Está en la página 1de 588
INSTITUCIONES DE DERECHO CIVIL Los’ Derechos Reales TOMO 1 CUARTA EDICION POR JORGE EUGENIO CASTANEDA LIMA — PERU lots Copyright 1973 ‘Talleres Graficos P. L. Villanueva Jirén Yauli 1440, Choera Rios, Lima ‘Teléfono 23-2440 A MANERA DE PROLOGO De los pocos dedicados, en el Peri, al estudio de las disciplinas juridi. cas, desticase, con nitides propia, Jorge Eugenio Castafieda, a quien, en jus. ‘icia, Udmase ya: eminente profesor e ilustre civilista, cual eultor que es de aquella rama del Derecho Privado. Tales calificativos, que pertenecen al nobiliario del saber, a 1a aristocracia de Ia inteligencia, los merece gracias su trabajo de incansable “investigador, en busca de la verdad”, como él propio lo declara Pues, desde que la Universidad de San Marcos le confiriera el titulo pro- fesional de abogado (1942) y optara el grado académico de Doctor en Dere- cho Privado, para el que, lenando otras formalidades de rigor, presents como tesis el tomo impreso “Del endoso cambiario, y de la jurisprudencia peruana sobre derecho de cambio” (1943), aiio en que ingresara « la do concia universitaria; no ha cesado de estudiar; de ser siempre estudiante, en el concepto keyserliniano del vocablo. Menos ha dejado de escribir Publicar libros, siendo éste el 43 volumen salido de su pluma, con el titulo “Los devechos reales”, para el que nos -solicité, honrindonos sobremanera, escribiéramos, unas lineas que son éstas que van a guisa de prélogo, Aunque, on verdad, no nos referiremos, singularmente a oste tomo, en que Ia edicién es de mes de 500 nutridas péginas, en las que, comentando el Cédigo Civil peruano, trata de los Bienes y la Propiedad, en general. Es- Sozaremos, mds bien las caracteristicas de su obra toda; su calidad de rofesor; y sus quilates de jurista; a la par que sus dotes intelectuales; ‘ingules todos que caben en una valoracién o estimativa en parte. En general, la produccién de Castuiteda, en su mayoria libros para la ensefianza universitaria, y que por copiosa, podria resentirse de flexible 0 frégil; muestra, por el contrario, solides en los multiples como extensos 10- mas que trate. Débese esta cualidad de su obra a su erudicién —acuciosas lecturas juridicas, de clisicos y modernos, de las “Siete Partidas” de Al fonso el Sabio, a las tiltimas declaraciones de La Haya, Unesco, o la OZA—; al cabal conocimiento de las doctrinas y sistemas de las escuelas juridicas, Porticularmente francesa, alemanas, italianas representadas por Yhering, —I- Planiol-Ripert, Mattirolo, Lofaille, Hedemann, Fauchille, Brinz, Bevilaqua. ¥ otros; al investigador que expone, analizo, comenta y concuerda con sen- cilles y acaso con amenidad, si podemos esgrimir este vocablo, dada Ia du- rexa de los estudios de derecho como norma. O, en otras palabras, sus libros son producto de un incesante estudio, del continuo ejercicio de una discipli- na juridica; y revelan a su autor como experto en ella; en la que no in- resa sino el cabal empleo del intelecto. Porque en el estudio de la nor- ina juridica, comp en su arquitecture, no cabe et juego de le fantasia o el malabar del ingenio. Porque no siendo el derecho de ereacién personal, su estudio pertenece a la ciancia juridica, como “ciencia de le norma”, cual sostiene Hans Kelsen, el brillanto profesor austriaco en problemética juridica, autor de “La Teoria Pura del Derecho”. El propio doctor Castafieda 10 dice claramente: “Este libro sobre Derecho Civil no es de ereacién. Es ape- nas de biisqueda; de investigacién, en suma”. ‘A més de ello, los cédigos y leyes peruanas de que se ocupa son expli- cados con las iiltimas teorias 0 esewelas juridicas; y concordados y com- plementados con la suprema jurisprudencia recaida en lus mismas; subra- yando ciertas instituciones peculiares a nuestro medio socialecondmico, re- Jerentes, verbigracia, a los contratos de trabajo y agrarios. Porque st el de- recho como fendmeno es universal y producto o creaciin de la sociedad a través del tiempo; en su contenido real se diferencia o cambia por razén det medio googrifico, el estado cultural de los grupos humanos 0 vivencias par- ticwlares del hombre: agente y hacedor de todo hecho y de toda ley juri- dica. De aqui también la variabilidad de la norma, legalizando, encausan- do los intereses, los actos o la conducta del hombre en pro de la convivencia social y le tranquila pervivencia .O recordando la célebre frase del gran mexicano don Benito Judres, equivalente a un axioma: “el respeto al de- recho ajeno es Ta ley”. Recaleamos que Castaiieda es el constante ¢ infatigable ostudioso; el que esté atento « las renovaciones 0 transformaciones que sujren las nor nas estatales que nos rigen. De aqui que, verbigracia, las normas dictadas por Ja actual Junta de Gobierno Revolucionario de las Fuerzas Armadas, a poco tiempo de su aparicién, estén ya comentadas en voliimenes, concordadas, explicadas y agilisadas para su aplicacién y divulgacién. Por ello mismo, sus obras no son moras recopilaciones de eyes, més 0 menos ordenadas y con simples anotaciones —labor improba y propia de los publicistas; sino verdaderos tratados 0 textos elaborados por un experto, por un dacto en de- recho y leyes. (En nuestro medio por error, se confunde al juris+ ta con el publicista; ast como se Hama doctor el abogado 0 médico; sin que éstos hayan obtenido, legalmente, tal grado; y como si no viviéramos al iargen de un Estado de derecho, sino en el que impera la costumbre sobre la —u— ley estatal. Y lo peor es que tal confusién ¢ ilegalidad, es mantenida por organismos oficiales, como la Corte Suprema 0, mejor, Suprema Corte, que a todas los jueces Hama doctores en comunicados priblicos, en usufructo y beneficio de los que no lo son) Salta, pues, a simple lectura, le exacta interpretacién que de las leyes nos da; cualidad poco comiin en nuestros juristas. Es que el doctor Casta fieda ha sido legislador: él ha debatido y dictado leyes. No olvidamos que siendo Senador de la Republica por el Departamento de La Libertad (1956- 1962) —elegido por el voto del pueblo, en elecciones democriticas y no dv. signado por el dedo de un dictador; sus intervenciones en aguella alta Cé- mara, aunque breves, eran serenas cuanto acertadas, y siempre en pro de la conseruacién del sistema juridico-social republicano e imperante. Urgi, co- ‘mo legislador, la renovacién dentro del orden y cumplimiento de la norma legal y no por un radical cambio 0 revolucién; discrepando del que esto es- cribe, que fuera su colega de Cémare, y en la que proclamamos por un dis: currir de la vide social peruana en un marco socialista y de esencia y rai indigenista, cual es el seio o personalidad profunda de nuestro pueblo, de este pedazo de patria americana, con miltiples privilegios histéricos. En quel Congreso contribuyé, eficazmente, a la dacién de magnifica leyes, en- tre otras, como la de Derecho de Autor (de la que fuimos ponente), de In’ dustrias, Fondo Nacional de Desarrollo Econémico, Estatuto Universitario 0 Ley 13417, en cuyo cuerpo, gracias a su aguiescencia como Presidente de la Comisién de Educacién Superior, conseguimos se incluyera, en el Art. 38, 1a adicién que “el uso indebido de titulos constituye agravio a la Universidad y es un acto punible”. Como profesor universitario infunde a sus dictados o clases, a la par, su erudicién y la madures de sus conocimientos. Y “es recta su interpre- tacién, clara su didéetica” y no cubierta 0 encubierta de “pedagogic” 0 “lo pedagdgico” —tul 0 malla con que se eubre la medioeridad de los seu- do profesores, (de pedagogia vione la demagogia, decia el vasco Unamuno)—: y es legitima la bibliografia o fuentes de consulta que sefiala o donde ha bebido y hace beber a sus alumnos. Por eso sus textos de catedrético 0 tratadista, no sélo son utilizados por los estudiantes universitarios, sino por los militantes de la abogacia 0 que ejercen la profesién, cuanto por los jus- gadores de profesién o jueces e investigadores del Derecho Civil, en. sus di- ferentes ramas institucionales. Y he aqui también explicade la répida venta de sus libros, fos que algunos alcanzan. ya varias ediciones. Por su enciclopedismo ¢ indesmayable perseverancia del estudio del de- echo, en afin personal y sin colaboracién intelectual 0 econémica algune; Jorge Eugenio Castafteda nos recuerda a los juristas indianos 0 del Perit colonial como Matienzo, Leén Pinelo y Solérzano Pereira y procesalistas —m— como Hevia Bolaiios, Gaspar de Escalona Agiiero, Frasso, Pérez Lépes, Ma- raya Riesi; sefieras en su tiempo en Tas pocas ramas de aguel derecho de medioevo y de un Estado juridico-teold Pero, al revés de lo que Solérzano Pereira en su libro recopilatorio olizica Indiana”, dedicindole al Rey Felipe IV de Espaia escribiera: “me curevo a ofirmar sin jactancia, .. soy el primero que las ha escrito, sin po- hier planta sobre hella agent”: Castaiieda dice: “he tenido que poner mi planta en muchas huellas ajenas de autores cuyos saberes queria aprehen- dor”. Pero en este trajinar sobre temas de derecho, en