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Una perspectiva cristiana sobre la homosexualidad

Los cristianos que rechazan la legitimidad del estilo de vida homosexual son habitualmente etiquetados
homofó bicos, intolerantes e, incluso, odiosos. A causa de eso, la cuestió n de la homosexualidad ha
provocado una tremenda intimidació n, al punto que algunas iglesias han endorsado el estilo de vida
homosexual y hasta han acogido a aquellos que lo practican a ser sus ministros.

Y no piense que esto ha sucedido solamente en iglesias liberales. Una organizació n llamada “Evangelicals
Concerned” [Evangélicos Preocupados] formada por un grupo de personas quienes, a apariencia de todos,
son cristianos nacidas de nuevo, creyentes en la Biblia, pero también son también practicantes de la
homosexualidad.

Ellos alegan que la Biblia no prohíbe la prá ctica homosexual o que sus mandamientos no son vá lidos hoy,
sino que simplemente son un reflejo de la cultura en la que fueron escritos. Esas personas a pesar de ser
ortodoxas sobre Jesú s y cualquier otra á rea de enseñ anza; piensan que está bien ser homosexual
practicante. Recuerdo escuchar a un erudito del Nuevo Testamento en una conferencia profesional
relatar su historia hablar en una de sus reuniones [de la Evangelicals Concerned]: “Las personas estaban
realmente preocupadas por lo que ibas a decir”, su anfitrió n le dijo después de la reunió n. “¿Por qué?”—
preguntó sorprendido. “¡Sabes que no soy homofó bico!” Pero el anfitrió n le aseguró diciendo “Oh, no, ese
no es el problema”, “¡temían que fueras a ser muy crítico histó ricamente!”

Así que, ¿quiénes somos nosotros para decir que estos aparentemente honestos cristianos está n
equivocados?

Ahora bien, esa es una pregunta muy interesante. ¿Quiénes somos nosotros para decir que ellos está n
equivocados? Pero esta pregunta plantea incluso una pregunta aú n má s profunda, la cual necesitamos
responder primero: ¿el bien y el mal realmente existen? Antes de que puedas determinar lo que está bien
y lo que está mal, tienes que saber si el bien y el mal realmente existen.

Bien, ¿cuá l es la base para decir que el mal y el bien existen, y que realmente hay una diferencia entre
ellos? Tradicionalmente, la respuesta ha sido que la base de los valores morales está n basados en Dios.
Dios es, por naturaleza, perfectamente santo y bueno. É l es justo, amoroso, paciente, misericordioso,
generoso—todo lo que es bueno proviene de É l y es un reflejo de su cará cter.

Pues bien, la perfectamente buena naturaleza de Dios emite a nosotros mandamientos que se convierten
en nuestros deberes morales. Por ejemplo, “Amará s al Señ or tu Dios con todo tu corazó n, y con toda tu
alma, y con toda tu mente y con todas tus fuerzas” “Amará s a tu pró jimo como a ti mismo”, “No matará s,
robará s, o cometerá s adulterio”. Estas cosas son buenas y malas basadas en los mandamientos de Dios, y
los mandamientos de Dios no son arbitrarios, sino que fluyen necesariamente de su perfecta naturaleza.

Ese es el entendimiento cristiano del bien y el mal. Hay un ser que es Dios, quien hizo el mundo y nos creó
para que le conozcamos. É l realmente ha ordenado ciertas cosas. Estamos realmente obligados a hacer
ciertas cosas (y a no hacer otras). La moralidad no es só lo un asunto que está en tu cabeza. La moralidad
es algo real. Cuando fallamos en guardar los mandamientos de Dios, realmente nos hacemos realmente
culpables ante É l y necesitamos de su perdó n. El asunto no es solamente que nos sintamos culpables; sino
que en realidad somos culpables, sin importar como nos sintamos. Pudiera no sentirme culpable debido a
mi conciencia insensible, una que está entorpecida por el pecado; pero si quebrantado la ley de Dios, soy
culpable, independientemente de có mo me sienta.
Entonces, por ejemplo, si los Nazis hubiesen ganado la Segunda Guerra Mundial y obtenido éxito en
lavarle el cerebro o exterminando a todos los que no estuvieran de acuerdo con ellos, de manera que
todos pensaran que el Holocausto era bueno, aú n habría estado mal, porque Dios dice que está mal,
independientemente de la opinió n humana. La moralidad está basada en Dios y, por lo tanto, el bien y mal
existen y no son afectados por las opiniones humanas.

