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EL DON
DEL ORADOR
NUEVA COLECCIÓN
Título original: The Spellbinders Gift
Traducción: Ma. de la Luz Broissin Fernández
© 2008, Og Mandino
Publicado mediante acuerdo con The Ballantine Publishing
Para mi nieto...
Group, una división de Random House, Inc.
WILLIAM AUGUSTINE MANDINO
Derechos reservados ... otro orador persuasivo
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cieros y escribir sus memorias. Otro de ellos tuvo cáncer dos personas se han amado tanto tiempo como nosotros,
en la garganta, uno más sufrió un ataque de apoplejía que no tiene mucho sentido tratar de mentir.
paralizó la mayor parte de su costado izquierdo y mis Hay una actividad desde los días anteriores a mi jubi-
cuatro oradores mejor pagados y con mayor demanda, lación, que todavía disfruto y que tal vez necesité mucho
todos ellos amigos míos, murieron. más desde que me convertí en un "televidente" sin em-
Esa muy triste y sombría mañana de febrero, después pleo. Me refiero a trotar. Cada mañana al amanecer, du-
de haber servido como portaféretro por cuarta vez en sie- rante más de treinta años, si estaba en la ciudad y el clima
te meses, regresé a mi oficina, física y emocionalmente lo permitía, siempre seguí la misma rutina. Me levantaba
exhausto, recogí mis papeles y expedientes más importan- despacio para no despertar a Mary, me ponía uno de mis
tes y cerré la puerta con llave al salir, casi seguro de que muchos trajes cálidos, consumía un vaso grande de jugo
mi negocio y futuro profesional quedaban enterrados jun- de naranja, cereal y una taza de café negro, me aseguraba
to con los cuerpos de mis amigos. Tengo sesenta y ocho de tener mis llaves y cerraba la puerta sin hacer ruido al
partir.
años.
Parque Central estaba a sólo dos manzanas al oeste
Un año después aproximadamente, todavía me es-
de nuestro apartamento en Park Avenue y, a través de los
fuerzo bastante por disfrutar muchas de las actividades
años, es probable que haya trotado sobre cada centímetro
que habitualmente desempeñan las personas jubiladas que
de sus calles, senderos y veredas, alternando mi curso de
pueden costearlas, para ocupar sus horas y enriquecer sus
vez en cuando, para poder disfrutar todas las maravillas
llamados años dorados. Mary y yo ingresamos a un club
del parque, desde la Aguja de Cleopatra, hasta los campos
de bridge en Manhattan, jugamos golf con frecuencia du-
de fresas y desde el Castillo Velveder, hasta el Jardín de
rante la semana e, incluso, empezamos a asistir a las
Shakespeare, así como desde el estanque, hasta el gran
matines del cine. Mi esposa, bendita sea, hizo todo lo
prado.
posible para que el retiro fuera para nosotros la felicidad
Los ochocientos acres del parque, que se encuentra
en la tierra con la que muchos sueñan. Viajamos, compe-
en el corazón de la metrópolis más activa y bulliciosa del
timos en torneos de máquinas tragamonedas en Reno y
mundo occidental, eran mi cielo en la tierra, mi refugio
Atlantic City, pescamos en las aguas azules de las
constante de todas las presiones y preocupaciones de la
Bermudas, comimos cacahuates y bebimos cerveza en el
vida y los negocios. A través de los años, habitualmente
Yankee Stadium, visitamos multitud de museos y vitorea-
programaba mi recorrido para que durara aproximada-
mos a los caballos y a los galgos en Florida. A pesar de
mente una hora y, por lo general, salía por la Puerta de
todo esto, de vez en cuando, a mitad de alguna actividad,
los Artistas, en el Parque Central Sur. En seguida, camina-
la mujer con la que he estado casado durante casi cuaren-
ba hacia la izquierda, pasaba por el área verde y fresca
ta y cinco años, sostenía mi rostro entre las palmas de sus
conocida como la Plaza del Gran Ejército, cruzaba la
manos pequeñas, inclinaba su pequeña cabeza y decía:
Quinta Avenida cuando los semáforos me lo permitían y
"Estás aburrido, ¿no es así?"
continuaba trotando hacia el este, durante dos manzanas
Yo siempre negaba con la cabeza, le besaba la frente
más, antes de dar la vuelta hacia el norte en Park Avenue,
y respondía: "por supuesto que no". Sin embargo, cuando
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aflojando el paso en forma gradual, hasta que al fin llega- gruesas líneas oscuras, tenía varias cicatrices de color púr-
ba a nuestro edificio de apartamentos. pura y sus ojos hundidos, debajo de cejas pobladas, esta-
Siempre se encontraba levantada cuando yo regresa- ban inyectados de sangre, pero la voz que pronunciaba
ba cada mañana y después de tomar una ducha, afeitarme esas antiguas máximas sonaba fuerte y convincente. Se
y vestirme, pasaba un tiempo con ella y bebía otra taza de encontraba sentado en una silla de ruedas, peligrosamente
café, antes de caminar o tomar un taxi hasta mi oficina, en cerca de la orilla de la acera, en la esquina de Parque
la Calle 44 Oeste, dependiendo de lo que tenía programa- Central Sur y la Quinta Avenida. Al terminar mi ejercicio
do para el día. Desde mi jubilación, casi siempre me pon- matutino en el parque, hice un saludo ante la estatua de
go mis pantalones de mezclilla azules y una camisa depor- Simón Bolívar, me dirigí hacia el este, hacia la Quinta
tiva, después de tomar una ducha y afeitarme, y juntos Avenida, camino a casa, y lo encontré directamente en mi
miramos las noticias de la mañana y "The Today Show". camino.
Sin embargo, el ser testigo del mundo en acción en la te- Parque Central Sur y la Quinta Avenida forman una
levisión, mientras permanecía sentado pasivamente sobre esquina concurrida casi a cualquier hora del día, pero
mi trasero y me esforzaba por resolver el crucigrama de la durante la hora pico de la mañana, la ancha acera siempre
edición matutina del New York Times, no era mi idea de lo está concurrida con un desfile constante de hombres y
que debería hacer durante el resto de mis días. mujeres con portafolios, una horda se dirige al norte y la
Entonces, en una mañana cálida y húmeda de junio otra al sur, con la mirada fija al frente, como si estuvieran
que nunca olvidaré, mi vida dio de pronto un giro repen- hipnotizados, empujando y corriendo al esquivar a los
tino. No estoy seguro de comprender lo que sucedió, aun transeúntes que van hacia el este y el oeste... todos se di-
en la actualidad. Alguien escribió una vez que parece que rigen hacia sus pequeños cubículos altos y exasperantes.
Dios juega de vez en cuando ajedrez con todos nosotros. Al acercarme más a la aparición ruidosa y atemorizante
Hace jugadas en nuestro tablero personal de ajedrez de la postrada en la silla de ruedas, pude ver que con una
vida, para después sentarse y esperar para ver si reaccio- mano cerrada sostenía una pequeña Biblia destartalada y
namos, cómo reaccionamos y cuál será nuestra siguiente una taza de metal en la otra. ¡Para sorpresa mía, en lugar
jugada, si es que la hacemos. de dirigirse a la multitud en general, dirigía sus palabras
—¡Utilízalo mientras lo tienes! roncas y gestos únicamente hacia mí! Dudoso, caminé más
despacio al acercarme y él levantó su vieja Biblia y apuntó
—¡El mañana sólo se encuentra en los calendarios de
con ésta hacia mi cabeza, como si fuera un arma, al tiem-
los tontos! po que gritaba: "¡Hazlo ahora! ¡Tú! ¡Tú! ¡Hazlo ahora!"
—¡Es mucho más tarde de lo que piensas! Se encontraba directamente en mi camino al acercar-
Vestía una playera roja andrajosa y pantalones azules me al paso de peatones de la Quinta Avenida, me señala-
de mezclilla manchados. Su pie derecho, sin calcetín, se ba con las dos manos y gritaba: "¡Tú! ¡Debes recogerlos
asomaba a través de un agujero del zapato de lona sucio
hoy! ¡Debes recogerlos hoy! ¡No florecerán mañana! ¡Nun-
y sin atar. El cabello desgreñado, gris deslustrado y
veteado con amarillo, caía lacio hasta más abajo de sus ca florecen mañana!" Algunos transeúntes sofisticados
hombros. Su rostro grande y cetrino estaba marcado con empezaron a caminar más despacio y observar.
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Rara vez en mi vida he tratado de evitar una con- ción sobre la acera agrietada, con hoyos y basura, mien-
frontación de cualquier clase. No obstante, en esta oca- tras que dos hileras embotelladas de vehículos con direc-
sión, en lugar de trotar frente a mi atemorizante consejero ción este, principalmente taxis y camiones de entrega,
en la silla de ruedas y continuar mi camino a casa para emitían gases con olor fétido y sus choferes tocaban las
tomar una agradable ducha tibia, caminé de pronto hacia bocinas, produciendo crescendos de sonido aterrador que
la derecha, cuando me encontraba a unos metros frente a estremecían los viejos edificios de piedra con oleada tras
él, crucé Parque Central Sur junto con la multitud apresu- oleada de sonido.
rada, cuando apareció la luz verde, y continué trotando Me detuve a mitad de la calle y me volví, hasta mirar
hacia el sur, por la concurrida acera de la Quinta Avenida, de frente los edificios del lado norte de la transitada calle.
¡lejos de la silla de ruedas y, en definitiva, en dirección Miré hacia mi izquierda la vieja marquesina moteada del
opuesta de mi ruta norte hacia mi casa! Savoy y el cercano letrero amarillo chillón arriba de la
Todavía no comprendo lo que sucedió esa mañana, entrada de una tienda, que con letras de color rojo brillan-
pero ni una sola vez... ni una vez durante los próximos te decía fiambrería. Allí estaba el Café Un Deux Trois, con
veinte minutos aproximadamente, mientras continué mi su toldo rojo que llegaba casi hasta la orilla de la acera,
camino hacia el sur, me pregunté lo que hacía o hacia un sitio acogedor donde por muchos años solía cenar con
dónde me dirigía o por qué no me dirigía al norte en lu- los clientes, hombres talentosos y amigos. Junto al restau-
gar de al sur. Continué trotando, con mi paso habitual del rante estaba el famoso Teatro Belasco, construido por
Parque Central, como una especie de títere con una cuer- David Belasco en 1907 y el hogar de incontables experien-
da, al pasar ante sitios familiares, tales como Bergdorf cias inolvidables del teatro para los neoyorquinos y el
Goodman, Tiffany, I. Miller, el Edificio Crown, Corning mundo, durante muchas temporadas. Ahora, letreros man-
Glass, la Iglesia Presbiteriana de la Quinta Avenida, chados y sucios colgaban de la marquesina una vez famo-
Gucci's, el Hotel St. Regis, Cartier y la Catedral de San sa del teatro vacío, sugiriendo que uno debería ver un
Patricio. espectáculo de Broadway "sólo por la diversión de verlo"
Finalmente, empecé a caminar, di vuelta a la derecha y exhibían un número telefónico que uno podía marcar
y salí de la Quinta Avenida. Continué hacia el oeste du- para conseguir boletos. ¡Qué triste!
rante dos manzanas más, antes de detenerme, un poco sin Reuní al fin el valor suficiente para volver la cabeza
aliento, para apoyarme contra un poste de luz verde y hacia la izquierda del Teatro Belasco y recorrer con la
oxidado y mirar hacia la última manzana de la Calle 44 mirada la hilera de ventanas del segundo piso, hasta ver-
Oeste, antes que desembocara en Times Square, la misma lo... ¡para mí tenía la misma apariencia que cualquier pin-
manzana donde cuatro décadas antes dirigí una de las tura de Rafael! En una ventana, con oro de hoja y todavía
agencias más lucrativas y con un talento poco común en muy legible, podían verse las palabras "MOTIVADORES SIN
el mundo. LÍMITE" y pintado en la ventana, hacia la derecha, aparecía
Caminaba actualmente con dirección al oeste, hacia mi nombre, también con letras mayúsculas "BART MANNING,
Times Square... despacio, muy despacio, casi como si me PRES." En la parte inferior de la primera ventana estaba el
encontrara en una especie de trance. Caminé con precau- aire acondicionado, mas en la otra, también con oro de
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Empezaba a sentirme muy tonto y no se me ocurrió a tu oído y que hagas exactamente lo que has hecho muy
nada que pudiera decir y que tuviera sentido. Mis viejos bien en el pasado... representar a oradores.
amigos célebres, en sus fotografías brillantes en blanco y —¿Lo has olvidado? Ya no tengo oradores que repre-
negro, enmarcadas, autografiadas para mí, colgando en la sentar. Todos se retiraron o murieron.
pared a la izquierda del escritorio, parecían mirarme di- —De acuerdo, siéntate de nuevo ante ese viejo escri-
rectamente. Spencer Tracy, Adlai Stevenson, Napoleón torio, relájate y piensa en todo esto. Bart, sabes que no
Hill, Billy Rose, Edward R. Murrow, Dale Carnegie, Judy has sido feliz, en verdad feliz, desde el día en que cerraste
Garland, Norman Vincent Peale, Elsa Maxwell, Elmer la puerta de esa oficina y te alejaste. No eres el mismo
Wheeler, Cavett Roben, Fritz Keisler, Bruce Barton, Jackie hombre con el que estuve casada durante tanto tiempo y
Gleason... todos ellos, incluso aquellos que sonreían, pa- me gustaría tener de nuevo a ese hombre en mi vida, aun-
recían observarme con ansiedad y un poco de compasión. q u e eso signifique que tenga que olvidarse de su jubila-
—¿Bart? —su voz había perdido su tono helado. ción y regresar a esa competencia inexorable y que tendré
—¿Sí, cariño? que empezar a compartirlo de nuevo con la pandilla, en
Lindy's. ¡Si eso te hace feliz, entonces, yo seré feliz tam-
—Desde tu jubilación, ¿has estado en esa oficina al- bién!
guna vez, antes de hoy?
—¿Y el talento? ¿Dónde lo encuentro?
—Juro... que no. —Como si no lo supieras. Primero, están los Profe-
Escuché un suspiro. sionales de la Tribuna de Norteamérica, que ayudaste a
—Te creo. Por favor, escúchame. Permanece allí por encontrar y organizar, hace más de treinta años. Estoy se-
un tiempo y medita un poco... sobre ti... sobre nosotros... gura de que envié un cheque en la primavera, por solici-
sobre el resto de tu vida. Tal vez, incluso deberías pensar tud tuya, para renovar tu membresía por un año más. Me
en volver a trabajar. Siempre he pensado que eres uno de parece que la semana pasada recibimos un paquete gran-
esos caracteres Tipo A, que nunca están felices si no están de de ellos, con la información sobre la convención anual
siempre ocupados. Mira a nuestro viejo amigo, el doctor de este año, en Washington, D.C., que según recuerdo
Peale. Tiene más de noventa y, sin embargo, todavía reco- será en julio. Puedo imaginar las escenas de la multitud, si
rre el país para dar varias conferencias al mes y lo disfru- en la convención cofre la noticia de que el legendario
ta. ¿Recuerdas aquella fiesta para el gobernador, cuando le agente, Bart Manning, está presente en busca de nuevos
pregunté a Norman por qué todavía daba conferencias y talentos a quienes representar. Tendré que acompañarte
escribía libros, en lugar de tomar la vida con calma en para ser tu guardaespaldas, como en los viejos tiempos,
¿recuerdas?
compañía de Ruth, en su granja? Respondió que a pesar
de que había escrito más de cuarenta libros sobre el pen- —Seguro. Nos divertimos mucho. Por supuesto, el
samiento positivo, temía que todavía hubiera algunos pen- encontrar algunos oradores buenos nuevos, aunque será
sadores negativos en nuestro país, por lo que aún tenía muy difícil, es sólo la mitad del desafío. Después, tendría-
mos que mantenerlos felices al contratar suficientes citas
trabajo pendiente. Si puede continuar haciendo esto a su
para conferencias para cada uno de ellos, lo que llevaría
edad, supongo que no hay motivo, si en verdad lo deseas,
mucho tiempo y esfuerzo. No he hablado con ningún pro-
para que no regreses a tu escritorio con ese teléfono junto gramador de reuniones durante más de un año. No sé...
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(
( —Bart, lo único que se necesita es una llamada tele-
( fónica tuya para avisarles q u e regresaste al negocio. Lo
sabes.
' —¡Te amo!
i —Yo también te amo. Llámame antes de salir de la
oficina, por favor.
(
—¿Quieres decir... como siempre?
( —Como siempre.
Colgué el auricular con suavidad en su sitio, me puse
de pie y me acerqué a la ventana sucia, con vista hacia la
( Calle Cuarenta y Cuatro Oeste. ¿Cuántas veces, a través de
los años, estuve de pie en ese mismo sitio, dando vueltas
en la mente a algún problema de negocios, mientras toda
' clase de seres humanos y vehículos pasaban ante mí, aba-
í jo en la calle?
Me volví, rodeé dos cajas grandes y entré en la pe-
queña antesala. Todavía había correspondencia en el cesto
( de Grace Samuels, pero su máquina de escribir estaba
cubierta y todas sus plumas y lápices se encontraban or-
denadamente acomodados en un portaplumas cuadrado,
( junto con blocs de notas p e g a b l e s . Siempre la llamé
"Grace Sorprendente" y hablaba en serio; nadie jamás fue
bendecido con una asistente mejor. Ella pasó por un mal
' momento cuando cerré la agencia. Me pregunté cómo es-
taría. La última vez que hablamos por teléfono, meses
, antes, dijo que todavía no había aceptado un empleo fijo,
puesto que no había podido encontrar a otro jefe como
' yo. Bendita sea.
Caminé hasta la parte posterior del escritorio de
Grace y me detuve cerca de lo que ella siempre nombró
* como nuestro altar, fotografías de muchos oradores que
( representamos en el pasado. En el centro, en un marco
d o r a d o , e s t a b a u n g r a b a d o e n tinta s e p i a d e Eric
Champion, ese h o m b r e tan especial que cambió para
( siempre mi vida. Después de actuar papeles muy peque-
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—Dice que usted le salvó la vida en la calle, hace un empieza a sanar. Dígame, ¿cuánto tiempo ha estado con
par de semanas. ¿Lo hizo, Bart? William Morris?
—No lo sé. De acuerdo, pásalo. —Un p o c o más de un año. Todavía tengo mucho
Tom Murphy, otra persona entrenada por William que aprender.
Morris y que compartía la pequeña oficina conmigo, se —¿Disfruta su trabajo?
inclinó sobre su escritorio y frunció el ceño. —Odio todo el papeleo y asuntos legales relaciona-
—¿Escuché que dijiste Eric Champion? —preguntó dos con los contratos y contrataciones, pero me gusta tra-
Tom. bajar con los clientes y tratar de proporcionarles el talento
Yo asentí. adecuado para su club, hotel o convención. Pienso que
—¿No sabes quién es Eric Champion, Bart? seré bueno en esto, si los jefes me tienen paciencia.
—Nunca lo oí nombrar. —Estoy seguro q u e se la tendrán. Son una buena
Tom sacudió la cabeza y fingió sorpresa ante mi ig- organización. Han deseado encargarse de mis contratacio-
norancia. nes durante los últimos años, pero mi esposa, Martha, se
—Eric Champion, amigo mío, es tal vez uno de los encargaba de todo eso y era muy competente. Además,
oradores de inspiración y motivación mejor pagados, si no amaba el trabajo. Ella... murió antes de la Navidad.
es que es el mejor. ¡Creo que así los llaman en el campo! —Lo lamento, señor.
Aquí, en William Morris, concentramos la mayor parte de Levantó la mano y cerró los ojos.
nuestros esfuerzos en el talento del negocio del espectácu- —La vida continúa. Sólo deseaba darle las gracias
lo, pero tengo que decirte que escuché hablar a este hom- una vez más, por ser mi salvador en la oscuridad. Nunca
bre en Garden, hace aproximadamente un año, y el lugar lo olvidaré. Cenemos juntos alguna noche. Es lo menos
estaba repleto. ¡En verdad es algo! En su propia categoría que p u e d o hacer para demostrar mi gratitud. Lo llamaré.
de talento, a p u e s t o q u e es tan grande c o m o Crosby y ¿Cuál es el número telefónico de su casa?
Gable en su medio. Nuestra primera cena juntos nos llevó a otra y des-
Mi visitante impecablemente vestido se quitó el abri- pués a otra más. Poco a poco, intimamos bastante. A pe-
go ligero de cachemira y la bufanda de color azul oscuro, sar de que Eric Champion tenía edad como para ser mi
mientras caminaba por el angosto pasillo hacia mí, son- padre, nuestra amistad maduró, hasta que un día, duran-
riendo y extendiendo la mano al acercarse más. te el almuerzo, me hizo una proposición q u e no p u d e
—La policía tuvo la amabilidad de darme su direc- rechazar. Me ofreció prestarme diez mil dólares, sin inte-
ción, señor Manning, y su casera me dijo dónde trabajaba reses, para que se los pagara c u a n d o pudiera. Con ese
usted. Quise detenerme para darle de nuevo las gracias dinero, abriría mi propia agencia, contrataría a una secre-
por lo que hizo para salvarme de ese monstruo. ¿Quién lo taria, rentaría una oficina y empezaría a hacer contratacio-
sabe? Tal vez le debo la vida. nes para todas sus conferencias. Él me entregaría sus ex-
—Me alegro de haber pasado por allí en ese momen- pedientes y contratos relacionados con compromisos futu-
to, señor. ¿Ya se siente bien? ros y q u e ya estaban firmados, así como los nombres de
—Me siento bien, gracias. Únicamente tuve que can- sus clientes y compañías para las que había dado confe-
celar una conferencia y la fea herida en mi cabeza ya
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rencias en el pasado. Yo recibiría una comisión del veinti- saturados de hechos y observaciones de sus propias expe-
cinco por ciento de sus honorarios como orador, por cada riencias personales. Mis clientes eran generalmente corpo-
contratación que hiciera, que hace cuarenta años, en su raciones líderes que buscaban esa persona especial para
caso especial, representaban $2,000. Me aseguró que la proporcionar a su convención anual lustre adicional, así
noticia de que yo atendía al señor Champion se divulgaría c o m o el tan necesitado discurso de apertura, positivo y
con rapidez entre los oradores y que sin duda recibiría dinámico.
muchas solicitudes de otros oradores para que los repre- A través de los años, muchas personas talentosas se
sentara. Champion también me prometió q u e a medida unieron a Eric y a mí para lograr que Motivators Unlimited
que transcurriera el tiempo, la mayoría de los proyectistas fuera el gran éxito que fue y la mayoría de sus fotografías
corporativos de reuniones se enteraría de su nueva filia- rodeaban la de él, en esa pared especial de personalida-
ción y se pondrían en contacto conmigo, especialmente, des, que Grace formó con tanto amor. Actualmente, me
después que enviáramos correspondencia a todos. Sella- aparté de las fotografías y me volví despacio. ¡Qué grupo
m o s n u e s t r o t r a t o c o n u n a p r e t ó n d e m a n o s . Así, tan maravilloso! Todos trabajamos tan bien juntos y forma-
Motivators Unlimited abrió su pequeña oficina modesta en mos una familia, en el mejor de los términos.
la Calle Cuarenta y Cuatro Oeste, en la primavera de 1950, Me senté en la silla, detrás del escritorio de Grace,
y el resto, como siempre dicen, es historia. levanté el auricular de su teléfono y marqué su número.