ese érido camino ide Ia investigacién, pose a las “ajenas huellas”, ha dejado ya su propia {nconfuundible Iuella espiritual. Decimos asi, porque es el profesor respeta do y estimade por generaciones de sus alumnos, una de las que, bautisd ton su nombre a le promocién que egresara, en 1962, de la Facultad de De- echo de San Marcos; luego de singular lucha electoral con los que propo trian Hevase el de Fidel Castro, ef mundialmente disewtido y admirado re- volucionario Tider eubano Castafieda como docente universitario suma al presente (1973) 30 aitos en la vieja universidad linea, on la que enseia Derechos Reales, Obliga- tiones y Contratos. Pero no sélo he enseiado en Son Marcos y en Ta Universidad de San Luis Gonzaga de Ica, cuyos frutos en ésta son sus Wibros “BI Derecho de la Sucesiones” xy “Los derechos reales de gerantia”; sino ha dictado Derecho Civil Comparado en la Universidad de Luxemburgo. Su sufi tioncia y prestigio rebasan el Pert, ya que diversas insfjtuciones juridicas de ‘América y Europa, lo reclaman e invitan a conferencias y certémenes. Y abe saber agui que es uno de los fundadores y miembro de Ia directiva de a “‘Academia de Doctores en Derecho del Peri” (1973), con sede en Li- ‘ma, y que tiene por principal fin el de promover le investigacién de las ionclas juridice-filasdficas y eapecialmente en lo referente a la realidad pe- fuana. Fue en su calidad de miembro de esa alta institucién que, meses Ttords, nos deleitara eon su magistral trabajo sobre “El Negocio Juridico”. Subrayamos, ahora, la calidad de tos otros atributos que hallamos en Je obra y condueta de nuestro autor. ‘Su Lenguaje, su prosa tiene calidad lteraria; su estilo es répido, casi periodisticn; su discurrir ligico es preciso; y dgil su pensamiento, pese a Ie rigides de los temas o la indole de ta disciplina que cultioa. El amplio conocimiento de las materias de su especialidad, le faculta tratar con sol- fura, dar amenidad a su expresiin, trayondo, verbigracia, en auxilio de su —~Ww— exposicisn, vigjos y sabios libros, en sus sentencias o chisices decires, como le Biblia, El Quijote y tantos otros; cual un armado caballero de Ta lectura y de la sensibilidad artistica. Su prosa nos Weve, a ratos, a la admirable prosa de los maestros jranceses, que con el genio de su verbo agitizan, para su Teetura, los temas y problemas mlis érduos como estériles. Esta su sensibilidad literaria y la precisin légica de su diseurrir, se explican por los antecedentes de su formacién intelectual Castafieda antes de optar por In abogneta y por el derecho, cursé ews tro afios de Letras, en su especialidad de Filosofia, en las Universidades de Trujillo y Lima; habiendo hecho Ia secundaria también en aquella ciudad nortefia y la primaria en su tierra natal. Estudios para el doctorado de Fi losofia que contribuyeron a su formucién juridica y a cimentar, luego, innate vocacién de jurista, Siendo atin adolescente, pertenecié al grupo del diario “EL Norte”, a euyo cuerpo de redaccién y cenéculo perteneciera (1924- 1930), juntamente con Antenor Orrego, José Eulogio Garrido, Federico Es- querre, César Vallejo, Alcides Spelucin, Oscar Imarta, Victor Rail Haya de lu Torre, Francisco Xéndoval, Carlos Manuel Cox, Macedonio de la To- rve, Esquerviloff, Juan Manuel Sotero, Wéstor Mertos, Pedro Lizarza dur, Daniel Hoyle, Alfonso Sinchez Urteaga (Camilo Blas), Eloy B. Esp nosa, Giro Alegria, Juan Espejo Asturrizaga, quien nos trae el dato en su libro “César Vallejo, itinerario del hombre”, y otros. De aquel grupo i terario no sélo emergieron, pues, notables poetas y novelistes, como Ve- ajo y Alegria; emorgié, también, con el tiempo, un jurista, para bien del derecho y del mejor conocimiento de la norma. De aqui su inclinacién por las buenas lecturas y la comprensién del arte moderno y contempo- rineo; y que, a veces, el grave tratedista y erudito profesor, nos olcanza ensayos de historia del derecho Wenos de gracia literaria. Asi, “EI negro en el Peri", publicado en “Mercurio Peruano”: teniendo entre manos “El derecho en el Quijote Lo que siempre he admirado en Castufieda, « més de su talento, es su indeclinable afecto por su tierra natal: San Pedro de Loc. Viejo pueblo mo- chica-hispano, hoy capital de la provincia de Pacasmayo, del departamento de Ia Libertad y que fuera erigido en 1572 como villorrio de indios, por los visitadores espatioles y fundadores de pueblos 0 redueciones de naturales enviados por el Virrey Toledo. San Pedro de Lloc, en la Colonia, famoso por sus tejidos o fabrica de atavios caballescos —los nunca igualados en el Perté pellones sampedranos. Y cuya holgansa econémica local y belleza pai- = sajista, en que el tiempo y el vivir se-recuestan en soledad virgiliana, lo han hecho de lo més caracteristico de In costa norte peruana; hasta haberlo esoogido el sabio italiano ‘don Antonio Raimondi para reposar de sus fat ges y dormir, para siempre, el eterno suefio sin swefio de las mortales. Castafieda, queremos repetirlo, tiene el gesto de nombrarse sampedrano. (De “noble varén os el no negar lo suyo”, dice el viejo juicio castellano). Gesto, varonia que lo eleva y que le distingue de las medianias intelectua- les 0 falsos valores; pues que hay hombres que ya con algtin bagaje cul- tural, puestecillo politico, o trepades o asidos en el peldaito de un grupo visible de nuestra sociedad, no solamente niegan el suelo donde nacieron sino a su propia madre y sangre native. Y en verdadero conjlicto moral de conciencia 0 complejo racial ja estas alturas de la historia del mundo! bretendiondo identificarse con advenedizas y fordneas gentes, o decirse oriun- tos de una “ciudad fundada por los eonquisladores espafioles, con escudo y titulo nobitiario”. ‘San Pedro de Lloc cwenta entre sus ilustres hijos: ayer, « don José An- drés Rézuri, el hombre de espada, que en las pampas de Junin trocara ta derrota por una estruendosa victoria a favor de las armas patriotas; y hoy, ‘+ Jorge Eugenio Castafieda, Hombre de la pluma, que honra al foro na- ional. Porque si la obra justifiea al hombre-escritor, investigador 0 ar tista — al tiene suficiente labor y méritos para Wamdrsele: eminente pro- fesor y jurista peruano. Lima, 1973. Jost VARALLANos Abogado y Doctor en Derecho. —Vvi- AVISO INDISPENSABLE Este libro sobre Derecho Civil no es de creacién. Es apenas de bis queda; de indagseién; de investigacién, en suma. De alli que jamés pueda yo decir lo que expresara Juan de SOLORZANO y PEREYRA (*), quien citando @ Lucrecio y a Horacio, eseribié que de las materias que exponia era el primero que Jo hacia, afirmando “sin poner planta sobre huella ajena’ Por el contrario, yo para hacor este libro, he tenide que poner mi planta tm muchas huellas ajenas de autores cuyos saberes queria aprehender. En el ius privatum la ereacién no existe; por lo menos, on las ideas medulares. El abogado, sobre todo, desconfia y no se entrega a la nova species juridica. El derecho que nace de los hechos juridieos es en la realidad ereacién de a sociedad, quien habré de apoyar o rechazar el status existente 0 el que se encuentra recién naciendo, EI Autor () Bu la dedieatocia de *Poltiea Indiana", t. I, Cia, Thoro-Ameriesna de Public caciones, $/2,, Madrid Buenos Aires, N* 23, p- 13 SECCION PRIMERA LOS DERECHOS REALES CAPETULO UNICO DETERMINACION DE LOS DERECHOS REALES 1.—Dos grandes teorias en el Derecho Civil.— Como afirma Rrcaup (1), a exposicién sistemética del Derecho Civil puede reducirse a dos teorias fundamentales: la del derecho de familia, dentro del cual esté comprendico cl dexecho de sucesién, y Ia del derecho patrimonial. Este viltimo abarca los derechos reales y los derechos de obligacién, Hamados también derechos Ue exédito, obligacionales o personales. Empero, a la postre todo el derecho civil, aunque fuere metliatamente, es patrimonial. En Ia ensefianza que se imparte en esta Facultad, los derechos de fa tnilia y sueesiones se estudian en el 4° y 5? afios del ciclo profesional, los de- rechos reales se estudian en el segundo afio y los de obligaciones en el ter- cero del mismo ciclo. Se ha tratado de unificar los derechos resles y los de crédito. Civilis ts de nota han emprendido esta Isbor. Asi es dable anotar el esfuerzo eun- pido por Pzantox, quien ha combatido persistentemente Ia cldsica divisién y ha expuesto que es falsa la doctrina que. ensefia que es distinta In natu- raleza entre el derecho real y el de obligacién, que la definicién clisica que reduce el derecho zeal a una zelaci6n directa entre una persona y una cosa cs inexacta; que el derecho real no es un derecho sino porque implica una cbligacién pasiva universal, a cargo de toda otra persona que no sea su ti- tular (2). (@) RIGAUD, Bl derecho veal. Historia y toovia Su origen institucional p. 5. (2) ‘Para el examen y dicousién de este probloma de la unificacién del dereaho reel del de obligessén v-r Bowsbeast, IN? 20 15, p. 39 s2-: Pianrou-Rierar y Plead, nf, N36 er p. 32 e6.4 ROFINA VILLECAS, st estullo en generals DE BUEN en notie al COLIN-CAPITANT, TI, p. 13 , 2.