Está en la página 1de 10

Economía para Ciencias Sociales

2do parcial
Cátedra: Pablo Miguez
Alumnx: Julieta Lozano
DNI: 40242110
Licenciatura en antropología social
Universidad de San Martín
Fecha de entrega: 25/6/20

1
Preguntas
Desarrolle 3 de las siguientes cuatro preguntas
1) Explique los presupuestos y la noción de “equilibrio del mercado” en la economía
neoclásica. Ejemplifique con el mercado de trabajo.
2) Explique las críticas de Keynes a los neoclásicos y señale las condiciones necesarias
para que exista simultáneamente equilibrio y pleno empleo
3) Explique las causas de la inflación para los Monetaristas y las propuestas que
introducen para la gestión de la política monetaria.
4) Régimen de acumulación fordista: señale sus elementos y las causas de la crisis del
mismo según la Teoría de la Regulación.

2
Desarrollo
1) Gran parte de la teoría de Keynes, fue elaborada en el contexto de la crisis económica
propia del período de entreguerras. En este contexto, no es de extrañar que sus intereses se
centraran en la problemática del desempleo, el rol de Estado y la crítica al modelo del Laissez
Faire propio de la economía clásica. Sus objetivo es claro: lograr un nivel elevado y estable
de actividad económica; y dentro de esa estructura, la consideración de los medios de las
políticas.
Para el economista británico, la economía política clásica se abocó al estudio del producto
social, y dejó de lado la cuantía; ya que sólo intentaba comprender la naturaleza y las causas
de la riqueza, sino que se limitaba a la elaboración de leyes que permitieran determinar la
división del producto generado por la industria, entre la diversas clases que contribuyen a su
formación. Bajo esta perspectiva, se apuntaba a explicar los factores determinantes de las
participantes relativas en el ingreso nacional propio de los factores de producción, dejando así
de lado el estudio de las fuerzas que condicionan el mismo ingreso. No está de más recordar
que la teoría Keynesiana fue formulada en el marco de una crisis económica y responde a las
necesidades propias del momento histórico. En el caso de los autores clásicos, ignoraron las
crisis y por tanto, no tuvieron en cuenta la posibilidad de que hubiese variaciones en la
cantidad de actividad económica de forma independiente a los recursos disponibles. Keynes,
en cambio, argumenta que la premisa de que el sistema económico produce de forma
espontánea la ocupación total de los recursos de los que dispone es errónea. Además, agrega
que la situación normal no es el empleo constante, sino la fluctuación de él.
Por otra parte, la teoría clásica no analiza los factores determinantes sobre el volumen de
empleo, sino que se limitan a explicar cómo se comporta en la producción un volumen total
de elementos, y de qué forma se distribuye la renta producto de la producción entre los
diferentes elementos que forman de él. En este punto, la relación entre la Ley de oferta y
demanda es la encargada de determinar la distribución dentro de la producción. Además, esta
misma Ley es la que determina el valor relativo de los elementos de producción y de las
mercancías (precios). La teoría clásica considera que hay una cantidad determinada de
medios de producción por las empresas y las industrias dentro del conjunto del sistema
económico, por lo tanto, si se requieren más medios de producción en una empresa, se supone
que los extrae de otras empresas. Bajo esta perspectiva, las alternativas son entre una empresa
y otra, sin tener en cuenta la posibilidad del paro o el desempleo. Keynes, en cambio, no se
centra en la administración de una cantidad total dada de medios de producción, sino que se
focaliza en las variaciones del volumen de producción y del empleo en tanto resultado de las
fluctuaciones en la cantidad de los medios de producción utilizados.
La Ley de Say, establece que hay una correspondencia absoluta entre la oferta y la demanda
(ambas se crean mutuamente y el ingreso gastado por una persona, se convierte de forma
directa en el ingreso de otra). Este argumento, afirmar que el sistema económico tiende de
forma continua e invariable hacia la ocupación plena, es decir que la situación normal implica
un equilibrio estable de empleo total. La creencia de que el empleo es la condición normal, se
basa en la premisa de que la renta se gasta de forma inmediata y sólo en gastos de consumo.
En cambio, Keynes comenta que la conducta de un individuo se modifica según las
variaciones en sus ingresos. En este punto, establece una división fundamental entre las
partes en las que se gasta el ingreso: el gasto de consumo corriente, y el ahorro. Existe una

