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JAIRO CIEZA MORA

Problemática de la nulidad
y la impugnación de los
acuerdos de las sociedades
y asociaciones
ANÁLISIS DOCTRINARIO,
LEGISLATIVO Y JURISPRUDENCIAL

DIÁLOGO
CON LA
JURISPRUDENCIA
JAIRO CIEZA MORA

Problemática de la nulidad
y la impugnación de los
acuerdos de las sociedades
y asociaciones
ANÁLISIS DOCTRINARIO,
LEGISLATIVO Y JURISPRUDENCIAL

AV. ANGAMOS OESTE 526 - MIRAFLORES


(01) 710-8900 TELEFAX: (01) 241-2323
www.gacetajuridica.com.pe
A Jairito Cieza Navarro, el chato, esperando que aprenda
una sola cosa que lo abarca todo: Ser feliz
“No había la fraude, el engaño ni la malicia, mezclándose
con la verdad y llaneza. La justicia se estaba en sus propios
términos, sin que la osasen turbar ni ofender los del favor,
ni los del interés, que tanto ahora la menoscaban, turban y
persiguen. La ley del encaje (de la sentencia arbitraria) aún no
se había sentado en el entendimiento del juez porque entonces
no había qué juzgar ni quién fuese juzgado”

Don Quijote de la Mancha. Miguel de Cervantes Saavedra.


Edición del IV centenario. Real Academia Española. Asociación
de Academias de la Lengua Española, p. 98.
PRÓLOGO

“Ser justo… es un combate cotidiano.


¿Quién puede alardear de salir siempre vencedor?”
Christian JACQ, El Juez de Egipto.

Conocí a Jairo Cieza Mora en el año 2000, cuando dicté el curso de De-
recho Comparado en la Unidad de Posgrado de la Universidad Nacional Ma-
yor de San Marcos. Recuerdo su dedicación en el estudio y la vivacidad de
sus preguntas. Ahí internalizamos las enseñanzas del maestro Rodolfo Sacco,
quien nos señala que si queremos adentrarnos en un estudio comparativo, de-
bemos tener en cuenta los formantes doctrinarios, legislativos y jurispruden-
ciales de las diversas experiencias jurídicas(1). El libro que tengo el honor de
prologar es una palpable prueba de lo importante que resulta este análisis.
Esta obra tiene el gran mérito de enfrentar el tratamiento de las nulida-
des de una manera funcional. En efecto, no se limita a abordar el tema desde
una perspectiva teórica (lo cual es ya un logro), sino que lo vincula, de mane-
ra solvente, con su aplicación en materia de asociaciones y de sociedades. Se
advierte con inteligencia que la patología de la validez del acto jurídico se ex-
tiende a la “provincia” de la responsabilidad civil.
Quisiera detenerme en el encuadramiento teórico de las ineficacias nego-
ciales. Un sector de la doctrina distingue, aunque en posición que no compar-
to, la ineficacia estructural de la funcional(2). Así, se afirma que “la distinción
entre invalidez e ineficacia no me parece útil. Por un lado, la terminología
es indudablemente arbitraria, puesto que el contrato inválido tiene que ser
también por hipótesis ineficaz. Por esto habría que hablar, en todo caso, de una
ineficacia proveniente de la invalidez y de una ineficacia proveniente de otro

(1) SACCO, Rodolfo. “Introduzione al Diritto Comparato”. En: Trattato di Diritto Comparato, dirigido
por Rodolfo Sacco, UTET, Torino, 1992, p. 44.
(2) Como pone en evidencia, LLOVERAS DE RESK, María Emilia. Tratado teórico-práctico de las nu-
lidades. Reimpresión, Depalma, Buenos Aires, 1991, p. 4.

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jairo cieza mora

tipo de causas o razones”(3). Es objetable esta argumentación, ya que –como


advirtiera en otra sede–, los actos inválidos (aunque precarios) producen efec-
tos jurídicos(4). En este mismo sentido, se habla de una ineficacia en sentido
amplio, “que abarca tanto los hechos inherentes a la estructura del negocio,
que suponen una condición de invalidez, como los extraños a dicha estructu-
ra, que aparejan una estricta ineficacia en los efectos”(5).
Un sector de la doctrina nacional, siguiendo a esta doctrina, propone la cla-
sificación de la ineficacia en estructural y funcional. La primera (que también
recibe el nombre de invalidez) es entendida como “aquella que se presenta al
momento mismo de la celebración del acto jurídico, es decir, se trata de un
acto jurídico afectado por una causal de ineficacia desde el momento mismo
de su celebración o formación”(6). La ineficacia funcional “supone en todos los
casos un acto jurídico perfectamente estructurado, en el cual han concurrido
todos sus elementos, presupuestos y requisitos de orden legal, solo que dicho
acto jurídico por un evento ajeno a su estructura debe dejar de producir efec-
tos jurídicos”(7).
Comparto plenamente que “la invalidez resulta siempre contemporánea
con la formación o estructuración del acto, en tanto que, en general y como
principio básico, la ineficacia es un amplio fenómeno (total o parcial; poste-
rior, inmediato o no, para darse en una fase ya avanzada de la ejecución del
negocio) que presupone negocios válidos y perfectos (regulares) en su ciclo
formativo pero cuyas consecuencias –en nuestro ámbito, las que se deriven
de las relaciones contractuales– o no se dan o se malogran en todo o en par-
te repercutiendo fundamentalmente sobre los tramos pendientes que quedan
así sin virtualidad. La causa de esa pérdida de vigencia –rescisión, resolución,
revocación, caducidad del plazo, condicionalidad de su operatividad, etc.– es
exógena, extrínseca, viene desde fuera en razón de factores gravitantes que

(3) DÍEZ-PICAZO, Luis. Fundamentos del Derecho Civil Patrimonial, I, Introducción a la Teoría del
Contrato, Civitas, Madrid, 1996, p. 457.
(4) ESPINOZA ESPINOZA, Juan. Acto jurídico negocial. Análisis doctrinario, legislativo y jurispru-
dencial, 2ª edición, actualizada, aumentada, corregida, Gaceta Jurídica, Lima, 2010, p. 14.
(5) MOSSET ITURRASPE, Jorge. Contratos. EDIAR, Buenos Aires, 1987, nota a pie de página 2, 325.
Del mismo autor y en el mismo sentido, Negocios simulados, fraudulentos y fiduciarios. Tomo I,
EDIAR, Buenos Aires, 1974, p. 187.
(6) TABOADA CÓRDOVA, Lizardo. Nulidad de acto jurídico. 2ª edición, Grijley, Lima, 2002, p. 30.
(7) Ibídem, p. 32. En este mismo sentido, CIEZA MORA, Jairo. La nulidad y la impugnación de acuer-
dos. Su problemática en materia civil y societaria, Grijley, Lima, 2009, p. 13.

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PROBLEMÁTICA DE LA NULIDAD Y LA IMPUGNACIÓN DE LOS ACUERDOS ...

inciden en el desenvolvimiento normal del acto”(8). Por ello se advierte que en


lo referente a la nulidad y la ineficacia “las dificultades comienzan con la va-
riedad del vocabulario utilizado y la falta de precisión conceptual”(9).
Si bien –como sabiamente sostiene García Maynez– clasificar es un pro-
blema de perspectiva, la distinción de ineficacia estructural y funcional, es
cuestionable por el simple hecho que parte de la premisa equivocada (ya ad-
vertida) que el acto inválido no produce efectos jurídicos. Paradójicamente,
dicha clasificación, puede ser de mucha utilidad frente a la contradicción crea-
da por la Ley N° 29571, Código de Protección y Defensa del Consumidor, del
01/09/10, con el Código Civil. En efecto, el artículo 49.1 del Código de Pro-
tección y Defensa del Consumidor, Ley N° 29571, del 01/09/10, define a las
cláusulas abusivas de la siguiente manera:
“En los contratos por adhesión y en las cláusulas generales de contrata-
ción no aprobadas administrativamente, se consideran cláusulas abusivas
y, por lo tanto, inexigibles todas aquellas estipulaciones no negociadas in-
dividualmente que, en contra de las exigencias de la buena fe, coloquen al
consumidor, en su perjuicio, en una situación de desventaja o desigualdad
o anulen sus derechos”.
En materia de cláusulas vejatorias, siguiendo el modelo de la Directiva
Comunitaria N° 93/13/CEE, el Código de Protección y Defensa del Consu-
midor se alinea dentro de los países que asimilan una tutela (que a su vez,
se inspira en el modelo jurídico alemán) basada en una lista negra y en una
lista gris(10). La lista negra (art. 50) contiene un elenco de cláusulas que es-
tán afectas de ineficacia absoluta y la lista gris (art. 51) de ineficacia relativa.
Esta última es un númerus apertus (son ejemplificativas, no taxativas). Evi-
dentemente, solo la autoridad judicial puede declararlas ineficaces, mientras
que la autoridad administrativa (según el art. 52.1) puede inaplicarlas. Aho-
ra bien, como se advirtió, se presenta una contradicción con lo regulado en el
artículo 1398 del CC (que sanciona con nulidad el mismo supuesto). Ello ge-
nera –en lo que a relaciones de consumo por adhesión se refiere– las siguien-
tes interpretaciones:

(8) MORELLO, Augusto. Ineficacia y frustración del contrato. Librería Editora Platense-Abeledo Pe-
rrot, La Plata-Buenos Aires, 1975, pp. 69-70.
(9) Ibídem, p. 71.
(10) Cfr. ESPINOZA ESPINOZA, Juan. “Las cláusulas vejatorias en los contratos estipulados unilateral-
mente”. En: Thémis, Revista de Derecho, 2ª epoca, N° 38, 1998.

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jairo cieza mora

a. En aplicación del principio de especialidad, entender que en la contra-


tación masiva con el consumidor se tendrá el régimen de ineficacia,
mientras que en las relaciones en las cuales no hayan consumidores, el
de nulidad (art. 1398 del CC).
b. Entender la “ineficacia” (sea absoluta o relativa) regulada en el CPDC
como ineficacia estructural, o sea invalidez, entendiendo a la absoluta
como nulidad y a la relativa como anulabilidad.
No obstante ello, basándome en el argumento de la coherencia en la in-
terpretación normativa (insisto, aunque no compartiendo esta línea de pensa-
miento) haría entender que, cuando el Código de los Consumidores, en sus
artículos 50 y 51, regula la ineficacia absoluta y relativa, hace referencia a la
ineficacia estructural, vale decir, a la nulidad y a la anulabilidad, respectiva-
mente. Nótese que esta distinción también ha tenido acogida a nivel legislati-
vo. Así, en el balotario de las materias en Derecho para los concursos públicos
de mérito para el acceso a la función notarial, aprobado por R. M. N° 0311-
2008-JUS, del 05/06/08, en la balota 18 se detalla la “eficacia estructural del
acto jurídico (validez)” y en la balota 39 se hace referencia a la “ineficacia
funcional”. A nivel de legislación comparada, merece citarse el artículo 382
del Anteproyecto del Código Civil y Comercial de la Nación Argentina, del
año 2012, el cual establece, bajo el título de categorías de ineficacia que:
“Los actos jurídicos pueden ser ineficaces en razón de su invalidez o de su
inoponibilidad respecto de determinadas personas”.
La importancia de estudiar sistemáticamente las nulidades con las impug-
naciones de las decisiones de los integrantes de las personas jurídicas, se hace
patente en casos penosos (por no decir menos) como fue la decisión de la
Sala Civil Transitoria de la Corte Suprema (Cas. N° 4938-2009-Lima), del
20/10/10: una asociada impugna fuera del plazo un acuerdo de la asamblea ge-
neral; pero como invoca la causal de nulidad por fin ilícito, se acoge al plazo
de 10 años regulado en el artículo 2001.1 del CC (y no el de 60 o 30 días re-
gulado en el art. 92 del CC). Desconociendo abiertamente el principio de es-
pecialidad, se afirma que:
“Quinto: Que, analizada la resolución impugnada, aparece que el Colegia-
do de la Sala Civil de Lima, al revocar la apelada y declarar improcedente
la demanda ha emitido un pronunciamiento inhibitorio impropio a la tra-
mitación seguida en los presentes autos, habida cuenta que de la preten-
sión de la demanda y de la fijación de los puntos controvertidos se advierte

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PROBLEMÁTICA DE LA NULIDAD Y LA IMPUGNACIÓN DE LOS ACUERDOS ...

que correspondía emitir un pronunciamiento de fondo acorde a la natura-


leza del proceso, más aún, cuando el argumento sostenido por la Sala de
haberse omitido emplear el mecanismo que establece el artículo 92 del
Código Civil deviene en inviable en tanto que el discernimiento esbozado
por la Sala difiere de lo peticionado expresamente por la accionante en su
escrito de demanda, esto es, establecer si las Asambleas Generales de fe-
chas tres de agosto y catorce de noviembre del año dos mil dos respecti-
vamente, presidida por Valentín Rojas Malaver, se encuentran incursos en
las causales de nulidad prevista en los incisos 4, 7 y 8 del artículo 219 del
Código Civil, así como establecer la nulidad del asiento número A00002
de la partida registral número 019337905 de los Registros de Personas Ju-
rídicas de Lima; Sexto: Que siendo ello así, es evidente que la sentencia
impugnada ha sido expedida contraviniendo el numeral 3 del artículo 122
del Código Procesal Civil, incurriendo en causal de nulidad prevista en el
artículo 171 del mismo Código”.
Los vocales supremos olvidan neciamente que el motivo de la impugna-
ción es la nulidad y esta, en atención del principio de especialidad, tiene que
sujetarse al plazo previsto en el artículo 92 del CC. Este precedente ha sido
calificado por Jairo Cieza como “nefasto”(11). Por fortuna, contamos con otro
precedente de la Corte Suprema, en el cual (para variar) se dice lo contrario.
Así, en la Cas. N° 641-97-Huánuco, del 12/08/98, se decidió que:
“La asociación emplazada se encuentra regida por sus estatutos y por los
artículos 82 y siguientes del Código Civil, estableciendo el artículo 92 del
Código Sustantivo una vía especial para que los asociados puedan impug-
nar judicialmente los acuerdos que violen las disposiciones estatutarias o
legales, debiendo entenderse que en esta última se incluyen los supuestos
previstos en el artículo 219 del Código Civil; es decir, el mencionado dis-
positivo legal ha previsto una vía especial para impugnar los acuerdos vio-
latorios de las disposiciones legales o estatutarias, no siendo posible im-
pugnarse por una vía distinta a la mencionada”.
Estas breves reflexiones, más allá de que se esté de acuerdo o no con cier-
tas ideas (en verdad comparto prácticamente la totalidad del planteamiento
del autor), revelan que una verdadera actitud científica no se encuentra en el

(11) CIEZA MORA, Jairo. “La violencia en el tiempo. Ahora se pueden impugnar acuerdos dentro de
los diez años de tomados”. En: Revista Jurídica del Perú, N° 126, Normas Legales, Lima, agosto de
2011, p. 13.

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jairo cieza mora

consenso dogmático, ni en la crítica fundamentalista: el contraste de las opi-


niones genera la posibilidad de reforzar posiciones o enrumbarlas en otra di-
rección o simplemente rectificar. En verdad, publicar un libro es un acto de
valentía, porque no se circunscribe a transmitir un aporte original, sino que
implica inexorablemente su confrontación con la comunidad científica.
Es aquí que se justifica el pensamiento de Christian Jacq: el combate por la
justicia se da día a día, lo enfrenta el estudiante que busca mejorar sus conoci-
mientos, el profesor que enseña con el ejemplo, el abogado que defiende una
buena causa, el juez que tiene que decidir frente a presiones externas, el fun-
cionario probo ante un sistema corrompido, el investigador que es fiel con las
citas. El libro de Jairo Cieza Mora estudia una realidad patente: el actuar ju-
rídicamente relevante de los sujetos de derecho, en ejercicio de su autonomía
privada, en no pocas ocasiones raya en lo ilícito (que abarca no solo el senti-
do formal de lo ilegal, sino también aquel material de lo injusto). Ello nos lle-
va al campo de la invalidez. Por eso resulta imperativo estudiar los remedios
que el Derecho pone a disposición de los afectados, justamente, para lograr
una justa convivencia. El autor asume el reto y sale victorioso en esta oportu-
nidad. Estoy convencido que ello se repetirá en este “combate cotidiano” que
es el de vivir honestamente.
San Juan, 31 de marzo de 2012.
Juan Espinoza Espinoza
Profesor de Derecho Civil de las Facultades de Derecho de la Universidad
Nacional Mayor de San Marcos, de la Pontificia Universidad Católica del
Perú y de la Universidad de Lima.

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PREFACIO

El presente libro constituye una investigación que busca conciliar aspec-


tos en materia civil y societaria y que ha sido la maduración de mis ideas en el
desarrollo de instituciones jurídicas como la invalidez, la ineficacia, la inexis-
tencia, aplicadas a la nulidad y a la impugnación de acuerdos tanto en las
asociaciones como en las personas jurídicas lucrativas.
El devenir personal y profesional que nos lleva a veces por caminos ines-
perados, en mi caso, plasmados en mi experiencia, por ejemplo, como asesor
legal de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, o como asesor legal
externo del Club Universitario de Deportes, y otras asociaciones y socieda-
des comerciales, me permitieron ver la importancia del desarrollo asambleario
y del cuestionamiento de los acuerdos tomados por los máximos órganos de
las personas jurídicas, tanto en materia asociativa, referida a las asociaciones,
como societaria, referida a las sociedades anónimas.
La experiencia antes comentada también me permitió comprender la evi-
dente retroalimentación entre el Derecho Privado, en estricto, el Derecho Ci-
vil y el Derecho Comercial. Asimismo, el estudio de las impugnaciones de los
acuerdos emitidos por las asociaciones o sociedades, en cierta forma, fue una
excusa para mí, sin dejar el tema central del libro, para abordar aspectos del
Derecho Civil y Comercial que son hasta la fecha controvertibles.
La presente obra tiene IX capítulos que tratan los problemas en materia de
nulidad e impugnación de acuerdos tanto en el Código Civil como en la Ley
General de Sociedades. Lo que este trabajo busca es ofrecer una visión, lo más
completa posible, sobre la impugnación de acuerdos desde una óptica doctri-
naria, legislativa y jurisprudencial.
No puedo abandonar estas páginas sin agradecer a Juan Espinoza Espinoza,
quien siendo mi profesor en la maestría, me introdujo en el mundo de la do-
cencia universitaria y por ende, de la investigación. Asimismo, agradezco a
mis alumnos de las diversas facultades de Derecho que con sus inquietudes

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jairo cieza mora

y dudas me han permitido seguir cuestionándome y convenciéndome que no


hay una sola verdad absoluta y que la investigación es un camino tortuoso
pero a la vez, placentero y motivador.
Agradezco sobremanera a mis colaboradores en la investigación. A María
José Olavarría Parra que con su paciencia y apoyo ha dejado parte de su tiem-
po para apoyarme en las aventuras intelectuales. A Fort Ninamancco Córdova,
quien me ha apoyado desde su inquietud intelectual y profesional. A Paola
Atoche Fernández y Jaliya Retamozo Escobar, buenas amigas y excelentes
profesionales. A Joyce Cieza Mora, quien desde una perspectiva profesional,
me ha apoyado con sus sugerencias. A Valeria Solano Carrillo, Giuliana Sil-
vestre Chura, Annie Collazos y Azucena Jugo Oblitas, siempre interesadas en
los temas académicos de la docencia universitaria.
Al Dr. Grover Mori por su constante apoyo intelectual. Y, finalmente, a
mis padres Napoleón y Dolores; y a mis hermanos Erico y Joyce, por estar ahí
siempre en todos los momentos.

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INTRODUCCIÓN

El artículo 139 de nuestra Ley General de Sociedades (LGS) regula los


llamados acuerdos impugnables(1), siendo estos, aquellos cuyo contenido sea
contrario a la Ley General de Sociedades, se opongan al estatuto o al pacto so-
cial o lesionen, en beneficio directo o indirecto de uno o varios accionistas, los
intereses de la sociedad. En el mismo artículo se hace mención a los acuerdos
que incurran en causal de anulabilidad prevista en la Ley, o en el Código Ci-
vil. Sin embargo, el problema comienza cuando once artículos más adelante
(artículo 150) se regula en la LGS la denominada Acción de Nulidad, que pre-
vé: “Procede la acción de nulidad para invalidar los acuerdos de la junta con-
trarios a normas imperativas o que incurran en causales de nulidad previstas
en esta ley o en el Código Civil. Cualquier persona que tenga legítimo interés
puede interponer acción de nulidad contra los acuerdos mencionados en el pá-
rrafo anterior, la que se sustanciará en el proceso de conocimiento. La acción
de nulidad caduca al año de la adopción del acuerdo respectivo”.
Este artículo, el 150 de la LGS, nos remite al artículo 38 de la LGS, el mis-
mo que preceptúa: “Son nulos los acuerdos societarios adoptados con omisión
de las formalidades de publicidad prescritas, contrarios a las leyes que intere-
san al orden público o a las buenas costumbres, a las estipulaciones del pacto
social o del estatuto, o que lesionen los intereses de la sociedad en beneficio
directo o indirecto de uno o varios socios (...)”.

(1) Artículo 139.- Acuerdos Impugnables Pueden ser impugnados judicialmente los acuerdos de la jun-
ta general cuyo contenido sea contrario a esta ley, se oponga al estatuto o al pacto social o lesione, en
beneficio directo o indirecto de uno o varios accionistas, los intereses de la sociedad. Los acuerdos
que incurran en causal de anulabilidad prevista en la Ley o en el Código Civil, también serán impug-
nables en los plazos y formas que señala la ley. No procede la impugnación cuando el acuerdo haya
sido revocado, o sustituido por otro adoptado conforme a ley, al pacto social o al estatuto. El juez
mandará tener por concluido el proceso y dispondrá el archivo de los autos, cualquiera que sea su es-
tado, si la sociedad acredita que el acuerdo ha sido revocado sustituido conforme a lo prescrito en el
párrafo precedente. En los casos previstos en los dos párrafos anteriores, no se perjudica el derecho
adquirido por el tercero de buena fe.

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jairo cieza mora

Como se puede apreciar nuestra LGS, queriéndolo o no, nos coloca hasta
ante cuatro supuestos para cuestionar la validez de los acuerdos societarios:
a) La Impugnación de acuerdos propiamente dicha regulada en los su-
puestos previstos en el artículo 139 de la LGS.
b) La anulabilidad prevista en el segundo párrafo del artículo 139 de la
LGS.
c) La denominada acción de nulidad prevista en el artículo 150 de la
LGS, y
d) La denominada nulidad de acuerdos societarios regulada en el artículo
38 de la LGS.
De una lectura detenida de los artículos arriba referidos se puede invocar
la acción de nulidad de acuerdos (con las ventajas que esto implica, baste re-
cordar el mayor plazo, o la posibilidad de legitimación de un tercero) haciendo
mención a las causales de impugnación de acuerdos propiamente dicha des-
crita en el literal a) precedente, lo cual hace muchas veces lírica su presencia
en el ordenamiento jurídico y ante esto la jurisprudencia no ha tenido una res-
puesta clara. Esto se agrava cuando los operadores del derecho inclusive cues-
tionan la validez y eficacia de un acuerdo a través de las acciones ordinarias
de Nulidad de Acto Jurídico, como recientes sentencias han expresado, con lo
cual el panorama se vuelve aún más confuso.
Efectivamente, si el artículo 38 de la LGS, referido a la nulidad de acuer-
dos invoca como causales de nulidad la adopción de acuerdos contrarios a “las
estipulaciones del pacto social o del estatuto, o que lesionen los intereses de
la sociedad en beneficio directo o indirecto de uno o varios socios”, nos pre-
guntamos: ¿Qué diferencia este listado, de las causales invocadas para la im-
pugnación judicial de acuerdos previstas en el artículo 139 de la LGS? Que-
da claro entonces que el tema es incierto y merece un estudio para mejorar su
sistemática en la LGS.
Sin embargo en el presente trabajo no nos limitaremos a analizar la pro-
blemática que en materia legislativa se viene dando desde la promulgación de
la Ley Nº 26887, sino que seremos acuciosos en el estudio de las instituciones
que sustentan las normas estudiadas, como, por ejemplo, el caso de las inefi-
cacias negociales, la legitimidad para impugnar acuerdos, las medidas caute-
lares aplicables para suspender acuerdos, en el plazo de caducidad, etc. Todo
esto bajo un enfoque doctrinario, legislativo y jurisprudencial. Consideramos

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PROBLEMÁTICA DE LA NULIDAD Y LA IMPUGNACIÓN DE LOS ACUERDOS ...

que el estudio de una institución, cualquiera que fuere en el derecho, tiene que
ser abordada desde estas perspectivas y no limitándonos a la legislación, doc-
trina o jurisprudencia nacional sino también a lo mejor de estas expresiones en
el ámbito comparado. Esa es la manera de tener un enfoque más amplio, com-
pleto y que nos permite atender con solvencia el desafío de las controversias
que en materia del tema estudiado se presentan. Y no solamente eso. El dere-
cho es una ciencia que no está sola o encapsulada es una ciencia que necesi-
ta oxigenarse con otras disciplinas para contextualizar y comprender la evolu-
ción, presencia, y aplicación de la norma.
En el caso de las personas jurídicas sin finalidad lucrativa (asociaciones,
fundaciones, comités) reguladas en nuestro Código Civil, no existen las dis-
tinciones que han sido desarrolladas en nuestra LGS, estando la impugnación
de acuerdos de asambleas prevista en el artículo 92 del Código Civil en caso
de violación de disposiciones legales o estatutarias y las razones de nulidad de
actos derivados de las asambleas se rige por las causales de nulidad absoluta
prescritas en el artículo 219 del Código Civil(2), siendo un problema recurren-
te en las personas jurídicas, un desarrollo legislativo más adecuado.
Si bien es cierto la nulidad de acuerdos propiamente dicha se encuentra
regulada en el artículo 150 de la Ley General de Sociedades (LGS), esta ins-
titución se confunde y superpone en la práctica con la figura de la Impugna-
ción Judicial de Acuerdos, la que se encuentra ordenada en el artículo 139 de
la LGS, como mencionamos. Similar confusión se presenta en el ordenamien-
to civil en el cual las causales de impugnación judicial de acuerdos prevista en
el artículo 92 del Código Civil se asimilan con las de nulidad del Acto Jurídi-
co previstas en el artículo 219 del mismo cuerpo normativo. En el formante
jurisprudencial peruano existe también una superposición de conceptos cuan-
do se habla de las causas para invocar la nulidad o la impugnación de determi-
nado acuerdo en materia societaria, lo cual genera incertidumbre jurídica y se
constituye en un obstáculo para el tráfico comercial. Se requiere de una siste-
matización de estos artículos que regule y distinga adecuadamente la nulidad
e impugnación de acuerdos tanto en materia societaria como en el campo civil.

(2) Art. 219.- El acto jurídico es nulo: 1) Cuando falta la manifestación de voluntad del agente, 2) Cuan-
do se haya practicado por persona absolutamente incapaz, 3) Cuando su objeto es física o jurídica-
mente imposible o cuando sea indeterminable, 4) Cuando su fin sea ilícito, 5) Cuando adolezca de si-
mulación absoluta, 6) Cuando no revista la forma prescrita bajo sanción de nulidad 7) Cuando la ley
lo declara nulo 8) en Caso del artículo V del Título Preliminar, salvo que la Ley establezca sanción
diversa.

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jairo cieza mora

A continuación presentamos un cuadro que grafique la problemática del


tema tratado en este libro, el que no se limita al análisis frio sino que desplie-
ga su abanico hacia horizontes más lejanos en su afán de alcanzar la compren-
sión del fenómeno materia de estudio.

Nulidad de
Acción de Acción de
Asociaciones acuerdos
impugnación nulidad
societarios
Reg. Legal Art. 92 del CC Art. 38 de la Arts. 139 al 149 Art. 150 de la
LGS de la LGS LGS
Legitima- Miembro de la Socios en la Únicamente los Cualquier perso-
ción para asociación LGS accionistas na con legítimo
obrar activa interés

Causales o - Violación de Son nulos los - Acuerdo con- - Acuerdos con-


supuestos disposiciones acuerdos por: trario a la ley. trarios a nor-
de impugna- legales o esta- - Omisión de las - Acuerdo con- mas imperati-
ción tutarias. formalidades trario o que vas.
de publicidad entre en con- - Acuerdos que
prescritas. flicto con esti- incurran en
- Contrarios a pulaciones del causales de
leyes que inte- pacto social o nulidad pre-
resan al orden del estatuto. vistas en la
público y bue- - Acuerdo cuyo Ley o CC.
nas costum- contenido le-
bres. sione los in-
- Contrarios a tereses de la
las estipula- sociedad en
ciones del pac- beneficio di-
to social o del recto o indi-
estatuto. recto de uno o
varios socios.
- Que lesionen
los intereses - Acuerdo cuyo
de la sociedad contenido in-
en beneficio curra en algu-
directo o indi- na causal de
recto de uno o anulabilidad
varios socios. prevista en la
Ley o CC.
- En conflicto
con el pacto
social o el
estatuto.

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PROBLEMÁTICA DE LA NULIDAD Y LA IMPUGNACIÓN DE LOS ACUERDOS ...

Nulidad de
Acción de Acción de
Asociaciones acuerdos
impugnación nulidad
societarios
Vía procedi- - Abreviado - Conocimiento - Abreviado - Conocimiento
mental - (excepción:
sumarísimo,
por defectos
de convocato-
ria o falta de
quórum).
Plazo de cadu- - 60 días hábi- - 2 meses (si - Un año
cidad (desde la les. concurre a la
adopción del - 30 días luego junta).
acuerdo) de la inscrip- - 3 meses (si
ción. no concurre).
- 1 mes desde la
inscripción (si
el acuerdo es
inscribible).

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CAPÍTULO I

LAS INEFICACIAS NEGOCIALES:


SU IMPORTANCIA EN LA NULIDAD
DE ACUERDOS

La nulidad de acuerdos en materia civil o societaria tiene como presupues-


to o base esencial la Teoría de las Ineficacias Negociales, institución que vie-
ne a ser el género de otras instituciones jurídicas que serían más bien especies
dentro de este gran marco conceptual (juicio de ineficacia). La ineficacia es-
tructural o también conocida como invalidez (veremos luego que es simple-
mente invalidez para un sector de la doctrina) comprende las “subespecies”
como son la nulidad, la anulabilidad y, aunque discutible, la rescisión. La ine-
ficacia funcional comprende a la resolución, la suspensión, la caducidad y la
inoponibilidad. De otro lado, no se puede dejar de mencionar, que externa-
mente a lo que se ha denominado el juicio de ineficacia, dentro del cual están
las ineficacias negociales antes indicadas, está el denominado juicio de irre-
levancia, dentro del cual se presenta una institución, que si bien no está reco-
nocida en nuestro Código Civil es necesario comentarla debido a su importan-
cia teórica y práctica, nos estamos refiriendo a la inexistencia.
Los institutos jurídicos mencionados precedentemente constituyen un
complejo conglomerado de conceptos que en nuestra legislación, doctrina y
jurisprudencia aparecen con carencias en su sistematización, con excepción
de algunos documentados trabajos de la doctrina nacional contemporánea(1).

(1) Revísese: ESPINOZA ESPINOZA, Juan. Los Principios contenidos en el Título Preliminar del Có-
digo Civil Peruano de 1984. Grijley, 2011 y su Acto jurídico negocial. 2ª edición, Gaceta Jurídica,
2010; TABOADA CÓRDOVA, Lizardo. Nulidad del acto jurídico. 2ª edición, Grijley, 2002; Acto ju-
rídico, negocio jurídico y contrato. 1ª edición, Grijley, 2002; PALACIOS MARTÍNEZ, Eric. La nuli-
dad del negocio jurídico. Jurista Editores, Lima, 2002; LOHMANN LUCA DE TENA, Juan Guiller-
mo. El negocio jurídico. 2ª edición, Grijley, 1994; MORALES HERVIAS, Rómulo. Estudios sobre

23
jairo cieza mora

Esta carencia de claridad conceptual dificulta muchas veces el trabajo de los


operadores jurídicos, por lo que antes de comenzar a trabajar directamente el
tema concerniente a la nulidad de acuerdos en materia asociativa (art. 92 y ss.
del Código Civil - CC) y a la nulidad de acuerdos en materia societaria (art. 150
de la Ley General de Sociedades - LGS), considero pertinente adentrarme en
principio en el mundo de las ineficacias negociales (y también de la inexisten-
cia). Para este esfuerzo previo es conveniente definir y diferenciar algunas figu-
ras jurídicas que corresponden al campo del negocio jurídico, pero que sin em-
bargo deben ser tratados en el presente apartado a fin de, posteriormente, poder
comprender con mayor solidez la institución de nulidad de acuerdos en mate-
ria civil y societaria, tema que ha sido abordado casi siempre desde el punto de
vista comercial pero que sin embargo corresponde a la materia civil delimitar
los conceptos acerca de este instituto tan relevante en el mundo del Derecho
Privado y también, bajo otros criterios, en el del Derecho Público.
Las instituciones que a continuación serán desarrolladas genéricamente
constituyen para algunos el momento patológico del negocio jurídico, es de-
cir la etapa en la cual se priva de efectos al negocio (ineficacia), o como en el
caso de la nulidad se afecta la estructura del mismo (invalidez), donde inclusi-
ve se puede dar la conversión del negocio jurídico o en la anulabilidad en don-
de se puede llegar a la confirmación del negocio jurídico. En el supuesto de la
inexistencia consideramos que no se priva de efectos al negocio porque senci-
llamente no se presenta tal negocio ni su apariencia. Sin embargo antes de de-
sarrollar el estadio patológico del negocio jurídico es importante desarrollar
lo concerniente a la estructura del negocio a fin de poder comprender con ma-
yor claridad cuándo el negocio es atacado y privado de sus efectos, es decir,
que en caso de que los elementos, presupuestos o requisitos del negocio es-
tén ausentes o viciados, el ordenamiento jurídico responde a través de las in-
eficacias negociales o en todo caso con la inexistencia (juicio de irrelevancia).

I. LA ESTRUCTURA DEL NEGOCIO JURÍDICO


Entendemos la estructura como el “arreglo o disposición de las diver-
sas partes de un todo”(2). Podemos decir que los negocios jurídicos, que se-
rían el todo, tienen diversas partes o componentes, es decir, tienen una

Teoría General del Negocio Jurídico. ARA Editores, 2002 y su Teoría General del Contrato, Edito-
rial Grijley, 2006; ESCOBAR ROZAS, Freddy. Código Civil Comentado. Tomo I, Gaceta Jurídica,
2003.
(2) Diccionario LAROUSSE ilustrado, por Ramón García Pelayo y Gross, Ediciones Larousse, 1995. Si-
nónimo Composición.

24
PROBLEMÁTICA DE LA NULIDAD Y LA IMPUGNACIÓN DE LOS ACUERDOS ...

estructura conformada por diversos aspectos: los elementos, los presupues-


tos y los requisitos(3).

ASPECTOS DE LA ESTRUCTURA DEL NEGOCIO JURÍDICO


1. Los elementos
Los elementos se entienden como los componentes del negocio jurídico,
es decir, todo aquello que conforma el negocio jurídico celebrado por los su-
jetos. En tal sentido, se entiende modernamente (aunque el tema es debatible)
como los únicos elementos comunes a todo negocio jurídico a dos: la decla-
ración o manifestación de voluntad y la causa o finalidad.

a. Declaración o manifestación de voluntad


Este concepto aparece para explicar el negocio jurídico, siendo tomado
por los franceses (que hablan de acto jurídico) que consideraron de tal impor-
tancia la manifestación de voluntad que la identificaron con el concepto de
acto jurídico. Esta doctrina influenció en nuestro Código Civil, prueba de ello
se aprecia en lo prescrito por el artículo 140 del Código Civil (CC) que iden-
tifica acto jurídico con manifestación de voluntad. En la actualidad esta doc-
trina se entiende superada, puesto que la doctrina mayoritaria considera que si
bien la manifestación de voluntad juega un papel predominante en la forma-
ción de actos jurídicos, no es el negocio jurídico en sí mismo, sino que solo
constituye un elemento del mismo, que conjuntamente con otros elementos,
presupuestos y requisitos (forman la estructura del negocio) van a dar como
resultado la creación de un negocio jurídico.
Ello encuentra lógica al concebir a la manifestación de voluntad como
aquella exteriorización del querer interno de los sujetos de derecho, que tie-
ne por finalidad producir efectos en el plano jurídico en perfecto uso de su au-
tonomía privada. Tomando las palabras de Emilio Betti: “La declaración, por

(3) TABOADA CÓRDOVA, Lizardo. Nulidad del acto jurídico. Ob. cit., p. 35. El referido autor, uno de
los más importantes referentes en materia de Negocio Jurídico expresa: “No debe olvidarse que cuando
nos referimos a la celebración o formación de un acto jurídico nos estamos refiriendo al momento en el
cual se conforma o compone el acto jurídico por la concurrencia de todos los aspectos de su estructu-
ra, bien se trate de sus elementos, presupuestos y requisitos”, Ibídem, p. 30. Respecto a la ineficacia co-
menta: “Sin embargo, no basta que se trate de una causal de ineficacia que se presenta al momento de
la formación, sino que además de ello es necesario que la causal suponga un defecto en la estructura del
acto jurídico. En otros términos, todos los supuestos de ineficacia estructural, como su propio nombre
lo indica claramente, suponen un acto jurídico mal formado, mal estructurado, con un defecto congéni-
to, de modo tal que se trate de un acto jurídico con un defecto intrínseco”. Ibídem, p. 31.

25
jairo cieza mora

lo tanto, tiene naturaleza preceptiva o dispositiva, y en consecuencia, carácter


vinculante; el comportamiento tiene igualmente, por sí, tal carácter. (...) dis-
posición con la que el individuo dicta reglas a sus relaciones con otros ya que
alcanza, una trascendencia esencialmente social y una eficacia operativa pro-
pia, no válida en otra forma; eficacia, que primero lógicamente despliega so-
bre el plano social y después, merced a la sanción del derecho, está destinada
a producirse también sobre el jurídico”(4).
Tal definición establece que si bien la manifestación de voluntad se encuen-
tra destinada a la producción de efectos jurídicos, tal término va más allá, por-
que la esencia verdadera de la exteriorización de voluntad consiste en la au-
torregulación, en la creación de normas, que tendrán efectos inter partes, esta
noción complementa la anterior, ya que aquí se toma en cuenta la autonomía
privada. Así, autorizada doctrina nacional establece que por la manifestación
de voluntad debemos entender “la exteriorización de un hecho psíquico inter-
no, que consciente y voluntariamente trasciende del individuo y surte efectos
ante terceros con valor expositivo, aunque estuviera lejos del ánimo del agen-
te el querer producir tales efectos”(5). Renato Scognamiglio en su señero traba-
jo de investigación, recientemente traducido para nuestro país(6) nos dice que
“cuando se habla de “declaración” en sentido técnico se hace referencia –y lo
precisaremos mejor enseguida– a una forma peculiar, y no a la forma en ge-
neral o, según la concepción tradicional, a la exteriorización de la voluntad”(7).
Esto se complementa cuando señala: “Según autorizada opinión de Manigk, la
declaración de voluntad se contrapone a la simple exteriorización (Willensau-
serung), atendiendo al fin de notificación que anima a la primera”(8).
b. La causa y finalidad
Resulta necesario aclarar que la doctrina no encuentra consenso en rela-
ción a la definición de causa, puesto que autores como Emilio Betti identifican

(4) BETTI, Emilio. Teoría general del negocio jurídico. Granada, Editorial Comares, S.L., 2000, p. 58.
(5) LOHMANN LUCA DE TENA, Juan Guillermo. El negocio jurídico. Ob. cit., p. 102.
(6) SCOGNAMIGLIO, Renato. Contribución a la teoría del negocio jurídico. Edición, traducción y no-
tas de LEÓN L. Leysser, Prólogo de Pietro Rescigno. Grijley, 2004.
(7) Ibídem, p. 282.
(8) Ibídem, p. 284. Este autor más adelante nos refiere las teoría en materia de manifestación de voluntad:
“Como es sabido, hay dos teorías que prevalecen en relación al criterio distintivo de las declaraciones:
una de ellas es la subjetiva, según la cual debe tenerse en cuenta el propósito del agente, de efectuar
una declaración (de voluntad), propósito que no estaría presente en la declaración tácita; la otra es la
objetiva, según la cual se toman en consideración los medios a través de los cuales se efectúa la mani-
festación, y se distingue entre comportamientos destinados a exteriorizar una determinada voluntad y
hechos concluyentes a través de los cuales es posible deducir la voluntad”. Ibídem, p. 287.

26
PROBLEMÁTICA DE LA NULIDAD Y LA IMPUGNACIÓN DE LOS ACUERDOS ...

a la causa como la función económico-social del negocio. Señala Betti que los
elementos del negocio son también elementos de su causa, como función tí-
pica. Al respecto Lizardo Taboada, en el más completo trabajo que se ha de-
sarrollado en el país sobre la causa, expresa sobre la posición del maestro ita-
liano, “Ello es así justamente porque Betti considera que la causa, antes que
todo, es una noción social y extrajurídica. En tal sentido es obvio que si deci-
mos que la causa es la función netamente social, llegamos a confundirla con
la totalidad de los elementos del negocio, por cuanto la función estrictamente
social es el resultado de todos los elementos de cada negocio jurídico, según
su uso constante en la realidad social”(9). El concepto de causa en su aspecto
objetivo establece que: “(...) a pesar de reconocer que la causa es la función
social, socialmente digna y razonable, en nuestra construcción la causa es una
noción jurídica que tiene el significado de social”(10). El aspecto subjetivo de
la causa permite la incorporación de los motivos concretos y determinantes de
los sujetos, cuando estos se conviertan en la base o razón exclusiva del nego-
cio jurídico como “(...) una razón práctica típica inmanente a él, [...] un inte-
rés social al que aquella responde”. Es decir se concibe a la causa con su fina-
lidad práctica impuesta por el ordenamiento jurídico (causa objetiva), y otros
autores conciben a la causa como aquella finalidad subjetiva, perseguida por
las partes que realizan el acto jurídico en concreto (causa subjetiva).
Esto es, si tomamos en consideración la primera concepción diríamos que
en un contrato de compraventa de vehículo, la causa viene a ser la propia com-
praventa, pero si asumimos la posición de causa desde el punto de vista subje-
tivo, aceptaríamos que en el ejemplo antes propuesto, la causa sería la finali-
dad perseguida por las partes, esta es realizar un contrato de compraventa para
la obtención de un beneficio (ya sea la propiedad del auto o la obtención del
dinero) y la satisfacción de sus necesidades; en realidad nosotros no observa-
mos una contraposición entre ambas causas, ya que tanto la subjetiva como
la objetiva, se complementan, puesto que al celebrar las partes un contrato de
compraventa de un auto la finalidad perseguida por las partes será la de lo-
grar, por un lado la adquisición de la propiedad de dicho bien y por otro lado

(9) TABOADA CÓRDOVA, Lizardo. La causa del Negocio Jurídico. Grijley, 1996, p. 638. Este autor
haciendo un análisis histórico de la causa del negocio, expresa: “La causa según la concepción clási-
ca no es sino el fin inmediato y directo, o el motivo abstracto, por el cual el deudor asume o contrae
una obligación, siempre idéntico, en todos los contratos de una misma categoría”, p. 646. Así también
señala: “En este sentido, según la teoría clásica la causa se identifica con el motivo abstracto, siem-
pre igual en todos los contratos de una misma naturaleza, sean estos contratos sinalagmáticos, reales
o contratos a título gratuito”, p. 647.
(10) Ibídem, p. 638.

27
jairo cieza mora

la finalidad del vendedor será la de recibir una determinada suma de dinero en


contraprestación al bien otorgado; y así mismo el ordenamiento jurídico esta-
rá conforme, puesto que, con la celebración de tal acto jurídico se ha cumpli-
do con la finalidad del contrato de compraventa de conformidad con las reglas
impuestas por el sistema jurídico, contrato que dentro del mercado asumirá un
papel trascendental, es decir mientras que la causa subjetiva apunta al interés
de las partes, la causa objetiva apunta a mantener una seguridad y coheren-
cia lógico-sistemática de todo el ordenamiento jurídico, social, y económico.
Lohmann Luca de Tena afirma que: “(...) la causa subjetiva, o finalidad co-
mún y compartida por las partes en un determinado negocio, siempre habrá
de coincidir con una causa objetiva o legal con determinadas consecuencias
de Derecho. Es decir que la finalidad de los intereses que las partes regulan al
obligarse, encuentre su cauce y marco adecuado en una causa legal que la re-
coge y la regula”(11). Así también este autor define la causa objetiva como “(...)
el propósito concreto de cada tipo de negocio que produce un resultado social
determinado, al cual ha de adecuarse su contenido y la finalidad que las partes
pretenden conseguir con el mismo”(12).
Si bien esta no es la sede para desarrollar el tema de la causa permítase-
nos decir que el profesor Taboada critica la concepción de Emilio Betti de la
causa como función económico social al considerar esta posición, innovadora
en su momento, como no acorde con los tiempos actuales, pues no solamente
deben considerarse los intereses sociales sino también los intereses individua-
les socialmente necesarios y los individuales que sean dignos y razonables(13).

(11) LOHMANN LUCA DE TENA, Juan Guillermo. El negocio jurídico. Ob. cit., p. 95.
(12) Ibídem, p. 96.
(13) Así el profesor Taboada señala: “Por ello es que nosotros hemos criticado esta concepción sobre la
causa, al no dar protección legal a los intereses individuales socialmente necesarios, ni a los intereses
estrictamente individuales, considerados socialmente razonables o dignos”, Ob. cit., p. 653. Más ade-
lante indica: “En términos más precisos, no se puede aceptar dentro del ámbito de los negocios atípi-
cos o innominados, únicamente a los que tengan una tipicidad social, no se puede desconocer la posi-
bilidad de los particulares de celebrar negocios o contratos atípicos que respondan exclusivamente a
una creación de los mismos”, Ob. cit., p. 657. Sigue manifestando: “De este modo, la causa objetiva-
mente podrá ser considerada como la función social del negocio jurídico, teniendo en cuenta las tres
clases de funciones sociales que la misma comprende: La función socialmente útil, la función social-
mente necesaria y la función socialmente razonable (...)” Ob. cit., p. 658. Finalmente dice: “En con-
clusión, nuestro concepto de causa está referido a la función socialmente digna, oportuna, razonable,
seria, que responde al interés de la colaboración social y de la protección de los sujetos mismos que
han celebrado el negocio jurídico, evitando el abuso de la parte más fuerte. Dignidad y oportunidad
social que deberá ser apreciada en consideración al ambiente social vigente, esto es, con base en la
valoración objetiva del ambiente social”, Ob. cit., p. 665.

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PROBLEMÁTICA DE LA NULIDAD Y LA IMPUGNACIÓN DE LOS ACUERDOS ...

Sobre la causa se ha sostenido, en posición que comparto, que es la fun-


ción práctico-individual, que es sometida por el ordenamiento jurídico a un
filtro de licitud que permite su protección por dicho ordenamiento normati-
vo, así como ofrece una pauta importante para su interpretación”(14), aunque,
como señalé el tema es arduamente discutido en la doctrina(15).
2. Los presupuestos: el objeto y sujeto
La doctrina moderna hace referencia a los presupuestos, los cuales se defi-
nen como los antecedentes o términos de referencia, es decir todo aquello que
es necesario que preexista para que el acto jurídico pueda celebrarse o formarse.
La idoneidad del objeto es entendida como la aptitud de los intereses so-
bre los que el negocio vierte para recibir el orden o reglamentación práctica
que aquel se propone”(16).
Autorizada doctrina nacional señala que: “Desde otro punto de vista, tam-
poco conviene identificar el objeto con el contenido concreto de un negocio,
porque tal acepción de contenido se confunde con la configuración o regula-
ción normativa propia del negocio singular”(17). “El objeto, pues, no debe ser
confundido con la prestación en los negocios obligacionales y el nuevo Có-
digo ha sabido diferenciarlos adecuadamente: Si bien es cierto que en un pla-
no teórico no es difícil observar la distinción, en la práctica no ocurre de igual
manera porque la generalidad de los casos cuando el objeto es una cosa, se
presta más atención a esta, como materia de la prestación, sin advertir que el
primer objeto fue precisamente obligarse a tal prestación”(18).
Se concluye que el objeto del acto jurídico es la prestación en las relacio-
nes jurídicas obligatorias, y no los bienes ni materiales ni inmateriales, esto
es, ni las cosas, ni los derechos que originará la realización de determinado
acto jurídico, ya que tales bienes solo serán transferidos de una esfera jurídica
a otra y en tal caso no se debe hacer referencia a posibilidad, sino a determina-
bilidad (requisito de los actos jurídicos); y ello resulta congruente, puesto que,
al regular el Código Civil, la posibilidad física y jurídica del objeto se refiere
a si la conducta a realizar o realizada por las partes resulta posible de darse en
la realidad y si resulta aceptado por el derecho.

(14) ESPINOZA ESPINOZA, Juan. Acto jurídico negocial. Ob. cit., p. 81.
(15) MORALES HERVIAS, Rómulo. Estudios sobre Teoría General del Contrato. Ob. cit., pp. 107-304.
(16) BETTI, Emilio. Teoría general del negocio jurídico. Ob. cit., pp. 209 y 210.
(17) LOHMANN LUCA DE TENA. Ob. cit., p. 75.
(18) Ibídem, p. 76.

29
jairo cieza mora

Para la doctrina que comparto el objeto del acto jurídico es “tanto la situa-
ción jurídica (posición que ocupa el sujeto de derecho frente al ordenamien-
to jurídico), la relación jurídica (vinculación entre dos o más situaciones jurí-
dicas) o el bien (la realidad del mundo exterior, material o inmaterial, sobre la
cual recae el poder de los sujetos de derecho”(19).
Otro sector autorizado de la doctrina señala que el objeto es el bien, anali-
zando esta conclusión desde la perspectiva del derecho romano, la historia ju-
rídica y la comparación jurídica(20).
En cuanto al sujeto como presupuesto del acto jurídico, se hace referen-
cia a aquel sujeto de derecho. Así Emilio Betti señala que: “Los presupues-
tos de validez del negocio se agrupan en tres categorías según que afecten: 1
al sujeto del negocio, o 2 al objeto del negocio, en sí considerados, o bien, 3
a la situación del sujeto respecto al objeto. En la primera hipótesis se trata de
la capacidad, en la segunda de la idoneidad del objeto, en la tercera de la le-
gitimación para el negocio”(21). Se entiende por capacidad aquella “aptitud in-
trínseca de la parte para dar vida a negocios jurídicos; legitimación es la ap-
titud para hacer surgir negocios jurídicos que tengan un determinado objeto,
en virtud de una relación en que la parte se encuentra, o se pone con el obje-
to del acto. (...) Capacidad y legitimación serían dos formas de la aptitud para
realizar actos jurídicos; solo que la capacidad debería ser entendida como ido-
neidad natural, la legitimación en cambio como idoneidad adquirida. La capa-
cidad, en suma, como aptitud del hombre considerado como individuo, la le-
gitimación como aptitud del hombre considerado en el seno de la sociedad”(22).
3. Los requisitos: capacidad legal de ejercicio, capacidad natural, lici-
tud, posibilidad física y jurídica del objeto, determinación en espe-
cie y cantidad, voluntad sometida a proceso normal de formación
La doctrina ha hecho una clasificación tomando como referente el pre-
cepto o la prestación y los bienes. Así se señala: “a) Respecto del precepto

(19) ESPINOZA ESPINOZA, Juan. Ob. cit., p. 77.


(20) MORALES HERVIAS, Rómulo. Ob. cit., p. 397. Asimismo el autor señala que: “En realidad, el con-
trato constituye una entidad unitaria, jurídica y económica. Así la estructura económica es definida
por la regulación legal-convencional, y encuentra en el ordenamiento jurídico la razón y la regla de
su estabilidad. La operación económica se desequilibra muchas veces porque la finalidad que la ope-
ración tiende a satisfacer y realizar queda frustrada, pero lo que resulta directamente afectado es el
objeto. Es cierto que la causa es tomada en cuenta, pero lo determinante es el desequilibrio económi-
co. Por tal razón, el objeto es un criterio clave para verificar la existencia o inexistencia de desequili-
brio económico”. Ob. cit., p. 394.
(21) BETTI, Emilio. Ob. cit., p. 192.
(22) Ibídem, pp. 193-194.

30
PROBLEMÁTICA DE LA NULIDAD Y LA IMPUGNACIÓN DE LOS ACUERDOS ...

y, en su caso, de la prestación: a) licitud; b) posibilidad física (solo de la


prestación o de la ejecución); c) posibilidad jurídica; d) determinabilidad. b)
Respecto de bienes (en ancho sentido, incluyendo derechos): a) posibilidad
física, cuando no sean de naturaleza inmaterial; b) posibilidad jurídica; d)
determinabilidad”(23). La capacidad jurídica es “la aptitud para ser titular de
situaciones jurídicas y la capacidad de ejercicio es la aptitud para ponerlas en
actuación. Ambas constituyen el momento estático y dinámico de la categoría
jurídica denominada sujeto de derecho”(24). El mismo Juan Espinoza ya en el
año 1996 comentaba la identidad entre los conceptos de subjetividad, perso-
nalidad y capacidad(25).
La capacidad de las personas físicas, como es clásico puede ser defini-
da como la cualidad, aptitud o idoneidad legal de toda persona –por el solo
hecho de serlo– que le permite ser sujeto de derechos y obligaciones; es de-
cir, posibilidad de ser parte de relaciones jurídicas(26). La capacidad de ejer-
cicio o de obrar es el aspecto dinámico de la de goce, y en virtud de la cual
el sujeto, en ejercicio de su libertad, actúa su personalidad para producir por
su propia voluntad efectos jurídicos válidos para sí o para otros, ejerciendo

(23) LOHMANN LUCA DE TENA, Juan Guillermo. El negocio jurídico. Ob. cit., p. 79.
(24) ESPINOZA ESPINOZA, Juan. Derecho de las personas. 4ª edición, Gaceta Jurídica, 2004, p. 523.
(25) ESPINOZA ESPINOZA, Juan. “Ensayos sobre Teoría General del Derecho y los Derechos de las
Personas”. Estudios comparativos de circulación de modelos jurídicos. Editorial Huallaga 1996,
p. 168 y ss. El profesor Espinoza Espinoza perfecciona los comentarios de la obra citada en su li-
bro sobre Derecho de personas, Ob. cit., p. 528 y ss., señalando: “ (...) En efecto cuando se habla de
subjetividad (o de sujeto de derecho) se alude a un centro de referencia normativo, vale decir, a la ti-
tularidad de un complejo de derechos y deberes. Por ello se afirma que “el nexo que vincula las dos
ideas, de capacidad jurídica y subjetividad jurídica, es tan evidente e intrínseco que hace aparecer, in-
mediatamente clara y no necesaria de demostración alguna, la necesidad de fundar la primera sobre
la segunda: de derivar la capacidad de los modos de ser más generales y constantes del sujeto jurídi-
co (FALZEA). La titularidad –en tanto situación actual y efectiva– comprende en sí la aptitud para
ser titular. Titularidad y aptitud son dos momentos que no pueden ser concebidos separadamente. La
una supone inevitablemente a la otra y de consecuencia, su distinción conceptual no es correspon-
diente con los datos que nos ofrece la experiencia jurídica. La personalidad ha sido considerada como
la aptitud para ser sujeto de derecho, entendiéndose a esta como un concepto más amplio que el de
la capacidad jurídica, dado que esta última era concebida como medida de la primera (DUSI). Otros
consideran estos dos términos como sinónimos (FERRARA). Sobre otro plano, el concepto de per-
sonalidad es entendido como un valor (PERLINGIERI). La noción de personalidad-aptitud se justi-
fica en un contexto donde existe identidad entre los conceptos de subjetividad y persona, pero frente
a los sujetos de derecho que no necesariamente son personas (concebido, organizaciones de personas
no inscritas) esta deviene insuficiente. Por consiguiente, existiendo identidad conceptual entre subje-
tividad, personalidad (al menos en parte) y capacidad, creo oportuno prescindir del uso de estos dos
últimos términos dado que responden a una concepción de la presencia del hombre en la experiencia
jurídica asaz diversa respecto de aquella de nuestros días”.
(26) LOHMANN LUCA DE TENA, Juan Guillermo. El negocio jurídico. Ob. cit., p. 65.

31
jairo cieza mora

derechos y cumpliendo obligaciones, responsabilizándose directamente de su


conducta(27).
Concluimos expresando que la subjetividad, la capacidad (entendida como
capacidad de obrar, que sería la única), y en su caso la legitimación constitu-
yen caracteres que están en la periferia del negocio; son pues requisitos o an-
tecedentes que se incorporan al negocio por acción del sujeto participante en
este. No forman parte, en consecuencia, de la estructura del negocio, pero in-
fluyen sobre la producción de sus efectos.
De otro lado la licitud del precepto de voluntad declarado o de la conduc-
ta que es regulada por el negocio constituye un requisito de este, porque no
son dignos de protección jurídica cuando vulneran el orden público, las nor-
mas imperativas o las buenas costumbres, o vulneran derechos de terceros, o
que estén proscritas por la ley. Díez-Picazo, haciendo mención al Código Ci-
vil español, señala que: “El artículo 1.276 del CC sanciona con la nulidad ab-
soluta el negocio que se fundamenta en una causa ilícita, aclarando que es ilí-
cita cuando se opone a la ley o a la moral. La causa se opone a la ley tanto si
el negocio se celebra contra lo dispuesto en la misma (bien directamente, bien
mediante un “rodeo” que configure un fraude al espíritu de la ley), o cuando
vulnera principios inspiradores del orden jurídico y de la vida comunitaria”(28).
La posibilidad física “está dada por la adecuación de la conducta o del
bien a las leyes de la naturaleza o premisas físicas adoptadas. (...) Para ser
causa de invalidez la imposibilidad física debe ser absoluta, tanto de bienes
como de conductas (...). La imposibilidad física actual de los bienes no es obs-
táculo para la validez del negocio, si razonablemente puede tener realidad fu-
tura. Así se acepta la venta o pacto sobre cosas futuras o incluso sobre dere-
chos (con excepciones, como la de la herencia futura - art. 1405 del CC)”(29).
La posibilidad jurídica a veces es confundida con la licitud, sin embargo esto
no es correcto ya que mientras la licitud se sustenta en un aspecto valorativo,
la posibilidad jurídica se fundamenta en la “naturaleza de las instituciones ju-
rídicas, o en la calificación jurídica objetiva de ciertos bienes o conductas, o

(27) Ibídem, p. 66.


(28) DÍEZ-PICAZO Y GULLÓN, Antonio. Sistema de Derecho Civil. Volumen I, 10ª edición, Tecnos,
2002, p. 489.
(29) LOHMANN LUCA DE TENA, Juan Guillermo. El negocio jurídico. Ob. cit., p. 81.

32
PROBLEMÁTICA DE LA NULIDAD Y LA IMPUGNACIÓN DE LOS ACUERDOS ...

en otras consideraciones (art. 925 del CC), por ejemplo la hipoteca sobre bie-
nes muebles”(30).
La determinabilidad consiste en la posibilidad de establecer o identificar
la prestación que se va a efectuar, o sea, la actitud positiva o negativa del su-
jeto de derecho; o el bien sobre el cual recae determinado interés. “La medida
de la determinabilidad está en función del tipo de negocio de que se trate; las
conductas siempre admitirán una mayor posibilidad de incertidumbre que las
cosas. Estos criterios serán objetivos (espacio, tiempo, lugar, precio máximo
o mínimo, género, especie, tarifas, etc.) o subjetivos, cuando queden al arbitro
de una de las partes o de un tercero”(31).

II. INEFICACIA ESTRUCTURAL O INTRÍNSECA, EL FENÓME-


NO DE LA INVALIDEZ DEL NEGOCIO JURÍDICO Y LA INE-
FICACIA FUNCIONAL O EXTRÍNSECA
Como hemos indicado precedentemente es importante a efectos de poder
comprender con mayor certeza e idoneidad el instituto de la nulidad de acuer-
dos, previsto en el artículo 150 de la LGS, así como en los artículos 38 y 139
del mismo cuerpo legislativo, y en el artículo 92 del CC, determinar con la
mayor precisión posible los límites de cada una da estas figuras conceptuales
del negocio jurídico. Ya en algo avanzamos analizando muy someramente la
estructura del negocio jurídico. Como lo indicamos líneas arriba existen en el
medio nacional algunos trabajos serios que tratan a profundidad los conceptos
vinculados a la ineficacia y sus especies. Es necesario tener claridad o por lo
menos una aproximación conceptual en materia de ineficacias negociales pues
sin lugar a dudas esto allanaría el trabajo y nos proporcionaría herramientas
necesarias para poder investigar con mayor profundidad y certeza la nulidad o
impugnación de acuerdos en material civil y societaria.
Tal como lo hemos hecho precedentemente al aproximarnos a la sistema-
tización de la estructura del negocio jurídico para contar con un sustento so-
bre el cual poder comprender con mayor didáctica los aspectos patológicos del
Negocio Jurídico, considero necesario y útil dar una visión aproximativa de la
Ineficacia Estructural también conocida como Invalidez y de la Ineficacia fun-
cional o ineficacia en sentido estricto.

(30) Ibídem, p. 82.


(31) Ídem.

33
jairo cieza mora

Se dice que la ineficacia es ante todo una sanción(32). Díez-Picazo criti-


ca al sector de la doctrina que distingue entre invalidez (falta alguno de los
elementos, está viciado o carece de presupuestos del tipo de negocio a que
pertenece) e ineficacia en sentido estricto (impide su eficacia una causa extrín-
seca), alegando que “tal distinción no parece admisible. No es lo mas grave la
arbitrariedad de la terminología, puesto que ineficaz tiene que ser siempre el
negocio inválido por lo que invalidez e ineficacia serían conceptos iguales”. Y
concluye indicando: “Es que, además, en la mayor parte de los casos en que
se habla de ineficacia en sentido estricto no la hay, sino por el contrario, ex-
presión más cumplida de la eficacia del negocio: así por ejemplo, cuando se
cumple una condición o se resuelve o se revoca un negocio. En todos estos ca-
sos el negocio es plenamente eficaz, despliega toda su eficacia. Lo único que
ocurre es que la reglamentación negocial pierde en un momento sucesivo su
vigencia. No hay ineficacia, sino extinción sobrevenida de la relación o situa-
ción negocial”(33).
Se habla de ineficacia del negocio en sentido lato o amplio para definir to-
das las hipótesis en las cuales sus efectos no se producen, o están llamados
a decaer en un momento posterior(34). Consideramos que la distinción de las
distintas conceptualizaciones derivadas de la ineficacia, si bien es cierto pue-
den parecer un esfuerzo teórico que “no aterriza en la realidad” son importan-
tes, pues no solo permiten una mejor sistematización dentro de la Teoría de las
Ineficacias en particular y del negocio en general, sino que también alcanzan
a tener relevancia de carácter práctico. Así Renato Scognamiglio(35) señala que
“(...) una distinción de la ineficacia en diferentes figuras se justifica y es in-
cluso necesaria, teniendo en cuenta también la relevancia peculiar que presen-
ta el Contrato y su eficacia compleja, delante de la cual se pueden concebir,

(32) DÍEZ-PICAZO Y ANTONIO GULLÓN. Ob. cit., p. 533. Así comienza este clásico autor español el
apartado 40 de su prestigiado tratado bajo el subtítulo La ineficacia en sentido general. Así el autor
citado señala: “Si por sanción entendemos la reacción del ordenamiento jurídico ante una infracción
se comprende enseguida por qué la ineficacia se sitúa dentro del repertorio de sanciones que el orden
jurídico aplica al negocio jurídico irregular. La irregularidad del negocio jurídico es una cierta dis-
conformidad entre el negocio tal y como es previsto por el ordenamiento jurídico (tipo negocial) y el
negocio jurídico tal y como ha sido realizado (negocio real, realidad negocial). Esta discrepancia en-
tre la realidad y la tipicidad negocial entraña una infracción, puesto que, por hipótesis, la norma jurí-
dica ordena el más perfecto ajuste entre ambas categorías”.
(33) Ibídem, p. 533.
(34) SANTORO-PASSARELLI. Dottrine generali del diritto civile, Napoli, 1959, p. 235 y ss, citado
por SCOGNAMIGLIO, Renato. Teoría General del Contrato. Traducción de Fernando Hinestrosa,
2ª reimpresión, Universidad externado de Colombia, 1996, p. 225.
(35) Ibídem, p. 226.

34
PROBLEMÁTICA DE LA NULIDAD Y LA IMPUGNACIÓN DE LOS ACUERDOS ...

tal como lo enseña la experiencia del derecho, distintos medios de reacción,


según las varias anormalidades en que puede caer el contrato caso por caso”.
La doctrina moderna aspira a darse cuenta de la importancia autónoma del
fenómeno de la ineficacia y, mas todavía, de la necesaria distinción de varias
de sus figuras (inexistencia, invalidez, ineficacia en sentido estricto)(36).
Stolfi(37) define la ineficacia de los negocios jurídicos indicando que “al
contrario que la invalidez, que es la consecuencia de un acto afectado to-
tal o parcialmente en su íntima constitución, la ineficacia supone un nego-
cio jurídico válidamente formado y, por consiguiente, susceptible de ejecu-
ción, pero que carece de efectos o que le priva de ellos un hecho posterior,
tal vez extraño a la voluntad de las partes. No es posible encerrar en una sola
fórmula las distintas hipótesis, y menos establecer en general sus característi-
cas y consecuencias”(38).
Asimismo el autor citado desarrolla un acápite referido a los denomina-
dos “negocios impugnables”(39), en el cual establece que “aunque de los actos
simplemente ineficaces no puede siquiera establecerse una teoría general por
ser muy diversas las causas a que obedecen, sí pueden, en cambio, enunciar-
se las normas comunes a los actos denominados impugnables que se forman
y hasta se perfeccionan válidamente y producen sus efectos propios, pero que
después quedan privados de efectos por causas extrínsecas y de la más varia-
da naturaleza(40).

(36) Ídem.
(37) STOLFI, Giuseppe. Teoría del negocio jurídico. Traducción y notas del derecho español por Jaime
Santos Briz, Editorial Revista de Derecho Privado, Madrid, p. 123 y ss.
(38) STOLFI señala que “la ineficacia, en fin, puede depender de eventos de la más variada índole que de
darse y hechos valer por el interesado en forma legal hacen perder al negocio su eficacia propia y que
habría tenido y conservado si dichas circunstancias no se hubieren verificado o no se hubiesen invo-
cado: p. ej. En el caso en que el comprador no haya pagado el precio, o que el donatario haya incurri-
do en causa de ingratitud, o que al testador o al donante le hayan sobrevenido hijos, que el acto haya
sido concertado en fraude de acreedores del obligado, que el contrato conmutativo sea afectado de
una notoria desproporción entre lo que uno da y lo que recibe, etc. En estas hipótesis es usual hablar
de ‘negocios impugnables’ para indicar con una forma comprensiva y genérica que mediante la opor-
tuna sentencia pueden ser resueltos o revocados, rescindidos o reducidos, de suerte que el pronuncia-
miento del juez priva normalmente de eficacia a un acto normalmente constituido, ya que no venía
afectado en su estructura interna”. Loc. cit.
(39) Ibídem, pp. 124-126.
(40) Una de estas causas extrínsecas es “el fraude en perjuicio de los acreedores, que produce la revoca-
ción del acto oneroso o gratuito, (art. 2901 y ss. del CC. Español) mediante el cual el deudor quedó
insolvente”. Ibídem, p. 125. El autor repara en que los negocios impugnables tienen mucha semejan-
za con los anulables y al mismo tiempo se distinguen de estos por diversas causas, de modo que no
sería exacto asimilarlos completamente. La semejanza radica en que los actos impugnables, al igual

35
jairo cieza mora

En el mismo sentido Emilio Betti(41), al hacer la distinción entre invalidez


e ineficacia, señala la importancia de diferenciar ambos conceptos, específica-
mente entre la invalidez y la ineficacia en sentido estricto, abogando por una
mejor sistematización de tales instituciones jurídicas en beneficio de un mayor
desarrollo de la teoría del negocio y de permitir una mejor instrumentalización
de tales conceptos en la resolución de situaciones reales(42).
Para autorizada doctrina nacional(43): “La validez es el momento estáti-
co del negocio jurídico y se configura cuando el mismo cuenta con todos sus
elementos esenciales (agente, objeto, fin y formalidad, si se trata de un acto
ad solemnitatem). La eficacia es el momento dinámico del mismo y se confi-
gura como consecuencia de la validez, al producirse los efectos jurídicos del
negocio”.
Asimismo Espinoza señala que “La invalidez se configura por una pato-
logía de los elementos esenciales del negocio o por presentarse un vicio en la

que los anulables, producen sus efectos hasta que sean privados de eficacia. Esto se deduce del he-
cho de que ambos negocios se constituyen válidamente de manera que para pedir que tengan efica-
cia o para producir los efectos ya producidos es preciso hacer valer –comúnmente en juicio– la cau-
sa específica de impugnación establecida por el legislador. (...) La ineficacia del negocio se produce
generalmente por sentencia judicial, salvo en caso de contrato bilateral por incumplimiento, para el
cual es suficiente, si la parte así lo prefiere, la declaración del contratante fiel al negocio de que este
queda disuelto de derecho si el deudor persiste en el incumplimiento una vez terminado el plazo fija-
do en la intimación a pagar.
(41) BETTI, Emilio. Teoría general del negocio jurídico. Ob. cit., p. 405.
(42) Al respecto BETTI señala: “De aquí la distinción elaborada por la doctrina entre invalidez e inefica-
cia en sentido estricto. Alguno niega que esta distinción sea operante y útil. Y se puede convenir en
que su utilidad es, al menos predominantemente expositiva y sistemática, el negocio nulo no es inefi-
caz de manera distinta al ineficaz en sentido estricto. Pero la distinción, aun si su cometido sea úni-
camente aportar orden y claridad al estudio de los varios y complejos fenómenos de la ineficacia del
negocio jurídico es siempre igualmente indispensable. (...) Se denomina inválido, propiamente, en el
que falte o se encuentre viciado algunos de los elementos esenciales, o carezca de uno de los presu-
puestos necesarios al tipo de negocio al que pertenece. Invalidez es aquella inidoneidad para producir
los efectos esenciales del tipo que deriva de la lógica correlación establecida entre requisitos y efec-
tos por el dispositivo de la norma jurídica y es, conjuntamente, la sanción del deber impuesto a la au-
tonomía privada. Se califica, en cambio, de simplemente ineficaz el negocio en que están en regla los
elementos esenciales y los presupuestos de validez cuando, sin embargo, impida su eficacia una cir-
cunstancia de hecho extrínseca a él. Aunque extrínseca al negocio, la circunstancia que determina la
ineficacia es siempre de aquellas que la conciencia social y la ley toman en cuenta, ya a) en orden al
funcionamiento práctico del negocio, ya b) atendiendo a los límites sociales que la autonomía priva-
da debe observar, en interés de las partes mismas, para tutelar su posición de paridad e igualación, o
también en el interés de determinados terceros que, pese a ser extraños al negocio, soportan sus efec-
tos indirectos”. Loc. cit.
(43) ESPINOZA ESPINOZA, Juan. Acto jurídico negocial…, Ob. cit., p. 483.

36
PROBLEMÁTICA DE LA NULIDAD Y LA IMPUGNACIÓN DE LOS ACUERDOS ...

manifestación de la voluntad (error, dolo, intimidación y violencia). La inefi-


cacia se produce por la no configuración de efectos jurídicos del negocio”(44).
El autor que vengo siguiendo prefiere no hablar de ineficacia estructural
e ineficacia funcional, sino de invalidez y de ineficacia porqué en el caso de
llamada “ineficacia estructural” se verifican los elementos, presupuestos y re-
quisitos y no los efectos por eso habría una sola ineficacia y es la que analiza
los efectos del negocio y su impedimento de propagarse. La posición del au-
tor es válida pero no encuentro inconveniente en designar a la invalidez como
ineficacia estructural pues el hecho de que se presente la patología o irregula-
ridad en la estructura del negocio implica también la pérdida o imposibilidad
de desplegar efectos.
El mismo autor en su Acto Jurídico Negocial con respecto a los remedios
de invalidez o ineficacia estructural señala que: “La nulidad es la forma más
grave de invalidez negocial” e “importa la definitiva inidoneidad del acto para
producir efectos”(45). La anulabilidad es aquella forma de invalidez que some-
te al negocio “a la sanción de ineficacia de aplicación judicial”(46). Con respec-
to a la rescindibilidad el Código Civil establece que es un supuesto de inefi-
cacia y no de invalidez. Así, en el artículo 1370 del CC, se establece que “la
rescisión deja sin efecto un contrato por causal existente al momento de su ce-
lebración”. Al respecto Espinoza(47) señala que: “(...) ¿acaso no se puede de-
cir lo mismo respecto de una persona que, en estado de necesidad, ha teni-
do que manifestar una voluntad, seguramente no coincidente con su voluntad
interna? Máxime cuando observamos que la lesión, por ejemplo, se presen-
ta como una causal coetánea a la formación del acto, al igual que la anulabili-
dad. Por ello, suscribo plenamente la posición que sostiene que la rescindibi-
lidad debe ser entendida como un supuesto de invalidez y no de ineficacia del

(44) Ibídem, p. 484. Para el autor (...) por una ineficacia, que se entiende como la no producción de efectos
jurídicos o, como sostiene un sector de la doctrina nacional, como “la calificación negativa por parte
del ordenamiento jurídico respecto a un comportamiento humano que evidencia intereses no merece-
dores de tutela” Loc. cit. Y por (...) invalidez como la privación “de tutela jurídica a efectos típicos y
consustanciales a la especie negocial jurídicamente tutelados, o porque hay un vicio que deriva de la
propia estructura del negocio, o de sus elementos, o de específicas disposiciones legales”. Se advier-
te que “la invalidez pasa a ser entendida como un mecanismo de tutela y ya no como una sanción”,
Ibídem, pp. 484-485.
(45) Ídem.
(46) BIANCA, Massimo, citado por ESPINOZA. Ídem.
(47) Ídem.

37
jairo cieza mora

acto jurídico(48) ya que se trata también de un vicio de voluntad(49)”. En el caso


de la resolución, , según el artículo 1371 del CC, “deja sin efecto un contra-
to por causal sobreviniente a su celebración”. El segundo párrafo del artículo
1440 del CC admite la posibilidad de la resolución de un contrato por excesi-
va onerosidad de la prestación(50). Otros supuestos de ineficacia pueden ser los
actos que el representante realiza en exceso de sus funciones, violando sus fa-
cultades o los actos del falsus procurator (art. 161 del CC), los actos que rea-
lizan los representantes de una asociación antes que esta sea inscrita (art. 77
del CC)(51)”.
Un sector de la doctrina nacional en un trabajo sobre la nulidad del nego-
cio jurídico(52), otorga la importancia necesaria al denominado “sistema de
ineficacias negociales”(53) señalando que “un negocio es ineficaz, en una ma-
nera amplia de valorar la ineficacia, cuando los efectos concordes a su tipo
no se verifican. La ineficacia puede ser producida por muy diversas causas,
por lo que se hace necesario sistematizar aquellas, en vista, ante todo, a su ac-
tuar sobre los efectos de distinta naturaleza producidos por el negocio jurídi-
co. Se desea así llegar a un adecuado estudio sistemático de los fenómenos
de carencia de efectos negociales, extrayendo los principios comunes a par-
tir de la anormalidad concreta en que puede caer el negocio, caso por caso.
Así, el autor citado graficando el “sistema de ineficacias negociales” lo desa-
grega en dos planos, uno referido a la intrascendencia (juicio de irrelevancia)
en donde se desarrolla la inexistencia, y el segundo formado por la ineficacia
en sentido amplio (juicio de ineficacia) la misma que a su vez se bifurca en

(48) En sentido contrario, sostiene que la rescisión es un supuesto de “ineficacia funcional”, TABOADA
CÓRDOVA, Lizardo. Nulidad del acto jurídico. Ob. cit., p. 32.
(49) LEÓN HILARIO, Leysser. “Apuntes sobre el papel de la voluntad en los negocios jurídicos (con es-
pecial referencia a los contratos)”. En: Estudios sobre el Contrato en General. Selección, traducción
y notas de LEÓN HILARIO, Leysser. 2ª edición, ARA Editores, Lima, 2004, p. 934.
(50) El artículo completo prescribe que: “En los contratos conmutativos de ejecución continuada, periódi-
ca o diferida, si la prestación llega a ser excesivamente onerosa por acontecimientos extraordinarios
e imprevisibles, la parte perjudicada puede solicitar al juez que la reduzca o que aumente la contra-
prestación, a fin de que cese la excesiva onerosidad.
Si ello no fuera posible por la naturaleza de la prestación, por las circunstancias o si lo solicitara el
demandado, el juez decidirá la resolución del contrato. La resolución no se extiende a las prestacio-
nes ejecutadas”.
(51) ESPINOZA ESPINOZA, Juan. Ob. cit., p. 485.
(52) PALACIOS M., Eric. La nulidad del negocio jurídico. Ob. cit., p. 87 y ss.
(53) Ídem.

38
PROBLEMÁTICA DE LA NULIDAD Y LA IMPUGNACIÓN DE LOS ACUERDOS ...

invalidez (nulidad, anulabilidad y rescision) e ineficacia en sentido estricto


(resolución, suspensión, caducidad, inoponibilidad, etc.)(54)
Consideramos que la clasificación precedentemente expuesta es pertinen-
te y didáctica teniendo la virtud de constituir un criterio ordenador en lo que
respecta al estudio de “Las Ineficacias”. La doctrina diferencia en orden a su
origen, dos grandes grupos de Ineficacias: a) La ineficacia estructural o inva-
lidez y b) La ineficacia funcional o ineficacia en sentido estricto. Gete Alon-
so y Calera(55) señala que “cuando se habla de invalidez se hace referencia a
esa manera de estar formado el negocio: si concurren todos los requisitos que
son necesarios para su conformación. En tanto que la ineficacia hace alusión
a la producción de los efectos que deben dimanarse del mismo, es decir a un
segundo aspecto”.
Palacios(56), al definir estos dos conceptos señala que “por ineficacia es-
tructural o invalidez, entendemos, y aquí está nuestra definición, la carencia
de efectos producida por hechos inherentes a la estructura misma del negocio,
el ordenamiento, al faltar algún requisito, elemento o presupuesto, necesario
para la validez de un determinado negocio jurídico lo sanciona con la ausencia
de efectos, o con la posibilidad de que esto se produzca. (...) Se caracteriza por
ello, esta especie de ineficacia, por ser originaria, es decir, por la referencia ex-
clusiva al momento en que se realiza o concluye el negocio. Su efectividad se
encuentra justamente en la conformación de la estructura negocial. Dentro de
este primer grupo encontramos varios tipos de ineficacias, cuales son, la nu-
lidad, la anulabilidad y la rescisión (...)”. Al hablar de la carencia de efectos
como consecuencia de fallas en la estructura del negocio es recomendable re-
cordar lo desarrollado líneas arriba sobre la estructura negocial.

(54) También se puede apreciar un interesante trabajo de PALACIOS en su artículo “ Unas reflexiones en
torno a la ineficacia proveniente de la acción revocatoria”, en Ius et Veritas Revista de Derecho, Fa-
cultad de Derecho de la Pontificia Universidad Católica del Perú, Año V, Lima, 1994, p. 175 y ss.
Al hacer referencia al “esquema de los dos planos” que provoca la presente nota el autor indica que
“el presente esquema intenta resumir ordenadamente las hipótesis en las cuales los negocios jurídi-
cos no despliegan todos los efectos correspondientes a su tipo y función. Es de advertir también que
las ineficacias encuentran su desarrollo concretamente en el denominado juicio de ineficacia, mas no
sobre el de relevancia, con lo que la discutida figura de la inexistencia queda excluida del sistema
propuesto”.
(55) GETE-ALONSO Y CALERA. Notas a ENNECERUS-KIPP-WOLFF, en ENNECERUS, Ludwig
KIPP, Martín. Tratado de Derecho Civil. Bosch, Barcelona, 1985,T I-2, Vol 2, p. 748, citado por PA-
LACIOS MARTÍNEZ, Ibídem, p. 91.
(56) Ídem.

39
jairo cieza mora

Para efectos del presente trabajo nos es de suma utilidad la clasificación


referida, enmarcando las instituciones que la Ley General de Sociedades y el
Código Civil desarrollan (específicamente los artículos 38,139,150 de la LGS
y 92 del CC) dentro del sistema de las ineficacias, lo que nos permite comen-
tar la Inexistencia(57), la invalidez (ineficacia estructural) y dentro de esta la
nulidad, la anulabilidad y la rescisión así como la ineficacia en sentido estric-
to (ineficacia funcional) .
Si bien la inexistencia, tal como se anotó, no forma parte del sistema de
las ineficacias por pertenecer al juicio de irrelevancia, es importante concep-
tuar tal instituto, el mismo que “de acuerdo con la opinión tradicional, toda-
vía predominante, en estricta lógica jurídica debe identificarse siempre con la
nulidad, derivada igualmente de ausencia de algún elemento esencial del acto.
En tanto que siguiendo el criterio empírico y moviéndose en el terreno de los
hechos, se abre la posibilidad de perfilar una noción de inexistencia (mate-
rial) diferente de la inexistencia jurídica o nulidad. Según esta teoría opuesta
a aquella, la inexistencia se distingue de la nulidad en el ámbito del derecho,
porque constituye un vicio mas grave y radical, que excluye la propia posibi-
lidad de identificar el contrato como tal (por lo cual tampoco necesita expresa
estatuición normativa)”(58). Si bien, se equipara la inexistencia con la nulidad,
por parte de un sector de la doctrina, Scognamiglio(59) considera la necesidad
de la distinción entre estos dos institutos, pues basta decir que “la nulidad, que
obra como mera sanción del ordenamiento frente al contrato disconforme con

(57) Como hemos visto, la inexistencia no está dentro del sistema de las ineficacias pero por su vincula-
ción la desarrollamos.
(58) BETTI. Teoria generale del negozio giuridico, Torino, 1995, p. 473; SANTORO-PASSARELLI,
Dottrine generali del diritto civile, Napoli, 1959, p. 236 y ss, y ampliamente SCOGNAMIGLIO,
Contributo all teoria del negozio giuridico, p. 360 y ss.) p. 227, citado por SCOGNAMIGLIO,
Ob. cit., p. 228. Al respecto el propio SCOGNAMIGLIO (Ob. cit., p. 228) refiere: “De donde se si-
gue que la inexistencia, por cuanto se refiere en últimas al no ser del contrato, y por lo tanto, algo que
está fuera de toda calificación jurídica, tiene siempre un significado para el derecho, toda vez que per-
mite identificar una figura y una causa autónoma de irrelevancia e ineficacia del contrato. (...) “Claro
está, y esto apenas hay para qué decirlo, que la noción de inexistencia no tiene alcances en aquellos
casos en los que no hay ni siquiera rastros de contrato: El interés surge precisamente en las hipótesis
de los confines, cuando el recurso a dicha noción se revela oportuno con el fin de una sistematización
correcta de no pocas figuras controvertidas de anomalía del contrato. Así, yendo a ejemplos mencio-
nados con anterioridad, debe hablarse de inexistencia, pues no sería apropiado pensar en invalidez, a
propósito del contrato que resulta estipulado en el curso de un juego o chanza, o dentro de una expo-
sición didáctica o en el escenario en medio de una representación; también ha de considerarse inexis-
tente el contrato cuando no se alcanzó a producir el encuentro de la propuesta con la aceptación;
cuando su función típica es irrealizable (p. ej. la compraventa de cosa propia), o cuando el contrato
típico no satisface intereses dignos de tutela por parte del ordenamiento o se encamina a una función
no admitida por este p. ejm., los pactos sucesorales”.
(59) SCOGNAMIGLIO. Contributto ... Ob. cit., p. 227.

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PROBLEMÁTICA DE LA NULIDAD Y LA IMPUGNACIÓN DE LOS ACUERDOS ...

sus prescripciones y que es, pues, el resultado de una valoración normativa del
acto, presupone siempre la existencia de este (si el contrato no existe, carece-
ría por completo de sentido indagar si es o no válido)”.
Así pues, consideramos que la invalidez y la ineficacia deben distinguirse
de la inexistencia, “la cual está más allá de la nulidad: es inexistente el con-
trato o el acto que no es identificable como tal, pues carece del mínimo esen-
cial que permite hablar de un cierto evento como de contrato o acto unilateral.
La importancia de la distinción entre nulidad e inexistencia se encuentra en lo
siguiente: el contrato o el acto inexistente no produce aquellos efectos limita-
dos que, (...), el contrato o el acto nulo producen(60).
En el formante doctrinario nacional Rómulo Morales Hervias, en un desa-
rrollado y documentado trabajo(61), justifica y argumenta la necesidad de con-
tar con la figura de la inexistencia en nuestro ordenamiento jurídico para lo
cual se provee de la mejor doctrina y jurisprudencia comparada. Y nos inte-
resan los comentarios de Morales Hervias por cuanto, como veremos, cita ju-
risprudencia italiana (a la vez comentada por Galgano) referidas a acuerdos
de asambleas, los que fueron declarados inexistentes por Tribunales italianos.
Así en primer término identifica la existencia de normas con la validez formal
señalando que la fuerza obligatoria es validez normativa. Desde su pun-
to de vista “La estructura negocial es el conjunto de elementos y de requisitos
recíprocamente correlacionados”(62) (resaltado nuestro). Así, el negocio jurídi-
co inexistente es definido como el acto de autonomía privada imposibilitado

(60) GALGANO, Francesco. El negocio jurídico. Traducido por Blasco Gasco y Prats Albentosa, Tirant
lo Blanch, Valencia 1992, p. 261, citado por ESPINOZA ESPINOZA, Juan, en el prólogo al traba-
jo de PALACIOS, Eric, Ob. cit., p. 31. Así el prestigioso autor italiano señala que: “ Razones técni-
cas justifican mantener la inexistencia como figura autónoma: únicamente el negocio nulo puede ser
salvado mediante su conversión en otro negocio válido o mantenido como putativo, como es el va-
lor de la letra nula como reconocimiento de deuda en el primer caso y la validez del matrimonio nulo
del cónyuge de mala fe, en el segundo caso. Se requiere entonces de una figura extrema que impida
toda posibilidad de convalidación y esa figura es la de inexistencia del negocio jurídico”. Así también
es pertinente reseñar lo expuesto por Scognamiglio (Ob. cit., p. 228) quien dice: “Cualquier incerti-
dumbre que subsistiere acerca de la distinción en su realidad jurídica, desaparecería delante del argu-
mento que ofrece la relevancia y eficacia excepcionales que el derecho concede al contrato nulo. Nos
referimos a los llamados efectos indirectos (del contrato nulo) a su conversión y a su saneamiento ex-
cepcional, que son otras tantas instituciones características de la figura de la nulidad (...). Por el mo-
mento nos contentamos con destacar que estas soluciones normativas obedecen, de modo mas o me-
nos inmediato, a la necesidad general de conservación del contrato nulo, que de por sí presupone la
existencia; cosa que no podría predicarse correctamente en las hipótesis de inexistencia del contrato”.
(61) MORALES HERVIAS, Rómulo. Estudios sobre teoría general del negocio jurídico. Ob. cit., p. 250.
(62) Ídem.

