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PROSEMINARIO
2DO. CUATRIMESTRE 2020
QUINTA CLASE (01/09/2020)
Empezamos nuestra quinta clase, como siempre, recapitulando para
avanzar sobre una base más sólida en la medida en que al volver sobre
nuestros pasos y hacer consciente lo adquirido podemos ampliar
nuestra comprensión. Esta estrategia de empezar recapitulando
obedece también al hecho de que, en nuestra asignatura no hay recetas
que podamos pasarles para apurar la comprensión o la capacidad de
detectar rápidamente los recursos metodológicos como el problema o la
hipótesis.
En cuanto al eje de la lectura, en la cuarta clase, estuvimos releyendo
el material intentando reconocer la lógica o coherencia interna de una
investigación. Específicamente, a partir del ejemplo de la exposición de
Jean-Pierre Vernant en “Del Mito a la Razón” en Mito y pensamiento en
la Grecia antigua, estuvimos verificando la relación entre la hipótesis y
la argumentación que ofrece cada uno de los autores referidos.
Nuestros objetivos eran advertir el rol orientador que las hipótesis
tienen en las investigaciones y explicitar la forma en que argumentan
los autores.
En cuanto al primer objetivo, nuestra lectura intentó hacer evidente la
función que la hipótesis cumple en una investigación. En ese sentido,
como vimos, planteada esa conjetura inicial, toda la indagación se
encamina a corroborarla. Según esto, la hipótesis está presente en todo
el despliegue de la investigación. Marca el paso a seguir. Esto se vio
claramente en nuestra lectura del caso de la hipótesis de Cornford
quien, al plantear que la primera filosofía griega tendría un origen
mítico y ritual, se obligó a buscar las analogías entre la estructura del
mito y la de los planteos de los primeros filósofos, entre las cosmogonías
1
y las cosmologías, entre la Teogonía de Hesíodo y la formulación de
Anaximandro.
En cuanto al segundo objetivo, nuestra lectura nos reveló que la
argumentación se compone de recopilación de datos que se extraen de
las lecturas, interpretaciones de los mismos, elaboración de
definiciones, de explicaciones, de comparaciones. La base en todos los
casos es siempre la bibliografía fuente y complementaria sobre la
cuestión indagada. No se trata de copiar o transcribir a pie juntillas lo
que la bibliografía sostiene sino de elaborar nuestra propia posición a
partir del aporte de quienes han indagado previamente la cuestión.
En todo caso, nuestra lectura de la clase del 15 de abril insistió en
reconocer la función que cumplen los distintos párrafos en la economía
general de un texto.
En la lectura que acompañará este apunte y a la luz de los comentarios
que nos hicieron llegar respecto de las dificultades que encuentran en la
comprensión y apropiación de los conceptos volveremos a repetir este
ejercicio intentando mostrar que la lógica o la coherencia de la
investigación compromete también al planteamiento del problema. Ello
nos permitirá también reforzar el reconocimiento del problema y de la
hipótesis
En cuanto a la metodología de la investigación hasta el momento
hemos expuesto dos conceptos, a saber, el de problema y el de
hipótesis. Recapitulemos lo expuesto hasta aquí intentando ser más
sencillos y claros en la exposición.
Empecemos por el principio (y no es una redundancia) detectar el
problema es el punto de partida de una investigación. Al igual que en la
vida personal, hasta que no logro detectar el problema que me aflige
(por ejemplo ese obstáculo que complica mi relación con un amigo, ese
desperfecto que impide poner en marcha el auto, esa complicación que
dificulta mi manejo de las redes) no puedo avanzar en ninguna
dirección. En efecto, hasta que, fruto de mi lectura, no descubro el
2
problema, no tengo una cuestión a investigar. Sólo cuando me topó con
un obstáculo que me impide avanzar, estoy en condiciones de formular
un proyecto de investigación. Ocurre que, como en la vida personal, a
veces no me doy cuenta que hay un problema, otras veces, advierto que
algo no anda bien pero no logro identificar de qué se trata.