Actualmente, extendí la m a n o hacia la fotografía —Hola... Hola...
enmarcada de Eric, que colgaba en la pared entre muchas —¿Bart? ¿Eres tú, Bart?
otras y coloqué con suavidad y amor la palma de la mano —Soy culpable. ¿Dónde crees que estoy?
sobre su rostro clásico. Durante más de treinta años mara- —¡Oh, Dios, no lo sé! ¿Te encuentras bien?
villosos, me encargué de la contratación de sus discursos, —Estoy bien... estoy sentado en tu silla... ante tu es-
hasta que una noche, en el verano de 1984, cayó muerto critorio.
en el podio, mientras saludaba y hacía reverencias ante la —¿En nuestra oficina? —gritó ella.
gente que lo ovacionaba de pie, después de haberse diri- —Adivinaste.
gido a un grupo grande de vaqueros téjanos, en el salón —¿Qué te propones, Bart?
de baile de un hotel de Dallas. —¿Te gustaría regresar a trabajar?
—Muy apropiado —sollozó Grace, cuando recibi- No hubo respuesta. Esperé.
mos la impresionante noticia—, q u e muriera en Texas, —¿Todavía estás allí, Grace? —pregunté al fin.
con las botas puestas. —Estoy aquí. Mi corazón latía demasiado rápido y no
En mi carrera como agente, nunca me encargué de podía hablar. ¿Hablas en serio? No sé lo que está suce-
las contrataciones de un actor, actriz, cantante, músico o d i e n d o y no me importa, p e r o me encantaría regresar.
grupo musical de cualquier tipo. Me limité expresamente ¿Cuándo empiezo?
a atender únicamente a esos individuos poco comunes y —¿Todavía tienes tu llave de la oficina?
difíciles de definir, que tenían la reputación y la rara habi- —Por supuesto.
lidad de pronunciar discursos motivadores e inspirados, —Muy bien... tus dos primeras tareas...
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—¡Dispara!
—Por favor, llama a uno de tus viejos amigos de los
Profesionales de la Tribuna de Norteamérica v averigua
cuándo y dónde será su convención nacional y haz todas
las reservaciones necesarias para Mary y para mí, conven-
ción, hotel y líneas aéreas, ¿de acuerdo?
ni
—No hay problema. He hecho eso varias veces en mi
carrera. ¿Qué más?
—Trata de conseguir a alguien para que venga aquí a
aspirar, limpiar y sacudir. Asegúrate de que limpien tam-
bién las ventanas, porque están sucias.
—-¿Qué tan pronto?
El apartamento de Grace estaba en la Calle Cuarenta X i uestro taxista ceñudo, con su playera deshilacliada de
y Ocho Oeste, a sólo diez minutos, por lo que sabía que New York Mets y su nombre de Medio Oriente imposible
no le tomaría mucho tiempo ponerse en acción. de pronunciar, mirándonos desde su permiso de taxista
colocado en el tablero, hizo todo lo posible por llevarnos
—Lo más pronto posible —respondí.
al Aeropuerto La Guardia a tiempo para nuestro vuelo, a
—¿Cuándo deseas que empiece? pesar del fuerte aguacero que hizo que el tráfico matutino
—Ya lo hiciste, dama especial. de Manhattan casi se embotellara. Nos quedaban diez
Después de colgar el auricular, permanecí sentado minutos libres, cuando al fin abordamos el Vuelo 1747 de
allí, con los dedos de las manos entrelazados con fuerza y Delta, que despegó exactamente a las 9:30 a.m., con des-
lo ojos cerrados. Me estremecí. tino al Aeropuerto Nacional de Washington. Como era
—Bueno, Dios —murmuré con voz suave—, ahora es habitual, Mary apretó con fuerza mi mano durante el des-
otra vez tu jugada. pegue. Al fin estábamos en camino hacia la capital del
país, para asistir a nuestra primera convención de orado-
res en cinco años.
—El Hotel Omni Shoreham —suspiró ella con año-
ranza, mientras el avión continuaba su ruidoso ascen-
so—. ¿Recuerdas aquella noche especial allí, Bart?
Le oprimí con suavidad la mano.
—Parece que fue hace un siglo, cariño... 1961... el
baile de inauguración del JFK.
Mary asintió y sonrió.
—Allí estábamos, engalanados con esmoquin y vesti-
do de noche, caminando nerviosamente por el vestíbulo
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de nuestro hotel Georgetown, junto con otras parejas que —... "Moon River".
también se dirigían al baile, mientras afuera la nieve hú- —¿Recuerdas la canción que tocaban?
meda, que ya tenía más de un pie de profundidad, conti- Mary asintió con orgullo.
nuaba cayendo. Los empleados del hotel no dejaban de —Era preciosa y, al menos por unas horas, todos fui-
decirnos que Washington estaba casi completamente para- mos una pequeña parte de Camelot. Es un recuerdo agra-
lizado y que todas las calles estaban intransitables. dable.
—Lo que lo hizo tan frustrante —dije—, fue que el Me incliné en busca de mi viejo portafolio Samsonite,
Omni estaba únicamente a una milla de distancia aproxi- de piel negra, rasguñado y raspado, que había colocado
madamente y, sin embargo, era como si estuviéramos en debajo del asiento que estaba frente a mí, durante el des-
Los Angeles. pegue.
—Recuerdo, cariño, que después de un par de horas —El manto de seguridad del gran Bart Manning —
agonizantes de esperar en vano un taxi, finalmente subi- Mary suspiró y extendió la m a n o para acariciar la piel
mos a nuestra habitación, me arrojé en la cama y grité a decolorada.
voz en cuello mi frustración. —Tienes razón. Nunca iría a un viaje de negocios ni
—Eso no duró mucho. Después de diez minutos más a una reunión en la ciudad sin esto.
o menos, según recuerdo, te levantaste de un salto, secas- —¿En dónde estuvo escondido durante el último año?
te las lágrimas, entraste en el baño, te refrescaste... y, en —Estaba en la vieja oficina, en el piso, junto a mi
seguida, bajamos otra vez al vestíbulo para intentarlo de escritorio, donde lo había dejado, en espera de ser retira-
nuevo, pensando que si la nieve nos había detenido, era do de la jubilación.
probable q u e todos los demás q u e intentaban llegar al —Tal vez es tiempo de que compres uno nuevo, si
baile de inauguración tuvieran el mismo problema. planeas viajar mucho.
—Bart, n u n c a olvidaré la e x p r e s i ó n de tu rostro —¡Nunca! Cuando llegue el momento, podrás ente-
c u a n d o , después de otra hora de espera agonizante, el rrarnos juntos.
portero del hotel finalmente consiguió un taxi para noso- Abrí el portafolio desgastado y saqué varias coloridas
tros y otras dos parejas y el taxista anunció, ya que todos hojas promocionales, que Grace acababa de recibir de la
estábamos amontonados en el taxi, que la tarifa sería de sede de nuestra asociación de oradores en Denver. Descri-
cien dólares por pareja, por el viaje de una milla. No pro- bían con términos entusiastas lo que parecía un sinfín de
nunciaste ni una sola maldición, sólo asentiste. Me sentí conferencias, oradores célebres y p e q u e ñ o s seminarios
muy orgullosa de ti. que cubrían casi cada faceta de la profesión de la oratoria
y que estarían disponibles para los asistentes durante los
—Yo también estaba muy orgulloso de mí. Sin em-
próximos cuatro días y noches de la Convención Anual
bargo, valió la pena. Cuando al fin entregamos nuestros
Treinta y Cuatro de los Profesionales de la Tribuna de
a b r i g o s , e n t r a m o s e n e l c o n c u r r i d o Salón d e Baile
Norteamérica. Entregué un programa a Mary, quien frun-
Regency y vimos a nuestro nuevo presidente y a su her-
ció el ceño.
mosa y joven esposa en la pista dé baile solos, bailando —¿Qué se supone que debo hacer con esto? —pre-
mejilla con mejilla... guntó Mary.
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recuerdo lo entusiasmado que estaba Eric cuando fue con- cha esto... antes de su discurso inaugural en e n e r o de
tratado por la Asociación Médica Norteamericana, para 1969, el presidente Nixon hizo historia aquí, al presentar a
que hablara en ese mismo salón, por primera vez. todo su futuro gabinete a través de una cadena de televi-
—Escucha esto, Bart —dijo ella y sacudió en la mano sión, en una cena especial en el Salón Diplomático.
uno de los folletos del hotel—. ¿Puedes creer que Harry —Mary, recuerdo que Eric me dijo que d u r a n t e la
Truman disfrutó juegos privados de poker aquí, cuando Segunda Guerra Mundial, este hotel compró toda la pro-
era presidente? La habitación D—106 era la favorita donde ducción de una destilería escocesa, para ser u n o de los
él y sus amigos se reunían, mientras su limusina permane- pocos hoteles que servían buen whisky durante la guerra.
cía siempre estacionada afuera, para llevarlo de inmediato También comentó que convirtieron la pista de equitación
en un gallinero, como una medida de guerra, y criaron
a la Oficina Oval.
miles de pollos para las mesas de sus restaurantes.
—¿Hay algo allí acerca del antiguo Salón Azul?
—A eso iba. Dicen que en las décadas de los años —Te diré algo, Bart. ¿Por qué no colocas las maletas
treinta y cuarenta, el Salón Azul del hotel albergó a algu- sobre la cama y las vacío como es costumbre, mientras
nas de las grandes figuras en el mundo del entretenimien- bajas al vestíbulo y nos registras en la convención o lo
to, ¡Escucha esto! ¡Para la gran inauguración del hotel en que tengas que hacer? Conociéndote, estoy segura de que
1930, Rudy Vallee, el cantante popular romántico número habrá muchas charlas y abrazos al renovar viejas amista-
uno entonces, voló en el avión trimotor de Amelia Earhart, des. Hazme un favor y no olvides que aquí arriba tienes
desde Nueva York, junto con su orquesta, para la inaugu- una esposa. Regresa por mí en una hora, para que explo-
ración! Judy Garland, Maurice Chevalier, Marlene Dietrich, remos juntos el hotel. Tendremos tiempo suficiente para
Fránk Sinatra, Lena Horne y Bob Hope son sólo algunos quitarnos estos pantalones de mezclilla y p o n e r n o s un
de los nombres importantes de quienes actuaron en ese poco más presentables para la recepción de la inaugura-
salón. Hay una gran placa de metal junto a sus puertas, ción.
con el nombre de todas las celebridades que se han pre- —¿A qué hora empieza eso?
sentado allí, desde Edie Adams, hasta Gretchen Wyler. Mary abrió su programa de la convención.
Aquí dice que al hotel le gustaba alardear q u e el Salón A las seis y media. Esta noche no hay nada progra-
Azul convirtió a Washington, de una ciudad estrictamente mado después de eso. Tal vez tengamos suerte y encon-
de sábado por la noche, en un lugar donde cenar, bailar y tremos a algunos de los viejos amigos. Entonces, podre-
divertirse era algo popular cada noche. ¡Tengo q u e ver mos ir todos a Garden Court, lo cual parece bastante bue-
no, a tomar un par de copas y contar mentiras, como en
ese salón, Bart!
los viejos tiempos.
—Creo que ahora es sólo un encantador salón gran-
El registro tomó sólo unos minutos. Debajo de un
de de reunión. banderín amarillo brillante que decía PROFESIONALES DE LA
—No me importa. Aún así deseo verlo. Aparentemen- TRIBUNA DE NORTEAMÉRICA, varias damas jóvenes se encon-
te, cuando JFK cortejaba a Jacqueline, con frecuencia la traban sentadas con decoro, esperando con la pluma en la
llevó allí. ¡Es un hotel muy especial, Bart! No puedo creer mano. Me aproximé a la pequeña rubia que se encontraba
que en todos nuestros viajes nunca viniéramos aquí. Escu-
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sentada detrás de las letras G a M. Me dirigió su mejor vención. De pie muy erecto, con su traje con diseño de
sonrisa en señal de bienvenida. pata de gallo, hecho a la medida y con chaleco, con cada
—Manning... —dije—. Bart Manning y Mary. cabello plateado perfectamente en su sitio, coronando un
—Bienvenido a la convención, señor —dijo la joven rostro bronceado y casi libre de arrugas, estaba exacta-
dama. Pasó su mano pequeña por la lista y asintió. Me mente como lo recordaba.
entregó una forma de registro y un bolígrafo. —Viejo picaro —grité—. Tienes una apariencia mara-
Cuando le regresé la forma de registro llena, me en- villosa y todavía muy joven. ¿Acaso descubriste la fuente
tregó dos sobres blancos grandes. de la juventud? ¡Vaya!
—Uno para usted y otro para la señora Manning, se- Inclinó hacia un lado la cabeza.
ñor. Allí encontrará toda la información que necesitará —Siempre fuiste un gran hombre, Bart Manning. Tú
sobre la convención, para tener cuatro días fabulosos. también tienes una apariencia maravillosa, pero, ¿qué ha-
Aquí están los gafetes para usted y para su esposa. ces aquí? Escuché que estabas fuera del negocio.
Cuando rae entregaba las pequeñas placas metálicas —Lo estaba. Me retiré hace más de un año, pero es-
rectangulares con borde rojo, tuvo una reacción tardía, toy pensando seriamente en regresar. Extraño todas esos
frunció el ceño y miró más de cerca la placa que estaba problemas y presiones. Me encuentro aquí para buscar
encima. Abajo de mi nombre había una línea breve que talentos. ¿Y tú? ¿Todavía e n c a n t a s a todas esas damas
decía "MIEMBRO, 35 AÑOS". durante sus convenciones de cosméticos?
—¿Ha pertenecido a esta asociación durante treinta y Asintió.
cinco años, señor? ¡Santo cielo! —Todavía me divierto demasiado para alejarme, Bart.
Sonreí y asentí. Te hemos extrañado, amigo. ¿Cuánto tiempo ha pasado?
—Sí. Ayudé a fundarla, m u c h o antes de que usted —No había asistido desde hace cinco años. La última
naciera. ¿Sabe cuántos nos hemos registrado? fue en las Vegas, ¿recuerdas?
—Escuché que alguien dijo que cerca de dos mil. —Por supuesto. Tú y yo permanecimos levantados
—Contando a nuestras esposas, sólo veintiséis de toda la noche, en Caesars, jugando bacará. Ambos perdi-
nosotros estuvimos p r e s e n t e s en el Brown Palace, en mos mucho dinero. ¿Cómo está Mary?
Denver, durante nuestra primera convención. Creo que —Muy bien. Está en nuestra habitación, guardando
hemos crecido bastante desde entonces, ¿no lo cree así? nuestra ropa. Jay, a ella le dará mucho gusto verte. Siem-
La joven dama sólo asintió, con los ojos muy abiertos. pre fuiste una de sus personas favoritas y nunca perdió la
—¡Bart! ¿En verdad eres tú, Bart Manning? ¡Qué sor- esperanza de que algún día me convirtiera en tu agente.
presa! ¿Cómo está Phyllis?
Me volví y lo reconocí de inmediato. Inhalé profundo. —Enterré a Phyllis hace tres años, Bart. Tuvo cáncer.
—Jay! —grité—. ¡Viejo amigo! ¡Me da gusto verte! —Jay, lo lamento. Yo no....
No nos estrechamos las manos, únicamente nos abra- Asintió, antes de preguntar:
zamos. Me aparté un poco para mirar bien a Jay Bridges, —¿Tienes tiempo libre?
un viejo amigo que no había visto desde mi última con- —Mary me dio una hora de libertad.
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Parque Central y mi confrontación con esa alma curiosa y con tal de ser representados por ti. Tu problema será con-
altisonante en su silla de ruedas, seguido por mi misterio- servar un perfil lo bastante bajo para que puedas estudiar
sa carrera hacia el sur, hasta mi antigua oficina; sin embar- a los oradores sin ser buscado constantemente. ¿Te gusta-
go, no pude decírselo, simplemente, no pude. ría que interfiriera durante los próximos dos días?
—Jay, estoy demasiado joven y saludable para des- —Me encantaría. ¿Estás seguro de que deseas hacerlo?
perdiciar mis años sentado en casa, con el control remoto —Sería divertido y pasaría todo ese tiempo precioso
del televisor en la mano, para cambiar de los programas con el famoso y grandioso Bart Manning.
repetidos de "Barnaby Jones" a "Días de nuestras vidas". Le estreché la mano.
Siempre sentí que contribuía un poco para hacer de nues- —¡Gracias!
tro m u n d o un lugar mejor, al enviar a un gran orador Sonrió.
motivador para que se dirigiera a un grupo y ayudara a —No me lo agradezcas. Me divertiré mucho siendo tu
las personas a comprender los milagros maravillosos que guía y guardaespaldas. Sin embargo, hay algo que debo
en realidad son. Eras la única persona que intenté repre- decirte en este momento, antes que empiece la cacería.
sentar, que no diera un discurso motivador o inspirado. —¿Qué cosa?
—Bart —Jay suspiró y estudió las palmas de sus ma- —No creo que descubras a nadie aquí, tan b u e n o
nos—, con frecuencia me pregunté qué tan bien hubiéra-
como tu Eric Champion.
mos trabajado tú y yo juntos. Asentí y le estreché de nuevo la mano.
—Hubiéramos ganado mucho dinero, con toda segu-
—¿Te veré en la recepción de inauguración, esta no-
ridad. ¿Quién se encarga de tus contrataciones ahora?
che, compañero?
—No hay cambio. Sam Rapkin y yo h e m o s estado
Encogió los hombros.
juntos durante casi treinta y dos años. Es un buen hom- —¿A dónde más iría... sin Phyllis?
bre.
Asentí.
—Buscaré durante cuatro días y veré lo que p u e d o
encontrar. No importaría si sólo represento a u n o o dos
oradores para empezar. Entonces, vería cómo resultaba.
Jay y yo permanecimos sentados charlando y fuimos
i n t e r r u m p i d o s tres veces p o r p e r s o n a s q u e llevaban
gafetes de la convención. En cada ocasión, conocían mi
nombre y quién era. Dijeron que querían saludar y que se
sentían honrados de conocerme. Me sentí un poco aver-
gonzado y presenté a la persona extraña a Jay.
—Bart —dijo Jay—•, sin lugar a dudas eres el agente
más admirado y respetado en este negocio. Casi todos los
oradores en esta convención estarían dispuestos a matar,
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—Antes de llegar aquí esta mañana, mi esposa, Amy, amigos, como hermanos. Por lo tanto, confíen en noso-
y yo desayunamos en el encantador Garden Court tros. Ábrannos sus brazos, sus hogares, sus corazones.
Lounge. Cuando nos íbamos, me dio un consejo sabio, al ¿Qué dicen?"
notar que estaba un poco nervioso porque me presentaría —El aire se estremeció con un grito fuerte y prolon-
ante muchos oradores. Dijo: "John, no trates de ser encan- gado: "¡Huzzanga!"
tador, ingenioso o intelectual. Sólo sé tú mismo". —Muy complacido por la recepción, el líder de los
¿Cómo conquistamos a un público difícil? Compartiré exploradores empezó a hablar con el jefe de los nativos.
algunos métodos que me han dado buen resultado a tra- —"Veo que aquí tienen ganado", dijo el líder. "Es una
vés de los años, pero, por favor, no olviden que el ingre- especie con la que no estoy familiarizado. ¿Puedo inspec-
diente mágico llamado risa es uno de los mejores reme- cionarlo?"
dios para el gruñón más malhumorado. La amistad y la —"Por supuesto, por supuesto, venga por aquí", pi-
risa están muy relacionadas. Hagan amistad con ese mar dió el jefe. "Tenga mucho cuidado al caminar, para que
de rostros ceñudos sentados ante ustedes, logren que son- no pise la 'huzzanga'"
rían, y es probable que su discurso sea un éxito. Felch asintió al escuchar la risa fuerte y los aplausos.
Felch hizo una pausa y miró hacia el techo; en segui- Cuando al fin hubo silencio, comentó:
da, rió, como si acabara de pensar en algo gracioso. —Ya tuvimos bastante "huzzanga". Vamos a concen-
—Durante una reciente expedición a la parte más trarnos en algunas de las condiciones que produce un
agreste de África, un grupo de exploradores llegó a un público difícil y sobre lo que podemos hacer para conver-
pueblo de salvajes primitivos. En un intento de hacer tirlo en personas fáciles de dominar.
amistad con este público muy difícil que observaba cada En una o dos ocasiones, durante la hora siguiente,
movimiento de los exploradores, el líder del grupo trató sentí que Jay me miraba.
de explicar a los nativos cómo era el mundo exterior civi- —¿Ya tuviste suficiente? —me preguntó cuando me
lizado. volví.