41
jairo cieza mora

de generar efectos y el negocio nulo como supuesto de hecho negocial(63). De


la Puente y Zusman en la fase de reforma del Código Civil de 1984 refirién-
dose a la inexistencia y nulidad señalaron: “Se produce la inexistencia cuan-
do la falta de un elemento sea de tal relevancia que impida hasta la aparien-
cia de un acto jurídico, lo cual determina que no pueda producir efectos ni
siquiera negativos. La nulidad, en cambio, supone un acto jurídico, que aun-
que inválido existe siquiera como supuesto de hecho capaz de producir efec-
tos secundarios, diferentes o negativos”. Morales considera que: “La defensa
de la figura de la inexistencia por parte de la justicia peruana es una forma de
rebelión contra la doctrina tradicional apegada al método exegeta”(64). Citando
a Angelo Falzea(65) se dice “al supuesto de hecho total corresponde la eficacia
jurídica, mientras al supuesto de hecho parcial está vinculada la relevancia ju-
rídica, por ello concluye que el hecho productivo de la expectativa jurídica es
un hecho relevante pero no eficaz”. Tommasini aclara el panorama señalando:
“Para que un hecho sea válido o inválido debe ser primero un hecho relevante:
de un hecho irrelevante no puede jamás decirse que sea valido o invalido(66)”.
Tal como lo mencionamos precedentemente Morales hace referencia a la
jurisprudencia italiana citada por Galgano(67) la que considera “inexistente” el
acuerdo de la asamblea cuando en él falten aquellos requisitos que pueden ser
juzgados como elementos identificativos del concepto mismo de acuerdo: de
este modo han sido considerados inexistentes correctamente –y por tal razón
han quedado sustraídos a la disciplina de la anulabilidad– los acuerdos toma-
dos por la mayoría con el desconocimiento de la minoría, sin la convocatoria
plena de la asamblea y sin que la minoría haya estado en grado de intervenir
o, tras la adopción del acuerdo, de impugnarlo en los términos previstos por
la ley. También la jurisprudencia italiana ha considerado inexistente un acuer-
do adoptado por una asamblea universal en que no había participado el Co-
llegio Sindicale; además, es inexistente el acuerdo tomado por una asamblea
convocada regularmente en la que no habían podido participar todos los so-

(63) Ídem.
(64) Ibídem, p. 258.
(65) FALZEA, Angelo. “Eficacia Giuridica”. En: Enciclopedia del Diritto. Dott. A. Giuffre Editore,
S.P.A. Varese, 1962, Tomo XIV (Dote-Ente), p. 484. Citado por MORALES HERVIAS, Ob. cit.,
p. 265.
(66) TOMMASINI, Raféale. “Invalidita (Diritto Privatto)”. En: Enciclopedia del Diritto. Dott. A. Giuf-
fré Editore, S.P.A. Varese. 1972 Tomo XXII (Intere-Istig). p. 581. Citado por MORALES HERVIAS,
Ob. cit., p. 266.
(67) GALGANO, Francesco. El negocio jurídico. Traducción realizada por Francisco de P. Blasco Gascó
y Lorenzo Prats Albentosa de la 1ª edición Italiana. Tirant lo Blanch. Valencia, 1992, p. 263.

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PROBLEMÁTICA DE LA NULIDAD Y LA IMPUGNACIÓN DE LOS ACUERDOS ...

cios por imposibilidad material, es inexistente el acuerdo adoptado con el voto


determinante de un socio o de un socio aparente por la falta de “legitimación
primaria” para votar, es decir “poder de concurrir a la formación del acuerdo”,
y finalmente es inexistente el acuerdo que sea adoptado con un número insu-
ficiente de votos como consecuencia de un error de cálculo. Por consiguiente,
afirma Galgano que la jurisprudencia italiana ha introducido toda una serie de
distingos, suponiendo a la normas del Código Civil otras normas extraídas de
una categoría lógica-jurídica, desconocida por el mismo Código, la categoría
del acuerdo inexistente(68).
Morales Hervias comenta: “Podemos definir la inexistencia como el he-
cho irrelevante (invalidez formal) y a la nulidad negocial como el supuesto
de hecho relevante e inválido (invalidez normativa del negocio). También se
puede aseverar que el negocio jurídico inexistente es el acto de autonomía
privada irrelevante (invalidez formal del negocio). A mayor abundamiento, el
hecho inexistente produce expectativas (efectos jurídicos preliminares) y el
negocio nulo produce efectos jurídicos negativos pero es susceptible de con-
versión. Así, el tratante en las tratativas y el consumidor dañado en la contra-
tación predispuesta, podrán sustentar como pretensión ante la autoridad admi-
nistrativa o ante la autoridad judicial jurisdiccional la existencia de tales actos
no negociales por haber causado efectos preliminares en sus esferas jurídicas.
En sentido contrario, el tratante que suspendió las tratativas y la empresa po-
drán fundamentar su defensa de fondo en la inexistencia de dichos actos(69)”.
En un reciente trabajo Morales Hervias(70) señala que: “Un negocio jurídi-
co –y un contrato por antonomasia– es inexistente si no se hallan sus propios
elementos de identificación productos del nombre que lo designa. Pensamos
que el contrato tiene cinco elementos. Las partes, el acuerdo, la causa, el ob-
jeto y la formalidad obligatoria son los elementos del contrato. Si falta alguno
de estos elementos, el contrato será nulo o inexistente según la normativa de
cada Código Civil. En Italia, la ausencia del acuerdo, de la causa, del objeto
o de la formalidad obligatoria produce la nulidad del contrato. (...) En cambio
expresamente la ausencia de acuerdo produce la inexistencia (artículo 1359
del CC). El artículo 1325 del Código Civil italiano señala como requisitos del
contrato a los siguientes: 1) El acuerdo de las partes; 2) La causa; 3) El objeto;

(68) MORALES HERVIAS. Ob. cit., p. 267.


(69) Ídem.
(70) MORALES HERVIAS, Rómulo. Patologías y remedios del contrato. 1ª edición, Jurista Editores,
2011, p. 193.

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jairo cieza mora

y 4) La forma, cuando resulta prescrita por la Ley bajo sanción de nulidad. El


segundo párrafo del artículo 1418 indica que producen la nulidad del contrato,
la falta de alguno de los requisitos indicados por el artículo 1325”. Creemos
que la categoría de la inexistencia es no prescindible en el análisis de las pato-
logías del negocio pues hay supuestos de hecho en los cuales ni siquiera existe
la apariencia del negocio que los vincule con su denominación y por lo tanto
requiere un remedio de mayor incidencia que la nulidad que permite el salva-
mento del negocio a través de figuras como la conversión.
El mismo Morales refiriéndose al Anteproyecto del Código Europeo de
los Contratos señala que “(...), no cabe duda que la inexistencia puede servir
de mucha utilidad en la praxis. De ahí que consideramos que la inexisten-
cia es la primera forma patológica del contrato. Hay inexistencia de un nego-
cio cuando sea irreconocible como figura examinada o cuando no sea recono-
cida como aquella hipotetizada”(71) (resaltado nuestro).
Para justificar la incidencia en la práctica de la inexistencia el autor señala:
“Adicionalmente la importancia de la categoría de la inexistencia puede apre-
ciarse en cuatro ventajas. Por un lado, ella desarrolla la función de delimitar
en negativo el área de la nulidad en el sentido de excluir la aplicación de la re-
lativa regulación a las hipótesis de irreconocibilidad del acto concreto en el
hecho jurídico [fattispecie] negocial de referencia, es decir, la noción de con-
trato. De otro lado, ella se revela útil para el intérprete ante las lagunas legis-
lativas en el tema de la invalidez de los actos. (...) Y la tercera ventaja –y qui-
zá la más importante– es que cualquier persona puede invocar en todo tiempo
la inexistencia jurídica, independientemente de la declaración judicial. Otra
cuarta ventaja es para el caso de la extinción del derecho de pedir judicial o
arbitralmente la nulidad. (...) Este caso demuestra una vez más que la inexis-
tencia puede invocarse cuando transcurra el plazo de diez años, el cual produ-
ce inexorablemente la extinción del derecho de la nulidad pero el nacimiento
del derecho de la inexistencia”(72).
Sobre la distinción entre invalidez e inexistencia se establece que: “La
invalidez se distingue de la inexistencia. En efecto, la invalidez supone la

(71) Ibídem, p. 195.


(72) Ibídem, pp. 195-196. El autor concluye su adhesión a la figura de la inexistencia señalando: “Con las
precisiones indicadas, el contrato será inexistente si ha sido previsto normativamente e inexistente si
no se formó conforme a la normativa. La ausencia de los elementos del contrato o su formación in-
completa son las causales de inexistencia. También se puede utilizar indistintamente las expresiones
‘relevancia’ o ‘irrelevancia’ jurídica dependiendo si el contrato es relevante o no para la normativa
prevista hipotéticamente”, p. 198.

44
PROBLEMÁTICA DE LA NULIDAD Y LA IMPUGNACIÓN DE LOS ACUERDOS ...

presencia de un acto de autonomía privada al cual puede dársele la calificación


de ‘negocio’. La inexistencia, en cambio, supone la ausencia de tal acto, de
modo que resulta vano cualquier intento por otorgar la referida calificación”(73).
En contra de la inexistencia en el plano de la praxis se ha pronunciado Fort
Ninamancco Córdova(74), quien no niega su valor teórico pero no encuentra
relevancia en una incorporación en nuestro código, señalando que absorbien-
do todo en la categoría de la nulidad se pueden acoplar aquellos supuestos de
hecho que para otros autores constituyen la inexistencia.
Comenta Ninamancco, tomando el matrimonio como institución históri-
ca, que: “En conclusión, los exégetas, refiere Gabriel Baudry Lacantinerie,
consideraban que la nulidad implicaba al menos una existencia precaria del
matrimonio que se encontraba acompañada de ciertos efectos legales, mas la
inexistencia no implicaba siquiera el menor vestigio de un matrimonio y, por
ende, carecía por completo de efectos”(75).
Finalmente Ninamancco señala para argumentar su posición: “Así es, de-
cir que el artículo 1359 regula una situación diferente a la contemplada en el
inciso 1 del artículo 219, necesariamente implicaría concluir que, a tenor de
nuestro Código Civil, la falta de manifestación de voluntad genera nulidad en
todo negocio jurídico, salvo en el contrato, donde genera inexistencia. ¿Cuál
sería la razón para semejante diferenciación de “trato legal”? Si el contrato es
el negocio jurídico por excelencia, ¿por qué tendría que estar necesariamen-
te sometido a una diferente regulación a la de los demás negocios? (¡!) Cier-
tamente no se ve razón de peso para esto. El resultado es una interpretación
contradictoria”(76).
A pesar de lo interesante de esta última postura considero que hay figu-
ras en el Código Civil que adolecen de nulidad y que aún dándose esta figu-
ra, puede el negocio ser conservado como cuando se plantea la figura de la

(73) ESCOBAR ROZAS, Freddy. Ob. cit., p. 914.


(74) NINAMANCCO CÓRDOVA, Fort. “¿Realmente la inexistencia del negocio jurídico es algo diferen-
te a la nulidad en el Código Civil peruano? Ser o no ser, esa es la cuestión: el ser y el no ser del ne-
gocio jurídico”. En: Actualidad Jurídica, Tomo 206, 2011.
(75) Ídem. Se ha señalado: “En esencia, se habla de inexistencia –jurídica– para designar a “algo” que,
si bien se presenta en la realidad de los hechos, en la experiencia sensible resulta inapreciable o in-
visible para el sistema jurídico primordialmente porque no existe una norma que lo prevea de algún
modo. En tal sentido, se señala que, bien vistas las cosas, para el ordenamiento jurídico no es tan im-
portante que algo efectivamente exista o no exista, sino la posibilidad de ese algo para incidir sobre
intereses humanos”.
(76) Ídem.

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jairo cieza mora

conversión del negocio. Sin embargo existen otro tipo de figuras que aparen-
tando constituir una declaración unilateral o un acuerdo de ninguna forma
pueden ser salvados por su absoluta y radical inidoneidad (como cuando no
existe el elemento volitivo en la declaración) y, algo importante, la posibilidad
para ejercitar su inexistencia es imprescriptible.
Toca ahora hablar de la invalidez del contrato, y en concordancia con el
esquema antes referido, conceptuar la nulidad, la anulabilidad y la rescisión.
Tal como señalamos precedentemente, siguiendo a Betti(77), se denomi-
na invalidez al negocio que carezca o tenga viciados alguno de sus elementos
esenciales o no cuente con el presupuesto requerido en virtud al tipo de nego-
cio al que pertenece. Invalidez es “aquella inidoneidad para producir los efec-
tos esenciales del tipo que deriva de la lógica correlación establecida entre re-
quisitos y efectos por el dispositivo de la norma jurídica y es, conjuntamente,
la sanción del deber impuesto a la autonomía privada de utilizar medios ade-
cuados para la consecución de sus fines propios(78).
Se afirma de otro lado que “(...) tengamos bien firme, en primer término,
la idea de que la invalidez constituye una medida jurídica que, como tal, pue-
da operar exclusivamente en los casos para los cuales lo establece la ley, y no
la mera consecuencia de un juicio lógico”(79). De otro lado asevera con énfa-
sis la idea de que la validez y la invalidez del contrato puedan referirse única-
mente al momento en que se celebra el contrato y de que por ello no se pue-
da admitir en general la figura de la llamada invalidez posterior. Dentro de la
crítica que se hace a la doctrina tradicional al referirse a la invalidez como im-
perfección del supuesto de hecho o como sanción se afirma que debe actuarse
dentro de los cánones de la graduación del derecho frente a las diferentes cau-
sas de anormalidad del contrato, con respeto al principio de conservación de
los negocios y de otro lado la oportunidad de limitar las formas de invalidez a
la nulidad y la anulabilidad.
Señala Scognamiglio: “De acuerdo a la teoría predominante, se suele de-
finir como nulo el contrato al que le falta algún elemento esencial y que por
lo mismo, no produce efecto alguno. En cambio, según la opinión que hemos
acogido debe considerarse nulo el contrato al cual el ordenamiento jurídico le

(77) BETTI. Ob. cit., p. 405.


(78) Ídem.
(79) SCOGNAMIGLIO, Renato. Ob. cit., p. 233.

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PROBLEMÁTICA DE LA NULIDAD Y LA IMPUGNACIÓN DE LOS ACUERDOS ...

quita su fuerza vinculante de autorregulación de los intereses privados, que


de otra manera tendría, y que por extensión lo priva de todo efecto en razón
de su anormalidad”(80). El profesor italiano en su “Contributto…” señala: “se
aprecia fácilmente que la invalidez y la ineficacia pertenecen a planos diver-
sos, porque con la primera se ataca, evidentemente, el efecto fundamental, el
llamado “vínculo”, y por lo tanto, se ataca el negocio en su raíz, la segunda,
en cambio, aun cuando puede eventualmente presentarse como una sanción,
afecta solamente la eficacia final del negocio, es decir, algo que esta fuera de
su existencia: ello, como se entiende, da lugar a importantes diferencias en la
práctica(81)”.
La Nulidad es pues, “la forma más grave de invalidez negocial” e “impor-
ta la definitiva inidoneidad del acto para producir efectos”(82). Para Betti(83), “es
nulo el negocio que, por falta de algún elemento esencial, es inepto para dar
vida a aquella nueva situación jurídica que el derecho apareja al tipo legal res-
pectivo, de conformidad con la función económico-social que le es caracterís-
tica; nulo, aunque acaso pueda producir alguno de los efectos correspondien-
tes, u otros distintos de carácter negativo o contradictorio (ya que de otro modo
más bien sería inexistente)”. En el formante doctrinario nacional Freddy Esco-

(80) SCOGMANIGLIO. Ob. cit., p. 232. El mismo autor, en investigación de revisión imprescindible,
que constituye un clásico en la literatura jurídica privatística, (SCOGNAMIGLIO, Renato. Contri-
bución a la Teoría del Negocio Jurídico. Ob. cit) señala: “coherentemente, los autores definen la in-
validez, sea desde el punto de vista de la imperfección de la fattispecie, y así establecen cuando se
presenta ella; sea desde el punto de vista de sus consecuencias: la ineficacia o la menor eficacia, con-
siderada, sobre todo, por la doctrina alemana; sea, en fin, desde ambos puntos de vista, poniéndose en
evidencia, entonces, la lógica correlación entre defectuosidad de la fattispecie e ineficacia”. Ob. cit.,
pp. 456 y 457. Refiriéndose a las teorías que cuestionaban la doctrina imperante con énfasis mani-
fiesta: “lo que conviene tener en cuenta, para ofrecer un panorama suficientemente cabal de la doc-
trina, son las teorías que se oponen rotundamente a la concepción imperante. Estas rechazan, princi-
palmente, la coincidencia de la invalidez con la imperfección del negocio, e identifican lo sustancial
en la idea de reacción o medida con los efectos negociales. Se cambian detalles en las diversas for-
mulaciones, pero el concepto central es siempre el siguiente: que solo los efectos negociales existen
(no el acto, que pertenece inmediatamente al pasado) y que, por lo tanto, la invalidez se impone con-
tra ellos, para destruirlos, y constituye, así, por su naturaleza, una sanción jurídica”. Ob. cit., p. 466.
(81) SCOGNAMIGLIO. Ob. cit., p. 495. En la misma obra se señala: “ (...) en definitiva, la autonomía de
la invalidez, respecto de su consecuencia (la ineficacia), resulta plenamente fundada en la realidad ju-
rídica: si el negocio posee una relevancia particular, en virtud de la cual realiza los efectos finales, la
simple ineficacia resulta inadecuada para el caso de violación de las normas reguladoras; por el con-
trario, surge la exigencia de una medida que ataque a dicha relevancia (en términos expresivos que
ataque su “fuerza jurídica”), la cual repercutiría luego, con mayor o menor intensidad, en los efectos
finales. Dicha medida es la invalidez, que incide justamente, y de raíz, en la situación efectual, ha-
ciéndola caer por entero, o bien volviéndola precaria y exponiéndola a tal eventualidad”.
(82) BIANCA. Diritto civile, 3, Il Contratto, Giuffre, Milano, 9, citado por Espinoza Juan, (en Prólogo a
obra de Eric Palacios. “La nulidad”... Ob. cit., p. 11.
(83) BETTI. Ob. cit., p. 410.

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jairo cieza mora

bar Rozas refiriéndose a la nulidad señala que: “ (...) por lo menos teóricamen-
te, la nulidad (del negocio jurídico) supone lo siguiente: a) la ineficacia total y
original del negocio. b) la imposibilidad de que el negocio sea saneado. C) la
naturaleza declarativa de la sentencia (o laudo) que compruebe su existencia.
D) la posibilidad de que el juez (o árbitro) la declare de oficio. E) la impres-
criptibilidad de la acción para que sea declarada. F) la posibilidad de que ter-
ceros con interés puedan accionar para que sea declarada”. En nuestro orde-
namiento civil la diferencia se presenta en el caso de la prescripción como lo
señala el artículo 2001 del CC(84). Diferenciando entre los efectos negociales y
no negociales derivados de la nulidad, Escobar Rozas señala que “(...) la nu-
lidad determina que el negocio jurídico no produzca los efectos “negociales”,
que son los efectos deseados por la parte o las partes que lo celebran. En cier-
tos casos, sin embargo, la nulidad no impide que surjan efectos “no negocia-
les”, derivados del hecho de la celebración del negocio (nulo) o de la ejecu-
ción del mismo”(85).
Tal como lo señaló el Profesor Lizardo Taboada(86), las notas comunes en-
tre la nulidad y anulabilidad son: 1) Las causales son siempre coetáneas a la
celebración del acto jurídico, 2) Están siempre referidas a un defecto en la es-
tructura del acto jurídico, y 3) No pueden ser pactadas, vienen establecidas
por la ley.
Se define pues el acto nulo como aquel que carece de algún elemento, pre-
supuesto o requisito (que hemos graficado en el punto precedente), o cuyo
contenido es ilícito por agraviar los principios de orden público, las buenas

(84) Artículo 2001.- Prescriben, salvo disposición de la Ley:


1. A los diez años, la acción personal, la acción real, la que nace de una ejecutoria y la de nulidad del
acto jurídico”.
(85) ESCOBAR ROZAS, Freddy. Código Civil Comentado. Ob. cit., p. 915. Comentando las causales de
nulidad, el autor citado expresa: “la falta de manifestación de voluntad supone, en principio, no la nu-
lidad del negocio sino la inexistencia del mismo, pues sin aquella resulta imposible que se forme el
supuesto de hecho en el que se resuelve este último (o sea el negocio). el inciso materia de comenta-
rio, sin embargo, considera que el “negocio” es nulo cuando no esta presente el componente “voliti-
vo” (p. 916) (...) la incapacidad a la cual se refiere la norma materia de comentario supone que el su-
jeto goza de capacidad jurídica mas no de capacidad de obrar plena o absoluta, de modo que el mismo
no puede “actuar” valida y personalmente el contenido de las situaciones jurídicas subjetivas que le
corresponden (ejercer poderes o derechos, cumplir deberes, etc.)” (p. 917) (...) “el objeto del negocio
jurídico es el conjunto de preceptos o reglas que la parte o las partes declaran “hacer suyas” con miras
a conseguir un resultado práctico aceptado por el ordenamiento jurídico. Para que el objeto del nego-
cio “alimente” a los “efectos negociales”, es necesario que cumpla con ciertos requisitos normativa-
mente impuestos, a saber: la posibilidad (física y jurídica), la licitud y la determinabilidad” (p. 918).
(86) TABOADA, Lizardo. Nulidad …, Ob. cit., pp. 87-88.

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PROBLEMÁTICA DE LA NULIDAD Y LA IMPUGNACIÓN DE LOS ACUERDOS ...

costumbres, o las normas imperativas. Por el contrario el acto anulable se de-


fine como aquel que se encuentra afectado por un vicio en su conformación.
Las diferencias entre nulidad y anulabilidad, dice Taboada, son: a) La nu-
lidad supone un defecto severo en la conformación del acto jurídico. La anu-
labilidad únicamente un vicio en la estructura. b) Las causales de nulidad se
construyen y establecen legalmente en tutela del interés público, mientras que
las causales de anulabilidad se fundamentan en la tutela del interés privado de
las partes que han celebrado el acto jurídico, a fin de proteger a la parte que
ha resultado afectada por la causal de anulabilidad. c) En la nulidad los nego-
cios nacen muertos, no producen ninguno de los efectos jurídicos; en la anu-
labilidad, nacen con vida, tienen doble destino: son subsanados o convalida-
dos o son declarados nulos.
La nulidad tácita o virtual es aquella que sin venir declarada directamente
por el supuesto de hecho de una norma jurídica, se deduce o infiere del conte-
nido de un acto jurídico, por contravenir el mismo el orden público, las bue-
nas costumbres o una o varias normas imperativas. Por ejemplo, al menos en
nuestro sistema jurídico y por ahora, el matrimonio entre personas del mismo
sexo es nulo de pleno derecho. De esta forma todos los negocios jurídicos que
se celebran sin cumplir con los requisitos de orden legal serán nulos sin nece-
sidad de norma que lo disponga.
En este sentido Espinoza señala que: “El artículo 220 del CC establece
que la nulidad “puede ser alegada por quienes tengan interés o por el Minis-
terio Público” y que “puede ser declarada de oficio por el juez cuando resul-
te manifiesta”. Si es que existe discusión respecto de la producción (o no) de
dichos efectos, interviene el juez, declarando dicha nulidad. La resolución ju-
dicial de la nulidad tiene efectos ex tunc (o sea, retroactivos a la fecha de ce-
lebración del acto)”(87). Con respecto a la prescripción en el caso de algunos
de los negocios nulos Espinoza cita los siguientes casos: “(...) 2001.1 c.c, (...)
276 c.c. acción de nulidad de matrimonio no caduca (...)(88). La regla (art.
2001.1 del CC) establece que la nulidad del acto jurídico prescribe a los diez
años, mientras que en una norma especial se establece que la nulidad del ma-
trimonio no caduca.

(87) ESPINOZA ESPINOZA, Juan. Ob. cit., p. 491.


(88) Ídem.

49
jairo cieza mora

Asimismo señala, que “(...) quod nullum est, nullum producit effectum,
(...) el acto jurídico afectado de nulidad produce efectos jurídicos precarios y
dejará de hacerlo cuando haya una sentencia que lo declare como tal”(89).
Acerca de la invalidez jurídica se señala que “es el resultado de un juicio
de disvalor del ordenamiento respecto a un hecho o acto que expresa intere-
ses no merecedores de tutela(90). En posición que comparto, se sostiene que,
“en realidad, la equivalencia entre nulidad y ausencia de efectos es solo una
simplificación escolástica, utilizada prevalecientemente para distinguir, en el
ámbito de la categoría de la invalidez, las instituciones de la nulidad y de la
anulabilidad”(91). En esta línea de pensamiento, se sostiene que “la nulidad, en
cuanto categoría jurídica, expresa de por sí algo de relevante y de existente, al
menos en la minimalidad que permite la previsión y la aprehensión en el ám-
bito de un sistema de reglas aún donde el hecho, mejor dicho, el acto, está con-
tra la ley y por ello, no puede ser secundado por el ordenamiento”(92).
Espinoza reseñando el Código Civil italiano manifiesta que: “En el art.
1422 CC ita., la acción para solicitar la nulidad es impresciptible, salvo que
exista prescripción adquisitiva y que haya prescrito la acción de repetición (la
cual, a su vez, es de 10 años y de 5 si la repetición se refiere a prestaciones
de intereses o realizadas periódicamente). En efecto, “de la imprescriptibili-
dad de la acción de nulidad del contrato no se deriva también la imprescrip-
tibilidad de los derechos negados, impedidos o perjudicados por el contrato
nulo”(93).
Así se señala que: según el artículo 1274 del CC “la acción para recupe-
rar lo indebidamente pagado prescribe a los cinco años de efectuado el pago”.
El artículo 1275 del CC, siguiendo en parte el modelo italiano, establece que:
“No hay repetición de lo pagado en virtud de una deuda prescrita, o para cum-
plir deberes morales o de solidaridad social o para obtener un fin inmoral o

(89) Ídem.
(90) Ídem, citando a Laura DI BONA, M. Cristina DE CICCO, Lanfranco FERRONI y Aquila VILELLA,
Le nullità negoziali di diritto comune, speciali e virtuali, a cura de Lanfranco FERRONI, Giuffrè,
Milano, 1998, 6.
(91) ESPINOZA ESPINOZA. Ídem, citando a Maria COSTANZA, Gli effetti di rapporti giuridici nulli,
en AA. VV. L’invalidità degli atti privati, CEDAM, Padova, 2001, 91.
(92) Ídem.
(93) Ibídem, p. 492.

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PROBLEMÁTICA DE LA NULIDAD Y LA IMPUGNACIÓN DE LOS ACUERDOS ...

ilícito. Lo pagado para obtener un fin inmoral o ilícito corresponde a la insti-


tución encargada del bienestar familiar”(94).
El negocio jurídico nulo, entonces, produce efectos jurídicos precarios
hasta que, eventualmente, se declare su nulidad y esta tiene efectos ex tunc
(con calidad retroactiva). Además no se puede señalar que el negocio nulo
nunca surte efectos pues el propio ordenamiento peruano establece que no se
podrá accionar la nulidad de acto jurídico luego de diez años de haberse cele-
brado dicho acto. En cambio, y ahí su diferencia con la inexistencia, un nego-
cio inexistente o irrelevante puede ser impugnado de manera imprescriptible.
Con referencia al acto jurídico válido Morales Hervias en su reciente tra-
bajo señala: “Cuando un acto de autonomía privada presenta todos los requi-
sitos, que la ley prevé como necesarios, porque tal tipo de acto puede valer
como fuente de auto-normatividad, nosotros decimos que aquel acto es váli-
do: o, que es en sí idóneo para producir sus específicos efectos jurídicos. En-
tonces, la validez indica la regularidad del contrato”(95).
No hay, para Morales, contraposición entre el concepto de validez y el de
eficacia. Así establece: “El concepto de validez no se contrapone al de efica-
cia. La eficacia supone validez del contrato, pero no solamente validez, sino
además, idoneidad de producir consecuencias jurídicas. La eficacia del contra-
to es la productividad de los efectos jurídicos (mutaciones jurídicas o cambios
de situaciones jurídicas subjetivas). La eficacia indica la productividad de las
consecuencias jurídicas. El contrato es eficaz cuando produce sus efectos jurí-
dicos. En general el efecto jurídico es una mutación jurídica, es decir, el cam-
bio de una situación de derecho”(96).
Con respecto a la ineficacia, la doctrina que vengo siguiendo determina:
“En esta hipótesis estamos dentro de lo que se denomina en doctrina ‘inefica-
cia’ del acto de autonomía privada. Consecuentemente, la categoría genérica
que describe todos los supuestos en los cuales los actos de autonomía priva-
da no son eficaces, por no haber producido efectos jurídicos, o deja de pro-
ducir retroactivamente los efectos jurídicos o por desaparecer posteriormente

(94) Ídem.
(95) MORALES HERVIAS, Rómulo. Ob. cit., p. 199.
(96) Ibídem, p. 200.

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jairo cieza mora

los efectos jurídicos producidos inicialmente, recibe el nombre genérico de


ineficacia”(97).
Cuando se refiere a la invalidez y a la ineficacia en sentido estricto se dice:
“En la invalidez se incluyen hipótesis en que la ausencia de efectos es conse-
cuencia de una deficiencia intrínseca del acto y en la ineficacia en sentido es-
tricto se incluyen las hipótesis en que los efectos que dejan de producir son
consecuencia de algo extrínseco. (...) Es necesario no confundir la invalidez
con la ineficacia en sentido estricto aunque existen hipótesis que se ubican en
ambas situaciones. La invalidez y la ineficacia en sentido estricto son cuali-
dades del acto de autonomía privada que se ubican en niveles diferentes (Mi-
rabell). La invalidez expresa un juicio negativo de valor, de disconformidad
entre el acto de autonomía privada, como valor, y el orden jurídico, también
como valor. Invalidez es disvalor de acto de autonomía privada. (...) La
ineficacia en sentido estricto se refiere a casos en que el acto de autonomía
privada es privado de eficacia jurídica por otras causas que no son de invali-
dez, esto es, por causas no valorativas”(98).
Se señala que: “Un contrato es válido cuando existe correspondencia es-
tructural entre el hecho jurídico concreto [fattispecie] subordinado al juicio y
a la previsión normativa que fija las características del contrato. En cambio,
la ausencia de correlación entre el hecho y la previsión normativa dará lugar
a la invalidez”(99).
Sobre la invalidez se señala que: “La invalidez comprende cualquier de-
fecto originario de los actos de autonomía privada que implica a veces la ini-
doneidad para producir efectos, otras veces la precaria estabilidad de estos.
En efecto, la invalidez es aquella que se presenta al momento mismo de la
celebración del acto de autonomía privada, es decir, se trata de un acto afec-
tado por una causal de ineficacia desde el momento mismo de su celebración
o formación”(100).
Para Morales: “La invalidez más grave –la nulidad– hace que el acto ori-
ginariamente sea ineficaz; la invalidez menos grave –la anulabilidad– afecta la
regla contractual, pero no le impide generar provisionalmente efectos, aunque

(97) Ibídem, p. 201.


(98) Ibídem, p. 202.
(99) Ibídem, p. 203.
(100) Ibídem, p. 204.

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PROBLEMÁTICA DE LA NULIDAD Y LA IMPUGNACIÓN DE LOS ACUERDOS ...

sean precarios e inestables, los cuales están destinados a dejar de producirlos


retroactivamente con el eventual pronunciamiento judicial o arbitral de la anu-
labilidad del contrato”(101).
Otro sector de la doctrina nacional, señala, refiriéndose al Juicio de Con-
formidad, que: “La nulidad es la forma más grave de la invalidez negocial
(BIANCA). (...) concluye que el negocio no cumple con las “direcciones” es-
tablecidas por el ordenamiento jurídico”(102).
Citando a autorizada doctrina italiana se señala que: “La invalidez negocial
viene a constituir una sanción que el ordenamiento jurídico impone al nego-
cio que presenta “irregularidades”. (...) (BLIGIAZZI GERI, BRECCIA, BUS-
NELLI Y NATOLI)(103).
Para distinguir la nulidad de la anulabilidad establece que: “La invali-
dez negocial puede ser absoluta o relativa. Es absoluta cuando el requisito no
cumplido por un elemento o un presupuesto del negocio tutela intereses que
no son ‘disponibles’ por la parte o las partes (...). Es relativa cuando el requi-
sito en cuestión tutela intereses ‘disponibles’ por las partes (piénsese en el re-
quisito de la seriedad o en el de la ausencia de vicios). La invalidez absoluta
supone la nulidad del negocio; la invalidez relativa, en cambio, la anulabili-
dad del mismo”(104).
Con respecto a las causales de nulidad la doctrina que vengo siguiendo
señala:
Inciso 1 del artículo 219: “La falta de manifestación de voluntad supone,
en principio, no la nulidad del negocio sino la inexistencia del mismo, pues
sin aquella resulta imposible que se forme el supuesto de hecho en el que se
resuelve este último (o sea el negocio). El inciso materia de comentario, sin
embargo, considera que el “negocio” es nulo cuando no está presente el com-
ponente “volitivo”.
Con respecto al inciso 3 del artículo 219: (...) “El objeto del negocio ju-
rídico es el conjunto de preceptos o reglas que la parte o las partes declaran

(101) Ídem.
(102) ESCOBAR ROZAS, Freddy. “Causales de nulidad absoluta”. En: Código Civil Comentado. Ob. cit.,
p. 913.
(103) Ídem.
(104) Ibídem, p. 914.

53
jairo cieza mora

“hacer suyas” con miras a conseguir un resultado práctico aceptado por el or-
denamiento jurídico. Para que el objeto del negocio “alimente” a los efectos
“negociales”, es necesario que cumpla con ciertos requisitos normativamente
impuestos, a saber: la posibilidad (física y jurídica), licitud y la determinabi-
lidad. El inciso bajo comentario establece, precisamente, qué es lo que ocurre
cuando el objeto del negocio no cumple con dos de esos requisitos: la posibi-
lidad (física y jurídica) y la determinabilidad”(105).
Con respecto a la imposibilidad física, se señala: “(...) Ahora bien, la doc-
trina (OSTI, BETTI) ha distinguido, por un lado, entre una imposibilidad fí-
sica “absoluta” y una imposibilidad física “relativa”; y, por el otro lado, en-
tre una imposibilidad física “objetiva” y una imposibilidad física “subjetiva”.
La imposibilidad física “absoluta” constituiría un impedimento que no
puede ser vencido por la fuerza humana, en tanto que la imposibilidad física
“relativa” constituiría un impedimento que solo puede ser vencido empleando
un esfuerzo superior al ordinario.
Por su parte, “la imposibilidad física objetiva constituiría un impedimento
que determina que nadie pueda ejecutar la regla negocial, mientras que la im-
posibilidad física ‘subjetiva’ constituiría un impedimento que determina que
el deudor no pueda ejecutar la regla negocial. (...) En realidad, la única dis-
tinción que posee valor es aquella que diferencia entre una imposibilidad que
afecta a todos y otra que afecta a la parte deudora, (...)”(106). Se señala que “(...)
basta con que alguien pueda efectuar la regla negocial para que se considere
que esta es físicamente posible, sin que interese si la parte deudora se encuen-
tra o no en condiciones de cumplirla. La razón por la cual se sostiene esto es
la siguiente: si la parte deudora no está en aptitud de ejecutar la regla negocial
no importa, pues si bien no se le podrá pedir la satisfacción in natura del in-
terés de la parte acreedora, se le podrá exigir en cambio el id quod interest,
esto es, una indemnización que satisfaga por ‘equivalente’ dicho interés. (...)
otra corriente de opinión (...), considera que la regla negocial es físicamente
posible solo cuando la parte deudora está en aptitud de ejecutarla. (...) ¿cuál
es la correcta? La respuesta, en realidad, depende del interés que se trate de
privilegiar. (...) la posición que se adopte debe ser aquella que guarde cohe-
rencia con el régimen de responsabilidad que haya sido consagrado positiva-
mente. (...) posición objetiva en torno al referido requisito cuando el régimen

(105) Ibídem, p. 917.


(106) Ibídem, pp. 918-919.

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PROBLEMÁTICA DE LA NULIDAD Y LA IMPUGNACIÓN DE LOS ACUERDOS ...

de responsabilidad descansa en un factor subjetivo apreciable in concreto. Así


es, si un ordenamiento descansa en un factor subjetivo apreciable in concre-
to como eximente de responsabilidad, la parte acreedora no podría pretender
el pago de una indemnización por incumplimiento originado en imposibilidad
subjetiva (...)”(107).
Con respecto a que el objeto del negocio es jurídicamente imposible y a su
indeterminabilidad se señala que “cuando, en el plano de la realidad jurídica,
las reglas negociales no pueden ser ejecutadas, sea porque se dirigen a la con-
secución de un resultado (jurídico) no previsto por el ordenamiento jurídico
(piénsese en la constitución de una hipoteca sobre un bien mueble o en la ena-
jenación de un bien que se encuentra fuera del comercio), o porque no toman
en consideración algún supuesto exigido por este último para la obtención del
efecto deseado (piénsese en la necesidad de no tener deudas cuyo pago pueda
verse perjudicado con el patrimonio familiar que se desea constituir).
“Finalmente, el objeto del negocio es indeterminable cuando adolece de
‘vacíos’ que impiden la realización de la ‘operación’ que la parte o las partes
diseñan. Tales ‘vacíos’ dejan sin regulación determinados aspectos de la ‘ope-
ración’ indicada (p. e. el precio que se debe pagar por el bien), los cuales por
lo demás, no encuentran respuesta alguna por parte del ordenamiento, en el
sentido de que este no les provee de una regulación supletoria que posibilite la
consecución del efecto deseado. (...) piénsese en la reglamentación supletoria
provista por el artículo 1547 del Código Civil para el caso de la venta de bie-
nes comercializados habituales por el vendedor en la que no se ha pactado el
precio ni la forma de determinarlo)”(108).
Un caso de norma especial en donde se aprecian las diferencias entre in-
validez e ineficacia es la que regula el proceso concursal peruano. La Ley Ge-
neral del Sistema Concursal (Ley Nº 27809) en lo referido al tratamiento so-
bre la ineficacia de los actos del deudor insolvente regula esta en su artículo
19 que prescribe: Ineficacia de actos del deudor: “19.1 El juez declarará
ineficaces y, en consecuencia, inoponibles frente a los acreedores del concur-
so, los gravámenes, transferencias, contratos y demás actos jurídicos, sean
a título gratuito u oneroso, que no se refieran al desarrollo normal de la ac-
tividad del deudor, que perjudiquen su patrimonio y que hayan sido realiza-
dos o celebrados por este dentro del año anterior a la fecha en que presentó su

(107) Ibídem, p. 919.


(108) Ibídem, p. 920.

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jairo cieza mora

solicitud para acogerse a alguno de los procedimientos consursales, fue noti-


ficado de la resolución de emplazamiento o fue notificado del inicio de la di-
solución y liquidación”. El artículo 19 (por coincidencia) de la norma con-
cursal derogada establecía que: “Son nulos los gravámenes, transferencias y
demás actos y contratos, ya sean a título gratuito u oneroso (...)”. Como se
puede apreciar la Ley Nº 27146 (norma concursal derogada) nos habla de nu-
lidad, entendida como la forma más grave de invalidez negocial, mientras que
la Ley Nº 27809 se refiere a ineficacia, agregando el supuesto de la inoponi-
bilidad frente a los acreedores, situación que implica una diferencia sustancial
con respecto al primer supuesto.
La otra forma principal de invalidez está constituida por la anulabilidad,
“por la cual el contrato que ha producido sus efectos desde un comienzo, pue-
de ser declarado nulo a consecuencia de la impugnación propuesta por el su-
jeto legitimado para ello, es esta una figura que por su disciplina compleja, da
lugar a discusiones ásperas en la doctrina concentradas perfectamente en su
pertenencia al campo de la invalidez(109).
En efecto, “si se considera según la opinión tradicional que en la hipótesis
de anulabilidad el supuesto de hecho del contrato es incompleto no se expli-
caría como puede producir un efecto (así sea a título precario). Sin que quepa
responder, en el propósito de superar la objeción, que la anulabilidad es pre-
cisamente una forma incompleta de invalidez, derivada del vicio de un ele-
mento del contrato, a diferencia de la nulidad que proviene de la falta integral
de un elemento”(110).

(109) Cfr. Para la exposición de las principales teorías, FEDELE, La invalliditá, SCOGNAMIGLIO, Conti-
buto, cit, p. 421 y ss.), p. 242. Citados por SCOGNAMIGLIO. Teoría General del Contrato. Ob. cit.,
p. 229.
(110) Ibídem, p. 233. Al respecto el autor señala “el remedio de la anulabilidad puede desvincularse de la
idea tradicional, que funda esta suerte de invalidez, contraponiéndola así a la nulidad, en la necesidad
de tutelar un interés privado de manera principal, sino exclusivamente (el del contratante a quien se
atribuye la acción de anulación). En realidad el legislador dispone esta otra forma de invalidez en vir-
tud a la necesidad advertida por él de señalar para ciertas oportunidades un tipo de invalidez menos
grave que la nulidad, que podrá aplicarse solo delante de ciertas condiciones, cuando el sujeto legiti-
mado propone la correspondiente acción (obvio que dicho sujeto obrará según su propio interés, cir-
cunstancia que da pie para que se abuse de la mencionada tesis de la dependencia de la anulabilidad
del interés privado).
Apenas hay para qué precisar que es al legislador a quien corresponde en todos los casos decidir si es
pertinente dicha forma de invalidez (la doctrina admite que tampoco puede aceptarse la anulabilidad
virtual), como también atribuir la acción de anulación. Pero, sea el caso de precisar que sobre tal de-
cisión no es pequeño el influjo de la tradición, que se proyecta en el sentido de sancionar ciertas ano-
malías del contrato con la anulabilidad, por iniciativa del sujeto cuya determinación aparece viciada.
En consecuencia a pesar de que la nulidad es la sanción preponderante, según la regla sentada por el
artículo 1418 hay algunas materias reservadas a la anulabilidad. Tal lo que acontece por ejemplo, con

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PROBLEMÁTICA DE LA NULIDAD Y LA IMPUGNACIÓN DE LOS ACUERDOS ...

En el campo de la anulabilidad están los vicios de la voluntad: El error,


el dolo, la violencia y la intimidación. Siendo consciente que no es lugar para
tratar en extenso las figuras mencionadas, como referente, haré unas aprecia-
ciones acerca del error. En el caso del error llamado vicio o error en el moti-
vo o determinante de la voluntad autorizada doctrina nacional(111) señala que:
“El error vicio es, en definitiva, un problema psicológico de conocimiento de-
fectuoso, por insuficiencia de información o porque el sujeto no razonó ade-
cuadamente la información con que contaba. A la postre, estamos ante situa-
ciones de ignorancia o de equivocación”. Efectivamente consideramos que en
este tipo de error(112) de haberse conocido por el errans no hubiese declarado
la voluntad en el sentido que la efectuó influenciado por el error que distorsio-
nó la formación de su voluntad y generó que este hecho determinará radical-
mente su voluntad, por lo que se señala que es el motivo central para actuar
de determinada manera y no de otra con la que muy probablemente se hubie-
se identificado de no estar “desorientado” por el error(113).
Se señala que: “El error solo surge cuando hay confrontación entre él y la
verdad; por lo tanto, solamente podemos hablar de error cuando la proposi-
ción niega lo descubierto como válido o verdadero”(114). Existe entonces una
contraposición entre lo que se creía como válido o verdadero y lo que efec-
tivamente pertenece al mundo de lo real, de la realidad objetiva. Una cosa es
creer que estamos ante la verdad y otra la verdad misma o lo que los demás
consideran como válido y aceptable. Cuando se plantea esta discordancia en-
tre lo que se cree y lo real estamos ante el error y si este ha sido decisivo para

todos los casos en que la voluntad del contratante resulta viciada, en los cuales en caso de duda debe
optarse por la solución de la anulabilidad.
(111) LOHMANN LUCA DE TENA, Guillermo. Código Civil Comentado. 1ª edición, Gaceta Jurídica,
Lima, 2003, p. 855.
(112) Art. 205.- El error en el motivo solo vicia el acto cuando expresamente se manifiesta como su razón
determinante y es aceptado por la otra parte.
(113) Desde una óptica que rebasa lo jurídico en estricto LOHMANN LUCA DE TENA, Guillermo.
Ob. cit., p. 855., señala que: “El error, en realidad, solo interesa al ámbito del Derecho por sus efectos
y consecuencias, pero el origen del problema es ajeno al Derecho, porque concierne al entendimien-
to, definiendo a este como parte del proceso mental del razonamiento que concluye con una elección
y decisión. En este orden de ideas, todavía fuera de la esfera jurídica, se conceptúa como error todo
juicio o valoración que sea diferente del criterio que se acepta como valido en el campo del conoci-
miento sobre el que se ha expresado la elección o decisión, obsérvese que aludo a criterio aceptado
como válido, lo que es distinto de criterio verdadero”.
(114) Ibídem, p. 856.

57
jairo cieza mora

la toma de decisión sobre un negocio en particular nos encontramos ante un


error en el motivo, error vicio, error dirimente(115).
Sobre el particular respetada doctrina italiana(116) señala que: “En espe-
cial, si el falso conocimiento de la realidad altera el curso normal sociológi-
co que conduce a la plena determinación del sujeto, se dan los presupuestos
de un vicio de la voluntad o del consentimiento (error-vicio). En esta hipótesis
la manifestación de la voluntad negocial es conforme con el designio del su-
jeto, pero la voluntad se formó mal, sobre la base de representaciones que no
correspondían a la situación de hecho o de derecho”. Aquí se habla del “falso
conocimiento de la realidad” es decir la contradicción entre lo que se cree real
y lo verdaderamente real que ha originado ya sea por la escasa o parcial infor-
mación o la ignorancia que implica un mayor grado de desconocimiento que
genera la equivocación(117).
Para la doctrina alemana más autorizada(118): “Cuando un negocio jurídico
se apoya en varias declaraciones de voluntad (como el contrato), la impugna-
ción se refiere a la declaración de voluntad del que yerra pero afecta al nego-
cio jurídico, que pierde su validez por la anulación”. En este caso la sanción
del ordenamiento es la anulación del negocio en su integridad, sin perjuicio de
esto y como veremos a continuación adelantamos que consideramos que una
sanción más radical ha de presentarse en el supuesto que se produzca el llama-
do error impediente u error obstativo.
La doctrina que venimos siguiendo se coloca en el supuesto en que el
destinatario de la declaración del errans no haya conocido o no le sea posi-
ble conocer el error que ha desnaturalizado la formación de la voluntad del

(115) Ibídem, p. 857, nos dice que: “La ignorancia es distinta del error, pero jurídicamente se asimila a este,
porque en uno y otro caso el agente celebra un negocio que no concluirá como cierto, o que celebra-
ría en condiciones distintas. La ignorancia o falta de información conduce a conocimiento defectuo-
so y por lo tanto a formarse como un criterio de las cosas distinto del correcto”.
(116) BIGLIAZZI GERI, Lina. Tratado de Derecho Civil. Tomo I, Volumen II, Universidad Externado,
Colombia, 1995, p. 817.
(117) Para una distinción entre error esencial y error determinante: Ibídem, 1995, pp. 820-821, que señala:
“Para darse cuenta de la diferencia entre error determinante y error esencial es oportuno tener presente
que la ley no da una definición del error esencial, sino que se limita (como se acaba de decir) a enun-
ciar una serie de hipótesis –todas relativas a errores que inciden en el negocio en su conjunto (natura-
leza del acto de autonomía) o en sus términos y elementos (identidad, calidad y cantidad de la presta-
ción; identidad y calidad de la persona)– en las que el error presenta aquella característica (art.1429),
especificando en un caso que el error, para que sea esencial, debe ser determinante no solo para el su-
jeto contratante, sino también conforme a la apreciación común y con relación a las circunstancias”.
(118) FLUME, Werner. El negocio jurídico. 4ª edición. Fundación Cultural del Notariado, Madrid, 1998,
p. 501.

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PROBLEMÁTICA DE LA NULIDAD Y LA IMPUGNACIÓN DE LOS ACUERDOS ...

declarante por lo que tiene derecho a solicitar el mantenimiento o la conser-


vación del negocio jurídico en los términos en que el errans consideraba que
eran acordes con la realidad. Así la doctrina en mención(119) indica: “(...) al de-
recho de impugnación se opone un contraderecho de la otra parte para, me-
diante declaración, sin demora, de que el negocio jurídico debe valer en el sen-
tido inicialmente supuesto por quien incurrió en error, repeler la impugnación
con la consecuencia jurídica de que el negocio jurídico valga desde el princi-
pio tal como valdría si quien recibió la declaración la hubiera entendido en el
mismo sentido imaginado por quien erró”.
En sede nacional la doctrina(120) siguiendo a la mejor doctrina italiana ha
señalado: “Stolfi manifiesta: para ser válido y producir, por lo tanto, sus efec-
tos el negocio jurídico debe constar de no solo una voluntad y de una manifes-
tación, sino, además, de una voluntad libremente emitida. Por consiguiente, si
su proceso de formación fue perturbado por alguna causa que indujo a la par-
te a expresar una voluntad diversa a la que habría manifestado, es dudoso si el
acto ha de considerarse válido o no”. En el orden que venimos siguiendo en el
presente apartado el autor citado se refiere al error como elemento perturbato-
rio en la formación de la voluntad y que lo ha decidido a actuar de manera es-
pecífica pero contraria a la que hubiese asumido de no haberse producido el
elemento alienante en la formación de su voluntad, en concreto estamos ante
el error vicio o error en el motivo(121).
Con respecto al denominado error obstativo o error obstáculo o error en
la declaración trascrito líneas arriba abundante doctrina nacional y extranjera
se ha pronunciado al respecto. Por lo tanto solamente nos queda plantearnos

(119) Ídem.
(120) TABOADA, Lizardo. Acto jurídico…, Ob. cit., p. 357.
(121) Ibídem, p. 360.
En este mismo sentido el Profesor Taboada expresa que “(...) el error como vicio de la voluntad con-
siste en una falsa representación de la realidad, que actúa como móvil o coeficiente determinante de
la declaración de voluntad, afectando el mismo proceso de formación de la voluntad correctamente
declarada. Existe coincidencia en la doctrina en que esta falsa representación de la realidad puede ser
consecuencia, bien sea de un conocimiento equivocado o de la ignorancia, esto es, de un total desco-
nocimiento de la verdadera situación”.
Sigue el autor citado señalando en la misma línea de pensamiento que “(...) el error dirimente, error
vicio, error motivo, o error en el contenido, que consiste en una falsa representación de la realidad,
bien sea por un conocimiento equivocado de la misma o por ignorancia, es decir por total ausencia
de conocimiento de aquella. En otras palabras, en esta clase de error no existe una discrepancia entre
la voluntad interna y la voluntad declarada, pues ambas voluntades coinciden perfectamente, ya que
el sujeto ha declarado su verdadera voluntad, solo que dicha voluntad interna –que ha sido efectiva-
mente declarada– se ha formado viciosamente por un error”.

59
jairo cieza mora

algunas interrogantes desde nuestra perspectiva. En primer término es preciso


plantearse si se debe tener el mismo tratamiento en cuanto a consecuencias ju-
rídicas entre el error vicio descrito precedentemente y el error obstativo o los
efectos jurídicos y las sanciones del ordenamiento jurídico deben ser disími-
les. Asimismo es importante también plantearse si el disenso es lo mismo que
el error obstativo o es distinto y por lo tanto su tratamiento en cuanto a efec-
tos y sanciones del ordenamiento tienen que ser diversas.
Vayamos por partes, recurrida y autorizada doctrina italiana(122) expre-
sa que: “El error a veces no influye en el proceso formativo de la voluntad
negocial, sino que recae sobre la manifestación o sobre la transmisión. De
este error –llamado obstativo– se trató anteriormente para ilustrar la teoría
de la confianza y los casos de divergencia entre la voluntad y declaración. En
verdad el error que recae exclusivamente sobre la manifestación –o sobre la
transmisión de la manifestación– no entra en los vicios del querer y debería
ser examinado separadamente”.
Concuerdo con esta afirmación doctrinaria pues una cosa es la interfe-
rencia, influencia, como ellos la denominan, en la formación de la voluntad
negocial y otra situación jurídica muy diferente es que el error se patentice en
la declaración o manifestación de la voluntad, con lo cual hay una divergen-
cia entre voluntad y declaración que no podría tener los mismos efectos jurí-
dicos que una malformación de la voluntad negocial influenciada por el error.
La doctrina que venimos siguiendo(123) señala que: “A la par del error –vi-
cio también del error– obstativo, se dice que es determinante cuando la par-
te resultó inducida a estipular el acto por efecto de tal error (y el descubri-
miento del error habría inducido al contratante a no celebrar aquel negocio
concreto)”.
Pese a lo antes indicado debe quedar claro que la diferencia fundamental
entre el error vicio y el error obstativo está que en el primero se presenta una
interferencia en la formación de la voluntad negocial del errans mientras que
en el segundo no es que haya un vicio en la formación volitiva sino que la de-
claración es divergente con la voluntad; por lo cual las consecuencias o efec-
tos jurídicos entre uno y otro tipo de error son completamente distintas. Ahora,
en ambos tipos de error lo determinante es que para adoptar una declaración

(122) BIGLIAZZI GERI, Lina. Tratado de Derecho Civil. Ob. cit., p. 818.
(123) Ibídem, p. 819.

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PROBLEMÁTICA DE LA NULIDAD Y LA IMPUGNACIÓN DE LOS ACUERDOS ...

de voluntad, lo prioritario sea que el error sea el elemento determinante para


la adopción de una decisión voluntaria determinada y que de no haberse ma-
nifestado el error (es), esta decisión no se habría producido(124).
Con respecto al disenso mencionado líneas arriba doctrina clásica italia-
na(125) señala: “(...) Así, pues, mientras que para algunos autores el disenso es
igual al error obstativo, sancionándolo con la nulidad o la inexistencia del ne-
gocio jurídico, para otros ambas figuras son completamente distintas, debien-
do el error obstativo asimilarse en todo caso al error vicio, denominado por la
doctrina francesa error dirimente, error en el contenido de la declaración de
voluntad por la doctrina alemana, y/o error motivo por algún sector de la doc-
trina italiana”.
Como se puede apreciar la doctrina no ha sido unánime en cuanto al disen-
so y al error obstativo, considero que el disenso es una especie o modalidad
(no es en sentido negocial evidentemente) del error obstativo pero esa diferen-
cia basta para que las consecuencias jurídicas en caso de presentarse el uno o
el otro sean variadas. En el error obstativo o error en la declaración o error im-
pidiente existe una concreta y objetiva divergencia entre la voluntad y la pro-
pia declaración, mientras que en el disenso no hay divergencia entre la volun-
tad y la propia declaración esta última corresponde a la primera lo que sucede
es que la disfuncionalidad, divergencia o diferente interpretación se presenta
entre las declaraciones integrantes de la relación negocial. Esto explica que en
el caso de existir una divergencia o contraposición entre voluntad y declara-
ción (error obstativo) la sanción, contra lo que dice nuestro Código Civil de-
bería ser la nulidad o inexistencia (figura que no contempla nuestro ordena-
miento pero cabe para la ausencia de voluntad, como hemos visto) mientras
que para la contraposición o diferente entendimiento entre dos o más declara-
ciones de voluntad (pero no respecto la divergencia entre las propias volunta-
des y sus expresiones) (disenso) la sanción que el ordenamiento jurídico pue-
de otorgar es la de la anulabilidad.

(124) Para un aspecto relevante del error en la propia declaración y la declaración de la otra parte y sus
efectos en el negocio: FLUME, Werner. El negocio jurídico, Ob. cit., p. 500, quien señala:
“Aunque solo el error en relación a la propia declaración es relevante, es frecuente que en el momento
de perfeccionarse el contrato dicho error tenga su fundamento en la comprensión errónea de la decla-
ración de otra parte. El error respecto de la declaración de la otra parte conduce entonces, al perfec-
cionarse el contrato, al error respecto de la propia declaración cuando esta se limita al mero asenta-
miento y con ello toma su contenido de la declaración de la otra parte”.
(125) STOLFI, Giuseppe. Teoría del negocio jurídico. Ob. cit., pp. 169-170.

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jairo cieza mora

Sobre el particular doctrinal nacional(126) expresa: “En el caso del deno-


minado error obstativo, error obstáculo o error en la declaración, se presenta
cuando el sujeto declara una voluntad distinta a su verdadera voluntad inter-
na, ya sea porque ha declarado inconscientemente una voluntad diferente. En
este sentido es bastante nítida la diferencia conceptual entre ambas clases de
error. Es por ello que la doctrina en forma unánime sanciona al error dirimen-
te con la anulabilidad del negocio jurídico, mientras que al error en la declara-
ción con la nulidad y con la inexistencia del negocio jurídico”.
Estoy de acuerdo con la posición del profesor Taboada ya que queda cla-
ro que en el caso del error vicio, explicado someramente, hay una malforma-
ción de la voluntad negocial por el error, pero hay voluntad al fin, mientras
que como hemos visto en el error obstativo no existe la voluntad pues la que
se presenta no es ni siquiera voluntad malformada sino que no es la volun-
tad que se quiso expresar, pues la declaración expresa una situación eminen-
temente distinta del propio querer, de allí que el profesor Taboada opte por la
sanción de anulabilidad para el error vicio y la de nulidad para el obstativo(127).
Abundando en el tema del disenso, autorizada doctrina alemana(128) señala
que: “Por nuestra parte, creemos que el disenso no puede asimilarse a la figu-
ra del error obstativo, ya que mientras este último consiste en una discrepancia
entre la voluntad declarada y la voluntad interna, esto es, en una equivocación
respecto a la propia declaración de voluntad, el disenso se da cuando una de
las partes se equivoca respecto a la declaración de la otra parte. Es decir, mien-
tras que el error obstativo consiste en un error respecto a la propia declaración
de voluntad, el disenso consiste en un error sobre la declaración de voluntad
ajena. Debe señalarse igualmente que en los casos de disenso las declaracio-
nes de voluntad de las partes coinciden cada una de ellas con sus respectivas
voluntades internas, no siendo ambas declaraciones de voluntad coinciden-
tes entre sí”. Efectivamente, como ya se adelantara el error obstativo implica

(126) TABOADA, Lizardo. Acto jurídico…, Ob. cit., p. 361.


(127) Sobre el particular y ahondando en lo señalado TABOADA, Ibídem, p. 362. quien manifiesta: “El
error en la declaración debe distinguirse rigurosamente del error en los motivos. Este influye sobre la
voluntad, llevando a una resolución que sin el error no se hubiera formado de otro modo. Ahora bien,
con esta resolución coincide la declaración (a menos que además exista un error en la declaración).
Así pues, por regla general, el negocio no es impugnable. Así lo exige la seguridad del tráfico y lo re-
conocen todos los ordenamientos jurídicos. En cambio, el error en la declaración no influye sobre la
formación de la voluntad y sobre el contenido de la misma, sino que produce una declaración diver-
gente de la voluntad”.
(128) ENNECCERUS/KIPP/WOLF. Tratado de Derecho Civil. Tomo II, Volumen II, Bosch, Barcelona,
1954, p. 212.

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PROBLEMÁTICA DE LA NULIDAD Y LA IMPUGNACIÓN DE LOS ACUERDOS ...

una contradicción entre la propia voluntad y la declaración y el disenso es un


desacuerdo entre dos declaraciones de voluntad pero en donde no hay contra-
dicción interna en cada una de estas declaraciones con sus propias voluntades.
Haciendo un análisis sobre lo que acontece sobre el particular en sede na-
cional Taboada(129) describe que: “La posición de la doctrina nacional sobre el
disenso y el error obstativo manifestada por Fernando Vidal Ramírez expresa,
que antes de entrar a considerar cada uno estos errores esenciales, hay que de-
tenerse en el denominado error obstativo u obstáculo, también llamado impe-
diente, que algún sector de la doctrina llama disentimiento, y que la moderna
doctrina prefiere reconocerlo como error en la declaración. Según Josserand,
este error no solo vicia sino que destruye el consentimiento. Los Mazeud lo
definen como el error que impide el acuerdo de voluntades, y por eso prefie-
ren llamarlo impediente, y lo explican en el sentido de que los dos contratan-
tes no se han entendido; cada uno se ha engañado no sobre lo que él quería,
sino sobre lo que quería el otro contratante, el error impediente –dicen– es un
‘diálogo de sordos’. Por eso –concluyen– hay que ver en él algo más que un
vicio del consentimiento: impide el consentimiento, el acuerdo de las volun-
tades, en realidad, existe una ausencia de consentimiento, que lleva consigo la
nulidad absoluta del contrato”(130).
Si bien es cierto Vidal Ramírez no fija una posición al respecto al citar a la
doctrina francesa antes mencionada consideramos que está de acuerdo que en
el caso del disenso o “diálogo de sordos” como se grafica, habría como san-
ción del ordenamiento la nulidad absoluta del contrato.
Lizardo Taboada, continuando el recuento de lo que señala la doctrina na-
cional al respecto, transcribe lo expresado por el Profesor Lohmann: “Por su
parte Guillermo Lohmann, quien nos dice que el error obstativo también lla-
mado por algunos error obstáculo o impropio constituye un error en la decla-
ración de voluntad o en la transmisión de esta. Se le denomina error impropio
porque en realidad no está perturbada la formación de la voluntad del agen-
te declarante. El proceso mental, el razonamiento que invita a las partes a to-
mar una decisión, no ha experimentado malformación alguna. En este orden
de ideas, el error obstativo afecta a la voluntad de realizar un acto adecuado
a la voluntad negocial, siendo esta última la que ha elaborado el propósito o

(129) TABOADA, Lizardo. Ob. cit., pp. 364-365.


(130) Esta cita la efectúa el profesor mencionado en VIDAL RAMÍREZ, Fernando. Teoría general del acto
jurídico. Cultural Cuzco, Lima, 1986, pp. 423-425.

63
jairo cieza mora

intención de ciertos efectos o resultados. El error obstativo revela que se ha


producido una disconformidad entre lo querido y lo declarado; es decir, la de-
claración ha venido a obstaculizar, por error, la voluntad que hay sanamente
querida. La manifestación ha sido infiel a lo verdaderamente querido. La dis-
conformidad señalada es involuntaria, claro está. Conforme veremos amplia-
mente (artículo 208), el error obstativo comprende la hipótesis de disenso,
que concurre cuando en negocios plurilaterales la parte receptora de la decla-
ración entiende otra cosa distinta de la declarada y, creyendo que coincide con
la suya, presta su consentimiento. Aparte del disenso, puede el error obstati-
vo revestir otras modalidades: equivocación del declarante, verbal o escrita;
equivocación en la transmisión de la declaración por un tercero; error sobre
el significado de lo declarado. (...) el disenso solamente puede ser error obsta-
tivo (en el sentido que opera como él y tiene igual tratamiento), y presupone
desde luego que se trata de negocios bilaterales. Es indudable que el disenso
tiene características propias que lo distinguen del error obstativo u obstáculo,
solo que en este error la divergencia está entre la voluntad y declaración y en
el disenso está en la forma que la declaración ha sido percibida. En un caso el
error está en la declaración propia; en el disenso hay error por la declaración
ajena, que hace aparecer una no existente concordancia entre las declaracio-
nes de las partes. La existencia de un error en la declaración debe determinar-
se antes de comprobar la existencia de un error-vicio”(131).
Por ineficacia en sentido estricto se entiende aquel supuesto en que el ne-
gocio, aún siendo válido, no es de suyo suficiente para dar nacimiento a los
efectos previstos: el negocio no se considera idóneo a nivel dinámico o fun-
cional para la ejecución plena de la ordenación de intereses prevista en la au-
torregulación(132). En ella existe una circunstancia, es decir, un hecho extraño
al negocio, que impide su eficacia o determina su ineficacia(133).
La rescindibilidad “es una forma de invalidez del contrato puesta prin-
cipalmente a tutela de quien contrata en condiciones inicuas por su estado de
necesidad o peligro”(134).

(131) LOHMANN LUCA DE TENA, Juan. Negocio jurídico. Ob. cit., p. 340.
(132) BRECCIA, BIGLIAZZI-GERI,NATOLI y BUSNELLI. Derecho Civil. Hechos y actos jurídicos.
Tomo I. Vol. 2, Traducción de la 1ª edición Italiana, Universidad externado de Colombia, Bogotá
1992, p. 993 Citado por PALACIOS, Eric, Ob. cit., p. 102.
(133) SANTORO PASSARELLI. Doctrinas generales del Derecho Civil. Editorial revista de Derecho Pri-
vado, Madrid, 1965, p. 294. PALACIOS, Ob. cit., p. 102.
(134) BIANCA. Ob. cit., p. 642.

64
PROBLEMÁTICA DE LA NULIDAD Y LA IMPUGNACIÓN DE LOS ACUERDOS ...

Así tenemos que el artículo 1370 del Código Civil establece que “la resci-
sión deja sin efecto un contrato por causal existente al momento de su celebra-
ción”. A manera de ejemplo el artículo 1447 del CC preceptúa lo concerniente
a la institución de la pretensión rescisoria por lesión solo en el caso de apro-
vechamiento de estado de necesidad más no de peligro(135). También en el caso
de la compraventa de bien ajeno y la compraventa sobre medida.
No alcanza a los motivos del presente libro, pero sin embargo es perti-
nente dejar constancia que las instituciones a desarrollarse dentro de la espe-
cie “ineficacia en sentido estricto” son: a) la suspensión, b) la resolución, c) la
condición resolutoria, d) la revocación y e) la caducidad.

(135) Artículo 1447.- “La acción rescisoria por lesión solo puede ejercitarse cuando la desproporción en-
tre las prestaciones al momento de celebrarse el contrato es mayor de las dos quintas partes y siempre
que tal desproporción resulte del aprovechamiento por uno de los contratantes de la necesidad apre-
miante del otro. Procede también en los contratos aleatorios, cuando se produzca la desproporción
por causas extrañas al riesgo propio de ellos”.

65
CAPÍTULO II

NATURALEZA DE LOS ACTOS


ASAMBLEARIOS EN ASOCIACIONES Y
SOCIEDADES ANÓNIMAS

Es importante antes de entrar de lleno a la nulidad e impugnación de acuer-


dos discurrir por algunos aspectos vinculados a los actos asamblearios emana-
dos de las asociaciones y aquellos derivados de los órganos societarios, dada
su importancia en el desarrollo de las personas jurídicas, tanto en las que ca-
recen de una finalidad lucrativa como las que ostentan tal objetivo. Es inte-
resante poder apreciar las bases jurídicas análogas que se presentan tanto en
la impugnación de los actos derivados de los órganos de una asociación, por
ejemplo, de aquellos que emanan de los acuerdos tomados en una Junta Ge-
neral de Accionistas. La impugnación de acuerdos asociativos o societarios es
un tema de mucha incidencia práctica, por lo que resulta necesario tratar as-
pectos que son comunes y concurrentes a esta institución del Derecho de las
Personas (art. 92 del Código Civil) y también al Derecho Societario (arts. 38,
139 y siguientes de la Ley General de Sociedades). Así tenemos, que el pre-
sente capítulo observará la dimensión referida a la naturaleza jurídica de los
actos asamblearios (sean asociativos o societarios). Para vincular las insti-
tuciones materia de análisis con el derecho vivo, es decir, la jurisprudencia
transcribimos primero dos resoluciones judiciales, siendo la primera referida
a la impugnación de acuerdos a fin de que se declare la nulidad de la Asam-
blea General Ordinaria de la Asociación Pro Vivienda de los Trabajadores de
la entonces llamada Entel Perú. La segunda resolución transcrita versa sobre
la impugnación de acuerdos societarios que violentan el pacto social o el es-
tatuto y su consecuente nulidad, así sean adoptados por mayoría o incluso por
unanimidad.

67
jairo cieza mora

I. LAS SENTENCIAS
1. Expediente N° 02-96(136)
Demandante : Raúl Espinoza Romero
Demandado : Asociación Pro Vivienda de los Trabajadores de
ENTEL Perú
Materia : Impugnación de Acuerdo
Sec. Sr. Tripsmana
Resolución Número seis
Lima, trece de diciembre de mil novecientos noventiseis
VISTOS: Resulta de Autos 1) Que, por escrito de fojas cuerentiseis a fo-
jas cincuenta, el demandante RAÚL ALFONSO ESPINOZA ROMERO
interpone Demanda de NULIDAD E IMPUGNACIÓN DE ACUERDO
DE ASAMBLEA GENERAL ORDINARIA DE ASOCIADOS, y la di-
rige contra la ASOCIACIÓN PROVIVIENDA DE LOS TRABAJADO-
RES DE ENTEL PERÚ, del Distrito de San Juan de Miraflores, a fin de
que efectuados los trámites de Ley se declaren nulos todos los acuerdos
tomados en dicha Asamblea General Ordinaria del día trece de enero de
mil novecientos noventa y seis por cuanto el Señor Ántero Alfonso García
Tenorio, detentando el cargo de Presidente del Consejo de Administra-
ción convocó a una Asamblea Ordinaria y que su mandato había conclui-
do el veinte de abril de mil novecientos noventa y cuatro, así mismo que la
asamblea se convocó sin respetar los ocho días que establece el Estatuto;
Ampara su demanda en el artículo 92 del Código Civil y su modificatoria
del Código Procesal Civil Ley 13500 y su reglamento D.S. 131-VC-64 y
artículos 24,29,60 y siguientes del Estatuto y el D.S. 012-87-VC; 2) Por
resolución N° uno se dicta el Auto Admisorio de la Demanda, y se orde-
na se tramite en la Vía Abreviada el presente proceso, así como se corra
traslado de la Demanda y sus recaudos a la parte emplazada, la misma que
absuelve mediante escrito de fs. Ochenta y cinco, mediante la cual dedu-
ce excepción de falta de legitimidad para obrar del demandado, asimismo
mediante escrito de fojas ciento treinticinco a ciento cuarenta y cuatro, el

(136) Este precedente jurisprudencial ha sido tomado de Diálogo con la Jurisprudencia. Año 8 N° 50, no-
viembre de 2002, p. 298

68
PROBLEMÁTICA DE LA NULIDAD Y LA IMPUGNACIÓN DE LOS ACUERDOS ...

demandado representado por el Señor Ántero García Tenorio, contesta la


Demanda, quien refiere que el actor no tiene facultad para ejercer ningún
derecho en virtud de que este no ha cumplido con sus obligaciones a favor
de su institución, asimismo refirió que a partir de la fusión de Entel Perú
con la Cia. Peruana de Teléfonos y que fueron adquiridas después por la
Compañía Telefónica de España y la cual dejó de hacer los descuentos por
planillas a los pocos asociados de su representada y que aún permanecen
laborando, por lo que vio mermados sus ingresos a límites inimaginables
por lo que recurrieron a fórmulas que generarán algún ingreso a su repre-
sentada y que un grupo de ciudadanos en la que se encontraba el deman-
dante, así como algunos asociados y otros le dirigen una carta en la cual le
solicitaban la Convocatoria a una Asamblea General de Asociados, reco-
nociéndole su condición de Presidente en ejercicio del Consejo de Admi-
nistración de AVINTENTEL, y por tal motivo se convocó a la Asamblea
del trece de enero del año en curso; Agrega que su periodo como presiden-
te vencía en mil novecientos noventa y cuatro, y que la convocatoria a di-
cha Asamblea se hizo mediante esquelas con antelación y conforme al es-
tatuto 3) Por Resolución Número cuatro se cita a las partes a la Audiencia
de Saneamiento Procesal y Conciliación , la misma que se realizó confor-
me es de verse a fs. Ciento cincuenta y seis a ciento cincuenta y ocho con
la concurrencia del apoderado del demandante y el representante legal de
la demandada, en la que se declara infundada la excepción de falta de le-
gitimidad del demandante y procediéndose a declarar saneado el proceso,
no se pudo arribar a conciliación alguna, señalándose los puntos contro-
vertidos y posteriormente admitiéndose los medios probatorios, que fue-
ron actuados en la audiencia de su propósito conforme es de verse de fo-
jas ciento cincuenta y nueve a fojas ciento sesenta y tres, siendo su estado
la de expedir sentencia la que procede a dictarse
CONSIDERANDO: Primero.- Que conforme lo establece el artículo
188 del Código Procesal Civil, la finalidad de los medios probatorios es-
tán orientados a acreditar los hechos expuestos por las partes y produ-
cir certeza en el juez respecto de los puntos controvertidos: Segundo.-
Que, conforme se aprecia de la demanda y sus recaudos, la Impugnación
de Acuerdos de Asamblea estriba en el hecho de que quien lo convocó
adolecía de legitimidad para hacerla, lo cual es de apreciar que en la fi-
cha registral de fojas diez efectivamente por Asamblea General Extraor-
dinaria del Siete de diciembre de mil novecientos noventa y uno se con-
formó el Consejo de Administración de AVITENTEL como Presidente al
Señor Antero García Tenorio por tres años cuyo cargo vencía el veinte de

69
jairo cieza mora

abril de mil novecientos noventa y cuatro; hecho que finalmente es admi-


tido por el emplazado en su escrito de contestación conforme es de verse
a fojas ciento trentinueve numeral cuatro. Por lo que resulta de aplicación
lo dispuesto en el Decreto Supremo N° 012-87-VC, que regula la Función
de las Asociaciones Pro Vivienda en su artículo segundo, en tanto que “el
mandato de los dirigentes termina inexorablemente al vencimiento del pe-
riodo para el cual fueron elegidos . Los actos que realicen a nombre de la
Asociación Pro-Vivienda los socios cuyos mandatos como dirigentes han
vencido, no la obligan ni surten efecto legal contra ella”, Tercero.- Que,
estando al presupuesto que antecede resulta innecesario pronunciarse res-
pecto a la forma de dicha Asamblea. Por cuanto desde su convocatoria esta
carecía de validez por lo que estando a estas consideraciones y de confor-
midad con lo establecido en el artículo 92 del Código Civil y administran-
do Justicia a nombre de la Nación FALLO: Declarando FUNDADA la
demanda de fojas cuarenta y seis a fojas cincuenta, en consecuencia Nula
la Asamblea General Ordinaria de Asociados del día trece de enero de mil
novecientos noventa y seis.
Exp. N° 631-97
RESOLUCIÓN N° 04
Lima, trece de junio de mil novecientos noventa y siete
VISTOS: Interviniendo como Vocal ponente la Doctora Barrera Utano,
por sus fundamentos y CONSIDERANDO además: Primero: Que, don
Ántero Alfonso García Tenorio tenía mandato como presidente de la aso-
ciación emplazada solo hasta el veinte de abril de mil novecientos noven-
ta y cuatro, por ende no debió convocar ni presidir la Asamblea General
de fecha trece de enero de mil novecientos noventa y seis, pues contrave-
nía lo dispuesto en los artículos vigésimo quinto y cuarentiseis - inciso “c”
del estatuto de la asociación; Segundo: Que, en consecuencia , carece de
sustento el agravio invocado por el apelante respecto a que se ha contra-
venido lo dispuesto en el artículo noventa y dos del Código Civil, al con-
siderar que no se ha tomado en cuenta que el actor no dejó constancia de
su oposición en el acta correspondiente, pues dicha Asamblea fue convo-
cada y llevada a cabo en forma irregular; CONFIRMARON la sentencia
apelada de fs. ciento sesenticinco, ciento sesenta y seis y ciento sesenti-
siete, su fecha trece de diciembre de mil novecientos noventa y seis, que
declara fundada la demanda de fojas cuarenta y seis a cincuenta y en con-
secuencia Nula la asamblea General Ordinaria de la Asociación de fecha

70
PROBLEMÁTICA DE LA NULIDAD Y LA IMPUGNACIÓN DE LOS ACUERDOS ...

trece de enero de mil novecientos noventa y seis, Hágase saber y devuél-


vase al Juzgado de Origen.
SS. CASTILLO LA ROSA SÁNCHEZ/ GONZALES CAMPOS/ BA-
RRERA UTANO

2. CASACIÓN /Cas. N° 1953-2001-ICA (publicado en El Peruano el


31 de octubre del 2002)
Lima, ventiocho de diciembre del dos mil uno
La Sala Civil Permanente de la Corte Suprema de Justicia de la Repúbli-
ca del Perú, vista la causa en audiencia pública en la fecha, emite la si-
guiente sentencia; 1.- MATERIA DEL RECURSO: Se trata del recurso
de casación interpuesto por don Emilio Soldi Panizo, contra la resolución
de vista de fojas ciento cuarentiséis, su fecha cuatro de mayo del dos mil
uno, que confirmando la apelada de fojas ciento veintitrés, su fecha treinta
y uno de enero del dos mil uno, declara improcedente la demanda de nuli-
dad de acuerdos societarios con lo demás que contiene. 2. FUNDAMEN-
TOS POR LOS CUALES SE HA DECLARADO PROCEDENTE EL
RECURSO: Concedido el recurso de casación a fojas ciento cincuenta
y ocho, fue declarado procedente mediante auto de fecha veintiocho de
agosto del dos mil uno; por las causales contenidas en los incisos uno y
tres del artículo trescientos ochenta y seis del Código Procesal Civil, al de-
nunciarse la aplicación indebida de los artículos trentitrés y trenticuatro,
concordantes con el artículo ciento treinta y nueve de la Ley General de
Sociedades, así como la contravención de normas que garantizan el dere-
cho a un debido proceso al sostenerse que la sentencia de vista no se sujeta
al mérito de lo actuado y al derecho, además, no se ha efectuado una debi-
da motivación de la recurrida, conforme lo exige el artículo ciento trenti-
nueve inciso cinco de la Constitución del Estado, ya que no se señala el
motivo por el cual se llega a la conclusión de que las sesiones de directo-
rio cuestionadas han cumplido exigencias establecidas en la Ley General
de Sociedades, es decir, si se han sido llevadas a cabo con las formalida-
des de ley, finalmente que se ha declarado la improcedencia de la deman-
da, sin tenerse en consideración que dicha apreciación no solo es equivo-
cada, sino también extemporánea, ya que en la etapa de saneamiento se ha
declarado la existencia de una relación jurídica procesal válida, no exis-
tiendo causal de justificación excepcional que dé lugar a la aplicación de
lo previsto por el párrafo final del artículo ciento veintidós del Código
adjetivo, por lo que no correspondía dictarse un fallo inhibitorio, sino uno

71
jairo cieza mora

sobre el fondo de la controversia 3. CONSIDERANDOS: Primero: En


primer término es necesario examinar la denuncia realizada al amparo de
la causal referida en la contravención de las normas que garantizan el de-
recho a un debido proceso, porque de existir tal situación ya no cabe pro-
nunciamiento, sobre el fondo de la materia controvertida. Segundo: Es
garantía constitucional y principio de la función jurisdiccional, prevista
en el artículo ciento treinta y nueve inciso cinco de la Constitución Polí-
tica del Perú, la motivación escrita de las resoluciones judiciales en todas
las instancias, excepto las de mero trámite, con mención expresa de la ley
aplicable, y de los fundamentos de hecho en que se sustentan. Tercero:
Asimismo, el artículo ciento veintidós inciso tres del Código formal pres-
cribe que toda resolución contendrá la relación correlativamente enume-
rada de los fundamentos de hecho y los respectivos de derecho que sus-
tentan su decisión, Cuarto: La motivación de las resoluciones judiciales
puede ser conceptuada como el argumento o razón del modo de solución
de un conflicto, esto es, trata de explicar y dar a comprender los motivos
que ha tenido la autoridad judicial para fallar en determinada manera (De-
recho judicial, Víctor García Toma, CONCITEC, mil novecientos noven-
ta, pagina dieciséis). Quinto: En el caso de autos la sala Civil Superior
resuelve confirmar la sentencia apelada que declara improcedente la de-
manda de nulidad de acuerdos societarios, bajo el fundamento de que la
pretensión del accionante se sostiene en la sesión de Directorio efectua-
da el diecinueve de agosto del dos mil, cuya nulidad se persigue, ha sido
instalada con omisión de la formalidad de publicidad y del pacto social,
cuando de los medios probatorios obrantes en autos ha quedado demos-
trado que esta sesión inicial de directorio ha sido debidamente ratificada
por otra sesión de directorio efectuada el dos de octubre del dos mil, se-
siones que a su vez han sido materia de ratificación por la Junta General
de Accionistas verificada el nueve de octubre del dos mil. Sexto: Bajo di-
cho presupuesto fáctico, las instancias de mérito han explicado y dado a
comprender los motivos que han tenido para fallar por la improcedencia
de la demanda. Sétimo: En ese sentido, los vicios in procedendo, denun-
ciados no se han verificado en el caso de autos, ya que la recurrida se en-
cuentra debidamente motivada Octavo: De otro lado, en cuanto al cargo
referido a la aplicación indebida de los artículos trentitrés y trenticuatro
de la ley general de sociedades, concordantes con el artículo ciento tren-
tinueve de la misma ley, debe indicarse que estando a los considerandos
precedentes, dichas normas han sido aplicadas por las instancias de méri-
to para concluir que no procede la impugnación cuando el acuerdo haya

72
PROBLEMÁTICA DE LA NULIDAD Y LA IMPUGNACIÓN DE LOS ACUERDOS ...

sido revocado o sustituido por otro adoptado conforme a ley, al pacto so-
cial o al estatuto. Noveno: Al respecto debe indicarse que las primeras
normas citadas están referidas a la nulidad del pacto, mientras que el ar-
tículo ciento trentinueve citado está referido a la impugnación judicial de
acuerdos societarios. Décimo: Bajo este contexto debe tenerse en cuenta
las diferencias que existen entre la nulidad del pacto social y la nulidad de
un acuerdo societario Décimo primero: Así pues, el pacto social y el esta-
tuto establecen las normas que las partes, en ejercicio de su autonomía pri-
vada, han decidido para regular sus relaciones dentro de la sociedad con-
secuentemente, los acuerdos que violenten el pacto social o el estatuto son
nulos así sean adoptados con las mayorías requeridas por ley o incluso por
unanimidad, nada impide que la sociedad modifique previamente su pacto
social, si sigue los procedimientos y formalidades previstas para ello, pero
no puede adoptar un acuerdo contrario a una disposición estatutaria si an-
tes no lo ha modificado Décimo segundo: Siendo ello así, los acuerdos
que son adoptados con las formalidades de publicidad prescritas en los es-
tatutos o en el pacto social son nulos de pleno derecho, por lo que no cabe
pronunciamiento alguno sobre la conclusión del proceso bajo el funda-
mento de que el acuerdo en cuestión ha sido materia de sustitución o de ra-
tificación, toda vez que el acuerdo que transgrede el pacto social no puede
ser materia de ratificación alguna, pues el funcionamiento de una sociedad
debe adecuarse en todo momento a las disposiciones de sus estatuto y pac-
to social, pues ello es lo que otorga seguridad a socios y terceros. Décimo
tercero: En consecuencia las normas denunciadas resultan impertinentes
para la solución del presente conflicto, toda vez que las mismas están refe-
ridas a la nulidad del pacto social y no a la nulidad de acuerdos societarios
que es materia de la presente acción 4. DECISIÓN: Por las consideracio-
nes expuestas en atención a lo dispuesto por el artículo trescientos noven-
ta y seis del Código Procesal Civil declaran FUNDADO el recurso de ca-
sación interpuesto, en consecuencia NULA la resolución de vista de fojas
ciento cuarenta y seis, su fecha cuatro de mayo del dos mil uno, y actuan-
do como sede de instancia REVOCARON, la sentencia de fojas ciento
veintitrés, su fecha treinta y uno de enero del dos mil uno, que declara im-
procedente la demanda, con los demás que contiene, y REFORMÁNDO-
LA, declararon fundada la demanda, en consecuencia, nulos los acuerdos
societarios adoptados por mayoría en las sesiones de directorio del dieci-
nueve de agosto del dos mil y dos de octubre del dos mil con expresa con-
dena al pago de costos y costas a la parte vencida, DISPUSIERON la

73
jairo cieza mora

publicación de esta resolución en el diario oficial El Peruano, bajo respon-


sabilidad y los devolvieron.
SS. VÁSQUEZ C., CARRIO L., TORRES C., INFANTES v., CÁCERES, B.

II. PERSONA JURÍDICA. DEFINICIÓN, NATURALEZA JURÍDICA


Antes de entrar de lleno al estudio de los actos asamblearios en las asocia-
ciones considero importante tener una visión institucional e histórica de la
persona jurídica que tiene una de sus expresiones en las asociaciones.
La historia de la persona jurídica es importante porque permite determi-
nar su origen y evolución a lo largo de las etapas del desarrollo jurídico y so-
cial. No se puede comprender la Institución de la persona jurídica sin hacer un
análisis histórico de esta, por más breve o sintético que sea pero con un míni-
mo nivel de rigurosidad. Las instituciones no son etéreas, no aparecen por ge-
neración espontánea, tienen un origen, una causa y es necesario conocer esos
antecedentes para poder comprender la actividad y el funcionamiento del la
persona jurídica hoy en día. Si queremos analizar la representación en general
de la persona jurídica o la acefalía de la persona jurídica en concreto no pode-
mos obviar el factor histórico, no podemos desprendernos de este, lo contrario
es pretender analizar una institución como si fuera nueva, como si no existiera
nada detrás. Haciendo un símil con nuestra propia historia no entenderíamos
el operar de la persona jurídica como no podemos comprender nuestra viven-
cia actual sin nuestro accionar pretérito.
Para el análisis de la evolución histórica de la persona jurídica hay que
priorizar entre tratadistas que han desarrollado dicha evolución pero destacan,
para el presente trabajo, autores como Bonfante, Savigny, De Castro y Bravo
Iglesias, Petit, Schulz, Di Pietro entre otros(137).
1. El Derecho Romano actual de Savigny y la persona jurídica
El gran jurista definiendo a la Persona Jurídica “en relación con otros se-
res ficticios, á(138) los cuales se les llama personas jurídicas, es decir, personas

(137) Bonfante, Pietro. Corso di Diritto Romano. Vol. I. Attilio Sampaolesi, Roma, 1925; Savigny.
Derecho Romano Actual, Tomo II, 2ª edición, Centro Editorial de Góngora, Madrid; Schulz, Fritz.
Derecho Romano clásico, Traducción española de José Santa Cruz Teigeiro. Bosch, Barcelona, 1960;
De Castro Y Bravo, Federico. La persona jurídica. Editorial Civitas, 2ª edición, España, 1991;
Iglesias, Juan. Derecho Romano. Ariel, Barcelona, 1979; Petit, Eugene. Tratado Elemental de
Derecho Romano. Editora Nacional, México D.F., 1976; Di Pietro, Alfredo. Derecho Privado Ro-
mano. Ediciones depalma, Buenos Aires, 1996.
(138) Las tildes se han mantenido tal cual estaban en la obra original.

