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Apuntes de Historia

Bíblica

Curso 2017-2018
Tema 1 ¿Cómo leer la Biblia?

La última y definitiva intervención de Dios en nuestra historia se realizó en Jesús de


Nazaret: “el Verbo se hizo carne”. El cómo de esta intervención divina resulta ilustrativo
en orden a comprender el cómo de las anteriores intervenciones de Dios en la historia. La
plena manifestación de Dios en Cristo estuvo condicionada por las limitaciones que la
naturaleza humana comporta: limitaciones de tiempo y lugar, de conocimiento y
posibilidades, de simpatías y reproches, de actividad y cansancio, de gloria y humillación…
Si esto ocurrió cuando Dios se hizo hombre, la misma regla debe resultar válida cuando
Dios se hizo Escritura, cuando quiso que su voluntad quedase consignada en unos libros
escritos en épocas lejanas. Los libros bíblicos se hallan condicionados por la mentalidad y
cultura de sus autores, por las circunstancias históricas en que surgieron, por el entorno
cultural que los enmarca, por las costumbres de la época en que nacieron, por la o las
lenguas en que fueron compuestos, por la geografía y la climatología…1

1
Bibliografía sobre la historia del pueblo de Israel y su interpretación: M. NOTH, Historia de Israel,
Barcelona 1966; J. BRIGHT, La historia de Israel, Bilbao 131993; H. RINGGREN, La religion d'Israel, París
1966; R. de VAUX, Historia antigua de Israel, 2 vol., Madrid 1975; Instituciones del Antiguo Testamento,
Barcelona 1964; J. S. CROATTO, Historia de salvación. La experiencia religiosa del pueblo de Dios, Estella
(Navarra) 1995; S. HERRMANN, Historia de Israel, Salamanca 1985; H. CAZELLES, Historia política de
Israel desde los orígenes a Alejandro Magno, Madrid 1984; En busca de Moisés, Estella (Navarra) 1981; M:
COLLIN, Abrahán, Estella (Navarra) 1987; Estudios Bíblicos 52 (1994) nn. 1-2: “La nueva crítica del
Pentateuco”; J. GONZÁLEZ ECHEGARAY, El Creciente fértil y la Biblia, Estella (Navarra) 1991;
Arqueología y evangelios, Estella (Navarra) 21999; R. MICHAUD, Los Patriarcas. Historia y teología,
Estella 1983; AAVV, “Arqueología bíblica” en Reseña Bíblica (1998) Estella; “El Pentateuco”, en Reseña
Bíblica (1996) Estella; F. CASTEL, Historia de Israel y de Judá desde los orígenes al siglo II después de
Cristo, Estella 1984; E. SCHÜRER, Historia del pueblo judío en tiempos de Jesús, edición dirigida y revisada
por G. Vermes, F. Millar y M. Black, 2 vol., Madrid 1985; A. PAUL, El mundo judío en tiempos de Jesús.
Historia política, Madrid 1984; G. W. AHLSTRÖM, The History of Ancient Palestine from the Palaeolithic
Period to Alexander's Conquest, (Journal for the Study of the Old Testament, Supplement Series 146),
Sheffield 1993; N. K. GOTTWALD, The Tribes of Yahweh. A Sociology of the Religion of Liberated Israel
(1250-1050) bc.), Londres 1980; H. HAYES y J. M. MILLER, Israelite and Judean History, Londres 1977;
W. KELLER, Y la Biblia tenía razón, Barcelona 1960. Muy importantes las tres obres de N. P. LEMCHE,
Ancient Israel. A new History of Israelite Society, (The Biblical Seminar, 5), Sheffield 1988; Early Israel.
Antropological and Historical Studies on the Israelite Society before the Monarchy, (Supplements to Vetus
Testamentum XXXVII), Leiden 1985; The Canaanites and Their Land. The tradition of the Canaanites,
(Journal for the Study of the Old Testament, Supplement Series 110), Sheffield 1991; J. A. SOGGIN, Nueva
historia de Israel. De los orígenes a Bar Kochba, Bilbao 1997; J. GUILLÉN TORRALBA, Los Patriarcas.
Historia y leyenda, Madrid 1987; F. FERNÁNDEZ RAMOS, “La Biblia en su conjunto”, en Colligite, 87
(1976), 243-267; F. GARCÍA LÓPEZ, “Dios en la Biblia 1. Antiguo Testamento”, en Diccionario teológico:
El Dios Cristiano, editado por X. PIKAZA y N. SILANES, Salamanca 1992; también se puede consultar: A.
GONZÁLEZ LAMADRID, Las tradiciones históricas de Israel, Estella (Navarra) 1993; N. LOHFINK, Las
tradiciones del Pentateuco en la época del exilio, (Cuadernos bíblicos nº 97), Estella (Navarra) 1999; J.
MAIER, Entre los dos testamentos. Historia y religión en la época del segundo templo, Salamanca 1996; J.
KONINGS, La Biblia, su historia y su lectura. Una introducción, Estella (Navarra) 1995; W. F. ALBRIGHT,
Arqueología de Palestina, Barcelona 1962; J. BRIEND (ed.), Israel y Judá en los textos del Próximo Oriente
Antiguo, Estella (Navarra) 1982; D. NOËL, Los orígenes de Israel, Estella 1999. Para la historia del Próximo
Oriente baste señalar algunas obras básicas: P. GARULLA; V. NIKIPROWETSKY, El Próximo Oriente
Asiático. Los imperios mesopotámicos. Israel, Barcelona 1978; F. DAUMAS, La civilisation de l'Egypte
ancienne pharaonique, París 1971 (obra clásica de un gran egiptólogo); J. M. BLÁZQUEZ, Historia del
Oriente Antiguo, Madrid 1992; M. LIVERANI, El Antiguo Oriente. Historia, sociedad y economía, Madrid
1995; J. SANMARTÍN / J. M. SERRANO, Historia antigua del Próximo Oriente. Mesopotamia y Egipto,
Madrid 1998.; J. L. SICRE, “Los orígenes de Israel. Cinco respuestas a un enigma histórico”: Estudios
Bíblicos 46 (1988) 421-456. (Cf. más bibliografía en anexo).

