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Nombre: Marline Louisedith

Apellido: Gousse

DNI: 94769065

Telefono. +54 351-5216259

Textos

Soy periferia

Soy mujer negra y escritora

Soy rebelde y subversiva

Molesta, anti-sistema

Soy periferia

Soy migrante, desterrada

Soy cantante y quilombera

Resisto a tus quimeras

Soy periferia

Soy ex esclava, descendiente de tribus africanas

Soy disidente, laburante

Pequeña flor dulce y salvaje

Soy periferia

Soy utopista, soy de izquierda trotskista

Soy hija de militantes

Poroto colorado de cosechas afroamericanas


1)

Soy periferia

Tierra arrasada, violada, saqueada

Soy presa desangrada

Del centro goloso y rapaz

Soy periferia

Soy ese rancho, esa villa, esos caminos

Soy escenario de tu plan Cóndor

Un solo grito desde las entrañas de la tierra

Soy periferia

Soy ese bosque devastado

Ese río contaminado

Por tu voracidad insaciable

Soy periferia

Soy tradición oral y escrita

Soy crisol de culturas

antítesis de tu refinamiento artificial

Soy periferia

Soy la voz de millones

Soy las venas abiertas de América Latina

¡Sin mí, no serías, Occidente!


2)

Cabeza de mulata

Un poco más para que la ironía de mi historia

siga atada a la tuya,

y mi presencia aquí

te parezca una hazaña,

un poco menos para que mi vientre

ya no acune tus bastardos,

mi Ser aún hoy, reducido

al sexo de mi “raza”.

Me han visto pasar,

sin mirar el caudal de mis luchas

sin oír las voces de mis fronteras derribadas,

-Mujer, ¿cuál es tu proceder,

cuáles son tus vientos, cuál es tu esencia?

Tu deseo enjaulado en el enigma

de la Gran Otra,

conflictúa tu discurso y tus actos

de seudo-rebeldía, de seudo-defensa

en la causa que ha construído tus fantasías;

tu exceso de simpatía me empalaga.

Y me río, jocosa, burlona,

mis identidades rasgadas,

mi feminidad polemizada

adornada de mimetismos fallidos.

Solo soy humana, una simple mortal,

pero la garganta de noche llena,

noche negra como el rostro de mi abuela,

la que sabe calbagar


los sudores de la vida

para criar ella sola,

cinco hijos y otros tantos vecinos,

“no tiene dueño, la comida en la olla” decía.

Vení, háblame de mí misma, si te animás,

yo, ente invisible y parlante,

que habla su resistencia,

yo, ente invisible y presente

que con su pelo y su textura,

teje trenzas de redes inquebrantables

con sus hermanes del alma.

Camina mi piel,

tú que te haces llamar caminante,

camina mi desarraigo,

y siga sonriendo,

la frente alta,

el alma enamorada a la vez

de dos patrias distintas

sin escindirte, sin colapsar

sin desistir, sin olvidar, sin escuchar,

al que no sabe descifrar,

la necesidad de habitar un lugar

sin dueño ni colono;

y mirar con lástima, al que se detiene, violento,

en pigmentos y tamaños

en especulacions y subastas

de cabeza de mulata.
3)

En algún rincón de la noche,

la gente muerde,

la gente fría y calculadora

con sus anteojos de seriedad

con sus manos lavadas,

sin color, sin música.

Compran ataúdes,

compran belleza y fama

por los paseos de la ciudad,

los contornos de sus ojos de gelatina

sin empatía, sin pupila, sin pasión.

Los tengo todos anotados en ese carnet rojo,

conjurados con pequeños dibujos esotéricos

por las dudas alguno se acerque demás

y quiera agotar mi alma.

La gente, esa decente, cree que el sol

siempre se pone del lado oeste,

que todas las madrugadas nacen

y que todos los pliegues de humanidad están a la venta,

pintan las paredes de blanco, retan a los niños que las rayan,

alquilan sueños, roban mentiras y se besan con los ojos abiertos.

La gente camina en fila

no sé hacia donde

caminan y caminan

hasta que el corazón les reviente,

y por sus venas rotas

obligan a los demás a caminar sin razón.

Me veo entre esa cantidad impresionante de gente, sola


4)

Toda la potencia de abstracción almacenada

en el cruce de tu cultura con la mía.

Un límite despersonalizado, sin tregua, sin piedad.

Al descubierto quedan ya las palabras ocultas en un corte de pelo.

Oculto.

Identidad despeinada sobre pisos de territorialidad conquistada

hasta el idioma madre.

Contacto cutaneocular lacerante

en gozoso proceso de disección ontológica, destituyente.

Se presentifica la entidad.

Se llama ponerle el cuerpo al deseo.

Tal es el costo de asumir la alteridad

subrayando mimetísmo ecológico,

inmiscibilidad entre significantes mutados

enroscados, pujando y saliendo cual avalancha patagónica.

Replanteo minucioso histo-sociológico,

casi filo(lógico)(genético) sófico.

Entonces se resiste. Se invoca.

Se presentifica

5)

Hay un dibujo bajo la lluvia,

hay una persona bajo la lluvia

hay un dibujo de la persona bajo la lluvia

hay un terapeuta mirando una persona bajo la lluvia.

La hoja despacio, absorbe el agua,

la tinta despacio se dispersa,

las formas se mueren lenta y creativamente


una persona con/sin paraguas (no) mojándose.

El terapeuta se moja en esa hoja

el terapeuta es de papel maché

los ojos del terapeuta lloran la lluvia y pestañas de paraguas.

