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Estos son dos conceptos que confunde a menudo ya que son utilizados de diferentes

formas, pero son totalmente diferentes y tienen importantes matices en su significado.


“Podemos definir el machismo como el "conjunto de actitudes y comportamientos sexistas
que tienen por objeto establecer o mantener el predominio del hombre sobre la mujer,
tanto en el ámbito público como en el privado". (Pan, 2018).
La afirmación del machismo pasa por la negación de la realidad que él mismo crea, ésa
es la forma de hacerse invisible en una sociedad que lo señala en cada uno de sus actos.
Desde el piropo como halago y el maltrato como un tema de pareja, hasta el homicidio por
celos o alcohol, todo forma parte de lo que el machismo presenta como verdad para así
mantener su mentira.
A partir de esas referencias creadas por la cultura, cada agresor desarrolla su estrategia
de violencia de manera diferente, aunque todos persiguen lo mismo: controlar a las
mujeres para que no se salgan del guión establecido, corregirlas cuando consideran que
se han desviado de sus dictados, y castigarlas cuando la desviación alcanza cierta
gravedad. La propia dinámica de la violencia muestra claramente que cada agresor
reacciona ante el comportamiento y actitud de las mujeres, y frente a las circunstancias
que envuelven los hechos. Y cuando el machismo y los machistas ven que la sociedad
está cambiando al incorporar y defender la Igualdad como derecho, al observar que las
mujeres y el feminismo rompen con la injusticia de la desigualdad de la que nacen sus
privilegios, y al comprobar que se incorporan con normalidad a los espacios y funciones
que le habían sido negados, interpretan que esa nueva realidad es un ataque a sus
posiciones y responden con su argumento habitual, que es la violencia.
Esa reacción del machismo no es abstracta e impersonal, sino que es la reacción
coordinada de cada uno de los machistas. Y si es fácil entender que hay una respuesta
individual ante los cambios sociales que hablan de Igualdad, también debe serlo entender
que cada uno de los agresores que ya está ejerciendo la violencia, reaccione de forma
particular ante las circunstancias que envuelven su relación y el contexto social del
momento. De ahí las diferentes influencias que actúan en la construcción de sus
conductas criminales.
Los machistas se refuerzan entre ellos a través de las palabras y las conductas,​ lo
vemos a diario en la calle y en las redes sociales; y los machistas que están usando la
violencia se refuerzan identificándose con la violencia que utilizan otros hombres
violentos, de ahí que la violencia de género continúe y se repita.
El machismo puede darse entre hombres y mujeres, ya que tiene un fuerte componente
cultural y de educación e incluso bien visto en diferentes culturas y épocas. No obstante, es
mayoritariamente masculino.
El machismo es una Actitud de prepotencia de los varones respecto a las mujeres. (Siendo
"prepotente" aquel o aquella que "abusa de su poder o hace alarde de él".)
LA MISOGINIA ​se ha construido a través de los siglos como una ideología y una ​posición
de​ ​extremismo​ ​intelectual​. Se fundamenta en la cultura griega y en mitos y creencias que
asocian a la mujer con la maldad o con un ser humano incompleto. Una persona misógina
odia a las mujeres y, por extensión, todo lo que tenga que ver con lo que tradicionalmente
se asocia a lo femenino, como la maternidad o la familia. No intenta ejercer un dominio o
control de la mujer, sino que directamente quiere eliminar cualquier dependencia con el
sexo femenino, que desprecia. Al igual que el racismo o la homofobia, se estudia como un
trastorno del comportamiento y pertenece más a la esfera individual que colectiva.
“Se usa la misoginia como una especie de barrera protectora (pantalla total) para
blindar de la crítica a toda obra escrita por una mujer” ​(Rodríguez, 2018)

Anna Caballé, en la introducción de su libro, “ da cuenta del desdén con el que


se ha tratado la literatura escrita por mujeres y constata los innumerables
signos de la involución actual que cree ver en la imposibilidad de superar el
androcentrismo dominante, adscribiéndose de esta manera al pesimismo
actual sobre la evolución del feminismo. Y aunque ciertamente la misoginia
literaria es un reflejo de las distintas variantes en la consideración peyorativa
de la mujer, ha jugado un papel preponderante en la legitimación de una
marginación histórica. De ahí que mencione dos hechos que en España
permitan sostener esta tesis de la involución: la violencia contra las mujeres
que se mantiene y la forma exponencial en la que han crecido los espacios que
fomentan la obsesión femenina por el aspecto físico. Por ello, con cierta
voluntad vindicativa, dedica este ensayo a las mujeres jóvenes de hoy y les
dice “para que sepan lo que se dijo y aun se dice de ellas”. (Masforroll, 2006)

El comportamiento de los misóginos (hombres necios que acusan a la mujer sin razón)
tiene su origen en añejas prácticas culturales en las que agresión física y verbal son
empleadas por los varones para conservar privilegios y liderazgo ante su contraparte
femenina.

En términos generales, se nos han atribuido múltiples características y/o potencialidades


con las que quizá no contamos, que no nos dan los genitales ni las hormonas y que,
erróneamente, la sociedad supone poseemos por el hecho de ser hombres. Ante este
miedo de perder el poder y experimentar posible flaqueza (en una relación sentimental),
se ataca al sector femenino y no se construye el amor desde la igualdad, es decir, en el
sentido de que ambos miembros de la pareja compartan la vida con derechos y
responsabilidades similares, sino a partir del servicio que supuestamente la mujer tiene
como obligación. Como vemos, la misoginia es el ‘cáncer’ de las relaciones de paz e
igualdad, y quienes la tienen arraigada ignoran que, para crecer como seres humanos,
debemos admirar y valorar a nuestros semejantes, sin importar su género, y que es
imposible disfrutar el amor, sexualidad y placer desde la opresión, señala (Islas, 2012)
La procedencia de los dos términos es clave en su significado. El origen de "machismo" es
latino (de "macho", en latín "mascŭlus") mientras que "misoginia" procede del griego
("miseo" significa "odiar"; "gyne" es "mujer").
De hecho, parte del origen de la misoginia proviene de los mitos griegos, como la Esfinge
(cara de mujer, cuerpo de león y alas de pájaro) que representaba el demonio, la
destrucción y la mala suerte. El mito católico de Adán y Eva, con la mujer como incitadora
del pecado, también contribuyó al desprecio u odio hacia lo femenino.
El término "machismo" ha experimentado mayor evolución en su significado. ​No es
contrario a "feminismo"​ sino que se asocia con el poder, con una posición dominante del
hombre sobre la mujer y unos valores muy diferenciados de los femeninos, que el
machismo considera signo de debilidad. Tiene una dimensión más social y económica que
la misoginia, más próxima a la psicología del individuo.
Bibliografía
Islas, C. (2012). Origenes de la Misoginia (Odio a las Mujeres). ​TARINGA​, 26.

Masforroll, A. C. (2006). Breve historia de la misoginia (pág. 498). Barcelona.España: Ariel.

Pan, M. B. (2018). ¿Que Es El Machismo? ​ABOUTESPAÑOL​, 30.

Rodríguez, A. (2018). Esto no es un artículo sobre el machismo en la literatura. ​LETRAS LBRES​, 64.

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