74
PROBLEMÁTICA DE LA NULIDAD Y LA IMPUGNACIÓN DE LOS ACUERDOS ...

que no existen sino para fines jurídicos, que nos aparecen al lado de indi-
viduo como sujetos de las relaciones de derecho. (...)”(139) (resaltado nuestro).
Se consideraba que “(...) la persona jurídica no afecte sino al derecho de
bienes y por lo tanto la familia se encuentra excluída. En efecto, todas las re-
laciones de familia proceden originariamente del hombre natural, y sus tras-
formaciones jurídicas tienen un carácter relativo y secundario”(140).
La concepción savigniana que justifica la creación artificial de la perso-
na jurídica en virtud a la multiplicidad de relaciones de derecho que se gene-
ran a través de esta: “Las relaciones de derecho que mantienen las personas
jurídicas, son: la propiedad y los jura in re, las obligaciones, las sucesiones
como medio de adquirir el poder sobre los esclavos, el patronato, y, en los úl-
timos tiempos del derecho romano, el colonato. De otro lado, el matrimonio,
el poder paterno, el parentesco, la manus, la mancipii causa la tutela, no pue-
den pertenecer á las personas jurídicas, lo cual nos llevaría á definirlas como
un sujeto de bienes creado artificialmente”(141).
Para Savigny existe una contraposición entre personal natural y persona
jurídica y critica la denominación de persona moral que se acuñó en cierto mo-
mento de la historia. Así señala: “Empleo la palabra persona jurídica en oposi-
ción á persona natural, es decir, al individuo, para indicar que los primeros no
existen como personas, sino para el cumplimiento de un fin jurídico, y que si
bien otras veces se ha empleado la frase de persona moral, yo la rechazo por
dos motivos: primero, porque no atiende á la esencia del sujeto que nada tiene
de común con las relaciones morales, y segundo, porque aplicada á los indivi-
duos designa de ordinario la oposición entre la moralidad, lo que nos llevaría
á un género de ideas enteramente distinto del presente”(142).
Para el autor que vengo siguiendo: “Los romanos no tienen ningún término
general aplicable á todas las especies de personas jurídicas, para designarlas

(139) Savigny. Derecho Romano Actual. Ob. cit., pp. 57-58.


(140) Ibídem, p. 59.
(141) Ídem. Agrega el jurista recalcando su postura que “(...) tiene (...) fines especiales, frecuentemente
bien superiores á la capacidad de los bienes, la cual suele no ser otra cosa que un instrumento (...);
pero para nosotros las personas jurídicas no son sino sujetos capaces de poseer, porque todos sus res-
tantes caracteres están fuera del derecho privado”. Ob. cit., p. 60.
(142) Ídem.

75
jairo cieza mora

en general, se limitan á decir que representan una persona ó, lo que es lo mis-


mo, que son personas ficticias”(143) (resaltado nuestro).
Con respecto a las diferentes especies de personas jurídicas, así: “Las
unas tienen una existencia natural ó necesaria, las otras artificial ó contingen-
te; existen naturalmente las ciudades y comunidades anteriores en su mayor
parte al Estado (...)”(144). Y con respecto a las que tienen existencia artificial o
contingente se dice: “Tienen una existencia artificial ó contingente todas las
fundaciones y asociaciones á las cuales se da el carácter de personas jurídicas,
y en verdad que no vivirían sino por la voluntad de uno ó muchos individuos.
(...) hay personas jurídicas que guardan una condición intermediaria entre am-
bas especies participando de su naturaleza; tales son las corporaciones de ar-
tesanos y otras semejantes(145).
Sobre el carácter material e ideal de la persona jurídica se ha señalado:
“En ocasiones, un cierto número de individuos constituyen por su reunión la
persona jurídica; en otras no tiene esta apariencia real y visible, es más ideal
su existencia y descansa en un fin general que le está asignado. Llámase á las
primeras corporaciones (...) El carácter ideal de una corporación está en que
su derecho descansa, no en uno de sus miembros individualmente considera-
do, ni aun en todos sus miembros reunidos, sino en un conjunto ideal (...)”(146).
Asimismo, se señala: “Se llama á las segundas fundaciones, y tienen princi-
palmente por fin el ejercicio de la religión, lo cual abraza las fundaciones pia-
dosas de todo género, la cultura de la ciencia y del arte ó la caridad (...)”(147).
Véase que existe un tratamiento distinto entre corporaciones y fundaciones
atendiendo a su naturaleza.
Con respecto a la Historia de la Persona Jurídica se dice: “Encontramos
entre los romanos, desde los primeros tiempos de su historia, asociaciones per-
manentes de muchas especies (...). Sin embargo, la necesidad de constituir la
persona jurídica apenas se hizo sentir, porque para estas diversas asociaciones
lo importante era la comunidad de acción y aun la posición política, no ofre-
ciendo la capacidad para la propiedad, sino un interés secundario”(148). Vemos

(143) Ídem.
(144) Ídem.
(145) Ibídem, p. 61.
(146) Ídem.
(147) Ibídem, p. 62.
(148) Ibídem, p. 63.

76
PROBLEMÁTICA DE LA NULIDAD Y LA IMPUGNACIÓN DE LOS ACUERDOS ...

que en un origen las personas jurídicas en tanto entes que están vinculados a
la propiedad no eran indispensables para el desarrollo de la sociedad romana
sino que lo importante era lo llamado “comunidad de acción”.
La persona jurídica en Roma tiene un origen en la “cosa pública” en el de-
sarrollo y engrandecimiento del Estado y no en el desarrollo de las relacio-
nes privadas. La persona jurídica en sus inicios tiene como sustento al estado
y sus dependencias, contextualizando el Estado en una sociedad de tipo escla-
vista, con todas las características de este tipo de régimen social y económico.
Así se señala: “Cuando el Estado se engrandeció fué cuando también para las
comunidades colocadas bajo su dependencia, los municipios y las colonias, la
idea de la persona jurídica tuvo aplicaciones importantes y se fijó claramente.
(...) No es, pues, en vista de la República y de sus bienes por lo que se estable-
cieron y tuvieron un grande desenvolvimiento los principios tocantes á la per-
sona jurídica, no obstante que, en interés del Estado, se hubieron de crear ga-
rantías semejantes á las que protegían á los particulares y de las cuales el jus
praediatorium nos ofrece un ejemplo”(149).
Sobre cuáles eran las clases de personas jurídicas en el Derecho Roma-
no se pueden clasificar de la siguiente manera:
“I. Comunidades
II. Asociaciones voluntarias.
A. Sociedades religiosas
B. Sociedades de funcionarios.- Los oficiales subalternos, encargados por
los magistrados de funciones diversas, reuniéronse desde luego en corpo-
raciones (...) Tenían diferentes nombres tomados de diversos empleos, ta-
les como librarii, censuales (...) scriba (...)
C. Asociaciones industriales.- A ellas pertenecen las antiguas corporacio-
nes de artesanos (...) corporaciones nuevas como las de los panaderos en
Roma y la de los banqueros en Roma y en las provincias (...) Había también
empresas industriales formadas en común y bajo la forma de personas
jurídicas, las cuales recibían generalmente el nombre de societates (...)

(149) Ídem. Se indica: “Pero una vez establecida definitivamente para las ciudades dependientes, la institu-
ción de la persona jurídica se extendió de poco á poco (...)”, p. 63.

77
jairo cieza mora

Algunas de ellas obtuvieron el derecho de corporación, pero conservando


siempre el nombre de societates (...)
D. Asociaciones amistosas, sodalitates, sodalitia, collegia sodalitia (...)
Eran lo que se llama hoy clubs (...)
III. Fundaciones ó personas jurídicas ideales (...) Las fundaciones piado-
sas tienen analogía con los bienes de la Iglesia, pues comprenden los esta-
blecimientos destinados á recibir los pobres, enfermos, (...) Desde el ins-
tante en que un establecimiento de este género tiene el carácter de persona
jurídica, debe ser tratado como un individuo, siendo esto lo que han hecho
los emperadores cristianos. (...)
IV. El Fisco”(150).
Con respecto al nacimiento y la extinción de la persona jurídica
“Para las restantes personas jurídicas, es principio seguido el de que no
basta el acuerdo de muchos individuos ó la voluntad del fundador, sino
que además es requisito necesario la autorización del poder supremo del
Estado, autorización tácita ó expresa (...) Para formar un collegium pro-
piamente dicho, una corporación voluntaria, se necesitan tres miembros á
lo menos; debiéndose entender en su principio, porque una vez constituí-
da una universitas, puede continuar aun con un solo individuo”(151). Como
se puede ver era necesaria la aprobación del Estado para la constitución o
nacimiento de la persona jurídica, es decir había un requisito administra-
tivo previo para su nacimiento, no obedecía a la libre voluntad de los in-
tegrantes de la misma. En ese sentido se ha manifestado que: “Con inde-
pendencia de la razón política, la necesidad del consentimiento del Estado
para la formación de una persona jurídica, encuentra su origen en la natu-
raleza misma del derecho”(152).
Acerca de la extinción de la persona jurídica se ha señalado que: “Una
vez constituída la persona jurídica, no debe disolverse por la voluntad sola de
sus miembros actuales, porque su existencia es independiente de la primera;
sino que es necesaria aquí la autorización del poder supremo, tanto más cuan-
to que de otra parte las personas jurídicas pueden ser disueltas por la exclusiva

(150) Ibídem, pp. 64-79.


(151) Ibídem, p. 81.
(152) Ídem.

78
PROBLEMÁTICA DE LA NULIDAD Y LA IMPUGNACIÓN DE LOS ACUERDOS ...

decisión de la autoridad, no obstante la voluntad de sus miembros, si llegaran


á comprometer la seguridad ó los intereses del Estado”(153).
Con respecto a los derechos de las personas jurídicas Savigny clasifica
estos derechos en aquellos instituidos de acuerdo a la naturaleza de la perso-
na jurídica y los otros referidos a privilegios especiales de la persona jurídica
y de sus miembros. Así se establece que: “Los derechos de las personas jurí-
dicas, son de dos especies: los unos están en la naturaleza de la persona, esto
es, que no es instituída sino para la capacidad de los mismos; los otros tienen
un carácter menos necesario, pero más positivo, y consisten en privilegios es-
peciales (jura singularia), conferidos ya á la persona jurídica misma para el
ejercicio de sus derechos, ya á los miembros individuales que la forman”(154).
Sobre la definición de la persona jurídica y su relación con la capacidad
de la misma y la representación considerada como figura artificial que resuel-
ve el problema de la carencia de capacidad se señala: “Para considerar estos
derechos bajo su verdadero punto de vista, es necesario referirse á la defini-
ción de la persona jurídica, esto es, un sujeto capaz de propiedad (...) suponen
además estos actos un ser que piensa y quiere, un individuo, y las personas ju-
rídicas no existen sino ficticiamente. Aquí se presenta la contradicción de un
sujeto capaz de propiedad é incapaz respecto á los actos necesarios para ad-
quirir (...) Esta contradicción trae consigo un remedio artificial, la representa-
ción, el cual se encuentra para la persona natural en la tutela y para la jurídi-
ca en su constitución”(155).
La persona jurídica tenía derecho a la propiedad. Así se ha señalado que:
“Las personas jurídicas pueden tener la propiedad de toda clase de objetos;
y aun según el antiguo derecho les era permitido adquirir por actos solem-
nes; la mancipación, si tenían un esclavo que las representaba”(156); a las Ser-
vidumbres, Así, “En todo tiempo las personas jurídicas han adquirido las

(153) Ibídem, p. 83.


(154) Ibídem, p. 84.
(155) Ibídem, pp. 84-85. Sobre la representación en la persona jurídica el autor señala: “Al dar como fun-
damento necesario de la representación artificial la incapacidad de obrar, natural á las personas jurí-
dicas, no debe esto entenderse literalmente, porque algunos autores piensan que un acto emanado de
todos los miembros de una corporación, es el acto de la corporación misma, y que la representación
no ha sido introducida sino á causa de la dificultad que ofreciera traer á todos los miembros de esta
corporación á una unidad de acción y de voluntad. Pero en realidad, el total de los miembros que la
componen, difiere esencialmente de la corporación misma, p. 85.
(156) Ibídem, p. 86.

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jairo cieza mora

servidumbres por medio de legados y nunca por la in jure cessio (...)”(157); a


El usufructus que “les es perfectamente aplicable, porque la percepción de la
propiedad, de los frutos, forma su principal objeto”(158), “El usus, por el con-
trario, no es aplicable á las personas jurídicas, porque dada su naturaleza cons-
tituye un aprovechamiento personalísimo de parte del titular. Puede sí, tener
servidumbres rústicas en cambio, porque estas no son sino extensiones de la
propiedad territorial”(159). También la persona jurídica tiene derecho a La Po-
sesión, de esta forma se señala que: “Podían adquirir derechos, porque los ac-
tos jurídicos de sus representantes eran considerados siempre como sus pro-
pios actos, principio que forma la base de su constitución. Para la posesión
existe, sin embargo, una dificultad, porque su naturaleza, puramente de hecho,
se muestra poco compatible con una ficción de este género. Para resolverla, se
admite que en materia de posesión, la persona jurídica estaba también repre-
sentada por sus gerentes generales ó por sus jefes, contando siempre con que
el representante ha de reunir todas las condiciones que para adquirir la pose-
sión deban concurrir y pidan á un poseedor ordinario; tener conciencia de la
posesión y aprehender, bien por sí mismos, bien por medio de un mandatario,
que entre los romanos podía ser un esclavo”(160). Nótese que la representación
de la persona jurídica la podía tener un mandatario que podía ser un esclavo.
Como más adelante veremos la representación en Roma no existía como ne-
gocio jurídico, tal como la vemos ahora. Asimismo Savigny se refiere a el ca-
rácter personalísimo de quien ejerce la posesión y por lo tanto la persona ju-
rídica, al ser para él una creación artificial no podría ejercerla de no ser por la
existencia de un mandatario, que como señala, podría ser un esclavo.
Con respecto a las obligaciones de la persona jurídica se ha dicho que:
“Las personas jurídicas tienen los créditos y las deudas que resultan de los
contratos de sus representantes ordinarios”(161).
Con respecto a las acciones que podía ejercer la persona jurídica para
ejercer sus derechos ante la justicia romana o para celebrar negocios se señala:
“En cuanto á su realización, la persona jurídica está autorizada para nombrar
un actor en cada negocio, que se asimila en todo á un procurador ordinario;

(157) Ibídem, p. 89.


(158) Ídem.
(159) Ídem.
(160) Ibídem, p. 91.
(161) Ídem.

80
PROBLEMÁTICA DE LA NULIDAD Y LA IMPUGNACIÓN DE LOS ACUERDOS ...

constituir para hacerse representar en juicio un mandatario general que tiene


el nombre de syndicus”(162).
Con respecto al Derecho de Sucesión con autoridad se señala: “El dere-
cho de sucesión se concedió á las personas jurídicas mucho después que los
otros medios de adquirir, (...) las personas jurídicas carecen de herederos, por-
que no mueren nunca”(163). En cuanto a las modalidades del derecho a suce-
der de las personas jurídicas se ha identificado las siguientes en el Derecho
Romano:
A. Sucesión ab intestato.
B. Sucesiones testamentarias.
C. Bonorum possessio.
D. Legados y fideicomisos á título singular.
E. Fideicomisos(164).

2. La mirada de la persona jurídica y su evolución en Federico de Cas-


tro y Bravo
Uno de los autores que más ha tratado la experiencia histórica en materia
de persona jurídica es sin duda el profesor español Federico de Castro y Bra-
vo, profesor de la Universidad de Madrid(165). De Castro y Bravo en su ya fa-
mosa “Persona Jurídica”(166), desarrolla enjundiosamente el origen, la evolu-
ción, los caracteres, la esencia y la importancia de la persona jurídica en el
desarrollo de las sociedades a lo largo de la historia.
Siguiendo con el trabajo del autor en comento me es atractivo el análisis
titulado “Ofensiva contra el concepto de persona jurídica” en donde desarro-
lla de manera erudita y útil el análisis de la persona jurídica y sus caracteres
en el tiempo a la luz del derecho comparado y en particular en el derecho nor-
teamericano. Llega un momento en que del estudio de los autores americanos

(162) Ibídem, p. 93.


(163) Ibídem, p. 94.
(164) Ibídem, pp. 94-99.
(165) DE CASTRO Y BRAVO, Federico, es un erudito conocedor del derecho privado, para muestra su li-
bro El negocio jurídico. Reimpresión, Editorial Civitas S.A. Madrid, 1997.
(166) DE CASTRO Y BRAVO, Federico. La persona jurídica, Ob. cit., Esta obra es el conjunto de traba-
jos del autor publicados en diversas ocasiones y dedicados al problema relativo a la persona jurídica.

81
jairo cieza mora

se desliza la idea de que el concepto de persona jurídica es atacado de inutili-


dad, como en el caso del concepto de negocio jurídico en el que algunos pro-
pugnaban su carencia de aplicación práctica y por lo tanto sería conveniente
su desaparición. Igual situación se estaba presentando con relación al concep-
to de persona jurídica.
Autores como Rolf Serick que defiende el concepto de persona jurídica o
René David que también califica de excepcionales los remedios como el le-
vantamiento del velo de la persona jurídica son estudiosos que comprenden
a cabalidad la importancia de la institución y que reconocen la importancia
de esta, expresada por ejemplo, en su diferenciación con los integrantes del
ente y su autonomía frente a estos. Asimismo hay una crítica a la denomina-
da “persona moral” que venía del tradicional pensamiento de Gierke, otro au-
tor referente en materia de personas jurídicas. Gierke, efectivamente, es el au-
tor austriaco que quizás, con otros autores, más han influido en el desarrollo
institucional de la persona jurídica. Es conocido académicamente sobre todo
como el referente de la Teoría Orgánica, sin embargo su radio de acción inte-
lectual es mucho más amplio y le debemos extensas áreas en la provincia de la
persona jurídica y su importancia en el desarrollo de las sociedades, en el sis-
tema económico en que estas se desarrollasen.
Ben Wortley, profesor de Derecho de la Universidad de Manchester seña-
la que la “(...) legal entity (...), es distinta de sus miembros, con obligaciones
no solo respecto a los terceros, sino también hacia esos miembros”(167). Aquí
se puede apreciar el carácter moderno de la persona jurídica como entidad au-
tónoma de sus miembros y las obligaciones que como ente asume frente a los
terceros contratantes con la persona jurídica en caso de inejecución de obliga-
ciones o la responsabilidad que asume frente a sus propios miembros y terce-
ros. Así, la responsabilidad civil de los representantes de la persona jurídica
es contractual, con respecto a la propia persona jurídica, más extracontractual
con respecto a terceros, y del mismo modo con respecto a los demás miembros
de la persona jurídica. Esto es debatible, pero considero que es lo que más se
acerca a los sistemas de responsabilidad civil en materia de personas jurídicas.
Tendencias modernas nos hablan de la responsabilidad de la persona jurídica
por el actuar de sus órganos, representantes o dependientes.
En palabras del profesor inglés Hallis: “(...) Para que una organización de
personas físicas pueda tener personalidad jurídica, es decir, para que pueda

(167) Ibídem, p. 120.

82
PROBLEMÁTICA DE LA NULIDAD Y LA IMPUGNACIÓN DE LOS ACUERDOS ...

devenir una unidad (unit) sujeto de derechos y obligaciones, es necesario que


haya una idea directriz, un fin definido (...); la personalidad de los grupos no
existe más que cuando una colectividad presenta un interés social, porque está
animada por un interés digno de ser protegido por el Derecho (...)”(168). Este in-
terés social al que se refiere el profesor americano es un interés jurídicamente
relevante, es decir que merece ser amparado por el sistema jurídico. Es nece-
saria la tutela del ordenamiento legal, dadas las funciones que cumple la per-
sona jurídica en el desarrollo social y en cualquier contexto económico. No
por un mero tecnicismo lo primero que observa un operador del derecho es el
objeto social de la persona jurídica cuando se trata de analizar su constitución
y la finalidad de esta.
La autonomía y calidad soberana de la persona jurídica se puede investi-
gar en autores americanos como Serick o Sweeney. Esta autonomía o calidad
soberana ha permitido el desarrollo de las sociedades americanas y de las so-
ciedades en general sean estas occidentales o de otros sistemas jurídicos. No
se puede entender el avance de las colectividades económicas sin el instru-
mento de la persona jurídica autónoma de sus miembros o representantes. Los
instrumentos jurídicos como la persona jurídica, como la responsabilidad ci-
vil, el negocio jurídico o el contrato son generadores de desarrollo social y ca-
nales de viabilidad económica y comercial. El mundo contemporáneo no se
puede explicar sin estos instrumentos esencialmente jurídicos. En este razo-
namiento Sweeney señala que: “La personalidad moral, se conciba o no como
una ficción, es de todas maneras la base de los efectos jurídicos que han per-
mitido a las sociedades (business corporations) realizar en toda su amplitud
las funciones económicas que hoy realizan en Estados Unidos”(169). En el sen-
tido de no cuestionar la esencia de la persona jurídica, salvo casos extremos
en que se hace necesario interpelarla por los daños colectivos o individuales
causados, se manifiestan, Holmes, Cardozo, Sewerynszer.
Acerca de la capacidad jurídica o de goce y la capacidad de obrar o de
ejercicio de la persona jurídica David afirma que: “(...) De esta manera, este
grupo de personas no aparece como una suma de sujetos particulares, sino
como una unidad, un sujeto autónomo de derechos y obligaciones, poseyen-
do la capacidad jurídica y la capacidad de hacer actos jurídicos”(170). La justi-
ficación de la persona jurídica por sí misma, sin necesidad de depender de la

(168) Ibídem, p. 121.


(169) Ibídem, p. 122, citando un texto de Ben Wortley.
(170) Ibídem, p. 124.

83
jairo cieza mora

persona natural es analizada por Jacques Michel Grossen para su análisis de la


institución en el Derecho suizo.
Sobre la nacionalidad de la persona jurídica de la sociedad y los proble-
mas derivados de las expropiaciones y nacionalizaciones en una época com-
pleja se puede revisar, aunque no tenga una implicancia directa en materia de
concepto de persona jurídica a Daniel Vignes y Lazar Focsanean. Sin embar-
go, estas amenazas cada vez han ido desapareciendo en la mayor parte del
orbe en donde las expropiaciones o nacionalizaciones han ido extinguiéndo-
se, conforme el sistema de protección de la propiedad ha ido afianzándose.
Por este motivo es lógico coincidir con el argumento que señala que a las ins-
tituciones jurídicas o instrumentos de este tipo, “el suceder o alterar de las co-
rrientes ideológicas le imprime su sello”(171).
La persona jurídica, entonces, tiene un contenido esencial, adopta un nú-
cleo fuerte que constituye su principal elemento y este contenido que copa el
molde de la institución, sirve de pilar para su desarrollo y operatividad. De
esta forma “Si se llegase a la conclusión de que la persona jurídica es un nom-
bre vacío, que en la sociedad solo han de considerarse los intereses individua-
les de los socios, podría obtenerse la consecuencia de que también la sociedad
anónima es un nombre vacío”(172). Esta aseveración es, pues, totalmente ana-
crónica e inconsistente con el papel fundamental que le toca a las personas ju-
rídicas y en particular a las sociedades anónimas en el desarrollo de las socie-
dades liberales.
Siguiendo con el desarrollo del concepto de persona jurídica y sus cuestio-
namientos debemos señalar que de manera simbólica la persona jurídica esta-
ba vinculada a una máscara en su desarrollo histórico, pues esta máscara era la
cobertura formal de un grupo de personas que buscaban una finalidad relevan-
te y por lo tanto tutelada por el ordenamiento jurídico. Ya también lo indicaba
Iglesias en su Derecho Romano que hacer un análisis exhaustivo de la historia
de la persona jurídica y su evolución tomaría una vida, por lo que pretende-
mos solamente dar unas referencias que puedan servir al estudioso a interesar-
se por determinados aspectos concretos del desarrollo de la persona jurídica.
Otro autor alemán Schlossmann en su libro publicado en 1906 “Persona und
Prozopon im Recht und im christlichten Dogma” analiza los textos de los pan-
dectistas sobre la persona jurídica. Sin embargo, existen cuestionamientos a su

(171) Ibídem, p. 131.


(172) Ibídem, p. 132.

84
PROBLEMÁTICA DE LA NULIDAD Y LA IMPUGNACIÓN DE LOS ACUERDOS ...

investigación por la mácula de no considerar el concepto de persona y perso-


na jurídica, cuando el análisis histórico da cuenta de su existencia y desarrollo.
En España Gómez Arboleya, comentando lo señalado anteriormente acer-
ca de la persona jurídica como careta o máscara que esconde tras de sí a los
individuos que tienen un interés común respaldado por el Derecho, señala
que: “La conexión semántica entre las palabras que significan hombre, aspec-
to externo y carácter con el que se actúa en la escena teatral o social (másca-
ra, cara, careta, persona, personaje), se da como en latín en los idiomas griego
y ruso”(173). Esta afirmación, de alguna manera, grafica el desarrollo histórico-
institucional de la persona jurídica.

2.1. La persona jurídica tipo asociación


El Derecho Romano a través de unos de sus referentes: Triboniano, con-
sideraba a la persona jurídica como herencia yacente. Esta afirmación era mo-
neda común en el Derecho Romano y de similar parecer era Florentino. La
doctrina que venimos siguiendo señala que en este periodo a la persona jurídi-
ca “(...) Se le puede considerar como la personificación de un grupo de perso-
nas físicas (colectividad); es decir, organizada unitariamente para conseguir
fines propios y determinados del propio cuerpo. De manera análoga se consi-
deraba “(...) persona ficta; persona moral, persona jurídica”(174).
Del término persona jurídica al término persona ficta tuvo que pasar un
periodo y no equivalían a conceptos idénticos. Es más “(...) se repite como
afirmación típica que la expresión persona ficta fue inventada y se mantuvo
por quienes niegan toda realidad a la persona jurídica”(175).
Philipsborn señala que no es aceptable pensar que los juristas romanos con
toda su sapiencia y erudición no se hayan preocupado por una institución tan
fundamental como la persona jurídica, pero reconoce que no bastaba el aná-
lisis jurídico sino que tendría que ser complementado con un razonamiento e
investigación sociológica de la persona jurídica para tener una visión comple-
ta de ella.
La persona jurídica es abordada por poetas como Horacio, canonistas
como Sinibaldo Flisco, más tarde por el papa Inocencio IV quien se pregunta

(173) Ibídem, p. 139.


(174) Ibídem, p. 144.
(175) Ibídem, p. 145.

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cómo puede excomulgarse una comunidad o a una ciudad, cómo señalar que
cometió pecado una civitas. Las reflexiones de Sinibaldo Flisco o Inocencio
IV son fundamentales para comprender el desarrollo conceptual de la perso-
na jurídica.
En el Derecho medieval tenemos la figura desbordante de Gierke, un aus-
triaco, que es uno de los personajes, que más ha influido en el desarrollo y en-
tendimiento del fenómeno de la persona jurídica.
Gierke recoge lo estudiado por Sinibaldo Flisco y lo reconoce como “in-
tuición genial” considerando que expresan la concepción jurídica del derecho
romano (Genossenschaftrecht). Gierke toma como base el Derecho Romano
y el germánico para la investigación acerca de la persona jurídica y es, como
señala De Castro un “arsenal” de ideas y conocimientos y que llega a tal nivel
de detalle que es comprensible alguna confusión en las referencias. Quien de-
see investigar con profundidad el desarrollo del concepto de persona jurídica
en la Edad Media tiene en Gierke un autor imprescindible.
Otro autor que analiza con minuciosidad el derecho común de la épo-
ca y también la concepción de persona jurídica es Lossaeaus. Teólogos pro-
testantes como Harnack señalaban que las expresiones “persona” y “substan-
cia” habían pasado del Derecho a la Teología católica gracias a Tertuliano.
Schlossmann piensa lo contrario y considera que es al contrario y considera
que es el lenguaje de los teólogos el que influyó en la teoría jurídica.
“La doctrina medieval de la ‘persona ficta’.-(...)”(176) constituye un aspec-
to no solamente interesante desde un punto de vista puramente histórico sino
que permite comprender el término de persona ficta alejándolo de las distor-
siones que la doctrina moderna tiene de él, como señala De Castro y Bravo.
Así sobre persona ficta la doctrina que vengo siguiendo establece una “con-
cepción disgregante”(177) (conjunto de hombres que conforman un colectivo y
se benefician de él). Asimismo refiere a la “teoría de la abstracción”(178) (inde-
pendencia de sus miembros de la persona ficta) y la “concepción realista”(179)
(realidad social e independencia de los miembros de esta realidad).

(176) Ibídem, p. 151.


(177) Ídem.
(178) Ídem.
(179) Ídem.

86
PROBLEMÁTICA DE LA NULIDAD Y LA IMPUGNACIÓN DE LOS ACUERDOS ...

En la Edad Moderna prima la llamada teoría de la abstracción. Entien-


de que la universitas es una persona ficta, cuya ficción consiste en llamar
“persona” a lo que carece de esa sustancia racional individual propia de la
persona”(180).
Así se señala que: “La corporación, se dice, tiene condición jurídica de
persona invisible (finge enim ius quandam personam invisibilem) que perma-
nece la misma siempre (eadem universitatem), a pesar del cambio de miem-
bros, de su número o condición”(181).
Siguiendo esta línea de pensamiento se puede considerar que el “Signi-
ficado jurídico de la “persona ficta”.- (...)”(182) es la diferenciación entre la
universitas y sus miembros integrantes, la autonomía entre el patrimonio y
las deudas de la persona ficta y la individualidad de sus miembros. Esto ya lo
comprendieron de una manera muy rigurosa los juristas del siglo XVII, quizá
como señalan algunos autores, con mayor claridad científica que algunos au-
tores modernos.
Un tema o de repente una limitación a la concepción de abstracción que
venimos comentando se explica en que “La persona ficta, tal y como se con-
cebía comúnmente (teoría de la abstracción), era un obstáculo casi imposi-
ble de superar para atender a la actuación de los miembros en caso de fraude
o abuso”(183). Así el razonamiento común decía a los juristas de la época que
a veces era necesario “levantar la careta” de la persona ficta y penetrar en el
substrato individual para atacar el patrimonio de sujetos individuales. Esto se
podrá desarrollar luego con la teoría del “Levantamiento del Velo de la Per-
sona Jurídica”, para lo cual la concepción que se tenía de la persona ficta, la
ideología que la presuponía debía de variar.
Así se señala que “(...) lo cierto es que desde la época de los glosadores se
les atribuye una titularidad independiente (persona) y que después de la ge-
neral utilización del término de persona ficta son consideradas también como
personas representadas (ut personae representae)”(184). Llama la atención,
a quien se adentra, aunque sea superficialmente en la historia de la persona

(180) Ibídem, p. 153.


(181) Ibídem, p. 154.
(182) Ibídem, p. 155.
(183) Ibídem, p. 156.
(184) Ibídem, p. 158.

87
jairo cieza mora

jurídica que ya los juristas del siglo XVI y XVII nos propongan, como en este
último razonamiento, que las personas fictas, después personas jurídicas sean
“personas representadas” lo que modernamente podemos utilizar para la re-
presentación orgánica o para la responsabilidad civil de la persona jurídica por
el actuar de sus órganos, representantes o dependientes.

2.2. La persona ficta a comienzos de la Época Moderna


En la época moderna la persona ficta se va transformando en persona mo-
ral, y luego ya contemporáneamente en persona jurídica. Como se ha podido
apreciar era necesario para los juristas de la época precedente a la que estoy re-
firiendo en este parágrafo que puedan explicar la naturaleza de las sociedades,
de los pueblos, de las comunidades, de la universitas. Esto era importante para
simplificar las relaciones jurídicas y por lo tanto para que el derecho sea una
herramienta útil y práctica en el desarrollo de una sociedad cada vez más indus-
trializada. Si teníamos al conjunto de personas entendidas como sujetos indivi-
duales y no se podía simplificar esta comunidad que constituía una sumatoria
de particularidades se tendría que aceptar la presencia de varias relaciones ju-
rídicas entre ellos y esto de ninguna manera podía ayudar al desarrollo del trá-
fico mercantil, ni el avance de una industrialización que requería elementos o
referentes jurídicos para poder sistematizar y ordenar la vida moderna. Enton-
ces, de lo que se trata es de simplificar estas relaciones jurídicas individuales e
inorgánicas en un solo centro de imputación o referente normativo en una sola
sustancia y es así que se va creando el concepto de persona ficta.
De esta manera a inicios de la época moderna: “Se recoge, eso sí, la idea
de que la universitas tiene condición de ‘persona’ por una fictio iuris”(185) o
‘corpus mysticum’(186).
Juristas que contribuyeron en la época moderna a la formación del con-
cepto de persona ficta son: Losseo, Alonso Pérez de Lara, Donello, Alfonso
de Acevedo, Bijnkershoek, Althusio, Bodino quien consagra muchas páginas
de su República a las que llama ‘comunidades civiles’ (...)”(187).
Efectivamente las personas fictas eran consideradas “universitates o
comunidades”(188) y en ese sentido aporta, por ejemplo, Cardenal de Luca.

(185) Ibídem, p. 159.


(186) Ibídem, p. 160.
(187) Ibídem, p. 162.
(188) Ibídem, p. 163.

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PROBLEMÁTICA DE LA NULIDAD Y LA IMPUGNACIÓN DE LOS ACUERDOS ...

2.3. Las personas morales


Es a partir del desarrollo dogmático de los estudios de Hugo de Grocio
que se desarrolla el concepto de personas morales comprendidas como la sus-
tancia, la abstracción en que se pueden sintetizar las relaciones jurídicas indi-
viduales con lo que se construye un cuerpo moral o cuerpo único que es dife-
rente de los sujetos que los integran. Esta etapa del desarrollo de las personas
jurídicas tiene un origen en los cuestionamientos que se hace el propio Gro-
cio acerca de la naturaleza de estos sujetos reunidos en comunidades y cómo
se puede afrontar desde una perspectiva jurídica dicho fenómeno acrecentado
en la época moderna por el desarrollo de la economía que deja de ser agraria.
De esta forma la doctrina que venimos siguiendo señala sobre Grocio que:
“El examen de las cuestiones a que da lugar la extinción de las ciudades e im-
perios lleva a que Grocio se pregunte: ¿cuál es la naturaleza de ese corpus pro-
pio del pueblo y de la ciudad? Plutarco, afirma que en el pueblo o en la ciu-
dad existe también un espíritu (spiritum unum, hezin mian)”(189). Nace así el
concepto de persona moral apoyado por otros juristas de la época como el Ba-
rón de Pufendorf que señala: “(...) Estos seres (...) pueden dividirse en sustan-
cia y modo. Los seres mortales considerados como sustancia son las perso-
nas morales”(190).
Siguiendo con el desarrollo de la persona moral se dice que: “La persona
moral es una realidad y, como el hombre, es también una sustancia en cuan-
to ente moral. No puede, por lo tanto, calificarse de ficción ni de abstracción.
Además, tales entes morales son reconocidos y amparados por el Derecho na-
tural y por el Derecho de gentes, por lo que no pueden quedar ya al arbitrio
del príncipe”(191).
De esta manera las personas morales son comprendidas como entes colec-
tivos que tienen una sustancia, como la persona individual, y no son ninguna
creación del derecho ni una mera abstracción no concordante con la realidad.
La persona moral se convierte en un centro de imputación, en un ente mate-
rial y propiamente moral como una persona natural y esto guarda concordan-
cia con el derecho de gentes y con el derecho natural vigente y predominante
en la época. Sobre la persona moral complementan el pensamiento de Grocio:

(189) Ibídem, p. 165.


(190) Ibídem, p. 166.
(191) Ibídem, p. 167.

89
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Pedro José Valiente, Vattel, Heineccio, quienes señalan que: “El pueblo o la
ciudad es un cuerpo moral (...)”(192).

2.4. Persona moral y persona jurídica


La doctrina que vengo siguiendo señala que: “La moderna concepción
de persona jurídica arranca del movimiento sistematizador del pandectismo
alemán”(193). El pandectismo alemán como corriente que priorizó la dogmática
y la rigurosidad conceptual también influenció en el desarrollo del concepto
de persona jurídica y es a partir de esta perspectiva dogmática que se asientan
los polares de lo que hoy comprendemos como persona jurídica. El pandec-
tismo alemán encarna la disciplina y la enjundiosidad del jurista, su academi-
cismo monacal y la extrema sistematización de los conceptos. Es sin duda un
esfuerzo de grandes magnitudes que ha influenciado por sobre todo en los ci-
vilistas y en el desarrollo y forma de entender el negocio jurídico, las obliga-
ciones, el contrato, y que hoy tiene un evidente detractor contemporáneo en el
análisis económico del Derecho, sin dejar de tener en cuenta otras doctrinas
que no sin dificultad han tratado de cuestionarlo. Lo que es innegable es que
la dogmática, de la cual el pandectismo alemán es fuente, ha calado de manera
radical en el desarrollo de las instituciones civiles hasta la actualidad.
Se deja de lado el concepto de persona moral y a partir de Savigny quien
no ataca ácidamente el concepto de persona moral sino que sustrae de su con-
tenido lo que de insumo sirve para el desarrollo de un concepto con técnica
más depurada: La persona jurídica. De esta manera el insigne jurista alemán,
como hemos visto, prefiere el término persona jurídica al de persona moral
pues aquel se refiere a una finalidad jurídica y así aparece al lado del hom-
bre entendido como sujeto de relaciones jurídicas. Savigny, reiteramos, con-
sidera a lo que denomina persona jurídica como seres ficticios y con capaci-
dad artificial(194) La doctrina que adoptamos para esta parte histórica comenta
que: “(...) no debe olvidarse que Savigny distingue dos clases de persona jurí-
dica, , unas con existencia natural o necesaria, como las ciudades y comunida-
des anteriores al Estado, y otras de condición artificial o contingente, cuya vida
depende de la voluntad de uno o muchos individuos y estas, no aquellas, son las
artificiales y las que precisan de la aprobación estatal”(195). Savigny “concreta

(192) Ibídem, p. 168.


(193) Ibídem, p. 170.
(194) Ibídem, p. 173.
(195) Ídem.

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PROBLEMÁTICA DE LA NULIDAD Y LA IMPUGNACIÓN DE LOS ACUERDOS ...

institucionalmente el campo de la persona jurídica reduciéndolo a las corpora-


ciones y fundaciones. Excluye las demás figuras a las que se venía califican-
do de personas(196). Finalmente, con respecto al aporte de Savigny se plantea
que “Savigny, cuando dice que las personas jurídicas que llama artificiales o
contingentes son personas jurídicas ficticias, lo hace en el sentido propio de
la teoría de la persona ficta abstracta y no en el sentido de la teoría de la per-
sona ficta disgregante (atomística). En efecto, destaca con cuidado el hecho
de que el total de los miembros componentes de una persona jurídica difieren
esencialmente de la corporación misma, que la subsistencia de la persona ju-
rídica no depende solo de la voluntad de sus miembros, pues descansa sobre
un interés público y permanente; lo que se compagina, y explica además, con
que los créditos y las deudas conciernan exclusivamente a la persona jurídica
como unidad fingida o abstracta y no a los miembros que la componen; como
también se armoniza y justifica con que la mayoría (no la totalidad o suma de
todos) sea la que exprese la voluntad de la persona jurídica y que, además, ni
esta mayoría ni tampoco la voluntad unánime de los miembros pueda ser efi-
caz (por ejemplo para desposeerla) contra el interés de la corporación”(197).
Ya en Savigny y su obra podemos apreciar lo que modernamente conoce-
mos con la autonomía patrimonial perfecta es decir la autonomía del patri-
monio de la persona jurídica del patrimonio de los miembros que forman par-
te integrante de esta. De la misma manera se puede apreciar la soberanía de la
persona jurídica de los miembros que la componen bajo el criterio que la per-
sona jurídica como ente autónomo responde no a intereses particulares sino al
interés público.

2.5. La concepción de la persona jurídica en sentido estricto


a) El caso alemán:
“El derecho germano se considera quizás el mejor exponente de la
concepción estricta de la persona jurídica. Consagró legalmente la teo-
ría de Savigny. Más para ello hubo de superar dos obstáculos, los que
ofrecían la calificación jurídica de herencia yacente y de la sociedad
por acciones”(198). Si bien algunos autores seguidores del pensamiento
de Savigny no pudieron desterrar esta forma de ver la persona jurídi-

(196) Ídem.
(197) Ibídem, p. 175.
(198) DE CASTRO Y BRAVO, Federico. La persona jurídica. 2ª edición, Editorial Civitas, España, 1991,
p. 177.

91
jairo cieza mora

ca (Puchta, Arndts, Arnesberg, Pfaff y Hofmann, Von Wachter, Baro,


Windscheid, Von Vangerow), hubieron otros (Bekker, Regelsberger,
Dernburg) que sí diferenciaban a la persona jurídica de la herencia ya-
cente. “Se piensa entonces que la herencia yacente como una de las fi-
guras análogas del patrimonio del ausente, de los bienes destinados a
un concebido y no nacido y de la masa del concurso, no tienen la con-
dición de la persona jurídica por las siguientes consideraciones: por-
que no se les puede aplicar las reglas generales sobre personas jurídi-
cas, en especial aquellas sobre adquisición y pérdida de la capacidad
jurídica y de la capacidad de obrar; porque carecen de organización y
permanencia; porque responden a una finalidad meramente conserva-
tiva respecto de ciertos bienes y a favor de unos determinados indivi-
duos; porque no sirven, como las personas jurídicas, a fines comunes,
ni tienen posibilidad de iniciativa jurídico-económica, lo que también
se considera propio de las personas jurídicas”(199).
Hecho relevante es que “el desarrollo económico y las nuevas condi-
ciones sociales plantean la cuestión de ampliar el ámbito de la persona
jurídica para tener en cuenta las sociedades comerciales. Ello impon-
drá una nueva dirección a la problemática de la persona jurídica”(200).
Esto está en relación con el movimiento legislativo que impulsado por
el liberalismo económico, se manifiesta en las leyes permisoras de so-
ciedades por acciones, sin necesidad de previa autorización adminis-
trativa (Leyes de Hamburgo de 1835 y de Bremen de 1860), crea un
grave problema teórico y práctico. ¿Se les ha de considerar como so-
ciedades o como corporaciones?
Si se privilegiaba lo primero entonces no existiría un control admi-
nistrativo y por lo tanto se privilegiaba el tráfico mercantil, en cam-
bio si se privilegiaba la persona como corporación entraba a tallar el
Derecho Público y la autorización previa administrativa. El momen-
to económico parecía favorecer a la primera noción de libertad y por
lo tanto el concepto de sociedad ganaba terreno en el desarrollo teó-
rico y práctico de la persona jurídica en Alemania. Los juristas de la
época: Martens, Ungel, Beschorner, Hermann, Renaud, Hahn, Winds-
cheid desarrollan teorías para clasificar a la persona jurídica como uni-
versitas. Fick las califica como el socio colectivo en la comanditaria,

(199) Ibídem, p. 178.


(200) Ibídem, p. 179.

92
PROBLEMÁTICA DE LA NULIDAD Y LA IMPUGNACIÓN DE LOS ACUERDOS ...

Jolly, Reyscher, Brinkmann, Salkowski la califican como societas, Fit-


ting como persona jurídica “impropia” y varias teorías que se dieron
en la época en el afán de los juristas de estar acorde con el desarrollo
económico y sus exigencias(201).
Se señala que “mas, poco a poco, se irá consolidando una opinión co-
mún que entiende solucionar tales dificultades acudiendo al Deus ex
Machina de la persona jurídica. De modo coincidente especialistas de
Derecho Público y de Derecho Privado ensanchan entonces el viejo
término de persona para justificar con él consecuencias de la más va-
riada naturaleza”(202).
En el Derecho alemán, situación que es ratificada por el Código Civil,
solamente la Sociedad Anónima tiene la calidad de Persona Jurídi-
ca en el contexto que venimos siguiendo, en cambio aquellas colec-
tividades en donde existe confusión de patrimonios no se les califica
como tal.
De esta manera se ha llegado a decir que los alemanes “inventan” “la
versión moderna de la persona jurídica (como los innumerables inven-
tos de la ciencia alemana - Dolle). No dejaba de merecer reparos gra-
ves –los que serían aireados después para rechazar el mismo concepto
de persona jurídica–; más su buen éxito estaba asegurado al abandonar
el terreno resbaladizo de las disputas teóricas sobre los sujetos de de-
rechos y atenerse a las letras de las leyes y, sobre todo, por qué como
consagración de persona jurídica de unas sociedades anónimas libre-
mente creadas y organizadas por los particulares se entregaba a los
hombres de negocios el privilegio de la limitación de responsabilidad
que siempre habían buscado, pero que hasta ahora no habían logrado
consolidar o generalizar los comerciantes”(203). Esta “invención” de los
alemanes, independientemente de las discusiones teóricas, que la po-
nían en cuestión (por considerar únicamente a las sociedades anóni-
mas como personas jurídicas en el caso de las que tienen fin lucrativo),
hace que una serie de ordenamientos califiquen a la posición alemana

(201) Ibídem, p. 177.


(202) Ibídem, p. 179.
(203) Ibídem, p. 181.

93
jairo cieza mora

como “científica”. Entre los países que siguieron la tendencia alemana


están Suiza, Holanda, Austria e Italia(204).
b) El caso inglés
El sistema inglés puede ser calificado también como un sistema tra-
dicional, heredero del medieval. Uno de los juristas ingleses que más
ha investigado a la persona jurídica: Blackstone, quien “en su sistema,
dedica un capítulo (del libro primero, derecho de las personas) a las
corporations (capítulo 18). Nos dice que como todos los derechos per-
sonales mueren con la persona y que sería poco conveniente o imprac-
ticable investir con el mismo idéntico derecho a una serie de personas,
ha sido necesario constituir artificial persons que mantengan la suce-
sión de los derechos, cuando ellos se estimen de conveniencia pública;
con lo que estas gozan así de una especie de ‘inmortalidad legal’. Ta-
les personas artificiales son las corporations (corpora corporata, bo-
dies, politics), creadas para el progreso de la religión, del saber y del
comercio. Distingue dos tipos de corporations: agregate y sole. La
primera supone varias personas unidas en sociedad, y es mantenida
por la sucesión perpetua de sus miembros (p. ej., alcalde y concejales
de un municipio); la segunda consiste en una persona y en sus suceso-
res, incorporated by law, virtute uffici (p. ej., el obispo, el párroco qua-
tenus obispo o párroco). En uno u otro tipo de corporation se conside-
ra básico el acto de la incorporation. Reconoce que han podido nacer
por acto voluntario de asociación, pero añade que en Inglaterra ‘es ab-
solutamente necesario el consentimiento del Rey’ –en su caso del Par-
lamento– para la erección de una corporation”(205).
De esta manera el sistema inglés hace residir su valor técnico para es-
quivar la teorización sobre la persona jurídica en el acto formal y vo-
luntario (aunque costoso) de la incorporation. Así se tiene que es irre-
levante la forma de ente, pues lo único que interesaba para el sistema
inglés era el “hecho externo del requisito de la incorporation”(206). Si
bien la incorporation permitía gozar de los privilegios que necesita-
ba una sociedad mercantil o financiera para operar en el mercado, el
problema era que su obtención era muy cara. “Las aspiraciones de los

(204) Ibídem, p. 182.


(205) Ibídem, p. 183.
(206) Ibídem, p. 184.

94
PROBLEMÁTICA DE LA NULIDAD Y LA IMPUGNACIÓN DE LOS ACUERDOS ...

medios industriales y financieros de conseguir sin grandes gastos los


privilegios de la incorporation serán satisfechas por leyes debidas a
Gladstone (1844-1845) y por la Limited Liability Act (1855). Estas
disposiciones, como las que siguen, conceden la incorporation me-
diante requisitos semejantes a los exigidos por la legislación conti-
nental para que las sociedades anónimas sean personas jurídicas”(207).
En esta etapa histórica las Corporations juegan un papel importante a
pesar de sus limitaciones al “dejar de ser una concesión del soberano
y convertirse en acomodación al esquema legal, cambia de carácter y
juega el mismo papel que el de atribución de la personalidad jurídica
en los países que utilizan el sentido estricto de persona jurídica”(208).
Las limitaciones a las que nos referimos tiene que ver con la crítica
a que las corporations son la única forma de personas jurídicas y por
ejemplo las fundaciones y los clubes no tiene esta calidad, teniéndose
que resolver la problemática de la responsabilidad limitada mediante
la creación de la figura del trust.

2.6. La concepción de la persona jurídica en sentido amplio


a) El Code y su influencia
La doctrina que venimos siguiendo señala que “en los países en los
que ha tenido una influencia preponderante el Código Civil francés
se usan indistintamente los términos persona moral y persona jurídi-
ca(209). El sentido en que se usa el término persona moral es más lato o
amplio que el sentido que se ha visto para el caso alemán o inglés.
Con referencia a la autonomía patrimonial se señala: “La doctrina
francesa anterior a la codificación sigue la opinión general en la época.
Los corps et communautés se califican de personas civiles y person-
nes intelectuelles, constituyendo masas patrimoniales completamente
separadas e independientes de los individuos que los componen y con
su propio estatuto personal; naturalmente, pensando en los estableci-
mientos de Derecho Público, creados para un bien public (incuidos
aquí los hospitales)”(210). Sobre el temor a las personas morales dada

(207) Ídem.
(208) Ídem.
(209) Ibídem, p. 186.
(210) Ibídem, p. 187.

95
jairo cieza mora

su peligrosidad por la posibilidad cierta de atribuirse las prerrogativas


de las personas naturales se ha llegado a señalar que “el movimiento
codificador en Francia se produce en una atmósfera de recelo y hasta
de enemiga hacia las personas morales. El mismo principio de libertad
de asociación se limita al máximo, debido al exclusivismo de la con-
cepción democrática y al régimen autoritario de Napoleón(211). Distin-
ta fue la percepción que se tenía con respecto a las sociedades mer-
cantiles que sí fueron catalogadas como personas morales y no tenían
inconvenientes de orden político, es decir que podían funcionar sin
problemas. La jurisprudencia y doctrina francesa consideraron como
personas morales a las sociedades anónimas y a todas las sociedades
comerciales previstas en el Código de Comercio. Ahora, el problema
se presentaba con las sociedades civiles, ¿eran o no personas morales?
Se explica que “(...) en base de la afirmación a priori de la personali-
dad moral de las sociedades civiles, se deduce que los acreedores de
la sociedad tienen como garantía especial de sus créditos el fondo so-
cial, con exclusión de los acreedores de los socios (Planiol, Ripert)(212).
b) El Derecho español
Un sector de juristas españoles, destacando a García Goyena, se apar-
tan de la concepción restrictiva de la persona jurídica y se adhieren a
la concepción amplia por la que las sociedades civiles y las sociedades
mercantiles son consideradas personas jurídicas y tienen las prerroga-
tivas de estas sin necesidad de una autorización del Gobierno o una su-
pervisión de este. Sin embargo esto no fue tan claro y se necesitó de
una evolución para adoptar una concepción amplia de persona jurídi-
ca. Se señala que “la recepción del movimiento codificador, y a la vez,
el empleo del término de persona moral en el sentido amplio arran-
ca del Proyecto de Código Civil de 1851. Modestamente recogiendo
la doctrina generalmente aceptada, dice: “Las corporaciones, estable-
cimientos y asociaciones reconocidas por la Ley se consideran perso-
nas morales para el ejercicio de los derechos civiles. Esta redacción y
las concordancias recogidas por García Goyena respecto de Códigos

(211) Ídem. A manera de referencia De Castro señala: “El Código Penal de 1810 dispone que cualquier aso-
ciación de más de veinte personas para fines religiosos, literarios, políticos u otros, solo podrá for-
marse ‘con el consentimiento del gobierno y con las condiciones que a la autoridad pública le plazca
imponer a la sociedad’”.
(212) Ibídem, p. 189.

96
PROBLEMÁTICA DE LA NULIDAD Y LA IMPUGNACIÓN DE LOS ACUERDOS ...

extranjeros (antecedentes el Código napolitano de 1819 y sardo de


1838), dan la impresión de que el Proyecto de 1851 se atiene al senti-
do restringido de la persona moral antes señalado, es decir compren-
diendo además las fundaciones. Más el mismo García Goyena, en sus
comentarios a otro artículo, da un sentido tan amplio a la persona mo-
ral que incluye en ella las sociedades civiles(213)”.

2.7. Criterios actuales sobre persona jurídica. Personificación de rea-


lidades sociales
Autorizada doctrina española señala que “la persona jurídica es siempre,
en última instancia, obra del Estado”(214). Esta doctrina sintetiza su posición
estableciendo que “por todo lo expuesto podemos afirmar que son personas
jurídicas las realidades sociales a las que el Estado reconoce o atribuye indivi-
dualidad propia, distinta de sus elementos componentes, sujetos de derechos
y deberes y con una capacidad de obrar en el tráfico por medio de sus órganos
o representantes. (...) El expediente técnico de la personalidad facilita el fun-
cionamiento de la asociación y la fundación, evitando la creación de múltiples
relaciones jurídicas por cada actuación en la vida jurídica”(215). Esta creación
jurídica en lo que al concepto de persona jurídica se trata ha permitido circuns-
cribir una serie de relaciones de índole jurídico-factual a un solo centro de re-
ferencia normativo, esto es la persona jurídica.

2.8. Extensión y deformación del concepto de persona jurídica


Se ha señalado que “(...) en la era de las sociedades mercantiles pasa a pri-
mer término el elemento patrimonial, en tanto que la capacidad jurisdiccional
desaparece y la capacidad normativa se ve muy reducida”(216). De esta mane-
ra se ha llegado a afirmar que “al separar la personalidad de la sociedad de la
de sus componentes o asociados, haciendo abstracción de estos cuando aque-
lla nace a la vida jurídica cumplimentando requisitos meramente formales, se
introduce el camino para cualquier fraude o actividad ilícita”(217). De esta for-
ma se plantea la modalidad del fraude de la persona jurídica, el que se puede

(213) Ibídem, p. 193.


(214) DÍEZ-PICAZO, Luis y GULLÓN, Antonio. Sistema de Derecho Civil. Ob. cit., p. 575.
(215) Ibídem, p. 576.
(216) Ibídem, p. 578.
(217) Ibídem, p. 579.

97
jairo cieza mora

expresar en el fraude por la forma de la persona jurídica, así como en el frau-


de por la responsabilidad limitada de la persona jurídica.
La autonomía patrimonial perfecta que tiene su eje central en la responsa-
bilidad limitada necesita “(...) aislar esferas de imputación, en cuanto que los
efectos y consecuencias de los actos y negocios de la persona jurídica son para
ella y no para sus componentes”(218). De esta forma la persona jurídica respon-
derá de los daños generados a terceros y el patrimonio de los integrantes de la
misma no será afectado, permitiéndose el desarrollo de la actividad mercantil
o el tráfico jurídico pero, de otro lado generando un escenario para la presen-
tación de figuras que constituyan fraude mediante la utilización instrumental
de la persona jurídica.

3. La persona jurídica en la doctrina italiana. Los estatutos. Los admi-


nistradores. La renuncia
Sobre los estatutos como instrumentos de autoreglamentación interna de
la persona jurídica se señala por autorizada doctrina que: “mas precisamente
se pude decir (...) que el estatuto, aun cuando tome la forma de un acto sepa-
rado, se considera parte integrante del acto constitutivo”(219).
Sobre el “acto de dotación” se señala que: “el llamado acto de dotación
produce efecto inmediato de destinar determinados bienes al ente en forma-
ción, sustrayéndolos a la disponibilidad del fundador”(220).
Sobre las asociaciones de hecho que nacen de un acto de dotación y su ope-
ratividad inmediata se ha señalado que: “en verdad la afirmación de operancia
inmediata del llamado acto de dotación le atribuiría ab initio a la fundación en
formación una ‘existencia de hecho’ tal como para inducir a la jurispruden-
cia desatender la diferencia de tratamiento planteada por la doctrina prevale-
ciente entre entes (o, más específicamente, asociaciones) existentes de hecho,
a los cuales les sería aplicable dicha norma en conclusión, cuando el negocio
de fundación está contenido en un testamento, su eficacia está condicionada
–según la interpretación jurisprudencial corriente– a la presentación de la

(218) Ídem.
(219) BRECCIA, Humberto. Derecho Civil. Tomo I, Volumen I, Normas, sujetos y relación jurídica, 1ª edi-
ción, Universidad Externado de Colombia, 1992, p. 302.
(220) Ibídem, p. 305.

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PROBLEMÁTICA DE LA NULIDAD Y LA IMPUGNACIÓN DE LOS ACUERDOS ...

solicitud de reconocimiento del ente dentro del año siguiente al día en que el
testamento sea ejecutable”(221).
Sobre los órganos de las personas jurídicas la doctrina que venimos si-
guiendo dice: “Las normas sobre el ordenamiento interno de las personas ju-
rídicas hacen referencia a dos órganos fundamentales: la asamblea y los ad-
ministradores. El primer órgano es propio de las asociaciones; el segundo es
común a asociaciones y fundaciones. Otros, órganos no necesarios pueden ser
previstos en el acto constitutivo y el estatuto del ente respectivo. Bastante di-
fundida es, por ejemplo, la previsión de un órgano de control, con funciones
similares a las del colegio de control en la sociedad de capitales.
La asamblea de los asociados constituye un órgano colegial, en el que par-
ticipan todos los miembros de la asociación, y tiene funciones directivas y de
control. Entre sus posibles competencias, algunas le están reservadas en for-
ma necesaria y exclusiva por la ley: se trata de la competencia para nombrar
los administradores¸ decidir sobre la responsabilidad de estos (art. 22), apro-
bar el balance (art. 20 inc. 1), modificar el acto constitutivo y el estatuto (art.
20 inc. 2), decidir la exclusión de un asociado (art. 24 inc. 3), disolver la aso-
ciación (art. 21, inc. 3). Otras competencias pueden serle atribuidas en el acto
constitutivo y el estatuto. En fin, la asamblea puede ser llamada a decidir so-
bre cualquiera materia por los administradores, como también, por los asocia-
dos, cuando, a lo menos una decima parte de estos¸ motivadamente¸ lo consi-
dere necesario (art. 20 inc. 2)”(222).
Con respecto a los administradores se ha manifestado: “Los administrado-
res son un órgano con funciones esencialmente ejecutivas y de la llamada re-
presentación del ente. Estando caracterizada por estas funciones, la posición
de los administradores adquiere una relevancia distinta en las asociaciones y
en las fundaciones. En las primeras, la esfera de competencia de los adminis-
tradores encuentra un límite preconstituido en las atribuciones reservadas a la
asamblea de los asociados, la que, de otra parte, puede formular directrices de
carácter general sobre la administración del ente y, de todos modos, está lla-
mada a controlar periódicamente, para los fines de la aprobación del balan-
ce, las operaciones de los administradores que ella misma provee a nombrar,
confirmar y sustituir. En cambio, los administradores de una fundación son
los únicos competentes para determinar autónomamente las directrices y los

(221) Ibídem, p. 306.


(222) Ibídem, p. 309.

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jairo cieza mora

criterios de administración del ente, directrices y criterios que ellos mismos


proveen a ejecutar. En especial, al fundador no le está permitido ninguna inje-
rencia en la administración”(223).
Sobre la responsabilidad civil de los administradores, mediante las reglas
del mandato, se ha dicho: “Común a los administradores de las asociaciones
y de las fundaciones es la regla de su responsabilidad para con el ente ‘según
las normas del mandato’ (art. 18). Lo que no significa, bien entendido, atribuir
a los administradores de un ente que son y siguen siendo siempre meros órga-
nos vinculados al ente por una relación de identificación (precisamente orgá-
nica: v. retro, n. 6) - la calidad de mandatarios, sino que implica, mas simple-
mente, la posibilidad de extender a los administradores, dentro de los límites
de su compatibilidad, las normas que regulan la responsabilidad de los man-
datarios, comenzando por el principio general (Cfr. Art. 1176) de la diligencia
del buen padre de familia, especificado en materia de mandato artículo 1710,
inciso 10, con la precisión de que, en caso de una actividad desempeñada gra-
tuitamente, la responsabilidad por culpa será apreciada con menor rigor. En
las asociaciones, la acción de responsabilidad frente a los administradores in-
cumplidos para con el ente debe ser ordenada por la asamblea y ejercitada lue-
go por los nuevos administradores o por los liquidadores (art. 22); en las fun-
daciones, dicha acción debe ser autorizada por la autoridad administrativa y
ejercitada luego por el comisario extraordinario, por los liquidadores o por los
nuevos administradores (art. 25)”(224).

III. ACTOS ASAMBLEARIOS. NATURALEZA JURÍDICA


1. Definición de asambleas asociativas y societarias
Comenzaremos definiendo lo que es una asamblea, siendo su definición
aplicable tanto a los actos asociativos en el caso de asociaciones, fundaciones
o comités como a los actos societarios en el caso de cualquier forma de socie-
dad regulada por la Ley General de Sociedades (Ley Nº 26887).
En el caso de las asociaciones, la doctrina nacional,(225) para estudiar di-
dácticamente esta persona colectiva, presenta a la asamblea general dentro del
plano de la capacidad, pues la asociación solamente podrá ejercitar derechos

(223) Ibídem, p. 311.


(224) Ibídem, p. 312.
(225) ESPINOZA ESPINOZA, Juan. Derecho de las Personas. Ob. cit., pp. 452-454. El autor para un me-
jor entendimiento de la Asociación se refiere a ella en dos planos: existencia y capacidad.

100
PROBLEMÁTICA DE LA NULIDAD Y LA IMPUGNACIÓN DE LOS ACUERDOS ...

a través de sus respectivos órganos, siendo la asamblea general, el principal


de estos. Asimismo, la doctrina(226) define a la asamblea (en este caso gene-
ral) como el órgano “dominante” de la asociación(227), al ser la instancia que
decide en torno a las actividades, fines y demás aspectos trascendentales de
la persona jurídica; constituyéndose en un medio de expresión de la volun-
tad colectiva e individual –donde rige el “principio mayoritario” (los acuer-
dos válidamente adoptados obligan a todos los miembros)– de los asociados,
conforme a los quórum y mayorías establecidas en el artículo 87(228). Estos úl-
timos requisitos se han entendido como mínimos, ya que podría establecerse
estatutariamente exigencias mayores(229), incluso la unanimidad; asimismo, la
asamblea general es un órgano de control del consejo directivo y de los pro-
pios asociados.
Es pertinente señalar que cuando nos referimos a actos asamblearios, sean
estos de carácter asociativo (en el caso de las asociaciones u otras personas
jurídicas sin fines de lucro) o societario (como en el caso de las Sociedades
Anónimas u otras modalidades regidas por la Ley Nº 26887), no nos estamos
ciñendo exclusivamente a la asamblea general o a la junta general de accio-
nistas, sino que también pueden aplicarse las reglas que en el presente traba-
jo detallamos al consejo directivo o al directorio, pues ambos son órganos de
donde emanan decisiones que en caso de contravenir a normas estatutarias o
legales son pasibles de impugnación. Así, respetada doctrina nacional define
como “órgano” de la persona jurídica a “la persona natural o al conjunto de
personas naturales que según los casos adopta decisiones o representa a lo que
formalmente es un centro o haz unitario de deberes y derechos. La persona ju-
rídica actúa solo a través de las personas naturales que la integran, aunque,

(226) ALIAGA HUARIPATA, Luis. Código Civil comentado. Tomo I, Gaceta Jurídica, p. 416.
(227) VEGA MERE, Yuri. La Asociación, la Fundación y el Comité en el Código Civil. Gaceta Jurídica,
Tomo 49, diciembre, Lima, 1997, p. 36-B, citado por ALIAGA HUARIPATA. Ob. cit., p. 416.
(228) Artículo 87: “Para la validez de las reuniones de asamblea general se requiere en primera convoca-
toria, la concurrencia de más de la mitad de los asociados. En segunda convocatoria, basta la presen-
cia de cualquier número de asociados. Los acuerdos se adoptan con el voto de más de la mitad de los
miembros concurrentes. Para modificar el estatuto o para disolver la Asociación se requiere, en pri-
mera convocatoria, la asistencia de más de la mitad de los asociados. Los acuerdos se adoptan con
el voto de más de la mitad de los miembros concurrentes. En segunda convocatoria los acuerdos se
adoptan con el voto de los asociados que asistan y que representen no menos de la décima parte. Los
asociados pueden ser representados en Asamblea General por otra persona. El estatuto puede dispo-
ner que el representante sea otro asociado. La representación se otorga por escritura pública. También
puede conferirse por otro medio escrito y solo con carácter especial para cada asamblea.
(229) DE BELAUNDE L. DE R., Javier. “Reforma del Código Civil y las personas Jurídicas”. En: Congre-
so de la República: Reforma de Códigos. 2ª edición, Tomo II, Lima, 1999, p. 494., citado por ALIA-
GA HUARIPATA. Ob. cit., p. 416.

101
jairo cieza mora

como es sabido, los derechos y deberes, contraídos por ellas se imputan a ese
centro unitario ideal que formalmente es la persona jurídica. Cada persona ju-
rídica, de acuerdo a las disposiciones de Ley, determina estatutariamente cuá-
les han de ser sus órganos y cuáles las atribuciones que se les concede”(230).
Así, en el artículo 86 de nuestro Código Civil están delimitadas las facultades
de la asamblea general(231).
A manera de ilustración, podemos mencionar el caso de las universida-
des nacionales, las que son Personas Jurídicas de Derecho Público, las que
cuentan con un régimen corporativo en su funcionamiento y desarrollo como
personas colectivas(232). Estas instituciones educativas cuentan para su desen-
volvimiento con órganos que interactúan y se manejan con un criterio de de-
mocracia interna, de una manera muy similar a las asociaciones. Tienen pues
una Asamblea Universitaria que vendría a ser la Asamblea General en las
Asociaciones, un Consejo Universitario que vendría a expresar el Consejo Di-
rectivo y los llamados Consejos de Facultad en cada una de las facultades de la
universidad. Las atribuciones de cada uno de los órganos universitarios se en-
cuentran expuestas en la Ley Universitaria (Ley Nº 23733), los estatutos de la
universidad respectiva y en el Manual de Organización y Funciones de la uni-
versidad. Nos encontramos con que en el quehacer funcional y administrativo
de la universidad peruana, es necesaria la actuación de órganos a través de los
cuales la universidad como entidad pueda expresar su voluntad. Así, en el mis-
mo sentido que en una asociación, si se presentan actos que sean contrarios a
la Ley Universitaria o al Estatuto de la Universidad, estos actos deben ser re-
vocados a pedido de algún miembro con legítimo interés de la comunidad uni-
versitaria que considere que se ha actuado en contra de las normas que rigen
los destinos universitarios y que afectan su finalidad y objetivos(233).

(230) FERNÁNDEZ SESSAREGO, Carlos. Derecho de las personas. Exposición de Motivos y comenta-
rios al Libro Primero del Código Civil peruano. Editorial Grijley , Octava edición actualizada, Lima,
2001, p. 206.
(231) Artículo 86. La asamblea general elige las personas que integran el consejo directivo, aprueba las
cuentas y balances, resuelve sobre la modificación del estatuto, la disolución de la asociación y los
demás asuntos que no sean competencia de otros órganos.
(232) Así se puede apreciar en el artículo 4 del estatuto de la Universidad Nacional Mayor de San Mar-
cos que establece : “La Universidad Nacional Mayor de San Marcos es persona jurídica de derecho
público interno, se rige por la Constitución, La Ley Universitaria, el presente Estatuto y sus Regla-
mentos (...)”.
(233) Para que se pueda apreciar algún aspecto de los órganos que rigen el destino de la universidad con-
sidero importante citar algunas normas universitarias que indican cual es la base jurídica que utiliza
la universidad en general y la Universidad Nacional Mayor de San Marcos en particular, para su de-
sarrollo institucional y el cumplimiento de sus fines. La Ley Universitaria (Ley Nº 23733) estable-
ce en su artículo 27 que: “El gobierno de las Universidades y de las Facultades se ejerce por: a) La

102
PROBLEMÁTICA DE LA NULIDAD Y LA IMPUGNACIÓN DE LOS ACUERDOS ...

Desde la óptica del Derecho societario, pero guardando similitud concep-


tual con los actos asociativos líneas arriba descritos, Garrigues(234) define a la
asamblea como la reunión de accionistas en la localidad donde la sociedad
tenga su domicilio, debidamente convocados, para deliberar y decidir por ma-
yoría sobre determinados asuntos sociales propios de su competencia.
De otro lado De Gregorio define a la asamblea como órgano social o de
gobierno de la sociedad, al establecer que “la asamblea es un Órgano esencial
de las sociedades por acciones, puesto que en la organización jurídica de estas
y especialmente teniendo en cuenta su concepción como personas jurídicas,
su voluntad no puede ser confundida con la suma de voluntades de las accio-
nes similares y es precisamente la asamblea la que tiene la función de sustituir
a tales voluntades particulares, formándolas, transformándolas, reduciéndolas
a una síntesis para lograr la voluntad del ente”(235).
Se ha manifestado que la asamblea es el órgano supremo, afirmación que
ha sido criticada por Halperin(236) quien sostiene que ello es inexacto, en la me-
dida en que sus decisiones pueden ser impugnadas por los accionistas o so-
cios y resistidas por el directorio –en cuanto a su ejecución– cuando ellas son
contrarias a la ley, estatuto o reglamento, y que sus acuerdos son solo váli-
dos si han sido adoptados dentro de los límites propios de sus facultades lega-
les y estatutarias. Sin embargo, tal como lo indica Nissen(237), lo que la doctri-
na pretende al calificar de soberana o suprema a la asamblea, es que ella tiene
autoridad superior a todos los demás órganos sociales y que en principio, los
demás órganos de la sociedad, así como sus accionistas deben quedar subor-
dinados a sus acuerdos.
Sin embargo, lo antes expresado no es ilimitado sino que está supeditado a
determinados condicionantes o límites que marcan las leyes, los estatutos y el

Asamblea Universitaria b) El Consejo Universitario c) El rector y d) El Consejo y el Decano de cada


Facultad. El artículo 28 establece que ‘la Asamblea Universitaria tiene la composición siguiente: a)
El rector y el o los Vicerrectores, b) Los decanos de las facultades y en su caso, el director de la es-
cuela de posgrado, c) Los representantes de los profesores de las diversas facultades en número igual
al doble de la suma de las autoridades universitarias a que se refieren en los incisos anteriores’”.
(234) GARRIGUES, Joaquín. Curso De Derecho mercantil . Tomo I, 7ª edición, p. 493, citado por NISSEN,
Ricardo A. Impugnación Judicial de Actos y Decisiones Asamblearias. Ediciones Depalma, Buenos
Aires, 1989, p. 42.
(235) DE GREGORIO. “De las Sociedades y las Asociaciones comerciales”. En: Vivante..., Derecho Co-
mercial. Tomo 6, vol. I, p. 567, citado por NISSEN, Ob. cit., p. 43.
(236) HALPERIN, Isaac. Sociedades Anónimas. Ediciones De Palma, 1975.
(237) NISSEN. Ob. cit., p. 44.

103
jairo cieza mora

orden público. Es interesante citar jurisprudencia extranjera que describe per-


fectamente lo argumentado, la que textualmente señala: “(...) Fuera de él (se
refiere al orden público), la asamblea no puede resolver nada que sea válido,
y si lo hace, los directores, gerentes y síndicos pueden desacatar lo resuelto y
los accionistas deducir acción ante el juez para declarar la nulidad de la ilegí-
tima deliberación”(238).
A esto se agrega lo indicado por el maestro Montoya Manfredi quien ex-
presa que “el poder de decisión de la asamblea no supone que tenga faculta-
des que la autoricen para invadir esferas propias reservadas para otros órga-
nos de la sociedad, sino que su competencia específica está determinada por la
ley, aun cuando en último término, el directorio está indirectamente subordi-
nado a ella, pues la asamblea puede designar y remover a sus integrantes, así
como censurar su gestión(239).
De lo antes expuesto podemos concluir señalando que tanto en los actos
asamblearios de naturaleza asociativa como en los de índole societaria, los ór-
ganos de donde emanen los actos en cuestión deben actuar en concordancia
con la ley, el estatuto o los reglamentos internos del ente, debiendo enmarcar
su accionar dentro de estos parámetros regulatorios sin contravenir normas
imperativas o atacar el orden público, de lo contrario dichos actos, así proven-
gan del máximo órgano corporativo, serán pasibles de la impugnación propia-
mente dicha o de la acción de nulidad, como veremos líneas abajo.

1.2. Impugnación judicial de actos asamblearios


La doctrina nacional ha señalado que el derecho de impugnación judicial
de acuerdos es un derecho esencial de los asociados, que les permite ejercer un
control sobre las decisiones que adopten tanto la asamblea general de asocia-
dos como el consejo directivo, facultándolos para actuar judicialmente contra
los acuerdos que sean contrarios a la ley y el estatuto(240). A propósito, el esta-
tuto es considerado como elemento formal de la persona tipo asociación(241).
Otros autores indican que “se trata más bien de la limitación del derecho de

(238) Cámara de Apelaciones Civil y Comercial de Rosario del 9/03/39, LL, tomo 13 p. 757, citada por
NISSEN, Ob. cit., p. 45.
(239) MONTOYA MANFREDI, Ulises. Derecho Comercial. Tomo I, p. 180.
(240) FERNÁNDEZ SESSAREGO, Carlos. Ob. cit., p. 214.
(241) DE CASTRO Y BRAVO, Federico. La Persona Jurídica. Ob. cit., p. 280. El autor asimismo señala
que el “estatuto en cuanto concierto de voluntades de sus miembros (pactum associationis) y ley para
las relaciones sociales (lex societatis), es fundamento de la existencia y del desenvolverse de la per-
sona jurídica. Las leyes modernas han procurado detallar sus cláusulas: Hay algunas imprescindibles,

104
PROBLEMÁTICA DE LA NULIDAD Y LA IMPUGNACIÓN DE LOS ACUERDOS ...

acción de los asociados en el ámbito de los acuerdos de la asociación. Así, si


no se hubiere regulado el derecho de impugnación judicial de acuerdos en el
artículo bajo comentario, los asociados tendrían el derecho a solicitar la decla-
ración de invalidez de los acuerdos de la persona jurídica en virtud del dere-
cho de acción que ostentan, que permite a todo sujeto de derecho acudir a los
Tribunales pidiendo la solución a un conflicto de intereses intersubjetivo o a
una incertidumbre jurídica. Dicho derecho de acción no se vería limitado por
los breves plazos para la impugnación de acuerdos que establece la norma, ni
encontraría sujeto su ejercicio a las exigencias formales que en el artículo bajo
comentario se establecen”(242).
Considero que no se trata de ninguna limitación, sino que son dos cosas
distintas y con características diferentes, por un lado la impugnación judicial
de acuerdos contra actos que sean contrarios al estatuto o la ley y por otro lado
la solicitud de invalidez de los actos asamblearios por causas que sean típica-
mente presupuestos de nulidad y que atenten contra el orden público o contra
normas imperativas. Así, por ejemplo en nuestra ley societaria la impugnación
judicial de acuerdos a strictu sensu está normada en el artículo 139, mientras
que la acción de nulidad se encuentra prevista en el artículo 150 de la Ley. En
esta norma se diferencia la pretensión de impugnación judicial de acuerdos
de la de nulidad. Mientras que en el caso de las personas jurídicas sin finali-
dad lucrativa no existe tal distinción en nuestro Código Civil, debiendo enten-
derse que las razones de la impugnación de acuerdos se encuentran previstas
en el artículo 92 del Código Civil (violación de disposiciones legales o esta-
tutarias) y las razones de nulidad de actos derivados de las asambleas se rige
por las causales de nulidad absoluta prescritas en el artículo 219 del Códi-
go Civil(243).
En materia societaria se define la impugnación de acuerdos como un de-
recho potestativo ya que el socio tiene la facultad o no de ejercitarlo; se dice
también que es un derecho personal porque es inherente a la condición de

como la fijación de su objeto o finalidad, la determinación de sus órganos o representantes, el señalar


las condiciones para ser y dejar de ser socios o asociados”, p. 280.
(242) ALDANA DURÁN, Mariella. “Impugnación Judicial de Acuerdos. Comentarios al artículo 92 del
CC”. En: Código Civil Comentado. Tomo I, Gaceta Jurídica, p. 448.
(243) Artículo 219. El acto jurídico es nulo: 1) Cuando falta la manifestación de voluntad del agente, 2)
Cuando se haya practicado por persona absolutamente incapaz, 3) Cuando su objeto es física o jurí-
dicamente imposible o cuando sea indeterminable, 4) Cuando su fin sea ilícito, 5) Cuando adolezca
de simulación absoluta, 6) Cuando no revista la forma prescrita bajo sanción de nulidad 7) Cuando la
ley lo declara nulo 8) En caso del artículo V del Título Preliminar, salvo que la Ley establezca san-
ción diversa.

105
jairo cieza mora

accionista, condición que no solamente debe ostentarse al momento de tomar-


se el acuerdo materia de la impugnación, sino que debe mantenerse durante
todo el proceso y finalmente se le considera como un Derecho subjetivo por
cuanto se le concede al accionista dicho derecho para formular su pretensión
con base en su apreciación personal, la que debe compatibilizarse con el inte-
rés social(244).
Para María del Carmen Flores Miranda(245), el derecho de impugnación es
un derecho complementario al derecho de voto que sirve para cautelar la co-
rrecta formación de la voluntad social que, como se sabe, es distinta e inde-
pendiente de la voluntad de los accionistas que forman la Junta General, dere-
cho que le es conferido al accionista que no contribuyó a su formación, ya sea
porque votó en contra del acuerdo dejando constancia de su oposición, porque
no estuvo presente en la junta en que se aprobó el acuerdo, o porque fue pri-
vado ilegítimamente de su derecho de voto.

1.3. Naturaleza jurídica de la acción de impugnación de acuerdos


asamblearios
A juicio de la doctrina argentina(246), “no obstante las circunstancias apun-
tadas precedentemente, la acción prevista por los artículos 251 y ss. de la Ley
Nº 19550 (impugnación judicial de acuerdos societarios)(247) debe considerár-
sela una acción social, y no una acción individual, pues dicha acción es con-
cedida al accionista como tal, es decir como integrante de la sociedad, con
lo cual siguiendo las palabras de Siburu(248), la ley no entiende favorecer di-
recta o indirectamente el interés individual del socio, sino el de la sociedad,

(244) HUNDSKOPF EXEBIO, Oswaldo. “El derecho de impugnación de acuerdos de Juntas Generales de
Accionistas y su ejercicio a través de acciones judiciales”. En: Ius et Veritas. Año VI, N° 11, p. 66.
(245) FLORES MIRANDA, María del Carmen. Impugnación de acuerdos de sociedades anónimas en la
legislación peruana. Tesis para optar el grado de bachiller en Derecho y Ciencias Políticas en la Uni-
versidad de Lima, 1991.
(246) NISSEN. Ob. cit., p. 62.
(247) Artículo 251. Todas las resoluciones de la asamblea adoptadas en violación de la ley, el estatuto o el
reglamento, pueden ser impugnadas de nulidad por los accionistas que no hubieren votado favora-
blemente en la respectiva decisión y por los ausentes que acrediten la calidad de accionistas a la fe-
cha de la decisión impugnada. Los accionistas que votaron favorablemente pueden impugnarla si su
voto es anulable por vicio de voluntad. También pueden impugnar los directores, síndicos, miembros
del consejo de vigilancia o la autoridad de contralor. La acción se promoverá contra la sociedad, por
parte del juez de su domicilio, dentro de 3 meses de clausurada la asamblea”. Esta Ley (Nº 19550),
ha sido en parte modificada por la Ley Nº 22903, y se encuentra incorporada al Código de Comercio
argentino.
(248) SIBURU, Juan B. Comentario al Código de Comercio argentino. Tomo V, Buenos Aires, 1923,
p. 162.

106
PROBLEMÁTICA DE LA NULIDAD Y LA IMPUGNACIÓN DE LOS ACUERDOS ...

en la medida que este obra como órgano de defensa social, en salvaguardia de


las bases fundamentales de la sociedad, que son el estatuto y la propia ley”.
El análisis de la cuestión nos lleva a tratar de comprender lo que implica el
interés social, recordando que todo acuerdo asambleario, cualquiera que sea
su objeto, debe estar inspirado en ese interés que lleva implícito el pleno res-
peto del sistema societario. El principio rector de las mayorías(249), como me-
dio de obtener la decisión final, solo hace presumir la existencia del interés
social; pero ello de ninguna manera en términos absolutos, pues el accionista,
individualmente considerado, puede impedir, mediante las acciones impug-
natorias, que esas mayorías utilicen abusivamente su poder en daño a la pro-
pia sociedad , por lo cual, en definitiva, “la tutela de la minoría no es más que
la tutela de la propia sociedad mediante la acción del accionista aislado”(250).

1.4. Los acuerdos susceptibles de impugnación


Comentario aparte merece el determinar si es jurídicamente permisible,
en el caso de las asociaciones u otras personas no lucrativas, optar por la im-
pugnación de los acuerdos tomados, no por la Asamblea General, sino por el
Consejo directivo.
Del artículo 92 de nuestro ordenamiento civil(251) se infiere que la impug-
nación de acuerdos se efectúa contra las decisiones emanadas de las asocia-
ciones a través de sus respectivas asambleas generales. No obstante lo ante-
dicho, resulta interesante hacer mención a la duda consistente en determinar

(249) Al respecto el profesor en materia societaria Julio Salas Sánchez expresa: “El principio mayoritario
debe respeto a la ley, al estatuto y al interés social y solo en tanto se identifique con esos intereses
(que son ciertamente superiores a los suyos) puede ser digno de protección social”. El profesor Salas
refiere que los límites a las mayorías pueden ser objetivos o subjetivos, estando dentro de los prime-
ros los límites tangibles que impone la ley o el estatuto y dentro de los segundos el abuso de derecho
con todas sus dificultades de interpretación. SALAS SÁNCHEZ, Julio. “Algunas consideraciones so-
bre el derecho de impugnación de los acuerdos de las Juntas de Accionistas”. En: Revista de Institu-
to Peruano de Derecho Tributario. N° 14, junio 1988, p. 37.
(250) GARRIGUES, Joaquín y URIA, Rodrigo. Comentario a la Ley de Sociedades Anónimas. Tomo I,
p. 742.
(251) Artículo 92.- Todo asociado tiene derecho a impugnar judicialmente los acuerdos que violen las dis-
posiciones legales o estatutarias. Las acciones impugnatorias deben ejercitarse en un plazo no ma-
yor de sesenta días contados a partir de la fecha del acuerdo. Puede ser interpuesta por los asistentes
si hubieran dejado constancia en carta de su oposición al acuerdo, por los asociados no concurrentes
y los que hayan sido privados ilegítimamente de emitir su voto. Si el acuerdo es inscribible en el re-
gistro, la impugnación puede formularse dentro de los treinta días siguientes a la fecha en que la ins-
cripción tuvo lugar. Cualquier asociado puede intervenir en el juicio a su costa, para defender la va-
lidez del acuerdo. La impugnación se demanda ante el Juez Civil del domicilio de la asociación y se
tramita como proceso abreviado.

107
jairo cieza mora

si se pueden impugnar actos expedidos por el Consejo Directivo. Al respecto


Aldana(252) se pregunta y responde con perspicacia: “si los asociados podrán
impugnar los acuerdos del Consejo Directivo. Al respecto podría considerarse
que –dado que el Código Civil no ha previsto expresamente la impugnación
de estos acuerdos– los cuestionamientos a los mismos deben ventilarse al in-
terior de la Asociación, correspondiendo a la Asamblea General como órgano
máximo de la asociación el pronunciarse respecto a dichos acuerdos, pudien-
do ser modificados o dejados sin efecto por la Asamblea General. Sin em-
bargo, consideramos, que, empleando la analogía debe también admitirse la
impugnación de acuerdos del consejo directivo que violen las disposiciones
legales o estatutarias. Así, si se admite que acuerdos adoptados por el máxi-
mo órgano de la asociación sean cuestionados en sede judicial, con mayor ra-
zón debe admitirse que acuerdos adoptados por el órgano directivo sean igual-
mente cuestionados”.
Al respecto consideramos que solamente se justificaría la judicialización
de los acuerdos tomados por el Consejo Directivo en el supuesto que la asam-
blea general en su calidad de máximo órgano de la asociación no controle y re-
voque la decisión tomada por el ente de inferior jerarquía, pues de otro modo
sería innecesaria la utilización de la vía judicial para resolver el conflicto.
En materia asociativa, en lo que respecta al contenido de las normas lega-
les o estatutarias que se vulneran, puede distinguirse entre aquellas que regu-
lan la forma en que se adoptó el acuerdo (requisitos de convocatoria, quórum,
mayorías, lugar de celebración) y aquellas que atienden el fondo (límites de
competencia y poder, prohibiciones, etc.). Igualmente en esta norma y a dife-
rencia del sistema societario, que analizamos a continuación, no se ha previsto
que sean impugnables aquellos acuerdos que sin violar disposiciones legales
ni estatutarias, lesionan los intereses de la asociación, causal de impugnación
que ha sido recogida la Ley General de Sociedades.
En materia societaria el texto del artículo 139 de la Ley General de Socie-
dades (Ley Nº 26887)(253) establece que pueden ser impugnados judicialmente

(252) ALDANA DURÁN, Mariella. Ob. cit., p. 447 y ss.


