas cosas. Y el ensayo, en un tiempo como este, que tiende a
trivializar y volver frívolo todo, es una necesidad. Hay una frase potente en este
libro: La vieja Colombia murió el 9 de abril de 1948: la nueva no ha nacido
todavía. ¿Por qué hemos postergado tanto esa tarea? Una de las cosas que
descubrí escribiendo este libro es que todos los países de América Latina que
fueron fundados sobre el discurso liberal de la Revolución Francesa, en realidad
lo usaron como señuelo para lograr la Independencia, pero no porque fueran
países modernos.

Todos necesitaban hacer grandes reformas liberales, como la hizo México, a


finales del Siglo XIX con Benito Juárez, como la hicieron Roca e Yrigoyen en
Argentina y Eloy Alfaro en Ecuador. Pero a Colombia nunca llegó. Aquí ha
habido gente que se ha llamado a sí misma liberal, pero no ha hecho esa
reforma y a veces, por el contrario, fue más conservadora que los
conservadores. En 1930 por fin el liberalismo propuso una que incluía
distribución de la tierra, educación, productividad y el país se llenó de ilusiones.
López Pumarejo la llamó Revolución en Marcha. ¿Y qué truncó ese
entusiasmo? Se olvida que en 1938 subió al poder Eduardo Santos y decretó
una pausa de esa reforma. Y cuando el país se dio cuenta su indignación fue
enorme, sintió que los liberales abandonaban la causa. Gaitán lo que logra es
despertar entusiasmo popular alrededor de esas reformas liberales, pero el 9 de
abril frustró de nuevo ese sueño.

Entonces la realidad es que llevamos en pausa 65 años y girando alrededor de


una violencia cada vez más atroz.... Por eso es que esa nueva Colombia no ha
nacido aún...Claro, porque las grandes reformas que han tenido que hacerse no
ocurrieron. Y el precio de no haber iniciado esa tarea es una seguidilla de
violencias, criminalidad, narcotráfico, corrupción y un Estado que, impotente,
cree que solo con armas solucionará los problemas. Por eso este país que
tenemos no es el país que merecemos. William, este libro plantea una verdad a
gritos: nos hemos pasado mucho tiempo buscando responsables de nuestros
problemas, pero no soluciones...Es que quizás por nuestra formación religiosa
no solemos buscar causas sino culpas. En este libro planteo que la verdadera
responsable de todo es una dirigencia que no le ofrece caminos a la gente, que
empuja a millones de colombianos al delito y la marginalidad.

Esos muchachos que andan atormentando las barriadas de las grandes


ciudades serían otra cosa si hubieran tenido oportunidades. ¿No será, más bien,
que hemos esperado demasiado de nuestra dirigencia? Sí, es verdad. La gente
se la ha pasado esperando a que quienes tienen el poder les hagan el favor de
transformar al país. Y es lógico: los que tienen privilegios y oportunidades y se
lucran del Estado deberían tener la iniciativa de cambiar las cosas. Pero, no, lo
que hacen es encarar con torpeza el progreso: aquí, por ejemplo, llegan los
autos, pero no las carreteras. Pero, siento que algo está cambiando, que hay un
nuevo pueblo que está emergiendo y buscando su propia luz. Muchos ya
entendieron que ese papel de tomar la iniciativa les corresponde a ellos. Este
libro vuelve de nuevo la mirada sobre una de sus grandes preocupaciones: la
falta de identidad latinoamericana...

Todas mis reflexiones sobre este continente tienen que ver con quiénes somos y
cómo se formó nuestra identidad. Ha habido un esfuerzo persistente por negar
lo indígena y lo africano. Otros han negado el aporte español. No hemos
entendido que esta es una época en que las culturas dialogan y se mezclan y el
mundo no camina hacia ningún tipo de pureza racial ni étnica. Es más, los
mestizajes son el futuro y nos preparan para enfrentar ese mundo de diálogos
complejos. Lo que sucede es que no somos uno de esos países donde
predomina un rasgo del continente: en Argentina predomina el legado europeo;
en México y Bolivia, lo indígena, en Brasil, lo negro y mulato. Pero en Colombia,
como somos tan mestizos, nos miramos y no terminamos de sentirnos de
ninguna tradición. ¿Por qué nos cuesta tanto? Es que la élite que dirigió al país
siempre se creyó blanca europea, de humor británico y de muebles vieneses y
eso deformó la identidad y negó las civilizaciones que había antes de que
llegara Europa.

Aquí hemos divinizado mucho la Conquista, mientras en México es difícil hallar


una estatua de un conquistador. Esa es la razón por la cual no se valoran las
tradiciones indígenas y negras. Lo que creo es que debemos tener una lectura
más compleja de lo que somos para enriquecer nuestro diálogo con el mundo.
Llama la atención el título de este libro, robado del vallenato más célebre de
todos: La gota fría... Había pensado inicialmente -Yo sueño un país-, que tiene
parentesco con una frase de Martin Luther King y que alude a una frase de
“¿Dónde está la franja amarilla?”. Pero, por el tono de indignación con que está
escrito, decidí tomarle prestada esta frase a Zuleta y su -La gota fría-, quizá para
eludir ese estilo grandilocuente y retórico de la dirigencia colombiana que usa
frases ampulosas y falsas como, por ejemplo: las instituciones republicanas, el
tercer debate, la cuarta instancia.

A nuestros políticos siempre les ha parecido más importante la grandilocuencia


de lo que dicen que realmente lo que están diciendo para fascinar a su
electorado. “Pa que se acabe la vaina” es también una manera de rendir
homenaje al lenguaje y la cultura popular, tan menospreciada en otra época.
Fíjese que en los grandes salones de Barranquilla estuvo prohibido por años
que se tocaran porros, pues se creía música del populacho. En vez de eso, le
hacían venía a las grandes orquestas internacionales. Tuvieron que gritarnos
desde el exterior que nuestro vallenato era valioso para que nos sintiéramos
orgullosos. Más allá de la jocosidad de la letra, ojalá esa frase de “La gota fría”
algún día se nos haga realidad y se nos acabe esta vaina y al fin tengamos el
país que nos merecemos.

William Ospina
Tomado de: www.elpaís.com
Momento 5. Evaluación (Criterios de evaluación y valoración de los entregables,
puede incluir autoevaluación)

El trabajo se realizará de manera individual o en grupos de máximo tres


estudiantes del 25 de febrero al 04 de marzo.

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