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Tema 1 ¿Cómo leer la Biblia?

TEMA 1

¿CÓMO LEER LA BIBLIA? CUESTIONES PREVIAS

1. UNA HISTORIA “BÍBLICA”

El Antiguo Testamento, lo mismo que el Nuevo Testamento, es una historia2,


la historia de la salvación. El Dios de la Biblia no es el Zeus lejano del Olimpo
ni la causa primera de la filosofía, sino el Verbo encarnado en medio de la
materia y de la vida humana, que acompaña al hombre en su andadura
histórica, compartiendo con él alegrías y tristezas, esperanzas y fracasos. La
revelación bíblica es esencialmente histórica: Dios se da a conocer por
medio de la palabra que comunica a sus siervos los profetas, pero se revela
sobre todo a través de sus intervenciones en la historia de la salvación. La
Biblia gusta de enraizar la teología, la ética y la ley, no en consideraciones y
principios filosóficos de carácter especulativo, sino en el marco de la historia.
El designio salvador de Dios se realiza progresivamente en la historia del
acontecer humano, solicitando en cada momento la respuesta adecuada del
hombre. La religión de la Biblia es una religión encarnada en la historia. Yahvé
no es un Dios cósmico ni metafísico a cuyo conocimiento se llega por vía de
especulación. Yahvé es el Dios que se hace presente y salva al hombre desde
dentro, desde el seno de la historia. La historia está, pues, en la raíz de la
Biblia.

Pero, al hablar de historia bíblica podemos tener el peligro de pensar que se


trata de crónicas o anales históricos en el sentido científico de la palabra. Y no
es así. La historia bíblica no es una crónica o narración neutral y aséptica
de los hechos3. Está abierta a la trascendencia y desborda las coordenadas de
los acontecimientos intraterrenos. Esta dimensión sólo se puede conocer por la
fe y desde la fe. Por eso hablamos de una historia con unas características muy
concretas: confesional, kerigmática, interpelante, profética, escatológica y
salvífica:

1. Decimos que la historia bíblica es una historia confesional porque está


escrita desde la fe en Dios, que se dio a conocer al pueblo de la Biblia con el
nombre de Yahvé. Los autores bíblicos descubren en los acontecimientos una

2
Dice H. W. Robinson que “el AT es primordialmente un libro de historia, en el que se han incorporado
otros géneros literarios”. “La historia constituye el tema principal de la literatura del AT”. Sin embargo, no
podemos entender la historia bíblica en el sentido ciceroniano clásico de memoria del pasado.
3
En realidad, ninguna historia es neutral. Están ya superadas las tesis del historicismo liberal alemán del siglo
XIX que tenía la pretensión de poder reproducir la historia en estado bruto y libre de toda interpretación. Se
trata de un ideal no sólo irrealizable, sino incluso contrario a las leyes del conocimiento humano. Los hechos,
para que sean inteligibles y accesibles, deben ser expresados con palabras, y toda verbalización es ya una
interpretación. No existe más historia que la interpretada y narrada. En la Biblia hay historia pero, como
veremos más adelante, interpretada desde la fe.

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Tema 1 ¿Cómo leer la Biblia?

dimensión que hace referencia a la divinidad. Todo viene de Dios y todo


camina hacia Dios4.

2. Cuando hablamos de historia kerigmática5 queremos decir que esa historia


escrita desde la fe en Dios quiere ser también proclamación y anuncio de esa
misma fe. Los artículos de la fe israelita no son verdades abstractas, sino
intervenciones y acontecimientos salvíficos de Dios en favor de su pueblo.

3. Decimos que es una historia interpelante6 porque al ser escrita desde la fe y


ser una proclamación de fe no es una pura crónica destinada a informar, sino
que se trata del anuncio de una buena nueva de salvación que pide y
espera la respuesta y el asentimiento del lector.

4. Decimos que es una historia profética porque la presencia y la actuación de


Dios en la historia van acompañadas de la voz de los profetas que las
interpretan; de este modo la presencia y la actuación de Dios junto con la voz
profética forman la palabra completa y constituyen la revelación.

5. Una historia escatológica. Los pueblos vecinos, que profesaban creencias


míticas y naturistas, tenían una concepción cíclica de la historia. Creían que
ésta giraba y se repetía siempre en torno al mismo centro de gravedad, como
los ciclos de la naturaleza, sin jamás avanzar. Sin embargo, la concepción
israelita de la historia es lineal. Tiene como punto de partida la fe en Dios y
camina hacia una meta: la esperanza mesiánica y escatológica. Tiene como
punto de partida un encuentro inicial con Dios y camina hacia el
encuentro pleno y definitivo con Él.