(253) Artículo 139.- Acuerdos Impugnables “pueden ser impugnados judicialmente los acuerdos de la Jun-
ta General cuyo contenido sea contrario a esta ley, se oponga al Estatuto o al Pacto Social o lesione,
en beneficio directo o indirecto de uno o varios accionistas, los intereses de la sociedad. Los acuerdos
que incurran en causal de anulabilidad prevista en la Ley o el Código Civil, también serán impugna-
bles en los plazos y formas que señala la ley. No procede la impugnación cuando el acuerdo haya sido
revocado, o sustituido por otro adoptado conforme a ley, al pacto social o al Estatuto. El juez manda-
rá tener por concluido el proceso y dispondrá el archivo de los autos, cualquiera que sea su estado, si

108
PROBLEMÁTICA DE LA NULIDAD Y LA IMPUGNACIÓN DE LOS ACUERDOS ...

los acuerdos de la Junta General cuyo contenido contravenga la ley, el esta-


tuto o el pacto social, o que lesionen en beneficio directo o indirecto de uno o
varios accionistas los intereses de la sociedad. Asimismo el artículo citado in-
dica que los acuerdos que incurran en causal de anulabilidad previstas en la
ley o en el Código Civil también serán impugnables en las formas y plazos
que señale la ley. Al respecto la doctrina nacional indica que esta norma no
distingue entre actos o acuerdos nulos y anulables “como si lo hace la nueva
Ley de Sociedades Anónimas de España, aprobada por Real Cédula N° 1564
de 1989. El artículo 115 de dicho cuerpo legal considera como acuerdos nulos
los acuerdos contrarios a la ley, señalando que los demás acuerdos, es decir
los contrarios al estatuto o que lesionen los intereses de la sociedad son anu-
lables, distinción que acarrea importantes diferencias respecto a la legitima-
ción activa, respecto a los plazos de caducidad y también en lo concerniente a
las vías procesales”(254).
El profesor español en materia mercantil, Rafael Jiménez de Parga(255) nos
comenta que el artículo 115 de la ley española constituye la base sobre la
que se asienta el sistema vigente de impugnación de acuerdos, sumándose a
este artículo 115, el contenido del artículo 143 de esta norma ibérica que por
primera vez en ese ordenamiento jurídico abre a los administradores (direc-
tores) la posibilidad de impugnación de acuerdos nulos o anulables adopta-
dos por el consejo de administración o cualquier otro órgano colegiado de
administración(256).

la sociedad acredita que el acuerdo ha sido revocado o sustituido conforme a lo prescrito en el párra-
fo precedente. En los casos previstos en los dos párrafos anteriores, no se perjudica el derecho adqui-
rido por el tercero de buena fe”.
(254) HUNDSKOPF EXEBIO, Oswaldo. “El derecho de impugnación ...”. Ob. cit., p. 21.
(255) JIMÉNEZ DE PARGA, Rafael. “La impugnación de acuerdos sociales en la Ley Reguladora de la
Sociedad Anónima”. En: Estudios Jurídicos sobre la sociedad anónima. Editorial Civitas, Madrid,
1995, p. 321, citado por HUNDSKOPF. Ob. cit., p. 21.
(256) El artículo 115 de la Ley de Sociedades Anónimas española preceptúa: “Artículo 115. Acuerdos Im-
pugnables. 1. Podrán ser impugnados los acuerdos de las juntas que sean contrarios a la ley, se opon-
gan a los estatutos o lesionen, en beneficio de uno o varios accionistas o de terceros, los intereses de
la sociedad. 2. Serán nulos los acuerdos contrarios a la ley. Los demás acuerdos a que se refiere el
apartado anterior serán anulables. 3. No procederá la impugnación de un acuerdo social cuando haya
sido dejado sin efecto o sustituido válidamente por otro. Si fuere posible eliminar la causa de impug-
nación, el juez otorgará un plazo razonable para que aquella pueda ser subsanada”. Si se desea revi-
sar la Jurisprudencia española sobre la sección segunda de su ley referida a la Impugnación de Acuer-
dos es recomendable el trabajo de CARRERA GIRAL, Juan y CARRERA LOZANO, Enrique. Ley
de Sociedades Anónimas. Vol. II, 5ª edición, Bosch.

109
jairo cieza mora

Para Rodrigo Uria(257): “En la amplia categoría genérica de los acuerdos


impugnables, deben distinguirse los acuerdos radicalmente nulos y los sim-
plemente anulables, reconociendo que en el plano puramente teórico la lí-
nea divisoria entre la nulidad y la anulabilidad es tan borrosa como imprecisa,
pero en el terreno concreto de los acuerdos sociales la separación no es difí-
cil de establecer”.
En el sistema societario peruano el hecho de que no exista una diferen-
ciación expresa no nos impide considerar como acuerdo nulo, al igual que lo
hace la citada ley española, al que es contrario a la ley, y como acuerdo anu-
lable el que atenta contra el estatuto o el interés social. En sustento de la po-
sición establecida en nuestra ley de no hacer ninguna diferenciación entre
ambos supuestos está la opinión de Garrigues y Uria(258), para quien es con-
veniente evitar las distinciones entre acuerdos nulos y anulables y hacer de
toda invalidez de los acuerdos sociales, causas simples de impugnación, para
de esta manera excluir la posibilidad de situaciones divergentes y apartar la
amenaza indefinida de la acción de nulidad, respondiendo a la necesidad que
tienen las sociedades anónimas de ser dinámicas y de dar seguridad a sus ac-
cionistas y terceros(259).

(257) URIA, Rodrigo. Derecho Mercantil. 11ª edición, Imprenta Aguirre, Madrid, 1976, p. 250.
(258) GARRIGUES, Joaquín y URIA, Rodrigo. Comentarios a la ley de Sociedades Anónimas. Tomo I,
Imprenta Aguirre, Madrid, 1971, p. 630, citado por HUNDSKPOF. Ob. cit.,
(259) La doctrina en materia societaria (HUNDSKOPF), para fines didácticos y pedagógicos, por lo tan-
to útiles y prácticos, hace la diferenciación entre: a) acuerdos nulos por infracción a la ley, b) acuer-
dos nulos por el contenido de estos, c) acuerdos que pueden ser considerados anulables. Dentro de
los primeros (literal a) están los que se refieren al incumplimiento de los requisitos formales para la
instalación y regular funcionamiento de la Junta; si dicho órgano social se convocó por quien no de-
bía; si la junta se instaló sin la concurrencia mínima de accionistas; si se celebró sin convocatoria, no
encontrándose presentes accionistas o representantes de la totalidad de las acciones; si se reunió fue-
ra de la sede social y el estatuto no autorizaba un lugar diferente; si no se hubiere formado la lista de
asistentes o si se privó a algún accionista de asistir a la junta o de su derecho a voto, etc. El autor hace
referencia a que la enumeración que realiza es meramente enunciativa, pues existen multiplicidad de
casos que pueden ser objeto de nulidad. Dentro de los segundos (literal b) y citando al maestro Mon-
toya Manfredi, señala entre otros casos, el de la nulidad que provenga de la infracción de un manda-
to legal o que sea contrario a la moral, al orden público o a las buenas costumbres; el del acuerdo que
viole los derechos de los accionistas como derechos mínimos; el de emisión de acciones no pagadas
en el 25% de su valor, por lo menos; el de emisión de nuevas series sin estar pagadas las anteriores;
el de creación de acciones de voto plural; el acuerdo de reparto de dividendos ficticios; el que aprue-
be la propuesta de distribución de beneficios sin detraer el mínimo correspondiente a la reserva legal
etc. Dentro de los terceros (literal c) es decir aquellos que pueden ser considerados anulables estarían
aquellos que contravienen normas estatutarias o que lesionan en beneficio de uno o varios accionistas
el interés social. Es el caso que la mayoría, utilizando sus poderes, toma un acuerdo que, sin violar la
ley o el estatuto posponga los intereses de la sociedad al interés personal de alguno de los socios, di-
rigiendo la voluntad social en una dirección opuesta la interés común, que es la razón de ser del con-
trato de sociedad.

110
PROBLEMÁTICA DE LA NULIDAD Y LA IMPUGNACIÓN DE LOS ACUERDOS ...

1.5. Las causas de impugnación en el Derecho comparado. Las resolu-


ciones nulas, anulables e inexistentes. La aplicación del Derecho
Civil en materia de nulidad de acuerdos asamblearios
En un interesante trabajo, Joe Navarrete(260) realiza críticas respecto a la
utilización de categorías civiles específicamente la de los contratos, para re-
gular los supuestos de invalidez de los acuerdos societarios y esto lo conside-
ra un grave error, pues los acuerdos sociales o actos colegiales (como géne-
ro) no son contratos, por lo tanto no se deben aplicar las reglas de naturaleza
contractual(261). Para el autor tratándose de aspectos de índole societaria deben
aplicarse normas de naturaleza comercial que se adecuarían mejor y de una
forma más congruente a esta institución. En este aspecto coincide con lo se-
ñalado con el desaparecido profesor Enrique Elías Laroza. Así se dice que es
incorrecto aplicar las reglas del negocio jurídico (219, 221 c.c) a los acuerdos
sociales (actos colegiados).
Sin embargo, el propio autor al analizar la naturaleza de los acuerdos so-
ciales, de los actos colegiales, de la invalidez de estos, utiliza doctrina civil
más que societaria. Sus puntos de análisis y partida, si bien para criticar, son
los Códigos civiles peruano e italiano, e inclusive adhiere a la concepción
normativa del negocio, llegando a calificar el acuerdo social como una norma
jurídica de fuente privada. De aquí que si bien es cierto es importante tener
cuidado al momento de analizar los acuerdos sociales en clave estrictamente
civil, pues se aplican a personas jurídicas en el caso de las reguladas por la Ley
Nº 26887, que tienen una connotación diferente, particular a las de los contra-
tos o negocios jurídicos. Sin embargo eso no implica desconocer la sistemati-
zación de las categorías de invalidez efectuadas por la doctrina, la legislación
y la jurisprudencia civil que es la que evidentemente más ha desarrollado el
tema. El propio autor lo reconoce tácitamente al citar sustantivamente la doc-
trina civil para el desarrollo de su trabajo, pues no se aprecia remisión a fuen-
tes de carácter comercial o societario de manera sustantiva.

(260) NAVARRETE PÉREZ, Joe. “Invalidez de Acuerdos Societarios”. En: Diálogo con la Jurisprudencia.
N° 122, noviembre, 2008, año 14.
(261) El autor citado señala: “Asimismo, otra de las impresiones que tengo es que la regulación actual de
la invalidez se ha hecho en clave de contrato y, por ende en clave de Código Civil (es decir, pensando
en el régimen de invalidez del contrato sin tomar en cuenta que se está regulando un tipo de negocio
jurídico diverso y con características propias, como es el acuerdo social, especie de la categoría ge-
neral del acto colegial). Aquello explicaría porqué no se han regulado figuras propias de la configu-
ración doctrinal del acuerdo social tales como el test de resistencia (dicho test implica que solo serán
nulos aquellos acuerdos en los cuales el supuesto de invalidez afecte la decisión adoptada mediante
el acuerdo (...)”. Ibídem, p. 139.

111
jairo cieza mora

Como indica Nissen(262) en su referido trabajo: “Cabe sostener que en au-


sencia de soluciones específicas, en especial en cuanto a los efectos de la nu-
lidad del acuerdo asambleario, se debe recurrir al ordenamiento civil, como
consecuencia de lo dispuesto por el artículo 384 de la Ley Nº 19550, que al in-
corporarse al Código de Comercio, hace procedente la remisión al Código Ci-
vil de conformidad con las normas antes descritas. Sin embargo una breve lec-
tura de los artículos 1037 a 1065 del Código Civil argentino(263) nos demuestra
la improcedencia de la aplicación in totuo de esas disposiciones al tema que
nos ocupa sobre todo por la naturaleza del contrato de sociedad, considerado
por el propio legislador como un contrato plurilateral de organización, que no
se agota con el cumplimiento de las prestaciones por parte de los socios, sino
que supone una actividad permanente dentro del tráfico mercantil, lo cual des-
carta muchas de las previsiones establecidas por el Código Civil en materia
de nulidad, pensadas casi exclusivamente por los actos jurídicos bilaterales, y
cuya consecuencia no es otra cosa que la vuelta de las cosas a su estado origi-
nario, como si el acto viciado nunca hubiera sido celebrado (art. 1050 del CC
argentino). Ello, como fácil es imaginar, no es compatible con el derecho de
las sociedades, pues la aplicación del artículo 1050 del Código Civil afecta-
ría legítimos intereses de los terceros que han contratado con la sociedad, para
quienes las deficiencias que han afectado a la constitución de la sociedad o el
regular funcionamiento de sus órganos son cuestiones que le resultan extra-
ñas . Es, pues, impensable considerar, al menos como principio general que el
acuerdo social que ha sido ejecutado o ha tenido principio de ejecución, debe
ser tenido, frente a una decisión judicial invalidatoria, como si el nunca hubie-
ra sido celebrado, pues ello no sería otra cosa que una ficción jurídica incom-
patible con la verdad de lo acontecido y fuente de injusticias y perjuicios para
terceros de buena fe. Basta imaginar los perjuicios que ocasionaría al tráfico
mercantil y la inseguridad que generaría la aplicación del artículo 1050 del
CC, frente al supuesto de declararse la nulidad de la designación de un deter-

(262) NISSEN. Ob. cit., p. 65.


(263) Artículo 1037.- Los jueces no pueden declarar otras nulidades de los actos jurídicos que las que en
este Código se establece. Artículo 1038.- La nulidad de un acto es manifiesta, cuando la ley expresa-
mente lo ha declarado nulo, o le ha impuesto la pena de nulidad. Actos tales se reputan nulos aunque
su nulidad no haya sido juzgada. Artículo 1045.- Son anulables los actos jurídicos cuando sus agen-
tes obrasen con una capacidad accidental, cuando si por cualquier causa se hallasen privados de su
razón, o cuando no fue conocida su incapacidad impuesta por la ley al tiempo de formarse el acto, o
cuando la prohibición del objeto del acto no fuese conocida por la necesidad de alguna investigación
de hecho, o cuando tuviera el vicio de error, violencia fraude o simulación y si dependiese para su va-
lidez de su forma instrumental, y fuesen anulables los respectivos instrumentos. Artículo 1046.- Los
actos anulables se reputan válidos mientras no sean anulados, y solo se tendrán por nulos desde el día
de la sentencia que los anulase.

112
PROBLEMÁTICA DE LA NULIDAD Y LA IMPUGNACIÓN DE LOS ACUERDOS ...

minado directorio, pues debería de ello derivarse la nulidad de toda contrata-


ción efectuada por ese órgano de administración con posterioridad a su vicio-
sa designación, lo cual es sencillamente impensable”. Esta argumentación tan
claramente expresada por Nissen puede aplicarse perfectamente a nuestra rea-
lidad jurídica, no solamente en el caso de los efectos generados por las deci-
siones de los órganos de sociedades anónimas, sino también en el caso de las
asociaciones o a las personas jurídicas sin fines de lucro en general, en don-
de la invalidez declarada judicialmente de los actos que hayan sido expedidos
por los órganos asociativos respectivos (Asamblea General, Consejo Direc-
tivo) no puede perjudicar los derechos adquiridos de terceros de buena fe ni
perjudicar el normal desenvolvimiento del ente(264). Como lo comenta Joe Na-
varrete: “solo deberá anularse el acuerdo cuando la participación de dicho so-
cio sea esencial para: a) la formación del quórum b) la adopción del acuerdo.
Esto en beneficio de los derechos de terceros que podrían afectarse con la anu-
lación de un acuerdo y con el principio de conservación de acuerdos sociales.
Entonces, para declararse la nulidad de un acuerdo no basta que un socio haya
tenido su voluntad viciada o no haya cumplido con requisitos exigidos por la
sociedad para participar en la decisión colegiada sino que este voto tiene que
haber sido decisivo para establecer el quórum reglamentario o para la toma del
acuerdo, de lo contrario el acuerdo mantendrá su validez”.
Dentro del contexto de la vigente Ley de Sociedades argentina, y siguien-
do la línea conceptual de Garrigues(265) y de Vásquez del Mercado(266), respeta-
da a la doctrina argentina(267) considera que cualquier intento de hacer un lis-
tado de los acuerdos nulos y de los acuerdos anulables implica descender a
una casuística interminable que siempre pecaría por omisión. En este sentido
se cree que basta recurrir a los principios generales previstos por el ordena-
miento civil en cuanto a los criterios distintivos entre uno y otro supuesto de

(264) Tal es el caso presentado por el cuestionamiento a la elección del Rector de la Universidad Nacional
Mayor de San Marcos (Persona Jurídica de Derecho Público), en el cual se demandó judicialmente la
nulidad del acto asambleario que lo designaba, por no haberse tomado en cuenta los votos de los do-
centes que tenían más de 65 años. Si bien es cierto el proceso está en curso, en el supuesto que se de-
clarase la anulación del acto asambleario esta nueva situación no podría acarrear la nulidad de todos
los actos que en sus más de dos años en el cargo ha suscrito el rector en su calidad de presidente de
la Asamblea y Consejo Universitarios, pues generaría una total inestabilidad y anarquía.
(265) GARRIGUES. Ob. cit., en nota 69, tomo I, p. 511.
(266) VÁSQUEZ DEL MERCADO, Óscar. Asambleas, fusión y liquidación de sociedades mercantiles.
p. 233 y ss.
(267) NISSEN. Ob. cit., p. 70.

113
jairo cieza mora

invalidez, recordando siempre las particularidades que ofrece el acto asam-


bleario como declaración de voluntad de carácter colegiado.
Entonces, en materia de invalidez de decisiones asamblearias, ya sea el
acto nulo o anulable, y a diferencia de lo previsto por el Código Civil (refi-
riéndose al argentino, pero aplicable al caso peruano) “esa invalidez en nin-
gún caso puede afectar los derechos de terceros de buena fe, por la sencilla ra-
zón de que no resulta aplicable al derecho societario el efecto retroactivo que
la declaración de nulidad supone, a diferencia de lo que ocurre en el Derecho
Civil, en el cual, cuando la nulidad es manifiesta, el tercero no puede fundar
un derecho adquirido sobre un título que carecía ab initio de idoneidad”(268).
La doctrina argentina citada predica la exclusión de las nulidades absolu-
tas del procedimiento de impugnación de asambleas previsto por los artículos
251 y ss. de la Ley Nº 19550. En este sentido se diferencia de la ley Societaria
peruana que sí regula la acción de nulidad absoluta en su artículo 150, cuan-
do se trata de invalidar los acuerdos de la junta contrarios a normas imperati-
vas o que incurran en causales de nulidad de previstas en esta ley (Ley Gene-
ral de Sociedades) o en el Código Civil(269).
Así se explica que “el quid de la cuestión reside, pues, en determinar si el
artículo 251 de la Ley Nº 19550 comprende, en su seno, todos los supuestos
de nulidad que puedan afectar una decisión asamblearia, o solamente aque-
llos acuerdos que han afectado intereses particulares que impliquen su nuli-
dad relativa(270).
Al respecto Borda(271), refiriéndose a que los actos afectados de nulidad
absoluta son aquellos contrarios a norma imperativa o contravinientes al or-
den público, manifiesta que existe plena identificación entre ley imperativa y

(268) Ídem, p. 70.


(269) Artículo 150.- Acción de Nulidad, legitimación, proceso y caducidad
Procede acción de nulidad para invalidar los acuerdos de la junta contrarios a normas imperativas o
que incurran en causales de nulidad previstas en esta ley o en el Código Civil.
Cualquier persona que tenga legítimo interés pueda interponer acción de nulidad contra los acuerdos
mencionados en el párrafo anterior, la que se sustanciará en el proceso de conocimiento. La acción de
nulidad prevista en este artículo caduca al año de la adopción del acuerdo respectivo.
Artículo 151.- Otras impugnaciones.- El juez no admitirá a trámite, bajo responsabilidad, acción des-
tinada a impugnar o en cualquier otra forma discutir la validez de lo acuerdos de la junta general o de
sus efectos, que no sean mencionadas en los artículos 139 y 150.
(270) NISSEN. Ob. cit., p. 73.
(271) BORDA, Guillermo. Retroactividad de la Ley y derechos adquiridos. N° 39, Buenos Aires, 1960, p. 55.

114
PROBLEMÁTICA DE LA NULIDAD Y LA IMPUGNACIÓN DE LOS ACUERDOS ...

de orden público, de lo cual se desprende que toda ley imperativa es de or-


den público, porque cada vez que el legislador impone una norma con carác-
ter obligatorio y veda a los interesados apartarse de sus prescripciones, es por-
que considera que hay un interés social comprometido en su cumplimiento, o,
resumiendo, porque se trata de una ley de orden público. En definitiva, con-
cluye este autor que las “leyes imperativas y leyes de orden público son con-
ceptos sinónimos”(272)(273).
En la legislación especial argentina (Ley Nº 19550) a diferencia de otros
cuerpos legales(274), no se aprecia norma expresa sobre las dos clases de accio-
nes para atacar los acuerdos adoptados en asambleas de accionistas: una de
ellas es la prevista por los artículos 251 al 254 de la Ley Nº 19550, que se re-
fiere a la impugnación de acuerdos asamblearios “nulos de nulidad relativa”,
los que sin la declaración invalidatoria se estiman como válidos. Esta acción
puede ser definida como la estricta acción de impugnación, y solo puede ser
iniciada por los sujetos legitimados que menciona el artículo 251 en el breve
término de prescripción que dicho artículo señala. En nuestra legislación esta
“estricta acción de impugnación” se encuentra prevista en el artículo 139 de la
Ley General de Sociedades.
La segunda de las acciones es la acción de nulidad que no se encuentra
prevista expresamente en la Ley Nº 19550, pero que se evidencia en las nor-
mas del Código Civil. Dicha acción tiende a obtener la declaración de nulidad
absoluta del acto asambleario y puede ser iniciada por cualquier interesado,
siempre que demuestre la existencia de un interés en sentido jurídico. “Esta
acción, en la legislación argentina es, por la índole de los intereses afectados,
de carácter imprescriptible, y el acto viciado no puede ser objeto de confirma-
ción por asamblea posterior”(275).
A diferencia de la legislación argentina la normativa societaria españo-
la de 1989 en su artículo 115 diferencia expresamente entre los acuerdos nu-
los y aquellos anulables. Entre los primeros se encuentran aquellos contrarios

(272) Ibídem, p. 55.


(273) A propósito, la doctrina nacional propone una modificación al artículo V del Título Preliminar del
Código Civil, en el sentido que basta hablar de orden público, pues las buenas costumbres están sub-
sumidas en este principio ESPINOZA ESPINOZA, Juan. “El orden público y las buenas costumbres
en la experiencia jurídica nacional”. En: Ius et Veritas. Año XII, N° 24, pp. 312-313.
(274) Ley española de sociedades anónimas, artículo 115; Ley General de Sociedades Mercantiles mejica-
na, artículos 19, 21,102,156,188,196 y 201.
(275) NISSEN. Ob. cit., p. 85.

115
jairo cieza mora

a la ley y entre los segundos aquellos contrarios a la Ley de Sociedades Anó-


nimas, se opongan a los estatutos o lesionen, en beneficio de uno o varios ac-
cionistas o de terceros, los intereses de la sociedad. Es interesante hacer men-
ción a la doctrina española(276), la que en el caso de los “acuerdos contrarios a
la ley” del artículo 115 de la Ley de Sociedades Anónimas, distingue las di-
versas lecturas de la palabra ley, la primera entendida como la propia Ley de
Sociedades Anónimas, la segunda entendida como la Ley en sentido formal
(disposiciones emanadas de las Cortes Generales) o como ley en sentido ma-
terial (cualquier norma jurídica en general). El autor citado opta por una in-
terpretación extensiva de la palabra “ley” por lo que es partidario de la terce-
ra interpretación.
En la legislación nacional la distinción entre la acción de impugnación
propiamente dicha y la acción de nulidad se encuentra en los ya citados artícu-
los 139 y 150 de la Ley General de Sociedades (Ley Nº 26887) y para mayor
confusión, como veremos mas adelante en el artículo 38 de la LGS.
Como se ha podido apreciar si bien los comercialistas más prestigiados de
Argentina disienten de utilizar de manera integral las categorías civiles para
aplicarlas a la invalidez de acuerdos societarios, no dudan en utilizarlas para
regular dicho instituto jurídico. Es que es imposible no utilizar la doctrina ci-
vil con todos sus aportes en un aspecto tan estudiado como La Invalidez de un
tipo de negocios jurídicos colegiados como los acuerdos sociales.
Es, pues, importante a efectos de poder comprender con mayor certeza
e idoneidad el instituto de la nulidad de acuerdos, previsto en el artículo 150
de la LGS, así como en los artículos 38 y 139 del mismo cuerpo legislativo,
y en el artículo 92 del CC, determinar con la mayor precisión posible los lí-
mites de cada una de estas figuras conceptuales del negocio jurídico. Es nece-
sario tener claridad o por lo menos una aproximación conceptual en materia
de ineficacias negociales, pues sin lugar a dudas esto allanaría el trabajo y nos
proporcionaría herramientas necesarias para poder investigar con mayor pro-
fundidad y certeza la nulidad o impugnación de acuerdos en materia civil y
societaria.

(276) RODRÍGUEZ VILLA, Daniel. Impugnación de Acuerdos de las Juntas de Accionistas, Legislación,
Doctrina y Jurisprudencia. Según el nuevo texto refundido de la Ley de Sociedades Anónimas.
2ª edición, Aranzadi, p. 37 y ss.

116
PROBLEMÁTICA DE LA NULIDAD Y LA IMPUGNACIÓN DE LOS ACUERDOS ...

1.6. Algunos presupuestos para la acción de impugnación de acuerdos


asamblearios
Tal como lo expresa el comercialista Suarez Anzorena(277) es posible
afirmar que la acción de impugnación judicial de un acto asambleario o de
decisiones asamblearias adoptadas en él, puede tener por causas, sin agotar-
las, las siguientes:
a. La inexistencia o la irregular convocación, celebración o instrumenta-
ción del acto asambleario.
b. La falta de competencia del órgano o la adopción de decisiones que no
fueran consecuencia del tratamiento de puntos incluidos en el orden
del día, salvo las excepciones previstas por la ley.
c. La falta de quórum o mayoría legal computable a los efectos de la de-
cisión de que se trata.
d. La ilegitimidad de los contenidos de la decisión, en tanto esta contra-
venga disposiciones obligatorias de la ley, los estatutos o reglamentos
de origen asambleario vigentes al tiempo de la celebración.
e. La existencia de abusos de mayorías irrazonablemente lesivos de de-
rechos esenciales de los socios o del interés social.

Efectivamente, una asamblea puede gozar de validez o padecer de inva-


lidez, de igual manera los acuerdos adoptados en ella. “Una asamblea que ha
sido deficientemente convocada, o que se haya celebrado sin el quórum pre-
visto por la ley, o, finalmente, cuyas decisiones hayan sido adoptadas sin res-
peto del régimen previsto, es nula en su totalidad, y la declaración judicial de
invalidez pronunciada en el juicio correspondiente, la tendrá por no celebra-
da, sin subsistencia de ninguna de las resoluciones en ella adoptadas, a salvo
los derechos de terceros de buena fe que han contratado con la sociedad como
consecuencia del acuerdo asambleario, a quienes la invalidez de este no puede
serles opuesta, por la apariencia de legalidad que emana de la actuación de los
órganos sociales”(278). Hecho importante es que la nulidad de acto asamblea-

(277) SUÁREZ ANZORENA, Carlos. Impugnación Judicial de Actos y Decisiones Asamblearias. Ponen-
cia presentada en las segundas jornadas de nacionales de Derecho Societario, organizadas por la Uni-
versidad Notarial argentina, Buenos Aires, 1981.
(278) NISSEN. Ob. cit., p. 88.

117
jairo cieza mora

rio, cuando se dan los requisitos previstos legalmente, debe ser declarada sin
reparar en la incidencia del porcentaje accionario que revisten los accionistas
que la promuevan, en vista que la decisión de invalidación debe agotarse en el
análisis de lo acontecido en ese acto asambleario.
Nissen clasifica las causales de impugnación arriba detalladas de la si-
guiente manera:
1) Vicios en la convocatoria de la asamblea.
2) Vicios en la celebración de ella.
3) Vicios en el contenido de la resolución adoptada.
El primer punto nos lo explica Vanasco(279), para quien la nulidad de la
asamblea, que es contenido de la acción de impugnación, debe vincularse con
una resolución asamblearia, como acto final declarativo de la voluntad social.
Sin embargo, la causa de invalidación no tiene porqué estar en la decisión mis-
ma, sino que del mismo modo puede encontrarse en la manera inidónea en que
se ha llegado a tal resolución. La Ley General de Sociedades peruana habla de
acuerdos “cuyo contenido sea contrario a esta ley”, lo cual nos podría lle-
var a pensar que solamente serían impugnables aquellos actos “cuyo conte-
nido” contravenga la norma más no los vicios atinentes al procedimiento de
la formación asamblearia, lo cual no consideramos que haya sido la intención
del legislador. Queda sujeta a la acción de impugnación, una resolución asam-
blearia, tanto si se llega a ella por vicios que afecten el procedimiento regla-
do para su formación –aunque en sí la decisión no sea contraria a ley, estatuto
o reglamento–, como si la decisión a que se ha llegado por un procedimiento
inobjetable, constituya en su contenido una declaración contraria a ley, al es-
tatuto o reglamento.
Para Vásquez de Mercado(280) solo la falta de requisitos formales para la
formación del acto determina su nulidad. Al contrario, si tales requisitos se ha-
llan viciados, estaremos en presencia de un acto anulable.

(279) VANASCO, Carlos. Contribución al estudio de las acciones de impugnación de asambleas y de deci-
siones asamblearias en la Ley Nº 19550, publicado en la Revista Homenaje a la Inspección General
de Justicia, con motivo de su 90 aniversario.
(280) Ibídem, p. 233.

118
PROBLEMÁTICA DE LA NULIDAD Y LA IMPUGNACIÓN DE LOS ACUERDOS ...

En segundo lugar en lo que respecta a los vicios en la celebración de la


asamblea tenemos la necesidad de la presencia de un quórum mínimo y la
adopción de acuerdos por las mayorías previstas en la ley o el estatuto. Asi-
mismo también se encuentran dentro de estos vicios, la violación del dere-
cho de deliberar, en tanto comprensivo del derecho de información, sien-
do esta causa de nulidad absoluta de la decisión asamblearia, que no puede
ser expresada nunca como expresión de voluntad del ente por resultar in-
compatible esa violación con las normas de funcionamiento de los órganos
societarios(281).
Cabe mencionar la repercusión del voto sobre el acuerdo adoptado, que se
mide por la llamada “prueba de la resistencia” que consiste en determinar si
la falta del voto impugnado hubiese impedido la validez de la decisión asam-
blearia considerada de manera tal, que cuando sin el voto impugnado se hubie-
ra podido resolver sobre ese punto, la cuestión sobre la invalidez de ese voto
es irrelevante a los fines de atacar el acuerdo adoptado.
En tercer lugar, refiriéndonos a los vicios en el contenido de la decisión
social adoptada, se debe tener en cuenta que no basta el cumplimiento de las
formalidades pues, muchas veces, más allá de la aparente legalidad de la de-
cisión social, esta puede encubrir una desviación indebida del interés social,
en virtud de resultados que solamente interesan a un grupo de accionistas, en
detrimento de los derechos de los accionistas minoritarios, configurándose lo
que la doctrina ha llamado “abuso de mayorías” como aplicación particular al
campo societario de la teoría del abuso del derecho.
Como se ha podido apreciar de las líneas precedentes, hemos tratado de
dar algunas pinceladas, dentro del sinnúmero de situaciones que se derivan
de la figura de la impugnación judicial de acuerdos asamblearios, que nos
permitan clarificar el universo de instituciones centrales para el desarrollo y
desenvolvimiento de las personas jurídicas, tanto con finalidad lucrativa como
sin esta. Las aristas tratadas nos han permitido apreciar con mayor seguri-
dad las instituciones planteadas en los dos precedentes transcritos, el prime-
ro de los cuales, referido a la impugnación de acuerdos en una asociación, nos
hace ver que la carencia de representación constituye la ausencia de un pre-
supuesto esencial para la validación de la asamblea, por lo que procede su
nulidad. El segundo de los casos, referido a la toma de acuerdos societarios

(281) NISSEN, Ob. cit., p. 100.

119
jairo cieza mora

contravinientes a los estatutos o al pacto social, nos permite visualizar con cla-
ridad que pese a que tales acuerdos fueron posteriormente ratificados hasta en
dos oportunidades por los órganos de la sociedad, la judicatura, en resguardo
de la seguridad jurídica y del interés social, ha optado por declarar su nulidad.
Claro, existen muchos aspectos que, como es el caso de las medidas cautela-
res aplicables o el de la legitimación para citar dos de ellos, trataremos en los
capítulos siguientes.

120
CAPÍTULO III

CRÍTICA A LA SISTEMATIZACIÓN DE
LA NULIDAD E IMPUGNACIÓN DE
ACUERDOS EN EL CÓDIGO CIVIL Y EN
LA LEY GENERAL DE SOCIEDADES.
PROBLEMÁTICA JURISPRUDENCIAL

Si bien es cierto la nulidad de acuerdos propiamente dicha se encuentra


regulada en el artículo 150 de la Ley General de Sociedades (LGS), no pode-
mos obviar el comentario a la Impugnación Judicial de Acuerdos, como se
ha visto regulada en el artículo 139 de la LGS. En el formante jurisprudencial
peruano existe una superposición de conceptos y de instituciones cuando se
habla de las causales para invocar la nulidad o la impugnación de determina-
do acuerdo, utilizándose arbitrariamente categorías de Derecho comercial en
ámbitos en donde el Derecho Civil ha alcanzado un probado desarrollo con-
ceptual y jurisprudencial. Consideramos que si bien la nulidad o impugna-
ción de acuerdos son regulados por la LGS, y por lo tanto tienen un enfoque
societario y comercial ineludible, la doctrina civil tiene un importante apor-
te que dar para la delimitación conceptual y la clarificación de situaciones de
la “realidad jurídica”, para usar una expresión de Scognamiglio, que permiti-
rá resolver incertidumbres jurídicas que se presentan a diario en el mundo co-
mercial y corporativo. Sin los conceptos claros, como hemos tratado de dar en
el breve panorama de las líneas precedentes, se hace muy difícil llegar a buen
puerto en materia de impugnación y nulidad de acuerdos tanto en materia ci-
vil como societaria.
Para comenzar graficando la necesidad de vincular la arista civil con la
comercial veremos a continuación cómo los Tribunales peruanos tiene res-
puestas diferentes para resolver los problemas de la impugnación y nulidad
de acuerdos.

121
jairo cieza mora

Así, por ejemplo, en el Caso N° 858-99 de la Sala de Procesos Abreviados


y de Conocimiento y distinguiendo las causales de nulidad previstas en el ar-
tículo 219 del Código Civil de las de impugnación judicial de acuerdos pres-
critas en el artículo 92 del mismo cuerpo sustantivo, se estableció:
La impugnación judicial de los acuerdos que violen las disposiciones
legales o estatutarias, debe ser resuelto dentro del marco que regula el ar-
tículo 92 del Código Civil, mas no corresponde analizarlas bajo las causa-
les de nulidad previstas por el artículo 219 del CC, aun cuando hubieren
sido invocadas en la demanda.
Según el principio iura novit curia, el juez debe aplicar la norma per-
tinente, aunque no haya sido invocada en la demanda.
La sentencia que privilegia la aplicación del artículo 92 del CC. Estable-
ció lo siguiente:
“Lima, diez de noviembre de mil novecientos noventinueve.
VISTOS: interviniendo como Vocal ponente el señor Aguado Sotomayor,
con el acompañado; por sus fundamentos; y CONSIDERANDO además:
Primero.- Que la demanda se ha planteado bajo el amparo de lo dispues-
to por el artículo 92 del Código Civil, cuya norma legal posibilita la im-
pugnación judicial de los acuerdos que violen las disposiciones legales o
estatuarias, por lo que la citada pretensión debe ser resuelta a la luz de tal
marco legal anotado, mas no corresponde analizar las causales de nulidad
previstas por el artículo 219 del Código sustantivo, aun cuando han sido
invocadas en la demanda, de modo que debe estarse al principio iura no-
vit curia que prescribe el artículo VII del Código acotado. Segundo.- Que
en este contexto, del escrito de demanda se advierte que el actor alega la
violación de la disposición estatuaria contenida en el artículo 27, preci-
sando específicamente en el cuarto punto del anotado escrito lo siguiente:
a) Que lo correcto debió ser que el acto eleccionario sea convocado cuan-
do menos para el seis de agosto próximo; b) El comité electoral debió pre-
viamente dirigirse al consejo de administración solicitando: i) El padrón
de socios hábiles; ii) La documentación necesaria; c) Publicación de re-
lación de socios aptos para participar en la elección y permitir que los so-
cios inhábiles regularicen su situación; d) Redactar un proyecto de regla-
mento electoral que debió ser publicado y entregado a todos y cada uno de
los socios para su conocimiento, discusión y aprobación en asamblea ge-
neral convocada exclusivamente para este comité electoral, sosteniendo

122
PROBLEMÁTICA DE LA NULIDAD Y LA IMPUGNACIÓN DE LOS ACUERDOS ...

igualmente que se llevó a cabo el proceso electoral conformando una lis-


ta únicamente con socios inhábiles. Tercero.- Que sin embargo, tales ar-
gumentos no han sido acreditados de manera alguna, pues si bien es cierto
que la parte demandada no ha exhibido la documentación requerida por el
demandante en el ofertorio de su demanda, también es cierto que tal con-
ducta procesal no demuestra por sí sola los hechos descritos en la deman-
da, por cuanto fundamentalmente debe considerarse que el demandante,
en su declaración de parte prestada en la audiencia de pruebas de fojas
doscientos ochentidós-doscientos ochentitrés, al contestar la tercera pre-
gunta del interrogatorio de fojas doscientos setentisiete, admite de mane-
ra expresa haber participado activamente en el acto electoral materia de
impugnación, habiendo encabezado una lista de candidatos, lo cual reve-
la no solo que reconoció explícitamente la legalidad del acto, y por lo tan-
to, el cumplimiento de las formalidades establecidas por el estatuto, sino
también resulta obvio que se encontraba en la posibilidad plena de ejercer
su derecho de tacha contra la otra lista integrada según su afirmación de la
demanda ‘con socios inhábiles’, máxime que este hecho tampoco ha sido
acreditado; consecuentemente, la falta de exhibición de los documentos
aludidos no avala su pretensión en sentido afirmativo, por lo que no dán-
dose los supuestos contenidos en el artículo 92 del Código Civil; CON-
FIRMARON la sentencia apelada de fojas cuatrocientos once a cuatro-
cientos quince, su fecha veintiséis de marzo del presente año, que declara
INFUNDADAS las tachas de testigo y de documentos deducidas median-
te escrito de fojas ciento ochentinueve a ciento noventa; sin objeto emitir
pronunciamiento respecto de la oposición a exhibiciones deducida en el
mismo escrito; e INFUNDADA la demanda, su fecha veintiocho de agos-
to de mil novecientos noventicinco, en los seguidos por Mariano Castro
Navarro contra don Jorge Núñez Lértora en su condición de presidente del
comité electoral de la Asociación Pro-Vivienda ‘Las Palmas’ de Santiago
de Surco, como litisconsorte pasiva necesaria; con lo demás que contie-
ne; y los devolvieron.
SS. AGUADO SOTOMAYOR / GASTAÑADUI RAMÍREZ / CHAHUD
SIERRALTA”.
En otro fallo y con un criterio diferente al anotado líneas arriba la Corte Su-
prema resolviendo una Casación proveniente de Huaura (Cas. N° 46-94-Huau-
ra) sentenció que las impugnaciones sobre nulidad de acuerdos societarios
están fundadas en las causales de nulidad que establece el Código Civil, se en-
cuentran sometidas a dicho cuerpo legal, que no señala el plazo de sesenta días

123
jairo cieza mora

para interponer la acción. Como se puede apreciar en este caso se aplicó el


plazo regulado en el Código Civil que es mucho mayor (10 años) y no el plazo
previsto en el mismo cuerpo normativo, pero destinado a la impugnación ju-
dicial de acuerdos (60 días). Se observa entonces que en la anterior resolución
judicial se tomó como base normativa para resolver el conflicto de intereses
el artículo 92 del CC; es decir, la impugnación judicial de acuerdos y en esta
última sentencia invocada la base legal utilizada es la que regula el régimen
de la Nulidad del Negocio Jurídico cuya base legal es el artículo 219 del CC.
En la Casación N° 129-2001-Cono Norte publicada en El Peruano el
02/02/2002 se resuelve sobre la impugnación de acuerdo societario sustentada
en causales de nulidad del acto jurídico. La resolución judicial (sentencia) se-
ñala en su sumilla lo siguiente: “Si del texto de la demanda consta que la ac-
ción de impugnación propuesta por las actoras se funda en causales de nulidad
previstas por el Código Civil. Con arreglo a lo dispuesto por el artículo 152 de
la Ley General de Sociedades derogada (Decreto Legislativo Nº 311), aplica-
ble ultractivamente al caso de autos, tal impugnación queda sometida a las re-
glas de dicho Código. En tal virtud, no resulta amparable el recurso en cuanto
denuncia la inaplicación del artículo 144 de dicha Ley”(282).

(282) La Cas. N° 129-2001-Cono Norte (El Peruano, 02/02/2002), resolvió:


Lima, cinco de octubre del dos mil uno.- La SALA CIVIL PERMANENTE DE LA CORTE SU-
PREMA DE JUSTICIA, vista la causa el día de la fecha, y producida la votación correspondiente de
acuerdo a ley, emite la siguiente sentencia. Con el acompañado. 1. MATERIA DEL RECURSO: Es
materia del presente recurso de casación la resolución de vista de fojas trescientos treintiocho, su fe-
cha veintiuno de julio del dos mil, expedida por la Sala Civil de la Corte Superior de Justicia del Cono
Norte de Lima que, confirmando la sentencia apelada, declara nula la asamblea, del veintisiete de fe-
brero de mil novecientos noventisiete y del diecinueve de mayo del mismo año, de la empresa Esta-
ción de Servicios Kendall Sociedad de Responsabilidad Limitada y nula la inscripción de esta última
acta, en el proceso seguido por doña Deydi Villacorta Gómez y otra, contra la aludida empresa, so-
bre nulidad de acto jurídico. 2. FUNDAMENTOS POR LOS CUALES SE HA DECLARADO PRO-
CEDENTE EL RECURSO. Mediante resolución de fojas treintinueve del cuaderno de casación, su
fecha diecisiete de abril del año en curso, se ha declarado procedente el recurso interpuesto por Es-
tación de Servicios Kendall Sociedad de Responsabilidad Limitada, por las causales previstas en los
incisos 2 y 3 del artículo 386 del Código Procesal Civil, relativa a la inaplicación de normas de de-
recho material y contravención de normas que garantizan el derecho a un debido proceso. 3. CON-
SIDERANDOS: Primero.- Habiéndose declarado procedente el recurso de casación mediante reso-
lución de fojas treintinueve, de fecha diecisiete de abril del año en curso, de este cuadernillo, por las
causales de inaplicación del artículo 144 del Decreto Legislativo número 311 (Ley General de Socie-
dades) y contravención de normas que garantizan el derecho a un debido proceso, de primera inten-
ción debe analizarse si el recurso por esta última causal debe declararse fundada o no, pues en el pri-
mer supuesto carecería de sentido pronunciarse por la causal prevista en el inciso 2 del artículo 386
del Código Procesal Civil. Segundo.- La denuncia relativa a la contravención del inciso 4 del artículo
122 del Código Procesal Civil, sustentada en que las sentencias de mérito irregularmente han emiti-
do resolución sobre un punto no controvertido (la nulidad de la asamblea del veintidós de febrero de
mil novecientos noventisiete), no tiene asidero legal para ampararla por cuanto que, en el sexto con-
siderando de la sentencia de primera instancia, se constata el fundamento por el cual el juez declaró

124
PROBLEMÁTICA DE LA NULIDAD Y LA IMPUGNACIÓN DE LOS ACUERDOS ...

En otro fallo judicial en donde no se distingue con claridad si es pertinen-


te la aplicación de la nulidad prevista en el artículo 38 de la LGS o la impug-
nación judicial de acuerdos regulada en el artículo 139 de la LGS, la Corte
Suprema de Justicia en la Casación N° 1442-2002-Arequipa (publicada en El
Peruano el 2 de enero de 2003), resuelve que la impugnación de un acuerdo
societario no es procedente en vía judicial cuando dicho acuerdo haya sido re-
vocado o sustituido por otro adoptado conforme a ley, al pacto social o al es-
tatuto; es decir, un acuerdo puede ser dejado sin efecto por el mismo órgano
que lo adoptó. Sin embargo, es necesario recurrir al Poder Judicial en caso de
que se afecten derechos de terceros de buena fe.
Efectivamente en su considerando cuarto el máximo Tribunal peruano ar-
gumenta: “Cuarto: Que, una vez que la Junta General adopta un acuerdo,
nuestro ordenamiento jurídico otorga la posibilidad que se solicite su nulidad,
para lo cual deberá observarse la forma prevista en el artículo treintiocho de la
Ley General de Sociedades, Ley número veintiséis mil ochocientos ochenti-
siete, pudiendo también solicitarse su impugnación, debiendo seguirse la for-
ma prevista en el artículo ciento treintinueve del mismo cuerpo legal, siendo
que para hacerse efectivos cualquiera de los supuestos jurídicos antes acota-
dos, es necesario interponer la demanda respectiva ante el órgano jurisdic-
cional, a fin de que mediante sentencia firme y consentida se resuelva, sea la
nulidad o la impugnación del acuerdo; Quinto: Que, el artículo ciento treinti-
nueve antes acotado, establece en su segundo párrafo que la impugnación de
un acuerdo no es procedente en vía judicial cuando dicho acuerdo haya sido
revocado, o sustituido por otro adoptado conforme a Ley, al pacto social o al

de oficio dicha nulidad haciendo uso de la facultad que le confiere el segundo párrafo del artículo
220 del Código Civil, que prevé que la nulidad puede ser declarada de oficio por el juez si ello resul-
ta manifiesta. Estas razones conducen a declarar infundado el recurso por dicha causal. Tercero.- En
cuanto a la denuncia por inaplicación del artículo 144 del Decreto Legislativo Nº 311 (Ley General
de Sociedades), del texto de la demanda de fojas cuarentiuno, consta que la acción de impugnación
propuesta por las actoras se funda en causales de nulidad previstas por el Código Civil. Con arreglo
a lo dispuesto por el artículo 152 de la Ley General de Sociedades derogada (Decreto Legislativo Nº
311), aplicable ultractivamente al caso de autos, dicha impugnación queda sometida a las reglas de
dicho Código. En tal virtud, no resulta amparable el recurso en cuanto denuncia la inaplicación del
artículo 144 de dicha Ley, que se refiere a otro tipo de impugnaciones. Por consiguiente se llega a la
determinación que el recurso es infundado. 4. DECISIÓN: A) Declararon INFUNDADO el recurso
de casación interpuesto por Estación de Servicios Kendall Sociedad de Responsabilidad Limitada por
las causales de inaplicación de normas de derecho material y contravención de normas que garanti-
zan el derecho a un debido proceso, en los seguidos por Deydi Villacorta Gómez y otra, sobre nulidad
de acto jurídico, en consecuencia decidieron NO CASAR la sentencia de vista de fojas trescientos
treintiocho su fecha veintiuno de julio del dos mil uno. B) CONDENARON a la empresa recurren-
te al pago de una multa de dos Unidades de Referencia Procesal. C) DISPUSIERON la publicación
de la presente resolución en el diario oficial El Peruano bajo responsabilidad; y los devolvieron. SS.
VÁSQUEZ V.; CARRIÓN L.; TORRES C.; INFANTES V.; CÁCERES B.

125
jairo cieza mora

estatuto; es decir, que un acuerdo puede ser dejado sin efecto por el mismo
órgano que lo adoptó, ello sin recurrir al órgano jurisdiccional; sin embargo,
debe tenerse en cuenta que dicha norma no es aplicable en aquellos supuestos
en que se afecta el derecho de terceros que han contratado de buena fe, ya que
así lo establece el cuarto párrafo del antes referido artículo ciento treintinueve;
Sexto: Que, en el caso de autos, al haber adoptado la Junta General de Socios
de fechas veintisiete de marzo y primero de junio de mil novecientos noven-
tinueve, acuerdos que implican derechos a terceros que han actuado de buena
fe, no era procedente que la misma Junta deje sin efecto dichos acuerdos, por
lo que al haberse acreditado el pago del saldo deudor correspondía el otorga-
miento de escritura pública de cancelación de saldo por aporte de capital so-
cial, tal como lo han determinado las instancias de mérito; Sétimo: Que, cabe
mencionar, que de considerar la empresa recurrente que los acuerdos adopta-
dos a través de la Junta General de Socios de fechas veintisiete de marzo y pri-
mero de junio de mil novecientos noventinueve, eran contrarios a los artículos
cincuenticinco, inciso quinto, ochentitrés y doscientos uno de la Ley General
de Sociedades, referidos al monto del capital, número de acciones y el pago de
estas, la creación de nuevas acciones y el órgano competente para crear nue-
vas acciones, respectivamente, debió recurrirse al órgano jurisdiccional en la
forma prevista en la referida Ley, por lo que al no haberse procedido así, tie-
nen plena vigencia, teniéndose en cuenta que han afectado el derecho de ter-
ceros; Octavo: Que, consecuentemente esta Suprema Sala considera que la
Sentencia impugnada no ha inaplicado los artículos treintiocho, cincuenticin-
co, inciso quinto, ochentitrés y doscientos uno de la Ley General de Socieda-
des, Ley número veintiséis mil ochocientos ochentisiete; Declararon INFUN-
DADO el Recurso de Casación de fojas cuatrocientos veinte, interpuesto por
la Empresa de Transportes de Servicios Múltiples Urbano e Interprovincial
Señor de Lampa Sociedad de Responsabilidad Limitada; en consecuencia NO
CASARON la sentencia de vista de fojas cuatrocientos diez, su fecha dieci-
nueve de marzo del presente año; CONDENARON a la recurrente al pago de
las costas y costos del recurso, así como a la multa de dos Unidades de Refe-
rencia Procesal; ORDENARON se publique la presente resolución en el dia-
rio oficial El Peruano; en los seguidos por Eusebio Machaca Cáceres y otros,
sobre Otorgamiento de Escritura Pública; y los devolvieron.
SS. ECHEVARRÍA ADRIANZÉN; MENDOZA RAMÍREZ; LAZARTE
HUACO; INFANTES VARGAS; SANTOS PEÑA”.

126
PROBLEMÁTICA DE LA NULIDAD Y LA IMPUGNACIÓN DE LOS ACUERDOS ...

Consideramos, como se verá más adelante, que es necesario no confundir


las causales de nulidad previstas en los artículos 38 y 150 de la LGS (en el pri-
mer caso regulando el régimen de nulidad para todas las sociedades y en el se-
gundo en lo referido a la Sociedad Anónima) con las causales de impugnación
judicial de acuerdos prevista en el artículo 139 de la LGS, pues si no existie-
ra distinción alguna carecería de sentido tal diferenciación y tendría que regu-
larse en un solo artículo lo concerniente a la impugnación judicial de acuerdos
en donde se establezca cuando estamos frente a una causal de nulidad y cuan-
do ante una causal de anulabilidad tal como lo regula el Código Civil español
mas adelante comentado.
En un interesante fallo la Corte Suprema de la República (28 de diciembre
de 2001) distingue la nulidad del pacto social o del estatuto (arts. 43 y 44 de
la LGS) con la nulidad del acuerdo societario (art. 139 de la LGS) señalando,
correctamente a mi entender, que no se puede ratificar acuerdos (así sea por
unanimidad y por la Junta General de Accionistas) que contravengan el pacto
social o el estatuto. Esto tiene sentido pues un negocio (puede ser un acuerdo)
nulo no puede ser confirmado o ratificado, pues está atacado en su estructura
sea por carecer de un elemento esencial (elementos, presupuesto o requisito),
sin embargo un acuerdo anulable sí puede ser confirmado o ratificado.
Así pues el fallo en comento resuelve que los acuerdos que violenten el
pacto social o el estatuto son nulos así sean adoptados con las mayorías reque-
ridas por ley, o incluso por unanimidad. Sin embargo, nada impide que la so-
ciedad modifique previamente su pacto social, si sigue los procedimientos y
formalidades previstos para ello, pero no puede adoptar un acuerdo contrario
a una disposición estatutaria si antes no lo ha modificado(283).

(283) Los considerandos pertinentes de la sentencia son: “Noveno: Al respecto debe indicarse que las pri-
meras normas citadas están referidas a la nulidad del pacto, mientras que el artículo 139 citado está
referido a la impugnación judicial de acuerdos societarios. Décimo: Bajo este contexto, debe tener-
se en cuenta las diferencias que existen entre la nulidad del pacto social y la nulidad de un acuerdo
societarios. Décimo Primero: Así pues, el pacto social y el estatuto establecen las normas que las par-
tes, en ejercicio de su autonomía privada, han decidido para regular sus relaciones dentro de la so-
ciedad, consecuentemente, los acuerdos que violenten el pacto social o el estatuto son nulos así sean
adoptados con las mayorías requeridas por ley o incluso por unanimidad; nada impide que la socie-
dad modifique previamente su pacto social, si sigue los procedimientos y formalidades previstos para
ello, pero no puede adoptar un acuerdo contrario a una disposición estatutaria si antes no lo ha mo-
dificado. Décimo Segundo: Siendo ello así, los acuerdos que son adoptados con las formalidades de
publicidad prescritas en el estatuto o en el pacto social son nulos de pleno derecho, por lo que no
cabe pronunciamiento alguno sobre la conclusión del proceso bajo el fundamento de que el acuerdo
en cuestión ha sido materia de sustitución o de ratificación, toda vez que el acuerdo que transgrede
el pacto social no puede ser materia de ratificación alguna, pues el funcionamiento de una sociedad
debe adecuarse en todo momento a las disposiciones de su estatuto y pacto social, pues ello es lo que

127
jairo cieza mora

I. Sistematización de las causas de impugnación en


el derecho comparado. Abundando sobre el pro-
blema de las resoluciones nulas, anulables e
inexistentes. La aplicación del derecho civil en
materia de nulidad de acuerdos asamblearios
Tal como lo señalamos precedentemente el tema de la nulidad de acuer-
dos ha sido abordado por la doctrina comercial en la mayor parte de los casos
sin tomar en consideración los aportes en materia de las ineficacias negociales
dados por la doctrina civilística. Consideramos que el desarrollo de la doctri-
na civil en materia de invalidez e ineficacia como someramente se ha tratado
en los acápites precedentes tiene que servir de base y sustento para analizar la
impugnación judicial de acuerdos, así como la nulidad de acuerdos, institutos
previstos tanto en la LGS como en el CC.
Como indica Nissen(284) en su desarrollado trabajo, “cabe sostener que en
ausencia de soluciones específicas, en especial en cuanto a los efectos de la
nulidad del acuerdo asambleario, se debe recurrir al ordenamiento civil,
como consecuencia de lo dispuesto por el artículo 384 de la Ley Nº 19550,
que al incorporarse al Código de comercio, hace procedente la remisión al Có-
digo Civil de conformidad con las normas antes descritas. Sin embargo una
breve lectura de los artículos 1037 a 1065 del Código Civil argentino(285) nos

otorga seguridad a socios y terceros. Décimo Tercero: En consecuencia las normas denunciadas re-
sultan impertinentes para la solución del presente conflicto, toda vez que las mismas están referidas
a la nulidad del pacto social y no a la nulidad de acuerdos societarios que es materia de la presen-
te acción 4.- DECISIÓN: Por las consideraciones expuestas y en atención a lo dispuesto por el ar-
tículo 396 del Código Procesal Civil declaran FUNDADO el recurso de casación interpuesto; en con-
secuencia NULA la resolución de vista de fojas ciento cuarentiséis, su fecha cuatro de mayo del dos
mil uno; y actuando como sede de instancia REVOCARON la sentencia de fojas ciento ventitrés, su
fecha treintiuno de enero del dos mil uno, que declara improcedente la demanda, con lo demás que
contiene; y REFORMÁNDOLA declararon fundada la demanda; en consecuencia, nulos los acuer-
dos societarios adoptados por mayoría en las sesiones de Directorio del diecinueve de agosto del dos
mil y dos de octubre del dos mil con expresa condena al pago de costos y costas a la parte vencida;
DISPUSIERON la publicación de esta resolución en el diario oficial El Peruano, bajo responsabili-
dad y los devolvieron.
SS. VÁSQUEZ C.; CARRIÓN L.; TORRES C.; INFANTES V.; CÁCERES B”.
(284) NISSEN. Ob. cit., p. 65.
(285) Artículo 1037.- Los jueces no pueden declarar otras nulidades de los actos jurídicos que las que en
este Código se establece. Artículo 1038.- La nulidad de un acto es manifiesta, cuando la ley expresa-
mente lo ha declarado nulo, o le ha impuesto la pena de nulidad. Actos tales se reputan nulos aunque
su nulidad no haya sido juzgada. Artículo 1045.- Son anulables los actos jurídicos cuando sus agen-
tes obrasen con una capacidad accidental, cuando si por cualquier causa se hallasen privados de su
razón, o cuando no fue conocida su incapacidad impuesta por la ley al tiempo de formarse el acto,
o cuando la prohibición del objeto del acto no fuese conocida por la necesidad de alguna investiga-
ción de hecho, o cuando tuviera el vicio de error, violencia fraude o simulación y si dependiese para

128
PROBLEMÁTICA DE LA NULIDAD Y LA IMPUGNACIÓN DE LOS ACUERDOS ...

demuestra la improcedencia de la aplicación in totuo de esas disposiciones al


tema que nos ocupa sobre todo por la naturaleza del contrato de sociedad, con-
siderado por el propio legislador como un contrato plurilateral de organiza-
ción, que no se agota con el cumplimiento de las prestaciones por parte de los
socios, sino que supone una actividad permanente dentro del tráfico mercan-
til, lo cual descarta muchas de las previsiones establecidas por el Código Ci-
vil en materia de nulidad, pensadas casi exclusivamente por los actos jurídi-
cos bilaterales, y cuya consecuencia no es otra cosa que la vuelta de las cosas
a su estado originario, como si el acto viciado nunca hubiera sido celebrado
(art. 1050 del CC argentino). Ello, como fácil es imaginar, no es compatible
con el derecho de las sociedades, pues la aplicación del artículo 1050 del Có-
digo Civil afectaría legítimos intereses de los terceros que han contratado con
la sociedad, para quienes las deficiencias que han afectado a la constitución de
la Sociedad o el regular funcionamiento de sus órganos son cuestiones que le
resultan extrañas. Es, pues, impensable considerar, al menos como principio
general que el acuerdo social que ha sido ejecutado o ha tenido principio de
ejecución, debe ser tenido, frente a una decisión judicial invalidatoria, como
si él nunca hubiera sido celebrado, pues ello no sería otra cosa que una ficción
jurídica incompatible con la verdad de lo acontecido y fuente de injusticias y
perjuicios para terceros de buena fe. Basta imaginar los perjuicios que ocasio-
naría al tráfico mercantil y la inseguridad que generaría la aplicación del ar-
tículo 1050 del CC, frente al supuesto de declararse la nulidad de la designa-
ción de un determinado directorio, pues debería de ello derivarse la nulidad de
toda contratación efectuada por ese órgano de administración con posteriori-
dad a su viciosa designación, lo cual es sencillamente impensable”. Esta argu-
mentación tan claramente expresada por Nissen puede aplicarse perfectamen-
te a nuestra realidad jurídica, no solamente en el caso de los efectos generados
por las decisiones de los órganos de Sociedades Anónimas, sino también en el
caso de las asociaciones o a las personas jurídicas sin fines de lucro en gene-
ral, en donde la invalidez declarada judicialmente de los actos que hayan sido
expedidos por los órganos asociativos respectivos (Asamblea General, Conse-
jo Directivo) no puede perjudicar los derechos adquiridos de terceros de buena
fe ni perjudicar el normal desenvolvimiento del ente. Este es un caso en don-
de la lógica comercial y de seguridad del tráfico mercantil difiere, por lo me-
nos en este aspecto, con lo expresado en materia de nulidad desde la óptica del

su validez de su forma instrumental, y fuesen anulables los respectivos instrumentos. Artículo 1046.-
Los actos anulables se reputan válidos mientras no sean anulados, y solo se tendrán por nulos desde
el día de la sentencia que los anulase.

129
jairo cieza mora

Derecho Civil, pues están en juego también derechos de terceros que no pue-
den ser defraudados como si el negocio nunca hubiese existido, sin embargo
esto no es motivo ni razón suficiente para omitir la aplicación de categorías ci-
viles en materia de nulidad de acuerdos, categorías que son las que con mayor
certeza y desarrollo conceptual se han desarrollado desde la perspectiva de la
dogmática y la llamada jusrisprudencia de conceptos en sede civil.
Dentro del contexto de la vigente Ley de Sociedades argentina, y siguien-
do la línea conceptual de Garrigues(286) y de Vásquez del Mercado(287), respe-
tada doctrina argentina(288) considera que cualquier intento de hacer un listado
de los acuerdos nulos y de los acuerdos anulables implica descender a una ca-
suística interminable que siempre pecaría por omisión. En este sentido se cree
que basta recurrir a los principios generales previstos por el ordenamiento ci-
vil en cuanto a los criterios distintivos entre uno y otro supuesto de invalidez,
recordando siempre las particularidades que ofrece el acto asambleario como
declaración de voluntad de carácter colegiado.
Entonces, en materia de invalidez de decisiones asamblearias, ya sea el
acto nulo o anulable, y a diferencia de lo previsto por el Código Civil (refi-
riéndose al argentino, pero aplicable al caso peruano) “esa invalidez en nin-
gún caso puede afectar los derechos de terceros de buena fe, por la sencilla ra-
zón de que no resulta aplicable al derecho societario el efecto retroactivo que
la declaración de nulidad supone, a diferencia de lo que ocurre en el Derecho
Civil, en el cual, cuando la nulidad es manifiesta, el tercero no puede fundar
un derecho adquirido sobre un título que carecía ab initio de idoneidad”(289).
La doctrina argentina citada predica la exclusión de las nulidades absolu-
tas del procedimiento de impugnación de asambleas previsto por los artículos
251 y ss. De la Ley Nº 19550. En este sentido se diferencia de la Ley societaria
peruana que sí regula la acción de nulidad absoluta en su artículo 150, cuando
se trata de invalidar los acuerdos de la junta contrarios a normas imperativas o
que incurran en causales de nulidad de previstas en esta Ley (Ley General de
Sociedades) o en el Código Civil(290).

(286) GARRIGUES. Ob. cit., en nota 69, tomo I, p. 511.


(287) VÁSQUEZ DEL MERCADO, Óscar. Asambleas, ... Ob. cit., p. 233 y ss.
(288) NISSEN. Ob. cit., p. 70.
(289) Ídem.
(290) Artículo 150.- Acción de Nulidad, legitimación, proceso y caducidad
Procede acción de nulidad para invalidar los acuerdos de la junta contrarios a normas imperativas o
que incurran en causales de nulidad previstas en esta ley o en el Código Civil.

130
PROBLEMÁTICA DE LA NULIDAD Y LA IMPUGNACIÓN DE LOS ACUERDOS ...

Así se explica que “el quid de la cuestión reside, pues, en determinar si el


artículo 251 de la Ley Nº 19550 comprende, en su seno, todos los supuestos
de nulidad que puedan afectar una decisión asamblearia, o solamente aque-
llos acuerdos que han afectado intereses particulares que impliquen su nuli-
dad relativa”(291).
Al respecto Borda(292), refiriéndose a que los actos afectados de nulidad
absoluta son aquellos contrarios a norma imperativa o contravinientes al or-
den público, manifiesta que existe plena identificación entre ley imperativa y
de orden público, de lo cual se desprende que toda ley imperativa es de or-
den público, porque cada vez que el legislador impone una norma con carác-
ter obligatorio y veda a los interesados apartarse de sus prescripciones, es por-
que considera que hay un interés social comprometido en su cumplimiento, o,
resumiendo, porque se trata de una ley de orden público. En definitiva, con-
cluye este autor que “leyes imperativas y leyes de orden público son concep-
tos sinónimos”(293)(294).
En la legislación especial argentina (Ley Nº 19550) a diferencia de otros
cuerpos legales(295), no se aprecia norma expresa sobre las dos clases de accio-
nes para atacar los acuerdos adoptados en asambleas de accionistas: una de
ellas es la prevista por los artículos 251 al 254 de la Ley Nº 19550, que se re-
fiere a la impugnación de acuerdos asamblearios “nulos de nulidad relativa”,
los que sin la declaración invalidatoria se estiman como válidos. Esta acción
puede ser definida como la estricta acción de impugnación, y solo puede ser
iniciada por los sujetos legitimados que menciona el artículo 251 en el breve
término de prescripción que dicho artículo señala. En nuestra legislación esta
“estricta acción de impugnación” se encuentra prevista en el artículo 139 de la
Ley General de Sociedades.

Cualquier persona que tenga legítimo interés pueda interponer acción de nulidad contra los acuerdos
mencionados en el párrafo anterior, la que se sustanciará en el proceso de conocimiento. La acción de
nulidad prevista en este artículo caduca al año de la adopción del acuerdo respectivo.
Artículo 151.- Otras impugnaciones.- El juez no admitirá a trámite, bajo responsabilidad, acción des-
tinada a impugnar o en cualquier otra forma discutir la validez de lo acuerdos de la junta general o de
sus efectos, que no sean mencionadas en los artículos 139 y 150.
(291) NISSEN. Ob. cit., p. 73.
(292) BORDA, Guillermo. Retroactividad ... Ob. cit., p. 55.
(293) Ibídem, p. 55.
(294) A propósito, la doctrina nacional propone una modificación al artículo V del Título Preliminar del
Código Civil, en el sentido que basta hablar de orden público, pues las buenas costumbres están sub-
sumidas en este principio ESPINOZA ESPINOZA, Juan. El orden público... Ob. cit., pp. 312-313.
(295) Ley española de Sociedades Anónimas, artículo 115; Ley General de Sociedades Mercantiles mejica-
na, artículos 19, 21,102,156,188,196 y 201.

131
jairo cieza mora

La segunda de las acciones es la acción de nulidad que no se encuentra


prevista expresamente en la Ley Nº 19550, pero que se evidencia en las nor-
mas del Código Civil. Dicha acción tiende a obtener la declaración de nulidad
absoluta del acto asambleario y puede ser iniciada por cualquier interesado,
siempre que demuestre la existencia de un interés en sentido jurídico. “Esta
acción, en la legislación argentina es, por la índole de los intereses afectados,
de carácter imprescriptible, y el acto viciado no puede ser objeto de confirma-
ción por asamblea posterior”(296).
A diferencia de la legislación argentina la normativa societaria españo-
la de 1989 en su artículo 115 diferencia expresamente entre los acuerdos nu-
los y aquellos anulables. Entre los primeros se encuentran aquellos contrarios
a la ley y entre los segundos aquellos contrarios a la Ley de Sociedades Anó-
nimas, se opongan a los estatutos o lesionen, en beneficio de uno o varios ac-
cionistas o de terceros, los intereses de la sociedad. Es interesante hacer men-
ción a la doctrina española(297), la que en el caso de los “acuerdos contrarios a
la ley” del artículo 115 de la Ley de Sociedades Anónimas, distingue las di-
versas lecturas de la palabra ley, la primera entendida como la propia Ley de
Sociedades Anónimas, la segunda entendida como la Ley en sentido formal
(disposiciones emanadas de las Cortes Generales) o como ley en sentido ma-
terial (cualquier norma jurídica en general). El autor citado opta por una in-
terpretación extensiva de la palabra “ley” por lo que es partidario de la terce-
ra interpretación.
En la legislación nacional la distinción entre la acción de impugnación
propiamente dicha y la acción de nulidad se encuentra en los ya citados artícu-
los 139 y 150 de la Ley General de Sociedades (Ley Nº 26887).

II. Sistematización de la Impugnación y Nulidad de


Acuerdos en la legislación y su respuesta en la
Jurisprudencia Nacional y Comparada
El artículo 139 de nuestra LGS regula los llamados acuerdos impugna-
bles(298), siendo estos como se sabe, aquellos cuyo contenido sea contrario a la

(296) NISSEN. Ob. cit., p. 85


(297) RODRÍGUEZ VILLA, Daniel. Impugnación de Acuerdos ... Ob. cit., p. 37 y ss.
(298) Artículo 139.- Acuerdos Impugnables. Pueden ser impugnados judicialmente los acuerdos de la jun-
ta general cuyo contenido sea contrario a esta ley, se oponga al estatuto o al pacto social o lesione,
en beneficio directo o indirecto de uno o varios accionistas, los intereses de la sociedad. Los acuer-
dos que incurran en causal de anulabilidad prevista en la Ley o en el Código Civil, también serán

132
PROBLEMÁTICA DE LA NULIDAD Y LA IMPUGNACIÓN DE LOS ACUERDOS ...

LGS, se opongan al estatuto o al pacto social o lesionen, en beneficio directo


o indirecto de uno o varios accionistas, los intereses de la sociedad. En el mis-
mo artículo se hace mención a los acuerdos que incurran en causal de anula-
bilidad prevista en la Ley, o en el Código Civil. Sin embargo, los problemas
comienzan cuando once artículos adelante se regula en la LGS la denomina-
da acción de nulidad, que prevé: “Procede la acción de nulidad para invali-
dar los acuerdos de la junta contrarios a normas imperativas o que incurran en
causales de nulidad previstas en esta ley o en el Código Civil. Cualquier per-
sona que tenga legítimo interés puede interponer acción de nulidad contra los
acuerdos mencionados en el párrafo anterior, la que se sustanciará en el pro-
ceso de conocimiento. La acción de nulidad caduca al año de la adopción del
acuerdo respectivo”. Este artículo, el 150 de la LGS, nos remite al artículo 38
de la LGS, el que preceptúa: “Son nulos los acuerdos societarios adoptados
con omisión de las formalidades de publicidad prescritas, contrarios a las le-
yes que interesan al orden público o a las buenas costumbres, a las estipulacio-
nes del pacto social o del estatuto, o que lesionen los intereses de la sociedad
en beneficio directo o indirecto de uno o varios socios (...)”.
Como se puede apreciar nuestra LGS, queriéndolo o no, nos coloca has-
ta ante cuatro supuestos para cuestionar la validez de los acuerdos societarios:
e) La impugnación de acuerdos propiamente dicha regulada en los su-
puestos previstos en el artículo 139 de la LGS.
f) La anulabilidad prevista en el segundo párrafo del artículo 139 de la
LGS.

impugnables en los plazos y formas que señala la ley. No procede la impugnación cuando el acuer-
do haya sido revocado, o sustituido por otro adoptado conforme a ley, al pacto social o al estatuto. El
juez mandará tener por concluido el proceso y dispondrá el archivo de los autos, cualquiera que sea
su estado, si la sociedad acredita que el acuerdo ha sido revocado sustituido conforme a lo prescrito
en el párrafo precedente. En los casos previstos en los dos párrafos anteriores, no se perjudica el de-
recho adquirido por el tercero de buena fe”.
El artículo 92 del Código Civil regula la impugnación judicial de acuerdos en materia asociativa, es
decir en el caso de una persona colectiva sin fines de lucro: “Artículo 92.- Todo asociado tiene de-
recho a impugnar judicialmente los acuerdos que violen las disposiciones legales o estatutarias. Las
acciones impugnatorias deben ejercitarse en un plazo no mayor de sesenta días contados a partir de la
fecha del acuerdo. Puede ser interpuestas por los asistentes si hubieran dejado constancia en carta de
su oposición al acuerdo, por los asociados no concurrentes y los que hayan sido privados ilegítima-
mente de emitir su voto. Si el acuerdo es inscribible en el registro, la impugnación puede formular-
se dentro de los treinta días siguientes a la fecha en que la inscripción tuvo lugar. Cualquier asociado
puede intervenir en el juicio a su costa, para defender la validez del acuerdo. La impugnación se de-
manda ante el Juez Civil del domicilio de la asociación y se tramita como proceso abreviado”.

133
jairo cieza mora

g) La denominada acción de nulidad prevista en el artículo 150 de la


LGS y
h) La denominada nulidad de acuerdos societarios regulada en el artículo
38 de la LGS.
Como se puede apreciar, de una lectura detenida de los artículos arriba re-
feridos se puede invocar la acción de nulidad de acuerdos, con las ventajas
que esto implica (baste recordar el mayor plazo, o la legitimación de un terce-
ro), haciendo mención a las causales de impugnación de acuerdos propiamen-
te dicha descrita en el literal a) del párrafo precedente. Efectivamente, si el ar-
tículo 38 de la LGS, referido a la nulidad de acuerdos invoca como causales
la adopción de acuerdos contrarios a “las estipulaciones del pacto social o del
estatuto, o que lesionen los intereses de la sociedad en beneficio directo o in-
directo de uno o varios socios” , se puede saber ¿ Qué diferencia este listado,
de las causales invocadas para la impugnación judicial de acuerdos previstas
en el artículo 139 de la LGS? Queda claro entonces que el tema es incierto.
Sobre el particular se pronuncia reciente doctrina en materia societaria(299)
indicando que “creemos que no es necesario realizar un análisis punto por
punto, ya que la dualidad surge de una simple lectura de los artículos 38, 139
y 150. A manera de ejemplo cabe simplemente señalar que, por remisión del
artículo 150 serán considerados también nulos los acuerdos contrarios al pac-
to social o al estatuto; así como los que lesionen los intereses de la sociedad
en beneficio directo o indirecto de uno o varios accionistas. Es sencillo obser-
var que estas son causales típicas de impugnación (y por lo tanto reservadas a
los accionistas) conforme al artículo 139. Queda la alternativa de considerar
que, por ser una norma especial, deben considerarse únicamente las causales
de nulidad reguladas en el artículo 150, pero esta interpretación podría cho-
car con el propio texto del artículo 150, que de manera general remite a cual-
quier norma de la LGS que prevea causales de nulidad (incluido por supues-
to el artículo 38). Por lo señalado en los párrafo anteriores, consideramos que
existe un evidente error de sistemática jurídica, que ha generado la posibilidad
de que un mismo supuesto pueda ser considerado como causal de impugna-
ción y nulidad al mismo tiempo, así como que tenga distintos plazos de cadu-
cidad y distintos sujetos activos facultados para iniciar ambos tipos de acción.

(299) ABRAMOVICH ACKERMAN, Daniel. “La problemática de la Impugnación y nulidad de acuer-


dos en la Ley General de Sociedades”. En: Themis, Revista de Derecho de la PUCP. N° 47, Libre
Competencia.

134
PROBLEMÁTICA DE LA NULIDAD Y LA IMPUGNACIÓN DE LOS ACUERDOS ...

Nuevamente la regulación de nuestra LGS genera inseguridad jurídica, al mo-


mento de tener que decidir por qué tipo de acción optar”(300). El autor citado
opina que: “De una lectura de los artículos 139 y 150 de la LGS, puede dedu-
cirse que la aparente intención del legislador al regular por un lado la impug-
nación y por otro lado la nulidad de acuerdos, fue la de distinguir entre cau-
sales de anulabilidad y de nulidad”(301). Como mencionáramos en un trabajo
anterior, la normativa española distingue con claridad y precisión estos dos su-
puestos a través del artículo 215 de su norma societaria(302). Efectivamente, en
materia societaria, el texto del artículo 139 de la Ley General de Sociedades
establece, como hemos visto, que pueden ser impugnados judicialmente los
acuerdos de la junta general cuyo contenido contravenga la ley, el estatuto o
el pacto social, o que lesionen en beneficio directo o indirecto de uno o varios
accionistas los intereses de la sociedad. Asimismo el artículo citado indica que
los acuerdos que incurran en causal de anulabilidad previstas en la ley o en el
Código Civil también serán impugnables en las formas y plazos que señalan la
ley. Al respecto la doctrina nacional señala que esta norma no distingue entre
actos o acuerdos nulos y anulables “como si lo hace la Nueva Ley de Socieda-
des Anónimas de España, aprobada por Real Cédula N° 1564 de 1989. El ar-
tículo 115 de dicho cuerpo legal considera como acuerdos nulos los contrarios
a la ley, señalando que los demás acuerdos, es decir los contrarios al estatuto o
que lesionen los intereses de la sociedad son anulables, distinción que acarrea
importantes diferencias respecto a la legitimación activa, respecto a los plazos
de caducidad y también en lo concerniente a las vías procesales”(303). En igual
sentido se ha pronunciado autorizada doctrina ibérica zanjando cualquier dis-
cusión acerca de los alcances de la nulidad o anulabilidad en materia de acuer-
dos societarios, al establecer que: “Son nulos los acuerdos contrarios a la ley,
mientras que los acuerdos que infrinjan los estatutos o que lesionen los inte-
reses sociales en beneficio de uno o varios accionistas o de terceros merecen

(300) Ibídem, p. 252.


(301) Ibídem, p. 244.
(302) El artículo 115 de la Ley de Sociedades Anónimas española preceptúa: “Artículo 115. Acuerdos
impugnables. 1. Podrán ser impugnados los acuerdos de las juntas que sean contrarios a la ley, se
opongan a los estatutos o lesionen, en beneficio de uno o varios accionistas o de terceros, los intereses
de la sociedad. 2 Serán nulos los acuerdos contrarios a la ley. Los demás acuerdos a que se refiere el
apartado anterior serán anulables. 3. No procederá la impugnación de un acuerdo social cuando haya
sido dejado sin efecto o sustituido válidamente por otro. Si fuere posible eliminar la causa de impug-
nación, el juez otorgará un plazo razonable para que aquella pueda ser subsanada”. Si se desea revi-
sar la jurisprudencia española sobre la sección segunda de su ley referida a la impugnación de acuer-
dos es recomendable el trabajo de CARRERA GIRAL, Juan y CARRERA LOZANO, Enrique. Ley
de Sociedades Anónimas. Vol. II, 5ª edición, Bosch.
(303) HUNDSKOPF EXEBIO, Oswaldo. El derecho de impugnación... Ob. cit., p. 21.

135
jairo cieza mora

la caracterización de acuerdos anulables”(304). Es interesante, de otro lado, to-


mar en cuenta lo expresado por la doctrina italiana al respecto, la que se dife-
rencia en aspectos sustanciales de la regulación española (y naturalmente de
la peruana), resultando aleccionador lo que señala Galgano al comentar la re-
gulación italiana sobre acuerdos nulos y anulables. Al respecto el referido au-
tor señala que: “para que la decisión sea nula es necesario que el objeto, en sí
considerado, sea ilícito (esto es, contrario a normas imperativas) o también
imposible, desde el punto de vista material. En cambio, la decisión no es nula,
sino anulable, cuando su objeto –lícito en sí considerado–, tiene a su vez, un
contenido ilícito. Por ejemplo, se convoca a la asamblea para aprobar el balan-
ce, y el balance aprobado es falso. La decisión tiene aquí por objeto aprobar el
balance, o sea un objeto en sí lícito, por lo tanto, como todo objeto típico, esto
es, previsto por la ley como posible (y, en este caso anualmente necesario) ob-
jeto de decisión de la asamblea. Sin embargo, el balance aprobado resulta fal-
so, y por esto es ilícito el contenido de la decisión”(305). Cuando su contenido
es ilícito ¿será anulable? Sin embargo nuestra regulación societaria(306) no per-
mite tener claridad conceptual generando una serie de problemas que tampoco
nuestra jurisprudencia, en el poco tiempo es cierto, de vigor de nuestra LGS,
ha sabido resolver. A manera de ejemplo cabe señalar lo confuso de la regula-
ción nacional cuando se habla de la impugnación de acuerdos, cuyo conteni-
do sea contrario a la LGS, y no como en la legislación española en donde se
habla simplemente de acuerdos contarios a la ley, evitándose así confusiones
derivadas de la redacción de la norma(307).

(304) URIA, Rodrigo; MENÉNDEZ, Aurelio y GARCÍA DE ENTERRÍA, Javier. Curso de Derecho Mer-
cantil. Tomo I, Civitas, Madrid, 1999, pp. 888-889.
(305) GALGANO, Francesco. “Las Sociedades”. En: Derecho Comercial. Volumen II, Bogotá. Temis
S.A., Bogotá, 1999, p. 350, citado por ABRAMOVICH. Ob. cit., p. 245.
(306) Ni que decir de nuestra normativa civil que débilmente expresa en su artículo 92 que: “Todo aso-
ciado tiene derecho a impugnar judicialmente los acuerdos que violen las disposiciones legales o
estatutarias”.
(307) A guisa de ejemplo es interesante lo enunciado por ABRAMOVICH. Ob. cit., p. 246 que señala: “(...)
podemos señalar que un acuerdo por el que se creen acciones con distinto valor nominal podría ser
objeto de una acción de impugnación, ya que el contenido mismo del acuerdo sería contrario al ar-
tículo 82 de la LGS, que establece que todas las acciones deben tener el mismo valor nominal. Por
el contrario, un acuerdo de aumento de capital acordado con el quórum y mayoría correspondientes,
pero que no fue materia de convocatoria no sería impugnable, puesto que el contenido mismo del
acuerdo (el aumento de capital) no es contrario a la LGS, sino que se trataría de un punto tratado fue-
ra de agenda”. En el caso de acuerdos contrarios al estatuto, al pacto social el mismo autor (ABRA-
MOVICH, Ob. cit., p. 246) establece: “Supongamos, como ocurre en muchos casos un estatuto en el
que se transcriben determinadas normas imperativas de la LGS, como por ejemplo el requisito con-
tenido en el artículo 52 de la LGS, según el cual para que proceda la emisión de acciones se requiere
que estas hayan sido íntegramente suscritas, y cada acción suscrita pagada en al menos un veinticin-
co por ciento. A pesar de ello la junta general de accionistas adopta un acuerdo de aumento de capital,

136
PROBLEMÁTICA DE LA NULIDAD Y LA IMPUGNACIÓN DE LOS ACUERDOS ...

La doctrina nacional, trata de clasificar las formas de “cuestionamiento”


(para hablar de nulidad, de anulabilidad y de impugnación) de la validez de
los acuerdos de la siguiente manera: a) acuerdos nulos por infracción a la ley,
b) acuerdos nulos por el contenido de estos, c) acuerdos que pueden ser con-
siderados anulables(308).
Pese a lo antes indicado, la sistemática de nuestra LGS en lugar de coadyu-
var para la clarificación de situaciones controversiales dificulta el cumpli-
miento de los objetivos de la institución de impugnación de acuerdos al efec-
tuar una redacción imprecisa en los artículos que refieren a tal figura, tal como
hemos visto en las líneas precedentes. Urge pues un mejor desarrollo de los
artículos involucrados en esta institución tan importante en el Derecho comer-
cial y también en el artículo 92 de nuestro Código Civil, que con la naturale-
za del mismo está inspirado en los mismos principios que los de la materia so-
cietaria aquí narrados.

acordándose expresamente que para la emisión de las acciones será necesario únicamente pagar el
diez por ciento de cada acción. ¿Estamos ante un acuerdo nulo o impugnable? La respuesta no parece
ser tan sencilla. Por un lado, podríamos señalar que el acuerdo es nulo puesto que va en contra de una
norma imperativa, como lo es el artículo 52 de la LGS. Pero al mismo tiempo también podríamos se-
ñalar que se trata de un acuerdo impugnable, puesto que cumpliría con el requisito de oponerse al es-
tatuto, conforme a lo regulado en el artículo 139 de la LGS”. Al respecto consideramos que estamos
ante un acuerdo nulo.
(308) HUNDSKOPF EXEBIO, Oswaldo. El derecho de impugnación... Ob. cit., p. 21. El que efectúa la si-
guiente clasificación: a) acuerdos nulos por infracción a la ley, b) acuerdos nulos por el contenido de
estos, c) acuerdos que pueden ser considerados anulables. Dentro de los primeros (literal a) están los
que se refieren al incumplimiento de los requisitos formales para la instalación y regular funciona-
miento de la junta; si dicho órgano social se convocó por quien no debía; si la junta se instaló sin la
concurrencia mínima de accionistas; si se celebró sin convocatoria, no encontrándose presentes ac-
cionistas o representantes de la totalidad de las acciones; si se reunió fuera de la sede social y el es-
tatuto no autorizaba un lugar diferente; si no se hubiere formado la lista de asistentes o si se privó a
algún accionista de asistir a la junta o de su derecho a voto, etc. El autor hace referencia a que la enu-
meración que realiza es meramente enunciativa pues existen multiplicidad de casos que pueden ser
objeto de nulidad. Dentro de los segundos (literal b) y citando al maestro MONTOYA MANFREDI,
señala entre otros casos, el de la nulidad que provenga de la infracción de un mandato legal o que sea
contrario a la moral, al orden público o a las buenas costumbres; el del acuerdo que viole los dere-
chos de los accionistas como derechos mínimos; el de emisión de acciones no pagadas en el 25% de
su valor, por lo menos; el de emisión de nuevas series sin estar pagadas las anteriores; el de creación
de acciones de voto plural; el acuerdo de reparto de dividendos ficticios; el que apruebe la propues-
ta de distribución de beneficios sin detraer el mínimo correspondiente a la reserva legal etc. Dentro
de los terceros (literal c) es decir aquellos que pueden ser considerados anulables estarían aquellos
que contravienen normas estatutarias o que lesionan en beneficio de uno o varios accionistas el inte-
rés social. Es el caso que la mayoría, utilizando sus poderes, toma un acuerdo que, sin violar la ley o
el estatuto posponga los intereses de la sociedad al interés personal de alguno de los socios, dirigien-
do la voluntad social en una dirección opuesta la interés común, que es la razón de ser del contrato de
sociedad.

137
jairo cieza mora

Una interesante crítica planteada por Joe Navarrete, se refiere a que no


existe duplicidad en el tratamiento de la LGS entre el artículo 150 y el ar-
tículo 38 de la LGS, ya que el primero regula una sociedad especial, la Socie-
dad Anónima y el segundo regula a todas las sociedades de la Ley Nº 26887,
menos, a la Sociedad Anónima que ya tiene su propio artículo 150. Además
el autor cierra su argumentación señalando que el artículo 150 no puede reen-
viar al artículo 38 de la LGS como aparentemente se lee de su primer párrafo,
ya que el artículo 150 es una norma especial y esta no puede remitirse a una
norma general, pues ya cuenta con una regulación específica. Por tal motivo,
dice Navarrete, no es cierto que exista una duplicidad como manifiestan al-
gunos autores, dentro de los cuales me incluyo. Aquí habría que comentar al-
gunas cosas. En primer término cuando el artículo 150 de la LGS señala que:
“procede acción de nulidad para invalidar los acuerdos de la junta contrarios
a normas imperativas o que incurran en causales de nulidad previstas en esta
ley o en el Código Civil”, sí considero que está refiriéndose también al artículo
38 de la LGS que regula causales de nulidad previstas en “esta ley”. No es ra-
zón el argumento consistente en que por ser una norma especial la que regu-
la la nulidad de los acuerdos de sociedades anónimas (art. 150 de LGS) no es
posible aplicar a estas el artículo 38 de la LGS que regula las causales de nu-
lidad aplicables a todas las sociedades. Decir que por ser norma especial no
puede remitirse a una norma general no basta para justificar la mala sistemá-
tica o deficiente técnica legislativa de la LGS. Además si bien una norma es-
pecial debe preferirse a una norma general esto se da solamente cuando hay
un conflicto normativo o se pretende resolver una antinomia, pero no es apli-
cable cuando se deben aplicar normas que por ser generales constituyen prin-
cipios orientadores de todas las sociedades incluyendo por supuesto a las so-
ciedades anónimas.
Desde una perspectiva que incide en el Derecho mercantil y el Derecho
Procesal Civil, el autor, que fue Juez comercial, Román Olivas(309) señala: “Al
respecto, consideramos que la regulación especial prevista en la Ley General
de Sociedades debe buscarse en la propia dinámica del Derecho mercantil, lo
cual se explica atendiendo a la función que cumple el Derecho mercantil en
el tráfico jurídico comercial”(310). Señala Román que “(...) solo en caso que la

(309) ROMÁN OLIVAS, Manuel Alipio. El Derecho de impugnación de acuerdos societarios. Análisis del
régimen jurídico de impugnación (e invalidez) de los acuerdos adoptados por la junta general de so-
cios. Grijley, 2010.
(310) Ibídem, p. 44.

