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En este sentido, tanto la revisión de la literatura científica como las exigencias de los
empresarios ponen de manifiesto el peso de la eticidad en las expectativas, las
necesidades y los valores que se encuentran en el núcleo de la funcionalidad. Por ello,
desde una perspectiva axiológica sobre formación integral de cada persona, y desde
una perspectiva de calidad de vida y de progreso para los individuos y para las
sociedades, en este trabajo no sólo se asume que los valores éticos forman parte de la
estructura de las competencias, sino también que es necesario planificar expresamente
competencias éticas como parte de la formación de los universitarios. En consecuencia,
los objetivos del presente artículo son:
Europa avanza hacia el cada vez más próximo Espacio Europeo de Educación Superior
(EEES) e Iberoamérica hacia el Espacio Iberoamericano de Educación Superior
(EIBES). En ambos casos, una de las tendencias y finalidades más claramente
explicitadas es la inserción de los egresados no sólo al mercado laboral, sino a un
mercado laboral globalizado. La identificación de perfiles profesionales que guíen las
titulaciones y programas, el establecimiento de objetivos acordes con el empleo, la
empleabilidad de los egresados son aspectos contemplados tanto en el Proyecto Tuning
europeo como en el de América Latina. Así, mediante la formación universitaria de
grado, los titulados habrán desarrollado todo un elenco de competencias dirigido
fuertemente a su empleabilidad (González y Wagenaar, 2003; Beneitone et al., 2007).
Una de las primeras investigaciones que estableció una relación causal entre
personalidad y desempeño se debe al profesor de Psicología del Trabajo de la
Universidad de Harvard, David McClelland, considerado el creador del análisis de las
competencias. En 1973, utilizó por vez primera este término ligado, sobre todo, al
ámbito empresarial, al publicar en la prestigiada revista American Psychologist un
artículo titulado "Medir la competencia en vez de la inteligencia" (Testing for
competence rather than Intelligence). McClelland señalaba que ni el cociente
intelectual (CI) que medían los test de inteligencia utilizados hasta la fecha, ni los
expedientes académicos evaluados a través de exámenes y calificaciones escolares
permitían medir con precisión la manera en que las personas se adaptan a los puestos
de trabajo, es decir, no predecían con fiabilidad el buen desempeño en el trabajo y,
por ende, la consecución del éxito profesional.
Los estudios sobre valores y profesión ofrecen diferentes líneas temáticas, entre las
que se encuentran:
2) Los que buscan medir el peso de los valores que intervienen en el ejercicio o la
adquisición de la profesión.
Para Schwartz (2001), el tipo de orientación motivacional que expresan los valores es
decisivo, ya que representan, en forma de metas conscientes, las respuestas que todos
los sujetos y sociedades deben dar a los requisitos universales, como:
Ros y Grad (1991) y Ros, Schwartz y Surkis (1999) encontraron que los egresados que
se habían preparado para ser profesores entendían el ejercicio profesional como
relacionado potencialmente con todos los valores humanos básicos. En cambio, el
profesorado en ejercicio, conocedor de los límites que les mostraba su experiencia,
asociaban la profesión a valores que expresan abnegación y resignación a las
circunstancias de la vida. Asimismo, Grad, Ros, Álvaro y Torregrosa (1993)
compararon personas con puestos directivos, técnicos, profesionales medios y
trabajadores básicos, procedentes de familias profesionales diferenciadas (industriales,
servicios, financieros), y encontraron que, mientras los trabajadores básicos y los
técnicos valoraron la profesión como medio de subsistencia y protección de sus
familias, los profesionales medios definieron la actividad laboral como una cuestión de
logro; por otra parte, para los trabajadores básicos, su puesto correlacionó
negativamente con promoción social, y para los técnicos la correlación fue positiva con
la tendencia a buscar el bienestar de todos (universalismo).
Por lo que se refiere a los valores personales para el empleo, el estudio de Carmona et
al. (2004) mostró que son los valores morales, junto con los sociales, las categorías
que obtuvieron una media más alta. La jerarquía quedó como sigue: valores morales
(9.03); valores sociales (8.57); valores individuales (8.29); valores intelectuales
(8.16); valores corporales (8.09); instrumentales/económicos (7.68); estéticos (7.16);
ecológicos (6.58); afectivos (6.39); religiosos (4.33). Específicamente, las medias de
los valores morales fueron: honradez (9.57); responsabilidad (9.48); fidelidad (8.74);
obediencia (8.33).
