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UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE CHIHUAHUA

F A C U L T A D D E F I L O S O F Í A Y L E T R AS

CONCEPCIÓN SOCIAL
DE MUXES
Módulo: La crónica latinoamericana del Siglo XXI

ALUMNA: FLOR MARÍA NÚÑEZ CHAPARRO ASESOR: DR. EUFRACIO


BOJÓRQUEZ PALMACARRERA: LICENCIATURA EN LETRAS
ESPAÑOLAS
17 DE JULIO DE 2020
Flor María Núñez Chaparro
Dr. Eufracio Bojórquez Palma
Licenciatura en Letras Españolas
17 de Julio de 2020

Se pretende en este escrito hacer un breve análisis relacionado con un fenómeno


social con actual auge en el mundo entero, que desde hace décadas ha sido tema de
constantes estudios y ha arrojado distintas teorías y posturas por tratarse de algo que
trastoca los derechos humanos, me refiero con esto a la identidad de género. Sin embargo, a
conciencia de la complejidad y responsabilidad que implica hablar del tema de manera
general, y por ser además nuestro interés muy específico, encausaremos el tratamiento
desde una perspectiva de análisis hermenéutico y periodístico que parte de la crónica
literaria como valiosa herramienta para la comprensión de las distintas realidades que nos
rodean. Así mismo, nos enfocaremos en dilucidar medianamente un particular contexto
situado en la región del Istmo de Tehuantepec, refiriéndonos pues a los muxes de Juchitán,
en el estado de Oaxaca.
Muxe, es definido conocidamente como un particular género que no se identifica
como binario, es decir la clasificación del mismo en solo dos formas, sino que precisamente
hace referencia a aquella identidad sexual que excede los límites de las concepciones
occidentales. Para ello utilizaremos prioritariamente dos fuentes: La crónica Muxes de
Juchitán de Martín Caparros y una investigación a modo de artículo titulado
Etnosexualidad e identidades de género transbinarias: apuntes etnográficos para la
reflexión de Águeda Gómez y Natividad Gutiérrez. Se abordarán entonces los aspectos
contextuales que contribuyen a una singular forma de convivencia entre la comunidad
Zapoteca, etnia situada en la ubicación geográfica anteriormente mencionada, de la que
resalta la aceptación y el respeto de la autodefinición, todo dentro de los parámetros del
concepto de etnosexualidad, entendido como “el sistema cultural sexoafectivo distintivo de
un grupo étnico concreto, [que] puede ayudar a mostrar cómo diferentes contextos
socioculturales abordan esta realidad sexual plural.” (Gómez y Gutiérrez, 117)
La diversidad sexual y la organización social basada en un sistema de género no
dualista, son realidades que si bien, son ampliamente cuestionadas por las normatividades
sociales establecidas por la hegemonía, merecen y necesitan urgentemente un lugar en los
en los estudios de ciencias sociales, ello por ser precisamente realidades cuya existencia
resulta imposible de negar. Además de ello, podemos apelar al sentido evolucionista de la
ciencia que tiene como objeto el descubrimiento mediante el estudio estricto y por supuesto
el desarrollo de nuevas herramientas para relacionarnos con el mundo. ‘’La antropóloga
cultural Gayle Rubin en el año 1975 definía al sistema sexo/género como una “tecnología
sexual (...) por la cual la sociedad transforma la sexualidad biológica en productos de la
actividad humana”. (Rubin ctd. Gómez y Gutiérrez 118). Así pues podemos recurrir a la
relevancia del muxe como género emergente que podría mostrarnos su calidad de
tecnología social en tanto que como se pretende hacer ver a continuación, tiene una
concepción y rol social específico dentro de su contexto, además de mostrar una suerte de
emancipación de la comunidad a través del establecimiento de un orden sociosexual propio.
Comenzaremos por resaltar la peculiaridad de la sociedad Zapoteca caracterizada por
una cosmovisión basada en la exaltación de la diversidad en todos sus ámbitos, desde la
relación con la naturaleza y el entorno en general, pasando por la organización del sistema
socioeconómico, hasta llegar a un uso incluyente del lenguaje, lo que sin lugar a duda se
manifiesta en su configuración del género y en las formas de convivencia. Para ejemplificar
ello, vale considerar el orgullo manifiesto que el pueblo Zapoteca tiene de su condición
étnica, además de mencionar la necesidad de filtrar culturalmente cualquier ente o concepto
extranjero con el que se tenga contacto, Zapotequizar podríamos decir que lo llaman ellos.
(119) En ese sentido podemos tratar de comprender la mirada de una sociedad indígena en
paralelo con la actual dominante, haciendo una comparación desde el inicio, es decir desde
las raíces a partir de las cuales los sujetos creamos nuestras identidades de todo tipo, el
origen de nuestra existencia dígase tanto en el aspecto espiritual como en el psíquico . Así
como en el trabajo periodístico de Caparros, en el artículo se destaca el momento preciso en
que los muxes externan su identidad, cosa a la que hago referencia para comparar a la
cuestión semejante con la actual occidental de la homosexualidad sobre si ¿Nacen o se
hacen?, por lo que es importante acudir a algunas significaciones del concepto de “tradición
de dos espíritus”, el cual alude a varias creencias indígenas en las que la espiritualidad
puede traspasar las concepciones que tenemos de lo natural. Particularmente el término se
usa para identificar la experiencia de un cuerpo que posee dos espíritus (hombre y mujer) y
que como los muxes, tienen atribuciones especiales. Esta especie de donde la naturaleza
según la forma de ver el mundo que tiene esta y otras culturas precolombinas, define en su
sobreviviente sociedad los roles sociales que se les asignan, los cuales son principalmente
asociados el misticismo. Sin embargo en Juchitán, el rol que adquieren los muxes es
trascendental más bien por desempeñar actividades fundamentales para cualquier
colectividad, un ejemplo claro es el cuidado de los padres en la vejez, sumándole así mismo
el protagonismo que adquieren en otras áreas en las que poseen un espacio propio
concedido a razón de manifestar ciertas habilidades que les confiere gracias únicas como la
creatividad en favor de la estética.