3
propensión a consumir por la cual las clases bajas tienden a utilizar su ingreso para satisfacer
el consumo corriente diario, mientras que las clases medias y altas destinan una parte de sus
ingresos al ahorro. De esto, se desprende que un ingreso mayor, conduce a un consumo
relativamente menor del total de los ingresos, mientras que un ingreso menor implica un
consumo mayor del total. En pocas palabras, siguiendo la lógica de la propensión marginal a
consumir es probable que, en el corto plazo, una persona cuyo ingreso sea mayor, pueda
destinar una menor cantidad del total a la satisfacción de sus necesidades básicas, y utilizar el
resto mayor a modo de ahorro. No ocurre lo mismo cuando el ingreso es menor, y no es
suficiente para disponer de un ahorro. Al plantear la ecuación que se desprende de esta Ley,
se debe partir de que el ingreso total, tiene que ser igualado con el gasto total. Para que esta
igualación ocurra, no alcanza con apelar sólo al consumo diario, sino que además, tiene que
haber inversión1. Por lo tanto, el ingreso, es el resultado de sumar consumo e inversión. De la
ecuación anterior, se desprende que para conservar ciertos niveles de consumo e ingreso, es
necesaria la inversión.
Para la economía clásica, la igualdad del ahorro y la inversión mantiene la flexibilidad en el
tipo de interés. Ante un ahorro más elevado, más bajará el tipo de interés; mientras que un
tipo de interés más bajo dará como resultado una disminución en el beneficio del ahorro.
Teniendo en cuenta que el interés es una recompensa por el ahorro, un incremento en el tipo
de interés generará un aumento en el ahorro, mientras que una disminución en el tipo, dará
como resultado una baja.
En oposición, Keynes, plantea que el interés no es un premio o una recompensa por la espera
al momento de adquirir un bien, sino una retribución por no acaudalar un determinado bien,
osea, por no poseer liquidez.
Además, la teoría clásica supone que el interés es igual a la inversión y el ahorro, y por lo
tanto, el ingreso permanece estable incluso si varían la inversión o el ingreso de tipo de
interés. Keynes, en cambio, supone que inversión y ahorro (ingreso menos consumo) son
iguales, y, agrega que tanto la inversión, como el ingreso de tipo de interés, pueden variar de
forma independiente entre sí y por lo tanto, un cambio en cualquiera de ellas, da como
resultado una variación en el ingreso. Para poder prever las variaciones de una variable, es
necesario incluir dentro del tipo de interés, la preferencia por la liquidez 2 y la cantidad de
dinero.
La economía clásica, asume que el paro solo puede ser voluntario (los obreros no quieren
aceptar salarios inferiores a los correspondientes y por lo tanto deciden no trabajar) o por
fricción (hay hombres que dejan de trabajar de forma temporal producto de las
imperfecciones a corto plazo en el mercado de trabajo). Ante el creciente desempleo, la
respuesta de la economía clásica es que las asociaciones obreras -y su accionar
“monopolístico-”, en combinación con el Estado, son los responsables de la creación de un
mercado de trabajo imperfecto y no permiten que la economía fluya con libertad. Para esta

1 (IT=GT; IT= (CD+X); CD+X= GT, X=GT-CD, X=Inversión)

2 “Según la teoría nueva, el dinero es esencialmente un eslabón entre el presente y el futuro. Desde
ese punto de vista, su propiedad sobresaliente en nuestro sistema económico está en que es un
“bien cuya prima de liquidez está siempre por encima de sus costos de almacenamiento”, o, en otras
palabras, que lleva una prima de liquidez relativamente alta” (1978, 481)