He hecho hincapié sobre este punto porque es muy extrañ o a lo que, en la actualidad, muchas personas
en nuestra sociedad piensan. Hoy, muchas personas piensan del bien y el mal, no como un asunto de
hecho, sino como un asunto de gusto. Por ejemplo, no hay ningú n hecho objetivo de que el bró coli sabe
bien. Sabe bien para algunas personas, pero sabe mal para otras. Pudiera que te sepa mal a ti, pero ¡sabe
bien para mí! Las personas piensan que es lo mismo con los valores morales. Algo pudiera parecerte mal
para ti, pero bien para mí. No hay ningú n bien y mal real. Es só lo es un asunto de opinió n.

Ahora bien, si Dios no existe, entonces pienso que esas personas tienen absolutamente toda la razó n. En
la ausencia de Dios, todo se vuelve relativo. Lo correcto e incorrecto se vuelven relativos a diferentes
culturas y sociedades. Sin Dios, ¿quién puede decir que los valores de una cultura son mejores que los de
otra? ¿Quién puede decir quién está correcto y quién está incorrecto? ¿De dó nde vienen el bien y el mal?
Richard Taylor, un filó sofo estadounidense prominente quien, a propó sito, no es cristiano, defiende ese
punto con mucha énfasis. Veamos cuidadosamente lo que dice:

La idea de […] obligació n moral es muy clara, provista ésa referencia a un dador de leyes superior… que
aquellos de los que el Estado se comprende. En otras palabras, nuestras obligaciones morales pueden […]
ser entendidas como esas que son impuestas por Dios.… Pero, ¿qué si este legislador superior al humano
no se toma má s en cuenta? ¿Sigue teniendo sentido el concepto de obligació n moral.[1]

De acuerdo a Taylor, la respuesta a esa pregunta es “No.” É l dice: “El concepto de obligació n moral es
ininteligible aparte de la idea de Dios. Las palabras permanecen, pero se pierde su significado”.[2]

É l continú a diciendo:

La era moderna, má s o menos repudiando la idea de un legislador divino ha, no obstante, tratado de
retener las ideas del bien y mal morales, sin observar que al dejar de lado a Dios ellos también han
abolido el significado de bien y mal. Por lo tanto, incluso personas cultas a veces declaran que tales cosas
como la guerra, o el aborto, o la violació n de ciertos derechos humanos son moralmente malas, y al
declarar eso se imaginan que han dicho algo verdadero y significativo. Sin embargo, a las personas cultas
no se le tiene que decir que preguntas como esas nunca han obtenido respuestas fuera de la religió n.[3]

¿Entiendes lo que incluso este no-cristiano está diciendo? Si no hay Dios, ningú n legislador divino,
entonces no hay ley moral. Si no hay ley moral, entonces no hay bien y mal reales. Lo correcto e
incorrecto simplemente son costumbres humanas y leyes que varían de sociedad en sociedad. Incluso si
todas ellas concordaran, ellas só lo serían inventos humanos.

Entonces si Dios no existe, lo correcto e incorrecto tampoco existen. Todo se vale, incluyendo la
homosexualidad. Así que una de las mejores maneras de defender la legitimidad del estilo de vida
homosexual es de convertirte en ateo. Pero el problema es que muchos defensores de la homosexualidad
no quieren convertirse en ateos. En particular, ellos quieren afirmar que el bien y el mal existen. Por ello,
tú los escuchas haciendo juicios morales todo el tiempo, por ejemplo: “es incorrecto discriminar contra
los homosexuales”. Y esos juicios morales no tienen el objetivo de ser relativos a la cultura o sociedad.
Ellos condenarían una sociedad como la Alemania Nazi, la cual arrojaba a homosexuales a campos de
concentració n, junto con judíos y otros indeseables. Cuando el estado de Colorado en los Estados Unidos
aprobó una enmienda que prohibía derechos especiales para homosexuales, Barbara Streisand llamó a un
boicot del estado, diciendo: "El clima moral en Colorado se ha hecho inaceptable".

Pero hemos visto que esa clase de juicios de valor no son significativos a menos que Dios exista. Si Dios
no existe, todo es permisible, incluso la discriminació n y persecució n de homosexuales. Pero eso no
termina ahí: los asesinatos, violaciones, tortura, abuso infantil—ninguna de estas cosas sería mala, ya que
sin Dios lo correcto e incorrecto no existen. Todo está permitido.

Así que si queremos poder hacer juicios morales sobre lo que está bien o mal, tenemos que afirmar que
Dios existe. Pero entonces la misma pregunta con la que iniciamos: “¿Quién eres tú para decir que la
homosexualidad es incorrecta?” se le puede hacer de vuelta a los activistas homosexuales: “¿Quién eres tú
para decir que la homosexualidad es correcta?” Si Dios existe, entonces no podemos ignorar lo que É l
tiene que decir sobre el tema. La respuesta adecuada a la pregunta “¿Quién eres tú […]?” Es “¿Yo? ¡Yo no
soy nadie! Dios es quien determina lo correcto y lo incorrecto, y yo simplemente estoy interesado en
aprender y obedecer lo que É l dice”.