—"Allá", dijo el líder, "amamos a nuestros seme- En cada ocasión, negué con la cabeza. Disfrutaba el
discurso de Felch. Tenía una presencia excelente en el
jantes".
estrado, tiempo magnífico y daba un discurso bien cons-
—Ante esto, los nativos gritaron "¡Huzzanga!" truido y substancioso, sin referirse a algo en especial. Jay
—Animado por esto, el explorador añadió: "¡Trata- y yo estuvimos entre los que lo ovacionaron de pie cuan-
mos a los demás como nos gustaría que ellos nos trata- do terminó.
ran!" El resto de la mañana no fue importante. Durante
—"¡Huzzanga!" exclamaron los nativos, con mucho una de las sesiones, un orador apacible nos dijo cómo
entusiasmo. hacer una fortuna al vender paquetes de cintas y videos
—"¡Somos pacíficos!" aseguró el explorador. telefónicamente, a personas solitarias sentadas en casa
—"¡Huzzanga!" gritaron los nativos. junto al teléfono. La otra fue una presentación por una
—Mientras una lágrima rodaba por su mejilla, el ex- mujer delgada y muy maquillada, con cabello de color
plorador terminó su excelente discurso: "Venimos como
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lavanda, que exaltaba las virtudes de publicar uno su pro- tatura de más de un metro ochenta y dos, hombros an-
pio libro, para que los oradores pudieran también procla-
chos, barbilla puntiaguda con barba de color castaño cla-
marse como autores de su material promocional... incluso,
ro, enormes ojos de color café y cabello castaño, demasia-
como autores de "éxitos de librería", sugirió con astucia.
do largo para mi gusto, pero por fortuna, no lo bastante
Después de no más de veinte minutos, di un codazo sua-
largo como para clasificarlo como cola de caballo.
ve a Jay y nos retiramos lo más calladamente posible, para
Jay saludó con afecto al recién llegado.
dirigirnos al Garden Court Lounge, en el que uno empeza-
—-¿De dónde eres, Patrick? —preguntó Jay.
ba a sentirse como en casa. Nos sentamos ante el bar y
—Soy de un p e q u e ñ o pueblo en Montana —Patrick
ordenamos bebidas.
sonrió—, llamado Blessings, con una población de menos
—¿Todavía nos divertimos? —preguntó Jay, después de cuatrocientos habitantes.
de dar un trago grande de whisky.
—Supongo que no hay mucho público para oradores
—Tuvimos un comienzo. Felch, el orador de la pri- en Blessings.
mera sesión, tiene posibilidades.
—No, señor —respondió Patrick y sacudió la cabe-
—¿Continuamos con nuestra cacería de talento? — za—. Sin embargo, siempre están Billings, Bozeman, Great
preguntó Jay.
Falls y Helena. En realidad, en mi Beechcraft p u e d o ir a
—¡Oh sí! Estoy s e g u r o de q u e e n t r e los d o s mil cualquier parte del noroeste con bastante rapidez.
miembros que asisten a esta convención, encontraré a uno —¡Oh! ¿Vuelas tu propio avión?
o dos que sean mi tipo de orador, la clase anticuada que —Sí, señor.. He volado durante diez años aproxima-
llega al alma del público, no a sus billeteras.
damente:
—¿El señor Manning...?
—¿Qué haces, Pat, acaso te dedicas a ser orador de
Estaba de pie en el bar, a mi derecha.
tiempo completo?
—¿Sí?
—He d a d o discursos d u r a n t e seis a ñ o s , señor
—Señor, mi nombre es Patrick Donne —dijo con voz
Manning. Era d u e ñ o de un rancho de g a n a d o de b u e n
profunda y de mando, al tiempo que extendía hacia mí
tamaño, allá en Blessings, pero la oratoria empezó a apo-
una m a n o g r a n d e — . Ésta es mi primera c o n v e n c i ó n y
derarse de gran parte de mi tiempo y me encanta, por lo
cuando lo vi de pie aquí, no p u d e resistir la tentación de
q u e decidí vender el rancho a mi capataz y convertirme
saludarlo al menos. Lo he admirado durante muchos años.
en orador de tiempo completo, desde hace dos años. El
—Hola —saludé y le estreché la mano—. Me da gus- año pasado pronuncié cuarenta y tres discursos, incluso
to conocerlo... y bienvenido. Él es Jay Bridges, u n o de hasta en St. Louis.
nuestros antiguos y mejores oradores.
—¿Tienes agente? —preguntó Jay en forma casual.
Mientras se estrechaban las manos, no p u d e evitar —No, señor. Todo lo hago yo.
notar que tres mujeres que estaban sentadas al otro lado —¿Sobre qué hablas?
del bar miraban en nuestra dirección y, con toda seguri-
—La plática ha cambiado y evolucionado a través de
dad, no miraban ni a Jay ni a mí. Además de esa voz de
los años, pero en la actualidad me siento bastante cómodo
bajo profundo casi hipnótica, Patrick Donne tenía una es-
con ésta. Doy a mi público algunas reglas y sugerencias
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Ya había tomado una ducha y me encontraba senta- gieron a las tiendas y restaurantes de Georgetown Park,
do, en bata, mirando las noticias en la televisión, cuando Jay y yo c o n t i n u a m o s nuestra b ú s q u e d a . El programa
Mary regresó con los brazos cargados con bolsas de com- matutino había comenzado con una sesión general en el
pras, después de pasar el día en los centros comerciales. Salón de Baile Regency, con una presentación por un an-
Parecía muy cansada y no recibió con mucho entusiasmo tiguo profesional, Edgar Hubbard, a quien Jay y yo cono-
la noticia de que la llevaría a cenar fuera del hotel, mas el cíamos desde hacía muchos años. Hubbard, de acuerdo a
día todavía tendría un final feliz. La Taberna del Alabar- su presentador, había dado más de tres mil discursos du-
dero era todo lo que dijo Jay y su decoración elegante fue rante los últimos treinta años y había recibido casi todos
un marco perfecto para una de las comidas más deliciosas los honores que puede otorgar la profesión de orador. Al
q u e ambos habíamos s a b o r e a d o , a u n q u e no o r d e n é el escucharlo de nuevo, después de no hacerlo por muchos
pato asado, sino la paella de langosta, que literalmente años, recordé por qué nunca traté de que firmara conmigo
estaba cubierta con langosta. un contrato exclusivo. Su presencia en el podio era mag-
Al abordar el taxi para el viaje de regreso al Omni, nífica, así como sus gestos y forma de expresarse con
entregué al joven taxista un billete de cincuenta dólares y buena voz, pero... ¡no decía nada! Si uno escuchaba uno
le pedí que por favor nos diera un paseo de treinta minu- de sus discursos grabados en cinta, en lugar de disfrutar
tos por algunos de los sitios importantes de Washington. sus movimientos coreográficos en el podio, se aburría te-
Sonrió y asintió. Mary y yo nos tomamos de las manos y rriblemente. El otro orador prominente era un h o m b r e
en silencio absoluto paseamos despacio a lo largo del Río joven con p a n t a l o n e s b o m b a c h o s , a la Payne Stewart,
Potomac; pasamos el iluminado Monumento a Lincoln; el quien salió al escenario llevando un enorme bolso de piel
Monumento a los Veteranos de Vietnam; el Tidal Basin, con palos de golf y que relató con todo detalle cada palo
que servía como marco perfecto para el Monumento a en su bolso. Una idea encantadora que podría dar resulta-
Jefferson; el Monumento a Washington; la Casa Blanca y do frente a un público de golfistas masculinos, pero no
recorrimos la Avenida Pennsylvania hasta el edificio del estaba tan seguro de q u e un grupo de damas Mary Kay
Capitolio. Es imposible para cualquier ciudadano hacer apreciara parte de su humor.
ese recorrido, especialmente, cuando la luna brilla de esa Después de la sesión general, Jay y yo pasamos un
manera, sin sentirse muy orgulloso de ser norteamericano. tiempo en dos de las tres presentaciones q u é seguían.
Había lágrimas en los ojos de Mary, cuando bajó del Nada, ni siquiera un "tal vez".
taxi, en el hotel. Cuando el taxi se alejó, me abrazó con Comimos la mayor parte del almuerzo c h a r l a n d o
fuerza. poco, en el Café Monique. Cuando tomábamos café, Jay
—Gracias, querido —dijo Mary—. Ha sido una de las abrió su programa y forzó una sonrisa.
noches más encantadoras de mi vida. —Parece que esta tarde habrá algunos buenos pros-
—Espero que Dios me permita estar por aquí el tiem- pectos potenciales, viejo amigo —dijo Jay—. Eso espero.
po suficiente para darte algunas noches más como ésta — Si no tenemos suerte en las próximas horas, no quedará
respondí y le devolví el abrazo. nada, excepto el campeonato de oradores, mañana por la
La búsqueda de talento el miércoles no produjo me- tarde.
jores resultados. Después que Mary y sus amigas se diri-
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Durante una tarde que pareció más prolongada que Rock Creek Park, que supongo se encuentra al otro lado
la eternidad, Jay y yo observamos a siete de los nueve de la colina, detrás del Omni. Soñé que corría, por el sen-
oradores programados. Ambos acordamos que la mayoría dero, disfrutando el paisaje verde y frondoso, cuando de
eran buenos ejemplos de un orador en verdad profesional pronto noté que una pequeña nube blanca flotaba direc-
y, sin lugar a duda, podrían dirigirse a la mayoría de las tamente sobre mi cabeza, siguiéndome. Entonces, escuché
juntas corporativas con buen renombre. No obstante, no una voz suave que parecía venir de la nube y que decía:
buscaba únicamente oradores "buenos", sino un maestro "Mañana es el día. El cielo está a punto de sonreírte. No
motivador con presencia en el escenario, valor, carisma y pierdas la esperanza". Creo que en ese momento te escu-
un mensaje. Ninguno de los oradores que vi y escuché se ché abrir la puerta y al abrir los ojos, estabas de pie allí.
acercó a llenar esos requerimientos difíciles. —¿Qué supones que significa todo eso?
Mary ya estaba de regreso en nuestra suite y supongo —Desearía saberlo.
que cuando abrí la puerta la desperté. No tenía puestos
los zapatos y sus pies cubiertos con medias descansaban
sobre la mesita de mármol. Abrió los ojos cuando me
acerqué.
—¿Tuviste suerte, cariño? —preguntó casi en un susu-
rro.
—No. Con seguridad me estoy volviendo demasiado
exigente en mi vejez. No vimos a nadie a quien pudiera
admirar lo suficiente como para desear elegirlo como
cliente. Mary, sabes que no puedo venderlos si no creo en
verdad que son maravillosos.
—¿Y ahora, qué?
—Mañana por la tarde se llevará a cabo el campeo-
nato de oratoria. Seis de nuestros mejores oradores habla-
rán veinte minutos cada uno, en el escenario. Recuerda
que prometiste acompañarme.
—Bart, no me lo perdería por nada.
—Cariño, ¿te encuentras bien? Pareces un poco extraña.
—Estoy bien, bien... y espero que el sueño que aca-
bo de tener, mientras estaba sentada aquí esperándote, se
convierta en realidad.
—¿Quieres contármelo?
—Seguro. Me quedé dormida mientras leía este pe-
queño folleto del hotel, sobre correr y hacer ejercicio en
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VII
F
J_4 1 Salón de Baile Regency estaba lleno en toda su ca-
pacidad, cuando, a la una, el presidente de la asocia-
ción, Dick Cobden, salió con rapidez de detrás de una
cortina dorada y se acercó al podio, sonriendo y saludan-
do. Miró de un lado al otro del enorme salón y después
de elevar un poco el micrófono del atril, esperó en silen-
cio hasta que cesó la charla ruidosa.
Mary y yo decidimos sabiamente llegar temprano y
nos encontrábamos a no más de seis o siete filas del po-
dio, en el centro. En los dos pasillos, a nuestra izquierda
y derecha, aunque un poco más cerca del podio que no-
sotros, el equipo de la televisión acomodaba sus cámaras
pesadas y tripiés rodantes. En una cámara podían verse las
iniciales NBC y en la otra, las iniciales ABC. Mary me dio
un codazo suave, obviamente impresionada.
—Damas y caballeros" —dijo el presidente de nues-
tra asociación—, les doy la bienvenida a lo que estoy se-
guro será un día importante en la historia de los Profesio-
nales de la Tribuna de Norteamérica. La industria cinema-
tográfica tiene sus Premios Osear, la televisión tiene sus
Emmys, los profesionales de la grabación tienen sus
Grammys y los mejores escritores reciben los premios
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OG MANDINO EL D O N DEL ORADOR
Pulitzer. Al fin, nuestra profesión está a punto de dar tri- país, presentando al orador promoviendo sus productos
buto a su mejor talento. En cooperación Ted & Margaret's excelentes.
Frozen Dinners, antes que termine este día, coronaremos Cobden recorrió una vez más con la mirada el enor-
al Campeón Mundial del Podio". me salón, sonrió y revisó varias hojas de papel.
Cobden hizo una pausa, asintió y sonrió, hasta que —¿Estamos listos? —gritó Cobden.
los aplausos cesaron. —¡Sí! —respondió la multitud.
—Cada una de las seis asociaciones regionales que —Muy bien. De acuerdo con las reglas establecidas
juntas forman los Profesionales de la Tribuna de Norte- por nuestros directivos, la junta directiva y la gerencia de
américa, durante los últimos meses efectuaron una serie Ted & Margaret's Frozen Dinners, no habrá introducciones
de concursos para seleccionar al mejor orador en su re- prolongadas y floridas de nuestros concursantes para in-
gión y los seis ganadores se encuentran hoy aquí, para fluir en ustedes o en los jueces en alguna forma. Sin más
competir en este primer campeonato. Cada u n o de ellos discusión, tengo mucho orgullo en presentar a nuestro
hablará durante veinte minutos, con un margen de dos primer concursante, de Providence, Rhode Island, repre-
minutos, sobre cualquier tema de su elección. Habrá un sentando a la Región Uno.... ¡Sandra Bañe] J
descanso de cinco minutos entre el primer, segundo y ter- Era una mujer alta y rubia que vestía un traje de co-
cer orador; después, tendremos un intermedio de veinte lor camello, con rayas finas y cruzado. Caminó sin esfuer-
minutos, seguido por los tres últimos oradores, que dis- zo hasta el p o d i o , agradeció el aplauso fuerte con una
pondrán del mismo tiempo, veinte minutos cada uno, más sonrisa cálida y saludó. Era una mujer encantadora de
dos minutos más o menos, con un descanso de cinco mi- quizá treinta y tantos años. Su sonrisa se borró en forma
nutos entre el cuarto, quinto y sexto orador. Cuatro perso- gradual mientras observaba al público y no hizo ninguno
nas eminentes serán jueces, elegidas por el departamento de los comentarios iniciales típicos que se escuchan con
de mercadotecnia de Ted & Margaret's. Ya se encuentran frecuencia.
sentadas en diferentes lugares de este salón y su identidad —Fui piloto de United Airlines durante seis maravillo-
únicamente es conocida por las personas de la corpora- sos y excitantes años y, después, hace cuatro años, cuan-
do fui promovida a capitán, no aprobé mi examen físico.
ción, por lo q u e ninguna presión o influencia indebidas
Mi examen indicó que tenía cáncer en el seno derecho y,
p o d r á n ejercerse sobre ellas, por ninguno de los miem-
por lo tanto, durante los dos meses siguientes tuve un
bros más entusiastas de nuestra asociación. Los jueces se
nuevo copiloto. Su nombre era la muerte. Llegamos a ser
reunirán en privado, después del concurso, para hacer su
buenas amigas a medida que transcurrieron los días y me
elección y, esta noche, durante la cena de clausura Noche
enseñó muchas cosas mientras permanecía en la cama del
de Logro, c o r o n a r e m o s a una p e r s o n a especial como
hospital, llena de compasión por mí misma. Principalmen-
Campeón Mundial del Podio, lo mejor en nuestra profe-
te, me ayudó a apreciar el don especial de cada nuevo día
sión. Los cofundadores de la corporación, Ted y Margaret
y a no volver a tomar como un hecho ese don, como lo
Clark, entregarán a esa persona afortunada un cheque por hice en el pasado.
un cuarto de millón de dólares, como anticipo por nueve —Por fortuna para mí, el cáncer fue descubierto a
comerciales en la televisión, que se transmitirán en todo el tiempo y desapareció después de dos operaciones. Luego
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m u n i c á n d o s e c o n el público. Jo Jo Smith aprovechó al
máximo su libertad y durante los siguientes quince minu-
rror distorsionaban su rostro guapo. Rodeó el podio hasta tos imitó brillantemente las voces, gestos y manerismos de
el frente y, una vez más, e m p e z ó a recoger las tarjetas no sólo muchos de los oradores más conocidos de nuestra
esparcidas. Apenas había recogido tres o cuatro, cuando asociación, sino también de p e r s o n a s públicas, d e s d e
se escucharon gritos femeninos fuertes y agudos, simultá- Richard Ñixon hasta Bill Clinton, desde Tony Bennet hasta
neamente desde varias secciones del público, porque, al Hammer, desde Jimmy Stewart hasta Bart Simpson. Mary
inclinarse y recoger las tarjetas, con el trasero hacia el lo calificó con un "7" y yo asentí, pues lo disfruté mucho,
público, los pantalones se deslizaron desde abajo de su a pesar de que no era la clase de orador que buscaba.
chaqueta y cayeron al suelo, revelando unos pantalones El tercer concursante, de acuerdo con su presenta-
para ciclista, de lycra de color turquesa brillante, con le- ción, fue Charles Ethan Gant, |de St. Paul, Minnesota, re-
tras amarillas proclamando "¡Vote por Jo—Jo!" presentando a la Región Tres. Por desgracia para el señor
Acompañado por los aplausos y vítores, Jo Jo Smith Gant, hay días en nuestras vidas en que, sin importar lo
levantó los pantalones, los abrochó y subió el cierre, para profesionales, dinámicos e impresionantes que hayan sido
después rodear el podio sonriendo, hasta q u e q u e d ó de nuestros récords pasados y actuaciones, hubiera sido me-
cara al público una vez más. jor permanecer en la cama. Todos nosotros, incluyendo al
—¡Vaya! ¡Lo hice! ¡Hola, compañeros oradores! En mi más poderoso, tenemos días malos y éste fue el del señor
primer a ñ o d e hablar e n público, hace m u c h o tiempo, Gant. Era un hombre alto y guapo, con una gran sonrisa y
aprendí que antes de que cualquier audiencia escuche con cabeza bien afeitada, que, según me dijo Mary, no dismi-
interés, uno debe atraer su atención de alguna manera y, nuía en nada su atractivo. Resultaba evidente que estaba
ahora, aquí están todos ustedes... sentados, observando y nervioso y, peor aún, no p u d o ocultarlo. En más de una
esperando la siguiente exhibición vergonzosa o torpe que ocasión, pareció buscar su lugar, mientras examinaba sus
pudiera hacer, ¿no es así? Eso está bien, porque todos so- notas y lo que empezó como una voz fuerte y buena, pa-
mos socios en esta profesión especial, a pesar de que no reció perder su timbre atractivo a medida q u e el tiempo
compartimos las mismas ideas. Todos conocen la antigua transcurrió. Estoy seguro de q u e todos los oradores del
fábula de la gallina y el cochino. Ambos charlaban y pa- público, al menos los auténticamente profesionales, pudie-
seaban juntos por el camino y llegaron ante un antiguo ron identificarse con la situación de este pobre y desafor-
restaurante q u e tenía un letrero brillante q u e decía "JA- tunado hombre y como comprendieron perfectamente su
MÓN Y HUEVOS". La vieja gallina se detuvo, señaló con la predicamento, tal vez les pareció todavía más doloroso
cabeza el letrero y dijo: "Mira, viejo amigo, tú y yo somos que hubiera sucedido ante el público típico de una con-
socios". "¡Por supuesto que no lo somos!", respondió el vención. Para alivio de todos, incluyendo a Gant, estoy
cochino grande, "Para ti es únicamente un día de trabajo, seguro, terminó sus comentarios, hizo una reverencia
en cambio para mí es un verdadero sacrificio!" ceremoniosamente y se apresuró a abandonar el escena-
Cada uno de los oradores tenía un pequeño micrófo- rio. En lugar de anotar un número de clasificación en su
no de alta fidelidad prendido a alguna parte de la ropa programa, en esta ocasión, Mary dibujó un signo de inte-
que usaban en la parte superior del cuerpo, por lo que
podían alejarse del podio, si lo deseaban, y continuar co-
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rrogación y se volvió hacia mí, con las cejas arqueadas. sentando la Región Dos. Era de Júpiter, Florida. Vestía un
Encogí los hombros. La Región Tres de Gant incluía el suéter de lana blanco y voluminoso, varias tallas más
área de Chicago, con multitud de buenos oradores, la grandes para él. Subió el material tejido y pesado hasta la
mayoría de los cuales debió haber derrotado en las rondas mitad de los brazos, antes de inclinar el micrófono hacia
preliminares, aunque con seguridad no los derrotó con la abajo y sonreímos. Mi primera impresión fue que parecía
clase de actuación que presentó ese día. Sin embargo, eso más apropiado para un acto de introducción en algún
sucede a los mejores. En una ocasión vi a Ted Williams club de comedia, que como uno de los seis finalistas en
poncharse tres veces en un solo juego, hace varios años, un concurso para elegir al mejor orador profesional del
cuando los Medias Rojas jugaban contra los Yankees en el mundo. Estaba equivocado. El hombre bajo era muy bue-
estadio. no y mantuvo nuestra atención desde los primeros comen-
Como habían anunciado, hubo un intermedio de tarios, cuando dijo: ,
veinte minutos después del tercer orador. Al menos la —Damas y caballeros. Varios años después de la Se- í
mitad del público se encontraba de pie y se dirigía hacia gunda Guerra Mundial, Winston Churchill hablaba ante un
las puertas del salón de baile. grupo de personas de negocios de Londres, que se encon- j \
—Si tienes que ir al baño de hombres, cariño, da traban sentadas en un salón mucho más pequeño que ¡
vuelta hacia la derecha al salir y lo encontrarás en el nivel éste. La persona que lo presentó sonriente hizo referencia ¡
uno —dijo Mary—. Cuidaré nuestros asientos. a la conocida afición de Churchill por las bebidas alcohó-
—No, estoy bien. No me moveré. licas.
