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Constitución de 1812 o constitución de Cádiz.

La Constitución de Cádiz, aprobada el 19 de marzo de 1812, festividad de San José,


conocida por eso como la Pepa, es la primera Constitución propiamente española, ya
que el Estatuto de Bayona de 1808 no dejó de ser una “Carta otorgada” marcada por el
sello napoleónico.
La Constitución se aprobó en el marco de la Guerra de la Independencia (1808 a 1814),
y fue la respuesta del pueblo español a las intenciones invasoras de Napoleón Bonaparte
que, aprovechando los problemas dinásticos entre Carlos IV y Fernando VII, aspiraba a
constituir en España una monarquía satélite del Imperio, como ya había hecho con
Holanda, Alemania e Italia, destronando a los Borbones y coronando a su hermano José
Bonaparte. Pero la respuesta de los ciudadanos, jalonada por sucesos como el Motín de
Aranjuez, las Renuncias de Bayona y el levantamiento de los madrileños el 2 de mayo,
encerró un segundo significado para una pequeña parte del pueblo español. La España
patriota, disgregada en un movimiento acéfalo de Juntas, entre levantamientos, sitios y
guerrillas se unió finalmente en una Junta central Suprema, y después en una Regencia
de cinco miembros, cuyos cometidos principales fueron la dirección de la guerra y la
reconstrucción del Estado. En este punto los pareceres se encontraban divididos: había
quienes deseaban seguir anclados en el Antiguo Régimen, quienes deseaban una
reforma templada a la inglesa y aquellos que, influidos por las doctrinas y ejemplo de
Francia, consideraban que la reconstrucción había de ser más radical. Éste fue el criterio
que finalmente se impuso, y la Regencia convocó reunión a Cortes en la isla de León el
día 24 de septiembre de 1810. La designación de los Diputados a las mismas se realizó
de manera anómala, explicable por la situación del país, y su aportación fundamental
fue la Constitución de 1812.
En efecto, la constitución de 1812 enlazaba con las Leyes tradicionales de la Monarquía
española pero, al mismo tiempo, incorporaba principios del liberalismo democrático
tales como a soberanía nacional y la separación de poderes.
La soberanía, poder pleno y supremo del Estado, que hasta entonces había
correspondido al Rey, pasa ahora a la Nación, como ente supremo y distinto a los
individuos que la integran, representado por los diputados, sin estamentos ni mandato
imperativo.
La separación de poderes, la más rígida de nuestra historia, siguió el modelo de la
constitución francesa de 1791 y la de los Estados Unidos, lo cual impidió el nacimiento
del régimen parlamentario en España.
La Constitución no incorporó una tabla de derechos y libertades, pero sí recogió algunos
derechos dispersos en su articulado, como la libertad personal o el derecho de
propiedad. Sin embargo, el texto proclama a España como Estado confesional, no
reconociendo la libertad religiosa.
En lo que a los órganos constitucionales se refiere, la Constitución de Cádiz dedicaba
atención especial a las Cortes, al Rey y a sus Secretarios de despacho o Ministros.
Las Cortes se organizaban en una Cámara única, pues se temía que el clero y la nobleza
consiguieran apoderarse de una Asamblea de Próceres, obstaculizando la renovación
política, social y económica que se pretendía operar.
Detalle de la bandera y de la encuadernación en terciopelo de seda roja de la edición
manuscrita de la Constitución de 1812. Federico Reparaz. Detalle de la bandera y de la
encuadernación en terciopelo de seda roja de la edición manuscrita de la Constitución
de 1812.
Los diputados a Cortes eran elegidos mediante sufragio indirecto, siendo necesario para
ser candidato poseer una renta anual procedente de bienes propios, con lo cual, el
Parlamento quedaba en manos de las clases acomodadas.
En lo que a los poderes del Rey se refiere, se introdujeron modificaciones sustanciales.
Si en el Antiguo Régimen el Rey había ostentado su condición en virtud de un título
divino, ahora lo hacía por la gracia de Dios y la Constitución. Su poder se vio limitado,
conservando una participación en el Poder legislativo, con una tímida iniciativa y un
veto suspensivo así como la titularidad del Poder ejecutivo, aunque sus actos debían ser
refrendados por los Secretarios de despacho. Podemos destacar dentro de la Comisión
Constitucional las figuras de D. Diego Muñoz Torrero, Presidente de la misma, y a D.
Agustín Argüelles, que fue el encargado de redactar el Proyecto de la Constitución y su
discurso preliminar.
La Constitución de 1812 tuvo una vigencia efímera. Fernando VII la derogó a su vuelta
a España en 1814, implantando el más férreo absolutismo durante seis años. Tras el
pronunciamiento de Riego en 1820, precisamente con las tropas que debían viajar a
América para detener la emancipación, el Rey se vio obligado a jurar la Constitución de
1812, iniciándose así el Trienio liberal.
Con ello terminó la vigencia de la Constitución de Cádiz, pero no su influjo, que gravitó
sobre la política nacional, directamente hasta 1868, e indirectamente, durante el resto
del ciclo liberal. Tuvo además una gran influencia fuera de España, tanto en América,
en las constituciones de las viejas colonias españolas al independizarse, como en
Europa, en la que durante años operó como un auténtico mito, influyendo en las ideas
constitucionales portuguesas, en el surgimiento del Estado italiano e incluso en la Rusia
zarista.

