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Lo esencial en el derecho penal son las normas jurídicas que protegen bienes jurídicos

indispensables para la sociedad. Dentro de este sistema social se producen relaciones no


pacificas que vulneran bienes jurídicos ante este tipo de conductas prohibidas por el sistema
normativo de la sociedad se les reprime con la pena esta potestad es lo que se conoce como
ius puniendi o poder punitivo. Ante el exceso y la arbitrariedad de esa facultad del poder
público surge una exigencia de limitación para la seguridad personal de los miembros del
grupo social. Entonces surge la pregunta ¿cómo se debe imputar una pena a un sujeto?
Primero hay que entender que el sustrato de regulación del derecho es la conducta humana o
las relaciones de estos con su medio. Hechos que están en el plano factico. De esto se concluye
por deducción que el derecho penal reprime exteriorizaciones de voluntad del sujeto humano
es decir todo delito es un acto (acción u omisión dentro de la realidad objetiva del sujeto).

Podemos generalizar que el sistema penal se funda bajo la perspectiva del acto (importa las
lesiones al bien jurídico) y no del pensamiento o las características personales del autor
delictivo. Segundo el derecho penal se compone de normas de comportamiento que son
punibles en suma prohibiciones. Todo delito es una conducta. Esta es la expresión de la
responsabilidad del sujeto ya que solo se le reprime por sus propios actos lo que configura en
el derecho penal como el principio de responsabilidad penal subjetiva. Según esta máxima no
se pude sancionarte por conductas de terceros o en sentido amplio por la responsabilidad
colectiva (cabria en ese principio puesto que se responde por un tercero). Eso implica que
también que la responsabilidad es personal para cada agente activo que lo cometió. Ahora
para aplicar racionalmente las penas ante la vulneración de estas prohibiciones ¿cómo debe
realizarse esa conducta?

Existiendo la relación del sujeto con el resultado de su actuar se necesita criterios subjetivos.
Estos parámetros configuran la culpabilidad del autor que presupone la existencia en el sujeto
la capacidad de reconocer la dañosidad de su conducta y que el autor tenga libertad para
determinar su propia voluntad. La reprochabilidad personal que ha superado el clásico
concepto psicológico. En consecuencia, la atribución por el hecho prohibido cometido e ilícito
solo se es posible por culpa (actitud negligente que no reduce los riesgos previsibles) y el dolo
(manifestación de la voluntad con intención y el conocimiento de dañosidad de su acto).

Estos los fundamentos que justifican a groso modo la responsabilidad personal y subjetiva de
sujeto delictivo.

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