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Magistrado Ponente:
VISTOS
de enero de 2003, la cual confirmó la que el 24 de junio de 2002 dictó el Juzgado Penal
del Circuito del archipiélago, con la que condenó al procesado WILBERT CORONADO
ARIAS a la pena principal de 12 meses de prisión como autor del delito de fabricación y
manera:
“Se tuvo conocimiento de la comisión de los hechos por informe suscrito por el
agente de policía Jorge Orlando Camacho Mahecha. Da cuenta el funcionario de la citada
institución que recibieron el reporte de una riña intrafamiliar en el barrio Serranilla y que al
llegar al sitio encontraron a Martha Isabel Verdugo Ortiz y a Reinaldo Verdugo (padre e
hija), quienes dijeron que Wilder Coronado los había amenazado con un arma de fuego
porque Reinaldo Verdugo le dijo que no sacara los elementos de la casa donde convivía
con Martha Isabel Verdugo (sic); en efecto, cuando Wilder regresó al lugar portaba un
arma de fuego, pistola marca RAVEN, modelo P-25 auto, niquelado, Número externo
108562, cachas de madera color caoba y de fabricación americana, que al indagarle
sobre su documentación y procedencia del arma manifestó que se la había encontrado y
que no tenía salvoconducto.”
La Unidad de Fiscalía Delegada ante los Jueces Penales del Circuito de San
Andrés, con base en el informe policial relativo a la captura de Coronado Arias, con
resolverle situación jurídica con providencia del 3 de junio siguiente, con medida de
detención como presunto autor del delito de fabricación y tráfico de armas de fuego o
municiones.
Luego de decretar el cierre de la investigación, la fiscalía calificó su mérito, según
Esta determinación fue apelada por el agente del Ministerio Público, lo que dio lugar a que
suya del 29 de septiembre de 1999, para en su lugar acusar al procesado por el delito de
tráfico de arma de fuego. Luego de notificarse en debida forma, esta decisión cobró
El juicio fue avocado, inicialmente, por el Juzgado 2º Penal del Circuito de San
Andrés y luego por el Único de esa categoría. Este Despacho, después de realizar la
y términos mencionados, la cual fue confirmada en la que ahora es objeto de este recurso
extraordinario.
jurisprudencia, motivo por el cual, con providencia del 3 de septiembre de 2003 la admitió
de modo discrecional y ordenó correr traslado al Procurador Delegado para que emitiera
concepto.
LA DEMANDA
sustancial por aplicación indebida del artículo 201 del Decreto 100 de 1980, subrogado
por el 365 del Código Penal vigente, como de las disposiciones del Decreto 2535 de 1993,
y por falta de aplicación de los artículos 2º y 4º del derogado Código Penal, subrogados
que fue sorprendido cuando llevaba consigo un arma de fuego de defensa personal sin
tener permiso para su porte, comportamiento que se amolda a la descripción del delito de
peligro, es decir, que no requiere la causación de daño o menoscabo alguno para que la
procesado es antijurídica, toda vez que se concretó una contrariedad entre la norma y la
conducta típica.
bien desde el punto de vista formal la conducta puede considerarse antijurídica con base
Para que la conducta típica sea antijurídica desde la óptica material, es necesario
que lesione o ponga efectivamente en peligro el interés jurídico tutelado. Por eso, ninguna
amenaza efectiva o daño concreto podía sufrir el bien jurídico protegido de la seguridad
no constituye delito alguno, por cuanto con esa conducta no se expuso tal interés jurídico
normas rectoras del principio de antijuridicidad material, la decisión habría sido otra,
ser considerada como punible, motivo por el cual el procesado debió haber sido absuelto
en cuya virtud pregona el censor que al procesado se le irrogó un agravio por haber sido
objeto de condena por un delito inexistente, habida cuenta de la inutilidad del arma,
sostiene que sobre este aspecto fáctico no hubo pacífico examen por parte de los
funcionarios judiciales.