—Pareces un poco cansado, Bart. ¿Te encuentras —Dijo: "Si todas las bebidas alcohólicas que Sir
bien? Winston ha consumido se vertieran en este salón, llegarían
—Sí, pero empieza a parecer como una causa perdi- hasta aquí" y con la mano dibujó una línea imaginaria en
da. ¿Acaso es más difícil complacerme en la vejez o qué la pared, a seis o siete pies del suelo. Cuando Churchill
sucede? El primer orador, la joven rubia ex piloto estuvo llegó al podio, miró la línea imaginaria y levantó la cabeza
muy bien... bastante bien, pero no lo sé, cariño, deseo a hacia el techo* suspirando: '¡Ah, tanto por hacer y tan
alguien todavía mejor. ¿Soy yo? poco tiempo para hacerlo!'"
—No, porque a no ser que haya estado a tu lado Samuels sonrió y asintió apreciativamente ante las
demasiados años, opino de la misma manera. Nadie dijo risas fuertes.
que esto sería fácil. Si tu viejo amigo, Napoleón HUÍ, estu- —Yo también tengo muy poco tiempo y mucho que
viera aquí, diría: "Continuaremos insistiendo hasta que hacer... —dijo Samuels.
tengamos éxito". Por lo tanto, vamos a insistir... y a tener El discurso fue excelente y pronunciado por un ver-
fe. No olvides ese sueño extraño que tuve y la voz que dadero profesional que describió muchas de las formas en
prometió que mañana sería el día. ¡Hoy es mañana... y que perdemos el tiempo cada día y cómo corregir esas
todavía no termina! faltas. Cuando terminó, incluso su suéter demasiado gran-
El primer orador después del intermedio era un hom- de, que parecía muy "fuera de uniforme" para este hom-
bre pequeño que presentaron como Leo Samuels, repre- bre pomposo, pronto formó parte de nuestra impresión
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abstracto en varios tonos de azul, gris y café y zapatos vida, comete un error terrible. El éxito, la alegría, la rique-
estilo mocasín de color café oscuro. No sonrió y acarició za, el amor y la satisfacción están disponibles aquí... ¡aho-
pensativo su barba recortada durante lo que pareció mu- ra! Sin embargo, muchos de nosotros buscamos refugio y
cho tiempo, después de su casi casual caminata hasta el nos ocultamos, después que el destino nos reparte una
podio. mala mano y, desde ese momento, vivimos una vida don-
—Esas palabras muy especiales que acaban de escu- de el mañana es tan oscuro como esta noche y en lugar
char, escritas por un novelista inglés, Edward Bulwer— de disfrutar el cielo en la tierra, nos revolcamos, insatisfe-
Lytton, antes que cualquiera de nosotros naciera, son qui- chos en nuestro propio infierno privado.
zá la mejor descripción que haya dado la humanidad so- D o n n e se alejó del podio y levantó los dos brazos
bre lo que nos espera en ese lejano lugar que algunos lla- por encima de la cabeza, mientras su potente voz de bajo
man cielo —dijo al fin, con voz muy profunda y baja. profundo reverberaba en el salón.
Dirigí una mirada rápida a Mary. Ella miraba a Donne —Aquellos de ustedes que han perdido toda la fe en
y si sintió que la observaba, nunca lo demostró. Por pri- sí mismos, en su potencial y en este pequeño mundo que
mera vez en todas las reuniones a las que había asistido es el único que tenemos, por favor, e s c ú c h e n m e . Creo
en la convención, lo único que pude oír fue la respiración que tengo algunas sugerencias que podrían ayudarlos a
del público. cambiar su vida y a mejorarla. Si siguen mis indicaciones
—Tal vez ustedes son algunas de las muchas perso- y éstas no dan resultado, habrán perdido muy p o c o en
nas que tienen serias dudas de que hay un destino supe- realidad, excepto tiempo y esfuerzo, ya que nunca creye-
rior —continuó D o n n e y volvió con lentitud la cabeza ron que su vida podría mejorar, ¿no es así? No obstante...
hacia la derecha y d e s p u é s hacia la izquierda—, y esa si estoy en lo correcto y desde este día pueden seguir al-
duda es algo que únicamente ustedes pueden resolver con gunas reglas simples y alterar el curso de su vida, lo que
su Dios, si, en verdad, reconocen a un Dios. Eso, por su- los llevará por un camino diferente que podría conducir al
puesto, depende de ustedes, porque la fe se asemeja mu- oro y al éxito, al amor y la alegría, a la paz de espíritu y a
cho al amor y nunca puede ser impuesta. la satisfacción y, tal vez, si en verdad son afortunados, a
—No obstante, aunque únicamente ustedes p u e d e n su propio arco iris... si estoy en lo correcto y no se moles-
encontrar su propio camino, d e s p u é s que su vida haya tan en escuchar mis palabras... ¿acaso no lo lamentarán?
terminado, hacia ese sitio mágico donde el arco iris nunca ¿Qué tienen que perder? ¿Están conmigo?
desaparece, tengo un mensaje importante para ustedes. Sorprendentemente, todas las cabezas asintieron a mi
Una de las lecciones más difíciles que debemos aprender alrededor. Los oradores profesionales, todos plenamente
en esta vida y una que muchos de nosotros nunca apren- equipados con egos enormes, rara vez reaccionan de esta
demos, es cómo ver y apreciar lo hermoso, lo divino, el manera ante un discurso. Patrick Donne también asintió,
cielo que nos rodea aquí en la tierra. Cualquiera... cual- volvió sus hombros anchos hacia nosotros y con toda de-
quiera... que se haya permitido quedar afectado por even- liberación caminó de nuevo hasta el podio. El silencio
tos sobre los que con frecuencia no tenemos control, has- profundo prevaleció.
ta el punto de abandonar la esperanza de esta preciosa
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—Generalmente —dijo y, por primera vez, una ex- capitán. "Es una parte importante de nuestro entrenamien-
presión ligeramente ceñuda apareció en su rostro guapo—, to de seguridad. En caso de un problema real, el agua que
me toma una hora compartir algunas reglas de la vida entre en cualquier compartimiento no afectará al resto del
sugeridas con mucha sencillez que, si se siguen, cambia- barco. Aunque chocáramos con un iceberg, como le suce-
rán cualquier vida por una mejor. Sin embargo, damas y dió al Titania, el agua que entre llenará sólo el comparti-
caballeros —levantó el brazo derecho y miró su reloj—, miento que se rompió. Sin embargo, el barco permanece-
incluso con los dos minutos extra permitidos, sólo me rá a flote".
quedan catorce minutos, pero aun así trataré de compar- —Osler, en su discurso en New Haven, recordó la
tir con ustedes, aunque en una versión un poco condensa- experiencia poco común en el enorme barco. Dijo a los
da, las acciones que deben desempeñar para disfrutar una jóvenes: "Cada uno de ustedes es una organización mucho
vida mejor, sin importar lo buena que crean que es actual- más maravillosa que ese gran transatlántico y le espera un
mente. A propósito —miró a su alrededor—, prometo que viaje mucho más prolongado. Los urjo a que aprendan a
no me enfadaré si toman algunas notas, para que después dominar su vida viviendo cada día en un compartimiento
puedan recordar mis... ¿cómo llamarlas?... sugerencias para hermético y esto asegurará su seguridad durante todo el
un mañana más exitoso. viaje de la vida.
Donne hizo una pausa y juntó las manos como si —Osler continuó, con palabras demasiado poderosas
fuera a orar. para que yo o cualquier otra persona las intente mejorar:
—Hace más de ochenta años —dijo D o n n e — , un "Toquen un botón y escuchen, en cada nivel de su vida,
gran hombre de la medicina canadiense, SirJWilliam Osler, las puertas de hierro que dejan afuera el Pasado, los
pronunció un discurso a los estudiantes ele la Universidad ayeres muertos. Toquen otro botón y aislen con una cor-
de Yale, titulado "Una forma de vida". A pesar de que tina de metal el Futuro, los mañanas no nacidos. Entonces
Osler pronunció muTfífud de discursos y escribió muchos estarán a salvo... ¡a salvo por hoy!"
libros durante su vida, incluyendo un libro médico clásico, Donne bajó la mirada, como si buscara las palabras
"Los principios y prácticas de la medicina", Sir William adecuadas.
será recordado durante siglos por venir, por su consejo —Los fracasos, penas y angustias de ayer son una
invaluable a la juventud de Yale. Una copia de su discurso carga demasiado pesada para que cualquiera de nosotros
original, así c o m o su invaluable colección de libros y la lleve hacia el amanecer de un nuevo día. ¡Déjenlos de-
manuscritos, se encuentran en la actualidad en la gran trás, a todos, y aléjense! ¿Qué hay del mañana? "No hay
Universidad McGill, en Canadá. mañana", dijo Sir William a su público, "¡el futuro es hoy!"
—Años antes que pronunciara su discurso en Yale, Después escribiría: "Destierren el futuro. Vivan únicamen-
Sir William se encontraba en un transatlántico. Un día, te el momento y su trabajo permitido. No piensen en la
cuando platicaba con el capitán del barco, sonó una alar- cantidad que debe lograrse, en las dificultades que deben
ma fuerte y a g u d a , seguida p o r sonidos e x t r a ñ o s de vencer. En cambio, fíjense una p e q u e ñ a tarea cercana,
trituración y choque abajo de la cubierta. "Esos son todos permitiendo que sea suficiente para el día. Con seguridad,
los compartimientos herméticos que se cierran", explicó el nuestra obligación no es ver lo que se encuentra oscuro
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en la distancia, sino hacer lo q u e está claramente a la a servir a sus clientes o, quizá, incluso a efectuar más visi-
mano". tas de ventas. Por supuesto, este tipo de actividad, ya sea
—Por lo tanto, amigos míos —dijo Donne y sonrió que estén empleados en una oficina o fábrica, sin impor-
por primera vez—, mi primera sugerencia que tal vez de- tar cual sea su profesión, no los hará muy populares entre
seen seguir para lograr un destino superior para ustedes sus compañeros, porque el nombre del juego parece ha-
mismos, aquí en el mundo, es quizá la más difícil que al- cer lo menos posible por el cheque que reciben. Así será.
guien les haya hecho; sin embargo, créanme, en verdad Nadie dijo que tienen que seguir ál rebaño. Den única-
da resultado. Robert Louis Stevensonestuvo de acuerdo mente un poco más de sí mismos en tiempo y esfuerzo,
con su contemporáneo, el doctor Qsler, cuando el creador en paciencia e interés, en ayuda y comprensión. Hagan
de La isla del tesoro escribió: "Cualquiera puede hacer su esto mañana, al otro día y al siguiente, sin buscar ninguna
trabajo durante un día, por tedioso que sea. Cualquiera compensación adicional. Háganlo durante tres meses y,
puede vivir con dulzura, paciencia, amor y pureza hasta después, los desafío a que se acerquen a mí y me digan
que el sol se oculte. Eso es todo lo que la vida significa en que su vida no ha mejorado. ¡Recorran la milla extra!
realidad". —He hecho dos sugerencias —dijo Donne y levantó
—Permítanme repetir el sabio consejo de Osler y mi dos dedos—. Vivan cada día de su vida en un comparti-
primera sugerencia. Vivan cada día de su vida en un com- miento hermético y recorran siempre la milla extra, en
partimiento hermético. Este acto solo los acercará mucho casa, en el trabajo, en el juego.
más al éxito y a la felicidad. —Otra sugerencia: nunca hagan las cosas incomple-
—Otra sugerencia para ayudarlos a lograr una vida tas, nunca descuiden las cosas pequeñas. La mayoría de
mejor aquí en el m u n d o es también del pasado. Fue sin nosotros viola esta pequeña regla muchas más veces de lo
duda el mayor secreto del éxito dado a la humanidad y que comprendemos, al apresurarnos cada día, sin darnos
fue comunicado hace casi dos mil años por Jesús, en su cuenta de que hacemos mucho daño a nuestras carreras.
Sermón de la Montaña. Por medio de aquellos magníficos Hace varios años, el gran lírico, Osear Hammerstein, vola-
sermones a la enorme multitud que se reunía, Jesús com- ba con un amigo íntimo en un viaje sobre él puéTío de
partió muchos consejos sabios con la gente. Una de sus Nueva York para admirar el paisaje desde un pequeño
reglas de comportamiento, incluso después de todos esos avión de dos plazas. Cuando al fin se acercaron a la Esta-
años, probablemente no es apreciada en su totalidad por tua de la Libertad, que se erguía alta y orgullosa a más de
el poder contenido en sus palabras: "¡Si alguien te pide trescientos pies sobre el nivel del mar, el amigo de Osear
que lo acompañes una milla, acompáñak^dos!' r ÜecT3an ladeó el avión de tal manera que pudiera mirar directa-
en este momento, mientras están sentados aquí, que desde mente la cabeza de la Estatua de la Libertad y lo que vio
mañana por la mañana dedicarán más tiempo y esfuerzo a lo sorprendió. Recordó que este regalo magnífico del pue-
agradar a sus clientes... sin pensar en la remuneración blo de Francia había sido colocado en el puerto en 1886.
extra o en recompensa de alguna clase. Ustedes, vendedo- Al mirar hacia abajo, pudo ver que cada rizo y trenza de
res, que normalmente terminan su día a las cinco... conti- cabello en la parte superior de la cabeza de la dama esta-
núen hasta las seis, para que puedan dedicar más tiempo ba perfectamente tallado y pulido, al igual que todos los
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detalles finos del rostro, c u e r p o y vestido. ¡En 1886 no guardafango, la hacían girar y la alarma quedaba conecta-
había aviones! FrMénc r Auguste Bartholdi^ el creador de la da. Si alguien trataba de entrar en el auto, el aire se estre-
estatua, p u d o haberse ahorrado meses~de tediosa labor y mecía con un ruido fuerte y persistente, para atraer sufi-
gastos costosos al esculpir y pulir muy poco la parte supe- ciente atención como para asustar y alejar al mal tipo. A
rior de la cabeza de la Estatua de la Libertad, p e n s a n d o pesar de esto, si esa persona era bastante osada y no se
que nadie vería lo que omitiera allí, excepto quizá algunas asustaba con la sirena, al encontrarse en el interior del
gaviotas. ¡Sin embargo, a pesar de todo... cada rizo y tren- coche podía unir en p o c o t i e m p o un par de alambres
za se encuentra perfectamente detallado y en su sitio! ¡No del encendido, poner en marcha el motor y alejarse con el
tiene áreas ásperas o sin terminar! ¡Nunca, nunca, descui- auto, aunque la alarma continuara sonando. El interruptor
den las cosas pequeñas! El hacerlo puede convertir el éxi- corta corriente cambió todo eso para los ladrones de au-
to potencial en fracaso. Recientemente, un fabricante de tos. Instalado junto con la alarma para robo, es un botón
autos, uno de nuestros tres grandes, tuvo que retirar cua- con apariencia simple conectado con la ignición y oculto
tro mil automóviles nuevos y costosos. ¿Por qué? ¡Instala- debajo de la alfombra del coche, en un lugar conocido
ron una pequeña arandela defectuosa, del tamaño de una únicamente por el dueño del auto. Al bajar del coche, uno
moneda de cinco centavos, en la columna de la dirección! debe oprimir primero el botón del interruptor corta co-
Patrick Donne hizo una pausa, inhaló profundo, ca- rriente, asegurarse de que todas las puertas estén cerradas
minó desde detrás del podio hacia el frente del escenario, con llave y, finalmente, encender la alarma para robo. Si
se inclinó hacia adelante y extendió el brazo derecho con un ladrón entra en el automóvil y suena la alarma, podría
un movimiento amplio, a lo largo de la primera fila. intentar unir alambres para poner el coche en marcha,
—¿Todavía están conmigo? —preguntó en voz alta. p e r o nunca lo lograría, p o r q u e el interruptor corta co-
—Sí —respondió a coro el público, asemejándose a rriente cortó toda la fuerza motriz que llega al mecanismo
una clase animada de primer grado. de arranque. ¡Las luces funcionan, los limpiaparabrisas se
—Muy bien —dijo él y se enderezó, aunque perma- m u e v e n de un lado al otro y la radio funciona, mas el
neció cerca del frente del escenario—. Mi siguiente suge- motor no enciende y el coche no avanza ni un centímetro
rencia... nunca permitan que nadie oprima de nuevo el fuera del estacionamiento!
botón de su interruptor corta corriente. Se preguntarán Estoy seguro que únicamente muy pocas de las per-
q u é es... un "interruptor corta corriente". Compren un sonas aquí presentes comprenden que todos nosotros te-
automóvil costoso en la actualidad y es probable que tam- nemos un "interruptor corta corriente". Éste es oprimido
bién compren una alarma para robo... además de un apa- siempre que alguien nos hace menos o critica con dureza
rato pequeño llamado un interruptor corta corriente. Hace nuestros mejores esfuerzos o se burla de nosotros... y, en
unos años, aquellos que tenían alarmas para robo en sus un grado u otro, nos sucede a todos desde q u e éramos
coches, simplemente bajaban del auto después de estacio- pequeños. El ridículo, el desdén, el menosprecio, los in-
narlo y apagaban el motor. Entonces, después de asegu- sultos... todos hieren y, con frecuencia, su d a ñ o es tan
rarse de que todas las puertas estaban cerradas con llave, grande, que la poca seguridad que habíamos logrado ob-
insertaban una llave pequeña, quizá en una abertura en el tener d e s a p a r e c e , hasta q u e al fin dejamos de intentar
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mejorar. ¿Cuántos padres, en momentos de ira, oprimen ei oprima su interruptor corta corriente. Nunca se oculten
interruptor corta corriente de uno sus hijos al decirle a ese detrás del trabajo laborioso.
niño o niña p e q u e ñ o que nunca logrará nada? ¿Cuántos
—Si siguen esas cinco reglas, entonces, la regla final
niños pasan la vida trabajando mucho para hacer que la
de la vida que tengo para ustedes será fácil. Nunca come-
profecía de su padre se convierta en realidad?
tan un acto al que tengan que mirar de nuevo con lágri-
Donne hizo de nuevo una pausa e inclinó un poco la
mas y ^amentarse p o r q u e violaron una ley de Dios o del
cabeza. Kombre. Su tesoro más precioso e s e l respeto por sí iñis-
—¿Toqué un nervio? ¡Bien! No permitan que les suce- " mos. Protéjanlo con toda su fuerza. Hay un poemajanóni-
da de nuevo. No opriman ningún interruptor corta co-
mo que ha pasado a través de varias generaciones y que,
rriente cuando estén con sus hijos y nunca, nunca permi-
sin embargo, todavía es tan^ sabio y poderoso como siem-
tan tampoco que nadie oprima su interruptor corta co-
pre. Me gustaría q u e ese fuera mi regalo para ustedes al
rriente. Lo expresaré de una manera más familiar. ¡Nunca
retirarme. El poema se llama "El rostro en el espejo".
vuelvan a dar permiso a nadie para que les arruine algo!
—Otra sugerencia. ¡Si se han estado ocultando detrás
del "trabajo laborioso", no continúen haciéndolo! Es algo
q u e todos hacemos de vez en cuando, pero con seguri- "Cuando obtengas lo que deseas en tu lucha por la
identidad propia
dad, eso puede frenar una carrera prometedora y, con fre-
Y el mundo te haga reo por un día,
cuencia, lo ha hecho. Conocen muy bien el escenario. Se
Acércate a un espejo y mírate
encuentran ante un desafío real, un proyecto de alguna
clase que es tan grande e importante, que podría lograr Y ve lo que ESE rostro tiene que decirte.
Porque no es tu padre o madre o esposa
un cambio en su vida, si lo manejan bien. ¿Qué dicen? "Lo
Quien debe juzgarte.
lamento, en realidad me gustaría tratar eso ahora, pero
estoy muy ocupado. ¿Tal vez después?" No están demasia- La persona cuyo veredicto cuenta más en tu vida
Es la que te mira desde el espejo.
do ocupados. Se están ocultando... ocultando detrás de pi-
las de proyectos sin importancia, papeles y expedientes Algunas personas quizá piensen que eres un camara-
que no tienen trascendencia en el contexto más amplio de da franco
las cosas. Dejen de evitar la oportunidad. ¡Nunca se ocul- Y te llaman un gran hombre o tipo
ten de nuevo detrás del "trabajo laborioso"! Sin embargo, el rostro en el espejo dice que sólo eres
—Cinco sugerencias. Noten que no dije "sugerencias un vagabundo,
simples", porque por supuesto que no lo son. Cuando se Si no puedes mirar directamente a los ojos.
llevan a cabo, hay suficiente fuerza entre ellas para poner A ese rostro es a quien debes agradar, sin importar el
un brillo dorado en su futuro. Vivan cada día de su vida resto
en un compartimiento hermético. Siempre recorran la Ese es el que es franco contigo hasta el final.
milla extra, en casa, en el trabajo, en el juego. Nunca des- Sabes que has pasado la prueba más peligrosa,
cuiden las cosas p e q u e ñ a s . Nunca permitan que nadie Si el rostro en el espejo es tu amigo.
