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(1) a. La oración española Los camellos tienen joroba significa los camellos
tienen joroba.
b. La oración francesa Les chameaux ont des bosses significa los camellos
tienen joroba.
c. La oración española Los camellos tienen joroba no significa los reptiles
tienen alas.
Hechos de esta clase representan los datos primarios que cualquier teoría semánti-
ca debería explicar. Queremos entender qué significa para una oración o frase tener el
significado particular o rango de significados que tiene, y cómo es que posee este signi-
ficado y no algún otro.
Una segunda propiedad semántica que reconocemos inmediatamente es la ambi-
güedad, la propiedad de tener más de un significado:
(2). a. La oración inglesa Sergio jumped from the top of the bank (Sergio saltó de
arriba del banco) tiene dos significados.
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b. La oración inglesa Mad dogs and Englishmen go out in the noonday sun (Los
perros locos e ingleses salen al sol del mediodí)a tiene dos significados.
c. La oración inglesa Pablo saw her duck (Pablo vio su pato/ Pablo vio su aga-
chada/la vio agacharse) tiene dos significados.
La ambigüedad surge de diferentes causas en cada uno de los tres casos. La ora-
ción (2a) es ambigua ya que podemos entender que la palabra bank se refiere a una ins-
titución financiera o bien a un dique fluvial (banco de río). La ambigüedad surge aquí de
una de las palabras componentes. En contraste, (2b) es ambigua en base a si mad se to-
ma como algo que se aplica tanto a dogs como a Englishmen o solo para dogs. Aquí la
ambigüedad no surge de las palabras de la cláusula sino más bien de cómo entendemos
aquellas palabras en combinación. Finalmente, (2c), incluye una combinación de lo que
sucede con (2a) y (2b). El pronombre her es ambiguo entre una forma posesiva (como
en Sergio vio su libro) y una forma de objeto simple (como en Sergio la vio). La palabra
duck es ambigua entre un nombre y un verbo. Y la frase her duck es ambigua puesto que
se puede interpretar como oración –y aquí significa que ella se agachó- o como un sin-
tagma nominal -que significa el pato que ella posee-. Otra vez, dar cuenta de la ambi-
güedad y también de cómo puede surgir la ambigüedad parece ser una tarea de la teoría
semántica.
Una tercera propiedad semántica es la anomalía, la propiedad de tener un signifi-
cado absurdo. El ejemplo típico es la famosa oración de Chomsky (1957):
Parece razonable pensar que una teoría semántica debería decirnos algo acerca de
las anomalías y sus causas.
Junto con las propiedades semánticas que presentan las expresiones individuales,
reconocemos también que estas últimas mantienen entre sí una serie de relaciones. Por
ejemplo, relaciones lógico - semánticas, tales como la contradicción, implicación y
sinonimia:
Las relaciones de (5) a (7) surgen de causas diferentes. A veces, de relaciones en-
tre pares particulares de palabras, tales como creer/dudar, afirmar/negar, generalmen-
te/a veces, comprar/venderl En otras ocasiones, de las palabras individuales, como y.
En otros casos, las relaciones surgen de pares de formas de oraciones, como acti-
va/pasiva (7c) y un dativo oblicuo versus un doble objeto (7d). Los ejemplos de (6d)
aclaran que estos datos son, en realidad, más bien sutiles: aunque cada una de las ora-
ciones del lado derecho involucra una combinación de adjetivo-nombre y todas esas
combinaciones son superficialmente similares en forma, las relaciones de implicación
son completamente diferentes en los tres casos.
Un segundo tipo de relaciones semánticas son las relaciones temáticas ilustradas
por los ejemplos de (8) a (11), de Jackendoff 1983. Cada una de esas triplas despliega
un patrón común en significado, un paralelismo semántico. Por lo tanto, todas las ora-
ciones de (8) expresan la idea de un objeto que sufre un cambio de alguna clase. En (8a)
es un cambio de locación; en (8b), un cambio de posesión; y en (8c), un cambio de pro-
piedad. Las oraciones de (9) expresan la idea común de que un objeto atraviesa algún
camino. Las oraciones de (10) expresan, todas, la idea de que un objeto se extiende so-
bre algún camino. Y las oraciones de (11) expresan la idea de que un objeto tiene una
orientación por una trayectoria:
Hollywood a la que otras personas hacen referencil. Similarmente, el dominio del tér-
mino francés Le Etats Unis supone, fundamentalmente, saber qué refiere a Los Estados
Unidos de América (12b):
Por lo tanto, Los camellos tienen joroba significa que los camellos tienen joroba y
Los camellos tienen joroba es verdadera, entonces los camellos tienen joroba (13.a). Y
si Los camellos tienen joroba significa que los camellos tienen joroba, y los camellos,
efectivamente, tienen joroba, entonces la oración Los camellos tienen joroba es verda-
dera (13.b).