138
PROBLEMÁTICA DE LA NULIDAD Y LA IMPUGNACIÓN DE LOS ACUERDOS ...

normativa especial sea insuficiente es que debe recurrirse supletoriamente y


no ‘complementaria o conjuntamente’ a la dogmática del derecho común”(311).
Discrepamos de esta posición de Román, nos parece que no se puede estu-
diar las ineficacias en materia societaria sin una sólida base en materia de Pa-
tologías negociales como la nulidad, la anulabilidad, la ineficacia en sentido
estricto e inclusive la inexistencia. Además la propia norma societaria nos re-
mite al Código Civil al regular la anulabilidad y es desde una mirada del De-
recho privado y en concreto del Derecho Civil que debemos abordar las re-
gulaciones legislativas de la LGS, de lo contrario solamente encontraremos
carencia conceptual y por lo tanto inidoneidad en el análisis de las nulidades o
impugnaciones societarias. Lo dicho antes no pretende sin embargo, descono-
cer que las categorías civiles invocadas tiene que contextualizarse en el marco
de una norma societaria que tiene particularidades, pero sería un grave error
no utilizar adecuadamente estas categorías.
Parece que al autor mencionado se rectifica unos párrafos más adelante y
nos da la razón cuando señala: “Se reitera, por lo tanto, que la dinámica mer-
cantil del acuerdo societario exige una regulación particular, la cual se halla
prevista exclusivamente en la vigente Ley General de Sociedades, sin que esto
importe una autonomía absoluta respecto de su par existencial, el negocio ju-
rídico civil; más aún si la dogmática mercantil no ha desarrollado categorías
negociales propias, tales como la ineficacia estructural o el denominado régi-
men de invalidez de los negocios jurídicos; por lo tanto, resultará necesario re-
currir a la doctrina civil para explicar el régimen anotado”(312).

III. ¿Cómo resuelven nuestros Tribunales?


Nuestra jurisprudencia se ha pronunciado reflejando los problemas qua a
nivel legislativo existen. Como en el caso en que considera necesario, tratán-
dose de cuestiones de índole netamente societario, acudir a la figura de la im-
pugnación de acuerdos y no a la de nulidad del negocio jurídico(313).

(311) Ibídem, p. 46.


(312) Ibídem, p. 50
(313) Exp. N° 1089-88-Lima, 10 de setiembre de 1990: “(...) no puede demandarse la nulidad de un acto
jurídico si previamente no se ha impugnado el acuerdo que dio origen a dicho acto; que el accionista
que no esté conforme con dicho acuerdo puede impugnarlo de conformidad con el artículo 146 de la
Ley General de Sociedades, lo que no se a hecho en el presente caso, ni se han consignado las accio-
nes como establece la Ley; que en el caso de autos el acuerdo materia de la demanda no está incur-
so en las nulidades previstas por el artículo 152 de dicha ley, por cuanto las razones para pedir su nu-
lidad son de orden societario y no de aquellos que se fundan en causales de nulidad previstas en el

139
jairo cieza mora

En sentido distinto se pronuncia la sala de casación peruana, como hemos


visto anteriormente, que acoge los supuestos de nulidad, pese a tratarse de ma-
terias de índole societario, señalándose que debió ampararse la demanda por
no estar sujeta a los plazos de caducidad a que se refiere la Ley General de So-
ciedades (la anterior, no la vigente) sino los plazos previstos en el Código Ci-
vil, por haberse invocado la nulidad basada en esta última norma(314).

Código Civil; que finalmente en el supuesto que la sentencia declarase fundada la impugnación del
acuerdo, esta producirá efectos entre los accionistas pero no afecta los derechos de terceros, como lo
prevé el artículo 143 de la Ley de Sociedades: que por lo tanto la demanda deviene en improcedente”.
Como se aprecia la ley societaria aplicada es la derogada. “Para esta sentencia las reglas de nulidad
(y de impugnación) de los acuerdos de la Junta General de Accionistas establecidas por la Legisla-
ción Societaria, tienden a complementar las disposiciones generales de nulidad por el Acto Jurídico.
Cualquier sujeto que se sienta perjudicado puede interponer una acción dirigida a declarar judicial-
mente la invalidez de los acuerdos societarios, sea a través de una demanda de impugnación o de nu-
lidad de los mismos. Rodrigo Uría, señala con respecto a los acuerdos que son declaraciones de vo-
luntad (de la voluntad colectiva de la sociedad como persona jurídica) y que, en este sentido, entran
en la gran categoría de los negocios jurídicos, porque la voluntad declarada por la junta va dirigida a
producir efectos en orden al Derecho. (...) Para nosotros –agrega Uría– es un negocio unilateral, aun-
que se forme por la coincidencia de una serie de voluntades individuales (las de los socios que vota-
ron a favor del acuerdo) que se funden entre sí para formar la voluntad colectiva, porque es declara-
ción de voluntad de una sola parte (la sociedad), y porque además, es un acto que, aunque se cumpla
por una pluralidad de personas, como estas actúan como componentes de un mismo órgano, no pier-
den su condición unitaria” (Texto citado por Vladik Aldea Correa, en el Explorador Jurisprudencial
de Gaceta Jurídica 2003-2004).
(314) Al respecto, comentando esta jurisprudencia se ha pronunciado acertadamente el profesor Manuel
Alberto Torres Carrasco, el mismo que señala: “Sin embargo, si se observa con más detenimiento el
contenido de ambos artículos podrá advertirse que cuando el artículo 150 de la LGS hace referencia
a que la llamada ‘acción de nulidad’ puede interponerse contra acuerdos que incurran en alguna de
las causales de nulidad prevista en la Ley o en el Código Civil, se está abriendo una enorme puerta
para que todo acuerdo sancionado como nulo por el artículo 38 de la LGS (que en suma contiene los
mismos supuestos que los previstos en el artículo 139 de la LGS) puede ser objeto tanto de la acción
de nulidad como de la acción de impugnación. Por citar un ejemplo, si en junta se adopta un acuer-
do que colisiona con una disposición del estatuto, cualquier accionista podría interponer la acción de
impugnación, ya que esto lo prevé expresamente el artículo 139 de la LGS, pero también el accionis-
ta podrá discutir la validez de este acuerdo vía acción de nulidad, porque el artículo 150 faculta a in-
terponer esta pretensión cuando el acuerdo incurre en una causal de nulidad establecida en la LGS, lo
que sucede con los acuerdos que violen el estatuto social, en virtud de los dispuesto en el artículo 38
de la LGS. Lo mismo podríamos decir de aquellos acuerdos que lesionen los intereses de la sociedad
en beneficio de uno o varios socios, o que violen el pacto social o sean contrarios a las leyes que inte-
resan al orden público. Por ello nos parece totalmente contradictorio que si, en aras de la libre circu-
lación de los capitales y la seguridad jurídica, se ha tomado partido por restringir la posibilidad de
los accionistas para discutir los acuerdos de junta mediante la llamada acción de impugnación, impo-
niendo una serie de requisitos tan exigentes en los artículos 139 y 140 de la LGS; luego, a solo diez
artículos más adelante, se abra la posibilidad para que no únicamente los accionistas, sino cualquier
tercero con legítimo interés, puede dirigirse contra el mismo acuerdo vía la flexible acción de nuli-
dad, la misma que adicionalmente tiene un mayor plazo de caducidad que el de la acción de impug-
nación. Es decir, por un lado se restringe enormemente las posibilidades de impugnar un acuerdo, y
por otro lado, se olvidan estas previsiones con la acción de nulidad”.
A la única solución coherente que podemos llegar para armar este rompecabezas normativo es que la
voluntad de la ley (que probablemente no coincida con la del legislador) ha sido que el accionista que
reúna los requisitos de los artículos 139 y 140 de la LGS obtenga mediante el ejercicio de la acción

140
PROBLEMÁTICA DE LA NULIDAD Y LA IMPUGNACIÓN DE LOS ACUERDOS ...

Vemos pues, que existen incertidumbre y fallos controvertidos y contra-


dictorios en nuestro sistema judicial –y seguramente arbitral– en materia de
impugnación y nulidad de acuerdos, por lo que consideramos que utilizando
de una forma sistemática y coherente el sistema de las ineficacias negociales,
desarrolladas ampliamente por la dogmática civil, se puede coadyuvar a una
regulación más equilibrada y coherente que permita a los operadores del De-
recho tener mayor claridad en la resolución de las controversias jurídicas y en
el esclarecimiento de las incertidumbres que este apasionante tema acarrea.
Creemos que en materia de nulidad, anulabilidad e inexistencia, es la doctrina
civil la llamada a auxiliar al Derecho comercial, respetando la lógica que cada
disciplina tiene en el sistema jurídico que es uno solo, y que por lo mismo, re-
quiere respuestas unitarias e interdisciplinarias, por lo que los conceptos desa-
rrollados por el Derecho privatístico civil pueden servir de apoyo y referente
conceptual fundamental para otros áreas del Derecho privado y de esta ma-
nera beneficiar el tráfico comercial, respetando los derechos de las minorías.

IV. LA INDEMNIZACIÓN POR DAÑOS Y PERJUICIOS NO ES


ACUMULABLE A LA IMPUGNACIÓN JUDICIAL DE ACUER-
DOS PERO SÍ A LA NULIDAD DE ACUERDOS
El artículo 146 de la Ley General de Sociedades referido a la acumulación
de pretensiones de impugnación de acuerdos prescribe:
Artículo 146.- Acumulación de pretensiones de impugnación
“Todas las acciones que tengan por objeto la impugnación de un mismo
acuerdo se sustanciarán y decidirán en un mismo proceso.
No puede acumularse a la pretensión de impugnación iniciada por las cau-
sales previstas en el artículo 139, la de indemnización por daños y perjui-
cios o cualquier otra que deba tramitarse en el proceso de conocimiento,
ni se admitirá la reconvención que por este concepto formule la sociedad,
quedando sin embargo a salvo el derecho de las partes a iniciar procesos
separados”.

de impugnación el beneficio de una tramitación más rápida y expeditiva en el Poder Judicial (vía pro-
cedimental abreviada o sumarísima) que la prevista para la acción de nulidad (vía procedimental de
conocimiento).
Sin embargo, el problema subsiste porque mediante el ejercicio de una acción de nulidad (cuyo plazo
de caducidad es de un año) se pueden paralizar los efectos del acuerdo impugnado, con el consecuen-
te perjuicio de inmovilizar la actividad negocial de la empresa por mucho más tiempo que el aconse-
jable, posibilidad que precisamente se quiso amenguar al establecerse los ya comentados requisitos
de procedibilidad de la acción de impugnación.

141
jairo cieza mora

Esta norma tiene como inspiración el principio de economía procesal,


así como evitar que se produzcan sentencias contradictorias sobre un mismo
acuerdo, por lo que la impugnación de este debe ser sustanciada en un mis-
mo y único proceso. El profesor Elías Laroza señala que: “Se trata así de evi-
tar que se discuta la nulidad de un mismo acuerdo ante distintos jueces, con la
consiguiente falta de economía procesal y la posibilidad de fallos contradicto-
rios sobre iguales argumentaciones”(315). El profesor Elías Laroza muchas ve-
ces usa indistintamente el término nulidad y el de impugnación, sin embargo
en este caso la norma se está refiriendo explícitamente a la impugnación judi-
cial de acuerdos regulada en el artículo 139 y no a la nulidad prevista en el ar-
tículo 150 de la LGS.
En el mismo sentido el Dr. Beaumont Callirgos refiriéndose al artículo
146 de la LGS señala: “Por la misma razón (implicancias de orden proce-
sal) que con la ley anterior la impugnación se tramitaba en juicio de menor
cuantía (sumario) y no se admitía se acumule resarcimiento de daños, ni re-
convención sobre esto, pues ellas se tramitaban en juicio ordinario, signifi-
cando indeseado retardo en la primera de las pretensiones; ahora no se quie-
re que una impugnación en proceso sumarísimo o abreviado se acumule con
otro de daños o con reconvenciones por lo mismo, que deban seguirse en uno
de conocimiento”(316).
Así, esta norma expresamente prohíbe acumular la pretensión de indemni-
zación por daños y perjuicios a la pretensión de impugnación de acuerdos sus-
tentada en las causales previstas en el artículo 139 de la LGS. Considero que
el motivo de esta proscripción consiste en que el proceso de impugnación ju-
dicial de acuerdo es un proceso especial que requiere un análisis jurídico rá-
pido de la judicatura por los intereses de la sociedad que no deben ser afecta-
dos ni paralizarse su normal desarrollo sometiéndose a la persona jurídica a
una incertidumbre legal que no es resuelta de manera expeditiva. Es por eso
que la vía procesal prevista por la Ley es la del proceso abreviado. El profe-
sor Laroza expresaba: “(...) A fin de evitar dilaciones, se prohíbe la posibili-
dad de acumular pretensiones indemnizatorias a las pretensiones de nulidad
de acuerdos societarios. Las pretensiones indemnizatorias se tramitan en dife-
rentes vías, dependiendo de la cuantía solicitada. Sin embargo la norma impi-
de de plano que se acumulen pretensiones indemnizatorias a las de nulidad de

(315) ELÍAS LAROZA, Enrique. Ley General de Sociedades comentada. Normas Legales, 1998, p. 307.
(316) BEAUMONT CALLIRGOS, Ricardo. Comentarios a la nueva Ley General de Sociedades. Gaceta
Jurídica, 1998, p. 339.

142
PROBLEMÁTICA DE LA NULIDAD Y LA IMPUGNACIÓN DE LOS ACUERDOS ...

acuerdos societarios, sea cual sea la vía procedimental que corresponda a las
primeras, incluyendo la abreviada”(317).
Consideramos que existe un error de apreciación en lo señalado por el des-
tacado y desaparecido profesor, pues la norma establece que no podrá acumu-
larse la pretensión indemnizatoria a la pretensión que se basa en las causales
reguladas en el artículo 139 de la LGS, es decir las causales de impugnación
judicial de acuerdos, sin embargo no dice nada con respecto a la eventual acu-
mulación de la pretensión indemnizatoria a la pretensión de nulidad de acuer-
dos, la que se encuentra regulada en el artículo 150 de la LGS. Consideramos
que al no existir norma expresa que limite la acumulación de pretensiones a
la pretensión de nulidad de acuerdos, sí es posible acumular la solicitud de in-
demnización por daños y perjuicios a esta pretensión de nulidad mas no a la
de impugnación de acuerdos que sí está expresamente prohibida por la Ley.
Además la nulidad de acuerdos se tramita en un proceso de conocimiento que
es una vía procesal más larga que permitirá también evaluar los medios proba-
torios que acrediten el daño que el acuerdo declarado nulo ha podido causar a
los peticionarios de la nulidad.
Efectivamente el artículo 150 de la LGS prescribe:
“Artículo 150.- Acción de nulidad, legitimación, proceso y caducidad
Procede acción de nulidad para invalidar los acuerdos de la junta contra-
rios a normas imperativas o que incurran en causales de nulidad previstas
en esta ley o en el Código Civil.
Cualquier persona que tenga legítimo interés puede interponer acción de
nulidad contra los acuerdos mencionados en el párrafo anterior, la que se
sustanciará en el proceso de conocimiento. La acción de nulidad previs-
ta en este artículo caduca al año de la adopción del acuerdo respectivo”.
Como hemos señalado precedentemente no existe motivo alguno para no
permitir la acumulación de la pretensión indemnizatoria a la de nulidad. Así
tenemos, que de acuerdo al Código Procesal Civil los requisitos para que pro-
ceda la acumulación objetiva es decir la acumulación de pretensiones son:
“Artículo 85 del CPC Requisitos de la acumulación objetiva
Se pueden acumular pretensiones en un proceso siempre que estas:
1. Sean de competencia del mismo juez.

(317) ELÍAS LAROZA. Ob. cit., p. 308.

143
jairo cieza mora

2. No sean contrarias entre sí, salvo que sean propuestas en forma subor-
dinada o alternativa; y
3. Sean tramitables en una misma vía procedimental.
Se exceptúan de estos requisitos los casos expresamente establecidos en
este Código”.
En este caso la pretensión indemnizatoria es competencia del mismo juez
(Juez Civil o Comercial), no son contrarias entre sí y pueden ser tramitables
ambas en la vía de conocimiento. Este es otro motivo entonces para no pro-
hibirse la acumulación de las pretensiones indemnizatorias y de nulidad de
acuerdos en la Vía del Proceso de Conocimiento.
En la legislación argentina, el artículo 254 de la Ley Nº 19550 en su pri-
mer párrafo establece:
“Los accionistas que votaron favorablemente las resoluciones que se de-
claran nulas, responden ilimitada y solidariamente de las consecuencias de
las mismas, sin perjuicio de la responsabilidad que corresponda a los di-
rectores, síndicos e integrantes del consejo de vigilancia”.
Según Nissen(318): “La responsabilidad de los sujetos previstos en el ar-
tículo 254, primer párrafo de la Ley Nº 19550, es de naturaleza extracon-
tractual, por aplicación de lo dispuesto por el artículo 1056 del Código Civil,
pues deriva necesariamente de la nulidad o anulación del acto asambleario.
La extensión de la reparación de los daños, en consecuencia, gobernada por
lo dispuesto en los artículos 520 a 522, 904 a 906 y 1078 del Código Civil,
comprensiva de las consecuencias inmediatas y mediatas que derivan de la
ejecución del acuerdo nulo”.
Asimismo, Horacio Garagusso y Ricardo Gulminelli, en la ponencia pre-
sentada a las segundas jornadas nacionales de derecho societario, organiza-
das por la Universidad Notarial Argentina en Buenos Aires, 1981, cuyo título
fue: “Responsabilidad por los daños y perjuicios derivados de una resolución
asamblearia declarada nula”, señalan con respecto a la posibilidad de acumu-
lación de pretensiones de impugnación y de indemnización lo siguiente: “Por
otra parte, si bien de la Ley Nº 19550 se desprende que la acción de responsa-
bilidad contra los sujetos allí enumerados comprende las consecuencias de los
acuerdos inválidos, por lo que dicha acción requiere el dictado previo de una
sentencia nulificante de tal acuerdo, lo cual supone una cuestión prejudicial,

(318) NISSEN. Ob. cit., p. 205.

144
PROBLEMÁTICA DE LA NULIDAD Y LA IMPUGNACIÓN DE LOS ACUERDOS ...

nada impide que el accionista impugnante de este acto promueva junta-


mente con la demanda prevista por el artículo 251, la acción de responsa-
bilidad contra aquellos en forma accesoria y subsidiaria de aquella, acu-
mulando ambas acciones en los términos del artículo 87 del Código Procesal,
atento a la existencia de una conexidad evidente entre tales acciones, lo cual
origina un litisconsorcio pasivo entre los demandados. Ello resulta proceden-
te porque ambas acciones se derivan de la misma causa, con vinculación ínti-
ma entre ellas, resultando conveniente, por lo tanto, eliminar la posibilidad de
que se pronuncien sentencias contradictorias”(319).
En materia de abuso de las mayorías y la responsabilidad civil que esta fi-
gura ocasiona, la doctrina nacional se ha pronunciado señalando que: “parece-
ría, de la lectura del artículo 139 de la Ley General de Sociedades, que sola-
mente podrían ser impugnados judicialmente los acuerdos de la junta general
cuyo contenido sea contrario a la LGS, se oponga al estatuto o al pacto social
o lesione, en beneficio directo o indirecto de uno o varios accionistas, los in-
tereses de la sociedad, o que dicho acuerdos incurran en causal de anulabili-
dad prevista en la Ley o en el Código Civil. Sin embargo, ello no corresponde-
ría a una correcta interpretación sistemática de este dispositivo. Creemos que
dentro de nuestro ordenamiento jurídico, el soporte legal que le asistiría al in-
tegrante, o a los integrantes minoritarios, dañados con la decisión de la asam-
blea general, afectada de abuso o exceso de poder de la mayoría, es el de re-
currir al principio del abuso de derecho, amparado en el artículo II del Título
Preliminar del Código Civil. Corresponderá a los perjudicados con la decisión
abusiva demostrar que se configuran los elementos propios del abuso de de-
recho (actuación de mala fe, intención de dañar, si se ha elegido entre varias
maneras de ejercer el derecho aquella que es dañosa para otros, si el perjuicio
ocasionado es anormal o excesivo, si se ha actuado de manera no razonable,
repugnante a la lealtad y a la confianza recíproca entre otros (Borda) para que

(319) La doctrina argentina acerca de la acción de repetición que iniciará la Sociedad contra los accionistas
que votaron favorablemente el acuerdo nulo o contra los representantes u órganos de la sociedad se-
ñala lo siguiente: “La acción de responsabilidad contra el accionista que votó favorablemente la re-
solución asamblearia impugnada debe ser iniciada por la sociedad, la cual tiene derecho de repetir,
contra aquellos, los daños que hubiera debido satisfacer –incluso cosas del juicio de impugnación–,
porque de no ser así, se afectaría a todos los accionistas que la integran, sin distinguir entre culpables
o inocentes”. NISSEN. Ob. cit., p. 208. Asimismo señala: “Para ellos (los directores, síndicos, miem-
bros del consejo de vigilancia) su responsabilidad, al igual que para los accionistas que votaron fa-
vorablemente, es siempre extracontractual (art. 1056 del CC) y el resarcimiento debe comprender los
perjuicios resultantes de la ejecución de la decisión impugnada”. NISSEN. Ob. cit., p. 209.

145
jairo cieza mora

se ampare su pretensión”(320). Si bien es cierto el autor no se pronuncia sobre


la acumulación de las pretensiones de impugnación y de indemnización con-
sidera que esta última debe basarse en el Principio del Abuso de Derecho, para
desde ahí plantear el resarcimiento de los daños ocasionados a los accionistas
o socios perjudicados con la decisión impugnada.

V. “LA VIOLENCIA DEL TIEMPO(321): AHORA SE PUEDEN IM-


PUGNAR ACUERDOS DENTRO DE LOS DIEZ AÑOS DE TO-
MADOS”
LA SENTENCIA CASATORIA
“Cas. N° 4938-2009-Lima. Nulidad de Acto Jurídico. Lima, veinte de oc-
tubre del año dos mil diez.- LA SALA CIVIL TRANSITORIA DE LA
CORTE SUPREMA DE JUSTICIA DE LA REPÚBLICA: Vista la
causa número cuatro mil novecientos treinta y ocho del año dos mil nueve,
en audiencia pública llevada a cabo el día de la fecha; y producida la vota-
ción con arreglo a Ley, emite la siguiente sentencia; MATERIA DEL RE-
CURSO: Se trata del recurso de casación interpuesto por Yolinda Mar-
garita Castro Berrospi, contra la sentencia expedida por la Segunda Sala
Civil de la Corte Superior de Justicia de Lima, con fecha once de junio
del año dos mil nueve, obrante a folios seiscientos sesenta, por la cual se
revoca la sentencia apelada emitida con fecha diecisiete de diciembre del
año dos mil siete, obrante a folios cuatrocientos noventa y ocho, que de-
clara fundada la demanda y reformándola la declara improcedente. FUN-
DAMENTOS DEL RECURSO: Esta Suprema Sala mediante resolución
emitida con fecha quince de abril del año dos mil diez, declaró procedente
dicho recurso, por la causal de infracción normativa prevista en el artículo
386 del Código Procesal Civil, modificado por la Ley número 29464, de-
nunciando la inaplicación del artículo 219 incisos 4 y 8 del Código Ci-
vil, alegando que su petitorio se refiere a la nulidad del acto jurídico, lo
que ha sido precisado por el juez al fijar puntos controvertidos y lo que ha
sido demostrado en la sentencia de primera instancia; no obstante ello, la
Sala Superior inaplica tales normas y transgrede incluso los fines del pro-
ceso señalados en el artículo III del Título Preliminar del Código Procesal

(320) ESPINOZA ESPINOZA, Juan. Derecho de la Responsabilidad Civil. 4ª edición, Gaceta Jurídica,
2006, p. 570.
(321) GUTIÉRREZ, Miguel. La violencia del tiempo. 2ª edición, 1ª edición de 1991, Santillana, 2010, No-
vela histórica y total de uno de los mejores literatos peruanos.

146
PROBLEMÁTICA DE LA NULIDAD Y LA IMPUGNACIÓN DE LOS ACUERDOS ...

Civil, pues la Sala Superior ha reproducido los argumentos que resultan


equivocados de otra causa, los mismos que incluso han sido anulados por
la Casación número 2508-05; CONSIDERANDO: Primero: Que, de
conformidad con el inciso 3 del artículo 139 de la Constitución Política
del Estado, es principio y derecho de la función jurisdiccional la observan-
cia del debido proceso y la tutela jurisdiccional, norma que guarda estric-
ta concordancia con el numeral 3 del artículo 122 del Código Procesal Ci-
vil, que no solo reitera la obligación del juez de motivar las resoluciones
que expide, sino que además esta debe sujetarse al mérito de lo actuado
y al derecho; Segundo: Que, se advierte del escrito de folios sesenta, que
doña Yolinda Margarita Castro Berrospi, demanda la nulidad de las Ac-
tas de Asamblea General de fechas tres de agosto y catorce de noviembre
del año dos mil dos, del denominado Libro de Actas de Asambleas Gene-
rales número dos de la Asociación de Vivienda Residencial Santa Clara,
al haberse efectuado fraudulentamente y contraviniendo el propio Estatu-
to de la Asociación, así como la nulidad del asiento número A00002 de la
partida registral número 019337905 de los Registros de Personas Jurídi-
cas de Lima, sustentándose en las causales de nulidad previstas en los in-
cisos 4, 7 y 8 del artículo 219 del Código Civil; Tercero: Que, tramitada
la causa conforme a su naturaleza y estado, el Juzgado Especializado en
lo Civil del Cono Este de la Corte Superior de Justicia de Lima median-
te sentencia de primera instancia de fecha diecisiete de diciembre del año
dos mil siete, declara fundada en parte la demanda estableciendo básica-
mente el a quo que la citada Asamblea de fecha tres de agosto del año dos
mil dos constituía un acto nulo en el extremo de la reelección del Presi-
dente, pues la misma buscaba un fin ilícito al ser contrario a las normas
estatutarias imperativas de la Asociación demandada, conforme a lo dis-
puesto en el inciso 4 del artículo 219 del Código Civil, corriendo la mis-
ma suerte la Asamblea General de fecha catorce de noviembre del año dos
mil dos, al resultar complementaria de aquella; Cuarto: Que, no obstan-
te ello, la Sala de mérito, mediante resolución de fecha once de agosto del
año dos mil nueve revoca la apelada y reformándola la declara improce-
dente, básicamente por que habiéndose establecido una vía especial para
que los asociados puedan impugnar judicialmente los acuerdos que vul-
neren las disposiciones estatutarias o legales, no resulta posible hacerlo a
través de una vía distinta a la mencionada, por lo que al no haberse usado
el mecanismo establecido en el artículo 92 del Código Civil no se puede
pretender hacer uso de otra vía para intentar cuestionar lo que no se hizo
oportunamente; Quinto: Que, analizada la resolución impugnada, aparece

147
jairo cieza mora

que el Colegiado de la Sala Civil de Lima, al revocar la apelada y decla-


rar improcedente la demanda ha emitido un pronunciamiento inhibitorio
impropio a la tramitación seguida en los presentes autos, habida cuenta
que de la pretensión de la demanda y de la fijación de los puntos contro-
vertidos se advierte que correspondía emitir un pronunciamiento de fondo
acorde a la naturaleza del proceso, más aún, cuando el argumento sosteni-
do por la Sala de haberse omitido emplear el mecanismo que establece el
artículo 92 del Código Civil deviene en inviable en tanto que el discerni-
miento esbozado por la Sala difiere de lo peticionado expresamente por la
accionante en su escrito de demanda, esto es, establecer si las Asambleas
Generales de fechas tres de agosto y catorce de noviembre del año dos mil
dos respectivamente, presidida por Valentín Rojas Malaver, se encuen-
tran incursos en las causales de nulidad prevista en los incisos 4, 7 y 8 del
artículo 219 del Código Civil, así como establecer la nulidad del asiento
número A00002 de la partida registral número 019337905 de los Regis-
tros de Personas Jurídicas de Lima; Sexto: Que siendo ello así, es evidente
que la sentencia impugnada ha sido expedida contraviniendo el numeral 3
del artículo 122 del Código Procesal Civil, incurriendo en causal de nuli-
dad prevista en el artículo 171 del mismo Código. Por las razones expues-
tas, en atención a lo establecido en el inciso 1 del artículo 396 del Código
Procesal Civil, modificado por la Ley número 29364, declararon: FUN-
DADO el recurso de casación interpuesto por Yolinda Margarita Castro
Berrospi; CASARON la sentencia de vista obrante a folios seiscientos
sesenta, su fecha once de junio del año dos mil nueve, en consecuencia
NULA la misma; MANDARON que la Segunda Sala Civil de la Cor-
te Superior de Justicia Lima expida nueva resolución con arreglo a los li-
neamientos precedentemente expuestos, DISPUSIERON la publicación
de la presente resolución en el diario oficial El Peruano, bajo responsa-
bilidad; en los seguidos por Yolinda Margarita Castro Berrospi contra la
Asociación de Vivienda Residencial Santa Clara y otro; sobre Nulidad de
Acto Jurídico y otro; y los devolvieron. Ponente Señor Palomino García,
Juez Supremo.- SS. TICONA POSTIGO, CAROAJULCA BUSTAMAN-
TE, PALOMINO GARCÍA, MIRANDA MOLINA, ARANDA RODRÍ-
GUEZ C-629204-21”.
En lo que respecta a la pretensión planteada en el 2007, esta pretende la
Nulidad de los Acuerdos de Asamblea General del 3 de agosto y 14 de no-
viembre de 2002. Pretensión absurda pues la prescripción había ya operado
en aplicación estricta del artículo 92 del Código Civil. Aunque más absurda
es la resolución de primera instancia y la resolución casatoria, que en teoría,

148
PROBLEMÁTICA DE LA NULIDAD Y LA IMPUGNACIÓN DE LOS ACUERDOS ...

conocen el derecho pero que aquí demuestran o una ignorancia supina o un


atrevimiento sin parangón. El artículo 92 del Código Civil es sumamente claro
al determinar los plazos prescriptorios de la acción de impugnación de acuer-
dos asociativos y es de 60 días desde tomado el acuerdo no inscribible y de
30 días cuando se trata de acuerdos inscribibles como en el presente caso. El
juez de primera instancia y la Sala Suprema han quebrantado de manera omi-
nosa los plazos previstos en la norma aplicable a los acuerdos tomados por las
personas jurídicas (en aplicación de la teoría orgánica del austriaco Gierke).
Esta actuación increíble de las cortes peruanas (con excepción de la Sala
Civil) desnaturaliza y quebranta la lógica de la impugnación y la nulidad de
acuerdos en materia de personas jurídicas no lucrativas y vuelve a generar in-
certidumbre jurídica en las empresas asociativas que tendrán que esperar ¡diez
años¡ para que exista firmeza sobre los acuerdos que toman, y en este interreg-
no (largo) los mismos no alcanzarán certeza y seguridad pues ¡por cualquier
causal de nulidad de acto jurídico! (negocio jurídico con propiedad) se
puede cuestionar un acuerdos (o varios) de asambleas generales.
Evidentemente esto genera no solamente incertidumbre sino falta de pre-
dictibilidad y perjudica el tráfico mercantil o lo vuelve más lento, generando
situaciones que atentan contra una adecuado desenvolvimiento de las perso-
nas jurídicas lucrativas y no lucrativas. Esto se complementa con el análisis
económico del Derecho aplicado a la empresa, como señala Epstein: “El po-
der de inclusión y exclusión puede (o por lo menos debería poder) ser abso-
luto; sin embargo, como con el contrato privado, aquellos que lo poseen no
tiene la posibilidad de ejercitarlo caprichosamente. En lugar de ello, la meta
será juntar particulares cuyos objetivos financieros y de negocios sean relati-
vamente congruentes a fin de minimizar la probabilidad y severidad de los
inevitables conflictos que surgirán a lo largo del camino”(322) (el resaltado
es nuestro). Esta decisión casatoria lo que hace es incentivar el planteamien-
to de pretensiones de invalidez de acuerdos amparándose en normas como
las del acto jurídico que no son pertinentes en materia de cuestionamiento de
acuerdos asociativos (por lo menos en la regulación peruana). ¿Es que aca-
so los magistrados de primera y última instancia no saben distinguir entre las
causales establecidas en el artículo 92 del Código Civil (acuerdos que violen
las disposiciones legales y estatutarias) y las causales generales de la nulidad
de actos jurídicos?

(322) EPSTEIN, Richard A. “Reglas simples para un mundo complejo”. En: Ius et Veritas. Pontificia Uni-
versidad Católica del Perú, Fondo Editorial, 2005, p. 268.

149
jairo cieza mora

La sentencia genera un precedente pernicioso y ahonda en la confusión


de esta materia poco abordada, pero que es causante de una serie de contro-
versias en materia civil y societaria. El tribunal lamentablemente no analiza
ni las causales de la impugnación judicial de acuerdos ni tampoco las causa-
les de nulidad por la que declara nulos acuerdos del año 2002 en el 2011. Me-
nos ausculta el tema fundamental de la prescripción señalada taxativamente
en la Ley y se limita a invocar causales como la nulidad por causa ilícita, por
nulidad virtual (orden público y buenas costumbres) y las que la ley declara
su nulidad. Esta sentencia de la Corte Suprema debería ser nula (la sentencia
no los acuerdos), pues no motiva o argumenta el porqué de su particularísima
decisión. Es obligación de los magistrados sustentar o motivar sus decisiones
(artículo 139 de la Constitución) y en este caso es patética la carencia de este
presupuesto. Menos analiza el tema medular de la prescripción señalada taxa-
tivamente en el artículo 92 del Código Civil y las características inmanentes
a la impugnación judicial de acuerdos que la distinguen en su especialidad de
la nulidad de negocios jurídicos, así tenga como base teórica la teoría de las
ineficacias que hemos esbozado. La sentencia casatoria se limita a invocar
causales como la nulidad por causa ilícita, por nulidad virtual (orden público
y buenas costumbres) y las que la ley declara su nulidad. Reiteramos, al con-
trario, esta sentencia de la Corte Suprema debería ser nula (no los acuerdos del
año 2002), pues no motiva o argumenta el porqué de su particularísima deci-
sión. Es obligación de los magistrados sustentar o motivar sus decisiones (ar-
tículo 139 de la Constitución) y en este caso es patética la carencia de este pre-
supuesto. Tampoco se puede comprender el argumento sin base de que la Sala
Civil (la única que actuó correctamente) ha generado un pronunciamiento in-
hibitorio. Este era el pronunciamiento (el de la Sala Civil) correcto y no se in-
hibía de nada, al contrario ponía en su sitio, como tantas veces, la vía especial
para impugnar acuerdos. Lo que ha generado la Corte Suprema con su “pro
actividad” es un perjuicio al sistema y ha creado incentivos para aumentar la
incertidumbre y la conflictividad en las Personas Jurídicas.

VI. LA INSOPORTABLE LEVEDAD DEL SER(323): SENTENCIAS


SUPREMAS CONTRADICTORIAS SOBRE LAS MISMAS
PARTES Y LOS MISMOS HECHOS
Cas. N° 1878-2010-Lima. Nulidad de Acto Jurídico. Lima, veintitrés de
mayo del año dos mil once.- LA SALA CIVIL TRANSITORIA DE LA

(323) KUNDERA, Milan. La insoportable levedad del ser. Fábula Tusquets Editores, 1985.

150
PROBLEMÁTICA DE LA NULIDAD Y LA IMPUGNACIÓN DE LOS ACUERDOS ...

CORTE SUPREMA DE JUSTICIA DE LA REPÚBLICA: vista la causa


número mil ochocientos setenta y ocho - dos mil diez, en el día de la fe-
cha, expide la siguiente sentencia: MATERIA DEL RECURSO: Se tra-
ta del recurso de casación corriente a fojas veintiséis del cuadernillo de ca-
sación formado ante este Supremo Tribunal interpuesto por la demandada
Cooperativa de Centros Comerciales Chira Limitada contra la sentencia
de vista obrante a fojas setecientos ochenta dictada por la Primera Sala Ci-
vil de la Corte Superior de Justicia de Lima, el día dieciocho de marzo del
año dos mil diez que confirma la apelada que declaró fundada la demanda.
FUNDAMENTOS DEL RECURSO: Esta Sala Suprema mediante reso-
lución de fecha ocho de septiembre del año dos mil diez que corre de fo-
jas cincuenta y dos del presente cuadernillo ha declarado la procedencia
excepcional del recurso de casación por las causales de infracción norma-
tiva material y procesal en cuanto la parte impugnante alega: a) Se ha
inaplicado el artículo noventa y dos del Código Civil que prevé que todos
los asociados tienen derecho a impugnar los acuerdos de una asociación y
que la demanda no satisface los requisitos de esta acción pues debió ejer-
citarse en el plazo de sesenta días a partir de la fecha del acuerdo, la de-
manda se dirige ante el Juez Civil del domicilio de la asociación y se tra-
mita como proceso abreviado; b) Se vulnera el debido proceso puesto que
la demanda es admitida como una de nulidad de acto jurídico lo que es
contrario a su contenido de impugnación judicial de acuerdos adoptados
por la asamblea general de socios de la cooperativa. CONSIDERAN-
DOS: Primero.- Que, de los fundamentos del recurso por las causales re-
feridas a vicios in iudicando e in procedendo se advierte que la cooperati-
va impugnante en esencia denuncia que la presente litis se ha tramitado en
la vía del proceso de conocimiento como si se tratara de una acción de nu-
lidad de acto jurídico cuando debió tramitarse como un proceso de impug-
nación judicial de acuerdos en la vía del proceso abreviado. Segundo.-
Que, conforme se tiene de autos, la presente litis ha sido promovida por
Victoria Mercedes Medina Laos de García contra la Cooperativa de Cen-
tros Comerciales Chira Limitada, a fin de que se declare la nulidad de las
asambleas generales de la cooperativa citada de fechas cinco de abril del
año dos mil uno y diez de febrero del año dos mil dos, por las causales pre-
vistas en los numerales cuarto y sexto del artículo doscientos diecinueve
del Código Civil, ya que según se expone dichos actos jurídicos tendrían
fin ilícito y se habrían adoptado sin respetar la forma prescrita en el esta-
tuto, la Ley General de Cooperativas y el Código Civil, puesto que en la
agenda de la convocatoria no se especificó que se iba a tratar sobre la

151
jairo cieza mora

expulsión de los socios nuevos que no han cumplido con el pago de sus
aportaciones de los periodos mil novecientos noventa y nueve - dos mil;
además, que la convocatoria la debe hacer el Consejo Administrativo, fir-
mada por el presidente y secretario y no por el gerente general; y las ex-
clusiones de socios debe hacerse a través de la comisión de faltas y sancio-
nes que no existe. Tercero.- Que, admitida la demanda y sustanciada la
litis con arreglo a ley el Juez del Cuarto Juzgado Civil de Lima por reso-
lución de fecha veinticinco de marzo del año dos mil nueve ha declarado
fundada la demanda promovida por la actora, en consecuencia nulas las
asambleas generales extraordinarias de fechas cinco de abril del año dos
mil uno y diez de febrero del año dos mil dos en cuanto a la expulsión de
la demandante debiendo la parte demandada reincorporarla como socia de
la Cooperativa de Centros Comerciales Chira Limitada, más costas y cos-
tos, ello debido a que los artículos veintiuno y veintidós del Estatuto de la
Cooperativa de Centros Comerciales Chira Limitada prescriben que para
que un socio sea expulsado el Consejo de Administración designará una
comisión de faltas y sanciones proveyéndola de su reglamento y que la de-
mandada no ha acreditado que se haya instaurado la referida comisión ni
que la misma haya emitido algún tipo de resolución mediante la cual se
decida la expulsión. Cuarto.- Que, apelada la sentencia, en fecha diecio-
cho de marzo del año dos mil diez la Primera Sala Civil de Lima ha con-
firmado la apelada, precisando que la actora fue expulsada de la Coopera-
tiva por decisión de la Asamblea General de fecha cinco de abril del año
dos mil uno, vulnerando su derecho a la defensa ya que no se respetó el
procedimiento establecido en el artículo veintidós de los estatutos y por lo
tanto los actos cuestionados se encuentran incursos en la causal de nulidad
prevista por el artículo doscientos diecinueve inciso sexto del Código Ci-
vil. Quinto.- Que, conforme se advierte de autos, la actora cuestiona su
expulsión como socia de la Cooperativa de Centros Comerciales Chira Li-
mitada, afirmando que dicho acuerdo se habría adoptado por la asamblea
general extraordinaria de socios sin respetar los procedimientos estableci-
dos en el estatuto de la cooperativa impugnante, la Ley General de Coope-
rativas y el Código Civil, por lo tanto queda claro que la pretensión conte-
nida en la demanda constituye la impugnación de acuerdos adoptados en
asamblea general de la Cooperativa demandada, la cual de conformidad
con el artículo noventa y dos del Código Civil corresponde sustanciarse en
la vía del proceso abreviado, debiendo impugnarse en el plazo de sesenta
días contados a partir de la fecha del acuerdo. Sexto.- Que, en el presente
caso, se pone de manifiesto, que la demandante pretende impugnar la

152
PROBLEMÁTICA DE LA NULIDAD Y LA IMPUGNACIÓN DE LOS ACUERDOS ...

validez de los acuerdos adoptados en asamblea general extraordinaria de


fechas cinco de abril del año dos mil uno y diez de febrero del año dos mil
dos, solamente en cuanto a la expulsión de la actora; no obstante, formula
su pretensión en la vía del proceso de conocimiento al amparo del artículo
doscientos diecinueve del Código Civil. Sétimo.- Que, la doctrina mayo-
ritaria señala que el derecho de impugnación judicial de acuerdos es un
derecho esencial de los asociados que les permite ejercer un control sobre
las decisiones que adopten los órganos de la asociación, teniendo la posi-
bilidad de solicitar vía acción la declaración de su invalidez. Conforme lo
señala el artículo noventa y dos del Código Civil, todo asociado tiene de-
recho a impugnar judicialmente los acuerdos que violen las disposiciones
legales o estatutarias, acción que puede ser interpuesta por los asistentes si
hubieran dejado constancia en acta de su oposición al acuerdo, por los aso-
ciados no concurrentes y por lo que han sido privados ilegítimamente de
emitir su voto, la misma que debe tramitarse en la vía del proceso abrevia-
do. Octavo.- Que, en el caso de autos, debe quedar establecido, que la pre-
sente demanda, si bien se denomina “nulidad de acto jurídico de asam-
bleas” propiamente se trata de una impugnación judicial de acuerdos que
autoriza el citado artículo noventa y dos del Código Civil, y por lo tanto
debió ser tramitada conforme a lo señalado en dicha norma, teniéndose en
cuenta el cambio de criterio realizado por esta Sala Suprema conforme a
lo dispuesto por el artículo veintidós del Texto Único Ordenado de la ley
orgánica del Poder Judicial en la Casación N° 2372-2010-Lima, de fecha
trece de junio del año dos mil once. Noveno.- Que, el Tribunal Constitu-
cional en el Expediente número 7022-2006-PNTC de fecha diecinueve de
junio del año dos mil siete ha establecido que: “El derecho fundamental al
debido proceso, tal como ha sido señalado por este Tribunal en reiterada
jurisprudencia, es un derecho –por así decido– continente puesto que com-
prende, a su vez, diversos derechos fundamentales de orden procesal”. Al
respecto, se ha afirmado que: “(...) su contenido constitucionalmente pro-
tegido comprende una serie de garantías, formales y materiales, de muy
distinta naturaleza, que en conjunto garantizan que el procedimiento o
proceso en el cual se encuentre inmerso una persona, se realice y conclu-
ya con el necesario respeto y protección de todos los derechos que en él
puedan encontrarse comprendidos” (sentencia TC número 7289-2005-
AA/TC, fojas cinco). Es importante precisar, sin perjuicio de esta dimen-
sión procesal, que el Tribunal Constitucional ha reconocido en este dere-
cho una dimensión sustancial, de modo tal que el Juez Constitucional está
legitimado para evaluar la razonabilidad y proporcionalidad de las

153
jairo cieza mora

decisiones judiciales. De ahí que este Colegiado Supremo haya señalado,


en anteriores pronunciamientos, que el derecho al debido proceso en su
faz sustantiva “se relaciona con todos los estándares de justicia como son
la razonabilidad y proporcionalidad que toda decisión judicial debe supo-
ner (sentencia TC número 9727-2005-HC/TC, fojas siete) (...)”. Décimo.-
Que, asimismo, el Tribunal Constitucional en dicha sentencia, ha estable-
cido que: El derecho de ser juzgado sin dilaciones indebidas deriva del
artículo ciento treinta y nueve, inciso tercero de la Constitución Política
del Estado y del artículo ocho inciso primero, de la Convención America-
na sobre Derechos Humanos, tal como lo ha reconocido el Tribunal Cons-
titucional en anterior jurisprudencia (Sentencia TC número 0549-2004-
HC/TC, fojas tres)”. Al respecto, es pertinente señalar que, de conformidad
con el artículo sexto del Título Preliminar del Código Procesal Constitu-
cional, “los jueces interpretan y aplican las leyes o toda norma con rango
de ley y los reglamentos según los preceptos y principios constitucionales,
conforme a la interpretación de los mismos que resulte de las resoluciones
dictadas por el Tribunal Constitucional”. En consecuencia, al momento de
resolver, la Sala demandada no podía dejar de considerar la incidencia de
su decisión en el derecho al debido proceso y a la tutela jurisdiccional
efectiva de los justiciables, de conformidad con los pronunciamientos
emitidos por este Supremo Colegiado. Décimo Primero.- Que, bajo dicho
alcance, este Supremo Tribunal, considera que a fin de expedir una ejecu-
toria suprema bajo un juicio de proporcionalidad, en este caso en forma
excepcional, no es posible declarar la nulidad de la resolución impugnada
y actuando en sede de instancia revocar la sentencia de primera instancia
que declara fundada la demanda y reformándola declarar la improceden-
cia de la demanda conforme se ha resuelto en la ejecutoria suprema cita-
da en el octavo considerando de la presente resolución, si se tiene en
cuenta que el presente proceso se viene tramitando en el Poder Judicial
por más de seis años desde la fecha en que se interpuso la demanda y que
toda persona debe ser juzgada sin dilaciones indebidas que afecten el de-
recho al debido proceso y la tutela jurisdiccional efectiva de los justicia-
bles. Por las razones anotadas no se configuran causales válidas para el
caso materia de juzgamiento, respecto de la infracción normativa procesal
y material denunciadas, por lo que de conformidad con lo previsto en el
artículo trescientos noventa y siete del Código Procesal Civil, declararon:
INFUNDADO el recurso de casación interpuesto por Cooperativa de
Centros Comerciales Chira Limitada; en consecuencia NO CASARON la
sentencia de vista impugnada a fojas setecientos ochenta del expediente

154
PROBLEMÁTICA DE LA NULIDAD Y LA IMPUGNACIÓN DE LOS ACUERDOS ...

principal, su fecha dieciocho de marzo del año dos mil diez y; DISPUSIE-
RON la publicación de la presente resolución en el diario oficial El Perua-
no, bajo responsabilidad; en los seguidos por Victoria Mercedes Medina
Laos de García contra Cooperativa de Centros Comerciales Chira Limita-
da, sobre Nulidad de Acto Jurídico; y los devolvieron.- SS. TICONA POS-
TIGO, ARANDA RODRÍGUEZ, PALOMINO GARCÍA, MIRANDA
MOLINA.
VOTO EN MINORÍA DE LA SEÑORA JUEZA SUPREMA VALCÁR-
CEL SALDAÑA, ES COMO SIGUE: CONSIDERANDO: Primero.-
Que, según lo establecido por el artículo 384 del Código Procesal Civil,
“el recurso de casación tiene por fines esenciales la adecuada aplicación
del Derecho objetivo al caso concreto, así como la uniformidad de la ju-
risprudencia nacional por la Corte Suprema de Justicia”, por lo tanto este
Tribunal Supremo sin constituir una tercera instancia adicional en el pro-
ceso debe emitir pronunciamiento acerca de los fundamentos del recur-
so por las causales declaradas procedentes. Segundo.- Que, de los funda-
mentos del recurso por las causales referidas a vicios in iundicando e in
procedendo se advierte que la Cooperativa impugnante en esencia denun-
cia que la presente litis se ha tramitado en la vía del proceso de conoci-
miento como si se tratara de una acción de nulidad de acto jurídico cuan-
do debió tramitarse como un proceso de impugnación judicial de acuerdos
en la vía del proceso abreviado, por lo que el pronunciamiento se efectua-
rá teniendo en cuenta los fundamentos expuestos respecto a ambas causa-
les de casación. Tercero.- Que, de autos es de verse que la presente litis ha
sido promovida por la actora a fin de que se declare la nulidad de las asam-
bleas generales de la Cooperativa Centros Comerciales Chira Limitada de
fechas cinco de abril del año dos mil uno y diez de febrero del año dos mil
dos por las causales previstas en los numerales 4 y 6 del artículo 219 del
Código Civil ya que según se expone dichos actos jurídicos tendrían fin
ilícito y se habrían adoptado sin respetar la forma prescrita en el Estatuto,
la Ley General de Cooperativas y el Código Civil, no habiéndose especi-
ficado en la agenda de la convocatoria que se iba a tratar la expulsión de
los socios nuevos que no habían cumplido con el pago de sus aportaciones
por los periodos 1999-2000, así como que correspondía al Consejo Admi-
nistrativo realizar la convocatoria firmándola el Presidente y el Secreta-
rio y no el Gerente General, debiendo las exclusiones de socios efectuarse
a través de la Comisión de Faltas y Sanciones la cual no existe. Cuar-
to.- Que, admitida la demanda y sustanciada la causa con arreglo a ley el
Juez del Cuarto Juzgado Especializado en lo Civil de la Corte Superior de

155
jairo cieza mora

Justicia de Lima por resolución de fecha veinticinco de marzo del año dos
mil nueve declara fundada la demanda promovida por la actora; en conse-
cuencia, nulas las asambleas generales extraordinarias de fechas cinco de
abril del año dos mil uno y diez de febrero del año dos mil dos en cuan-
to a la expulsión de la demandante debiendo la demandante ser reincorpo-
rada como socia de la Cooperativa de Centros Comerciales Chira Limita-
da más costas y costos, atendiendo a que los artículos 21 y 22 del Estatuto
de la Cooperativa citada prescriben que para que un socio sea expulsado
el Consejo de Administración designará una Comisión de Faltas y Sancio-
nes proveyéndola de su reglamento no habiendo la demandada acreditado
que se haya instaurado la referida comisión ni que la misma haya emitido
algún tipo de resolución mediante la cual se decida la expulsión. Quinto.-
Que, apelada la sentencia, con fecha dieciocho de marzo del año dos mil
diez la Primera Sala Civil de la Corte Superior de Justicia de Lima confir-
ma la apelada con argumentos similares precisando que la actora fue ex-
pulsada de la Cooperativa por decisión de la asamblea general de fecha
cinco de abril del año dos mil uno vulnerando su derecho a la defensa ya
que no se respetó el procedimiento establecido en el artículo 22 de los es-
tatutos encontrándose incursos los actos cuestionados en la causal de nuli-
dad prevista en el artículo 219 inciso 6 del Código Civil sin que sea aplica-
ble el artículo 92 del Código Civil ya que los hechos se encuadran dentro
de las causales de Nulidad del Acto Jurídico la misma que puede ser invo-
cada por quienes tengan interés o por el Ministerio Público. Sexto.- Que,
sobre el particular conviene anotar que lo que en esencia cuestiona la ac-
tora es su expulsión como socia de la Cooperativa de Centros Comercia-
les Chira Limitada pues dicho acuerdo se habría adoptado por la Asam-
blea general sin respetar los procedimientos establecidos en el estatuto, la
Ley General de Cooperativas y en el Código Civil, por lo tanto queda cla-
ro que la pretensión contenida en la demanda en esencia constituye la im-
pugnación de un acuerdo adoptado en una Asamblea General de la Coo-
perativa demandada, el cual, de conformidad a lo previsto por el artículo
92 del Código Civil corresponde sustanciarse en la vía del proceso abre-
viado debiendo impugnarse en el plazo de sesenta días contados a partir de
la fecha del acuerdo. Sétimo.- Que, en el presente caso resulta claro que
la demandante impugna la validez de los acuerdos adoptados en las asam-
bleas generales de fechas cinco de abril del año dos mil uno y del diez de
febrero del año dos mil dos no en la vía pertinente sino en la del proceso
de conocimiento sustentando que dichos acuerdos son negocios jurídicos
y por lo tanto susceptibles de nulidad de acuerdo conforme a lo previsto

156
PROBLEMÁTICA DE LA NULIDAD Y LA IMPUGNACIÓN DE LOS ACUERDOS ...

en el artículo 219 del Código Civil. Octavo.- Que, no está demás destacar
que el artículo 92 del Código Civil resulta pertinente y por lo tanto apli-
cable en el presente proceso puesto que se trata de una pretensión de im-
pugnación de acuerdos adoptados por la Asamblea General de la Coope-
rativa demandada, impugnación que de conformidad con el texto original
del artículo 97 del Texto Único Ordenado de la Ley General de Coopera-
tivas aprobado por Decreto Supremo Nº 074-90-TR debió ser interpuesta
dentro de los seis meses posteriores a su notificación, pero que al ser de-
rogada esta Disposición Especial por la Ley número 25859 es de aplica-
ción la norma general contenida en el artículo 92 del Código Civil de con-
formidad a lo previsto en el artículo XI del Título Preliminar del Código
en comento. Por tal razón, MI VOTO es porque se declare: FUNDADO
el recurso de casación obrante a fojas veintiséis a treinta del cuadernillo
de casación, interpuesto por la Cooperativa de Centros Comerciales Chi-
ra Limitada por la causal de infracción normativa procesal; consecuente-
mente se declare NULA la sentencia de vista de fojas setecientos ochenta
su fecha dieciocho de marzo del año dos mil diez e INSUBSISTENTE la
apelada de fecha veinticinco de marzo del año dos mil nueve que declara
fundada la demanda promovida por la actora; SE DISPONGA que el Juez
del Cuarto Juzgado Civil de la Corte Superior de Justicia de Lima expida
nueva resolución con arreglo a ley; SE ORDENE la publicación de la pre-
sente resolución en el diario oficial El Peruano, bajo responsabilidad; en
los seguidos por Victoria Mercedes Medina Laos de García contra Coope-
rativa de Centros Comerciales Chira Limitada, sobre Nulidad de Acto Ju-
rídico; y se devuelva. Ponente Señora Valcárcel Saldaña, Jueza Suprema.-
SS. VALCÁRCEL SALDAÑA.
Sentencia del Tribunal Constitucional Expediente número 7022-2006- PA/
TC-Lima, recurso de agravio constitucional interpuesto por Edgardo García
Ataucuri en representación de más de 800 trabajadores de la empresa Southem
Perú Limited contra la sentencia de la Sala de Derecho Constitucional de la
Corte Suprema de Justicia de la República.
Cas. N° 2372-2010-Lima: Nulidad de Acto Jurídico. Lima, trece de junio
del año dos mil once.- LA SALA CIVIL TRANSITORIA DE LA CORTE
SUPREMA DE JUSTICIA DE LA REPÚBLICA; vista la causa número
dos mil trescientos setenta y dos - dos mil diez; en audiencia pública de
la fecha y producida la votación correspondiente de acuerdo ley, emite
la siguiente sentencia; con los expedientes acompañados. MATERIA
DEL RECURSO: Se trata del recurso de casación interpuesto. Por la

157
jairo cieza mora

Cooperativa de Centro Comerciales Chira Limitada representada por su


Gerente General Ytilisa Marlene Rondán Chacón, contra la sentencia de
vista de fecha treinta de abril del año dos mil diez, obrante a folios ocho-
cientos cuarenta y, cinco del expediente principal, expedida, por la Prime-
ra Sala Civil de la Corte Superior de Justicia de Lima, que revocó la sen-
tencia apelada de fecha siete de setiembre del año dos mil nueve de folios
quinientos setenta y cuatro del citado expediente, la cual declara infunda-
da la demanda; y reformándola, declararon fundada en parte la demanda y
la ampliación de nulidad de acto jurídico; en consecuencia, nula: i) La Se-
sión Extraordinaria del Consejo de Administración de fecha nueve de
setiembre del año dos mil dos; y, ii) La Asamblea General Extraordinaria
de Socios de fecha veintiocho de noviembre del año dos mil dos, solamen-
te en cuanto a la expulsión del actor, debiendo reincorporado como socio
de la Cooperativa demandada; con lo demás que contiene; en los seguidos
por Julio Sigfredo Alvarado Medina contra la Cooperativa de Centros Co-
merciales Chira Limitada, sobre nulidad de acto jurídico. FUNDAMEN-
TOS POR LOS CUALES SE HA DECLARADO PROCEDENTE EL
RECURSO: Esta Sala Suprema mediante Resolución de fecha veintitrés
de noviembre del año dos mil diez, obrante a folios cincuenta y nueve del
cuadernillo de casación, declaró procedente el recurso de casación por las
causales de infracción normativa material, y procesal; alegando la parte
impugnante lo siguiente: a) La inaplicación del artículo 92 del Código
Civil, que prevé el derecho de los asociados a impugnar los acuerdos de
una asociación y dentro de cuyo supuesto no se encuadra la demanda in-
coada, por cuanto el accionante debió ejercitar su derecho entro del plazo
no mayor a sesenta días contados a partir de la fecha en que se llevó a
cabo el acuerdo materia de autos. Agrega, que ilegalmente se admitió la
demanda como nulidad de acto jurídico, cuestionándose el incumpli-
miento de formalidades en el desarrollo de la Sesión Extraordinaria del
Consejo de Administración de fecha nueve de setiembre del año dos mil
dos y de la Asamblea General Extraordinaria de Socios de fecha veintio-
cho de noviembre del año dos mil dos; b) La falta de motivación de la sen-
tencia de vista, pues en ella no existe pronunciamiento sobre los argumen-
tos expresados por su parte al absolver el traslado del recurso de apelación
formulado en autos, ni las razones por las cuales se revoca la sentencia de
primer grado, confundiéndose totalmente sobre lo que constituye una or-
ganización interna como es la Cooperativa de Centros Comerciales Chi-
ra Limitada con actos visibles comunes, confundiendo asimismo los con-
ceptos de exclusión y expulsión, remitiéndose a su estatuto y aplicándose

158
PROBLEMÁTICA DE LA NULIDAD Y LA IMPUGNACIÓN DE LOS ACUERDOS ...

indebidamente lo previsto en el artículo 219 del Código Civil. CONSI-


DERANDO: Primero.- Habiéndose declarado procedente el citado re-
curso por la causal de infracción normativa procesal y material, debe ana-
lizarse en primer lugar la causal procesal, pues debido a su naturaleza y a,
los efectos que produce, si mereciera amparo carecería de objeto pronun-
ciarse respecto a la causal de infracción normativa, material. Segundo.- De
los fundamentos del recurso por las causales referidas a la infracción nor-
mativa material y procesal, se advierte que la Cooperativa impugnante en
esencia denuncia que el presente caso se ha tramitado en la vía del proce-
so de conocimiento como si se tratara de una acción de nulidad de acto ju-
rídico cuando debió tramitarse como un proceso de impugnación judicial
de acuerdos en la vía del proceso abreviado, por lo que el pronunciamien-
to se efectuará teniendo en cuenta los fundamentos expuestos respecto a
ambas causales de casación. Tercero.- De autos es de verse que la presen-
te controversia ha sido promovida por Julio Sigfredo Alvarado Medina a
fin de que se declare la nulidad de la Sesión Extraordinaria del Consejo de
Administración de fecha nueve de setiembre del año dos mil dos y la
Asamblea General Extraordinaria de Socios de fecha veintiocho de no-
viembre del año dos mil dos, por las causales previstas en los incisos 4 y
6 del artículo 219 del Código Civil, pues según se expone dichos actos ju-
rídicos tendrían fin ilícito y se habrían adoptado sin respetar la forma pres-
crita en el Estatuto de la Cooperativa impugnante, la Ley General de Coo-
perativas-Ley número 15260, y el Código Civil, no habiéndose especificado
en la agenda de la convocatoria que se iba a tratar la expulsión de los so-
cios, además de no habérseles notificado las resoluciones o exclusiones a
los socios afectados para que asuman su derecho de defensa, así como co-
rrespondía al Consejo Administrativo realizar la convocatoria firmándola
el Presidente y el Secretario y no el Gerente General, debiendo las exclu-
siones de socios efectuarse a través de la Comisión de Faltas y Sanciones,
la cual no existe. Cuarto.- Admitida la demanda y sustanciada la contro-
versia con arreglo a ley, la Jueza del Vigésimo Sexto Juzgado Especializa-
do en lo Civil de la Corte Superior de Justicia de Lima, por Resolución de
fecha siete de setiembre del año dos mil nueve, declaró infundada la de-
manda promovida por el actor, concluyendo entre otros fundamentos, res-
pecto a la Sesión Extraordinaria del Consejo de Administración y a la
Asamblea General Extraordinaria de Socios, que estas contienen una im-
posibilidad jurídica, habiéndose desvirtuado que adolecen de formalidad
en su convocatoria, el acto jurídico de exclusión del demandante le reali-
zó en asamblea para lo cual fue convocada donde los socios concurrentes

159
jairo cieza mora

votaron por la exclusión, la que se encuentra prevista en los Estatutos de


la Cooperativa de Centros Comerciales Chira Limitada; por consiguiente,
las causales de nulidad antes señaladas en el artículo 219 incisos 3, 4, 6 y
8 del Código Civil, no se encuentran acreditadas: Quinto.- Con fecha
treinta de abril del año dos mil diez, la Primera Sala Civil de la Corte Su-
perior de Justicia de Lima, revocó la sentencia apelada de fecha siete de
setiembre del año dos mil nueve de folios quinientos setenta y cuatro del
expediente principal, la cual declara infundada la demanda; y, reformán-
dola, declararon fundada en parte la demanda y la ampliación de nulidad
de acto jurídico; en consecuencia, nula: i) La Sesión Extraordinaria del
Consejo de Administración de fecha nueve de setiembre del año dos mil
dos; y, ii) La Asamblea General Extraordinaria de Socios de fecha veintio-
cho de noviembre del año dos mil dos, solamente en cuanto a la expulsión
del actor, debiendo reincorporarlo como socio de la Cooperativa deman-
dada, argumentando que: “(...) La exclusión y/o expulsión del actor, lo
constituye, el hecho de que el recurrente formuló una denuncia penal ante
el Ministerio Público contra los miembros de la Cooperativa demandada,
aspecto que se ve plasmado en el acta de folios dieciséis, esta es la razón
que motivó al consejo de administración decidir la exclusión y/o expul-
sión del demandante, advirtiéndose de ella que no se ha observado el pro-
cedimiento previsto precedentemente, en tal sentido, la Sesión Extraordi-
naria de fecha nueve de setiembre del año dos mil dos, en la que impone
la sanción al actor, es nula, al igual que la Asamblea General de fecha
veintiocho de noviembre del año dos mil dos que confirma lo antes indi-
cado, al no revestir la forma prescrita para el procedimiento de la exclu-
sión y/o expulsión del actor (...). Los hechos relatados sobre este aspecto
acreditan la configuración de los supuestos de nulidad regulados por el ar-
tículo 219 incisos 6 y 8 del Código Civil, por lo que ambas decisiones arri-
badas en las dos actas cuestionadas se tomaron con clara vulneración del
derecho a la defensa y que en su acepción amplia forma parte del derecho
al debido proceso por interpretación del artículo 139 inciso 3 de la Cons-
titución Política del Estado”. Sexto.- Sobre el particular, Conviene anotar
que en esencia el actor cuestiona su expulsión como socio de la Coopera-
tiva de Centros Comerciales Chira Limitada, afirmando que dicho acuer-
do se habría adoptado por la Asamblea General Extraordinaria de Socios
sin respetar los procedimientos establecidos en el Estatuto de la Coopera-
tiva impugnante, la Ley General de Cooperativas y el Código Civil, por
lo tanto queda claro que la Pretensión contenida en la demanda constituye
la impugnación de un acuerdo adoptado en una asamblea general de la

160
PROBLEMÁTICA DE LA NULIDAD Y LA IMPUGNACIÓN DE LOS ACUERDOS ...

cooperativa demandada, la cual de conformidad con el artículo 92 del


Código Civil corresponde sustanciarse en la vía del proceso abreviado, de-
biendo impugnarse en el plazo de sesenta días contados a partir de la fe-
cha del acuerdo. Sétimo.- En el presente caso, se pone de manifiesto, que
el demandante pretende impugnar la validez de los acuerdos adoptados en
la Sesión Extraordinaria del Consejo de Administración de fecha nueve de
setiembre del año dos mil dos y en la Asamblea General Extraordinaria de
Socios de fecha veintiocho de noviembre del año dos mil dos; solamente
en cuanto a la expulsión del actor; no obstante, formula su pretensión en
la vía del proceso de conocimiento sustentando que dichos acuerdos son
negocios jurídicos y por lo tanto susceptibles de nulidad, de acuerdo con-
forme a lo previsto en el artículo 219 del Código Civil, norma que no re-
sulta pertinente. Octavo.- Es oportuno destacar que el artículo 92 del Có-
digo Civil es la norma que corresponde y es aplicable en los celos en que
se invoque violación de normas legales o estatutarias que regulan el fun-
cionamiento de personas jurídicas no lucrativas como en el caso de la coo-
perativa demandada, en observancia del Decreto Supremo número 074-
90-TR, cuyo artículo 116 establece: “Los casos no previstos por la presente
Ley se regirán por los principios generalés del Cooperativismo, y a falta
de ellos, por el Derecho común (...)”; por lo tanto, es de aplicación la nor-
ma general contenida en el artículo 92 del Código Civil de conformidad a
lo previsto en el artículo IX del Título Preliminar del precitado Código.
Noveno: Habiéndose amparado el recurso de casación por la causal de in-
fracción normativa procesal carece de objeto pronunciarse sobre la causal
de infracción normativa material. Décimo.- Siendo así este Colegiado Su-
premo en aplicación del artículo 22 del Texto Único Ordenado de la Ley
Orgánica del Poder Judicial, se aparta del criterio determinado anterior-
mente como órgano revisor, expresado en casos similares, como por ejem-
plo, en la Casación número doscientos ochenta y ocho-dos mil nueve-Li-
ma, cuya fecha de vista fue el veintinueve de abril del año dos mil nueve,
que se desestimó en su aspecto formal; y adopta el criterio precedente-
mente expuesto; por lo tanto, en el presente caso, atendiendo a que en
esencia se trata precisamente de la exclusión del actor como socio de la
cooperativa demandada, acuerdo que se habría adoptado por la asamblea
general sin respetar los procedimientos establecidos en el estatuto, la Ley
general de Cooperativas y el Código Civil, por lo que la pretensión postu-
lada debió ser una de impugnación de acuerdos y no una nulidad de acto
jurídico. Por tales fundamentos de conformidad con lo dispuesto en el in-
ciso 4 del artículo 396 del Código Procesal Civil, declararon: FUNDADO

161
jairo cieza mora

el recurso de casación interpuesto por la Cooperativa de Centros Comer-


ciales Chira Limitada representada por su Gerente General Yulisa Marle-
ne Rondán Chacón, mediante escrito obrante a folios treinta y ocho del
cuadernillo de casación; en consecuencia, CASARON la sentencia im-
pugnada; NULA la sentencia de vista de folios ochocientos cuarenta y cin-
co, su fecha treinta de abril del año dos mil diez; y actuando en sede de
instancia: REVOCARON la sentencia apelada de folios quinientos seten-
ta y cuatro, su fecha siete de setiembre del año dos mil nueve, que declara
infundada la demanda; y, reformándola, declararon IMPROCEDENTE la
demanda; DISPUSIERON la publicación de la presente resolución en el
diario oficial El Peruano, bajo responsabilidad; en los seguidos por Julio
Sigfredo Alvárado Medina contra la Cooperativa de Centros Comerciales
Chira Limitada, sobre Nulidad de Acto Jurídico; y los devolvieron. Ponen-
te Señora Aranda Rodríguez, Jueza Suprema.- SS. TICONA POSTIGO,
ARANDA RODRÍGUEZ, PALOMINO GARCÍA, VALCÁRCEL SAL-
DAÑA, MIRANDA MOLINA.
La misma Empresa demandada: “Cooperación de Centros Comerciales
Chira Limitada”, la misma Sala Civil: La Primera, la misma pretensión: Nuli-
dad de Asambleas por expulsión de socios, diferentes asambleas cuestionadas:
Las del 05/04/01 y 10/02/02 en el Expediente Nº 1878-2010 y las del 9/07/02
y 28/11/02 en el Expediente Nº 2372-2010, dos sentencias: La primera de fe-
cha 18/03/10 y la segunda, de fecha 13/06/11, la misma impresión: Resolucio-
nes judiciales carentes de sentido.
En el primer caso mencionado en la parte más llamativa señala: “Que,
bajo dicho alcance, este Supremo Tribunal, considera que a fin de expedir una
ejecutoria suprema bajo un juicio de proporcionalidad, en este caso en forma
excepcional, no es posible declarar la nulidad de la resolución impugnada
y actuando en sede de instancia revocar la sentencia de primera instancia
que declara fundada la demanda y reformándola declarar la improceden-
cia de la demanda conforme se ha resuelto en la ejecutoria suprema cita-
da en el octavo considerando de la presente resolución, si se tiene en cuen-
ta que el presente proceso se viene tramitando en el Poder Judicial por
más de seis años desde la fecha en que se interpuso la demanda y que toda
persona debe ser juzgada sin dilaciones indebidas que afecten el derecho
al debido proceso y la tutela jurisdiccional efectiva de los justiciables” (el
resaltado es nuestro). Es decir el colegiado señala, reconociendo la evidencia
que este proceso debió, a todas luces, ser uno de impugnación de acuerdos en

162
PROBLEMÁTICA DE LA NULIDAD Y LA IMPUGNACIÓN DE LOS ACUERDOS ...

concordancia con el artículo 92 del Código Civil, a través de un proceso abre-


viado y con los plazos de caducidad previstos para acuerdos no inscribibles
(sesenta días naturales), que no se puede casar y declarar la improcedencia de
la demanda por el tiempo transcurrido del proceso (6 años). De cuándo acá en
el tiempo transcurrido del proceso por factores que todos conocemos, implica
incumplir con las normas legales. Es un despropósito lo señalado por la Corte
fijando así un pésimo precedente.
Para completar lo kafkiano de estos casos la otra sentencia emitida por la
misma Sala Civil que, so pretexto de apartarse de su criterio, cambia radical-
mente de opinión en un caso idéntico y resuelve por la improcedencia de la
pretensión. Inverosímil.

163
CAPÍTULO IV

LA LEGITIMACIÓN EN LA
IMPUGNACIÓN Y NULIDAD DE
ACUERDOS ASOCIATIVOS Y
SOCIETARIOS

I. Lineamientos sobre el Derecho de Asociación y


la incorporación no forzosa de socios
El TC ha señalado con respecto al derecho de asociación que: “(...) con-
sidera este colegiado que el citado atributo puede ser concebido como aquel
derecho por el cual toda persona puede integrarse con otras, libremente y de
modo permanente, en función de determinados objetivos o finalidades, las
que, aunque pueden ser de diversa orientación, tienen como necesario co-
rrelato su conformidad con la ley”(324) (resaltado nuestro). Consideramos que
con el fin de contextualizar el derecho de asociación comentado por el Tribu-
nal Constitucional en esta y otras sentencias, debemos, aunque sea brevemen-
te, referirnos a la persona jurídica, siendo la asociación una de las manifes-
taciones de este sujeto de derecho que es centro de imputación de deberes y
derechos.
Para algunos tratadistas la persona jurídica se define como aquella institu-
ción formada para la consecución de un fin y reconocida por la ordenación ju-
rídica como sujeto de derecho(325). Asimismo muchos son los que han desarro-
llado una serie de teorías y clasificaciones para mejor comprender la naturaleza

(324) Exp. N° 9149-2006-PA-TC.


(325) SPOTA, Albert. Tratado de Derecho Civil. Tomo I, Parte General, Vol. 3, Editorial Depalma, Buenos
Aires, 1951, p. 323.

165
jairo cieza mora

jurídica de esta institución fundamental en el Derecho, y de esta manera poder


regular su tratamiento legislativo más adecuado(326). Para Galgano(327), “el con-
cepto de persona jurídica tiene una indudable ventaja: no me refiero a la sim-
plificación que este aporta al lenguaje jurídico (...). Me refiero, en cambio, a
la capacidad que el concepto de persona jurídica posee, de simplificar el razo-
namiento de los juristas: todos los posibles problemas de los entes colectivos
pueden, con extrema rapidez, y a menudo con un solo pasaje lógico, encon-
trar la justa solución sobre la base de una sola premisa, clara, precisa, fácil-
mente accesible, o sea, la premisa según la cual el ente colectivo es, en cuanto

(326) Así por ejemplo la clasificación de las teorías efectuada por ALTERINI, Atilio Anibal. Derecho Pri-
vado. Parte General. Introducción al Derecho Civil y Comercial. 3ª edición, Abeledo-Perrot, 1986,
p. 234. Dentro de estas teorías se menciona: Teoría de la Ficción: Se le considera “como si fuera per-
sona (natural)”. Vélez en la nota al artículo 31 del Código argentino habló de “la capacidad artificial
de la persona de existencia ideal”. Teorías negatorias de la Personalidad. Persona significa máscara,
la persona sería como una máscara que busca ocultar la realidad que subyace detrás de ella. Así tene-
mos dentro de esta clasificación teórica: a) Teoría del Sujeto Aparente que oculta al rea (Ihering): Los
verdaderos sujetos son los miembros no aquella. b) Teoría del patrimonio de Afectación (Brinz): No
hay un sujeto nuevo, son tan solo un patrimonio afectado a determinados fines. C) Teoría de la Pro-
piedad Colectiva (Planiol): Ve una propiedad colectiva de los miembros de la persona. Como el con-
dominio, sino que no hay cuotas ideales, dado que la totalidad del patrimonio es del conjunto de los
miembros. D) Teoría que niega en general al sujeto de derecho (Duguit): Niega los derechos subjeti-
vos y por tal a los sujetos de derecho. En la persona jurídica hay bienes sin sujeto. Teorías de la Rea-
lidad: Niegan qué solo el ser humano sea sujeto de derechos, y concluye en la existencia de un ente
(real) distinto de los miembros de la persona jurídica. Teoría Organicista (Gierke): El ente está por
encima pero no fuera de quienes lo integran, posee una “voluntad propia” distinta de la de sus miem-
bros individualmente considerados, pero común a todos ellos. Consiguientemente, los administrado-
res de la persona jurídica no son representantes suyos –se representa en un extraño– sino “órganos” y
como tales, partes del ente. Existe identificación entre persona jurídica y organismos físicos (miem-
bros eran células de la persona, atribuyeron sexo a la p.j. –varón el estado, mujer la iglesia). Teoría
del Interés (Ferrara): Se toma en cuenta los intereses humanos que la persona jurídica quiere satisfa-
cer. La p. j. no es creada por el ordenamiento –detrás está el ser humano– sino simplemente amoldada
con forma jurídica unificando derechos y poderes de obrar, para satisfacer intereses humanos. Teoría
de la Institución (Hauriou y Renard). El acto humano esta en la base de la p.j., que funciona en torno
de una idea de la que participa cierto numero de individuos, y dispone de los necesarios mecanismos
de poder. Los fines y los medios de la institución son, por lo demás, trascendentes en poder y dura-
ción a sus propios miembros. La Posición de Kelsen. Congruentemente con su posición (la persona
como creación del derecho y centro de imputación de derechos y deberes), explica a la p.j. como una
creación del derecho objetivo. La p.j. es unidad personificada de derechos y deberes imputados por
el Derecho Objetivo (en lugar de afirmar que tiene tales derechos y deberes). Así también DE CAS-
TRO Y BRAVO, Federico, al hablarnos en su importante trabajo sobre la persona jurídica nos dice:
“El momento en que aparece y a la vez se impone, el termino persona ficta es el primero entre los tres
cruciales y decisores de la suerte del concepto de persona jurídica. Y agrega: Teorías sobre el senti-
do del termino “persona ficta” 1) Concepción disgregante (Atomística) 2) Teoría de la abstracción
3) Teoría realista. Gierke dice que la persona es un cuerpo orgánico compuesto de los elementos que,
conforme al estatuto, se separan de las individualidades reunidas, de modo que si bien ella constitu-
ye una persona unitaria, colectiva, ella vive en la pluralidad de sus miembros; la relación de unidad
y pluralidad no es por lo tanto de contradicción sino de conexión. DE CASTRO Y BRAVO Federi-
co. La persona jurídica. Ob. cit.
(327) GALGANO, Francesco. “Delle persone giuridiche”. En: Commentario del Codice Civile, a cura de
SCIALOJA y BRANCA, Zanichelli. Societá Editrice del Foro Italiano, Bologna-Roma, 1969, p. 97.

166
PROBLEMÁTICA DE LA NULIDAD Y LA IMPUGNACIÓN DE LOS ACUERDOS ...

persona jurídica, sujeto de derecho distinto de las personas de sus miembros,


los cuales son terceros respecto de esta”. Juan Espinoza(328) en concordancia
con Fernández Sessarego, y en congruencia con la Teoría Tridimensional del
Derecho manifiesta que la persona jurídica o colectiva es “una organización
de personas (naturales o jurídicas) que se agrupan en la búsqueda de un fin va-
lioso (lucrativo o no lucrativo) y que cumplen con la formalidad establecida
por el ordenamiento jurídico para su creación (que puede ser mediante la ins-
cripción en Registros Públicos o a través de una ley)”(329).
Ya en lo referente a la asociación, la Constitución Política del Perú de
1993 en su Titulo I denominado “De la Persona y la Sociedad”, Capítulo Pri-
mero denominado: “Derechos Fundamentales de la Persona”(330), en su ar-
tículo 2, inciso 13, consagra que toda persona tiene derecho a: “Asociarse y
constituir fundaciones y diversas formas de organización jurídica sin fines de
lucro, sin autorización previa y con arreglo a ley. No pueden ser disueltas por
resolución administrativa”.
Comentando este artículo constitucional Yuri Vega(331) señala, con respec-
to a la Asociación que: “Se trata, en concreto, de un grupo de personas, es
decir, de seres humanos que, como substrato material o sociológico-existen-
cial, aúnan esfuerzos para realizar actividades que de modo individual no po-
drían desarrollar. El patrimonio no es sino el instrumento del cual se sirven los

(328) ESPINOZA ESPINOZA, Juan. Derecho de las personas. Ob. cit., p. 651.
(329) El mismo Juan Espinoza, Ob. cit., p. 657, nos detalla los elementos de la denominada persona colec-
tiva: 1) Conducta humana intersubjetiva: la dimensión humana está presente en todas y cada una de
las personas colectivas que regula el Código Civil o las leyes especiales y siempre nos encontraremos
frente a una organización de personas individuales. 2) Valores jurídicos: si bien es cierto que el con-
cepto de la personalidad colectiva y el de la responsabilidad limitada se correlacionan, por cuanto, un
buen número de personas individuales se constituyen en una persona colectiva para limitar sus obli-
gaciones, es evidente también que surge la necesidad del hombre para compartir con otros ciertas ex-
periencias que, como es natural, no podría realizarlas aislado. El hombre así compartirá determinados
fines valiosos (lucrativos o no lucrativos). 3) Normas jurídicas: desde el punto de vista formal, toda
persona colectiva es un centro unitario ideal, de referencia de situaciones jurídicas, de imputación de
deberes y de derechos, pero esta reducción de una pluralidad de personas individuales a la singulari-
dad de la persona colectiva, se produce por el cumplimiento de una formalidad. En el caso del Códi-
go Civil peruano, con la inscripción de la organización de personas con arreglo a ley. Es por este as-
pecto formal que se diferencia la persona colectiva de la organización de personas no inscritas.
(330) Al respecto es importante revisar el anteproyecto constitucional en lo referente a los derechos funda-
mentales para lo cual es muy útil el artículo de FERNÁNDEZ SESSAREGO, Carlos: “El Proyecto
de Vida y los Derechos Fundamentales en el anteproyecto constitucional”. En: Revista Jurídica del
Perú. N° 35, junio, 2002, p. 59 y ss.
(331) VEGA MERE, Yuri. “Derecho de Asociación. Constitución de fundaciones y otras formas de organi-
zación jurídica”. En: La Constitución Comentada. Congreso de la República, Gaceta Jurídica, Lima,
2005, p. 157.

167
jairo cieza mora

miembros o los administradores para cumplir las metas propuestas en el acto


de creación. La Constitución, por ende, contiene una definición ‘humanizada’
de las figuras que se mencionan en la norma bajo comentario”. Esta definición
“humanizada” a la que se refiere Vega Mere significa que para el análisis de
las asociaciones la incidencia y la focalización de prioridades debe centrarse
en los sujetos que integran el ente colectivo y que buscan un objetivo valioso
y común. Eso es lo trascendente, el ser humano, el hombre o mujer que forma
parte de la asociación y que busca lograr un objetivo a través de esta, de mane-
ra colectiva y con estatus de permanencia y estabilidad (recordemos que la po-
sición es la organización estable). El patrimonio que es valioso para el cum-
plimiento del fin común de la persona jurídica es una herramienta, un factor
posibilitador del cumplimiento de los objetivos de la asociación. Lo que hace
el artículo constitucional es incidir en el factor humano que como vimos en la
cita de Espinoza es uno de los tres elementos (conducta humana intersubjeti-
va) que permiten la interacción para el funcionamiento y desarrollo de la per-
sona jurídica en general. Desde esta perspectiva y para el análisis del presen-
te caso el centro referencial que debemos priorizar y sobre el cual debe girar
nuestra atención es la persona humana, el sujeto de derecho, el socio que in-
tegra la persona jurídica.
Asimismo, es importante tener en consideración la denominada affectio
societatis, es decir la intención de asociarse voluntariamente para poder
determinar si el socio ha ingresado a la asociación de manera volunta-
ria o se ha visto presionado, obligado a pertenecer a dicho ente colectivo
sin realmente quererlo. En este mismo sentido autorizada doctrina nacional
opina que: “El aspecto que en la definición del Código caracteriza mejor a la
asociación viene constituido por la necesidad de realizar una actividad en co-
mún. No se trata de que todos y cada uno de los asociados que la integren
se ocupen cotidianamente o asuman tareas de gestión de esta persona ju-
rídica. En rigor de verdad lo común es la participación en las decisiones
que adopten los asociados, así como en los resultados una vez que la aso-
ciación alcance la finalidad que le dio origen. Lo común por otro lado, re-
vela el temperamento asociativo de esta organización. Entre la asociación
y los asociados existe, recíprocamente una especie de vínculo de pertenen-
cia o de necesidad (en expresión de Galgano) en el sentido de que no puede
haber asociación sin la presencia de cuando menos dos asociados entre los
que existe ánimo de asociarse (affectio societatis)”(332) (resaltado nuestro).

(332) Ibídem, p. 158.

168
PROBLEMÁTICA DE LA NULIDAD Y LA IMPUGNACIÓN DE LOS ACUERDOS ...

Tiene pues que existir, para una correcta y adecuada constitución asociativa,
un vínculo, pero no un vínculo formado o constituido por la imposición, por
la decisión vertical y autoritaria, sino una relación generada en la autonomía
de la voluntad o autonomía privada que permita que el sujeto se integre libre y
voluntariamente y no de una forma que vulnere sus derechos constitucionales.
Es interesante hacer mención a la Ley Orgánica N° 1/2002 del 22 de mar-
zo de 2002, reguladora del Derecho de Asociación español, Ley orgánica
que sustituye a La ley de Asociaciones N° 191 del 24 de diciembre de 1964.
Esta norma es un importante esfuerzo de sistematización y de tratamiento co-
mún de las asociaciones(333), reconociendo el carácter democrático de las mis-
mas(334), conducente al afianzamiento de un Estado Social y Democrático de
Derecho. La norma en mención remite a la legislación especial el tratamien-
to de los partidos políticos, los sindicatos y las organizaciones empresariales:
las iglesias, confesiones y comunidades religiosas; las federaciones deporti-
vas; las asociaciones de consumidores y usuarios etc. (art. 1, inc. 3). Asimis-
mo establece que la organización interna y el funcionamiento de las asocia-
ciones deben ser democráticos con pleno respeto al pluralismo. Señala que
son nulos de pleno derecho los pactos, disposiciones estatutarias y acuerdos
que desconozcan cualquiera de los aspectos del derecho fundamental de aso-
ciación. (art. 2, inc. 5). Es fundamental la remisión a principios de carácter
democrático para el funcionamiento interno de las asociaciones, y si para
el desarrollo de estas se exige el respeto a la democracia y a los valores de
pluralismo y mecanismos de transparencia, lo mismo ha de exigirse para
la manera o modalidad de incorporación de los asociados, de lo contrario

(333) Al respecto el numeral 1 de la Ley Orgánica 1/2002 , establece en su tercer párrafo “Consecuente-
mente, la necesidad ineludible de abordar el desarrollo del artículo 22 de la Constitución, median-
te Ley Orgánica, al tratarse del ejercicio de un derecho fundamental (artículo 81), implica que el ré-
gimen general del derecho de asociación sea compatible con las modalidades específicas reguladas
en leyes especiales y en las normas que las desarrollan, para los partidos políticos, los sindicatos, las
asociaciones empresariales, las confesiones religiosas, las asociaciones deportivas y las asociaciones
profesionales de jueces, magistrados y fiscales. Con este objetivo se establece un régimen mínimo y
común, que es, además, el régimen al que se ajustarán las asociaciones no contempladas en la legis-
lacion especial”.
(334) Así en la exposición de motivos (I) se establece: “Es innegable, también, y así lo recuerda el Comi-
té Económico y Social de la Unión Europea en su dictamen del 28 de enero de 1998, la importancia
que tienen las Asociaciones para la conservación de la Democracia. Las asociaciones permiten a los
individuos reconocerse en sus convicciones, perseguir activamente sus ideales, cumplir tareas útiles,
encontrar su puesto en la sociedad, hacerse oír, ejercer alguna influencia y provocar cambios. Al or-
ganizarse, los ciudadanos de medios más eficaces para hacer llegar su opinión sobre los diferentes
problemas de la sociedad a quienes toman las decisiones políticas. Fortalecer las estructuras demo-
cráticas en la sociedad revierte en el fortalecimiento de todas las instituciones democráticas y contri-
buye a la preservación de la diversidad cultural”.