Así, hace mención escueta a lo que observaron tanto el acusador como el fallador
de primera instancia en punto del estado del arma incautada a CORONADO ARIAS, para
señalar que si bien el tribunal hizo mención a que a tal instrumento le faltaban algunas
piezas, dejó en claro que no por eso había perdido su carácter de arma de fuego. Sobre la
dedujo que la misma cumplía con las señaladas para un arma de fuego de defensa
personal en el Decreto 2535 de 1993, por lo que adecuó la conducta del encausado a la
descripción del artículo 201 del Código Penal de 1980, la encontró antijurídica y declaró la
culpabilidad dolosa.
El Delegado también destaca que el censor eludió esa consideración del tribunal,
que tan sólo subrayó la mención al estado inservible e inútil del arma y, para enmascarar
fuego sin licencia o autorización estatal, luego de lo cual hace algunas consideraciones
sobre el juicio de valor que debe realizar el juez sobre los ingredientes especiales
También comenta el Delegado que la conducta típica reporta una infracción a las
reglas sobre armas y municiones, motivo por el cual se trata de una ley penal en blanco,
toda vez que remite a las definiciones que sobre armas, armas de fuego y armas de fuego
de defensa personal trae el Decreto 2535 de 1993. El objeto material del delito, añade,
Corte Constitucional precisa que “si un arma de defensa no fuera susceptible de herir o
Observa que el censor basa su alegato en la falta de idoneidad del objeto material
del delito para poner en peligro efectivo la seguridad pública el bien jurídico, pero no
discute la naturaleza de arma de fuego del instrumento que se halló en poder del
procesado. Señala, del mismo modo, que el razonamiento no está en la tipicidad objetiva
del derecho penal dentro del modelo de estado social y democrático de derecho, como
del bien jurídico tutelado y repercute en los delitos de peligro abstracto o presunto, como
De acuerdo con lo anterior, el Delegado hace unas apuntaciones sobre los delitos
de peligro concreto y peligro abstracto. Respecto de estos últimos subraya que la doctrina
Penal –201 del Decreto 100 de 1980-, es de pura actividad, la acción está desvinculada
finalidad del bien jurídico protegido, así como a la caracterización de la conducta punible
legislador puntualizada por la Corte Constitucional (sentencia C-38 de 1995), el agente del
Ministerio Público comenta que así como es posible que en un momento determinado al
fijar la política criminal cree delitos de peligro abstracto, también lo es que estime casos
en los que es viable una presunción –iuris tantum--, en virtud de la cual habría lugar a
discutir la punibilidad frente a aquellas conductas que no hayan generado ningún peligro.
Ejemplifica ese postulado con variada doctrina nacional y extranjera que rechaza los
tipos penales en los cuales el peligro se presume “iuris et de iure” (Bacigalupo, Mir Puig,
Ziffer, Gómez Pavajeau), y que sostiene que la efectiva afectación al bien jurídica implica,
según lo expone este último autor, que no puede existir esa clase de presunciones
respecto del peligro, sino iuris tantum, en los cuales el peligro se presume de manera
presunciones en los delitos de peligro abstracto, una determinada actividad no deja de ser
punible si en realidad produjo una situación de riesgo para el bien jurídico protegido, salvo
bienes jurídicos verificables en concretos objetos materiales, es dable concluir que “el tipo
sujeto no sólo se lo sanciona si su acción peligrosa resulta finalmente lesiva, sino en todo
caso.”
acaba la diferencia legal entre los delitos de peligro concreto y abstracto, porque exigir
siempre del juzgador la prueba del peligro al interés objeto de protección es distinto a que
en cada caso concreto se permita aportar la prueba dirigida a desvirtuar la presunción del
peligro.
expuesto por el procesado sobre los defectos del arma, el fallador no encontró que
CORONADO ARIAS la portara sin tener suficiente conciencia del peligro concreto o
potencial, pues tuvo en cuenta que es reservista del Ejército y fue agente de la Policía
Nacional.