Del supuesto de que el significado y la verdad están relacionados de la manera en
que se muestra en (13) subyace el hecho de que un lenguaje natural es informativo,
tanto acerca del mundo como de sus hablantes. Supongamos que Diego nos telefonea
desde la capital de Chile y profiere la oración El aire en Santiago está absolutamente
contaminado. Si sabemos lo que significa esta oración y, también, que Diego es una
persona sincera (i.e. una persona que pronuncia oraciones verdaderas), podremos cono-
cer algo acerca de las condiciones atmosféricas de un lugar que se encuentra a miles de
kilómetros de nuestras casas. Hacemos esto empleando el esquema (13a), como en (14):
Por supuesto, las cosas son, frecuentemente, menos sencillas. Cuando alguien
quiere ser sarcástico, puede proferir una oración que significa que p, desear afirmar que
p, sin creer que p, o sin desear informar a la audiencia que p. Igualmente, alguien puede
pronunciar (17) con pleno conocimiento de que está nevando. Es posible que el destina-
tario, por ejemplo, haya prometido reparar la calefacción central para la próxima neva-
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da; la expresión de (17), entonces, en ese contexto, vale como un oportuno, si algo obli-
cuo, recordatorio.
Otra vez más, la observación de que el lenguaje tiene un significado interno –que
podemos descubrir qué creen, quieren, demandan y podrían hacer las personas sobre la
base de lo que dicen- es un lugar común que consideramos implícitamente cada día de
nuestras vidas. Y otra vez, el significado juega un rol crucial. En casos paradigmáticos,
el significado de una oración refleja directamente el contenido de un estado psicológico
interno. Un hablante profiere una oración significando que p. A través de ese acto, el
hablante afirma que p, indica una creencia que p, indica un deseo de informar a la au-
diencia que p, y así sucesivamente. En esos casos, el hablante dice exactamente lo que
pretende significar. E incluso en otros casos existen conexiones cruciales evidentes en-
tre el significado de la oración emitida y el contenido que el hablante expresa. En el
ejemplo del hablante que usa (17) como recordatorio de una promesa, seguramente no
es accidental que una oración normalmente usada para preguntar si está nevando sea
utilizada para comunicar otro significado.
Por lo tanto, aunque los tres dominios semánticos proveen un trasfondo de datos
iniciales, debemos permitir que el desarrollo teórico del dominio de la semántica pueda
calcular y clasificar esos datos en términos muy diferentes de aquellos con los que se
comenzó. El proceso de construcción de una teoría semántica explícita y sistemática
desde el dominio pre-teórico puede bien involucrar un considerable monto de rechazo,
reasignación y redescripción.
Hechos semánticos como los examinados recién son verificados por el juicio de
los hablantes nativos. Como hablantes nativos del español, juzgamos la presencia de
ambigüedad y anomalía, de implicación y contradicción, y de paralelismos temáticos.
Juzgamos la referencia de los términos y la verdad o falsedad de las oraciones. Y juz-
gamos qué han aseverado, preguntado o negado las personas sobre la base de lo que han
afirmado, preguntado o escrito. En nuestra visión, esos juicios no solo confirman exclu-
sivamente los datos de la semántica sino también los constituyen actualmente en un
importante sentido. Los lenguajes humanos son, después de todo, los productos de las
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mentes humanas. Los lenguajes tienen, en gran medida, solo aquellas propiedades se-
mánticas que sus hablantes les adscriben. Es porque los hablantes del español toman la
secuencia de palabras Los camellos tienen joroba para significar que los camellos tienen
joroba, que esas palabras tienen este significado en español. Si todos los hablantes del
español tomaran la oración para significar que los reptiles tienen alas, entonces esto es
lo que esa oración significaría.
