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INTRODUCCIÓN A LA TEOLOGÍA

“DONUM VERITATIS”

Una instrucción sobre la vocación eclesial del teólogo

Autor: Gonzalo Vitoria Bores

Profesor: Rvdo. Sr. Don Juan Carlos Fernández Menes

León, 1 de febrero de 2019

TRABAJO DE INTRODUCCIÓN A LA TEOLOGÍA: LEÓN, 1 DE FEBRERO DE 2019. CSET


GONZALO VITORIA BORES 2

ÍNDICE

1. CONTEXTUALIZACIÓN E INTRODUCCIÓN.................................................................. 3

2. LA VERDAD, DON DE DIOS A SU PUEBLO.................................................................... 3

3. LA VOCACIÓN DEL TEÓLOGO..................................................................................... 4

4. EL MAGISTERIO DE LOS PASTORES............................................................................ 5

5. MAGISTERIO Y TEOLOGÍA.......................................................................................... 6

5.1. Las relaciones de colaboración......................................................................... 6

5.2. El problema del disenso.................................................................................... 6

6. CONCLUSIÓN .............................................................................................................. 8

7. COMENTARIO PERSONAL Y VALORACIONES.............................................................. 8

BIBLIOGRAFÍA........................................................................................................... 10

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3 “DONUM VERITATIS”

1. CONTEXTUALIZACIÓN E INTRODUCCIÓN

A lo largo de este trabajo nos disponemos a analizar la instrucción “Donum Veritatis”


que la Congregación para la Doctrina de la Fe publicó el 24 de marzo de 1990, bajo la
aprobación del papa Juan Pablo II, y cuyo tema principal es la vocación eclesial del
teólogo, tema que para desarrollar se divide en diferentes apartados y subapartados que
en los siguientes puntos desarrollaremos.

Analicemos primero la introducción que el documento nos presenta. Dicha introducción


comienza con una frase que nos remite a Jn 8,32, “La verdad que nos hace libres es un
don de Jesucristo”, como contextualización para desarrollar el hecho de que la búsqueda
de la verdad, cuya raíz es Jesucristo, es una exigencia de la naturaleza del hombre, y
que, aunque la verdad revelada sobrepasa la capacidad de conocimiento del hombre, es
necesario permanecer en la verdad que la teología nos procura mostrar. Por dichos
motivos se publica esta instrucción, que se propone iluminar la misión de la teología en
la Iglesia.1

2. LA VERDAD, DON DE DIOS A SU PUEBLO

A lo largo de este punto se nos expone como es Dios, que es movido por un amor sin
medida, el que se acerca al hombre y le acompaña en su caminar, introduciéndolo en la
verdad y alcanzando este acto su plenitud en la muerte del Hijo en la cruz, que vence la
muerte, y que se actualiza por el Espíritu “hacia la verdad plena” (Jn 16,13).

Posteriormente se nos habla de la fuerza unificante de la verdad, que une a los hombres
en su camino hacia Dios y a la vez los hace libres, y de cómo, según nos apunta el
Concilio Vaticano II.2 El pueblo de Dios responde a esta llamada a través de una vida de
fe de la totalidad de los fieles que ha de ser reavivada por medio de la reflexión.

1
Congregación para la Doctrina de la Fe, Instrucción Donum Veritatis, nº 1. [En línea]. Librería Editrice
Vaticana: Roma, 1990-03-24.
<http://www.vatican.va/roman_curia/congregations/cfaith/documents/rc_con_cfaith_doc_19900524_theo
logian-vocation_sp.html#top>. [Consulta: 30 dic. 2018]
2
Cf. Constit. dogm. Dei Verbum, nº 5.

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3. LA VOCACIÓN DEL TEÓLOGO

En este apartado se nos explica la vocación del teólogo como una de las diferentes
vocaciones que el Espíritu suscita en la Iglesia, y como esta, junto con el Magisterio,
tiene la función de lograr una comprensión cada vez mayor de la Palabra de Dios.3

La fe interpela la inteligencia, si bien la Verdad que quiere revelarse y se revela la


supera a la vez que la capacita. Por tanto, el trabajo del teólogo consistirá en indagar la
“razón de la fe” ofreciendo respuestas a quienes buscan dicha razón.

La teología contribuye a que la fe sea comunicable, siendo su objeto la Verdad, que a su


vez la une al “sentido sobrenatural de la fe” por medio de la oración del teólogo. Dicha
teología se ha convertido en un saber científico a lo largo de la historia, hecho que hace
al teólogo armonizador entre la Verdad revelada y la razón humana, exigiéndole un
esfuerzo espiritual de rectitud y santificación.4 Por tanto la tarea de la teología también
exige la utilización de conocimientos filosóficos y de la cultura de su ambiente.