¿Qué fue la Constitución de Cádiz?

La Constitución de Cádiz, también llamada Constitución española de 1812 o


Constitución Política de la Monarquía Española y, popularmente, referida como “La
Pepa”, fue una carta magna del Reino de España promulgada por las Cortes
Generales españolas en Cádiz el 19 de marzo de 1812.

Se trató de un hito histórico al ser la primera Constitución de la historia española, y


una de las más liberales para su época de redacción.
La Constitución de Cádiz consistía en un preámbulo y diez títulos con 384 artículos,
y estuvo en vigencia durante dos años antes de que el regreso de Fernando VII al trono
de España la derogara en Valencia en 1814.

Se retomaría brevemente después, en 1820, cuando se hizo jurar al monarca, durante


el período conocido como El Trienio Liberal (1820-1823); y una vez más en 1836,
durante un gobierno progresista que ya elaboraba la Constitución española de 1837.

Características de la Constitución de Cádiz:

1. Origen

La Constitución de Cádiz fue el resultado directo de las Cortes Generales


españolas con que se quiso contrarrestar la invasión de España por el Ejército
de Napoleón Bonaparte, quien impuso a su hermano José en el trono español. Se trató
de una asamblea nacional constituyente.

Estas juntas asumieron el poder político y se aliaron con Inglaterra para resistir a los


invasores, y en plena guerra de liberación promulgaron una Carta Magna que, entre
otras cosas, establecía la soberanía en la Nación y no en la figura del Rey, lo cual era un
claro golpe a las leyes absolutistas del Antiguo Régimen.

2. Derogación

La vida de la constitución fue breve, apenas dos años, pues a su retorno al trono
español en 1814 Fernando VII la derogó, junto con la disolución de las Cortes y la
detención de los diputados liberales, pretendiendo volver a instaurar el absolutismo y
revertir la importante cantidad de cambios modernizadores que la Constitución de Cádiz
había implantado.

Esto acarreará numerosas consecuencias, como el alzamiento de las colonias


americanas que vieron así frustrada su posibilidad de gozar de cierta autonomía y
reconocimiento nacional como provincias de un estado federativo.

La ironía es que la Constitución de Cádiz sirvió en muchos casos de modelo para las
futuras constituciones republicanas de Hispanoamérica, una vez liberadas de
España.
3. Territorio

La Constitución de Cádiz tenía vigencia para todos los territorios hispanos del


mundo, que en 1812 eran vastos y abarcaban a la España peninsular, junto con las Islas
Canarias, Ceuta, Melilla y las Baleares; en el continente americano los territorios (en
pleno estado de confusión independentista) del Río de la Plata, el Alto Perú, Venezuela,
la Nueva Granada, Centroamérica toda, el Caribe hispano, Las Floridas, la Nueva
España (actual México), y las Provincias Internas de Occidente (actual EE.UU);
además, las costas del tratado del Pardo en África, así como las Islas Filipinas,
Carolinas y Marianas, en el Asia menor.