En este caso, el solo acto del acusado de utilizar la pistola como elemento
gatillo y de la aguja percutora, ausencias que hacen imposible el disparo o el uso normal
del arma, hace que la conducta no tuviese la potencialidad de poner en peligro, ni siquiera
inocuo para que bienes jurídicos individuales estuvieran frente a un riesgo concreto.
CONSIDERACIONES DE LA CORTE
Conforme al derrotero propio de la causal 1ª, parte 1ª, del artículo 207 del Código de
aplicación indebida del artículo 201 del Decreto 100 de 1980 (365 de la Ley 599 de 2000)
y de las disposiciones pertinentes del Decreto 2.535 de 1993, así como por falta de
los artículos de la ley penal que se ocupan de señalar los elementos para que se
configure el hecho o conducta punible y las condiciones para que ésta se torne
precepto que se ocupa de esta categoría (4º del Decreto 100 de 1980).
Además, en la sentencia sí se irrogaron las consecuencias jurídicas que emanan de
que su acto constituyó hecho o conducta punible (artículos 2º, Decreto 100 de 1980; 9º,
Ley 599 de 2000) y que, por tanto, fue verificado el elemento de la antijuridicidad
Pero más allá de esa incorrección, cabe señalar que a tal enunciado errático siguió
una argumentación dirigida a demostrar que el concepto de antijuridicidad que fluye de las
dilucidar la hermenéutica de la ley, pues en los demás aspectos el libelo no enseña otro
los fallos consideraron que la conducta del procesado, además de típica, era antijurídica,
pero sin percibirse que el acto de llevar consigo, sin autorización legal, un arma de fuego
de defensa personal que no es idónea para disparar, no pone en peligro efectivo el bien
jurídico que se pretende proteger con la ley penal, en este caso, la seguridad pública.
Antes de emprender el estudio del tema propuesto, es necesario dejar en contexto
de qué manera discurrieron los falladores de las instancias sobre el punto. Así, el a quo, al
respecto, expresó:
...
Así mismo el agente del Ministerio Público al igual que el defensor del
sindicado solicitaron que al momento de resolver fuese de tipo absolutoria
(sic) debido a que la conducta imputada en contra del encausado no se puede
considerar como punible por ausencia de antijuridicidad material, teniendo en
cuenta que arma de fuego (sic) incautada al procesado se encontraba en
estado inservible, tal como señalo (sic) el perito del Armero cuando agregó
que le faltaban piezas al mecanismo, lo que hace imposible su disparo. El
Juzgado Penal del Circuito no comparte los argumentos expuestos de
presente por el Agente del Ministerio Público y el defensor del sindicado en la
diligencia de audiencia pública visible a folio 93 a 94 del C.O., y por ello visible
a folio 33 del C.O. como lo señalan los antes enunciados, sí en verdad
aparece un documento emanado por el señor Jairo Antonio Velásquez
Sarmiento Armero del Departamento de Policía de San Andrés Islas, donde
aparece una contestación de un oficio solicitada por la Dra. Nubia Del Socorro
Escobar de Uribe Fiscal para ese entonces visible a folio 18 C.O., fechado 3
de junio de 1.998, en donde solicita se mantuviera en custodia y en el
armerillo de esa entidad la pistola antes referida, asimismo solicitando que por
parte de personal especializado, se dictaminara acerca de la clasificación de
dicha arma sí es de defensa o de uso privativo de las fuerzas militares, para
efectos de la competencia en la investigación, por ello mal podría por parte de
esta entidad señalar validos (sic) los argumentos por los peticionarios (sic) en
considerar una sentencia absolutoria al procesado basándose en la no
comparecencia del gente (sic) acusador en dicha oportunidad cuando la
misma fiscalía es quien solicito (sic) se digne (sic) personal especializado para
tal fin. Por otra parte agregan los solicitantes que el técnico de Armero el
señor Jairo Antonio Velásquez Sarmiento, haya manifestado a folio 33 del
C.O. que el arma era inservible cuando en realidad en dicho dictamen no se
concluye de tal forma sino que se encuentra en irregular estado, buscando
con ello declarar falta de antijuridicidad material, basta de que (sic) el arma de
fuego la porte el sujeto activo sin importar que el arma tipo pistola para el caso
presente tenga o no cartuchos, o piezas faltantes para poder ser disparado,
pues este tipo de delitos son de mera conducta.
