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28/7/2020 Aspectos jurídicos del contrato de la tarjeta de crédito

Título: Aspectos jurídicos del contrato de la tarjeta de crédito


Autor: Chaves Simões Palma, Marcela
País: Argentina
Publicación: Revista de Derecho Bancario y Financiero - Número 17 - Junio 2014
Fecha: 26-06-2014 Cita: IJ-LXXI-961

Aspectos jurídicos del contrato de la tarjeta de crédito

Marcela Chaves Simões Palma

1. Introducción 

En la actualidad, la actividad mercantil está viviendo una modificación en los mecanismos de crédito y en las
formas de pago y en ese contexto surge la tarjeta de crédito, una de las formas de pago más utilizadas hoy
por los compradores.

Con la difusión de la tarjeta de crédito, una de cada tres transacciones comerciales en el mundo es hecha a
través de esta. Las tarjetas, especialmente las de crédito, se convirtieron en un medio de aceptación casi
obligatorio en la compra de bienes y servicios, y el Derecho, como técnica  nacida de la realidad social,
enfrenta el desafío de comprender ese instrumento.

El aumento del uso de la tarjeta de crédito justifica la preocupación en el estudio de su naturaleza jurídica
facilitando la comprensión del mismo. Además, la constante evolución jurídica viene creando nuevas figuras
contractuales que puedan adaptarse a los cambios técnicos y económicos que surgen cada día.

Ante la creciente utilización de la tarjeta de crédito, esta se ha convertido en un medio indispensable en la


ejecución de diversos tipos de transacciones y por eso surge la importancia de un estudio profundizado sobre
la materia. De esa forma, el presente artículo tiene por objeto un complejo instrumento de pago que surgió
de las necesidades de la sociedad de consumo actual, difundido y utilizado en todas las naciones
industrializadas.

2. Forma y origen

En la segunda década del siglo XX, la humanidad se encuentra en un proceso de intensas innovaciones cuyas
manifestaciones más evidentes son la creciente industrialización y el fuerte descontento social.

La primera idea que se asemeja a la tarjeta de crédito fue la “tarjeta de acreditación” emitida en 1914 por
algunos hoteles europeos para identificar a sus buenos clientes. Las tarjetas servían como forma de identificar
a las personas en sus futuros hospedajes, garantizando ventajas como dejar débitos pendientes para pagarlos
en la próxima estadía en el hotel. A partir de 1920, las redes de puestos de gasolina en los Estados Unidos
pasaron a emitir tarjetas semejantes (MIRANDA, 2010).

Entre las grandes compañías de petróleo, la General Petroleum Corporation  fue la primera a emitir una
tarjeta de crédito para la gasolina, en 1924. Al principio esas tarjetas eran otorgadas a los empleados de la
compañía y a clientes seleccionados pero luego pasaron a ser utilizados por el público en general.

Ese primer período de expansión de la tarjeta de crédito duró poco. La caída de la bolsa de valores de Nueva
York en octubre de 1929, tuvo consecuencias negativas también para las tarjetas. La depresión perjudicó el
crecimiento de su uso y las cuentas morosas aumentaron de manera alarmante.

En 1932 con la llegada de Franklin D.Roosevelt a la presidencia de los Estados Unidos, ante el ambiente de
euforia y optimismo, algunas empresas buscaron revivir las tarjetas de crédito, colocando énfasis en la
utilización de las mismas como forma de promocionar las ventas.

Después de la Segunda Guerra Mundial, las tarjetas de crédito pasaron a ser emitidas por una empresa creada
apenas para este fin. La primera tarjeta de crédito multiuso fue Diners Club Card emitida el 28 de febrero de
1950 e inicialmente restricta a una red de hoteles y restaurantes afiliados, extendiéndose enseguida a otras
empresas. La Diners Club Card ( el club de los que van a cenar) fue idealizada por el empresario Frank

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MacNamara que durante una cena con los amigos se dio cuenta de la potencial utilidad de un instrumento para
pagar en los restaurantes a crédito. 

Inicialmente la tarjeta era de papel cartulina, siendo que apenas en 1955 Diners pasó a utilizar las tarjetas de
plástico.

En 1958, American Express también creó una tarjeta semejante, después comenzaron a surgir varias otras
empresas con la misma finalidad.

