EL FUTURO DE LA

EXPLORACIÓN

NGENESPANOL.COM | JULIO DE 2015

DESTINO

PLUTÓN LA PRIMERA MIRADA

AL PLANETA ENANO

ESTADOS UNIDOS 4.95 DLS.

PUERTO RICO 3.95 DLS.
REP. DOMINICANA $115.00

DÓNDE SE ESCONDE EL ÉBOLA

EL GANDHI QUE INDIA OLVIDÓ
0 37634 13674 4 07
 JULIO DE 2015 • VOL. 37 NÚM. 1

Cazadores
camuflados posan
en la República
Democrática del
Congo, donde
ocurrió un brote
de ébola en 1976.

50 Persecución de un asesino
La mayor crisis de ébola podría arrojar pistas sobre dónde se esconde el virus
entre brotes. Por David Quammen Fotografías de Pete Muller

2 14 28 80
Por fin Plutón Carrusel alimentario Tras los pasos de Gandhi Sobre ruedas
Este mes una nave lanzada A la hora de la comida, Por toda India, el autor Inspirada por un chef
en 2006 observará de cer- las orcas revelan no observa dónde Mohandas audaz e impulsada por
ca al ex noveno planeta de tanto su apetito sino Gandhi hizo historia. pero las redes sociales la lo-
nuestro sistema solar. su ingenio. la huella del líder en la vida cura global de los food
Por Nadia Drake Por Virginia Morell moderna es menos clara. trucks se acelera.
Ilustraciones de Dana Berry Fotografías de Paul Nicklen Por Tom O’Neill Por David Brindley
Fotografías de Rena Effendi Fotografías de Gerd Ludwig

En portada En esta representación de Plutón, la nave de NASA New Horizons

pasa cerca de la cara del planeta enano, mientras su luna mayor, Caronte,
acecha en el fondo. Ilustración de Dana Berry

R E V I S TA O F I C I A L D E N AT I O N A L G E O G R A P H I C S O C I E T Y
Inspiración para cuidar el planeta
National Geographic Society fue fundada en Washington, D. C., como institución científica y educativa sin fines de
lucro “para el incremento y difusión del conocimiento geográfico”. Desde 1888, la Sociedad ha apoyado más de 9 000
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3 preguntas

Por qué arreglar el clima

es arreglar la economía
Henry M. Paulson, Jr. –secretario del Tesoro de Estados Unidos
durante la crisis financiera de 2008– hoy trabaja por la sostenibili-
dad del medio ambiente, así como de la economía. Este banquero
inversionista de 69 años, graduado de Harvard, copreside Risky
Business Project (riskybusiness.org), que cuantifica los riesgos del
cambio climático para los sectores económicos en Estados Unidos.

Ha comparado la crisis climática con una crisis financiera.

¿Por qué?
Los excesos en la deuda crearon la crisis financiera; el exceso
de CO2, la climática. Y se suman a leyes gubernamentales e
incentivos fallidos, riesgos generalizados muy grandes. La
diferencia es que la acción gubernamental de último minuto
evitó un Armagedón económico durante la crisis financiera.
No tenemos esa opción con el cambio climático.

¿Cuál es el riesgo económico de no hacer nada?

Si no actuamos, los riesgos se combinarán y perderemos
la oportunidad de evitar los peores resultados. Los negocios
necesitan factorizar las amenazas del cambio climático en
sus decisiones de inversión y promover acciones legislativas,
locales y nacionales. Cuando el cambio climático golpea,
pagamos todos. Necesitamos con urgencia leyes, como la
fijación del precio del carbono, para incentivar un cambio
de comportamiento y promover tecnologías limpias.

¿Cómo hacer frente a los problemas del cambio climático?

Si actuamos ya, aún podemos evitar sus peores efectos. En
Estados Unidos se necesita una legislación para reducir
nuestro uso de combustibles fósiles. Pero, en última
instancia, el punto decisivo está en el mundo en desarrollo,
en especial China. Para resolver la crisis climática, Estados
Unidos y China –las economías, los usuarios de energía
y los emisores de carbono más grandes del mundo– deben
trabajar juntos para implementar nuevas tecnologías que
sean rentables en el mundo en desarrollo. Si nuestros países
empiezan, otros los seguirán.

HENRY LEUTWYLER, CONTOUR BY GETTY IMAGES

EXPLORA Vida salvaje

Instintos de
anidamiento
Unas ramitas por aquí, un poco de pasto por allá. ¿Qué tan
sofisticado puede ser el nido de un ave? Mucho, según el
ornitólogo Mark Mainwaring. Con investigadores de Fran-
cia y Reino Unido, Mainwaring descifró cuatro impulsos 1
evolutivos que han delineado la manera como una especie
dada construye su nido. Las estructuras, dice, están dise-
ñadas para satisfacer una o más de cuatro funciones: pro-
veer calor o sombra para los polluelos, atraer parejas,
prevenir parásitos y protegerse de los depredadores.
Por ejemplo, dice Mainwaring, para mantener calientes
a adultos y crías durante las frías noches primaverales, un
chipe peregrino utilizó un amplio follaje para construir el
nido a la derecha (1). En tanto, con intenciones de atraer
parejas potenciales, un bolsero calandria adornó su nido
(7) con lazos azules brillantes. En otros diseños, las hojas
de pino actúan como un excelente camuflaje en un bos-
que, al igual que las conchas en la playa; las plumas fun-
cionan como repelentes de pulgas y piojos.
El equipo planea estudiar cómo el cambio climático
afecta la construcción de nidos. Mientras, los hallazgos 2
podrían inspirar apreciación por las aves y sus nada
humildes hogares. —Catherine Zuckerman

1. Chipe peregrino, Academia de 2. Chivirín saltapared, Academia 3. Golondrina bicolor, Museo de 4. Pinzón terrestre pequeño, Aca-
las Ciencias de California; reco- de las Ciencias de California; Vertebrados de la Universidad demia de las Ciencias de Califor-
lectado cerca de Nuevo recolectado en Oakville, Cali- de Cornell; recolectado en la isla nia; recolectado en la isla de San
Brunswick, Canadá, en 1918. fornia, en 1974. Tatoosh, Washington, en 1995. Cristóbal, Galápagos, en 1906.

5. Trepador americano, Museo de 6. Charrán caspia, Western Foun- 7. Bolsero calandria, Museo de 8. Tangara de capucha roja, Mu-
Zoología de Vertebrados; reco- dation of Vertebrate Zoology; Vertebrados de la Universidad seo de Zoología de Vertebra-
lectado en el condado Pierce, recolectado en Baja California, de Cornell; recolectado en dos; recolectado cerca de
Washington, en 1926. México, en 1932. Ithaca, Nueva York, en 2003. Carson City, Nevada, en 1934.
3

SHARON BEALS. FUENTES: MARK C. MAINWARING, IAN R. HARTLEY,

MARCEL M. LAMBRECHTS, D. CHARLES DEEMING
 EXPLORA
Planeta Tierra

Antes Después

Mejillones El mejillón quagga podrá no ser más grande que un pulgar pero está alterando la red alimen-
taria de los Grandes Lagos y afectando la industria pesquera comercial y recreativa, de entre
4000 y 7000 millones de dólares. Nativo de Ucrania, el quagga ahora infesta los lagos en
codiciosos números aún mayores que los de su especie prima invasora, el mejillón cebra. Se piensa que
ambos entraron a América del Norte en los lastres de los barcos.
Al igual que el mejillón cebra, el quagga se alimenta mediante la filtración de agua del lago.
En condiciones óptimas, los billones de ejemplares del lago Michigan filtran tanta agua como
la que tiene el lago cada uno o dos días, eliminando las especies de algas de su preferencia.
Muestras de sedimento del lago magnificadas 750 veces evidencian los cambios en la base
de la red alimentaria que han resultado de esta invasión de mejillones. El agua solía estar lle-
na de algas diatomeas grandes y ricas en lípidos de los géneros Stephanodiscus y Aulacosei-
ra (arriba, izq.) que nutrían la vasta red alimentaria del lago. Ahora que los mejillones están
atiborrándose con las mejores especies, la red se reorganiza para sobrevivir con menos algas
Mejillón quagga (2x su tamaño real) de las variedades semejantes que quedan, como Cyclotella (arriba, der.). —Bill McGraw

EL FACTOR FRAGANTE DE LA FLORESTA

La luz solar se refleja.
Los perfumes de un pinar son –de manera menos poética– compuestos orgánicos
volátiles (COV) que se elevan desde los árboles. Los COV reaccionan en el aire
para formar partículas de aerosol, a menudo en cantidades que incrementan la
cantidad de luz que reflejan las nubes, lo que baja la temperatura. Una investiga-
ción nueva muestra que este proceso es más fuerte de lo que se pensaba, lo que
resalta el valor de los bosques en un mundo cada vez más cálido. —Jane Vessels Los aerosoles ocasionan
la formación de nubes.

Los árboles liberan vapores aromáticos que se convierten en aerosoles.

MARK B. EDLUND, MUSEO DE CIENCIAS DE MINESOTA (ARRIBA, AMBAS); REBECCA HALE

ILUSTRACIÓN: EMILY M. ENG. FUENTE: NATURE.COM
 EXPLORA
El futuro de la comida ngenespanol.com

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7000 AMPLIA VARIEDAD

Hay más de 7 000 variedades
de manzanas.

PARECIDOS
La “doctrina de las signa-
turas” del Medioevo
sostenía que las plantas
parecidas a algunas
partes del cuerpo podrían
beneficiarlas.
OBJETO HERMOSO
Antes se pensaba que los tomates
eran venenosos y solo se cultivaban
como ornamenta.

EN LA FERIA
Los conos de helado se popularizaron
durante la Feria Mundial de 1904,
en San Luis, Misuri.

DE CABEZA
Los huevos frescos deben almacenarse
con el extremo puntiagudo hacia abajo,
LA ALEGRÍA DE LA FRUTA
La palabra “fruta” proviene
del latín fructus, que significa
19.7 kg FANÁTICOS DE LOS PLÁTANOS
Consumo anual per cápita
para conservar mejor su frescura. “gozo”. de plátanos en México.

ILUSTRACIÓN: ÁLVARO VALIÑO. FUENTES: HOW CARROTS WON THE TROJAN WAR; LAROUSSE
GASTRONOMIQUE ; THE OXFORD COMPANION TO FOOD ; USDA; WHAT EINSTEIN TOLD HIS COOK 2
 EXPLORA
Vida salvaje

Micrixalus kotti-
geharensis, una
especie de rana
bailarina, mues-
tra sus pasos.

Ranas Cuidado, Muppets: se descubrieron 14 especies de ranas bailarinas en India. Algunos

de estos anfibios, del tamaño de un pulgar y que viven solo en las selvas tropicales de

bailarinas los Ghats Occidentales, tienen un ritual de cortejo peculiar. Los machos, que son muchos
más que las hembras, se posan sobre rocas y agitan las patas vigorosamente para atraer
la atención de parejas potenciales. El trabajo de las patas evolucionó porque el canto, otra
manera de comunicación de las ranas, prácticamente se ahoga por el estruendo de sus
hogares ribereños, dice S.D. Biju, de la Universidad de Delhi. El espectáculo también sirve
para intimidar a otros machos y, si un rival se acerca demasiado, tirarlo de una patada.
El descubrimiento incrementa las especies de ranas bailarinas a 24, muchas de las cuales
son escasas. A Biju le preocupa que el desarrollo humano arrincone sus hábitats, lo que po-
dría significar una triste caída del telón para estos anfibios danzantes. —Christine Dell’Amore

ACTITUD RESBALOSA
Los niveles crecientes de bióxido de carbono se traducen en océanos
acidificados y en peces que actúan raro. Cuando los peces fueron ex-
puestos a 991 partes por millón de CO2 en la atmósfera –el peor esce-
nario para la Tierra en 2100, según los científicos–, se mostraron
menos curiosos y olvidaron de qué lado les gusta dar la vuelta (similar
a la lateralidad en la gente). Una especie nadó sin tomar descansos. El
CO2 podría alterar la química cerebral o causar estrés crónico, señala
Fredrik Jutfelt, de la Universidad de Gotemburgo en Suecia. —CDA

S.D. BIJU. ILUSTRACIÓN: MIKEL JASO

 EXPLORA

Mundos antiguos

Las bajas
más frías
El calentamiento global está des-
enterrando el pasado. En el lejano
norte de Italia, en altitudes de más
de 2 000 metros, los cuerpos con-
gelados de soldados de la Primera
Guerra Mundial se están liberan-
do de sus tumbas de hielo.
Son bajas de la Guerra Blanca,
librada por tropas italianas y aus-
trohúngaras entre 1915 y 1918.
“Muchos eran muy jóvenes”, dice
el arqueólogo principal Franco
Nicolis, quien señala que desde
principios de los años noventa del
siglo pasado se han encontrado
diarios y cartas sin enviar. “Pienso
en las madres que nunca volvie-
ron a ver a sus chicos”.
Antes de enterrarlos, el antro-
pólogo forense Daniel Gaudio ana-
liza cada cuerpo descongelado.
Sin placas de identificación, dice,
los rastros solos de ADN no han
llevado a coincidencias familiares.
Los glaciares en deshielo pro-
meten más oportunidades. En el
verano, Nicolis guiará a algunos
Dos soldados austrohúnga-
ros de la Primera Guerra visitantes hasta un sitio a 3 700
Mundial yacen fusionados metros de altitud. “En esta cabaña
en el glaciar Presena, en de madera, aún se puede oler la
los Alpes italianos.
guerra”. —Jeremy Berlin

EXTINCIONES EN EGIPTO A TRAVÉS DEL TIEMPO

Los animales, tanto fantásticos como reales, cubren una paleta de cosméti-
cos ceremonial de piedra esculpida en Egipto cerca del 3200 a. C. Las verda-
deras criaturas, incluyendo perros salvajes, jirafas, alcéfalos, ñus, íbices,
órices y avestruces, debieron deambular entonces por Egipto, pero hoy ya
no se los encuentra ahí. Una investigación reciente utilizó dichos artefactos,
así como textos y fósiles, para rastrear la desaparición de animales en el lap-
so de 6 000 años. “Lo que es único de Egipto son los reportes en alta resolu-
ción”, dice Justin Yeakel, ecólogo del equipo de investigación. Los animales
que salieron de la minuciosa observación humana ayudaron a revelar cómo
cambiaron las poblaciones silvestres con el tiempo. —A.R. Williams

UFFICIO BENI ARCHEOLOGICI, TRENTO (ARRIBA); MUSEO ASHMOLEAN, UNIVERSIDAD DE OXFORD

 EXPLORA
Ciencia

¡En los
ojos no!
Unas capas de rímel pueden
lograr que hasta las pestañas
más esmirriadas se vean
seductoras. Sin embargo,
algunas compañías cosméticas
utilizan conejos para experimen-
tar, práctica sancionada por la
Administración de Alimentos y
Medicamentos de Estados Unidos
(FDA) y a la que mucha gente
se opone. Las pruebas –que
incluyen aplicar productos en los
ojos de los animales para
determinar su toxicidad– pueden
ocasionar ceguera y la muerte.
Pero quizá no por mucho tiempo.
Investigaciones en la Universidad
de Liverpool sugieren que los
protozoarios serían la clave para
desarrollar maquillaje sin crueldad.
Según el ecólogo David Montagnes,
estos organismos unicelulares
tendrían suficientes genes
en común con los humanos para
convertirlos en sujetos de prueba.
“Este es el futuro de las pruebas
en animales –dice Montagnes–.
Los protozoarios no tienen sistema
nervioso y, por tanto, no sienten
dolor”. Usarlos aliviaría a los
conejos de laboratorio y a sus
defensores. —Catherine Zuckerman

¿CÓMO DEBERÍA LLAMARSE? TÚ DECIDES

Si siempre has querido bautizar un planeta, esta es tu oportunidad.

omlbare,es
La Unión Astronómica Internacional (UAI) busca ayuda para nombrar

m
H
i no
32 exoplanetas (planetas que orbitan otra estrella que no es nuestro sol).
Se les pidieron nombres potenciales a organizaciones científicas y
culturales. El público puede clasificar a los finalistas en nameexoworlds.
org hasta el 15 de julio. El más cercano de todos los planetas está a
10 años luz de la Tierra; el más lejano, a más de 2 300 años luz. “No
creemos que sean habitables –comenta Thierry Montmerle, secretario
general de la UAI–, pero algunos podrían serlo”. —Daniel Stone

REBECCA HALE. ILUSTRACIÓN: MATTHEW TWOMBLY

 EXPLORA
Planeta Tierra

(Re)partir los mares

Para ser algo que cubre la mayor parte del planeta, el mar es una fron-
tera muy turbia. Los científicos dicen que, técnicamente, hay un solo
océano global conectado, pero la gente, de manera mucho más común,
se refiere a varios, como el Atlántico, el Pacífico, el Índico.
Aún más confuso resulta por qué las líneas que separan estas cuencas
–divisiones reconocidas formalmente por primera vez en 1928– han per-
manecido en su mayoría inalteradas. “Las fronteras reflejan la geopolítica”
más que la manera en que el agua en verdad corre, dice el matemático
Gary Froyland, de la Universidad de Nueva Gales del Sur en Australia.
Junto con el oceanógrafo del Imperial College, Erik van Sebille, propuso un
mapa nuevo y redibujó las fronteras con base en el conocimiento actual de
las corrientes y las cuencas naturales que conforman, así como en la rela-
ción de las corrientes con un problema ecológico apremiante: la basura.
Los plásticos y otros desechos han estado a la deriva en los océanos
durante décadas, a veces acumulados en manchas masivas por corrien-
tes poderosas conocidas como giros. Las fronteras revisadas de Froy-
land y Van Sebille se centran aproximadamente en las ubicaciones de
estas parcelas contaminadas, la mayor de las cuales flota entre Hawái Cuando las botellas, bolsas plásticas y otros desechos
y California. Con más investigación, su nuevo análisis podría ayudar a acaban en el mar, algunos se vuelven parte de man-
chas enormes de basura. Este mapa muestra las fron-
determinar el origen de parte de la basura; en otras palabras, qué países teras propuestas (distinguidas por color) centradas
son responsables de desecharla. —Catherine Zuckerman en esas acumulaciones.

OCÉANO ÁRTICO
75°N

CALIF. OCÉANO
G ir

OCÉANO PACÍFICO EUA TLÁNTICO

NORTE NORTE
HAWÁI
(EUA)

el co rte

0°
del
G
no

OCÉANO
OCÉANO OCÉANO
ÍNDICO
ATLÁNTICO PACÍFICO
SUR SUR
A. S
r Índi c o r
ím te oocc án o Giro del co S
con c l

75°S Aguas mezcladas

Sin datos

MAPA: JEROME N. COOKSON. FUENTES: GARY FROYLAND Y ROBYN M. STUART, UNSW AUSTRALIA; ERIK VAN SEBILLE,
IMPERIAL COLLEGE DE LONDRES. FOTO: MIKE NELSON, EPA/ALAMY
 EXPLORA
Vida salvaje

40ºC

30ºC

Una imagen tér-

mica (las tem-
peraturas más
bajas están en
morado) revela
cómo un koala
echado puede
soportar una
ola de calor.