4
corriente, el paro voluntario y el paro por fricción se generan en términos generales, como
resultado de salarios demasiado elevados, por lo tanto, la solución es bajarlos.
Keynes rechaza la idea de que el paro desaparece una vez que los obreros aceptan un salario
más bajo, además, tampoco aceptaba la idea de que el mercado de trabajo se limita a un
mercado de vendedores donde el trabajo puede venderse si los obreros resignan parte de su
salario. Para el economista inglés, las organizaciones obreras representan un rasgo de la
economía democrática moderna y tanto la protección social, como el establecimiento de
salarios mínimos van a seguir vigentes. Por lo tanto, bajar los salarios no es una opción real, a
pesar de que en la teoría clásica parezca una opción racional. Con respecto al rol del estado,
la filosofía de laissez faire, establece que su intervención en la economía debe ser nula. En
cambio, Keynes consideraba que la prosperidad económica sólo era posible a través de la
inversión pública y la acción estatal.
En la Teoría del Empleo, Keynes propone que el punto de partida es la demanda efectiva, es
decir “el ingreso global (o importe de ventas) que los empresarios esperan recibir, incluyendo
los ingresos que hacen pasar a manos de otros factores de la producción por medio del
volumen de ocupación que deciden tener” (1978, 476). Para que exista el empleo total debe
haber demanda total. La imposibilidad de alcanzar una demanda total es producto del paro,
mientras que la demanda efectiva se manifiesta en la renta. De esto, se deduce que a mayor
empleo mayor renta, y viceversa. Si la renta real de una comunidad aumenta, también lo hará
el consumo, aunque en menor medida que la renta. Por lo tanto, para que exista una demanda
suficiente que permita mantener un aumento en el empleo, debe haber un aumento en la
inversión real igual a la diferencia entre la venta y la demanda de consumo procedente de esa
renta, es decir que el empleo no puede aumentar, sin aumentar la renta. A la relación anterior,
se la denomina demanda efectiva.
En el esquema teórico propuesto por Keynes, el concepto de demanda refiere a la demanda
total del conjunto del sistema económico. No es lo mismo hablar de demanda total, o
demanda de productos de empresas aisladas ya que la segunda sólo define las cantidades de
mercadería que serán adquiridas a determinados precios 3. Para medir el volumen total de
producción de el sistema económico en su totalidad, Keynes apela a la cantidad de trabajo
empleado; mientras que el precio de la demanda total del volumen de producción de una
determinada cantidad de empleo equivale a la suma total de dinero o ingresos que se espera
de la venta del volumen de producción alcanzada en el momento en el que se emplea esa
determinada cantidad de trabajo. A mayor empleo de trabajo, hay un mayor volumen de
producción y un ingreso mayor (el aumento en la cantidad de empleo, representa un mayor
precio de la demanda total).
El punto óptimo de pleno empleo, ocurre en el punto de intersección entre la función de
demanda total y la función que determina la oferta total. Es en este punto donde los
empresarios obtienen el máximo de beneficios esperados. En caso de que se ofreciera una
mayor cantidad de empleo, la cantidad de beneficios sería menor. En síntesis, en cada
momento específico, hay una cantidad de empleo determinada que resultará la más
beneficiosa o lucrativa para que los empresarios ofrezcan a los obreros.

3 “cantidad de dinero recibido por la venta de una cantidad física dada de productos” (1973, 31)