—Los derechos reales y personales y las doctrinas de los civilistas.— La primera doctrina sometida a nuestro examen es la elésiea, que se apoya eo la diferencia en Ia naturaleza esencial del derecho xeal y del obliga gacional. Son sus representantes Ausny et Rav (3) y Baupny-Lacantiveme (4). Para los primeros el derecho real es el poder juxidico que ejerce recta e indirectamento una persona sobre una cosa para su aprovechemiento total 0 parcial, ¥ que es oponible a cualquier otro Bavony LAcANTINERIE expresa que es ya no un poder juridico, sino tuna relacién directa e inmediata entre una persona y una cosa E] aprovechamiento es total, como acontece en el derecho de propiedad, cen que el dominus, usa, transforma, consume o dispone del bien de que es ‘dueiio; o parcial como ocurre con el usufructo, el uso, In habitacién, los de- rrechos reales de garantia, las servidumbres, en que el aprovechamiento es ‘mas 0 menos intenso, por lo que puede establecerse una gradacién. Para esta teoria el poder juridico es susceptible de oponerse a terceros, tiene valor erge omnes. La doctrine personalista, euyos representantes son Panto y Ruan (5), asimila el derecho real al derecho obligacional. La objecién de més fuerza reside en afirmar que no puede existir relaciones de orden juridico entre ‘una persona y una cosa; por definicién, todo derecho es una relacién entre personas. Es una tesis monista 0 unitaria, porque identifica el derecho real al derecho de erédito; lo asimila, Encuentra en el derecho real una relacién juridica entre un sujeto activo y otro pasivo indeterminado, que tiene una obligacién negativa y general que consiste en no violar ni pertuxbar Ios derechos reales de los demés. Se le objeta a esta doctrina que en puridad de verdad no existe una obligacién pasiva universal, porque esa obligacié no tiene contenido patrimonial. Toda obligacién, se dice, debe traducixse cen dinero, porque de lo contrario no seré considerada juridicamente como bligacién. Sin embargo, esa obligacién siempre tiene contenido patrimo- rial en cuanto da nacimiento a la reparacién del demnus emergens ¥ lo determinacién y pago del lucrum cessans. En la doctrina ecléctica, que Ia encontramos en Puantor - River y Picard (6), se advierte que en el derecho real hay un aspecto interno y ‘otro externo. En su aspecto interno convienen estos autores que se trata de wn poder juridico que se ejerce por In persona sobre la cosa; pero tam- hign afirman que el derecho real surge, aparece, debido a una relacién juri- dica entre un sujeto activo determinado y un sujeto pasivo indeterminado, (3) HL, Nr am. p. so (4) Precis, 1. N'i200, p. 785 (5) ‘Ter lemental, NF 2159, tex. ym. de la p. 20. (6) TH NP a, p. tt Bonnecast (7) es el exponente de la doctrina econémica. Para este eutor Ia diferencia entre el derecho real y el de crédito es también profun- ‘da, como para la doeteina clisiea; pero por otro orden de consideraciones, que reposen en el contenido econémico. Asi, el derecho real es apropiacién de riqueza, que sélo reeae en cosas corporales, porque toda la riqueza es material; en cambio, Ia obligacién re- cae en una prestacién, en un servicio. El derecho real es de apropiacién; sl derecho de obligaciones es de servicios, de prestaciones. ‘Tenemos, por iiltimo, la doctrina realiste u objetiva, que asimila el derecho de erédito al derecho real. Son sus sostenedores SALBILLES, JALLU, Gaupemer y Gazin (8). Para Saxeitixs, Ia obligacién se ha ido despersonalizando hasta con- vertirse en una relacién entre patrimonios. En Ia obligacién lo importante no es el dendor, sino su patrimonio. La eficacia de Ia obligacién se determina por la solvencia del patrimonio, De alli Gavpeacer sigue que la obligacién se convierte en un derecho real sobre el patrimonio del dendor. 3.—Diferencias entre los derechos reales y los derechos de obligacién — Expuestas Jas teorias anteriores, nos corresponde establecer los caracteres de restos derechos patrimoniales: 1) El derecho de crédito es la facultad que corresponde a su titular de exigir de otra persona el cumplimiento de una prestacién o de una abs- tencién, Por tanto, en toda obligacién nos encontramos con: a) un sujeto pasivo (dendor); b) um sujeto activo (acreedor); yc) un objeto del derecho (prestacién o abstencién). Por el contrario, en el derecho real existe un poder juridieo que se cjercita por su titular sobre un bien, sin necesidad de que intervenga su- oto pasivo alguno, Si existiera algim sujeto pasivo seria para constituir un obsticulo en el ejercicio del derecho real, para impeditlo © perturbarlo. En cambio, en In obligacién es indispensable la existencia del sujeto pasivo para que obtenga algiia provecho el titular, 2) El derecho real importa un poder juridico sobre el bien; ol de- recho obligacional supone una prestacién 0 une abstencién que exige el sereedor del deudor; una actividad; una conducta; un comportamiento. 3) Tanto en el derecho real como en el derecho de erédito el su- jeto activo esté determinado concretamente. Pero en el derecho real el su- TT, Ne 37 ss., p. 62 ss (8) Cit. por Rieaua, p. 331 ss. jeto pasivo es indeterminado, en tanto que en el de obligacidn es deter minado. 4) La obligacién puede ser de tres especies: de dar, de hacer y de no hacer. El derecho real s6lo da nacimiento a una obligacién de no hacer de eardeter universal y con sujeto pasivo indeterminado: se trata de una abstencién (9). 5) Sien el derecho de erédito so impone una obligacién de no hacer se tiene necesariamente que determinar; asimismo, el sujeto pasive esti eepecificamente determinado. En cambio, en el derecho real la obligacidn de no hacer no es determinada porque existen innumerables derechos ea les y tampoco el sujeto pasivo esta determinedo; seria, en todo caso, Ia eo lectividad. Existen, sin embargo, obligaciones con sujeto sobreviniente. 6) ‘Todo derecho real se refiere especificamente a hienes individual- mente determinados. No se concibe el dominio, el usufructo o la servidum- bre sobre bienes indeterminados. Por el contrazio, Ia obligacién puede re- ferinse a cosas determinadas o sélo a las determinadas por su especie y ean- tidad. Hay obligaciones in genere (véose arts. 1178 a 1181 eédigo civil) (10). 71) El derecho real es absoluto; el de crédito es xelativo, Atendido este eardcter, el derecho real puede ser opuesto a todo el mundo; el de obli- gacién sélo es oponible al sujeto pasivo o dendor. Nadie més que el sujeto yasive est vineulado al acreedor (11). 8) El derecho real tiene como uno de sus atributos el derecho de persecucién, que no Io tiene el de crédito (12). Por el mismo se sigue el bien donde quiera y en manos de quien se eneuentre. El derecho de us feueto, v. g., puede invocarse no sélo contra el propietario que lo consti- tuyé sino también contra terceros a quienes se les hubiere enajenado el hhien. Nos referimos a bienes inmucbles no registrados, evidentemente, 0 inmucbles registrados pero con usufructo también inserito, 9) El derecho real eva consigo el derecho de preferencia, que no se da en el derecho obligacional. En el campo de los derechos reales, ol derecho de preferencia es un derecho de exolusidn; por su jerarquia exclu- ye a todos los que tienen derecho de obligacién. Quien tiene un derecho peal de servidumbre 0 de hipoteca, por ejemplo, nada tiene que temer de Jas acreedores, anteriores 0 posteriores, del constituyente (13), ni de Jas per- sonas a lis cuales hubiere enajenado el bien o constituido otros derechos reales (nemo dat quod non habet, qui prior est tempore potior est iure) (2) PiasorsRirser y Picard, 111, Nf 42, p. 49 (0) PrawonTivexs, 'y, Picard, TT, NP 43. p. 49. (11) PeamouRivent y Pieted, IL, NP 42, 9.47 (2) Reesun, p. 87 ss). (13) Ricavo, p. 88,6 8). 10 Los derechos de persecucién y preferencia nacen en el derecho real del poder juridico que el titular tiene sobre el bien. En cambio, el acreedor no puede seguir a Ia cosa que se encuentra en manos de un tercero, porque ningiin derecho tiene sobre ella; él sélo tiene un crédito contra el deudor Las diferencias no son absolutes. La preferencia juega también entre los derechos de crédito, en el sentido de que todos no participan a prorrata en el patrimonio del deudor sino que unos se pagan primero que otros. Estos son Ios privilegios, que encontramos en la L. P. de Q. N? 7566, arts. 110 ss. De otro lado, los acreedores tienen también a su favor cierto de- recho de persecucién cuando piden la quiebra de su deudor 0 cuando ejer- citan Ia accin revocatoria (arts. 1098 y ss. eéd. civ.). Finalmente, el de- echo de persecucién y el de preferencia se encuentran atenuados 0 han sufrido importantes modifieaciones por efecto de nuestra institucién de los Registros. Pablicos 10) En el derecho real se tiene el propésito de apropiarse de una riqueza; en el derecho creditorio se persigue obtener una prestacién, 11) En los derechos reales funciona Ia adquisicién por usneapién, Ja que es inoperante en el derecho de obligaciones. Es posible adquirir por prescripeién el dominio, el usufructo, ciertos derechos de servidumbre; por 1 contrario, no se adquiere por preseripeién el derecho de socio, de arren- atario. Estos derechos hay que contratarlos para que nascan. En sltima instancia, sélo los derechos reales son objeto de posesién y sélo es posible preseribir aquello que so posee. La posesidn treduce el ejercicio de los de- rechos reales; es Ia exterioridad de Ios mismos. 