En síntesis, los valores morales fueron los más apreciados, por encima de las
competencias instrumentales del saber y del saber hacer. Incluso el cuidado personal,
que corre parejo al saber ser y al saber estar, quedó por encima de otros factores de
carácter instrumental (Carmona y Casares, 2005).
Dichos estudios permiten comprender los rasgos que van configurando la noción del
profesional, entendido éste como persona que hace lo bueno para lograr lo mejor para
una vida moral (Cortina, 2000). Es preciso, pues, no sólo atender las cualidades
cognitivas y técnicas, sino también los aspectos personales, sociales y morales que
actualmente se demandan en la vida profesional. En este sentido, desde la necesidad
del análisis histórico–concreto de la formación de valores en general, se tiene en
cuenta que cada sociedad, de acuerdo con sus necesidades, crea un sistema de
representaciones cuya significación social se expresa en ideales, principios y metas, y
se considera que cada individuo, a través de la aprehensión mediante la práctica
educativa, conforma su propio sistema subjetivo de valores. Es preciso pues, conocer
los aspectos básicos de la sociedad del conocimiento que, según Willke (1998), se
configura cuando las operaciones basadas en conocimiento se hacen imprescindibles
en las estructuras y en los procesos de reproducción material y simbólica, de tal
manera que el tratamiento de la información, el análisis simbólico y los sistemas
expertos se convierten en dominantes respecto a los otros factores de reproducción.
V. Conclusión
Referencias
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Introducción
La educación en valores
Todo proceso educativo tiene un para qué explícito o implícito. Cualquier acto
educativo se realiza con una finalidad, pero no siempre esa finalidad ha respondido a
los ideales del humanismo; existen muchos ejemplos en la historia de la civilización,
como el fascismo, el consumismo y el individualismo, por sólo poner algunos ejemplos.
Los problemas económicos, políticos y sociales que atraviesa la humanidad son
generados por sujetos “educados”.
La educación en valores no debe limitarse a lo ético; también debe tener presente que
en el proceso hay que desarrollar otros valores que son importantes como los valores
estéticos, los políticos, los intelectuales, que en su conjunto contribuyen al desarrollo
de la personalidad. Es por ello por lo que la educación en valores es pluridimensional.
La adquisición por parte del sujeto de elementos culturales, que tienen una
significación positiva y que constituyen horizontes normativos, que han sido deseados
por la humanidad en todos los tiempos: justicia, solidaridad, igualdad.
En este modelo se entiende a los valores como un producto cultural, busca alcanzar
una preparación para la vida y para la realización personal en un contexto
determinado, con la condición clara de que se trata de formar no para la aceptación,
sino también la transformación en busca del redimensionamiento humano.
Por ello, este modelo resalta el valor del contenido y del maestro y de la motivación
que éstos producen como aspectos de singular importancia en la educación en valores.
Existen diferentes maneras de abordar los estudios CTS en el currículo. Son las
siguientes:
Fue una sorpresa leer la reflexión que al respecto hacia un joven con estas
características: “Sinceramente, pensamos que lo único que necesita la persona
superdotada es tener como amigos a otras personas superdotadas. Entonces estará en
paz con el mundo, con las personas que no son como ella; porque, por así decirlo,
pedirá y dará, a cada parte, lo que cada parte puede darle y recibir de ella, y no más.
Y éste será el camino, aunque pueda sonar paradójico, para que se integre en la
sociedad”.
Dicha reflexión se contrapone al principio de que el ser humano es más feliz dando que
recibiendo, que depende de la entrega, la solidaridad, la responsabilidad, el amor, la
amistad y el respeto a la diferencia de otros. La esencia de la creatividad es vivir
creativamente y su éxito principal se halla en que el proyecto de vida que se defina
brinde felicidad hacia sí mismo y a los demás.
Es difícil responder qué es lo propio para jóvenes excepcionales, pues éste puede ser
considerado como lo general a desarrollar en todo ser humano, porque lo propio del
hombre consiste en aprender lo humano de sus congéneres.
