Damián Rodríguez, C.I: 5.180.994-0, Examen Historia Regional Platense (reglamentado), 2doB.

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SELECCIÓN DE DOCUMENTOS Nº 2

Circular de la Junta Provisional Gubernativa de la Capital de Buenos Aires a los pueblos del
interior del Virreinato, 27 de mayo de 1810

“Los desgraciados sucesos de la Península han dado más ensanches a la ocupación bélica de los
franceses sobre su territorio, hasta aproximarse a las murallas de Cádiz y dejar desconcertado el
cuerpo representativo de la soberanía, por falta del Sr. Rey D. Fernando VII: pues que,
dispersada de Sevilla, y acusada de malversación de sus deberes por aquel pueblo, pasó en el
discurso de su emigración y dispersión á constituir, sin formalidad ni autoridad, una Regencia, de
la que nadie puede asegurar que sea centro de la unidad nacional y depósito firme del poder del
Monarca […]
“El pueblo de Buenos Aires, bien cierto del estado lastimoso de los dominios europeos de S. M. C.
el Sr. D. Fernando VII; por lo menos incierto del gobierno legítimo soberano en la representación
de la Suprema Junta Central disuelta ya, y más en la Regencia que se dice constituida por aquella,
sin facultades, sin sufragios de la América, y sin instrucción de otras formalidades que debían
acceder al acto; y sobre todo, previendo, que no anticipándose las medidas que deben influir en la
confianza y opinión pública de los dominios de América, faltaría el principio de un gobierno
indudable por su origen, estimó desplegar la energía que siempre ha mostrado para interesar su
lealtad, celo y amor por la causa del Rey Fernando, removiendo los obstáculos que la
desconfianza, incertidumbre y desunión de opiniones podrían crear en el momento más crítico
que amenaza, tomando a la América desapercibida de la base sólida del gobierno que pudiese
determinar su suerte en el continente americano español.”

“Manifestó los deseos más decididos por que los pueblos mismos recobrasen los derechos
originarios de representar el poder, autoridad y facultades del Monarca, cuando este falta,
cuando este no ha provisto de Regente, y cuando los mismos pueblos de la matriz han calificado
de deshonrado al que formaron, procediendo a sustituirle representaciones rivales que disipan los
tristes restos de la ocupación enemiga. Tales conatos son íntimamente unidos con los deseos
honrosos de su seguridad y felicidad, tanto interna como externa, alejando la anarquía y toda
dependencia de poder ilegítimo; cual podía ser sobre ineficaz para los fines del instituto social,
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cualquiera que se hubiese levantado en el tumulto y convulsiones de la Península, después de la

dispersión y emigración de los miembros de la Junta Suprema Central.

Cuando estas discusiones se hacen en sesiones de hombres desencontrados, son expuestas a las
consecuencias de una revolución, y exponen a que quede acéfalo el cuerpo político: pero si se
empeñan por el orden y modo regular de los negocios gravísimos, no pueden menos de conducir
como por la mano, a la vista del efecto que se desea. Tal ha sido la conducta del pueblo de Buenos
Aires en propender a que examinase si, en el estado de las ocurrencias de la Península, debía
subrogarse el mando superior de gobierno de las provincias del Virreinato en un Junta
Provisional, que asegurase la confianza de los pueblos y velase sobre su conservación contra
cualesquier asechanzas, hasta reunir les votos de todos ellos, en quienes recae la facultad de
proveer la representación del Soberano.

“El Exmo. Cabildo de la Capital, con anuencia del Exmo. Señor Virrey, a quien informó de la
general agitación, agravada con el designio de retener el poder del gobierno, aun notariada que
fuese la pérdida total de la Península y su gobierno, como expresa la proclama de 18 del corriente,
convocó la más sana parte del pueblo en Cabildo general abierto, donde se discutió y votó
públicamente el negocio más importante por su fundamento para la tranquilidad, seguridad y
felicidad general: resultando de la comparación de sufragios la mayoría con exceso por la
subrogacion del mando del Exmo. Sr. Virrey en el Exmo. Cabildo, ínterin se ordenaba una Junta
Provisional de gobierno, hasta la congregación de la general de las Provincias: voto, que fue
acrecentado y aumentado con la aclamación de las tropas y numeroso resto de habitantes.”