5
3) De forma previa a la teoría monetarista moderna, Irving Fisher estableció en detalle la
relación entre el aumento en la cantidad de dinero, y el posterior aumento de los precios. Para
él, el vínculo entre estas dos nociones se explica porque un aumento de las tenencias
monetarias de los individuos, altera la relación óptima entre los saldos en efectivo y los
gastos de los individuos: “En términos walrasianos, una mayor cantidad de dinero al nivel de
precios existente, genera un exceso de oferta de saldos monetarias en manos de los
individuos. Así pues, estos intentan reducir su exceso de saldos monetarios aumentando los
gastos” (1992, 571). Por otra parte, en caso de que el producto permanezca invariable, el
aumento de dinero dará como resultado que los precios se eleven en la misma proporción
generando un nuevo equilibrio, ya que los saldos monetarios de cada individuo ha regresado
a un nivel óptimo correspondiente al punto de equilibrio.
Además, Fisher desarrolla que el proceso por el cual se determina el tipo de interés nominal,
es el coste de oportunidad de la tenencia de dinero. El primero, es el producto de el tipo de
interés real (refleja las fuerzas subyacentes en el endeudamiento y el préstamo) en conjunto
con la tasa de inflación esperada en un determinado momento. Cuando hay equilibrio global,
la tasa real es idéntica a la tasa esperada, y el interés nominal, es igual al tipo real. El tipo
nominal, está conformado por los prestamistas por medio de la suma del tipo real y la
inflación esperada durante el período de tiempo que dura el préstamo; por lo tanto, las
expectativas de inflación influyen por sobre el tipo de interés nominal. Los prestamistas sólo
estarán dispuestos a prestar fondos, si consideran que la inflación esperada puede
beneficiarlos, por este mecanismo, se autoperpetúa la inflación. En primera instancia, una
tasa de expansión monetaria más elevada conduce a un interés nominal más bajo. Con el paso
del tiempo, las expectativas inflacionistas harán que los precios más altos conduzcan a
aumentos de tipo nominal, y por lo tanto, a una inflación más alta.
La teoría monetarista moderna, retoma varios conceptos establecidos por Fisher : la idea de
que el interés nominal es igual a la suma del tipo del interés real más la tasa de inflación
esperada. Otro concepto importante retomado por la economía moderna es el de la teoría de
expectativa adaptable, la cual afirma que las expectativas de precios se establecen tomando
las inflaciones anteriores como punto de referencia, teniendo más relevancia los precios del
pasado reciente, que los precios propios de un pasado más distante: “La incertidumbre con
respecto a los precios futuros domina las expectativas” (1992, 579)
Para explicar la inflación, la teoría monetarista moderna utiliza tres conceptos: el de
expectativas adaptables (explicado en el párrafo anterior), el efecto Fisher, y la función de
demanda de Fridman4. Si en una situación hipotética caracterizada por una tasa constante de
expansión monetaria realizada por el banco central; la tasa de inflación esperada es igual a la
tasa de inflación real; el tipo de interés nominal es igual al tipo real más la expansión
monetaria; las tenencias reales de saldos en efectivo reales y deseados son iguales; y por
último; la renta real crece a una tasa constante; ocurre un aumento en la expansión monetaria,
en primera instancia, el resultado será un aumento en los saldos reales en efectivo de los
individuos y las empresas (por encima de sus niveles deseados), y en paralelo, la disminución

4 “Friedman (...) argumenta que la demanda de dinero es una función estable y predecible de
variables independientes. Esto implica que el dinero es todavía la variable fundamental en la
predicción de los precios, y como veremos, de las fluctuaciones de la producción y el empleo a corto
plazo. (1992, 578)