El teólogo no debe olvidar nunca que es miembro del pueblo de Dios y que sus
investigaciones teológicas deben enmarcarse dentro de la fe de su Iglesia, por lo que en
su esencia se encuentran la discusión imparcial y objetiva, el diálogo fraterno, la
apertura y la disposición de cambio de cara a las propias opiniones.5

Ante estas afirmaciones, la instrucción solo puede concluir este apartado afirmando que
la libertad de investigación del teólogo:

“se inscribe dentro de un saber racional cuyo objeto ha sido dado por la
revelación, transmitida e interpretada en la Iglesia bajo la autoridad del
Magisterio y acogida por la fe.” (nº 12)

A la vez que afirma que desatender a dichos datos sería lo mismo que dejar de hacer
teología.

3
Congregación para la Doctrina de la Fe, Instrucción Donum Veritatis, nº 6...
4
Congregación para la Doctrina de la Fe, Instrucción Donum Veritatis, nº 9...
5
San Juan Pablo II, Discurso a los teólogos en Altötting, 18-11-1980: ASS 73 (1981) 104: L´Osservatore
Romano, edición española, 30-11-1980, pág. 10.

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4. EL MAGISTERIO DE LOS PASTORES

Este apartado nos introduce en como Dios dio a su Iglesia, por el don del Espíritu Santo,
la participación de su infalibilidad.6 Los pastores de la Iglesia, como sucesores de los
apóstoles, deben guardar, exponer y difundir la palabra de Dios, a la que sirven.7

El Magisterio afirma la Alianza instaurada por Dios en Cristo con su pueblo, y por tanto
solo es comprensible en el marco de la doctrina cristiana al ser algo que nace de la
economía de la fe en favor de todo el pueblo de Dios.

El Espíritu Santo asiste a los pastores, que les da el carisma de la infalibilidad de


manera especial a los obispos en acto colegial y al Romano Pontífice “ex cathedra”.
Esto implica que el Magisterio pueda proponer enunciados definitivos de la Revelación
y que pueda tener como objeto lo concerniente a la moral y lo referente a la ley natural.8

También se da dicha asistencia divina a los pastores, y en especial al Romano Pontífice,


cuando ejercen el magisterio ordinario sin ser infalible ni definitivo, y en cuanto que su
fuente es Cristo no están desprovistas de la asistencia divina y requieren la adhesión de
los fieles.9

El Romano Pontífice es ayudado por los organismos de la Curia Romana, y es el obispo


en las iglesias particulares a quien le corresponde, en comunión con la iglesia universal
que es condición de su autenticidad, interpretar y custodiar la palabra de Dios y juzgar
según ella.

El obispo, que representa a su iglesia particular ha de confluir en la unidad, la paz, el


amor y la verdad con las otras iglesias locales, manifestando así su catolicidad, que se
refleja en las diferentes Conferencias Episcopales, vigilando que el pueblo de Dios
permanezca fiel en la Verdad.

6
Cf. Congregación para la Doctrina de la Fe, Declaración Mysterium Ecclesiae, nº 2: AAS65 (1973) 398
s.: L’Osservatore Romano, edición española, 15 de julio de 1973, pág. 9.
7
Cf. Constit. dogm. Dei Verbum, nº 10.
8
Cf. San Pablo VI, Encicl. Humanae vitae, nº 4: AAS 60 (1968) 483.
9
Congregación para la Doctrina de la Fe, Instrucción Donum Veritatis, nº 17...

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5. MAGISTERIO Y TEOLOGÍA

5.1. Las relaciones de colaboración

En este último apartado, la instrucción nos expone primero como las relaciones entre el
Magisterio y la teología se basan en su fin común que es conservar al pueblo de Dios en
la Verdad, de manera especial cuando la colaboración entre ambos se en el mandato al
teólogo de enseñar, presentar y explicar la doctrina de la fe.

La doctrina expuesta por el Magisterio de manera infalible requiere de la fe teologal y


ha de ser aceptada y mantenida, mientras que la “no definitiva” requiere asentimiento de
la voluntad y de la inteligencia.10

El Magisterio puede intervenir sobre asuntos discutibles, lo que no implica que el


teólogo deje de preguntarse sobre dichos asuntos.