Nuestra habilidad para efectuar juicios lingüísticos se sigue claramente de nuestro
conocimiento del lenguaje que conocemos. Los hablantes monolingües del francés o del
zulú no son capaces de evaluar las relaciones semánticas de las oraciones de (8) a (11),
no son capaces de juzgar la verdad o falsedad de oraciones como Los camellos tienen
joroba, y no son capaces de calcular las creencias y pensamientos de los hablantes del
español o del inglés sobre la base de lo que estos hablantes dicen. Somos capaces de
realizar los juicios que efectuamos porque, como hablantes del español, conocemos el
lenguaje que sabemos. Y todo aquel que carezca de este conocimiento carecerá de las
habilidades correspondientes. Dada esta simple observación, se puede construir una
teoría semántica –la teoría que intenta describir y explicar los hechos semánticos- como
una teoría de una clase especial de conocimiento. Podemos concebir la semántica como
una teoría del conocimiento que subyace a nuestra habilidad para realizar juicios semán-
ticos. La teoría semántica aborda una parte de nuestro conocimiento lingüístico: el co-
nocimiento del significado.
Considerar el objeto de la semántica como conocimiento lingüístico es localizar el
lugar de la teoría semántica dentro de la empresa general iniciada por Noam Chomsky
(1965, 1975, 1986), para quien la teoría lingüística es una teoría del conocimiento real
de los hablantes. Este proyecto contrasta con una variedad de otras visiones frecuentes
con respecto al objeto. Por ejemplo, algunos han tomado la semántica como una teoría
de las relaciones semánticas que mantienen las expresiones (de esta manera, incluyen
las relaciones inferenciales y temáticas). Un gran número de estudiosos ha construido la
semántica como una teoría de las relaciones que se establecen entre el lenguaje y el
mundo. Aún otros han insistido en que, puesto que los lenguajes son objetos abstractos,
la lingüística (incluida la semántica lingüística) debería ser propuesta como una rama de
la matemática. Nuestra concepción difiere de todas las anteriores. En nuestra visión, la
semántica es una parte de una teoría del conocimiento de los hablantes. Los hechos
acerca de las relaciones entre el lenguaje y el lenguaje, y las relaciones entre el lenguaje
y el mundo pueden proporcionar importantes pistas y señales acerca del contenido de
este conocimiento –pueden suministrar datos- pero no son, por sí mismos, el objeto de
investigación. El objeto de investigación es el conocimiento del lenguaje.
Como Chomsky (1986) ha enfatizado especialmente, una vez que enfocamos el
conocimiento del lenguaje como el objeto de investigación, se presentan tres interrogan-
tes naturales:
1. ¿Qué es lo que conocemos?
2. ¿Cómo adquirimos ese conocimiento?
3. ¿Cómo es usado ese conocimiento?
En nuestra visión, esas preguntas deberían ser abordadas desde una perspectiva
cognitivista, para la cual el conocimiento del lenguaje es el conocimiento de un cuerpo
(básicamente inconsciente) de reglas y principios que asignan representaciones y signi-
ficados a las formas físicas de los signos (sean estos fonéticos, visuales o táctiles). Bajo
esta concepción, una respuesta para la pregunta 1 especificaría esas reglas y principios y
mostraría cómo estos afectan la proyección necesaria desde el signo hasta la estructura y
significado. Una respuesta a la pregunta 2 especificaría cómo se adquieren esas reglas y
principios. Esto incluye analizar qué conocimiento del lenguaje se conoce desde el co-
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mienzo y cómo este conocimiento interactúa con la experiencia para producir el cono-
cimiento adulto. Una respuesta a la pregunta 3 especificaría cómo las reglas y los prin-
cipios que conocen los hablantes se utilizan en el discurso y el entendimiento, y cómo
estos interactúan con otros sistemas de pensamiento y acción. Examinemos esos puntos
más cuidadosamente.