“El Armero de la Policía Nacional quien examinó el arma concluyó que era una
pistola de defensa personal, marca Raven, identificada con número de serie
108562, modelo P-22, calibre 25 Auto, con un acabado en niquelado, de
fabricación americana, cachas de madera color caoba en regular estado de
conservación y finalizó precisando ‘Es de anotar que a dicha arma le hacen
falta piezas de los mecanismos, por lo tanto no es posible el disparo.’
“El inciso 2º del artículo 6º del Decreto 2535 del 17 de diciembre de 1993,
define lo que debe entenderse por arma de fuego y establece las condiciones
que debe reunir la misma para que desaparezca la finalidad para la que se
fabricó, dice: ‘... Las armas pierden su carácter cuando sean total y
permanentemente inservibles y no sean portadas’, el sindicado portaba una
pistola calibre 25 Auto, y según el artículo citado, no pierde su carácter de
arma de fuego por carecer de piezas en su mecanismo que impidiera
dispararla.
vigencia de la Ley 599 de 2000, los falladores tuvieron como referente normativo para
preceptiva que sobre este estrato analítico contenía el artículo 4º del Decreto 100 de
1980.
A pesar de los confusos argumentos del a quo (da grima el irrespeto por las
verificación objetiva de la conducta desplegada por CORONADO ARIAS, esto es, el porte,
por tratarse de un delito de aquellos clasificados por la doctrina como de mera conducta,
es suficiente que se de aquella circunstancia sin que interese que el arma no sea apta
para disparar.
acerca de la naturaleza del bien jurídico protegido, ni sobre la función que cumple el tipo
peligro al interés según el artículo 11 del Código Penal vigente, ni mucho menos en
relación con la forma como tal perspectiva de afección puede o no darse por la ejecución
materia de juzgamiento.
en su faz objetiva se amoldó a la parte preceptiva del artículo 201 del Decreto 100 de
1980 (hoy, 365 del Código Penal) y que puede estimarse, desde el prisma formal de la
4. Para ese cometido, en primer lugar, debe reconocerse que el derecho penal de
Política de 1991 en tanto que entronizó para Colombia el modelo de Estado Social y
tanto, las disposiciones legales que conforman ese campo del derecho, el penal, han de
Desde ese punto de vista, más allá de las discusiones dogmáticas acerca del
concepto de bien jurídico, conforme a los derroteros que impone el vigente orden
constitucional, ha de convenirse que aquél constituye claro límite a la potestad punitiva del
estado, que vincula al legislador en el momento de seleccionar los que considera dignos
Carta y los valores en ella contenidos- y al juez a la hora de sopesar si una conducta es o
no disvaliosa, o mejor, si resultó ella lesiva al interés jurídico de esa forma protegido.
como especie estimada por el legislador como apta para proteger el bien jurídico de la
estudiar la exequibilidad del artículo 201 del Decreto 100 de 1980, lo halló ajustado a la
La descripción típica recae sobre unos objetos concretos, las armas de fuego, es
La exigencia del permiso para ejecutar alguna de esas conductas tiene sustento
legítimo de la coacción, para lo cual debe evitar peligros para la convivencia social,
además de poder ser impuestas por la fuerza, regulan el uso de ésta. El derecho
cumple un papel garantista, porque la coacción no puede ser utilizada sino en los
las manifestaciones violentas de los otros individuos que afecten ese ámbito de
libertad.