Koalas Cuando las cosas se calientan en Australia, los koalas saben cómo mantenerse frescos.
Ahora los humanos pueden ver cómo lo hacen gracias a la fotografía infrarroja.
Una investigación de 2014, liderada por ecólogos de la Universidad de Melbourne, mostró
al fresco que cuando las temperaturas estivales suben –a menudo a más de 40 ºC–, los koalas bajan
y pegan el cuerpo a los troncos de los árboles. Cada árbol tiene su propio microclima, dice la
investigadora Natalie Briscoe, y su temperatura puede ser siete grados menor que la del aire.
Así que para un koala, cuyo pelaje del vientre es delgado, abrazar árboles es como pararse
frente a un refrigerador abierto. Y para regular la temperatura corporal es más eficiente que
jadear o lamerse: métodos de enfriamiento de los koalas que utilizan el doble de agua.
Mathew Crowther, biólogo de la Universidad de Sídney, halló que los koalas tienden a
enfriarse en “árboles refugio”, como la casuarina, más que en “árboles de alimento”, como el
eucalipto. Pero durante una ola de calor, cualquiera es bueno. Conforme el calor extremo es
más frecuente, abrazar árboles podría volverse más importante. — Jeremy Berlin

RESURRECCIÓN DEL DODO 3D

Con el nivel de detalle que permite la tecnología, la imagen de los dodos podría tener
una segunda oportunidad. Leon Claessens, paleontólogo de la Universidad Holy Cross,
y su equipo usaron un escáner 3D para registrar el único esqueleto completo de un
dodo en el mundo. El resultado –el primer dodo digitalizado– respondería las pregun-
tas sobre cómo estas aves no voladoras, de un metro de altura, se veían, caminaban y se
comportaban. La reputación del dodo como fracaso evolutivo es “totalmente inmereci-
da”, dice Claessens. Prosperaron en Mauricio por miles de años antes del arribo holan-
dés en 1598. Para 1693 se habían extinguido, “un caso de disrupción humana”. —JB

STEVE GRIFFITHS (ARRIBA); CLAESSENS LAB/CONSEJO DE MUSEOS DE MAURICIO

 Diario del explorador
Rainer Bussmann EL FUTURO DE LA
EXPLORACIÓN
Tu suscripción hizo posible que
National Geographic Society finan-
ciara este y otros proyectos de
exploración e investigación. Para

Raíces perpetuas ver más de los exploradores visita

ngenespanol.com/exploracion.
En lo remoto de la selva amazónica de Bolivia, en Beni, los chácobos han mantenido
sus tradiciones con firmeza, superando desastres naturales, carencia de recursos y el
impacto de un creciente mercado global que ha generado cambios sociales y econó-
micos que habrían podido modificar el curso de sus ramas culturales. Sin embargo,
sus raíces aún resguardan esta identidad ancestral única de la Amazonía boliviana.
Con unos 500 miembros, esta comunidad fue una de las pocas no contactadas
hasta la segunda mitad del siglo xx, cuando los misioneros cristianos de Instituto
Lingüístico de Verano iniciaron campañas en lo más recóndito de la selva sudameri-
cana. “La influencia misionera llevó a un proceso permanente de aculturación –ex-
plica Rainer Bussmann, etnobotánico del Jardín Botánico de Missouri, quien lidera
un proyecto para la recuperación del conocimiento ancestral chácobo en relación al
uso de las plantas–. Buscamos repatriar el conocimiento y compararlo con estudios
anteriores para ver cómo ha cambiado su cultura a través del tiempo. Para ello, capa-
citamos a la comunidad en técnicas de investigación etnobotánica, entrevistas y reco-
lección de plantas para que sean ellos los líderes en el resguardo de su propia cultura”.
La llamada “generación misionera” perdió mucho. Sin embargo, los más jóvenes
aún intentan recuperar el conocimiento de sus antecesores. “El resurgimiento de la Hoy día, el uso de las plantas dentro
identidad y el orgullo tribal, junto con la educación bilingüe y el apoyo del gobierno de la cultura chácobo tiene como
objetivo la generación de ingresos,
para recuperar la cultura indígena, han tenido un progreso impresionante”, asegura el mientras que el uso tradicional para
etnobotánico. De esta forma, las raíces culturales de los chácobos continuarán alimen- el hogar y la medicina –como la palma
tando este árbol genealógico que se rehúsa a olvidar sus orígenes. —Erick Pinedo (arriba)– casi ha desaparecido.

FOTO: RAINER BUSSMANN

IMÁGENES

Indonesia
Frente a la costa este de
Célebes, en el fondo del es-
trecho de Lembeh, el rostro
de ojos enormes de un pez
miracielo (de la familia de
los uranoscópidos) de 30
centímetros de largo emer-
ge a través de la arena vol-
cánica negra. Estos peces,
llamados así por tener los
ojos en la parte superior de
la cabeza, suelen emboscar
a sus presas.
JENNIFER JO STOCK
Inglaterra
El paisaje enmarañado
de Witsman’s Wood
–rocas cubiertas de
musgo, helechos, pasto,
robles enanos tapizados
de líquenes– está cubier-
to por niebla y mito. Se
dice que hadas, druidas y
sabuesos infernales ron-
dan esta parte del Parque
Nacional Dartmoor.
DUNCAN GEORGE, GETTY IMAGES
Islandia
Bajo el glaciar Breidamer-
kurjökull –parte de Vatna-
jökull, uno de los mayores
casquetes glaciares en
Europa–, se ve un hombre
en un barco empequeñeci-
do por las paredes de una
cueva de hielo. El deshielo
estival amplía el túnel y el
río crece hasta llenarlo.

VILHELM GUNNARSSON

Ve más imágenes en ngenespanol.com

 Detrás de las cámaras
Elizabeth Snodgrass, editora de investigación

Los hechos
de la vida
Es como hacer una tesis de maestría cada seis
semanas. Así le describieron originalmente el
trabajo a la investigadora Elizabeth Snodgrass.
Ella verifica los datos de los artículos y a menu-
do llama a expertos para asegurarse de que los
artículos sean precisos, balanceados y actuales.
Después de 12 años y varios cientos de artículos
para la revista, sus intereses diversos y forma-
ción se han pulido en el tema en el que es ex-
perta: la arqueología.
Conocida por su fluidez en el francés, perfec-
cionado durante su internado de cocina de seis
meses en Provenza, fue llamada por National
Geographic Television para traducir documentos
arqueológicos confidenciales. Conforme lo hacía,
se dio cuenta de que se trataba del mismo tema de
una asignación clasificada de la revista, llamada
de manera elusiva ‘Manuscritos’; de hecho, se
trataba del descubrimiento de un texto bíblico de
1 700 años de antigüedad, el Evangelio de Judas.
Colaboró con investigadores gnósticos, monjes
coptos y expertos en cristiandad temprana –con
los que llegó a tener conversaciones de hasta tres
horas– para asegurarse de que la interpretación
de la Sociedad era precisa. “Todo eso –dice
Snodgrass– para que no nos tomaran por tontos
por publicar algo falso”.
También es conocida por su versatilidad para
otras asignaciones. Durante unas vacaciones
de Navidad en Florida, Snodgrass ayudó con la
investigación de un artículo sobre manatíes que
viven en la bahía detrás de la casa de su madre.
A su vez, los contactos que alguna vez hizo en
Italia como agente de viajes resultaron invalua- Para un artículo sobre
bles cuando trabajó en un artículo sobre Il el Evangelio de Judas,
Duomo, la famosa catedral de Florencia. Snodgrass trabajó muy
de cerca con colegas
Al haber investigado sobre temas que van
que utilizaron el fecha-
desde mormones fundamentalistas y criptas sici- do con carbono 14 y
lianas hasta presas en el río Mekong, hubo un análisis meticulosos de
tema que, dice Snodgrass, no llegó a dominar: la escritura para verifi-
car la autenticidad del
“Un artículo de una página sobre la teoría de manuscrito antiguo.
cuerdas”. —Laura L. Ford

MARK THIESSEN; IMAGEN DEL FONDO:

PHOTO:
KENNETH
CREDIT
GARRETT
H RE
IMÁGENES

Foto del lector Detrás de la aventura

Misión: pedimos fotos que mostraran qué te inspiró durante una experiencia
nueva y desafiante.

NOTA DEL EDITOR

“Rara vez vemos los momentos espontáneos

de una aventura. Estas imágenes mostraron
esos momentos personales, transformadores,
hermosos, jocosos e incluso dolorosos de la
exploración”. — Jimmy Chin, fotógrafo de National Geographic

Fabrice Guérin
París, Francia
En un cenote cerca de Tulum, México, Guérin fue
a bucear con su esposa. Conforme se sumergieron,
el color del agua cambió de azul a verde, y el agua
misma de dulce a salada. La atmósfera, dice Guérin,
se sentía como un paisaje lunar.

Gabe R. DeWitt
Morgantown, Virginia Occidental, EUA
DeWitt y cuatro amigos hacían senderismo cerca del
lago May, en el Parque Nacional Yosemite. Mientras
acampaban, notó que sus fotos alrededor de la fogata
salían sobreexpuestas. Cuando se extinguieron las lla-
mas consiguió un resplandor más tenue.
 IMÁGENES

Foto del lector Selección del editor

La docena diaria Los editores eligen 12 fotos de entre las que llegan
diariamente por internet. Estas son nuestras favoritas del mes.

NOTA DE LA EDITORA

“Me encanta la mezcla de tradición cultural y modernidad en estas fotografías:

el Viejo Mundo expresado de manera ruda y delicada a la vez”. — Jessie Wender,
editora en jefe de fotografía de National Geographic

Catalin Petrut Fudulu

Bucarest, Rumania
Entre Navidad y Año Nuevo, bailarines dis-
frazados de animales viajan a la capital de
Rumania. Fudulu vio un grupo de niños que
caminaba por la nieve. Tomó una foto cuan-
do se quitaban las gruesas pieles de oso.

Mango Loke
Cheras, Malasia
Loke fue contratado para fotografiar una
boda en Kuala Lumpur. Antes de la cere-
monia vio cómo los padres de la novia la
cubrían, de acuerdo con una costumbre
china, con un velo rojo. Más tarde, el
novio se lo quitó.
 Instintos básicos
Una reflexión gentil sobre el amor y la lujuria en el reino animal

Calentura de tortugas
Las tortugas de río se esfuerzan mucho por crecer y multiplicarse. Los
machos usan sus colores intensos de procreación para atraer parejas y sus HÁBITAT/TERRITORIO
garras para sujetarlas. Durante la temporada de apareamiento se cruzan li- Estuarios en Asia suroriental
bremente. Luego, las hembras viajan distancias largas, a menudo sorteando
ESTATUS DE CONSERVACIÓN
agua salada, hacia bancos de arena donde ponen y entierran varias nidadas En peligro crítico
de huevos al año. Pese a tan valientes esfuerzos, cinco de seis especies del gé-
nero Batagur están en peligro crítico, dice Rick Hudson, presidente de Turtle OTROS DATOS
Las hembras ponen huevos en
Survival Alliance. nidos de unos 30 centímetros
Estas tortugas pierden hábitat ante la minería de arena y mueren en redes de profundidad. Los huevos se
de pesca como captura accidental. Los huevos son sustraídos de los nidos para incuban a diferentes temperatu-
ras según la profundidad.
su consumo; los adultos se envían a China, donde son una exquisitez. Incluso
la temperatura puede influir en su supervivencia: el sexo de aves y mamíferos Durante la tempo-
está determinado por los cromosomas, pero el de muchas tortugas, se ve in-
fluenciado por la temperatura durante la incubación. Las crías de entornos rada de aparea-
más frescos suelen ser machos; las de entornos más cálidos, hembras. Cuando miento se cruzan
los programas de reproducción en cautiverio han mantenido los huevos a libremente. Luego,
temperaturas menores, dice Hudson, se consiguen pocas o ninguna hembra,
las cuales típicamente ponen cientos de huevos en su vida. En cambio, el avan-
las hembras viajan
ce del cambio climático podría significar sitios de incubación más cálidos, una distancias largas
predominancia de hembras y escasez de machos. —Patricia Edmonds para desovar.

La Batagur borneoensis,
con sus colores de apa-
reamiento, fue fotogra-
fiada en el Zoológico de
Omaha, Nebraska, Esta-
dos Unidos.

JOEL SARTORE
2 n at ion al g eo g raphi c • mo n th 2 0 1 4
1930
Clyde Tombaugh, gran-
jero de Kansas, cons-
truyó este telescopio en
1928 utilizando el cigüe-
ñal del Buick modelo
1910 de su padre y
equipo de granja de
desecho. Sus dibujos
de Marte y Júpiter lo
llevaron a conseguir un
trabajo en el Observato-
rio Lowell donde, dos
años más tarde, descu-
briría Plutón .
2005
En el Centro Espacial
Kennedy, en Florida,
la sonda New Horizons
espera a que la envuel-
van con la cubierta
que la protegerá
durante su lanza-
miento y su paso por
la atmósfera terrestre.
La sonda más veloz
que se haya lanzado
llegará a Plutón el 14
de julio de 2015.
2006
La sonda New Hori-
zons despega de la
Estación de la Fuerza
Aérea en Cabo Caña-
veral, a bordo de un
cohete Atlas V. Des-
pués de pasar por
Plutón, la sonda
continuará hacia los
rincones más lejanos
del sistema solar.
 Por Nadia Drake | Ilustraciones de Dana Berry
Pequeño, frío
y lejano hasta
lo absurdo,
Plutón siempre
ha sido egoísta
con sus secretos. Desde su descubrimiento en
1930, el planeta enano ha orbitado más allá de
nuestro alcance; su superficie helada es un mis-
terio turbio que ni los telescopios más potentes
han logrado enfocar. Sabemos acerca de Plutón,
pero en realidad no lo conocemos.
Esto cambiará el 14 de julio, cuando está pre-
visto que la sonda espacial New Horizons de
NASA vuele a 12 500 kilómetros del enano con-
gelado. Si todo sale bien, este encuentro cercano
y fugaz levantará el velo al último de los mundos
sin explorar del sistema solar clásico. Por fin ve-
remos realmente su superficie y la de su luna más
grande, Caronte. Los científicos tienen algunas
suposiciones de lo que podrían encontrar, pero
lo único que pueden decir con certeza es que Plu-
tón promete ser una sorpresa.
“El Plutón que imaginábamos se desvanecerá
como humo”, dice Alan Stern, el investigador
principal del proyecto New Horizons.
Los expedientes X
No sería la primera vez que Plutón frustrara las
expectativas. En 2006, el año en que se lanzó
New Horizons, Plutón desapareció de la lista de
planetas y reapareció como “planeta enano”. La
verdad es que ha sido duro de roer incluso des-
de antes de que lo descubrieran.
Ya en los años cuarenta del siglo xix, con un
cálculo complicado se predijo la existencia de
un planeta más allá de la órbita de Neptuno. Los
cálculos basados en la masa de Neptuno sugerían
que la órbita del gigante de hielo y la de su vecino
Urano no se ajustaban del todo a las predicciones
del movimiento planetario, de manera que algunos
NASA. PÁGINAS PRECEDENTES: BETTMANN/CORBIS (TELESCOPIO); NASA
astrónomos razonaron que al final del sistema
solar por lo menos un mundo grande y sin des-
cubrir debía estar empujando a los gigantes de
hielo, provocando que trazaran caminos erráti-
cos alrededor del Sol.
Para el cambio de siglo, la cacería del planeta
perdido había ganado impulso: quienquiera que
lo encontrara se ganaría la distinción de descubrir
el primer planeta nuevo en más de 50 años. Tras
bautizar a este solitario mundo como “Planeta X”,
el aristócrata bostoniano Percival Lowell –quizá
más conocido por declarar que había detectado
canales de irrigación en la superficie de Marte–
asumió la búsqueda con entusiasmo. Lowell
había construido su propio observatorio en
Flagstaff, Arizona, que en 1905 se convirtió en el
epicentro de la búsqueda, con Lowell calculan-
do y recalculando su posición probable y pidiendo
equipo prestado para la búsqueda. Sin embargo,
Lowell murió en 1916 sin saber que realmente
existía el Planeta X.
Adelantémonos a 1930. Una tarde de febrero,
Clyde Tombaugh, de 24 años, estaba en su lugar
de estacionamiento del Observatorio Lowell.
Trasplantado desde los campos de Kansas, a Tom-
baugh le habían asignado la tarea de buscar el elu-
sivo planeta de Lowell. No tenía entrenamiento
formal en astronomía, pero había desarrollado la
habilidad de construir telescopios, algunos con
autopartes viejas y otros artículos improbables.
Tombaugh era perfeccionista. “Cuando plan-
taba el sorgo –escribió en sus memorias de 1980–,
las filas que cruzaban el campo tenían que estar
tan rectas como una flecha o no estaba contento.
Después, cualquier objeto sospechoso de ser un
plutón 7
 planeta, sin importar qué tan vaga fuera la pista,
tenía que ser verificado…, era el trabajo más
tedioso que hubiera hecho en mi vida”.
Tombaugh pasó casi un año buscando el mun-
do perdido con la ayuda de un instrumento lla-
mado estereocomparador. Esta máquina ruidosa
permite al observante saltar hacia adelante y atrás
entre exposiciones prolongadas del cielo, que a
menudo contienen cientos de miles de estrellas
tomadas con varios días de diferencia. Cualquier
CON EL PASO DE LOS cosa que haya viajado una distancia significativa
AÑOS, LA MASA ESTI- durante ese tiempo –un planeta o un asteroide,
MADA DEL PLANETA DE
TOMBAUGH DISMINUYÓ por ejemplo– parecerá moverse cuando se alter-
CADA VEZ MÁS, HASTA nan las imágenes.
QUE DE PLANO SE Esa tarde –era 18 de febrero–, Tombaugh ope-
ENCOGIÓ TANTO COMO raba el estereocomparador y entrecerraba los ojos
PARA SACARLO DEL ante miles de estrellas para evaluarlas una por una.
REINO PLANETARIO.
De repente, en fotos tomadas con seis días de di-
ferencia durante enero, detectó un punto de luz
pequeñito que no se estaba quieto. En una imagen
estaba a la izquierda de dos estrellas brillantes. En
la siguiente ya había saltado varios milímetros
a la derecha. Tombaugh alternó las imágenes y vio
cómo el punto saltaba dentro y fuera de su po-
sición original. Tomó una regla y midió la dife-
rencia exacta en su posición. Después encontró
otra foto del cielo, tomada antes, también en ene-
ro, y buscó el mismo punto. Finalmente tomó un
lente de aumento para confirmar la presencia del
planeta potencial en más de un grupo de fotos
tomadas por una cámara diferente.
Había encontrado el Planeta X.
“Plutón es un puntito más bien insignificante
–declara Will Grundy, miembro del equipo de
New Horizons que trabaja en el Observatorio
Lowell–. Hay que permanecer viendo estas cosas.
Hitos de la sonda
New Horizons No sé cómo no quedó ciego”.
Después de semanas de seguimiento, el Ob-
servatorio anunció el hallazgo de Tombaugh el
MARTE 13 de marzo. Sin embargo, casi inmediatamente,
los astrónomos supieron que algo no estaba bien.
VENUS
MERCURIO
El punto de luz saltarín era demasiado tenue para
TIERRA tratarse del Plantea X. Incluso los mejores tele-
SOL scopios de ese entonces no pudieron dejar en
claro la redondez del planeta, lo que significaba
que el objeto era demasiado pequeño para ser
responsable de las inestabilidades de los gigantes
de hielo.