En Argentina, la primera tarjeta de crédito emitida fue justamente la de Diners Club, que inició sus
actividades en 1961 con 156 socios y 78 establecimientos afiliados. Aun desde el año de 1956, Diners
International ya había hecho convenios con algunos establecimientos en la Argentina para la aceptación de las
tarjetas emitidas en el exterior. La tarjeta poseía apenas la función de compra y el hecho de ser una “tarjeta
de compra” hacía que los socios tuviesen que pasar sus consumos integralmente cada mes. Así, no existía
ninguna forma de financiación. 

El otro atributo de la tarjeta era de ser “sin límite”. La concesión de la tarjeta de crédito no estaba sometida
a un valor máximo de consumo, sin embargo, estaba subjetivamente limitada a un proceso decisorio de
carácter interno que hacía que la tarjeta, dependiendo de su histórico, pudiese tener o no su funcionamiento
interrumpido. Tal determinación estaba a criterio del emisor que ponderaba el riesgo. Además de eso, para
ser un privilegiado poseedor de la tarjeta Diners, había ciertas condiciones imprescindibles como: ser
propietario, poseer renta alta y tener solvencia moral.

Luego, en 1969 fue emitida la primera tarjeta de crédito bancario en la Argentina, la London Card, emitida
por el banco de Londres y de América del Sur, perteneciente al grupo Lloyds Bank.

Actualmente la gran mayoría de las tarjetas de crédito son emitidas por administradoras asociadas a los
bancos o por los propios bancos que crearon sus propias empresas de tarjetas de crédito. Por regla, se
vinculan los bancos para auxiliar las operaciones empresariales, siendo un medio seguro de conducción de
dinero y factor de crédito, facilitando la adquisición de mercaderías y servicios sin la necesidad de desembolso
de dinero.

3. Concepto y naturaleza jurídica

La tarjeta de crédito es una forma de pago que puede ser electrónica o no. Quien la posee puede hacer
compras a crédito, o sea, comprar ahora y pagar después a través de un “boleto bancario”. En general la
empresa emisora de la tarjeta se asocia a un banco o a otra institución financiera responsable por el
financiamiento del crédito abierto para los titulares de las tarjetas.

Para Nelson Abrão (1966), la tarjeta de crédito es “un documento comprobatorio de que su titular goza de un
crédito determinado ante cierta institución financiera lo cual lo credencia a efectuar compras de bienes y
servicios a plazo y extracciones de dinero a título de mutuo”.

A partir de esos conceptos es importante aclarar que la tarjeta no es una carta de crédito, porque la tarjeta
no es un contrato y no vale por sí solo, apenas posee validad en la medida en que exista un contrato anterior
entre la entidad emisora y el cliente usuario, a través del cual se emite la tarjeta y se regula su uso. La mera
tarjeta no sirve para reclamar derechos o cumplir obligaciones porque no contiene en sí cualquier elemento
que sustente tales pretensiones.

Un título es un instrumento que vale por sí mismo pues incorpora en su propia materialidad su valor
económico y el valor jurídico de reclamar su pago o contraprestación  por la simple propiedad de su titular,
sin necesidad de exhibir otra causa que le otorgue validez.

Sin embargo, eso no ocurre con la tarjeta de crédito pues la misma necesita como condición de validez estar
soportado por un contrato. Ese contrato da facultades al emisor para suspender o anular la tarjeta a su
criterio lo que es incompatible con la naturaleza de un título. 

Además, la tarjeta de crédito no pertenece en propiedad a quien la usa. Los contratos de emisión de la
tarjeta estipulan, por una necesidad operatoria propia, la propiedad  de la tarjeta de crédito por parte de su
emisor. El usuario es un mero poseedor de la tarjeta y prueba de eso es que la reposición de una tarjeta
perdida se cobra al usuario con el valor material de la misma. 
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Para Amadeo (1987):

La tarjeta de crédito es emitida a favor del usuario, y es el documento indispensable para ejecutar el haz de
derechos que surgen en la relación trilateral conformada sobre la base de la celebración de dos contratos: a)
Entre la emisora con la persona a quien se le entrega la tarjeta de crédito y b) Entre la emisora y el
comerciante.

