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CAMARAS DE APELACIONES EN LO CIVIL, C-CUARTA

PODER JUDICIAL MENDOZA

foja: 313CUIJ: 13-00635405-4( (010304-54112))

GONZALEZ, MARIA ELENA C/ GOBIERNO DE LA PROVINCIA, DE MENDOZA


S/ DAÑOS Y PERJUICIOS

*10635506*

En la ciudad de Mendoza, a los dieciocho días del mes de febrero de dos mil
veintiuno, reunidos en la Sala de Acuerdos de esta Excma. Cuarta Cámara de
Apelaciones en lo Civil, Comercial, Minas, de Paz y Tributario, los señores
Jueces, trajeron a deliberación para resolver en definitiva los autos N°
135.339/54.112, caratulados “GONZALEZ, MARIA ELENA C/GOBIERNO
DE LA PROVINCIA DE MENDOZA S/DAÑOS Y PERJUICIOS” y sus
acumulados autos N° 257.056/54.115, caratulados “ORELLANA, DANA
VALENTINA C/GOBIERNO DE LA PROVINCIA DE MENDOZA
S/DAÑOS Y PERJUICIOS” y autos N° 257.057/54.117,
caratulados “BUSTOS, DEBORA FERNANDA C/GOBIERNO DE LA
PROVINCIA DE MENDOZA S/DAÑOS Y PERJUCIOS”, originarios del
Segundo Tribunal de Gestión Judicial Asociada en lo Civil, Comercial y Minas
de la Primera Circunscripción Judicial de la Provincia, venidos al Tribunal en
virtud de los recursos de apelación planteados por los actores, en contra de las
sentencias de fs. 250/260; 228/240 y 254/264, respectivamente.

En razón de encontrarse en uso de licencia la señora Juez de Cámara, Dra. María


Silvina Ábalos, Juez titular de esta Excma. Cuarta Cámara Civil de Apelaciones,
de conformidad al agregado introducido por el art. 2º de la Ley 3800 al inc. II del
art. 141 del C.P.C., la sentencia a que se refiere este acuerdo, será suscripta
únicamente por los dos jueces restantes, Dres. Claudio A. Ferrer y Claudio F.
Leiva.

De conformidad con lo ordenado en el art. 160 de la Constitución Provincial, se


plantearon las siguientes cuestiones a resolver:
Primera cuestión:

¿Debe modificarse la sentencia en recurso?

Segunda cuestión:

¿Costas?

Sobre la primera cuestión propuesta el Sr. Juez de Cámara, Dr. Claudio A.


Ferrer, dijo:

I-PLATAFORMA FÁCTICA:

I- a)- Expte. 135.339/54.112

A fs. 3/9 se presenta el Dr. Alfredo Guevara Escayola, por la Sra. María Elena
González, promueve acción por daños y perjuicios en contra de la Provincia de
Mendoza y solicita se la condene al pago de la suma de $275.000 o lo que en más
o en menos resulte de la prueba a rendirse, intereses legales, actualización por
depreciación monetaria y costas.

Relata que el día 24 de abril de 2010, siendo aproximadamente las 11:00 hs., su
mandante recibió una llamada telefónica a través de la cual le informaron que
habían matado a su hijo Ricardo Darío Vega, quien se encontraba preso en la
Cárcel Almafuerte, Cacheuta, Provincia de Mendoza.

Menciona las circunstancias que derivaron en la muerte del hijo de su


representada.

Se refiere a la responsabilidad de la demandada e individualiza los daños por los


que reclama indemnización, estimando sus montos.

Ofrece pruebas.

A fs. 29/39, comparece el Dr. Mario Falconi, por el Poder Ejecutivo de la


Provincia de Mendoza, contesta la demanda interpuesta en su contra y solicita su
rechazo, con costas.

Invoca la falta de legitimación de la actora y de responsabilidad del Estado por la


muerte de su hijo.

Impugna los daños y montos indemnizatorios reclamados.


Ofrece pruebas y funda en derecho.

A fs. 42/43 se presenta el Dr. Pedro García Espetxe, por Fiscalía de Estado,
asumiendo la intervención que por ley le corresponde.

A fs. 59 se resuelve acerca de la admisión y sustanciación de las pruebas


ofrecidas por las partes.

I- b)- Expte. 257.056/54.115

A fs. 3/12 se presenta el Dr. Alfredo Guevara Escayola, por la Sra. Rosa Amelia
Orellana, quien lo hace por su hija menor de edad Dana Valentina Orellana,
promueve acción por daños y perjuicios en contra de la Provincia de Mendoza y
solicita se la condene al pago de la suma de $415.000 o lo que en más o en
menos resulte de la prueba a rendirse, intereses legales, actualización por
depreciación monetaria y costas.

Relata que el día 24 de abril de 2010, siendo aproximadamente las 11:00 hs.,
falleció el padre de Dana Valentina Orellana, el Sr. Ricardo Darío Vega, quien se
encontraba preso en la Cárcel Almafuerte, de Cacheuta, Provincia de Mendoza.

Menciona las circunstancias que derivaron en la muerte del padre de su


representada.

Se refiere a la responsabilidad de la demandada e individualiza los daños por los


que reclama indemnización, estimando sus montos.

Ofrece pruebas.

A fs. 35/47, comparece el Dr. Mario Falconi, por el Poder Ejecutivo de la


Provincia de Mendoza, solicita la acumulación de estas actuaciones a las n°
135.339, caratuladas “González, María Elena c/Gobierno de la Provincia de
Mendoza p/D. y P.” y a los autos n° 124.749, caratulados “Bustos, Débora
Fernanda c/Gobierno de la Provincia de Mendoza p/D. y P.”, contesta la
demanda y solicita su rechazo, con costas.

Invoca la falta de responsabilidad del Estado e impugna los daños y montos


indemnizatorios reclamados.

Ofrece pruebas y funda en derecho.

A fs. 65 se hace lugar al pedido de acumulación.


A fs. 69/70 se presenta el Dr. Eliseo J. Vidart, por Fiscalía de Estado, asumiendo
la intervención que por ley le corresponde.

A fs. 161/162 consta la celebración de la Audiencia Inicial y la resolución acerca


de la admisión y sustanciación de las pruebas ofrecidas por las partes.

I- c)- Expte. n° 257.057/54.117

A fs. 6/15 se presenta el Dr. Alfredo Guevara Escayola, por la Sra. Cintia
Mercedes Bustos, quien lo hace por su hija menor de edad Débora Fernanda
Bustos, promueve acción por daños y perjuicios en contra de la Provincia de
Mendoza y solicita se la condene al pago de la suma de $415.000 o lo que en más
o en menos resulte de la prueba a rendirse, intereses legales, actualización por
depreciación monetaria y costas.

Relata que el día 24 de abril de 2010, siendo aproximadamente las 11:00 hs.,
falleció el padre de Débora Fernanda Bustos, el Sr. Ricardo Darío Vega, quien se
encontraba preso en la Cárcel Almafuerte, de Cacheuta, Provincia de Mendoza.

Menciona las circunstancias que derivaron en la muerte del padre de su


representada.

Se refiere a la responsabilidad de la demandada e individualiza los daños por los


que reclama indemnización, estimando sus montos.

Ofrece pruebas.

A fs. 35/47, comparece el Dr. Mario Falconi, por el Poder Ejecutivo de la


Provincia de Mendoza, solicita la acumulación de estas actuaciones a las n°
135.339, caratuladas “González, María Elena c/Gobierno de la Provincia de
Mendoza p/D. y P.” y a los autos n° 124.750, caratulados “Orellana, Dana
Valentina c/Gobierno de la Provincia de Mendoza p/D. y P.”, contesta la
demanda y solicita su rechazo, con costas.

Invoca la falta de responsabilidad del Estado e impugna los daños y montos


indemnizatorios reclamados.

Ofrece pruebas y funda en derecho.

A fs. 68 se hace lugar al pedido de acumulación.


A fs. 72/73 se presenta el Dr. Eliseo J. Vidart, por Fiscalía de Estado, asumiendo
la intervención que por ley le corresponde.

A fs. 82 se resuelve acerca de la admisión y sustanciación de las pruebas


ofrecidas por las partes.

II- LA SENTENCIA RECURRIDA:

Analiza las pruebas incorporadas a los expedientes acumulados, en especial las


que emergen del expediente n° P-30.326/10, caratulado “F. c/Barroso Olivares,
Sergio, Lorca o Lorca Carello, Mario Alberto y Casanova Trico, Diego Roberto
p/Privación ilegítima de la libertad agravada en concurso real con homicidio
agravado por el concurso premeditado de dos o más personas”, originario de la
Cuarta Cámara del Crimen, incorporado a estas actuaciones A.E.V., para concluir
en que resulta innegable que la vigilancia resultó ineficaz, de lo cual se impone
deducir que la obligación de velar por la custodia y seguridad de los presos ha
sido incumplida, debiendo responsabilizarse a la Provincia de Mendoza en los
términos del art. 1112 del C. Civ.

En lo que respecta a la procedencia y cuantificación de los daños reclamados,


comienza por el análisis de los correspondientes a la Sra. María Elena González,
madre del interno fallecido Ricardo Darío Vega.

Menciona que en caso de muerte de un hijo, la indemnización debe consistir en la


pérdida de chance de ayuda futura, pero considera que, en el caso concreto, la
accionante no ha logrado acreditar la procedencia de la reparación pretendida.

Aclara que no se ha aportado ninguna prueba que permita concluir que la actora
era destinataria de parte de los bienes que su hijo fallecido producía.