Es menester tener en cuenta la armonía de estos tres componentes para poder definir
estrategias coherentes de formación valorativa y actitudinal.
Por lo general, en las definiciones dadas sobre talento éstas se dan a partir de las
aptitudes que sobrepasan claramente la capacidad media de jóvenes de su edad y por
tener un talento creador en uno o varios campos; entonces se habla de
excepcionalidad en competencias, capacidades y potencial excepcional sobre todo en la
capacidad científica y creativa, es decir, el talento se refiere a la existencia de
predisposiciones reales para enfrentar problemas más complejos.
La caracterización de un estudiante talentoso depende de su identificación como tal y
de la concepción que al respecto se tenga, influyendo ello en las particularidades de la
formación en valores.
Conclusiones
Algunos afirman que vivimos en una sociedad sin valores; otros que han aparecido
nuevos valores asociados al nuevo paradigma socioeconómico y cultural; también
hay quien dice que el problema está en la existencia de multivariedad de valores, lo
que produce confusión y desorientación en la actuación y valoración de los seres
humanos. Quizás esté ocurriendo todo ello, valdría la pena abordar el asunto
teniendo en cuenta que en todas las sociedades y en las diferentes épocas el hombre
como guía ha tenido que enfrentar sus propios retos de desarrollo, ¿por qué no
podría hacerse ante el acelerado desarrollo científico-tecnológico y la globalización
del mundo actual?
Por otro lado a partir de los diferentes enfoques científicos existen disímiles
concepciones, que expresan la complejidad del fenómeno, su carácter multilateral,
sistémico y contradictorio, pero que de igual manera contribuyen a avanzar en el
esclarecimiento de su alcance.
La comprensión de ¿qué son los valores?, ha sido objeto de reflexión y polémica por
los más relevantes filósofos hasta la actualidad. El objetivismo y el subjetivismo como
corrientes axiológicas son expresión de ello, manifiesto en “si el hombre crea el valor
o lo descubre” (Guervilla, 1994; 31). “El valor como el poliedro posee múltiples caras
y puede contemplarse desde variados ángulos y visiones, desde una posición
metafísica, los valores son objetivos: valen por sí mismos; desde una visión
psicológica, los valores son subjetivos: valen si el sujeto dice que valen; y desde el
aspecto sociológico, los valores son circunstanciales: valen según el momento
histórico y la situación física en que surgen” (Guervilla, 1994, 32). Por supuesto que
con ello no se puede concordar, es necesario integrar todas las posiciones científicas
en una concepción única y coherente, puesto en cada uno existe una verdad.
Muchos de los intentos y experiencias por lograr una pedagogía que eduque en
valores (entendido el término como educar subrayando los valores, intencionándolos
dentro de las acciones formativas), pueden fracasar cuando no se tiene claridad de lo
antes expuesto, ya que podría desvirtuarse el objetivo de la propia educación,
ejemplo de ello:
Los valores no son pues el resultado de una comprensión y, mucho menos de una
información pasiva, ni tampoco de actitudes conducidas sin significación propia para
el sujeto. Es algo más complejo y multilateral pues se trata de la relación entre la
realidad objetiva y los componentes de la personalidad, lo que se expresa a través de
conductas y comportamientos, por lo tanto, sólo se puede educar en valores a través
de conocimientos, habilidades de valoración, reflexión en la actividad práctica con un
significado asumido. Se trata de alcanzar comportamientos como resultado de
aprendizajes conscientes y significativos en lo racional y lo emocional.
El fenómeno de cómo desarrollar y formar valores es un proceso de enculturación
(Aguirre, 1995; 498), que dura toda la vida, en el que inciden los cambios sociales
que se producen y que provocan transformaciones en las interrelaciones humanas,
en las percepciones, y en las condiciones materiales y naturales de vida, es decir, en
la calidad y sentido de la vida. Los valores son razones y afectos de la propia vida
humana la que no se aísla de la relación de lo material y lo espiritual y, entre lo social
y lo individual.
¿Qué es valor?. Para entender este concepto se deben tener claro un conjunto de
aspectos que contribuyen a una definición en sentido amplio.
Los seres humanos establecen relaciones con el medio natural y social en que
ellos se desenvuelven.
A través de su actividad (productiva, intelectual, artística, deportiva...) se ponen en
contacto con objetos materiales e ideales (un producto tangible, una cualidad de la
personalidad, una concepción, un sentimiento...)
