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Antes de que se encargara a Deloitte la gestión, se pidió a la auditora KPMG que hiciera
el forensic (un auditoría ‘con lupa’), la cual se contrastaría con los informes de DBO Auditores,
que hasta entonces había auditado en Pescanova. Se deberán saber muchas cosas que hoy
por hoy, en gran medida, sólo son sospechas.
¿Qué ocurrió en realidad? ¿Qué causas han conducido a la situación actual? ¿Por qué la
banca exigía la destitución de los gestores? ¿Fueron simplemente errores estratégicos o
un crecimiento imprudente? ¿Hubo ligereza en la financiación de nuevas inversiones al
utilizar crédito fácil procedente de las cajas de ahorro gallegas, como todas, muy politizadas?
¿La crisis de estas cajas arrastró a Pescanova? ¿Hubo apaños con la auditora DBO para
dulcificar la situación de la empresa y así obtener créditos y atraer inversores?
¿Faltó diligencia en los bancos en verificar la situación real de la empresa antes de otorgar
créditos? ¿Por qué no se presentaron las cuentas de la compañía a su debido plazo? ¿Por
qué ocurrió el desfase entre la deuda presentada y la deuda real? Convendrá aclararlo.
Me pregunto: ¿Hubo una ‘bola de nieve’ formada por acumulación de malas prácticas cuyo
encubrimiento llevó a otras, y así sucesivamente? Quizá, pero hay que esperar para saberlo
con certeza. En definitiva, estamos ante un caso a seguir. ¿Sabremos aprender de él, al
menos, qué es lo que no se debe hacer?
Un ejecutivo de Goldman Sachs deja la
empresa por su cultura
Publicado el marzo 27, 2012 por Domènec Melé
El consejero ejecutivo de GS, Lloyd C. Blankfein, y Gary D. Cohn, su director general,
respondieron el artículo inmediatamente a través de una carta publicada online y dirigida a los
empleados de GS. Calificaban a Smith como un descontento y afirmaban que sus puntos de
vista “no reflejan nuestros valores, nuestra cultura y cómo la gran mayoría de la gente de
Goldman Sachs piensa en la empresa y el trabajo que realiza en nombre de nuestros
clientes.” Mencionaban la existencia de estudios sobre el entorno de trabajo en GS,
independientes y públicos, que les eran favorables. También citaban una encuesta reciente
respondida por el 85% de los empleados de todos los niveles de la empresa. El 89% de ellos
señalaban que GS proporcionaba un servicio excepcional a los clientes.
No era la primera vez que GS había recibido críticas por prácticas cuestionables. Así, las
acusaciones presentadas en 2010 por la SEC (equivalente a la española CNMV) en las que
se afirmaba que la empresa engañó deliberadamente a algunos clientes mediante la venta de
hipotecas titularizadas cuando el mercado de la vivienda comenzó a derrumbarse. Aunque
Goldman negó haber obrado mal, la imagen pública creada hacía creíble la denuncia de
Smith.
Para una apropiada evaluación ética del caso se necesitaría más información, pero pueden
hacerse algunas consideraciones. Si el contenido de la denuncia es verdadero, GS y sus
ejecutivos incurrieron en un seria falta de honradez y rompieron con el compromiso de
anteponer los intereses de los clientes a los propios. Aunque no todos los clientes son iguales
en sus conocimientos financieros, pudieron abusar de los menos expertos que les confiaron
su dinero.
Si las declaraciones de Smith son falsas, estaríamos ante una grave calumnia y una injusticia
a GS, por el impacto ocasionado a su reputación. Si, por el contrario, fueron veraces, cabe
todavía considerar si publicar un artículo en el NYT fue la mejor manera de proceder. ¿Habría
sido suficiente alguna acción dentro de GS en lugar de llevar a cabo una denuncia pública?
Probablemente no, pero esta posibilidad debería haber sido explorada, especialmente si las
conductas denunciadas no estaban generalizadas dentro de la organización.