Entender (18) involucraría reglas que especifiquen los elementos referidos por
Fernando y Camila y qué relación se expresa con el verbo besar. También, reglas que
identifiquen el sujeto del verbo transitivo como el agente de la relación (en este caso,
que Fernando dio el beso) y el objeto del verbo como el paciente (que Camila fue besa-
da). Las reglas semánticas de esta clase se llaman composicionales. Proporcionan el
contenido semántico de una oración a partir de la especificación de las contribuciones
semánticas de sus partes y la contribución semántica de la inserción conjunta de esas
partes de acuerdo con un modo definido de combinación sintáctica.
La hipótesis de que conocemos un conjunto de reglas y principios semánticos
composicionales es extremadamente atractiva y tiene un inmenso poder explicativo. En
particular, da cuenta de tres rasgos importantes y fuertemente relacionados de la compe-
tencia lingüística. Primero, explica por qué nuestra comprensión de oraciones es siste-
mática, por qué hay patrones definidos, previsibles en las oraciones que comprendemos.
Por ejemplo, podríamos predecir con seguridad que cualquiera que entendiese (18) tam-
bién entendería (19) y viceversa:
Esto se explica a partir de la composicionalidad. Una vez que se conocen las re-
glas que producen el significado de (18), se conoce ya lo suficiente como para entender
(19). Las mismas reglas permiten la interpretación de ambas oraciones.
Segundo, la hipótesis da cuenta del obvio pero importante hecho de que podemos
entender nuevas oraciones, es decir, oraciones que nunca hemos escuchado antes. Esto
también se explica fácilmente si disponemos de un cuerpo de reglas que nos permitan
inferir el significado de nuevas oraciones a partir de un conocimiento anterior sobre el
significado de sus partes, y a partir del conocimiento de la contribución semántica de su
combinación.
Tercero, La hipótesis da cuenta del hecho, menos obvio pero igualmente impor-
tante, de que poseemos la capacidad de entender un número indefinidamente extenso de
oraciones. Considérese, por ejemplo, el conjunto de oraciones de (20), proporcionado
por Platts (1979):
(20) a. El caballo detrás de Pegaso es calvo / The horse behind Pegasus is bald.
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(21)
SN SV
Det N’ V SA
N SP
P SN
(22)
SN SV
Det N’ V SA
N’ SP
P SN
Det N’
N SP
P SN
Este árbol difiere del árbol de (21) en que posee las ramas extra [SN Det N’] y [N’
N SP] con respecto a los elementos léxicos The, behind, y horse. Pero todos esos ele-
mentos ya estaban en (21). Esto es, (22) implica reciclar las configuraciones [SN Det N’]
y [N’ N SP]. Está claro cómo sucede este reciclaje. El SN introduce un nodo N’, el cual
a su vez puede introducir un nodo SP, el cual a su vez puede introducir otra vez un SN.
Las configuraciones de esta clase se llaman recursivas, y las reglas que generan esas
configuraciones, las reglas que tienen la propiedad de aplicarse a su propio output, se
denominan reglas recursivas. Dada la naturaleza recursiva de la configuración de (21),
se sigue que si tenemos los recursos semánticos para computar el significado de (21),
tendremos “automáticamente” los recursos para computar el significado de (22). Una
teoría semántica composicional que especifique los valores y las reglas para combinar-
los enviará/proporcionará significados para (20a), (20b), e incluso para todas las oracio-
nes de la lista.
No hay dificultad para indagar en términos intuitivos sobre las reglas involucradas
en la comprensión de (18) y (19). Pero la situación es mucho menos clara con muchos
otros ejemplos. Considérense los pares de (23) y (24), adaptados de Chomsky (1986):
puesto que, como en muchos otros dominios del aprendizaje humano, existe un vacío
considerable entre lo que el adulto llega a conocer y la evidencia a partir de la cual llega
a conocer lo que conoce.
Consideremos primero un ejemplo del dominio del significado de la palabra debi-
do a Susan Carey (1984). Imaginemos un niño en el proceso de adquirir el significado
del nombre español conejo. El padre de este niño le muestra un número de conejos de
peluche color rosa. Cada vez que el padre agarra un conejo, pronuncia la palabra conejo.