6. Una historia salvífica: La verdad que Dios ha querido consignar en los


libros sagrados es una verdad salvífica, una verdad para nuestra salvación.
Hacemos esta afirmación porque, fundamentalmente, la Biblia describe un
encuentro; y los protagonistas del mismo son Dios y el hombre: Dios que sale
al encuentro de un hombre que busca. Esto significa sencillamente que
adentrarse en la Biblia equivale a sumergirse en el misterio: en el misterio de
4
Sirvan como ejemplo de lo que estamos afirmando solamente dos ejemplos: lo que para los que lo veían
desde fuera no era más que una de tantas salidas de nómadas que abandonaban Egipto, para los historiadores
bíblicos es el “éxodo”, la mayor experiencia de la presencia y de la acción liberadora de Dios en favor de su
pueblo, el acontecimiento fundante, original y originante, de la historia de la salvación del AT; lo que para los
demás era sólo una de tantas operaciones de castigo, para los autores bíblicos la destrucción de los reinos de
Samaría y de Judá era la expresión del justo juicio de Dios, que prueba y castiga a su pueblo para moverlo a la
conversión.
5
Como ejemplo podemos citar: Dt 26,5-9; Sal 78,67-71 (en el AT) y 1Cor 15,3-5 (en el NT). El Dios de la
Biblia no se da a conocer a través de mensajes llovidos del cielo y desencarnados, al estilo de los oráculos de
Delfos, sino que se revela por medio de sus intervenciones en la historia de los hombres, leídas e interpretadas
por la palabra de los profetas.
6
La historia “deuteronomista”, por ejemplo, quiere ser un llamamiento a la conversión y a la esperanza. La
forma de hablar y de actuar los personajes, la presentación de los acontecimientos..., todo ello apunta en la
misma dirección: llamamiento a seguir los postulados de la ley y optar por el Dios de la alianza.

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Tema 1 ¿Cómo leer la Biblia?

Dios y en el misterio del hombre y, como ni el uno ni el otro pueden ser


expresados adecuadamente en fórmulas universalmente válidas, el encuentro
con el misterio nos hará caminar por el terreno de lo desconocido.

Dios sale al encuentro del hombre para responder a sus interrogantes más
profundos y para abrirle nuevas posibilidades que él ni siquiera podría pensar o
sospechar. La Biblia es el libro de la esperanza. Su lectura produce siempre
una apertura hacia el futuro. Pero esa mirada al futuro tiene también, a su vez,
su justificación en la experiencia vivida en el pasado. Lo que Dios hizo en el
pasado se convierte en garantía de lo que hará en el futuro. ¿Cómo lo ocurrido
y experimentado en el pasado puede convertirse en norma de lo que ocurrirá en
el futuro? ¿Cómo un individuo, un grupo o un pueblo puede anticipar las
vivencias de otros individuos, de otros grupos o de otros pueblos?

Uno de los valores de la Biblia está en haber consignado en sus páginas la


experiencia y la reflexión de casi veinte siglos de la vida del hombre y del
pueblo al que pertenece ese hombre. A la vista de este hecho resulta difícil
aceptar que el hombre, aunque sea el llamado hombre moderno, el hombre del
siglo XXI, pueda encontrarse en circunstancias totalmente nuevas que no
hayan sido vividas anticipadamente, de algún modo, por el hombre bíblico:
prosperidad y miseria, angustia y optimismo, zozobra y seguridad, alegría y
abatimiento, triunfalismo y ocultismo, esclavitud y libertad, experiencia del
Dios próximo y desolación profunda por su lejanía o inexistencia. Sólo en su
lectura descubriremos que todo esto es verdad.

2. TRES NIVELES DISTINTOS DE LECTURA

1. El primero es el nivel literario. Desde este nivel la Biblia puede ser


enmarcada dentro del cuadro general de la literatura. Las reglas de juego
aceptadas como válidas para la lectura y análisis de cualquier texto literario
pueden aplicarse de la misma forma al texto bíblico.

2. Pero la Biblia, además de un texto literario, recoge la fe del pueblo de Dios.


Hemos pasado al nivel religioso. Este nuevo aspecto sitúa a la Biblia dentro del
extenso marco de la historia de las religiones. En este segundo nivel el lector
debe conectar necesariamente con la fe del pueblo de Israel.

3. El tercer nivel es el cristiano. Este nivel de lectura obliga al lector a


considerar toda la Biblia, Antiguo y Nuevo Testamento, como una unidad,
como una gran obra que pretende esclarecer la voluntad de Dios y sus
pretensiones y promesas para el hombre. En este último nivel de lectura deben
descubrirse las constantes de la acción divina, el plan perfectamente
establecido desde el principio por Dios y que tiene su culminación en el
acontecimiento de Jesús de Nazaret, y la manifestación paulatina y progresiva

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Tema 1 ¿Cómo leer la Biblia?

de Dios en su búsqueda del hombre.

3. UNA LECTURA RELEVANTE7 DE LA BIBLIA

Leer la Biblia exige entrar en el mundo del texto y atraer hacia uno mismo
ese mundo. Se trata de caminar hacia el texto bíblico para comprenderlo en
si mismo. Caminar hacia el texto supone realizar un gran esfuerzo para
situarnos dentro del ambiente histórico-cultural en que nació. Sólo así lo
comprenderemos debidamente. Significa, por lo tanto, renunciar a nuestros
prejuicios y categorías para no prejuzgar de antemano lo que el texto quiere
decirnos. Si, en lugar de partir del texto, partimos de nosotros y de nuestros
conceptos y categorías estamos desfigurando el sentido mismo del texto; en
lugar de leer lo que Dios nos expone a través del texto bíblico, nos estamos
leyendo a nosotros mismos en él o, a lo sumo, expresamos nuestras ideas y
sentimientos con palabras bíblicas.