De acuerdo con la definición legal de armas, se señala que “si un objeto que
sirve para que una persona se defienda, pero que no le permite herir o matar
los asociados. Hay una relación directa entre una mayor violencia y un aumento de
permiso para esos propósitos y que tipifique como delito la conducta de quienes
violencia”. Es una medida represiva de la que se vale el estado para proteger los
violencia.2
la conducta que nos ocupa –el porte ilegal de armas de fuego de defensa personal- con la
finalidad de evitar potenciales daños a la pacífica convivencia (sustento de la seguridad
concretado de esa manera el ámbito del bien jurídico sustrato de la figura típica que busca
por cuanto el legislador, sin esperar que se produzca una afección concreta, anticipa el
También se debe considerar que se trata de una norma penal en blanco, pues tanto
el artículo 201 del Decreto 100 de 1980 como el actual 365 del nuevo Código Penal,
prevén que cualquiera de las conductas allí previstas que recaen sobre las armas de
fuego de defensa personal, entre ellas el porte de tales elementos, son ilícitas cuando se
Ese escenario se encuentra en los preceptos del Decreto 2535 de 1993, que es del
siguiente tenor
ART. 6º—Definición de armas de fuego. Son armas de fuego las que emplean
como agente impulsor del proyectil la fuerza creada por expansión de los
gases producidos por la combustión de una sustancia química.
...
...
...
...
ART. 23.—Permiso para porte. Es aquel que autoriza a su titular, para llevar
consigo un (1) arma.
Sólo podrá autorizarse la expedición hasta de dos permisos para porte por
persona. La autorización para el segundo permiso será evaluada de acuerdo
con las circunstancias particulares de seguridad del solicitante. A quienes
demuestren estar en las circunstancias contempladas en el literal c) del
artículo 34 de este decreto, se les podrá autorizar un número superior, previa
autorización del comité de armas del Ministerio de Defensa Nacional.
arma de fuego que reúna todas las características del artículo 11 citado, por ser
coincidente su conducta con el supuesto de hecho descrito en el artículo 201 del Código
Penal de 1980 (365 Ley 599 de 2000), puede ser sancionada con prisión de 1 a 4 años.
Sin embargo, la normativa en cita, al señalar en el inciso 2º del artículo 6º que “Las
seguridad jurídica y a otros intereses vitales que justifica la creación del tipo penal del
De otra parte, aunque parece que el juez constitucional dio cabida a la configuración
legislativa de delitos de peligro abstracto, tal vez ante la evidencia sociológica del alto
discutir esa valoración del órgano legislativo para estatuir en el grado de delictivos
comportamientos que sin significar lesión al interés que estima vital, percibe, en abstracto,
Lo que sí debe valorar es, en concreto, si una específica conducta significó real y
verdadera puesta en peligro del bien jurídico protegido con la norma penal.
Esa delimitación entre las visiones con las cuales los dos órganos, el legislativo y el
judicial, vislumbran una misma problemática, debe ser entendida con arreglo al conjunto
de valores que emanan de la Constitución, pues si bien el primero, al diseñar los tipos
penales de peligro abstracto asume que ciertas conductas pueden significar riesgo para
al juez, le atañe verificar si un acto específico reportó efectiva creación de peligro para
ese bien, porque, en “cualquier caso, debe tratarse de un daño o de un peligro verificable
peligro se deja implícita una presunción de peligro, tal presunción no puede ser de
aquellas conocidas como juris et de jure, es decir, que no admiten prueba en contrario,
porque el carácter democrático y social del Estado de derecho, basado, ante todo, en el
contradicción.
establecer qué tan efectiva fue la puesta en peligro. En otro lenguaje, frente a un delito de
peligro debe partirse de la base de que la presunción contenida en la respectiva norma es
que en cuanto a la aplicación del principio de lesividad frente a los delitos de peligro
demanda hacía referencia a un presupuesto fáctico bien diferente al que es objeto de este
efectiva puesta en peligro a que se refiere el nuevo código penal en su artículo 11.
Pues bien, todo lo que hasta aquí se ha dicho va dirigido a entender el alcance de la
preceptiva en cuestión.