169
jairo cieza mora

no podría exigirse o requerirse el respeto a la democracia al interior de


la asociación. Si la manera o forma de pertenecer a ellas, que es el presu-
puesto para el desenvolvimiento de los socios, está viciada de actuaciones
que hacen tabla rasa de los principios generales de derecho como la auto-
nomía privada, no se está garantizando el derecho constitucional de aso-
ciación, al contrario se lo está desconociendo.
Algunas sentencias nos pueden esclarecer los problemas que se presentan
a nivel de la legitimación para impugnar los acuerdos y para determinar quién
es el legitimado pasivo en la relación procesal
Casación Nº 3070-98-Lambayeque(335)
CORTE SUPREMA DE JUSTICIA
Demandante : Agroindustrial Pomalca S.A. y otros.
Demandado : Bernardino Céspedes Pérez.
Asunto : Impugnación de acuerdos.
Fecha : 2 de junio de 1997.
LA SALA CIVIL TRANSITORIA DE LA CORTE SUPREMA DE
JUSTICIA DE LA REPÚBLICA.- Vista la Causa número tres mil seten-
ta-noventiocho; en la Audiencia Pública de la fecha y producida la vota-
ción con arreglo a Ley, emite la siguiente sentencia:
MATERIA DEL RECURSO:
Se trata del Recurso de Casación interpuesto por don Juan Absalón
Benavides Tiravanti y otros (demandantes), contra la resolución de vista
de fojas trescientos cincuentitrés, de fecha veintinueve de octubre de mil
novecientos noventiocho, expedida por la Segunda Sala Civil de la Cor-
te Superior de Justicia de Lambayeque que, confirma el auto de fojas dos-
cientos treintisiete y doscientos treintiocho, su fecha veinticinco de agos-
to de mil novecientos noventiocho, que declara infundada las excepciones
de representación insuficiente y ambigüedad en el modo de proponer la
demanda y litispendencia; y lo revoca en cuanto declara infundada la ex-
cepción de falta de legitimidad para obrar, reformándola en este extremo

(335) Esta jurisprudencia se publicó en el Tomo N° 13 de Diálogo con la Jurisprudencia.

170
PROBLEMÁTICA DE LA NULIDAD Y LA IMPUGNACIÓN DE LOS ACUERDOS ...

declara fundada y, en consecuencia nulo todo lo actuado; dispone además


dar por concluido el proceso y sin objeto pronunciarse en lo demás que es
materia de grado.
FUNDAMENTOS DEL RECURSO:
La Corte Suprema mediante resolución de fecha veintiuno de diciembre
de mil novecientos noventiocho ha declarado procedente el Recurso de
Casación por las causales previstas en los incisos primero, segundo y ter-
cero del artículo trescientos ochentiséis del Código Procesal Civil, esto
es, en la interpretación errónea del artículo ciento ochentiocho de la Ley
número veintiséis mil ochocientos ochentisiete (Ley General de Socieda-
des), inaplicación del artículo veintiséis del Decreto Legislativo número
ochocientos dos y Decreto de Urgencia número ciento once-noventisie-
te; y en la contravención de las normas que garantizan el derecho al de-
bido proceso, en razón de que la Sala ha vulnerado las normas procesales
contenidas en los artículos primero, segundo y tercero del Título Preli-
minar del Código Procesal Civil y en los artículos segundo y cuatrocien-
tos sesentiséis del acotado, referidas a la tutela jurisdiccional referente
al ejercicio del derecho de las partes de fijar sus pretensiones y hechos
sustentatorios.
CONSIDERANDO:
Primero.- Que, del análisis de la demanda se desprende que esta es in-
terpuesta por la Empresa Agroindustrial Pomalca Sociedad Anónima, re-
presentada por quien dice ser Presidente del Directorio Luis Rodríguez
Burmester y los accionistas que suscriben por su propio derecho y como
delegados en representación de otros, materializando en esta forma una
acumulación subjetiva, activa y originaria con arreglo a los artículos
ochentitrés y ochentinueve del Código Procesal Civil; esos accionistas
son don Absalón Benavides Tiravanti, Pedro Sánchez Santacruz, Anto-
nio Mena Morales, Félix Pillaca Sánchez, Napoleón Coronado Cadenillas,
Gumercindo Agapito Bejarano, Óscar Siancas Bobadilla, Manuel Chiri-
nos Campos, José Yovera Portocarrero, Eduardo Pejerrey Gastulo, Virgi-
lio Sánchez Acuña, Roberto Paz Lamas, Teremerio Díaz Alarcón, Hermis
Silva Albújar y don Felipe Artemio Mondragón Flores.
Segundo.- Que, el demandado Bernardino Céspedes Pérez, interpuso la
excepción de falta de legitimidad para obrar de los demandantes porque
la acción la planteaban a nombre de la empresa Agro Industrial Pomalca

171
jairo cieza mora

Sociedad Anónima, cuando a esta le correspondía ser la demandada por


tratarse de una impugnación de acuerdos de una Junta General.
Tercero.- Que, la sentencia de vista impugnada, en su parte pertinente de-
clara fundada la excepción, por esa razón y por falta de legitimidad de
obrar del demandado, olvidándose de los quince socios demandantes que
accionaban también por su propio derecho de accionistas, de conformidad
con la facultad que confiere el artículo ciento cuarenta de la Ley General
de Sociedades número veintiséis mil ochocientos ochentisiete.
Cuarto.- Que, en cambio esa decisión se ajusta a Ley cuando se refiere a
la falta de legitimidad para obrar de la empresa, que figura como deman-
dante cuya Junta General se impugna, pues de acuerdo con la misma nor-
ma citada el derecho legítimo para demandar lo tienen los socios con las
calidades que indica; y en verdad procedimental, en esta acción esa em-
presa con su nuevo Directorio hasta ahora vigente, tiene la condición de
litis consorte necesario pasivo.
Quinto.- Que, no obstante, por lo expresado en el considerando tercero la
decisión de la Sala Civil Superior al privarles su derecho a plantear la ac-
ción a los socios demandantes, si bien es cierto que transgrede las normas
de tutela jurisdiccional del debido proceso, también es cierto que es como
consecuencia de la aplicación defectuosa de normas de derecho material
contenidas en el artículo citado.
Sexto.- Que, estando a las conclusiones precedentes el Recurso de Ca-
sación es fundado por la causal primera del artículo trescientos ochenti-
séis del Código Procesal Civil y corresponde pronunciarse de conformi-
dad con el inciso primero del artículo trescientos noventiséis del mismo
Cuerpo de Leyes.
SENTENCIA:
Por estos fundamentos, declararon FUNDADO el Recurso de Casación
interpuesto por don Absalón Benavides Tiravanti y otros a fojas trescien-
tos setenta; en consecuencia NULA la resolución de vista de fojas tres-
cientos cincuentitrés, su fecha veintinueve de octubre de mil novecien-
tos noventiocho; y actuando en sede de instancia; confirmaron en parte el
auto del juez de fojas doscientos treintisiete en cuanto declara infundada
la excepción de falta de legitimidad para obrar de los accionistas deman-
dantes; la revocaron en cuanto declara infundada la excepción respecto de

172
PROBLEMÁTICA DE LA NULIDAD Y LA IMPUGNACIÓN DE LOS ACUERDOS ...

la empresa Agroindustrial Pomalca Sociedad Anónima; la que declararon


fundada; DISPUSIERON la publicación de la presente resolución en el
diario oficial El Peruano; bajo responsabilidad; en los seguidos por la em-
presa Agroindustrial Pomalca Sociedad Anónima y otros con don Bernar-
dino Céspedes Pérez sobre impugnación de acuerdos; y los devolvieron.
S.S. URRELLO A.; ORTIZ B.; SÁNCHEZ PALACIOS P.; ECHEVA-
RRÍA A.; CASTILLO LA ROSA S.

II. ANÁLISIS Y CRÍTICA


Uno de los aspectos más importantes dentro de la denominada “impugna-
ción judicial de acuerdos”, sea en su vertiente asociativa (referida a las Perso-
nas jurídicas sin finalidad lucrativa) o societaria (finalidad lucrativa); es la
legitimación, tanto activa como pasiva. La primera de ellas referida a los su-
jetos facultados para interponer la demanda de impugnación de acuerdos y la
segunda concerniente al sujeto de derecho sobre el que debe recaer la consa-
bida demanda.
Este es el motivo del presente capítulo, analizar las diversas circunstancias
o escenarios jurídicos en los que se puede manifestar la figura de la legitima-
ción, tanto activa como pasiva, para ejercer la facultad (y también cumplir la
obligación) de impugnar judicialmente los acuerdos contrarios a la ley, estatu-
to o pacto social o que lesionen, en beneficio directo de uno o varios accionis-
tas, los intereses de la sociedad.
Para cumplir el objetivo antes descrito, presentamos como referente un
precedente judicial referido a la impugnación judicial de acuerdos emanados
de la Junta General de Accionistas. Como se aprecia de la jurisprudencia glo-
sada existe una absoluta confusión en lo que respecta a la legitimación tanto
activa como pasiva, situación que origina el amparo de las denominadas de-
fensas de forma o excepciones (falta de legitimidad para obrar del demandan-
te o del demandado). En sede casatoria se opta, en sede de instancia, por de-
clarar fundada la excepción de falta de legitimidad para obrar del demandante
ya que, de ninguna forma, se puede aceptar que la persona jurídica ostente la
legitimación activa, pues a esta le corresponde la legitimación pasiva, debien-
do salir a juicio sus representantes designados como tales en el estatuto social.
Para el desarrollo del presente trabajo se ha tratado de analizar tanto los
supuestos presentados en el artículo 92 del Código Civil como los contenidos
en los artículos 139 y ss. de la Ley General de Sociedades (LGS), en donde se

173
jairo cieza mora

presentan grandes semejanzas pese a la naturaleza jurídica distinta de los en-


tes regulados en las normas mencionadas. Claro está, es de advertir, que hay
una enorme distancia entre los tratados referidos a la impugnación de acuer-
dos en materia de Sociedades Anónimas, y los referidos a las asociaciones a
favor de las primeras, presentándose esta situación no solamente en la doctri-
na, sino también en la legislación y en la jurisprudencia. Esto es, de alguna
manera, entendible por el gran desarrollo de la Sociedad Anónima y su con-
tribución al desarrollo de la economía, lo que no quiere decir que las personas
jurídicas sin fines de lucro no sean elemento necesario del desarrollo, ni tam-
poco que su operatividad no sea tratada con acuciosidad. Sin embargo deja-
mos constancia que la tendencia es esta, por lo que en el futuro deben apare-
cer mayores trabajos sobre el tema. Sin embargo y pese a los antes indicado,
muchos de los aspectos regulados en la LGS y en sus equivalentes foráneos
son aplicables a la asociación, con las características propias de esta, por lo
que constantemente nos remitiremos a la legislación societaria nacional y en
algunos casos extranjera.

III. CONSIDERACIONES GENERALES


En primer lugar es necesario tomar en consideración la regulación que, so-
bre la materia, tratan tanto el Código Civil como la LGS. Así, el artículo 92 del
Código Civil preceptúa : “(...) Las acciones impugnatorias deben ejercitarse
en un plazo no mayor de sesenta días contados a partir de la fecha del acuer-
do. Pueden ser interpuestas por los asistentes si hubieran dejado constan-
cia en acta de su oposición al acuerdo, por los asociados no concurrentes
y por los que hayan sido privados ilegítimamente de emitir su voto (...)”
(el resaltado es nuestro).
El Código Civil regula la legitimación activa para impugnar los acuerdos,
pero no la legitimación pasiva, asimismo todo lo concerniente a la impugna-
ción judicial de acuerdos se encuentra regulado en el artículo glosado, a dife-
rencia de la LGS, en la cual sí se presenta un desarrollo pormenorizado de la
institución en análisis, la que es tratada en once (11) artículos, por lo que la re-
gulación societaria de la LGS puede ser aplicada supletoriamente a las situa-
ciones que se presenten en materia de asociaciones, respetando, claro está la
naturaleza de cada institución.
Con respecto a la legitimación el artículo 140 de la LGS establece: “Ar-
tículo 140: Legitimación activa de la Impugnación. La impugnación pre-
vista en el primer párrafo del artículo anterior puede ser interpuesta por los

174
PROBLEMÁTICA DE LA NULIDAD Y LA IMPUGNACIÓN DE LOS ACUERDOS ...

accionistas que en la Junta General hubiesen hecho constar en acta su oposi-


ción al acuerdo, por los accionistas ausentes y por los que hayan sido ilegí-
timamente privados de emitir su voto. En los casos de acciones sin derecho
a voto, la impugnación solo puede ser interpuesta respecto de acuerdos que
afecten los derechos especiales de los titulares de dichas acciones”.
De otro lado, es importante tomar en consideración como regula el dere-
cho comparado la materia de impugnación de acuerdos, y el caso concreto de
la legitimación, para lo cual, nos permitimos introducir en el debate lo previs-
to en la legislación argentina, cuya Ley de Sociedades (Ley Nº 19550, modi-
ficada por la Ley 22903) ha tenido gran influencia en la redacción de las le-
gislaciones americanas. Del mismo modo nos valemos de Ley de Sociedades
Anónimas española, la que tiene una regulación sumamente detallada al res-
pecto, dado el alto grado de desarrollo del derecho societario en la legislación,
doctrina y jurisprudencia ibérica.
En el presente capítulo abordamos, por ejemplo, el tema referente a una
polémica de muy antigua data, cual es la posibilidad de intentar la acción im-
pugnatoria por aquel que no era accionista al momento de la celebración de la
asamblea (en supuesta contravención al artículo 139 de la LGS), pero que lo
era con posterioridad a ese acto, como consecuencia de la adquisición ulterior
de las acciones al socio ausente del acto asambleario viciado. Sobre el par-
ticular, y remitiéndonos al caso argentino, La Ley Nº 22903, reformadora de
la Ley Nº 19550, se adhiere al criterio por el cual se otorga legitimación para
impugnar el acto asambleario a los accionistas ausentes que hubieran acredi-
tado la calidad de accionistas a la fecha de la decisión impugnada. Sin embar-
go, como veremos ulteriormente no es del mismo parecer un sector de la doc-
trina y jurisprudencia argentina.
Estos son solamente algunos de los aspectos que serán tratados en el pre-
sente capítulo y que consideramos son de importancia a la luz de la experien-
cia nacional y de la legislación y jurisprudencia extranjera.

IV. LEGITIMACIÓN ACTIVA


Tema ineludible es el de la legitimación activa, es decir, quienes están
facultados para interponer la demanda de impugnación judicial de acuerdos.
Es en este caso en donde se presentan situaciones polémicas o en todo caso
“interpretables”, y en donde la jurisprudencia no es todavía del todo clara,
no habiendo nuestro Código Civil –a diferencia de la LGS– previsto situa-
ciones que pueden generar discrepancias a nivel de los distintos formantes

175
jairo cieza mora

(legislativo, doctrinal y jurisprudencial). Sin embargo, esta no es una crítica


al Código Civil en esta materia, pues comprendemos bien que un cuerpo le-
gal no puede, ni debe, prever todas las situaciones jurídicas que la vida de re-
lación presenta, sino que para estos supuestos, es el desarrollo armónico de
la jurisprudencia civil (e incluso administrativa-registral) el que permitirá en-
contrar soluciones coherentes a los distintos casos que nos plantea la vida ju-
rídica. En cambio para el caso de la legitimación pasiva el asunto se presen-
ta mucho más claro como veremos posteriormente.
Comentando el artículo 92 del Código Civil Mariella Durán(336) señala:
“El Código Civil ha previsto que se encuentran legitimados a impugnar los
acuerdos únicamente los asociados. Sin embargo, ello no impedirá que los
terceros formulen pretensión de nulidad de los acuerdos de la asociación al
amparo de las normas generales de nulidad del acto jurídico, tal como se ha
expresado en el numeral precedente” (el resaltado es nuestro). Creemos que el
comentario de la Presidenta de la Segunda Sala del Tribunal Registral es acer-
tado, pues distingue entre el acto impugnatorio propiamente dicho, en el cual
son los asociados los únicos legitimados activamente, y el acto nulificante, en
el cual ya no solamente los asociados van a estar legitimados sino también los
terceros, claro está no por las causales previstas para la impugnación de acuer-
dos propiamente dicha, sino por las causas que originan la nulidad del acto ju-
rídico. Esta interpretación se confirma cuando la autora comentada al hablar
de violación de normas imperativas en la decisión del acto asambleario, se-
ñala que se trataría de acuerdos nulos conforme al artículo V del Título Preli-
minar del Código Civil, añadiendo que el modo en que los terceros no asocia-
dos pueden “impugnar” (me parece más claro “pedir la nulidad”) los acuerdos
se regulan por las reglas generales de nulidad del acto jurídico(337). Cuando
la autora habla de terceros, se está refiriendo a los sujetos descritos en el ar-
tículo 220 del Código Civil, es decir a quienes tengan interés o al Ministerio
Público. Asimismo la nulidad puede declararse de oficio por el juez cuando
resulte manifiesta(338).
Como se sabe el artículo 92 del C.C. legitima para impugnar los acuer-
dos a “los asistentes si hubieran dejado constancia en acta de su oposición al

(336) ALDANA DURÁN, Mariella. Impugnación judicial de los acuerdos. Ob. cit., p. 447.
(337) Ibídem, p. 448.
(338) Artículo 220 del CC: “La nulidad a que se refiere el artículo 219 puede ser alegada por quienes ten-
gan interés o por el Ministerio Público. Puede ser declarada de oficio por el juez cuando resulte ma-
nifiesta. No pude subsanarse por la confirmación”.

176
PROBLEMÁTICA DE LA NULIDAD Y LA IMPUGNACIÓN DE LOS ACUERDOS ...

acuerdo (...)”. Al respecto, se indica que los requisitos exigidos a los asistentes
a la asamblea son excesivos, “como lo demuestra la práctica”, pues al exigir-
se no solamente el votar en contra sino el dejar constancia en acta de la opo-
sición al acuerdo, se está requiriendo el cumplimiento de un requisito que no
depende únicamente del impugnante sino de quien administrativamente es el
responsable de la elaboración del acta, es decir del Presidente del Consejo Di-
rectivo (quien regularmente ejerce el cargo de secretario)(339). Se han dado ca-
sos en que, pese a la votación contraria al acuerdo, no se ha dado trámite a la
demanda porque no se había presentado copia del acta en que se planteaba la
oposición al acuerdo. Para estos casos el asociado deberá ser muy cuidadoso
en exigir el que se deje constancia en acta de su oposición al acuerdo, y el mo-
tivo de la misma y para el supuesto de no haberse dejado constancia en acta
por parte del encargado del manejo de la misma, se deberá invocar ante el juez
de la demanda tal circunstancia ofreciendo medios probatorios que suplan la
carencia del requisito exigido por el Código(340).
Es importante tomar en consideración lo regulado y resuelto en el derecho
comparado. Así, el artículo 117 de la Ley de Sociedades Española establece:
“1. Para la impugnación de los acuerdos nulos están legitimados todos
los accionistas, los administradores y cualquier tercero que acredite inte-
rés legítimo.
2. Para la impugnación de acuerdos anulables están legitimados los accio-
nistas asistentes a la Junta que hubiesen hecho constar en acta su oposi-
ción al acuerdo, los ausentes y los que hubiesen sido ilegítimamente pri-
vados del voto así como los administradores.
3. Las acciones de impugnación deberán dirigirse contra la sociedad.
Cuando el actor tuviese la representación exclusiva de la Sociedad y la
Junta no tuviere designado a nadie a tal efecto, el juez nombrará la persona

(339) Así, el artículo 83 del C.C. establece: “Toda asociación debe tener un libro de registro actualizado en
que consten el nombre, actividad, domicilio y fecha de admisión de cada uno de sus miembros, con
indicación de los que ejerzan cargos de administración o representación. La asociación debe constar,
asimismo, con libros de actas de las sesiones de asamblea general y de consejo directivo en los que
constarán los acuerdos adoptados. Los libros a que se refiere el presente artículo se llevan con las for-
malidades de ley, bajo responsabilidad del presidente del consejo directivo de la asociación y de con-
formidad con los requisitos que fije el estatuto”.
(340) Al respecto ALDANA, Mariella sugiere la declaración de testigos, Ob. cit., p. 449.

177
jairo cieza mora

que ha de representarla en el proceso, entre los accionistas que hubieren


votado a favor del acuerdo impugnado.
4. Los accionistas que hubieren votado a favor del acuerdo impugnado
podrán intervenir a su costa en el proceso para mantener la validez del
acuerdo”.
Como se puede apreciar de la lectura del artículo 117 de la Ley de Socie-
dades española: “La legitimación activa para la impugnación de los acuer-
dos nulos es muy amplia. Están legitimados todos los accionistas, sin excep-
ción, incluso los que no lo eran al tiempo de la celebración de la Junta. Están
también legitimados los administradores y cualquier tercero que acredite in-
terés legítimo”(341).
En nuestra LGS, la nulidad de acuerdos se encuentra regulada de manera
autónoma a la impugnación judicial de acuerdos propiamente dicha y a la im-
pugnación judicial de acuerdos anulables. En la LGS se encuentra la impug-
nación judicial de acuerdos propiamente dicha y la de acuerdos anulables en
el artículo 139 y la denominada “acción de nulidad” en el artículo 150, mien-
tras que en la normativa española se encuentran en un mismo artículo (115)(342)
y en dos incisos distintos (el 1 y el 2).
Pero, tal como se puede ver de la norma española glosada, se habla de nu-
lidad y de anulabilidad, abarcando la anulabilidad española lo que para nues-
tra ley es la impugnación de acuerdos propiamante dicha(343). Esta aparente
confusión estriba en que nuestra LGS regula legislativamente tres (3) supues-
tos de “impugnación”: a) La impugnación judicial de acuerdos de la Junta Ge-
neral, b) los acuerdos que incurran en causal de anulabilidad y c) La acción de

(341) BOLÁS ALFONSO, Juan. La junta general de accionistas. CISS, p. 123.


(342) El artículo 115 de la Ley de Sociedades Anónimas española preceptúa: “Artículo 115. Acuerdos Im-
pugnables. 1. Podrán ser impugnados los acuerdos de las juntas que sean contrarios a la ley, se opon-
gan a los estatutos o lesionen, en beneficio de uno o varios accionistas o de terceros, los intereses de la
sociedad. 2. Serán nulos los acuerdos contrarios a la ley. Los demás acuerdos a que se refiere el apar-
tado anterior serán anulables. 3. No procederá la impugnación de un acuerdo social cuando hayan
sido dejado sin efecto o sustituido válidamente por otro. Si fuere posible eliminar la causa de impug-
nación, el juez otorgará un plazo razonable para que aquella pueda ser subsanada”. Si se desea revi-
sar la jurisprudencia española sobre la sección segunda de su ley referida a la impugnación de acuer-
dos es recomendable el trabajo de CARRERA GIRAL, Juan y CARRERA LOZANO, Enrique. Ley
de Sociedades Anónimas. Ob. cit.
(343) Esto se puede apreciar de una cuidadosa lectura del artículo 139 de la LGS y del inciso 2 del artículo
115 de Ley de Sociedades española citado precedentemente.

178
PROBLEMÁTICA DE LA NULIDAD Y LA IMPUGNACIÓN DE LOS ACUERDOS ...

nulidad, mientras que la Ley de Sociedades española habla de impugnación de


acuerdos como género y la nulidad y anulabilidad como especies.
Tratándose de acuerdos anulables, la cuestión práctica más interesante es
la que plantea la exigencia de que, a efectos de la legitimación activa para la
impugnación de los acuerdos meramente anulables, el socio que asistió a la
junta debió haber votado en contra del acuerdo y haber hecho constar expre-
samente su oposición. Según abundante jurisprudencia del Tribunal Supremo
Español(344), (y en el mismo sentido la jurisprudencia nacional) la mera cons-
tancia en acta del voto en contra no es suficiente, sino que el socio debe dejar
constancia de su oposición al acuerdo una vez que este ha sido adoptado, es
decir, una vez hecho el escrutinio y proclamado el resultado.
Autores españoles(345) consideran que “esta doctrina jurisprudencial es de-
masiado severa e implica una restricción al derecho de todo socio a impug-
nar los acuerdos viciados. Además, si partimos de la idea de que el derecho a
la impugnación de los acuerdos corresponde en principio a todos los accionis-
tas, incluso a los titulares de acciones sin voto, se produce un agravio compa-
rativo entre las distintas clases de accionistas pues los titulares de acciones or-
dinarias tendrán restringida su legitimación frente a los titulares de acciones
sin voto, que, por hipótesis no votan ni a favor ni en contra. Para que las si-
tuaciones se aproximaran habría que exigir a los accionistas sin voto que hi-
cieran constar en acta su oposición a los acuerdos adoptados por los demás
accionistas. La mas reciente jurisprudencia tiende a suavizar aquella exigen-
cia. Así tratándose de S.L. –pero perfectamente aplicable a la S.A.– el T.S. en
sentencia de 18 de setiembre de 1998 ha admitido la legitimación de quien
vota en contra de un acuerdo y de sus palabras se deduce la voluntad de
impugnarlo aunque no conste literalmente la “oposición” (el resaltado es
nuestro).
Nuestra LGS regula lo concerniente a la legitimación de los accionistas
sin derecho a voto, estableciendo al respecto en la parte final del artículo 140:
“En los casos de acciones sin derecho a voto, la impugnación solo puede ser
interpuesta respecto de acuerdos que afecten los derechos especiales de los ti-
tulares de dichas acciones”. Al respecto nos parece interesante y práctico la
salida planteada por el autor español citado, en el sentido que inclusive en el
caso de los accionistas sin derecho a voto, se debe dejar constancia en el acta

(344) CARRERA GIRAL, Juan y CARRERA LOZANO, Enrique. Ob. cit.


(345) BOLÁS ALFONSO, Juan. Ob. cit., p. 155.

179
jairo cieza mora

de su oposición al acuerdo a fin de estar legitimado para plantear la impugna-


ción judicial de acuerdos prevista en el artículo 139 de la LGS, pues en caso
contrario se estaría propiciando una inequidad o discriminación para ejercer el
derecho a la impugnación de acuerdos entre distintos titulares de acciones(346).
Con el propósito de sistematizar la legitimación activa procedemos a
analizar las situaciones jurídicas más presentadas y las soluciones dadas a
los problemas presentados, que si bien son tomadas de la regulación societa-
ria, en algunos casos pueden ser de aplicación a las personas jurídicas sin fi-
nes de lucro.
Quienes están legitimados activamente, entonces, para interponer la de-
manda de impugnación judicial de acuerdos son:

1. Los accionistas que no votaron favorablemente la decisión


impugnada
Sobre el particular, considero que, en primer lugar, es obvio que aquellos
accionistas o socios legitimados activamente para impugnar judicialmente los
acuerdos son aquellos que no votaron favorablemente la decisión que poste-
riormente se impugna judicialmente. Permitir que los accionistas, que vota-
ron favorablemente la decisión en cuestión, pretendan ejercer posteriormen-
te la potestad de impugnación contra la decisión a la cual fueron anuentes es
contrariar la seguridad jurídica, afectar el tráfico comercial e ir contra la doc-
trina de los actos propios.
Doctrina argentina al respecto señala : “Sobre la legitimación de los ac-
cionistas que no votaron favorablemente la decisión impugnada se presen-
tan pocos problemas de interpretación, pues no caben dudas de que, dentro
de la fórmula empleada por el artículo 251 de la Ley Nº 19550, quedan com-
prendidos los accionistas que votaron en contra de la respectiva decisión, aun
cuando no hayan dejado a salvo su derecho de impugnarlo judicialmente
ni hayan fundamentado el voto negativo en oportunidad de emitirlo (en
contra: Castillo Ramón, Curso de Derecho Comercial, T. II, p. 296, parágra-
fo 542, quien requiere la formal protesta por el accionista en el mismo acto de

(346) El artículo 96 de la LGS con respecto a las acciones sin derecho a voto preceptúa: “La acción sin de-
recho a voto confiere a su titular la calidad de accionista y le atribuye, cuando menos, los siguientes
derechos: 1. Participar en el reparto de utilidades y en el del patrimonio neto resultante de la liquida-
ción con la preferencia que se indica en el artículo 97. 2. Ser informado cuando menos semestralmen-
te de las actividades y gestión de la sociedad; 3. Impugnar los acuerdos que lesionen sus derechos;
4. Separarse de la sociedad en los casos previstos en la ley y en el estatuto (...)”.

180
PROBLEMÁTICA DE LA NULIDAD Y LA IMPUGNACIÓN DE LOS ACUERDOS ...

la asamblea, aunque no aclara si basta al respecto la emisión del voto en sen-


tido contrario)”(347).
Sobre el particular, volveremos más adelante cuando se analice la necesi-
dad de dejar constancia en acta de la oposición al acuerdo, pues no queda del
todo claro (del comentario glosado), si basta el voto contrario (en el caso de
los accionistas con derecho a voto) a la decisión por tomarse, o si para con-
figurar la legitimidad es pertinente además del voto en contra, el dejar cons-
tancia en acta de la oposición al acuerdo tomado y la fundamentación de la
negativa.
Otro punto a tratar es de las abstenciones. ¿Qué sucede en este caso? Aquí
no existe manifestación de voluntad ni a favor ni en contra, por lo que estamos
ante socios o accionistas que evidentemente no han votado favorablemente el
acuerdo impugnado, por lo que estarán legitimados para impugnar judicial-
mente tal decisión asamblearia. Esto es perfectamente lógico, pues, ante una
circunstancia en la que no se conoce suficientemente un tema sobre el cual hay
que votar, y sea este un tema de trascendencia para la sociedad, el socio o ac-
cionista responsablemente se abstiene(348). Sin embargo, también es necesario
que dicha abstención conste en acta a fin de poder ejercitar posteriormente la
acción impugnatoria.
Si bien ni en nuestra LGS, ni en nuestro Código Civil se prevé la abs-
tención de los socios o accionistas a efectos de determinar si están legitima-
dos para impugnar los acuerdos consideramos que sí lo están. Al respecto, la
doctrina antes citada esboza algunas razones: “1) por cuanto la Ley Nº 19550
no obliga a los accionistas presentes a emitir su voto en un sentido o en otro;
2) además de ello, porque los accionistas abstenidos no han contribuido a for-
mar la mayoría, es decir, no han votado favorablemente la decisión atacada;

(347) NISSEN, Ricardo. Ob. cit., p. 110.


(348) Esto, sin perjuicio de lo establecido en el artículo 130 de la LGS: “Artículo 130. Derecho de Infor-
mación de los accionistas. Desde el día de la publicación de la convocatoria, los documentos. Mocio-
nes y proyectos relacionados con el objeto de la junta general deben estar a disposición de los accio-
nistas en las oficinas de la sociedad o en el lugar de celebración de la junta general, durante el horario
de oficina de la sociedad. Los accionistas pueden solicitar con anterioridad a la junta general o du-
rante el curso de la misma los informes o aclaraciones que estimen necesarios acerca de los asuntos
comprendidos en la convocatoria. El directorio está obligado a proporcionárselos, salvo en los casos
en que juzgue que la difusión de los datos solicitados perjudique el interés social. Esta excepción no
procede cuando la solicitud sea formulada por accionistas presentes en la junta que representen al me-
nos el veinticinco por ciento de las acciones suscritas con derecho a voto”.

181
jairo cieza mora

y 3) por la naturaleza social que reviste la acción impugnatoria de acuerdos


sociales(349).
Otro sector de la doctrina argentina(350) opina en el mismo sentido al ex-
presar que: “Respecto del accionista que se abstuvo en la votación, entende-
mos que quedaría incluido en la posibilidad impugnatoria y en las condicio-
nes de los accionistas mencionados precedentemente, sin la obligación de este
de probar su calidad de tal al momento de la asamblea, por obvias razones.
Ello deviene lógicamente de la redacción del propio artículo 251 de la
ley, al expresar este que gozarán de la posibilidad de accionar aquellos que
“no hubieren votado favorablemente”. La abstención, entonces, puede encua-
drarse dentro de los términos de la norma considerada, interpretando esta en
un adecuado sentido amplio, pero además si existe la posibilidad impugnato-
ria también para el accionista que hubiese votado favorablemente –como ve-
remos en ciertos supuesto más adelante– es otra razón para ubicar la facultad
impugnatoria en cabeza del accionista que se abstuvo, y también con criterio
interpretativo amplio.
Para concluir con lo adelantado anteriormente debemos decir que, luego
de la reforma de la Ley Nº 22903 el accionista que hubiera votado favorable-
mente la decisión tiene también una posibilidad de legitimación activa en el
ejercicio de esta acción, impugnando la decisión votada, a condición de que
acredite la posibilidad de nulificación de su voto por la existencia de algún vi-
cio de la voluntad, error, dolo o violencia”.
Es importante tener presente que no interesa el número de acciones con
que cuente el socio impugnante, sino que basta que tenga el status de accionis-
ta para que pueda ejercitar su derecho impugnativo. En el caso de las asocia-
ciones como personas jurídicas sin finalidad lucrativa, el artículo 88 del Có-
digo Civil establece que ningún asociado tiene derecho por sí mismo a más
de un voto. El artículo 82 de la LGS establece que “las acciones representan

(349) NISSEN. Ob. cit., p. 110, Este autor cita la siguiente jurisprudencia: “C.N., Sala B, 13/03/85, en au-
tos Sichel, Gerardo, contra Boris Garfunkel S.A.”. Es ilustrativo el fallo dictado por la Sala E de la
Cámara Nacional de Apelaciones en lo Comercial, en autos “Méndez, Adriano, y otro contra Talleres
Adabor S.A.” de fecha 16/09/85 publicado en la Revista del Notariado, marzo, abril de 1986, p. 2571
en el cual, admitiendo la legitimación del accionista abstenido, ha señalado que “la actitud de posi-
ble prudencia que podría derivarse de la abstención, en modo alguno puede ser interpretado como
voto favorable o adhesivo a la decisión adoptada, del cual pueda derivarse una renuencia al derecho
de impugnación”.
(350) MASCHERONNI, Fernando H. y MUGUILLO, Roberto A. Régimen jurídico del socio, p. 244.

182
PROBLEMÁTICA DE LA NULIDAD Y LA IMPUGNACIÓN DE LOS ACUERDOS ...

partes alícuotas del capital, todas tienen el mismo valor nominal y dan de-
recho a un voto, con la excepción prevista en el artículo 164(351) y las demás
contempladas en la presente ley”. Es decir, en el caso de las asociaciones, por
su naturaleza, el hecho de ser asociado equivale a un voto mientras, que en
las sociedades con finalidad lucrativa cada acción da derecho a un voto, por lo
que –como en toda sociedad de capitales– mientras mayor número de acciones
se tengan mayor será la capacidad decisoria ante la sociedad. Sin embargo,
como hemos dicho, el hecho de tener una sola acción da derecho a la impug-
nación de acuerdos si es que se presentan las causales previstas en el artículo
139 de la LGS.
En el mismo sentido se pronuncia la doctrina argentina comentando su
Ley Nº 19550 “(...) –y esto vale tanto para los accionistas presentes o ausen-
tes, cualquiera que haya sido el voto de los primeros– si bien exige la calidad
de socio del impugnante al momento de la celebración de la asamblea que se
impugna, no exige determinada tenencia accionaria para iniciar la acción im-
pugnatoria de una decisión asamblearia, a diferencia del ejercicio de otros de-
rechos societarios (arts. 107, párrafo segundo, 236 párrafo primero, y 294,
incs. 6 y 11). Basta, pues, según lo dispuesto por el artículo 251 de la Ley
Nº 19550, revestir el carácter de accionista a la fecha de la asamblea en cues-
tión, para estar legitimado activamente”(352).
Sin embargo, la doctrina nacional(353) señala que tampoco es factible que
se produzca el “abuso de las minorías” pues le restaría agilidad y seguridad
jurídica al desenvolvimiento eficiente de las sociedades. Para que se internali-
ce esta idea es necesario tener siempre presente que lo que se busca proteger,

(351) Artículo 164.- Elección por voto acumulativo. Las sociedades están obligadas a constituir su direc-
torio con representación de la minoría. A ese efecto, cada acción da derecho a tantos votos como di-
rectores deban elegirse y cada votante puede acumular sus votos a favor de una sola persona o dis-
tribuirlos entre varias. Serán proclamados directores quienes obtengan el mayor número de votos,
siguiendo el orden de estos. Si dos o más personas obtienen igual número de votos y no pueden todas
formar parte del directorio por no permitirlo el número de directores fijado en el estatuto, se decide
por sorteo cuál o cuáles de ellas deben ser los directores. Cuando existan diversas clases de acciones
con derecho a elegir un número determinado de directores se efectúan votaciones separadas en jun-
tas especiales de los accionistas que representen a cada una de esas clases de acciones pero cada vo-
tación se hará con el sistema de participación de la minoría. Salvo que los directores titulares hubie-
sen sido elegidos conjuntamente con sus respectivos suplentes o alternos, en los casos señalados en
el párrafo final del artículo 157, se requiere el mismo procedimiento antes indicado para la elección
de estos. El estatuto puede establecer un sistema distinto de elección, siempre que la representación
de la minoría no resulte inferior. No es aplicable lo dispuesto en el presente artículo cuando los direc-
tores son elegidos por unanimidad.
(352) NISSEN. Ob. cit., p. 111.
(353) SALAS SÁNCHEZ, Julio. Algunas consideraciones... Ob. cit., pp. 37-59.

183
jairo cieza mora

vía la impugnación judicial de acuerdos, no son los intereses particulares de


los accionistas sino el interés social o colectivo que se ha afectado mediante
la contravención a la ley, al estatuto o al pacto social. Sobre el tema de “abu-
so de las minorías” se ha pronunciado el profesor Julio Salas Sánchez quien
señala: “La función de la minoría en el orden interno de la sociedad anónima
es sencillamente de control. No puede pretender la imposición de cortapisas
al poder legítimo de los grandes accionistas, sino que hagan uso legal de sus
derechos”(354).
Para concluir este apartado creo conveniente mencionar que, siendo un
poco más específicos, dentro de las personas que están legitimadas para im-
pugnar los acuerdos están:
- Incluso el accionista presidente de la junta y los directores. Al respec-
to Mascheronni(355) nos dice, comentando la normativa argentina: “Re-
sulta obvio, pero también es necesario decir que la promoción de la ac-
ción de impugnación, no solo es una facultad, sino una obligación de
los funcionarios sociales, directores de la sociedad, síndicos y miem-
bros del consejo de vigilancia, quienes en el ejercicio de su función
deberán iniciarla”.
- La jurisprudencia española faculta también al albacea-contador y ad-
ministrador testamentario de herencia con acciones nominativas a fa-
vor del causante(356).

(354) En el mismo trabajo el Profesor Salas discrepando con el maestro Ulises Montoya Manfredi señala:
“Tenemos que discrepar, respetuosamente, con el Dr. Montoya en cuanto afirma que son impugna-
bles al amparo de las normas de nuestra ley, acuerdos que perjudican a unos accionistas en beneficio
de otros. Ciertamente no pretendemos señalar que tales acuerdos no son sancionables por algunas de
las formas que consagra el derecho, pero sí señalamos que la vía del derecho de impugnación de los
acuerdos de la junta no es la procedente. Tal como se ha señalado, el derecho de impugnación no tie-
ne por finalidad la defensa de los intereses privados de los accionistas. Su finalidad es la defensa de la
ley, del estatuto y del interés social y allí agota su contenido. No es, ni puede ser, la defensa de los in-
tereses privados de los accionistas, sean estos individuales o minoritarios. El perjuicio del interés de
unos accionistas en beneficio de otros se resuelve en vías distintas a la de la acción de impugnación.
La respetable opinión del Dr. Montoya, según creemos, implica confundir el interés social con el in-
terés de los accionistas, aun cuando, en definitiva, el accionista tiene un evidente interés en la marcha
de la sociedad y en la realización de su finalidad para la que fue creada”. Ibídem, p. 43.
(355) MASCHERONNI, Fernando. Ob. cit., p. 40.
(356) Sentencia del 27 de octubre de 1972 en 104.3.2/18, citada por CARRERA GIRAL, Enrique. Ob. cit.,
p. 1252.
En nuestro ordenamiento civil el artículo 778 del CC establece: “El testador puede encomendar a una
o varias personas, a quienes se denomina albaceas o ejecutores testamentarios, el cumplimiento de
sus disposiciones de última voluntad”. Asimismo el artículo 787 del CC establece: “Son obligaciones
del albacea: (...) 2. Ejercitar las acciones judiciales y extrajudiciales para la seguridad de los bienes

184
PROBLEMÁTICA DE LA NULIDAD Y LA IMPUGNACIÓN DE LOS ACUERDOS ...

- También los herederos de un accionista fallecido, aun antes de haber


podido formalizar la manifestación de la herencia(357).
- Debe ostentarse la condición de accionista en el momento de la ce-
lebración de la junta y en el momento de la impugnación, no siendo
transmisible(358).

hereditarios”. Finalmente el artículo 788 del CC establece: “Los albaceas no son representantes de la
testamentaría para demandar ni responder en juicio, sino tratándose de los encargos del testador, de
la administración que les corresponde y del caso del artículo 787, inciso 10”.
(357) Al respecto la Sentencia del T.S. español (citada por CARRERA GIRAL. Ob. cit., p. 1253) (Ponen-
te: Excmo. Sr. D. Antonio Fernández Rodríguez; Aranz. 6138/84) consideró legitimados para iniciar
la acción impugnatoria a los herederos de un accionista que había fallecido 19 días después de cele-
brada la Junta General, invocando incluso el artículo 24 de la Constitución, pues su no admisión en el
proceso acarrearía indefensión de tales herederos, revocando el T.S. la sentencia de la audiencia terri-
torial, en procedimiento del artículo 119 y en mérito de las siguientes consideraciones: “Que la sen-
tencia recurrida niega legitimación activa a los recurrentes para ejercitar la acción de impugnación de
los acuerdos sociales, con apoyo en que los actores han de probar obligatoriamente de inicio ‘prima
facie’, la titularidad de las acciones, conclusión que se establece con olvido de los hechos admitidos
por ambos litigantes, según los cuales fallecido el socio Sr. P. 19 días después de celebrada la junta y
teniendo un plazo de 40 días para ejercitar la acción de impugnación a partir del día de la celebración
de la junta, es obvio habría de ser sustituido por sus herederos, los cuales para no dejar transcurrir di-
cho plazo hubieron de presentar la demanda el día 5 de agosto, ante la imposibilidad de preparar la
documentación necesaria para acreditar la sucesión en la herencia de su padre y causante dentro del
plazo de 40 días que establece el artículo 68 (hoy 116), párrafo 1, de la ley S.A., prueba que aporta-
ron a los autos tan pronto como les fue posible, debiendo en consecuencia (estar) activamente legiti-
mados ‘ad proceso’ a virtud del artículo 161 del Código Civil, conforme al cual los herederos suce-
den al causante por el solo hecho de su muerte en todos sus derechos y obligaciones; y aunque esté
pro indiviso la herencia, puede ejercitar acciones judiciales en beneficio de la masa que correspon-
dían al difunto, como ya se deduce el criterio seguido por la sentencias de esta Sala del 13 de mar-
zo de 1952 y 17 de abril de 1959; de otra forma se consagraría una situación de indefensión por he-
chos completamente ajenos a la voluntad de los herederos, que por imperativo legal (según resulta del
artículo 104 del CC y 5, apartado 3, del anexo 2 del Reg. Notarial del 2 de julio de 1944) hubieron
de observar ciertos plazos que superaban el de 40 días de ejercicio de la acción impugnatoria por
los accionistas de los acuerdos de la junta, quedando confirmada su legitimación con efecto retroac-
tivo al día del fallecimiento del causante (989 del CC) máxime cuando así lo hicieron constar
en el escrito inicial de la litis (hecho primero); y desde el punto de vista procesal como hecho acae-
cido después de presentada la demanda, era aceptable la prestación del documento acreditativo de di-
cha legitimación como así ocurrió (...) y permite el artículo 506 núm. 3 de la ley de enjuiciamiento
civil, en definitiva el criterio contrario implicaría clara infracción del artículo 24 de la vigente Cons-
titución española que proscribe toda situación de indefensión en los litigantes, sin distinción de clase
de procedimientos y por lo tanto también aplicable a los de orden civil; todo ello abona la estimación
del motivo 4 del recurso en donde se acusa la infracción por el concepto de violación de los artícu-
los 657 y 661, ambos del CC”.
(358) La jurisprudencia española se ubica en una posición restrictiva pues opta por no permitir la legitima-
ción activa de un accionista que no era tal al momento de la junta y que adquirió sus acciones con fe-
cha posterior a la celebración de la junta. A fin de ilustrar la presente causal, literalmente transcribi-
mos la parte considerativa correspondiente del T.S. español de fecha 3 de febrero de 1959: “(...) la
frase ‘accionistas ausentes’, que no puede ser otra que la de que el impugnante tuviera por sí mismo
la calidad de accionista en el momento de la celebración de la junta, prescindiendo del derecho que
en su caso pudiera asistir para concurrir a ella el cedente o trasmitente de las acciones, ya que el cita-
do artículo 69 no permite inferir de su texto la anexión del derecho que tuviera el cedente o vendedor

185
jairo cieza mora

2. Los accionistas ausentes


Otro aspecto fundamental en el tema de la legitimación activa es el que co-
rresponde a los accionistas ausentes. Es aquí en donde se producen, quizás las
polémicas y discrepancias más arduas a nivel doctrinal y jurisprudencial, pues
existen muchas interrogantes que aún no encuentran homogeneidad en las res-
puestas, como es el caso de determinar si el accionista adquirente de acciones
con posterioridad al acto asambleario en donde se toma el acuerdo cuestiona-
do, está legitimado para impugnar judicialmente dicho acuerdo. Asimismo no
queda del todo claro si una vez impugnado el acuerdo por parte del accionis-
ta que estuvo presente en la Junta este proceso puede ser continuado por el ce-
sionario o adquirente de las acciones transferidas con posterioridad al inicio
del proceso judicial.
Estas interrogantes, entre otras, hacen que nos detengamos un momento a
reflexionar acerca de la legitimación en el caso de los “accionistas ausentes”,
entendiendo como tales, a aquellos que no tenían ese estatus al momento de
la celebración de la asamblea, y que pueden ser, como se ha dicho, los adqui-
rentes de acciones con posterioridad a la celebración de la asamblea en donde
nace el acuerdo que se impugna o los que adquieren las acciones luego de ini-
ciado el proceso judicial de impugnación de acuerdos.
Como se sabe el artículo 92 de nuestro CC establece que la impugnación
judicial de acuerdos puede ser interpuesta por “los asociados no concurrentes
y por los que hayan sido privados de emitir su voto” , mientras que el artículo
139 de nuestra LGS establece que tienen legitimación activa de la impugna-
ción “los accionistas ausentes y los que hayan sido privados ilegítimamente
de emitir su voto”.
Como premisa general se acepta que la legitimación activa para la impug-
nación de los acuerdos, se determina siempre atendiendo a la titularidad de so-
cio en el momento de celebración de la Junta General. Por ello, si el socio es-
taba legitimado para impugnar pero fallece, sus herederos podrán entablar la
acción o continuar el proceso ya iniciado por su causante(359). En cambio, si

de la acción o acciones, al del cesionario o adquirente por compra de las mismas, que solo puede
devenir accionista desde el momento de la adquisición, y cumplimiento de las disposiciones lega-
les o estatutarias que la regulan (...)” Sentencia del T.S. del 7 de febrero de 1959 (Ponente Excmo.
Sr. D. Obdulio Siboni Cuenca; Aranz 464/59) citada por Ibídem. p. 1254.
(359) Al respecto el artículo 660 del Código Civil preceptúa: “Desde el momento de la muerte de una per-
sona, los bienes, derechos y obligaciones que constituyen la herencia se trasmiten a sus suceso-
res”. Sobre el particular, y tal como hemos citado en una nota precedente, consideramos que no es

186
PROBLEMÁTICA DE LA NULIDAD Y LA IMPUGNACIÓN DE LOS ACUERDOS ...

las acciones se vendieron, el panorama no resulta tan claro, pues se dice que
el único que estaría legitimado activamente para la impugnación de los acuer-
dos es el socio vendedor, que era socio al tiempo de la Junta, pero no sus
adquirentes. Como veremos inmediatamente esta posición no es pacífica, pues
existen opiniones en el sentido de legitimar a los adquirentes de las acciones,
los mismos que actuarían como órganos de la sociedad y no defendiendo un
derecho subjetivo.
De otro lado, es factible, así la norma societaria no lo indique expresa-
mente, que los administradores (directores, gerente general) estén también le-
gitimados activamente para impugnar los acuerdos ya que, además de tener-
los que ejecutar aunque estén viciados, son responsables de las consecuencias
negativas que estos produzcan, aunque el acuerdo lesivo haya sido ratificado
por la Junta General(360).
Comencemos por analizar lo concerniente a la idea que la legitimación ac-
tiva depende de la calidad de titular de las acciones al momento de la celebra-
ción de la Junta de Accionistas. Como dijimos líneas arriba, una posición se-
ñalaba que solamente (en el caso de transferencia de acciones) el transferente
era el legitimado activamente, porque era titular accionario al momento de la
celebración de la junta en donde se tomó el acuerdo cuestionado, y no está le-
gitimado el adquirente de las acciones casualmente por no ser titular de estas
al momento de la celebración del acto asambleario.
Ni nuestro CC ni nuestra LGS son claros al respecto, pues implícitamen-
te parecen tomar partido por la posición primera, es decir que solamente los
transferentes estarían legitimados para impugnar, mas no así los adquiren-
tes, así estos se encuentren dentro del plazo previsto por la ley para ejercer la

necesario esperar la inscripción el Registro de Sucesión Intestada o en el de Testamento para tener la


capacidad de impugnar judicialmente un acuerdo, pues tratándose de plazos tan cortos para ejercitar
tal atribución sería impensable esperar el procedimiento de inscripción, pues se perdería la posibili-
dad de impugnación por prescripción.
(360) Así el artículo 171 de la LGS establece: “Ejercicio del cargo y reserva: Los directores desempeñan
el cargo con la diligencia de un ordenado comerciante y de un representante leal. Están obligados a
guardar reserva respecto de los negocios de la sociedad y de la información social a que tengan acce-
so, aún después de cesar sus funciones”. De igual modo el artículo 177 de la LGS, establece: “Res-
ponsabilidad: Los directores responden, ilimitada y solidariamente, ante la sociedad, los accionistas
y los terceros por los daños y perjuicios que causen por los acuerdos o actos contrarios a la ley, al es-
tatuto o por los realizados con dolo, abuso de facultades o negligencia grave. Es responsabilidad del
directorio el cumplimiento de los acuerdos de la junta general, salvo que esta disponga algo distinto
para determinados casos particulares. Los directores, son asimismo solidariamente responsables con
los directores que los hayan precedido por las irregularidades que estos hubieran cometido si, cono-
ciéndolas, no las denunciaren por escrito a la junta general”.

187
jairo cieza mora

impugnación judicial de acuerdos. Sin embargo, consideramos, en concordan-


cia con respetada doctrina argentina que “contrariamente a ello (refiriéndose
a la primera posición descrita), que el accionista que impugna una asamblea
actúa como órgano de la Sociedad, ejerciendo una función de tutela de esta,
y por ello, nada justifica negar la legitimación activa al accionista que ha lle-
gado a ser tal como consecuencia de la adquisición de los títulos con poste-
rioridad al acto impugnado. No compartimos tampoco la afirmación, anterior-
mente expuesta, de que el derecho de impugnar una Asamblea constituye un
derecho personal de carácter potestativo, sino que constituye, al contrario, un
derecho que solo puede ejercer quien revista el carácter de titular de los títu-
los que debe exhibir al momento de promover la demanda impugnatoria. La
enajenación de las acciones supone, por definición, la trasmisión de todos los
derechos que comprende el estado de socio, entre los cuales se halla el dere-
cho de impugnar la decisión asamblearia que estime violatoria de la ley, esta-
tuto o reglamento”(361).
En el mismo sentido se pronuncia Brunetti, para quien la acción no incor-
pora un derecho de crédito ni un derecho real, sino un estatus al que van uni-
dos derechos de especial naturaleza y especiales obligaciones, entre los cuales
figura, bajo el título de “derechos individuales y sociales”, el de impugnar los
acuerdos asamblearios. Ello no implica “aceptar que quien haya votado favo-
rablemente determinada resolución pueda, por medio de la adquisición de una
acción de un socio ausente o disidente, ejercer la acción impugnatoria, pues
como expresa Candian, aquel debe soportar la preclusión y límites que estos
derechos sufren antes de su trasmisión. Lo contrario importaría admitir que el
accionista que votara favorablemente en el acto asambleario, pueda volver so-
bre el sentido de su voto, que resulta incompatible con la doctrina de los pro-
pios actos, lo cual, es en definitiva, y siguiendo un fallo judicial, la ratio legis
de excluir de la legitimación para impugnar a los accionistas que votaron fa-
vorablemente : la presunción de ausencia de buena fe y la falta de seriedad que
significa votar a favor para luego pedir la nulidad, yendo precisamente contra
sus propios actos(362).

(361) NISSEN. Ob. cit., p. 117.


(362) Ibídem, p. 118, comentando un fallo judicial (C.N. Com., Sala E, 16/09/85, en autos “Méndez, Adria-
no, contra Talleres Adabor S.A.”, publicado en la “Revista del Notariado”, marzo-abril de 1986,
p, 2571”. Este autor en el extenso comentario al presente fallo con meridiana claridad expresa:
“Coincido en un todo con Vásquez de Mercado, para quien el derecho de impugnación es un derecho
que deriva de la calidad del socio inherente a la titularidad de una cuota del patrimonio social. Como
la trasmisión de esta cuota implica la trasmisión de toda la situación jurídica compleja, que se deno-
mina estatus del socio, el adquirente se halla en la misma posición en la cual estaba quien le trasmitió

188
PROBLEMÁTICA DE LA NULIDAD Y LA IMPUGNACIÓN DE LOS ACUERDOS ...

Concluimos este apartado señalando que es perfectamente viable ejercer


el derecho a la impugnación de acuerdos por parte de los accionistas adqui-
rentes de acciones con posterioridad a la Asamblea en donde se tomó el acuer-
do materia de impugnación, pues como hemos transcrito de importante doctri-
na comparada se está transfiriendo “toda la situación jurídica compleja, que se
denomina estatus del socio, el adquirente se halla en la misma posición en la
cual estaba quien le trasmitió la acción, y si a este correspondía el derecho de
impugnar determinada deliberación, no hay motivo para negar que este dere-
cho se trasmite al adquirente, precisamente porque se trata de un derecho inhe-
rente a la calidad de socio”(363).
Otro tema, es el de determinar si el adquirente de acciones con posterio-
ridad a la impugnación judicial del acuerdo, está legitimado para continuar
con el proceso judicial. Sobre el particular un sector de la doctrina argenti-
na(364), citando el primer párrafo de la Ley Nº 19550(365), argumenta: “Conse-
cuentemente, el accionista impugnante que estuvo ausente deberá acreditar

la acción, y si a este correspondía el derecho de impugnar determinada deliberación, no hay moti-


vo para negar que este derecho se trasmite al adquirente, precisamente porque se trata de un derecho
inherente a la calidad de socio. Nada autoriza, en conclusión, a privar al adquirente de las acciones
del derecho de impugnar un acuerdo social adoptado con anterioridad a esa adquisición, y menos aún
la necesidad de dar seguridad a las decisiones que se vinculan con la estabilidad del sujeto de dere-
cho puede ser fundamento para llegar a la solución contraria, pues para ello se ha establecido un pla-
zo de prescripción muy breve para el ejercicio de las acciones impugnatorias”.
(363) Ibídem, p. 119. En sentido contrario en nuestro medio se pronuncia el Dr. Enrique Elias Laroza, quien
señala: “La discusión se refiere al tema de la legitimidad para impugnar por los accionistas que ad-
quieren tal calidad después de celebrada la Junta en la que se adoptó el acuerdo. La opción legislati-
va de nuestra LGS guarda coherencia con los requisitos estrictos de legitimidad exigidos para iniciar
el proceso de impugnación de acuerdos, en los casos del artículo 139. En efecto, solo pueden impug-
nar aquellos accionistas que hayan hecho constar en acta su oposición al acuerdo , los accionistas au-
sentes y los que hayan sido ilegítimamente privados de ejercer el derecho de voto. Resulta claro que,
de producirse una transferencia de acciones posterior a la adopción del acuerdo, el adquirente no tie-
ne legitimidad para iniciar o continuar un proceso de impugnación, salvo el caso de excepción para
las transferencias involuntarias”. Más adelante, el mismo autor, justificando su argumentación, seña-
la: “Ahora bien, la opción legislativa de nuestra LGS guarda también coherencia con la concepción
del derecho de impugnación que describíamos al comentar el artículo 139: es un derecho personal del
accionista. No es uno que se incorpore a las acciones no es transmisible con ellas. Cada accionista lo
podrá ejercer discrecionalmente mientras tenga la calidad de tal, pero no transfiere con las acciones
la posibilidad de continuar un proceso instaurado por él, ni la de iniciar un proceso respecto de acuer-
dos que fueron adoptados antes de que el adquirente sea accionista”. ELÍAS LAROZA, Enrique. Ley
General de Sociedades comentada. Normas Legales, p. 302.
(364) MASCHERONNI, Fernando H, MUGUILLO, Ob. cit., p. 111.
(365) Artículo 251 primer párrafo: “Toda resolución de la asamblea adoptada en violación de la ley, el es-
tatuto o reglamento, puede ser impugnada de nulidad por los accionistas que no hubieren votado fa-
vorablemente en la respectiva decisión y por los ausentes que acrediten la calidad de accionistas a la
fecha de la decisión impugnada. Los accionistas que votaron favorablemente pueden impugnarla si
su voto es anulable por vicio de la voluntad”.

189
jairo cieza mora

debidamente la calidad de tal en la oportunidad de la deliberación y decisión


asamblearia que se impugna. Sin embargo, la cuestión radica en si tal calidad
se debe mantener durante todo el proceso impugnatorio. La ley solo requie-
re que la calidad de accionista exista al momento en que se celebra la asam-
blea, como modo de considerar que existe un interés afectado por la decisión
que se impugna, pero nada exige luego de trabada la acción” (el resaltado
es nuestro). En este contexto se dice que “la transmisión –al tratarse de títulos
nominativos no endosables– se deberá efectivizar entonces –forzosamente–
por la vía de la cesión, interpretando por nuestra parte que se trataría específi-
camente de la cesión de créditos que está regulada por los arts. 1434,1457, y
concs. Del Cod. Civil (argentino), con sus efectos propios, esto es, la transmi-
sión de la propiedad del título, con todos su accesorios, privilegios y accio-
nes si los hubiere (conf. arts. 1458, 1457, 1434 del Código Civil argentino),
pues el efecto de la cesión es transferir al patrimonio del cesionario el derecho
que tiene el cedente, tal cual es en el momento de la cesión (el id quod debe-
tur como decían los romanos)”(366).
La cesión de derechos se encuentra regulada en los artículos 1206 y ss. de
nuestro CC, el mismo que su artículo 1211 establece: “La cesión de derechos
comprende la trasmisión al cesionario de los privilegios, las garantías reales
y personales, así como los accesorios del derecho trasmitido, salvo pacto en
contrario. En el caso de un bien dado en prenda, debe ser entregado al cesio-
nario si estuviese en poder del cedente, mas no si estuviese en poder de un
tercero”.
Al respecto es importante citar el artículo 144 de nuestra LGS el mismo
que señala: “Artículo 144: Condición de Impugnante: El accionista que im-
pugne judicialmente cualquier acuerdo de la junta general deberá mantener su
condición de tal durante el proceso, a cuyo efecto se hará la anotación respec-
tiva en la matrícula de acciones. La transferencia voluntaria, parcial o total, de
las acciones de propiedad del accionista demandante extinguirá, respecto de
él, el proceso de impugnación”.

(366) REZZONICO. Estudios de los contratos. Tomo I, p. 256; GHERSI. Contratos Civiles y comerciales.
Tomo I, p. 414. MASCHERONNI (Ob. cit., p. 243) señala: “En consecuencia, pensamos, que en to-
dos los casos –a partir de la aplicación de la aplicación de la Ley Nº 24587–, cualquier accionista ce-
sionario posterior a la asamblea, cuya decisión se cuestione, podrá ejercer la acción del artículo 251
de la Ley Nº 19550, en tanto y cuanto continuará cum omni causa, tal cual se encontraba en el patri-
monio del cedente (con todas sus cualidades, vicios y defectos), el derecho al ejercicio de la acción
nacida en cabeza de este”.

190
PROBLEMÁTICA DE LA NULIDAD Y LA IMPUGNACIÓN DE LOS ACUERDOS ...

El profesor Ricardo Beaumont Callirgos(367) al comentar el artículo pre-


cedentemente glosado, con acuciosidad señala: “no logro entender por qué se
tuvo que adjetivar o calificar la transferencia, con la palabra “voluntaria”; en
mi opinión también la trasmisión o el traslado involuntario, indeseado o con
ejecución forzada produce el mismo efecto”(368).
Desde una perspectiva procesal el profesor Juan Monroy Gálvez(369) se plan-
tea una serie de interrogantes con respecto a la “condición del impugnante”,
el mismo que deberá mantener su calidad de accionista durante todo el pro-
ceso judicial. Así también cuestiona el por qué en el caso de la transferencia
parcial de las acciones, el demandante extinguirá, respecto de él, el proceso
de impugnación.
En primer lugar, el autor citado aclara que “si el accionista que transfie-
re sus acciones es titular de la relación procesal junto con otros, la norma en-
seña que se extingue el proceso respecto de él, pero no dice nada de los otros
demandantes. La redacción es equívoca –como se fundamenta más adelan-
te– pero, en todo caso, resulta obvio que los otros impugnantes no pueden ser
afectados por la transferencia realizada por su litisconsorte, en tanto no hay
manera que su legitimidad para obrar haya sido afectada”(370). Consideramos
que aquí la cosa está clara, pues en el caso de presentarse la figura del litiscon-
sorcio activo, el hecho de que uno de los demandantes transfiera sus acciones,

(367) BEAUMONT CALLIRGOS, Ricardo. Comentarios ... Ob. cit., p. 332 y ss.
(368) Así el Dr. Beaumont (Ibídem, p. 333) amplia su idea comentando el artículo 144 de la LGS de la si-
guiente manera: “Por ejemplo, el propietario de unas acciones entrega estas en prenda a su acreedor,
conservando aquel sus derechos de accionista, y no puede cumplir con su promesa de pago de la obli-
gación principal. El acreedor prendario ejecuta la prenda y se adjudica la propiedad de ellas en pago
de la deuda. La transferencia ha sido exigida judicialmente, no ha sido voluntaria, y sin embargo, la
condición de impugnante de quien interpuso la acción se extingue, obvio; ya no es más titular de las
acciones. Nadie le daría la razón a aquella persona que dijere “yo sigo siendo impugnante del acuer-
do, aunque ya no sea accionista, porque la ley alude a una transferencia voluntaria y la trasmisión de
mis acciones ha sido totalmente indeseada, no querida . Por lo tanto, como solo la transferencia vo-
luntaria produce la extinción del proceso de impugnación, la trasmisión no voluntaria, no. Continuo
siendo impugnante y la ley me favorece”. En todo caso considero que la idea fue que la transferencia
de las acciones, sin más, producía la extinción de la acción de impugnación, sin advertir que la adje-
tivación anotada dejaba al margen la involuntaria o exigida judicial o arbitralmente, la que también y
sin duda, produce el mismo efecto”. Al respecto el Dr. Enrique Elías Laroza señala que: “Esta norma
(Refiriéndose al artículo 144 de la LGS) solo alcanza a las transferencias voluntarias de acciones, es
decir a las realizadas en virtud de un acto jurídico negocial entre partes. Las transferencias involunta-
rias, o sea las mortis causa o las derivadas de ejecuciones forzosas, sí permiten que el nuevo propie-
tario continúe con el proceso”. ELÍAS LAROZA, Ob. cit., p. 303.
(369) MONROY GÁLVEZ, Juan. “El Proceso en la Nueva Ley General de Sociedades”. En: Ius et Veritas,
Año IX, N° 16, pp. 17-19.
(370) Ibídem, p. 17.

191
jairo cieza mora

no significa de ninguna manera que los demás litisconsortes pierdan la fa-


cultad de continuar con el proceso, esto solamente se aplicará al demandan-
te transferente.
Motivo de más interesante debate sea quizás el que se refiere a la sucesión
procesal(371) y la aplicación de tal institución a nuestro tema de análisis. El
Dr. Monroy, distinguiendo entre derecho y legitimidad para obrar (como con-
dición de la acción) manifiesta que “si aplicamos lo dicho a la norma analiza-
da, advertiremos, que en estricto, lo ocurrido es que el accionista que trans-
fiere ha perdido su legitimidad para obrar en el proceso –no olvidemos que la
legitimidad para obrar es personalísima e intransferible–. Sin embargo, hay
otro que, si bien antes de la transferencia era extraño al proceso, ha pasado a
tener legitimidad para obrar al ser titular del derecho cuya pretensión viene
siendo discutida. Nótese que lo que se transfiere es el derecho no la legitimi-
dad, esta es consecuencia de la titularidad y se manifiesta respecto de un suje-
to en concreto”(372). Abundando sobre el tema de la sucesión procesal a fin de
contestar a la pregunta de si el proceso judicial se extingue cuando el deman-
dante único transfiere su acciones a un tercero (ahora accionista) argumenta:
“Ahora bien, intentando responder a la pregunta sobre si el proceso se extin-
gue cuando el único impugnante transfiere sus acciones, advertimos que des-
de una óptica procesal el tema es definitivo: quien adquiere un derecho litigio-
so, en aplicación de una de las formas de la sucesión procesal, puede continuar
con el proceso”(373).

(371) “Artículo 108 del CPC : Sucesión Procesal.- Por la sucesión procesal un sujeto ocupa el lugar de otro
en un proceso, al reemplazarlo como titular activo o pasivo del derecho discutido. Se presenta la su-
cesión procesal cuando:
1. Fallecida una persona que sea parte en el proceso, es reemplazada por su sucesor, salvo disposición
legal en contrario.
2. Al extinguirse o fusionarse una persona jurídica, sus sucesores en el derecho discutido comparecen
y continúan el proceso.
3. El adquirente por acto entre vivos de un derecho discutido, sucede en el proceso al enajenante. De
haber oposición el enajenante se mantiene en el proceso como litisconsorte de su sucesor, o
4. Cuando el plazo del derecho discutido vence durante el proceso y el sujeto que adquiere o recupe-
ra el derecho, sucede en el proceso al que lo perdió.
En los casos de los incisos 1 y 2, la falta de comparecencia de los sucesores, determina que conti-
núe el proceso con un curador procesal. Será nula la actividad procesal que se realice después de que
una de las partes perdió la titularidad del derecho discutido. Sin embargo, si transcurridos treinta días
no comparece el sucesor al proceso, este proseguirá con un curador procesal nombrado a pedido de
parte”.
(372) MONROY GÁLVEZ, Ob. cit., p. 17.
(373) Ibídem, p. 18. El profesor Monroy tiene una visión particular que no compartimos, expresada en la
siguiente cita: “El fundamento de la sucesión procesal es el principio de economía procesal. Aca-
bar con el proceso cuando todo lo que ha ocurrido es que se ha incorporado a este otro sujeto que ha
acreditado tener interés directo en lo que se decida y a quien, además, lo va a afectar directamente la

192
PROBLEMÁTICA DE LA NULIDAD Y LA IMPUGNACIÓN DE LOS ACUERDOS ...

Para culminar, citamos otra argumentación interesante del profesor Mon-


roy, quien señala: “Por otro lado, prescribe también la norma que tal ‘extin-
ción’ del proceso ocurrirá inclusive cuando la transferencia de las acciones
del demandante no sea total. Sin embargo, a tenor del artículo 140 de la Ley
(LGS), un accionista no está legitimado para impugnar en función del número
de acciones sino de la conducta que haya asumido en la junta o si estuvo au-
sente durante su realización. Siendo así ¿porqué un accionista titular de cien
(100) acciones que se opuso al acuerdo, razón por la cual impugnó este no
puede continuar con el proceso de impugnación al haber vendido cincuen-
ta (50) acciones?”(374). Al respecto cabe citar lo señalado acerca de la mis-
ma interrogante por el profesor Ricardo Beaumont Callirgos, quien expresa:
“Es posible que alguien ponga en duda el porqué de la transferencia ‘parcial’,
también produce la extinción de la acción de impugnación, y eventualmen-
te considere incorrecta esta norma. Se preguntará por ejemplo si el accionis-
ta impugnante posee el 30% del capital social y transfiere un 10%, por qué
esta transmisión parcial va a extinguir respecto de él, el proceso de impugna-
ción. La respuesta es que la impugnación se planteo con la voluntad unitaria
del 30%, que no es divisible en varias o numerosas voluntades, tales como y
dentro de ellas, algunas para enajenar, otras para dar en prenda, unas terceras
para dar en usufructo y las últimas para continuar la impugnación. Llevado al
extremo podría darse el caso entonces de impugnar con el 30% y después ena-
jenar el 29.99% para continuar con el 0.01% una impugnación inconducen-
te, que daña a la sociedad y en la que tal vez no exista modo de hacer pagar al
actor los daños y perjuicios de su mala fe. La voluntad expresada con la tota-
lidad de las acciones, es una: con la que impugnó debe continuar, sin fraccio-
namientos ni cortapisas. Por cierto, nada quita ni agrega la adquisición de un

decisión final que se tome en el proceso, es una decisión onerosa, poco práctica y procesalmente in-
correcta. En el caso concreto podría muy bien ocurrir que la persona que adquiere las acciones del
impugnante lo haya hecho pagando un adicional en atención a que su abogado, al revisar el proceso
de impugnación, ha advertido que las posibilidades de ganar el proceso son altas y que la decisión im-
pugnatoria mejorará considerablemente el valor patrimonial de las acciones. Sin embargo, una nor-
ma como la comentada, al impedir la venta de las acciones del impugnante, consagra una visión an-
quilosada que contradice la dinámica propia de las relaciones comerciales. Por las razones expuestas
–compartiendo una vez más la enterada opinión del profesor Palacios– considero que la norma no ha
optado en definitiva por alguna de las teorías, con lo que, peligrosamente, se puede sustentar el absur-
do de que cuando un accionista transfiere sus acciones, el proceso no puede ser continuado por el ad-
quirente”. (Ibídem, p. 18). Creemos que la norma societaria no permite inferir que el hecho de trans-
ferir las acciones por parte del demandante signifique la perdida de la posibilidad de ser continuado
por el adquirente pues el artículo 144 de la LGS establece que el proceso se extinguirá respecto de él,
mas no respecto de quien actualmente ostenta el estatus de accionista y, por lo tanto, en virtud a su
calidad de sucesor procesal puede lógicamente continuar el proceso en el estado en que se encuentre.
(374) Ibídem, p. 19.

193
jairo cieza mora

mayor número de acciones, en el intervalo”(375) . En el mismo sentido se orien-


ta el profesor Elías Laroza quien, justificando la opción legislativa, manifies-
ta: “Esta disposición se enmarca, al igual que las normas orientadas a disua-
dir impugnaciones maliciosas, en las que buscan impedir el ejercicio abusivo
del derecho de impugnación. Hemos señalado que la regulación de la impug-
nación debe encontrar un difícil equilibrio entre el legítimo derecho de los ac-
cionistas y la necesidad de defender a la Sociedad de impugnaciones malicio-
sas o carentes de interés legítimo que puedan afectar seriamente el desarrollo
de sus actividades. La regulación de las transferencias parciales de las accio-
nes del impugnante se inclina decididamente por la protección de la sociedad.
Así quedó plasmada la opción del legislador en este caso”(376).

3. Otros sujetos legitimados activamente para impugnar judicial-


mente los acuerdos
a) Accionistas titulares de acciones preferidas sin derecho a voto
Al respecto, el artículo 140 de la LGS preceptúa: “(...) En los casos de
acciones sin derecho a voto, la impugnación solo puede ser interpues-
ta respecto de acuerdos que afecten los derechos especiales de los titu-
lares de dichas acciones”. Las acciones sin derecho a voto fueron in-
corporadas en nuestro sistema societario por la Ley Nº 24356 del 20
de setiembre de 1994(377).
b) Accionistas con interés contrario en la respectiva decisión
Le corresponde también el derecho de impugnar el acuerdo asamblea-
rio al accionista que no votó en la respectiva decisión por estar en con-
flicto de intereses, para el caso determinado, con la Sociedad, pues la
circunstancia de que la ley le imponga a este de abstenerse de emi-
tir su voto en determinada cuestión, no implica que deba consentir
la correspondiente decisión cuando ella es contraria a la ley, el es-
tatuto o reglamento. Así el artículo 133 de la LGS regula lo concer-
niente a la suspensión del Derecho de voto, preceptuando: “El dere-
cho de voto no puede ser ejercido por quien tenga, por cuenta propia o

(375) BEAUMONT. Ob. cit., p. 334.


(376) ELÍAS LAROZA, Enrique. Ob. cit., p. 304.
(377) El artículo 96 de nuestra LGS establece que “la acción sin derecho a voto confiere a su titular la
calidad de accionista y le atribuye, cuando menos, los siguientes derechos: (...) 3. impugnar los acuer-
dos que lesionen sus derechos (...)”.

194
PROBLEMÁTICA DE LA NULIDAD Y LA IMPUGNACIÓN DE LOS ACUERDOS ...

de tercero, interés en conflicto con el de la sociedad. En este caso, las


acciones respecto de las cuales no puede ejercitarse el derecho de voto
son computables para establecer el quórum de la junta general e in-
computables para establecer las mayorías de las votaciones. El acuer-
do adoptado sin observar lo dispuesto en el primer párrafo de este ar-
tículo es impugnable a tenor del artículo 139 y los accionistas que
votaron no obstante dicha prohibición responden solidariamente por
los daños y perjuicios cuando no se hubiera logrado la mayoría sin su
voto(378).
c) El accionista que ha votado favorablemente la decisión adoptada
En este caso en el que la normativa nacional parece desechar liminar-
mente la posibilidad de impugnar el acuerdo por parte del accionista
que votó favorablemente la decisión impugnada, la legislación argen-
tina a través de la Ley Nº 19550, según el texto de la Ley Nº 22903,
nos ofrece otra dimensión de las cosas y legitima activamente solo al
accionista que ha votado favorablemente la decisión asamblearia para
demandar su anulación, cuando su voto haya sido anulable por vicio
de la voluntad, es decir, cuando este voto haya sido emitido median-
te error, dolo o violencia, supuestos a los cuales resultan aplicables los
principios generales previstos por el ordenamiento común (arts. 923 a
943 del Código Civil argentino). En nuestro caso sería de aplicación
el artículo 221 de nuestro CC(379).
d) Los terceros interesados
Los terceros interesados pueden solicitar la nulidad (no se presenta la
impugnación judicial de acuerdos propiamente dicha) de los acuerdos

(378) Este artículo guarda relación con el artículo 248 de la Ley Nº 19550 argentina.
(379) “Artículo 221: El acto jurídico es anulable: 1) Por incapacidad relativa del agente, 2) Por vicio resul-
tante de error, dolo, violencia o intimidación, 3) Por simulación, cuando el acto real que lo contiene
perjudica el derecho de tercero. 4) Cuando la ley lo declara anulable”. Al respecto doctrina argenti-
na expresa: “Ejemplos prácticos de voto anulable por vicio de dolo serían, por ejemplo, la elección
de determinado director que esté inhabilitado para desempeñar ese cargo por hallarse incurso en las
hipótesis previstas por el artículo 264 de la Ley Nº 19550, habiéndosele ocultado a los accionistas
esas circunstancias, así como la aprobación de un aumento del capital social mediando falsedad en
las causas que a juicio del directorio justifican ese incremento; la aprobación de los estados contables
por su falsedad o la distribución de dividendos ficticios, cuando se ha conseguido convencer a los ac-
cionistas de la existencia de utilidades, simulando partidas en el activo o disimulándolas en el pasivo.
En resumen (...) habrá dolo cuando el asunto de que se trata hubiera sido presentado por los directo-
res bajo falsas apariencias, en forma tal que el accionista, aun poniendo la atención que dispensa or-
dinariamente a sus negocios, no hubiera podido descubrir la verdadera naturaleza del acto”. NISSEN.
Ob. cit., p. 126.

195
jairo cieza mora

contrarios a normas imperativas o que incurran en causales de nulidad


previstas en la LGS o en el Código Civil(380). El tema de los terceros
interesados también es comentado por la doctrina argentina indican-
do que “Ello (la acción por parte de terceros afectados con el acuer-
do) deviene de la circunstancia ya enunciada en nuestra introducción
al tema, de que en tal supuesto no sería de aplicación la acción regula-
da por el artículo 251( referida a la impugnación judicial de acuerdos),
sino la acción de nulidad absoluta de derecho común, y aplicables al
caso, entre otros, los artículos 16, 18, 953, 1047 y 1071 del Código Ci-
vil, habilitándose su ejercicio por cualquier tercero a quien la resolu-
ción pudiese afectar en su interés subjetivo y particular. Estos supues-
tos, que debemos calificar en general como excepcionales, permiten
el ejercicio de la acción de nulidad de la decisión asamblearia por los
terceros afectados por ella (y no enumerados en la disposición del ar-
tículo 251), pero no fundamentándose tal legitimidad en norma socie-
taria alguna, sino en la normativa de derecho común sobre lesión de un
interés general, o en el choque entre el interés de los terceros afectados
con el interés particular de la Sociedad”(381). Otro sector de la doctrina
argentina señala: “Creo, pues, que ese derecho solo asiste a los terce-
ros que, relacionados con la sociedad, pueden participar en la vida de
la sociedad en determinadas ocasiones, o que sus derechos estén rela-
cionados con las normas de funcionamiento de la sociedad. Me refiero
a los casos de los debenturistas, tenedores de bonos convertibles, titu-
lares de bonos de goce y participación, fundadores de la sociedad, etc.
Al contrario, los terceros que han contratado con la sociedad y que se
hallan fuera de los casos mencionados, carecen de ese derecho, pues
para el caso de que aquella no cumpla con sus obligaciones, tiene las
acciones correspondientes derivadas de la relación jurídica en la que
intervinieron, sin que tenga relevancia para ellos, el contenido de un
acuerdo asambleario que los accionistas han adoptado para limitar o

(380) Artículo 150 de la LGS: “Acción de nulidad, legitimación, proceso y caducidad: Procede acción de
nulidad para invalidar los acuerdos de la junta contrarios a normas imperativas o que incurran en cau-
sales de nulidad previstas en esta ley o en el Código Civil. Cualquier persona que tenga legítimo inte-
rés puede interponer acción de nulidad contra los acuerdos mencionados en el párrafo anterior la que
se sustanciará en el proceso de conocimiento. La acción de nulidad prevista en este artículo caduca al
año de la adopción del acuerdo respectivo”.
(381) MASCHERONI, Fernando. Ob. cit., p. 243. Para el caso de nulidad peticionada por terceros, vemos
que la doctrina argentina se remite a las normas del Código Civil, sin embargo en el caso nuestro la
nulidad pretendida por los terceros afectados con el acto asambleario se regula por la propia norma
societaria en el artículo 150 antes trascrito.

196
PROBLEMÁTICA DE LA NULIDAD Y LA IMPUGNACIÓN DE LOS ACUERDOS ...

eludir el cumplimiento de las obligaciones de la sociedad, el cual le re-


sulta inoponible a los acreedores atento a su carácter interno y su res-
tringida obligatoriedad (...)(382).
Tema interesante sobre el que se pronuncia la doctrina española(383) es el
concerniente al requisito de la oposición al acuerdo impugnado, señalándose
al respecto que “a) Debe hacerse constar después de la adopción del acuerdo
b) Es suficiente reservar todas las acciones, c) No es necesario que al manifes-
tar la oposición, esta se motive, d) No es suficiente haber votado en contra ni
omitir el voto, e) No están legitimados los que no formularon oposición, f) La
oposición al acuerdo no puede suplirse por un acta notarial previa, g) El salvar
el voto equivale tan solo a la abstención, h) En una S.A. familiar el oponer-
se votando en contra basta para dar como cumplida la exigencia de la oposi-
ción al acuerdo, i) No es suficiente anunciar que se considerará nulo el acuer-
do si este se adopta, j) Es suficiente presentar un escrito en el que se impugne
el cierre del balance oponiéndose al mismo, k) El abandonar la Junta no es ha-
cer constar la oposición al acuerdo, l) La oposición al acuerdo principal im-
plica la de los acuerdos derivados del mismo ll) Cuando en el acta consta el
nombre de los disidentes de un acuerdo, este dato ha de estimarse como que
cada uno de ellos ha hecho constar su oposición, m) Respecto de las infraccio-
nes cometidas en la convocatoria, debe constar la oposición al abrirse la se-
sión, n) No puede impugnarse la convocatoria cuando la Junta queda consen-
tida sin oposición”.
Ahora que hemos tratado algunas aristas de la legitimación activa en la
impugnación judicial de acuerdos, pasamos a esbozar un tema mucho más pa-
cífico en la doctrina, legislación y jurisprudencia: La legitimación pasiva.

4. Legitimación pasiva
Al respecto nuestro CC no dice nada referente a la legitimación pasiva en
una demanda de impugnación judicial de acuerdos, pero se entiende que el de-
mandado en una acción de esta naturaleza es la propia Asociación, la misma
que saldrá a juicio a través de sus representantes. Punto interesante es el ad-
vertido por la Dra. Durán(384), en el sentido que se puede dar el caso que sea el
directivo de la asociación el que impugna el acuerdo. En este caso, señala, el

(382) NISSEN. Ob. cit., p. 33.


(383) RODRÍGUEZ VILLA, Daniel. Impugnación... Ob. cit., p. 37 y ss.
(384) DURÁN ALDANA, Mariella. Ob. cit., p. 447.

197
jairo cieza mora

juez nombrará un representante de la asociación dentro de los que hayan vota-


do a favor del acuerdo impugnado. De igual forma en el campo de las perso-
nas jurídicas con finalidad lucrativa la legitimación pasiva recaerá en la pro-
pia sociedad. Pese a que no es materia del presente trabajo; sin embargo, se
relaciona con la legitimación pasiva, es bueno tener en cuenta que no son acu-
mulables la impugnación de acuerdos y la responsabilidad civil de los órganos
o representantes de la Sociedad por tener distinta naturaleza y por correspon-
der a vías procedimentales también distintas. La doctrina argentina comentan-
do la posibilidad de acumular tales acciones señala: “No obstante, del texto
del art. 254 de la ley de sociedades comerciales resulta la posibilidad de incor-
porar por la vía del art. 87 del Cod. Proc. Civil y Com. de la Nación y el mis-
mo de la Provincia de Buenos Aires (acumulación de acciones) la demanda
de responsabilidad contra los accionistas que votaron favorablemente la de-
cisión impugnada, así como también acción contra los directores, síndicos y
demás funcionarios de la Sociedad, responsables de la adopción de la resolu-
ción que se impugna. Respecto de esta última acción es dable destacar su gra-
vedad, que se demuestra en lo siguiente: aún cuando la asamblea de la socie-
dad revocara la decisión impugnada (asamblea posterior) y cayera la acción
de impugnación de la decisión por tal revocación, subsistirá la acción de res-
ponsabilidad por los daños y perjuicios, contra aquellos accionistas que hicie-
ron posible tal resolución impugnada (y dejada luego sin efecto) por el solo
hecho de haberla votado aun cuando esta hubiera sido dejada sin efecto por la
asamblea posterior”(385).

5. Colofón
Como se ha podido apreciar del desarrollo de la institución de la legitima-
ción en la impugnación judicial de acuerdos asociativos o societarios, exis-
ten una serie de supuestos y de interrogantes que hemos intentado responder,
pero que muchas de ellas siguen siendo materia de polémica y de actitudes
heterogéneas por parte de los operadores del derecho. En lo que respecta al
precedente judicial que nos ha permitido explayarnos en el presente capítulo,
grafica trágicamente lo que puede significar la confusión en materia de legi-
timación (activa o pasiva). Efectivamente, tal como hemos desarrollado am-
pliamente, la legitimación activa es ejercida por los accionistas de la Persona
jurídica, en sus diversas situaciones jurídicas (el socio o accionista que hacer
constar su oposición, el ausente y el privado ilegítimamente de emitir su voto)

(385) MASCHERONI, Fernando H. Ob. cit., p. 246.

198
PROBLEMÁTICA DE LA NULIDAD Y LA IMPUGNACIÓN DE LOS ACUERDOS ...

y la legitimación pasiva solamente le corresponde a la persona jurídica, sien-


do un contrasentido plantear la demanda por parte de la Sociedad, emplazan-
do al supuesto infractor del Estatuto Societario, tergiversando de esta forma
los principios elementales de la legitimación en materia societaria. Mención
aparte merece el aspecto procesal (que no es materia del presente trabajo) en
lo concerniente a los efectos de lo resuelto en torno a las excepciones, pues en
el caso de declararse fundada la excepción de falta de legitimidad para obrar
del demandante (situación no amparada en sede casatoria) el efecto es la nuli-
dad de todo lo actuado y la conclusión del proceso, mientras que si se declara
fundada la excepción de falta de legitimidad para obrar del demandado (situa-
ción amparada en sede casatoria) lo que procede es la suspensión del proce-
so hasta que el demandante establezca la relación jurídica procesal correcta.
Quedan como siempre aspectos pendientes en torno al tema de la impug-
nación judicial de acuerdos como el correspondiente al tema de las medidas
cautelares o al del plazo, los cuales se podrán tratar en los capítulos siguientes.