Ahora bien, nuestro camino hacia el texto bíblico es de “ida y vuelta”. Si


hacemos el esfuerzo de llegar a él, entonces él caminará hacia nosotros;
nos hablará interpelándonos. Pero no debemos olvidar que la Palabra de
Dios viene a nosotros con un ropaje distinto al que nosotros utilizamos hoy.
Trajes que llaman nuestra atención y excitan nuestra curiosidad. Lo que
queremos decir con esta imagen es que, por ejemplo, la fe patriarcal o la de
Israel llega hasta nosotros en “relatos históricos” a los que, en la época en la
que fueron escritos, se añadieron adornos mediante la invención de rasgos de
tipo legendario, hiperbólico, ficticio; o mediante “discursos” puestos en boca
de quienes no los habían pronunciado, para expresar los deseos y sentimientos
de una persona o de un grupo o de un pueblo al que representaban en su
intervención; a veces se recurre a la fábula, la parábola, la leyenda8, la
alegoría, la etiología9, o la etimología popular10. La Palabra de Dios, al
7
Un joven puede verse absorto en la lectura de las cartas de su madre, contándole el estado de salud de la tía y
las últimas noticias del pueblo, pero sus amigos difícilmente mostrarán algún interés por la lectura de esas
mismas cartas. No es ese su mundo; no pertenece a sus intereses. No les dice nada. Ésta es también la
impresión que se tiene muchas veces al leer ciertos fragmentos del Antiguo, y hasta del Nuevo Testamento (cf.
Gál 4,21-30; Heb 7; etc.); tenemos la impresión de leer cosas que no tienen ninguna relación con el mundo en
el que estamos viviendo. Por eso, para que el texto sea relevante, o sea, para que me diga algo, es preciso que
yo entre en el mundo del texto o que el texto entre en mi mundo, o las dos cosas al mismo tiempo. El mundo
del texto debe hasta cierto punto fundirse con el mío. Es entonces cuando el texto se hace relevante, toma
relieve para mí. Entonces “me habla, me dice algo”. Para el lector común, lo más fácil es la segunda solución:
atraer el texto hacia el propio mundo del lector, percibir que la realidad de la Biblia es también la realidad de
la gente; porque la Biblia habla de lo que constituye la vida concreta del pueblo: el pan, el agua, la tierra, la
salud, el salario, etc. En cambio, los biblistas, los historiadores y los investigadores tienen mayor facilidad
para la primera manera de aproximar su mundo al del texto, a saber, trasladándose al mundo de la Biblia
desde una investigación histórica de ese mundo. En este caso se aplican al campo de la literatura bíblica los
métodos histórico-literarios. No basta con querer solamente traer la Biblia hasta nosotros; debemos también
acudir en dirección a ella, entrar en su mundo.
8
Leyenda: Narración escrita u oral, de carácter maravilloso o heroico, en la que los hechos históricos son
deformados por la imaginación popular o poética.
9
Etiología: Explicación de la razón o causa de alguna institución, costumbre, etc., muchas veces en forma de

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Tema 1 ¿Cómo leer la Biblia?

hacerse escritura para el hombre, ha quedado como prisionera de múltiples


formas que es necesario descubrir para que ella llegue a nosotros con todo su
poder interpelante. Sólo llegará hasta nosotros si previamente hemos hecho el
esfuerzo de llegar hasta ella.

Además, la Biblia es palabra de Dios. Pero, ¿hemos pensado que Dios no


habla como nosotros? Cuando Dios decidió comunicarse con el mundo de los
hombres lo hizo a través de signos y acontecimientos que son como flechas
indicadoras (“señales”) que nos invitan a mirar más allá de ellos mismos. Esto
exige que haya hombres capaces de captar el significado de esos hechos-
signo para comunicárselo a los demás (profetas, hombres y mujeres ministros
de la palabra…). En cuanto palabra de Dios, la Biblia transciende el espacio y
el tiempo. En cuanto palabra envuelta en un ropaje arcaico, se halla limitada
por todos los condicionamientos del mismo. De ahí que sea imprescindible
distinguir siempre entro lo que la Biblia dice y lo que quiere decir
(ejemplo: la mujer creada de la costilla de Adán).

Otro concepto importante a tener en cuenta es que el mundo de la Biblia no es


meramente pasado. La historia lo ha incrustado dentro de nuestro mundo11. El
conocimiento histórico intenta comprender el rastro que el mundo del
pasado ha dejado en nuestro mundo de hoy, porque es esencialmente el
mismo mundo, aunque en continua mutación. Entendiendo la historia, entiendo
mejor mi mundo de hoy, porque éste tiene sus raíces en el mundo de ayer. Sin
embargo, el conocimiento histórico supone un gran desafío. El pasado está
presente, pero no es presente. Es diferente de lo que estamos viviendo ahora12.
La estructura del momento presente se entiende a partir del análisis de las
relaciones actuales, pero también a partir de la historia que las produjo. La
primera aproximación se llama sincrónica y la segunda diacrónica13. La
historia es pasado, como proceso, y presente, como resultado o efecto. Pero el
efecto sólo desvela todas sus posibilidades cuando se conoce su proceso14. Así
pues, vamos a ver no solamente lo que en el mundo bíblico corresponde al
nuestro, sino también a contemplar el mismo proceso del “acontecer” de la
Biblia en su mundo original.

historia. Es la creación o invención de una historia particular para explicar un fenómeno cuyas causas se
desconocen. Por ejemplo: Gen 32,32-33.
10
Etimología: Para explicar nombres de personas o lugares. La etimología busca el origen de los vocablos.
En la Biblia se usan a veces etimologías populares, no científicas, pero altamente significativas, como por
ejemplo: el nombre de Israel (Gen 35,10).
11
Cf. Konings, J., La Biblia, su historia y su lectura. Una introducción, Estella (Navarra) 1995, 27.
12
Es como dos personas: tienen unos rasgos esenciales en común, pero son diferentes en todo.
13
Sincronía (del griego sun (juntamente, junto, a la vez) y cronoj (tiempo): considera y estudia la realidad en
un momento dado de su existencia histórica. Diacronía (del griego dia (a través de) y cronoj): estudia los
fenómenos que ocurren a lo largo del tiempo; considera la realidad en su largo proceso histórico.
14
El que construye una máquina conoce mejor sus posibilidades que el simple usuario de la misma.

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Tema 1 ¿Cómo leer la Biblia?