Entonces déjenme resumir lo que hemos visto hasta ahora. La pregunta sobre la legitimidad del estilo de
vida homosexual es una pregunta sobre lo que Dios tiene que decir al respecto. Si no hay Dios, entonces
no hay bien ni mal, y no hay diferencia en qué estilo de vida tú escojas—el perseguidor de homosexuales
es moralmente equivalente al partidario de la homosexualidad. Pero si Dios en efecto existe, entonces ya
no podemos continuar só lo sobre la base de nuestras propias opiniones. Tenemos que descubrir lo que
Dios piensa sobre el asunto.

Entonces ¿có mo tú descubres lo que Dios piensa? El cristiano dice que tienes que ver la Biblia. Y la Biblia
nos dice que Dios prohíbe los actos [o prá cticas] homosexuales. Por lo tanto ellos está n equivocados.

De modo que el razonamiento va de la siguiente manera:

(1) Estamos todos obligados a hacer la voluntad de Dios.

(2) La voluntad de Dios está expresada en la Biblia.

(3) La Biblia prohíbe el comportamiento homosexual.

(4) Por lo tanto el comportamiento homosexual está en contra de la voluntad de Dios o es incorrecto.

Ahora, si alguien va a resistir este razonamiento, él tiene que negar el punto (2) de que la voluntad de
Dios está expresada en la Biblia o el (3) de que la Biblia prohíbe el comportamiento homosexual.

Veamos el punto (3) primero: ¿Prohíbe, en efecto, la Biblia el comportamiento homosexual? Ahora bien,
notemos de có mo formulé la pregunta. No pregunté “¿prohíbe la Biblia la homosexualidad?”, sino
“¿prohíbe la Biblia el comportamiento homosexual?” Esta es una distinció n importante. Ser homosexual
es un estado o una orientació n; una persona que tiene una orientació n homosexual puede que nunca
exprese esa orientació n en acciones. En contraste, una persona puede involucrarse en actos [o prá cticas]
homosexuales incluso si tiene una orientació n heterosexual. Ahora lo que la Biblia condena son las
acciones o comportamiento homosexuales, no el tener una orientació n homosexual. La idea de que una
persona sea homosexual por orientació n es una característica de la psicología moderna y puede haber
sido desconocida para las personas en el mundo antiguo. Con lo que ellos estaban familiarizados era con
prá cticas homosexuales, y eso es exactamente lo que la Biblia prohíbe.
Ahora bien, esto tiene enormes implicaciones. Por una parte, eso significa que todo el debate sobre si la
homosexualidad es algo con lo que naciste o es el resultado de como fuiste criado realmente no importa
al final. Lo importante no es de có mo adquiriste tu orientació n, sino qué haces con ella. Algunos
defensores de la homosexualidad está n muy ansiosos por probar que tus genes, y no tu crianza,
determinan si eres homosexual porque entonces así la conducta homosexual es normal y correcta. Pero
esta conclusió n no se deduce. Só lo porque está s genéticamente predispuesto a un comportamiento no
quiere decir que ese comportamiento sea moralmente bueno. Para dar un ejemplo: algunos
investigadores sospechan que puede existir un gen que predisponga a algunas personas al alcoholismo
¿Significa eso que está bien que alguien con tal predisposició n siga adelante y beba hasta que alegre su
corazó n y se convierta en un alcohó lico? ¡Obviamente no! Si cualquier cosa, eso debería alertarle de
abstenerse del alcohol para prevenir que ello suceda. Ahora la seria verdad sobre el asunto es que no
entendemos a plenitud los papeles que la herencia y las circunstancias del nuestro ambiente desempeñ an
en producir la homosexualidad. Pero eso realmente no importa. Incluso si la homosexualidad fuese
completamente genética, ese hecho por sí no lo haría diferente de un defecto de nacimiento como una
fisura palatina o epilepsia. Eso no quiere decir que sea normal y que no deberíamos tratar de corregirla.

De todos modos, ya sea que la homosexualidad resulte como consecuencia de la genética o de la crianza,
las personas generalmente no escogen ser homosexuales. Muchos homosexuales testifican cuá n
agonizante es encontrarse con estos deseos y luchar contra ellos, y ellos te dirá n que nunca hubiesen
escogido ser de esa forma. Y la Biblia no condena a una persona porque tenga una orientació n
homosexual. Lo que ella condena son las practicas o actos homosexuales. Es perfectamente posible ser
homosexual y ser un cristiano nacido de nuevo, lleno del Espíritu Santo.

Así como un alcohó lico que se encuentra sobrio todavía se pone de pie en una reunió n de Alcohó licos
Anó nimos y dice: “Soy alcohó lico,” también un homosexual que esté viviendo correctamente y que se esté
manteniendo en pureza debe poder ponerse de pie una reunió n de oració n y decir “Soy homosexual. Pero
por la gracia de Dios y el poder del Espíritu Santo, estoy viviendo castamente”. Y espero que tengamos el
coraje y el amor para recibir a él o ella como hermano o hermana en Cristo.