Refiere que según el prontuario remitido por el Servicio Penitenciario de la


Provincia de Mendoza, el Sr. Vega nació el 3/7/1976, tenía 3 hijos menores a su
cargo, estudios primarios completos y secundarios incompletos, era metalúrgico
y había sido condenado mediante sentencia del 13/6/2007 a la pena de 18 años de
prisión como autor de los delitos de rapto y abuso sexual con acceso carnal
agravado, habiendo sido detenido el 1/7/2006, por lo que la pena se cumplía el
1/7/2024, datos que no le permiten colegir, ni siquiera indirectamente, que las
ganancias que pudiera obtener en el futuro, producto de una actividad lícita,
pudieran contribuir al sostenimiento de su madre, razón por la cuál procede a su
rechazo.
Por el contrario, sí admite la indemnización del daño moral, la que establece en la
suma de $70.000 a la fecha del dictado de esa sentencia, ponderando para ello
que desde que el Sr. Vega estuvo preso hasta su muerte, la accionante solo
concurrió a visitarlo una vez, habiendo aquel retirado su nombre de la lista de
autorizados a esos efectos.

Continúa por el análisis de los daños reclamados por las hijas Dana Valentina
Orellana y Débora Fernanda Bustos.

Menciona que las mismas tenían derecho a que su padre les proporcionara
alimentos hasta la mayoría de edad, pero que teniendo en cuenta que Dana
Valentina nació el 2/7/2004 y Débora Fernanda el 30/11/1994, a la fecha en la
que el Sr. Vega iba a recuperar su libertad (1/7/2024), ambas demandantes ya
habrían alcanzado la mayoría de edad, por lo que hubiera cesado el deber
alimentario de su progenitor, lo cual determina el rechazo del daño en cuestión.

Distinta es la solución respecto del daño moral, el que considera acreditado y


cuantifica en la suma de $50.000 para cada una.

III- LAS EXPRESIONES DE AGRAVIOS Y SUS CONTESTACIONES:

III- a)- Autos n° 135.339/54.112

En la expresión de agravios de fs. 280/290, el Dr. Alfredo Guevara Escayola, por


la actora María Elena González, sostiene que la sentencia causa agravio a su
representada, en primer lugar, por el rechazo del daño material.

Indica que el fallo apelado omite considerar que la pérdida de chance es


indemnizable en la medida que su contingencia resulte razonable y guarde
adecuada relación de causalidad con el hecho generador.

Sostiene que se trata de un daño cierto y futuro que la sentencia desconoce y que
el hecho de que el Sr. Vega estuviera privado de la libertad al momento de su
fallecimiento, aun cuando recién pudiera recuperar su libertad en el año 2024, no
implica que no tuviera derecho a trabajar, ni que le impidiera, en el futuro, poder
ayudar a su madre a partir de lo obtenido en una actividad lícita.

En definitiva, solicita que se haga lugar al rubro por la suma de $303.750,


tomando como base para ello un SMVM de $16.875, que la ayuda económica
representaría un 10% del mismo y se entendería por aproximadamente 15 años.
Plantea, como segundo agravio, que el fallo sostiene erróneamente que su
representada solo visitó a su hijo una vez mientras estuvo preso, cuando el
informe del que se vale para arribar a esa conclusión corresponde solo al último
período de detención en el Complejo Almafuerte (19/11/2008 al 24/4/2010).

Aduce que las conclusiones a las que arriba la perito psicóloga permiten
corroborar la angustia que debió atravesar la actora como consecuencia de la
muerte de su hijo y las secuelas de daño psicológico, definido como un trastorno
depresivo mayor, con necesidad de tratamiento psicoterapéutico que la misma
presentaba.

Teniendo en cuenta esas secuelas y la incapacidad del 40% que señala la perito,
peticiona que por aplicación de la fórmula conocida como “Méndez”, el daño sea
indemnizado en la suma de $1.367.843,10 y, además, que debe reconocerse el
costo del tratamiento psicológico y el daño moral por la de $1.145.700,
equivalente al costo de un automóvil 0km (VW Gol).

A fs. 300/301, el Dr. Oscar Torrecilla, por el Poder Ejecutivo de la Provincia de


Mendoza y el Dr. Fabian Bustos lagos, por Fiscalía de Estado, contestan el
traslado de la expresión de agravios y solicitan que el el recurso de apelación
interpuesto por la parte actora sea rechazado, con costas.

III- b)- Autos n° 257.056/54.115 y Autos N° 257.057/54.117

A fs. 252/259 y 278/285, el Dr. Alfredo Guevara Escayola, por las actoras Dana
Valentina Orellana y Débora Fernanda Bustos, respectivamente, sostiene que la
sentencia causa agravio a sus representadas, en primer lugar, por el rechazo del
daño material.

Indica que el fallo apelado resulta violatorio del principio de igualdad ante la ley
cuando margina a los hijos de personas privadas de la libertad, excluyendo a
niños, niñas y adolescentes, de cualquier derecho alimentario.

Alude a la protección que emerge de la Convención de los Derechos del Niño en


ese sentido.

Manifiesta que la sentencia también resulta arbitraria al convalidar una situación


de violación de derechos humanos a las personas privadas de libertad aduciendo
que mientras cumplan la condena no cumplirán con la ayuda alimentaria, pero
omitiendo reconocer que tienen derecho a trabajar.
Solicita que el daño en cuestión sea admitido, teniendo en consideración como
ingresos el SMVM; que el 20% de los mismos serían destinados a la asistencia
alimentaria de sus dos hijas y que, en el caso de Dana Orellana, desde la muerte
de padre hasta la fecha en que la misma cumpliría los 21 años restaban 182
meses y en el de Débora Fernanda Bustos, 67 meses, por las sumas de $614.250
y $226.125, respectivamente.

Plantea, como segundo agravio, que resulta absurdo y un verdadero escándalo


jurídico propio de siglos pasados considerar que para la determinación del daño
moral por el que la parte demandada debe responder por la muerte del progenitor
frente a las hijas menores de edad, debe existir una situación de convivencia,
razonamiento claramente discriminatorio que excluiría a todos los hijos de padres
separados.

También considera aberrante que se exija que las hijas hayan concurrido a visitar
a su padre mientras estaba privado de la libertad o que resulte una circunstancia
desfavorable para su pretensión que hubieran iniciado el proceso de filiación
luego de su muerte.

Aduce que otorgar una indemnización de $50.000 por el daño moral y


psicológico sufrido por sus representadas resulta irritante, ofensivo y constituye
un apartamiento notorio de la realidad económica, por lo que solicita que sea
incrementado a una cifra no menor a los $1.145.700, equivalente al costo de una
automóvil 0Km (VW Gol).

A fs. 263/266 y fs. 289/292, el Dr. Martín Quiroga Nanclares, por el Poder
Ejecutivo de la Provincia de Mendoza y a fs. 271 y fs. 295, el Dr. Fabián Bustos
Lagos, por Fiscalía de Estado, respectivamente, contestan el traslado de las
expresiones de agravios y solicitan que los recursos de apelación interpuestos por
las actoras sean declarados desiertos o, en subsidio, se los rechace, con costas,
todo conforme a las razones que allí se indican.

IV- TRATAMIENTO DE LOS RECURSOS:

Cabe aclarar, ante todo, que razones de orden metodológico imponen abordar el
análisis de los recursos en conjunto, aun cuando se realicen las discriminaciones
que correspondan respecto de cada uno de los agravios y de las diferencias que
los mismos presentan en cada caso.

IV- a)- El pedido de deserción del recurso de apelación.


La demandada Provincia de Mendoza solicita que se declaren desiertos los
recursos de apelación interpuestos, considerando que los agravios no cumplen
con lo normado por el art. 137 del C.P.C.

Como lo ha expresado este Tribunal (autos Nº 33.711/113.860 caratulados


“RAMONOT, ENRIQUE L. C/MUNICIPALIDAD DE LAS HERAS P/DAÑOS
Y PERJUICIOS”; del 02/02/2012), puede decirse, siguiendo a Podetti, que
cuando un sujeto realiza el acto de disconformidad con una resolución judicial,
que implica la interposición de un recurso, contrae la obligación procesal de dar
al Tribunal que debe resolver el recurso, las razones de hecho y jurídicas, que lo
fundamenten. Si no lo hace deja de cumplir con la obligación (rectius-carga)
procesal, negándose a contribuir al esclarecimiento de los hechos y a la recta
aplicación del derecho, y debe ser considerado rebelde y sancionarse esa rebeldía
con la deserción del recurso. (PODETTI, Ramiro, “Tratado de los Recursos”,
Buenos Aires, Ediar, 1.975, pág. 288).

Dicho con otras palabras, la expresión de agravios debe constituir una exposición
jurídica completa y autosuficiente que contenga el análisis razonado y crítico de
la resolución impugnada, caso contrario con sujeción al art. 137 del C.P.C., debe
declararse desierto el recurso de apelación.

El análisis de los agravios formulados por las apelantes, a los que ingresaré
seguidamente, implican una crítica de la sentencia apelada que cumple, en
general, de manera suficiente con esos recaudos, por lo que no corresponde hacer
lugar al pedido de deserción de los recursos en cuestión.

IV- b)- La cuantificación de la indemnización por fallecimiento.

IV- b)- 1- Los agravios de la Sra. María Elena González.

Previo al análisis de cada uno de los agravios debo aclarar que, por tratarse de
una consecuencia del hecho dañoso, la cuestión debe ser resuelta de acuerdo a
las pautas que fija el art. 1745 del CCCN (esta Cámara, autos Nº 253.362/51.911,
caratulados “SENATORE, ROMAN GABRIEL C/CALIRE, JUAN ALBERTO
Y OTS. P/D. Y P. (accidente de tránsito)”, sentencia del 15/9/2016).