6
del tipo de interés nominal. Como consecuencia, el exceso de saldo en efectivo, conducirá a
un aumento en el gasto destinado a activos como las mercancías y los valores. Ante esta
situación, los precios reales empezarán a ascender debido al crecimiento en el gasto nominal.
Pasado un tiempo, las expectativas se adaptan al nuevo equilibrio que incluye los aumentos
de precios, y el interés nominal (que poco antes había bajado) volverá a subir. El proceso, es
decir, el nuevo equilibrio, ocurre una vez que la nueva tasa de inflación es igual a la nueva
tasa de expansión monetaria; el tipo de interés nominal aumentó en la misma medida que la
diferencia establecida entre la vieja y la nueva tasa de inflación; otra vez, los saldos reales en
efectivo son iguales a los saldos en efectivo deseados; y el interés real se restablece a su nivel
anterior. Como consecuencia del mayor tipo de interés nominal, el nuevo nivel de saldos en
efectivo que se mantiene será menor que el que había antes de la nueva tasa de crecimiento
de dinero; por lo tanto, el coste de dinero será mayor.
Con respecto a las políticas de gestión monetaria propuestas por esta corriente, para el
monetarismo, la existencia de un componente de expectativas, implica que siempre hayan
retardos internos (generados por los retratos administrativos y la demora en darse cuenta de
que se está generando un desarrollo económico adverso en la producción, el empleo y los
precios) y externos (el lapso de tiempo que transcurre antes de que los cambios reales en la
expansión o contracción monetaria se produzcan en la inflación, el producto y el empleo) en
la política monetaria de un banco central. El ajuste de las expectativas lleva tiempo, e incluso
puede haber un período de más de seis meses entre que ocurre la alteración monetaria y la
variación del gasto total. Sobre esto, Eric Roll comenta que se sabe poco de la formación de
las expectativas y de otros factores que influyen en la duración de los retardos, por lo tanto, la
eficiencia de la política monetaria es de dudosa calidad.
Para el monetarismo, la autoridad monetaria independiente encargada de tomar las
decisiones, debe ser reemplazada por normas automáticas. La junta de la Reserva Federal
debe estar sometida a una Ley que aumente el Stock monetario de forma mensual según una
tasa de aumento acorde al crecimiento económico. Por otra parte, ante la problemática de la
disminución de las tasas de crecimiento de la productividad del trabajo y de la producción,
los monetaristas proponen la reducción de impuestos y gastos, en paralelo con un presupuesto
equilibrado a modo de incentivo fiscal. El resultado será la creación de incentivos para
ahorrar e invertir. Además, proponen reducir los subsidios de bienestar social “que frenan los
estímulos para trabajar y ahorrar”, realizar una menor regulación en las normas de la industria
y el fomento de los programas privados de formación profesional.

4) La teoría de la regulación por un lado, critica la idea de la economía entendida como el


estudio de sujetos mercantiles homogéneos que comparten un mismo principio de
racionalidad y se relacionan a través de un mercado (hommo económicus), y además, apunta
contra el enfoque estructuralista. En su lugar, postula que los individuos ocupan determinados
lugares que se definen en referencia a relaciones sociales que pueden variar en el tiempo y el
espacio.
Las relaciones capitalistas se caracterizan por la permanencia y la difusión a nuevos espacios
o formas. Sin embargo estos cambios cíclicos no pueden ser explicados mediante grandes
leyes permanentes, transversales y universales al espectro de sociedades capitalistas. Ante la

7
incapacidad para comprender este fenómeno, el regulacionismo ofrece un aparato conceptual
compuesto por la forma institucional (“toda codificación de una o varias relaciones sociales
fundamentales” (1994, 61)); el régimen de acumulación ( “conjunto de regularidades que
aseguran una progresión general y relativamente coherente de la acumulación del capital, es
decir que permite reabsorber o posponer las distorsiones y desequilibrios que nacen
permanentemente del mismo proceso” (1994, 60) y el modo de regulación ( “todo conjunto
de procedimientos y conductas individuales y colectivas, que tengan la propiedad de:
reproducir las relaciones sociales fundamentales a través de la conjunción de formas
institucionales históricamente determinadas; sostener y “conducir” el régimen en vigor;
asegurar la compatibilidad dinámica de un conjunto de decisiones descentralizadas sin que
sea necesario que los actores económicos internalicen los principios de ajuste del sistema ”
(1994, 68)).
Por otra parte, la teoría de la regulación establece un grupo de herramientas conceptuales,
conformadas por tres niveles de análisis según el grado de abstracción. El primero, analiza los
modos de producción y su articulación; el segundo, caracteriza las regularidades sociales y
económicas que permiten que la acumulación se desarrolle a largo plazo entre dos crisis
estructurales; y el tercero refiere a las configuraciones específicas de una época en un espacio
geográfico determinado donde las formas institucionales el origen de las regularidades
sociales y económicas observadas.
El régimen de acumulación fordista, se caracteriza por la predominancia del dinero bancario,
la relación salarial original y la competencia oligopólica, por encima de las transformación
del Estado. Con respecto a las formas de relación salarial, en el esquema fordiano, hay una
conjugación entre el desarrollo de las normas de consumo y las normas de producción.
La Teoría de la Regulación le atribuye un origen multicausal a la crisis del fordismo. Después
de la segunda guerra mundial, la generalización de la competencia oligopólica favoreció el
crecimiento y la regularidad de la coyuntura. Sin embargo, el envejecimiento de las industrias
básicas, la maduración de la demanda de productos duraderos y el auge de las nuevas
industrias y de métodos de producción flexibles, generó una desestabilización en las viejas
formas de competencia que a su vez, repercutió en la distribución de ganancia y la dinámica
de la inversión.
Por otra parte, para el regulacionismo, la relación salarial propia del fordismo, entró en crisis
debido al efecto de las presiones sociales provenientes de distintos actores sociales. Una vez
que la progresión de la productividad comenzó a disminuir, surgieron una serie de conflictos
a partir de la premisa del derecho a tener un ingreso, de manera casi independiente a la
situación socioeconómica particular.
Además, ante el declive de la productividad la extensión del gasto público y las
reglamentaciones se convirtieron en un problema. En épocas de prosperidad económica, la
intervención del Estado era aceptada por parte del cuerpo social, sin embargo, la caída o el
límite, generó un escape frente al impuesto; mientras que en la gestión de la moneda de
crédito, la ausencia de la restauración de la ganancia, derivó en que el crédito fuese una forma
socializar las pérdidas a costa de la inflación.
Otro rasgo propio de la crisis, fue el deterioro progresivo de la jerarquía que estabilizaba las
relaciones internacionales. La caída de la hegemonía económica y política de Estados Unidos,
significó el debilitamiento general del fordismo. La crisis de la regulación internacional, y la