Entonces, una vez má s, la pregunta es: ¿prohíbe la Biblia el comportamiento homosexual? Bueno, ya dije
que sí. ¡La Biblia es muy realista! Tal vez no pudieras esperar que ella mencionara un tema como el
comportamiento homosexual, pero de hecho hay seis lugares en la Biblia—tres de ellos se encuentran en
el Antiguo Testamento y tres en el Nuevo Testamento—donde este tema se aborda de una manera directa
—sin mencionar todos los textos que lidian con el matrimonio y la sexualidad los cuales tienen
implicaciones para este asunto. En todos los seis textos, se condenan los actos homosexuales
inequívocamente.

En Levítico 18:22, la Biblia dice que es una abominació n que un hombre se acueste con otro hombre
como quien se acuesta con una mujer. En Levítico 20:13 se ordena la pena de muerte en Israel para tal
acto, juntamente con el adulterio, incesto y bestialidad. Ahora bien, a veces algunos defensores de la
homosexualidad no le dan importancia a estas prohibiciones porque las comparan con prohibiciones del
Antiguo Testamento de tener contacto con animales impuros como los cerdos. Así como los cristianos
hoy no obedecen todas las leyes ceremoniales del Antiguo Testamento, tampoco, dicen ellos, nosotros
debemos obedecer las prohibiciones de no cometer actos homosexuales. Pero el problema con este
argumento es que el Nuevo Testamento reafirma la validez de las prohibiciones del Antiguo Testamento
del comportamiento homosexual, como veremos má s adelante. Esto muestra que esas prohibiciones no
só lo son parte de las leyes ceremoniales del Antiguo Testamento, las cuales se eliminaron, sino que ellas
eran parte de la ley moral eterna de Dios. El comportamiento homosexual es, a la vista de Dios, un pecado
serio. El tercer lugar en el Antiguo Testamento donde se mencionan actos homosexuales es la horrorosa
historia en Génesis 19 del intento de violació n en grupo (pandilla) que los hombres de Sodoma que
visitaban a Lot querían cometer, de la cual se deriva la palabra “sodomía”. Dios destruyó la ciudad de
Sodoma por causa de su maldad.

Ahora, como si esto no fuese suficiente, el Nuevo Testamento también prohíbe el comportamiento
homosexual. En 1 Corintios 6:9-10 el apó stol Pablo escribe: ¿O no sabéis que los injustos no heredará n el
reino de Dios? No os dejéis engañ ar: ni los inmorales, ni los idó latras, ni los adú lteros, ni los afeminados,
ni los homosexuales, 10 ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los difamadores, ni los
estafadores heredará n el reino de Dios”. Las palabras en la lista aquí que se traducen como “ni los
afeminados, ni los homosexuales” se refieren en la literatura griega al compañ ero pasivo y activo en la
relació n sexual homosexual. (¡Como dije la Biblia es muy realista!) La segunda de estas dos palabras
también se encuentra enlistada en 1 Tim. 1:10 junta con fornicarios, vendedores de esclavos, mentirosos
y asesinos como “contraria a la sana doctrina” El trato má s extenso de la actividad homosexual se
encuentra en Romanos 1:24-28. Aquí Pablo habla sobre como las personas se han desviado del Dios
Creador y, en vez, han comenzado a adorar falsos dioses hechos a imagen de ellos mismos. É l dice,

Por consiguiente, Dios los entregó a la impureza en la lujuria de sus corazones, de modo que deshonraron
entre sí sus propios cuerpos; porque cambiaron la verdad de Dios por la mentira, y adoraron y sirvieron a
la criatura en lugar del Creador, quien es bendito por los siglos. Amén.

Por esta razó n Dios los entregó a pasiones degradantes; porque sus mujeres cambiaron la funció n natural
por la que es contra la naturaleza; y de la misma manera también los hombres, abandonando el uso
natural de la mujer, se encendieron en su lujuria unos con otros, cometiendo hechos vergonzosos
hombres con hombres, y recibiendo en sí mismos el castigo correspondiente a su extravío.