También advertiré que, tratándose de deudas de valor: “...El axioma de la


reparación integral o plena, impone al juez, la elección del día de la sentencia
para la valoración de los daños y fijación del monto de la indemnización, en
razón de ser el más cercano al momento en que se hará efectiva la reparación, de
lo contrario el damnificado no recibiría la indemnización integral a que tiene
derecho conforme al régimen del código civil (Trigo Represas, Felix A.
"Obligaciones de dinero y depreciación monetaria" 2da. edición La Plata, librería
editora Platense, 1978 ps 74 y ss.). La determinación del capital a la fecha de la
sentencia evita que los jueces deban trasladarse mentalmente a los valores
vigentes a la fecha de producirse el perjuicio que es la causa del reclamo. Es
frecuente que los valores estén determinados por pericias que son la mayoría de
las veces, considerablemente anteriores a la sentencia. En un sistema monetario
como el que padece nuestro país, diseñado para que los habitantes no puedan
tener una noción perdurable de los valores, esta valuación se parece bastante a la
determinación de una entelequia, por lo que este no debería ser un factor a
considerar…” (Imaz, Joaquín Andrés; Intereses moratorios desde la producción;
RCyS 2013-III , 208; AR/DOC/517/2013).

De ello se infiere que los montos indemnizatorios reclamados, por un hecho


sucedido en el año 2010, teniendo en cuenta el importante proceso inflacionario
que ha padecido este país desde aquella fecha hasta el dictado de la sentencia
(04/10/2019), no solo pueden, sino que deben ser reajustados a valores
razonables que contemplen el principio de reparación plena e integral y la
realidad económica, principios que se ven actualmente reflejados en el art. 1740
del CCCN al decir que: “La reparación del daño debe ser plena. Consiste en la
restitución del damnificado al estado anterior al hecho dañoso, sea por el pago en
dinero o en especie...”.

Ello en nada afecta el principio de congruencia, ya que ese pronunciamiento no


haría otra cosa que limitarse a reconocer una obligación y un valor que debe
preservarse hasta el efectivo cumplimiento por el responsable, sin modificar los
términos en los que la litis quedó trabada.

No cabe ninguna duda de que el fallecimiento de un hijo es un daño que debe


resarcirse como pérdida de una chance y no como daño consumado, pues lo que
se frustra a los padres es la esperanza de ayuda y sostén en la vejez o en el
momento de carencias existenciales (Cámara de Apelaciones en lo Civil,
Comercial y Contencioso Administrativo de 1ª Nominación de Río Cuarto,
"Rivarola, Adrián M. C. y Aldana Marina Fogonza c. Ángel Marcelino Aguirre,
Juan Andrés Allasia y J. y M. Repuestos Soc. de Hecho s/demanda ordinaria"
(expte. 473436), 26/03/2012, LLC 2012 (mayo), 453, AR/JUR/6001/2012; cfr.
Indemnizaciones derivadas del fallecimiento de la víctima; Jalil, Julián Emil;
RCyS 2017-XII , 11).

Se habla de chances cuando existe la oportunidad, con visos de razonabilidad o


fundabilidad, de lograr una ventaja o evitar una pérdida, siendo la frustración de
esa probabilidad imputable a otro, la que genera un perjuicio resarcible (Matilde
Zavala de González, Resarcimiento de daños, 2a Daños a las personas, Ed.
Hammurabi, p.442).

Así, se ha expresado que: "La pérdida de una chance puede definirse como la
desaparición de la probabilidad de un evento favorable, cuando esa chance
aparece suficientemente seria. La expresión "pérdida de chance" comprende
todos aquellos casos en los cuales el sujeto afectado podría haber realizado un
provecho, obtenido una ganancia o beneficio o evitar una pérdida, resultados que
fueron impedidos por el hecho antijurídico de un tercero, generando de tal modo
la incertidumbre de saber si el efecto beneficioso se habría producido o no,
creando una expectativa, una probabilidad de ventaja patrimonial" (Trigo
Represas, Félix A. - López Mesa, Marcelo J., "Tratado de la responsabilidad
civil", 1° edición, T° I, pág. 465, Buenos Aires, Editorial La Ley, 2004),
debiendo tenerse presente que tratándose de una chance lo reparable no es el
beneficio esperado sino la probabilidad perdida, probabilidad que es tal en cuanto
se basa en otro conocimiento cierto. Por consiguiente, si lo que se indemniza es
la pérdida de una chance, en cuanto daño actual resarcible, su valoración debe
hacerse en sí misma y no en relación al eventual beneficio frustrado, variando el
quantum de la indemnización según que la probabilidad haya sido más o menos
grande (Mayo, Jorge A., "La pérdida de la "chance" como daño resarcible", LA
LEY 1989-B, 102 - Responsabilidad Civil Doctrinas Esenciales Tomo II, 1411 -
Obligaciones y Contratos Doctrinas Esenciales Tomo II, 271; Bustamante Alsina,
Jorge, "La indemnización por pérdida de "chance" y el resarcimiento del daño
moral por incumplimiento contractual", LA LEY 1989-D, 288 - Responsabilidad
Civil Doctrinas Esenciales Tomo I, 1427 - Obligaciones y Contratos Doctrinas
Esenciales Tomo II, 295; Chabas, François, "La pérdida de una chance en el
derecho francés", RCyS 2014-IX, 255; Giles, Marcos Ernesto, "Acerca del
resarcimiento por pérdida de chance de ayuda económica futura por la muerte de
un hijo", LLBA 2012 (mayo), 400; Orgaz, Alfredo, "El daño resarcible", pág. 67,
Córdoba, Marcos Lerner Editora Córdoba, 1992; Zannoni, Eduardo A., "El daño
en la responsabilidad civil", "El daño en la responsabilidad civil", 2° edición
actualizada y ampliada 1° reimpresión, Buenos Aires, Editorial Astrea, 1993.,
pág. 78.; cfr. Rugna, Agustín; Pérdida de chance de ayuda futura como
consecuencia de la muerte de los hijos; LLGran Cuyo 2015 (octubre) , 957).

Más allá de que el hijo de la actora se encontrara al momento de su muerte


privado de la libertad, cumpliendo penas por graves delitos en el Complejo
Penitenciario Almafuerte y que las mismas recién se cumplieran en el año 2024,
es decir, que le restaran 14 años o de la imposibilidad de acceder a los beneficios
de salidas transitorias, libertad asistida, libertad condicional, entre otros, esto
último como consecuencia de lo normado por la Ley N° 24.660 (art. 56 bis);
Leyes Provinciales N° 6513 y 8465 (art. 72), sin que corresponda aquí efectuar
una análisis respecto de su constitucionalidad y de los delitos por los cuales se
encontraba condenado (privación ilegítima de la libertad y abuso sexual con
acceso carnal agravado), además de su situación de reincidencia y conducta
dentro del penal (fs. 88/162, expte. 257.057/54.117 y fs. 21/28, expte. N°
35.339/54.112), ni que estuviera probado que tuviera alguna ocupación laboral
remunerada dentro del sistema penitenciario, aspecto sobre el que volveré más
adelante, en definitiva, aun cuando no esté acreditado que realizara aportes
económicos para el sostenimiento de su madre, considero que la pérdida de
chance de los que podría efectuar en el futuro igualmente debe ser indemnizada,
teniendo en cuenta el efectivo detrimento material que a los damnificados
indirectos les irroga la falta de aporte material ante la desaparición de quien debía
prodigarles tales beneficios en sus últimos años de vida.

Reitero que no desconozco, ni dejo de ponderar, que los antecedentes penales del
Sr. Vega González pueden tornar dudoso el reconocimiento de la posibilidad de
atender regularmente a esa asistencia en el futuro, pero entiendo que negarlo de
manera absoluta, implica rechazar de plano cualquier posibilidad de readaptación
social que es justamente la finalidad de la pena.

Por lo tanto, más allá de que la Sra. González tenía 54 años al momento del
fallecimiento de su hijo Darío Ricardo Vega González y que a este aún le
restaran 14 años para recuperar la libertad, ello no implica que no deba
indemnizarse la chance de una ayuda futura a su progenitora, chance que
igualmente, como consecuencia de sus antecedentes penales y situación de
privación de la libertad, debe ser valorada como una probabilidad reducida que
necesariamente repercute en el monto de la reparación que debe ser calculado en
proporción a ella (cfr. Corte Suprema de Justicia de la Nación, Badín, Rubén y
otros v. Provincia de Buenos Aires s/ daños y perjuicios - 19/10/1995, disidencia
parcial Dr. Gustavo Bossert, Fallos: 318:2002, LL Online: 954063).

Siendo ello así, considerando que los hijos no son eventuales sino concretos
sostenes en el orden económico, personal, asistencial, de cuidados y consejos, en
el futuro de los padres, aun cuando la víctima no tuviera ingresos por actividades
laborales remuneradas dentro de la cárcel al momento de su muerte, teniendo en
cuenta como pauta orientadora el salario mínimo, vital y móvil vigente al dictado
de la sentencia de primera instancia ($16.875); que de la totalidad de los ingresos
que pudiere llegar a percibir por trabajos lícitos cuando recuperara su libertad,
solo una parte podría estar destinada a la ayuda económica de su madre; que esas
expectativas de ayuda se prolongaran durante los últimos 10 años de vida de la
Sra. González y, fundamentalmente, que lo que se tiene que resarcir es la chance
que, por su propia naturaleza, es sólo una posibilidad, atenuada en este caso
conforme a la consideraciones que ya han sido vertidas, entiendo que resulta
razonable y equitativo que el rubro prospere por la suma de $80.000, valorado al
momento del dictado de la sentencia de grado y con más los intereses que allí se
ordenan adicionar a las consecuencias no patrimoniales.

IV- b)- 2- Los agravios de Dana Valentina Orellana y Débora Fernanda


Bustos respecto del daño patrimonial.

La situación que se presenta respecto del reclamo de las hijas corresponde que
sea resuelta dentro de un marco jurídico distinto.