JÚPITER

Enero de 2006 Febrero de 2007 Junio de 2008

Lanzamiento de la sonda Acelera gracias a un empujón Cruza la órbita
gravitacional de Júpiter de Saturno
 “Esperaban algo más brillante, más grande
–puntualiza Owen Gingerich, astrónomo emé-
rito e historiador del Centro de Astrofísica Har-
vard-Smithsoniano–. Sin embargo, supusieron
que probablemente era del tamaño de la Tierra.
Mucho más pequeño que Urano y Neptuno, pero
un tipo de planeta respetable.
Muy pronto, el Observatorio Lowell tuvo que
resolver cómo llamar al planeta nuevo. Llegaron
cientos de cartas. “Minerva” fue uno de los nom-
bres más populares al principio.
Del otro lado del océano, una niña británica de
11 años llamada Venetia Burney propuso por ca-
sualidad el nombre de “Plutón” en honor del dios
romano del inframundo. Parecía apropiadamen-
te oscuro para un planeta en la oscura periferia, y
seguía la convención de los nombres mitológicos.
Así, el 1 de mayo, el Observatorio Lowell anunció
que el Planeta X se llamaría Plutón.
Sin embargo, con su órbita peculiar y sesgada
y su confusa pequeñez, aquel mundo seguía sien-
do un enigma. Con el paso de los años, la masa
estimada del planeta de Tombaugh disminuyó
cada vez más, hasta que de plano se encogió tan-
to como para ser sacado del reino planetario y
rebautizado como planeta enano en 2006.
Al observar la interacción de Plutón con su sa-
télite Caronte, hoy los científicos saben que la masa
de Plutón equivale a apenas dos milésimas de la
terrestre. Descubierta en 1978, Caronte es casi de
la mitad del tamaño de Plutón, tan grande que
entre los dos forman un sistema binario. Entre ellos
orbitan alrededor de un punto en el espacio. Un
planeta enano doble que da vueltas en el centro de
un sistema sorprendentemente complejo y que
contiene al menos otras cuatro lunas.
Los científicos sospechan que podría haber más
lunas alrededor de Plutón, algunas quizá compar-
ten o intercambian órbitas, y tal vez se desplacen
caóticamente en lugar de hacer gráciles piruetas.
“No me sorprendería encontrar algo tan pa-
tológicamente extraño como eso”, aclara Alex
Parker, estudiante de posdoctorado en el equipo
de New Horizons.
Para finales de los años ochenta del siglo pasa-
do, la sonda espacial Voyager 2 de NASA ya había
pasado por el reino de los planetas gigantes y re-
velado la verdadera masa de Neptuno. Cuando ese
Marzo de 2011
Pasa por la
órbita de Urano
número, el equivalente de 17 Tierras, se conecta
con aquellas ecuaciones viejas utilizadas para pre-
decir la existencia de un noveno planeta, todo
funciona como se esperaba. Urano traza un cami-
no predecible y aburrido alrededor del Sol. Nunca
hubo otro planeta grande jaloneando su órbita.
Pero si no fuera por la matemática incompleta, y
la paciencia prodigiosa de un hombre, podríamos
haber esperado décadas para descubrir el pequeño
mundo que realmente está allá afuera.
Nacimiento violento
Plutón ya no es un planeta ni tampoco un inadap-
tado, ni siquiera es único en su tipo. Es uno de los
miles de mundos que pueblan el cinturón de Kui-
per, un amplio anillo de desechos más allá de
Neptuno, hogar de innúmerables cometas y ena-
nos helados. Las huellas digitales de las primeras
etapas del sistema solar están apresadas en estos
fragmentos de 4 600 millones de años, en espera
de ajustarse a teorías que describan los turbu-
lentos primeros años del sistema solar.
La arquitectura del cinturón de Kuiper apunta
hacia un reacomodo violento de los planetas gi-
gantes en los primeros tiempos, una gran migra-
ción que envió volando pequeños cuerpos. Los
científicos esperan usar los cráteres que cubren
las superficies de Plutón y Caronte para levan-
tar una encuesta de la población del cinturón de
Kuiper y reconstruir cómo ha cambiado con el
tiempo. Aunque resulta complicado realizarlas,
estas mediciones son esenciales para reconciliar
las ideas sobre cómo la migración de los planetas
gigantes esculpió los albores del sistema solar.
“Creemos que en sus inicios el cinturón de Kuiper
era mucho más grande”, dice Stern.
Lo que aprendamos del planeta enano podría
dar a los científicos un vistazo a los procesos que
le dieron forma a la Tierra. Alguna vez, una cu-
bierta gaseosa de hidrógeno y helio rodeó nuestro
mundo en su infancia. Con el paso de millones
de años, esa atmósfera escapó hacia el espacio.
Plutón es el único lugar en el sistema solar en el
que podemos estudiar algo similar ocurriendo
ahora, dice Stern, aun cuando su atmósfera esté
compuesta de nitrógeno. Las similitudes no ter-
minan ahí. Los científicos creen que Caronte, la
luna de Plutón, se formó por un impacto gigante,
NGM ART. FUENTE: LABORATORIO DE FÍSICA APLICADA DE LA UNIVERSIDAD JOHNS HOPKINS
PLUTÓN
Agosto de 2014 14 de julio de 2015
Cruza la órbita de Neptuno y Vuela cerca de Plutón
entra en el cinturón de Kuiper
TRES
PLUTONES
POSIBLES
El paisaje del planeta enano está conformado
por fluctuaciones temporales extremas y
dominado por una mezcla exótica de hielos de
metano, nitrógeno y monóxido de carbono.
La misión New Horizons, de NASA, revelará
más detalles durante el verano de la órbita
de 248 años de Plutón, cuando el calor del
sol esté en su máximo. Estos “paisajes pluto-
nianos” científicamente plausibles ilustran
cómo podría verse la superficie. Caronte flota
a la distancia.

Tres escenarios, de arriba hacia abajo:

SUPERFICIE TECTÓNICA
Las capas de metano congelado se vuelven pardas
y amarillas por la irradiación ultravioleta de molécu-
las incrustadas en el hielo. La topografía esca-
brosa, los géiseres activos y la grieta distante
sugieren que Plutón tiene procesos geológicos
dinámicos que borran las cicatrices de los cráteres
de impacto y que podrían indicar un centro plane-
tario caliente.

SUPERFICIE BARRIDA POR EL VIENTO

Fuertes vientos podrían generarse cuando los
hielos cambian de estado sólido a gaseoso y vice-
versa, lo que ayuda a esculpir la corteza de Plutón.
Cimas erosionadas permanecen de los antiguos
cráteres de impacto, con hielo de agua formándose
en las elevaciones más altas. La radiación UV
separa el hidrógeno del metano congelado, lo que
deja una franja de polvo de carbono.

SUPERFICIE ONDULADA
Ya que los hielos de Plutón cambian continuamente
de estado de agregación, al escapar a la atmósfera y
condensarse de nuevo en la superficie, podrían lle-
nar las zonas bajas de Plutón, suavizando su super-
ficie en un terreno ondulado. Los hielos reaccionan
con la luz solar y la radiación cósmica a ritmos dife-
rentes, lo que forma una gravilla de hielo (al frente).

JOHN TOMANIO; SEAN MCNAUGHTON

FUENTES: ALAN STERN Y MARK BUIE, INSTITUTO DE INVESTIGACIÓN
DEL SUROESTE: JEFF MOORE, NASA; WILL GRUNDY, OBSERVATORIO LOWELL
muy parecido al que produjo nuestra luna. Pero
en tanto la nuestra se solidificó del disco derre-
tido de desechos creado por la colisión, Caronte
fue arrancada casi intacta de Plutón. Y mientras
que el crecimiento de nuestra luna dejó nuestros
cielos relativamente libres, la gravedad más dé-
bil de Plutón permitió que los restos de la coli-
sión volaran en un campo más amplio, dejando
el sistema binario con una grava espacial que
podría hacer que la visita de la New Horizons
fuera traicionera.
Pasaje peligroso
Lanzada desde Cabo Cañaveral, en Florida, la
sonda espacial de NASA atravesó el sistema so-
lar avanzando en promedio 1.6 millones de ki-
lómetros al día. Llegó a Júpiter apenas un año
después y utilizó la gravedad del planeta gigan-
te como acelerador para ahorrarse casi cuatro
años del tiempo total de viaje. Incluso con esa
aceleración, a la New Horizons todavía le tomaría
otros ocho años llegar a Plutón, que, en promedio,
está 40 veces más lejos del Sol que la Tierra. Las
temperaturas en Plutón pueden llegar a cerca de
240 grados Celsius bajo cero.
Los científicos no saben qué van a encontrar
ahí en realidad, o si la velocidad de la sonda espa-
cial la llevará de manera segura a través del siste-
ma de Plutón, pues podría ser destruida por lunas
ocultas o partículas de polvo mortales. “Cualquier
cosa del tamaño de un grano de arena es poten-
cialmente peligrosa para la sonda –explica Mark
Showalter, del Instituto para la Búsqueda de Inte-
ligencia Extraterrestre (SETI), miembro del equi-
po que evalúa los peligros de la misión–. Si algo
corta una conexión eléctrica o golpea una unidad
de procesamiento de alguna computadora, podría
dañar la sonda de manera irreparable”.
Las semanas que nos lleven al encuentro con
Plutón van a estar marcadas por análisis acucio-
sos de las imágenes más nuevas de la sonda. Tal
como lo hizo Tombaugh, el equipo buscará cual-
quier cosa que se mueva, pixeles reveladores que
señalen una luna oculta que quizá esté soltando
polvo. “Somos como vigías en lo alto de un más-
til en busca de escollos en el camino”, comenta
Showalter.
Los científicos han planeado trayectorias al-
ternativas por el sistema de Plutón, en caso de
que aparezcan tales peligros. Todas tendrían su
costo para las misiones científicas, pero nada
vale tanto la pena como para establecer un rumbo
12
que arriesgara la sonda. “La razón por la que nos
aventuramos a lugares a los que nunca hemos ido
es para ver qué hay ahí –dice Showalter–. Vamos
por la sorpresa, y espero que no sea el tipo de
sorpresa equivocado”.
Ya saben que el planeta enano será rojizo, gra-
cias a la reacción del sol con las moléculas orgá-
nicas de su superficie, y que estará cubierto de
hielos diferentes. Imágenes borrosas del telesco-
pio Hubble han revelado segmentos tanto extre-
madamente oscuros como muy brillantes en
Plutón, y algunos científicos sospechan que man-
chas de compuestos orgánicos pintan de oscuro
partes del planeta enano. Otras regiones de la
superficie muestran evidencia de congelamientos
temporales que se forman por el terreno multi-
color, y a los científicos no les sorprendería ver
fumarolas que surgieran de Plutón, como las de
la luna más grande de Neptuno, Tritón. Y, cu-
briéndolo, hay una atmósfera de nitrógeno es-
ponjosa, tal vez 350 veces tan voluminosa como
el mismo Plutón.
“Sospecho que veremos neblina y quizá nubes
gruesas”, apunta Fran Bagenal, miembro del equi-
po de la Universidad de Colorado en Boulder.
Sin embargo, el equipo está adivinando todo,
desde su diámetro hasta el número de lunas nue-
vas, o si habrá cráteres, cañones o criovolcanes en
Plutón y en Caronte. Hay quienes incluso piensan
que Caronte se robará el espectáculo. “Es un sis-
tema sorprendentemente rico para un lugar tan
pequeño, y quizá mucho de lo que creemos saber
estará equivocado”, dice John Spencer, del Institu-
to de Investigación del Suroeste.
Para conocer verdaderamente a Plutón debe-
mos llegar ahí y ver ese mundo. Ha tardado 85
años, pero por fin vamos a conocer al pequeño
y polémico planeta de Tombaugh y, de alguna
manera, él también lo hará: a bordo de la New
Horizons hay un pequeño frasco con cenizas de
Tombaugh, un envío simbólico que volará cerca
de Plutón y se enfilará hacia el cinturón de Kui-
per, quizá en busca de otro mundo pequeño por
explorar. j
ALGO MÁS
El cosmos siempre ha sido
parte de la vida de Nadia
Drake. Su padre, el astrónomo
Frank Drake, llevó a cabo el
primer experimento de bús-
queda de inteligencia extrate-
rrestre en 1960.
REBECCA HALE
AMOR
PLUTÓNICO 9
vistas rápidas del que
fuera el noveno
planeta

Velo de misterio ¿Por qué no ¿Qué hay en

es un planeta? un nombre?
1 ¿Qué tan grande es Plutón? Los
científicos calculan que tiene
aproximadamente 2 300 kilóme-
tros de ancho, pero la atmósfera
4 Según la Unión Astronómica
Internacional, en 2006, los
planetas en el sistema solar son
7 Venetia Burney, la británica de
11 años que casualmente
durante el desayuno sugirió llamar
del planeta enano y su gran leja-
redondos, orbitan alrededor del Sol Plutón al nuevo planeta, no fue la
nía de la Tierra dificultan mediciones
y tienen suficiente peso gravitacio- primera persona en su familia que
precisas. La sonda New Horizons
nal para limpiar sus órbitas de la dio nombre a un objeto astronó-
debería proporcionar la respuesta.
mayoría de sus desechos. Salvo que mico. Su tío abuelo Henry Madan
esta última regla se retire, Plutón nombró las lunas de Marte, Fobos y
seguirá siendo un planeta enano. Deimos. Burney (más tarde Venetia
Phair) nunca pudo soportar que la
Centrifugado gente pensara que había tomado
Censo celestial el nombre del

2 En Plutón, el sol sale por

el occidente y se pone en el
oriente, aproximadamente una 5 Mientras estudiaba las placas
fotográficas del cielo a lo largo
querido perro
creado por Walt
Disney. De
vez cada semana terrestre. Esto de 14 años, Clyde Tombaugh, el hecho, aunque
se debe a que Plutón rota en descubridor de Plutón, detectó el perro de
dirección opuesta a la de la Tierra 29 500 galaxias, cerca de 4 000 caricatura
y gira muy lentamente. asteroides (775 de ellos nuevos) y, apareció por
por lo menos, un cometa nuevo. primera vez en 1930, no adquirió el
nombre de Pluto (Plutón en inglés)
sino hasta mayo de 1931, un año
TIERRA
después de que Burney le diera
nombre al planeta. “Así quedo
Cargamento reivindicada”, expresó Burney.
precioso
PLUTÓN

6 Hay nueve “polizones” a bordo

de la sonda espacial New
Horizons, entre ellos un vial con
Embotellado
LUNA DE
LA
TIERRA
cenizas de Tombaugh. Los otros
artículos incluyen dos banderas
de Estados Unidos, un timbre postal
8 Una pequeña duda para
nombrar a Plutón tuvo que ver
con un laxante estadounidense
en el que se lee “Plutón: todavía llamado Agua de Plutón. Este
inexplorado”, sin intención de ser popular tónico prometía que
irónico, y una moneda de 25 centa- “cuando la naturaleza no quiere,
vos de Florida que el gobernador Plutón sí”.
Una manchita Jeb Bush le dio al investigador
principal Alan Stern.
en el espacio Velocísima
3 Plutón tiene apenas dos
tercios del tamaño de nuestra
Luna. Sus cinco lunas conocidas
9 La New Horizons obtuvo
aceleración con la ayuda de la
gravedad de Júpiter en 2007, con lo
dan vueltas en órbitas estrechas y
que alcanzó una velocidad máxima
una dentro de otra. Si los alineára-
de 83 000 kilómetros por hora. Tiene
mos, cabrían casi tres sistemas
combustible suficiente como para
plutónicos entre la Tierra y la Luna.
seguir navegando más allá de Plutón
y el cinturón de Kuiper.

DE ARRIBA A LA IZQ., EN EL SENTIDO DE LAS MANECILLAS DEL RELOJ: NASA, ESA Y MARK BUIE (INSTITUTO DE INVESTIGACIÓN DEL SUROESTE); IMAGEN CORTESÍA
DE PATRICK PHAIR; WALT DISNEY CO./ARCHIVO RONALD GRANT/BIBLIOTECA DE IMÁGENES MARY EVANS, SERVICIO POSTAL DE ESTADOS UNIDOS.
Orcas cazan arenques en el Andfjorden
de Noruega. Los miembros de la manada
coordinan sus movimientos y arrean el banco
de peces para formar una esfera manejable.
Luego dan coletazos contra la esfera para
aturdir y matar sus presas.

14
 ESTRATEGIAS
PARA UN FESTÍN
Las orcas muestran su inteligencia colaborando para cazar su comida.
Un macho adulto ayuda a arrear un ban-
co de arenques en el Andfjorden. La alta
aleta dorsal distingue los machos de las
hembras. Algunos miembros de la mana-
da mantienen agrupados los arenques
mientras los demás se alimentan.
Por Virginia Morell ENTENDER
A LOS DELFINES
Fotografías de Paul Nicklen
INTELIGENCIA
CAUTIVERIO
CULTURA
Una serie en tres partes

N
o hay orcas en la literatura occidental. Aun cuando parecen
seres míticos, con sus cuerpos elegantes, colores de panda y
sonrisas de dientes puntiagudos, las ballenas asesinas no fi-
guran como personajes de nuestras grandes novelas. Con
todo, muchos hemos desarrollado una imagen suya a partir

de películas, o sus actuaciones en acuarios como
SeaWorld donde, para nuestra diversión, dan
saltos o nadan en círculos incesantes dentro de
diminutos estanques estériles. Sin embargo, al-
gunos creen que las orcas cautivas sufren graves
daños psicológicos debido a esa vida lastimosa-
mente restringida.
Y eso es desgarrador. Al verlas en estado silvestre
nos llevamos una impresión que ninguna exhibi-
ción puede capturar: la de su espíritu y sagacidad,
su alegría y astucia, su amor por el mar abierto, la
cacería y la vida.
Un día gélido de enero me vi rodeada de cien-
tos de ballenas asesinas blanquinegras (Orcinus
orca, en realidad, la especie de delfín más gran-
de); cruzaban las aguas del Andfjorden noruego
como lobos veloces, unos 320 kilómetros al norte
del círculo polar ártico. Sus lomos y altas aletas
dorsales destellaban con las luces del Ártico al
zambullirse y emerger mientras trabajaban en
equipos para acorralar, aturdir y devorar arenques
plateados.
A veces, alguna golpeaba la superficie con la
cola, como jugando a las palmas con el mar, pero
también daban coletazos bajo el agua: presagios
de muerte para los arenques, señala Tiu Similä,
18 nat ional geo g raphic • julio de 2015
bióloga especializada en cetáceos que contribuyó
a introducir el estudio de las orcas en Noruega y
experta en un método de caza llamado alimen-
tación en carrusel. La fuerza de esos golpes no
siempre mata a los peces, agrega, aunque aturde a
muchos y los vuelve presas fáciles. “Lo que vemos
en la superficie solo sugiere lo que ocurre abajo
–prosigue–. Cada orca tiene una función, como
en un ballet, de suerte que deben moverse de ma-
nera muy coordinada, comunicarse y tomar deci-
siones sobre lo que harán después”.
Pese al gran número de arenques, a las orcas se
les dificulta atraparlos, porque son presas rápidas
que forman bancos defensivos semejantes a mu-
rallas, de modo que no pueden embestirlos y en-
gullir gran cantidad de peces y agua, como hacen
las ballenas barbadas o misticetos. Por ello, al
igual que hacen los perros pastores con el ganado,
arrean los bancos para formar grupos compactos
los cuales pueden controlar. “Las orcas deben
impedir que los arenques se sumerjan –dice Si-
milä–, así que los obligan a dirigirse a la superficie
y nadan en círculos a su alrededor para mante-
nerlos allí, en una esfera”.
Los miembros de la manada se turnan para zam-
bullirse por debajo del banco y rodearlo (carrusel
Las orcas prefieren cazar arenques donde
puedan obligarlos a dirigirse hacia la super-
ficie, como en las sombras pálidas de este
ramal del Andfjorden.
de orcas); al pasar, sueltan burbujas, lanzan recla-
mos y muestran sus vientres blancos para atemo-
rizar a los arenques. Cuando el carrusel alcanza
su máxima intensidad, los arenques saltan sobre
la superficie del agua, en un desesperado intento
por escapar. “Parece como si el mar hirviera”, co-
menta Similä.
Cuando la manada logra controlar sus presas,
una orca golpea el borde del banco con la cola. La
comida está servida.
Sin embargo, las ballenas asesinas que estába-
mos observando no realizaban un carrusel clásico.
En vez de realizar círculos por debajo del cardú-
men, nadaban y se zambullían por delante y por
detrás de una masa de peces y, aunque la superfi-
cie del mar no hervía con arenques, el festín ya
había comenzado. Similä lo supo por los coletazos,
los cuerpos de arenques aturdidos y muertos, y
las escamas que flotaban en el agua como mone-
das de plata.
la alimentación en carrusel es una de varias
tácticas de caza que algunos científicos, como Si-
milä, consideran un aspecto de la “cultura” de las
orcas, que incluye diferentes estrategias para pre-
sas específicas. Por ejemplo, en Argentina, las orcas
se lanzan a la costa para capturar crías de león ma-
rino incautas; en el Ártico, los miembros de una
manada cooperan para provocar grandes olas que
derriban focas de témpanos flotantes. Las orcas
jóvenes aprenden esas técnicas de sus mayores.
En cualquier caso, no se han documentado
orcas que cooperen con otras ballenas en la ca-
cería. De hecho, depredan cachalotes, ballenas
grises, jorobadas, rorcuales y muchos otros cetá-
ceos, por lo cual son llamadas asesinas de balle-
nas. Y por esa razón, Similä estaba desconcertada.
En condiciones normales, las manadas de orcas
de la región cazan solas, pero ese día también
había jorobadas y rorcuales nadando y devorando
arenques. Aletas dorsales de muchas formas y
tonalidades rompían la superficie del agua. Las
orcas veloces arreaban arenques mientras las jo-
robadas saltaban en el aire con las fauces abiertas,
engullendo presas antes de que las ballenas asesi-
nas pudieran comerlas, una a una; entre tanto, los
rorcuales simplemente mostraban sus aletas dor-
sales curvadas al emerger para tomar aire y luego
volvían a sumergirse para alimentarse en las
profundidades.
“Jamás he visto algo así –dijo la bióloga–. ¿Es-
tán trabajando juntas para capturar peces?”.
l a cultura de los delfines 19
 ALIMENTACIÓN EN CARRUSEL (Noruega)
1 División
En las aguas invernales de la costa de Noruega, las
ballenas asesinas forman equipos de tres a nueve
integrantes para rodear los arenques. Siempre en
comunicación, su primera tarea consiste en separar
un grupo de peces del banco principal.
2 Arreo
Las orcas nadan rápidamente en círculos para arrear
el pequeño grupo de arenques y formar una esfera cada
vez más compacta y fácil de controlar, de la que no puedan
escapar. Mientras lo hacen, soplan burbujas, muestran sus
vientres y dan coletazos en la superficie para aterrorizar
a sus presas.

