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El abordaje del concepto de feminicidio en América Latina

Por: Valeria Acosta Isaza


Dentro de lo que se conoce como el continuum de violencias contra las mujeres, los
asesinatos de mujeres son su expresión más extrema y están soportados en relaciones de
poder, en la dominación sobre las mujeres, sus cuerpos y sus vidas, lo que ha llevado a
generar discusiones sobre por qué se asesinan a las mujeres y este análisis ha permitido la
creación de una categoría política y jurídica que ha sido fundamental para entender este tipo
de violencia: el feminicidio.
Diane Russell propone por primera vez el término feminicide, que traduce asesinato de una
mujer por su condición de género, en el marco de la organización del Primer Tribunal
Internacional Feminista de Crímenes contra Mujeres que tuvo lugar en Bruselas en 1976,
desde allí se empieza a utilizar este término de manera global. Según Russell y Harmes
(2006) este concepto es usado desde antes de 1801 por autores como John Corry y Carol
Orlock. En el desarrollo teórico que hace esta autora, no solamente incluye el análisis de los
feminicidios desde la misoginia, sino también desde el sexismo porque los asesinatos
misóginos se limitan a aquellos que están motivados por el odio hacia las mujeres, mientras
que los sexistas incluyen asesinatos basados en un sentido de superioridad sobre las
mujeres, por la idea de que tienen derecho sobre ellas, pero también cuando se basa en el
placer o los deseos sádicos, o cuando existe la suposición de propiedad de las mujeres
(Rusell y Harmes, 2001)
El concepto de feminicidio llega a América Latina de la mano de Marcela Lagarde,
antropóloga y feminista mexicana quien trabaja de cerca con Russell y Jill Radford a partir
del estudio que realiza de asesinatos de mujeres en la Ciudad de Juárez. Esta autora
distingue entre condiciones estructurales, que se refieren a la desigualdad y opresión que
sufren las mujeres, y condiciones culturales, que tienen que ver con el machismo, la
misoginia y la naturalización y normalización de la violencia contra las mujeres; señala que
estas causas no coinciden con las motivaciones que llevan a un hombre a matar a otro
hombre, y por eso las formas y raíces son distintas cuando se abordan los asesinatos de
hombres hacia mujeres. (Lagarde, 2008).
Es importante mencionar la diferenciación conceptual que existe entre femicidio y
feminicidio, pues el primero hace referencia en término amplio a los asesinatos de mujeres,
es decir, la feminización del término homicidio, y el segundo contiene un significante
político que refiere a la muerte de las mujeres por motivos de género. En América Latina se
habla de manera indistinta sobre femicidio y feminicidio, aplicando estos términos al
mismo fenómeno y dependiendo del contexto se hace referencia a uno u otro. Generalmente
la expresión femicidio es más común en la región centroamericana, mientras que, en países
como México y Colombia, se habla de feminicidios
Esta discusión conceptual puede resumirse en afirmar que tanto femicidio como
feminicidio han sido conceptos ampliamente discutidos y conceptualizados en un intento
por comprender lo que subyace detrás de este tipo de violencia extrema contra las mujeres,
por tanto, las diferentes definiciones y clasificaciones del término femicidio/feminicidio,
responden a lugares teóricos de sus autoras, contextos específicos y formas de registrar este
tipo de violencia, teniendo claro que todas las autoras independientemente de la categoría
conceptual que hayan decidido usar, parten de la definición de Rusell.
Para Marcela Lagarde, el feminicidio es el genocidio contra las mujeres que ocurren como
atentados violentos contra la integridad, la salud, la libertad, la dignidad y la vida de niñas y
mujeres, perpetrados por conocidos o desconocidos, en muchas ocasiones violadores,
individuales o grupales, ocasionales o profesionales, cobijados bajo una cultura en la cual
las mujeres son usables, prescindibles, maltratables y desechables (Lagarde, 2008).
Para teóricas como Ana Carcedo, el femicidio va más allá de la acción violenta de los
hombres, lo que implica que esta categoría abarca tanto los asesinatos de mujeres derivados
de la subordinación femenina, como la muerte de mujeres a causa de abortos clandestinos,
o los suicidios causados por la violencia o las condiciones de discriminación, así como las