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II,
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programado de cada convención, durante los últimos diez especial que estoy seguro han estado esperando. Sin em-
años; sin embargo, me dijeron que una vez más el título bargo, primero, por favor, saluden a Ted y a Margaret Lee,
de la "Dama del Podio" había sido rechazado nuevamente quienes son dueños del imperio más grande, en el mundo
como la designación para aquellas mujeres lo bastante entero, de empacadoras de cenas congeladas.
afortunadas como para ser honradas con un pergamino. Resultaba evidente que Ted y Margaret no estaban
Por supuesto, antes que pudieran anunciar a los diez acostumbrados a estar frente a un público enorme, a pesar
nuevos "Maestros", todos aquellos que habían recibido la de su prolongado papel como líderes respetados en la in-
designación en años anteriores tuvieron q u e ponerse de
dustria alimenticia. Ambos hicieron una reverencia con
pie cuando mencionaron sus nombres, hacer una reveren-
mucha timidez ante los aplausos, al tiempo que asentían y
cia, sonreír y disfrutar otro m o m e n t o breve la atención
trataban de sonreír.
general. Cuando Cobden terminó de leer toda la lista, al
menos cien miembros estaban de pie y miraban al resto —Estoy seguro que todos ustedes —continuó
de la concurrencia. Cobden—•, están familiarizados con el famoso lema de Ted
& Margaret's: "Nuestro sabor habla por sí mismo". Muy
Al fin, los diez nuevos miembros que recibieron ho-
pronto, en una serie de comerciales en la televisión que se
nores y, cuando mencionaron sus nombres, se abrieron
transmitirán en todo el país, el Campeón Mundial del Po-
camino hasta el escenario, entre el laberinto de mesas,
donde les entregaron los pergaminos. Cada uno pronun- dio, que está a punto de ser elegido entre nuestra organi-
ció un pequeño discurso al recibir el suyo. No conocía a zación, también hablará a favor de los buenos alimentos
ninguno de ellos, pero los diez parecían ser elecciones de Ted & Margaret's.
m u y p o p u l a r e s e n t r e la m u l t i t u d y a j u z g a r p o r su —A través de una serie de concursos regionales —
profesionalismo en el podio, es probable que todos mere- añadió Cobden—, llevados a cabo durante los últimos
cieran el premio. meses, el mejor orador de cada área fue seleccionado y
Cuando la última oradora regresó a su asiento, las estos profesionales elegidos compitieron en un programa
luces del salón de baile empezaron a oscurecerse en for- especial esta tarde, al que la mayoría de ustedes asistió.
ma gradual y la orquesta de Duchin tocó "El sueño impo- Un jurado especial, seleccionado por el personal de mer-
sible". Varios rayos de reflectores se movían con lentitud a cadotecnia de Ted & Margaret's, se reunió en sesión cerra-
lo largo de la cortina y escenario, hasta que todos se unie- da y eligió a un orador como ganador. Esa persona muy
ron en el p o d i o y el salón de baile se oscureció más, talentosa, ese orador persuasivo, está a p u n t o de recibir
mientras acercaban más al escenario dos cámaras de tele- tres premios muy especiales. Primero, él o ella será acla-
visión sobre tripiés. El salón de baile, d e s p u é s q u e la mado como el Campeón Mundial del Podio, un título que
música cesó, de pronto quedó muy callado, cuando Dick no tiene ningún otro orador en el m u n d o . Segundo —se
Cobden estrechó las manos de una pareja mayor y la con- inclinó hacia abajo, detrás del podio y levantó por arriba
dujo por los escalones que estaban a la derecha del esce- de la cabeza un enorme trofeo de cristal con forma de
nario, hasta el podio. podio—, él o ella recibirá este premio maravilloso de cris-
—Damas y caballeros — a n u n c i ó con solemnidad tal Waterford, diseñado y creado especialmente para esta
Cobden—, nos acercamos rápidamente a ese m o m e n t o ocasión especial. ¡Por último en orden, mas no en impor-
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tancia, Ted y Margaret entregarán al ganador un cheque —Ahora —continuó Cobden—, tenemos a dos perso-
por un cuarto de millón de dólares! nas muy especiales que desean conocerte. Ellos son Ted y
Como si se lo indicaran, Ted Lee buscó en el interior Margaret Lee y harán una presentación especial.
de su chaqueta blanca, sacó un sobre amarillo y lo movió Ted Lee se a c e r c ó más al m i c r ó f o n o , m i r ó c o n
por encima de su cabeza, mientras las dos cámaras de te- n e r v i o s i s m o a su a l r e d e d o r y e s p e r ó q u e cesaran los
levisión se acercaban más al escenario. aplausos.
—¡Damas y caballeros —gritó Cobden—, finalmente —Señor Donne —dijo con voz ronca—, mi esposa y
llegamos a ese momento mágico! yo nos sentimos honrados de estar en el mismo escenario
En esta ocasión, los dos trompetistas de la banda de con usted. En verdad es un crédito para su maravillosa
profesión y estamos seguros de que será un gran mensaje-
Duchin se pusieron de pie y la fanfarria prolongada de
ro para nosotros, al dar a conocer la noticia sobre nues-
sus trompetas hizo eco una y otra vez a través del salón
tros productos finos. Por lo tanto, sin más que añadir, a
de baile que estaba en la semioscuridad.
Margaret y a mí nos gustaría entregarle otro premio como
—¡Me siento muy orgulloso al anunciar que el Cam- \
campeón mundial... ¡un cheque certificado a su nombre,
p e ó n Mundial del Podio... de Blessings, Montana... es
por un cuarto de millón de dólares! •• .
Patrick Donne!
Todos en el salón se pusieron de pie y aplaudieron. Patrick Donne movió su guapa cabeza varias veces, i
Uno de los rayos de luz de los reflectores se alejó despa- como en una mezcla de incredulidad y admiración, des- ¡
cio del podio, hacia la derecha, pasó un área del telón pues que le entregaron el sobre. Ted Lee le tomó la mano
dorado y se detuvo en dos puertas anchas de color café y Margaret se acercó para darle un abrazo cálido y besarle ¡
q u e tenían un letrero de "Salida" arriba. Dos meseros la mejilla. Dick Cobden levantó el pesado trofeo de cristal i
desde la parte superior del podio, señaló hacia el micrófo-
empujaron las puertas, hasta abrirlas por completo, para
no, dio una palmada a Donne en el hombro y ante nues-
permitir que Patrick Donne entrara en el salón saludando
tros v í t o r e s , s i l b i d o s y a p l a u s o s , c o n d u j o a Ted y a
y sonriendo. El público permaneció de pie y aplaudió mu-
Margaret fuera del escenario, hasta su mesa cercana con
cho después que Donne se reunió con los demás en el
un pequeño letrero en un pedestal blanco que decía "#1".
podio.
D o n n e guardó silencio y permaneció de pie en el i
Finalmente, Cobden levantó el trofeo de cristal desde
podio, muy erecto, mirando el sobre que Ted Lee le entre- i
la parte superior del podio y lo colocó con suavidad en gó. Al fin, aunque muy despacio y con deliberación, abrió ¡
los brazos de Donne. el sobre y sacó el cheque. Lo observó por varios minutos, ¡
—Pat, todos los miembros de los Profesionales de la durante tanto tiempo, que algunos de nosotros empeza- j
Tribuna de Norteamérica te saludan —dijo Cobden—. mos a sentirnos incómodos. Finalmente levantó la mirada. ¡
Todos te envidiamos también. Es un gran honor... y en —Amigos y compañeros miembros —dijo con voz ¡
verdad lo mereces. ¡Esta tarde estuviste hipnotizante! muy suave—. Estoy muy conmovido por el gran honor '
Los aplausos se escucharon de nuevo en el salón. q u e me han conferido hoy. Ted y Margaret, les doy las /
Donne murmuró las gracias e inclinó la cabeza. gracias desde el fondo de mi corazón p o r este premio !
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espléndido. Me atrevo a decir que la mayoría de la gente otros niños que no teman morir!" Doug murió a principios
trabaja toda su vida y, sin embargo, nunca está cerca de de diciembre de 1981. Se le concedió su deseo, "una nue-
reunir un cuarto de millón de dólares... en una pila. A va vida para la Navidad".
pesar de esto, Ted y Margaret, no puedo aceptar este che- —El Centro Dougy funciona con la política de que
que... todos los niños entre tres y diez años pueden aprender a
La reacción del público fue instantánea. Se escucha- soportar su pérdida, si se les da la oportunidad de expre-
ron resuellos, gritos, gemidos y varias voces que gritaron sar sus sentimientos y sentirse apoyados por otros. En sólo
"¿qué?" "¿por qué?" "¿huh?" unos años, lo q u e empezó como el sueño de una dama
Con rapidez me volví y miré hacia la mesa de la pri- especial, Beverly Chappell, en la actualidad es una organi-
mera fila, donde se encontraban sentados Ted y Margaret zación que atiende a niños afligidos en más de cuarenta
y los directivos de nuestra asociación. Margaret tenía las localidades en nuestro país y Canadá. Según me enteré
dos manos sobre la boca y los ojos muy abiertos, debido durante mi visita a Portland, todos los Centros Dougy no
a la incredulidad. Ted tenía la misma apariencia sorpren- son sectarios y se mantienen enteramente por medio de
dida que todos los demás en el salón, como si no pudiera contribuciones. Para continuar y multiplicar sus esfuerzos
creer lo que acababa de escuchar. sin precio de consolar las mentes asustadas y corazones
—No puedo aceptar este cheque como está girado — destrozados de nuestros pequeños, necesitan mucho nues-
continuó Donne—, y suplico a los Lee que me concedan tra ayuda.
un favor muy especial. Hace un mes, tuve la buena fortu- —Ese día salí del Centro Dougy conmovido como
na de visitar la encantadora ciudad de Portland, Oregon, nunca lo había estado en mi vida y tomé una decisión. Ya í
durante una cita para dar un discurso. Después de mi dis- sabía entonces que sería finalista aquí, esta semana, y
curso, un viejo y apreciado amigo de muchos años, al cuando oré esa noche... sí, rezo todas las noches... prome-
conocer mi compasión p o r t o d o s los niños, me llevó a tí a Dios que si resultaba victorioso en esta competencia,
visitar el Centro Dougy para Niños Afligidos. Es un refugio donaría todo lo que ganara al Centro Dougy en Portland.
d o n d e los niños q u e lloran la müertefde un ser a m a d o Si acepto este cheque y lo cobro, como fue girado a nom-
p u e d e n compartir sus temores y experiencias, al tiempo bre mío, es probable que tenga que pagar al menos cien
que luchan para superar la agonía de su terrible pérdida e mil dólares de impuestos y esa cantidad grande nunca lle-
inician el proceso lento de recuperación. El Centro Dougy gará a la gente de Dougy. Por lo tanto, Ted y Margaret,
lleva el nombre de un niño p e q u e ñ o y valiente llamado quiero pedirles un gran favor. Realizaré el número reque-
Dougy Turno, q u e s u p o que moría d e b i d o a un tumor rido de comerciales de televisión para su compañía, lo
cerebral inoperable y, sin embargo, su espíritu magnífico mejor que lo permita mi habilidad, como el ganador del
y su actitud al enfrentar la muerte influyeron en cientos de concurso está contratado. No obstante, les pido que des-
vidas antes q u e muriera. T o d o s los q u e c o n o c i e r o n a truyan este cheque girado a ni nombre y que giren otro,
Dougy se enamoraron de él y quedaron sumamente con- por la misma cantidad, a nombre del Centro Dougy. De
movidos con su mensaje. A pesar de estar tan enfermo, esa manera, la suma total será una contribución de cari-
Dougy decía siempre: "¡Puedo ir a los hospitales y decir a dad, sin impuestos, y todo el cuarto de millón de dólares
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U na lluvia tupida cayó toda la noche sobre Manhattan,
acentuada constantemente por los destellos brillantes del
relámpago y el trueno ensordecedor. Era nuestro segundo
día en casa, después de la convención, y Mary y yo toda-
vía vestíamos nuestros pijamas y pantuflas, compartiendo
indolentemente el periódico de la mañana, mientras sabo-
reábamos los panecillos ingleses Thomas, sobre los que
Mary aplicó, después de tostarlos, una capa generosa de
mermelada de naranja dulce Smucker's.
Mi misión en el Omni Shoreham había resultado un
fracaso completo. Después de encontrar en Patrick Donne
a alguien que poseía todas las cualidades especiales que
buscaba en un orador, lo perdí. Cuando se alejó del esce-
nario, después de su dramático discurso de aceptación,
cruzó las mismas puertas por las que entrara y, literalmen-
te, desapareció. Incluso después que Mary se fatigó y re-
gresó a nuestra habitación, Jay y yo continuamos buscán-
dolo, no únicamente en el hotel, sino también al menos
en la media docena de bares de hoteles que se encontra-
ban dentro de una milla alrededor del Omni. No tuvimos
suerte. Por la mañana, antes de partir a casa, traté de lla-
mar por teléfono una vez más a su habitación, pero la
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operadora me informó que el señor Donne ya había regis- estado de ánimo actual era dejarme en paz, lo que hizo
trado su salida. Frustración e ira. No estaba acostumbrado dedicándose a leer una pila de libros de bolsillo de nove-
a perder y ni siquiera deseaba pensar en abandonar mi las románticas.
sueño de volver al negocio que tanto amaba. —¿Cuáles son tus planes para hoy? —preguntó Mary.
Para frotar un poco de sal en mis heridas, el "Noticie- El teléfono sonó antes que pudiera responderle. Fue
ro Nocturno CBS" transmitió durante varios minutos el algo bueno, puesto que no tenía planes para ese día... ni
discurso de Donne en la convención y, una vez más, escu- para ningún otro. Caminé hasta la pared de roble, cerca
ché la gran voz que decía: "El dolor nunca toma unas va- de la ventana grande que daba hacia Park Avenue y le-
caciones. Estos pequeños, incapaces de enfrentar su dolor, vanté el auricular del soporte de pared. Cuando reconocí
deben aprender que la vida todavía es preciosa, que vale la voz, estuve a punto de soltar el auricular.
la pena y que tienen nuestro apoyo, nuestro amor y, en —¿Señor Manning?
especial, nuestra comprensión, mientras pasamos juntos —Sí.
por este mundo..."
—Soy Patrick Donne, señor. Por favor, perdóneme
Dan Rather, para enfatizar más las conmovedoras
por molestarlo. Estaré en Nueva York un par de días, para ¡
palabras de Donne, permaneció en silencio y pensativo
reunirme con el personal de mercadotecnia de Ted & /
durante quince segundos, antes de mirar directamente a la
Margaret's. Desde mí llegada, me he preguntado cómo
cámara y decir: "¡Con personas como Patrick Donne alre-
ponerme en contacto con usted, ya que estaba casi seguro ¡'
dedor, supongo que todavía hay esperanza para la huma-
de que el número de su teléfono no aparecía en el direc-
nidad!"
torio. Finalmente, decidí buscar en el directorio telefónico [
Jay llamó por teléfono más tarde esa noche, para in-
blanco de Manhattan, que pesa diez libras, y, como un
formarme que Peter Jennings también había expresado su
milagro de milagros, ¡encontré su nombre! Durante al ¡
opinión y elogió al primer Campeón Mundial del Podio
menos veinte minutos, traté de reunir suficiente valor para '
por su sorprendente acto de caridad, en su "ABC World
llamarlo. Ha estado casi constantemente en mi mente,
News Tonight". Lo último fue leer esa mañana, en la parte
desde que terminó la convención y me preguntaba si el
inferior de la primera página del New York Times, un artí-
rumor que se escuchó en el Omni tenía algo de cierto. ¿En
culo de tres columnas sobre el "Ángel de Piedad" de
verdad planea abandonar el retiro y convertirse de nuevo
Blessings, Montana y el regalo espectacular de todo su
en un agente activo?
premio en efectivo consistente en un cuarto de millón de
dólares, al "Centro Dougy, una causa poco conocida, La expresión de mi rostro con seguridad alarmó a
pero meritoria". Mary, porque se levantó de un salto de la mesa y se colo-
—¿Más café, cariño? có de pie a mi lado, con la mano sobre mi hombro y ex-
Bajé el periódico, asentí a Mary y forcé una sonri- presión perpleja y preocupada. Traté de expresar mi res-
sa. Ella había soportado mis estados de ánimo durante puesta de tal manera que no sólo respondiera a Patrick
muchos años y desde nuestro regreso a casa, aparente- Donne, sino que también aliviara la preocupación de
mente había decidido que la mejor manera de tratar mi Mary.
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—El rumor es absolutamente correcto, Pat. Después —Tal vez no crea esto, señor, pero muchas veces
de un año aproximadamente de no hacer nada y estar durante los últimos años, antes que anunciara su retiro y
mimado por mi encantadora esposa y las camareras de un que yo me relacionara más con la oratoria, me imaginé
crucero, decidí que esa clase de vida no era para mí. Soy visitándolo allí, siempre preguntándome qué le diría a
demasiado joven para permanecer sentado y hacer tan Bart Manning y todavía más importante, qué consejo ten-
poco, que lo mejor de mi día es correr en el parque. Asistí dría para mí Bart Manning.
a la convención con la esperanza de poder descubrir a —Vamos a averiguarlo. ¿A las once está bien? Cuando
uno o dos buenos oradores motivadores a quienes repre- llegues allí, encontrarás cerrada la vieja puerta metálica de
sentar, puesto que los miembros de mi antiguo grupo de la calle. Toca el timbre y bajaré para que entres.
profesionales o murieron o se retiraron. Encontré uno. —¿Señor Manning?
¡Tú! Incluso, pasé varias horas después del concurso tra- —¿Sí?
tando de hacer contacto contigo... ¡en vano! —Muchas, muchas gracias.
—¿Lo hizo? Lo lamento, señor, lo lamento mucho. No —¡Eres más que bienvenido, campeón! Me da mucho
tenía idea. Espero que no sea demasiado tarde. Me gusta- gusto que me hayas llamado.
ría mucho reunirme con usted.
—¿En dónde te hospedas?
—En el Plaza.
—Bonito lugar. ¿Qué le parece hoy? ¿Tiene tiempo Había llamado por teléfono a Grace desde el Omni, la
libre? mañana que volamos a casa, para darle la mala noticia de
—Todo... hasta la tres. que había fracasado en mi búsqueda de talentos. Sugerí
El reloj de nuestra cocina marcaba un poco después que permaneciera en casa unos días, hasta que yo deci-
de las nueve. diera cuál sería mi siguiente paso, por lo que estaba solo
—Muy bien, lo espero en mi oficina a las once, ¿qué cuando Patrick Donne tocó el timbre. Me apresuré a bajar,
le parece eso? abrí la vieja puerta y lo dejé entrar.
Le di la dirección de la Calle 44 Oeste. No estoy seguro de quién estuvo más feliz de ver al
—¿Es la misma oficina que ha ocupado durante más otro, pero el apretón de manos rápidamente se convirtió
de cuarenta años, la que la revista Time llamó el "Santua- en un abrazo afectuoso, antes que Patrick me siguiera por
rio de Manning en el corazón de Babilonia"? —preguntó los angostos escalones. Se detuvo cuando lo pasé a la
con voz suave. pequeña oficina de Grace y observó nuestra pared de fo-
tografías, detrás del escritorio.
—Es la única que he tenido y comparada con la ma-
yoría de las oficinas en Park, Madison y Lexington, no es —Ese es Eric Champion, ¿no es así? —preguntó en
mucho más grande que un armario para escobas. No obs- voz baja y señaló—. Tengo un viejo disco de larga dura-
tante, es mía y la quiero. No me sentiría feliz en ninguna ción de un discurso que pronunció durante el Congreso
otra parte. de Seguridad Nacional en Chicago, a finales de la década
de los años sesenta. ¡Estuvo maravilloso!
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ras. En seguida, le di cincuenta de propina. Encontré una —Me sentiré muy honrado de representarte, Pat. Por
banca colocada en la forma adecuada para que pudiera lo q u e he visto y escuchado, tu potencial es ilimitado.
sentarme y mirar directamente la obra maestra de mármol Creo q u e podríamos trabajar muy bien juntos y lo que
de Lincoln, iluminada de tal manera que la piedra parecía más me agrada es que también te aprecio como persona,
brillar. Antes de mi prolongada y solitaria sesión en la no sólo como un producto que venderé. Sin embargo, al-
banca, subí el tramo largo de escalones de mármol, hasta
gunos de mis términos son bastante rígidos y, tal vez, des-
que el gran hombre quedó directamente arriba de mí. En
pués de escucharlos, no estés tan ansioso por tener a Bart
la pared interior izquierda del monumento, tallado en pie-
Manning como representante.
dra, está el Discurso de Gettysburg, palabras que significa-
ron mucho para mí desde que estuve en el primer grado. —¿Por ejemplo...?
Bart, en aquel tiempo, mi amada madre trabajó conmigo —Mi comisión es el veinticinco p o r ciento de los
durante días, hasta que memoricé las palabras de ese dis- honorarios de orador q u e cobramos a los clientes por tu
curso inmortal. En el cumpleaños dé Lincoln, aquel año, actuación. El cliente que te contrata asume todos los car-
mi madre me animó para que le dijera a mi maestra de gos relacionados con tu transportación a y de los aero-
primer grado que podía recitar el Discurso de Gettysburg puertos, la cuenta del hotel y las comidas. No obstante, tu
de Lincoln y, por lo tanto, naturalmente, me pidió que lo reservas tus propios vuelos y nos reportas el costo. Noso-
recitara frente a mi clase. Aplaudieron. ¡Aplaudieron en tros facturaremos al cliente, cobraremos y te enviaremos la
verdad! Antes que terminara el día, la señorita Wray me cantidad total. Todos tus vuelos serán en primera clase. Si
llevó a todos los demás salones de clases en nuestra es- no pagan un boleto de viaje redondo en primera clase, no
cuela y en cada salón, para gran sorpresa mía, los niños vas, ¿de acuerdo?
vitorearon y aplaudieron, incluso los del sexto grado. Su- Únicamente sonrió y asintió.
pongo que eso encendió la flama y el sueño. Cuando me —¿Cuánto cobras en la actualidad por tu discurso
encontraba de pie en el m o n u m e n t o , tan cerca de esa motivador típico de una hora?
enorme estatua, me volví hacia la pared interior izquierda, —La cantidad siempre es negociable, Bart, d e p e n -
bañada p o r una luz cálida. Permanecí de pie allí, solo, diendo de la organización. Por lo general, es entre uno y
recordando lo orgullosa que se sintió mi mamá y leí las tres mil.
palabras en voz alta, con las lágrimas rodando por mis
—Patrick Donne, ahora eres el campeón mundial y
mejillas. En seguida, bajé las escaleras hasta la banca que
los honorarios son de diez mil... no negociables.
había encontrado y me senté allí, acompañado por todos
mis recuerdos, esforzándome mucho para poner en pers- Cerró los ojos un momento.
pectiva todo lo que me había sucedido. —¡Dios! -—suspiró. Me miró directamente—. ¿Te im-
—¿Y lo hiciste? portaría si continúo con algunos asuntos de caridad para
recaudar fondos, sin cobrar, como siempre lo he hecho?