Es bien sabido que el artículo 4º del Decreto 100 de 1980, al ocuparse de la
antijuridicidad, señalaba que “Para que una conducta típica sea punible se requiere que
lesione o ponga en peligro, sin justa causa, el interés jurídico tutelado por la ley.”
requerimiento acerca del grado de afección del interés protegido por la norma penal, y con
relación con los delitos de peligro abstracto o indirecto, como también los conoce la
riesgo, esto es, en el caso del porte ilegal de armas de fuego de defensa personal, que un
elemento de tales características se llevara consigo o al alcance, sin contar con permiso
Así parece que fue el entendimiento que se le fijó, en cuanto a la naturaleza del
“No obstante y aun bajo el laxo entendimiento de que a la postre lo que busca el
recurrente es que la Corte fije su criterio respecto al hecho de que el porte ilegal de
armas para que sea considerado como delito deba ser antijurídico, la verdad es que
ninguna confusión o posiciones encontradas existen en el pensamiento de la
Corporación sobre esta materia, siendo claro e indiscutible que la protección jurídica
en los delitos contra la seguridad pública como el de porte de armas sin permiso
legal, está dada en razón al peligro implícito o amenaza que se cierne sobre el bien
jurídico, que ha llevado al legislador a tipificar dicha conducta como objeto de
reproche punitivo.
“6. En efecto, la descripción típica del porte ilegal de armas dentro del capítulo de
delitos de peligro común y el título de los atentados contra la seguridad pública,
pone de presente por sí solo el hecho de que su desvalor radica en la necesidad
que se tiene de proteger determinados bienes jurídicos mas allá de la conducta que
en un momento dado puede inferirles lesión, es decir, que por las características de
esta clase de protección no es imprescindible que la acción derive en la producción
de un daño, como que el fundamento de su consagración penal radica en el peligro
de lesión de dicho interés jurídico frente a situaciones creadoras de riesgos, no se
ve como pueda contrariar una tal concepción el contenido del art. 4 del C.P., según
el cual para que una conducta típica pueda ser antijurídica, debe lesionar "o poner
en peligro", el bien jurídico amparado por la ley.
“De ahí que se imponga recordar que ya la Corte en fallo del 22 de septiembre de
1.982, con ponencia del Magistrado Dr. Luis Enrique Romero Soto, señaló:
‘Con todo, puede afirmarse que existen dos clases de delitos de peligro, cuya
diferencia obedece a la proximidad y gravedad del riesgo respecto al bien
jurídico tutelado y que unos autores llaman de 'peligro abstracto' y 'de peligro
concreto', denominaciones que otros califican de impropias, porque, como
dice alguno de los últimos, 'el peligro es siempre una abstracción', motivo por
el cual prefieren calificarlos de 'peligro directo' y 'peligro indirecto', para
indicar que el riesgo en los primeros amenaza en forma inmediata el bien y
en los segundos, sólo de modo indirecto.
‘Más importancia tiene la que los dividen en delitos 'de peligro presunto' y 'de
peligro demostrable', porque en los primeros la ley presume de modo
absoluto la posibilidad de un daño para el bien jurídicamente tutelado y no
sólo no requieren, sino que, por el contrario, excluyen cualquier indagación
sobre si se da o no la probabilidad del perjuicio o lesión de éste.
‘En tanto que los otros requieran que se demuestre la posibilidad de daño, es
decir, comprobación de que hay un peligro.