Ente el Magisterio y el teólogo pueden surgir tensiones, pero deben primar la “unitas
veritatis” y la “unitas caritatis”. El teólogo ha de cuidar el no presentar sus opiniones
como conclusiones indiscutibles y en caso de dificultades no podrá faltar una actitud
fundamental de disponibilidad a acoger lealmente la enseñanza del Magisterio.11 Frente
a una actitud de conflicto persistente, debe estar dispuesto a examinar el problema en
profundidad, que puede ser una invitación a sufrir en silencio y oración.

5.2. El problema del disenso

Este subapartado con el que se cierra la instrucción nos pone de frente aquellas
ocasiones de actitudes de oposición organizadas sistemáticamente llamadas “disenso”,
entre cuyos factores se encuentran el liberalismo filosófico, una opinión pública
artificialmente orientada y sus conformismos, y la pluralidad de culturas y de lenguas.

El disenso tiene diversos aspectos, el más radical pretende un gran cambio en la Iglesia
y su justificación se apoya principalmente en argumentos de orden hermenéutico y del

10
Cf. Constit. dogm. Lumen gentium, nº 25; C.I.C., c. 752.
11
Congregación para la Doctrina de la Fe, Instrucción Donum Veritatis, nº 26-29...

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pluralismo teológico llevado al relativismo, argumentos que el buen teólogo ha de poner


en tela de juicio para no perturbar gravemente al pueblo de Dios.12

Otras veces el disenso apela a una argumentación sociológica, no teniendo en cuenta


que el creyente puede tener opiniones erróneas. El “sensus fidei” del pueblo de Dios ha
de ser conducido por el magisterio de los pastores, pues ninguna de estas dos realidades
es independiente de manera total de la otra.13

El disenso no se justifica por la libertad del acto de fe. El derecho a la libertad religiosa
constituye el fundamento del respeto a los derechos humanos y, por tanto, no se puede
apelar a ellos para oponerse al Magisterio, que en ocasiones se ve obligado a tomar
medidas onerosas, contra aquel teólogo en antítesis con el “sentire cum Ecclesia”.

Por último, tampoco puede ser excusa el argumento del deber de seguir la propia
conciencia, pues la recta conciencia del teólogo supone la fe en la palabra de Dios, pero
también el amor a la Iglesia y el respeto al Magisterio.

Separarse de la Iglesia y sus pastores es también separarse del mismo Cristo.14 La


Iglesia es misterio de comunión y todos sus miembros deben tender a la unión, en la
cual los teólogos deben ser portavoces proféticos de una comunidad cuya base se
encuentra en la Verdad.15

La Iglesia ha de buscar la concordia y la comunión sin ceder a la tentación del disenso.


Teología y Magisterio, según la instrucción, aunque diferentes, "deben compenetrarse y
enriquecerse recíprocamente para el servicio del pueblo de Dios.” Los pastores, y en
especial los teólogos, deben participar en la edificación de la Iglesia en la unidad y en la
verdad, teniendo siempre presente que “Cristo es la Palabra definitiva del Padre”.

12
Cf. San Juan Pablo II, Encicl. Redemptor hominis, nº 19: AAS 71 (1979) 308: L’Osservatore Romano,
edición española, 18 de marzo de 1979, pág. 12; Discurso a los fieles de Managua, 4 de marzo de 1983,
n. 7: AAS 75 (1983) 723: L’Osservatore Romano, edición española, 13 de marzo de 1983, pág. 14.
13
Cf. Constit. dogm. Lumen gentium, nº 12.
14
Cf. San Pablo VI, Exort. apost. Paterna cum benevolentia, nº 4: AAS 67 (1975) 15: L’Osservatore
Romano, edición española, 22 de diciembre de 1974, pág. 3.
15
Congregación para la Doctrina de la Fe, Instrucción Donum Veritatis, nº 39...

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6. CONCLUSIÓN

Como conclusión el documento nos propone meditar la figura de la Virgen María como
imagen perfecta de la Iglesia y como aquella cuya adhesión a la fe fue inmediata
guardando y meditando la palabra de Dios en su corazón. Debe ser ella quien guíe y
muestre el camino a los teólogos de la Iglesia.

Por último, el documento invita a los obispos a mantener relaciones de confianza con
los teólogos, para “poder estar cada vez más al servicio de la Palabra y al servicio del
pueblo de Dios.”

7. COMENTARIO PERSONAL Y VALORACIONES

Después de haber leído, profundizado y destacado lo más importante de la instrucción


debo concluir que tanto su contenido como su estructura no solo me parecen adecuados,
sino que me han cautivado. Tengo que reconocer que a lo largo de todo el proceso he
disfrutado leyendo tan enjundioso documento.

Pero ahora bien, observando detenida y objetivamente el documento llegamos a la


conclusión clara de que la función del teólogo es fundamental para la Iglesia. Siempre
lo ha sido y hoy en día lo es aún más.