4. CONSTITUCIÓN DEL TEXTO BÍBLICO

Otro dato a tener muy en cuenta es que, cuando nos acercamos a la Biblia, nos
encontramos con un texto ya fijo y establecido, en estado adulto. Pero este
texto no nació ya adulto. Los textos bíblicos pasaron por una fase o etapa
constituyente. Durante dicha fase constitutiva el texto básico sufrió
modificaciones, adiciones, glosas explicativas, correcciones, acentuaciones
diversas, interpretaciones distintas, etc. Desde que se produjo el hecho hasta
que fue puesto por escrito15, desde que habló un profeta hasta que su profecía
fue consignada de forma definitiva en un libro..., los hechos, las palabras y las
mismas personas protagonistas de los acontecimientos vivieron en la tradición
oral16. Y según fueran los lugares, los tiempos y las circunstancias, esta
tradición oral acentuaba determinadas acciones y silenciaba otras, destacaba
unos matices y olvidaba otros que en otro momento no interesaban17.

Estas variaciones de la tradición durante el tiempo en que el texto se hallaba


en fase constituyente se echaron de ver en primer lugar en los relatos del
Pentateuco. Fueron descubiertas distintas tradiciones, documentos, fuentes o
escuelas que, antes de agruparse en el Pentateuco tal y como hoy lo tenemos,
vivieron independientes, de forma autónoma, en distintos lugares, en ambientes
diferentes. Según la hipótesis documentaria clasica las conocemos con estas
siglas: J (Yahvista, por ser Yahvé el nombre normal con el que esta fuente
designa a Dios), E (Elohísta, Dios es llamado Elohim), P (Priester o
Sacerdotal, por interesarse particularmente por todo lo relativo al culto, al
sacerdocio, a los sacrificios), y D (Deuteronomista, por ser el libro del
Deuteronomio el máximo exponente de la misma).

Hace poco más de veinte años, Jacques Briend presentaba el consenso de


todos los especialistas sobre estas cuatro tradiciones del Pentateuco.18 Hoy
produce cierta melancolía hojear esa obra citada de J. Briend donde se exponía
con autoridad la teoría documentaria clásica sobre la formación del
Pentateuco. Entonces dicho autor podía afirmar con razón: “Adoptaremos aquí
la hipótesis documentaria, ampliamente admitida en nuestros días, según la
cual la Torá actual es una obra en cinco volúmenes compuesta a partir de
cuatro documentos de épocas diferentes”. Luego establecía firmemente que el
documento Yahvista (J) databa de finales del siglo X, el Elohísta (E) de finales
del IX o de comienzos del VIII, el Deuteronomio (D) de la época entre los

15
Ejemplo: desde que los hebreos salieron de Egipto hasta que se escribió la historia de Israel; desde la
muerte de Jesús hasta que fueron escritos los evangelios...
16
Cf. Croatto, J. S., Historia de la Salvación. La Experiencia religiosa del pueblo de Dios, Estella (Navarra)
1995, 27-8.
17
Pensemos, por ejemplo, en los cuatro evangelios que son la presentación desde distintos ángulos de un
mismo acontecimiento: el hecho de Jesús.
18
Cf. Briend, J., El Pentateuco, Cuadernos Bíblicos nº 13, Estella (Navarra), 1976.

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Tema 1 ¿Cómo leer la Biblia?

siglos VIII y VI y, finalmente, el documento Sacerdotal (P) del siglo VI. En un


primer momento se unieron J y E, luego se les añadió D, y por último la
inserción de P produjo la Torá (Pentateuco). En la obra referida, en la mitad
del cuaderno, un cuadro a cuatro columnas indicaba, con precisión hasta de
medio versículo, a qué documento pertenecía cada texto.

Hoy día nadie podría escribir de esta forma sobre el Pentateuco; tanto ha
cambiado el panorama de la exégesis científica en solo veinte años. Los
estudios actuales están sometiendo a revisión y crítica todo lo concerniente al
estudio de estas fuentes o documentos. Pocos autores, al presente, se atreven a
exponer claramente sus teorías, más o menos novedosas, sobre la formación de
los primeros libros de la Biblia. Nada se ve libre de discusión en este gran
edificio de hipótesis al que los exegetas se acostumbraron y en el que vivieron
a gusto durante más de un siglo. Pienso que, con el tiempo, se llegará a un
nuevo consenso, pasadas las turbulencias que se advierten ahora en el mapa
meteorológico de la exégesis. Supongo que dicho consenso seguirá
conteniendo muchos de los elementos del antiguo, aunque de forma claramente
mejorada. Pero, en el momento presente, en los congresos científicos
internacionales o en las publicaciones especializadas, se tiene la impresión de
un caos de hipótesis o de una cantera en la que sólo se comienzan a cortar los
primeros sillares. Y se hace para construir un edificio nuevo y completo.
Algunos presentan los planos de una teoría del Pentateuco completamente
nueva. Incluso la Historia deuteronomista de Martin Noth lucha por
sobrevivir. Además, cada vez más textos del Antiguo Testamento ven
cambiada su datación, siempre hacia época más tardía. ¿Qué ha ocurrido?
¿Es que los arqueólogos han sacado a la luz nuevos textos que muestran
de manera convincente que los análisis antiguos eran falsos?

Curiosamente, esos nuevos textos que se han añadido, como los de Qumrán,
apenas han contribuido al huracán que se abate sobre la crítica del Pentateuco.
Tampoco el mayor conocimiento que ahora tenemos de las culturas antiguas de
Mesopotamia, Egipto y Siria ha contribuido a clarificar sobremanera las cosas.
Lo único que ha pasado es que han estallado de nuevo las controversias del
siglo anterior. Los datos son los mismos. Los métodos y los modelos son
también los mismos. Entonces, ¿qué ha ocurrido? Hasta después de la Segunda
Guerra Mundial la exégesis científica del Antiguo Testamento era
esencialmente una realidad germano-anglo-francesa y, principalmente,
protestante. Pero pronto se hicieron presentes también estudiosos católicos y
judíos. Además, países católicos como Francia e Italia intentaron delimitar una
nueva exégesis bíblica universitaria distinta de la exégesis bíblica eclesiástica.
También, en Estados Unidos, se han creado “departamentos” bíblicos y nuevos
programas de estudios bíblicos. Además, geográficamente, la exégesis bíblica
ya no sólo se practica en algunos países de Europa y América del Norte;