Por otro lado, cabe también destacar que, como bien se hizo mención en un inicio, el
pueblo en cuestión, aunque con una autodefinición cultural que persiste sutilmente, se
encuentra de alguna manera inmerso en una sociedad globalizada, lo que se presta a la
intervención de las interpretaciones de quien en este rincón se sumerge como es el caso de
la católica que hasta hoy en día permea en México, como lo muestra Caparros en su texto:
“El cura quiere ser tolerante y a veces le sale: dice que la homosexualidad no es natural
pero que en las sociedades indígenas, como son más maduras, cada quien es aceptado como
es.” (Caparros, 75). Aun así, como podemos darnos cuenta en la cita anterior, la
interferencia de los ajenos no suele tener un peso tan relevante como para alterar el orden
social por el que se rigen y es precisamente esta forma de manejar las intervenciones lo que
sigue haciendo única la concepción de un tercer género como el muxe.

Otra parte que nos interesa resaltar, es la contrariedad entre lo relatado en la crónica de
Caparros y el artículo de Gómez y Gutiérrez, a propósito del predominio dualista disputado
entre hombres y mujeres, pues el periodista relata que algunos de los habitantes de Juchitán
no consideran que ni los muxes ni las mujeres tengan conferidas actividades hegemónicas
que puedan considerar su sociedad matriarcal, mientras que las autoras de la revista
consideran que, a diferencia de las sociedades occidentalizadas, la figura femenina goza de
exaltación por atribuírsele el lugar más privilegiado dentro de la pirámide social, quedando
inmediatamente debajo de ellas, la figura del muxe. A pesar de esto, toca rescatar de la
discusión la realidad que en ambas fuentes se nos demuestra, al muxes no se le limita al
espacio de lo privado sino que de hecho adquieren un lugar importantísimo en la vida
pública y en actividades como la gestión y la alta cultura, además de fungir como emblema
de una sociedad.

Finalmente quisiera hacer referencia al aspecto erótico del muxe, puesto que es uno de
los ejes a seguir para la conformación de su identidad, pues como en las sociedades
completamente occidentalizadas, en la zapoteca las preferencias en cuanto a las prácticas
sexuales también se encuentran socialmente delimitadas y pueden incluso dar lugar a la
creación de estigmas para quien no se apegue a la normatividad. En la Crónica de Caparros,
se puede observar en varias ocasiones el abordaje del tema desde las experiencias de
distintos personajes, dentro de las cuales se destaca la importancia de la vida no solamente
sexual sino también afectiva del muxe. Caparros nos relata desde los clientes de pilar hasta
el mancebo amor de María Rosa Mística, sin dejar pasar las pasiones de amaranta. Como
en la investigación de Gómez y Gutiérrez: “En todos estos relatos se concluye que las
identidades transbinarias istmeñas reúnen toda una serie de subidentidades que corroboran
a la existencia de unas identidades entendidas como algo fluido, lábil, permeable, flexible y
contingente.” (132)

A modo de conclusión puede decirse que la concepción social del muxe, por supuesto
dentro de su contexto, es esencialmente la de un miembro de la comunidad cuyo papel no
solo es respetado sino apreciado, digno y necesario, y que la clave de ese funcionamiento
que parece equilibrado es precisamente el contexto, cuya organización se muestra amable
en muchos otros aspectos que se diferencian visiblemente de la occidentalización. Por
mencionar algunos diré de entrada la concepción cíclica del tiempo frente a la lineal del
sistema eurocentrista, las lógicas económicas redistributivas y recíprocas y el manejo de la
biopolítica que apela por la integración social y se contrapone al control social. (135)

Es claro que, en las sociedades con géneros múltiples como la zapoteca, hay más
posibilidades de que los individuos pueden ejercer su “derecho a ser” más allá del
mandato anatómico, genital y biológico, que pueden autoreconocerse y ser
reconocidos por lo que uno es, siente, vive y piensa. (134)
Si bien la ciudad de Juchitán se encuentra mermada por las inevitables influencias del
estado mexicano cuya organización es principalmente de herencia occidental, la
trascendencia de la cultura Zapoteca con respecto a su concepción del mundo, emula al otro
gen de la mexicanidad y nos otorga la posibilidad de creer que existe otra forma de apelar a
nuestra humanidad en el sentido más benévolo que busca para sí mismo y para el otro la
dignidad como seres únicos.

Bibliografía
Caparros, Martín. “Muxes de Juchitán”. Antología de crónica latinoamericana
actual. Alfaguara, 2012. http://virtual1.uach.mx/mod/resource/view.php?id=205568 pdf. 17
julio 2020.

Gómez, Águeda y Natividad Gutiérrez. “Etnosexualidad e identidades de género


transbinarias: apuntes etnográficos para la reflexión”. Revista del Laboratorio
Iberoamericano para el Estudio Sociohistórico de las Sexualidades. Número 2. 2020: 115-
141.

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