¿Qué conjeturas puede establecer el niño acerca del significado de conejo? Una posibi-
lidad, por supuesto, es que conejo significa conejo, el concepto que un hablante adulto
adquiere eventualmente. Pero, claramente, existen otras hipótesis apropiadas en base a
los datos que el padre ha suministrado. De hecho, existen indefinidamente muchas de
esas hipótesis. Por ejemplo, conejo, podría significar un conejo de juguete, o rosa, pelu-
che, o conejo o gallina, o conejo o planeta, o conejo o número primo situado entre 8642
y 8652, entre otras. Algunas de esas hipótesis se podrían cotejar y corregir en base a
datos nuevos pero es obvio que para un gran número de muchas posibilidades (como la
última), sería dificultoso realizar tal chequeo. Además, existen algunas hipótesis para las
que ninguno de esas pruebas empíricas puede ayudar a descartar. Supongamos, por
ejemplo, que el niño está tratando de decidir si la palabra conejo significa conejo versus
una parte del conejo, esto es, una parte de un conejo conectada con la totalidad del cone-
jo. Puesto que agarrar un conejo siempre implica agarrar alguna de sus partes (una pata,
el rabo, una oreja, etc.), cualquier evidencia para aquella hipótesis será también eviden-
cia para la última. Ninguna presentación visual simple las dejará de lado.
De manera similar, consideremos un niño expuesto a verbos como perseguir,
comprar y dar, en un contexto donde el padre está usando títeres de guante para repre-
sentar varias escenas mientras pronuncia oraciones como Big Bird persigue a Oscar/ o
E compra unauto a Kernit, o F le está dando un auto a P. En esas circunstancias, el
chico podría conjeturar que perseguir significa perseguir, comprar significa comprar, y
dar significa dar. Sin embargo, como señaló Gleitman (1990), para cada uno de esos
predicados hay otra alternativa disponible. En cualquier situación en la cual BB persigue
a Oscar es verdadera, también lo será otra en la cual Oscar huye de BB es verdadera;
cualquier situación en la cual E compra un auto a Kernit es verdadera también será ver-
dadera aquella en la cual K vende un auto a E ; y cualquier situación en la cual F le da
un auto a P es verdadera como así también la situación en que P recibe un auto de F.
Perseguir, comprar y dar, cada uno, una contraparte simétrica que describe una situa-
ción relacionada, que involucra roles similares para los participantes. En vista de esto,
también será posible para el chico conjeturar que perseguir significa huir, comprar sig-
nifica vender y dar significa recibir. En sí y de por sí, las escenas presentadas por el
padre no expresarán esas conjeturas por separado.
Finalmente, consideremos un chico en el proceso de fijar el significado de estruc-
turas nominales de la forma [NP NP’s N’], como sucede en ejemplos como el libro de
Rosa o la fotode Kyoko de Max. Una posible conjetura es que [NP NP’s N’] se refiera al
objeto poseído que tiene la propiedad descripta por N’ (por lo tanto, el objeto poseído
por Rosa, que es un libro; el objeto poseído por Kyoko, que es una foto de Max, etc).
Esta es, la regla de interpretación que los adultos llegan a conocer. Pero también es po-
sible un número indefinido de otras hipótesis. Así, los chicos podrían conjeturar que [NP
NP’s N’] significa el objeto que es SN y es un N’ (por ejemplo, Rosa, quien es un libro),
o podrían tomar la frase para referir el objeto que el SN o bien posee o le gusta, cuando
tiene la propiedad descrita por N’, etc. Otra vez, algunas de esas hipótesis serán elimi-
nadas a través de los estímulos simples, pero no todas ellas. Por ejemplo, supongamos
que el chico considera que [NP NP’s N’] se refiere al objeto poseído que tiene la propie-
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dad descrita por N’ y, o bien es un número o bien no lo es. Entonces habrá situaciones
en las cuales la regla adulta “correcta” produzca una oración verdadera y la regla alter-
nativa produzca una falsa. Esto es, el libro de Rosa es rojo será verdadera bajo la regla
adulta exactamente cuando es verdadera bajo la regla alternativa.
Estos ejemplos ilustran el problema básico de la inducción que enfrentan las
teorías de la adquisición semántica: las reglas que los chicos adoptan básicamente con
respecto al significado de la palabra y de la frase son sustancialmente indeterminadas
por la evidencia que provee el ambiente de adquisición. Dada esta disparidad entre el
conocimiento y la evidencia, parece inevitable la conclusión de que existen a priori
principios que permiten a los chicos realizar las elecciones correctas. Esto es, en la ad-
quisición del significado de las palabras y de las oraciones, parece que los chicos deben
ser guiados por un conocimiento anterior que los constriña para seleccionar la hipótesis
adecuada en el enfrentamiento con datos mínimos.