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Tema 1 ¿Cómo leer la Biblia?

también se ha asentado en toda Europa, en Israel y en América Latina y tiene


nuevos centros en Extremo Oriente, en Australia y en África. Esta expansión
ha provocado un choque cultural. Se repiten presupuestos que ya se habían
hecho en otros sitios hace un siglo; pero, a la vez, se han producido intentos
completamente nuevos. Es el proceso natural de una ciencia en período de
crecimiento, que se revisa a sí misma desde dentro. Ojos nuevos ven cosas
nuevas. Pueden elaborarse nuevas hipótesis. En el sector histórico de la
exégesis bíblica hay que dar la bienvenida a este proceso, aunque dure todavía
unas décadas. El cristiano que lee la Biblia como fuente de su fe no debe
sentirse turbado por esto. Puede hacerse consciente de que a la fe no le
interesa la Biblia como reconstrucción histórica sino como texto definitivo,
como canon. El estudio de la prehistoria y la historia del texto es un aspecto
auxiliar, nada más.19

Según esta hipótesis documentaria, cada una de estas fuentes o tradiciones


tiene sus propias características literarias y teológicas y sus diversos centros de
interés. Al ser unidas todas en una única obra conservaron en parte sus
características y en parte las perdieron en beneficio del conjunto. Es necesario
tenerlas en cuenta para evitar las sorpresas de las repeticiones (dos relatos de la
creación, por ejemplo), las contradicciones (se descubren fácilmente en los
relatos del diluvio), las lagunas, las suturas, las interrupciones del texto, etc. 20

5. HECHO MÁS INTERPRETACIÓN

En nuestro acercamiento a la Biblia es imprescindible tener en cuenta un


principio elemental para su lectura y comprensión. Se trata de sincronizar la
historia y su interpretación, el hecho y la palabra que lo explica. Dos
elementos igualmente esenciales. La historia sin la interpretación queda
silenciosa; el hecho sin la palabra nunca descubre su verdadero alcance. La
interpretación sin la historia queda en el aire; la palabra sin el hecho queda

19
Un intento de presentar esta nueva situación aparece reflejado en la obra de Norbert Lohfink, Las
tradiciones del Pentateuco en la época del exilio, Cuadernos bíblicos nº 97, Estella (Navarra) 1999. Para
mayor información es necesario consultar dos obras aparecidas en la colección “Le monde de la Bible” que
reúnen una historia detallada de las últimas investigaciones sobre las tradiciones del Pentateuco y las posturas
de los distintos especialistas: Albert de Pury, Le Pentateuque en question. Les origenes et la composition des
cinq premiers livres de la Bible à la lumière des recherches récentes, París 1989; Albert de Pury, Thomas
Römer, Jean-Daniel Macchi, Israël construit son histoire. L’historiographie deutéromiste á la lumière des
recherches actuelles, París 1996. Estas dos últimas obras no han sido traducidas al castellano. Sin embargo, la
investigación sobre el Pentateuco aparece bien resumida en la obra de R. N. Whybray, El Pentateuco. Estudio
metodológico, Bilbao 1997. También se puede ver: J. L. Sicre, ‘La investigación sobre la historia
deuteronomista. Desde Martin Noth a nuestros días’, en Estudios bíblicos 54 (1996) 361-415. Y, sobre todo,
aconsejo la lectura de la obra de Félix García López, La Torá. Escritos sobre el Pentateuco, Verbo Divino,
Estella (Navarra), 2012.
20
Un dato a tener muy en cuenta es que los análisis histórico-críticos de estas distintas tradiciones hacen
olvidar a menudo que ninguna de ellas es el texto actual. La obra que poseemos es una estructura literaria
nueva, que establece de por sí su nivel de lectura. La identificación de las tradiciones sirve para una pre-
lectura, muy orientadora, pero no da la clave hermenéutica del texto, que es postexílico.

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Tema 1 ¿Cómo leer la Biblia?

desprovista de su sostén más necesario (cf. gestis verbisque del Concilio


Vaticano II). De la aplicación de este principio a la lectura e interpretación de
la Biblia se deducen dos conclusiones importantes:

Una misma interpretación puede llegar a diversificar o multiplicar los hechos;


por otra parte, el mismo hecho puede admitir una o múltiples explicaciones o
interpretaciones. Pongamos un ejemplo: Que el faraón se enamorara de Sara,
la mujer de Abraham, es verosímil. Que ocurra lo mismo con Abimelec, rey de
Guerar, y que después ese mismo hecho se repita con la mujer de Isaac (cf. Gn
12,11ss; 20,1ss; 26,7ss) excede los límites de lo razonable. Ni que fueran unas
bellezas poderosamente seductoras. Nos parece mucho más razonable pensar
que estamos ante uno de esos casos en los que la interpretación ha
multiplicado o diversificado un mismo hecho. La repetición de una misma
escena en cuadros históricos distintos está justificada en la mente del autor por
razón de su funcionalidad. El autor quiere poner de relieve un principio
teológico: nada ni nadie, ni siquiera el faraón o el rey de Guerar, pueden
oponerse al desarrollo del plan divino; las dificultades deben servir para
acentuar la acción eficaz de Dios21. Según este principio vemos como el autor
sagrado ha multiplicado o diversificado un mismo hecho que (en los
relatos tal y como hoy los tenemos) nos cuenta como habiendo ocurrido a
distintas personas y en circunstancias diversas.