4. Soberanía

Como se ha dicho, la soberanía de España pasaba a la nación y ya no al Rey, por lo


que una monarquía absoluta pasaba a ser una constitucional, con separación de poderes,
limitación de los poderes del ejecutivo (el Rey) y voto universal masculino directo.

Este nuevo estado le otorgaba la ciudadanía y la igualdad de derechos jurídicos a los


ciudadanos peninsulares y ultramarinos, convirtiendo todo en una sola gran
nación con presencia en los dos hemisferios del mundo.

5. Libertades

La nueva constitución garantizaba la libertad de imprenta y de industria, el derecho


de propiedad y la abolición de los señoríos, lo cual representaba un salto enorme hacia
la liberalidad para una nación que hasta entonces se había mostrado sumamente
conservadora.

Si bien no le otorgaba derechos a las mujeres, ni siquiera las menciona casi en el


texto, se considera un importante gesto de democratización de la sociedad española para
la época.

6. Religión

El asunto religioso, sin embargo, seguía siendo custodiado por la nueva constitución. El
país de la Contrarreforma no podía permitirse demasiadas libertades de culto, por
lo que España se anunciaba como Estado Confesional Católico, prohibiendo cualquier
otra confesión y reconociendo al rey “por la Gracia de Dios y la Constitución”. Al
mismo tiempo, sin embargo, se abolía la Santa Inquisición de la Iglesia Católica.
7. La cuestión americana

El asunto de las colonias era atajado por la Constitución de Cádiz con prontitud, ya que
en su primer artículo anunciaba a la nación española como “…la reunión de los
españoles de ambos hemisferios”.

Las colonias pasaban así a ser Provincias del recién creado Estado español, en lo
cual tuvieron particular importancia los roles de diputados americanos como el
mexicano Miguel Ramos Arizpe, el chileno Fernández de Leiva, el peruano
Vicente Morález Duárez o el ecuatoriano José Mejía Lequerica.

En dichas provincias se elegiría por votación directa a un ayuntamiento en donde


residiría el poder político, lo cual atentaba directamente contra el dominio de la
aristocracia y de los intereses coloniales que, al final, al reimponerse acabarían
convenciendo a las élites criollas de lo conveniente de la Independencia.

8. Continuidad

La Constitución establecía su propia inviolabilidad frente a los poderes del Rey, así


como cierta rigidez y resistencia al cambio de su contenido en el plazo de ocho años,
lapso después del cual establecía mecanismos realmente complejos para su
modificación.

Esto tenía el cometido de garantizar la duración del nuevo Estado en el tiempo, a


pesar de que su disolución en 1814 por Fernando VII, quien la acusara de traición a las
Leyes Fundamentales del Reino, fue relativamente sencilla.

9. Importancia

La Constitución de Cádiz representa un hito histórico en la modernización de


España y es un referente importante a la hora de entender los procesos independentistas
hispanoamericanos.

Además, es recordada con orgullo por las poblaciones de Cádiz, ya que fueron
promulgadas en medio del asedio del ejército francés, en un acto de heroísmo
democrático para la historia.

Un monumento fue construido en la ciudad en 1912 para conmemorar el primer


centenario de la Constitución.

Por otro lado, esta Carta Magna fue influyente en las futuras repúblicas americanas,
así como en el Reino de las Dos Sicilias, que la tomó como propia tras hacer algunos
cambios y traducirla al italiano.
10.  “La Pepa”

El sobrenombre puesto a la Constitución se debe a que fue promulgada un día de San


José, y a que en España a las Josefinas se les solía decir afectuosamente “Pepa”.

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