En síntesis, la tarjeta es una consecuencia jurídica cuya causa es un contrato que es el que genera los
derechos y obligaciones del usuario y del emisor. Por eso, el valor de la tarjeta de crédito no es jurídico pero
sí meramente operativo.

Podemos concluir por lo tanto, que la tarjeta de crédito es un contrato por el cual una empresa bancaria o
una persona jurídica autorizada concede una abertura de crédito, de tipo rotativo, con una cantidad
determinada, a favor de su cliente, que puede ser una persona natural o jurídica, para que utilizando una
tarjeta de plástico singular pueda adquirir bienes o servicios de las empresas o establecimientos afiliados,
cuyos consumos serán cancelados en el plazo correcto convenido (VELARDE, 1995).

Básicamente se trata de un contrato de crédito porque su finalidad es la de otorgar financiación al usuario


consumidor, permitiéndole al banco emisor abastecer los requerimientos de créditos de consumo efectuados
por millares de personas. Esta es una nota distintiva muy importante que difundió el uso de la tarjeta de
crédito en la sociedad contemporánea.  

4. El contrato de tarjeta de crédito

Algunos autores defienden que en relación a la tarjeta de crédito existe en verdad tres contratos: el primero,
entre la entidad que emite la tarjeta y el establecimiento vendedor a través del cual este promete admitir la
tarjeta como

forma de pago;  el segundo, celebrado por el ente emisor y el consumidor, por el cual aquel se obliga a
costear, por cuenta del titular de la tarjeta, las facturas de bienes y servicios que este haya adquirido en los
establecimientos que admiten esta forma de pago; el tercero, que es el contrato de compra y venta o
prestación de servicios, que realiza ese mismo consumidor con un comerciante determinado y cuyo pago se
efectúa por medio de la tarjeta (LÓPEZ FRÍAS, 1994).

En la opinión de Ricardo Luis Lorenzetti (1999), “solo un enfoque sistémico permite explicar el cúmulo de
relaciones existentes que se dan con motivo de esta operatoria”.

El Derecho argentino sancionó la ley 25.065 del 7 de septiembre de 1998, a través de la cual se crearon
normas que regulan los diversos aspectos relacionados al sistema de tarjetas de crédito, bien como las
relaciones entre el emisor y el titular o usuario y entre el emisor y el proveedor. Esta es la primera normativa
que habla sobre el sistema de tarjeta de crédito tratándola como un conjunto complejo y sistematizado de
contratos individuales.

La Ley N° 25.065 (art.1) dice: “se entiende por sistema de tarjeta de crédito al conjunto complejo y
sistematizado de contratos individuales (…)” y de la misma forma se viene posicionando la jurisprudencia
argentina, aceptando el enfoque sistematizado de la tarjeta de crédito.

Una importante jurisprudencia argentina sobre el asunto trató la causa entre Jaraguinis Nefi contra el banco
de Boston y otro. En este caso, un usuario de tarjeta de crédito, al realizar su compra en un supermercado en
una ciudad de veraneo, se deparó con la empleada de la caja reteniéndole su tarjeta por denuncia de robo
que enseguida fue destruida por el gerente. En el hecho en cuestión el Dr.Monti en su voto dejó claro que un
análisis íntegro de la situación no podría reducirse a un único vínculo entre el banco y el usuario. Enseguida
afirma que los comerciantes proveedores de bienes y servicios son también parte del sistema.

La relación entre el emisor de la tarjeta, el usuario de este y los proveedores fue explicada recurriendo a la
delegatio solvendi, así ,la relación entre la entidad organizadora y el banco que comercializa la tarjeta ha sido
calificada como una forma de agencia con representación limitada, explicaba el mismo voto.

Aduce aún que lo cierto es que no se puede evitar el papel que cada uno de esos diversos sujetos asume en el
conjunto de relaciones que surgen en el funcionamiento del sistema. Resulta indiferente que la codemandada
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Visa Argentina no hubiese contratado directamente con el acto, pues dicha empresa es parte necesaria en la
prestación del servicio de la tarjeta de crédito que se ofrece al usuario.