12) Por regla general, el derecho real es perpetuo; el derecho de erédito es temporal. Sin embargo, Ia locacién puede pactarse por tiempo ilimitado (art, 1494 odd. civ.). Caso dudoso es el del contrato de locacién cuando se registra, en que produce los efectos de un derecho real (arts. 1505 y 1515 eéd. civ.) De otro lado, el mismo derecho de propiedad ya no es perpetuo, desde «que se extingue por el no uso (ine. 4° del art. 822 eéd. ci 18) En el derecho real, v. g., en Ia propiedad, es susceptible de pro: ducirse un estado de indivisién; el derecho de crédito, en cambio, se distribu- ye activa 0 pasivamente entre los herederas 0 sucesores. 14) El Estado interviene intensamente en Ios derechos reales; por el contratio, se muestra indiferente con respecto a los derechos personales. En el derecho comparado se distingue también el derecho real del per- sonal en la forma de adquisicién. Asf, en Espafia y Argentina se exige la tradicién para adquirir el derecho real; en Alemania debe cumplirse con a inseripeién en el registro. Entre nosotros, el dezecho de propiedad se trans: fiere por el contrato; basta para ello el acuerdo de voluntades, salvo euando n se trata de bienes mnuebles, en quo es indispensable Ja tradicién, Sin embar 40, In excepeién la encontramos en el Peri para el derecho de hipoteca, uno de cuyos requisitos viscerales es el de Ia inseripeidn (ine. 2° art. 1013 eéd. civ.). ‘Tampoco es absoluta esta diferencia: Ia evolueién del Estado hacia fo:- ‘mas opresivas y negatorias de la libertad, impele a la autoridad a restringis Ja autonomia contractual. Asi, en la Tocatio-conductio de cosas y operarum. 4,—La denominacién.—« “Derechos reales” es 1a forma usual de la- anarlos; Ia recomienda Savigny. Es por oposicién a los derechos personales, que son también patrimoniales La palabra es de formacién reciente. Los romanos no conocieron una cexpresién general que comprendiera todos Jos derechos que ahora Mamamos reales. En Roma se conocfa la actio in rem opuesta a la actio in personam. Abora se trata de derechos in rem. y derechos in personam, “Derechos de cosas” Je aman los civilistas alemanes. Es la parte del derecho civil que se ocupa de Io eonereto, de lo objetivo, de lo material, de aquello que nuestros sentidos aprehenden. Las casas no son Ios bienes; estén dentzo de éstos, pero también lo estin los derechos, que no se captan por los sentidos, Lo real es lo tangible; es la pura materia. Por Jo menos, ha sido asi hhasta ahora y el derecho hubo de ropartirse asi. Pero, el progreso de Ia fisica wos hace ver que la materia no es més que energia, que lo aparente no es 10 verdadero, Como advierte Frawannez Suansz (13 bis), “Pero he aqui que Ja ciencia misma niega hoy la materia y la eonvierte en una danza, incluso —dicen— arbitraria, de minisculas eriaturas eléctricas, algo asi como una fiesta de hadas encendidas, pequefiisimas y muy poderosas”. Esto supoue que ya no debemos creer ni siquiera en Io que tocamos o palpamos; y asf, en timo término, nos estamos quedando sin saber dénde esté Ja verdad. De alli que entonces para Ferwanpez Suarez el Quijote no sea ni tonto ni loco cuando cree que Ia basta Aldonza es la sutil Duleinea (13 ter). La fisica, que de todas las ciencias es 1a més exacta, ha comprobedo que Ja materia — que es la sustancia de las cosas—, carece de sustancialidad. Es nada més que energfa, radiacién manifestada, que se origina y se desvanece de nuevo. Como expresa Henwanr-Wevt, “la materia no existe; la materia aeontece” (13 quater) (13 bis) En “Los mitos del Quijote”. p. 83, od. 1953, (ter), Tempoco resulta el Alonso Quijano tan anormal cuando dice que Tos he- chos Sone veees “eneinigne dela. verdod™ (son lor encantamientes) ‘Anngue de nuevo euando Sancho To. apura —que también To hace— dice: —"y para coneluir eon todo, yo imagine quo todo lo que digo es asi sin que sobre ni falte nade CE, Don Quijote, exp. XXV, I" parte, (18 quater) Cit, por H, DOMBROWSKT, en el ensayo “La edad de Te vide"; fo on "Rev. de Oceldente”, ato TV, 2a. kpoca, 1966, N? 36, p. $23. apareci= 2B 5-—Su aparicién— En el orden histérico es el derecho real el que pric ‘mero aparece. Es en lo posterior, que surgen los contratos, les derechos ere. ditorios. Lo previo, Io inmediato es el fendmeno de la apropiacién, de Ia ‘sprehensién; y ello se aplica porque el hombre necesita primero vivir, so. brevivie, Los derechos reales son derechos en las cosss; no son derechos a las co. Es en esta ra 6.—Los derechos reales y la accién tutelar del Estado, sma de los derechos patrimoniales en donde los Poderes Piiblicos intervienen en forma preponderante. Ningin habitente dentro del Estado puede consti. tui derechos reales sin sujetarse a las férmulas legales; nadie puede proceder en esta esfera arbitrariamente, porque ello conspiraria contra los intereses del agregado social. Ya se habrié de comprobar, sin embargo, que Ia fuerca de Ia deslaraciéh del art. 852 e6d. civ. es més aparente que real, desde que existen otros derechos reales no incluidos en el eédigo que pueden ser esta Dlecidos. Lo que si es cierto es que nadie puede constituir otros derechos reales que aquellos establecidos por Ia legislacién; no sélo por el eédigo civil. No hhay otros derechos reales que los reconocidos por el legislador. Este es el eri. terio que informa con mayor © menor intensidad a los eédigos extranjeros (06d. slemén, ley de introduecién arts. 63, 68 y 196; edd. brasileo, att. 674, c6d. chileno, art. 577). No existen otros derechos resles ademés de aquellos que Ta ley ha creado. Lararue (14) incluye erréneamente a nuestro céd entre aquellos que, como el franeés, permiten que la iniciativa privada puc- a crear derechos reales. Esto intervencionismo del Estado dentro de los devechos reales os exp cable, porque en cuanto al derecho de propiedad, por ej., que es el derecho zeal por excelencia, st distribucién y su ejereicio exea problemas politicos trascendentales, El dominio es hasta una cuestién de soberania que esté vin culada fuertemente con problemas que se relacionan con el orden piblice- Asise explica Ia doctrina que informa el art. 31 de la Const. que declava: “La propiedad, cualquiera que sea el propietario, esta regida exclusivaments Por Tos Ieyes de Ia Repablica y se halla sometida a las contribuciones, grav. enes y Timitaciones que ellas establezcan". Asimismo, el art. 35 de dicho Const, expresa: “La ley puede por razones de interés nacional, establocer res. tticciones y prohibiciones especiales para Ia adquisicién y transferencia de ‘leterminadas clases de propiedad, sea por su naturaleza, © por su condiciéa, © por su situacin en el territorio". ¥ el art. 36 prohibe a Tos extranjeros ad, 9M 1. a, 81 det p. 33 13 (quitir 0 poscer determinadas clases de propiedad dentro de una zona de 50 k:lmetios de las fronteras. Se impide la adquisicién de los desechos de pro- piedad y de posesién en ciertos casos a quienes no son nacionales del Estado, lo cual esta corroborado por el art. XVI del T. P. del edd. civ. y ha sido de es: peeial regulacién pox medio de las leyes y decretos que a continuactén ci- tamos: Ley N? 7943, de 10 de diciembre de 1934 y Decreto Supremo de 22 de julio de 1941. Como observa Henzarann J. W. (14 bis), el famoso civilista de la Universidad de Berlin, ahora se pone en duda y se conmueve en sus cimies tos toda la vida cultural y, por cousiguiente, el Derecho de cosas (derechos reales),—que forma parte de esa cultura—, entra en erisis. Y dentro de él csiste una lucha despiadada entre propiedad individual y propiedad social Jia socializacién consiste en esoncia en sustraer los medios de produccién a Jas personas privadas y poner esos medios a disposicién de la comunidad. Y jaquién es el que realiza la socializacién? El Estado, mediante una frondosa huroeracia y una complejisima y enorme organizacién. En la exposicién del Jefe del Instituto Nacional de Planificaoién, General de Brigada EP. Gur- i1eRMmo Manco et. Pont, durante la X Conferencia Anual de Ejecutivos, Cade 71, el 18 de noviembre de 1971, en Paracas, expresé: “POLITICA SOCIAL”. “Las lineas de accién de Ia politica social deben estar dirigidas funda- montalmente a la afectacién de la esencia misma del poder econdmico y a su transferencia a los grupos mayoritarios; como Ta existencia de los dese- ‘quilibrios de estructura sovial esti asociada a Ia existencia de la clase domi- ante, toda modifieacién afecta a dicha clase. En consecuencia, las rofor- eas deben estar orientadas a modificar la estructura de Ia propiedad TE proceso de Ta transferencia de Ia propiedad..." (14 ter).. Por tanto zs¢ avecina la transferencia de In propiedad de la clase do. ante pero a quién? Al Hstado? A los pobres? Ciertamente, de Io repro- dueido se infiere que no es al Estado, sino a los “grupos mayoritarios”. La tierra mistica, por ejemplo, no esté en manos de los menos. La propiedad hha sido dada a Jos més; no al Estado — Motock euya voracidad es insacia- ble. La verdad es que la propiedad individual es la generadora de la desi- gualdad entre los hombres, D, Civil, If, Dosechos Reales, trad, Madeid. 