Exhibición de la cola

Lanzamiento
de burbujas
Esfera de arenques

Cardumen de arenques

Empujan la esfera de peces

hacia arriba, atrapándola
contra la superficie.

Veloc
idad: 3 Se mueven de modo
0 km que sus vientres
/h
blancos queden frente
a los arenques.

CÓMO CAZAN
La matriarca dirige su manada para arrear un banco de aren-
ques y formar una esfera compacta que empujan a la superficie.
Esta técnica, llamada alimentación en carrusel, es uno de
muchos métodos de caza y captura ingeniosos que utilizan
las ballenas asesinas en diversas partes del mundo.

OLEAJE
(Aguas antárticas)
Grupos de hasta siete orcas nadan hacia témpanos flotantes,
provocando grandes olas que rompen el hielo y hacen caer
focas de Weddell –sus presas favoritas– en el camino de sus
compañeros de manada.
VARAMIENTO
(Punta Norte, Argentina, e islas Crozet, océano Índico)
Las ballenas asesinas persiguen leones marinos o focas hasta
el rompeolas y atrapan sus presas justo antes de alcanzar la
orilla. Las orcas casi siempre pueden sincronizar sus ataques
y el ángulo de sus cuerpos para no encallar demasiado tiempo.
3 Alimentación
Las orcas dan coletazos rápidos a la esfera para aturdir Una técnica de caza menos común en
o matar muchos peces. Conforme los arenques comien- esa región consiste en arrear los peces
zan a desprenderse de la esfera, los succionan con sus hacia la orilla y atraparlos en aguas
bocas –a veces en fila–, y luego escupen las cabezas someras o contra la playa, para luego
y espinas dorsales. devorarlos.

Arenques
aturdidos

Coletazos

Hembra

Macho

Hembras adultas dirigen las Algunos arenques escapan

manadas y enseñan a las de la esfera ascendente y
crías la técnica del coletazo. nadan hacia las profundidades.

Cría

Por arriba de
PERSEGUIR HASTA EL AGOTAMIENTO 20 metros
(Estrecho de Gibraltar)
Con la técnica de “resistencia-agotamiento”, grupos de orcas persi-
guen sus presas (principalmente atunes de aleta azul pequeños o
medianos) durante periodos de hasta 30 minutos y con velocidades
sostenidas de hasta siete nudos, acabando así con su resistencia.

FERNANDO G. BAPTISTA, DANIELA

SANTAMARINA Y EMILY M. ENG; TONY SCHICK.
TEXTO: EVE CONANT
FUENTES: TIU SIMILÄ; ROBERT PITMAN, NOAA;
PAOLO DOMENICI, CNR-IAMC, ITALIA
Una orca se coloca en posición para
empujar una esfera compacta de arenques
hacia la superficie. Luego de aturdir a los
peces de la periferia, las orcas se alimen-
tan, no con grandes bocados, sino tomando
uno a la vez.
 Como las jorobadas utilizan un método seme-
jante al carrusel de alimentación –rodean bancos
de peces o kril, y soplan burbujas para formr una
esfera–, Similä pensó que tal vez estaban colabo-
rando con las orcas. O bien, quizá orcas y ballenas
realizaban una “alimentación de viaje”: arreaban
un banco inmenso para formar un grupo más
compacto y, después, golpeaban el borde de la es-
fera de arenques para comer un bocado antes de
continuar su camino. “Pero la alimentación de viaje
consume más energía que el carrusel –musitó Si-
milä–. Y con tantos arenques en este lugar, el carru-
sel tendría más sentido”.
Sin embargo, las orcas nunca permanecieron
el tiempo necesario para el carrusel de alimenta-
ción. Igual que las jorobadas y los rorcuales, pa-
saban rápidamente junto a nosotros deteniéndose
de vez en cuando a tomar un refrigerio.
miembros de la familia Delphinidae, que incluye
todos los delfines marinos, las orcas son la especie
“Una orca viajó tan lejos y rápido –cientos
de kilómetros en un solo día– que creímos que la había
remolcado un barco”. —Tiu Similä, bióloga.
cetácea de mayor distribución. Ahora bien, aun-
que viven en todos los océanos y latitudes, desde
el Ártico hasta la Antártida, siguen siendo un mis-
terio. Ni siquiera sabemos cuántas especies y
subespecies están representadas en el cálculo apro-
ximado de su población general, estimada en un
mínimo de 50 000 ejemplares.
¿Es una cifra saludable? ¿O están en peligro?
Nadie lo sabe, porque los investigadores iniciaron
el censo apenas en los años setenta del siglo xx y
no tienen una idea precisa de cuántos animales
hay en cada ecotipo reconocido actualmente. Se
cree que puede haber múltiples ecotipos en el
Atlántico Norte; Similä y yo observamos orcas
especializadas en alimentarse con arenques. El
territorio de estos animales abarca los mares de
Noruega y Barents, y para 1990 se calculaba que
su población ascendía a 3 000 individuos. De ellos,
unos 1 000 –que Similä y sus colegas denominan
24 nat ional geo g raphic • julio de 2015
orcas noruegas– siguen los arenques hasta los fior-
dos. No obstante, esos peces son presas imprede-
cibles, cuyas poblaciones presentan fluctuaciones
anuales significativas y no pasan todo el año en
esos golfos nórdicos. Pero, a donde quiera que
vayan, las orcas los siguen.
A principios de la década de los sesenta, la sobre-
pesca alteró ese patrón y las orcas desaparecieron
de los fiordos noruegos por algún tiempo. Luego,
a principios de los años ochenta, las poblaciones
de arenque se recuperaron y las orcas fueron avis-
tadas nuevamente en fiordos al sur del Andfjor-
den. En esos días, la finlandesa Similä hacía un
posgrado en el que investigaba el plancton en los
lagos de su país, pero se enteró de que biólogos
noruegos estaban organizando safaris de orcas y
se ofreció como voluntaria para trabajar en sus
barcos. El primer día, la aleta dorsal de una orca
macho emergió junto al bote inflable en el que
viajaba y aquella imagen la dejó sin habla, borran-
do el plancton de su mente.
Durante los siguientes 20 años acompañó a los
cetáceos en su recorrido invernal por los fiordos
persiguiendo arenques y, junto con sus colegas,
fotografió todas las orcas posibles para identificar-
las individualmente; además buceó con ellas para
filmarlas mientras se alimentaban. “Casi nada se
sabía entonces sobre estas orcas –recuerda Simi-
lä–. La gente creía que eran peligrosas y una plaga,
porque se comían nuestro pescado”.
Al verlas, los pescadores disparaban: abatieron
así 346 individuos entre 1978 y 1981, año en que
concluyó la matanza oficial. Aun así, muchos no-
ruegos siguieron considerándolas devoradoras de
arenques hasta 1992, cuando una televisora trans-
mitió escenas de un estudio de Similä en el que se
las mostraba comiendo delicadamente un pescado
a la vez y no engullendo bancos enteros.
Con todo, las manadas de orcas cuyos miembros
fueron heridos o abatidos por cazadores parecen
no haber olvidado aquella época. “A veces encon-
tramos orcas con cicatrices hechas por balas, pero
no podemos acercarnos a sus manadas –informa
Similä–. Aún no lo permiten. Se alejan tan pronto
escuchan un motor”.
A la cabeza de las manadas se encuentran las
matriarcas fundadoras y Similä cree que esas “ma-
dres sabias” enseñan a las crías a evitar los barcos
de pesca, preservando así la memoria grupal.
un día vimos orcas lanzando chorros al otro
extremo del fiordo y cruzamos los tres kilóme-
tros de mar que nos separaban de una laguna
tranquila. Manadas de orcas emergían cerca de
nosotros, ballenas jorobadas embestían contra
bancos de peces. Las crías de una manada reto-
zaban en la estela de nuestra lancha. Aunque
estas orcas no iban velozmente por el mar, como
aquel primer día, tampoco practicaban la ali-
mentación en carrusel.
Similä admira cómo cada individuo desempe-
ñaba su papel en la cacería. Había visto adultos
dirigiendo a los jóvenes, crías imitando los coleta-
zos de sus madres y manadas que, ocasionalmen-
te, realizaban largos viajes al territorio de desove
de los arenques, tal vez para hacer un seguimien-
to de sus presas. La finlandesa y sus colegas tam-
bién habían colocado etiquetas satelitales en
varias orcas para mapear sus misiones de explo-
ración. “Una viajó tan lejos y tan rápido –cientos
de kilómetros en un solo día– que creímos que
la había remolcado un barco –recuerda–. Ahora
me río de mí misma por haber considerado se-
mejante cosa”.
Similä me cuenta una historia acerca de orcas
que demuestra lo poco que sabemos de esa espe-
cie. En 1996, el equipo detectó una cría con gra-
ves lesiones en la columna y aleta dorsal, tal vez
causadas por una embarcación.
ALGO MÁS ngenespanol.com
NACIDOS PARA
SER LIBRES
¿Te perdiste los artículos de mayo
y junio de esta serie? Búscalos en
nuestras plataformas digitales.
MARTEN VAN DIJL, AFP/GETTY IMAGES
“Lo llamamos Stumpy, por el daño en su aleta
dorsal –explica–. No es como otras ballenas asesi-
nas, porque no puede cazar y deben cuidarlo”.
En vez de vivir con una sola manada, Stumpy
nada con al menos cinco grupos distintos que lo
alimentan.
“Stumpy es mi mayor misterio, porque no sé
qué ocurrirá cuando alcance la madurez sexual
–prosigue Similä–. Pero las otras orcas saben que
necesita ayuda y se la proporcionan”.
Algunos investigadores sugieren que una ma-
nada de orcas forja lazos sociales tan estrechos
que sus miembros responden a otros animales y
su entorno como grupo unificado. Tal vez por eso
manadas enteras encallan cuando uno solo de sus
miembros enfermo se dirige a la costa, y algunos
machos mueren al fallecer sus madres. Quizá
también esa sea la razón de que muchas orcas
ayuden a Stumpy.
Cuando pasamos gran parte de la vida con
seres que viven en sociedades cooperativas, re-
cordando su pasado y cuidando de sus congéne-
res más débiles, nos abrimos al potencial de lo
que son capaces de hacer. Por ello, Similä con-
templó la idea de que las orcas se habían unido
a las jorobadas y los rorcuales para cazar peces.
Pero después cambió de opinión. “No estaban
colaborando –me dijo en una conversación tele-
fónica, cuando regresé a casa–. Las jorobadas solo
arruinaban todo lo que hacían las orcas. Cada vez
que las orcas organizaban el banco de arenques,
las jorobadas metían el desorden. Y los rorcuales
se aprovechaban”.
A las orcas no pareció molestarles, pues no hi-
cieron el menor esfuerzo por escapar, combatir o
ahuyentar a los gorrones. Tal vez semejante ecua-
nimidad era prueba de que, aquel invierno, abun-
daban los arenques en el Andfjorden y había más
que suficiente para todos. j
Criado en el Ártico canadiense, Paul
Nicklen está muy familiarizado con las
temperaturas extremas. Esta misión lo
llevó a zambullirse hasta 50 veces al día en
aguas heladas, lo que le habría resultado
más sencillo de no haber tenido neumonía.
CRISTINA MITTERMEIER
l a cultura de los delfines 25
Mientras las orcas se colocan alrededor
de un banco de arenques, se mantienen
en comunicación estrecha con llamados,
silbidos y chasquidos de ecolocación.
“Cada ballena tiene una función”, explica
la bióloga finlandesa Tiu Similä, quien
sigue el rastro de las orcas noruegas
y de los arenques casi todos los inviernos.
 Tras
los pasos
de

GANDHI
India ha cambiado, pero si sabes
dónde buscar, encontrarás
que su esencia persiste.

Una vez liberada del trabajo de campo,

Geeta Bhen teje un sari para una cooperativa
de mujeres inspirada en Mohandas Gandhi,
en Sihol, en el estado de Guyarat.

29
UN PEQUEÑO GRUPO

DE ESPÍRITUS DECIDIDOS,

UNIDOS POR UNA FE

INSACIABLE EN SU MISIÓN,

PUEDE ALTERAR EL

CURSO DE LA HISTORIA.
—Gandhi

Trabajadores cosechan sal

en Dharasana, Guyarat. En
mayo de 1930, un mes después
de que Gandhi liderara una
marcha en protesta por las
restricciones británicas a la sal,
un grupo de activistas entrena-
dos en resistencia pacífica mar-
chó aquí y fueron salvajemente
golpeados, hecho trascendental
que ayudó a India a conseguir
su independencia.

31
 POR TOM O’NEILL
FOTOGRAFÍAS DE RENA EFFENDI
Despertó antes del amanecer, como hacía a diario en el ashram.
En la oscuridad dirigió una oración grupal en
una pequeña zona cercana al río Sabarmati. En-
tonces estuvo listo, ataviado con un taparrabos
largo o dhoti y un chal alrededor de los hombros.
Tomó una vara de bambú y salió. Así dejó el sitio
que por 13 años fue su hogar, una comunidad
devota que seguía sus preceptos de vida simple y
pensamiento elevado.
Mohandas Gandhi no estaba solo. Conforme
se disponía a iniciar su travesía por los caminos
polvorientos en las afueras de Ahmedabad, la ciu-
dad más grande de Guyarat, su estado natal, 78
hombres vestidos de blanco se formaron de dos
en dos en una hilera detrás de él. Decenas de
miles de personas, entre simpatizantes y curiosos,
se quedaron mirando a lo largo del camino, des-
de arriba de los árboles, a través de las ventanas, y
gritaban “¡Gandhi ki jai! ¡Victoria para Gandhi!”.
Era el 12 de marzo de 1930. Gandhi y sus se-
guidores marcharon por 25 días y 388 kilómetros
hacia el mar Arábigo para desafiar la injusta ley
británica que prohibía la colecta de sal en su co-
lonia. Gandhi, maestro en el gesto dramático, se
acercó a la orilla, se inclinó y tomó un puño de
lodo salado. Cuando la recolección ilegal de sal
se extendió por el país, empezaron los arrestos y
las golpizas. Gandhi fue encarcelado casi nueve
meses. Lo que las autoridades habían desdeñado
como una acción menor de teatro político se mag-
nificó en una súplica nacional por la indepen-
dencia. Un enorme despliegue de la población de
India –tanto de clases alta como baja, hombres y
mujeres, hindúes y musulmanes– se unió por
primera vez en protesta contra el gobierno bri-
tánico. Ahora las masas ya tenían un líder. Desde
el momento en que comenzó la Marcha de la Sal
32 nat ional geo g raphic • julio de 2015
y hasta su muerte, 18 años más tarde, Gandhi
infundió en India una mezcla revolucionaria de
política y espiritualidad. Él denominó este mo-
vimiento filosófico como satyagraha o fuerza de
la verdad.
El alcance que tuvo Gandhi fue indeleble. Fue
él quien guio a India hacia su independencia y
obligó a sus compatriotas a cuestionar los pre-
juicios más arraigados que existían sobre castas,
religión y violencia.
Horas después de que Gandhi fuera asesinado
en 1948, y a solo cinco meses y medio de haber
nacido la nueva nación, Jawaharlal Nehru, el nue-
vo primer ministro, proclamó que la luz que dejó
el Padre de la Nación brillaría por 1 000 años.
¿qué tanto brilla esa luz hoy día? Para poder
determinarlo, decidí seguir a Gandhi. “Obsérva-
me por favor –exclamó– en la desnudez de mi
labor, y en mis limitaciones es como me llegarás
a conocer”. Yo recorrería su ruta de la Marcha
de la Sal. Los indios siguen debatiendo hasta aho-
ra el legado del hombre llamado Mahatma, o
alma grande, así como los discursos que pronun-
ció y escribió acerca de problemáticas que India
todavía enfrenta.
¿Profeta o loco? ¿Héroe o villano? ¿El camino
correcto o callejón sin salida? Nadie cuestiona la
poderosa influencia que Gandhi tuvo en el mun-
do. Su filosofía de resistencia pacífica inspiró a
Martin Luther King Jr., a Nelson Mandela y al
Dalái Lama. En India, el efecto de Gandhi es más
vago, está por todas partes y, al mismo tiempo, en
ninguna. Su rostro con anteojos vigila desde los
billetes de rupias, la moneda de India. Hay calles
llamadas Mahatma Gandhi en muchas ciudades y
 La rueca de Gandhi simboliza la fe en la industria rural y la confianza en uno mismo.
también estatuas. Los políticos pronuncian su
nombre como si al hacerlo les diera su respaldo.
Pero la ausencia de Gandhi es igual de evidente.
Él visualizó una India de poblados autosuficien-
tes. Las castas y la religión se desvanecerían como
marcas de identidad y el gobierno exigiría igual-
dad y no violencia. Es un reto encontrar eso en
la actualidad. Grandes ciudades caóticas (Delhi,
Bombay, Calcuta), la fiebre por el materialismo
de las clases medias y altas, la elección del nacio-
nalista hindú Narendra Modi para guiar al país,
un arsenal de armas nucleares y una violencia
endémica contra la mujer sugieren una identidad
nacional muy distinta.
“India tiene cierta esquizofrenia por Gandhi
al considerarlo tanto la fuente de todo lo bueno
como de todo lo malo –afirmó Tridip Suhrud,
director a cargo de la fundación que supervisa el
ashram en donde Gandhi comenzó su marcha–.
Uno puede no estar de acuerdo con él, o apoyar-
lo, pero para entender a India es necesario lidiar
con este personaje”.
Aun durante su vida, Gandhi demostró ser un
mentor complicado. Hizo peticiones inflexibles
MARGARET BOURKE-WHITE, 1946, TIME LIFE PICTURES/GETTY IMAGES
en temas de familia, amistad y alianzas políticas,
así como valores morales elevados. Gandhi alienó
–y lo sigue haciendo– al público con sus creen-
cias estrictas sobre la alimentación (subsistió en
varias ocasiones a base de nueces, vegetales cru-
dos y frutos secos) y respecto al sexo (tomó un
voto de castidad que mantuvo sus últimos 42
años de vida). Sin embargo, los papeles que des-
empeñó –político, reformador social, gurú, pe-
riodista, pacificador, educador, inventor– fueron
tan variados como los personajes de una novela
épica que ofrece opciones para todos.
el día uno de la marcha, Gandhi hizo una pa-
rada con valor sentimental a tres kilómetros del
ashram. Se detuvo frente a una escuela que había
fundado 10 años antes como una opción frente
a la educación británica.
Hoy, un arco de arenisca se abre hacia el campus
repleto de hojas y de estudiantes en Gujarat Vid-
yapith. Ellos visten camisas holgadas y pantalones
de khadi, la tela hecha a mano que se convirtió en
símbolo de la revolución gandhiana, la cual repre-
senta el rechazo a los productos británicos y el
t r a s lo s pa s o s d e g a n d h i 33
NUESTRA GRANDEZA

NO RADICA EN QUÉ TANTO

PODEMOS RECONSTRUIR

EL MUNDO, SINO EN

SER CAPACES DE

RECONSTRUIRNOS

A NOSOTROS MISMOS.
—Gandhi

El 2 de octubre, los niños

se visten como Bapu, sobre-
nombre de Gandhi que significa
“padre”, para conmemorar su
cumpleaños en Rajkot, Guyarat,
donde pasó gran parte de su
niñez. A muchos seguidores de
Gandhi les preocupa que, con-
forme India se vuelva más urba-
na y materialista, los jóvenes
ignoren su mandato de servir
a los más desafortunados.