199
CAPÍTULO V

LAS MEDIDAS CAUTELARES EN


LA IMPUGNACIÓN Y NULIDAD DE
ACUERDOS EN MATERIA CIVIL Y
SOCIETARIA

I. INTRODUCCIÓN
El presente capítulo tiene por objeto colocar en el centro del debate aca-
démico y del operador jurídico, una materia que está signada por muchas in-
terrogantes y vicisitudes, las cuales no permiten dar una respuesta clara y
consistente por parte de la legislación, la doctrina y la jurisprudencia a las
controversias planteadas en la práctica cotidiana. Nos referimos específica-
mente a la suspensión de acuerdos, institución regulada en el artículo 145 de
la LGS. Asimismo, nos proponemos incidir en la forma como la sistematiza-
ción de la figura en cuestión influye en la confusión que no permite resolver
adecuadamente los conflictos al interior de las Sociedades, al poder utilizarse
de manera indistinta la impugnación de acuerdos propiamente dicha y la nu-
lidad de acuerdos regulada en el artículo 150 de la LGS. Como se verá, esta
falencia en la sistemática societaria, hace que, por ejemplo, en el caso de una
solicitud de suspensión de acuerdos, no se cumplan con los presupuestos exi-
gidos en el artículo 145 de la LGS, bastando invocar las causales de nulidad
reguladas cinco artículos más adelante. De igual manera, queremos obser-
var la manera como nuestros tribunales vienen resolviendo las incertidumbres
suscitadas y la manera en que la legislación y jurisprudencia comparada han
dado respuesta a tan atribulada materia, lo que podría servirnos de referente
para resolver nuestros problemas vía una modificación legislativa u orientan-
do nuestra jurisprudencia.

201
jairo cieza mora

II. NATURALEZA JURÍDICA DE LA SUSPENSIÓN DE ACUER-


DOS Y DE LA ANOTACIÓN PREVENTIVA DE DEMANDA.
CONSECUENCIAS DE NUESTRA REGULACIÓN EN LA PRE-
SENTE FIGURA
1. Lo que dice la legislación nacional
La materia que a continuación abordamos se encuentra regulada en el
artículo 145 de nuestra LGS estableciendo: “Artículo 145. Suspensión del
acuerdo: El juez a pedido de los accionistas que representen más del veinte
por ciento del capital suscrito, podrá dictar medida cautelar de suspensión del
acuerdo impugnado. El juez debe disponer que los solicitantes presten contra-
cautela para resarcir los daños y perjuicios que pueda causar la suspensión”.
Seguidamente, en el artículo 147 de la LGS, se legisla sobre la anotación pre-
ventiva de demanda con la sumilla de Medida Cautelar, de la siguiente forma:
“Artículo 147: Medida cautelar: A solicitud de parte, el Juez puede dictar me-
dida cautelar, disponiendo la anotación de la demanda en el Registro. La sus-
pensión definitiva del acuerdo impugnado se inscribirá cuando quede firme la
resolución que así lo disponga. A solicitud de la sociedad las anotaciones an-
tes referidas se cancelarán cuando la demanda en que se funden sea desesti-
mada por sentencia firme, o cuando el demandante se haya desistido, concilia-
do, transado o cuando se haya producido el abandono del proceso”.
Como se ha mencionado precedentemente, la suspensión de acuerdos
societarios exige determinados presupuestos que de no cumplirse la solicitud
será desestimada por el Órgano Jurisdiccional, siendo estos requisitos el ser
accionista (un tercero no puede solicitar la suspensión), representar más del
veinte por ciento del capital suscrito (no se menciona si con derecho a voto o
sin este) y prestar contracautela (caución en la legislación española) a fin de
resarcir los daños y perjuicios que pueda causar la suspensión. Pues bien, nos
encontramos ante requisitos aparentemente exigentes que privilegian la se-
guridad jurídica y promueven el tráfico mercantil, al poner un tamiz eleva-
do (sumamente elevado, por ejemplo para el caso de las Sociedades Anóni-
mas Abiertas) pero que al final son literalmente omitidos por la confusión a
la que hemos hecho referencia en nuestro capítulo tercero (referido a la ambi-
valente sistemática de nuestra LGS en materia de impugnación y nulidad), y
que se expresa en que basta invocar las causales de nulidad de acuerdos (ar-
tículo 150 de la LGS) para que todas estas exigencias sean evadidas, pues ya
no se invocará como proceso principal el de impugnación judicial de acuerdos
(artículo 139 de la LGS) sino el de la denominada acción de nulidad (artículo
150 de la LGS), pudiéndolo hacer hasta un tercero con legítimo interés, y no

202
PROBLEMÁTICA DE LA NULIDAD Y LA IMPUGNACIÓN DE LOS ACUERDOS ...

requiriendo el elevadísimo 20% de capacidad accionaria (en España es exigi-


ble el 5%) para tener legitimidad en su solicitud de suspensión, utilizando para
esto la llamada medida cautelar genérica regulada en el artículo 629 del Códi-
go Procesal Civil(386), para lo cual solamente se exigirán los requisitos genera-
les de una medida cautelar, esto es la verosimilitud, el peligro en la demora y
la contracautela(387) (alguien también habla de adecuación(388)).

2. Lo que dice la legislación y jurisprudencia española


Tomando en consideración que en los apartados precedentes hemos hecho
mención a la legislación española y a su jurisprudencia, consideramos impor-
tante conocer lo que señala la legislación ibérica con referencia a la suspen-
sión del acuerdo impugnado y la anotación preventiva de demanda. La Ley
de Sociedades Anónimas Española, prescribe en su artículo 120, lo siguien-
te: “Artículo 120: Suspensión del acuerdo impugnado: 1. El demandante o de-
mandantes que representen al menos el 5 por 100 del capital social podrán so-
licitar en su escrito de demanda la suspensión del acuerdo impugnado. 2. El
juez proveerá dicha solicitud en la comparecencia previa, pudiendo disponer
que se aseguren mediante aval o caución los perjuicios que eventualmente
puedan causarse a la sociedad. En caso de peligro de retardo, el Juez, con ante-
rioridad a la comparecencia previa, podrá decretar la suspensión con arreglo a
las normas del procedimiento incidental. 3. Contra la resolución del juez cabrá
recurso de reposición y contra el auto desestimatorio de la reposición podrá
interponerse recurso de apelación, que se admitirá en ambos efectos, median-
te escrito que se presentará en el plazo de cinco días. 4. El Juzgado admitirá
el recurso y emplazará a las partes para que en un plazo igual se apersonen en
la audiencia. Dentro del término del emplazamiento, el recurrente compare-
cerá ante la audiencia y al propio tiempo formalizará el recurso por medio del
escrito motivado, del que se dará traslado por cinco días a los recurridos que

(386) Artículo 629.- Medida Cautelar Genérica: Además de las medidas cautelares reguladas en este Códi-
go y en otros dispositivos legales, se puede solicitar y conceder una no prevista, pero que asegure de
la forma más adecuada el cumplimiento de la decisión definitiva”.
(387) Artículo 611.- Contenido de la decisión cautelar. El juez, siempre que de lo expuesto y prueba anexa
considere verosímil el derecho invocado y necesaria la decisión preventiva por constituir peligro la
demora del proceso, o por cualquier otra razón justificable, dictará medida cautelar en la forma soli-
citada o la que considere adecuada atendiendo a la naturaleza de la pretensión principal. La medida
solo afecta bienes y derechos de las partes vinculadas por la relación material o de sus sucesores, en
su caso. La resolución precisará la forma, naturaleza y alcances de la contracautela. La decisión que
ampara o rechaza la medida cautelar será debidamente motivada, bajo sanción de nulidad.
(388) MONROY PALACIOS, Juan José. Bases para la formación de una Teoría Cautelar. Comunidad,
2002.

203
jairo cieza mora

hubiesen comparecido, a fin de que puedan oponerse. 5. La Audiencia, sin más


trámites y sin celebración de vista, resolverá en el plazo de diez días. Contra
la resolución de la audiencia no cabrá recurso alguno”.
En el mismo sentido, el artículo 121 del mismo texto normativo expresa:
“Artículo 121. Anotación preventiva: 1. La anotación preventiva de la deman-
da de impugnación en el registro Mercantil y su publicación el ‘Boletín Ofi-
cial’ podrán obtenerse con arreglo a lo previsto en el Reglamento del Registro
Mercantil. 2. La anotación preventiva de las resoluciones firmes que ordenen
la suspensión del acuerdo impugnado se practicará, sin más trámites a la vis-
ta de aquellas. 3. La anotación preventiva de la demanda se cancelará cuando
esta se desestime por sentencia firme y cuando haya desistido de la acción la
parte demandante o caducado la instancia. En iguales circunstancias se cance-
lará la anotación preventiva de la suspensión del acuerdo”.
Con respecto a la suspensión de acuerdos la jurisprudencia española se
pronuncia señalando que: “Un acuerdo suspendido por el juez no puede ser-
vir de base para estructurar la contabilidad de años posteriores, mientras esté
sub iudice”.
Así se aprecia en la sentencia del 27 de junio de 1969, y en el mismo sen-
tido con la sentencia del T.S. de 29 de noviembre de 1983 (Ponente: Exc-
mo. Sr. D. Jaime de Castro García, Aranz. 6733/83) cuando señala la obliga-
ción de los administradores de formular la memoria, el balance y las cuentas.
Transcribimos parte de la sentencia: “(...) aun cuando al tiempo de celebrarse
la Junta General Ordinaria estuviesen entablados procedimientos de impug-
nación de otros acuerdos de la Sociedad adoptados en años precedentes, cuyo
resultado sería susceptible de influir en el que es objeto de posterior censu-
ra, únicamente en el supuesto de que aquellos estuviesen en suspenso con
arreglo a la norma 4ª del artículo 70, podría ponerse en tela de juicio la nuli-
dad del mismo (...)”.
Otra jurisprudencia nos señala el momento desde que opera la suspensión,
expresando que :
“La suspensión opera desde que se solicita, si finalmente queda acor-
dada, y, si se refiere al nombramiento de un Consejo de Administra-
ción, impide a este convocar juntas generales posteriores”.
Efectivamente, la Sentencia del T.S. de 25 de febrero de 1986 (Ponente:
Excmo. Sr. D. Cirilo Serena Velloso; Aranz. 852/86) lo entendió así ante una
Junta Extraordinaria de elevación de capital que otorgaba derechos preferentes

204
PROBLEMÁTICA DE LA NULIDAD Y LA IMPUGNACIÓN DE LOS ACUERDOS ...

a los nuevos suscriptores, la cual había sido convocada por un Consejo de


Administración nuevamente nombrado y respecto del cual el Juzgado había
suspendido su acuerdo de nombramiento, entendiendo el T.S., al igual que la
Audiencia territorial, que los accionistas solicitantes de la nueva reunión de-
bían haberse dirigido al Consejo antiguo. La sentencia descrita expresa:
“(...) pues la suspensión opera desde que se solicita si finalmente que-
da acordada de suerte que era el Consejo antecedente constituido al
tiempo que la Sociedad misma el 5 de mayo de 1982 el legalmente fa-
cultado para convocar la Junta impugnada y al que hubo de dirigirse,
si se produjo la solicitud de los accionistas representantes del al me-
nos el 10% del capital social a que se refiere el artículo 56 (hoy 100
pero otorgando el derecho al 5% del capital social) de la Ley S.A., ha-
biendo sido correctamente aplicado el mismo al igual que el 49 y el 52
(hoy 94 y 96) y sin que haya de tomar en consideración el 92 (hoy 158)
por cuanto, como ya se deja advertido el fundamento del fallo que el
recurso combate no es otro que el de la nulidad de la convocatoria por
no haberla efectuado el Consejo de Administración, órgano al que co-
rresponde efectuarla por así determinarlo el artículo 49 y el (artículo
64 sobre Administración y representación de la Sociedad) que apare-
ce incorporado a la escritura de constitución y que no consta haya sido
modificado”(389).
3. Lo que dice la legislación y jurisprudencia argentina
La legislación argentina regula de la siguiente manera la suspensión de
acuerdos:
Artículo 252 de la Ley Nº 19550, “Suspensión preventiva de la
ejecución”:
“El juez puede suspender a pedido de parte, si existieren motivos graves y
no mediare perjuicio para terceros, la ejecución de la resolución impugna-
da, previa garantía suficiente para responder por los daños que dicha me-
dida pudiera causar a la sociedad”.

(389) Las sentencias trascritas han sido tomadas del interesante trabajo jurisprudencial de CARRERA
GIRAL, Juan y CARRERA LOZANO, Enrique, en La Ley de Sociedades Anónimas. Ob. cit.,

205
jairo cieza mora

Con respecto a la anotación preventiva la legislación argentina preceptúa:


Artículo 155.- Anotación preventiva de la demanda de impugnación
de acuerdos sociales
1. La anotación preventiva de la demanda de impugnación de acuerdos so-
ciales adoptados por la Junta o por el Consejo de Administración se practi-
cará cuando, previa solicitud del demandante y con audiencia de la socie-
dad demandada, si el Juez a su prudente arbitrio, así lo ordenare.
2. El juez, a instancia de la sociedad demandada, podrá supeditar la adop-
ción de la medida a la prestación por parte del demandante de una caución
adecuada a los daños y perjuicios que puedan causarse(390).
4. Naturaleza jurídica de la suspensión judicial de acuerdos. Lo que
dice la doctrina nacional
Para el profesor, Dr. Enrique Elías Laroza(391), la suspensión del acuerdo
es una medida cautelar, que “puede ser catalogada como una medida tempo-
ral sobre el fondo. A este tipo de medidas se refiere el artículo 674 del Códi-
go Procesal Civil(392).
El mencionado autor(393) señala “Este tipo de medidas cautelares se ca-
racterizan porque el juez concede como medida la pretensión del demandan-
te. Como vemos, tal sería el caso de la suspensión del acuerdo societario im-
pugnado. Lo que el demandante busca es dejar sin efecto dicho acuerdo y la
mencionada pretensión es concedida temporalmente como medida cautelar.

(390) Complementariamente, las normas sobre anotación preventiva en materia de nulidad de acuerdos, de
la Ley Nº 19550 argentina expresan: Artículo 156: Cancelación de la anotación preventiva de la de-
manda de impugnación. 1. La anotación preventiva de la demanda de impugnación de acuerdos socia-
les se cancelará cuando esta se desestime con sentencia firme, cuando el demandante haya desistido de
la acción o cuando haya caducado la instancia. 2. El testimonio judicial de la sentencia firme que de-
clare la nulidad de todos o de alguno de los acuerdos impugnados, será título suficiente para la cance-
lación de la anotación preventiva, de la inscripción de dichos acuerdos y de la de aquellos otros poste-
riores que fueran contradictorios con los pronunciamientos de la sentencia. Artículo 157: Anotación
preventiva de la suspensión de acuerdos impugnados 1. La anotación preventiva de las resoluciones
judiciales firmes que ordenen, la suspensión de acuerdos impugnados, inscritos o inscribibles, se prac-
ticará, sin más trámite a la vista de aquellas. 2. La anotación preventiva de la suspensión de acuerdos se
cancelará en los mismos casos que la relativa a la demanda de impugnación de los acuerdos sociales.
(391) ELÍAS LAROZA, Enrique. Ley General de Sociedades... Ob. cit., p. 305 y ss.
(392) Artículo 674.- Medida Temporal sobre el fondo.- Excepcionalmente por la necesidad impostergable
del que la pide o por la firmeza del fundamento de la demanda y prueba aportada, la medida puede
consistir en la ejecución anticipada de lo que el juez va a decidir en la sentencia, sea en su integridad
o solo en aspectos sustanciales de esta.
(393) ELÍAS LAROZA, Enrique. Ob. cit., p. 306.

206
PROBLEMÁTICA DE LA NULIDAD Y LA IMPUGNACIÓN DE LOS ACUERDOS ...

Interesa resaltar el carácter excepcional que el artículo 674 del Código Pro-
cesal Civil le imprime a las referidas medidas ya que el artículo 145 partici-
pa del mismo principio. La LGS impone un requisito de legitimidad para so-
licitar la suspensión de los acuerdos societarios impugnados que no se exige
para iniciar el procedimiento de impugnación: que sea solicitada por accionis-
tas que representan al menos el 20% del capital suscrito. Este requisito se con-
dice con la gravedad de la materia, pues al disponer cautelarmente la suspen-
sión del acuerdo impugnado se puede causar un grave perjuicio a la sociedad,
paralizando sus actividades o afectando sus operaciones”(394). Sin embargo, lo
que el profesor Elías no parece advertir o al menos no lo pone de manifiesto
en su meritorio trabajo, es el hecho que un accionista que no llegue a tener el
20% del capital suscrito, podría fácilmente obtener la suspensión del acuer-
do, invocando la acción de nulidad del mismo, amparándose ya no en las cau-
sales previstas en el artículo 139 de la LGS, sino en lo preceptuado en el ar-
tículo 150 de la LGS, para lo cual, como hemos visto precedentemente, basta
tener legítimo interés, lo que implica que ni siquiera es necesario ser accio-
nista. Esto implica que el interesado en solicitar la suspensión del acuerdo ya
no tendría que atravesar el tormentoso camino de nuestro artículo 145, sino
que simplemente se podría solicitar la medida cautelar genérica (artículo 629
del CPC) para lograr la suspensión del acuerdo, para lo cual como pretensión
principal se invocaría la denominada “acción de nulidad”, con lo cual se per-
fecciona la inoperatividad del artículo 145, y la carencia de seguridad jurídica
en las sociedades, y todo esto, por una regulación societaria que genera con-
fusión y que no ayuda a encontrar una jurisprudencia homogénea en esta ma-
teria, tal como hemos visto en el acápite anterior en donde desarrollamos la
problemática concerniente a la distinción entre impugnación de acuerdos pro-
piamente dicha, nulidad y anulabilidad de estos.
Al respecto reciente doctrina peruana a hecho interesantes apreciaciones,
señalando que:
“Por otro lado, hacemos notar que, si bien con la finalidad de evitar abusos
por parte de la minoría, el legislador ha establecido en veinte por ciento del
capital el mínimo necesario para solicitar la suspensión de un acuerdo, en
determinados casos esta aparente barrera puede ser superada por la dualidad
que contiene nuestra LGS en cuanto a acciones de impugnación y nulidad.
En efecto, como hemos visto, utilizando las definiciones de los artícu-
los 139 y 150 de la LGS, en determinados supuestos sería posible que un

(394) Ibídem. p. 307.

207
jairo cieza mora

acuerdo sea al mismo tiempo pasible de una acción de impugnación y de


nulidad. En una situación como esta una accionista que con menos del
veinte por ciento del capital suscrito podría optar por iniciar una acción
de nulidad en lugar de una de impugnación, solicitando la suspensión del
acuerdo dentro del proceso de nulidad, basándose en las normas generales
sobre concesión de medidas cautelares, según lo regulado por nuestro or-
denamiento procesal”(395) (el resaltado es mío).
Tema más claro es el de la anotación preventiva de la demanda, el cual se
encuentra previsto en el artículo 157 de nuestra LGS, que tiene efectos funda-
mentalmente para los terceros, pues el acto impugnado sigue surtiendo efectos
a diferencia del amparo de la suspensión del acuerdo en donde cesan, transi-
toriamente, los efectos del acuerdo cuestionado, por lo que ahí estriba la dife-
rencia entre la suspensión y la anotación preventiva(396).

5. Naturaleza procesal del presente instituto, lo que señala la doctri-


na y jurisprudencia argentina y española
Somos conscientes que la suspensión de acuerdos y la anotación preventi-
va, son temas que invaden la “territorialidad procesal”, pero que al igual que

(395) ABRAMOVICH, Ob. cit., p. 47. Sobre esto, el autor con perspicacia académica expresa: “Esta re-
gla (la del artículo 145 de la LGS - 20% que representen el capital suscrito) modifica en general la
regla del cómputo de porcentajes que como regla mayoritaria se ha establecido en la LGS: esto es el
cómputo por determinado porcentaje de acciones suscritas con derecho a voto. Por lo tanto, en las so-
ciedades que cuenten con acciones sin derecho a voto, este requisito va a significar tener que contar
con un porcentaje de acciones suscritas con derecho a voto superior al veinte por ciento” (...). Por otro
lado, y sin perjuicio de lo señalado anteriormente, consideramos que no resulta razonable ni conve-
niente que se viese establecido de manera general para la sociedad anónima un único porcentaje para
poder solicitar la suspensión de un acuerdo, sin tener en consideración las formas especiales de la so-
ciedad anónima: la sociedad anónima cerrada y la sociedad anónima abierta. En particular, que la exi-
gencia del veinte por ciento resulta en extremo elevada para el caso de la sociedad anónima abierta,
que por lo general cuenta con cientos o miles de accionistas, y en las que es extraño encontrar, apar-
te de los grupos de control, a accionistas con ese porcentaje de participación en el capital social”. Ob.
cit., p. 251.
(396) Al respecto el Dr. Elías Laroza señalaba con precisión: “La ejecución de esta medida no importa la
suspensión del acuerdo y por ello no son necesarios requisitos adicionales de legitimidad para ser so-
licitada, pero determina que el tercero que realice algún acto amparado en el acuerdo no pueda alegar,
al declararse nulo el mismo, que el acto por el realizado es firme en virtud de la buena fe registral con
la que actuó. Por ejemplo, si una sociedad nombra a un Gerente General, se inscribe el nombramien-
to y posteriormente se impugna este acuerdo, la inscripción de la demanda determina que el tercero
que celebre un acto jurídico con la sociedad estando esta representada por dicho gerente, no pueda
alegar que actuó de buena fe y que el acto realizado es firme a pesar de que se haya declarado funda-
da la impugnación. (...) Es importante diferenciar esta medida cautelar de la suspensión de un acuer-
do inscrito. En ambos casos se inscribe la medida, pero la anotación de la demanda no afecta la vigen-
cia del acuerdo, limitándose a eliminar la buena fe registral de cualquiera que celebre algún acto con
la sociedad amparado en el acuerdo impugnado. Por el contrario, la medida de suspensión del acuer-
do sí afecta su vigencia, al menos provisionalmente”. ELÍAS LAROZA. Ob. cit., p. 307.

208
PROBLEMÁTICA DE LA NULIDAD Y LA IMPUGNACIÓN DE LOS ACUERDOS ...

muchas aristas “sustanciales” son abordadas por procesalistas es pertinente


tocar aquí aspectos de índole procesal, como es el referido a la presente fi-
gura de suspensión de acuerdos que es, como hemos visto una medida caute-
lar. El asunto genera controversias sobre su calificación dentro del mundo de
las medidas cautelares, pues como hemos visto para el Dr. Elías estamos ante
una medida temporal sobre el fondo, mientras que, por ejemplo para un sec-
tor de la doctrina argentina nos encontramos ante una medida cautelar inno-
vativa. Así Ricardo Nissen(397), citando a Garo(398) nos dice: “Se trata, de una
medida grave que importa la anulación momentánea de la resolución adopta-
da por la mayoría de los accionistas, que es por lo general y normalmente la
voluntad de la sociedad”. Sobre la naturaleza jurídica de esta medida cautelar
se indica: “En primer lugar es una medida cautelar innovativa y no conserva-
tiva, pues no tiende, como el embargo al mantenimiento de un estado de de-
recho, sino que tiende a alterar un estado de hecho o de derecho existente an-
tes de la petición de su dictado. Como claramente lo señala Peyrano (Medida
Cautelar Innovativa, p. 13), en el proceso cautelar innovativo la técnica con-
siste en que comprometería el resultado del proceso principal, si desde el ini-
cio, no se dispusiera determinado cambio en el estado de hecho, y se presenta
como modificación anticipada de una situación jurídica. A ello tiende precisa-
mente la medida cautelar prevista por el artículo 252 de la Ley Nº 19550, que
desde antiguo, ha sido así considerada por eminentes procesalistas extranje-
ros (Francisco Carnelutti, la traducción es de Niceto Alcalá Zamora y Casti-
llo Santiago Sentís Melendo, Sistema de Derecho Procesal Civil, p. 248)(399)”.
Así también se pronuncia Vitolo(400) si bien refiriéndose a la intervención
judicial, pero con conclusiones perfectamente concordantes con la suspensión
preventiva de decisiones asamblearias– que “estas medidas, si bien acceso-
rias de una acción de fondo por su naturaleza intrínseca dentro del contexto de
esta, se plasma integrativamente en la demanda, sin que se pueda sostener que
pueda correr su propia suerte, aunque prospere la demanda principal. La acce-
soriedad, a juicio de este autor, deriva de la imposibilidad de solicitar la sus-
pensión provisoria sin haber accionado por nulidad, lo cual lleva a sostener la
imposibilidad de que pueda funcionar autónomamente; pero dicha accesorie-
dad no tiene carácter sustancial, pues la medida cautelar se funda en ella una

(397) NISSEN, Ricardo A. Impugnación Judicial..., Ob. cit.


(398) GARO, Francisco. Sociedades Anónimas. Tomo II, p. 69.
(399) NISSEN, Ob. cit., p. 165.
(400) VITOLO, Daniel Roque. Ponencia presentada a las Segundas Jornadas Nacionales de Derecho
Societario, Comisión III, Buenos Aires, 1981.

209
jairo cieza mora

vez entablada, incorporándose en una suerte de unión, para ligarse a la misma


tramitación principal”(401).
La misma doctrina argentina al referirse a los presupuestos para la proce-
dencia de la suspensión preventiva de las decisiones asamblearias, manifiesta
que, los presupuestos requeridos para su dictado (el de la suspensión preventi-
va) son los propios de todas las medidas cautelares de esta naturaleza (verosi-
militud del derecho, peligro en la demora, contracuatela e irreparabilidad del
perjuicio) y los específicos previstos por la Ley Nº 19550 en su art. 252 (pro-
moción de la acción de nulidad, que existan motivos graves, que no medien
prejuicios para terceros y garantía suficiente para responder por los daños que
dicha medida pudiere causar a la sociedad)”(402). Con respecto a la existencia
de motivos graves ha dicho la jurisprudencia argentina que “para que pro-
ceda la suspensión provisoria de una asamblea es necesario en principio que
existan motivos graves para ello, esto es, que no basta un temor de perjuicio,
pues ello supondría reconocer a los accionistas disidentes el derecho ilimitado
y sin control de hacer suspender desde el comienzo del pleito la ejecución de
las deliberaciones de la asamblea. En tal sentido, resultaría procedente la sus-
pensión provisoria, si de los elementos presentados surgieran en forma inequí-
voca o manifiesta de que el acto asambleario que se impugna viola la ley, los
estatutos o el reglamento, configurándose los motivos graves por ese solo
hecho, pues un acto de tal naturaleza no es obligatorio para los accionistas ni
debe ser cumplido por los directores(403). Con respecto a la verosimilitud del

(401) Ibídem, citado por NISSEN, p. 167. Este último autor señala, refiriéndose a una diferenciación con las
medidas cautelares reguladas por los “códigos de forma”, lo siguiente: “Por ello, resulta de toda evi-
dencia que la efectividad de esta medida cautelar radica no solo en la celeridad de su dictado –propio
de todo proceso precautorio–, sino en el desconocimiento por parte de los órganos de la sociedad de-
mandada de la medida solicitada, y al respecto, su carácter de inaudita parte no parece suficiente” (...)
“La suspensión preventiva de resoluciones asamblearias, al igual que la intervención judicial legislada
por los arts. 113 y siguientes de la Ley Nº 19550, constituyen medidas que si bien precautorias, están
previstas por la legislación de fondo, y no por los ordenamientos procesales, y de allí las diferencias
que las separan de los principios generales que gobiernan aquellas medidas por los códigos de forma
(...). “En otras palabras, la posibilidad de frustrar el objetivo de la acción de impugnación de acuerdos
asamblearios es, en la práctica, cuestión que admite infinitas posibilidades, y por ello la importancia de
evitar el conocimiento de la medida cautelar por parte de los órganos de la sociedad es de suma tras-
cendencia, pues con ella se persigue evitar actividades, y no inmovilizar los bienes del patrimonio del
deudor, lo cual parece ser el objetivo fundamental de las cautelares en procesos de contenido patrimo-
nial”. (...) Por los argumentos expuestos, soy de opinión, por las especiales características que presen-
ta la medida precautoria prevista por el artículo 252 de la Ley Nº 19550, que su tramitación interrumpe
el curso de la perención de instancia, y que la actividad tendiente a obtener la sentencia cautelar cons-
tituye suficiente justificación en la paralización del juicio principal”. NISSEN. Ob. cit., p. 168.
(402) Ibídem, p. 171.
(403) C. Apelaciones Civil y Comercial de Lomas de Zamora, sala II, 26/05/88, en autos “Di Lernia,
Osvaldo, contra Clínica Estrada S.A.”, sobre nulidad de asamblea, citado por NISSEN, Ob. cit.,

210
PROBLEMÁTICA DE LA NULIDAD Y LA IMPUGNACIÓN DE LOS ACUERDOS ...

derecho invocado el argumento central debe ser la presentación del acta de


la asamblea, “pues si de ella surge la existencia de una nulidad manifiesta, el
cumplimiento de ese requisito debe tenérselo por acreditado”(404). Con respec-
to al otro presupuesto, el denominado periculum in mora, la jurisprudencia ar-
gentina ha resuelto que en casos en que ha debido avocarse a la procedencia
de la medida cautelar prevista por el artículo 252 de la Ley Nº 19550, “(...) no
resulta suficiente la falta de confiabilidad que la resolución asamblearia pue-
da causar a terceros respecto de la sociedad, en la medida que no es ese el per-
juicio requerido por el artículo 252 mencionado, ni la inquietud, preocupación
o temor del accionista sobre las consecuencias de la ejecución del acto asam-
bleario, sino que lo efectivamente recurrido por la ley es la invocación de he-
chos concretos que justifiquen ese peligro”(405). El otro requisito o presupues-
to requerido para la legislación argentina para el otorgamiento de la medida
cautelar innovativa de suspensión de acuerdos asamblearios es el que no me-
die perjuicio para terceros, habiéndose pronunciado en el sentido que “(...) no
corresponde exigir a esos terceros investigaciones sobre el funcionamiento sin
vicios de los órganos sociales, y que la seguridad jurídica exige que puedan
confiar en la apariencia jurídica creada(406).
Finalmente, el último presupuesto exigido por el artículo 252 de la
Ley 19550 argentina se refiere a la Prestación de Contracautela suficiente,

p. 174. Al respecto también se ha pronunciado MASCHERONI, Fernando H. y MUGUILLO, Roberto


A., “Régimen Jurídico del Socio”, remitiéndose a jurisprudencia de las Salas argentinas, las que re-
suelven: “Los ‘motivos graves’ mencionados por la disposición del artículo 252 de la Ley Nº 19550
deben ser evaluados por el Órgano Jurisdiccional, teniendo en cuenta no solo el eventual perjuicio
que la medida podría ocasionar a terceros, sino que al analizar la posibilidad de suspender la eje-
cución de la resolución impugnada debe primar el interés social sobre el particular del accionista
impugnante (C.N. Sala B, 23/09/86, ‘Grossman, H. c/Los Arrayanes S.A.’”). Los ‘motivos graves’
que justifiquen la suspensión del art. 254 se configurarán, entonces, cuando la ejecución de la deci-
sión impugnada resulte notoriamente nociva o peligrosa para la gestión social, o existieran dudas so-
bre su efectividad y –de permitirse su ejecución– fuera imposible su retorno a la situación anterior”
(C.N. Com. Sala A, 28/11/90 ED, 142-511).
(404) NISSEN. Ob. cit., p. 174.
(405) Ibídem, p. 176.
(406) HALPERIN, Isaac. Sociedades Anónimas. Ob. cit., p. 657; ZALDÍVAR Enrique y otros. Cuader-
nos de derecho societario. Vol. III, p. 494; MARTORELL, Ernesto. Sociedades Anónimas. Depalma,
1988, p. 299, Asimismo se señala acertadamente que “Cabe afirmar, sí, que entre la existencia de los
motivos graves que el juzgador debe analizar para admitir la procedencia de esa medida, se debe estu-
diar la incidencia de ella dentro del giro de la sociedad, decretándola únicamente, como sostiene Hal-
perin, cuando la ejecución del acuerdo social cause perjuicios irreparables o mayores que con la sus-
pensión, y denegándola en caso contrario; pero de allí las conclusiones sentadas en la Jurisprudencia
antes mencionada, hay un largo camino, que empieza por desconocer el carácter social que reviste la
acción impugnatoria de las asambleas, en virtud de la cual los accionistas ejercen un poder de vigi-
lancia que resulta en beneficio de la misma sociedad”. NISSEN. Ob. cit., p. 179.

211
jairo cieza mora

definiéndola como: “[E]l necesario contrapeso de su despacho inaudita parte,


pues con ella se asegura que la medida cautelar debe ser doble, asegurando al
actor un derecho aún no actuado, y al demandado la efectividad del resarcimien-
to de los daños, si aquel derecho no existiera o no llegara a actualizarse”(407).
Si nos atenemos a definir a la suspensión de acuerdos como una medida
cautelar innovativa tendremos que coincidir con el conocido procesalista ar-
gentino Jorge Peyrano(408) el mismo que la define como “una medida cautelar
excepcional que tiende a alterar el estado de hecho o de derecho existente an-
tes de la petición de su dictado; medida que se traduce en la injerencia del juez
en la esfera de libertad de los justiciables a través de la orden de que cese una
actividad contraria a derecho o de que se retrotraigan las resultas consumadas
de una actividad de igual tenor. (...), ni tampoco impera que se mantenga el es-
tatus existente al momento de la traba de la litis. Va más lejos ordenando, sin
que medie sentencia firme, que alguien haga o deje de hacer algo en sentido
contrario al representado por la situación existente”(409).
Dentro de los presupuestos generales de la medida cautelar innovativa
descritos por Peyrano tenemos a: a) La apariencia del derecho invocado, b) el
peligro en la demora y c) la contracautela(410).

(407) NISSEN. Ob. cit., p. 179 citando a PEYRANO y a PODETTI.


(408) PEYRANO, Jorge Walter. Medida Cautelar Innovativa. Depalma, Buenos Aires, 1981, p. 22.
(409) PEYRANO. Recepción de la medida innovativa en sede jurisdiccional, en J.A., Tomo III, 1977, p. 65.
(410) Al respecto, resulta interesante consultar los trabajos que Peyrano tiene sobre el tema de la medida
cautelar innovativa, siendo el autor que más ha trabajado el tema en su país. El autor de la cita pre-
cedente afirma que aparte de los requisitos ordinarios (verosimilitud, peligro en la demora y contra-
cautela) existe un cuarto que le es propio: la posibilidad de que se consume un daño irreparable. Así
el autor refiere: “La cognición cautelar se limita en todos los casos a un juicio de probabilidades de
verosimilitud. El resultado de esa cognición sumaria sobre la existencia del derecho tiene, pues, en
todos los casos, valor no de declaración sino de hipótesis; solamente cuando se dicte la providencia
principal se podrá ver si la hipótesis corresponde con la realidad” PEYRANO, “Medida Cautelar In-
novativa”, p. 25. En otro trabajo señala: “Es que la medida innovativa –se diga lo que se quiera– pue-
de llegar a constituir una suerte de anticipo cautelar de la sentencia de mérito, y ello puede generar
serias y graves consecuencias a quien se opone (PEYRANO. Nuevos perfiles de la medida cautelar
innovativa, en J.A., Tomo I, 1979, p. 851). Así, refiriéndose al presupuesto del peligro en la demo-
ra señala: “(...) si el órgano jurisdiccional no actúa ya (aunque sea de modo provisorio), es probable
que nunca más pueda hacerlo con eficacia. Lo que hoy resulta eficaz, mañana puede ser el remedo de
lo querido por Diké o, peor aun, una burla que deteriore la imagen de la administración de justicia”
Ob. cit., p. 26. Refiriéndose a la contracautela como requisito indispensable para el otorgamiento de
la medida cautelar innovativa nuestro autor señala: “(...) debe procederse con suma prudencia, evi-
tando otorgar medidas que puedan ocasionar daños, sin la suficiente garantía de resarcimiento; en al-
guna medida, su propia responsabilidad de magistrado –tercero imparcial– está en juego en el caso.
Siendo la contracuatela, como he señalado –un presupuesto de la medida cautelar– ella debe consti-
tuirse antes de su cumplimiento. En caso que no se hubiera procedido así, habría que emplazar peren-
toriamente a quien la obtuvo para que la otorgue, bajo apercibimiento de levantarla sin más trámite

212
PROBLEMÁTICA DE LA NULIDAD Y LA IMPUGNACIÓN DE LOS ACUERDOS ...

Como hemos visto en líneas anteriores la legislación y la jurisprudencia es-


pañola tienen mucho más claro lo relativo a la nulidad y la anulabilidad de acuer-
dos y esto se expresa también en la solución legislativa y jurisprudencial que se
da con respecto a la suspensión de acuerdos. Así, Ruiz de Villa(411), al referirse a la
impugnación de acuerdos en la legislación hispana nos indica que “(...) sino que
abarcará tanto la impugnación de acuerdos anulables en el plazo de caducidad
de cuarenta días, la impugnación de acuerdos nulos en el plazo de caducidad de
un año y, lo que es más importante a nuestro entender, la impugnación que, en
cualquier momento, se haga de acuerdos nulos que contraríen el orden público.
En definitiva, todo ello es concorde con la supresión que del procedimiento es-
pecial de impugnación se ha hecho por la normativa actualmente vigente”(412).
Cabe también hacer mención a la jurisprudencia española en materia de sus-
pensión de acuerdos, la misma que esboza sus características ante situaciones de
lo que denomina “daño marginal” es decir la presencia de una situación de ilici-
tud aunada a la duración del proceso principal de impugnación de acuerdos(413).

(Podetti)”, PEYRANO. Ob. cit., p. 27. Se señala también que no procede el despacho ex officio de
una medida cautelar innovativa. “En relación a los puntos aquí tratados, cabe destacar el X Congre-
so Nacional de Derecho Procesal declaro que: La medida innovativa es una diligencia cautelar –de
orden excepcional– que solo puede despacharse a pedido de parte, con notas caracterizantes que la
distinguen netamente de las restantes providencias de igual naturaleza”. PEYRANO. Ob. cit., p. 30.
Asimismo, señala que “[n]o se advierte claro qué diferencia sustancial media entre una medida in-
novativa y, por ejemplo, la prohibición de innovar. Tanto se anticipa a la sentencia de mérito una or-
den que impera no alterar el statu quo existente, como otra que manda, por ahora, cambiarlo. Todo
depende de la óptica con que se mire el asunto”. PEYRANO. Ob. cit., p. 31. Finalmente, cabe men-
cionar el simbolismo utilizado por el autor citado para graficar las “nuevas” tendencias del derecho
procesal y de la medida cautelar innovativa como elemento revolucionario del mismo: “Es conocida
la nueva imagen de la Justicia consistente en una balanza cuyo fiel está desequilibrado bajo el peso
de una rosa, no obstante que el otro platillo soporta un gran infolio pletórico de ciencia . Con ello se
ha querido representar que hoy Diké es más humana y asimismo, según nuestro modo de ver, que su
pretérita imagen de ojos vendados ha perdido actualidad. Aquí y ahora la justicia se preocupa por las
singularidades de los justiciables (v. gr., la responsabilidad por los hechos humanos involuntarios, la
declaratoria de pobreza, etc.) y también por las consecuencias de sus decisiones. ¿Puede, entonces,
mantenerse insensible en la situación de hecho existente y ciega ante la posibilidad de que un justi-
ciable resulte irreparablemente perjudicado si no actúa de inmediato?. Pensamos que no. El poder ju-
risdiccional cautelar no es una frase huera. No puede agotarse en la tímida indisponibilidad de bienes,
cuando el imperio de las circunstancias reclama que interfiera prestamente en la situación de hecho
existente. PEYRANO. En defensa de la medida cautelar innovativa, en J.A., tomo II, 1978, p. 642.
(411) RUIZ DE VILLA, Daniel Rodríguez. Impugnación de acuerdos de las Juntas de Accionistas. 2ª edi-
ción, Aranzadi, 1994.
(412) Ibídem, p. 257. Del mismo modo este autor señala: “Reiteradamente declara nuestra Jurisprudencia,
que si los acuerdos impugnados no se suspenden producen sus normales efectos y, por lo tanto, efec-
tividad en tanto no se declare su ineficacia, ello con independencia de que se trate de causas impug-
natorias de nulidad o anulabilidad”. Ob. cit., p. 258.
(413) Auto de la sección N° 12 de la Audiencia Provincial de Barcelona de 26 de mayo de 1992 “Revista
General del Derecho”. Nº 579, p. 12149 y ss., que con la suspensión “(...) se trata, al igual que con
toda medida cautelar, de evitar el periculum in mora, salvando el tiempo que puede transcurrir por la

213
jairo cieza mora

En lo que respecta a la anotación preventiva de demanda y a la suspensión


de acuerdos la doctrina y normativa administrativa española, específicamen-
te la referida al Registro Mercantil, establecen que “De este modo, a través
del conocimiento (merced a la inscripción registral y publicación en el “Bo-
letín Oficial del Registro Mercantil”, en cuya virtud la demanda es oponible
a terceros conforme al artículo 9 del nuevo RRM) de la existencia del litigio,
el tercero ya no puede pretender ser de buena fe alegando desconocer la posi-
ble existencia de vicios o defectos que afectan a los acuerdos de cuya ejecu-
ción dimanen los derechos de los que este tercero fuese titular”(414). Al respec-
to, en lo concerniente a la apariencia de buen derecho: “No se exige ni directa
ni indirectamente esta apariencia, este fumus boni iuris, a diferencia de lo que
ocurre con la suspensión de acuerdos, en la que el requisito del quórum míni-
mo de capital social que la solicite se ha venido interpretando como significa-
tivo de dicha apariencia.(...) El artículo 155 del RRM no requiere la presenta-
ción de documento alguno, sino que simplemente establece que habrá de ser
el “prudente arbitrio” del juez el que decida, sin mas requisitos; por el contra-
rio Gimeno Sendra considera que es necesaria esa mínima acreditación docu-
mental. (...) Así pues, de no ser por la anotación preventiva de demanda y de
no haberse obtenido la suspensión de los acuerdos impugnados, el impugnante
quedaría inerme frente a los terceros, pues sería enormemente difícil probar su
mala fe, que por el contrario, clara y fácilmente se ve enervada a través del ac-
ceso registral de la impugnación”(415).

duración del proceso de impugnación (...)” Por su parte la sentencia de la Sección 15 de la Audiencia
Provincial de Barcelona de 24 de enero de 1994 (Revista Jurídica de Cataluña, 1994-II, pp. 117-118),
señala que la finalidad de la suspensión, en cuanto que medida cautelar, es la “(...) de prevenir adecua-
damente el peligro del llamado daño marginal, derivado de unirse a la duración del proceso una pro-
longada situación de ilicitud no interrumpida, una temida actitud del demandado dispuesto a colocar-
se en situación de eludir las actuaciones que se sigan para dar satisfacción al derecho del demandante
o de cualquier otra circunstancia que haga temer la frustración del mismo” citada por Ibídem, p. 280.
(414) Ibídem, p. 278.
(415) Ibídem, pp. 279-280. El autor también se refiere a aspectos importantes derivados de la figura de la
anotación preventiva, tales como la pendencia del proceso y la caución (contracautela para nosotros)
a otorgarse. Así indica: “Pendencia del Proceso: ‘(...) a nuestro entender, no cabe duda de que debe
existir un procedimiento de impugnación de acuerdos sociales pendiente de resolución para poder
solicitar la anotación preventiva de una demanda (...)’ Ob. cit., p. 281 Prestación de Caución: “A di-
ferencia de la suspensión de acuerdos sociales en los que el juez puede motu proprio decidir la exi-
gencia de prestación de una caución al actor (art. 120.1 TR), en la anotación preventiva de demanda
la decisión judicial relativa a la exigencia de caución es rogada. Así, el art. 15.2 RRM, establece que
‘El juez, a instancia de la Sociedad demandada, podrá supeditar la adopción de la medida a la pres-
tación por parte del demandante de una caución adecuada a los daños y perjuicios que puedan cau-
sarse’. Congruentemente con la admisión que hacemos de la legitimación de quienes intervengan a
favor del mantenimiento del acuerdo social impugnado para poder oponerse a la solicitud de anota-
ción preventiva de demanda, también en este momento admitimos que los mismos podrán exigir la
prestación de caución por parte de quien solicita tal anotación’. Ob. cit., p. 281, ‘(...) estimamos más

214
PROBLEMÁTICA DE LA NULIDAD Y LA IMPUGNACIÓN DE LOS ACUERDOS ...

La doctrina nacional(416) al referirse a la suspensión de acuerdos señala


que: “Entendemos que el juez decretará la suspensión del acuerdo si por la
apreciación de los hechos determina la existencia de indicios suficientes para
su invalidez, o que a su criterio la ejecución del acuerdo ponga en peligro in-
minente a la sociedad o que su ejecución pueda dar lugar a relaciones que re-
basen el ámbito interno de la sociedad”. Recientemente, Torres Carrasco, ha
trabajado sobre el tema(417) señalando que “estamos, pues, frente a un supuesto
de medida cautelar de no innovar, prevista en el artículo 687 del Código Pro-
cesal Civil, y como tal afecta provisionalmente la vigencia del acuerdo, por
lo que su procedencia al ser excepcional debe ser merituada exhaustivamen-
te por el juez”(418).
Contrariamente a la doctrina española antes glosada, el autor citado ex-
presa que “(...) El pedido puede ser interpuesto antes de iniciado un proce-
so o durante la tramitación de este, siempre que los peticionantes demues-
tren que la medida esté destinada a asegurar el cumplimiento de la decisión
definitiva”(419).
Con respecto a la anotación preventiva de demanda se expresa que: “A di-
ferencia de la medida cautelar de suspensión del acuerdo, la anotación de la
demanda no afecta la vigencia y eficacia del acuerdo impugnado sino que tie-
ne por finalidad simplemente eliminar la buena fe registral de un tercero que
celebre algún acto jurídico con la sociedad. Esto es, el acuerdo se ejecuta-
rá, pero el tercero que contrate con la sociedad lo hará a sabiendas que existe
en trámite un proceso de impugnación de un acuerdo de junta, por lo que los
efectos de la sentencia que recaiga en dicho proceso podrían alcanzarle”(420).

acertado el considerar que de la caución (cuando así lo exige el juzgador) se hará depender, no la
efectividad, sino la existencia misma (la ‘adopción’ se dice allí) de la propia medida. Por ello consi-
deramos que el juez puede dictar un auto en el que razone la necesidad de prestación de fianza y en
cuya parte dispositiva se indique que, una vez prestada la fianza, se acordará la anotación preventiva
de demanda, luego la fianza, sí es, strictu sensu, en su caso, presupuesto y requisito de existencia de
la anotación preventiva, ya que antes de dicha prestación no existiría como tal”. Ob. cit., p. 282.
(416) HUNDSKOPF EXEBIO. Oswaldo. El derecho de impugnación... Ob. cit., p. 18 y ss.
(417) TORRES CARRASCO, Manuel Alberto. “El derecho de Impugnación de los Acuerdos Societarios”.
En: Tratado de Derecho Mercantil. Tomo I, Gaceta Jurídica, Lima.
(418) Ibídem, p. 573.
(419) Ídem.
(420) Ídem. De manera referencial considero pertinente transcribir un precedente judicial que resuelve
lo referido a la anotación preventiva de demanda en el caso de un acuerdo no inscrito. Así la Res.
Nº 232-2001-ORLC-TR del Tribunal Registral, en el caso de la Asociación de Empleados del Minis-
terio de Defensa - Ejército “ASEMDE”. La sentencia considera: “(...) Que, el artículo 673 del Código
Procesal Civil regula la “anotación de demanda en los Registros Públicos” señalando que la medida

215
jairo cieza mora

Consideramos, pues, que la suspensión de acuerdos constituye una medi-


da cautelar innovativa, consistiendo la innovación “justamente en provocar
–antes de la emanación de la sentencia de fondo y lógicamente que esta al-
cance firmeza– con fines estrictamente cautelares e instrumentales esos
cambios”(421).
Finalmente, y en cita con la que concordamos plenamente, se expresa:
“Además sería aconsejable que nuestra doctrina, o mejor aún, nuestra judi-
catura, construya una teoría propia de la nulidad y anulabilidad de los actos
societarios, que se distinga de la generalidad de actos jurídicos, a fin de que
sirva de soporte para edificar una coherente teoría de la impugnación de los
acuerdos societarios”(422).

cautelar de anotación de demanda en el registro respectivo es posible cuando la pretensión principal


está referida a derechos inscritos. Que, la norma hace referencia a “derechos inscritos”, sin embar-
go, en el Registro de Personas Jurídicas no se inscriben derechos sino actos y situaciones jurídicas,
en el mismo sentido, señala la norma citada que el registrador cumplirá la orden siempre que la me-
dida resulte compatible con el derecho ya inscrito y añade que la anotación de la demanda no impide
la transferencia del bien ni las afectaciones posteriores; al respecto, dado que en el Registro de Perso-
nas Jurídicas no se inscriben bienes, este extremo de la norma únicamente será de aplicación en los
registros de bienes. Que, resulta entonces que si bien el art. 673 del Código Procesal Civil regula la
anotación de demanda en los registros Públicos, sin excluir a ninguno de los Registros que los inte-
gran, algunos de los supuestos para la concesión de dicha medida solo serán aplicables en las anota-
ciones a realizarse en los Registros de Bienes y no en los Registros de Personas; (...) Que, tratándo-
se de anotaciones de demanda en el registro de Personas Jurídicas sea que el acto impugnado conste
inscrito o no, en ningún caso se afectan bienes de la persona jurídica de que se trate; por lo tanto, no
existe razón para entender que el presupuesto consistente en que la pretensión esté referida a dere-
chos inscritos sea equivalente –en el registro de Personas Jurídicas–, a que la pretensión esté referi-
da a actos inscritos.
(421) ARIANO DEHO, Eugenia. “Algunas reflexiones sobre la denominada “Tutela Anticipatoria” y so-
bre “Medidas de Satisfacción inmediata”. En: Problemas del Proceso Civil. Jurista editores, 2003,
p. 689. La autora en una interesante interpretación acerca de la identidad de la medida cautelar inno-
vativa y la denominada medida anticipada (artículo 618 del CPC) nos explica: “Si yo pretendo fren-
te a la violación del derecho a la imagen que cesen los actos lesivos consistentes en la publicación
en fascículos de una serie de fotos referidas a mi vida privada, pues, a través de una medida caute-
lar puedo obtener que cese también esa conducta. Si yo pretendo el cumplimiento de las prestacio-
nes periódicas de un contrato de suministro, podría obtener en vía cautelar tal cumplimiento. En es-
tas situaciones innovar es anticipar y anticipar es innovar. Lo que significa que la medida cautelar
atípica del art. 618 es la misma del art. 682, con la sola diferencia que para esta última se exigiría la
inminencia del perjuicio, pero como ya hemos visto la inminencia es un requisito que bien entendi-
do funciona en todos los casos que exista una potencialidad –repetitiva– de daño irreparable, con lo
cual, obviamente, desaparece toda diferencia y llegamos a la conclusión que se trata de una mera du-
plicación de normas”.
(422) TORRES CARRASCO. Ob. cit., p. 580.

216
CAPÍTULO VI

EL PLAZO DE PRESCRIPCIÓN
O CADUCIDAD EN MATERIA DE
IMPUGNACIÓN DE ACUERDOS
ASOCIATIVOS Y SOCIETARIOS.
PROBLEMÁTICA EN LOS TRIBUNALES

I. JURISPRUDENCIA
a) Cas. N° 2566-99-Callao
Lima, once de enero del dos mil
LA SALA CIVIL TRANSITORIA DE LA CORTE SUPREMA DE
JUSTICIA DE LA REPÚBLICA, vista la Causa número dos mil qui-
nientos sesentiséis-noventinueve, con el acompañado, en Audiencia
Pública de la fecha y producida la votación con arreglo a ley, emite la si-
guiente sentencia:
MATERIA DEL RECURSO:
Don Pedro Pablo Cordero Bravo recurre en casación de la Resolución de
vista de fojas setentisiete del cinco de agosto de mil novecientos noven-
tinueve, que revoca el auto apelado copiado a fojas diez del veintiséis de
agosto de mil novecientos noventiocho que declara infundada la excep-
ción de caducidad y saneado el proceso y la existencia de una relación ju-
rídica procesal válida y reformándola declara fundada dicha excepción,
nulo todo lo actuado y por concluido el proceso.

217
jairo cieza mora

FUNDAMENTOS DEL RECURSO:


Por Resolución de esta Sala Casatoria del diez de noviembre de mil no-
vecientos noventinueve se ha declarado procedente el recurso solo por la
causal de interpretación errónea del artículo ciento cuarenticuatro del De-
creto Legislativo número trescientos once, Ley General de Sociedades, al
considerar la resolución de vista que la norma es determinante al fijar los
treinta días de caducidad posteriormente a la inscripción registral, con el
argumento que por interpretación literal y doctrinaria ese plazo es potesta-
tivo y no determinante, y solo se aplica para los casos en que el accionis-
ta titular del derecho de impugnación no haya estado presente en la sesión
y por ende no haya tenido conocimiento del acuerdo, y así mismo que hay
error al considerar que el plazo de sesenta días es para acuerdos no inscri-
bibles y que habiéndose inscrito el acuerdo, necesariamente deben apli-
carse los treinta días.
CONSIDERANDO:
Primero.- Que los plazos previstos en el artículo ciento cuarenticuatro
de la Ley General de Sociedades Decreto Legislativo número trescientos
once(423), son de caducidad, porque tratándose de un derecho a impugnar,
el derecho resulta ínsito a la acción, y al extinguirse esta se extingue el de-
recho; de tal manera que desaparece toda titularidad en el sujeto.
Segundo.- Que en el instituto de la caducidad, a diferencia de la prescrip-
ción, se aprecia el imperativo de la ley por asegurar una situación jurídi-
ca, lo que se explica por su íntima vinculación con el interés colectivo y
la seguridad jurídica, por ello el juez está facultado para aplicarla de ofi-
cio en una verdadera función de policía jurídica, superando el interés in-
dividual ya que no cabe renuncia ni pacto en contrario. Por esa misma ra-
zón, la caducidad se produce transcurrido el último día del plazo, aunque
este sea inhábil.
Tercero.- Que la acción de impugnación de los acuerdos de una Junta Ge-
neral de Accionistas tiene como finalidad invalidar aquellos que sean con-
trarios a la ley, se opongan al Estatuto o que lesionan en beneficio de uno
o varios accionistas los intereses de la sociedad, como prescribe el artículo

(423) Que regulaba los plazos para impugnar acuerdos en la anterior Ley Societaria, hoy regulados en el ar-
tículo 142 de la actual Ley General de Sociedades (Ley Nº 26887) más adelante comentado. Sin em-
bargo esta jurisprudencia también refiere al artículo 142 de la ley vigente.

218
PROBLEMÁTICA DE LA NULIDAD Y LA IMPUGNACIÓN DE LOS ACUERDOS ...

ciento cuarentitrés de la Ley citada, y estas se ejercen en los plazos seña-


lados, que como anota el maestro Montoya Manfredi son de caducidad,
“como una forma de brindar seguridad jurídica en materia societaria” (De-
recho Comercial. Tomo uno, página quinientos doce, Grijley, mil nove-
cientos noventiocho).
Cuarto.- Que en el presente caso el problema se plantea porque la Jun-
ta que se impugna se celebró el veintisiete de octubre de mil novecientos
noventisiete, y la acción se interpuso el veintiséis de diciembre siguiente,
o sea dentro del plazo de sesenta días previsto en el primer párrafo del ar-
tículo ciento cuarenticuatro, bajo examen; pero resulta que el acuerdo de
la junta fue inscrito en el Registro Público el treintiuno de octubre y enton-
ces la de vista aplica el plazo de un mes a partir de esa fecha, que se cum-
ple mucho antes que el primero.
Quinto.- Que como se ha expresado en reiteradas ejecutorias, el ordena-
miento jurídico, aunque se produzca paulatinamente, constituye un todo
unitario y armónico y la interpretación de la norma se debe hacer en su
contexto, esto es buscando el sentido que debe tener para armonizar orgá-
nica y lógicamente con el ordenamiento jurídico, y la llamada intención
del legislador que informa la ley, en una concepción moderna, es precisa-
mente esa, pues el legislador no puede tener otra intención que legislar en
el marco de la Constitución, de acuerdo con los principios que informan el
Derecho peruano y para el bien común.
Sexto.- Si la norma prevé un primer plazo de sesenta días contados a par-
tir de la fecha del acuerdo, este plazo no puede reducirse porque el acuer-
do se inscribió en el Registro Público, porque si bien la brevedad del pla-
zo se estableció para favorecer la firmeza del acuerdo social, también se
debe considerar el derecho del impugnante, y el principio de que todo pla-
zo se establece en beneficio del deudor.
Sétimo.- Se advierte también que la norma no se ha puesto en el caso
de acuerdos inscribibles, y no inscribibles, sino que se refiere al mismo
acuerdo, en el caso de que este sea inscrito, por lo que debe entenderse
que el segundo plazo es adicional, y de ningún modo que suprime el pri-
mero; en todo caso la interpretación correcta es que queda subsumido en
el plazo mayor.
Octavo.- Que el artículo noventidós del Código Civil contiene una norma
similar, en la que se prevén dos plazos para impugnar acuerdos sociales,

219
jairo cieza mora

uno de sesenta días a partir de la fecha del acuerdo y otro de treinta días si-
guientes a la fecha de la inscripción; y Marcial Rubio comentándolo con-
sidera que el segundo es un plazo adicional, “pues el interesado para inter-
poner la acción no debe esperar a la inscripción para poder iniciarla y bien
puede proceder dentro del plazo de sesenta días desde que fue adoptada”
(Prescripción y Caducidad, Biblioteca para Leer el Código Civil, Univer-
sidad Católica, mil novecientos ochentinueve, página ciento dieciséis).
Noveno.- Que es distinto el caso del artículo ciento cuarentidós de la vigen-
te Ley General de Sociedades el que diferencia tres situaciones: a) cuando
el accionista concurrió a la junta la acción de impugnación caduca a los
dos meses de la fecha del acuerdo; b) si el accionista no concurrió caduca
a los tres meses; y c) tratándose de acuerdos inscribibles, dentro del mes
siguiente a la inscripción; por estos fundamentos; declararon FUNDADO
el Recurso interpuesto a fojas ochenticuatro, NULA la Resolución de vis-
ta y actuando en sede de instancia, confirmaron la apelada que declara IN-
FUNDADA la excepción de caducidad; con lo demás que contiene, DIS-
PUSIERON la publicación de la presente resolución en el diario oficial
El Peruano; en los seguidos por Pedro Pablo Cordero Bravo con El Pací-
fico Agencia de Aduanas Sociedad Anónima otros sobre impugnación de
acuerdo de junta general; y los devolvieron.
SS. URRELLO A.; SÁNCHEZ PALACIOS P.; ECHEVARRÍA A.; DEZA
P.; CÁCERES B.
b) “Las acciones impugnatorias que violen las disposiciones legales o
estatutarias deben ejercitarse en un plazo no mayor de sesenta días
contados a partir de la fecha del acuerdo. Que este plazo es uno de
caducidad y funciona para el caso de autos aun cuando la nulidad de-
mandada se funde en las del acto jurídico previstas en los incisos seis
y siete del artículo 219 del Código Civil” (Exp. N° 1095-95, Cuarta
Sala Civil de la Corte Superior de Justicia, Hinostroza Minguez,
Alberto. Jurisprudencia Civil. Tomo I, p. 33).
c) “El segundo párrafo del artículo 92 del Código Civil señala que las
acciones impugnatorias deben ejercitarse en un plazo no mayor de
sesenta días contados a partir de la fecha del acuerdo; en este senti-
do, el justiciable asociado tiene derecho a impugnar judicialmente los
acuerdos que violen las disposiciones legales o estatutarias de la aso-
ciación dentro del plazo antes señalado; derecho que caduca cuando
transcurre el tiempo sin que accione, produciéndose la caducidad del

220
PROBLEMÁTICA DE LA NULIDAD Y LA IMPUGNACIÓN DE LOS ACUERDOS ...

derecho” (Cas. N° 1390-96-Lima, Sala Civil de la Corte Suprema,


El Peruano, 14/05/1998, p. 1030).
c) “El artículo noventa y dos del Código Civil contiene una norma en la
que se prevén dos plazos para impugnar acuerdos sociales, uno de se-
senta días a partir de la fecha del acuerdo y otro de treinta días siguien-
tes a la fecha de la inscripción; el segundo es un plazo adicional, pues
el interesado para interponer la acción no debe esperar la inscripción
para poder iniciarla y bien puede proceder dentro del plazo de sesenta
días desde que fue adoptada” (Cas. N° 25666-99 del 11/01/2000. Ex-
plorador Jurisprudencial. Gaceta Jurídica)(424).

II. Comentario e introducción al tema


Dentro de la provincia de la Impugnación y la Nulidad de Acuerdos aso-
ciativos y societarios, regulados en nuestro Código Civil (artículo 92) y nues-
tra Ley General de Sociedades (artículos 38, 142 y 150) constituye un re-
ferente importante el correspondiente al plazo para interponer las acciones
impugnatorias o de nulidad de acuerdos sociales. Asimismo es un imperati-
vo práctico comprender si nos encontramos ante un plazo de caducidad o de
prescripción a fin de ejercer el derecho de acción a impugnar los acuerdos que
consideramos deben ser revocados por encontrarse dentro de las causales re-
feridas en nuestra legislación civil o societaria. Este no es un tema que sola-
mente sea “incentivador” desde el punto de vista doctrinal, sino que tiene evi-
dentemente implicancias prácticas en el desenvolvimiento de la institución de
la impugnación de acuerdos emanados de Personas Jurídicas en las que estas
incertidumbres de carácter legal se presentan, por lo que conviene tener el pa-
norama jurídico lo más claro posible a fin de dar respuestas coherentes a las
interrogantes que se nos plantean. Con el objeto de dar una respuesta a estas
preguntas que se nos presentan a través de las resoluciones judiciales transcri-
tas precedentemente, abordaremos el problema desde la perspectiva del desa-
rrollo histórico de las instituciones así como analizando la naturaleza jurídica
de las mismas diferenciándolas para poder definir si en materia de nulidad o
impugnación de acuerdos nos encontramos ante situación de prescripción o de
caducidad independientemente del criterio que el legislador, al menos en ma-
teria societaria, ya ha adoptado.

(424) Las jurisprudencias Números 2,3 y 4 han sido tomadas de Código Civil comentado. Tomo I . Título
Preliminar, Derecho de las Personas y Acto Jurídico. Gaceta Jurídica, Lima, pp. 452-454.

221
jairo cieza mora

III. ANTECEDENTES HISTÓRICOS DE LA PRESCRIPCIÓN Y


LA CADUCIDAD
Como el tema que nos ocupa se refiere a efectos desfavorables en determi-
nadas situaciones jurídicas subjetivas, sin duda al hablar de prescripción debe-
mos referirnos a la denominada prescripción extintiva. En efecto, la denomi-
nada prescripción adquisitiva actúa básicamente en el campo de los derechos
reales (modo de adquisición de la propiedad: art. 950 y ss. del CC) y se cons-
tituye en una institución independiente de la primera(425).
Históricamente la prescripción adquisitiva (llamada también usucapión)
es anterior a la extintiva (también llamada liberatoria). Así es, según un auto-
rizado autor(426) la usucapio (de usu capear que significa adquirir por el uso)
apareció en Roma como un modo de adquirir la propiedad de la cosas por una
posesión suficientemente prolongada, siendo necesario para usucapir apode-
rarse de la cosa y hacer uso de la misma. Sobre este punto Juan Iglesias señala:
“Usucapio es la adquisición del dominio por la posesión-usus- continua-
da de una cosa durante un cierto tiempo. En las épocas antigua y clásica,
esta institución responde a la necesidad de convertir al propietario a quien
no es tal, sea porque el transmitente carece de derecho, sea porque no se
ha observado la forma requerida para la transmisión. Desaparecida luego
la distinción entre adquisiciones formales y no formales la usucapio tiene
por fin único el de transformar en verdadera la situación jurídica aparente
del que adquiere de buena fe a non domino”(427).
Bastante tiempo después, según indica Eugen Petit, luego de haberse fija-
do plenamente por los jurisconsultos romanos las condiciones necesarias para
la usucapión, apareció otra institución destinada a proteger a los poseedores
de los fundos, para los cuales no se aplicaba la usucapión y que era la praes-
criptio longi temporis que en buena cuenta permitía al poseedor rechazar la
actio in rem que se pretendiera hacer valer contra él cuando su posesión venía

(425) Se sostiene, con razón, que de ninguna manera pueden reunirse ambos fenómenos en una sola defini-
ción. De modo que cualquier análisis que busque tratarlos de manera conjunta sería “impertinente”.
Así: Umberto BRECCIA, Lina BIGLIAZZI GERI, Ugo NATOLI y Francesco Donato BUSNELLI.
Derecho Civil. Tomo I, V. I. Traducción de la edición italiana de Fernando HINESTROSA. Univer-
sidad Externado de Colombia. Bogotá, 1995, p. 488.
(426) PETIT, Eugene. Tratado Elemental... Ob. cit., p. 265.
(427) IGLESIAS, Juan. Derecho Romano... Ob. cit., p. 290.

222
PROBLEMÁTICA DE LA NULIDAD Y LA IMPUGNACIÓN DE LOS ACUERDOS ...

de largo tiempo y que, por eso, el poseedor adquiría la propiedad frente al no


uso por el propietario que vería extinguirse su derecho(428).
Asimismo, se afirma que “[l]a prescripción extintiva de las acciones tiene
primeros reconocimientos en la época imperial, a través de la longi temporis
praescriptio, concedida al poseedor de buena fe y justo título de terreno provi-
dencial, frente a la inacción del dueño durante 10 años entre presentes y vein-
te entre ausentes”(429).
El transcurso del tiempo para la consolidación de un derecho determinó
que en el mismo Derecho Romano se hiciera necesario precisar la duración de
la posesión para hacer procedente la usucapio, esto es, la adquisición del de-
recho. Fue así como apareció la prescripción treintañal y que se fueran fijan-
do plazos prescriptorios según la naturaleza de las acciones a las cuales fueran
oponibles la praescriptio temporis o excepción de prescripción(430).
En nuestro medio, Augusto Ferrero ha seguido la pista del desarrollo his-
tórico de la prescripción desde el Derecho Romano hasta la entrada en vigen-
cia del Code Napoleónico, señalando que en los periodos finales del imperio
Romano de occidente, se establecieron los distintos plazos prescriptorios para
las acciones como respuesta a la necesidad ya mencionada. Por ejemplo, Teo-
dosio II dispuso un plazo de 30 años permitiéndose al poseedor de mala fe y
sin justo título cesar en su exposición a la rei vindicatio del propietario, Anas-
tasio estableció 40 años para todas aquellas acciones que no tuviesen plazo
prescriptorio definido. Posteriormente, en la edad media, los glosadores en-
tendieron que la voz praescriptio tenía por objeto designar la pérdida o adqui-
sición de los derechos por el transcurso del tiempo y colocaron bajo este con-
cepto la usucapión y la prescripción(431).
Esta concepción de los glosadores se mantuvo vigente durante varios si-
glos y fue trasladada al code de 1804 y de este a los códigos sobre los cuales
ejerció influencia, entre ellos el peruano de 1852(432).

(428) PETIT. Ob. cit., p. 272.


(429) IGLESIAS. Ob. cit., p. 191.
(430) VIDAL RAMÍREZ, Fernando. “Comentario al artículo 1989”. En: Código Civil Comentado. Tomo X,
Gaceta Jurídica, Lima, 2005, p. 253.
(431) FERRERO COSTA, Augusto. La Prescripción extintiva. Tesis Doctoral. Universidad Nacional Ma-
yor de San Marcos, Lima, 1974, p. 16. Citado por VIDAL RAMÍREZ, Fernando. La Prescripción y
la Caducidad. Cultural Cuzco, Lima, 1988, p. 94.
(432) Loc. cit.

223
jairo cieza mora

Sobre la caducidad también se afirma que tiene un origen romano. En


efecto, esta institución se remonta a las llamadas Lex Caducarias (dadas du-
rante el gobierno de Augusto): la lex Julia de maritandis ordinabus y la lex
Papia Poppaea, complementaria de la anterior. Estas leyes imponían a los cé-
libes y a los casados que no tuviesen descendencia, la privación de las libera-
lidades que les fueran dejadas en un testamento, a los primeros, y una caduci-
dad de la mitad, a los segundos; y en los 100 días siguientes al fallecimiento
del testador, de no haber contraído matrimonio o haber procreado, las libera-
lidades quedaban sin efecto, caducaban. Esta leyes, pues, alentaban el matri-
monio y la procreación de hijos legítimos(433).
Señala Fernando Vidal que “(...) el origen de la caducidad explica que se
utilice la expresión como indicativa de la pérdida de un derecho y que con esta
acepción la recoja el Diccionario de la Lengua Española. El vocablo viene del
verbo latino cadere, que significa caer, y, en su significado jurídico, es una
sanción que hace perder o impide nacer un derecho, o, la decadencia o pérdida
de un derecho porque no se ejercita, dentro de un plazo establecido por la ley,
la acción necesaria para su preservación. Con uno u otro significado, la cadu-
cidad, como institución jurídica ha sido acogida por la codificación civil mo-
derna, vinculándosele al transcurso del tiempo y, por ello, confundiéndosele
con la prescripción extintiva”(434).
Efectivamente teniendo en consideración que es común a la prescripción
y a la caducidad el transcurso del paso del tiempo así como los efectos para la
pérdida o adquisición de un derecho es que siempre se ha dado la confusión
entre estas dos figuras jurídicas cuyo derrotero histórico nos da los primeros
elementos diferenciadores y que en las líneas siguientes pasamos a desarro-
llar con mayor amplitud.

IV. DESARROLLO DOCTRINAL DE LA PRESCRIPCIÓN Y LA


CADUCIDAD EN NUESTRO MEDIO
Acabada esta breve referencia histórica, que es importante porque ayuda a
esclarecer los conceptos involucrados(435), pasemos a las teorías sobre la pres-
cripción y la caducidad.

(433) Sobre las Leyes Caducarias ver: Eugen PETIT. Ob. cit., pp. 572 y 573.
(434) VIDAL RAMÍREZ, Fernando. Ob. cit., p. 198.
(435) Ibídem, p. 197: “(...) para delimitar los conceptos adecuadamente, es imprescindible partir de su origen
histórico”.

224
PROBLEMÁTICA DE LA NULIDAD Y LA IMPUGNACIÓN DE LOS ACUERDOS ...

La primera teoría (concepción unitaria) tiene como premisa el hecho de


que la prescripción extintiva y la caducidad son dos aspectos distintos de una
misma institución. Este planteamiento es el recogido por el code, el cual no
establece distinción alguna. Sobre el particular dice Marcial Rubio: “En la his-
toria del Derecho, no ha existido un concepto claro sobre la prescripción ex-
tintiva, principalmente, en cuanto atañe a su diferencia con la caducidad”(436).
Roca Sastre citado por Puig Brutau en su famoso texto sobre Caducidad
y Prescripción extintiva ha escrito: “En la caducidad, la ley o las partes esta-
blecen: tal derecho solo tendrá una duración de tantos días o años a contar de
determinada fecha; en la prescripción la ley dice: tal derecho subsistirá mien-
tras no se produzca el hecho de no ejecutarlo o de permanecer inactivo duran-
te tantos años o días. La caducidad es un hecho simple, de fácil comprobación
y puro automatismo; por eso no requiere litis y todo funcionario puede decla-
rar que la misma se ha producido. No así la prescripción, pues esta es un hecho
complejo, dados sus problemas de cómputo, interrupción, etc.”(437).
Por su parte, Fernando Vidal precisa que: “La doctrina ha prestado poca
atención a la caducidad y la codificación civil no ha relievado su tratamiento,
habiéndosele confundido con la prescripción y, es más, subsumido sus plazos
dentro de los de esta”(438).
Como dijimos precedentemente, entre la caducidad y la prescripción ex-
tintiva existe una afinidad que “se sustenta en el transcurso del tiempo y, por
eso, por largo tiempo, en la doctrina y en la codificación se les confundía, en-
tendiéndose a la primera como una forma de la segunda”(439). El mismo Fer-
nando Vidal ha resaltado este dato recientemente al manifestar que “La cadu-
cidad, como la prescripción extintiva, produce su efecto por el mero transcurso
del tiempo y ello era lo que producía la confusión”(440).
La situación de las instituciones tratadas en el código vigente es descrita,
con claridad pedagógica por Marcial Rubio, quien señala:

(436) RUBIO CORREA, Marcial. Prescripción y Caducidad. La extinción de acciones y derechos en el


Código Civil. Fondo Editorial de la PUCP, Lima, 1997, p. 25.
(437) PUIG BRUTAU, José. Caducidad y Prescripción extintiva. BOSCH, Casa Editorial, Barcelona,
1986, p. 8, citando a Ramón M. Roca sastre y Luis Roca - Sastre Muncunill, Derecho Hipotecario.
Tomo IV-2, séptima edición, Barcelona, 1979, p. 1.216.
(438) VIDAL RAMÍREZ, Fernando. Ob. cit., p. 197.
(439) Ibídem, p. 203.
(440) VIDAL RAMÍREZ, Fernando. “Comentario al artículo 2003”. En: Código Civil comentado. Ob. cit.,
p. 341.

225
jairo cieza mora

“El derecho civil, y nuestro código vigente, contienen dos conceptos dis-
tintos denominados como prescripción, y otros dos conceptos nombrados
bajo la palabra caducidad (...). Prescripciones y caducidades tienen, todas,
un factor común: están referidas a ciertos efectos que, en el Derecho, pro-
duce el transcurso del tiempo. Sin embargo, los efectos son distintos en
cada uno de los cuatro casos.
Las prescripciones se dividen en adquisitiva y extintiva. La prescripción
adquisitiva es un modo de adquisición de la propiedad en el que confluyen dos
factores determinantes: el transcurso de un cierto lapso, y la existencia de una
determinada calidad de posesión sobre el bien materia del caso (...). La pres-
cripción extintiva es una institución jurídica según la cual, el transcurso de un
determinado lapso extingue la acción que el sujeto tiene, para exigir un de-
recho ante los tribunales. Consustancial a la prescripción extintiva es la des-
preocupación del sujeto para exigir su derecho durante el lapso mencionado.
De esta manera, la diferencia fundamental entre las dos prescripciones consis-
te en que la adquisitiva permite adquirir la propiedad sobre un bien; en tanto
que la extintiva hace desaparecer la acción que respalda al derecho que se tie-
ne (...). En lo que se refiere a la caducidad, ella tiene dos variantes: existe la
que se refiere a instituciones y actos; y la que se refiere a acciones y derechos.
La caducidad de instituciones y actos, consiste en la extinción de este
tipo de figuras jurídicas. Así, en el Código Civil peruano se dice que cadu-
can los poderes (art. 264)(441); los testamentos (arts. 715-720)(442); la oferta

(441) Artículo 264.- El matrimonio puede contraerse por apoderado especialmente autorizado por escritura
pública, con identificación de la persona con quien ha de celebrarse, bajo sanción de nulidad. Es in-
dispensable la presencia de esta última en el acto de celebración. El matrimonio es nulo si el poder-
dante revoca el poder o deviene incapaz antes de la celebración, aun cuando el apoderado ignore ta-
les hechos. Para que surta efecto la revocatoria debe notificarse al apoderado y al otro contrayente. El
poder caduca a los seis meses de otorgado”.
(442) Artículo 715.- El testamento militar caduca a los tres meses desde que el testador deje de estar en
campaña y llegue a un lugar del territorio nacional donde sea posible otorgar testamento en las for-
mas ordinarias. El plazo de caducidad se computa a partir de la fecha del documento oficial que au-
toriza el retorno del testador sin perjuicio del término de la distancia. Si el testador muere antes del
plazo señalado para la caducidad, sus presuntos herederos y legatarios pedirán ante el juez en cuyo
poder se encuentre el testamento su comprobación judicial y protocolización notarial, conforme a las
disposiciones de los artículos 707, segundo párrafo a 711. Si el testamento otorgado en las circuns-
tancias a que se refiere el artículo 712 tuviera los requisitos del testamento ológrafo, caduca al año de
la muerte del testador.
Artículo 720.- El testamento marítimo caduca a los tres meses de haber desembarcado definitivamen-
te el testador. Si muere antes del vencimiento de este plazo, sus presuntos herederos y legatarios pe-
dirán al juez en cuyo poder se encuentre, su comprobación judicial y protocolización notarial, con-
forme a las disposiciones de los artículos 707, segundo párrafo, a 711. Si el testamento otorgado en

226
PROBLEMÁTICA DE LA NULIDAD Y LA IMPUGNACIÓN DE LOS ACUERDOS ...

(art. 1385)(443); la facultad de revocar donaciones (art. 1639)(444); el crédito del


hospedante dentro del contrato de hospedaje (art. 1725)(445); y, el plazo para
que el comitente comunique al contratista las diversidades o vicios de la obra
sometida al contrato de obra (art. 1783)(446).
A su lado, existe la caducidad simultánea de acciones y derechos, señala-
da en el artículo 2003 del Código Civil: “La caducidad extingue el derecho y
la acción correspondiente”(447).
Este mismo autor señala más adelante las siguientes ideas que nos sirven
para identificar su concepción sobre la prescripción extintiva, indicando al
respecto:
“[E]l artículo 1989 del Código Civil establece que la prescripción es una
institución jurídica que, mediante el transcurso del tiempo, extingue la ac-
ción, dejando subsistente el derecho que le sirve de base. Ello nos lleva a
discutir los conceptos de acción y de derecho (...). Tal como queda con-
figurado en el artículo 1989, el derecho es lo que en doctrina se denomi-
na derecho subjetivo, al que se define de muchísimas maneras pero que,
en esencia, es la potestad o atribución que se encarna en una persona, a

las circunstancias a que se refiere el artículo 716 tuviera los requisitos del testamento ológrafo, cadu-
ca al año de la muerte del testador.
(443) Artículo 1385.- La oferta caduca:
1. Si se hizo sin conceder plazo determinado o determinable a una persona con la que el oferente está
en comunicación inmediata y no fue seguidamente aceptada.
2. Si se hizo sin conceder plazo determinado o determinable a una persona con la que el oferente no
está en comunicación inmediata y hubiese transcurrido el tiempo suficiente para llegar la respuesta a
conocimiento del oferente,por el mismo medio de comunicación utilizado por este.
3. Si antes de recibida la oferta o simultáneamente con esta llega a conocimiento del destinatario la
retractación del oferente.
(444) Artículo 1639.- “La facultad de revocar la donación caduca a los seis meses desde que sobrevino al-
guna de las causas del artículo 1637” (causas de indignidad y desheredación).
(445) Artículo 1725.- El crédito del hospedante caduca a los seis meses contados a partir del momento de
la terminación del contrato.
(446) Artículo 1783.- El comitente puede solicitar a su elección, que las diversidades o los vicios de la
obra se eliminen a costa del contratista, o bien que la retribución sea disminuida proporcionalmente,
sin perjuicio del resarcimiento del daño. Si las diversidades o los vicios son tales que hagan inútil la
obra para la finalidad convenida, el comitente puede pedir la resolución del contrato y la indemniza-
ción por los daños y perjuicios. El comitente debe comunicar al contratista las diversidades o los vi-
cios dentro de los sesenta días de recepcionada la obra. Este plazo es de caducidad. La acción conra
el contratista prescribe al año de construida la obra.
(447) RUBIO CORREA, Marcial. Ob. cit., p. 15 y ss.

227
jairo cieza mora

partir de un texto normativo, para perseguir legítimamente su interés o


beneficio”(448).
El concepto de acción ha recibido diversas definiciones. Para el autor en
mención, la acción es la atribución que tienen las personas de recurrir ante los
tribunales para que, poniéndose en movimiento la maquinaria de administra-
ción de justicia, se les reconozca o se mande hacer efectivo su derecho”(449). En
este sentido Rubio manifiesta que “(...) la prescripción de que tratamos, tiene
como efecto directo la generación de obligaciones naturales, es decir, de de-
rechos subjetivos desprovistos de acción, pero que aún conservan un mínimo
respaldo “pasivo” del Estado(450).
En España, la diferencia entre prescripción extintiva y caducidad se con-
solida a partir de la obra de Alas, de Buen y Ramos, De la prescripción extin-
tiva, publicada en Madrid allá por 1918(451). Siguiendo a autores alemanes e
italianos, establecen claramente la diferencia. En la caducidad el tiempo fija el
principio y fin del derecho. “Tanto tiempo, tanto derecho”, se dice en alemán
(wie viel Frist, so viel Recht)(452). En el derecho español la jurisprudencia había
abordado con claridad meridiana lo referente a la distinción entre prescripción
y caducidad ya desde la década de los años 50 del siglo precedente. Así por
ejemplo, La Sala Primera del Tribunal Supremo ha sido clara y reiterativa a
través de sus pronunciamientos, como la sentencia de 25 de setiembre de 1950
(Aranzadi, número 1.406)(453) que declaró que la prescripción descansa en la
necesidad de poner término a la incertidumbre de los derechos y en la presun-
ción de abandono por parte del titular, al paso que la caducidad “se funda ex-
clusivamente en la necesidad de dar seguridad al tráfico jurídico y opera por el
mero transcurso del tiempo, siendo la prescripción estimable solo a instancia

(448) Marcial Rubio explica que “Salvo ciertas excepciones específicamente establecidas en la legislación
(como por ejemplo la no exigibilidad por acción de las deudas de juego y apuesta no autorizados ni
prohibidos de que habla el artículo 1943 del mismo Código), a todo derecho subjetivo acompaña el
derecho de acción”. Ibídem, p. 27.
(449) Ibídem, pp. 26 y 27.
(450) Ibídem, p. 28. Este respaldo “pasivo” es explicado por el autor de la forma siguiente:
“[E]xiste también un respaldo pasivo del Estado, y consiste en que si bien en ciertos casos no se otor-
ga la acción al derecho subjetivo, sí se protege al acreedor frente al cual el deudor cumple con su
obligación tales son, a manera de ejemplo, los preceptos contenidos en los artículo 1725 y segundo
párrafo del artículo 1943, en los que establecen que no hay lugar a repetición (es decir, devolución),
cuando se paga una deuda prescrita, o cuando se paga una deuda emanada del juego y la apuesta no
autorizados”.
(451) Leopoldo Alas, Demófilo de Buen y Enrique E. Ramos, De la prescripción extintiva. Madrid, 1918.
(452) Citado por PUIG BRUTAU. Ob. cit., p. 8.
(453) Ídem.

228
PROBLEMÁTICA DE LA NULIDAD Y LA IMPUGNACIÓN DE LOS ACUERDOS ...

de parte y la caducidad también de oficio por el Tribunal, susceptible la pres-


cripción de interrupción por actos del que por ella puede resultar perjudicado,
al paso que la caducidad no admite en ningún caso la interrupción del tiempo
cuyo simple transcurso la origina”(454). En opinión con la que concordamos el
destacado jurista citado(455) concluye resumiendo que “los conceptos de cadu-
cidad y prescripción se distinguen profundamente, pues el primero responde a
una situación temporalmente delimitada de antemano, de manera que se sabe
cuando se iniciará y al propio tiempo cuando terminará, mientras que la pres-
cripción afecta derechos que, en principio, no tiene una limitación temporal,
pero con la posibilidad de que el transcurso de un periodo suficiente para su
normal ejercicio permita al obligado considerarse liberado de tener que reali-
zar necesariamente su prestación”.
El maestro sanmarquino José León Barandiarán en torno al tema ha señala-
do: “El no ejercicio de la acción extingue esta. La ley señala los términos den-
tro de los cuales las acciones deben ejercitarse para que no perezcan. El trans-
curso del tiempo señalado por la ley y la inacción del acreedor constituyen,
pues, las condiciones para que se produzca la prescripción de acción (...)”.
La inercia del pretensor hace fenecer el derecho que a reclamar tenía. Por
regla, todos los derechos patrimoniales son, así, susceptibles de prescripción.

(454) Así también es importante destacar la sentencia del 22 de diciembre 1950 (Repertorio de Jurispruden-
cia Aranzadi. Núm. 1.846): “En la prescripción extintiva a diferencia de lo que ocurre en la caducidad
de derechos, acciones o exigencias, el factor tiempo señalado por la ley puede ser detenido en su mar-
cha, tendente a la extinción de relaciones jurídicas, si median determinados actos obstativos al desig-
nio prescriptivo, que no siempre producen los mismos efectos, pues unas veces suspenden el curso
del plazo liberatorio –praescriptio dormit– sin anular el transcurrido anteriormente, el cual será uni-
do, en el computo del plazo prescriptivo al que transcurra después de cesar la causa de la suspensión,
y otras veces no solo paralizan el curso del plazo mientras dicha causa actúa , sino que interrumpen
en sentido jurídico o invalidad el tiempo pasado anterior, comenzando a correr de nuevo la prescrip-
ción al cesar el acto obstativo, como si hasta este momento no hubiera existido la inactividad, silen-
cio o no ejercicio del derecho que, por razones de interés social, no avenido con una prolongada in-
certidumbre jurídica, constituye el fundamento de la prescripción” (citado por Puig Brutau. Ob. cit.,
p. 9). Con suma claridad la sentencia del 5 de julio de 1957 (RJA, núm. 2.554) expresa: “Cuando se
otorga un tiempo determinado para su ejercicio, se está ante la presencia de un plazo de caducidad,
pasado el cual el derecho de que se trata ha dejado de existir, debiendo ser tomado en cuanta por el
juzgador aun cuando solo se desprenda su transcurso de los hechos que el actor expresa, pus de oficio
ha de ser acordada; mientras que por el contrario la prescripción hace referencia tan solo a las preten-
siones que las partes pueden deducir, no a los derechos que les afectan, quedando estos solo parali-
zados mediante la excepción que se promueve, excepción que solo cabe admitir cuando por la parte
expresamente se articula; respondiendo aquella, la primera, a la necesidad de dar seguridades al trá-
fico jurídico, y estando la segunda, la prescripción, fundada en la conveniencia de poner término a la
incertidumbre de los derechos, entendiéndolos abandonados cuando su titular no los ejercita” (citada
por Puig Brutau, p. 10).
(455) PUIG BRUTAU. Ob. cit., p. 11.