1955, § 1 IV p. 15 (14 ter) Vésse “EI Persone”, dp 19 de noviembre de 197 7 Se puede afirmar que sobre el aspecto social y el politico han influide Ja existencia y el crecimiento de los derechos reales, especialmente el de dominio, hasta el punto de configurar Ia sociedad. Como expresa Lararuue (25), “no hay que ineurrir en los excesos del materialismo histérico pa- za reconocer que las vicisitudes de Ia humanidad han xespondide muchas veces, @ la deficiente legislacién sobre el dominio y los demas derechos reales”. He alli entonces la razén por la que el Estado ejeree una vigilan- cia permanente sobre las relaciones juridicas que emergen de los derechos reales y crea canales Iegales adecuados para que se desenvuelvan normal- mente, 1—Ausencia de definiciones en el Cédigo Civil vigente— Salvo ra- ras excepeiones, el eéd. civ. no define ninguna institueién juridica de las que regula. Se ha transformado en un instrumento esenciaimente téenico, que no puede ser manejado y aplicado sino por abogados. No chstante de que contiene defectos, es evidente que esta forma de legislar ha evitado que resulte desmesurado. La supresién de las definioiones obedece a un propésito de los legis ladores que ha sido expuesto dentro del seno de Ia Comisién Reformadora del Cédigo Civil (16). Asi, Otrvema expresé que no debian darse en la ley ni clasificaciones ni definiciones, ya que los cédigos, no deben tener funeién docente ninguna; que, por otro lado, Jes definiciones y clasifioa- sioues tenian el grave inconveniente de circunseribir al eriterio de deter minada época un aspecto de In vida juridica, lo que se oponia al propési- to de dar flexibilidad a la ley; que més valia Ia fijacién de un eriterio gonérico que comprendiera las distintas formas que puede revestir Ja pe: soma juridica, estableciendo solamente el régimen a que debe cefir su fumeionamfento. Y Ozasct#a (17) manifests que la ley no debia definir ni clasificar sino en casos muy sefialados, porque las definiciones son mis del tiel resoxte del gramético que del Iegislador Inrennve (17) bis) ya decia que los juristas elisieos se declaraban im yotentes para dar una definicfén exacta, en ciestas xelaciones juridi (25) UK, 1, Ne 27 p. 82. (16) V.ACrAS.T, p. 156 (17) V. ACTAS, Tp, 162 (27 hie) ” AEL spit el derecho romano", I, p. 87. Sin embargo, esos jurisonsultos insision en te neceidad de formance na idea de olla observando ia vide. El mismo IHERING (p. 42) exprese que quedaron ocultas pare los Tomanos una serie de reglas fue fusion ‘dadss conocer por vee primera gracias s los etaos actuals; a cas n0%- thas Tas denomina ‘opls lateotes dal erecho"~ Agroga que todo derecho nor ofreee efem- plo de téralas Talos, es decir, do errorcs que siden on 1a forma de expresin. El Hbro Fevissdo eoreesponde « uno ediién castllann del afo 1691, hecha en Madrid. por ly Lie ireria ator de G. Baty-Bailiere, 15, B.—Los derechos reales en el Cédigo Civil— Bl vigente cédigo civil coloca en el libro IV Jos derechos reales, después de los libros que tratan det derecho de las personas, del derecho de familia y del derecho de sucesiones ¢ inmediatamente antes del derecho de obligaciones que constituye Is materia del libro quinto, que es el ultimo. EI método seguido por el legislador de 1986 es evidentemente adecua- do y responde a razones de légica. Al respecto, eitaremos Ia opinién de La- FAMLLE (18) acerca del libro.de los derechos reales en nuestra legislaciéu: “El eddigo del Peri organiza con acierto Io referente a nuestro objeto, ya (que en sus diversos titulos trata de los bienes, de la posesién, de Ia propiedad yy sus desmembraciones, de los derecho de garantia y de los registros, evitan- do la minuciosidad y el exceso en el articulado. Sélo habria que objetar In fel ta de una parte general, que abrazaria las personas, las cosas y los hechos”. 9.—Limitacién en la creacién de tos derechos reales.— El art. 852 6d. civ. declara: “Por los actos juridieos aélo pueden establecerse los derechos ves. les reconocides en este Cédigo. . .” ‘Al respecto, debemos tener en cuenta que existen otros derechos reales uo previstos en el ed. eiv., que pueden ser creados; tales son la hipoteea so bre buques, que se rige por la ley Ne 2411, de 30 de diciembre de 1916, y a hipoteca sobre minas a que se referia el odd. de mineria. Podria argiirse, sin embargo que estos derechos reales quedan comprendidos dentro de ta Grbita del o6d, por cuanto el mismo ha establecido, en los ines. 3% y 4* de su art. 812, que las minas y los buques son inmuebles. Asimismo, la pren: da agricola que autoriza 1a logislacién especial, se refiere a un derecho de prenda que rompe con el principio clisico del desplazamiento del objeto que de un derecho real no comprendido cx al od, y al que ni si Otros derechos reales permitidos por el edd. civ son las fundaciones (arts 64 y 5s.), y Ios bienes de familia (arts. 456 ss.). No trata el edd, de los censos consignativo, reservativo y enfitéutico, por lo que parece que no se pueden establecer éstos por acto juridico. Empero, Ia ley N? 10722, de 26 de noviembre de 1946, que modifiea y da fuerza de ley al estatuto de la cor- poracién de Ia vivienda regula Ia creacién de censos en sus arts. 113 a 116. De otto lado, no existe probibicién en la Carta Constitucional que nos rige, como la habia en anteriores Constituciones. Asi, en la Coust. de 1860 su art. 6 prohibia las vinculaciones y que toda propiedad era enajenable. Sin embargo, el censo enfitéutico esti prohibido constituirlo por la ley Ne 1447, de 7 de noviembre de 1911, que asi lo disponia en su art, 1° Asi- (28) 111, NP, p. 7. 16 ‘mismo, la ley de 4 de setiembre de 1849 (19) establecia la nulidad de Jas disposiciones referentes a biones vinculados, en su art. 1° En definitiva, no se pueden establecer derechos reales no autorizados por el edaigo o por leyes especiales. Ello no obstante, 1a legisla posterior ‘puede outorizar la constitucién de enfiteusis y otras formas de derechos rea Jes porque Ia Constitueién no lo impide. Bl sistema dol mimerus clausus ha sido adoptado por Ia legislacién moderna; asi, en el edd. civ. alemén (20). 10—Clasificacién de los derechos reales. La primera clasifieacién jtingue los derechos reales sobfe la cosa propia y los que afectan Ia cosa Pertonecen a la primera clase la posesién, la propiedad y el condo- ya la segunda Jas servidumbres, el usufructo, el uso, la habitacién y los derechos reales de garantia. Una segunda clasificacién los diferencia on derechos reales principales como el dominio, el usufructo, ete.. y aceesorios, como la prenda, la anti cresis y la hipoteca « ‘También se clasifican Jos derechos reales en propiamente dichos 0 do: fimitivos como el derecho de propiedad, y provisionales, como el derecho de ; en completes, como el dominio, y limitados, como los gravamenes. ‘tra clasificacin atiende a los bienes sobre que recaen los derechos rea- los. Ast, el dominio, el usufructo y el uso pueden recaer sobre bienes in tuebles y mucbles; la prenda, s6lo sobre muebles; y el usufructo, por ej sobre una universalidad de derecho 0 sobre exéditos. Finalmente, existen derechos reales subjetivamente personales como con los de usufructo, de uso y de habitacidn; y subjetivamente reales, como, Jas servidambres (21). poses (29) ¥, CALLE, Céd. de produc, p. 781 ss. 20) WOLFE, 1 § 2 p. 7, IL D1) Para exin materia eonsiliese WOLFF, D. de cosas, 1. § 8, VI, p. 12 ss LABAILLE TH, 1, NST, p. 52 ss. W SECCION SEGUNDA LOS BIENES CarvroLo I DELIMITACION CONCEPTUAL, 11.—Prenociones—Es, como ya hemos dicho, objeto de nuestro estu- ‘lio el Libro IV del eéd. civ., intitulado “De los Derechos Reales". TLa primera seccién de este libro se denomina “De los bienes”; y com- prende dos titulos: el titulo I, amado “De las varias clases de bienes” y que trata, en especial, de los bienes inmuebles y muebles, de las partes inte geantes, de los accesorios y de los frutos y productos; y el titulo IL, nombra do “De los bienes del Estado y de los particulares”, cuyo contenido aparece claramente del titulo, Los. bienes constituyen el “objeto” del Derecho Civil Son objeto de los Devechos Reales y de las obligaciones de dar. 12—Concepto juridico de los biewes.— En sentido juridico, la pala- bra “bienes” tiene un concepto'menos Iato que el concepto filosético y dife rente del econdmico (22). “Para el derecho, bienes son los valores materiales o immateriales que sixven de objeto a una relacién juridica” (23). Para Inenine (23 bis) bien es toda cosa que puede servir de algo Cita a Anes, quien expresa que no hay derecho sin utilided; y que “bien” y “derecho” nunea se combaten. Agtega Inenive que el contenido de todo derecho es un bien y el destinatario, del derecho es el hombre. ‘Véase cone los bienes (ss semoréndume del Prof. SOLP y MURO, en Actes, TV, py 201s, 251 56. 