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CAPÍTULO UNO
CAPÍTULO PRIMERO
La Dignidad humana implica reconocer que la persona es un fin en sí misma, que cada
individuo exhibe caracteres peculiares que componen su singularidad, que goza de
capacidad de autogobernarse, de distinguir entre lo bueno y lo malo, de razones y elegir,
y que reclama condiciones propicias para el pleno desarrollo de sus potencialidades. Este
desarrollo social debe tener un espacio sin ninguna intervención que se mueva entre el
libre desarrollo de la personalidad y la dignidad humana, lo cual explica la intimidad como
materia de estudio del sistema jurídico, ya que la seguridad de no estar expuesta la
observación ajena no deseada favorece el libre desarrollo de la personalidad, elemento
esencial de la dignidad humana en virtud del cual se reconoce la capacidad de
autodeterminación.
Ahora bien, habiendo explicado los caracteres señalados se puede concluir que la
intimidad objeto de protección jurídica comprende los aspecto materialmente susceptibles
de realizar o mantener en reserva, mientras el sujeto concernido no decida exhibirlos y los
oculte en la forma y con los medios que aseguren su preservación del conocimiento
público. Bajo este orden de ideas el derecho a la intimidad se manifiesta de varias
maneras, principalmente en 4, que son:
El diseño adecuado para el plan de vida y el pleno desarrollo de sus potencialidades exige
que el individuo goce de condiciones adecuadas para sentir, pensar o creer sin el temor
de ser constreñido a revelar sus sentimientos, creencias u opiniones, que pueda realizar
sus actividades personales sin ser vigilado por otros mientras no lo quiera. Es por ello que
frente a las relaciones del individuo con sus semejantes y en especial su relación con la
autoridad, se entiende incluido el reconocimiento de una órbita individual impermeable
correlativa de la condición humana, que se traducen al derecho a no ser molestado, bajo
esta misma premisa también se desarrollaría y se protegería la garantía a no incriminarse
pues no está obligado a darle publicidad a los aspectos más íntimos y propios de su vida
personal y adoptar comportamiento como guardar silencio ante las inquietudes de los
demás.
Se establece que todo individuo entre todo aquello que reserva, hay aspectos que guarda
con mayor sigilo que otros, donde es necesario determinar la gradación respecto de los
elementos que componen la intimidad, atendidas las diferencias que guardan entre sí las
cosas que oculta. La importancia de determinar el grado de dichas reservas es
proporcional a la protección que debe tener la misma, pues no se puede comparar la
reserva que se tiene sobre gustos gastronómicos frente a las fantasías o deseos
sexuales, debido a eso se establecen se pasará a estudiar aquellos aspectos de la
intimidad individual que se consideran de vital protección.
a.1 Carácter Íntimo del Cuerpo Humano: El cuerpo es de los que mayor celo
ameritan, no solo porque dentro de él surgen múltiples situaciones que no supera el
umbral del interés exclusivo del sujeto, sino además por tratarse de un presupuesto de la
existencia biológica del ser y el único elemento físico que el individuo puede percibir como
íntegramente suyo a perpetuidad. Por lo tanto el examinar el cuerpo de la persona, en
especial las partes que habitualmente permanecen ocultas, así sea de manera superficial,
es inevitablemente una penetración en la intimidad individual. Es por ello que el
reconocimiento del derecho a la intimidad personal tiene que implicar la consideración y
protección del cuerpo de la persona y de todo lo que reposa en su interior contra la
indeseada percepción ajena.
Por tanto no se podrá imponerles a los participantes el guardar silencio, pues se limitaría
así su libertad de decidir sobre revelar o mantener en secreto lo percibido por él en esa
actividad. De igual forma bajo estos dos escenario se podría presentar tropiezos con
importantes objetivos sociales o con el riesgo de generar daños innecesarios, es por esto
que se insinúa una limitación a dicha libertad, bajo el régimen del deber de rendir
testimonio y el de reserva, que frente al último se hablaría del secreto profesional y
protección al habeas data.
Se debe puntualizar que los hechos percibidos por una persona son registrados en su
memoria, la memoria surge como la fuente primaria de recolección de datos, sin embargo,
existe un proceso aparte, tal como es la documentación, que puede llevarse a cabo
mediante escritos o elementos tecnológicos que faciliten reconstruir los hechos
correspondientes.
Cuando nos referimos a este caso se entiende que el permiso para memorizar está
implícito en el permiso para observar, entendiendo que dichos actos son inseparables,
pero, es necesario el permiso para documentar. Para ello se estableció que los límites los
impone aquella persona que tiene derecho a ocultar la información.
La persona que es autorizada para observar y se le prohíbe documentar, si decide actuar
en contra de lo dispuesto por el titular erige de manera indiscutible una forma de
penetración indebida en la órbita individual en cuanto sobrepasa los límites de la
autorización otorgada. Las restricciones deben ser expresas, ya que, de no delimitarse no
hay razón para suponer la presencia.
Inicialmente se debe puntualizar que quien toma la decisión de participar en una actividad
colectiva lleva implícito la aceptación de percibir las actuaciones de los copartícipes y de
ser percibidos por ellos, lo mismo que del registro que ha de quedar en la memoria de
cada uno. Lo anterior se establece, porque, al aceptar compartir una experiencia se
acepta levantar el telón que protege la intimidad individual, de manera voluntaria, teniendo
la posibilidad de mantenerlos ocultos.
Se debe aclarar que no se puede catalogar la percepción de cualquiera de los sujetos que
participa como una invasión a la intimidad, ya que, esto representaría un completo
contrasentido, del mismo modo, debe recordarse que la protección surge en la irrupción
de extraños y no en la prohibición de la percepción de los partícipes.
Del anterior debate jurisprudencial se puede concluir que para el caso Colombiano no
existe una postura respecto del tema, pero, se puede afirmar que los partícipes de una
relación pierden respecto de sus copartícipes toda expectativa de confidencialidad que no
esté fundada en un deber específico de reserva y por ello los actos de percepción y
documentación son reprochables cuando un agente externo a la relación es quien los
realiza. Adicionalmente, si el objetivo resulta ser el acceso al conocimiento de los hechos
hay diferencia sustancial entre la memorización y la documentación, porque ambas
opciones son materialmente idóneas en función del propósito de reservarlos para sí o
llevar una representación a terceros. Si se busca proteger la reserva de la propia intimidad
poco se puede hacer, teniendo en cuenta aún prohibida su documentación quedan
registros en la memoria de los partícipes que servirá para reconstruir a terceros. Resulta
diferente cuando se habla de extraños o terceros ajenos teniendo en cuenta que quienes
participan una relación buscan por definición la exclusión la injerencia de cualquier
extraño.