“Ayer se instaló la Junta en un modo y forma que ha dejado fijada la base fundamental sobre
que debe elevarse la obra de la conservación de estos dominios al Sr. D. Fernando VII. Los
ejemplares impresos de los adjuntos bandos, y la noticia acreditada en bastante forma, que el
Exmo. Cabildo, y aun el Exmo. Sr. Virrey, que fue D. Baltazar Hidalgo de Cisneros, dan a Vd., no
dejan duda a esta Junta de que será mirada por todos los jefes, corporaciones, funcionarios
públicos y habitantes de todos los pueblos del Virreinato, como centro de la unidad, para formar la
barrera inexpugnable de la conservación íntegra de los dominios de América a la dependencia del
Sr. D. Fernandoi VII, o de quien legítimamente le represente. No menos espera que contribuirán los
mismos a que, cuanto más antes sea posible, se nombren y vengan a la capital los Diputados que se
enuncian para el fin expresado en el mismo acto de instalación: ocupándose con el mayor esfuerzo
en mantener la unión de los pueblos, y en consultar la tranquilidad y seguridad individual;
teniendo consideración a que la conducta de Buenos Aires muestra que, sin desorden y sin
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vulnerar la seguridad, puede obtenerse el medio de consolidar la confianza pública y su mayor

felicidad.”

“Es de esperar que cimentado este paso, si llega el desgraciado momento de saberse sin duda
alguna la pérdida absoluta de la Península, se halle el distrito del Virreinato de Buenos Aires sin
los graves embarazos que por la incertidumbre, y falta de legítima representación del Soberano
en España a la ocupación de los franceses, la pusieron en desventaja para sacudirse de ellos:
puesto que, tanto como el enemigo descubierto invasor, debe temerse y precaverse el que desde lo
interior promueve la desunión, proyecta la rivalidad y propende a introducir el conflicto de la
suerte política no prevenida. Cuente Vd. con todo lo que penda de los esfuerzos de esta Junta, cuyo
desvelo por la conservación del orden y sistema nacional se mostrará por los efectos. Este ha sido
el concepto de proponer el pueblo al Exmo. Cabildo la expedición de 500 hombres para lo interior,
con el fin de proporcionar auxilios militares para hacer observar el orden, si se teme que sin él no
se harían libre y honradamente las elecciones de Vocales Diputados, conforme a lo prevenido en el
artículo X del bando citado, sobre que hace esta Junta los más eficaces encargos por su puntual
observancia y la del artículo XI.

“Asimismo importa que Vd. quede entendido, que los Diputados han de irse incorporando en esta
Junta conforme y por el orden de su llegada a la capital, para que así se hagan de la parte de
confianza pública que conviene al mejor servicio del Rey y gobierno de los pueblos; imponiéndose,
con cuanta anticipación conviene a la formación de la general, de los graves asuntos que tocan al
gobierno. Por lo mismo, se habrá de acelerar el envío de Diputados; entendiendo deber ser uno
por cada ciudad o villa de las Provincias, considerando que la ambición de los extranjeros puede
excitarse a aprovechar la dilación en la reunión, para defraudar a S. M. los legítimos derechos que
se trata de preservar.

“Servirá a todos los pueblos del Virreinato de la mayor satisfacción el saber, como se lo asegura
la Junta, que todos los Tribunales, Corporaciones, Jefes y Ministros de la capital, sin excepción,
han reconocido la Junta, y prometido su obediencia para la defensa de los augustos derechos del
Rey en estos dominios: por lo cual es tanto más interesante que este ejemplo empeñe los deseos de
Vd. para contribuir en estrecha unión a salvar la patria de las convulsiones que la amenazan, si no
se prestasen las Provincias a la unión y armonía que debe reinar entre ciudadanos de un mismo
origen, dependencia e intereses. A esto se dirigen los conatos de esta Junta; a ello los ruegos del
pueblo principal del Virreinato, y a lo mismo se le excita, con franqueza de cuantos auxilios y
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medios pendan de su arbitrio, que serán dispensados prontamente en obsequio del bien y
concentración de los pueblos. Real Fortaleza de Buenos Aires, á 27 de Mayo de 1810.

