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INTRODUCCIÓN

Durante el siglo XVIX la historia de la Iglesia ha ido pasando por muchos procesos
que han hecho que la persecución que el mundo tiene de ellas, halla cambiado rotundamente,
entre los cambios más significativos encontramos el cambio de pensamiento y estructura.

Si bien es cierto la Iglesia antigua tenia


TEMA VI: IGLESIA Y LIBERTADES MODERNAS: SYLLABUS

Contexto Histórico

La idea de una condenación conjunta de todas las ideas dominantes en la sociedad


moderna, que eran estimadas mortales, surgió en el concilio provincial de Spoleto (1849),
cuyo animador fue el Card. Pecci, más tarde León XIII. Esta idea fue recogida con
entusiasmo por La Civiltá Cattolica y pronto encontró amplia aceptación en los círculos más
tradicionales.

En un primer momento se pensó en unir esta condenación a la definición de la


Inmaculada Concepción, con el fin de señalar que los errores modernos provenían de la
negación del orden sobrenatural. Sin embargo, Pío IX estuvo más conforme con una lista de
85 proposiciones condenadas por Mons. Gerbert, obispo de Perpignan, en una carta pastoral,
y una comisión de teólogos se encargó de hacer las correcciones necesarias en función de un
futuro documento pontificio.

A fines del verano de 1863 con motivo del discurso de Montalembert en el Congreso
de Malinas, cuando proclamó el ideal de una «Iglesia libre en un Estado libre», y del discurso
pronunciado por Dóllinger en la reunión de teólogos de Munich. Ambos discursos alarmaron
a los círculos romanos y a quienes padecían la persecución de la Iglesia por parte de los
gobiernos liberales, sobre todo el italiano.

Por otra parte, las violaciones de los derechos de la Iglesia en México y Polonia, y la
Convención de septiembre de 1864 entre Napoleón III y Cavour, jefe del Gobierno del
Piamonte, por la que Napoleón III retiraba su apoyo al papa en su contencioso con el reino de
Cerdeña, decidieron a Pío IX a acelerar la publicación de un documento que condenase las
que consideraba causas de la penosa situación eclesial. finalmente el papa y su entorno
optaron por redactar un texto a base de proposiciones extraídas de los documentos y
alocuciones del propio pontífice acompañado de una encíclica explicativa.
El catálogo fue redactado principalmente por el religioso barnabita Bilio, de no
grandes luces, pero muy estimado por el papa, quien le hizo más tarde cardenal. Este
catálogo, denominado Syllabus errorum, y la encíclica Quanta cura fueron publicados el 8 de
diciembre de 1864, diez años después de la proclamación del dogma de la Inmaculada.

La encíclica precisaba sistemáticamente la postura pontificia ante el conjunto de


ideologías, credos, doctrinas y tendencias del mundo y de la cultura moderna, aunque hay que
reconocer que el texto definitivo no es claro ni en cuanto a las tesis condenadas ni en cuanto
al significado exacto de la condenación. Sin embargo, aunque resulte paradójico, nunca un
papa había hablado con tanta claridad. Mientras que la encíclica Quanta cura, con el estilo
habitual de las encíclicas, sólo fue leída en los ambientes eclesiásticos, el Syllabus fue
fácilmente comprendido por cuantos lo leyeron. En efecto, estaba redactado en frases breves,
llamativas, fácilmente comprensibles para los no iniciados. El documento que más atención y
más rechazo ha provocado entre los no cristianos fue el primer documento pontificio escrito
en un estilo moderno, periodístico.

Contenido del Syllabus

La publicación de la encíclica Quanta cura y de su anexo, el Syllabus errorum, esa


lista de 80 proposiciones que el Papa condenaba por “erróneas”. Los errores más visibles del
siglo, desde el punto de vista de la Iglesia, todos ellos previamente objeto de condenas
pontificias por parte del mismo Pío IX, a lo largo de su pontificado.

Este catálogo presenta dichos “errores” reunidos en diez grupos:

1. Panteísmo, racionalismo y naturalismo absoluto.


2. Racionalismo moderado.
3. Indiferentismo, latitudinarismo.
4. Socialismo, comunismo, sociedades secretas, sociedades bíblicas, sociedades clérico
liberales.
5. Errores relativos a la Iglesia y a sus derechos.
6. Errores relativos al Estado considerado tanto en sí mismo como en sus relaciones con
la Iglesia.
7. Errores acerca de la moral natural y cristiana.
8. Errores acerca del matrimonio cristiano.
9. Errores acerca del poder civil del romano pontífice.
10. Errores referentes al liberalismo moderno.
Estos diez capítulos se pueden agrupar en cuatro capítulos fundamentales:

 El primer grupo de errores (prop. 1-18) se refiere al panteísmo, naturalismo,


racionalismo absoluto, que negaba la divinidad de Jesucristo; racionalismo moderado
(errores de A.Gunther), indiferentismo, latitudinarismo, socialismo, que subordina la
familia al Estado; comunismo, sociedades secretas, sociedades bíblicas y sociedades
clérigo liberales; a este grupo se puede añadir la prop. 22, que habla sobre la
obligación de los intelectuales de obedecer al magisterio ordinario.
 El segundo grupo (prop. 19-55 y 75-75) se refiere a los errores relativos a la
naturaleza de la Iglesia y del Estado y a las relaciones entre ambos poderes. Destacan
las proposiciones 19 y 39, que reafirman la absoluta autonomía de la Iglesia por su
propia naturaleza, la subordinación del Estado a la ley moral, y la existencia de
derechos anteriores e independientes al Estado. se rechazan las doctrinas galicanas y
jurisdiccionalitas sobre la subordinación de la Iglesia al Estado, se enumeran los
abusos cometidos por los gobiernos, como el monopolio estatal de la escuela, una de
las reivindicaciones del Estado moderno, y se rechaza el principio fundamental del
liberalismo sobre la separación entre la Iglesia y el Estado. Las proposiciones 75 y 76
tratan de forma sumaria sobre el poder temporal del papa.
 El tercer grupo (prop. 56-74) señala los errores sobre ética natural y sobrenatural.
Condena la moral laica, que pretende salvar la distinción entre el bien y el mal, el
utilitarismo y la separación entre sacramento y contrato en el matrimonio.
 El cuarto grupo (prop. 77-80) fue el que suscitó mayor estupor y rechazo en la
opinión pública. En ellas se propugna que la religión católica debe ser considerada
como religión de Estado, con exclusión de otros cultos, y se condena la libertad de
culto y la plena libertad de pensamiento y de imprenta. Es decir, condena algunos de
los principios fundamentales de la sociedad moderna, los principios de 1789. El
talante del documento queda claro con la condena de la última proposición, es decir,
la que afirma que «el Romano Pontífice puede y debe reconciliarse con el progreso,
con el liberalismo y con la cultura moderna».

Consecuencias del Syllabus

Debemos de saber que este documento chocó con la mentalidad y la sensibilidad


dominante de aquellos tiempos. Laicidad y secularización, por una, e integrismo porque no
existió ningún deseo de diálogo, aunque la división de pareceres en el interior de la Iglesia
fue inmediata, dentro de la Iglesia. Por un lado, los gozosos católicos intransigentes entendían
que la condena se extendía a todas las libertades, a todo tipo de liberalismo, incluso el
católico y por el otro extremo, los radicales entendían lo mismo, concluyendo que, dada la
condena global de la cultura moderna, esa cultura y ciencia no tenían ya necesidad de
aprobación eclesiástica o de cualquier relación con ella. El Syllabus demostró que en Roma
no contaba para nada el diálogo con los que no eran católicos, ni se aceptaba o comprendía el
modelo de sociedad que se estaba construyendo.

Los gobiernos de inspiración liberal se alarmaron, por cuanto el Syllabus condenaba


los principios en que se basaban las constituciones de los diversos países, e intentaron
impedir la difusión del documento. La violencia de las reacciones llevó a algunos obispos a
realizar aclaraciones.

En medio de la consternación y desconcierto general, apareció el opúsculo de


Dupanloup “La Convention du 15 septembre et l'Encyclique du 8 décembre”, que tuvo
notable acogida y la aprobación por escrito de 600 obispos. Al poner el documento en
relación con la Convención de septiembre, conseguía presentar a Pío IX como víctima de las
libertades modernas, más que como enemigo. Es decir, ofreció las reglas indispensables de
interpretación para una mejor comprensión del texto romano, explicando el sentido último de
las proposiciones. Desde esta perspectiva se debía entender la proposición 80, que condenaría
más bien un laicismo hostil, sin que, en ningún caso, condenase el mundo y la civilización
moderna.

El opúsculo de Dupanloup constituyó para los integristas una tergiversación del


Syllabus y una interpretación minimalista. El obispo de Orleáns les respondió con un breve
de felicitación de Pío IX. Los intransigentes franceses, como Veuillot y Pie, y los jesuítas
alemanes, desde la revista Stimmen aus Maña Laach, opusieron una interpretación
maximalista, tal como se manifestó en el libro El liberalismo es pecado (1884), del presbítero
sarda y Salvany, verdadera biblia de los integristas europeos; pero lo curioso es que estos
intransigentes contaban también con el respaldo del papa.

No cabe duda de que el talante del Syllabus, puramente condenatorio y negativo,


respondía al talante y a la situación concreta de Pío IX. En este sentido, la crisis del
documento comenzó con el inicio del pontificado de León XIII, aunque el auténtico
antisyllabus fue la constitución Dignitatis humánete del Vaticano II.
En el interior de la Iglesia este documento ha pesado como una losa, pero el cambio
de apreciación ha sido considerado como el fruto y el exponente de la negativa evolución
eclesial contemporánea.

Se puede concluir que la Iglesia, a medida que pasa el tiempo, va descubriendo y


apreciando los diversos aspectos de las realidades, lo que, unido a la constante evolución de
la misma realidad, le permite o le impone tomar, en cada caso y época, actitudes diversas.
Desde esta perspectiva se debe entender el significado y valor del Syllabus, en cuanto
producto de una situación muy determinada y especialmente conflictiva, y, tal vez, como
exponente de la falta de sensibilidad por captar en un momento determinado los signos de los
tiempos. Toda la época contemporánea ha constituido un reto al cristianismo de cómo
desengancharse del mundo acomodándose, al mismo tiempo, a sus exigencias. El Syllabus,
ciertamente, no lo consiguió.

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