Los principios que los chicos utilizan en la adquisición del significado de la pala-
bra y de la frase solo empiezan a ser entendidos claramente en la actualidad. Y, de
hecho, diversas clases de principios y datos parecen estar involucrados para diferentes
partes de la gramática. Por ejemplo, parece que en la resolución de si un nombre como
conejo se refiere a un conejo o a las partes inseparables de un conejo, los niños utilizan
principios que involucran el conocimiento de objetos y de sus propiedades, y la familia-
ridad con la palabra que acompaña el objeto. Por lo tanto, si a los chicos se les presenta
un objeto no familiar (un conejo) bajo un término no familiar (conejo), generalmente
conjeturarán que el término se aplica al objeto como un todo (que conejo refiere a los
conejos y no a las partes de un conejo). Por otra parte, si un objeto familiar (un conejo)
compuesto de una sustancia no familiar (peluche) es presentado bajo un término no fa-
miliar (peluche), conjeturarán que el término nuevo se refiere a la sustancia de la que
está compuesta el objeto (peluche se refiere al material peluche), y así sucesivamente.
Evidentemente, tal razonamiento requiere que los chicos posean una teoría sustancial
que les permita aislar los objetos y sus propiedades, y muchos experimentadores han
argumentado que tal teoría está disponible desde una edad muy temprana.
En la fijación de los significados de elementos del vocabulario como los verbos,
parecen estar más específicamente involucrados datos lingüísticos. Un número de inves-
tigadores ha argumentado que los chicos son capaces de deducir aspectos sustanciales
del significado de predicados a partir de las estructuras sintácticas en las cuales éstos
aparecen. Consideremos el caso de perseguir, comprar, dar versus huir, vender y reci-
bir. Una diferencia importante entre esos predicados consiste en identificar quién es el
agente en cada uno. Aunque E compra un auto a Kernit y Kermit vende un auto a E
son verdaderas en las mismas circunstancias, entendemos que E es el agente en la pri-
mera pero K es el agente en la segunda. Supongamos, entones, que los chicos utilizan
reglas universales de enlace que especifican que en una estructura de una clase relevante
(esto es, groseramente, SN1, V, SN2, P, SN3) el sujeto del sintagma nominal (SN1)
siempre debe referir al individuo que con papel de agente. Entonces, serán capaces de
distinguir comprar y vender correctamente en términos de los datos del ambiente y de
las formas sintácticas que acompañan su presentación. Al escuchar E compra un auto a
Kernit, observar la situación descripta, y al conocer la regla de enlace prevista, el chico
puede razonar que el V denota eventos de intercambio comercial en los cuales la meta
del objeto intercambiado es también el agente. Esto es, el V denota compras. Por otra
parte, al oír Kermit vende un auto a E y observar la situación descripta, si conoce la
regla de enlace, el chico puede razonar que el V denota eventos de intercambio comer-
cial en los cuales el origen o procedencia del objeto intercambiado es también el agente.
Esto es, que el V denota ventas..
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Estos son rasgos dependientes del contexto del significado de la expresión. Nues-
tro conocimiento del lengua nos dirá, muy informalmente, que la expresión significa
que alguien identificado independientemente como mujer está cerca del hablante. La
segunda clase de procesos involucrados en la comprensión del lenguaje, entonces, con-
cierne a la identificación de los rasgos relevantes del contexto y cómo combinarlos con
el conocimiento del lengua para arribar a una interpretación completa de la expresión.
La tercera clase de procesos es la aplicación del conocimiento de principios prag-
máticos generales de la conversación. El conocimiento del lenguaje provee sólo los sig-
nificados literales de las oraciones. Pero existe frecuentemente una brecha entre lo que
se dice con una oración (interpretado completamente en un contexto) y lo que un
hablante tiene la intención de expresar cuando usa la oración. Se requiere de la pragmá-
tica para reducir la brecha. Consideremos cómo podríamos entender el siguiente testi-
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“Parsing” puede traducirse por apareamiento o emparejamiento, y “parser” por apareador o
relacionador. No hay acuerdo aún en la traducción al español, y optamos por dejar estos térmi-
nos en inglés.