8
falta de una regulación nacional, derivó en conflictos entre los roles internos y externos del
dólar (que a su vez afectó los flujos de inversiones internacionales y los intercambios
comerciales) y la fracción de las economías nacionales ante la falta de un principio que las
regule.
La teoría regulacionista, afirma que la crisis del régimen de acumulación fordista, es diferente
de las anteriores, ya que supone una llegada al límite, y la acentuación de las contradicciones
en las formas institucionales más esenciales, es decir, aquellas que condicionan el régimen de
acumulación. De esta forma, las principales regulaciones -aquellas que sustentan la
organización de la producción, el horizonte de valoración del capital la distribución del valor
y la composición de la demanda social- quedaron en Jaque.
La crisis del fordismo no se limitó a un pequeño desequilibrio de los mecanismos de
regulación, sino que fue más allá: implicó un bloqueo total del proceso de reproducción
dinámica de la economía, a este fenómeno, el regulacionismo lo denomina “crisis de
desarrollo”.. Sobre esto, Boyer afirma: “La dificultad consiste en que, en la práctica, las
formas institucionales básicas del régimen de acumulación, intervienen también en el modo
de regulación, por lo que se hace difícil la distinción clara entre estos dos tipos de crisis”
(1988, 83).
La crisis de desarrollo, se caracteriza porque la prolongación de las regularidades es tal, que
no permite la reconstitución automática de las ganancias, y por ende, la recuperación de la
acumulación. Otro rasgo propio de este fenómeno, es que la dinámica de la acumulación
termina por derrumbar las formas sociales que funcionaban como soporte durante el período
de crecimiento. Además, la desactualización de los métodos de producción y la caída de la
demanda de productos, va de la mano con la búsqueda de nuevos productos, técnicas y
localizaciones. Por último, ante la falencia de las reglas del pasado, la coherencia social y
económica colectiva se quiebra, habrá luchas (abiertas o latentes) que, ante la crisis, buscarán
conformar nuevas reglas de juego.

Bibliografía
1. Boyer, Robert (1988): Teoría de la regulación. Un análisis crítico., Ed. Humanitas,
Buenos Aires, 1988.
2. Boyer, Robert, y Saillard, Ives (1994): Teoría de la regulación. Estado de los
conocimientos., Eudeba-CBC, Buenos Aires. Cap 5.
3. Dillard, D. (1973): La teoría económica de John Maynard Keynes. Madrid, Aguilar.
4. Ekelund, Robert y Hébert, R. (1992): Historia de la teoría económica y de su método,
Mc Graw Hill (tercera edición).
5. Roll, Eric (1978): Historia de las doctrinas económicas, Fondo de Cultura Económica,
pp. 469 a 486.

9
10

También podría gustarte