—Eso creo. Bart, te necesito. Me gustaría ser un gran —No hay problema. Debes comprender que cuando
orador, un verdadero orador persuasivo y necesito tu ayu- firmemos nuestro contrato, seré tu representante exclusi-
da para hacer que mi sueño se convierta en realidad. ¿Se- vo. Por supuesto, de acuerdo a los términos del contrato,
rás mi agente? como verás, cada uno de nosotros tiene libertad para can-
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celar el contrato con un aviso por escrito de treinta días, habitaciones, que es una combinación de casa y oficina.
sin motivo necesario, pero mientras esté vigente, yo me Me encargué de mi correspondencia, papeleo y contabili-
encargaré de la contratación de todos tus discursos. Podría dad, lo cual disfruté desde el principio. Todavía lo disfru-
dividir mi comisión con otra agencia, si se ponen en con- to. Con seguridad, estoy listo para graduarme con tu ayu-
tacto conmigo para contratarte para u n o de sus clientes, da en "lo selecto".
pero con excepción dé eso, en todas las contrataciones —¿Qué hay sobre ese avión tuyo? —sonreí.
sólo tomaremos parte tú, yo y el cliente. ¿De acuerdo? —¿Mi Beechcraft? Volar fue alguna vez mi mayor pa-
No hay problema con eso. ¿Cuándo empezamos? sión, p e r o ya me aburrió. Es p r o b a b l e q u e v e n d a ese
—Eso demanda mucho de ti. ¿Cuántos futuros discur- avión si recibo una oferta adecuada. Está en un hangar
sos tienes contratados hasta hoy? p r i v a d o , en un p e q u e ñ o a e r o p u e r t o en las afueras de
—Creo que seis. El último es en octubre de este año. Billings.
—Entonces, eso no será muy difícil. ¿De casualidad —Pat, hay algo más que tengo q u e preguntar para
tienes contigo parte de tu material publicitario? conocernos mejor. Eres un hombre alto y guapo, pero no
—Utilizo el material publicitario, Bart, pero todo está he escuchado mencionar a ninguna señora Donne. ¿Por
en Montana. Regresaré a casa en un par de días... qué?
—Envíame una docena aproximadamente. Tengo un —¿Quieres saber si soy... homosexual?
grupo de publicidad y promoción muy talentoso, aquí en —No... no. Sólo me preguntaba.
la ciudad, que hace un trabajo mucho mejor que el q u e —Hace once años, estuve comprometido con la jo-
anteriormente hacía para mi gente. ¿Tienes fotografías en ven más hermosa de Montana. La perdí.
brillo? —Lo lamento. Perdóname.
—Tengo una buena de ocho por diez, entre el mate- —La perdí, pero no de la manera en que piensas. Me
rial publicitario, y es bastante reciente, pero si a ti o a tu amaba, pero también amaba a su iglesia y supongo que
gente no le gusta, conseguiremos más. cuando llegó el momento de decidir, no tuve mucha opor-
—Fabuloso. Cuando nos c o n o c i m o s en el bar, en tunidad al competir contra Dios. La joven a la que tanto
Garden Court, comentaste a mi amigo, Jay Bridges, y a mí, amé ha sido monja desde hace mucho tiempo. Nos mante-
sobre un rancho de ganado que tenías y vendiste. nemos en contacto. Ella da clases en tercer grado en una
—Se lo v e n d í a mi capataz, c u a n d o los discursos escuela parroquial, en San Francisco. Intercambiamos re-
empezaron a multiplicarse. En realidad, nunca disfruté las galos de Navidad y cumpleaños, así como mucha corres-
mil y una tareas de un rancho y cuando murió papá, lo pondencia. No he encontrado a nadie a quien pueda amar
hubiera vendido, pero había sido el hogar de mi madre y a d o r a r tanto c o m o amé a Jean Foley, p e r o c o n t i n ú o
desde que se casaron y no tuve corazón para pedirle que buscando.
viviera en otra parte. Por lo tanto, lo conservé hasta que la —Estoy seguro de que un hombre alto y guapo como
perdí, hace cuatro años. Cuando los discursos aumentaron tú no tiene mucho problema para conseguir citas.
en n ú m e r o y tuve oportunidad de vender el rancho, lo Sonrió con timidez y negó con la cabeza.
hice. Conservé cinco acres y una pequeña cabana de tres —Algún día encontraré a esa dama especial.
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Le entregué una tarjeta de archivo grande. —Pat, no lo dudo. Eras mi única oportunidad. No
—Escribe aquí tu dirección y número telefónico y estoy seguro si comprendes que puedes ser una fuerza
cuando el contrato esté redactado, Grace te lo enviará por poderosa para el bien en este país y en este tiempo tan
correo. Mientras tanto, tan pronto como recibamos tu extraño de nuestra historia, cuando todos parecen atemo-
material publicitario empezaremos a trabajar en el nuevo, rizados y preocupados, mientras se esfuerzan para no
recalcando el hecho de que ahora eres el Campeón Mun- ahogarse en un mar de miseria, temor, inseguridad y caos.
dial Oficial del Podio. Enviaremos correspondencia a to- Parece que el mundo se convertirá en un infierno, Pat.
dos mis viejos amigos, los programadores de eventos, y
Necesitan escuchar tu voz, tus palabras, tu inspiración.
todo estará en marcha antes de que te enteres. Cuando
Estaré en contacto... pronto.
llegues a casa, envíame las fechas exactas de tus seis dis-
cursos programados y el nombre de los sitios donde los Donne miró su reloj.
pronunciarás. Si tenemos suerte y la oportunidad, firmare- —Veamos, tengo una hora antes de mi cita con la
mos contratos para ti con ellos. Algo más... estoy casi se- gente de Ted & Margaret's. Creo que haré lo que le he
guro de que podríamos colocarte en algunos programas estado prometiendo a Jean que haría cada vez que viniera
nacionales, considerando que ya has sido elogiado por a la Ciudad de Nueva York. Voy a visitar la Catedral de
Rather, Jennings y Tbe New York Times. ¿Tienes alguna San Patricio. Nunca he estado allí, pero éste es el momen-
objeción de volar hasta aquí una o dos veces, si logramos to perfecto. Sólo deseo dar gracias a Dios por reunimos y
colocarte en algunos programas el próximo mes o el si- no se me ocurre un lugar mejor para hacerlo.
guiente? Eso podría generar cierta acción y facilitar mi tra-
bajo.
—Tú encárgate de la contratación... y yo daré los dis-
cursos. No sé cuánto tiempo más Blessings seguirá siendo
mi hogar base. He estado enamorado de esa ciudad desde
hace mucho tiempo, a pesar de todos sus problemas y de
que soy un hombre de campo. Podría sorprenderte en
algún momento e informarte que me convertiré en un
neoyorquino.
—-¡Fabuloso! Eso facilitaría mucho más mi trabajo,
especialmente, para promoverte aquí en los medios de
comunicación nacionales como lo mejor de lo mejor. Si
puedo ayudarte de alguna forma en eso, sólo avísame.
El hombre joven se puso de pie y extendió la mano.
—Gracias por la gran oportunidad —dijo—. He soña-
do con esto durante mucho tiempo. No lo lamentarás, te
daré todo lo que tengo.
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—Espero que todo esto no tome demasiado tiempo. de Fortune 500, por lo que necesitaremos encontrar uno o
Debemos enviarle por correo su contrato dentro de un dos puntos que podamos utilizar. ¿De acuerdo?
par de días. —Por supuesto. Podrían pedirle que trajera ese sor-
—Bart, estás muy trabajador porque tuviste unas va- prendente trofeo de cristal Waterford que recibió como
caciones muy prolongadas -—Vic sonrió—. ¿Y si lo llama- Campeón Mundial del Podio. Podría servir para algunas
mos hoy por teléfono y le pedimos que regrese a la gran fotografías impresionantes. También, en caso de que haya
ciudad por un par de días, para tomar fotografías y reunir- olvidado decirlo hasta ahora, ustedes dos tienen un presu-
se con nosotros? Me gustaría que el Estudio Matteo, en puesto sin límite en este caso. Hagan todo lo que sientan
Lexington, tome las fotografías. En los últimos diez años que es necesario.
únicamente hemos trabajado con Matt, para toda tu gente, Terri apuntó su dedo índice hacia mí.
así como para la mayoría de nuestros otros clientes. Es un —Lo lamentarás.
verdadero artista. Le pediremos a tu orador que traiga un Yo también moví el dedo de igual manera.
par de sus mejores trajes, si los tiene. —Nunca lo he lamentado hasta ahora. No olviden
—No permitan que los engañe el hecho de que él es recordarle a Donne que el tiempo es esencial. Mientras
de Montana —sonreí—. Los tiene. En realidad, apuesto a más pronto venga al Este, muestre su encanto ante la cá-
que sus pantalones de mezclilla fueron hechos por un mara y los conozca a ustedes dos, más pronto podrán pre-
sastre. parar su nuevo material publicitario. Una vez que tenga-
Terri sacudió la cabeza maravillada. mos todo eso, podremos empezar a enviar la correspon-
—Bart, no creo poder recordar cuándo te escuché dencia y, poco después, haré por teléfono las llamadas
tan entusiasta al hablar de un orador. ¿Acaso no estás consecutivas.
creando a este hombre en tu mente, sólo porque deseas Terri llamó por teléfono a nuestro apartamento esa
mucho regresar al negocio? tarde, cuando Mary y yo mirábamos el noticiero de las
—¡Claro que no! Si hubieran estado conmigo en la once. Se había puesto en contacto con Pat en su primer
convención, comprenderían. Hasta que vi y escuché a este intento.
hombre, todos los demás que aparecieron allí en el esce- —Ese hombre tiene una voz magnífica, Bart —excla-
nario, incluyendo a varios de los llamados profesionales mó ella—, y no tuve que esforzarme para convencerlo de
de primera, no fueron aprobados en mi hoja de califica- la urgencia de nuestro proyecto. Lo único que dijo fue
ciones. que si el señor Manning lo necesitaba, estaría aquí. Dijo
Vic frunció el ceño al mirar parte del material publi- que vendría a Nueva York el próximo lunes por la tarde y
citario que estaba sobre su escritorio. que estaría en nuestra oficina el martes, a las nueve. ¿No
—Cuando venga, Bart, y mientras más pronto mejor, es maravilloso? Eso me dará todo el lunes para ponerme
también nos gustaría tener una reunión prolongada con en contacto con Matt y programar la sesión fotográfica de
él, para poder conocerlo a fondo. Parece que todos sus Donne para el miércoles. El martes, él, Vic y yo tendremos
clientes son compañías pequeñas en el Noroeste. Aquí no nuestra charla prolongada para conocernos. Espero que
hay mucho para impresionar al programador de un evento no te importe, pues le pregunté si estaba de acuerdo en
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Los tonos suaves de rosa salmón del Adrienne, que la barba, me recuerda a algunos personajes de las pinturas
brillaban bajo la luz cálida de elegantes candelabros de religiosas de nuestra iglesia, cuando yo era pequeña. Da
pared colocados cuidadosamente alrededor del restauran- impresión de que tuviera un halo.
te, servían como un marco ideal para nuestra cena de ce- —Mary, ¿qué dices?
lebración. Como esperaba, Patrick Donne fue el anfitrión —Bart, lo lamento. En realidad, no estoy segura de lo
perfecto. Después de brindar con cada uno de nosotros y
q u e digo.
pronunciar algunas palabras amables, Pat hizo una pausa
Vic llamó p o r teléfono a n u e s t r o a p a r t a m e n t o el
y se volvió hacia mí, sosteniendo todavía en alto su copa
de champaña. miércoles por la noche, para reportar que la sesión foto-
gráfica había sido un gran éxito.
—Bart, hemos pronunciado la palabra "orador per-
suasivo" durante los últimos días, pero creo que el señor —Bart, él llevó cuatro trajes hechos a la medida, cua-
Longfellow, en sus "Cuentos de una posada a la orilla del tro camisas diferentes, una docena de corbatas de seda y
camino", describió mejor a esa persona. No he recitado tres pares de Ferragamos. Matt estaba en verdad impresio-
poesía en público desde la escuela primaria, pero lo haré nado y estoy segura de que podremos usar muchas foto-
ahora... grafías estupendas. Después que Pat se despidió y regresó
a The Península para registrar su salida, Matt nos dijo que
"Cuando terminó, una especie de fascinación es probable que Patrick Donne tuviera una vida muy con-
Dominó a los oyentes silenciosos. fortable modelando ropa, si no triunfara como orador. ¿No
Su manera solemne y sus palabras es eso algo? De cualquier manera, Terri y yo empezare-
Habían hecho vibrar las cuerdas profundas y miste- mos a trabajar con algunas ideas promocionales y te lla-
riosas, maremos cuando tengamos en la mano las fotografías. Por
Q u e vibran de igual manera en cada corazón hu- supuesto, veremos actuar en persona al hombre el sábado,
mano." en Caesars. Después, empezaremos realmente a trabajar.
Mary y yo permanecimos levantados el sábado por la
Fue en verdad una noche relajada y maravillosa. Ya noche, casi hasta las dos de la mañana del domingo, mi-
pasada la media noche, Mary y yo al fin llegamos a casa. rando Barbarians at the Gate, en HBO, con la esperanza
—Cariño, ¿qué opinas de ese hombre? —pregunté, de q u e Terri o Vic nos llamaran por teléfono desde las
mientras nos desvestíamos. Vegas, con sus comentarios sobre la actuación de Pat. No
—Bart, resulta tan impresionante y encantador en tuvimos suerte. Ambos desayunábamos tarde hot cakes y
persona, como en el escenario. Posee un magnetismo es- salchichas, cuando el teléfono sonó al fin el domingo.
pecial, lo rodea una especie de aura que resulta difícil de —Bart —dijo Vic—, Terri está en la otra línea, en el
explicar. Es agradable y atractivo y, a pesar de eso, noté dormitorio, para que los dos p o d a m o s hablar contigo.
que bajé la voz un par de veces, cuando respondí sus pre- Vimos a nuestro hombre...
guntas... como lo haría un niño al hablar con un adulto —... y... y... ¡dímelo, por amor de Dios! —exclamé.
que representa autoridad. Con ese rostro hermoso y con Escuché la voz suave de Terri.
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—Pat, nunca mencionaste que conduces una motoci- domingo, el primer comercial de Ted & Margaret saldrá al
cleta tan bien como vuelas un Beechcraft. aire en "60 Minutos" y lo repetirán el lunes, miércoles y
—No hay por qué preocuparse, Bart. Nunca he he- viernes en "Good Morning, América". ¿Cuándo planeas
cho una tontería con ninguna de las dos máquinas y soy empezar con nuestras llamadas telefónicas?
tan consciente que resulto aburrido. Estaré bien. Sólo tra- —El próximo lunes. ¡Deséame suerte!
taba de m a n t e n e r m e o c u p a d o hasta que me llamaras. —¡Conquístalos, jefe!
Nunca disfruté el permanecer sentado esperando que algo No tuve que esperar hasta el lunes. El viernes por la
suceda. m a ñ a n a , d e s p u é s de q u e regresé de mi carrera diaria,
—Por favor, ten un poco más de paciencia. tomé una ducha y me vestí, bebía café en la cocina cuan-
—La tendré. Todo está bajo control, confía en mí. A do llamó por teléfono Grace, d e s d e la oficina. Su voz
propósito, quieres una audiocinta de mi discurso... ¿uno sonó más aguda que de costumbre.
en verdad bueno? Las personas que dirigen esa compañía
—Bart, Harold Titus acaba de llamar. Dijo que su se-
en Boise, donde hablé, son viejos amigos míos y, por lo
cretaria le llevó la correspondencia esta mañana, incluyen-
tanto, como un favor para mí, llevaron un equipo y graba-
do nuestro paquete promocional, lo cual fue una respues-
ron mi discurso. Les desconté algunos dólares de mis ho-
ta para todas sus plegarias. Desea que lo llames tan pron-
norarios. Tal vez desees hacer copias y enviarlas a los
to puedas. ¿Puedes creerlo?
prospectos que no parecen decidir si me contratan o no.
Supongo que esa noche hablé bien, porque también yo Harold Titus era, desde hacía diez años, el planeador
pienso que esta cinta es excelente. ¿Te la envío? principal de reuniones para Latimer Investments, una im-
portante cadena de casas de bolsa en todo el país. Con
—¡Me encantaría tenerla!
frecuencia había contratado a mis oradores para sus con-
—También tengo una cinta maestra que está en un
venciones nacionales anuales, que siempre se llevaban a
carrete grande, con toda clase de información sobre la
cabo en los mejores hoteles con presupuestos aparente-
cubierta, la cual no comprendo, pero que estoy seguro tú
sí comprenderás. mente ilimitados. No recuerdo que Harold haya discutido
—¡Fabuloso! Con eso podremos hacer copias con fi- conmigo los honorarios de un orador. Nos convertimos en
delidad excelente. Llámame cuando recibas el material b u e n o s amigos a través de los años y como su oficina
q u e a c a b o de enviarte y c o m u n í c a m e tu opinión, ¿de principal corporativa se encontraba en la cercana Newark,
acuerdo? Tal vez debí aclarar todo eso contigo antes que Mary y yo habíamos disfrutado muchas cenas con Harold
continuáramos y lo imprimiéramos, pero no quise perder y su esposa, Arlene, durante varios años. De inmediato
otra semana y estaba casi seguro de que te gustaría todo. m a r q u é el n ú m e r o q u e Grace me dio y p r e g u n t é p o r
—Estoy seguro de q\ie me gustará. ¿Dices que la co- Harold Titus.
rrespondencia se envió esta mañana? —Oficina de Harold Titus —escuché que decía una
-—Por primera clase. ¡Toda! voz familiar.
—El momento no podría ser mejor, Bart. Es probable —Peggy, ¿cómo estás?
que la mayoría la reciban antes de este fin de semana. El De inmediato reconoció mi voz.
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—¡Alguien llamó a los servicios de emergencia... y —¿Cómo está el señor Latimer esta mañana? ¿Tienes
nos enviaron una ambulancia! Donne gritó al arrodillarse noticias, Harold?
cerca de Latimer, lo levantó de la silla y lo colocó con —Por supuesto, viejo amigo. Ya salió de terapia in-
suavidad sobre el piso alfombrado. Todos empezaban a tensiva y grita mucho para que lo den de alta. Ninguna de
rodearnos, por lo que los hombres que ocupaban nuestra las pruebas que le hicieron en el hospital, incluyendo un
mesa se encargaron de mantener alejada a la gente. Ob- electrocardiograma, hace apenas una hora, indican que
servé a Donne cuando secó con su pañuelo el rostro del Horace Latimer haya sufrido anoche alguna clase de acce-
jefe. Empezó a acariciarle la frente y mejillas. Creo que yo so, ataque cardíaco o ataque de apoplejía. Sin embargo,
era el único que estaba lo bastante cerca para escucharlo Bart, los que estuvimos cerca y que hemos vivido en el
cuando dijo con voz suave: "Dios, sánalo, por favor. Dios, pasado el trauma de ver a alguien sufrir un ataque, jurare-
ayúdalo a respirar, por favor. Dios, ayúdalo a ver, por fa- mos que ese hombre en verdad sufrió un ataque cardíaco.
vor. Un corazón sano es la vida de la carne". Continuó Dios sabe que tuvo la mayor parte de los síntomas. Se
repitiendo las mismas palabras una y otra vez, al tiempo oprimía el pecho. ¡Dolor! Palideció mucho, a pesar de su
que colocaba las palmas de las manos sobre las mejillas piel bronceada y tenía gotas de sudor en el rostro. Su res-
de Latimer. Pronto, Bart, los ojos del jefe se abrieron des- piración era entrecortada y quedó inconsciente, antes que
pacio y su respiración entrecortada y lenta empezó a cam- Donne lo colocara con suavidad sobre el suelo, le secara
biar. Fue sorprendente observar eso. El señor Latimer in- el sudor y empezara a acariciarle las mejillas y frente
tentó levantarse apoyándose en los codos, pero Donne no mientras le hablaba. Bart, mi madre cayó muerta ante mis
se lo permitió. El jefe se recostó en la alfombra y lo escu- ojos cuando yo era un adolescente y tuvo esos mismos
ché decir con voz ronca: "No creo que esto fuera parte de síntomas.
nuestro programa". —Dime de nuevo lo que decía Pat mientras atendía a
—Pues bien, Bart, la ambulancia llegó con bastante Latimer.
rapidez y se llevó al señor Latimer. Finalmente, todos sa- —Según r e c u e r d o , dijo: "Dios, sánalo, por favor.
lieron del salón en un estado de shock. Los pocos de no- Dios, ayúdalo a respirar, por favor. Dios, ayúdalo a ver,
sotros que vimos de cerca en acción a Patrick Donne, no por favor. Un corazón sano es la vida de la carne".
supimos qué decirle al hombre, además de expresar nues- —"Un corazón sano es la vida de la carne" suena bí-
tro agradecimiento profundo. Ninguno de nosotros com- blico, Harold.
prendió lo que hizo para que nuestro jefe se recuperara —Me temo que no p u e d e s p r o b a r l o conmigo. Lo
de lo que parecía ser un viaje a la tumba, aunque todos único que sé es que pensé que anoche habíamos perdido
comprendimos que no era el procedimiento habitual para a nuestro jefe, pero que hoy todavía está con vida, sano y
una resucitación cardiopulmonar. Aquellos que observa- que estoy casi seguro de que tu hombre le salvó la vida
ron desde las mesas cercanas se alejaron diciéndose mu- de alguna manera. Ya registró su salida en el hotel, pero
tuamente que habían sido testigos de un milagro y se pre- cuando lo veas, por favor dile que todos los que estuvi-
guntaban: "¿Quién es ese hombre?" mos presentes en el salón anoche siempre le estaremos
agradecidos. Y bendito seas, amigo. Si no hubieras aban-
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en la acera, suplicando en voz alia a los transeúntes que perfecto, el público cortés y receptivo y les di todo lo que
les dieran dinero. En tres ocasiones, Patrick D o n n e se tenía. Como era mi primer discurso para ti, no me atreví a
detuvo, sacó dinero de su billetera y lo colocó en las ma- fallarte. En la escala de cero a uno, supongo que me cali-
nos sucias de un mendigo mugroso y desgreñado, quien, ficaría con un ocho.
en cada ocasión, miró agradecido a Pat y con voz ronca Asentí y guardé silencio, en espera de que continua-
pronunció las mismas palabras: "Gracias, maestro". - r a . Finalmente, Pat se volvió hacia mí.