Eruditos liberales han hecho acrobacias para tratar de explicar el sentido claro de estos versículos.
Algunos de ellos han dicho que Pablo simplemente está condenando la prá ctica pagana de los hombres
explotando sexualmente a [niñ os] jó venes. Pero esa interpretació n es obviamente erró nea, ya que Pablo
dice en los versículos 24 y 27 que estos actos homosexuales de hombres son cometidos “unos con otros”
y en el versículo 26 él también habla de actos homosexuales lésbicos. Otros eruditos han dicho que Pablo
está solamente condenando a heterosexuales que participan en actos homosexuales, no a los
homosexuales que lo hacen. Pero esa interpretació n está ingeniada y es anacró nica. Ya hemos dicho que
es simple y llanamente fue en tiempos modernos donde se ha desarrollado la idea de orientació n
heterosexual u homosexual. Lo que Pablo está condenando son actos homosexuales, independientemente
de la orientació n sexual. Dado el trasfondo del Antiguo Testamento de este texto y también lo que Pablo
dice en 1 Corintios 6:9-10 y en 1 Timoteo 1:10, está bien claro que Pablo está prohibiendo aquí dichos
actos. É l ve ese comportamiento como la evidencia de una mente corrompida que se ha apartado de Dios
y que ha sido abandonada por É l debido a la depravació n moral.

Por lo tanto, la Biblia es muy directa y clara cuando en lo que trata con el comportamiento homosexual.
La homosexualidad es contraria al diseñ o de Dios y es pecado. Incluso si no hubiesen todos estos textos
explícitos que lidian con los actos homosexuales, tales prá cticas aú n serían prohibidas bajo el
mandamiento “No cometerá s adulterio”. El plan de Dios para la actividad sexual humana es de ella sea
reservada para el matrimonio; cualquier actividad sexual fuera de la seguridad del lazo matrimonial—ya
sea sexo pre-marital o sexo extramarital, ya sea heterosexual u homosexual—está prohibido. El sexo está
diseñ ado por Dios para el matrimonio.

Alguien pudiera decir que si la intenció n de Dios para el sexo era dentro del matrimonio, ¡entonces
dejemos que los homosexuales se casen y así ellos no estarían cometiendo adulterio! Pero esa sugerencia
mal interpreta por completo la intenció n que Dios tiene para el matrimonio. En la historia de la creació n
de Génesis, se nos dice có mo Dios hizo a la mujer. La creó como la compañ era idó nea para el hombre, su
complemento perfecto y regalo de Dios. Luego dice “Por tanto el hombre dejará a su padre y a su madre y
se unirá a su mujer, y será n una sola carne”. Este es el patró n de Dios para el matrimonio y en el Nuevo
Testamento, Pablo cita este mismo texto y dice, “Grande es este misterio; mas yo digo esto respecto de
Cristo y de la iglesia” (Ef. 5:32). Pablo dice que la unió n entre un hombre y su esposa es un símbolo
viviente de la unidad de Cristo con su pueblo, la Iglesia. Cuando pensamos en esto, podemos ver cuá n
terrible sacrilegio, la gran burla del plan de Dios, que es la unió n homosexual. Ella contradice la intenció n
de Dios que É l tiene para la humanidad desde el momento de la creació n.

Lo anterior también muestra cuá n absurdo es cuando algunos defensores de los homosexuales dicen,
“Jesú s nunca condenó el comportamiento homosexual, así que ¿por qué deberíamos hacerlo nosotros?
Jesú s no mencionó específicamente muchas cosas que nosotros sabemos que está n mal, como la
bestialidad o la tortura, pero eso no quiere decir que las aprobó . Lo que Jesú s sí hace es citar del Génesis
para afirmar el patró n de Dios para el matrimonio como base para su propia enseñ anza sobre el divorcio.
En Marcos 10:6-8, él dice, “pero al principio de la creació n, varó n y hembra los hizo Dios. Por esto dejará
el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y los dos será n una sola carne; así que no son ya
má s dos, sino uno”. El que dos hombres se hagan una sola carne en la relació n homosexual sería una
violació n al orden y propó sito creado por Dios. É l creó al hombre y a la mujer para ser indisolublemente
unidos en matrimonio, no dos hombres o dos mujeres.

Entonces para repasar, la Biblia clara y consistentemente prohíbe la actividad homosexual. Así que si la
voluntad de Dios está expresada en la Biblia, se deduce que el comportamiento homosexual está en
contra de la voluntad de Dios.

Pero supongamos que alguien niega el punto (2) de que la voluntad de Dios está expresada en la Biblia.
Supongamos que esa persona diga que las prohibiciones contra el comportamiento homosexual fueron
vá lidas para ese tiempo y cultura pero que no son vá lidas hoy. Después de todo, la mayoría de nosotros
probablemente estaríamos de acuerdo que ciertos mandamientos en la Biblia son relativos a la cultura.
Por ejemplo, la Biblia dice que las mujeres no deben usar joyas y que los hombres no deben tener el
cabello largo. Pero la mayoría de nosotros diría que a pesar de que esos mandamientos sí tienen un
fundamento atemporalmente vá lido—como, por decir, el mandato de vestir moderadamente—ese
fundamento principal puede ser diferentemente expresado en variadas culturas. De la misma manera,
algunas personas está n diciendo que las prohibiciones de la Biblia contra el comportamiento homosexual
ya no son vá lidas para nuestro tiempo.