A lo largo de los siglos la teología ha ido explorando los diversos caminos para llegar a
Dios, en algunas ocasiones con más acierto que en otras, pero siempre siendo un factor
importante para la sociedad del momento. Hoy en día no podemos obviar el hecho de
que la teología ha perdido buena parte de su influencia social y su papel protagonista
dentro de buena parte de los ámbitos eclesiales.

En mi opinión, es un error grave que los creyentes no se preocupen de la dimensión


teológica de su fe, como fundamento transversal de todas sus creencias.

Y este error no hace más que agravarse cuando de los que hablamos son los sacerdotes o
aquellos que se forman para tan sagrado ministerio pues, como bien apunta el
documento según lo que ya exponía San Gregorio Magno en su Regla Pastoral, “no se
puede poner a guiar al rebaño a aquel que no conoce el camino.”

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9 “DONUM VERITATIS”

A raíz de la lectura de esta instrucción me rondaba por la cabeza el hecho de que la


teología es, al fin y al cabo, cuestión de fe, y que la primera teología que debe hacer el
buen creyente es orar, pues sin la oración, la profundización en los misterios de la fe
cristiana se quedan en contenido vacío de expresión interpelante, si bien nunca debemos
olvidar el aspecto intelectual de la teología ni relegar a los teólogos a un papel
secundario dentro de nuestros ámbitos eclesiales concretos.

Hoy, dentro de un contexto socio-cultural prominentemente ateo y en algunos aspectos


incluso anti-eclesial, la Iglesia debe mantenerse firme y caminar por caminos de
salvación, por las sendas que nos marcó el Señor desde antiguo para todas las
generaciones, y la teología ha de ser bastón en el que se apoye la Iglesia en su caminar.

Esto solo se podrá lograr si todos los miembros que formamos la Iglesia trabajamos
unidos, en espíritu de servicio y humildad, dejando a un lado nuestras diferencias y
dejándonos, como dice la instrucción, guiar por la jerarquía eclesial representada en el
Sumo Pontífice y en los Obispos, que en su figura representan la sucesión apostólica y
la catolicidad de la Iglesia que el Señor le concedió en su fundación.

Seamos pues, piedras vivas del edificio que constituye la Iglesia y caminemos juntos
hacia la Verdad, para poder gozar algún día del descanso de Dios y poder ver con su
mirada de amor misericordioso. Y no solo eso, sino que seamos verdaderos apóstoles
que acerquen a muchos hasta Él. Seamos Iglesia viva y seamos Iglesia en salida,
siempre apoyados en la teología y siempre en camino hacia Dios.

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BIBLIOGRAFÍA GENERAL

En este apartado expongo la bibliografía general del trabajo, tanto los textos y páginas
web que he utilizado para la realización del mismo como textos y páginas web para
poder ampliar las investigaciones procedentes de los temas tratados durante el mismo.

Congregación para la Doctrina de la Fe, Declaración Mysterium Ecclesiae, nº 2: AAS65


(1973): L’Osservatore Romano, edición española, 15 de julio de 1973.

Congregación para la Doctrina de la Fe, El don de la Verdad, Palabra 2005, 3º ed.

Congregación para la Doctrina de la Fe, Instrucción Donum Veritatis. [En línea].


Librería Editrice Vaticana: Roma, 24 de marzo de 1990.

Constitución dogmática Dei Verbum, BAC, Madrid 1965.

Constitución dogmática Lumen Gentium, BAC, Madrid 1965.

Fontana S., “El teólogo según la Instrucción “Donum veritatis”. Una relectura útil
para la Doctrina Social de la Iglesia.”, Osservatotio Internazionale Cardinale Van
Thuân, 2017. [En línea].

San Gregorio Magno, Regla pastoral, Madrid 2009.

San Juan Pablo II, Discurso a los fieles de Managua, 4 de marzo de 1983: AAS 75
(1983): L’Osservatore Romano, edición española, 13 de marzo de 1983.

San Juan Pablo II, Discurso a los teólogos en Altötting, 18-11-1980: ASS 73 (1981):
L´Osservatore Romano, edición española, 30-11-1980.

San Juan Pablo II, Encíclica Redemptor hominis: AAS 71 (1979): L’Osservatore
Romano, edición española, 18 de marzo de 1979.

San Pablo VI, Encíclica Humanae vitae: AAS 60 (1968).

San Pablo VI, Exhortación apostólica Paterna cum benevolentia: AAS 67


(1975): L’Osservatore Romano, edición española, 22 de diciembre de 1974.

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