Esta misma ley es aplicable a la interpretación de un mismo hecho: el


pluralismo interpretativo parece una consecuencia clara de la diversidad de
actitudes o acercamientos a un hecho concreto. Un ejemplo de esta múltiple
interpretación del mismo hecho: el maná es presentado de diferentes maneras
en Núm 11,7-9; 21,5 y Sab 16,21.25-26. Aquel alimento que provocaba
fastidio en quienes tenían que comerlo por necesidad llegó a convertirse, por
obra y gracia de la interpretación, en un pan del cielo que contenía en sí todo
deleite. Se presupone un largo camino en el que el maná fue objeto de las más
variadas interpretaciones y se convirtió en el punto de apoyo del más rico
simbolismo, que utilizará Jesús más tarde al presentarse como el pan bajado del
cielo y el pan eucarístico.

Los ejemplos que hemos mencionado nos confirman lo que hemos dicho sobre
la relación existente entre hecho e interpretación. La Biblia nos ofrece, pues,
una historia interpretada, o una interpretación historificada. Por ejemplo,
los libros de Job, Ester, Judit o Tobías son ilustraciones bien palpables de la
providencia divina; leerlos como historia sería hacerles una grave injuria. Son
más que historia. Muchas fiestas e instituciones existentes en Israel (como la
fiesta de la pascua, por ejemplo) no son de su propia cosecha. Eran ritos,
21
Lo mismo podríamos decir de la esterilidad de las mujeres de los patriarcas, o de las plagas de Egipto. Esta
multiplicidad de hechos es aplicable igualmente el Nuevo Testamento (Mc 10,46ss; Mt 20,29ss).

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Tema 1 ¿Cómo leer la Biblia?

costumbres o instituciones existentes fuera del pueblo de Dios. En un momento


determinado Israel se los apropia y los convierte en un rito evocador de
acontecimientos de su pasado que no pueden caer en el olvido. Al hacerlo así,
el pueblo de Dios historificó, es decir, cargó con su propia historia un rito que,
en principio, le había sido ajeno.

6. FUENTES

El primer problema que se plantea el historiador es el de las fuentes. En un


primer momento se podría pensar que el historiador que se ocupa de la historia
de Israel tiene el problema resuelto, ya que la primera y principal fuente a su
disposición es la Biblia misma. Durante muchos siglos la historiografía22
bíblica tomó sus datos casi exclusivamente de dicha fuente. Sin embargo,
desde hace más de ciento cincuenta años se han ido precisando, en cierto modo
de forma paralela, la metodología histórica y la importancia de las fuentes
extrabíblicas. Los descubrimientos arqueológicos del Próximo Oriente han
proporcionado, y continúan proporcionando, una infinidad de datos y
documentos que en gran parte están todavía sin explotar.

Las fuentes extrabíblicas23 son fundamentales para la reconstrucción de la


historia de Israel, puesto que ésta se desenvolvió en relación continua con los
pueblos y acontecimientos del Próximo Oriente. Pretender hoy hacer una
historia de Israel sin consultar con el mismo interés las fuentes bíblicas y las
extrabíblicas es un contrasentido. Entre las fuentes extrabíblicas, la
arqueología merece una mención especial. Los trabajos de los arqueólogos
han tenido como finalidad, muchas veces, encontrar objetos y textos. Pero, en
la actualidad, a la investigación arqueológica le interesan todos los restos
materiales que permitan comprender tanto los modos de vida como la
evolución cultural de los pueblos. La ayuda de la arqueología a la historia es
sumamente importante.

Para el período helenista y romano de la historia de Israel, que va desde


Alejandro Magno hasta Bar Kokba (323 a.C.-135 d.C.), el problema de las
fuentes se complica. La fuente primaria del período anterior, el texto bíblico
del Antiguo Testamento, es de muy poca utilidad. Sólo algunas alusiones de
los profetas más tardíos, como Zacarías, pueden ponerse en relación con los
hechos del período helenístico. Aparte de ellas, sólo el libro de Daniel y los

22
La historiografía es el arte de escribir la historia. El estudio bibliográfico y crítico de los escritos sobre
historia y sus fuentes y de los autores que han tratado de estas materias.
23
Un resumen muy interesante sobre la geografía y la arqueología bíblicas, con abundante bibliografía, lo
encontramos en: J. González Echegaray, 'Geografía y arqueología bíblicas ', en: AAVV, La Biblia en su
entorno, (obra en colaboración coordinada por J. M., Sánchez Caro), Estella (Navarra) 1992, pp. 23-117. Y
también en esta misma obra actualizada: Carbajosa, Ignacio; González Echegaray, Joaquín; Varo, Francisco,
La Biblia en su entorno, IEB 1, Verbo Divino, Estella 2013.

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Tema 1 ¿Cómo leer la Biblia?

libros 1 y 2Mac se ocupan, cada uno a su manera, de la historia de los siglos III
y II a.C. De los libros del Nuevo Testamento, únicamente los evangelios
proporcionan algunos elementos aprovechables para una reconstrucción
histórica. De ahí que para este período las fuentes extrabíblicas24 sean
imprescindibles. Paralelamente a las fuentes literarias25 conocidas ya desde
antiguo, los descubrimientos arqueológicos de los últimos tiempos han
proporcionado una gran cantidad de materiales fundamentales para la historia
del período citado. Las monedas y las inscripciones encontradas aportan a la
interpretación histórica una ayuda indirecta para comprender los desarrollos
económicos y sociales de la época.

Los descubrimientos de diversos manuscritos26 han colmado alguna de las


lagunas más importantes en el conocimiento de este período. Hasta tal punto
son fundamentales las fuentes extrabíblicas que sin ellas resulta imposible
establecer una cronología de los acontecimientos señalados en los textos
bíblicos. Así pues, el historiador debe confrontar continuamente los datos de la
Biblia con los de las demás fuentes, utilizando siempre estas últimas con gran
prudencia27.