En este proceso de la actividad humana, en permanente comunicación social,
surgen en el ser humano necesidades materiales y espirituales, que al concretarse
en objetos materiales y espirituales que las satisfacen, se convierten en valores.
Los valores se identifican con cualquier objeto material o espiritual (o sea,
productos tangibles, cualidades de la personalidad, concepciones, sentimientos...)
que al satisfacer una necesidad humana, son interiorizados y aprehendidos a
través de su propia experiencia vital, esto da un sentido personal a las
significaciones del mundo exterior a él.
Cada ser humano interioriza aquello que satisface sus necesidades personales y,
sobre esta base posee intereses (los intereses son las necesidades hechas
conciencia), forma convicciones, precisa sus aspiraciones futuras y llega a analizar
las posibilidades que tiene de alcanzarlas: así se manifiestan los valores.
Dirigen y orientan las acciones humanas de forma consciente y a la vez, como
proceso individual, permite diferenciar a unos hombres de otros como entes únicos
e irrepetibles. Dos personas pueden realizar una misma actividad y estar
impulsados por valores diferentes. De ahí que se afirme que son significados
subjetivos que poseen un fuerte componente individual. Por ejemplo: dos
estudiantes pueden realizar esfuerzos similares por asimilar los contenidos
necesarios para ser un buen profesional, pero uno puede hacerlo porque se siente
identificado con la profesión, aprecia su función social y otro porque esa profesión
puede darle beneficios económicos, prestigio social y otras ventajas.
Los valores se forman en el proceso de socialización bajo la influencia de diversos
factores (familia, escuela, medios masivos de comunicación, organizaciones
políticas, sociales, religiosas, etc. )
No son inmutables ni absolutos, su contenido puede modificarse por
circunstancias cambiantes y pueden expresarse de manera diferente en
condiciones concretas también diferentes.
En la medida en que los seres humanos se socializan y la personalidad se regula
de modo consciente, se va estructurando una jerarquía de valores que se va
haciendo estable, aunque puede variar en las distintas etapas de desarrollo y
situaciones concretas.
Son significaciones sociales que poseen las cosas, las personas, etc. Dicha
significación se refiere al grado en que se expresa el progreso y el
redimensionamiento humano en cada momento histórico o circunstancia particular.
Son cualidades reales externas e internas al sujeto. “ No es un objeto, ni una
persona, sino que está en ellas”. (Xavier Zubiri)
No sólo son cualidades reales externas e internas que expresan las cosas,
personas, fenómenos, etc., sino que también componen la estructura de la
personalidad, en tanto, que permiten captar esos significados reales a través de la
capacidad de los sentidos en su actividad de valoración o estimación, que
permiten asumirlos o no, es decir funcionan a su vez como filtros en el proceso de
socialización, incidiendo así en la función reguladora de la conducta y por tanto en
las actitudes hacia el mundo circundante, actitudes que están dirigidas e
intencionadas por motivaciones e intereses, y que expresa una correspondencia
entre lo que se piensa, lo que se dice y lo que se hace en el plano individual, y que
posee una correspondencia con la sociedad.
Al ser la personalidad un sistema de formaciones psicológicas, el valor puede
manifestarse en toda su estructura: el carácter, las convicciones, las capacidades,
etc., pues se manifiesta en la actuación humana.
“Son guías y principios de conducta que dan sentido a la vida hacia la
autorrealización, el progreso y el redimensionamiento humano” (García, 1996).
Se identifican:
Se manifiestan:
Se estructuran:
Los caminos y las vías no pueden justificar los fines, es evidente que un buen uso del
diálogo, de los métodos participativos, del ejemplo del profesor, son condiciones
necesarias para una adecuada labor de formación, pero también son condiciones, la
precisión en el diseño curricular de las intenciones a través del análisis del contenido,
los objetivos propuestos, etc., es decir, tener claro los fines que se proyectan en lo
educativo y diseñar la realización del proceso de formación. La formación
sociohumanista tiene su propia significación y lógica y, de lo que se trata es de
incorporarla como parte del sistema educativo, no separarla de la realidad a que se
enfrenta el estudiante como aprendizaje, y en este sentido, el profesor debe
prepararse y dirigir el proceso en esa dirección, intención que no depende de la
casualidad ni de los criterios particulares de éste, sino de todo el proceso de
formación, y de la necesidad que lleva implícita como exigencia de la sociedad.