Pero creo que esa objeció n representa un mal entendido serio. No hay evidencia de que los
mandamientos de Pablo relacionados a las prá cticas homosexuales son culturalmente relativos. ¡Lejos de
ser un reflejo de la cultura en la que él escribió , los mandamientos de Pablo son completamente
contraculturales! La actividad homosexual estaba tan ampliamente practicada en la sociedad de la
antigua Grecia y la antigua Roma como hoy en los Estados Unidos e, incluso así, Pablo luchó contra la
cultura y se opuso a ella. Má s importante, hemos visto que las prohibiciones de la Biblia contra la
actividad homosexual está arraigada, no en la cultura, sino en el patró n dado por Dios para el matrimonio
el cual estableció en la creació n. Tú no puedes negar que la prohibició n de la Biblia de las relaciones
homosexuales expresa la voluntad de Dios a menos que también tú rechaces que el matrimonio mismo
expresa la voluntad de Dios.

Pues, supongamos que alguien se vaya a un extremo y diga: “Creo en Dios, pero no en el Dios de la Biblia.
Así que no creo que la Biblia exprese la voluntad de Dios”. ¿Qué tú le dirías a esa persona?

Me parece que hay dos maneras de responder. Primero, podrías tratar de mostrar que Dios se ha
revelado así mismo en la Biblia. Esta es la labor de la Apologética Cristiana. Tú pudieras hablar sobre la
evidencia de la resurrecció n de Jesú s o de profecía cumplida. La Escritura realmente nos manda a que,
como creyentes, tengamos lista esa defensa para compartirla con cualquiera que nos cuestione sobre el
porqué creemos lo que creemos (1 Pedro 3:15).

O, en segundo lugar, podrías tratar de demostrar que el comportamiento homosexual está mal
recurriendo a las verdades morales que son generalmente aceptadas, las cuales incluso personas que no
creen en la Biblia aceptan. Mientras esta estrategia es má s difícil, no obstante, creo que es crucial si
nosotros, como cristianos, vamos a tener un impacto en nuestra cultura contemporá nea. Estamos
viviendo en una sociedad que es má s y má s secular, má s y má s pos-cristiana. No podemos simplemente
apelar a la Biblia si vamos a influenciar los legisladores o escuelas pú blicas u otras instituciones porque la
mayoría de las personas ya no creen en la Biblia. Necesitamos dar razones que tengan una apelació n má s
amplia.

Por ejemplo, creo que muchas personas estarían de acuerdo con el principio de que está mal involucrarse
en un comportamiento autodestructivo. Pues dicho principio destruye a un ser humano que es
intrínsecamente valioso. Por lo tanto, muchas personas, pienso yo, dirían que está mal convertirte en un
alcohó lico o un fumador compulsivo. Ellos dirían que es bueno comer bien y mantenerse en forma.
Ademá s, pienso que casi todos estará n de acuerdo con el principio de que es malo involucrarse en un
comportamiento que hiera a otra persona. Por ejemplo, restringimos el fumar a ciertas á reas o lo
prohibimos por completo para que otras personas no tengan que inhalar humo de segunda mano, y
aprobamos leyes contra conducir en estado de ebriedad para que personas inocentes no salgan heridas.
Casi todos está n de acuerdo de que tú no tienes derecho de involucrarte en un comportamiento que sea
destructivo a otro ser humano.

Pero no es difícil de demostrar que el comportamiento homosexual es uno de los comportamientos má s


autodestructivos y dañ inos en el que una persona se pueda involucrar. Este hecho no es ampliamente
divulgado. Hollywood y los medios de comunicació n está n incasablemente empeñ ados en ponerle un
rostro feliz a la homosexualidad, a pesar de ser un estilo de vida oscuro, distorsionado y peligroso,
justamente tan adictivo y destructivo como el alcoholismo o el fumar. Las estadísticas reveladoras que
compartiré con ustedes está n completamente documentadas por el Dr. Thomas Schmidt en su
extraordinario libro “Straight and Narrow” [Derecho y Estrecho].[4]

Para comenzar, hay una promiscuidad casi compulsiva asociada con el comportamiento homosexual.
75% de los hombres homosexuales tienen má s de 100 parejas sexuales durante el transcurso de su vida.
Má s de la mitad de esos compañ eros son personas desconocidas. Só lo 8% de los hombres y 7% de las
mujeres homosexuales han tenido una relació n que dure má s de tres añ os. Nadie sabe la razó n para esa
extrañ a y obsesiva promiscuidad. Pudiera ser que los homosexuales está n tratando de satisfacer una
necesidad psicoló gica profunda con encuentros sexuales, y sencillamente eso no es satisfactorio. Los
varones homosexuales promedian má s de 20 parejas al añ o. Segú n Dr. Schmidt,

El nú mero de hombres homosexuales que experimentan algo como una fidelidad de por vida es,
estadísticamente hablando, casi insignificante. La promiscuidad entre los hombres homosexuales no es
un mero estereotipo, y no es meramente la experiencia de la mayoría—es virtualmente la ú nica
experiencia. La fidelidad de por vida es casi inexistente en la experiencia homosexual.