Por lo que toca a las fuentes bíblicas hay que hacer varias observaciones.
24
Una descripción detallada de todas estas fuentes extrabíblicas se encuentra en: E. SCHÜRER, Historia del
pueblo judío en tiempos de Jesús, edición dirigida y revisada por G. Vermes, F. Millar y M. Black, 2 vol.,
Madrid 1985, pp. 39-166. La fuente extrabíblica más importante es sin duda la obra del historiador Flavio
Josefo. En su De Bello Judaico nos describe la gran guerra contra Roma (libros III-VII), ocupándose
igualmente de la prehistoria de la rebelión (libros I-II) desde Antioco IV hasta la muerte de Herodes. En su
Antiquitates Iudaicae presenta un panorama de la historia del pueblo judío desde la creación hasta el año 65
d.C., dedicando los libros XII-XX al período que nos concierne. Josefo utiliza citas de numerosos
historiadores, como Nicolás de Damasco. Otros historiadores, griegos y latinos, a tener en cuenta para la
historia de Palestina en este período son Polibio, Diodoro Sículo, Estrabón, Tito Livio, Plutarco, Tácito,
Suetonio, Apiano y Dión Casio. Junto a las obras de los historiadores son interesantes las obras de la literatura
apócrifa. Las más importantes se hallan traducidas al castellano en: A. Diez Macho (ed.), Apócrifos del
Antiguo Testamento, Vols. I-V, Madrid 1983-86. Otra de las fuentes literarias extrabíblicas la constituye la
literatura rabínica. Tanto en los targumes como en la Misná, en la Tosefta, en los midrases y en el Talmud de
Babilonia y de Jerusalén, se encuentran referencias a la historia de este período.
25
El historiador judío Flavio Josefo e historiadores griegos y latinos como Polibio, Diodoro Sículo, Estrabón,
Tito Livio, Plutarco, Tácito, Suetonio, Apiano y Dión Casio…
26
Entre los manuscritos más importantes citamos: Los papiros de Wadi ed-Daliyeh, se 375-335 a. C., que
aclaran la situación de Samaría en el siglo IV y confirman la destrucción de la ciudad por las tropas de
Alejandro; los papiros del archivo de Zenón que reflejan la situación económica y administrativa de Palestina
en el siglo III a. C.; los manuscritos de Qumrán; los documentos de Murabba'at y de Nahal Hever que ilustran
el período de la revuelta de Bar Kokba (123-135 d. C.) y contienen incluso cartas autógrafas del líder.
27
La fiabilidad de los datos de Flavio Josefo está cuestionada a causa de la disparidad de fuentes utilizadas
por él mismo, e incluso, por la libertad y arbitrariedad con que emplea esas fuentes, la utilización de
documentos falsos, los errores cronológicos que introduce y, sobre todo, el carácter claramente tendencioso y
apologético de sus escritos. Por lo que respecta a la literatura rabínica, además del problema de datación de
esta literatura, las interpretaciones y la pluralidad de versiones de una misma tradición hacen a veces muy
difícil su empleo. Además es una literatura también unilateral, selectiva y tendenciosa a la hora de hablar de
hechos, grupos y personas cuando éstas no pertenecen al grupo fariseo en el que nació esta literatura. Y sobre
los últimos documentos descubiertos, como los de Qumrán, hay muchos que todavía no son bien conocidos,
incluso muchos de ellos aún no se han estudiado y podrían aportar nuevos datos que podrían modificar
sensiblemente la interpretación dada a los ya conocidos.

13
Tema 1 ¿Cómo leer la Biblia?

Puesto que no existe un “único texto bíblico” y las variantes son a veces
importantes, la primera labor del historiador consiste en determinar el texto
más correcto del que pueda partir en su trabajo de investigación. Una segunda
fase es la crítica literaria del texto. Hay que examinar su composición, su
estructura, sus relaciones con otros textos y la función que desempeña dentro
del conjunto, etc. Además, como ya hemos indicado, es preciso tener en cuenta
algunas características propias de los textos bíblicos.

En un primer lugar, la Biblia no es un libro que intente hacer historia.


Simplemente presenta la reflexión y las vivencias de un pueblo desde el punto
de vista de su fe; su finalidad es religiosa, no histórica. En los textos bíblicos
se habla de personajes, de acontecimientos y de lugares históricos, pero su
intención fundamental es presentar el sentido religioso que todo ello tuvo
para Israel. Esta perspectiva esencial de los textos bíblicos explica su
carácter selectivo. Se omiten hechos importantes en el desarrollo histórico de
Israel y se mencionan otros de poca importancia desde la pura perspectiva
histórica, pero fundamentales para el sentido religioso de la vida del pueblo.

Otra de las características de los textos bíblicos, y que ya hemos hecho


mención de ella, concierne a su propia génesis. Hay que tener en cuenta que
las relecturas, los complementos, las adicciones y las diversas redacciones
constituyen un elemento clave en la historia de su producción. 28

28
A lo largo del curso, presentaremos la historia de Israel en el orden cronológico y lineal en el que el lector
no versado en las ciencias bíblicas se imagina que sucedieron los acontecimientos. Pero, en rigor, no se puede
empezar a hacer una historia si no se cuenta con un mínimo de datos aprovechables desde el punto de vista
histórico. Por ello, para ser rigurosos, deberíamos empezar a presentar la historia de Israel a partir de la
instalación y de la presencia de las tribus israelitas en Canaán. En los períodos anteriores, cuanto más se
retrocede en el tiempo, tanto más se oscurece la visibilidad histórica hasta llegar a una nebulosa en la llamada
época patriarcal, que estudiaremos en un próximo capítulo. El último período de la historia del pueblo bíblico
que trataremos coincide con el nacimiento del cristianismo y la formación del Nuevo Testamento. Somos
conscientes de que el hilo conductor de la construcción histórica de este período no puede ser solamente la
perspectiva cristiana, que transforma la historia en historia de salvación, debemos tener en cuenta que el
centro del devenir histórico se hallará, como en los períodos precedentes, en el pueblo judío en general. En
nuestra exposición nos limitaremos a presentar los resultados aceptados por la mayoría de los autores.

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