Por último, si Smith no miente, este caso aumentaría la evidencia empírica, proporcionada por
otros casos, sobre la influencia del liderazgo en la cultura empresarial y cómo los incentivos –
de promoción en este caso – influyen en las conductas de las personas. También haría
patente que la conciencia personal no desaparece al entrar en la empresa y algunos
empleados tienen el coraje de decir no, y salir de una cultura empresarial que erosiona su
integridad, cuando no la pueden cambiar.
Amazon: la lógica de “el ganador se lo
lleva todo”
Publicado el octubre 28, 2015 por Domènec Melé
Hace casi 20 años, dos prestigiosos economistas, Robert H. Frank y Philip J. Cook,
escribieron un libro que tenía por título “The Winner-Take-All Society” (literalmente “La
sociedad del ganador se lo lleva todo”). El subtítulo clarificaba el sentido: “Por qué unos
pocos de arriba sacan más que el resto de nosotros“. Se ocupa de un tema que sigue
siendo actual: la desorbitada remuneración de los socios o muy altos cargos directivos de
firmas de élite a las cuales la promoción exige una fuerte competición interna, que a veces es
brutal. Encontramos en este grupo firmas de consultoría, despachos de abogados,
empresas de servicios financieros e incluso empresas de distribución al detal
como Amazon.
Hay empresas de este tipo que conceden permisos por maternidad o no permiten trabajar los
sábados. Sin embargo, como comentaba recientemente Noam Scheiberaug, las políticas de
trabajo pueden ser amables, pero la competición brutal, no lo es.
Respecto a Amazon, el pasado mes de agosto, el New York Times (NYT) publicó un largo y
documentado reportaje. Recogiendo más de 100 testimonios de empleados y exempleados de
Amazon, relataba estragos en el sistema de competición interno, que incluso comprendía
una herramienta de evaluación online donde cada empleado podía expresar a los directivos
alabanzas y críticas sobre el desempeño de sus compañeros sin que estos se enteraran. Una
auténtica lucha de todos contra todos. Acerca del ambiente de trabajo, un exempleado
afirmaba:
Según el mencionado artículo del NYT, una encuesta de 2013 llevada a cabo por PayScale,
una firma de análisis de salarios, señalaba que la mediana de permanencia en Amazon es
de un año y solo el 15 por ciento de los empleados permanece más de 5 años. No es un
fracaso sino una estrategia bien pensada. Hay muchos candidatos a entrar, pero otros
muchos se van. Es parte del sistema para retener a los “mejores” o más bien los que son
capaces de sobrevivir en Amazon. Por otra parte, se penaliza a pagar parte del bono a cobrar
si se sale antes de un año. Pero no todo dinero; motiva también saberse ganador, sacar una
mejor evaluación que los otros, enfrentarse con retos cada vez más exigentes. Es lo que
persiguen los responsables últimos de la empresa para lograr el máximo de cada trabajador,
pero ¿es bueno?
Esta mentalidad competitiva propiciada por “la lógica del que gana se lo lleva todo” favorece
que la mayoría se queme y abandone la empresa y, los que se quedan, tengan que sacrificar
su vida personal o familiar quizá hasta el punto de vivir para la empresa.
Hay una “ecología humana” de adaptación de las personas a su entorno, pero no toda
adaptación es plausible. El desarrollo humano es mucho más que adaptarse: es crecer en
humanidad. Culturas como la de Amazon y la de otras empresas con estilos parecidos
pueden hacer a uno más productivo, halagándole con el espejuelo del éxito o del dinero, pero
destrozándolo en su humanidad. Empresas como esas crecen, enriquecen a los que están
más arriba, pero de ningún modo contribuyen a mejorar la sociedad.
SPACE El colapso de la ética.
Elkin fue a recibirlo con su cuñada, la arquitecta Hadilly Mustafá. Cuando apenas
estaban entrando, una ingeniera de CDO dijo que tenía que ausentarse por unos
minutos. Entonces Hadilly le propuso a Elkin que se fueran a fisgonear los
acabados del apartamento de en frente, que para ese momento estaba
desocupado.