acciones u omisiones que, teniendo ese mismo origen, provocan la muerte de alguna niña o
mujer, por ejemplo, la muerte de niñas por desnutrición o por la falta de atención médica.
Uno de los grandes aportes del trabajo de Carcedo es la conceptualización de los escenarios
del femicidio, en los que tiene en cuenta los contextos políticos, socioeconómicos y
culturales en los que se producen y propician relaciones de poder desiguales entre hombres
y mujeres, lo que genera dinámicas de control que inciden en que la ocurrencia de violencia
contra las mujeres pueda ser más elevada: dentro de estos escenarios rescata dos, uno los
que denomina tradicionales, es decir, la familia o las relaciones de pareja, y los otros son
los contextos por fuera de estas relaciones íntimas, como por ejemplo la trata de mujeres y
la mafia (Carcedo, 2010)
Rita Segato, antropóloga feminista argentina, introduce el termino femigenocidio para
referirse al asesinato sistemático de mujeres como un crimen que traspasa las relaciones
interpersonales (en donde se conoce quién fue el perpetrador y su relación con la víctima),
y se origina en contextos bélicos y de guerras no convencionales; este concepto logra
definir como las mujeres son torturadas, violadas y asesinadas por personas con las que no
tienen ninguna relación personal, como es el caso de las mujeres asesinadas en los
conflictos armados, o en contextos de narcotráfico, en los cuales miles de mujeres y niñas
son consideradas propiedad sexual de las partes combatientes, son convertidas en
mercancía de redes de trata, transportistas de droga o tomadas como niñas soldado
destinadas al sicariato; para Rita Laura se trata de una guerra reciente que necesita ser
tipificada y redefinida jurídica y socialmente. (Segato, 2013)
Para Segato, el feminicidio y la violencia contra las mujeres son instrumentos de control
social que sirven para sancionar a las mujeres como colectivo por desafiar las reglas de la
moralidad patriarcal, esto significa que a través de este tipo de actos se reafirma el orden
patriarcal y se reproduce la dominación masculina. El feminicidio tiene el objeto de
someter y subordinar a las mujeres como conjunto y es el resultado de una construcción
patriarcal de la masculinidad definida por el ejercicio de la violencia.
En conclusión, es posible afirmar que los tipos y clasificaciones del feminicidio responden
a las formas que la violencia contra las mujeres puede tomar de acuerdo con diferentes
contextos y culturas, va más allá de una tipificación penal de un delito, pues es
consecuencia de actitudes y practicas sociales misóginas. Así, las diferentes investigaciones
que han llevado a cabo diversas autoras feministas como las expuestas en este artículo, han
demostrado que no existe un solo tipo de femicidio/feminicidio pero si se pueden
identificar unos factores que fomentan o favorecen su ocurrencia, esto es, la tolerancia
social hacia la violencia contra las mujeres, la impunidad generalizada que hay en este
delito y las estructuras de poder desigual que ubican a las mujeres en posición de
subordinación con respecto a los hombres y que se expresan en todos los ordenes material,
institucional y simbólico.
Estos elementos aportados por diferentes autoras en distintas épocas, lugares y desde
distintos enfoques, dan herramientas para la tipificación y análisis crítico del feminicidio,
ya que proporcionan elementos que logran mostrar las muertes bien sea como resultado de
relaciones de poder en las que la mujer es subordinada, como consecuencia de prácticas
misóginas, por exclusión social, desprotección y falta de garantías de sus derechos humanos
o por contextos de guerra en los que se presenta la masculinidad hegemónica y violenta
como dueña de las vidas y cuerpos de las mujeres.

Referencias

Carcedo, A. (2010). No olvidamos ni aceptamos: femicidio en Centroamérica 2000-2006.


San José, Costa Rica: Centro Feminista de Información y Acción, CEFEMINA.
Lagarde, M. (2008). Antropología, feminismo y política: violencia feminicida y derechos
humanos de las mujeres. En M. C. Margaret Louise Bullen, Retos teóricos y nuevas
prácticas (pág. 217). España: Ankulegi.
Rusell y Harmes. (2001). Feminicidio: una perspectiva global. México: UNAM.
Segato, R. L. (2013). Las nuevas formas de la guerra y el cuerpo de las mujeres . México
D.F : Tinta Limón .

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