Tan pronto como cruzamos la Quinta Avenida y en-
—¿Te contó el señor Titus lo que sucedió hacia el fi-
tramos en el parque con su follaje frondoso, nuestro mun-
do se tranquilizó de inmediato. Trotamos uno al lado del nal de mi discurso?
otro, en silencio, con paso acelerado, hasta que llegamos —Me dio algunos de los detalles. Supuse que tú me
al Malí, ese sendero largo y recto bordeado de majestuo- contarías el resto.
sos olmos y bustos de muchos autores famosos. Finalmen- —Bueno —Pat suspiró—, el discurso se desarrollaba
te, rodeamos la plataforma con concha acústica para or- bastante bien y me encontraba en la recta final, cuando
questa, pasamos la Fuente Bethesda y llegamos al Lago, bajé la mirada hacia la mesa principal, que estaba frente al
un sitio favorito para los amantes de los días de campo.
podio. El señor Latimer cayó de pronto hacia atrás en su
No p u d e controlar por más tiempo mi curiosidad.
silla, como si sufriera un ataque cardíaco o de apoplejía.
Alenté el paso, señalé una banca verde de madera con
Supongo que todos me prestaban tanta atención que noté
vista al Lago y al único puente de hierro del parque, he-
antes q u e los demás que él tenía problemas. Inmediata-
cho famoso por decenas de pinturas, fotografías y graba-
dos. mente dejé de hablar, rodeé el podio y salté fuera del es-
cenario, para tratar de ayudar al hombre si podía. Supon-
—Vamos a sentarnos unos minutos. Tengo que escu- go que estuvo inconsciente un momento, pero al fin recu-
char cómo resultó el discurso. peró el conocimiento y fue llevado al hospital. Anoche
Pat dejó de trotar y sonrió. llamé por teléfono al hospital, desde mi hotel aquí, y me
—¿Quieres decir q u e tu amigo Titus todavía no te informaron que ya no se encontraba en terapia intensiva y
reporta mi actuación? q u e esperaban darlo de alta este fin de semana, por lo
—Oh, él ya la reportó. Te elogió m u c h o . Dijo q u e q u e s u p o n g o que todo salió bien. No obstante, aun así,
cautivaste por completo a ese enorme público. Sólo de- me gusta más mi final del discurso que el de él —sonrió
seaba escuchar todo de ti. con timidez.
Nos sentamos con las piernas extendidas, sobre el
Me incliné hacia Pat y le di una palmada en el hom-
césped recién podado.
—Bart —Pat empezó a hablar despacio, como si con- bro.
siderara cada palabra—, supongo que dirías que el discur- —"Un corazón sano es la vida de la carne".
so fue un éxito, pero en ese primoroso hotel, con su pre- —¿Qué?
cioso salón de baile, u n o tendría que ser en verdad un —"Un corazón sano es la vida de la carne". Harold
fracasado para no triunfar en el estrado. El salón era Titus, quien se encontraba de pie muy cerca de ti, mien-
tras atendías a Horace Latimer, dijo que ésta era una de las
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frases que cree haberte escuchado repetir junto al hombre —Un indio norteamericano citando a Salomón —dije
inconsciente. ¿Es alguna clase de plegaria? en cambio—. Eso es algo muy peculiar.
Pat levantó la cabeza y miró el agua y los árboles, ha- —¿Por qué? Todos compartimos al mismo Dios. Al-
cia los altos rascacielos de la ciudad. gún día, la gente de este pequeño mundo dejará de mal-
—Bart, esas palabras particulares son de Salomón, decir, herir y matarse mutuamente y comprenderá que
del Libro de Proverbios. También son parte de una ora- todos tenemos el mismo origen, sin importar lo diferente
ción especial que me enseñó, cuando era muy joven, un que sea nuestro exterior. En verdad, todos somos herma-
viejo indio Crow que trabajó en nuestro rancho durante nos y hermanas. Todos lloramos, todos sonreímos, todos
años. Se llamaba Brightest Star y fue muy amable conmi- sentimos dolor, todos sentimos hambre. Ninguno de noso-
go durante mi desarrollo. Me enseñó a apreciar la obra de tros debe colocar la cabeza sobre la almohada por la no-
Dios, desde el gusano y hormiga más pequeños, hasta el che, sin planear llegar a otro ser humano durante el si-
alce o pino más grandes. Me enseñó a sentir piedad, pa- guiente día. Incluso algo tan insignificante como un abra-
ciencia y amor por todos los seres vivos y a que no debía zo, si no se tiene otra cosa que compartir, puede ser un
dejar pasar un día sin hacer el bien a alguien, porque tal
regalo precioso.
vez nunca volvería a tener la oportunidad. Me e n s e ñ ó
Un pequeño gorrión descendió en picada desde de-
también cómo pronunciar palabras especiales junto a una
trás de nosotros y aterrizó a unos metros de nuestros pies,
persona q u e estuviera muy enferma y me aseguró q u e ,
picoteando lo que parecía una galleta.
definitivamente, Dios me escucharía y consideraría mi
petición. —¿Estás familiarizado con la gran fábula de Osear
—¿Has utilizado esas palabras especiales con anterio- Wilde acerca del príncipe feliz?
ridad? —No, no lo creo.
Asintió. —Al ver ese p e q u e ñ o pájaro la recordé. Es una de
—Nunca me han fallado. mis favoritas sobre el tema de dar sin pensar en la recom-
—¿Son las mismas palabras que repetiste al lado del pensa y trato de inculcarla al mundo. De acuerdo a la fa-
señor Latimer? bulosa obra clásica de Wilde, una estatua muy especial y
Patrick Donne asintió de nuevo. Inhaló profundo y elegante de un príncipe se encontraba en una columna
colocó con suavidad las palmas de sus manos sobre mi alta, en lo alto de una gran ciudad. El cuerpo del príncipe
pecho. estaba cubierto con hojas delgadas de oro fino, por ojos
—"Dios, sánalo, por favor. Dios, ayúdalo a respirar, tenía enormes zafiros y en la empuñadura de su espada
por favor. Dios, ayúdalo a ver, por favor. Un corazón sano podía verse un rubí rojo grande.
es la vida de la carne" —dijo con esa voz estremecedora —Un día, Bart, una pequeña golondrina, que había
de bajo profundo. retrasado demasiado su excursión invernal hacia Egipto,
Retiró sus manos y apartó la mirada. Traté de decir se detuvo durante su apresurado viaje al sur para pasar la
q u e parecía ser una forma bastante extraña de resucita- noche entre los pies de la estatua. Sin embargo, la golon-
ción cardiopulmonar, pero no p u d e hacerlo. drina no p u d o dormir debido al ruido que producía el
llanto del príncipe, por lo que voló hacia arriba, se detuvo
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sobre el hombro del príncipe y le preguntó por qué llo- Asintió y miró sus manos.
raba.
—Siempre. Cada uno de ellos es una obra de Dios.
—El príncipe respondió que a pesar de que todos lo
Hubo un momento en las vidas de cada uno de ellos en
llamaban el príncipe feliz, no lo era. Le preguntó al paja-
rito que cómo podría ser feliz, si desde ese sitio en lo alto que tuvieron los sueños, las esperanzas y ambiciones que
de la ciudad podía ver a muchas personas que necesita- tú y yo tuvimos. Los maestros, padres y amantes se intere-
ban ayuda, comida, atención, amor y ternura. "¿Podrías saron en ellos, trabajaron con ellos, planearon junto con
ayudarme, por favor, pajarito? ¿Me ayudarás a ser útil?" El ellos. Tuvieron cuentas de ahorro, recogieron flores, escri-
pájaro aceptó. bieron diarios, cambiaron llantas ponchadas. Vivieron, rie-
—Primero, la golondrina quitó el rubí de la espada ron y no imaginaron nunca que un día vivirían en el arro-
del príncipe y lo entregó a una joven madre atemorizada yo. Tienen corazón, Bart, y esos corazones laten exacta-
que atendía a su hijo enfermo en un ático frío. Después, mente como el mío y el tuyo.
el pajarito voló de nuevo hasta donde estaba el príncipe, —Entonces, ¿ayudas a todos ellos?
le quitó un ojo de zafiro y fue a entregarlo a un anciano —Sí. Incluso, llevo conmigo esa filosofía cuando sal-
en una choza pequeña, quien no había comido durante go al escenario y enfrento a un público. En realidad, trato
dos días. Una vez más, voló de nuevo hasta donde estaba de hacer un trabajo de venta con cada persona del mismo,
el príncipe, le quitó el otro ojo de zafiro y lo dejó en la trato de convencerlas para que utilicen los pocos princi-
ciudad, a los pies de una pequeña en condiciones seme- pios simples, pero poderosos, que comparto con ellos
jantes. La golondrina retiró cuidadosamente, una por una,
para lograr una vida mejor, para que puedan cumplir sus
todas las hojas de oro del cuerpo del príncipe y las distri-
buyó entre los niños pobres y desvalidos de la ciudad. sueños sin tropezar, una y otra vez, y no terminen tam-
bién en un pantano de desesperación y temor. Cuando
—Entonces, soplaron las ráfagas heladas del invierno
estoy en el escenario, Bart, me entrego por completo, no
y como el cuerpo del príncipe ya no estaba protegido, su
corazón de plomo se quebró. Sin poder protegerse del por los honorarios que me pagan... nunca. Me esfuerzo lo
frío, la pequeña golondrina también pereció. más posible para poder llegar a mi público y señalarle el
—Una mañana, Dios reunió a sus ángeles y señaló camino hacia un mañana mejor. No sé cuántas veces he
la ciudad, diciendo: "Tráiganme las dos cosas más precio- mirado hacia la multitud y enfocado la mirada en algún
sas de ese lugar". Cuando los ángeles regresaron, llevaban hombre o mujer bien vestido y guapo y los imagino de
el corazón quebrado del príncipe... y el cuerpo de un pie en alguna esquina, con ropa harapienta y sucia, tratan-
pequeño pájaro muerto. Eso se llama "amor sin etiqueta do de vender lápices para poder comprar otra botella de
de precio", amigo mío y si no empezamos a aprende;- a vino barato. Por supuesto, eso no es lo que ellos, al estar
vivir de esa manera, nuestras vidas no tendrán valor. sentados escuchándome, planean para su futuro; sin em-
Asentí. bargo, esos vagabundos que vimos esta mañana, cuando
—Gracias. Eso fue muy especial. Esos tres pordiose- tenían diez años de edad, nunca esperaron encontrarse de
ros que pasamos camino aquí, al parque... ¿te detienes y pie algún día en una esquina concurrida de Manhattan,
les das a todos? mendigando.
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—En verdad eres un hombre sorprendente, Patrick único hogar, cuando la ciudad al fin adquirió este enorme
Donne. Me siento orgulloso de ser tu amigo. cuadrado de tierra y empezó a desbrozarlo. Un ejército
Sacudió la cabeza con violencia. tremendo de inmigrantes irlandeses, fuertes y sin empleo,
—No soy sorprendente, Bart. Unas líneas simples de después de años y años de excavar, drenar y hermosear el
uno de los poemas de Emily Dickinson guían bastante mi terreno, finalmente, crearon este hermoso refugio para
vida... que todos lo compartieran.
—Pat, me avergüenza decir que sabía muy poco so-
"Si puedo evitar que un corazón se rompa, bre esto.
No habré vivido en vano; —Este encantador lugar ha sido un refugio para las
Si p u e d o aliviar el dolor de una vida, personas sin hogar en más de una ocasión, Bart. Durante
O sanar una herida, los últimos dos años del cargo de Herbert Hoover, el Par-
O ayudar a un petirrojo débil que Central se convirtió en el único hogar de miles de
A llegar de nuevo a su nido, personas sin empleo y las largas hileras de sus chozas
No habré vivido en vano". endebles eran conocidas como "Hooverville".
—¿Cómo sabes tanto acerca de este lugar, Pat? ¿Hicis-
Patrick Donne se puso de pie, se alejó unos pasos de te una investigación sobre el Parque Central o la gente sin
la banca y extendió los dos brazos con un movimiento hogar?
amplio. Él sonrió.
—Bart, recorre con la mirada este hermoso lugar que —Adivina.
llamas cielo en la tierra. ¿Qué sabes de su pasado? En lugar de llegar hasta el depósito de agua en el
—No tanto como debería, me temo. extremo este del parque, dimos vuelta antes de llegar al
—¿Admitirás que ahora hay un ejército de personas Estanque y nos dirigimos de nuevo al sur, pasamos el área
sin hogar en las aceras de Manhattan? de juego para niños, Conservatory Water, la estatua de
—Y me temo que el número aumenta... Hans Christian Andersen y el Zoológico Infantil, antes de
—¿Sabías que a mediados del siglo pasado, la llama- salir a la Plaza del Gran Ejército y dirigirnos a la esquina
da gente de la calle se reunía aquí? Lo que ahora es el de Parque Central Sur y la Quinta Avenida.
Parque Central era un pantano lúgubre y oloroso y todas Escuché esa inolvidable voz que gritaba, antes de
las personas sin hogar, junto con sus animales, acampaban verlo inclinado hacia adelante en su silla de ruedas, sacu-
aquí, hasta que Washington Irving, William Cullen Bryant diendo su Biblia por arriba de la cabeza, mientras ator-
y un p e q u e ñ o y poderoso contingente de hombres, que mentaba y daba una perorata a cada transeúnte.
en verdad amaban a esta ciudad, convencieron a la gente —¡Estén alerta de los malos profetas!
para que se estableciera aquí un enorme parque. El dise- —¡Ningún hombre puede servir a dos amos!
ño triunfador ganó un premio de dos mil dólares, después —¡Rechacen el mal y elijan el bien!
de una fuerte competencia. Entonces, las personas sin ho- Desde la playera roja harapienta hasta los zapatos de
gar lucharon, algunas hasta su muerte, para conservar su lona manchados, vestía exactamente igual que aquel día
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Margaret decidieron transmitir cada uno de los ocho co —Lo tengo aquí, Bart. Cuando sonó el teléfono, su-
merciales finales durante cuatro semanas consecutivas er
puse que eras tú.
"60 Minutos", así como tres veces a la semana en "Gooc
—¿Quieres leérmelo, por favor?
Morning, America". Hablan de una exposición fabulosa. S
—Es un artículo de una columna y cinco párrafos. Si
los otros comerciales resultan tan magníficos como el pri
consideramos que el tema del artículo es la posible salva-
mero, recibiré más solicitudes para discursos de los que él
ción de una vida, tenemos esta coincidencia sorprendente
pueda pronunciar.
junto a la columna de "Lifeline"... "Lifeline", Bart, que
Mary rió y me besó la mejilla.
siempre ocupa todo el lado izquierdo de la primera pági-
— P o b r e h o m b r e . ¡Oh, casi lo olvido! Llama a Jay na de la sección Vida. El artículo tiene un encabezado
Bridges. Está en casa. El número está en la libreta que a u d a z q u e dice: "¿Este orador persuasivo también hace
cuelga junto al teléfono de la cocina.
milagros?"
—¿Sucede algo malo?
—¡Oh Dios! —me escuché gemir.
—Ño lo creo. El hombre parecía muy animado. Me Jay aclaró dos veces la garganta ruidosamente y em-
pidió que le hiciera el favor de decirle al genio que tengo p e z ó a leer: "Alto, g u a p o y con voz de mando, Patrick
por marido que lo honrara con una llamada cuando fuera D o n n e es un miembro de ese raro y bastante exclusivo
conveniente... ¿Tiene sentido eso para ti? grupo de profesionales conocidos como oradores
Me dirigí al teléfono y marqué el número que Mary motivadores e inspirados. ¿Su compañía va a tener su con-
anotó en nuestra libreta de mensajes. vención anual? Si es así, es probable que puedan utilizar a
—-Buenos días —dijo la voz familiar de Jay Bridges— un individuo dinámico como Donne, después de tres can-
Es otro día encantador aquí en Memphis. sados días de reuniones de negocios, para enviar a todos
—Aquí en Manhattan no está mal. de regreso a su ciudad con un comentario importante y
—Bart, viejo zorro, me he quitado el sombrero ante ti positivo, preparados para establecer nuevos récords de
durante muchos años, pero éste último despliegue de des- ventas al enfrentar al mundo de nuevo con vigor reno-
treza tuyo exige al menos que me hinque en el suelo en vado".
señal de reverencia. En verdad no has perdido tu toque, —"Pocas personas en el negocio de la oratoria cues-
eso es seguro. tionarían que Patrick Donne, ex vaquero de Montana, es
—¿De qué hablas, Jay? uno de los mejores oradores motivadores en el país. En
—Oh, con seguridad todo esto es una sorpresa para julio, durante la convención anual de los Profesionales de
ti. Hablo sobre esa fascinante actuación de tu hombre, la Tribuna de Norteamérica, una organización con miles
Patrick Donne, q u e aparece en la primera página de la de miembros, Donne resultó victorioso en un concurso de
sección Vida de la edición de hoy de USA Today. oradores, entre la mayoría de los oradores profesionales
—No recibimos USA Today, por lo que no he visto más importantes en el negocio y fue coronado Campeón
ese artículo al que te refieres y no sé nada al respecto. ¿Lo Mundial del Podio."
tienes a la mano? —"Sin embargo, la victoria de Donne fue merecedora
de mucho más que un trofeo de cristal Waterford. Los fun-
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—De acuerdo. Ahora... h a b í a m e sobre ese n u e v o Golf Red Elks, donde él y yo jugamos juntos con bastante
proyecto especial que tienes. frecuencia. Una tarde nos encontrábamos sentados char-
Transcurrieron varios minutos antes que él respon- lando, después que me dio una buena paliza en el campo
diera. de golf, y le pregunté, considerando todos sus años de
—Como te dije, Bart, he pronunciado discursos du- maestro, lo que pensaba acerca de esa teoría del diez por
rante siete años... tal vez doscientos en total. Me gusta lo ciento que me preocupaba mucho. Meditó un momento,
que hago y en verdad creo q u e lo hago bien, pero no asintió con la cabeza y dijo que le parecía correcta. Estaba
estoy convencido de que los oradores tengamos un efecto bastante seguro, aunque nunca lo había probado, que si
tan fuerte en nuestro público como muchos de nosotros uno leía un capítulo de un libro de historia a una clase de
quisiéramos creer. Hace varios años, recuerdo haber leído noveno grado y después examinaba a los alumnos sobre
un artículo en la revista Disclosure, el cual me intranquili- eso, no obtendrían una calificación tan buena como la de
zó mucho. Un médico y educador brillante, con una larga otro grupo del noveno grado al q u e se le entregaran li-
lista de credenciales, cuyo nombre no recuerdo, había bros y se les pidiera leer ese mismo capítulo, antes de
escrito un artículo provocativo sobre el aprendizaje, en el examinarlo.
que afirmó que la mayoría de nosotros podemos recordar —Bart, creo que lo que recuerdo con mayor clari-
únicamente el diez por ciento de lo que escuchamos, diez dad es lo que John me enseñó sobre Abraham Lincoln.
minutos después de oírlo. No quise creer que la mayoría Dijo que cuando Lincoln habló durante la consagración
de los puntos importantes que pensé lograba en el estrado del campo de batalla en Gettysburg, después del prolon-
quedaban sin digerir, por lo que decidí interrogar a algu- gado discurso del famoso orador Edward Everett, los co-
nos de los miembros de varias de mis audiencias, casi in- mentarios breves de Abe atrajeron muy poca atención.
mediatamente después de mi discurso, sobre los princi- Lincoln estaba seguro de que su presentación y palabras
pios del éxito que yo había cubierto. Para horror mío, la habían sido un fracaso y una pérdida total de tiempo. Sin
mayoría de las personas que interrogué no podían recor- embargo, más tarde, cuando las palabras de Lincoln que-
dar todo lo que compartí con ellos. Todos dijeron que daron impresas, fueron aclamadas en todo el mundo...
h a b í a n disfrutado el discurso, q u e les había indicado como todavía lo son en la actualidad, ciento treinta años
cómo mejorar y que se sentían contentos por haber asisti- después.
do, pero cuando se trató de datos específicos, sólo recor- —Bart, después de escuchar eso acerca de mi héroe
d a r o n algunas cosas. Trataron de no parecer avergon- de siempre, Lincoln, investigué por mi cuenta y todo me
zados. condujo hacia la misma conclusión: la palabra escrita se
Pat dio un trago de café, colocó la taza medio vacía graba de una manera más permanente en nuestro cerebro,
sobre el platito y fijó la mirada en éste. que la palabra hablada. Benjamín Franklin fue un genio
—Me molestó mucho lo que descubrí y decidí discu- auténtico y un orador excelente, pero su sabiduría y filo-
tirlo con un viejo amigo de Montana, John Curtiss, quien sofía para una buena vida fueron enseñadas al mundo a
fuera director de una escuela secundaria en Billings, antes través de su Autobiografía y el Poor Richard's Almanac.
de retirarse para esquiar, leer y jugar golf en el Club de Napoleón Hill pronunció discursos motivadores durante
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años, pero hasta que aparecieron impresos sus "Pasos a la —Bart, les pediré a todos que lean mi pequeño rega-
riqueza" p u d o comunicar sus ideas a millones de perso- lo cada mañana, antes de empezar su día. Quiero que ten-
nas. Norman Vincent Peale pronunció sus sermones con- gan el estado mental adecuado para enfrentar las horas
movedores desde el pulpito de su iglesia Marble Colle- que tienen por delante, con todos sus desafíos y proble-
giate, aquí en la ciudad, durante muchos años, pero alcan- mas, tentaciones y peligros. Deseo que sigan mi mapa de
zó un sitio nacional únicamente después que sus ideas caminos sencillo a lo largo del sendero de la vida, el cual
sobre el pensamiento positivo aparecieron impresas. Lo resultará mucho más fácil si escuchan mi consejo. Si logro
mismo sucedió con Dale Carnegie. El hombre dio clases ese objetivo, si puedo afectar más vidas con la ayuda de la
nocturnas en la YMCA, hasta que fue publicado su libro palabra escrita, entonces, que así sea.
