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Propuesta de una Ética Civil Aplicada a Colombia

Por Alisson Yanith Ortega Aguas

Colombia, a partir de la Constitución Política de 1991, se definió como un Estado


Social de Derecho de carácter pluralista, ya que los principios que tomaron como
base a la moral y valores cristianos como el amor al prójimo, la humildad y la
solidaridad; dejaron de ser los únicos fundamentos morales bajo los cuales, la
comunidad colombiana guiaba su conducta social. Este hecho, llevó no sólo a una
diferenciación social caracterizada por el multiculturalismo, la diversidad de
lenguajes, de creencias y de religiones; sino también, a un pluralismo ético
(Cadavid, s.f.). Además de esto, la historia de violencia en el país y la formación de
grupos armados, que surgen a partir de la prevalencia de problemas como el
consumismo ante la calidad de vida, la falta de tolerancia, la desigualdad y la
corrupción política ante la justicia; sumado a la época de modernización, que generó
una explosión demográfica, constituyen factores importantes en el desarrollo de
conflictos y en el debilitamiento de la moral y la ética propuesta en el siglo XIX. Todo
esto, hace necesario la aplicación de una ética civil, que es definida por Andino
(2017) en su aproximación a la teoría civil de Adela Cortina, como una ética que no
sólo acepta el pluralismo actual, sino que busca la unificación de la sociedad a partir
de mínimos comunes, que permitan una convivencia pacífica entre los ciudadanos
con creencias e ideologías diferentes.
Según García (1996), la ética en Colombia se encuentra en crisis debido a causas
de tipo económicas, que implican cuestiones como el desempleo, falta de
oportunidades o favorecimiento de ciertos sectores sociales; causas culturales como
son la ausencia de valores y principios morales; y causas políticas que incluyen la
incapacidad de las entidades estatales para proteger y hacer valer los derechos de
las personas y la poca inclusión de la participación de las minorías en las decisiones
políticas.
Con respecto a lo anterior, se ha planteado una ética civil que en primera instancia,
tiene como base el respeto a los Derechos Humanos (civiles, políticos, económicos,
sociales, culturales y ambientales). Los derechos humanos declarados por la
Asamblea General de las Naciones Unidas en 1948, son aquellos a los cuales todas
las personas tenemos acceso por el solo hecho de ser seres humanos y que tienen
carácter universal, son indivisibles, equitativos y obligatorios. En Colombia, existen
múltiples decretos constituidos en cerca de 30 artículos estipulados en la
Constitución de 1991, los cuales contienen todos las garantías constitucionales de
las que somos beneficiarios todas las personas del mundo. Sin embargo, a pesar de
que existen todas estas leyes y decretos que defienden la legitimidad de los
mismos, en el país se viven constantes casos en los que a las personas les son
vulnerados, generando situaciones de tensión que en la mayoría de las veces
terminan por trascender a problemas sociales y culturales, como sucede el caso de
manifestaciones civiles por la falta de apoyo y presupuesto para la educación media
y superior. Según García (1996), los Derechos Humanos Fundamentales deberían
ser el punto de partida del orden social y político, los cuales conforman el núcleo del
llamado “contrato social”, permitiendo entrever la relación íntima que existe entre la
ética y la política. Si se analiza con sumo detalle cada uno de los derechos definidos
en la Constitución de 1991, se puede afirmar que el contexto socio-cultural es
definido por la prevalencia de los intereses individuales, lo cual impide conciliar un
bienestar social para todos. Esta prevalencia de los intereses individuales, está
respaldada en el país hace más de 50 años por la inequidad y desigualdad
económica que viven cada uno de los colombianos día a día, producto de muchos
años de mala administración del capital nacional. Además, no sólo se están
vulnerando derechos fundamentales como el derecho a la vida y a la dignidad; sino
también el derecho a la libertad, el cual engloba tanto la expresión, como el género,
el pensamiento o la religión; los cuales son escogidos de manera autónoma por
cada individuo. Un ejemplo común hasta hace algunos años, que representa la
vulneración de estas garantías constitucionales, corresponde a los problemas
sociales generados por la creciente población de personas cuya orientación sexual
o creencias religiosas no iban acorde con lo caracterizado por la sociedad como
“normal”, lo cual definió períodos difíciles en la historia de un país que continúa
necesitando la divulgación de la diversidad e inclusión social para todos, sin tener
en cuenta ninguna característica, gusto o condición de ser del individuo o grupo en
cuestión.
Por casos como el anterior, para poder desarrollar una ética cívica total, se necesita,
entonces, priorizar y garantizar los Derechos Humanos Fundamentales para todas y
cada una de las personas que habitan dentro y fuera del país. Esto no se trata
únicamente de estipular decretos en la Constitución, sino, por el contrario, se trata
de generar una conciencia cívica y moral para que las personas reflexionen y actúen
de la manera correcta, teniendo como base de sus decisiones, el respeto a todos los
derechos que nos identifican y definen como seres humanos pertenecientes a una
misma sociedad. Durante los siglos XVII y XVIII, en el seno del pensamiento
filosófico se desarrolló el concepto de valores humanos como se conocen hoy en
día, que constituyen una serie de guías o pautas a seguir de comportamiento que
controlan la conducta de un individuo. Sin embargo, estos existen desde siempre y