Entre las razones para desarrollar una Pedagogía de la Educación en Valores están:
Intencionar: Encaminar el proceso docente-educativo hacia el modelo ideal de
formación. Desarrollar el vínculo con la realidad a través de lo socialmente
significativo de ésta en el proceso docente-educativo, dando sentido a la formación
sociohumanista. Determinar estrategias didácticas que involucren a los sujetos del
proceso en una actividad consciente, protagónica y comprometida.
Visto de otro modo, es la reflexión del profesor sobre el valor educativo de sus
acciones en el proceso, de sus intenciones, de lo valorativo en los contenidos, del
valor del método, etc. lo que implica establecer prioridades. “la justificación de los
contenidos debe basarse, no sólo en criterios disciplinares, derivados del lugar que
esos contenidos ocupan en la estructura de esa disciplina, sino también en las metas
educativas fijadas para esa materia en esa etapa (Pozo,1998: 46).
Los caminos y las vías no pueden justificar los fines, es evidente que un buen uso del
diálogo, de los métodos participativos, del ejemplo del profesor son condición
necesaria para una adecuada labor de formación, pero, es condición también
necesaria su precisión en el diseño curricular, en el análisis del contenido, en los
objetivos propuestos, etc., es decir, tener claro los fines que se esperan en lo
educativo. La formación sociohumanista tiene su propia significación y lógica y, de lo
que se trata es de incorporarla como parte del sistema educativo, no separarla de la
realidad a que se enfrenta el estudiante como aprendizaje, y en este sentido el
profesor debe prepararse y dirigir el proceso en esa dirección, intención que no
depende de la casualidad ni de los criterios particulares de éste, sino de todo el
proceso de formación, y de la necesidad que lleva implícita por la sociedad.
La educación debe y puede incidir en el GAP que existe entre lo que se quiere ser y
se quiere hacer y lo que se puede ser y se puede hacer en cada momento de la vida
o al menos es más factible, lo que al final es decisión del individuo. La posibilidad de
ayudar a adecuar estos dos aspectos, se halla en la comprensión de la relación entre
lo individual y lo social en la personalidad, siendo éste uno de los objetivos
fundamentales de la educación en valores.
Los valores no se enseñan y aprenden de igual modo que los conocimientos y las
habilidades, y la escuela no es la única institución que contribuye a la formación y
desarrollo de éstos. Otra peculiaridad de la educación en valores es su carácter
intencional, consciente y de voluntad, no sólo por parte del educador, sino también
del educando, quien debe asumir dicha influencia a partir de su cultura, y estar
dispuesto al cambio. De ahí la importancia y la necesidad de conocer no sólo el
modelo ideal de educación, sino las características del estudiante en cuanto a sus
intereses, motivaciones, conocimientos, y actitudes, las que no están aisladas de las
influencias del entorno ambiental. Una comprensión clara de los límites objetivos del
entorno, del modelo a que aspira la sociedad y de la subjetividad del estudiante
permite dirigir mejor las acciones educativas y dar un correcto significado al
contenido de los valores a desarrollar.
Los valores no son pues el resultado de una comprensión, y mucho menos de una
información pasiva, ni tampoco de actitudes conducidas sin significación propia, por
el sujeto. Es algo más complejo y multilateral pues se trata de los componentes de la
personalidad, sus contenidos y sus formas de expresión a través de conductas y
comportamientos, por lo tanto sólo se puede educar en valores a través de
conocimientos, habilidades de valoración-reflexión y la actividad práctica.
Para los países en vías de desarrollo significa el alcance de una mentalidad diferente,
que sea capaz de enfrentar la transición hacia el paradigma tecnoeconómico actual
con optimismo, compromiso, creatividad, solidaridad, sentido práctico, desinterés y
modestia, que permita ver una oportunidad en dicha ruptura tecnológica para el futuro
de estos países.