35
 NO QUIERO PREDECIR EL FUTURO.

Inspiradas por las enseñanzas

de Gandhi acerca de la igualdad,
mujeres vestidas con telas teji-
das a mano, o khadis, marchan
por Kodaikanal, en el estado de
Tamil Nadu, para celebrar las
creencias de Gandhi.

36 nat ional geo g raphic • julio de 2015

ME PREOCUPA EL PRESENTE. —Gandhi

Una partera atiende a una mujer

en una zona remota de Maha-
rashtra. En 2013, clínicas móvi-
les comenzaron actividades por
el ashram de Sevagram de Gand-
hi, en honor a su compromiso con
las necesidades de salud rural.
 PAKISTÁN
CHINA
Delhi
Nueva Delhi Ga
n NEPAL ra
ut

ge
BUTÁN

p
Barharwa a
Lakhansen Bra h m
Chhatapur
BIHAR
R
BANGLADESH
Pedhamali INDIA
ZONA
Rajkot AMPLIADA Calcuta BIRMANIA
(MYANMAR)
GU T
Gadchiroli
ARASHTRA
Bombay

Sabarmati Ahmedabad
12 de marzo
de 1930 Vasana
Mar Bahía de
ati Rasnol

rm
Arábigo Bengala Sihol

Saba
Anand

NADU
Gajera
Kodaikanal
rmada
Na

de Khambhat
0 mi 200 MARCHA 0 mi 30
SRI
0 km 200 LANKA DE LA SAL 0 km 30
SE MUESTRAN LAS En 1930, Gandhi dirigió SE MUESTRAN RUTA DE
FRONTERAS ACTUALES
a sus seguidores en
LOS NOMBRES LA MARCHA
ACTUALES
DE LA SAL
G olf o
una caminata de 388
kilómetros hasta el Surat
mar, en protesta contra Kapletha
la ley británica que
prohibía la recolección Dandi
y venta independientes
5 de abril de 1930 Dharasana
de sal en la colonia.

renacimiento de la industria tradicional. Con se-
guridad sabemos que los estudiantes en otras uni-
versidades de India no visten khadis, que significa
“tejido a mano”, porque los menosprecian.
Sudarshan Iyengar, consejero universitario y
economista sobresaliente, no se disculpa por las
reglas y expectativas de la escuela. “Aquí forma-
mos a los estudiantes desde el corazón, la mano y
la cabeza, en ese orden –dijo sentado en el suelo
y vistiendo un khadi blanco–. Al igual que Gandhi,
aquí formamos el carácter mediante la vida en
comunidad y el trabajo”.
Las creencias de Iyengar acerca de Gandhi están
tan arraigadas que no puede usar su computado-
ra portátil sin atormentarse por las implicaciones.
“Creo que Gandhi habría considerado la compu-
tadora como una herramienta para darle poder al
hombre –me confesó–. Pero ¿qué hay sobre el
38 nat ional geo g raphic • julio de 2015
proceso industrial y los costos ocultos que impli-
ca su producción?”.
¿Qué haría Gandhi? Esa es la pregunta clave en
este campus. Los alumnos que conocí hablan since-
ramente de él como un modelo a emular. Pero no
pretenden seguir sus creencias al pie de la letra.
¿Quiénes vestirán khadis al volver a casa? Les pre-
gunté. Solamente algunos levantaron la mano. De
pronto, una estudiante, que portaba un reloj rosa,
se acercó a mí y entusiasta me dijo: “Ponerme el
khadi me hace sentir como un ser extraordinario”.
Nuestra charla finalizó cuando sonó la chicha-
rra. Había llegado la hora de hilar. Con el fin de
preparar a los indios para su independencia, in-
culcándoles disciplina y confianza en uno mismo,
Gandhi les exigía a hombres y mujeres, incluidos
los altos oficiales, que produjeran al menos 25
metros de hilo al año, suficiente para cubrir sus
JEROME N. COOKSON
necesidades. “Cada vuelta que da la rueda genera
paz, buena voluntad y amor”, predicaba. Si-
guiendo la tradición, 500 estudiantes llenaron el
auditorio cargando cajas de ruedas portátiles
para hilar. Sentados en flor de loto, sacaron un
mechón de algodón y comenzaron a hilar. Sus
brazos se movían hacia adentro y hacia afuera.
El único sonido que se escuchaba era el susurro
de los cientos de ruedas girando y repitiendo el
mensaje de Gandhi.
gandhi caminaba muy rápido, su paso resul-
taba sorprendente para un hombre de 61 años;
era el de mayor edad en la marcha y le dolían
las articulaciones a causa del reumatismo. A dia-
rio caminaban entre 16 y 19 kilómetros con un
calor insoportable y paraban solamente para
orar, descansar, comer y permitir que el líder
hablara para cautivar a las multitudes. Gandhi fue
la primera figura nacional que se conectó con los
indios de las zonas rurales. Para él, el campo era
el alma de India.
Si Gandhi viajara a los mismos lugares hoy,
notaría –probablemente con mucha tristeza–
que la India rural permanece, de muchas mane-
ras, estancada en el tiempo. En Vasana, pueblo
algodonero donde los seguidores de Gandhi se
detenían debajo de un árbol de mangos, que
todavía sigue en pie, me encontré con una esta-
tua de Gandhi apoyado en su bastón. Había un
montón de basura apilado en la base de la esta-
tua. El paso de las vacas y los búfalos era hipnó-
tico, como un carril de basura, seguido por niños
descalzos.
Mujeres con saris caminaban apuradamente
cargando leña sobre sus cabezas. Conforme la
multitud me rodeaba, un hombre que vestía
pantalones de mezclilla se acercó para disculpar-
se por el estado en que se encontraba el memo-
rial. Le pregunté si alguien ahí vestía khadis y me
respondió que ya no. Después de algunas pre-
guntas más, el hombre perdió la paciencia y dijo:
“La gente que viene aquí solo dice que Gandhi
esto, Gandhi aquello, pero nadie hace nada por
nosotros. No hay desarrollo –protestó–. Necesi-
tamos un puente que cruce el río y un techo para
cubrir la estatua”.
La visión de Gandhi acerca de los pueblos como
la zona más fértil de India para el progreso parece
hoy un sueño utópico. Las ciudades se encuentran
donde están los trabajos y las escuelas y la vida
social. Los problemas urbanos –contaminación,
crimen, sobrepoblación, tráfico– dominan la con-
versación nacional. Sin embargo, cerca de 70 % de
los 1 200 millones de habitantes de India vive aún
en zonas rurales. Para Gandhi, un hindú con una
importante influencia de Jesucristo, el llamado
más elevado era llegar a los pobres, “primero que
se alimenten ellos, luego nosotros”. Siempre bus-
caba voluntarios que se fueran a vivir a los pueblos
e iniciaran el cambio.
Algunos todavía escuchan el llamado. Cinco
años antes de conocerlo, Thalkar Pelkar, hombre
silencioso que siempre vestía khadis, se mudó a
Pedhamali, poblado de casas hechas de paredes de
lodo alineadas con un lecho seco al oeste de India.
Graduado de Gujarat Vidyapith, se había compro-
metido por dos años para trabajar en el desarrollo
rural sin goce de sueldo. No se mostraba muy
entusiasmado. “Yo sabía que era posible que me
golpearan y me sacaran de ahí”, comentó.
Pelkar se mudó a un cuarto sin agua ni luz.
Para encajar, se cortó el pelo y aprendió el dialecto
local. Sufrió de soledad durante meses y se cues-
tionó su propio valor. En su habitación colgó una
foto vieja de Gandhi. ¿Qué haría Gandhi? La pre-
gunta le pesaba como un costal lleno de piedras.
Hoy, el mismo retrato está colgado en un lugar
visible en el nuevo hogar de Pelkar, una casa aban-
donada que él arregló. Sentado en el piso con su
esposa Snehan y su hijo Ajay, Pelkar mencionó sus
logros con mucha modestia. Ha reactivado la pro-
ducción de lácteos, ahorrándoles a las mujeres una
caminata de 19 kilómetros para comprar leche.
Puso a mujeres a cargo de la contabilidad y el con-
trol de calidad. También invitó a los padres de fa-
milia para que enviaran a sus hijos a la escuela, y
la matrícula se triplicó a más de 150, por lo que
ya hay más salones y profesores. Hace tres años
adoptó a Ajay, un niño de seis años abandonado.
¿Ya concluyó tu misión aquí? Le pregunté. Pel-
kar suspiró. “Al inicio pensé que dos años serían
suficientes para terminar mi proyecto. Ahora
pienso que me tomará toda la vida”.
t r a s lo s pa s o s d e g a n d h i 39
LA FUERZA NO PROVIENE

DE LA CAPACIDAD FÍSICA,

SINO DE UNA VOLUNTAD

INDOMABLE.
—Gandhi

La solidaridad en el lugar de tra-

bajo se extiende hacia la ciudad
en Rasnol, en Guyarat. Es uno
de los miles de lugares donde
ha echado raíces la Asociación
de Mujeres que se Autoem-
plean, un sindicato gandhiano.
Ela Bhatt, la fundadora, consi-
dera a las mujeres “los pilares de
la sociedad de aldeas”.

40
 INDIA VIVE

En el mismo sitio por donde

caminó Gandhi durante su
Marcha de la Sal, mujeres triba-
les en Kapletha aún están ago-
biadas por la pobreza. Ganan
menos de tres dólares al día
en un horno de ladrillo.

42 nat ional geo g raphic • julio de 2015

EN SUS 700 000 PUEBLOS. —Gandhi

Un boleto barato le compra a un

hombre un lugar para descan-
sar en un tren de Guyarat que
sigue la ruta de la Marcha de la
Sal. En sus viajes, Gandhi siem-
pre insistió en viajar en tercera
clase con los pobres de India.
las multitudes que saludaban a Gandhi a lo
largo de la Marcha de la Sal eran diferentes de las
que se podrían ver en la India actual. En los patios
de las escuelas y los campos había mujeres que
iban a escuchar la palabra de Gandhi. Inundaban
las calles de los pueblos para acompañar las mar-
chas. Gandhi eligió a puros hombres para estas
porque temía a la violencia, pero reconocía a las
mujeres como aliadas naturales. “Serán intérpre-
tes de la no violencia más valiosas que los hombres
–sentenció–, no porque sean débiles, sino porque
los hombres en su arrogancia creen que lo son,
aunque ellas poseen más coraje”.
Como ocurrió con muchas de sus cruzadas
morales, la campaña de Gandhi por la equidad
de género fue muy prematura. India mantiene
una sociedad conservadora y patriarcal en el fon-
do. Gandhi se manifestó contra el matrimonio
entre menores de edad, la violencia hacia las mu-
jeres, el sistema de dotes y la falta de educación
en las mujeres. Pero esto quedó arraigado en la
vida cotidiana, a pesar de los destellos de progre-
so. Aun así, también ha persistido la resistencia
al estilo Gandhi.
“Mis mujeres son mi fortaleza”, dijo Ela Bhatt,
mientras se mecía en un columpio en su modesta
casa en Ahmadabad. Es la fundadora de la Asocia-
ción de Mujeres que se Autoemplean (SEWA),
sindicato y cooperativa con más de 1.8 millones
de miembros. Bhatt, quien nació tres años des-
pués de la Marcha de la Sal, luce ahora como dul-
ce abuelita. Sin embargo, su historia refleja una
determinación de acero. Ella renunció a su empleo
como abogada de un sindicato textil y fundó
SEWA en 1972, buscando reflejar las creencias de
Gandhi sobre la dignidad del trabajo. Por unos
cuantos centavos, las mujeres pudieron tener ac-
ceso a clases, préstamos bancarios, seguro médico
y guarderías. “Las mujeres en India siempre han
sido tratadas como ciudadanos de segunda clase,
pero ellas son la cabeza de la familia y los recursos
también están mejor en sus manos”, aseguró.
A Ela Bhatt le sale natural hacer eco de Gandhi.
Su abuelo, médico, fue encarcelado y golpeado
durante las protestas de la sal. Los padres de
Bhatt se unieron al movimiento de indepen-
dencia. “Le debo tanto a la atmósfera de aquellos
44 nat ional geo g raphic • julio de 2015
tiempos –comentó–. Se respiraba idealismo”. La
organización de Bhatt comenzó una revolución
por sí misma: sembró grupos de mujeres tra-
bajadoras por el sur de Asia. “No soy una estu-
diosa de Gandhi, ni devota –aclaró Bhatt–. Soy
una practicante de Gandhi”.
Cuando SEWA entra en acción, los pueblos
cambian. Las mujeres se vuelven valientes y crece
su confianza en sí mismas. En Sihol, cerca de
Anand, uno de los pueblos de la Marcha de la Sal,
las mujeres hilaban saris y toallas en un edificio
viejo y con pequeñas ventanas por donde entraba
la luz y se escuchaban las lanzaderas de las mujeres
SER PACIFISTA NO ES
UN ARMA PARA LOS
DÉBILES. ES UN ARMA
PARA LOS MÁS FUERTES
Y LOS MÁS VALIENTES.
—Gandhi
trabajando. Antes, según Gauriben Vankar, el úni-
co trabajo que podía conseguir era en los campos
de tabaco por pocos centavos al día. Ahora ganaba
mucho más que eso por cada sari. “Podemos tra-
bajar cerca de casa sin estar bajo el rayo del sol y
tenemos más dinero para comprar comida”.
gandhi era un provocador y con frecuencia
retaba a su público. En Gajera, 10 días después de
haber comenzado la Marcha de la Sal, se sentó
en una plataforma frente a una multitud expec-
tante y no dijo nada. La gente comenzó a inco-
modarse y, cuando al fin habló, indicó que no
diría nada a menos que los líderes de los pueblos
invitaran a los intocables a sentarse entre la mul-
titud, una petición muy poco ortodoxa.
Los hindúes rechazaban a estas personas por
considerarlas de la casta más baja. Ellos llevaban
a cabo los trabajos más sucios y vivían apartados.
Tenían prohibido entrar en los templos y aca-
rrear agua de los pozos del pueblo. Ni siquiera su
sombra podía acercarse a otro hindú.
Ese día, Gandhi propuso el reto que pudo ser,
por mucho, el más molesto para sus seguidores
declarados. Avergonzados, los oficiales se movi-
lizaron para traer a los intocables que estaban en
una colina cercana para que se les unieran.
En Gajera nadie quería decirme dónde podía
encontrar a los dalits (la denominación preferida
actualmente y que significa literalmente “roto”).
Por último, pregunté a los que a simple vista pare-
cían más pobres, a una mujer quemada por el sol
y que cargaba una jarra de agua en la cabeza. Se-
ñaló un grupo de casas pintadas de color azul que
estaban aisladas. Era su barrio. Los residentes sa-
lieron a saludarme, emocionados por hablar con
alguien de fuera. La vida ha mejorado un poco
desde la visita de Gandhi. “En otra época teníamos
que traer nuestras propias tazas a los salones de té
–dijo una mujer–. Y cuando llevábamos granos a
la casa de alguien de una casta superior, después
esparcían agua en el suelo para purificarlo”.
Sin embargo, su estatus económico casi no ha
cambiado: los dalits que vivían en el pueblo aún
son pobres, como la mayoría, lo cuales compren-
den una sexta parte de la población del país.
Gran parte de los adultos en Gajera trabaja en
campos de ricino. Algunos más jóvenes tienen
trabajos mal pagados en una fábrica de vidrio.
Solamente en las ciudades conocí a dalits que
podrían imaginarse como parte de la mayoría de la
sociedad en India. En una pequeña colonia de
barrenderos en Delhi, en la que Gandhi se hos-
pedaba con frecuencia, se me acercaron unos
jóvenes dalits para presumirme que eran estudian-
tes, los primeros de sus familias en ir a la univer-
sidad, gracias a las becas del gobierno.
A Gandhi le habría encantado conocerlos. Con
el ejemplo –él adoptó a un niño intocable– y una
campaña exhaustiva, luchó para erradicar el estig-
ma asociado con los intocables, a quienes llamaba
harijans o niños de Dios. Aun así, no obtuvo gran-
des resultados. Pese a la protección del gobierno,
los dalits aún sufren en gran medida discrimina-
ción extendida y, a menudo, violenta. Pertenecen
a una India que Gandhi tristemente reconocería.
al fin podían escuchar el mar. Después de una
caminata que había durado más de tres semanas,
los seguidores de Gandhi se acercaban a la ciudad
costera de Dandi, mientras lo atestiguaban buena
parte de India y del mundo occidental. Las fuerzas
de seguridad, la prensa y las multitudes de curio-
sos y simpatizantes se congregaban, a la expecta-
tiva. Su líder se había preparado durante décadas
para ese momento.
Gandhi no se consagró como activista y orga-
nizador en India sino en Sudáfrica. Había llegado
en 1893, de 24 años, como abogado de provincia,
y fue ahí donde experimentó un despiadado ra-
cismo e injusticia. Gandhi estudió la Biblia, el
Corán y los escritos de León Tolstói, Henry David
Thoreau y John Ruskin en las prisiones de Sudá-
frica, donde estuvo preso por liderar manifesta-
ciones contra una ley que excluía a las personas de
color. Estableció comunidades experimentales en
Durban y Johannesburgo, en ese entonces parte
de una colonia británica. Para su regreso a India
en 1915, Gandhi había concebido su osada visión
de satyagraha, una manera de perseguir la verdad
por medio de la resistencia pacífica, la paciencia y
la compasión.
Muchos historiadores, biógrafos y activistas
consideran que la Marcha de la Sal fue entera-
mente un logro de Gandhi. Mediante marchas,
huelgas de hambre, desobediencia civil y movili-
zación de mujeres, jóvenes y desposeídos, Gandhi
creó un nuevo libreto para los movimientos so-
ciales. En India, Gandhi inspiró a organizadores
que han llevado a cabo numerosas campañas pa-
cificadoras, especialmente relacionadas con asun-
tos del medio ambiente, como la deforestación y
la construcción de presas. “Si eres seguidor de
Gandhi, no solamente rezas, haces”, dice P.V.
Rajagopal, activista que se puso a prueba a sí
mismo y a sus seguidores.
El tema era la pérdida de tierras. Desde los
tiempos de Gandhi, los pobres en India habían
perdido terreno ante el desarrollo por parte del
gobierno, los propietarios corruptos y los desastres
naturales, con compensaciones muy bajas o nulas.
Para Rajagopal y su organización, Ekta Parishad
(Unity Association), se necesitaba una Marcha de
la Sal actual. Para reclutar candidatos, Rajagopal
t r a s lo s pa s o s d e g a n d h i 45
LAS RELIGIONES NO

SON PARA SEPARAR A

LOS HOMBRES, SINO

PARA UNIRLOS.
—Gandhi

Sacerdotes hindúes pronun-

cian oraciones en medio del
humo que asciende en un día
de festival en Barharwa
Lakhansen, en el estado de
Bihar. Criado en la fe hindú,
Gandhi incorporó pasajes del
Corán y la Biblia en sus oracio-
nes. Su visión de una India secu-
lar y democrática está presente
en la constitución actual.

