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1.

La Vocación Laical

Es la Vocación propia de los cristianos

La Vocación Laical es la primera gran vocación de la iglesia (es la vocación propia de la Iglesia
de Dios). En efecto, por el Bautismo, cada cristiano es consagrado a Dios e incorporado en
Cristo Jesús, por consiguiente, está llamado a ser Iglesia viva y actuante en el mundo, a fin de
santificar la sociedad y todas las cosas pasajeras de esta tierra, a través de las cuales los Laicos
son llamados conforme a los principios del Evangelio.

La vocación laical vivida en el matrimonio: Tal vez, sea la más conocida, porque es la más
común, cuando los cristianos o no cristianos se sienten llamados por el propio Dios creador a
fundar nuevas familias, ese es el jardín donde nacen las nuevas criaturas humanas, las cuales,
por el bautismo, son llamados a ser hijos de Dios. Así, podemos decir que la vocación
matrimonial es una vocación divina, tan divina como la vocación sacerdotal, religiosa o
misionera.

La vocación laical de soltero o soltera: Esta vocación es poco conocida y, quien sabe, no está
siendo reconocida por muchos como verdadera vocación consagrada. Los que no desean
casarse, ni desean asumir una vida de consagración especial a Dios, sino simplemente quieren
ser solteros o solteras.

La vocación de laico consagrado en el mundo: Posiblemente esta vocación es menos conocida


aun. La vocación de laico consagrado al mundo no es igual a la vocación de la vida religiosa.
Pues, la vida religiosa debe siempre ser vivida en comunidad, y la vocación de laico consagrado
al mundo debe siempre ser vivida fuera de cualquier comunidad religiosa. Más claramente,
debe ser vivida en el mundo, en el ambiente de familia o de la sociedad, y no en un convento.
Pues la vocación es ser "Sal de la Tierra", "Luz del Mundo" y "Fermento de la Sociedad"

El laico consagrado al mundo se "Consagra a Dios" de forma específica. Esto es, se da o se


entrega eternamente a Dios haciendo, como los religiosos, sus votos o promesas de vivir los
tres consejos evangélicos, la Castidad, la Pobreza y la Obediencia.

2. Ser santo es participar de la santidad de Dios. Jesucristo es el Santo de los santos y el


Espíritu Santo es el Santificador
El término latino sanctus llegó a nuestra lengua como santo. Este adjetivo permite
referirse a la persona que carece de toda culpa y que está llena de bondad.

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