La sociedad requiere algo más que personas adiestradas para la función específica
del mundo del trabajo. Necesita profesionales con motivaciones y capacidades para
la actividad creadora e independiente, tanto en el desempeño laboral como
investigativo, ante los desafíos del conocimiento e información científico-técnica y de
la realización de su ideal social y humano. El fortalecimiento de la formación integral
de los futuros profesionales es impostergable, porque la sociedad necesita de la
ciencia y la tecnología como factores estratégicos del desarrollo.
Las fuentes que posibilitan el desarrollo de tecnología apropiada están en todas las
tecnologías existentes, tanto en uso, como precedentes, independientemente del
lugar de donde provengan, y de su grado de desarrollo. Lo decisivo está en la
capacidad tecnológica existente que permita una gestión tecnológica adecuada a los
procesos de innovación, donde se identifiquen necesidades, oportunidades, y se
planifiquen diseños, desarrollen e implanten soluciones técnicas. Pero no cualquier
solución técnica, sino aquella que responda a una pertinencia e idoneidad, por lo que
es necesario incorporar una metodología de solución de problemas tecnológicos
diferente en todo el proceso de innovación, donde el enfoque integral de todos los
factores que intervienen en la solución al problema esté evaluado sistemáticamente
en todas las fases del proceso, es decir, lo técnico, organizativo, económico,
socioambiental y sociocultural.
La idea central de estos programas está en que “todos pueden aprender cómo la
ciencia, la tecnología y la sociedad se relacionan e interactúan entre sí y podrán
hacer uso de este conocimiento en su toma de decisiones en una época en que
nuestros asuntos están dominados por la ciencia y la tecnología”. (Ursúa, 1993: 35).
Sin embargo un obstáculo para lograr dicho objetivo se halla en el vínculo que dichos
estudios de CTS puedan establecer con el modelo del profesional a alcanzar; ya sea
para enriquecerlo en cuanto a la cultura profesional o para concretar dichos
conocimientos en una práctica específica.
La idea que se destaca en su fin educativo es la de revitalizar los valores que debe
poseer la profesión de Ingeniería, hacia sus fundamentos básicos como profesión
que tiene una fuerte relación con la sociedad. (Ver Figura Nº 1).
"Si los ingenieros utilizan tecnologías que no son apropiadas, es que son negligentes;
si no saben lo que es apropiado es que son ignorantes; y si no se preocupan de lo
que es apropiado pierden todo derecho a la consideración profesional". (Brancher,
1983: 125)
Las dimensiones son los ejes del modelo de formación de valores y se nutren de un
conjunto de valores a desarrollar, según el espacio pedagógico de que se trate, y por
sí mismas cada una conforma un subsistema que se integra al sistema en su
totalidad. Por lo que identificar dicho sistema y sus contenidos son pasos esenciales
para la formación y el desarrollo de valores en la profesión, es decir, definir un
modelo en correspondencia con la sociedad. Así un modelo definido puede ser:
Conocer las condiciones previas del alumno tanto desde el punto de vista cognitivo
como afectivo es de suma importancia para que el profesor pueda a partir de éstas
encaminar su trabajo futuro en ese estudiante o grupo, y darle un nuevo sentido a
sus relaciones, teniendo siempre presente “que el conocimiento trata siempre de lo
general y las circunstancias son particulares y con frecuencia las conexiones entre
ambos casos no son evidentes, al menos para el alumno.” (Broudy. 1977; 194) De
ahí la importancia del diagnóstico participativo de manera permanente como parte del
proceso.
En las actuaciones puede aparecer una contradicción, pues es muy difícil cuando
éstas se realizan por factores internos, conscientes, produciendo cierta satisfacción,
o cuando se actúa bajo determinada presión externa por temor a ser castigado o para
estar a tono en una situación. Sin embargo, detrás de estos dos tipos de actuación
hay una actitud positiva que permite la socialización del individuo en determinada
circunstancia, dicho de otra manera, hay cierta dosis de respeto (por las normas, por
uno mismo, por la sociedad). Cumplir las normas es una premisa para la educación
de valores, “en ambos casos está presente la norma, en el primer caso como
obligación y en el segundo como deber, aunque no existen acciones que se basen
puramente en uno de ellos”. (Galbán, 1988, 93)
Según Swieringa el aprendizaje puede ser de tres tipos: informal, formal y consciente.