Cómo ganar amigos e influir en la gente. Ahora estoy to- —¿Cómo va el proyecto?
talmente convencido de que los mensajes dados oralmen- Sacudió la cabeza y suspiró con añoranza.
te, sin importar lo poderosos y dinámicos que sean, ya sea —Muy lento. Ni siquiera le tengo un título, pero pro-
en persona o en cinta, no se comparan en poder de reten- greso. Es muy fácil hablar durante veinte minutos sobre el
ción con la palabra escrita que uno puede leer, reflexio- s e c r e t o del é x i t o , p e r o r e s u l t a muy difícil e s c r i b i r
nar, revisar, una y otra vez. significativamente sobre el mismo secreto en una oración
—Ese es el proyecto especial. ¡Estás escribiendo un de apenas doce palabras. No obstante... lo lograré. Lo ter-
libro! minaré e imprimiré antes que empecemos con nuestros
Pat negó con la cabeza y sonrió. discursos.
—No, intento hacer algo todavía más difícil. De pronto, Pat metió la mano en el bolsillo lateral de
—¿Más difícil que escribir un libro? sus pantalones, sacó una llave y la colocó sobre la mesa,
—Eso creo. En un libro, tienes libertad para utilizar frente a mí.
todas las palabras que creas son necesarias para explicar —Bart, estoy trabajando en una libreta negra con
plenamente tu tema, antes de pasar al siguiente capítulo. hojas sueltas, q u e está en el cajón superior de mi viejo
Lo que intento hacer es tomar esas antiguas reglas para escritorio de roble, en mi cabana en Blessings. Si algo me
una buena vida, las cuales comparto con mi público, y sucediera antes de terminar e imprimir ese trabajo, me
resumirlas a un mínimo de palabras y oraciones que tengo gustaría que lo tuvieras y compartieras con otros, si lo
la esperanza puedan ser reproducidas en una sola hoja de deseas. ¿De acuerdo?
papel o cartulina. Mientras menos palabras, mejor, y allí es
Antes que pudiera responder, escuché la voz de Mary
donde está la dificultad. Esta colección de consejos sabios,
en nuestro vestíbulo, seguida por una risa infantil y el
en la forma que finalmente le dé, será mi regalo especial
ahora familiar ruido producido por la silla de ruedas, an-
para todo el que me escuche hablar. En algún momento
tes que Kathy Wilson apareciera en la puerta de la cocina,
casi al final de mi discurso, mencionaré la pequeña sor-
seguida por Mary.
presa que podrán recibir de mí al partir y, en seguida, les
—¡Hola, señor Manning!
pediré a todos que me concedan un pequeño favor...
—Hola, Kathy. ¿Cómo está mi niña preciosa?
Esperé, sin decir nada. —Bien.
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año, lo cual no fue una sorpresa o desilusión para Pat o fono desde su casa, le preguntaba cómo progresaba su
para mí. A pesar de que los comerciales de Ted & proyecto especial y siempre me decía que todavía se es-
Margaret's llegaban a su fin, Pat se había convertido en forzaba.
una figura familiar en la televisión nacional, pues se había No nos vimos mucho durante varios meses, excepto
presentado en tres progrswnas matutinos en cadena, así en algunas ocasiones, cuando lo contrataban en Manha-
como en "Donahue", "Regis & Kathie Lee", "Oprah ttan o en un lugar cercano. Constantemente quedaba sor-
Winfrey", "The Tonight Show" y en un programa especial prendido cada vez que lo escuchaba dirigirse a un grupo,
con David Frost, gracias al trabajo arduo de Terri y de Vic. por la forma en que adaptaba su discurso para ese públi-
Siempre que yo llamaba para felicitar a ambos, Terri decía co específico. El hombre hacía bien su trabajo. En forma
que no consideraría terminado su trabajo hasta lograr que casual pronunciaba los nombres de ejecutivos de alto ni-
Pat apareciera en la portada de National Enquirer. Nunca vel de la compañía, mencionaba algunos de sus objetivos
estuve seguro si bromeaba o no. corporativos y ni siquiera dudaba al nombrar un producto
Pat también recibió honores por parte de los Ejecuti- o plan que había resultado un fracaso, aunque lo hacía de
vos de Ventas y Mercadotecnia de Metropolitan St. Louis, tal manera que nadie se ofendía. También me fascinó la
con el Premio del Salón de la Fama de los Oradores Inter- gran cantidad de sabiduría práctica que compartía, inclu-
nacionales, que únicamente se otorga a un orador cada yendo muchos principios del éxito que había omitido
año, el cual recibieron en vida menos de dos docenas de debido a las limitaciones del tiempo, durante nuestro con-
norteamericanos, incluyendo a maestros del podio tales curso en la convención de oradores. A pesar de mi amor
como Norman Vincent Peale, Bill Gove, Art Linkletter, y respeto por todos mis oradores anteriores, tuve que
Richard De Vos, Bofc> Richards y Cavett Robert, quienes ha- admitir que, sin lugar a dudas, era el mejor orador que
bían hablado ante el público durante décadas. Mary y yo había escuchado. ¡Sin embargo, no había ni una onza de
volamos a St. Louis en esa ocasión, sintiéndonos muy or- presunción en el hombre!
gullosos, y el discurso de aceptación de Pat, cuando ho- Grace Samuels, como siempre lo había hecho tan
menajeó a sus difuntos padres por inculcarle el sueño expertamente para todos mis oradores de ayer, se encargó
de una vida mejor y a mí por ayudarlo a convertir en rea- de todas las reservaciones de avión para los viajes de Pat,
lidad ese sueño, dejó muy pocos ojos secos entre la con- a través de nuestra vieja amiga, Nancy McLaren, de
currencia. Welcome Aboard, y le envió por correo boletos de viaje
Pat y yo continuamos hablando por teléfono casi todos redondo en primera clase, al menos tres semanas de antes
los días. Él llamaba desde su habitación de hotel, si había de cada discurso programado. Pat le había dicho que pre-
pronunciado un discurso la noche anterior, o desde su fería que reservara lo menos posible sus vuelos en aviones
casa, si se encontraba entre discursos. Pat calificaba cada pequeños, porque lo hacían sentirse incómodo. No obs-
uno de sus discursos utilizando mi sistema. Nunca se cali- tante, de vez en cuando esto era inevitable. Meses antes,
ficó con un diez. Generalmente se calificaba con un siete logré un contrato para él en una convención del personal
y, de vez en cuando, con un ocho. Siempre pensaba que de ventas principal de Bonham Distributors, que se lleva-
lo podía hacer mejor. Cada vez que me llamaba por telé- ría a cabo en el elegante Pilgrim Resort, cerca de
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—¿Pediste un deseo, Kathy? —preguntó Pat y levantó Kathy abrazó al pequeño ángel cerca de su rostro y
la cabeza en su dirección. lo oprimió.
—Sí, pero no lo diré. Si uno sopla las velas, pide un —¡Muchas gracias! ¡Lo amo! Lo colocaré en mi dormi-
deseo y lo dice, nunca se convierte en realidad. torio para que esté cerca de mí y pueda hablarle siempre,
Nos sentamos a la mesa, charlamos, reímos, bromea- cuando me sienta triste o sola.
mos e, incluso, cantamos dos versos de "Días de escuela", —Me parece bien — o p i n ó Pat y besó la frente de
antes que Pat mirara su reloj. Kathy—. Ahora, dame un abrazo, porque tengo que irme.
—Lo lamento —dijo con tristeza Pat—, pero tengo Cuando Kathy soltó a Pat, las lágrimas rodaban por
que abandonar esta bonita fiesta. El deber me llama. Sin sus mejillas. Se volvió hacia su madre.
embargo, ¿todos ustedes p u e d e n permanecer juntos un —Mamá, ¿puedo hablar contigo en la otra habitación,
par de minutos? Tengo que sacar algo del armario de abri- antes que se vaya Pat?
gos en el vestíbulo. —Seguro —respondió Joan y de inmediato salió al
Cuando Pat regresó, llevaba una caja envuelta en vestíbulo, seguida por Kathy. Joan regresó pronto, sola.
papel aluminio dorado. La entregó a Kathy. —Pat, lo lamento —dijo Joan—, pero, ¿puedes espe-
—Éste es un amigo que siempre estará a tu lado y te rar dos minutos más? Kathy tiene algo allá arriba, en su
cuidará —dijo Pat. habitación, qué desea que tú tengas.
Kathy miró a Pat y sonrió, al tiempo que acariciaba —¿Qué se propone? —preguntó su padre, pero Joan
con suavidad el papel brillante. sólo levantó las dos manos, frunció el ceño y sacudió la
—¡Mira, mamá! —exclamó Kathy—. Esta pequeña eti- cabeza. Kathy regresó pronto, sin aliento, acompañada
queta dorada e n g o m a d a q u e está en la envoltura dice por el Príncipe Patrick. Caminó directamente hacia Pat y
"Neiman... Neiman-Marcus". le entregó su osito de peluche.
Pat sonrió. —Toma —dijo la niña—. Me diste un ángel hermoso
—Cuando lo vi en un escaparate en Dallas, la semana para que me cuidara, pero tú no tienes mamá o papá o
pasada, supe q u e era para ti y eso fue antes q u e fuera esposa o... hijo para que te cuide. El Príncipe Patrick te
invitado a tu fiesta. cuidará. Sólo recuerda llamarlo Pat y será tu amigo por
Kathy rasgó el papel, abrió la caja de cartón, retiró siempre. Te mostré esto antes, la tarjeta que cuelga de su
varias hojas de papel de seda blanco y apareció un ángel cuello, ¿recuerdas? Dice: ¡"Pat, te amo" y lo firmé "Kathy"!
encantador de casi doce centímetros de altura. Su vestido
Pat miró con indecisión a Joan, pero ella asintió lige-
era de lustroso terciopelo de color de rosa y arándano,
ramente. Sólo entonces extendió la mano y tomó con sua-
adornado con botones de satín rosa y oro. Detrás de sus
vidad entre las manos al majestuoso osito de peluche. Con
pequeñas manos levantadas tenía alas de oro y un peque-
la mejilla tocó con suavidad la lustrosa corona dorada del
ño halo rodeaba su rostro puritano de porcelana.
osito.
—Mira —dijo Pat y señaló una tarjeta pequeña que
—Es un regalo muy especial. Lo cuidaré bien, Kathy
colgaba del p e q u e ñ o cinturón adornado con joyas—, su
y le daré amor. Muchas gracias. Es un regalo maravilloso.
n o m b r e es Kathy... y debajo de su n o m b r e escribí "te
¿Estás segura....?
amo" y lo firmé, "Pat".
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acercaste bastante a esa fecha límite, amigo. Faltan nueve practicaba para ser un santo, porque siempre estaba lleno
días para esa fecha. de amor para todos... para todos los seres vivientes.
—Doy gracias a Dios por haber llegado a tiempo. —Me dijo que ustedes dos jugaban mucho golf juntos.
Debería haber venido más pronto, pero viví mi propio —Lo hicimos, hasta que empezaste a enviarlo por
infierno tratando de enfrentar el hecho de haberlo perdi- todo el país. Sí, jugamos mucho y estoy seguro de que
do. He perdido a oradores y a amigos íntimos muchas generalmente me dejaba ganar. Así era Patrick, nunca pen^
veces a través de los años, pero ninguno me dolió como saba en él, mientras pudiera hacer que alguien se sintiera
él. Patrick fue el hijo que nunca tuve. También tenía un un poco mejor respecto a la vida.
don increíble en el podio. Lo llamaban un orador persua- Viajamos en silencio durante varios minutos, antes
sivo... y lo era. A pesar de que los periódicos, la radio y la que John levantara un brazo para señalar el panorama de
televisión informaron sobre la tragedia durante semanas, una hermosa montaña escarpada que se encontraba ante
me sentí obligado a llamar a todos los programadores de nosotros.
eventos que habían contratado a Pat para un discurso fu- —¿Qué opinas de Big Sky?
turo y cada una de esas conversaciones hundió otra espi- —Primoroso. Al volar desde Denver, pensé que el
na en mi corazón. Después, tuve que soportar muchas cielo debe ser como esto.
entrevistas con reporteros que deseaban saber cómo era —Hemos subido por esta autopista federal desde que
en realidad Patrick Donne. John, recuerdo que Pat me dijo salimos de Billings y llegaremos al pueblo de Red Lodge
en cuarenta minutos aproximadamente. El sur de Red
que fuiste maestro y director de una escuela secundaria.
Lodge es lo que llaman Beartooth Range de las Rocallosas.
¿Alguna vez lo tuviste en alguna de tus clases?
Durante los meses del verano, cuando está abierta al trá-
—Por supuesto... en los grados del séptimo al no- fico, la autopista Beartooth es una entrada impresionante
veno. al Parque Nacional Yellowstone, puesto qué conduces por
—¿Cómo era de niño? caminos trazados muy alto en las montañas, entre lagos
—Pat era un niño grande para su edad, pero nunca glaciáricos y la tundra ártica. Granite Peak también está en
utilizó su tamaño o músculos para intimidar a los otros los Beartooths y esja montaña más alta de nuestro estado,
niños, únicamente para poner fin a sus riñas. También era pues tiene una altura de trece mil pies. Red Lodge, mi
muy callado. Fue un buen estudiante y no dio problemas hogar durante muchos años, es un gran lugar para vivir.
en clase o fuera de ésta. Amaba a los animales y siempre No hay humedad ni mosquitos. En el verano la temperatu-
cuidaba a uno o dos perros sin dueño que nadie quería. ra nunca se eleva a más de ochenta y, por la noche, inclu-
Recuerdo que en una ocasión atendió a un osito durante so en agosto, por lo general tienes que dormir bajo una
semanas, después de rescatarlo de una grieta en las mon- manta.
tañas. Un verano, también salvó a un niño pequeño que Poco después de pasar Red Lodge, con su calle prin-
se ahogaba en un estanque, cerca de Red Lodge y cons- cipal ancha e incontables tiendas que exhibían todo, des-
tantemente hacía mandados para los ancianos. Fue un de botas vaqueras y pantalones Levi's, hasta trajes de baño
niño muy especial. Mi esposa decía con frecuencia que y televisores, viajamos en dirección al este, al llegar ante
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un letrero pequeño que decía 308 y exhibía los nombres gorra de béisbol al reconocer la vieja camioneta roja de
de c u a t r o p u e b l o s : WASHOE, BEARCREEK.. BLESSINGS, DELFRY. John.
La vieja camioneta Chevy de John empezó a moverse a Un momento después, dimos vuelta hacia la izquier-
sacudidas y a vibrar, mientras él se esforzaba por mante- da para tomar un camino de tierra todavía más angosto,
nerla dentro del camino angosto y llenó de surcos. A am- bordeado en ambos lados por pinos tan cercanos, que sus
bos lados había pastizales verdes, hasta donde alcanzaba ramas inferiores rozaron el costado de la camioneta de
la vista. El ganado pastaba por todas partes y en el hori-
John al pasar. De pronto, nos encontramos en un peque-
zonte podían verse más picos escarpados de montañas,
ño claro en el que había una cabana de troncos con techo
algunos todavía cubiertos de nieve.
inclinado. En la parte posterior de la cabana había un
J o h n señaló de nuevo hacia adelante, a través del cobertizo sobre el cual se erguía un viejo manzano rugoso
parabrisas.
que todavía tenía hojas.
—A unas noventa millas al noreste de aquí, George John estacionó la camioneta sin pronunciar palabra.
Custer encontró muchos más problemas de los que espe-
raba, allá en 1976. —¿Es aquí? —pregunté.
—¿Little Big Horn? Él asintió.
—Sí. Si te colocas de pie en esa larga colina inclinada —Pat siempre se refirió a este lugar como a una ca-
donde Custer y sus hombres se detuvieron por última vez, bana de tres habitaciones.
juro que todavía p u e d e s escuchar los alaridos, gritos y —Tiene tres habitaciones: un dormitorio p e q u e ñ o ,
disparos. Hay muchas tumbas allí, donde fueron enterra- una cocina con una vieja estufa de madera y una sala con
dos algunos de los hombres, en el sitio donde cayeron. chimenea, que también era la oficina de Pat... al menos,
Ahora, neoyorquino, estoy casi seguro q u e ni siquiera así la llamaba él. Ese cobertizo es d o n d e guardaba su
notaste q u e ya pasamos p o r los p u e b l o s de Washoe y Harley, antes de venderla.
Bearcreek. En algún sitio por aquí, a la derecha, está el —Bart —dijo John cuando abrí la puerta de la camio-
enorme rancho q u e los padres de Pat tuvieron durante
neta—, olvidé preguntarte q u é planes tienes para esta
tanto tiempo. ¿Ves esa casa grande de tablas de chilla, bajo noche.
todos esos cedros rojos? Allí es donde creció nuestro ami-
—Pensaba pasar la noche en algún hotel de Billings y
go. Cómo sabes, vendió toda esta tierra, con excepción de
volar de regreso a Nueva York por la mañana. Mi avión
algunos acres, cuando su padre murió y él decidió que
deseaba ser orador de tiempo completo, en lugar de ran- parte para Denver a las diez y cuarto.
chero. —Me parece bien. ¿Tienes la llave de este lugar? Pat
John tocó la bocina cuando pasamos el sendero de dijo que te dio una.
lo que fuera el rancho de Pat y varios niños, así como una Busqué en mi bolsillo y asentí.
pareja de adultos, se volvieron y saludaron. Un joven con —Bien —rió—•. Si estás de acuerdo, te dejaré para
traje de faena, que conducía un tractor en un patio enor- q u e atiendas tu asunto allí adentro, para que sientas la
me, a un costado de la casa, levantó la mirada y tocó su presencia de Pat, si crees en esa clase de cosas. Tengo un
par de asuntos pendientes en Red Lodge y después regre-
saré para recogerte y llevarte a un hotel en Billings. ¿Una
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—Sí, siempre que regreses, John. No sé qué tan bien mujer inflexibles y serios, que probablemente eran los
sobreviviría aquí. padres de Pat. Junto a la fotografía estaba otra fotografía
—No te preocupes —rió—. Pat nunca me perdonaría de un joven con uniforme de fútbol, posando torpemente
si te abandonara —miró su reloj—. ¿A las cuatro está bien? y sosteniendo el casco contra el muslo. No había duda de
—Perfecto, John. No p u e d o agradecerte suficiente que era Pat.
todo esto. Todas las paredes interiores revivían con los colores
—Eres un buen hombre, Bart, pero no lo hago por alegres de multitud de tapetes colgantes y acomodadas
ti. Únicamente obedezco las órdenes de Pat. Te veré a las contra cada pared había pilas de libros. Junto a una pe-
cuatro. queña ventana de doce cristales, con vista hacia el bosque
Observé cómo regresaba a la camioneta y se alejaba cercano, colgaban varias bridas, una silla de montar pe-
por el sendero. Bajó la ventana lateral y asomó la cabeza. queña y un trabajo de punto de aguja que representaba a
—Antes de partir —gritó—, voy a asegurarme de que un guerrero indio. Al otro lado del escritorio estaba un
tu llave funcione, ¿qué dices? sofá de bejuco que parecía por completo fuera de lugar, y
Caminé hasta la descolorida puerta azul de madera y una mecedora de madera sin brazos. Una mesita con re-
di vuelta a la llave. Escuché un ruido suave y, con un vistas apiladas ocupaba el centro de un tapete oval gran-
poco de presión, la puerta se abrió hacia adentro. Me de, trenzado, que casi cubría toda la sala. El único sonido
volví para despedirme de John, quien puso en marcha el que pude escuchar fue el del viento que soplaba afuera.
motor de la camioneta y se alejó por el polvoso camino. Era un lugar mágico donde cualquiera podía haber vivido
Las paredes interiores de la cabana eran de tablas y olvidado todas las tensiones de la vida. Un retiro bendi-
ásperas, teñidas en un tono óxido que daba a la habita- to. Un refugio encantado. Casi pude sentir la presencia de
ción un brillo iridiscente. Cerré la puerta con suavidad y Pat. Creo que fue Pascal quien en una ocasión escribió
me sentí muy extraño e incómodo, como si estuviera ante que la mayoría de nuestros infortunios surgen de no saber
la presencia de algo que no podía comprender. Directa- cómo vivir tranquilamente en casa, en nuestras propias
mente enfrente de donde me encontraba de pie estaba un habitaciones. El lugar encajaba a la perfección con Patrick
viejo escritorio de roble y una silla giratoria con un cojín Donne. El hecho de que un hombre que amó la vida tan-
raído en el asiento. Acomodadas a cada lado del escritorio to y que supo cómo vivir muy bien muriera tan joven era
había varias cajas grandes de plástico, en varios colores, totalmente injusto y algo que no podía comprender.
llenas con carpetas de archivo. A la derecha del escritorio Adjunta a la sala grande estaba la p e q u e ñ a cocina
se encontraba una chimenea natural de piedra. Caminé abierta que contenía una estufa de hierro forjado y una
con indecisión hacia la chimenea. Los restos medio que- mesa circular de madera con varias sillas q u e no hacían
mados de un leño estaban todavía en el hogar y arriba de juego. En una mesita junto a la estufa estaba un radio de
la repisa de madera gruesa de la chimenea colgaba una madera anticuado y una jarra de cristal llena de dulces.
reproducción grande, con marco de latón, de la pintura Me acerqué despacio a la puerta cerrada, a mi iz-
de Durero "Manos orando". Sobre la repisa se encontraba quierda, y la abrí sólo lo suficiente para ver la mitad infe-
una fotografía oval, en color sepia, de un hombre y una rior de una cama cubierta con una sobrecama de color
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