En ese sentido mencionaré que comparto la posición de quienes sostienen que la


valoración de la vida humana no es otra cosa que la medición de la cuantía del
perjuicio que sufren aquellos que eran destinatarios de todo o parte de los bienes
económicos que el extinto producía, desde el instante en que esta fuente de
ingresos se extingue (Mosset Iturraspe, Jorge, "El valor de la vida humana",
Santa Fe, 1983, ps. 51 y 52, Moisset de Espanés, Pizarro, Vallespinos, Bianchio,
Orzábal de Fernández Prete, Kemelmajer de Carlucci, en "Código Civil y leyes
complementarias -comentado", Belluscio-Zannoni, Bs. As. 1990, T. 5, ps.
194/196 y citas jurisprudenciales, entre ellas Corte Sup., 26/8/75, JA-I-132,
Fallos 292:428, LL 1981-D-17, Trib. Sup. Córdoba, Sala Crim. y Corr. Rep. LL
XXXVIII-621, sum. 720, Sup. Corte Mendoza, Sala 2ª, 31/10/1979, JA 1980-I-
197, etc.).

En este mismo orden de ideas se ha expresado que “...la vida humana no tiene


por sí un valor económico, por lo que su pérdida no puede indemnizarse como
daño patrimonial, sino cuándo y en la medida que representa un detrimento de
esa clase para quien reclama la reparación” (López Meza, Marcelo J.
"Responsabilidad Civil por Accidentes de Automotores" Ed. Rubinzal Culzoni p.
644).

Por su parte, Jorge Bustamante Alsina ("El daño que causa la muerte de una
persona; Responsabilidad Civil y otros estudios", Abeledo-Perrot, Bs. As., 1984,
p. 275, y Zeus, págs. D-35/D-37; "El valor económico de la vida humana y la
reparación del daño patrimonial causado por el homicidio", ED y diario del 7 de
julio de 1987, cits. por IRIBARNE, Pedro Héctor, "De los daños a la persona",
Ed. Ediar (1993), págs. 223/224.; cit. por Bianchi, Silvia Noemí y Taraborrelli,
José N.; Cuantificación de la indemnización por la pérdida de la vida humana;
LA LEY 04/01/2008, 1 - LA LEY 07/01/2008, 1 - LA LEY 2008-A, 882;
AR/DOC/3556/ 2007) ha puntualizado en torno al valor económico de la vida
humana y la reparación del daño patrimonial causado por el delito de homicidio,
las siguientes enunciaciones: 1°) "Que la vida humana no tiene un valor
económico por sí misma sino por los beneficios potenciales y reales de carácter
pecuniario que comporta la actividad del hombre a sí mismo mientras existe". 2°)
"Que la muerte de una persona además de causar daño moral, perjuicio material o
daño en el patrimonio de otros por la repercusión que en sus bienes tiene la
desaparición de un ser humano, la acción de ejercer "jure propio" y no "jure
hereditatis". 3°) "Que el damnificado que pretende reparación debe invocar la
existencia de un daño cierto a un interés legítimo y, excepcionalmente como
solución de equidad, a un interés no amparado por la ley siempre que no sea
ilícito ni inmoral". 4°) "Que el daño sea consecuencia inmediata o mediata
previsible por su relación causal adecuada con la muerte producida por el acto
ilícito de un tercero". 5°) "Que el daño puede consistir solamente en el lucro
cesante o en la pérdida de chance que sufra el damnificado al verse privado de
beneficios que percibía del muerto o al verse privado de obtenerlos en el futuro".
6°) "Que el damnificado que pretende un resarcimiento debe probar el perjuicio
que sufre en el patrimonio, salvo excepcionalmente en los casos de presunción
legal "juris tantum". 7°) "Que la reparación debe ser integral habida cuenta de las
circunstancias que determinan las necesidades que quedarán insatisfechas
respecto de la subsistencia futura del damnificado, debiendo el juez estimar y
cuantificar prudentemente la reparación". 8°) "Que el lucro cesante a indemnizar
se mide por los beneficios que el tercero hubiera recibido de la víctima si viviera,
pero no se computa el lucro cesante que hubiera beneficiado a ésta en el futuro y
que la muerte frustra". 9°) "Que la pérdida de una chance es un daño cierto y
actual que debe estimarse según el grado de posible certeza de realizarse la
legítima esperanza de un tercero de recibir beneficios de la víctima de no haberse
producido el fallecimiento". 10°) "Finalmente debe sentarse la premisa de que la
cesación de la vida, por sí sola, no es fuente de resarcimiento para nadie, ni para
el que se va de este mundo ni para los que se quedan en él.

En definitiva, podemos concluir en que los arts. 1084 y 1085 del C. Civ.,
establecían en el supuesto de muerte de la víctima, el derecho de exigir la viuda o
el viudo, hijos del muerto y herederos necesarios, al responsable del hecho,
aquello que fuere necesario para su subsistencia, principio que ha sido refrendado
por el art. 1745 del CCCN, ampliando los sujetos legitimados.

La Iudex ha rechazado la indemnización por considerar que al estar el Sr.


Vega privado de su libertad, la cual recuperaría en el año 2024, cuando las
actoras habrían alcanzado la mayoría de edad y cesado la correspondiente
obligación alimentaria, el daño no se encuentra configurado.

Me permito discrepar respetuosamente con esa solución.

No desconozco que parte de la doctrina considera que la presunción legal


contenida en los arts. 1084 y 1085 es de carácter iuris tantum, es decir, que rige
mientras el responsable no demuestre lo contrario, pero considero que no puede
obviarse que, en el caso de muerte de los padres, los hijos menores del muerto
pueden invocar la presunción legal de daño del art. 1084 párrafo 2° para obtener
la reparación del daño presunto, consistente en la privación de lo necesario para
subsistir, siendo irrelevante la naturaleza de la filiación. La solución se justifica
plenamente no sólo a tenor de lo dispuesto expresamente en dicha normativa sino
también de la que integra el contenido de la patria potestad en materia
alimentaria que pesa sobre ambos progenitores. (Pizarro, Ramón Daniel -
Vallespinos, Carlos Gustavo, "Instituciones de Derecho Privado – Obligaciones",
Buenos Aires, Hammurabi, 2.008, Tomo 4, pág. 242 y sgtes.; cfr. esta Cámara 4a
de Apelaciones en lo Civil, Comercial, Minas, de Paz y Tributaria de Mendoza,
Montaña, Nancy Noemí c. Provincia de Mendoza (Poder Ejecutivo Provincial) -
09/05/2011, voto del Dr. Claudio F. Leiva, LL Online: AR/JUR/19936/2011).

En definitiva, entiendo que no se puede justificar una sustracción a la


obligación alimentaria por el solo hecho de encontrarse el deudor privado de su
libertad, ya que, aun en ese caso y a pesar de esa particular realidad, persiste el
deber de esforzarse en obtener los recursos que permitan atender las necesidades
mínimas de los hijos menores.

Desde otro enfoque, también debe ponderarse que la Convención


Americana Sobre los Derechos Humanos (Pacto de San José de Costa Rica)
consagra en su artículo 5.6 que las penas privativas de la libertad tendrán como
finalidad esencial la reforma y la readaptación social de los condenados; el art. 18
de la CN que: “...Las cárceles de la Nación serán sanas y limpias, para seguridad
y no para castigo de los reos detenidos en ellas, y toda medida que a pretexto de
precaución conduzca a mortificarlos más allá de lo que aquélla exija, hará
responsable al juez que la autorice...” y el art. 23 de la Constitución de la
Provincia de Mendoza que. “...Las cárceles son hechas para seguridad y no para
mortificación de los detenidos, y tanto éstas como las colonias penales, serán
reglamentadas de manera que constituyan centros de trabajo y moralización...”.

Ello se encuentra en consonancia con lo establecido por la Ley sobre


Ejecución de la Pena Privativa de la Libertad (24.660) que regula el trabajo y
remuneración de los internos y que en su artículo 107 inciso “f” establece, como
principio, que el trabajo de los internos deberá ser remunerado, y del artículo
110, del que surge que si bien no puede ser coaccionado a trabajar, ello
constituye un derecho y una obligación, régimen legal al que nuestra provincia
adhirió a través de la Ley N° 6813, luego reemplazada por Ley N° 8465.

Esa última norma, aun cuando hubiera entrado en vigencia luego de la


muerte del Sr. Vega, prevé en su art. 132 que: “...El trabajo del interno será
retribuido de manera justa, salvo los casos previstos por el artículo 123. Cuando
la organización del trabajo esté a cargo del Estado o entidades de bien público, el
interno percibirá una suma que tendrá carácter no remunerativo y se denominará
peculio. Cuando la organización del trabajo esté a cargo de una empresa privada
la remuneración será equivalente al salario de la vida libre correspondiente a la
categoría profesional de que se trate, siempre que sea compatible con su situación
jurídica" y en su art. 133, inc. b), que la retribución del trabajo del interno,
deducidos los aportes correspondientes a la seguridad social, se distribuirá
simultáneamente en la forma siguiente: “...Treinta y cinco por ciento (35%) para
la prestación de alimentos, según el Código Civil...”, disposiciones compatibles
con lo normado por el art. 120 de la Ley 24.660, que dispone: “...El trabajo del
interno será remunerado, salvo los casos previstos por el artículo 111. Si los
bienes o servicios producidos se destinaren al Estado o a entidades de bien
público, el salario del interno no será inferior a las tres cuartas partes del salario
mínimo vital móvil. En los demás casos o cuando la organización del trabajo esté
a cargo de una empresa mixta o privada la remuneración será igual al salario de
la vida libre correspondiente a la categoría profesional de que se trate...” y art.
121, inc. b) que establece la misma distribución.

En definitiva, disiento con la Juez de grado y comparto con las apelantes,


que el solo hecho de que su padre estuviera privado de la libertad no resulta ser
una causa suficiente para eximirlo del pago de la obligación alimentaria, ya que
su estadía en prisión no supone un impedimento absoluto para acceder a un
trabajo remunerado conforme a la legislación penitenciaria.