momento de selección legislativa de los riesgos para prevenir por medio de la creación de
delitos afectaciones o peligros a intereses jurídicos, el cual, desde luego, se halla dentro
indiferente la mayor o menor exposición del bien jurídico, y que basta que la amenaza sea
abstracta o presunta por ministerio de la ley para que aflore el juicio de desvalor, criterio
Ahora es conveniente aclarar tal perspectiva, pues una cosa es que se encuentre
expresarlo de otro modo- entre los individuos que componen la sociedad de hoy, y otra
muy diferente que el juez se abstenga de examinar la relevancia social de la conducta con
referencia a la tensión de los bienes jurídicos en juego, bajo el prurito de que el órgano
Al observar con cuidado las cosas puede percibirse que el Tribunal Constitucional,
en punto del porte ilegal de armas de fuego de defensa personal, admite que a pesar de
la abstracción que hizo el legislador para catalogar de delictiva una tal conducta, en el
Así aparece con claridad cuando en el citado fallo C-038 de 1995 esa Corporación,
correspondientes a las de defensa personal, consideró que “un objeto que sirve para
que una persona se defienda, pero que no le permite herir o matar al agresor no es,
Tales observaciones están conectadas con el principio de lesividad, el cual debe ser
se amoldan al nuevo contenido del artículo 11 del Código Penal (Ley 599 de 2000),
cuando señala que “Para que una conducta típica sea punible, se requiere que lesione o
ponga efectivamente en peligro, sin justa causa, el bien jurídicamente tutelado por la ley
En otro lenguaje expresado, frente a delitos de peligro como el del porte ilegal de
protección de la norma: prevenir actos que signifiquen potencial o inminente peligro a las
económico, etc., luego de lo cual, en cada caso concreto, también debe establecer si el
precepto mencionado –artículo 11 del Código Penal- que se requiere que la conducta
típica lesione o ponga efectivamente en peligro el bien jurídico protegido por la ley penal,
armoniza la necesidad abstracta de protección satisfecha con la creación del tipo penal y
punible en cuanto con ella cree situaciones de riesgo inadmisibles, efectivas, al señalado
interés.
quimérico, dudoso o nominal”, es válido entender que cuando el artículo 11 en cita exige,
del bien jurídicamente tutelado, hace referencia a que el riesgo que en abstracto previó el
actos tengan una específica significación social que los hacen dañinos por la
7. Sentado lo anterior, frente al caso que nos ocupa, recuérdese que WILBERT
CORONADO ARIAS fue condenado como autor responsable del delito de fabricación y
tráfico de armas de fuego o municiones, según sentencias del 24 de junio de 2002 y del
artículo 11 exige la concreción de una efectiva puesta en peligro al bien jurídico tutelado
Andrés cuando portaba, sin contar con permiso para el efecto, una pistola marca Raven,
modelo P-25 auto, calibre 25, niquelada, de fabricación americana, en momentos en que
criterios:
Haber sido sorprendido CORONADO ARIAS cuando tenía en su poder, sin tener
permiso para su porte, la pistola Raven, calibre 25 auto, elemento al que le hacían
llevaba consigo la pistola sin tener permiso, con la cual había amenazado al padre
conducta es antijurídica.
Al momento de fijar la pena, el fallador de primera instancia sentó, entre otras, las
siguientes consideraciones:
razonamientos:
El procesado en la indagatoria aceptó su responsabilidad, además, las restantes
pruebas señalan que portaba la pistola y el señor Reinaldo Berdugo dijo que
pegar un tiro.
personal y además de señalar sus características, señaló que le hacen falta piezas
defensa personal que portaba el procesado no deja de serlo por carecer de piezas
CORONADO fue soldado y policía, circunstancia que permite concluir que conocía
la prohibición de portar armas de fuego de defensa personal sin permiso y que, por
contexto fáctico en el que se produjo el hallazgo del arma de fuego en poder de WILBERT
Con todo, debe convenirse que CORONADO ARIAS fue sorprendido cuando llevaba
consigo, sin permiso otorgado por la autoridad militar competente, una pistola que por sus
del delito de fabricación, tráfico y porte de armas de fuego o municiones hacía el artículo
201 del Código Penal derogado o prevé el 365 del vigente. La actualización de esta
descripción típica se produjo, según los fallos, por el simple porte sin autorización de un
arma de fuego de defensa personal, pues de acuerdo con la clasificación de los delitos, se
rotunda por el legislador al exigir que para “que una conducta sea punible se requiere que
lesione o ponga efectivamente en peligro, sin justa causa, el bien jurídicamente tutelado
por la ley”, como lo establece el artículo 11 de la Ley 599 de 2000, que se concreta en el
axioma nulla poena, nullum crimen sine iniuria, resulta imprescindible constatar si ese
comportamiento acarreó una puesta en peligro real y verdadera, esto es, efectiva, al bien
jurídico tutelado.
la investigación –el dictamen rendido por el Armero de la Policía Nacional-, el arma que
portaba CORONADO ARIAS, por carecer de piezas en sus mecanismos, no era apta para
disparar.