Al rato, la ingeniera de CDO regresó y les dijo que no había de qué preocuparse,
que simplemente habían tenido problemas con una viga que ya había sido
reparada. La arquitecta Hadilly se quedó tranquila cuando le certificaron que el
reconocido ingeniero Jorge Aristizábal Ochoa era quien dictaminaba que el daño
ya estaba solucionado. “Ahh, entonces no hay problema, ese señor es una
eminencia”, dijo Hadilly. Aristizábal fue el mismo ingeniero calculista de Space y
quien, un día antes del colapso de una de sus torres, dijo en los medios de
comunicación que los habitantes se podrían quedar esa noche sin ningún tipo de
riesgo.
El ingeniero civil Roberto Rochel Awad hizo un estudio sobre la obra y concluyó
que no se respetaron las normas de la construcción respecto a la resistencia
mínima del concreto. El edificio tenía serias fallas en su estructura, que incluso
quedaron a la vista. Una fotografía que se ‘viralizó’ en las redes sociales muestra,
según sus autores, el desnivel de una de las columnas exteriores al compararla
con una línea recta trazada por computador. Pero además, Rochel advirtió que
reparar Continental Towers podría salir más costoso que tumbarlo y construirlo de
nuevo. “En ingeniería todo tiene solución, pero también debe considerarse su
costo y si este realmente justifica hacerlo. Volver habitable Continental Towers
requiere de una cirugía muy complicada, desde la cimentación hasta las vigas y
columnas y podría llegarse a la conclusión de que es más económico construir
una nueva torre”.
Pero los dueños de Continental no son los únicos que viven en esa especie de
limbo pos-Space. El edificio Asensi, también construido por CDO, que contó con
los oficios del mismo ingeniero calculista, fue evacuado el 12 de octubre de 2013,
el mismo día de la tragedia de Space. Las 106 familias que habitaban el conjunto
tuvieron que salir, mientras se analizaba la estructura del edificio.
A pocos metros de Space están construyendo otro proyecto que se llama Mantuá.
Días después del desplome de la torre 6, los obreros y el vigilante escucharon
ruidos extraños, que reportaron al Dagrd. Los ingenieros que hicieron la
inspección ordenaron desalojar. En ese momento se trató de una falsa alarma. El
susto se debió a una fuga de agua en un sótano de una construcción vecina. Sin
embargo, aquello sirvió para que el Dagrd encontrara que, pese a que la obra no
estaba terminada, ya evidenciaba problemas en el cumplimiento de las normas de
sismorresistencia. Hoy no es habitable.
Pero eso no es lo que espera Elkin, que lleva cinco meses pagando arriendo con
la ayuda de un auxilio en un apartamento de 50 metros cuadrados en una zona
popular de Medellín. “¿Usted sabe cuánto quedaron costando los apartamentos de
Continental? Ya no valen nada. Estos son edificios de la muerte. Mire al frente
Space, y pregúntese si alguien querría volver a vivir aquí”. Y lo peor para todos
ellos es que ya se van a cumplir los seis meses que Bancolombia concedió para
congelar los créditos de los afectados.
Por ahora, los afectados de los proyectos Space, Asensi y Continental están a la
espera de estudios que está llevando a cabo la Universidad de los Andes. Con
esos estudios se decidirá la demolición o la repotenciación de los edificios. La
mesa de afectados de Space, sin embargo, puso el caso en conocimiento de la
Superintendencia de Industria y Comercio.
Hace poco, Elkin, que vio desde su ventana cómo se venía abajo Space, se
despertó perturbado y sudoroso por un ruido de piedras que venía de la calle.
Cuando se paró en la ventana a ver qué era lo que pasaba, se dio cuenta de que
no se trataba de ningún derrumbe. Era una retroexcavadora que a esa hora movía
la tierra en el barrio en el que vive ahora de arrendado. Esa fue la paranoia con la
que quedó.