Contrariamente, entiendo que es la demandada quien debió acreditar que


el Sr. Vega no trabajaba dentro de la prisión por voluntad propia y no por
deficiencias del sistema carcelario, que son de público y notorio conocimiento, al
menos en lo que respecta a esta prisión de la Provincia de Mendoza.

En definitiva, se puede concluir en que la Ley N° 24.660, le impone al


Estado el deber de asegurar a las personas privadas de la libertad los derechos al
trabajo y a la educación como base de su tratamiento (art. 106), siendo este quien
tiene el deber de proporcionar al interno un trabajo productivo y remunerado, y
para que se configure la relación laboral penitenciaria solo es necesario que el
interno manifieste su voluntad de trabajar, sin que el Estado pueda eximirse de
este deber. Sólo queda liberado si el interno se niega a prestar este trabajo
voluntario sin causa justificada, o cuando recupera la libertad por agotamiento de
la pena o porque accede al régimen de semilibertad, libertad condicional o de
libertad asistida (cfr. Porta, Elsa, El trabajo de las personas privadas de la libertad
en la República Argentina (2ª parte), DT 2013 (enero), 14 - DPyC 2014 (mayo),
107, LL Online: AR/DOC/5811/2012).

Además de ello, tampoco puedo dejar de tener en cuenta que la obligación


alimentaria, conforme a lo actualmente normado por el art. 658, segundo párrafo
del CCyC, se extiende respecto de los hijos hasta los 21 años, prorrogable hasta
los 25 años, en el caso de prosecución de estudios o preparación profesional de
un arte u oficio por pare del hijo, con imposibilidad de proveerse de medios para
sostenerse independientemente (art. 663), edad de 21 años que, en el caso de
Débora Fernanda Bustos, ya habría cumplido al momento previsto para que su
padre obtuviera la libertad (año 2024), pero que, en el caso de Dana Valentina
Orellana, aun le hubiera restado 1 año.

Ahora bien, la cuestión se torna aun más compleja al momento de


cuantificar el daño que corresponde resarcir, resultando necesario recordar que
“El responsable debe resarcir todo el daño ocasionado con su acto ilícito: debe
ser reparado todo el daño, no más allá del daño, pero todo el daño. (TRIGO
REPRESAS, Félix A.- LÓPEZ MESA, Marcelo J., "Tratado de la
responsabilidad civil", Buenos Aires, La Ley, 2.004, Tomo IV, pág. 823 y sgtes.).

A esos efectos, como lo destacan Acciari e Irigoyen Testa: “...En la praxis


judicial argentina pueden distinguirse dos tendencias extremas en relación al
procedimiento para cuantificar cierto tipo de daños. En concreto, en lo
concerniente a la manera de asignar un monto de dinero que corresponda al daño
patrimonial derivado de la muerte o la incapacidad de personas. Una de estas
líneas emplea fórmulas para esa finalidad; la opuesta, sencillamente, las rechaza.
Entre ambos polos, se dan algunas posibilidades intermedias y mixtas... La
Suprema Corte de Justicia de Mendoza adopta una posición particular en cuanto
a la admisión del empleo de fórmulas. Tiene dicho, al respecto, que las fórmulas
matemáticas del valor presente son una posibilidad a la que pueden recurrir los
jueces para ponderar las indemnizaciones por incapacidades y muertes de las
personas, siempre y cuando su empleo sea fundado y la liquidación obtenida sea
razonable. En otras palabras, si el magistrado actuante, mediante su sana crítica
racional, considera que el resultado obtenido por la fórmula de valor presente no
es razonable para un caso dado, entonces debería -en ese caso concreto-
abstenerse de utilizarla.” (Acciari, Hugo A. Irigoyen Testa, Matías; Fórmulas
empleadas por la jurisprudencia argentina para cuantificar indemnizaciones por
incapacidades y muertes; RCyS 2011-III, 3; AR/DOC/143/2011).

La aplicación de estas fórmulas, al menos a partir de la entrada en vigencia del


CCCN, resultan obligatorias, como punto de partida, para determinar el daño
indemnizable por incapacidad en caso de lesiones y, cada vez con mayor
asiduidad, son utilizadas para determinar la indemnización por fallecimiento, ya
que no puede olvidarse que la “reparación plena” (art. 1740 CCCN) importa
colocar a la víctima en la misma situación que tenía antes del hecho dañoso,
resultando adecuado, a esos efectos, el empleo de cálculos matemáticos para
tratar de reflejar de la manera más exacta posible el perjuicio patrimonial
experimentado por el damnificado, sin que ese cálculo tenga que atar al juzgador,
sino solo conducirlo a una base a partir de la cual puede y debe realizar las
correcciones necesarias atendiendo a las particularidades del caso concreto.

En razón de todo lo antes mencionado, reiterando la gran dificultad que presenta


este caso a los efectos de valorizar el daño en cuestión teniendo en cuenta que el
padre de las actoras se encontraba al momento de su muerte privado de la libertad
y que aún cuando tuviera el derecho a trabajar dentro del sistema carcelario, ello
no implica que lo hubiera hecho o podido hacer durante una jornada laboral
completa (8 hs) a la que le hubiera correspondido una remuneración, como
mínimo, de tres cuartas partes del SMVM (art. 120, Ley 24.660), estimo que
resulta razonable, justo y equitativo, usar como parámetro orientador este último
valor ($11.137,50).

En cuanto al porcentaje de esos ingresos, conforme lo establecido por las leyes de


ejecución de penas privativas de la libertad que han sido precedentemente
analizadas, habría que estimar un 17,5% de los mismos para cada una de las hijas
hasta que Débora Fernanda Bustos, alcanzara la mayoría de edad (30/11/2015)
(67 meses) y el 100% para Dana Valentina Orellana, el 100% de ese 35%, desde
ese momento, hasta que la misma cumpliera la edad de 21 años (127 meses más),
con la salvedad de que durante el último año, como ya lo mencioné, su padre
debería haber recuperado la libertad por el cumplimiento de la condena, a la edad
de 48 años.

Tomando esos parámetros, utilizando solo como criterio orientador una ecuación
matemática que permita calcular el valor presente de una renta constante no
perpetua a la que se le aplica una tasa de descuento por ser percibida de una sola
vez y no a lo largo del tiempo, es decir, calculando la indemnización sobre bases
precisas que permitan el análisis de la predicción, se llega a un capital
indemnizatorio de $106.728,66, en el caso de Débora Fernanda Bustos y de
$506.388,14, en el de Dana Valentina Orellana.

Pero, tal como lo vengo sosteniendo a lo largo de estos fundamentos, como en


toda acción resarcitoria debe atenderse fundamentalmente a las circunstancias
particulares del caso, por lo que, teniendo en cuenta el alea que implicaba la
posibilidad de acceder a una actividad laboral dentro de la cárcel o, fuera de ella
al obtener su libertad (año 2024) y los ingresos que por ello pudiera percibir que,
como ya lo mencioné, por su propia naturaleza podían no ser regulares,
especialmente dentro del sistema penitenciario en el cual el sujeto privado de la
libertad tiene el derecho a trabajar, pero no puede ser obligado a ello y, mucho
menos a hacerlo durante una jornada laboral completa, que es a la que le
corresponderían los ingresos volcados a la ecuación matemática que he utilizado
como parámetro orientador, considero que resulta equitativo y razonable fijar una
indemnización de aproximadamente el 50% de esos resultados, por lo que el
rubro se admite por la suma de $50.000, a favor de de Débora Fernanda Bustos y
de $250.000 a favor de Dana Valentina Orellana, con más los intereses
establecidos en la sentencia de grado para resarcir las consecuencias no
patrimoniales.

IV- c)- El daño psicológico de la Sra. María Elena González.

Comenzaré por mencionar que la actora María Elena González, al formular sus
agravios, de manera extemporánea, solicita que teniendo en cuenta las
conclusiones a las que arriba la pericia psicológica (fs. 106/107, autos n°
135.339/54.112) respecto a la incapacidad que la misma presenta como
consecuencia de la muerte de su hijo (40%), su edad a ese momento (54 años), el
SMVM vigente al dictado de la sentencia ($18.675), con necesidad de
tratamiento psicoterapéutico y aplicación de la fórmula matemática “Méndez”, se
haga lugar al daño por la suma de $1.367.843,10.

La incapacidad sobreviniente -comprensiva de la minusvalía física y psicológica-


consiste en el impedimento o dificultad para el ejercicio de las funciones vitales.
Comprende la pérdida o disminución de las potencialidades de que gozaba el
damnificado teniendo en cuenta sus concretas condiciones personales y se
vincula con el aspecto funcional, aun cuando su origen puede ser anatómico,
fisiológico o una combinación de ambos (ZAVALA DE GONZÁLEZ, Matilde,
Resarcimiento de daños. Daños a las personas (integridad psicofísica), t. 2-A,
Hammurabi, Buenos Aires, p. 344; TANZI, Silvia, Y., Rubros de la cuenta
indemnizatoria de los daños a la persona, 2ª ed., Hammurabi, Buenos Aires,
2011, p. 29).

También debe aclararse que la incapacidad psicológica o psíquica tiene como


nota característica la perturbación patológica de la personalidad (ZAVALA DE
GONZÁLEZ, Matilde, Resarcimiento de daños. Daños a las personas (integridad
psicofísica), ob. cit., t. 2 A, p. 264), siendo ello lo que la diferencia de las
consecuencias no patrimoniales del art. 1741 del CCCN.

No se encuentra aquí discutido, menos aun a partir del texto del art. 1738 del
CCCN, que el daño psíquico o psicológico no es un daño autónomo, sino que
debe ser valorado, según sea el caso, dentro del daño patrimonial o de las
consecuencias no patrimoniales (daño moral).