Si eso es así, como evidentemente lo es, a pesar de que originalmente el
instrumento mencionado concuerda con la definición que trae el artículo 6º del Decreto
2535 de 1993 al establecer que son “armas de fuego las que emplean como agente
impulsor del proyectil la fuerza creada por expansión de los gases producidos por la
imposibilitaba su disparo, ha de deducirse que con ella no era posible en ese momento
darle el uso para el cual fue fabricada, es decir, el de producir amenaza, lesión o muerte a
fuerza de expansión de los gases producidos por la combustión de una sustancia química.
afección al bien jurídico protegido, la seguridad pública, ha debido observarse que el porte
sin permiso de esa arma que no reunía las condiciones necesarias para amenazar
asertivamente, lesionar o matar a otra persona, no constituía una real y verdadera puesta
en peligro.
Podrá argüirse que los otros protagonistas del suceso que dio lugar a la incautación
de la pistola, tales como la compañera afectiva del procesado y el padre de ella, pudieron
sentirse afectados por el hecho de que CORONADO exhibiese la inocua pistola. Pero es
es decir, sopesando en cada caso particular si la conducta era idónea para irrogar
potenciales daños.
En este evento, resulta claro que la falta de idoneidad del arma para ser usada
como tal no podía, así la llevara consigo y sin autorización CORONADO ARIAS, generar o
aumentar un peligro a la seguridad pública, porque la pistola no era apta para disparar y,
por tanto, mucho menos para lesionar o matar a alguien. Expresado de otro modo, la
Así no lo percibieron los juzgadores porque su visión quedó limitada a verificar que
el procesado portaba la pistola, que lo hacía sin permiso otorgado por autoridad
defensa personal, lo cual consideraron suficiente para deducir que hubo afección a la
seguridad pública.
realidad no era posible que con el porte de la citada pistola en las circunstancias fijadas
en los fallos se generara riesgo concreto, efectivo, al bien jurídico tutelado, condición ésta
que emerge de la concepción del concepto de bien jurídico como límite y medida de la
potestad punitiva estatal, marco de garantía que está soportado en los valores y principios
apareció el verdadero peligro que corrió un bien jurídico, equivale a sancionar con la
simple desobediencia, pese a que la acción fue, en sí misma, inocua6, y que merecería
Así las cosas, como quiera que aparece evidente que por una interpretación errónea
del contenido de los artículos 4 del Decreto 100 de 1980 y 11 de la Ley 599 de 2000 se
produjo la aplicación errada del artículo 201 del Código Penal de 1980 (hoy, 365 del
vigente), al condenar como autor responsable del delito de fabricación, tráfico y porte de
armas de fuego o municiones a WILBERT CORONADO ARIAS, pese a que su conducta
la ley,
RESUELVE
Distrito Judicial de San Andrés, Providencia y Santa Catalina el 31 de enero de 2003, por
período, como autor responsable del delito de fabricación, tráfico y porte de armas de
fuego o municiones.
No hay firma
Secretaria
1 J. Bustos R.,H. Hormazábal M. : Lecciones de Derecho Penal, Volumen II, Ed. Trotta,
pág. 110.
3 Luigi Ferrajoli: Derecho y Razón. Teoría del Garantismo Penal, Ed. Trotta, pág. 472.
5 Auto de casación del 25 de marzo de 1998, radicación 13.141. M.P. Carlos A. Gálvez A.