están presentes en todas las sociedades.
Dicho esto, en Colombia los valores humanos deben de ser un pilar fundamental
para garantizar un desarrollo íntegro de la identidad de cada ciudadano. Una
sociedad con valores éticos bien arraigados dentro de sus costumbres, es una
sociedad capacitada para desarrollarse y adaptarse a los diversos cambios
socioculturales que se viven y vivirán en la la actualidad y futuro cercano. Es decir,
que si Colombia logra generar un cambio de pensamiento en todas las personas,
muy probablemente se podrían solucionar los problemas de desigualdad y
vulnerabilidad que existen en el país. Sin embargo, esto no se da en la sociedad
colombiana de tal manera, ya que las personas a medida que fueron afectadas por
el cambio de la economía, producto del avance industrial, empezaron a perder
ciertos valores importantes que modificaron el esquema general de la sociedad. Es
decir, en Colombia, y también en gran parte de América Latina, los valores
éticos-morales se han ido dejando de lado, priorizando los intereses personales y
pensamientos individuales. La corrupción, consiguientemente, también es un
problema que se ha presentado desde que existe la política en la nación, el cual
lleva a las personas a perder el respeto y la confianza en las autoridades cívicas e
institucionales, que se genera a raíz de la poca transparencia de las entidades para
con la sociedad. Por último, en Colombia no solo hay una falta de respeto, de
dignidad y de honestidad sino también de libertad y justicia, debido a todos los años
de conflicto armado que han privado de la libertad a miles de personas inocentes
víctimas de la guerra. Por esto, está claro que existe un gran vacío de valores
éticos, el cual es el desencadenante de otros problemas mayores y trascendentales
que han marcado el país, dejando una huella imborrable en la memoria de todos los
colombianos. Sin embargo, esto no significa que no tenga solución el problema a
largo plazo. Como ya se ha mencionado anteriormente, si se logra implementar una
política de concientización en el país para promover una mentalidad de cambio en
todos los ciudadanos colombianos, podremos ir llenando el vacío de valores que
existe en la comunidad y a futuro seguro lograremos tener un país libre de
corrupción y desigualdad.
Finalmente, el último postulado de la ética civil propuesta, se basa en utilizar el
diálogo como un medio primario para llegar a ese acuerdo de mínimos que
convengan a la colectividad, y que, a su vez, se establezca como primer paso para
la resolución de conflictos que hacen parte de la cotidianidad de la sociedad
colombiana, ya que, tal como afirma Vallejos (2009): “E​l pluralismo conflictivo en
una sociedad con una alta diferenciación funcional, como lo hemos planteado, hace
improbable acuerdos universales o una unidad universal.​” (p. 607). Esta forma de
diálogo, estaría basada en la teoría de la acción comunicativa Habermas y Apel, la
cual sería aplicada no sólo en el ámbito social, sino también en el político. De esta
manera, la democracia que se implementa en Colombia, debería fundamentarse en
una participación activa y transparente de la comunidad, guiada bajo los mínimos
del respeto y la tolerancia; y de esta forma, pueda realmente cobrar algún sentido
en la búsqueda de una resolución pacífica de los desacuerdos. Por ello, según
Cortina (1985) “todas las decisiones e instituciones estarían sujetas a la discusión
pública y al consentimiento de todos los afectados, aparece así no solo como la idea
nuclear de un Estado de Derecho Democrático, sino como la única forma plausible
de racionalización del poder político” (p. 333).
En la situación actual del país, con la dinámica de los diálogos de paz, la adaptación
de una ética discursiva de manera responsable, es una opción viable que posibilita
la formación de una sociedad, que aunque es intrínsecamente pluralista, le permita
a las personas expresar sus ideas, aspiraciones y pensamientos; lo cual favorece la
participación activa y los procesos de inclusión social entre las diferentes religiones,
razas, etnias o clases sociales. Sin embargo, tal como afirma Vallejos (2009): “​Estos
mínimos no serán garantía de una solución mágica, pero serán el andamiaje en una
sociedad que privilegia el conflicto y el desacuerdo…” (p. 613), por lo que no sólo se
debe depender de la aplicación de la ética discursiva como la única solución para
los conflictos, sino como una primera instancia para llegar a acuerdos que hagan
posible este objetivo.
A partir de los planteamientos hechos anteriormente, se puede concluir que
teniendo en cuenta evolución socio-cultural y política de Colombia, es necesaria la
implementación de una ética civil que sirva de base para construir un sistema que
se reduzca a encontrar los valores mínimos que satisfagan las necesidades de toda
la población, el cual debe incluir el respeto por los Derechos Humanos
Fundamentales, los valores éticos y la utilización del diálogo como medio para llegar
a acuerdos; los cuales en conjunto, tienen como objetivo ayudar al país a mejorar
las condiciones en que se encuentra actualmente. La ética civil, corresponde a una
opción viable pero complicada para lograr este fin, debido al pluralismo que existe
hoy en día, sin embargo, es responsablemente adaptada mediante la generación de
conciencia cívica y moral acerca de la importancia de los valores mínimos, la
incitación a la participación y al respeto de las diferencias; se convierte en un ética
factible, ya que reconoce la voz de todas las poblaciones, incluidas las minorías, y
representa un cambio en la forma en que se toman las decisiones, asegurando el
bienestar de toda la población.