Asociado con esa promiscuidad compulsiva está el gran uso de drogas por los homosexuales para elevar
sus experiencias sexuales. Los homosexuales en general son tres veces má s propensos a ser bebedores de
alcohol que la població n en general. Estudios muestran que 47% de los hombres homosexuales tienen
una historia de abuso de alcohol y 51% tienen una historia de abuso de drogas. Hay una correlació n
directa entre el nú mero de parejas (compañ eros sexuales) y la cantidad de drogas consumidas.
Ademá s, segú n Schmidt, “Hay evidencia abrumadora de que ciertos desó rdenes mentales ocurren con
mucha má s frecuencia entre los homosexuales”. Por ejemplo, 40% de los hombres homosexuales tienen
una historia de depresió n grave. Eso se compara con só lo el 3% de los varones en general. De igual
manera, 37% de las mujeres homosexuales tienen una historia de depresió n. Esto conlleva, a su vez, a
tasas altas de suicidio. Los homosexuales son tres veces má s propensos a contemplar suicidio que la
població n en general. De hecho, los hombres homosexuales tienen una tasa de intento de suicidio seis
veces mayor que el de los hombres heterosexuales y las mujeres homosexuales intentan el suicidio dos
veces má s frecuente que las mujeres heterosexuales. La depresió n y el suicidio no son los ú nicos
problemas. Hay estudios que muestran que los homosexuales tienen má s probabilidad de ser pedó filos
que los hombres heterosexuales. Cualesquiera sean las causas de estos desordenes, el hecho permanece
que cualquier persona que esté contemplando un estilo de vida homosexual no debería hacerse ilusiones
sobre qué se está metiendo.

Otro secreto muy bien guardado es cuá n físicamente peligroso es el comportamiento homosexual. No
describiré los tipos de actividad sexual practicados por homosexuales, só lo permítanme decir que
nuestros cuerpos, de hombres y mujeres, está n diseñ ados para la relació n sexual de una forma en la que
dos cuerpos masculinos no lo está n. Como resultado, la actividad homosexual (de la cual 80% es llevada a
cabo por hombres) es muy destructiva, resultando con el tiempo en tales problemas como dañ o de
pró stata, ú lceras y desgarros, incontinencia cró nica y diarrea.

Ademá s de estos problemas físicos, las enfermedades sexualmente transmitidas está n desenfrenadas
entre la població n homosexual. 75% de los hombres homosexuales llevan consigo una o má s
enfermedades sexualmente transmitidas, totalmente aparte del SIDA. Esas enfermedades incluyen toda
clase de infecciones no-virales como gonorrea, sífilis, infecciones bacterianas y pará sitos. También son
comunes entre los homosexuales las infecciones virales como herpes y hepatitis B (que aflige el 65% de
hombres homosexuales), las cuales son incurables, tal como la hepatitis A y las verrugas anales (las
cuales afectan el 40% de hombres homosexuales). Y ni siquiera he incluido el SIDA. Probablemente la
estadística má s impactante y atemorizante es que, dejando de lado aquellos que mueren de SIDA, la
expectativa de vida de un hombre homosexual es de 45 añ os. Eso se compara con la expectativa de vida
de alrededor de 70 añ os para los hombres en general. Si tú incluyes aquellos que mueren de SIDA, el que
ahora infecta al 30% de los hombres homosexuales, la expectativa de vida cae a 39 añ os de edad.

Por lo tanto, pienso que se puede formular un caso muy só lido sobre la base de los principios
generalmente aceptados de que el comportamiento homosexual es malo. Es terriblemente
autodestructivo y perjudicial hacia otra persona. Por lo tanto, totalmente aparte de la prohibició n bíblica,
hay razones só lidas y sensibles para considerar la actividad homosexual como mala.

Ahora bien, esto tiene implicaciones muy importantes para la política pú blica concerniente al
comportamiento homosexual. Pues las leyes y las políticas pú blicas está n basadas en esos principios
morales que son generalmente aceptados. Es por eso que, por ejemplo, tenemos leyes que regulan la
venta de alcohol en muchas maneras o leyes que prohíben las apuestas o regulaciones que restringen el
fumar. Estas restricciones sobre la libertad individual se imponen para el bien general. De la misma
manera, algunos estados, como nuestro estado madre Georgia, tiene leyes que prohíben la sodomía, y la
Suprema Corte ha decretado que tales leyes son constitucionales. A pesar de que esa ley es, sin duda,
inexigible, es legal a luz de los riesgos de salud que plantea ese comportamiento.