Los dos primeros son aquellos aprendizajes que ocurren por imitación, o por
recompensas y castigos, los que están menos asociados a las emociones y a los
sentimientos y más a las experiencias. El aprendizaje consciente, consiste en
ocuparse de manera consciente en aprender.
Toda profesión existe con el fin de resolver determinado problema o encargo social,
que debe ser respondido por un sujeto con capacidades y habilidades para darle
solución. Es precisamente a partir de los problemas profesionales que se determinan
los propósitos y aspiraciones a alcanzar en el estudiante, de éstos se derivan el
objeto de la profesión y el objetivo de su formación, expresado en el modelo del
profesional, como forma de materializar la relación Sociedad- Universidad.
El proyecto educativo debe comprenderse como parte del diseño curricular y de los
objetivos estratégicos de la Universidad, todo ello como un sistema que integre los
siguientes componentes: la misión de la Universidad, el objetivo estratégico de
formación profesional, el modelo de formación de valores del profesional, los modelos
de formación profesional, el diseño curricular de las disciplinas y asignaturas, los
proyectos educativos de los años, grupos e individuales de los estudiantes. Ello
requiere y exige una alta preparación de los profesores y de los trabajadores en
general de la Universidad.
Con el objetivo de mostrar algunas ideas que existen referentes a los valores en la
formación profesional a partir del modelo expuesto, es que se resume en la siguiente
metodología los resultados de aplicaciones en el diseño curricular de diferentes
carreras de Ingeniería y Arquitectura del Instituto Superior Politécnico José Antonio
Echeverría de Cuba.
Metodología para la determinación de los valores a desarrollar en la carrera,
año, disciplina y asignatura
Verdad
Receptividad
Honradez
Sinceridad
Autenticidad
Valentía
Confianza
Fidelidad
Responsabilidad
Amistad
Principios:
Deber
Organización
Respeto
Disciplina
Sentido de pertenencia
Crítica
Colectivismo
Optimismo
Amor a la profesión
Libertad
Justicia
Honradez
Sinceridad
Principios:
Ser exigente consigo mismo y con los demás, a través del ejemplo.
Rechazar la pasividad, desarrollando la participación y el diálogo.
Combatir lo mal hecho, el pesimismo y la indolencia, promoviendo el optimismo en
las soluciones.
Desarrollar el colectivismo en el cumplimiento de las tareas combinando la
responsabilidad individual.
Poseer sensibilidad humana para percibir en la comunicación con los compañeros
sus intereses, necesidades y sentimientos.
Desarrollar la entrega, la consagración y el amor a la profesión en el desempeño
profesional.
Amor
Responsabilidad
Sentido de pertenencia
Fidelidad
Justicia
Libertad
Valentía
Principios:
Estas propuestas deben fluir e insertarse de los propios contenidos de las ciencias
que se explican, es claro, que ello requiere una preparación y cultura del educador
que tribute a eliminar la separación ficticia entre lo humanista y lo tecnológico, así
como lo científico-cultural y lo político-ideológico. Ello requiere de un cambio en la
concepción en que hemos estado viendo el trabajo educativo y significa una
potenciación de éste desde la propia actividad docente-educativa cotidiana.
Por consiguiente cada profesor desde la ciencia que imparte tiene la posibilidad de
desarrollar una concepción del mundo determinada, cuando aborda el
condicionamiento histórico-social, el aspecto ético, jurídico, estético, sociológico y
político, con el fin de formar profesionales con una cultura integral y revolucionaria.
Este aspecto se refiere a cómo llevar a cabo el aprendizaje a partir de un modelo que
pone énfasis en el proceso, en la relación, donde el estudiante es considerado una
individualidad a desarrollar en sus interrelaciones grupales y sociales
Se trata de aplicar una didáctica que se dirija a preparar al hombre para la vida.
Hasta aquí sólo se han expresado algunas ideas que se vienen aplicando en la
formación profesional en algunas Facultades de Ingeniería y Arquitectura, como
resultado de un fuerte trabajo de investigación educativa y metodológico, que ha
conducido a arduos esfuerzos en la preparación de los profesores, e incluso a definir
un modelo al cual se debe aspirar. Es menester aclarar que todo este
perfeccionamiento se enmarca en la Planeación Estratégica para el nuevo milenio
que tiene como uno de sus objetivos principales la Formación de Profesionales
Integrales capaces de dar respuesta a los nuevos retos que se imponen.