Por ello, en relación al daño psíquico o psicológico, si el mismo se encuentra


acreditado, puede resarcirse sin que esto implique duplicidad de reclamo, como
daño material siempre que la lesión sufrida haya producido una alteración
patológica de la psiquis traducida en una enfermedad mental que requiera de
tratamiento y/o medicación o bien como daño moral si la lesión se produce en los
sentimientos, creencias, facultades, posibilidades, características o vida de
relación de una persona.

Siguiendo con esta línea de pensamiento se ha resuelto que: “El daño psíquico se
configura mediante una alteración patológica de la personalidad, una
perturbación del equilibrio emocional que afecta toda el área del
comportamiento, traduciéndose en una disminución de las aptitudes para el
trabajo y la vida de relación y, como toda incapacidad, debe ser probada en
cuanto a su existencia y magnitud.” (Cámara Nacional de Apelaciones en lo
Civil, sala J, 30/04/2007, Larrarte, Juan Ignacio c. Ruiz, Jorge Julio y otros, La
Ley Online, AR/JUR/12606/2007); “El daño psíquico se configura cuando la
persona muestre una modificación definitiva en la personalidad que la
diferenciaba de las demás personas antes del hecho, una patología psíquica
originada en éste que permita que se lo reconozca como un efectivo daño a la
integridad personal y no simplemente una sintomatología que sólo aparezca
como una modificación disvaliosa del espíritu, de los sentimientos, que lo haría
encuadrable tan sólo en el concepto de daño moral” (Cámara Nacional de
Apelaciones en lo Civil, sala L, 04/06/2007, Graf, Víctor H. c. Parini, Alejandro,
DJ 19/03/2008, 712, AR/JUR/2569/2007); “El trastorno psíquico carece de
autonomía indemnizatoria, pues en tanto daño patrimonial indirecto, integra el de
incapacidad y en cuanto al aspecto extrapatrimonial, el daño moral, sin que quepa
confundir el bien jurídico afectado —esto es, la integridad física y psíquica—
con los perjuicios que de ella derivan, que sólo pueden comportar daños
patrimoniales indirectos o daño extrapatrimonial” (Cámara Nacional de
Apelaciones en lo Civil, sala G, 04/06/2010, Roldán, Javier Guillermo c.
Cermelli, Dante Carlos y otros, La Ley Online, AR/JUR/28820/ 2010.); “Si el
daño psíquico conlleva una incapacidad real de la conciencia del sujeto, esto es,
lo disminuye efectivamente en su nivel intelectual, importa un daño material y, si
en cambio, solo se trasunta en las afecciones a la psiquis desde el plano
puramente existencial, cae en la órbita del daño extrapatrimonial o moral, pues ha
recaído sobre las emociones de la vitalidad, o las vivencias emocionales de la
conservación del individuo, o de la necesidad de estimación” (Cámara Nacional
de Apelaciones en lo Civil, sala H, 23/08/2007, Vizcarra, Hugo Rosario y otro c.
Pomerantz, Eduardo Daniel, La Ley Online, AR/JUR/7684/2007).

Más allá de ello, como lo anticipé, el reclamo luce como extemporáneo.

Tal como emerge del texto de la demanda, la Sra. González reclamó, en concepto
de daño material (patrimonial), solo la pérdida de chance por ayuda futura de su
hijo, lo cual ya ha sido tratado y, además, el daño moral y psicólogico que ese
hecho le provocó, haciendo solo alusión al dolor que implica la pérdida de un
hijo, con la consiguiente lesión a afecciones legítimas, la tranquilidad, la
integridad física y el equilibrio psíquico, como bienes connaturales de la dignidad
espiritual del ser humano (fs. 4vta., último párrafo), en otras palabras, sin
efectuar ninguna mención relacionada a una alteración patológica de la psiquis
traducida en una enfermedad mental que requiera de tratamiento y/o medicación
(daño patrimonial), ni mucho menos que le implicara algún tipo de incapacidad
laboral o para su vida cotidiana, con repercusión patrimonial, sino a lesiones a
sus sentimientos, facultades, posibilidades y características de su vida de relación
(consecuencia no patrimonial -daño moral-).

Como es sabido, por imperio del principio dispositivo son las partes las que
tienen la disponibilidad sobre el interés privado y la conveniencia o no de acudir
al órgano jurisdiccional pretendiendo su satisfacción, lo cual obliga al juez a
resolver de acuerdo con lo pedido y con los hechos principales que sirven como
causa de la pretensión o defensa.

Así ha sido destacado por Couture al afirmar que este principio se apoya sobre la
suposición, absolutamente natural, de que en aquellos asuntos en los cuales sólo
se dilucida un interés privado, los órganos del poder público no deben ir más allá
de lo que desean los propios particulares (Couture, E. J., "Fundamentos del
Derecho Procesal Civil" cit., p. 186).
Del principio dispositivo se deriva el deber de congruencia, es decir, la
conformidad que debe existir entre la sentencia y la pretensión o pretensiones que
constituyen el objeto del proceso, más la oposición u oposiciones, en cuanto
delimitan este objeto (Guasp, Jaime, "Derecho Procesal Civil", Madrid, 1956, T.
I, pág. 974), o como lo señala Peyrano, la exigencia de que medie identidad entre
la materia, partes y hechos de una litis incidental o sustantiva y lo resuelto por la
decisión jurisdiccional que la dirima (Peyrano, Jorge W, El proceso civil, Astrea,
1978, pag.64), regla que deben observar los jueces para el dictado de sus
sentencias y que se encuentra plasmada en el art. 90, inc. 4° del CPC.

Esa es la posición sostenida por esta Cámara desde hace largo tiempo al resolver
que: “Por amplias que sean las facultades de los jueces en virtud del principio
"iura cura novit", ellas no lo son tanto como para alterar los términos de la litis,
acordando al actor lo que no pidió en su demanda o reconociendo defensas que el
demandado no hizo valer en su responde, pues de proceder así caería en lo
arbitrario y excedería los límites de la actividad jurisdiccional.” (Fallo del 26-08-
1996; autos n° 22294- Castro Zaragosa Susana c/ Hugo F. Bizzotto Scatalar y
Ots. p/Daños y Perjuicios; Libro de Sentencias: 139:112; otras referencias LS
109:240; LS 121:240; LS 121:257; LA 132:228; LA 140:248; LS139:112; LA
180:185; LA 180:233).

De lo expuesto surge sin hesitación una cuestión gravitante, esto es, que no
resulta posible, como lo pretende la apelante en sus agravios, acceder a la
indemnización de un daño que no fue efectivamente reclamado en la demanda,
ya que, de así procederse, se estaría violando el mencionado principio de
congruencia al resolver sobre alegaciones, fundamentos y defensas, no
explicitadas al inicio del proceso, que conforman lo que procesalmente se
denomina "traba de la litis".

Ha dicho al respecto la CSJN, en consonancia con lo que vengo expresando, que:


“El principio constitucional de la reparación integral no justifica que sean
sorteadas explícitas normas procesales que determinan el preciso alcance de la
competencia apelada y que hace a la tutela de la defensa en juicio. Es que el
principio procesal de congruencia, de raigambre constitucional, resultaría
vulnerado si la sentencia que establece la indemnización decidiese respecto de
una partida que no fue incluida en el escrito de demanda como objeto de la
pretensión deducida (CSJN, 24/8/1995, P.F.F. c/Empresa de Ferrocarriles
Argentinos, LL 1995-E-17).

Igualmente, a mayor abundamiento, no considero que surja de las conclusiones


del informe pericial de la María Cecilia Espinosa, que las secuelas de orden
psicológico que presenta la Sra. González constituyan una alteración patológica
de su psiquis, por lo que, aun cuando me colocara en la posición más favorable
para ella y entendiera que el daño sí fue reclamado en la demandada, como una
consecuencia patrimonial, igualmente el agravio debe ser desestimado .

Ello no quiere decir que el diagnóstico establecido en el informe pericial, con el


estado de ánimo depresivo que del mismo emerge, no tenga ninguna implicancia
emocional negativa en la Sra. González, sino que, al no estar acreditada una
afectación de tipo patrimonial a partir de una alteración patológica de la psiquis y
al no haber sido reclamado ese daño como una consecuencia de esa naturaleza,
las mismas deben ser contempladas y debidamente resarcidas dentro de las no
patrimoniales (daño moral), por lo que propongo que el agravio en cuestión sea
rechazado.

IV- d)- El daño a las consecuencias no patrimoniales (daño moral).

Se ha conceptualizado al daño moral como toda alteración disvaliosa del


bienestar psicofísico de una persona por una acción atribuible a otra (conf.
Mosset Iturraspe y Kemelmajer de Carlucci "Responsabilidad Civil", p. 242) o
como el menoscabo en los sentimientos, consistente en los padecimientos físicos,
la pena moral, las inquietudes o cualesquiera otras dificultades o molestias que
puedan ser consecuencia del hecho perjudicial (conf. Llambías, J.J., “Tratado de
Derecho Civil - Obligaciones”, t.I, p. 297/298, n° 243).

Es sabido que la indemnización de las consecuencias extrapatrimoniales tiene


como objeto la reparación pecuniaria de sufrimientos físicos y de padecimientos
espirituales, no siendo necesario en casos como el que nos ocupa su prueba, ya
que, en ellos, no es menester la prueba del daño moral sufrido por tratarse de
prueba “in re ipsa”.