7 263 (2a). Asi'ee exprece BEVILAQUA, I, p. 216, Los bienes econémivos forman nuestio putrimocte, Los biense no esonémiees, somo ia vide. la Hbertad, Ia hones, son irradiaciv hes de la pereonaidad, las que’ por no'ser evsorptbles de valor no forman parte de nussto Pan(aabie) Ba“ . 366. Tembién IHBRING. on otro Inga expees 4a tlidad, ee In susan ia dat derecho (N siti del Derecho Romano", 1V, Ne 1 “Loe devechos wo prodacen wad’ intl "0, p. 361) 8 Los bienes denotan un concepto ‘mas amplio que el dle cosas. Las eos son Ios objetos corporeles, como lo preceptiia el art. 90 del eéd. alemén. Bie nes son cosas, derechos reales, obligaciones. El rubro utilizado por el legislador, que es el “De los bienes la una mayor latitud a las disposiciones que contiene. (23 ter). Dentro ‘le los bienes,— y, especificamente, dentro de los bienes.muebles—, se eneventra el dineo (pecus). Con el dinero se adquieren por compra-venta los otvos bie- nes muebles e imnuebles. Precisamente, lo primero que tiene el hombre, en general, es dinero, con el cual cuando le sobra compra. otros bienes que in- gresan a su patrimonio. Como la moneda hasta ahora no ha desaparecido en ningiin régimen politico, por Io menos sobre ella el hombre ejeree un derecho de propiedad exclusivo y excluyente. Loe salarios y los sueldos se pagan en dinero y séto por excepeién con otros bienes mucbles. Si bien existen sistemas politicos que hon hecho desapareeer el derecho de propiedad particular sobre los bienes inmuebles, todavia la eonservan so- Ine el dinero y otros bienes muebles (23 ter). EI comunismo eonserva la pro piedad individual sobre el bien dinero. ‘La monedla no sélo es medida del valor de las cosas, sino que ella misma es un valor. que Ie da no sélo el Estado, sino el valor que Te otorgan quie- nes Ia reeiben, La moneda es a la postre una douda del Estado. Este puede subirla 0 bajarla, o cambiarla. Asi, Ia de metal con valor intrinseco Ia sustituys por ia moneda de papel. Empero, esta iiltima tiene en los eambios el valor que Te otorgan quienes al mismo tiempo la dan o la reeiben. El dinero es medio de pago; con él se extinguen las obligaciones, ain Jas que no sean dinerarias, si el acreedor consiente (datio in solueum). Ie acuer- (2oier) Deale antigtio el dineso coustituye un valor inaprecible; y ning Bstado I> ir tecko desaparecee. A lo més 20 le eambia no s6lo de signe. sino’ de natursleza. pero Hempre v= Te mantiene "Yeats por ejemplo, lo que desia ol Arciptesle de Hits, en ol “Libro de Boon A nor", Bn tna de sus primers edotigns ce Tee Como dice Aristtiles, com ex verdalera fel manda por ios cosis trabajn: le primera por over mantenengies In otre cose ere por acer juntamiento com fenbra plcenterd Yel mismo Archipreste ea el pooma “Ensiexplo de ta propiodat quell dinero ha" cvetibe: ‘Mucho Jes, el dinero, mucho es de amar: al tore fase Busno © ome de. pres Sea we ame nescio © rudo iabredor Tos dyneros le fecen fidulgo e sebyar 19 [La moneda tiene en los pagos poder liberatorio porque asi lo dispone el Estado emisor. Es de curso forzaso, 0 sea que tiene que aceptarse quieras que no (23 quater). La moneda eanccla Ia obligacién siempre que se dé toda Ja moneda que In obligacién expresa. Pagada una obligacién con moneda dentro de un pais, ya el acreedor no puede reclamar Ja obligacién extinguida con ese pago. Ese es el curso forz0so, 0 sea Ja obligacién de todo acreedor de aceptar la moneda del pais en que nacié In obligacién del eual os titular. Ahora mismo, ni el délar es convertible. Todo billete es incouvertible. Es decir, In moneda representa tina deuda del Estado que continuard viva, porque el emitente no podré pagarla jamés. [La moneda contione en su esencia la idea de comparar (23 quinquies). Primero fué el trueque 0 eambio o permuta, en que las cosas eambiadas te nian cierta equivalencia en el “precio”. Después, con la moneda tambi permutan cosas. Se da el mueble, vg por cierta cantidad de moneda (que ambién estas unidades de moneda son cosas). 13.—Definie cién privada y que puede procurar al hombre una utilidad. [Los bienes eonstituyen elementos del patrimonio; son las cosas que puc den ser objeto de un derecho y que representan un valor pecuniario (24). a.—Bien es todo aquello que es susceptible de apropia- 14.—Btimologia—Bien deviva del_latin bonum que significa felicidad, hienestar. Avin cuando la fortuna no asegura Ia felicidad, por lo menos con- Uuibuye a ella en no eseasa medida, Es mas fécil ser feliz con muchos que ‘on poces bienes: EI vorablo “bien” se encuentra incorporado en “thienandanza”, el cual significa felicidad, dicha, fortuna en Ios sucesos y acaeveres. Y el bie dante es el que es feliz, dichoso, afortunado; lo seré, por tanto, el que tiene bienes. Bn el derecho espaiiol antiguo, Io era el que tenia “posesiones”, cuando no se encontraba bien delimitada 1a propiedad de Ta posesién. EL Liijodalgo debe tener posesiones; soler conocido (éste es predio). De otro lado, el hijodalgo es “hijo de algo”; por eso es de clase alta. El pobre es hijo de le nada, Sefior de slmas y lugares era el fijodalgo. Notese, asimismo, que “bien” esté imeorporado en el término “bien- aparente” y que éste significa bien parecido, 0 sea que los hienes otorgan a quien es su dominus un buen aspecto. quater) Sobre el concopto juridico de moneda véaso MISES Ludwig vou “Too. vin del dinero y crédito", ted, del slemén, Bareelons, 1961, cap. IV, see. Il, p. $8. (23 quingules) — Revisese Plone GAFFRE, ‘Anatomia’ del dinero™, trad. Gel fron- és, Baretlonay B. Aires, México D. Fa, Bogota. 1969. N 2, p. 19 y's (20) Conceptos de COLINCAPETANT. iI. 2. p. 461 20 Por otra parte, “bien” tiene un sentido de perfeccién y se contrapone [No sélo representa patrimonio, en cuanto éste significa valor di- . Es siempre valor, pero en otro sentido. El mismo término “bienestar”’ signifiea comodidad y también es vide holgada y abastecida de cuanto conduce a pasarlo bien y con tranquilidad. Asi lo estima en su Diccionario, Ia Academia Espaficla de Ja Lengua, aun: que esta meta resulte siempre inalcanzable para todos, hasta ol fin de los tiempos. En_Ia Segunda Paxtida,.“fijodalgo”,.es hijo de bien, Ciertamente, en a Segunda Partida, tit. XXI, ley XII, se lee: “........ son por derecho Hamados nobles y gentiles ...; fazon buena vida; porque les viene de luerie como heredad a Realmente, se trata de bienes temporales; son bienes que formian el pa- trimonio; con esos bienes no hay pobreza. Porque también la Segunda Par- tida, titulo XXI, ley IT, al hablar de los eaballeros, dec Otro si to tuelle derecho, que non sea caballero ome muy pobre. Micuet pz Unastuno, en ‘Vids de don Quijote y Sancho”, cap. I. de Ja. parte, después de hacer notar que bijodalgo— y Io era el Quijote—, es hijo de bienes, citando a Juan Hants, dice que no es que tenga cosas (bie- nes quae tangi possunt), sino que el hijodalgo es hijo de virtuds y el Quijote es hijo de bondad. Adviértese que en “bondad” vive insito el vocablo “bie- nes”. Los bienes harfan bondadoso a quien es su duefio Para Cervantes (24 bis), es dudoso que un ser que carece de bienes sea “hombre de bien”. En otro Iugar, Cravantes (24 ter) expresa que la honza de Ia mujer es més valiosa si el marido es pobre; y agreg ai puede scr honrado el pobre”. Y a sobrina del Quijote, también cree esto, cuando al tratar de desanimarlo de su mievas andanzas, le diré que el hi- dalgo puede ser eaballero siempre que no sea pobre (24 ter-a-) En fin, tainbién hobré de decir muy significativamente “. . porque quien es pobre no tiene cosa buena” (24 quater). Para los alemanes, un derecho real sélo existe en las cosas; no en los bienes (24 quinquies). Y cosas son s6lo los objetos corporales. V. g., no son cosas el ealor, el sonido, Ja electricidad, la luz. Asi, en Alemania la adminis- teacién de justicia niega Ia calificacién de robo a quien se apodera de la Ea "Don Quote de la Mancha" part. 1a, eap. VIE. Teatual: ".,. hou tye de bien — ses que ste titulo we pod day al que es pobre". Quifena ea hijo Ge salar conocido y solar es predio Asi To dela Sopcho eb el cap. XXT de In 1 past, (2iter) En "Don Quijote de la "Mancha", part. 2a, cap. XXII. De tel mujer dee que Suerece “sr eotonnda com Inuncles y_palmag de vensimlento y triunfo" (hee) ‘Don ‘Quijote... pate 2 cap. VL (2iquetor) “Dom Ouijote.s., Paste 1, ap. XXXVI. Ge Soingwies) HEDEMAWN, Trotado D. Reales 11 4. 