229
jairo cieza mora

este tiene lugar, pues, trátese de derechos crediticios o de derechos reales. No


funciona tratándose de derechos relativos al estado de las personas, ni a los de
familia, por regla general”(456). Más adelante acota: “La prescripción funcio-
na específicamente contra la pretensión del acreedor de un derecho. La pres-
cripción paraliza esta pretensión; pero ello no significa en puridad de princi-
pio, que destruye el derecho mismo. Esto se comprueba, pues aun prescrita la
acción, el derecho puede suscitar efectos jurídicos: pago con no repetición, re-
conocimiento de la obligación, constitución de una seguridad, novación”(457).
Sobre el interés público o privado de la prescripción Marcial Rubio, en
opinión que compartimos, muestra su discrepancia sobre aquellas opiniones
que identifican a la prescripción con una finalidad de interés público, expre-
sando que “(...) el debate que la doctrina ha planteado entre un interés público
frente al transcurso del plazo de prescripción (hasta que ella es ganada), y lue-
go la existencia de un interés individual (que puede o no alegar la prescrip-
ción), es equivocado en su fundamento. Dentro de la prescripción coexisten
siempre un interés público en el sentido de que las acciones tengan un término
final (salvo las imprescriptibles), y el interés individual de beneficiarse prime-
ro con la no interrupción del plazo por acto propio unilateral y, luego, el inte-
rés individual de alegar la prescripción lograda. Estos dos intereses (público y
particular) siempre coexisten, y, en cualquier momento, el interés individual
puede ser renunciado, bien interrumpiendo el plazo que corre, bien no alegan-
do la prescripción obtenida”(458).
Sobre la caducidad, “(...) interesa destacar que mientras la prescripción
extingue la acción pero no el derecho mismo (artículo 1989) la caducidad ex-
tingue ambos. Esto quiere decir que, producida la caducidad, no queda una
obligación natural subsistente”(459).

(456) LEÓN BARANDIARÁN, José. Tratado de Derecho Civil. Tomo VIII, WG Editor, Lima, 1992, p. 81.
(457) Ibídem, p. 82. Es interesante destacar dos ideas más del maestro: “El efecto de la prescripción es ha-
cer inexigible la obligación. Es por eso, un medio extintivo de las obligaciones. Esto es lo caracterís-
tico de la figura. No es pertinente, pues, ver en ella un elemento presuntivo de liberación del deudor
por causa distinta, como por ejemplo por pago efectuado por el deudor, por remisión de la deuda, o
cualquier otro motivo presuntivo”. “Si la prescripción solo otorga al deudor un medio defensivo para
oponerse a la exigencia del acreedor, pero no es una causa destructiva del derecho mismo de este, la
obligación prescrita queda en la condición de una natural, y de aquí que no puede repetirse lo paga-
do en virtud de una obligación prescrita”. p. 85.
(458) RUBIO, Marcial. Ob. cit., p. 34.
(459) Ibídem, p. 75.

230
PROBLEMÁTICA DE LA NULIDAD Y LA IMPUGNACIÓN DE LOS ACUERDOS ...

Retornando a la prescripción extintiva en el código vigente señala Fernan-


do Vidal Ramírez, ponente del Libro de Prescripción y caducidad del Código
Civil de 1984(460) en su libro “Prescripción y Caducidad” que “(...) si bien la
norma contenida en el artículo 1989 no tiene antecedentes en el Código ante-
rior, ni ha sido recogida de la ponencia de la que fuimos autores y que la Co-
misión Reformadora del Código de 1936 hizo suya, en nuestra Exposición de
Motivos dejamos expresado que manteníamos la adhesión a la doctrina infor-
mante del Código de 1936, en cuanto distinguía la acción del derecho, pues lo
que prescribe es la acción y no el derecho. Además, al trazar el distingo con la
caducidad, enfatizamos que en la prescripción se extingue la acción sin extin-
guirse el derecho, posición que ya hemos explicitado al considerar a la acción
como el derecho a la jurisdicción. De este modo, si el transcurso del tiempo
necesario para prescribir hace perecer la acción, tal perecimiento no afecta la
existencia del derecho pues sobrevive a la acción (...)”(461).
Recientemente, el Dr. Vidal ha vuelto a comentar el artículo 1989(462), in-
corporando algunos otros conceptos a su desarrollo conceptual, como el de
pretensión señalando en virtud al artículo señalado que: “La norma no tie-
ne antecedente en nuestra codificación civil y postula la distinción de la ac-
ción del derecho, al preceptuar que no es este el que prescribe sino la acción.
De este modo, el vigente Código ha adoptado un postulado que debe interpre-
tarse en le sentido de que lo que prescribe es la acción, pero entendida como
la pretensión mediante la cual se ejercita el derecho para alcanzar su tutela
jurisdiccional.
La interpretación del postulado no debe estar referida, pues, a la acción
entendida como derecho de acudir a los órganos jurisdiccionales, ya que ca-
reciéndose de derecho sustantivo o material puede plantearse una pretensión
aunque posteriormente sea declarada infundada, o que existiendo un derecho

(460) Código Civil. Vol. VI. Exposición de Motivos y Comentarios. Comisión encargada del estudio y re-
visión del Código Civil. Compiladora. Delia Revoredo de Debakey, pp. 809-825.
(461) Fernando VIDAL RAMÍREZ. Ob. cit. (1988). p. 98. En esta misma obra reafirmándose, posterior-
mente señala que “En el Código Civil vigente la norma del artículo 1989 (...) distingue la acción del
derecho, concibiéndose a la acción como el ejercicio del derecho ante el aparato jurisdiccional del Es-
tado –y esta es la que prescribe– y no la acción como pretensión que, como tal, está incorporada in-
desligablemente a un derecho subjetivo y dependiente de él, es decir, no entendiendo la acción como
derecho subjetivo mismo, sino como un derecho subjetivo de naturaleza pública. De ahí que el Códi-
go, como el de 1936, reconozca la existencia de derechos desprovistos de acción, como son los que
resultan de relaciones jurídicas derivadas del juego y la apuesta no autorizados (art. 1943) y prohibi-
dos (art. 1944)”.
(462) Fernando VIDAL RAMÍREZ. “Comentario al artículo 1989”. En: Código Civil Comentado. Tomo X,
Gaceta Jurídica, Lima, 2005, p. 255.

231
jairo cieza mora

sustantivo o material, a la pretensión se le oponga la prescripción y esta sea


declarada fundada en razón del tiempo transcurrido desde que se podía ejerci-
tar la correspondiente acción. La prescripción es (...) una excepción oponible
a la pretensión para enervarla o neutralizarla. Por eso es acertada la doctrina
que ve en la prescripción no una causa de extinción de la pretensión, sino el
fundamento de un medio de defensa, como es la excepción”.
Esta rectificación del cómo debe entenderse la acción sujeta a la prescrip-
ción, es decir en su calidad de pretensión y no de acción como derecho subjeti-
vo abstracto, guarda concordancia con las modernas doctrinas sobre la acción
plasmadas ya desde el desarrollo del Derecho Procesal como ciencia autóno-
ma e independiente del derecho sustantivo. Efectivamente, consideramos que
es oportuna la variación del Dr. Vidal con respecto a su tesis original pues la
Acción como tal es un derecho subjetivo, abstracto y por lo tanto no sujeto a
prescripción; en cambio la pretensión entendida como la potestad del ejercicio
del derecho de acción aplicada a un caso concreto para alcanzar precisamen-
te esa tutelabilidad del Estado a través del órgano jurisdiccional sí está sujeta
a plazo prescriptorio predeterminado en la Ley.
Asimismo es importante la delimitación del ámbito de aplicación de la
prescripción, ya que esta opera en el ámbito de las pretensiones de naturale-
za patrimonial y contra los titulares de tales derechos, sean reales o crediticios
o de cualquier otra clase en tanto tengan naturaleza patrimonial. Asimismo el
ámbito de aplicación de la prescripción queda delimitado por todas aquellas
pretensiones susceptibles de prescribir y para cuyas acciones la ley ha estable-
cido un plazo para su ejercicio”(463).
Sobre el carácter de la prescripción extintiva como un mecanismo de de-
fensa primordialmente, Eugenia Ariano lo ha desarrollado con prolijidad,
señalando:
“[E]l artículo 1989, siguiendo una larga tradición, ha establecido que el
objeto de la extinción por prescripción es la acción y no (directamente)
la relación jurídica sustancial”, queriéndose evidenciar que el fenómeno
prescriptorio opera, en definitiva, privando de concreta tutelabilidad a
aquellas situaciones jurídicas subjetivas sustanciales que han permanecido

(463) Ídem.

232
PROBLEMÁTICA DE LA NULIDAD Y LA IMPUGNACIÓN DE LOS ACUERDOS ...

inactuadas durante un tiempo”(464). La misma autora resalta las “fases” del


fenómeno prescriptorio(465):
a) Preliminar: va desde el surgimiento de la relación jurídica (y de las
consecuentes situaciones jurídicas subjetivas: activas o de ventaja, y
pasivas o de desventaja) hasta el vencimiento del periodo de tiempo
señalado por ley.
b) Constitutiva: se perfecciona el fenómeno prescriptorio por el actuar de
quien se beneficia con él.
Ahora bien, Fernando Vidal, en cuanto a la caducidad, afirma que “la con-
cepción de la caducidad como figura jurídica autónoma e independiente de la
prescripción se ha dado recién con la moderna doctrina”(466).
Más adelante, el mismo autor resalta el hecho de que “lo característico de
la caducidad es que la acción emana del derecho –aunque deba interpolarse
la pretensión–, el que tiene un plazo de vigencia predeterminado en la ley, ya
que nace con un plazo prefijado. Si el plazo transcurre, el derecho no puede
ser ejercitado y el titular lo pierde, pues se trata de pretensiones cuyo término
esta señalado en un término preciso”(467).
Este mismo autor, al comentar recientemente el artículo 2003 del Códi-
go Civil, ha manifestado: “Como puede apreciarse, la norma precisa que la
caducidad, al extinguir el derecho, extingue también la acción que genera o,
para mayor claridad, la pretensión que ha debido hacerse valer dentro del pla-
zo prefijado por la ley”(468).

V. LA PRESCRIPCIÓN O LA CADUCIDAD EN MATERIA DE


IMPUGNACIÓN Y NULIDAD DE ACUERDOS EN NUESTRA
LEGISLACIÓN CIVIL Y SOCIETARIA
En nuestro ordenamiento civil el plazo para impugnar los acuerdos se en-
cuentra previsto en el artículo 92 del Código Civil, el que señala:

(464) ARIANO DEHO, Eugenia. “Comentario al artículo 1990”. En: Código Civil Comentado. Ob. cit.,
p. 258.
(465) Cfr. Ibídem, p. 259.
(466) VIDAL RAMÍREZ, Fernando. Ob. cit., (1988). p. 197.
(467) Ibídem, p. 202.
(468) VIDAL RAMÍREZ, Fernando. “Comentario al artículo 2003”. En: Código Civil Comentado. Ob. cit.,
p. 342.

233
jairo cieza mora

“Todo asociado tiene derecho a impugnar judicialmente los acuerdos que


violen las disposiciones legales o estatuarias. Las acciones impugnato-
rias deben ejercitarse en un plazo no mayor de sesenta días contados
a partir de la fecha del acuerdo. Pueden ser interpuestas por los asisten-
tes si hubieran dejado constancia en acta de su oposición al acuerdo, por
los asociados no concurrentes y por los que hayan sido privados ilegítima-
mente de emitir su voto.
Si el acuerdo es inscribible en el registro, la impugnación puede formu-
larse dentro de los treinta días siguientes a la fecha en que la inscripción
tuvo lugar.
Cualquier asociado puede intervenir en el juicio, a su cota para defender la
validez del acuerdo. La impugnación se demanda ante el Juez Civil del do-
micilio de la asociación y se tramita como proceso abreviado”.
Sobre el plazo para impugnar el acuerdo y su naturaleza casi no se ha pro-
nunciado la doctrina, quizás considerando que nos encontramos ante situa-
ciones de índole procesal. Sin embargo, en un reciente comentario a este ar-
tículo, Mariella Aldana Durán(469), Presidenta de la Segunda Sala del Tribunal
Registral expresa:
“- Se puede entender que el plazo señalado en el segundo párrafo es apli-
cable a todos los acuerdos, sean inscribibles o no, añadiendo el tercer pá-
rrafo una limitación a dicho plazo en el supuesto que el acuerdo se ins-
criba. De manera que para los acuerdos inscribibles –incluso cuando el
acuerdo aun o se ha inscrito–, si transcurren sesenta días desde la adop-
ción del acuerdo, el plazo habrá vencido. Asimismo, aun cuando no ha-
yan transcurrido sesenta días desde la fecha en que se adoptó el acuerdo,
el plazo vencerá si el acuerdo se inscribe y transcurren treinta días.
- Puede también interpretarse que la norma ha señalado plazos distintos,
según se trate de acuerdos inscribibles o no: el plazo de sesenta días desde
la fecha de adopción del acuerdo para aquellos no inscribibles, y el plazo
de treinta días desde la inscripción para los acuerdos inscribibles”.
Consideramos relevantes las dos interpretaciones antes transcritas en vir-
tud a la importancia de determinar los plazos en que se puede impugnar los

(469) ALDANA DURÁN, Mariella. “Impugnación Judicial de Acuerdos”. En: Código Civil comentado.
Tomo I, Gaceta Jurídica, Lima, 2005, p. 451.

234
PROBLEMÁTICA DE LA NULIDAD Y LA IMPUGNACIÓN DE LOS ACUERDOS ...

acuerdos sean estos inscribibles o no. Para lo cual adelanto que mi opinión se
adecua a la primera interpretación efectuada por Aldana Durán ya que el pla-
zo de sesenta días hábiles debe ser aplicado como un tope máximo sea para
acuerdos no inscribibles o inscribibles, pues lo que se busca fundamentalmen-
te con estos plazos es ganar en seguridad jurídica y en predictibilidad. En el
caso de los acuerdos inscribibles estos deben también, como hemos dicho, te-
ner el límite de los sesenta días, pues casualmente el plazo de treinta días des-
de su inscripción es menor a fin de garantizar estabilidad en las relaciones
civiles o comerciales, puesto que la inscripción del acuerdo refleja su impor-
tancia y por lo tanto a mayor importancia mayor garantía de seguridad y esta-
bilidad debe dar el ordenamiento jurídico. Inclusive en el caso en que se ins-
criba al día siguiente de tomado el acuerdo ahí se aplicará el tercer párrafo del
artículo en comento, es decir vencerá el plazo para impugnar el acuerdo a los
30 días después de inscrito el acuerdo no interesando que este plazo se cum-
pla antes de vencidos los 60 días otorgados para los acuerdos no inscribibles.
Nuestro artículo 92 del Código Civil, antes glosado, no especifica si nos
encontramos frente a un plazo de prescripción o de caducidad como sí lo hace
nuestra LGS; sin embargo, es pertinente tener claro ante qué tipo de plazo nos
enfrentamos si ante uno prescriptorio o de caducidad. La autora precedente-
mente mencionada, por ejemplo, desarrolla la presente idea: “(...) Sin embar-
go, usualmente se considera que los plazos en el artículo bajo comentario son
de caducidad, declarando los jueces fundadas las excepciones de caducidad
que se deducen cuando los plazos señalados han vencido. A este respecto se
señala que en la medida que se trata de un derecho a accionar, es consustancial
a ello que extinguiéndose la acción, se extingue también el derecho, lo que co-
rresponde a los casos de caducidad (Rubio Correa)”.
Estamos de acuerdo en que los plazos previstos en el artículo 92 del CC
son de caducidad, pero no por los argumentos de la Dra. Aldana, citando a
Marcial Rubio, sino por el hecho que la caducidad no se produce porque se
extingue la acción y con ella el derecho, sino que es este es el que nunca se lle-
ga a establecer y a conformar y, por lo tanto, la acción, entendida como preten-
sión, que está subordinada a determinado derecho subjetivo tampoco se puede
ejercitar. Es decir la acción (pretensión) está subordinada al derecho subjeti-
vo y no al contrario como se sugiere. Otra cosa sería pretender que el dere-
cho subjetivo está supeditado a la acción entendida como pretensión y esto,
como indicamos, consideramos que no es correcto. Sobre el punto que los jue-
ces han venido declarando fundadas las excepciones de caducidad plantea-
das, puede ser que así sea, y efectivamente de la jurisprudencia revisada, lo

235
jairo cieza mora

podemos comprobar, sin embargo lo que faltaba era una explicación jurídica
al por qué se amparaba la caducidad. Creemos que el tema de seguridad jurídi-
ca y de estabilidad de las relaciones civiles y comerciales es crucial para com-
prender esta actitud jurisdiccional.
Nuestra Ley General de Sociedades (Ley Nº 26887) con respecto a los pla-
zos de caducidad para impugnar o declarar la nulidad de los acuerdos se pro-
nuncia a través de los siguientes artículos:
“Artículo 142.- Caducidad de la impugnación
La impugnación a que se refiere el artículo 139 caduca a los dos meses de
la fecha de adopción del acuerdo si el accionista concurrió a la junta; a los
tres meses si no concurrió; y tratándose de acuerdos inscribibles, dentro
del mes siguiente a la inscripción”.
“Artículo 150.- Acción de nulidad, legitimación, proceso y caducidad
Procede acción de nulidad para invalidar los acuerdos de la junta contra-
rios a normas imperativas o que incurran en causales de nulidad previstas
en esta ley o en el Código Civil.
Cualquier persona que tenga legítimo interés puede interponer acción de
nulidad contra los acuerdos mencionados en el párrafo anterior, la que se
sustanciará en el proceso de conocimiento.
La acción de nulidad prevista en este artículo caduca al año de la
adopción del acuerdo respectivo”.
Analizando el artículo 142 de nuestra LGS la doctrina nacional en materia
mercantil, en concordancia con lo expresado por nosotros al comentar el ar-
tículo 92 del Código Civil ha expresado que “(...) los plazos de caducidad es-
tablecidos por la ley para impugnación de acuerdos son adecuados, ya que re-
sulta necesario a efectos de lograr el equilibrio de los intereses en juego, que
los plazos para impugnar brinden posibilidades reales de satisfacción a todos
los interesados. Es que los accionistas cuentan con un plazo prudencial para
accionar cuando consideren que sus derechos son conculcados, a partir de un
mínimo de diligencia que les permitiría conocer el desarrollo de la sociedad,
o de informarse respecto de las consecuencias que se deriven de determinados
acuerdos. Del mismo modo, la sociedad y los terceros encuentran en la bre-
vedad de estos plazos la seguridad y la celeridad que exige el tráfico mercan-
til, ya que resulta a toda luz perjudicial que durante un periodo prolongado se

236
PROBLEMÁTICA DE LA NULIDAD Y LA IMPUGNACIÓN DE LOS ACUERDOS ...

mantenga la expectativa de la impugnación de acuerdos sociales”(470). Lo que


está en juego con plazos de caducidad breves es un desarrollo idóneo y segu-
ro de las relaciones comerciales y del tráfico mercantil y para esto es esencial
contar con sistemas que permitan a los operadores tener certeza de que los
acuerdos que se tomen y que puedan adolecer de determinados vicios sean im-
pugnados en su oportunidad, pero que no se presente una situación de incerti-
dumbre acerca de la validez de los acuerdos en el tiempo, ya que no puede in-
definidamente mantenerse abierta la posibilidad de solicitar la impugnación o
nulidad de determinado acuerdo social, pues esto sería crear un clima nocivo
e inseguro para el tráfico comercial(471).

(470) VEGA VELASCO, Jorge. “La Impugnación y Nulidad de Acuerdos Societarios”. En: Tratado de De-
recho Mercantil. Tomo I, p. 543.
(471) Opinión diferente que no compartimos es elaborada por NISSEN, Ricardo. Impugnación judicial de
actos y decisiones asamblearias. Ediciones Depalma, Buenos Aires, 1989, Capítulo V.
Este autor argentino se pregunta “(...) ¿Se trata de un término de prescripción o un término de caduci-
dad? Ese es, pues, el problema al cual intentaremos dar respuesta en este parágrafo, pues, como bien
lo sostiene Fargosi, no se trata de una cuestión académica, sino de que la determinación de la natu-
raleza de ese plazo reviste esencial importancia en orden a los efectos que de uno u otro instituto se
desprenden” [p. 144]. “Son válidas, pues, las reflexiones que se hace Spota cuando, luego de soste-
ner que si la caducidad por extinción del plazo y la prescripción por advenimiento del término legal
conducen a la pérdida del derecho no ejercido, se pregunta cómo se puede prever dos institutos que
consideran el mismo supuesto de hecho, o sea, la inactividad del titular del poder jurídico que signi-
fica todo derecho subjetivo, observando además que tanto la caducidad como la prescripción tienen
en común la causa –inacción del titular del derecho–, el efecto –la pérdida del derecho– y la finalidad
–evitar la inseguridad jurídica–” [144-145]. Nissen esboza la diferencia entre prescripción y caduci-
dad, señalando: “(...) no obstante los puntos de contacto entre ambos institutos y a pesar del mismo
supuesto de hecho y consecuencias legales que identifican a la prescripción y a la caducidad, hay di-
ferencias entre ambas que impiden su asimilación: la prescripción extingue el derecho no ejercido. La
caducidad, si bien tiene en definitiva tal consecuencia, se dirige más a extinguir potestades jurídicas
que conducirían, si se hubieran ejercido a tiempo, a la adquisición de esos u otros derechos. La pres-
cripción supone un derecho plenamente formado y consolidado, que se pierde por la inacción de su ti-
tular en el ejercicio de las acciones correspondientes a mantenerlo. Funciona, pues, como una sanción
establecida por el orden normativo, fundado en la necesidad de dar firmeza y seguridad a las relacio-
nes jurídicas y económicas” [p. 145]. “(...) el elemento que define y caracteriza a la prescripción libe-
ratoria: el medio por el cual el transcurso del tiempo opera la modificación sustancial de un derecho,
en razón de la inacción de su titular, quien pierde la facultad de exigirlo compulsivamente” [p. 146].
Con respecto a la caducidad señala: “La caducidad persigue que los derechos se ejerzan en un término
determinado, y por ello, a diferencia de la prescripción, extingue directamente el derecho, y no las
acciones que de él se derivan. No es, pues, una sanción a quien se mantiene inactivo, sino que lo que
ha pretendido el legislador con la caducidad es que la temporalidad en su ejercicio constituya el pre-
supuesto de su perfeccionamiento y existencia” [p. 146]. “(...) se puede concluir que (...) el nacimien-
to de un derecho se subordina a una previa actividad del interesado considerada como requisito ne-
cesario para la consolidación o perfeccionamiento de él, que precede al término de prescripción, es
decir, que cuando existe un plazo de caducidad, el interesado debe hacer una manifestación o asumir
una conducta en ese lapso, y solo después de efectuada tal manifestación o acto, que ha perfecciona-
do o consolidado tal derecho, comienza a correr el término de prescripción” [p. 146].
Con respecto al artículo 251 de la Ley Nº 19550 que regula la impugnación de acuerdos comerciales
el autor finalmente señala: “El problema radica en determinar la naturaleza del término previsto en
el artículo 251 de la Ley Nº 19550 (argentina) cuya parte pertinente dice: “Promoción de la acción.
La acción se promoverá contra la sociedad ante el juez de su domicilio, dentro de los tres meses de

237
jairo cieza mora

Acerca del momento desde que debe computarse el plazo para impugnar
el acuerdo consideramos que el plazo máximo es el de dos o tres meses de-
pendiendo si el accionista estuvo o no presente en la Junta. No se puede ex-
tender la impugnación más allá de este plazo, así se trate de acuerdos inscribi-
bles que no hayan sido aun inscritos o que eventualmente hayan sido inscritos
antes de vencerse los dos o tres meses. Esto por la seguridad jurídica a la que
nos referimos en las líneas precedentes. Claro está que si el acuerdo se inscri-
be, supongamos al mes de tomado, el plazo para impugnarlo vencerá a los dos
meses de concertado (un mes después de inscrito) independientemente de si
el accionista estuvo o no presente en la Junta, pues la publicidad registral per-
mite el conocimiento del mismo así el accionista hay estado ausente de la Jun-
ta. Del mismo parecer es el Dr. Vega Velasco quien señala que “(...) el artículo
142 de la Ley señala como plazo máximo para el ejercicio de la impugnación
de acuerdos los periodos de dos y tres meses establecidos para los accionistas
que concurrieron a la junta y para aquellos que no lo hicieron, respectivamen-
te (...) En ese orden de ideas, los plazos de caducidad para la impugnación de
acuerdos podrán ser menores a dos o tres meses para el caso de los acuerdos

clausurada la asamblea”. “Los argumentos que sostienen la caducidad se centran principalmente en


la necesidad de conciliar la estabilidad de las relaciones o situaciones vinculadas con la estructura o
vida societaria y los derechos de los socios o de las minorías, pues objetivamente es necesaria la cer-
tidumbre de la perdurabilidad de la fuerza vinculante de la decisión asamblearia y de sus consecuen-
cias jurídicas (...) una exigencia de certidumbre categórica en función de los intereses y derechos tu-
telados y en pos de la estabilidad jurídica” [p. 151]. El autor critica esta perspectiva, indicando: “En
primer lugar, no considero adecuada a una correcta labor interpretativa sostener que la inclusión del
ejercicio de la acción de impugnación de decisiones asamblearias como un típico supuesto de cadu-
cidad, deba hacérsela teniendo en cuenta especialmente las consecuencias o efectos de la caducidad,
que se caracterizan, como hemos visto, por su mayor rigurosidad. (...) El procedimiento, al contrario,
debe ser exactamente el inverso: establecer las diferencias entre caducidad y prescripción tomando en
consideración su diferente esencia jurídica, e incluir la acción impugnatoria de acuerdos asamblea-
rios en la categoría que corresponda según sus propias características.(...) Llegamos a la conclusión
de que, por lo general, la nota distintiva esencial está dada en que mientras la caducidad implica la
imposibilidad del nacimiento o perfeccionamiento de un derecho por inactividad del sujeto legitima-
do, la prescripción priva de la posibilidad de ejercer la acción que le confería el derecho de que goza-
ba ab initio, sin necesidad de actividad alguna de su parte. La actividad requerida antes de que expire
el plazo de caducidad se refiere a la integración o al nacimiento del derecho; si tal conducta positiva
no se produce, no hay derecho en tanto que la prescripción afecta a la acción nacida de un derecho
ya existente, sin necesidad de actividad alguna del sujeto” [p. 154]. Continua su argumentación di-
ciendo que “no cabe dudar de que la inclusión del plazo establecido por el artículo 251 de la Ley Nº
19550 debe ser considerado como de prescripción, pues si quienes están legitimados para promover
la acción impugnatoria no lo han hecho dentro del término legal establecido, no han frustrado un de-
recho en expectativa, ya que él se ha perfeccionado desde la clausura del acto asambleario, y en con-
secuencia el transcurso del plazo legal afecta exclusivamente el ejercicio de la acción que le confie-
re el derecho de protestar contra resoluciones sociales que se consideran inválidas. En otras palabras,
el artículo 251 de la Ley Nº 19550 prevé la perdida de una acción judicial que se tiene desde el mo-
mento de la celebración de la asamblea, por no deducir la demanda en el plazo legalmente estableci-
do” [p. 155].

238
PROBLEMÁTICA DE LA NULIDAD Y LA IMPUGNACIÓN DE LOS ACUERDOS ...

inscribibles. Esto guarda relación con el principio de publicidad registral que


impera en nuestro ordenamiento jurídico, toda vez que se entiende que incluso
los accionistas ausentes se encuentran en capacidad de conocer el desarrollo
de la empresa a través de los registros públicos. Asimismo, aún cuando puede
ocurrir que los acuerdos inscribibles no hayan sido inscritos (o lo hayan sido)
con posterioridad a los dos o tres meses de adoptados, estos periodos se cons-
tituyen en plazos de caducidad absolutos, transcurridos los cuales no cabe la
impugnación de acuerdos. Caso, contrario, podrían generarse situaciones anó-
malas en las que acuerdos inscribibles pero no inscritos puedan ser impugna-
dos luego de años de su adopción, lo que no resiste el más leve análisis”(472).
Sin embargo, se debe reconocer que el tema no es pacífico ya que el Dr.
Oswaldo Hundskopf en un interesante comentario a la Jurisprudencia N° 1
glosada en el presente trabajo señala que “[d]e la revisión del texto normativo
vigente (art. 142 de la LGS), así como de los comentarios doctrinarios respec-
to del tema analizado(473), resulta clara la intención del legislador de mantener
el espíritu del antecedente normativo de la LGS, mejorando su redacción, fi-
jando plazos específicos para situaciones diferentes, y manteniendo los crite-
rios de caducidad aplicables a los plazos fijados por la ALGS. Sin embargo,
se elimina la figura del plazo adicional, ya que se distingue entre plazos para
impugnación de acuerdos inscribibles y no inscribibles”. Consideramos, res-
petando la opinión del reconocido profesor, que en este caso, casualmente en
aras de la seguridad jurídica y de la certidumbre en las relaciones comerciales,
que el plazo máximo debe ser el previsto para los socios presentes o ausentes

(472) VEGA VELASCO, Jorge. Ob. cit., p. 544. Este autor acertadamente comenta: “(...) no coincidimos
en el hecho de otorgar el carácter de imprescriptible a la acción de impugnación, toda vez que basta-
ría un plazo prudencial para que un acuerdo que afectase leve o gravemente a la sociedad pueda ser
impugnado adecuadamente. Así las cosas, el plazo de diez años establecido en nuestro Código Ci-
vil, que por cierto era el utilizado al amparo de la antigua ley, nos parece que sería el indicado para
el caso de acuerdos contarios al orden público” p. 546. “(...) sería aconsejable que nuestra doctrina,
o, mejor aún, nuestra judicatura, construya una teoría propia de la nulidad y anulabilidad de los actos
societarios, que se distinga de la generalidad de actos jurídicos, a fin de que sirva de soporte para edi-
ficar una coherente teoría de la impugnación de los acuerdos societarios”. Al respecto permítaseme
referir mi trabajo “Las ineficacias negociales: su importancia en la nulidad de acuerdos en materia ci-
vil y societaria. Un enfoque jurisprudencial”. En: Revista Peruana de Jurisprudencia. Año 8, N° 63,
mayo de 2006.
(473) ELÍAS LAROZA, Enrique. Ley General de Sociedades comentada. Normas Legales, 1988, p. 298
expresa, refiriéndose al artículo 142 de la LGS: “Es necesario indicar que estos plazos (dos y tres me-
ses) se aplican a los acuerdos que no son inscribibles, pues si trata de acuerdos susceptibles de ser
inscritos el plazo de caducidad es de un mes a partir de la inscripción. (...) Asimismo consideramos
adecuada la distinción entre el plazo de caducidad de los acuerdos inscribibles: la inscripción es una
forma segura de dar publicidad a un acuerdo, por lo que las impugnaciones que recaigan sobre acuer-
dos que sean inscribibles caducan después de transcurrido un mes de la inscripción”.

239
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de la Junta por lo que el plazo de un mes para los acuerdos inscribibles debe-
rá subsumirse en los plazos antes indicados a fin de no llegar a situaciones que
permitan el abuso de derecho por parte de algunos socios que opten por dila-
tar indefinidamente la inscripción del acuerdo.
Por las razones expuestas no concordamos con los argumentos de la Juris-
prudencia N° 1 arriba glosada, pues en esta se habla de un plazo adicional a
los sesenta días de adoptado el acuerdo(474) (para el supuesto de acuerdos ins-
cribibles), ya que, como hemos comentado, el plazo para impugnar los acuer-
dos inscribibles debe subsumirse dentro de los plazos absolutos previstos para
los acuerdos no inscribibles, dependiendo de si los accionistas acudieron o no
a la Junta. En el caso de la Jurisprudencia N° 04 transcrita precedentemente
nos allanamos a la propuesta por la cual el interesado no debe necesariamen-
te esperar el acto de la inscripción para impugnar el acuerdo ya que esto gene-
ra inestabilidad, sino que estará facultado para impugnar el acuerdo inscribi-
ble dentro de los sesenta días (contados desde que se adoptó) a que se refiere
el artículo 92 del Código Civil.

(474) Recordemos que la norma era el artículo 144 de la Ley societaria anterior.

240
CAPÍTULO VII

LA RESPONSABILIDAD CIVIL EN LA
NULIDAD DE ACUERDOS

I. BOSQUEJO DEL DESARROLLO DE LA RESPONSABILIDAD


SUBJETIVA A OBJETIVA. LA RESPONSABILIDAD OBJETI-
VA DE LA PERSONA JURÍDICA
El clásico principio en virtud del cual “no hay responsabilidad sin culpa”
se adaptaba perfectamente a las exigencias de una sociedad como la del siglo
XVIII, de intercambios económicos relativamente modestos y carente de un
despliegue técnico apreciable(475). En cambio, con la revolución industrial, “con
el nacimiento de nuevas y poderosas fuentes de peligro (piénsese en el vapor, la
energía eléctrica, la energía atómica, los descubrimientos de la química, el em-
pleo a gran escala de sustancias inflamables, explosivas, contaminantes, etc.)
con el uso de máquinas complejas y riesgosas, se multiplican con extraordina-
ria rapidez los accidentes y los daños, que se presentan, no ya como efecto de
una “culpa humana” sino como la consecuencia, a menudo inevitable, de las
nuevas técnicas introducidas en el sistema industrial (...)”(476).
La respuesta de los diversos ordenamientos jurídicos no se hizo esperar.
En el caso de Francia(477), los orígenes se remontan a la primera ley de ac-
cidentes de trabajo, de fecha 9 de abril de 1898, como consecuencia de lu-
chas sindicales suscitadas por el incremento de los accidentes en la industria

(475) RODOTÀ, cit. por FERNÁNDEZ CRUZ, Gastón y LEÓN HILARIO, Leysser. “Comentario al ar-
tículo 1970”. En: Código Civil comentado por los 100 mejores especialistas. Tomo X, Lima, Gaceta
Jurídica, 2005, p. 77.
(476) COMPORTI, cit., por FERNÁNDEZ CRUZ, Gastón y LEÓN HILARIO, Leysser, Ob. cit.
(477) Los datos que se mencionan a continuación han sido tomados de: DÍEZ-PICAZO Y PONCE DE
LEÓN, Luis. Derecho de Daños. Editorial Civitas, Madrid, 1999, pp. 108-125.

241
jairo cieza mora

y en la minería. La lógica de esta ley era que el empresario es responsable de


pleno derecho, sin necesidad de acreditar culpa alguna, de los accidentes de
trabajo debidos al trabajo de sus obreros y empleados. Luego se suman los
aportes de Saleilles y la doctrina francesa, que desarrollan la “doctrina del
riesgo“estableciendo que toda actividad que crea para los demás un riesgo es-
pecial, hace al autor de dicha actividad responsable de todo daño que como
consecuencia pudiera surgir, sin necesidad de indagar si hubo culpa o no de su
parte. Se justificaba por un elemental sentido de justicia: si con una actividad
una persona se beneficia, es justo que repare los daños que causa.
Como apunta Bonnecase, una mención especial merece el primer intento
de “trasladar el centro de gravedad” del artículo 1382 del Code (responsabi-
lidad general por culpa) al artículo 1384 (responsabilidad por daños causados
por cosas inanimadas) se produjo en el llamado “asunto de las breas”. Aquí la
Corte de Casación, en sentencia del 16 de noviembre de 1920, aplicó la pre-
sunción de culpa. Esta sentencia provocó incluso una reforma legislativa diri-
gida a impedir sentencias similares, pero la Corte continuó aplicando el crite-
rio de 1920. A partir de 1924, se sucedieron una serie de sentencias aplicando
ya la teoría del riesgo, sobre todo en materia de vehículos automotores y da-
ños causados por inmuebles (vicios de construcción, accidentes en ascenso-
res, etc.).
En el caso de Italia, se destaca la contribución de Pietro Trimarchi quien
en 1961 realiza una investigación sobre el tema (“Rischio e Responsabilità
Oggetiva”, Milán, 1961) donde ya se comienza a hablar de “riesgo de la em-
presa”. Así, el maestro italiano señala que, por ejemplo, aprobamos el uso de
automóviles respetando ciertas normas, a pesar del riesgo inherente a tal acti-
vidad, en atención a la utilidad del transporte en general, sin detenernos a exa-
minar la utilidad social del uso de los vehículos uno por uno o la finalidad bue-
na o mala, productiva o improductiva de cada viaje. Debido a que los jueces
no tienen ni medios ni competencia para tales investigaciones y, además, no
deben interferir en la administración de las empresas, es preferible la adopción
de un sistema ágil, como es la atribución al empresario del riesgo de la empre-
sa que constituye una presión económica para que la producción se racionali-
ce desde el punto de vista social.
Sumamente interesante es la evolución de la jurisprudencia en España so-
bre la materia. Uno de los hitos es sin duda la sentencia del Tribunal Supre-
mo (STS) del 30 de junio de 1959. En esta sentencia, el Máximo Órgano Co-
legiado no se aparta de los postulados de la teoría de la culpa, pero eleva el

242
PROBLEMÁTICA DE LA NULIDAD Y LA IMPUGNACIÓN DE LOS ACUERDOS ...

estándar de diligencia. Ya en la STS del 17 de julio de 1943, se comenzó a


aplicar la presunción de culpa, precisamente, en un caso de accidente causa-
do por vehículo automotor. Y es en la sentencia del 5 de abril de 1963, sobre
la muerte de un niño por electrocución debido al desprendimiento de un ca-
ble de alta tensión, donde se confirman algunas líneas que luego van a ser se-
guidas en estos casos: 1. La elevación del standard de diligencia. 2. La inver-
sión de la carga de la prueba. 3. En algunos casos poco definidos, se adopta la
doctrina del riesgo.
Con respecto a la técnica legislativa empleada para la regulación de la
responsabilidad objetiva(478), cabe señalar que en los ordenamientos inscritos
en la tradición romano-germánica, generalmente la regla legal fundamental de
responsabilidad extracontractual es subjetiva, esto es, se fundamenta en la cul-
pa del causante del daño y se encuentra reconocida en el Código Civil. Así, los
supuestos de responsabilidad extracontractual objetiva, es decir, aquellos que
prescinden de toda evaluación subjetiva, dirigidos a personas determinadas, se
presentan como subsidiarios y regulados por leyes especiales.
En ese sentido se realizó una interesante propuesta en el seno del deba-
te sobre la reforma del Derecho de Obligaciones alemán (que sigue la tra-
dición comentada): se planteó incorporar al Bürgerliches Gesetzbuch (BGB)
una cláusula normativa general de responsabilidad objetiva referente al ejer-
cicio de actividades peligrosas. Sin embargo, dicha propuesta no prosperó(479).
Y no podemos dejar de referirnos a los “Principles of European Tort Law”
(2005), elaborados por el “European Group of Tort Law” que contemplan una
norma fundamental que alude tanto a la responsabilidad por culpa, como a la
responsabilidad por actividades peligrosas: “Artículo 1: 101. (1) Aquel a quien
se pueda imputar jurídicamente un daño está obligado a repararlo. (2) En par-
ticular, el daño puede imputarse a la persona (a) cuya conducta culposa lo
haya causado; o (b) cuya actividad anormalmente peligrosa lo haya causado; o
(c) cuyo auxiliar lo haya causado en el ejercicio de sus funciones”. Luego se
señala que “aquel que realiza una actividad anormalmente peligrosa responde
objetivamente por el daño característico del riesgo que tal actitud conlleva y
que resulta de esta” (art. 5: 101-1). Y se precisa que “las leyes nacionales pue-
den establecer otros supuestos de responsabilidad objetiva por la práctica de

(478) Los datos que se consignan a continuación han sido tomados de FERNÁNDEZ CRUZ, Gastón y
LEÓN HILARIO, Leysser. Ob. cit., p. 76 y ss.
(479) SOMMA, cit. por FERNÁNDEZ CRUZ, Gastón y LEÓN HILARIO, Leysser. Ob. cit., p. 79.

243
jairo cieza mora

actividades peligrosas, aun cuando dichas actividades no sean anormalmente


peligrosas” (art. 5: 102-1).
Este último párrafo es aplicable al caso del Monumental, la Ley que he-
mos comentado (Ley Nº 26830) establece que los espectáculos deportivos
pueden ser calificados por la autoridad administrativa competente (Indeci,
PNP) como actividades de Alto Riesgo y, por lo tanto, la responsabilidad de
el Organizador es una responsabilidad civil objetiva por el riesgo generado e
independientemente de lo mencionado, los estándares de rigurosidad para las
precauciones a tomar deben ser mayores. La persona jurídica no puede escu-
darse en una supuesta autonomía estructural de los Palcos como propiedad
privada para exonerarse de responsabilidad. Es un solo complejo deportivo, es
una sola actividad deportiva, es un solo evento calificado como de Alto Ries-
go, es un solo certificado de permiso para la realización del evento deportivo.
En este caso, la persona jurídica que organiza responde por responsabili-
dad civil extracontractual objetiva en virtud a que se ha creado un riesgo por
la propia naturaleza de la actividad peligrosa que organiza (evento deportivo
clásico).

II. EL RIESGO DE LA EMPRESA Y EL CHEAPEST COST


AVOIDER
En el caso en que el joven aliancista pierde la vida, una vez más debe-
mos recordar que la víctima es el centro de atención de la Responsabilidad Ci-
vil (Función reparadora del daño) por lo que poco importa si el principal no
produjo directamente el daño, este en virtud de su particular situación jurídi-
ca (control o incidencia sobre el dependiente por ejemplo –art. 1981 del CC–
o Riesgo creado) debe responder para que el costo del daño no recaiga en su
integridad sobre la víctima del mismo y sea trasladado a quien esté en mejor
posibilidad de soportarlo o de prevenirlo. En este tipo de responsabilidad ci-
vil del principal, empresa (persona jurídica) o comitente, por hecho del depen-
diente o de terceros de los cuales se valga; la empresa, que es la beneficiada
con la actividad que realiza, no circunscribe sus costos solamente a los egre-
sos correspondientes a las gastos derivados de las operaciones para el funcio-
namiento de esta, sino que también extiende estos costos (y su cobertura) a los
eventuales daños que sus dependientes ocasionen a terceros o la propia activi-
dad peligrosa desplegada y que la Empresa por su particular situación jurídi-
ca se ve obligada a resarcir, fundamentando esta responsabilidad en el llama-
do “Riesgo de la empresa”.

244
PROBLEMÁTICA DE LA NULIDAD Y LA IMPUGNACIÓN DE LOS ACUERDOS ...

Reforzando el criterio antes señalado del Riesgo de la Empresa, en mate-


ria de responsabilidad objetiva tenemos que mencionar el criterio denomina-
do cheapest (or easiest) cost avoider es decir “el agente (actividad o sujeto)
capaz de evitar el coste de la forma más fácil y económica”(480), es aquel por el
cual, responde del daño quien pueda reducir los costos que se ocasionan “de la
forma más económica posible (a largo plazo) estableciendo los cambios apro-
piados y al mismo tiempo evitar los costes de transacción innecesarios”(481).
Así, con citas de Guido Calabresi, Espinoza, nos dice: “En efecto, se trata de
una suerte de policy o política de derecho en la cual los operadores jurídicos
(jueces principalmente) hacen asumir las consecuencias económicas de los
daños a quienes les va a resultar más fácil (easiest) o barato (chepaest) enfren-
tarlas: no por el hecho exclusivo que sean económicamente más fuertes (deep
pocket) o que, basados en el principio de responsabilidad de la empresa, pue-
dan fraccionar los daños de los siniestros, sea recurriendo al seguro privado o
porque “se hallan en condiciones de transferir (los daños) a los adquirentes de
sus productos o a los factores empleados en la producción de los mismos (tra-
bajo y capital inclusive) (Calabresi. Ob. cit., p. 66).
¿Se puede acumular el resarcimiento en materia de impugnación de
acuerdos?
Sobre el particular, ya nos hemos pronunciado en el punto 3.4 del presen-
te libro, sin embargo es importante recordar algunos aspectos en este capítulo.
El artículo 146 de la Ley General de Sociedades referido a la acumulación
de pretensiones de Impugnación de Acuerdos prescribe:
Artículo 146.- Acumulación de pretensiones de Impugnación
“Todas las acciones que tengan por objeto la impugnación de un mismo
acuerdo se sustanciarán y decidirán en un mismo proceso.
No puede acumularse a la pretensión de impugnación iniciada por las
causales previstas en el artículo 139, la de indemnización por daños y
perjuicios o cualquier otra que deba tramitarse en el proceso de co-
nocimiento, ni se admitirá la reconvención que por este concepto formule

(480) CALABRESI. El coste de los accidentes. Análisis económico y jurídico de la responsabilidad civil,
traducido por BISBAL, Editorial Ariel, Barcelona, 1984. citado por ESPINOZA ESPINOZA, Juan.
Ob. cit., p. 103.
(481) CALABRESI, Ob. cit., p.148 citado por ESPINOZA ESPINOZA, Juan. Ob. cit., p. 103.

245
jairo cieza mora

la sociedad, quedando, sin embargo, a salvo el derecho de las partes a ini-


ciar procesos separados”.
Esta norma tiene como inspiración el principio de economía procesal
así como evitar que se produzcan sentencias contradictorias sobre un mismo
acuerdo, por lo que la impugnación de este debe ser sustanciada en un mis-
mo y único proceso. El profesor Elías Laroza señala que “[s]e trata así de evi-
tar que se discuta la nulidad de un mismo acuerdo ante distintos jueces, con la
consiguiente falta de economía procesal y la posibilidad de fallos contradicto-
rios sobre iguales argumentaciones”(482). El profesor Elías Laroza muchas ve-
ces usa indistintamente el término nulidad y el de impugnación, sin embargo,
en este caso la norma se está refiriendo explícitamente a la Impugnación Ju-
dicial de Acuerdos regulada en el artículo 139 y no a la nulidad prevista en el
artículo 150 de la LGS.
En el mismo sentido, el Dr. Beaumont Callirgos refiriéndose al artículo
146 de la LGS señala: “Por la misma razón (implicancias de orden proce-
sal) que con la ley anterior la impugnación se tramitaba en juicio de menor
cuantía (sumario) y no se admitía se acumule resarcimiento de daños, ni re-
convención sobre esto, pues ellas se tramitaban en juicio ordinario, signifi-
cando indeseado retardo en la primera de las pretensiones; ahora no se quie-
re que una impugnación en proceso sumarísimo o abreviado se acumule con
otro de daños o con reconvenciones por lo mismo, que deban seguirse en uno
de conocimiento”(483).
Así, esta norma expresamente prohíbe acumular la pretensión de indemni-
zación por daños y perjuicios a la pretensión de impugnación de acuerdos sus-
tentada en las causales previstas en el artículo 139 de la LGS. Considero que
el motivo de esta proscripción consiste en que el Proceso de Impugnación Ju-
dicial de Acuerdo es un proceso especial que requiere un análisis jurídico rá-
pido de la Judicatura por los intereses de la Sociedad que no deben ser afec-
tados ni paralizarse su normal desarrollo sometiéndose a la Persona Jurídica
a una incertidumbre legal que no es resuelta de manera expeditiva. Es por eso
que la vía procesal prevista por la Ley es la del proceso abreviado. El profesor
Laroza expresaba: “A fin de evitar dilaciones, se prohíbe la posibilidad de acu-
mular pretensiones indemnizatorias a las pretensiones de nulidad de acuerdos

(482) ELÍAS LAROZA, Enrique. Ley General de Sociedades comentada. Normas Legales, 1998, p. 307.
(483) BEAUMONT CALLIRGOS, Ricardo. Comentarios a la nueva Ley General de Sociedades. Gaceta
Jurídica, Lima, 1998, p. 339.

246
PROBLEMÁTICA DE LA NULIDAD Y LA IMPUGNACIÓN DE LOS ACUERDOS ...

societarios. Las pretensiones indemnizatorias se tramitan en diferentes vías,


dependiendo de la cuantía solicitada. Sin embargo, la norma impide de pla-
no que se acumulen pretensiones indemnizatorias a las de nulidad de acuerdos
societarios, sea cual sea la vía procedimental que corresponda a las primeras,
incluyendo la abreviada”(484).
Consideramos que existe un error de apreciación en lo señalado por el des-
tacado y desaparecido profesor, pues la norma establece que no podrá acumu-
larse la pretensión indemnizatoria a la pretensión que se basa en las causales
reguladas en el artículo 139 de la LGS, es decir, las causales de Impugna-
ción Judicial de Acuerdos; sin embargo, no dice nada con respecto a la even-
tual acumulación de la pretensión indemnizatoria a la pretensión de nulidad
de acuerdos, la misma que se encuentra regulada en el artículo 150 de la LGS.
Consideramos que al no existir norma expresa que limite la acumulación de
pretensiones a la pretensión de nulidad de acuerdos sí es posible acumular la
solicitud de indemnización por daños y perjuicios a esta pretensión de nulidad
mas no a la de impugnación de acuerdos que sí está expresamente prohibida
por la Ley. Además la nulidad de acuerdos se tramita en un proceso de cono-
cimiento que es una vía procesal más larga que permitirá también evaluar los
medios probatorios que acrediten el daño que el acuerdo declarado nulo ha po-
dido causar a los peticionarios de la nulidad.
Efectivamente, el artículo 150 de la LGS prescribe:
“Artículo 150.- Acción de nulidad, legitimación, proceso y caducidad
Procede acción de nulidad para invalidar los acuerdos de la Junta contra-
rios a normas imperativas o que incurran en causales de nulidad previstas
en esta ley o en el Código Civil.
Cualquier persona que tenga legítimo interés puede interponer acción de
nulidad contra los acuerdos mencionados en el párrafo anterior, la que se
sustanciará en el proceso de conocimiento. La acción de nulidad previs-
ta en este artículo caduca al año de la adopción del acuerdo respectivo”.
Como hemos señalado precedentemente no existe motivo alguno para no
permitir la acumulación de la pretensión indemnizatoria a la de nulidad. Así
tenemos, que de acuerdo al Código Procesal Civil los requisitos para que pro-
ceda la acumulación objetiva, es decir, la acumulación de pretensiones son:

(484) ELÍAS LAROZA, Ob. cit., p. 308.

247
jairo cieza mora

“Artículo 85 del CPC. Requisitos de la acumulación objetiva


Se pueden acumular pretensiones en un proceso siempre que estas:
1. Sean de competencia del mismo juez,
2. No sean contrarias entre sí, salvo que sean propuestas en forma subor-
dinada o alternativa; y
3. Sean tramitables en una misma vía procedimental.
Se exceptúan de estos requisitos los casos expresamente establecido en
este Código”.
En este caso, la pretensión indemnizatoria es competencia del mismo juez
(Juez Civil o Comercial), no son contrarias entre sí y pueden ser tramitables
ambas en la vía de conocimiento. Este es otro motivo entonces para no prohi-
birse la acumulación de las pretensiones indemnizatoria y de nulidad de acuer-
dos en la vía del proceso de conocimiento.
En la legislación argentina, el artículo 254 de la Ley Nº 19550 en su pri-
mer párrafo establece:
“[L]os accionistas que votaron favorablemente las resoluciones que se de-
claran nulas, responden ilimitada y solidariamente de las consecuencias de
las mismas, sin perjuicio de la responsabilidad que corresponda a los di-
rectores, síndicos e integrantes del Consejo de Vigilancia”.
Según Nissen(485): “La responsabilidad de los sujetos previstos en el ar-
tículo 254, primer párrafo de la Ley Nº 19550, es de naturaleza extracon-
tractual, por aplicación de lo dispuesto por el artículo 1056 del Código Civil,
pues deriva necesariamente de la nulidad o anulación del acto asambleario.
La extensión de la reparación de los daños, en consecuencia, gobernada por
lo dispuesto en los artículos 520 a 522, 904 a 906 y 1078 del Código Civil,
comprensiva de las consecuencias inmediatas y mediatas que derivan de la
ejecución del acuerdo nulo”.
Asimismo Horacio Garagusso y Ricardo Gulminelli, en la ponencia pre-
sentada a las segundas Jornadas Nacionales de Derecho Societario, organiza-
das por la Universidad Notarial Argentina en Buenos Aires, 1981, cuyo título
fue “Responsabilidad por los daños y perjuicios derivados de una resolución

(485) NISSEN, Ricardo A. Impugnación Judicial de Actos y Decisiones Asamblearias. Depalma, Buenos
Aires, 1989, p. 205.

248
PROBLEMÁTICA DE LA NULIDAD Y LA IMPUGNACIÓN DE LOS ACUERDOS ...

asamblearia declarada nula”, señalan con respecto a la posibilidad de acumu-


lación de pretensiones de impugnación y de indemnización lo siguiente: “Por
otra parte, si bien de la Ley Nº 19550 se desprende que la acción de responsa-
bilidad contra los sujetos allí enumerados comprende las consecuencias de los
acuerdos inválidos, por lo que dicha acción requiere el dictado previo de una
sentencia nulificante de tal acuerdo, lo cual supone una cuestión prejudicial,
nada impide que el accionista impugnante de este acto promueva junta-
mente con la demanda prevista por el artículo 251, la acción de responsa-
bilidad contra aquellos en forma accesoria y subsidiaria de aquella, acu-
mulando ambas acciones en los términos del artículo 87 del Código Procesal,
atento a la existencia de una conexidad evidente entre tales acciones, lo cual
origina un litisconsorcio pasivo entre los demandados. Ello resulta proceden-
te porque ambas acciones se derivan de la misma causa, con vinculación ínti-
ma entre ellas, resultando conveniente, por lo tanto, eliminar la posibilidad de
que se pronuncien sentencias contradictorias”(486).
En materia de abuso de las mayorías y la responsabilidad civil que esta fi-
gura ocasiona, la doctrina nacional se ha pronunciado señalando que “[P]are-
cería, de la lectura del artículo 139 de la Ley General de Sociedades, que sola-
mente podrían ser impugnados judicialmente los acuerdos de la Junta General
cuyo contenido sea contrario a la LGS, se oponga al estatuto o al pacto social
o lesione, en beneficio directo o indirecto de uno o varios accionistas, los in-
tereses de la sociedad, o que dicho acuerdos incurran en causal de anulabili-
dad prevista en la Ley o en el Código Civil. Sin embargo, ello no corresponde-
ría a una correcta interpretación sistemática de este dispositivo. Creemos que
dentro de nuestro ordenamiento jurídico, el soporte legal que le asistiría al in-
tegrante, o a los integrantes minoritarios, dañados con la decisión de la asam-
blea general, afectada de abuso o exceso de poder de la mayoría, es el de re-
currir al principio del abuso de derecho, amparado en el artículo II del título
preliminar del Código Civil. Corresponderá a los perjudicados con la deci-
sión abusiva demostrar que se configuran los elementos propios del abuso de

(486) La doctrina argentina acerca de la acción de repetición que iniciará la Sociedad contra los accionistas
que votaron favorablemente el acuerdo nulo o contra los representantes u órganos de la sociedad se-
ñala lo siguiente: “La acción de responsabilidad contra el accionista que votó favorablemente la re-
solución asamblearia impugnada debe ser iniciada por la Sociedad, la cual tiene derecho de repetir,
contra aquellos, los daños que hubiera debido satisfacer –incluso cosas del juicio de impugnación–,
porqué de no ser así, se afectaría a todos los accionistas que la integran, sin distinguir entre culpables
o inocentes”. NISSEN, Ob. cit., p. 208. Asimismo señala: “Para ellos (los directores, síndicos, miem-
bros del consejo de vigilancia) su responsabilidad, al igual que para los accionistas que votaron fa-
vorablemente, es siempre extracontractual (art. 1056 del CC) y el resarcimiento debe comprender los
perjuicios resultantes de la ejecución de la decisión impugnada”. NISSEN. Ob. cit., p. 209.

249
jairo cieza mora

derecho (actuación de mala fe, intención de dañar, si se ha elegido entre varias


maneras de ejercer el derecho aquella que es dañosa para otros, si el perjuicio
ocasionado es anormal o excesivo, si se ha actuado de manera no razonable,
repugnante a la lealtad y a la confianza recíproca entre otros (Borda) para que
se ampare su pretensión”(487). Si bien es cierto el autor no se pronuncia sobre
la acumulación de las pretensiones de impugnación y de indemnización con-
sidera que esta última debe basarse en el Principio del Abuso de Derecho para
desde ahí plantear el resarcimiento de los daños ocasionados a los accionistas
o socios perjudicados con la decisión impugnada.

(487) ESPINOZA ESPINOZA, Juan. Derecho de la Responsabilidad Civil. 4ª edición, Gaceta Jurídica,
Lima, 2006, p. 570.

250
CAPÍTULO VIII

PROPUESTA LEGISLATIVA

i. EN EL CÓDIGO CIVIL
Artículo 92.- Todo asociado tiene derecho a impugnar judicialmente los
acuerdos que violen las disposiciones legales o estatutarias.
Las acciones impugnatorias (los procesos de impugnación de acuerdos)
deben iniciarse en un plazo no mayor de sesenta días contados a partir de la fe-
cha del acuerdo en el caso de acuerdos no inscribibles. Pueden ser interpues-
tos por los asistentes si hubieran dejado constancia en acta de su oposición al
acuerdo o de ser imposible si lo acredita mediante carta notarial dirigida
a la persona jurídica, por los asociados no concurrentes y por los que hayan
sido privados ilegítimamente de emitir su voto.
Si el acuerdo es inscribible en el registro, la impugnación puede formular-
se dentro de los treinta días siguientes a la fecha en que la inscripción tuvo lu-
gar. Sin embargo, el acuerdo también puede impugnarse desde el momen-
to en que se adoptó.
Cualquier asociado puede intervenir en el juicio, a su costa para defender
la validez del acuerdo.
La impugnación se demanda ante el Juez Civil del domicilio de la asocia-
ción y se tramita como proceso abreviado.

ii. EN LA LEY GENERAL DE SOCIEDADES


Artículo 38.- Nulidad y anulabilidad de acuerdos societarios
Son nulos los acuerdos societarios cuyo contenido contravenga la Ley
y serán anulables cuando se opongan al Estatuto o al Pacto Social o

251
jairo cieza mora

lesionen, en beneficio directo o indirecto de uno o varios accionistas, los


intereses de la sociedad. La nulidad y anulabilidad de los acuerdos se de-
clarará así se hayan adoptado con la mayoría necesaria.
Artículo 139.- Acuerdos impugnables
Pueden ser impugnados judicialmente los acuerdos de la Junta General
cuyo contenido sea contrario a la Ley, se opongan al Estatuto o al Pacto Social
o lesionen, en beneficio directo o indirecto de uno o varios accionistas, los in-
tereses de la sociedad. Serán nulos los acuerdos contrarios a la ley, los de-
más acuerdos indicados serán anulables.
No procede la impugnación cuando el acuerdo haya sido revocado, o sus-
tituido por otro adoptado conforme a ley, al pacto social o al estatuto.
El juez mandará tener por concluido el proceso y dispondrá el archivo de
los autos, cualquiera que sea su estado, si la sociedad acredita que el acuerdo
ha sido revocado o sustituido conforme a lo prescrito en el párrafo precedente.
En los casos previstos en los dos párrafos anteriores, no se perjudica el de-
recho adquirido por el tercero de buena fe.
Artículo 150.- Acción de nulidad, legitimación, proceso y caducidad
Procede acción de nulidad para invalidar los acuerdos contrarios a normas
imperativas o que incurran en casuales de nulidad previstas en la Ley. Esta
acción de nulidad solamente puede ser ejercitada por los terceros con le-
gítimo interés, la misma que se sustanciará en el Proceso de Conocimien-
to. La acción de nulidad prevista en este artículo caduca al año de la adopción
del acuerdo respectivo.

252
CAPÍTULO IX

NORMAS EXTRANJERAS EN MATERIA


DE IMPUGNACIÓN JUDICIAL
DE ACUERDOS

I. Ley de Sociedades Anónimas Española del 22 de


diciembre de 1989
Sección 2ª: Impugnación de acuerdos sociales
Artículo 115. Acuerdos impugnables.
1. Podrán ser impugnados los acuerdos de las juntas que sean contrarios a
la Ley, se opongan a los estatutos o lesionen, en beneficio de uno o varios ac-
cionistas o de terceros, los intereses de la sociedad.
2. Serán nulos los acuerdos contrarios a la ley. Los demás acuerdos a que
se refiere el apartado anterior serán anulables.
3. No procederá la impugnación de un acuerdo social cuando haya sido
dejado sin efecto o sustituido válidamente por otro.
Si fuera posible eliminar la causa de impugnación, el juez otorgará un pla-
zo razonable para que aquella pueda ser subsanada.
Artículo 116. Caducidad de la acción.
1. La acción de impugnación de los acuerdos nulos caducará en el plazo
de un año. Quedan exceptuados de esta regla los acuerdos que por su causa o
contenido resultaren contrarios al orden público.
2. La acción de impugnación de los acuerdos anulables caducará a los cua-
renta días.

253
jairo cieza mora

3. Los plazos de caducidad previstos en los apartados anteriores se com-


putarán desde la fecha de adopción del acuerdo y, si fuesen inscribibles, des-
de la fecha de su publicación en el “Boletín Oficial del Registro Mercantil”.
Artículo 117. Legitimación
1. Para la impugnación de los acuerdos nulos están legitimados todos
los accionistas, los administradores y cualquier tercero que acredite interés
legítimo.
2. Para la impugnación de acuerdos anulables están legitimados los ac-
cionistas asistentes a la junta que hubiesen hecho constar en acta su oposición
al acuerdo, los ausentes y los que hubiesen sido ilegítimamente privados del
voto, así como los administradores.
3. Las acciones de impugnación deberán dirigirse contra la sociedad.
Cuando el actor tuviese la representación exclusiva de la sociedad y la
junta no tuviere designado a nadie a tal efecto, el juez nombrará la persona que
ha de representarla en el proceso, entre los accionistas que hubieren votado a
favor del acuerdo impugnado.
4. Los accionistas que hubieren votado a favor del acuerdo impugnado po-
drán intervenir a su costa en el proceso para mantener la validez del acuerdo.
Artículo 118. Para la impugnación de los acuerdos sociales, se seguirán
los trámites del juicio ordinario y las disposiciones contenidas en la Ley de
Enjuiciamiento Civil. (Redactado según la Disposición Final 3 de la Ley
1/2000, de 7 de enero).
Artículo 119. (Artículo derogado por la Disposición Derogatoria de la
Ley 1/2000, de 7 de enero)
Artículo 120. (Artículo derogado por la Disposición Derogatoria de la
Ley 1/2000, de 7 de enero)
Artículo 121. (Artículo derogado por la Disposición Derogatoria de la
Ley 1/2000, de 7 de enero)
Artículo 122. Sentencia.
1. La sentencia firme que declare la nulidad de un acuerdo inscribible ha-
brá de inscribirse en el Registro Mercantil. El “Boletín Oficial del Registro
Mercantil” publicará un extracto. (Redactado de acuerdo con la Disposición
Final 3 de la Ley 1/2000, de 7 de enero).

254
PROBLEMÁTICA DE LA NULIDAD Y LA IMPUGNACIÓN DE LOS ACUERDOS ...

2. En el caso de que el acuerdo impugnado estuviese inscrito en el Regis-


tro Mercantil, la sentencia determinará además la cancelación de su inscrip-
ción, así como la de los asientos posteriores que resulten contradictorios con
ella. (Redactado de acuerdo con la Disposición Final 3 de la Ley 1/2000,
de 7 de enero).

II. Ley de Sociedades Argentina. Ley 19550 de 1989


Artículo 251.- Toda resolución de la asamblea adoptada en violación de
la ley, el estatuto o el reglamento, puede ser impugnada de nulidad por los ac-
cionistas que no hubieren votado favorablemente en la respectiva decisión y
por los ausentes que acrediten la calidad de accionistas a la fecha de la deci-
sión impugnada. Los accionistas que votaron favorablemente pueden impug-
narla si su voto es anulable por vicio de la voluntad.
También pueden impugnarla los directores, síndicos, miembros del consejo
de vigilancia o la autoridad de contralor.
Promoción de la acción
La acción se promoverá contra la sociedad, por ante el Juez de su domici-
lio, dentro de los tres (3) meses de clausurada la asamblea.
Suspensión preventiva de la ejecución
Artículo 252.- El juez puede suspender a pedido de parte, si existieren
motivos graves y no mediare perjuicio para terceros, la ejecución de la reso-
lución impugnada, previa garantía suficiente para responder por los daños que
dicha medida pudiere causar a la sociedad.
Sustanciación de la causa. Acumulación de acciones
Artículo 253.- Salvo el supuesto de la medida cautelar a que se refiere el
artículo anterior, solo se proseguirá el juicio después de vencido el término
del artículo 251. Cuando exista pluralidad de acciones deberán acumularse, a
cuyo efecto el directorio tendrá obligación de denunciar en cada expediente la
existencia de las demás.
Representación
Cuando la acción sea intentada por la mayoría de los directores o de
miembros del consejo de vigilancia, los accionistas que votaron favorable-
mente designarán por mayoría un representante ad hoc, en asamblea especial

255
jairo cieza mora

convocada al efecto conforme al artículo 250. Si no se alcanzare esa mayoría,


el representante será designado de entre ellos por el juez.
Responsabilidad de los accionistas
Artículo 254.- Los accionistas que votaran favorablemente las resolucio-
nes que se declaren nulas, responden ilimitada y solidariamente de las conse-
cuencias de las mismas, sin perjuicio de la responsabilidad que corresponda a
los directores, síndicos e integrantes del consejo de vigilancia.
Revocación del acuerdo impugnado
Una asamblea posterior podrá revocar el acuerdo impugnado. Esta resolu-
ción surtirá efecto desde entonces y no procederá la iniciación o la continua-
ción del proceso de impugnación. Subsistirá la responsabilidad por los efectos
producidos o que sean su consecuencia directa.

III. Código civil italiano de 1942


Artículo 23.- Anulación y suspensión de las deliberaciones: Las deli-
beraciones de la Asamblea contrarias a la ley, al acto constitutivo o al estatuto
pueden ser anuladas a instancia de los órganos de la entidad, de cualquier aso-
ciado o del Ministerio Público.
La anulación de la deliberación no perjudica los derechos adquiridos
por los terceros de buena fe a base de actos realizados en ejecución de dicha
deliberación.
El presidente del tribunal o el juez instructor, oídos los administradores
de la asociación, puede suspender, a instancia de quien ha propuesto la im-
pugnación, la ejecución de la deliberación impugnada, cuando existan gra-
ves motivos. El decreto de suspensión debe ser motivado y se notifica a los
administradores.
La ejecución de las deliberaciones contrarias al orden público o a las bue-
nas costumbres puede suspenderse también por la autoridad gubernativa

IV. Código de Comercio de Venezuela


Artículo 290.- A las decisiones manifiestamente contrarias a los estatutos
o la Ley, puede hacer oposición todo socio ante el juez de comercio del domi-
cilio de la sociedad, y este, oyendo previamente a los administradores, si en-
cuentra que existen las faltas denunciadas, puede suspender la ejecución de

256
PROBLEMÁTICA DE LA NULIDAD Y LA IMPUGNACIÓN DE LOS ACUERDOS ...

esas decisiones, y ordenar que se convoque una nueva asamblea para decidir
sobre el asunto.
La acción que da este artículo dura quince días, a contar de la fecha en que
se dé la decisión.
Si la decisión reclamada fuese confirmada por la asamblea con la mayoría
y de la manera establecida en los artículos 280 y 281, será obligatoria para to-
dos los socios, salvo que se trate de los casos a que se refiere el artículo 282,
en que se procederá como él dispone.

V. Ley de Sociedades Comerciales de Uruguay N° 16060


SUB SECCIÓN IX

De la impugnación de las resoluciones de las asambleas


Artículo 365 (Impugnación).- Cualquier resolución de la asamblea que
se adopte contra la ley, el contrato social o los reglamentos, o que fuera lesiva
del interés social o de los derechos de los accionistas como tales, podrán ser
impugnada según las normas de esta Sub-Sección, sin perjuicio de la acción
ordinaria de nulidad que corresponda por violaciones a la ley.
Artículo 366 (Promoción de la acción de impugnación).- La acción de
impugnación se promoverá contra la sociedad dentro del plazo de noventa
días a contar de la fecha de clausura de la asamblea en que se haya adopta-
do la resolución o de la última publicación, si la ley impusiera su publicidad.
Artículo 367 (Legitimación para el ejercicio de la acción).- Estarán le-
gitimados para ejercer la acción de impugnación cualquiera de los directores,
el administrador, el síndico o los integrantes de la comisión fiscal, el órgano
estatal de control y los accionistas que no hayan votado favorablemente o ha-
yan votado en blanco o se hayan abstenido y los ausentes. También podrán
ejercerla quienes hayan votado favorablemente si su voto fuera anulable por
vicios de la voluntad o la norma violada fuera de orden público.
Artículo 368 (Suspensión preventiva).- El juez podrá suspender de ofi-
cio o a pedido de parte, si existieran motivos graves y no mediara perjuicio
para terceros, la ejecución de la resolución impugnada.
Si la suspensión fuera solicitada por el impugnante deberá prestar garan-
tía, conforme a las normas que regulan el proceso cautelar.

257
jairo cieza mora

El incidente que se promueva por la aplicación de esta norma, se sustan-


ciará con independencia del juicio de impugnación. La resolución que se dic-
te será apelable con efecto solamente devolutivo.
Atento a las circunstancias del caso, el juez podrá resolver la medida sin
oír previamente a la sociedad.
Artículo 369 (Sustanciación del juicio de impugnación).- Si existiera
pluralidad de acciones deberán acumularse para su sustanciación y decisión
de un solo proceso. A tales efectos, el Actuario del Juzgado dará cuenta al juez
de todas las demandas presentadas.
Transcurrido el plazo establecido en el artículo 366, el juez dispondrá que
los impugnantes designen un procurador común dentro del término de diez
días si no lo hicieran, lo nombrará de oficio. El procurador nombrado por el
juez podrá ser sustituido en cualquier momento por otro designado de común
acuerdo por los impugnantes.
Si la demanda fuera promovida por la mayoría o todos los directores, an-
tes de dar traslado de ella el juez designará a quien representará a la sociedad
entre los accionistas mayores que hayan votado la resolución impugnada. Si
el impugnante fuera el administrador o el director que tuviera a su cargo la re-
presentación de la sociedad, los restantes designarán a quien la representará en
el juicio. La misma disposición se aplicará si uno o varios directores coadyu-
varan con el impugnante.
Cumplidas las diligencias antes referidas si fuera el caso o vencido el pla-
zo del artículo 366, el juez dará traslado de la demanda a la sociedad, dis-
poniendo la publicación de edictos por tres días en el diario oficial y en otro
diario, con el emplazamiento a quienes tengas interés en coadyuvar con el
impugnante o con la sociedad, para que comparezcan en los autos, dentro del
plazo de quince días a contar de la última publicación.
Quienes coadyuven con los impugnantes también serán representados por
un procurador común según se dispone en este artículo.
Si hubiera interesados en coadyuvar con la sociedad, serán representados
por quien actúe en nombre de esta.
Artículo 370 (Efectos de la sentencia).- La sentencia dictada en el jui-
cio de impugnación obligará a todos los accionistas, hayan o no comparecido

258
PROBLEMÁTICA DE LA NULIDAD Y LA IMPUGNACIÓN DE LOS ACUERDOS ...

en el juicio. Cuando acoja la impugnación se limitará a dejar sin efecto la re-


solución impugnada.
La sentencia no afectará los derechos adquiridos por terceros a consecuen-
cia del acuerdo impugnado, a menos que se pruebe su mala fe.
Tratándose de violación de la ley, cualquiera sea la sentencia que se dicte,
quedará a salvo, a las partes del derecho para promover juicio ordinario que no
se podrá iniciar sino después de concluido el juicio de impugnación o de ven-
cido el plazo para promoverlo.
Artículo 371 (Inscripción).- La sentencia que haga lugar a la impugnación
se incorporará al legajo de la sociedad, en el Registro Público de Comercio.
Artículo 372 (Responsabilidad de los accionistas).- Los accionistas que
hayan votado favorablemente las resoluciones que se dejen sin efecto, respon-
derán solidariamente de las consecuencias de las mismas, sin perjuicio de la
responsabilidad que corresponda al administrador, a los directores, al síndico
o a los integrantes de la comisión fiscal.
Artículo 373 (Revocación del acuerdo impugnado).- Una asamblea
posterior podrá revocar el acuerdo impugnado. Esta resolución surtirá efecto
desde entonces y no procederá la iniciación o la continuación del proceso de
impugnación. Subsistirá la responsabilidad por los efectos producidos o que
sean su consecuencia directa.
Artículo 374 (Garantía).- El juez podrá solicitar a los impugnantes la
presentación de garantía para eventualmente resarcir los daños que la promo-
ción de la acción desestimada cause a la sociedad.

VI. Código de Comercio de Colombia de 1971


Artículo 186.- Las reuniones se realizarán en el lugar del dominio social,
con sujeción a lo prescrito en las leyes y en los estatutos en cuanto a convoca-
ción y quórum. Con excepción de los casos en que la ley o los estatutos exi-
jan una mayoría especial, las reuniones de socios se celebrarán de conformi-
dad con las reglas dadas en los artículos (427)* y (429)°.
* Derogado. Ley 222 de 1995, art. 68.
° Modificado. Ley 222 de 1995, art. 69.

259
jairo cieza mora

Artículo 187.- La junta o asamblea ejercerá las siguientes funciones gene-


rales, sin perjuicio de las especiales propias de cada tipo de sociedad:
1. Estudiar y aprobar las reformas de los estatutos;
2. Examinar, aprobar o improbar los balances de fin de ejercicio y las
cuentas que deban rendir los administradores;
3. Disponer de las utilidades sociales conforme al contrato y a las leyes;
4. Hacer las elecciones que corresponda, según los estatutos o las leyes, fi-
jar las asignaciones de las personas así elegidas y removerlas libremente;
5. Considerar los informes de los administradores o del representante le-
gal sobre el estado de los negocios sociales, y el informe del revisor fiscal, en
su caso;
6. Adoptar, en general, todas las medidas que reclamen el cumplimiento
de los estatutos y el interés común de los asociados;
7. Constituir las reservas ocasionales, y
8. Las demás que les señalen los estatutos o las leyes.
Parágrafo.- Las funciones anteriores podrán cumplirse lo mismo en las
reuniones ordinarias que en las extraordinarias, si en el contrato social o en las
leyes no se previene otra cosa.
Artículo 188.- Reunida la junta de socios o asamblea general como se pre-
vé en el artículo 186, las decisiones que se adopten con el número de votos
previstos en los estatutos o en las leyes obligarán a todos los socios, aún a los
ausentes a las leyes y a los estatutos.
Parágrafo.- El carácter general de las decisiones se entenderá sin perjui-
cio de los privilegios pactados con sujeción a las leyes y al contrato social.
Artículo 189.- Las decisiones de la junta de socios o de la asamblea se ha-
rán constar en actas aprobadas por la misma, o por las personas que se desig-
nen en la reunión para tal efecto, y firmadas por el presidente y el secretario
de la misma, en las cuales deberá indicarse, además, la forma en que hayan
sido convocados los socios, los asistentes y los votos emitidos en cada caso.
La copia de estas actas, autorizada por el secretario o por algún represen-
tante de la sociedad, será prueba suficiente de los hechos que consten en ellas,

260
PROBLEMÁTICA DE LA NULIDAD Y LA IMPUGNACIÓN DE LOS ACUERDOS ...

mientras no se demuestre la falsedad de la copia o de las actas. A su vez, a los


administradores no les será admisible prueba de ninguna clase para establecer
hechos que no consten en las actas.
Artículo 190.- Las decisiones tomadas en una reunión celebrada en con-
travención a lo prescrito en el artículo 186 serán ineficaces; las que se adopten
sin el número de votos previstos en los estatutos o en las leyes, o excediendo
los límites del contrato social, serán absolutamente nulas; y las que no tengan
carácter general, conforme a lo previsto en el artículo 188, serán inoponibles
a los socios ausentes o disidentes.
Artículo 191.- Los administradores, los revisores fiscales y los socios au-
sentes o disidentes podrán impugnar las decisiones de la asamblea o de la jun-
ta de socios cuando no se ajusten a las prescripciones legales o a los estatutos.
La impugnación solo podrá ser intentada dentro de los dos meses siguien-
tes a la fecha de la reunión en la cual sean adoptadas las decisiones, a menos
que se trate de acuerdos o actos de la asamblea que deban ser inscritos en el
registro mercantil, caso en el cual los dos meses se contarán a partir de la fe-
cha de la inscripción.
Artículo 192.- Declarada la nulidad de una decisión de la asamblea, los
administradores tomarán, bajo su propia responsabilidad por los perjuicios
que ocasione su negligencia, las medidas necesarias para que se cumpla la
sentencia correspondiente; y, si se trata de decisiones inscritas en el registro
mercantil, se inscribirá la parte resolutiva de la sentencia respectiva.
Artículo 193.- Lo dispuesto en el artículo anterior será sin perjuicio de
los derechos derivados de la declaratoria de nulidad para terceros de buena fe.
Pero los perjuicios que sufra la sociedad por esta causa le serán indemnizados
solidariamente por los administradores que hayan cumplido la decisión, quie-
nes podrán repetir contra los socios que la aprobaron.
La acción de indemnización prevista en este artículo solo podrá ser pro-
puesta dentro del año siguiente a la fecha de la ejecutoria de la sentencia que
declare nula la decisión impugnada.
La acción podrá ser ejercida por cualquier administrador, por el revisor
fiscal o por cualquier asociado en interés de la sociedad.
Artículo 194.- Las acciones de impugnación previstas en este capítulo se
intentarán ante los jueces, aunque se haya pactado cláusula compromisoria,

261
jairo cieza mora

y se tramitarán como se dispone en este mismo Código y, en su defecto, en


la forma prevista en el Código de Procedimiento Civil para los procesos
abreviados.
Artículo 195.- La sociedad llevará un libro, debidamente registrado, en el
que se anotarán por orden cronológico las actas de las reuniones de la asam-
blea o de la junta de socios. Estas serán firmadas por el presidente o quien
haga sus veces y el secretario de la asamblea o de la junta de socios.
Asimismo las sociedades por acciones tendrán un libro debidamente re-
gistrado para inscribir las acciones; en él anotarán también los títulos expe-
didos, con indicación de su número y fecha de inscripción; la enajenación o
traspaso de acciones, embargos y demandas judiciales que se relacionen con
ellas, las prendas y demás gravámenes o limitaciones de dominio, si fueren
nominativas.

VII. Código de Comercio de Bolivia. Dec. Ley N° 14379


Artículo 302.- (Impugnación de nulidad). Cualquier resolución de la
junta que viole las disposiciones de este Código o los estatutos, puede ser im-
pugnada de nulidad por los directores, administradores síndicos o autoridad
administrativa contralora o por cualquier accionista que no hubiese participa-
do en ella, o que habiendo asistido, hubiera hecho constar su disidencia y, en
general, cuando la resolución sea contraria al orden público.
Igualmente, puede impugnarse la convocatoria a la reunión que no cumpla
los preceptos señalados tanto en este Código como en los estatutos.
La acción deberá dirigirse contra la sociedad, dentro de los sesenta días si-
guientes a la reunión o de su publicación, con los documentos que amparen la
demanda, debiendo tramitarse sumariamente (art. 302 del Código Comercio).
Artículo 303.- (Demanda probada). En caso de probarse la demanda, el
juez declarará nula y sin efecto alguno la resolución impugnada, pudiendo or-
denar la suspensión de la convocatoria hasta que se cumplan los preceptos le-
gales (arts. 514 a 549 del Código de procedimiento Civil).
Artículo 304.- (Responsabilidad de los accionistas). Quienes voten en
favor de las resoluciones declaradas posteriormente nulas, responden solida-
riamente por las consecuencias de las mismas, sin perjuicio de la responsabi-
lidad de los directores y síndicos.

262
PROBLEMÁTICA DE LA NULIDAD Y LA IMPUGNACIÓN DE LOS ACUERDOS ...

Artículo 305.- (Revocatoria de la resolución impugnada). Revocada


por junta posterior la resolución impugnada, no procede la demanda o con-
tinuación de la misma, subsistiendo, sin embargo, la responsabilidad por sus
efectos o consecuencias directas hasta la fecha de revocación.
Artículo 306.- (Fianza para responder del juicio). Para el ejercicio de
las acciones previstas en el artículo 302, los accionistas impugnantes consti-
tuirán fianza suficiente para responder por los daños y perjuicios que la socie-
dad sufriera, además de las resultas del juicio.

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273
Índice general
Prólogo.................................................................................................................................. 9
Prefacio................................................................................................................................. 15
Introducción.......................................................................................................................... 17

CAPÍTULO I
Las ineficacias negociales:
Su importancia en la nulidad de acuerdos
I. La estructura del negocio jurídico................................................................................ 24
Aspectos de la estructura del negocio jurídico............................................................. 25
1. Los elementos........................................................................................................ 25
2. Los presupuestos: el objeto y sujeto...................................................................... 29
3. Los requisitos: capacidad legal de ejercicio, capacidad natural, licitud, posibili-
dad física y jurídica del objeto, determinación en especie y cantidad, voluntad
sometida a proceso normal de formación.............................................................. 30
II. Ineficacia estructural o intrínseca, el fenómeno de la invalidez del negocio
jurídico y la ineficacia funcional o extrínseca.............................................................. 33

CAPÍTULO II
Naturaleza de los actos asamblearios en
asociaciones y sociedades anónimas
I. Las sentencias............................................................................................................... 68
II. Persona jurídica. Definición, naturaleza jurídica............................................................. 74
1. El Derecho Romano actual de Savigny y la persona jurídica............................... 74
2. La mirada de la persona jurídica y su evolución en Federico de Castro y Bravo...... 81
2.1. La persona jurídica tipo asociación.............................................................. 85
2.2. La persona ficta a comienzos de la Época Moderna.................................... 88
2.3. Las personas morales................................................................................... 89
2.4. Persona moral y persona jurídica................................................................. 90
2.5. La concepción de la persona jurídica en sentido estricto............................. 91
2.6. La concepción de la persona jurídica en sentido amplio............................. 95
2.7. Criterios actuales sobre persona jurídica. Personificación de realidades
sociales......................................................................................................... 97
2.8. Extensión y deformación del concepto de persona jurídica......................... 97

275
jairo cieza mora

3. La persona jurídica en la doctrina italiana. Los estatutos. Los administradores.


La renuncia............................................................................................................ 98
III. Actos asamblearios. Naturaleza jurídica...................................................................... 100
1. Definición de asambleas asociativas y societarias................................................ 100
1.2. Impugnación judicial de actos asamblearios................................................ 104
1.3. Naturaleza jurídica de la acción de impugnación de acuerdos asamblearios. 106
1.4. Los acuerdos susceptibles de impugnación................................................. 107
1.5. Las causas de impugnación en el Derecho comparado. Las resoluciones
nulas, anulables e inexistentes. La aplicación del Derecho Civil en materia
de nulidad de acuerdos asamblearios........................................................... 111
1.6. Algunos presupuestos para la acción de impugnación de acuerdos asam-
blearios......................................................................................................... 117

CAPÍTULO III
Crítica a la sistematización de la nulidad e impugnación
de acuerdos en el Código Civil y en la Ley General
de Sociedades. Problemática jurisprudencial
I. Sistematización de las causas de impugnación en el Derecho comparado. Abundando
sobre el problema de las resoluciones nulas, anulables e inexistentes. La aplicación
del Derecho Civil en materia de nulidad de acuerdos asamblearios.............................. 128
II. Sistematización de la impugnación y nulidad de acuerdos en la legislación y su
respuesta en la jurisprudencia nacional y comparada................................................... 132
III. ¿Cómo resuelven nuestros tribunales?......................................................................... 139
IV. La indemnización por daños y perjuicios no es acumulable a la impugnación judicial
de acuerdos pero sí a la nulidad de acuerdos................................................................ 141
V. “La violencia del tiempo: Ahora se pueden impugnar acuerdos dentro de los diez
años de tomados”.......................................................................................................... 146
VI. La insoportable levedad del ser: Sentencias supremas contradictorias sobre las
mismas partes y los mismos hechos............................................................................. 150

CAPÍTULO IV
La legitimación en la impugnación y nulidad
de acuerdos asociativos y societarios
I. Lineamientos sobre el derecho de asociación y la incorporación no forzosa de
socios............................................................................................................................ 165
II. Análisis y crítica........................................................................................................... 173
III. Consideraciones generales............................................................................................ 174
IV. Legitimación activa...................................................................................................... 175
1. Los accionistas que no votaron favorablemente la decisión impugnada............... 180

276
ÍNDICE GENERAL

2. Los accionistas ausentes........................................................................................ 186


3. Otros sujetos legitimados activamente para impugnar judicialmente los acuerdos. 194
4. Legitimación pasiva.............................................................................................. 197
5. Colofón.................................................................................................................. 198

CAPÍTULO V
Las medidas cautelares en la impugnación y nulidad
de acuerdos en materia civil y societaria
I. Introducción.................................................................................................................. 201
II. Naturaleza jurídica de la suspensión de acuerdos y de la anotación preventiva de
demanda. Consecuencias de nuestra regulación en la presente figura......................... 202
1. Lo que dice la legislación nacional....................................................................... 202
2. Lo que dice la legislación y jurisprudencia española............................................ 203
3. Lo que dice la legislación y jurisprudencia argentina........................................... 205
4. Naturaleza jurídica de la suspensión judicial de acuerdos. Lo que dice la doc-
trina nacional......................................................................................................... 206
5. Naturaleza procesal del presente instituto, lo que señala la doctrina y jurispru-
dencia argentina y española................................................................................... 208

CAPÍTULO VI
El plazo de prescripción o caducidad en materia
de impugnación de acuerdos asociativos y
societarios. Problemática en los tribunales
I. Jurisprudencia............................................................................................................... 217
II. Comentario e introducción al tema............................................................................... 221
III. Antecedentes históricos de la prescripción y la caducidad.......................................... 222
IV. Desarrollo doctrinal de la prescripción y la caducidad en nuestro medio.................... 224
V. La prescripción o la caducidad en materia de impugnación y nulidad de acuerdos
en nuestra legislación civil y societaria........................................................................ 233

CAPÍTULO VII
La responsabilidad civil en la nulidad de acuerdos
I. Bosquejo del desarrollo de la responsabilidad subjetiva a objetiva. La responsabilidad
objetiva de la persona jurídica...................................................................................... 241
II. El riesgo de la empresa y el cheapest costavoider.................................................. 244

277
jairo cieza mora

CAPÍTULO VIII
Propuesta legislativa
I. En el Código Civil........................................................................................................ 251
II. En la Ley General de Sociedades................................................................................. 251

CAPÍTULO IX
Normas extranjeras en materia de impugnación
judicial de acuerdos
I. Ley de Sociedades Anónimas española del 22 de diciembre de 1989......................... 253
II. Ley de Sociedades argentina. Ley 19550 de 1989....................................................... 255
III. Código Civil italiano de 1942....................................................................................... 256
IV. Código de Comercio de Venezuela.............................................................................. 256
V. Ley de Sociedades Comerciales de Uruguay N° 16060................................................... 257
VI. Código de Comercio de Colombia de 1971................................................................. 259
VII. Código de Comercio de Bolivia. Dec. Ley N° 14379.................................................. 262

BIBLIOGRAFÍA.................................................................................................................. 265
ÍNDICE GENERAL............................................................................................................. 275

278

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