Así se ha sostenido que la muerte de un hijo es el mayor daño moral que pueda
sufrir una persona o, dicho con otras palabras, la muerte de un hijo importa el
mayor sufrimiento que pueda infligirse a un ser humano, porque el hecho en sí
mismo implica un quiebre en el acontecer del curso de la vida (cfr. Tanzi, Silvia
Y./ Papillú, Juan M., La reparación de las consecuencias no patrimoniales por
fallecimiento y por la lesión o incapacidad física o psíquica, SJA 11/03/2015, 3 -
JA 2015-I , 880, LL Online: AR/DOC/5822/2014) y también que resulta
transparente el menoscabo en sus legítimas afecciones sufrido por el niño en un
caso de muerte del progenitor como el que aquí se juzga, el daño moral no
requiere prueba de su existencia y se acredita por el sólo hecho de la acción
antijurídica y la titularidad del derecho de la accionante (CÁMARA NACIONAL
DE APELACIONES EN LO CIVIL (sala F, 5/9/2002 B., N. G. v. B., G. C. y
otros) DAÑOS Y PERJUICIOS, JURISPRUDENCIA ANOTADA, cfr. Bíscaro,
Beatriz R., Acción de daños y perjuicios promovida por el hijo cuando la
paternidad fue declarada luego de la muerte del trabajador, LL Online:
AR/DOC/7175/2012).

También cabe mencionar, que en un caso como el que nos ocupa, la lesión en los
sentimientos afectivos se intensifica como consecuencia de las trágicas
condiciones en la que se produjo la muerte del Sr. Vega González, con la
dolorosa repercusión espiritual que ello sin dudas debió suscitar, sobre todo en su
madre, circunstancias que no se ven alteradas por el solo hecho de que no lo
hubiera visitado con asiduidad en la penitenciaria, al menos desde que estuvo
detenido en el Complejo Almafuerte (2008/2010).

Igualmente, no debe perderse de vista que el dolor no es un fenómeno


materialmente tangible, que pueda ser fácil y objetivamente medido, ni tampoco
compensado en plenitud a través de una suma de dinero.

Siendo ello así, recordaré que el art. 1741 del CCCN, en su párrafo tercero,
dispone que: “...El monto de la indemnización debe fijarse ponderando las
satisfacciones sustitutivas y compensatorias que pueden provocar las sumas
reconocidas...”, lo cual implica que el dinero que se otorga por haberlo sufrido,
debe permitir al dañado la adquisición de sensaciones placenteras tendientes a
eliminar o atenuar aquellas dolorosas que el ilícito le ha causado y que son las
que hacen nacer el derecho al cobro del daño en mora (Busto Lago) (Cfr. CCCN
Comentado, Julio C. Rivera y Graciela Medina; La Ley, T. IV, pág. 1075/76).

Ahora bien, este método, que tiene como base la aptitud satisfactiva del dinero
para reparar el padecimiento en la esfera espiritual mediante cosas, bienes o
distracciones, actividades, etc. (Lorenzetti, Ricardo l., Código Civil y Comercial
de la Nación comentado, Rubinzal – Culzoni, Santa Fe, p. 197), se vincula a la
máxima que sostiene que lo resarcible ya no es “el precio del dolor”, sino “el
precio del consuelo”, por lo que se pretende la mitigación del dolor de la víctima
a través de bienes deleitables que conjuran la tristeza, la desazón o las penurias,
se trata de permitirle a la víctima acceder a gratificaciones viables, confrontando
el padecimiento con bienes que resultan idóneos para consolarlo, o sea para
proporcionarle alegría, alivio, descaso de la pena (Iribarne, Hëctor, De los daños
a las personas, Ediar, Buenos Aires, 1993, ps. 143, 153, 401 y 599; “La
cuantificación del daño moral”, en Revista de Derecho de daños, n° 6, Daño
Moral, Rubinzal – Culzoni, Santa Fe, p. 197).
La CSJN ha sostenido en este sentido que “la dificultad en calcular los dolores no
impide apreciarlos en su intensidad y grado, por lo que cabe sostener que es
posible justipreciar la satisfacción que procede para resarcir dentro de lo
humanamente posible, las angustias, inquietudes, miedos, padecimientos y
tristeza propios de la situación vivida” (CS, 4/12/2011, “Baeza, Silvia Ofelia c.
Provincia de Buenos Aires y otros”, RCyS 2011-VIII-176, con apostilla de
Galdós, Jorge M., en Lorenzetti, Ricardo L., cit. p. 503; cfr. Martín Juárez Ferrer,
Cuantificación del Daño, Parte General, La Ley, p. 252).

Lo que debe quedar claro, como lo indica Juárez Ferrer, es que el sistema no
pretende asignarle un valor económico a la vida de un padre, de un hijo, de un
hermano o a la pérdida de una capacidad psicofísica, no se trata de “cosificar” a
las personas, ni simular un mercado de aflicciones reduciendo todo al dinero,
sino que la cuantificación debe realizarse en consideración a satisfacciones que
tienen un valor en dinero, de modo tal que lo que pretende encontrarse es algo
que represente una unidad de satisfacción.

En definitiva, lo que no puede discutirse es que la determinación de la suma de


dinero que debe asignarse a la persona que ha sufrido daño moral constituye uno
de los más serios problemas que enfrenta la Responsabilidad Civil y también ha
quedado en claro que no se trata de ponerle un valor al daño moral, que no lo
tiene; sino de que el dinero en que se cuantifique la indemnización, permita la
adquisición de bienes o servicios o bien realizar algún acto de contenido
patrimonial que, de alguna manera, le permita a la víctima lograr algún bienestar
espiritual (Ossola, Federico A., El daño resarcible y la cuantificación judicial del
daño moral. Dificultades y propuestas, RCyS 2017-XI , 11, LL Online:
AR/DOC/2384/2017).

Es que, como correctamente lo señala Ossola (ob. cit.), el juez debe establecer en
concreto cuál será la satisfacción sustitutiva y compensatoria, para lo cual
necesita hacer un análisis primero "objetivo" y luego "circunstanciado", ya que si
bien se trata de brindar satisfacciones sustitutivas y compensatorias, un criterio
extremo (que desechamos de manera terminante) podría postular que en el caso
de personas de fortuna una suma equivalente —por ejemplo— al valor de un
inmueble podría resultarle poca indemnización; en tanto que para una persona
humilde podría significarle el acceso a la vivienda propia, siendo una satisfacción
suficiente, ante situaciones dañosas análogas (por ej., la muerte de un hijo). Cabe
descartar de plano formulaciones como la indicada. Entendemos que como
"parámetros objetivos" cabe computar, entre otros, la situación dañosa (las
circunstancias contextuales en las que el daño se ocasionó) y las "consecuencias
disvaliosas de tipo espiritual general" que suelen producir ciertos hechos; o sea,
lo que, según las reglas de la sana crítica, es lo "común" que suceda. Es que si
bien no hay dos daños morales idénticos, también es verdad que los hay
parecidos.

En segundo lugar, el análisis debe centrarse en la situación concreta de la


persona, esto es, en las repercusiones que individualmente le ha ocasionado el
hecho dañoso y a partir de allí, prudencialmente, determinar la indemnización,
esto es, traducirla en dinero, estableciendo cuál debe ser la satisfacción
sustitutiva en concreto, a la luz de estos parámetros.

Acuerdo con las actoras apelantes, que las sumas condenadas indemnizar
($70.000 para la madre y $50.000 para cada una de las hijas), resultan
irrazonables e injustas.

Si bien es cierto que la situación de privación de la libertad por parte del hijo de
la Sra. María Elena González y del padre de Dana Valentina Orellana y Débora
Fernanda Bustos, sumado en el caso de estas últimas, que sus representantes
legales iniciaron la acción de filiación luego de la muerte del Sr. Vega González,
puede haber dificultado y hasta impedido un trato cotidiano o, al menos, regular
y afectivo, situación concreta y objetiva que debe ser ponderada, no lo es menos
que, por sí solo, esa circunstancias no implican que el daño deba indemnizarse a
través de una suma meramente simbólica.

No albergo ninguna duda de que las indemnizaciones en cuestión, resultan


insuficientes a los efectos de logar una reparación integral a favor de las
damnificadas, máxime si se las compara con las importantes y serias
consecuencias que, en el orden de su bienestar espiritual señala la perito
psicóloga como padecimientos de la Sra. González, informe pericial que no fue
observado, ni impugnado, al menos cumpliendo con los recaudos del art. 193 del
CPC., por ninguna de las partes (fs. 115 y 117, expte. 135.339/54.112) o con los
que necesariamente debieron padecer sus hijas, una de corta edad (5 años) y otra
en plena adolescencia, tanto en ese momento, como en devenir de sus vidas al
verse privadas de, al menos la posibilidad, establecer un lazo afectivo con su
padre.

Si bien reitero que no existe una suma de dinero que pueda compensar la pérdida
de un hijo o la de un padre, como lo vengo sosteniendo, los jueces debamos fijar,
ponderando las satisfacciones sustitutivas y compensatorias (art. 1741 CCyC),
una indemnización a modo de paliativo al sufrimiento padecido, por lo que,
atendiendo a todas las circunstancias, particulares y generales, antes explicitadas,
considero razonable, justo y equitativo, elevar los montos de condena a la suma
de $500.000 para la Sra. María Elena González, y a la de $300.000 para cada una
de las hijas, Dana Valentina Orellana y Débora Fernanda Bustos, con más los
intereses establecidos en la sentencia de grado que no ha sido materia de agravio
en este aspecto, suma que en el caso de la Sra. González resultaba suficiente al
momento del dictado de la sentencia de grado para la adquisición de un vehículo
0km económico (www.carsmagazine.com.ar/los-diez-0-km-mas-baratos-en-
argentina-y-cuarentena/), como lo peticionan la apelante en sus agravios citando
el criterio sostenido anteriormente por este Tribunal en un caso que guarda
alguna similitud con el presente (autos Nº 51.995/250.743 caratulados
“MONTIVERO, MIGUEL ÁNGEL C/PROVINCIA DE MENDOZA P/DAÑOS
Y PERJUICIOS”, 12/12/2016, voto del Dr. Claudio F. Leiva) y en el de las hijas,
para colaborar con una parte de los costos de su educación y capacitación.