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monio de la profesora Pérez acerca del doctor Gómez, quien es un candidato para un
puesto filosófico:
(26) El dominio del inglés del señor Gómez es excelente, y su asistencia a las cla-
ses ha sido regular.
A partir del escrito de (26), Pérez expresa el mensaje de que Gómez no es muy
bueno como filósofo. ¿Cómo es esto? Grice (1975) sugiere que hay un principio gene-
ral de “cantidad” que gobierna la comunicación lingüística: haga su comunicación tan
informativa como sea requerido. Si se usa este principio, así como un conocimiento
general de las circunstancias, se puede inferir que, seguramente, Pérez debía observar y
comentar sobre la habilidad filosófica de Gómez. Por lo tanto, es lícito suponer que
existían razones para que Pérez no quisiera proporcionar la información requerida de
manera explícita. Pero, puesto que se ha molestado en escribir, puede pensarse que de-
bía tener intenciones de proporcionar la información mediante alguna otra forma. La
conclusión natural es que ella piensa que Gómez no es bueno en filosofía.
El conocimiento semántico, por lo tanto, se usa junto con una variedad de otras
clases de conocimiento en la comprensión del lengua. Es usado junto con el conoci-
miento de la fonología y de la sintaxis en los procesos de parsing que envían el signifi-
cado literal independiente del contexto de una forma de oración percibida. Este conoci-
miento se combina con el conocimiento de rasgos relevantes del contexto en inferencias
adicionales para producir una interpretación de la oración en el contexto. Y además se
combina con el conocimiento de la pragmática incluso en otros procesos inferenciales,
que proporcionan conclusiones acerca de lo que las personas están diciendo.
Semántica
Semántica
Biología Psicología
tácita tácita
empresa fracasa, esto se reflejará otra vez sobre una de las dos asunciones sobre las cua-
les se construye la teoría: nuestros esfuerzos fracasarán porque la totalidad de la empre-
sa cognitivista es un error o fracasarán porque no existe un módulo semántico. Vale la
pena reflexionar sobre este último punto puesto que es viable que la asunción de que
existe un módulo semántico dentro de la facultad del lenguaje no pueda ser demostrada
a priori. Es imaginable que las áreas genuinas de esta facultad –las que contienen un
conjunto definido de reglas y principios con un rol bien definido en la cognición- no
incluyan una semántica. En tal caso, el conocimiento sintáctico se nutriría directamente
de una variedad de diferentes procesadores que contienen diferentes clases de conoci-
mientos y sirven a diferentes tareas involucradas en el habla y en la comprensión, y (sin
duda) (de) otras cuestiones también.
No existe una manera rápida de establecer la verdad de cualquiera de nuestras dos
asunciones de guía. En ambos casos, debemos esperar el desarrollo de una teoría gene-
ral más importante. Para establecer las precisiones y correcciones de la lingüística cog-
nitiva como un todo, es necesario desarrollar una teoría relativamente detallada y com-
pleta y demostrar, primero, que es operativa -si fuese verdadera, explicaría un gran
cuerpo significativo de datos- y, segundo, que supera competidores (si existiesen algu-
nos). Para establecer la existencia del módulo semántico, se debe trabajar dentro de la
lingüística y mostrar que la teoría lingüística general más exitosa es aquella que incluye
la semántica como una parte. Es para la segunda tarea que este libro está dirigido. En el
capitulo siguiente articularemos la forma general de una teoría semántica. Así, explica-
remos exactamente qué clase de reglas y principios están involucrados en el conoci-
miento semántico y mostraremos cómo una teoría podría dar cuenta de esto. En el capi-
tulo 3, explicaremos en detalle las relaciones entre la semántica y la sintaxis. En los
capítulos siguientes trataremos una variedad de construcciones del lenguaje natural y
desarrollaremos teorías detalladas, específicas y bien fundamentadas de su funciona-
miento semántico. En el capitulo final concluiremos con una profunda y extensa discu-
sión sobre cuestiones conceptuales y metodológicas que subyacen a nuestro acercamien-
to.