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REPÚBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA

MINISTERIO DEL PODER POPULAR PARA LA EDUCACIÓN

UNIVERSIDAD DR. RAFAEL BELLOSO CHACÍN

FACULTAD DE HUMANIDADES Y EDUCACIÓN

ESCUELA DE COMUNICACIÓN SOCIAL

CÁTEDRA: REDACCIÓN Y ESTILO PERIODÍSTICO I

PROFESOR: DEXY LINARES

SECCIÓN: S431

ENTREGA FINAL

ESTUDIANTE:

RINCÓN MÉNDEZ, MARÍA ISABEL

C.I 28.558.929

MARACAIBO, NOVIEMBRE DE 2020.


IMAGEN 1:
EL AMARGO DESTINO DE UNA MUJER EXTRANJERA.

Como venezolana viviendo en Perú, he tenido que atravesar angustiosas


situaciones a causa de la discriminación y xenofobia; un problema que,
actualmente, se ha convertido en el día a día de los venezolanos que hemos
tenido que dejar nuestro país. Dichas situaciones me han convertido en una mujer
más fuerte y resiliente, pero, una de ellas, fue la que marcó un antes y un después
en mi vida como mujer extranjera.

Como cada mañana, salía a una estación de tren muy conocida en Lima, la
capital donde estuve viviendo por más de dos años. Dicha estación, con el pasar
del tiempo, se fue convirtiendo en parte de mi rutina de cada mañana. Sin
embargo, también se convirtió en un foco de discriminación hacia los inmigrantes
venezolanos, y en mi caso, los insultos eran algo común. No obstante, cada noche
al llegar a mi casa, reflexionaba y pensaba que sería sólo algo temporal.

La noche que cambió mi vida rotundamente fue aquella en la que, cuando


iba de regreso a mi casa, en una calle solitaria conocida como “El santuario”, dos
hombres me arrebataron todas mis pertenencias, me golpearon hasta quedar
inconsciente y me dejaron encerrada por más de dos días, en los que sólo
escuchaba sus frases despectivas hacia los venezolanos, tales como: ¡Venecos!
¡Váyanse de aquí! ¡Estamos hartos de ustedes!. A pesar de esto, lo único que me
daba fortaleza era pensar en mi familia. Poco después de 48 horas, las
autoridades peruanas lograron rescatarme y arrestar a los hombres que me
encerraron, todo esto gracias a que mis compañeros de trabajo pusieron la
denuncia.

Hoy en día, es altamente significativo para mí poder narrar y compartir mi


historia. Cada vez son más los venezolanos que sufren este tipo de agresiones, y
lo importante ahora es contribuir para que esta situación, en lugar de empeorar,
mejore. Pese a todo lo vivido, tengo mucho que agradecerle a Perú, y recuerdo
con mucho cariño aquella estación de tren, en la que crecí como persona, maduré
y agradezco el haberme convertido en “una mujer extranjera”, la nueva versión de
mí que tantas enseñanzas me dejó.
IMAGEN 2:
LA NIÑEZ COMO SÍMBOLO DE ESPERANZA

Los niños siempre representan alegría en medio de cualquier circunstancia.


Ellos, irradian luz en todo momento y, a través de esa luz, iluminan el día a día de
quienes estén a su alrededor. Todo esto, gracias a que su inocencia y carisma les
permite llegar al corazón de las demás personas.

La infancia es, para muchos, un símbolo de pureza, inocencia, vitalidad y


alegría: quién no volviera a aquel momento en el que todo eran risas y amor, a
aquel momento en el que la mayor preocupación era qué postre había preparado
mamá.

Sin embargo, estas características prevalecen en las personas aún con el


pasar del tiempo; esa alegría y amor a los pequeños detalles, al disfrute de juegos
entre amigos, a compartir sonrisas con las personas más queridas. Eso es la
representación de la niñez, y no es cuestión de edad, sino de actitud.

Quizás las ansias de renovación, de felicidad, no sean más que la


necesidad de dar voz a ese pequeño sabio al que alguna vez que otra se le ha de
oír.

Diversos escritores citan que la adultez, más que el reflejo físico de la edad,
es una actitud: cuando se pierde la curiosidad y el sentido del humor, se deja de
ser niños. Quizás por eso, todos en algún momento añoran aquellos tiempos cada
vez que se le ve a un niño sonreír, porque no tiene preocupaciones, ni
responsabilidades.

Puede que la adultez no sea más que un cambio de perspectiva, puesto


que, se pasa de maravillarse con lo que se tiene alrededor, a asustarse cuando
algo se sale de lo normal. Y quizás, ese es el mensaje que a todos les deja la
niñez como clave para la felicidad: maravillarse del mundo como si cada día se le
viese por primera vez. Así, se disfruta más de valorar lo que está cerca y que a
simple vista no se logra ver.
Los niños no juzgan, no tienen tantos prejuicios como los adultos; ellos
viven el presente y dan una verdadera enseñanza de lo que realmente significa
disfrutar la vida, representando la esperanza de que cada día puede ser mejor.

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