Las consideraciones precedentes me llevan a concluir que los recursos de


apelación interpuestos por las actoras María Elana González; Débora Fernanda
Bustos y Rosa Amelia Orellana, por su hija menor Dana Valentina Orellana,
contra las sentencias de fs. 250/260, fs. 254/264 y fs. 228/240, respectivamente,
deben ser admitidos parcialmente, debiendo modificarse aquellas con los
alcances aquí indicados. ASI VOTO.

Sobre la misma y primera cuestión propuesta el Sr. Juez de Cámara, Dr.


Claudio F. Leiva, dijo:

Que por lo expuesto precedentemente por el miembro preopinante, adhiere


al voto que antecede.

Sobre la segunda cuestión propuesta el Sr. Juez de Cámara, Dr. Claudio A.


Ferrer, dijo:

Atento como se resuelve la primera cuestión, las costas de primer instancia y de


la Alzada deben ser soportadas por la demanda Provincia de Mendoza, por lo que
prosperan las demandas y los recursos de apelación interpuestos por Débora
Fernanda Bustos, Rosa Amelia Orellana, por su hija menor Dana Valentina
Orellana y por María Elena González, respecto a la cuantificación de los daños
patrimoniales; y por esta última por lo que se le rechaza en la Alzada lo referido
al daño psicológico, aclarándose que no correspondes imposición de costas por el
aumento en la cuantificación de las consecuencias no patrimoniales atento al
carácter netamente subjetivo del rubro sujeta su fijación al prudente arbitrio
judicial conforme al criterio seguido por este Tribunal (Confr. LS 191:231, LS
191:290, entre otros) (Arts. 35 y 36 del C.P.C.). ASI VOTO.
Sobre la misma y segunda cuestión propuesta el Sr. Juez de Cámara, Dr.
Claudio F. Leiva, dijo:

Que por las mismas razones adhiere al voto que antecede.

Con lo que se dio por terminado el acuerdo, pasándose a dictar sentencia


definitiva, la que a continuación se inserta.

SENTENCIA:

Mendoza, 18 de febrero del 2021.

Y VISTOS:

Por las razones expuestas, el Tribunal

RESUELVE:

1°) Admitir parcialmente los recursos de apelación interpuestos por María Elena


González en los autos n° 135.339/54.112; Débora Fernanda Bustos en los
autos n° 257.057/54.117 y Rose Amelia Orellana por su hija menor Dana
Valentina Orellana, en los autos n° 257.056./54.115, en contra de la
sentencias obrantes a fs. 250/260, fs. 254/264 y fs. 228/240,
respectivamente, las que se modifican y quedarán redactadas de la
siguiente manera: EXPEDIENTE N° 135.339: “I.- Hacer lugar
parcialmente a la demanda deducida por la Sra. MARÍA ELENA
GONZÁLEZ. En consecuencia, condenar a la PROVINCIA DE
MENDOZA a pagar en el plazo de DIEZ DIAS de quedar firme la
presente la suma de PESOS QUINIENTOS OCHENTA MIL
($580.000), con más los intereses aquí establecidos. II.- Imponer las
costas a la demandada vencida (arts. 35 y 36 del C.P.C.). III.- Regular
honorarios profesionales de la siguiente forma: Dres. Alfredo Guevara
Escayola en la suma de PESOS CUARENTA Y SEIS MIL
CUATROCIENTOS ($46.400) y María Angélica Escayola en la suma de
PESOS NOVENTA Y DOS MIL OCHOCIENTOS ($92.800). Omitir
regulación de los honorarios de los profesionales que asistieron a la
demandada y a Fiscalía de Estado, en virtud de lo dispuesto por el art. 1
de la Ley Provincial N° 5394. IV.- Regular honorarios profesionales a la
perito Lic. María Cecilia Espinosa en la suma de PESOS VEINTITRES
MIL DOSCIENTOS ($23.200) V.- Se deja expresamente establecido que
al momento de practicarse liquidación deberán adicionarse los honorarios
complementarios que correspondan y el impuesto al valor agregado
(I.V.A.) a los profesionales que acrediten su calidad de responsables
inscriptos.” - EXPEDIENTE N° 257.056: “I.- Hacer lugar parcialmente a
la demanda deducida por la menor DANA VALENTINA ORELLANA.
En consecuencia, condenar a la PROVINCIA DE MENDOZA a pagar en
el plazo de DIEZ DIAS de quedar firme la presente la suma de PESOS
QUINIENTOS CINCUENTA MIL ($550.000), con más los intereses
aquí establecidos. Los fondos que se mandan pagar a favor de la menor
demandante deberán ser depositados en el Banco de la Nación Argentina,
Sucursal Tribunales, a la orden de este Tribunal y como pertenecientes a
estos autos. II.- Imponer las costas a la demandada vencida (arts. 35 y 36
del C.P.C.). III.- Regular honorarios profesionales de la siguiente forma:
Dres. Alfredo Guevara Escayola en la suma de PESOS CUARENTA Y
CUATRO MIL ($44.000) y María Angélica Escayola en la suma de
PESOS OCHENTA Y OCHO MIL ($88.000). Omitir regulación de los
honorarios de los profesionales que asistieron a la demandada y a Fiscalía
de Estado, en virtud de lo dispuesto por el art. 1 de la Ley Provincial N°
5394. IV.- Se deja expresamente establecido que al momento de
practicarse liquidación deberán adicionarse los honorarios
complementarios que correspondan y el impuesto al valor agregado
(I.V.A.) a los profesionales que acrediten su calidad de responsables
inscriptos.” - EXPEDIENTE N° 257.057: “I.- Hacer lugar parcialmente a
la demanda deducida por la Sra. DÉBORA FERNANDA BUSTOS. En
consecuencia, condenar a la PROVINCIA DE MENDOZA a pagar en el
plazo de DIEZ DIAS de quedar firme la presente la suma de PESOS
TRESCIENTOS CINCUENTA MIL ($350.000), con más los intereses
aquí establecidos. II.- Imponer las costas a la demandada vencida (arts. 35
y 36 del C.P.C.). III.- Regular honorarios profesionales de la siguiente
forma: Dres. Alfredo Guevara Escayola en la suma de PESOS TREINTA
Y CINCO MIL ($35.000) y María Angélica Escayola en la suma de
PESOS SETENTA MIL ($70.000). Omitir regulación de los honorarios
de los profesionales que asistieron a la demandada y a Fiscalía de Estado,
en virtud de lo dispuesto por el art. 1 de la Ley Provincial N°
5394. IV.- Regular honorarios profesionales a la perito Lic. María Cecilia
Espinosa en la suma de PESOS CATORCE MIL ($14.000). V.- Se deja
expresamente establecido que al momento de practicarse liquidación
deberán adicionarse los honorarios complementarios que correspondan y
el impuesto al valor agregado (I.V.A.) a los profesionales que acrediten su
calidad de responsables inscriptos.”
2°) Imponer las costas de Alzada a la demandada Provincia de Mendoza por los
recursos de apelación interpuestos Débora Fernanda Bustos, Rosa Amelia
Orellana, por su hija menor Dana Valentina Orellana y por María Elena
González, respecto a la cuantificación de los daños patrimoniales; y a ésta
última por lo que se le rechaza (daño psicológico), sin imposición de
costas por la cuantificación de las consecuencias no patrimoniales. (arts.
35 y 36 del C.P.C.).

3°) Regular los honorarios de los profesionales intervinientes en esta vía


impugnativa de la siguiente forma: a) Por lo que prospera el recurso de
María Elena González en los autos N° 135.339/54.112 ($80.000), al Dr.
Alfredo Guevara Escayola en las suma de PESOS DIEZ MIL
CUATROCIENTOS ($10.400). Omitir regulación de los honorarios de los
profesionales que asistieron a la demandada y a Fiscalía de Estado, en
virtud de lo dispuesto por el art. 1 de la Ley Provincial N° 5394. b) Por lo
que se rechaza el recurso de María Elena González en los autos N°
135.339/54.112 ($1.367.843,10), a los Dres. Oscar Torrecilla, Fabián
Bustos Lagos y Alfredo Guevara Escayola en las sumas de PESOS
CINCUENTA Y TRES MIL TRESCIENTOS CUARENTA Y SEIS
($53.346), CINCUENTA Y TRES MIL TRESCIENTOS CUARENTA Y
SEIS ($53.346) y SETENTA Y CUATRO MIL SEISCIENTOS
OCHENTA Y CUATRO ($74.684), respectivamente. c) Por lo que
prospera el recurso de Rosa Amelia Orellana, por su hija menor Dana
Valentina Orellana en los autos N° 257.056/54.115 ($250.000), al Dr.
Alfredo Guevara Escayola en la suma de PESOS TREINTA Y DOS MIL
QUINIENTOS ($32.500). Omitir regulación de los honorarios de los
profesionales que asistieron a la demandada y a Fiscalía de Estado, en
virtud de lo dispuesto por el art. 1 de la Ley Provincial N° 5394. c) Por lo
que prospera el recurso de Débora Fernanda Bustos en los autos N°
257.057/54.117 ($50.000), al Dr. Alfredo Guevara Escayola en la suma de
PESOS SEIS MIL QUINIENTOS ($6.500). Omitir regulación de los
honorarios de los profesionales que asistieron a la demandada y a Fiscalía
de Estado, en virtud de lo dispuesto por el art. 1 de la Ley Provincial N°
5394. d) Se deja expresamente establecido que al momento de practicarse
liquidación deberán adicionarse los honorarios complementarios que
correspondan y el impuesto al valor agregado (I.V.A.) a los profesionales
que acrediten su calidad de responsables inscriptos. (Arts. 3, 13 y 15 de la
Ley Arancelaria y Art. 33 del CPCCyT).

Cópiese, regístrese, notifíquese y bajen.


Msa/dds/7566

DR. CLAUDIO A. FERRER


Camarista

DR. CLAUDIO F. LEIVA


Camarista

DRA. ANDREA LLANOS


Secretaria de Cámara

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