46
 VIVE COMO SI FUERAS A MORIR MAÑANA.
y un cuadro de simpatizantes emplearon casi un
año para visitar 26 de los 29 estados de India, via-
jando por pueblos como Chhatapur, en Bihar,
uno de los estados más pobres.
Un día muy caluroso, en el patio de una escuela,
se dirigió a cientos de personas, en su mayoría
mujeres dalits. “Es bueno estar enojado –afirmó
Rajagopal con un micrófono–. No pedimos com-
putadoras, televisores, vehículos u otras como-
didades. Pedimos terrenos para construir casas y
sembrar. Ya hemos esperado suficiente. ¿Quién se
une a una marcha hacia Delhi?”. Las manos se le-
vantaron. Rajagopal, hombre de baja estatura y pelo
cano que, en segundos, pasa de encantador a revol-
toso, agradeció con una pequeña reverencia.
Conforme su camioneta cruzaba el estrecho
camino de terracería, Rajagopal explicó que es-
taba usando la mejor parte de Gandhi. “La gente
termina eligiendo lo que mejor le acomoda de
Gandhi –apuntó–. Yo elijo la parte radical, no el
de los rezos y la meditación, sino la parte enjun-
diosa. Devuélvanos al Gandhi que lucha contra
la injusticia y la opresión”. Rajagopal también
quiere traer de vuelta el padyatra, o la marcha a
pie. “Caminar es un mensaje –añadió–. Te retas
a ti mismo, tu comodidad, tu cuerpo. Es un acto
espiritual. Tu poder moral se hace más fuerte
conforme avanzas”.
Seis meses más tarde, el mensaje se extendió
por miles de kilómetros en el camino a Delhi.
Decenas de miles caminaron en filas de tres. Los
disciplinados manifestantes salieron al amanecer.
A media tarde, después de recorrer unos 16 kiló-
metros, se detuvieron a la sombra de unos arbustos
y árboles a comer su único alimento del día: lente-
jas y arroz. “No tenemos nada que perder –dijo
una mujer de Bihar con coraje–. Estos días de mar-
cha no son nada comparados con los problemas
que enfrentamos en casa”.
UNA COSA MÁS
Rena Effendi nació en Azerbaiyán, pero
creció en la Unión Soviética, lugar que
aprendió a entender por medio de la foto-
grafía. Ha ganado varios premios por su
trabajo. Este es su segundo artículo para
National Geographic.
48 nat ional geo g raphic • julio de 2015
mohandas gandhi violó la ley la mañana del 6 de
abril de 1930. En Dandi, cerca del mar, el hombre
conocido como Bapu o “padre” por amigos y ex-
traños se agachó y tomó un puñado de lodo. Para
cuando terminó el día, cientos de simpatizantes
habían hecho lo mismo. En toda India se fueron
uniendo más personas en los meses siguientes, pro-
duciendo sal de manera ilegal más rápido de lo que
la policía podía confiscarla. La Marcha de la Sal no
derrocó la ley británica –la independencia llegó 17
años después–, pero sí cuarteó sus cimientos.
Es difícil recrear la escena. La silueta de la costa
ha cambiado y el lugar donde Gandhi alguna vez
recogió sal ahora es tierra seca. Encontrar a Gandhi
en una India tan cambiante no es sencillo, ni debe-
ría serlo. ¿Cuándo los visionarios han vivido cómo-
damente con la mayoría de la sociedad?
Después de buscar a Gandhi entre el clamor y
la complejidad de la vida urbana y rural, me en-
contré con él. Su espíritu de desafío, de mente
elevada y naturaleza resistente inspira campañas
contra la corrupción, las violaciones, la violencia
entre castas y la remoción de asentamientos irre-
gulares. La confianza creciente y los logros de las
mujeres evocan las demandas de Gandhi para
que las admitieran en la vida pública de India. En
sus antiguos ashrams sentí el poder de su ejemplo
de una vida sencilla. Gandhi fue, para algunos,
un rotundo fracaso, incapaz, por ejemplo, de
evitar el conflicto hindú-musulmán o el separa-
tismo de la mayoría musulmana en Pakistán.
Pero en las playas de Dandi se puede apreciar a
familias musulmanas e hindúes dirigiéndose a sur-
fear, con los saris remangados y los pañuelos de
la cabeza echados hacia atrás, muestra de la resis-
tencia de la democracia secular y tolerante que
Gandhi veía como el legado de India.
Aquí nadie tiene que preguntar qué haría
Gandhi. j
A Tom O’Neill, ex escritor de planta de la
revista, le gustaba sentarse bajo los árboles
donde había hablado Gandhi. “Le decía a la
gente que me iba a encontrar con él. Ellos
sonreían y se iban, convencidos de que un
loco había llegado al pueblo”, relata O’Neill.
MARIA IONOVA GRIBINA (IZQ.); REBECCA HALE
APRENDE COMO SI FUERAS A VIVIR POR SIEMPRE. —Gandhi

Gandhi mira por encima de los

hombros de los estudiantes en
la escuela para dalits (alguna
vez conocidos como intocables)
que él fundó en Ahmadabad,
Guyarat, uno de sus “experi-
mentos con la verdad”.
CAZA PELIGROSA
Un cazador de una aldea pe-
queña en la República Demo-
crática del Congo (RDC)
ajusta la máscara que usará
para ir de caza. El consumo de
carne de animales silvestres
infectada es una de las mane-
ras como se transmite el virus
del Ébola a los humanos.

A LA CAZA DE
50
El ébola no desaparece,
UN ASESINO
solo se esconde.
BAJO SOSPECHA
Murciélagos frugívoros color
pajizo en una aldea de Costa
de Marfil, algunos de los cuales
son sospechosos de portar
ébola, abundan en muchas
partes de África. La gente los
come con frecuencia.
AFECTADOS
Delirante a causa del ébola,
un hombre es tomado en
brazos después de intentar
escalar el muro del Centro
Hastings para el Tratamiento
del Ébola cerca de Freetown,
la capital de Sierra Leona.
Doce horas después murió,
una víctima más en un
recuento que actualmente
sobrepasa los 10 000.
 POR DAVID QUAMMEN FOTOGRAFÍAS DE PETE MULLER
N
adie previó, en diciembre de 2013,
que el niño pequeño que enfermó
en una aldea llamada Méliandou en
Guinea, África occidental, sería el
punto de partida de una epidemia
espantosa de tales dimensiones que devastaría tres
países y causaría preocupación, temor y disputas
por todo el planeta.
Nadie imaginó que la muerte de este niño,
después de unos días de sufrimiento, sería ape-
nas la primera de muchas miles más. Se llamaba
Emile Ouamouno. Sus síntomas eran evidentes
–fiebre intensa, heces negras, vómito–, pero po-
drían haber sido síntomas de otras enfermeda-
des, entre ellas la malaria. Es triste decirlo, pero
en las aldeas africanas los niños mueren con mu-
cha frecuencia de fiebres no identificadas y en-
fermedades diarreicas. Sin embargo, pronto la
hermana del niño falleció también y después su
madre, su abuela, una partera de la aldea y una
enfermera. El contagio se extendió por Méliandou
56 nat ional geo g raphic • julio de 2015
a otras aldeas del sur de Guinea. Esto ocurrió casi
tres meses antes de que la palabra “ébola” empe-
zara a proliferar con rapidez impactante en el trá-
fico de correos electrónicos entre Guinea y el
resto del mundo.
Las autoridades de salud pública asentadas en
Conakry, la capital de este país africano, y los ras-
treadores extranjeros de enfermedades virales no
estaban en Méliandou cuando murió Emile Oua-
mouno. Si hubieran estado ahí y hubieran enten-
dido que él era el primer caso de un brote de la
enfermedad viral del Ébola, habrían podido pres-
tar atención oportuna a una incógnita importante:
¿cómo se enfermó este niño? ¿Qué hizo, qué
tocó, qué comió? Si el virus del Ébola estaba en
su cuerpo, ¿de dónde vino?
Uno de los aspectos más desconcertantes de
este virus, desde que se reconoció por primera vez
hace casi cuatro décadas, es que desaparece por
varios años. Desde un brote en 1976, en lo que
entonces era Zaire (hoy República Democrática
del Congo), y un episodio simultáneo con un
virus estrechamente relacionado, en lo que en-
tonces era el sur de Sudán (hoy Sudán del Sur), la
secuencia de eventos de ébola, largos y cortos, ha
sido esporádica. Durante un intervalo de 17 años
(1977-1994) no ocurrió un solo deceso humano
confirmado por infección con el virus del Ébola.
No se trata de un bicho sutil que se cuece a fuego
lento delicadamente entre la gente y que causa
tan solo dolores de cabeza moderados y estornu-
dos. Si el virus hubiera circulado en poblaciones
humanas durante esos 17 años, nos habríamos
dado cuenta.
Un virus unicamente puede sobrevivir duran-
te mucho tiempo y multiplicarse si se encuentra
dentro de un ser vivo. Eso significa que necesita
un huésped, por lo menos un tipo de animal, o
planta, hongo o microbio, cuyo cuerpo sirva como
su ambiente primario y cuya maquinaria celular
pueda ser cooptada para reproducirse. Algunos
virus dañinos permanecen en animales y solo
ocasionalmente se extienden a los humanos. Cau-
san enfermedades que los científicos llaman zoo-
nosis. El ébola es una zoonosis especialmente
repugnante y desconcertante que mata a muchas
Los científicos se preguntan si los murciélagos rabudos
podrían ser los reservorios del virus del Ébola tras des-
cubrir que la primera víctima, un niño pequeño llamado
Emile Ouamouno, pudo haber jugado en un árbol (izq.)
donde dormían los murciélagos, en Méliandou, Guinea.
Arriba, el padre de Emile sostiene fotografías de su
familia, todos fallecidos.
de sus víctimas humanas en cuestión de días, lleva
a muchas otras al borde de la muerte y luego des-
aparece. ¿Dónde se esconde, silencioso e inadver-
tido, entre brotes?
No en los chimpancés ni en los gorilas; estu-
dios de campo han mostrado que a menudo el
ébola también los mata. Casos dramáticos de
mortandad de chimpancés y gorilas han ocurrido
aproximadamente al mismo tiempo y en la mis-
ma zona que los brotes del virus del Ébola en
humanos, y algunos cadáveres han dado positivo
para el virus. Buscar cadáveres de mono para co-
mer ha sido, de hecho, una de las vías por las que
los humanos se han infectado con ébola. Así que es
muy poco probable que los monos africanos al-
berguen el virus. Los invade y estalla. Debe escon-
derse en alguna otra parte.
ébola 57
CREENCIA RIESGOSA
Un curandero se prepara para
exorcizar a una niña en Mélian-
dou. Las creencias populares
achacan muchas enfermeda-
des, entre ellas el ébola (que
esta niña no padece), a la he-
chicería o a espíritus malignos.
El contacto durante algunas
prácticas tradicionales puede
ayudar a propagar el virus.
 La criatura en la que vive un virus zoonótico
durante mucho tiempo, por lo general sin causar
síntomas, se conoce como huésped reservorio.
Cuando un virus pasa del huésped reservorio a
otro tipo de criatura, se denomina transmisión.
En lo que se refiere al huésped reservorio del
ébola, si has oído que los murciélagos frugívoros
son la respuesta, en realidad es una suposición fal-
sa. A pesar de los arduos esfuerzos de algunos cien-
tíficos intrépidos, el virus del Ébola nunca ha sido
rastreado hasta su origen en el entorno natural.
“¿Dónde se halla cuando no está infectando a
los humanos?”, preguntó recientemente Karl M.
Johnson, virólogo eminente, pionero en la inves-
tigación sobre el ébola y ex jefe de la Sección de
Patógenos Virales Especiales de los Centros para
el Control y la Prevención de Enfermedades
(CDC). Dirigió el equipo de respuesta internacio-
nal en contra del brote inicial de 1976 en Zaire,
una incursión desgarradora en lo desconocido.
También dirigió un equipo que aisló el virus en
un laboratorio de los CDC y demostró que se tra-
taba de un virus nuevo para la ciencia; lo nombró
como un río modesto de Zaire, el Ébola. Johnson
ya entonces se preguntaba acerca de su escondite
en el hábitat natural. Pero la urgencia de las nece-
sidades humanas durante cualquier brote hace
difíciles e impopulares las investigaciones en eco-
logía viral. Treinta y nueve años después, aunque
hemos empezado a saber un poco, dijo Johnson,
la identidad del huésped reservorio “sigue siendo
un signo monstruoso de interrogación”.
Una lluvia de murciélagos
En abril de 2014, poco después de que se corrió la
voz de que los fallecimientos en el sur de Guinea
involucraba al ébola, Fabian Leendertz llegó allí
con un equipo de investigadores. Leendertz es un
veterinario y ecólogo alemán de enfermedades,
asentado en el Instituto Robert Koch de Berlín,
quien estudió zoonosis letales en la vida silvestre,
con atención especial en África occidental. Llegó
al sur de Guinea por tierra desde Costa de Marfil,
donde trabajó durante 15 años en el Parque Na-
cional de Taï con brotes de enfermedades entre
chimpancés y otros animales. Llevó tres grandes
vehículos, llenos de equipo y personas, y dos
60 nat ional geo g raphic • julio de 2015
EL ÉBOLA NO ES UN
BICHO SUTIL. MATA
A MUCHAS DE SUS
VÍCTIMAS HUMANAS
EN CUESTIÓN DE
DÍAS Y PONE A
OTRAS AL BORDE DE
LA MUERTE ANTES
DE DESAPARECER.
preguntas: ¿Habían ocurrido muertes recientes
entre chimpancés u otros animales silvestres que
posiblemente pusieran en riesgo a humanos ham-
brientos de carne por comer cadáveres infectados?
Al mismo tiempo, ¿hubo transmisión directa del
huésped reservorio del virus, sea cual sea, a la pri-
mera víctima humana? De Emile Ouamouno
Leendertz no sabía nada en ese momento. Su
equipo habló con funcionarios y lugareños y re-
corrió transectos de reconocimiento a lo largo de
dos reservas forestales sin encontrar ningún testi-
monio ni evidencias físicas de alguna muerte no-
toria entre chimpancés u otros grandes mamíferos.
Entonces dirigieron su atención a la aldea de Mé-
liandou, hablaron con gente de ahí y escucharon
una historia interesante acerca de un árbol hueco
repleto de murciélagos.
Eran murciélagos pequeños, del tipo de vuelo
rápido que ecolocalizan y comen insectos, no las
grandes criaturas que vuelan majestuosamente
al anochecer, como una visión de Halloween de
cuervos nocturnos, para comer fruta. Los luga-
reños lo llaman lolibelo. Eran delicados y apesto-
sos como ratones, con colas retorcidas que se
extienden más allá de sus membranas posterio-
res. Mostrando imágenes y pidiendo descripcio-
nes, el equipo de Leendertz determinó que los
aldeanos probablemente estaban hablando del
murciélago rabudo angoleño (Mops condylurus).
Estos murciélagos habían anidado en grandes can-
tidades dentro de un árbol enorme y hueco ubicado
junto a un sendero cerca de la aldea. Entonces, pre-
cisamente unas semanas antes, el árbol había sido
quemado, probablemente durante un intento de
recolectar miel. De ahí provino lo que la gente re-
cordaba como una “lluvia de murciélagos”.
Y había algo más acerca del árbol hueco, le di-
jeron los aldeanos al equipo de Leendertz. Los
niños, posiblemente incluido Emile Ouamouno,
acostumbraban jugar en él y a veces capturaban
murciélagos. Incluso algunos los asaban en palos
y se los comían.
Leendertz consultó a un colega con experiencia
en recuperar ADN de muestras ambientales, quien
le dijo que tal vez se podría encontrar lo suficiente
debajo del árbol para identificar los murciélagos
que habían asado ahí. “Así que empecé a andar
por ahí con mis tubos y mi cuchara para recoger
tierra”, me dijo Leendertz. De regreso en Berlín,
la secuencia genética confirmó la presencia de
murciélagos rabudos angoleños. Así que esta cria-
tura –un murciélago insectívoro, no uno frugívo-
ro– se unió a la lista de candidatos para el papel
de huésped reservorio del ébola.
El viajero
Las primeras pistas de este misterio prolongado
–que parecen apuntar hacia los murciélagos– sur-
gen de brotes de la enfermedad causados por el
virus de Marburgo, pariente del ébola ligeramente
menos notable dentro del grupo conocido como
filovirus. La historia del ébola está estrechamente
relacionada con la de la enfermedad de Marburgo,
según el experimentado virólogo sudafricano Ro-
bert Swanepoel, quien ha estudiado ambas duran-
te mucho tiempo.
“Las dos están interrelacionadas”, afirmó mien-
tras estábamos sentados frente a la pantalla de su
computadora en su casa de Pretoria, mirando fo-
tografías de su archivo. Swanepoel, quien esconde
un corazón afable dentro de un exterior brusco,
es jubilado del Instituto Nacional de Enfermedades
Contagiosas (NICD) en Johannesburgo, donde
dirigió la Unidad de Patógenos Especiales durante
24 años, aunque todavía trabaja en investigación
y está lleno de ideas y recuerdos.
En 1967, nueve años antes de que se reconocie-
ra el ébola, un cargamento de monos ugandeses
destinados a investigación llegó a Fráncfort, a
Marburgo, en Alemania Occidental, y a Belgrado,
en Yugoslavia, trayendo consigo un virus desco-
nocido pero peligroso. Los empleados de labora-
torio se infectaron en cada uno de esos lugares y
después, secundariamente, algunos miembros de
sus familias y trabajadores de salud. Siete personas
murieron de entre los 32 casos confirmados. El
nuevo virus, una cosa filamentosa y espantosa
como hebra de fideo tóxico, recibió el nombre de
virus de Marburgo. Ocho años después, un estu-
diante australiano murió de la enfermedad del
virus de Marburgo en un hospital de Johannes-
burgo tras viajar haciendo autoestop por Rodesia
(hoy Zimbabue). Él y su novia –ella también en-
fermó, pero logró recuperarse– hicieron algunas
cosas que podrían haberlos expuesto a la infec-
ción: durmieron en el suelo en un prado, compra-
ron carne cruda de eland, alimentaron algunos
monos enjaulados. También habían visitado las
cuevas de Chinhoyi, un complejo de cavernas y
hondonadas del norte de Rodesia que, como mu-
chas cuevas de África, eran conocidas por albergar
murciélagos. En el camino, el viajero también su-
frió un piquete de algún tipo de insecto o araña,
que le provocó un doloroso verdugón rojo en la
espalda. La investigación de este caso en el periodo
inmediatamente posterior se enfocó mucho en el
piquete y poco en las cuevas.
Otros dos casos tempranos de la enfermedad
del virus de Marburgo arrojaron algunas sospe-
chas sobre las cuevas y los murciélagos que duer-
men en ellas. En 1980, un ingeniero francés que
trabajaba en una refinería de azúcar cerca de la
base del monte Elgon, en el occidente de Kenia,
se introdujo en la cueva de Kitum, un pasaje pro-
fundo dentro de la roca volcánica de la montaña
en el que a veces entran elefantes en busca de sal.
La visita del ingeniero a la cueva fue evidente-
mente una mala idea; murió de la enfermedad
de Marburgo en un hospital de Nairobi. En
1987, un estudiante danés escaló la montaña, ex-
ploró esta misma cueva durante unas vacaciones
familiares y murió por una infección de un virus
(conocido hoy como el virus Ravn) estrechamente
ébola 61
relacionado con el virus de Marburgo. Estos
sucesos se engranaron con la noticia de Swane-
poel, en Johannesburgo. En 1995 ocurrió otro
brote –esta vez de ébola, no de la enfermedad de
Marburgo– centrado en la ciudad de Kikwit, en
lo que ahora es la República Democrática del
Congo (RDC). La cadena de infecciones de hu-
mano a humano, que ascendió a 315 casos y 254
muertos, empezó con un hombre que cultivaba
yuca y elaboraba carbón vegetal en una zona
boscosa a las afueras de la ciudad. Swanepoel
voló a Kikwit y se unió a un equipo internacio-
nal de ayuda. Cuando enfermó de malaria, se fue
a casa, se recuperó y regresó a principios de 1996
con el apoyo de la Organización Mundial de la
Salud. Su primera tarea fue buscar el huésped
reservorio y examinar el mismo ecosistema donde
había empezado el brote en la misma época del
año. “Ya en esa etapa –me confesó– tenía en men-
te a los murciélagos”.
En Kikwit, Swanepoel y su equipo tomaron
muestras de sangre y tejido no solo de los murcié-
lagos, sino también de una amplia selección de
otros animales, incluidos muchos insectos. Al exa-
minar esas muestras de regreso en su laboratorio,
en Johannesburgo, no encontró evidencia de ébo-
la, así que intentó un planteamiento experimental
que parecía maniáticamente exhaustivo. Como
trabajaba en la sala de alta contención de NICD
–nivel 4 de bioseguridad (BSL-4), el más alto–, él
en persona inyectó virus vivos del Ébola prove-
nientes del brote en Kikwit en 24 tipos de plantas
y 19 animales, desde arañas y milpiés hasta lagar-
tijas, aves, ratones y murciélagos. Y luego moni-
toreó su condición por un tiempo. Aunque el
ébola no logró instalarse en la mayoría de los or-
ganismos, un nivel bajo del virus –los que habían
sobrevivido, pero que probablemente no se ha-
bían reproducido– se detectó en una sola araña, y
los murciélagos mantuvieron la infección del virus
del Ébola durante por lo menos 12 días. Uno de
ellos era un murciélago frugívoro. El otro era un
murciélago rabudo angoleño, el mismo insectívo-
ro pequeño que más adelante atraería la atención
de Fabian Leendertz en Méliandou. Fue una prue-
ba de principio, pero no de hecho. Estos animales
podrían ser los huéspedes reservorios.
62 nat ional geo g raphic • julio de 2015
CADA BROTE HUMA-
NO APARENTEMENTE
EMPEZÓ CON UNA
PERSONA INFORTUNA-
DA, POR LO GENERAL,
UN CAZADOR.
Los brotes de ébola normalmente ocurren
en aldeas aisladas comunicadas por carreteras
dañadas y senderos, como este en la RDC. El
brote de 2014 en África occidental fue distinto:
se propagó rápidamente a zonas urbanas.
Diez mil pajares
Los sucesos de Kikwit resaltaron una diferencia
importante que ha persistido entre el virus de Mar-
burgo y el del Ébola: mientras que los brotes de la
enfermedad del virus de Marburgo por lo general
empiezan en torno a cuevas y minas, los de la en-
fermedad del virus del Ébola suelen comenzar con
la caza y el proceso de obtener carroña, que son
actividades forestales. Esto sugiere que los dos
virus pueden surgir de dos tipos distintos de
huéspedes reservorios o, si los murciélagos son
los huéspedes, de dos tipos diferentes de murcié-
lagos: los que duermen en cuevas y los que lo
hacen en árboles.
Entonces, otra serie de pequeños brotes inde-
pendientes –una vez más de ébola, no de la en-
fermedad de Marburgo–, iniciados a finales de
2001 y extendidos hasta 2003, afligieron a los al-
deanos de las zonas fronterizas densamente ar-
boladas entre Gabón y la República del Congo
(ubicadas al este de la República Democrática del
Congo, al otro lado del río Congo). Se infectaron
unas 300 personas; casi 80 % murió. Mientras
tanto, gorilas, chimpancés y duikers, pequeños
antílopes de zonas boscosas, empezaron a morir
en la misma región. Cada brote humano parecía
empezar con una persona infortunada, por lo
general un cazador, que había manipulado el
cadáver de un animal.
 “La gente se estaba muriendo y diferentes ani-
males también –dijo Janusz Paweska, hoy sucesor
de Swanepoel como jefe de Patógenos Especiales
en NICD, donde lo visité en Johannesburgo–. Así
que pensamos que este era un buen momento
para cazar al huésped reservorio del ébola”.
Swanepoel reclutó a Paweska y a otros, luego
organizó una expedición en colaboración con Eric
Leroy, virólogo francés asentado en Gabón que
había ayudado ahí durante los primeros brotes de
ébola. Se reunieron en Libreville, la capital de Ga-
bón, antes de dirigirse al campo.
“Le conté una historia larga acerca de cómo se
había relacionado históricamente a los murcié-
lagos con el ébola y la enfermedad de Marburgo”,
me dijo Swanepoel. Su equipo –le informó a
Leroy– había encontrado fragmentos del virus de
Marburgo, por ejemplo, en murciélagos subte-
rráneos en Durba. Swanepoel había traído a Ga-
bón trampas para roedores, redes de niebla y otros
equipos de recolección. “Aunque yo estaba obse-
sionado con los murciélagos, dije que teníamos
que cubrir todo”, recuerda. Eso incluiría una di-
versidad enorme de mamíferos, aves, mosquitos,
chinches besuconas y otros insectos. El grupo de
Swanepoel se llevó a casa un tercio de los especí-
menes, envió un tercio a los CDC en Atlanta y
dejó otro para que Leroy lo probara. El procesa-
miento se movía con lentitud en el laboratorio de
Swanepoel y en los CDC, entre muchos otros pro-
yectos, y no arrojó resultados positivos. “Nos
llevamos un chasco”.
Sin embargo, el grupo de Leroy regresó. A la
larga, su equipo hizo tres viajes de campo a la zona
fronteriza y capturaron y tomaron muestras de un
millar de animales, entre ellos 679 murciélagos,
con los que Leroy también estaba obsesionado
ahora. En 16 de esos murciélagos, pertenecientes a
tres diferentes especies frugívoras, encontraron
anticuerpos –proteínas comandadas por el sistema
inmunológico– que habían reaccionado ante el
virus del Ébola. En otros 13 murciélagos frugívo-
ros detectaron fragmentos muy cortos de ARN de
ébola. Es importante hacer notar que esos dos ti-
pos de evidencia, anticuerpos y fragmentos virales,
son análogos a encontrar las huellas de un yeti en
la nieve. Se podría o no tener algo real. Aislar virus
vivos –es decir, cultivar virus de Ébola frescos e
infecciosos de una muestra de tejido– es el mayor
estándar de evidencia, casi como encontrar en un
ébola 63
ENMASCARADOS
EN BUSCA DE CARNE
Dos cazadores con ropa de ca-
muflaje acechan monos en un
bosque del noreste de la RDC.
Cazar no siempre tiene que ver
con la subsistencia; la venta
de carne de animales silvestres
a veces proporciona dinero
para educación y atención a
la salud, así como para gastos.
UN DOLOR
MUY CERCANO
Yalala Therese duerme al lado
de su hermano muerto,
preparado para su velorio.
El hermano no murió de ébola,
pero si hubiera sido así, ese
estrecho contacto —una
práctica común en África
occidental y la RDC— la habría
puesto en riesgo de infección.
 MALI