Cornelio de Saavedra — Dr. Juan José Castelli —  Manuel Belgrano — Miguel de Azcuénaga —
Dr. Manuel Alberti — Domingo Mateu — Juan Larrea — Dr. Juan José Passo, Secretario — Dr.
Mariano Moreno, Secretario.

Fuente: Actas capitulares, Imprenta del Estado, 1836.

Comisión de D. Javier de Elío a D. José Acevedo y Salazar para llevar a Buenos Aires los pliegos
de las autoridades constituidas en España y de su nombramiento como Virrey del Río de la Plata,
15 de enero de 1811

“El estado tan crítico en que se halla la Capital de Buenos Aires y la incertidumbre de la clase de
Gobierno que rige actualmente, el indagar cuál sea la intención de los que le componen con
respecto a reconocer las Cortes Generales de la Nación, la Regencia nombrada por ellas y la
autoridad del Virrey de estas Provincias, que S.M. ha depositado en mi persona, me han decidido a
oficiar a las autoridades actuales de aquella capital, y como al mismo tiempo de entregar los
oficios de S. A. puede ser muy conveniente tratar de materias del Estado actual de la España y
otras, que conduzcan a disuadir a aquellas gentes de yerros con que están alucinados, he
determinado que V. S. se traslade a este efecto a la Capital, en la corbeta de S. M. La Mercurio.

“V.S. ha sido enterado por mí del plan de moderación y humanidad con que quiere el Supremo
Consejo de Regencia sean tratados los fieles vasallos de una Capital y Reyno que tantas pruebas
tiene dados de su acendrada lealtad, él es muy conforme también a mi sentir, así omito dar a V.S.
por separado nuevas instrucciones, pues las luces y prudencia de V.S. sabrán graduar las que
merezcan mi pronta noticia y resolución.

“V.S. hará el mejor servicio al Rey, y creyentes de la misma católica Religión, cuyos principales
preceptos son la paz, y la caridad; espero mucho del patriotismo y luces de V.S. […]”

La Junta Provisional a D. José Acevedo y Salazar, 21 de enero de 1811

“La sola denominación del título con que V.S. representa a la presencia de un Gobierno
establecido para sostener los derechos de los Pueblos libres contra el carácter dominante y
opresor de los Mandones constituidos por el despotismo del Poder arbitrario ofende la razón y
buen sentido. Irreconciliables enemigos de la felicidad del territorio que tiranizaban los antiguos
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Gobernantes han excitado el odio y execración general, y han probado los efectos de su enojo;
¡cuán distante está el que V.S. propone de restablecerla contra el voto unánime de un país inmenso,
que acorde con una voz, idea y sentimientos, preferiría gustoso su desolación y exterminio al goce
del aparato vano de promesas insignificantes!”

“El verdadero medio, el único capaz de consolidar la felicidad de estos países no consiste sino
que poniéndose V.S. de acuerdo con sus principios, se abstenga de atentar a la dignidad y decoro
de esta asociación respetable, y que formando la resolución generosa de desnudarse de una
investidura sin carácter, propenda con el influjo que pueda haberle dado la opinión en ese Pueblo,
a reducir a buen sentido ese pequeño resto de refractarios que en vasta demarcación de este
Gobierno es el único que se resiste a conformarse a la voluntad general.

“Todo otro arbitrio es vano, injusto, violento y enemigo de la Patria. La multitud enorme de
hombres libres que la habitan, tan buenos Ciudadanos como amantes del desgraciado Fernando
que reconocen, se creen constituidos con tan buenos derechos como los que precian de más leales
en los pueblos de España, y jamás podrían mirar sino como la provocación de un insulto, al que
solamente pensase en proponerles otro yugo que el que la expresa voluntad unánime se impuso.

