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1) La histeria recurre a la identificación viril, para tratar de responder

sobre qué es ser mujer. La feminidad no necesita esa identificación,


entonces volverse mujer y preguntarse qué es del orden de la mujer
son dos cosas distintas. La feminidad no necesita esa identificación
viril que la histérica si se posiciona.
2) la condición del amor y del deseo en la histeria es la insatisfacción,
en la sexualidad femenina no. El desacoplamiento del goce y del
deseo es propio de la histeria; en la sexualidad femenina se
conserva esta articulación.
3) En la feminidad entonces, la elección del hombre va a sostenerse o
en la imagen paterna o en el hombre que pueda amarla, alguien
que pueda ama una mujer es alguien a quien ella le pueda faltar, un
hombre que puede entregar su castración, que pueda faltarle, y eso
le ayudará un poco a ponerse en esa posición de poder cubrir algo
de la falta de ese Gran Otro.
En la histeria en cambio, a la posición que tiene la histérica frente a
su deseo no puede darse a través de esa castración del amante o de
un hombre, o de un padre idealizado porque ella ya está como todo,
ella ya está totalizada. Ella la única forma de mostrarse frente a ese
hombre o a ese padre idealizado, es mostrándose como un lugar de
excepción, eso que hace ese lugar de excepción eso hace que pueda
enaltecer su identificación fálico. UNA COSA ES SER ÚNICA PARA UN
HOMBRE y eso es del lado de la feminidad, NO ES LO MISMO QUE
SER LA ÚNICA, que remite un estado de excepción y aquí se instala
la histérica, ser la única ser la excepcional. En la histérica, Enaltecer
ese lugar fálico pero al mismo tiempo le complica porque necesita a
Otra mujer para sostener esa búsqueda de algo a través de un
hombre o ese padre idealizado.
4) El hombre para una mujer está ahí en esa lógica del deseo, en eso
que le permite alcanzar a la mujer esa alteridad de tenerlo de
encontrar de encontrar esas insignias de amor en el Otro y eso va a
representar su feminidad, una de las partocularidades que eso se
puede presentar que es tarves de tener un hijo con ese otro. Pero
en la histeria no es exactamente igual, en la histeria el sujeto
histérico se hace idéntico al hombre, y aquí hay un problema
porque hacer idéntico al hombre hace que no haya manera que
pueda alcanzarlo al Otro. Porque el sujeto ya es el uno fálico el uno
con mayúscula, entonces en vez de estar preguntándose sobre la
alteridad que conlleva una posición femenina, la histérica va a
interrogarse sobre cómo es una mujer en tanto es convocada.
Simplemente si es el uno fálico, la única forma de introducir algo
para que sostenga su deseo es introducir otra mujer, para que haya
un relevo de cualquier forma es necesario introducir a otra mujer,
porque sino se volvería ese otro para sí misma. Y aunque ella se
ponga en una posición fálica necesita que haya otra.
En "La erótica del tiempo" Jacques-Alain Miller explica este goce de la privación en términos de
que el desacoplamiento del goce y el deseo produce la suspensión de la obtención del goce
para eternizar así el amor insatisfecho. Se trata de obtener la continuidad temporal del deseo a
través de la suspensión del goce.

la condición del amor y del deseo en la histeria es la insatisfacción, en la sexualidad femenina


no. El desacoplamiento del \

y del deseo es propio de la histeria; en la sexualidad femenina se conserva esta articulación.

En esta distribución las mujeres en posición femenina tienen un eventual acceso al goce
suplementario, más allá del goce fálico.

Al año siguiente retoma estas cuestiones en el Seminario 20 al indicar que la histérica "hace el
hombre" por lo que ella es homosexual (en francés "hommosexuelle, con dos "m" porque
incorpora la palabra homme, hombre, en la de homosexual) (p.103), es decir, interroga al Otro
sexo a partir de su identificación viril. Esto no significa que ame a las mujeres sino que se
interesa por ellas en la medida en que se vuelven un objeto de deseo para el hombre. Su
interés por el Otro sexo la define como heterosexual, lo que no impide que sea Otra para ella
misma como mujer ("no hay necesidad de saberse Otro para serlo", dice Lacan).

De esta manera, la identificación fálica de la histeria la lleva a situarse del lado masculino de
las fórmulas de la sexuación, pero desde su posición femenina, si accede a ella, "algunas"
mujeres lo hacen, establece un nexo posible con el Otro que ella encarna y con un goce más
allá del falo.

En la feminidad entonces, la elección del hombre va a sostenerse o en la


imagen paterna o en el hombre que pueda amarla, alguien que pueda
ama una mujer es alguien a quien ella le pueda faltar, un hombre que
puede entregar su castración, que pueda faltarle, y eso le ayudará un poco
a ponerse en esa posición de poder cubrir algo de la falta de ese Gran
Otro.
En la histeria en cambio, a la posición que tiene la histérica frente a su
deseo no puede darse a través de esa castración del amante o de un
hombre, o de un padre idealizado porque ella ya está como todo, ella ya
está totalizada. Ella la única forma de mostrarse frente a ese hombre o a
ese padre idealizado, es mostrándose como un lugar de excepción, eso
que hace ese lugar de excepción eso hace que pueda enaltecer su
identificación fálico. UNA COSA ES SER ÚNICA PARA UN HOMBRE y eso es
del lado de la feminidad, NO ES LO MISMO QUE SER LA ÚNICA, que remite
un estado de excepción y aquí se instala la histérica, ser la única ser la
excepcional. En la histérica, Enaltecer ese lugar fálico pero al mismo
tiempo le complica porque necesita a Otra mujer para sostener esa
búsqueda de algo a través de un hombre o ese padre idealizado.

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