1. p. 29 21 clectricidad, porque ésta no es cosa. La ley posterior tuvo que crear una miue- va figura dol delito (24 sexies). Empéro, sean el ebjeto de los derechos reales las cosas 6, més amplis- mente, los bienes, ellas 0 ellos forman el. patrimonio, que.es. un conjunto ideal de derechos y deberes que tiene valor dinerario y que pertenece a una pertona. El patrimonio es un todo; una “universitas iuris”; que no es ob jeto como unidad de ningiin derecho real. Lo que conviene resaltar aqui es que Jos bienes o las esas tan silo es tin siempre dento del patsimonio; y cada individuo acta con derecho al defender su patrimonio, La defensa que hace es legitima. Como expresa Tnznine (24 septies) al proteger su haber (su patrimonio) el individuo se protege a si mismo. Defiende su yo, extendido a la esfera de sus bienes. Exis- tird una defensa del haber. Y esa actitud es defensiva cuando quiere man- tener el estado de hecho de la posesién, u ofensiva cuando la persona quiere recobrar Ia cosa perdida de hecho. Esta es una accién que ejerce cada per sona por si misma y que esti ahora contenida en el art. 830 de nuestro 6d. civ., que legisla no sélo para retener el bien sino para recuperatlo por Ja violencia y no por la via judicial, sdlo que exige que se haga esto ex intervallo. Ineninc, anota que para los romanos hasta el recobrar por Ia fuerza la cosa perdida significaba el mantenimiento de una posesién existente; y que los interdicta unde vi et de precario no imponian la restitucién de la cosa al demandado sino que prohibian toda resistencia a la justicia privada del de- mandante desposeido. (@isexies) LEHMANN Hein 2 § 49, 2, po $32 (2 Septice) THERING R. von, “EI fin’ dal derecho", Bibliogrétice Omebs, B. Aires, 1960, Nt 120, p. 129 sx, text. yn. 1 soe también de THERING, "El eeptita det D, Romano, 1, ed Baily-Beilire, trad de Principe y Satores, © X, py 182 a2., después de expoter que es una verdad pri- fmordial que is fuerea del individo es la fuente del derecho; -y que To que el hombre coo (tusta con sl udor de au frente o a precio de su sangre, quiere conservaro, hace notar que fus Bienes no les recté el romano por decisién de su, Dios como cewrvié coo Tos ju ‘venta @ engaio come eurrié ol undarse Carlago; 0 por derecho sustsotio Wie les bienes a titulo gratuite), No; el romano adquiié su propiedad en forme originaias To cogian donde Is encontreban (“menucyptu"). Por eso la espace Y'la lanes eran, ke mds eatiguos eimboloe del devecho romano. “Reapina™ (rapida) 20 nnsttuia un delte espesial. “Repere”, no era sing orrancst, atracr violeatemente y, ello primitivamente no imporishe hecho cite El mejor modo d= adquisis Ta propiedad era por medio del botin de guerra (Ct. GATO, TV, 16). Como en todo. pueblo guerrero el Feo que se boee al enemigo et ua hoerov medio de adquisicion. Y THDAING hace ftar aque en su dpoca en clertes tibus némadse de Aftica el voeablo “ladyén” es un fhombre honorifics, ‘Para los gtieges Mercutio es dios no. sélo dal comezeio sino tem Dim det robo. “Predivm’” dice THERING viene de “preeda” (nosoues secordamos “de- predecién”). Finalmente, como Te fuerm fisiea es el origen de Ia adquisicén de las co- Bos la mane oeupe el primer Iugay (combatir es venir a los manos); ¥ el poder juridico Ismase “mand, porque Ia meno Jo ha fundado y lo mentions; y de “manus” deriva “uanabide”. que es el producto del botin dal guertero. 2 Buncunpus decis, en una sentencia, lo siguiente de los bienes: “Los bienes son para los hombres sangre y alma; cuando no los tiene, anda como difunto entre Ios vivos; y Ia persona se regla segin la condicién de Ios bienes; éstos no siguen a Ja persona, sino que atraen a Ia persona”. Las cosas tienen una significacién mas restringida que los bienes. Las cosas son las “res” de los romanos. Y “res” esti dentro de los vocablos “pa- dre”, “patriota”. El patriota debe tener cosas, para ser tal. Y el padre no silo debe tener hijos, sino también cosas. Sin embargo, “cosa” viene del la- in causa. Por ella, hay cosas. Y en griego “eausa” es principio; origen. 15.—Bienes y cosas.— Todas las cosas son bienes, pero no al contra rio..No todos los bienes son cosas. Entre ellos existe 1a diferencia del gd nero y de Ia especie (25). Dice Axessanont que cuando las cosas son susceptibles de apropii cin son bienes. Asi, el sol, el aire, el mar son casas, pero no bienes, porque no pueden tener un propietario exclusive, De donde resulta que la palabra ‘cosas tiene una acepeién mucho més amplia que la palabra bienes. Este no fs el concepto que con arreglo a nuestra legislacién debemos tener (26). Para el derecho alemén opina Ozer ann (26 bis) que cosas son sé- Jo los objetos corporales, y que el hecho de que el eéd. de su pais trate del uusufructo y de Ia prenda sobre créditos no signifies que el crédito sea cosa, nique se vaya contra Ia construceién del concepto, sino que se ha tratado de estas materias por Ia intima conexién que existe entre las mis- mas y Ins institueiones del derecho de cosas. Agrega que no sélo son cosas Jos que se perciben por el tacto sino por cualquiera de los sentidos. ‘Asi como las personas son sujetos de derecho, las cosas constituyen los objetos del derecho. Todo derecho se refiere a las cosas, se dirige a las cosas; y no va contra ellas, sino contra las personas (26 ter), (25) Pare los romauoe el término “cosa” tenia cieste omplitud : Rei epellatione et ‘nusag, et ira continantur (Dig. lib. Ly tt. XVI, loy 28). En la palabra “cose” so ‘comprendon Tae eauser y Toe derechee (26) En su acepcién téenien cose os objeto corpora, susceptible de valor. Es ele tnento,exeneial, indispensable en todor Jor derechos reales (26 bis) Introdeecisn, § 2, p. 139. (26 ter) Dentro del proceso We Ig reforma de le que lubo de selir el vigeate Céd Civ. el Profesor Sour y Muto prepord un meiordadum sobre esta cuestion, que se lee pom Aetae, TV, 2° ed, p. 201 23 Carrruzo 1 BIENES MUEBLES E INMUEBLES EN GENERAL 16.—Nociones-—Son mucbles aquellos bienes que pueden transpor- tarse de un lugar a otto, sea movigndose por si mismos, en euyo 230 re ciben el nombre de semovientes (el edd. derogado incluia esta denomins. cidn, art. 455, § 2%), sea mediante una fuerza externa. Inmuebles son los que no pueden transportarse de un lugar a otzo. jan el nombre de bienes rafces, fineas, fundos, heredades. Esta es la concepeién elisiea que ha variado en nuestro 6d. civ., ¢0- ‘mo comprobamos de la simple lectura de los arts. 819 y 812. El titulo I de la seceién 1¢ del libro IV se abre con el art. 812, que contiene. una enumeracién de los bienes inmuebles, Por Ta importaneia que éstos tienen en Ja vida juridica, se justifica esta prioridad. La divisién en muebles e inmuebles es siempre la mds importante juridicamente; es la summa divissio. Veamos cémo juegen algunos fené menos jeuridicos segiin soa In clase de bienes: Reel a) La preseripeién adquisitiva opera en plazos de tiempo distintos. Dos y cuatro aiios para mucbles; 10 y 30 para inmuebles. Sin embargo, existen inmucbles como los buques cuya preseripcién es diversa (art. 586 6d. de com.). De otro lado, hay mucbles como Is propiedad inteléetual no adqui utbles por preseripeién. b)” Por la venta se tributan diversos impuestos. Asi, para los inmue- bles le venta de ellos page, por concepto de aleabala, 6 por ciento; y por concepto de tributo adicional que sustituye al impuesto de plusvalia, 0 sea cel que se aplica a las ganancias obtenidas por Ia transferencia de inmuebles, se shona al Fisco, necesariamente por el vendedor, 6 por ciento del prec En total, doce por eiento: Ieyes N? 15225, de 23 noviembre 1964; y Ne 16900, de 6 marzo 1968, art. 33. En cuanto a los bienes muebles tributan por st venta, ya no impuesto ae registro, sino aleabala, que es del 5 por ciento sobre el precio, conforme a Ia Tey N? 15225, de 23 de noviembre 1964. Para la venta de muebles ‘que son vehicules usados, el impuesto es menor. ) La transferencia de propiedad se opera en los mucbles por In tra- dicién, Por el conteario, el consentimiento, el contrato, hasta para trasla- dar el derecho de propiedad en los inmuebles, siempre que el contrato sea de compra-venta o de permuta; no de donacién (arts. 1172, 1883, 1465 y LTA, § 3° del C. C.). 