Ahora bien, en otros casos, leyes exigibles por la ley que regulen la homosexualidad pudieran ser
propuestas y los cristianos tendremos que pensar mucho sobre ellas de forma individual. Por ejemplo, un
cristiano no verá una buena razó n de por qué no se le deba garantizar a personas homosexuales una
oportunidad equitativa en comprar o rentar una casa. Pero yo pudiera imaginarme bien que un cristiano
pueda oponerse a una propuesta de ley que garantice oportunidades equitativas para homosexuales.
Pues algunos trabajos pudieran ser inapropiados para tales personas. Por ejemplo, ¿Te gustaría que una
lesbiana practicante fuera la maestra de educació n física de tu hija en la escuela? ¿Te gustaría que el
entrenador de tu hijo fuese un homosexual, quien estaría en los vestidores con los chicos? Yo, por mi
parte, no apoyaría tal ley que obligaría a las escuelas pú blicas a emplear a tales individuos.

O, otra vez, ¿deberían las clases de salud en las escuelas pú blicas enseñ ar que la homosexualidad es un
estilo de vida legítimo?, o ¿se les deberían dar a los estudiantes lecturas como Heather has Two Mommies
(Heather tiene dos mamá s)?, ¿deberían las uniones homosexuales ser reconocidas al mismo nivel legal
que los matrimonios heterosexuales?, ¿deberá permitírseles a los homosexuales adoptar niñ os? En todos
estos casos, uno podría argumentar a favor de restricciones sobre las libertades homosexuales en base al
bien y a la salud pú blica. Esto no es un asunto de imponer los valores personales sobre otras personas, ya
que está basado en los mismos principios morales generales que son usados, por ejemplo, para prohibir
el uso de droga o para aprobar leyes de armas de fuego. Libertad no significa licencia para involucrarse
en acciones que hieran a otras personas.

Para resumir, hemos visto, primeramente, que el bien y el mal son reales porque está n basados en Dios.
Así que si queremos averiguar lo que es bueno y malo, deberíamos ver lo que dice Dios al respecto. En
segundo lugar, vimos que la Biblia consistente y claramente prohíbe las prá cticas actos homosexuales, tal
y como lo hace con todos las prá cticas sexuales fuera del matrimonio. En tercer lugar, vimos que la
prohibició n de la Biblia de tal comportamiento no puede ser explicado convincentemente solamente
como un reflejo del tiempo y la cultura en que fue escrita porque está fundamentada en el plan divino de
Dios para el matrimonio entre un hombre y una mujer. Ademá s, incluso aparte de la Biblia, hay principios
morales generales aceptados los cuales implican que el comportamiento homosexual es incorrecto.

Ahora, ¿qué aplicaciones prá cticas tiene todo esto para nosotros como individuos?

En primer lugar, si eres homosexual o sientes esa inclinació n, mantente puro. Si eres soltero, deberías
practicar abstinencia de toda actividad sexual. Sé que eso es difícil, pero realmente lo que Dios te está
pidiendo es bá sicamente la misma cosa que É l requiere de todas las personas solteras. Eso significa no
só lo que mantengas tu cuerpo puro, sino que en especial mantengas tu mente pura. Así como los hombres
heterosexuales deberían evitar la pornografía y las fantasías, tú también, necesitas mantener tus
pensamientos limpios. Resiste la tentació n de racionalizar o justificar el pecado diciendo, “Dios me hizo
de esta manera”. Dios ha dejado muy en claro que É l no quiere que complazcas tus deseos, sino que tú le
honres manteniendo tu mente y cuerpo puros. Por ú ltimo, busca consejería cristiana profesional. Con
tiempo y esfuerzo, puedes llegar a disfrutar relaciones normales heterosexuales con tu conyugue. Hay
esperanza.

” (Mt. 10.15; 11.24).

En segundo lugar, para aquellos que son heterosexuales, necesitamos recordar que ser homosexual, como
tal, no es pecado. La mayoría de los homosexuales no escogieron tener tal orientació n y quisieran
cambiar si pudieran. Necesitamos aceptarlos y con amor apoyar a los hermanos y hermanas que está n
luchando con este problema. Y, en general, necesitamos extender el amor de Dios a las personas
homosexuales. Palabras vulgares o bromas sobre personas homosexuales nunca deberá n pasar por los
labios de un cristiano. Si te encuentras a ti mismo sintiéndote alegre cuando alguna aflicció n sobreviene a
una persona homosexual o sentimientos de odio se encuentran brotando en tu corazó n hacia personas
homosexuales, entonces necesitas reflexionar profundamente en las palabras de Jesú s escritas en Mateo:
“Por tanto os digo que en el día del juicio, será má s tolerable el castigo para la tierra de Sodoma, que para
ti”(Mateo 10:15; 11:24).

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