Bamako

GUINEA
Conakry COSTA
Méliandou DE MARFÍL
Freetown
SIERRA
LEONA Bouaké
1976
Monrovia Lagos 318 casos
LIBERIA 88 % tasa de letalidad
Port
PARQUE NACIONAL TAÏ Harcourt
De

ce
so
s1
08
07

Libreville SELVA
Ca ECUADOR DENSA
so
s2
60
18

DETALLES A CONTINUACIÓN

BROTE Kikwit
ACTUAL
DE ÉBOLA
Marzo de 2014 al presente*

GUINEA
Muertes 2 358
Casos 3 565

Conakry

Méliandou
Freetown

SIERRA LEONA
Muertes 3 876
Casos 12 241 SUDÁFRICA

Monrovia

Fuera de la selva ue LIBERIA

M

rte Muertes 4 573

Los brotes anteriores ocurrieron en bosques s 2 469
Ca Casos 10 212
escasamente poblados del centro de África, sos
donde el ébola tenía menos probabilidad de 5 80
8
esparcirse. El brote de 2014, en ciudades
de África occidental, infectó a más personas
0 mi 60
que todos los brotes combinados de los últi-
mos 40 años. 0 km 60

* TOTAL DE CASOS Y MUERTES CONFIRMADAS, PROBABLES Y SOSPECHOSAS HASTA

EL 19 DE ABRIL DE 2015. LA OMS INFORMÓ DE LOS PRIMEROS CASOS EN MARZO DE 2014.
 Territorio del murciélago
rabudo angoleño

UN ENEMIGO
ESQUIVO
1976
Nadie sabe con certeza dónde se esconde
284 casos el virus del Ébola entre brotes; nunca ha sido
53 % tasa de letalidad
rastreado de manera concluyente hasta una
Los primeros brotes de la enfermedad del Ébola
surgieron simultáneamente, en 1976, en lo que especie huésped en el entorno natural.
en aquel entonces era el sur de Sudán (ahora La transmisión a los humanos ha sido esporá-
Sudán del Sur) y Zaire (hoy República Demo-
crática del Congo). dica y muy rara, pero mortal con demasiada fre-
cuencia. Las tasas de letalidad de algunos brotes
Durba
han llegado a 90 %. Desde que se descubrió el
Cueva KENIA
Kitum ECUA
ADOR ébola en 1976, el crecimiento poblacional en los
países en riesgo casi se ha triplicado y la gente
Nairobi se ha vuelto más móvil.
Kigali

El camino hacia el hombre

Tres especies de murciélagos han sido sospechosas
Brotes durante mucho tiempo de albergar el ébola. Pero una teoría
Casos actuales de ébola sugiere un sistema de dos huéspedes, en el que el huésped
final del virus –quizá algún insecto, garrapata u otro artró-
Muertes podo– debe infectar primero a un murciélago u otro mamí-
Casos
fero. El virus puede pasar después a los humanos, por lo
Casos previos general cuando manipulan carne de animales silvestres.
Virus del Ébola 1976-2012
Marburgo 1975-2012 RESERVORIOS POSIBLES

Total de casos o muertes

Cuevas de 3 000
Chinhoyi
2 000
Murciélagos insectivoros Murciélagos frugívoros
?
Desconocido

1 000

100

Cobertura arbórea
Johannesburgo
Más Menos
Zona Urbana

0 mi 200

0 km 200

Chimpancé
Una familia de virus
Además del ébola en sí, responsable de muchos brotes,
se han reconocido otros cuatro virus dentro del grupo ebolavirus:
?
Otras
Humano

virus de Sudán, virus del bosque de Taï, virus de Bundibugyo y virus especies
de Reston. Todos causan la enfermedad del virus del Ébola,
excepto el de Reston, probablemente inocuo para los humanos. Gorila
El virus de Marburgo, un patógeno estrechamente relacionado,
ESPECIES SUCEPTIBLES
fue descubierto en 1967. La enfermedad del virus de Marburgo
con frecuencia también es fatal. LAUREN E. JAMES, EMILY M. ENG Y JASON TREAT; MEG ROOSEVELT
FUENTES: OMS; CDC; UICN; DAVID M. PIGOTT, UNIVERSIDAD DE OXFORD;
GLOBAL LAND COVER FACILITY; LANDSCAN
INCURSIÓN
EN LA CIUDAD
Desde aldeas como Méliandou,
el brote de 2014 se propagó a zo-
nas urbanas, entre ellas la bahía
de Kroo, en Freetown. El hacina-
miento, la pobreza y escasez de
servicios de salud aceleraron la
transmisión, lo que aumentó
el miedo y el resentimiento.
cepo un pie real de yeti unido a un yeti real. El
grupo de Leroy no consiguió cultivar virus vivos
en ninguna de las muestras. Sin embargo, en 2005,
la revista Nature publicó un artículo sobre estos
resultados, escrito por Leroy pero con Swanepoel
y Paweska acreditados como coautores, titulado
“Murciélagos frugívoros como reservorios del vi-
rus del Ébola”. Ese artículo, aunque prudente y
provisional, es la fuente principal de todas esas
afirmaciones, demasiado seguras y descuidadas,
que se publicaron en los medios durante el año
pasado y que han provocado la creencia popular
de que el virus del Ébola reside en murciélagos
frugívoros.
Posiblemente lo hagan. O no. El propio artículo
dice que tal vez.
“¿Trató de aislar virus vivos?”, le pregunté a
Leroy durante mi parada en Gabón. Él es un fran-
cés amable y elegante, actualmente funge como
director del Centro Internacional de Investigacio-
nes Médicas de Franceville, y trabaja ataviado con
camisa blanca y corbata oscura, al menos cuando
no viste un traje de protección total en su labo-
ratorio BSL-4 o un overol Tyvek en la selva. “Sí.
Muchas, muchas, muchas veces traté de aislar el
virus –contestó–. Sin embargo, nunca lo conse-
guí, debido a que la carga viral era demasiado
baja”. La carga viral es la cantidad de virus en los
tejidos sólidos o en la sangre de la criatura, y
suele ser mucho más baja en un huésped reser-
vorio que en un animal o persona que padece
una infección aguda.
Esa es solo una de las tres razones por las que
resulta difícil encontrar un huésped reservorio,
añadió Leroy. La segunda es que, además de la
baja carga viral dentro de cada animal, el virus pue-
de existir con baja prevalencia dentro de una po-
blación. La prevalencia es el porcentaje de indivi-
duos positivos en un tiempo dado y, si sucede que
es tan baja como un animal en 100, entonces “la
probabilidad de detectar y capturar este animal
infectado es muy baja”. Si un solo tipo de criatura
entre la gran diversidad de los bosques tropicales
representa una aguja en un pajar, entonces un
individuo afectado dentro de una población de
animales de tal diversidad representa una aguja en
10000 pajares.
72 nat ional geo g raphic • julio de 2015
LA URGENCIA DE LAS
NECESIDADES HUMA-
NAS DURANTE UN
BROTE DIFICULTA
LA INVESTIGACIÓN
CIENTÍFICA.
Una pareja de Freetown se lamenta cuando un se-
pulturero se lleva el cuerpo de su bebé. El infante
quizá falleció por otras causas, pero los funciona-
rios ordenaron que todos los muertos de las zonas
afectadas se traten como casos de ébola.
¿Y la tercera restricción para la búsqueda de
un huésped reservorio? “Es extremadamente cara”,
apuntó Leroy.
Las vacaciones perfectas
El costo de las operaciones de campo en lugares
boscosos remotos, así como la competencia por la
demanda de recursos institucionales, ha impedido
que incluso investigadores veteranos como Swa-
nepoel y Leroy lleven a cabo estudios continuos
de largo plazo sobre la cuestión del reservorio del
ébola. En cambio, ha habido expediciones cortas,
organizadas rápidamente durante un brote o
solo cuando la crisis ha terminado. Pero ir al sitio
de un brote humano para hacer investigación
sobre la ecología del virus es una pesadilla logís-
tica y, como mencioné, ofensiva para los lugare-
ños. Así que esas expediciones se posponen. El
problema con la demora es que la prevalencia del
virus del ébola dentro de su población huésped, la
carga viral dentro de los huéspedes individuales y
la abundancia de virus que se libera al ambiente
pueden fluctuar estacionalmente. Deja pasar la
temporada correcta y podrías perder el virus.
Fabian Leendertz trató de abordar estas dificul-
tades organizando una segunda expedición de
campo, aproximadamente en la misma tempora-
da en que ocurrió la fatídica transmisión que mató
a Emile Ouamouno, pero un año más tarde y en
la vecina Costa de Marfil. Los murciélagos rabu-
dos angoleños también abundan ahí y duermen
bajo los techos de las casas de la aldea. Su abun-
dancia en tan estrecha proximidad con la gente
sugiere otra pregunta compleja, si la hipótesis de
los murciélagos pequeños es correcta: con el virus
tan cerca, ¿por qué no ocurren transmisiones mu-
cho más a menudo? Leendertz quería atrapar esos
murciélagos, tantos como fuera posible, y tomar-
les muestras en busca de evidencia de ébola. El
fotógrafo Pete Muller y yo fuimos con él.
Leendertz y su equipo, incluida una estudiante
graduada llamada Ariane Düx, se concentraron
en dos aldeas en las afueras de la ciudad de Bouaké,
un eje de comercio en las inmediaciones del cen-
tro del país. Después de comprar materiales para
trampas en el mercado de Bouaké, explorar las
aldeas en busca de casas llenas de murciélagos y
presentar nuestros respetos a los ancianos de la
aldea, el equipo armó sus aparatos a finales de una
tarde, a tiempo para el vuelo del anochecer. Las
trampas eran estructuras en forma de cono con
tablas largas y cubiertas con plástico translúcido,
diseñadas para capturar los murciélagos cuando
pasaran por un agujero en el techo y canalizarlos
a una tina de plástico. Para su sorpresa, el sistema
funcionó. A las 6:25 p.m. de la primera noche, una
trampa cobró vida cuando docenas de pequeños
cuerpos grises se deslizaron hacia abajo por la cu-
bierta y cayeron de golpe en la tina.
Para la siguiente fase, Leendertz y Düx se ata-
viaron con guantes de plástico, mascarillas, batas
y visores. Empezaron a analizar murciélagos: pe-
saron y midieron cada animal, anotaron el sexo y
la edad aproximada, inyectaron un chip electró-
nico para su identificación posterior y, lo más
importante, sacaron sangre de la vena del pequeño
brazo del animal.
La sangre se introdujo en ampolletas pequeñas
para congelarla de inmediato en un tanque de ni-
trógeno líquido y examinarla de regreso en Berlín.
Matarían y diseccionarían una pequeña fracción
de todos los murciélagos capturados para poder
agregar al caudal de muestras congeladas pedacitos
de sus órganos internos, en particular de hígado y
bazo, donde con frecuencia se concentran los virus.
Los demás murciélagos serían liberados. Si una
muestra de sangre de un individuo diseccionado
probaba más tarde ser positiva para anticuerpos
de fragmentos virales, sus órganos se utilizarían
ébola 73
TIERRA DE DESCANSO
Estos sepultureros hacen
una pausa después de un
día largo y sombrío en el
cementerio King Tom en
Freetown. Cuando la epide-
mia alcanzó su máximo, en
noviembre de 2014, el ce-
menterio tenía en promedio
50 entierros diarios.
POR SU CUENTA
Después de semanas en
el Centro Hastings cerca
de Freetown, Molai Kamara
se encuentra solo en el mundo.
Según los doctores, el niño
perdió a toda su familia por el
ébola y, aunque libre del virus,
todavía padece úlceras.
La búsqueda del escondite del virus del Ébola llevó
a Fabian Leendertz a recoger sangre y tejido de un
murciélago rabudo angoleño (arriba). Leendertz (der.,
con una linterna) y lugareños examinan un sitio donde
duermen esos mismos murciélagos pequeños, sobre
el techo de una casa en una aldea de Costa de Marfil.
después en un intento (más peligroso y caro, rea-
lizado únicamente en un laboratorio BSL-4) por
aislar virus vivos de Ébola.
Después de unos pocos murciélagos, Leendertz
se retiró del trabajo de procesamiento y permitió
que un estudiante marfileño graduado, Leonce
Kouadio, alto, de modales suaves y delgado como
una vela, tomara su lugar. Después de todo, esta
era tanto una misión de capacitación como una
investigación científica, y Leendertz quería ofrecer-
les a sus protegidos una riqueza de experiencias.
Kouadio ya tenía buenas habilidades y cuando
entró en ritmo y compartió estas tareas arduas en
la noche cálida africana, observé que la camiseta
debajo de su bata médica llevaba algún tipo de
logo de un complejo turístico que decía: SON LAS
VACACIONES PERFECTAS. Para él, quizá, pero
no para todos.
78 nat ional geo g raphic • julio de 2015
Un huésped extraño
De regreso en Estados Unidos, hablé con más
expertos durante una parada en los CDC en At-
lanta y por teléfono. Cuando pregunté por qué es
importante identificar el huésped reservorio del
virus del Ébola, todos coincidieron: porque es in-
formación esencial para prevenir brotes futuros.
En otros puntos divergían. El comentario más
inesperado provino de Jens Kuhn, virólogo joven
e inteligente que actualmente labora en el Instituto
Nacional de Salud de Estados Unidos y que es, por
medio de su libro Filovirus, posiblemente el histo-
riador más importante del ébola. ¿Por qué crees
que después de 39 años –le pregunté– todavía no
se ha identificado el huésped reservorio del ébola?
“Es un huésped extraño”. “Un huésped extraño”,
repetí, porque no estaba seguro de haber oído
bien.“Eso es lo que creo”.
Primero, los brotes de la enfermedad del virus
del Ébola han sido relativamente poco frecuen-
tes, apenas dos docenas en casi 40 años. Casi todos
fueron rastreables hasta un solo caso humano,
infectado por animales salvajes, seguido por trans-
misión de humano a humano. Esto sugiere, dijo,
que la secuencia de eventos que produjeron la
transmisión tiene que ser “extraordinaria y rara”.
Circunstancias muy inusuales, una convergencia
improbable de factores. Segundo, hay “estabilidad
genómica notable del virus a lo largo de los años”.
No cambió mucho, no evolucionó mucho, por lo
menos hasta que el número de casos humanos de
África occidental empezó a subir, proporcionando
muchas más oportunidades para que el virus mu-
tara. Esa estabilidad podría reflejar “un cuello de
botella en algún lugar”, señaló Kuhn, una situa-
ción restrictiva que mantiene el virus escaso y con-
serva baja su diversidad genética. Una posible
forma del cuello de botella podría ser un sistema
de dos huéspedes: un huésped mamífero, como
una especie de murciélago, que se infecta solo de
manera intermitente cuando lo muerde cierto in-
secto o garrapata o artrópodo, quizá relativamente
raro o escasamente distribuido, que es el huésped
final del virus. Como ambos sabemos, esto se re-
monta a aquel viajero de 1975 en Rodesia que
sufrió una pequeña mordida extraña y después
murió en Marburgo. Recordé la araña en el labo-
ratorio de Bob Swanepoel que portó ébola duran-
te dos semanas.
¿Qué harías –le pregunté– si tuvieras una gran
beca de investigación solo para encontrar el reser-
vorio del ébola? Kuhn se rio. “Me voy a volver
impopular –dijo–, pero seguiría examinando in-
sectos y otros artrópodos”.
Kuhn no tiene esa gran beca ni nadie más. El
misterio persiste. Hay mucho en juego. Las mues-
tras tomadas en Costa de Marfil no han arrojado
resultados positivos hasta ahora. La búsqueda
continúa. j