Referencias:

Andino, C. (2017). Ética de mínimos y pluralidad democrática. Aportes actuales de


la ética civil de Adela Cortina. ​Revista Científica de la UCSA,​ ​4(​ 1), 67-79.
https://dx.doi.org/10.18004/ucsa/2409-8752/2017.004(01)067-079
Cadavid, H. (s.f.). La Ética Social en Colombia en el Siglo XXI. Universidad Nacional
Abierta y a Distancia. Medellín. Recuperado de
https://academia.unad.edu.co/images/foro%20filosofia/2010/ponencias/LaEtic
aSocialenColombia.PDF
Cortina, A. (1985). Razón comunicativa y responsabilidad solidaria. Ética y política
en K. O. Apel. Epílogo de L. O. Apel. ​Salamanca: Sígueme​.
https://doi.org/10.15581/009.19.1.254-256
García, M. (1996). El camino de la ética civil en colombia. Balance y perspectivas.
Theologica Xaveriana, 46​, 283-316. Recuperado de
https://javeriana.edu.co/theologica/edicion.php?Ed=95&Cn=
Organización de las Naciones Unidas. (s. f.). Defiende hoy los derechos de los
demás. Naciones Unidas - Derechos Humanos. Recuperado de
https://www.standup4humanrights.org/es/article.html
Vallejos, R. (2009). Conflictividad y modernidad: una ética de mínimos para la
resolución de conflictos. ​Caderno CRH,​ ​22​(57), 601-615.
https://doi.org/10.1590/S0103-49792009000300012

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