El terapeuta y la persona mojados de lluvia.

Está el dibujo, la lluvia que cae, la persona sobre el dibujo,

el terapeuta frente a la persona,

y el paraguas en un rincón del consultorio,

como un ente fálico temido.

Salí desabrigada esta mañana,

la lluvia impregnó la tela de mi camisa

con un puntillado fino y elegante, frío e inspirador.

Me olvidé el paraguas del rincón de mi casa.

Ese amarillo manchado de sol.

Lo compré a propósito, para los días mojados,

tener un sol en la mano. Pero hoy salí sin sol, nublada.

El pelo también se me mojó... igual casi siempre ando despeinada...

con el alma un poco húmeda.

Una persona, un dibujo, en la parada del bondi, bajo la lluvia,

pensando en su terapeuta,

sin paraguas, en su consultorio abrigador.

Lluvia.

6)

La indefensión no es estar fuera de la bolsa de gatos,

condenado a ser uno mismo.

La indefensión no es la bacteria que queda

a la vista en el microscopio.

La indefensión no es el pelo que vuela con una ráfaga de viento en


una tarde fría de otoño.

La indefensión no es bailar desnude frente al espejo.

La indefensión no es parir palabras a mansalva.

La indefensión no es la sed de piel, la comezón erótica.

La indefensión no es trastabillar con otro idioma para comunicar.

La indefensión no es la vela cerca de la ventana.

La indefensión no es el pecho repleto de lágrimas coaguladas.

La indefensión no es la ceguera, el autismo,

el patrón que te echa del laburo.

La indefensión no es la declaración de amor a carne viva

sin respuesta.

La indefensión no es la mujer bajo la lluvia con un niñe en brazos,

buscando el padre que abandonó el hogar.

La indefensión no es la mirada ida del nene

de apenas un metro de altura puesto a trabajar mendigando.

La indefensión no es la presencia

de recuerdos vacíos de amor y afecto.

La indefensión no es la pérdida de un hijo

o la agonía de la enfermedad terminal.

La indefensión no es la sábana que se reparte entre tres

en la cama matrimonial.

La indefensión no es estar dudando del mañana,

del pan y del alquiler.

La indefensión no es dejarse tragar por las olas del mar.

La indefensión no es el vestido de novia

manchado y rasgado por el “sexo fuerte”

La indefensión no es perder la fe

en la más potente de las divinidades.

La indefensión no es el micrófono roto del barrio sin graffiti.


La indefensión no es extrañar el árbol caído del patio familiar

al que nadie vuelve.

La indefensión no es viajar a dedo arriba de camiones

de mercancías hacia la capital porque se secó el campo.

La indefensión no es subirse al barco hacia el supuesto paraíso

para no llegar jamás.

La indefensión no es no tener respuestas,

no es hacer toda la vida lo que a uno no le gusta.

La indefensión no es averiarse en pedacitos de incoherencias,

en metástasis de imágenes candentes que no se van nunca.

La indefensión no es el útero estéril sobre el pasto mojado,

sobre la luna y sus arrugas milenarias.

La indefensión no es que se te acabe el óleo en la tela inacabada,

la idea musical con hojas pentagramadas en blanco,

el guion antes del entreacto.

La indefesión no es no tener a donde volver.

La indefension no es llorar mientras vas caminando

entre los demás caminantes.

La indefensión no es el café sin compartir ni es el mate lavado.

La indefensión quizás tal vez sea la no-mirada/no escucha del otro

cuando se impregna el acontecer.

7)

Pareces de mentira.

Tu reloj congelado a las diecinueve y chirolas.

Tu sonrisa delictiva, tu retrato colgado en mi corteza occipital.

Tu problemática elocuencia revolucionaria.

Tu postura tan segura y magnética.

Tu entrada colosalmente irracional al quiste.


Se caen mis paredes.

Tu ausencia tan densa para mis anteojos de ocasión.

Tu pelo corto, montículo de humo castaño arriba de tu cabeza,

bruma de pensamientos etéreos... me gusta.

Tú te dedicas a la importación de la cura contra

los fenómenos melancólicos.

8)

Quiero estar para siempre en tus ojos,

medio cristal, medio transparente,

en la sombra siempre presente,

en tus manos por todos los caminos.

Quiero siempre ser una niña;

esa misma que en brazos llevaba,

un padre lleno de amor y ternura;

esa misma que para volverte a ver un día,

espera.

Y libero a todos los atrapa-sueños de cuidarme

tu custodia me es suficiente

por la noche

basta con una mirada al sol de media estación

y para encontrarte, esa será mi nota de transición.

9)

En algún punto remoto del verano isleño

las manos del campesino pela el choclo,

la miseria, un canto...

un canto de añoranza, hondo, visceral,

un canto que recuerda los días de lluvia


y los pliegues del falso despertar.

A lo lejos suena un Lambí

el atardecer muere en una fogata

y los tambores peinan el viento a orilla del mar

el campesino baila y baila para olvidar

el sello del putaparió en su lengua de madera

el pañuelo de su madre en los campos de sisal

el niño arrinconado cenando plátanos maduros

el hechizo de su compañera, el brillo de sus ojos oscuros.

El campesino baila y baila para olvidar

la sequía y la amnesia recurrente del alcalde del lugar

su caballo suelto en las vertientes del monte Macaya

los sueños y las promesas, los loas y sus ofrendas,

el campesino baila y baila para olvidar.

El campesino baila y baila para no morir.

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