“La vida debe ser diaria, móvil, útil y el primer deber de un hombre de estos días, es
ser un hombre de su tiempo. No aplicar teorías ajenas, sino descubrir las propias. No
estorbar a su país con abstracciones, sino inquirir la manera de hacer prácticas las
útiles. Si de algo serví antes de ahora, ya no me acuerdo: lo que yo quiero es servir
más.”(José Martí)
Bibliografía
Cortina, A. (1998). El mundo de los valores. Ética mínima y educación. Ed. El Buho.
Sta. Fé de Bogota.
Sabemos que la educación en valores y los valores que hay que resaltar
en la educación superior garantizan el futuro en la educación, nosotros
los educadores somos los amigos de esos pueblos. Esta tarea educativa
no es posible son la cooperación de las instituciones, en este caso la
universidad, por ello es imprescindible trabajar de la mano,
acompañando el proceso de formación integral desde un proyecto de
vida. Por eso, este estudio busca resaltar y aportar los valores que hay
que resaltar desde el quehacer educativo y aportar a la educación
superior un aspecto por seguir trabajando.
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6
González, F. Un análisis psicológico de los valores. Su lugar e importancia en el mundo subjetivo. En: La formación de
valores en las nuevas generaciones. Una campaña de espontaneidad y conciencia. Editorial Ciencias, Colombia. 1996, p
64.
Por ejemplo, dos estudiantes pueden ser sinceros; sin embargo la forma
en que el valor sinceridad regula su actuación puede ser diferente; en
un caso puede manifestarse la sinceridad de manera rígida, ello implica
que el estudiante siempre dice la verdad sin tener en cuenta el lugar,
momento, y situación en que se encuentre. Esta forma rígida de
manifestar la sinceridad lejos de constituir una virtud puede ser un gran
defecto. Por el contrario el estudiante que manifiesta flexibilidad en la
expresión de su sinceridad sabe buscar el momento, la forma y las
condiciones propicias para expresar sus ideas y sentimientos.
7
González, F. La personalidad, su educación y desarrollo. Editorial Ciencias Sociales. Colombia.1985, p 15.
8
Febles, M. (1997) Caracterización psicológica del estudiante de nuevo ingreso y su seguimiento. Tesis de Maestría en
Psicología Educativa. Facultad de Psicología. Universidad de La Habana.
González, F. Motivación moral en adolescentes y jóvenes. Editorial Científico-Técnica, La Habana, 1983.
Estos derechos tienen que ver con la educación: todos tienen derecho a
la Educación: "Toda persona tiene derecho a una educación integral, de
calidad, permanente, en igualdad de condiciones y oportunidades, sin
más limitaciones que las derivadas de sus aptitudes, vocación y
aspiraciones..." (Art. 103 de la Constitución de la República Bolivariana
de Venezuela).
Debemos destacar que los objetivos reflejados pueden ser esos u otros,
incluso pueden ser más o menos. Lo realmente importante es priorizar
aquellos que consideramos fundamentales, destacando la idea de que
puedan ser abarcables en un contexto educativo real y evitando al
mismo tiempo caer en la paradoja, por otra parte frecuentemente
extendida en las escuelas, de plantear una gran cantidad de objetivos
que conlleve no profundizar en ninguno.
CONCLUSIONES
Vivimos en un mundo cambiante donde los referentes éticos y morales,
es decir, los valores socialmente dominantes tienden a variar y a
modificarse creando, en muchas ocasiones, contradicciones de difícil
resolución.
REFLEXION CRÍTICA
En la Universidad se identifican de manera clara y objetiva cada uno de
los sujetos que intervienen en todo el quehacer educativo, siendo estos:
los alumnos, los profesores y el personal administrativo.
Cada uno de estos sujetos, tiene una función muy específica dentro de
la comunidad universitaria, y para su cumplimiento, es deseable un
perfil que se ajuste a dicha función, ya que ello garantiza que su
desempeño sea relevante y en consecuencia, que los objetivos
generales de la institución y del propio plan de estudios se cumplan
cabalmente.
REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS
Ley de Universidades.
Rivolta, Ch. (1990). Un maestro nuevo para una Venezuela en crisis. I.M.P.M.
U.P.E.L, Valencia, Venezuela.