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F A C U L T A D D E F I L O S O F Í A Y L E T R AS
CONCEPCIÓN SOCIAL
DE MUXES
Módulo: La crónica latinoamericana del Siglo XXI
Por otro lado, cabe también destacar que, como bien se hizo mención en un inicio, el
pueblo en cuestión, aunque con una autodefinición cultural que persiste sutilmente, se
encuentra de alguna manera inmerso en una sociedad globalizada, lo que se presta a la
intervención de las interpretaciones de quien en este rincón se sumerge como es el caso de
la católica que hasta hoy en día permea en México, como lo muestra Caparros en su texto:
“El cura quiere ser tolerante y a veces le sale: dice que la homosexualidad no es natural
pero que en las sociedades indígenas, como son más maduras, cada quien es aceptado como
es.” (Caparros, 75). Aun así, como podemos darnos cuenta en la cita anterior, la
interferencia de los ajenos no suele tener un peso tan relevante como para alterar el orden
social por el que se rigen y es precisamente esta forma de manejar las intervenciones lo que
sigue haciendo única la concepción de un tercer género como el muxe.
Otra parte que nos interesa resaltar, es la contrariedad entre lo relatado en la crónica de
Caparros y el artículo de Gómez y Gutiérrez, a propósito del predominio dualista disputado
entre hombres y mujeres, pues el periodista relata que algunos de los habitantes de Juchitán
no consideran que ni los muxes ni las mujeres tengan conferidas actividades hegemónicas
que puedan considerar su sociedad matriarcal, mientras que las autoras de la revista
consideran que, a diferencia de las sociedades occidentalizadas, la figura femenina goza de
exaltación por atribuírsele el lugar más privilegiado dentro de la pirámide social, quedando
inmediatamente debajo de ellas, la figura del muxe. A pesar de esto, toca rescatar de la
discusión la realidad que en ambas fuentes se nos demuestra, al muxes no se le limita al
espacio de lo privado sino que de hecho adquieren un lugar importantísimo en la vida
pública y en actividades como la gestión y la alta cultura, además de fungir como emblema
de una sociedad.
Finalmente quisiera hacer referencia al aspecto erótico del muxe, puesto que es uno de
los ejes a seguir para la conformación de su identidad, pues como en las sociedades
completamente occidentalizadas, en la zapoteca las preferencias en cuanto a las prácticas
sexuales también se encuentran socialmente delimitadas y pueden incluso dar lugar a la
creación de estigmas para quien no se apegue a la normatividad. En la Crónica de Caparros,
se puede observar en varias ocasiones el abordaje del tema desde las experiencias de
distintos personajes, dentro de las cuales se destaca la importancia de la vida no solamente
sexual sino también afectiva del muxe. Caparros nos relata desde los clientes de pilar hasta
el mancebo amor de María Rosa Mística, sin dejar pasar las pasiones de amaranta. Como
en la investigación de Gómez y Gutiérrez: “En todos estos relatos se concluye que las
identidades transbinarias istmeñas reúnen toda una serie de subidentidades que corroboran
a la existencia de unas identidades entendidas como algo fluido, lábil, permeable, flexible y
contingente.” (132)
A modo de conclusión puede decirse que la concepción social del muxe, por supuesto
dentro de su contexto, es esencialmente la de un miembro de la comunidad cuyo papel no
solo es respetado sino apreciado, digno y necesario, y que la clave de ese funcionamiento
que parece equilibrado es precisamente el contexto, cuya organización se muestra amable
en muchos otros aspectos que se diferencian visiblemente de la occidentalización. Por
mencionar algunos diré de entrada la concepción cíclica del tiempo frente a la lineal del
sistema eurocentrista, las lógicas económicas redistributivas y recíprocas y el manejo de la
biopolítica que apela por la integración social y se contrapone al control social. (135)
Es claro que, en las sociedades con géneros múltiples como la zapoteca, hay más
posibilidades de que los individuos pueden ejercer su “derecho a ser” más allá del
mandato anatómico, genital y biológico, que pueden autoreconocerse y ser
reconocidos por lo que uno es, siente, vive y piensa. (134)
Si bien la ciudad de Juchitán se encuentra mermada por las inevitables influencias del
estado mexicano cuya organización es principalmente de herencia occidental, la
trascendencia de la cultura Zapoteca con respecto a su concepción del mundo, emula al otro
gen de la mexicanidad y nos otorga la posibilidad de creer que existe otra forma de apelar a
nuestra humanidad en el sentido más benévolo que busca para sí mismo y para el otro la
dignidad como seres únicos.
Bibliografía
Caparros, Martín. “Muxes de Juchitán”. Antología de crónica latinoamericana
actual. Alfaguara, 2012. http://virtual1.uach.mx/mod/resource/view.php?id=205568 pdf. 17
julio 2020.