Tal jurisprudencia se ocupa por lo tanto de reflexionar sobre las relaciones entre el ente organizador del
sistema (Visa) y el ente administrador del mismo, el banco, determinando que ambos están coligados en el
servicio que prestan al usuario.

5. El comportamiento de la ley brasileña

En Brasil, diferentemente de la Argentina, no existe una legislación que trate sobre la tarjeta de crédito. 

En relación a la materia, prevalece el entendimiento de que el contrato de tarjeta de crédito se presenta


como un contrato de adhesión. Esto porque la organización de la actividad bancaria, en función de la
multiplicidad de clientes, impone la necesidad de la estandarización de las cláusulas contractuales mediante
la utilización de formularios uniformes previstos en el contrato de adhesión (GOMES, 1981). 

Se presentan por lo tanto, las cláusulas contractuales uniformes por razones de orden económica y práctica,
considerando la necesidad de que el emisor mantenga la equivalencia en las relaciones en la cual forma parte
(ROPPO, 1988). Esta situación acaba por caracterizar la masificación de los contratos acarreando a su vez un
perjuicio al interesado en contratar el servicio de la tarjeta de crédito al manifestar en las cláusulas
contractuales prácticas abusivas. 

No obstante, siempre que un contrato de adhesión como así lo es el de la tarjeta de crédito, se haga
excesivamente oneroso o cuando presente cláusulas abusivas o leoninas, el mismo debe ser revisto a favor del
consumidor, conforme dispone el propio Código de Defensa del Consumidor Brasileño.   

Si por un lado esa masificación permitió a las empresas emisoras de tarjetas de crédito la reducción de costos
y eficiencia de gestión, por otro dificultó en parte el principio de la libertad de contratar, dada la no
existencia entre los contratos de una significativa alteración favorable al asociado.

6. Conclusión

Primeramente, podemos concluir que la naturaleza jurídica del contrato de la tarjeta de crédito está
representada por la existencia de una conexión entre los contratos celebrados para el funcionamiento del
sistema de la tarjeta  de crédito, ahí participan, el contrato de emisión de la tarjeta de crédito celebrado
entre la entidad emisora y el usuario; el contrato de afiliación entre la entidad emisora y el establecimiento
afiliado y el contrato entre el establecimiento afiliado y el usuario que puede ser de compra y venta u otra
modalidad contractual.

Además, el sistema de tarjeta de crédito está formado por el conjunto complejo y sistematizado de contratos
individuales cuya finalidad es la de posibilitar al usuario efectuar la compra de bienes y/o servicios, obtener
disposiciones en efectivo en las entidades del emisor; diferir el pago por parte del titular según la modalidad
combinada y abonar el emisor a los establecimientos afiliados los consumos que el usuario pueda realizar.

A partir de esas conclusiones, debemos comprender que las diversas relaciones jurídicas que se desarrollan en
el contrato de la tarjeta de crédito no pueden ser interpretadas de por sí, requiriendo un abordaje profundo
mientras parte de una relación global que tiende a unificar estos contratos, como si se tratase de una sola
relación; el contrato de emisión no subsiste sin el contrato de asociación, este apenas tendrá eficacia cuando
se verifique un contrato de compra y venta o de prestación de servicios.  

Bibliografía:

ABRÃO, N. (1966). Direito bancário. São Paulo: Revista dos Tribunais.

AMADEO, J. L. (1987). Tarjeta de Crédito. Revista Jurisprudencia Argentina (IV), 1057-1065.

GOMES, O. (1981). Contratos, Rio de janeiro: Forense.

MIRANDA, M. B., (2010). Aspectos Jurídicos do Contrato de Cartão de Crédito. Revista Virtual Direito Brasil.
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ROPPO, E. (1988). O Contrato, Traducción de Ana Coimbra e M. Januário C. Gomes, Almedina, Coimbra.

VELARDE, J. R. (1995). Los Contratos Bancarios Modernos. Lima: Editorial Grijley.

LÓPEZ FRÍAS, A. (1994).  Los contratos conexos (págs. 76 y 77), Barcelona: Bosch. 

LORENZETI, R. L. (1999). Tratado de los Contratos - Tomo III, Buenos Aires: Rubinzal y Asociados Editores.

Legislación:

Argentina: Ley N° 25.065 Tarjetas de Crédito, de 14.01.99

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