4 Por aplicacién de Ia regla res perit domino, como el comprador es ya ueiio por efecto del contrato, sufriré la pérdida del prodio por casus aun- que todavia el vendedor ni se lo hubiera entregado. Esta consecuencia ha sido suprimida en el anteproyecto del C.C. de Brasil de 1972, cuyo art. 487, instalado dentro del contrato de ‘eompra-venta, dice: “Hasta el mo- mento de la tradicién, los riesgos de la cosa corren por cuenta: del ven- dedor, y los del precio por cuenta del comprador”. Ninguna de las transferencias, ni la de muebles, ni la de iniuebles, requiere que se reduzca a escritura publica (26 quater). Sélo 1a donacién inmobiliaria exige eseritura publica (art. 1474, ap. 3¢ 6d. civ.) a) La lesi inmmebles (art. 1439 cfd. civ.). Existe una excepei huereneia, en que se comprenden bienes mucbles e inmuebles (axt. 791 6d. civ.), aunque se afirma que sdlo se refiere a particién de inmuebles, por lo dispuesto en el art. 792 céd. civ. ) Entre los derechos de garantia, Ia prenda corresponde a los muc- bles, en tanto que la hipoteca sélo se configura sobre inmuebles. En Ja vigente Ley General de Mineria, dada por el D. L. N? 18880, de 8 de junio de 1971, su art. 247 autoriza Ja constitucién’ de hipoteca so bre concesiones insoritas en el Registro Publico de Mineria. Agrega que la hipoteca constaré en escritura piblica, salvo que el contrato so eclebre con el Banco Minero ‘del Perd. Asimismo, sw art. 252 autoriza Ia prenda minera, que es de los bienes muebles destinados a Ia explotacién del yacimiento y de los minerales ex- traidos y/o beneficiados y que se encuentren en poder del deudor. Es pren- da sin desplazamiento, que al igual que Ia hipoteca se inscribe en el Re- gistro Pablico de Mineria produce la rescisidn de la venta sélo en los bienes én: Ia particién de una (26 quater) En nuestro derecho Ia transisiéy de inmusbles no roquiore eteritura plica, Por tonto, la transeferencia de dominio de biencr muebles e iamuebles no oftece ‘[Merencia alguna, Aubas pueden eer por simple documento privado (véese. at, 1174 64. civ.) Conviene advertir que la teansferenein de mauebles requlere le tradielén, en Tanto que en la de iomstbles basta el consentim'ento, media contrato de compre-vents, porque tratindose de Ie donacién este contrato exige In aceptacién del donatari. (véase igo la tradiolén en los mueblos—; 1175 —sebro los nleegor en la venta tle mucbles—; 1172 —euya doctzina revela que beste el consensus para ceder el dominio—t 1474, apartado 4° —quo exige la ecoptacién de la donsciGn —a6d. civ.) Para le. tranaferen (onscién) se exige eseritara piblien (spt. TST4 (3° 6a, ev.). Pero para Ta \donacién mabilirin Te ley realama. Ie tradicién (art 1474 § 1" 6d. ev.) ‘Una excepeién digua de tenerse en cuenta es la que so rellere « Tot inmucbles bu- ques, que para su transferencia, por compro-venta, se exige esritura piblica. Ast se Aspens en Tos arts. 472 as. dal Roglamanto de Capitanies y de la Marina Mercante Now ‘ional. Sélo la vents de embarcaciones. de menot de § toneladas brutas, no roqulese ex tritura pablice. (art, 481 Ine, del Reg.) 25 £) Bn el Derecho Penal, los delites de robo y hutto se configuran chre muebles en tanto que para los inmuebles existe el delito de usuxpa- cin. En éstos uo se priva de la propiedad del bien sino de Ia posesi Otras caracteristicas son: Sélo sobre inmuebles puede constituirse el hoger de familia (art, 461 éd. civ.); pero deben ser ahora predios urbanos. No existe hogar de fami: lia en predios misticos, con Ia nueva legislacién agraria, En el patrimonio dotal, los inmuebles que lo constituyen requieren para ser enajenados Li cencia judicial (art. 282 6d. civ.). Corresponde exclusivamente a Tos ti- bbunales peruanos el conocimiento de Ios asuntos réJativos a inmuebles (bienes raices y buques, que ahora también son estos tiltimos inauebles) (ant. 1169, ines. 1° y 2° e6d. proc. civ.). La enajenacién de inmuebles y de muebles preciosos de incapaces autorizada por el juez, se hard previa tass- ign y en remate practicados en la forma prescrita para el juicio ejecutivo (art. 1342 eéd. proc. civ.). Este dispositive se aplica en la actualidad para todos Jos bienes de Ios incapaces, de acuerdo con lo prevenido por los arts. 413, 520, 522, 524 y 558 eéd. civ. a no ser que se trate de bienes de escaso valor (art. 525 del mismo céd.). El embargo para los inmuebles se efec: tia en forma diferente que para los muebles. Es evidente que tratindose del patrimonio inmobiliario, deberd deter minarse euél es el constituido por predios riisticos, ya que el valor de éste ‘ha desaparecido (eriazos y predios afectados), o se encuentra sustituido por titulos-valores, 0 se ha reducide (mfinimo inafectable), de conformi- lad con la ley agraria (texto inico concordado del D. L. N? 17716). En los hienes muebles la posesién opera con més intensidad (27). EL marido puede disponer de los bienes muebles fungibles dotales; no de Jos inmuebles dotales. Esta distineién se impone no obstante que no la ha- xe al art. 229 e6d. eiv., porque para los inmuebles dotales es plicable d art, 232 del mismo eéd., atin cuando en buenos principios el earieter fungible es dificil de darse en cuanto a los inmuebles. Caprrvzo nt ‘LOS BIENES INMUEBLES 17—Coneepto.—Ya hemos dicho que el sentido clisico de inmuebles era éste: Cosas que no pueden transportarse de un lugar a otro, como las tierras y las mines, y las que adhieren permanentemente a ellas, como lus edificios. (2D V. Prantor-Rirewr y Picard, I, Nt 66, p. 70. 26 Eran entonces inmuebles aquellas cosas que .no podian transportarse sin detrimento; y que si eran transportadas, perdian sw fisonomie, sin: dividualidad. Esta antigua concepeién ha sido abandonada por el legislador. perna- uo, Ahora, por ej., son inmuebles las naves y aevonaves. 18.—Sus clases—Arin cuando para nosotros, la clasificaeién que sigue earece ahora de importancis, debemas conocerla, Se dividia los inmuebles en tres érdenes: 1) Bienes inmuebles por naturaleza; 2) Bienes inmucbles por adherencia; y 3) Bienes inmuebles por destino o destinacién. 19.—Inmuebles por naturalesa—Son los que no_peidian, transpor tarse de un lugar a otro. Bran las fineas, heredades 0 bienes rafces, como Jas tierras y las minas. Véase art. 456 céd. civ. de 1852, que se ocupa en 3 incisos de los inmuebles por.naturaleza, por destino y por adhereneia. 20.—Inmuebles por edherencia—Conocidlos también como inmuebles por accesién, Se trata aquf de bienes muebles, que se reputan inmuebles Tor estar permanentemente edheridos a los inmucbles. Para el legislador peruano son las partes integrantes y Ios accesorios (véase arts. 813 a 817 del edd. civ). Se trata de avboles y frutos, cuya adherencia puede haber hecho el duefio u otro, como seria el arrendatario. Y también de los materiales de senstruecién, que se encuentran immovilizados por su adherencia fisica al suelo (28). Omne quod solo inaedificatur solo cedit (todo lo edifieado en el suelo Te secede, sigue su condicién). 21—Inmuebles por destino © destinacién.—Son aquellos bienes que se destinan al uso, eultivo y beneficio de un inmueble, pudiendo ser sepa- tados sin detrimento dol mismo, Si dichos bienes dejan de estar afectados al servicio del inmueble, si 4 les separa y se les.da otro destino, recobran su caricter de bienes mue- bles. Estos bienes son para nuestro o6d. vigente, accesorios. Basta leer, a este respecto, la declaracién del art. 815: “Es accesorio del predio todo Io gue esté aplicado permanentemente a su fin econémico y se halla en una relacién que responda a ese fin”. (28) Suuvar, Tout. por geal, NP 1402 sy p. 649 a8 No sélo estos bienes por destino se incluyen en la enajenacin del inmueble al cual pertenecen; se incluyen también las partes integrantes y Jos demés accesorios. Asi lo expresa el art, 817 oéd. civ: “Las partes in- tograntes y los accesories de un bien siguen la condicién de éste, salvo Tos ‘easos en que la ley o el contrato permiten su diferenciacién”. Por ej., si se vende una heredad se comprende en la venta Jas partes integrantes y los aceesorios (Accosorium sequitur principale); © si se hipoteca, lo mismo, salvo que se trate del gravamen de un bien mistico, que ahora no se puede constituir, porque al ser’ declarado por Ia ley imembargable, no se puede vender. También en un legado de inmueble debe comprenderse Ins partes integrantes y los accesorios. 22—Importancia histérica de los bienes inmuebles—En los 06d. an- tiguos tienen una importancia mucho mayor los inmuebles, cuya adquisi- cidn_y transferencia se ha rodeado de mayores garantias. ‘A. prineipios del siglo pasado Ia propiedad familiar por exeelencia, ea la que descansaba Ia tradicién,.era la inmobiliaria. De los muebles se deoia res mobitis res vilis. Los inmuebles han recibido antiguamente en el derecho franeés Ja denominacién de “heredades”. Eran los tinioos bienes a que se otorgaba valor y conseguian ‘el fortalecimiento econémico de las familias. De los rauebles se decia también: vilis mobilium possesio. Actualmente, le riqueza mobiliaria es de un valor superior al que corresponde a la fortuna inmo- biliaria. Gon el desarrollo de 1a industria y el comercio, el valor patrimonial de los bienes muebles ha doblado el que tienen los inmuebles. Por lo mis- mo, Ia importaneia del trafico de muebles ha originado que la riqueza in- anobiliaxia pierda su preeminencia. Ademés, esta ultima —al facilitarse su transmisibilidad— (con sistemas como el germano y el Torrens)— ya no tiene ese cardeter de permanencia y de inherencia familiar que tuviera También concurre Ia circunstancia de que ahora no se admite Ia validez de la eléusula que probibe enajenar. En nuestro derecho, ni siquiera fun- ciona la eléusula de prohibicién relative, 0 sea la que impide enajenar a personas determinadas, porque el art, 852 del edd. civ. no distingue. Por excepeiéri, Jos titulos-valores “acciones” puede limitarse vilida- mente su transmisibilidad. Conviene advertir que las aéciones (y, en gene- ral, todos los titulos-valores) son “cosas”; no son “derechos” tan sélo. Y sen “cosas muchles” éegiin Ia teoria vigonte sobre titulos de erédito. Las legislaciones modernas regulan el régimen juridico de los mue- bles © inmuebles en forma casi idéatics. Por ejemplo, los padres no pueden enajenar ni gravar los bienes mue- 28

También podría gustarte