“Removidos ya los obstáculos que impuso la tiranía, está franca la vía que ha de conducir a un
punto de reunión los diputados que faltan al completo de los que deben formar el Congreso
General de las Provincias: en esa respetable Asamblea se discutirá y deliberará con toda la
plenitud de las luces y con todo el arbitrio de las Voluntades de los derechos y deberes del Pueblo
que obedezca, y del poder legítimo que haya de mandarlo; no nos es facultativo prevenir su juicio:
entre tanto, acordes con todos los Pueblos de la Nación en la fraternidad de sentimientos de
lealtad, y cordialidad, al sagrado carácter que respetamos en el desgraciado Soberano bajos cuyos
auspicios vivimos, prescindir de estas intempestivas cuestiones y altercados, que no obrando otro
efecto que el de la división intestina, deben reservarse al momento en que dirimidos por el juicio
supremo del congreso, reciban por el sello que los sancione, el grado de autoridad y firmeza, que
fijando todas las dudas y opiniones, establezca la unidad a la que todos debemos aspirar […]”

Fuente: Archivo Artigas, Tomo IV

Propuesta:

1 y 2. Análisis del texto de los documentos propuestos de forma literal, es decir, prestando
atención a las palabras y expresiones que usa el autor y que pueden reflejar intenciones,
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proyectos, circunstancias, y otros aspectos subjetivos, de época, ideas o modelos en discusión,

alianzas, conflictos, etc.

Ubicación del documento según la fecha y el autor en una cronología; analizar las
características del contexto en esos años, cuál es la lógica de los hechos, las causas, el
desarrollo, las consecuencias, los actores en conflicto, el conflicto, la cooperación, las alianzas,
sus intereses, comparando con el texto.

1.2) Empezando un poco por la segunda parte para luego anudar la primera parte como un todo;
empezare diciendo que es claro que este documento responde esencialmente a la época del
levantamiento de Mayo en Buenos Aires con el posterior pero cercano levantamiento en la Banda
Oriental. Incluyendo algunos acontecimientos y disputas posteriores al establecimiento de la Junta
Provisional Gubernativa, referidos a su legitimidad, intereses, composición, y también a su relación
con el resto de provincias, países y territorios cuyos intereses entraban en conflicto dentro del
territorio americano.

Sin embargo, para entender cabalmente esta coyuntura, es necesario remitirnos, por lo menos, a
algunos de los hechos y procesos acontecidos en la Península Ibérica y en América algunos años
antes, junto con la respectiva carga ideológica, política y en algunos puntos económica de esos
acontecimientos.

En primer lugar, ya estamos en un momento donde la crisis de dominación del régimen colonial
español en América empieza a notarse. Tengamos presente que España (que ya venía de conflictos
largos con Portugal y compromisos diplomáticos poco satisfactorios contraídos con Francia) no
hacía mucho que había cambiado de Casa, de la dinastía de los Habsburgo a los Borbones, que si
bien llevaron a cabo muchas reformas en su régimen indiano, de carácter administrativo y político
para consolidarse, entre ellas cierta “liberalización” muy entre comillas, también fueron partidarios
de una política mucho más agresiva, el conocido “despotismo ilustrado”. Además, fueron
protagonistas en una crisis dinástica interna que obligo al Rey a dimitir (gracias a la monarquía
usufructuaria y contractual) asumiendo su hijo Fernando VII. A esta crisis y en cierta medida por
ello, tenemos la invasión orquestada por Napoleón, que tras una serie de sucesos pintorescos pero
muy significativos termina colocando como Rey de España a su hermano José “Pepe botellas”,
quien careciendo de legitimidad, rápidamente debe enfrentar con sus fuerzas de ocupación a un
levantamiento popular, basado en buena medida en un movimiento juntista, organizado por
localidades y con una junta central en Aranjuez y en la famosa retroversión de la soberanía, nunca
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nombrada explícitamente pero de alguna forma constantemente aludida en la circular de la Junta

Provisional Gubernativa:

“Manifestó los deseos más decididos por que los pueblos mismos recobrasen los derechos
originarios de representar el poder, autoridad y facultades del Monarca, cuando este falta...”