ALGO MÁS

Mientras estaba en misión para este artículo,
el fotógrafo Pete Muller también fotografió
otros cuatro artículos acerca del brote de
ébola en África occidental para nationalgeo-
graphic.com. Muller vive en Nairobi, Kenia.
¿Te impidió el miedo a
contraer el virus acercarte
a tus sujetos? Sí. Pensé
que sería importante mos-
trar atención domiciliaria,
pero es muy peligroso es-
tar en una casa con alguien
enfermo. Hay ciertas cosas
que simplemente es poco
aconsejable hacer.

REBECCA HALE ébola 79

 El futuro de la comida
www.ngenespanol.com

Este artículo forma parte de la iniciativa El Futuro de la

Comida, de National Geographic, un proyecto especial de
cinco años que busca mostrar cómo lo que comemos nos
hace quienes somos.

80
sobre ruedas
Cómo un chef de Los Ángeles tuvo una idea loca y ayudó a lanzar
un movimiento gastronómico sobre ruedas.
 Por David Brindley
Fotografías de Gerd Ludwig

S on las 10 de la noche de un sábado frío en

Los Ángeles. Unas 30 personas, desafiando los nueve
grados centígrados –suficiente para usar gorra y bu-
fanda en esta ciudad–, están formadas en la acera frente
a una furgoneta acondicionada y estacionada. Las ven-
tanas se abren y el fenómeno gastronómico en que ha
convertido el food truck Kogi BBQ arranca con todo.
Kogi BBQ ha atraído clientes, y pre- Choi, de 45 años, nació en Corea
mios, desde 2008, cuando dos ami- y cuando tenía dos años migró con
gos tramaron un plan para fusionar su familia a Los Ángeles. Tras recurrir
comida coreana con tacos mexica- a los sabores de su cocina nativa –fu-
nos y venderlos en un camión por las sionados con platillos mexicanos– y
calles de Los Ángeles. Los food trucks a su entrenamiento de primera como
[furgonetas adaptadas para vender chef en The Culinary Institute of
alimentos] no son nuevos en el pai- America, creó el asado de tira cara-
saje de la ciudad. Por décadas han melizado, muy sazonado, y las salsas
ofrecido comida barata en las calles ahumadas y picantes que coronan
y las construcciones de todo el sur de dos tortillas crujientes de maíz. El re-
California. Sin embargo, a menudo sultado, los tacos que Choi llama
@RiceBallsOfFire eran desdeñados por considerarlos “Los Ángeles en un plato”, se volvió
Los food trucks usan “nidos de cucarachas”, por lo que un clásico instantáneo. Mediante su
Twitter para difundir una furgoneta de tacos coreanos era cocina sencilla pero revolucionaria,
su ubicación diaria,
como en esta carrera “una idea loca”, escribió Roy Choi, Choi desató el poder de la comida
y espectáculo de fundador de Kogi BBQ, en sus me- para traspasar culturas y razas.
autos en Fontana, morias: L.A. Son. “Capté el sentimiento de que la
California. La modelo La idea resultó “genial e ingenio- comida es importante –escribió–, no
Tyler McEwen, frente sa”, comenta Barbara Fairchild, ex solamente un combustible para ha-
al camión de Rice
Balls of Fire, muestra editora de Bon Appétit y antigua re- cer otras cosas”.
la comida del cercano sidente de Los Ángeles. Lo genial en- Sin embargo, lo que colocó a Kogi
@Berlinfoodtruck. tró por la cocina. en el mapa fue su pronta adopción
sobre ruedas 83
 @CurrywurstTruck @EatPizzanco

@dogtowndog @komodofood

@ChickAndRiceLA @luckdishLA

@TheLobosTruck @sayfishtaco

84 nat ional geo g raphic • julio de 2015

 @guerrillatacos @CVTSoftServe

@Berlinfoodtruck @GoodGreekGrub

@SteelCitySndwch @tacozone

@COOLHAUS @gofusionngrill

Adornados con atractivos gráficos, los trucks (por lo general furgonetas o tráileres acondicionados) atraen clientes tanto
en las calles de Los Ángeles como en eventos privados. La comida varía desde hot dogs o platos de arroz hasta helados.
 Ganancias en 2014 en EUA* Echar a andar un negocio
Nación
Food Truck
Los food trucks no son una moda
pasajera. Sirven comida recién
hecha con ingredientes de calidad
a precios accesibles y ya son
parte del paisaje urbano en todo
Estados Unidos. Su crecimiento
828
MILLONES
75 mil
vs.

250 mil
Los costos varían dependiendo de la ciudad
y el tipo de restaurante, pero poner un food
truck es significativamente menos caro que
espectacular desde 2008 se abrir un local convencional.
alimentó con la fuerza de las
redes sociales: los camiones usan 1 1
Equipar un camión Gastos mayores
Twitter y Facebook para actualizar
su ubicación y atraer clientes.
Bajos costos iniciales, en compa- El negocio de los food trucks ha cre-
ración con lo que se necesita para cido 80 % desde 2009 y está en vías 43000 5 000 500 500
de convertirse en una industria de Precio de un camión Calcomanías Electrónicos Permisos
montar un restaurante, también 1 000 millones de dólares en 2020. de medio uso
permiten a los chefs empresarios
tener acceso a esta floreciente in-
Clientes en los
dustria culinaria. En ese sentido,

50 %
los food trucks pueden ser incu-
badoras de nuevas tendencias.

Porción de estadounidenses que ha comido en un food truck

Seguidores de la comida Estadísticas

Seguir los tuits en Twitter es la mejor manera de observar el crecimiento de redes sociales

5507 x
de la industria en ciudades de todo Estados Unidos.

Principales cinco ciudades con más camiones en Twitter

300
266 Los Ángeles, CA En 2014, 5 507 food trucks en 236 ciuda-
des de Estados Unidos usaron Twitter de
manera activa para llegar a sus clientes.
200
158 Washington, D.C.
147 San Francisco, CA
132 Houston, TX
100

0
130 Portland, OR

4876797
Los food trucks enviaron
2008 2014 4 876 797 tuits en 2014.

Especialidades más comunes de los

1. Hamburguesas 2. Mexicana/tacos 3. Postres 4. Clásicos estadounidenses 5. Sándwiches

*TODOS LOS PRECIOS EN DÓLARES ESTADOUNIDENSES.

MATTHEW TWOMBLY. FUENTES: TODD SCHIFELING, UNIVERSIDAD DE MÍCHIGAN; DAPHNE DEMETRY, UNIVERSIDAD NORTHWESTERN; ROAMING HUNGER; NATIONAL RESTAURANT ASSOCIATION .
 de las redes sociales para atraer clien-
tes. En un principio, el pequeño equi-
po de Kogi no tuvo mucha suerte
afuera de los clubes nocturnos, ven-
diéndoles a los borrachos que anda-
ban de fiesta por Sunset Boulevard.
Luego obtuvieron acceso al poder
emergente de las redes sociales. Me-
diante Twitter –una aplicación para
celular que permite a los usuarios
compartir mensajes de 140 caracte-
res con sus amigos y seguidores–,
Kogi informaba constantemente a
Jen Ju @jenjunaicha
Sabes, solo me uní a Twitter para seguir a @kogibbq en los tiempos
en que no tenían un calendario/programa...
sus clientes sobre sus cambios de
ubicación. Surgió una oleada de ur-
banitas jóvenes y conectados a la red
que seguían la ubicación de Kogi. En
unos meses, ya había logrado atraer
a cientos de clientes –y servía hasta
180 kilos de carne– en varias paradas
diarias. Neesweek lo llamó “el primer
comedor viral de Estados Unidos”.
Kogi BBQ ahora tiene 132 000 se-
guidores y su flota se ha expandido
a cuatro camiones itinerantes y un
puesto fijo en el aeropuerto interna-
cional de Los Ángeles.
Curiosamente, la recesión econó-
mica de 2008 fue la incubadora ideal
para la oferta y demanda de los food
trucks. Los chefs y empresarios pro-
porcionaban talento y pasión para
echar a andar un negocio con una
UNA COSA MÁS
Colaborador frecuente, el fotógrafo Gerd
Ludwig (@GerdLudwig) vive en Los Ánge-
les y tiene cierta afinidad con los dueños
de los food trucks: “Como yo, deben ser
flexibles, abiertos y capaces de reaccio-
nar en el momento”.
DOUGLAS KIRKLAND (ARRIBA); REBECCA HALE.
fracción del costo que representa
abrir un restaurante. En el lado de la
demanda, los consumidores, con los
bolsillos limitados por una economía
que se venía abajo, estaban dispues-
tos a gastar hasta 10 dólares por pla-
tillos creativos y auténticos que eran
una ganga comparados con los pre-
cios de los restaurantes de lujo. Las
redes sociales conectaron los camio-
nes con los clientes y se forjó así un
movimiento gastronómico comple-
tamente nuevo.
hoy día, miles de food trucks exclu-
sivos rondan las calles de muchas
ciudades: de San Francisco a Wash-
ington D.C., pasando por Austin.
Transmiten su localización para ven-
der de todo, desde sándwiches de
queso a la parrilla preparados al gus-
to y suntuosos rollos de langosta
hasta conos de helado artesanal y
palomitas de maíz recién hechas. Lo
que parecía una moda pasajera es
ahora una industria de 800 millones
de dólares al año.
El movimiento ha traído consigo
libros y aplicaciones, e incluso una
película de Hollywood: Chef (2014),
dirigida y protagonizada por Jon Fa-
vreau, quien interpreta a un chef en
desgracia que compra un camión y
encuentra la redención preparando
Nativo de L.A., David Brindley (@wordies)
es editor en jefe de National Geographic.
“El lado menos romántico de la comida
callejera –dice– es acabar devorándote
tus tacos en la parada de autobús por-
que no hay donde más sentarte”.
sobre ruedas 87
@eatsonofabun
Asistentes al baile anual de disfraces de la estación de radio
pública KCRW disfrutan los alimentos recién preparados en
los food trucks. El baile de recaudación de fondos presenta
varias bandas y se lleva a cabo en el Hotel Park Plaza de
Los Ángeles. Los eventos especiales garantizan clientes
–y dinero en efectivo– para los food trucks de la zona.
 @kogibbq @CometBBQ @StreetsofThai

@stuffedcrepe @MariscosJalisco @eatfrachs

@CurrywurstTruck @StreetKitchenLA @japadog

@KingKoneLA @nomadtruck @farmersbelly

90 nat ional geo g raphic • julio de 2015

 @SteamyBunTruck @TheLobosTruck @ptcow

@wisebarbecue @VCHOSTRUCK @keepongrubbin

@RollnLobster @luckdishLA @BanhInTheUSA

@Berlinfoodtruck @angieswieners @fryfryfoodtruck

Igual que los proveedores callejeros de todo el mundo, los food trucks de Los Ángeles ofrecen comida rápida y sustan-
ciosa a comensales hambrientos. Los platillos a menudo mezclan diferentes cocinas y sabores para crear nuevos clá-
sicos, como los tacos coreanos (arriba, izq.).

Mrs. J @mrsjjohnston
¡¡¡Felicitaciones a @dogzillahotdogs por las recomendaciones!!!
¿Yakisoba y un huevo en mi hot dog? ¡Sí, por favor!
@pienburger
En el festival Rose Bowl, de
Pasadena, Pie ’n Burger
(abajo, der.) ofrece comida
a los participantes de una
caminata para reunir fondos
para Epilepsy Foundation.
Tomar fotos y compartirlas
en redes sociales (arriba,
der.) es tan importante en
la cultura de los food trucks
como la comida misma.
92 nat ional geo g raphic • julio de 2015
sándwiches cubanos durante un viaje
por carretera junto a su hijo, experto
en redes sociales (Choi aparece du-
rante los créditos, mientras le enseña
a Favreau cómo hacer un sándwich
de queso a la parrilla). Y una inva-
sión de food trucks estadounidenses
que sirven los platos favoritos –entre
ellos, por supuesto, los tacos corea-
nos– ha llegado a Milán, Italia, para la
Feria Mundial de este año.
Incluso en una industria en pleno
apogeo, el negocio no es sencillo. “No
puedes solo presentarte y esperar ha-
cer muchísimo dinero con un food
truck” –aclara Ross Resnick, funda-
dor de Roaming Hunger, aplicación
para smartphones que localiza en
tiempo real la ubicación de cientos de
food trucks en ciudades de todo Es-
tados Unidos–. Tienes que tener una
marca y una estrategia”.
Aunque los camiones trabajan
duro por que sus marcas sean únicas,
congregarse también los fortalece.
Muchos se agrupan en zonas peato-
nales. Cualquier día a la hora de la
comida se puede ver una docena o
más flanqueando Wilshire Boulevard,
al otro lado de la calle del Museo de
Arte del Condado de Los Ángeles.
Con edificios de oficinas a un lado y
el museo en el otro, el flujo constante
de clientes está casi asegurado.
Un lunes ajetreado, cientos de ofi-
cinistas y visitantes eligen entre una
gran variedad sobre ruedas, desde
los platillos mexicanos de Azteca, la
comida china de Chow Mein o los
hot dogs de Dogtown hasta los ke-
babs de Kabob Kings y los asados de
Roadhouse Rotisserie. Abbot Kin-
ney Boulevard, la calle de moda en
Venice Beach, es sede de un festival
de food trucks el primer viernes de
cada mes. La comida vuela y los ca-
miones pueden generar miles de dó-
lares, lo que significa muchos tacos
de dos dólares.
de vuelta en kogi bbq esa noche
fría de sábado, la fila avanza lenta-
mente pero se hace más y más larga
conforme llegan nuevos clientes.
Con los smartphones en mano, la
multitud –en su mayoría hipster–
toma fotos de sus tacos y manda
tuits. Un rumor retumba entre la
fila: ya no hay kimchi, la clásica col
fermentada y picante de la cocina
coreana. No hay problema. Hay mu-
cho más en el menú, aunque la gente
no necesariamente está aquí por la
comida. Flotando junto al aroma de
la carne picante sobre la parrilla hay
un olorcillo a comunidad, una sen-
sación sutil de camaradería por una
experiencia compartida.
Las filas son sociales por naturale-
za. Surgen conversaciones entre des-
conocidos. Una pareja de Cleveland,
de vacaciones en California, relata
que condujo dos horas para llegar a
formarse. La pareja de adelante con-
fiesa que caminaron solo dos cua-
dras con su perro para ir por una
dosis rápida de Kogi. Las parejas se
ríen, comparten historias. Ordenan,
reciben su comida y se lanzan al ata-
que. Sencilla, conmovedora y grati-
ficante. No es una idea tan loca
después de todo. j
@ChiliPhilosophy
Platillos caseros con ingredientes locales de alta calidad son
la base del combo Triple Beef Chili n’ Cornbread (11 dólares).
Una sólida identidad de marca y una estrategia fuerte en re-
des sociales son básicos para diferenciar los food trucks en
un mercado cada vez más concurrido. Eso y la comida rica.
Bajo la lupa
Por Bill Bonner, archivista de National Geographic

Un día
perfecto
La gente se agolpó para admirar
la “bandera estadounidense de
mayor tamaño” mientras ondea-
ba sobre Times Square, Nueva
York, probablemente durante el
verano de 1913, aunque esta
fotografía no fue adquirida por
National Geographic sino hasta
junio de 1918. Para entonces,
la revista ya había dedicado la
edición completa de octubre
de 1917 al tema de las banderas
como tributo patriótico tras el
ingreso reciente de Estados
Unidos en la Primera Guerra
Mundial. “Nunca en la historia
de este país ha habido una de-
manda semejante de banderas
–señalaba un pie de foto en esa
edición–. No solo las de barras
y estrellas, sino las de todas las
naciones europeas con las que
Estados Unidos ha unido fuerzas
para erradicar la autocracia del
mundo”. —Margaret G. Zackowitz

BROWN BROTHERS, NATIONAL GEOGRAPHIC CREATIVE

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