Tanto el sistema político de juntas como el sistema de lucha guerrillero utilizados por el pueblo
español, le granjearon gran éxito al levantamiento contra los franceses, y serían muy importantes
para las revoluciones del Río de la Plata. No obstante, es claro que la situación de guerra civil no
beneficia para nada al dominio español en América, cuando menos es un excelente argumento, y no
cabe ninguna duda de que los dirigentes bonaerenses lo utilizan en sus oficios y en su política,
aunque de forma muy precavida.

Pero la historiografía también marca otros acontecimientos e ideas que explican aún más la
precipitación de estos movimientos en Buenos Aires y en la Banda Oriental. Uno de ellos es la
inminencia de la ideología liberal y la comprobación casi diría empírica de que los caudillos y
figuras locales podían asumir responsabilidades políticas y militares. En la circular de la Junta
Gubernativa se alude constantemente y con inteligencia, sin sobresaltos, a esta capacidad de
manejar la situación, utilizando una suerte de oposición constante entre el desorden ilegitimo de
España y la soberana capacidad de decisión del gobierno de Buenos Aires:

“Cuando estas discusiones se hacen en sesiones de hombres desencontrados, son expuestas a las
consecuencias de una revolución, y exponen a que quede acéfalo el cuerpo político: pero si se
empeñan por el orden y modo regular de los negocios gravísimos, no pueden menos de conducir
como por la mano, a la vista del efecto que se desea...”

“...Teniendo consideración a que la conducta de Buenos Aires muestra que, sin desorden y sin
vulnerar la seguridad, puede obtenerse el medio de consolidar la confianza pública y su mayor
felicidad.”

Pero volviendo a los puntos antes mencionados, es claro que el liberalismo comienza a penetrar en
el Río de la Plata con fuerza, al menos desde comienzos del siglo XIX, teniendo como un punto
culmine para muchos historiadores las invasiones inglesas de 1806 y 1807 en Buenos Aires y
Montevideo respectivamente. Este hecho, para autoras como Lucia Sala, por ejemplo, de alguna
forma erosiona fuertemente el monopolio Español que se había consagrado desde la conquista. Más
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allá de que, como también señalan, las invasiones en si mismas hayan durado muy poco tiempo, el
impacto ideológico, cultural y económico fue abrumador. Prensa, productos introducidos en el
mercado, la “vivencia” del libre mercado y otro hecho no menos importante: las reconquistas, esa
prueba de organización y lucha de carácter más bien local, germen de milicias criollas y también de
cierto carácter conspirativo que caracteriza a los principales caudillos de las revoluciones
americanas, hechos cuya importancia muchas veces es dejada de lado en detrimento del acontecer
político meramente español o de las cuestiones meramente económicas.

Bajo este panorama, analicemos ahora el contexto especifico de estas misivas. Primeramente
tengamos en cuenta que la historiografía rioplatense, principalmente la más tradicional marca como
un punto sumamente importante en la “emancipación” de estos territorios este preciso momento.
Las cartas que analizamos sin duda dan cuenta de que los actores consideran que los
acontecimientos son importantes, aunque puede ser por motivos un poco distintos, o por lo menos
plausibles de ser relativizados en cuanto a esas concepciones de carácter más nacionalista que tiene
buena parte de la historiografía argentina.

En este sentido, huelga decir que elegí este tema, entre otras cosas, porque a través de él se puede
dar cuenta de la importancia de entender la historia en clave regional, con la multiplicidad de
procesos que hacen a determinado momento y coyuntura histórica, intentando no caer en
determinismos que solamente buscan una explicación para un origen o para justificar determinadas
acciones. Lo rico de este período es precisamente entender las claves de este proceso histórico y su
importancia en una reconstrucción de hechos que ayuden no solo a memorizar algunas fechas, sino
a entender la lógica interna de los acontecimientos y el impacto que tienen tanto en su futuro más
inmediato y también en la actualidad.

Hago esta breve reflexión antes de continuar, ya que creo que es importante, más allá de todas las
palabras que se expresan en el documento, “traducir” lo que implícitamente estas quieren significa,
ya que en eso radica la contextualización, entre otros elementos.

Retomando los hechos, Buenos Aires forma una junta desconociendo el Consejo de Regencia,
aunque jurando fidelidad a Fernando VII, punto interesante pues implica disputas tanto en ese
momento histórico como en la interpretación actual. Lo que no se puede negar es que es un paso
interesante en canto al quiebre del dominio español y la emergencia de nuevas posibilidades
políticas.

Las misivas que analizamos tienen algo de ambiguo, ya que no se decantan (al menos
expresamente) en cuanto a su carácter independentista o meramente autonomista, es claro que pese
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a las disputas intestinas de las diferentes corrientes Bonaerenses, estas circulares y contestaciones
de carácter público o semi-publico, intentan reflejar esa unidad que tanto menciona y con la que
cierra sus mensajes, algo que tiene sentido si se piensa en la necesidad de afianzar esta nueva
autoridad, más aún teniendo en cuenta que Buenos Aires no solo disputa con las autoridades
Españolas, sino también con la fidelidad que le exige a las demás provincias.

Es interesante, sin embargo, contrastar las posturas historiograficas que hablan de esas diferentes
corrientes que inspiraron y llevaron a cabo la revolución de Mayo con el documento mismo, que
refleja un aspecto bastante más concreto del proceso llevado a cabo. En esta propuesta, creo que no
se trata tanto de indagar hasta el fondo de aquellas corrientes que utilizaron la “mascara de
Fernando VII” para lograr sus cometidos revolucionarios, o de aquellos españolistas fervientes,
tampoco de las disputas posteriores entre el centralismo y las posturas más federalistas dentro del
marco Bonaerense. Una cuestión más rica y hasta más didáctica es entender, dentro de esas
diferencias, como actúo en conjunto y en ese momento estas autoridades de Buenos Aires, sin
descartar las diferencias, que se puede extraer de lo que sucedió y ponerlo en relación a las
posibilidades históricas.

En este sentido conviene decir que algo casi indudable es que la creación de una junta de gobierno
no significaba la independencia total ni la creación de un nuevo estado, tampoco se puede negar,
hay que ponerse en contexto, que la fidelidad a Fernando VII era muy real desde varios sectores, ya
sea por convencimiento o por intereses, pero existió. No obstante, es claro, sobre todo en la primer
circular, la justificación de gobernar en ausencia del Rey legitimo, ese derecho invocando al
“pueblo” sobre el que recaería la dirección en ausencia del Rey, que siempre estuvo validado en él.
Esto, no cabe duda, se rastrea constantemente en la circular de la Junta de Buenos Aires, la
influencia de aquella noción de retroversión de la soberania primeramente acuñada por el tratadista
Francisco Suárez y convertida luego en doctrina como retroversión de la soberanía en el pueblo. Es
muy posible que la inspiración este dada directamente por el ejemplo de gobierno en España a
través de Juntas en cada ciudad autónoma, aunque obviamente adaptada a la realidad e intereses
bonaerenses.

El documento no deja de ser interesante por su dimensión de aludir al hecho particular de la validez
de la Junta: “El verdadero medio, el único capaz de consolidar la felicidad de estos países no
consiste sino que poniéndose V.S. de acuerdo con sus principios, se abstenga de atentar a la
dignidad y decoro de esta asociación respetable...”; que sin embargo puede anudarse con lo decisivo
del momento y la importancia que va a tener luego la instalación de esta junta y su validación
formal en la región toda.
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Los cambios y las continuidades que se dan a partir de este hecho concreto que a su vez es herencia
de todo un largo proceso. Continuidades expresadas en muchas de las formas de dominación
colonial, y rupturas que se dejan traslucir en la apertura económica, por ejemplo, y en la misma
esencia del periodo revolucionario tan cambiante que, de alguna forma se inaugura en este contexto,
y se refleja en el tono violento y determinante del intercambio que muestran estos documentos.
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