En el caso de nuestra asignatura, para lograr detectar el problema,
tengo que volver a releer el material. De allí que en los audios, más de
una vez, volvamos sobre la misma lectura.
Veamos ejemplos que surgieron de los propios estudiantes años
anteriores cuando leíamos la “Introducción” a Los orígenes del
pensamiento griego:
✔ un estudiante reparó en que Vernant señala que “…cuando se
encara la lectura de Homero, el cuadro cambia…”1 pero no se
detiene a explicar en detalle en qué consiste ese cambio entre la
Sociedad Micénica y la edad homérica.
✔ Otro señaló que le llamaba la atención que Vernant sólo
destacara el aspecto destructivo de la invasión dórica y, al
respecto, se preguntaba si esa invasión no había sido la ocasión
para que la cultura dórica trasmitiera sus propias costumbres.
✔ A un tercer estudiante le llamó la atención, encontró un
problema en el hecho que Vernant se refiriera a “…un largo y
sombrío período de aislamiento y retracción que se denomina la
Edad Media griega…”2 y no refiriera ninguna característica de
esta época.
En los tres ejemplos, en su propia lectura, los estudiantes se toparon
con algo no resuelto, no explicado, no esclarecido por el autor.
Ahora bien, como explicamos en su momento, detectado el problema,
es necesario formularlo. Formularlo implica plantear los datos del
problema, detectar los elementos que contiene, discernir sus
componentes. Tres formas de decir lo mismo: formular el problema es
1
Vernant, J.P.; “Introducción” en Los orígenes del pensamiento griego, Buenos Aires, Paidós, 2006, p.
23.
2
Ibidem pag. 24.
3
exponer las cuestiones a abordar para desplegar el análisis del
problema.
En los ejemplos de la vida personal que dimos anteriormente, diríamos,
me doy cuenta que algo obstaculiza mi relación con un amigo, eso sería
como el enunciado del problema. Pero, enunciado el problema, tengo
que explicitar las dimensiones que lo componen, por ejemplo, tenemos
caracteres contrapuestos, mi timidez lo exaspera, su agresividad me
inhibe. O adherimos a partidos políticos opuestos: su visión del lazo
social me disgusta, mi concepción de la economía no admite sus
planteos, etc.
En nuestro caso, el punto de partida común es la triple pregunta
¿Cuándo? ¿cómo? ¿por qué surgió el Lógos? Nos estamos preguntando
por la aparición de una forma de pensamiento que dio origen a la
filosofía. En pocas palabras, el problema que en líneas generales
tenemos por delante es el que concierne a la aparición de la propia
disciplina –la filosofía-
Pero, la triple pregunta no es más que la punta del iceberg.
En el caso de Vernant, en la propia “Introducción” de Los orígenes… nos
está indicando cuáles son las cuestiones que comprende, en su óptica,
el problema.
En este punto, cabe hacer una aclaración, los autores no escriben
explicitando al pie de la letra los criterios metodológicos que nosotros
estamos tratando de identificar. De allí, uno de nuestros
inconvenientes.
En el caso de la “Introducción”, según la exposición de Vernant, para
dirimir el problema es necesario revisar las características de la Polis
para detectar aquellas que han contribuido a hacer aparecer el Lógos.
Si revisamos el Índice o Sumario, advertimos que Vernant consideró “El
universo espiritual de la ‘polis’”, “La crisis de la ciudad. Los primeros
sabios”, “La organización del cosmos humano”
No son las únicas cuestiones que Vernant indagó. A su entender, el
método que conduciría a evidenciar la novedad que trajo consigo la
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Polis y con ella, el Lógos, era necesario trazar una comparación o, mejor
dicho, un contrapunto con la Sociedad Micénica.
En el primer ejemplo referido de los estudiantes, las dimensiones que
debería analizar serían, en líneas generales, las característica de la
Sociedad Micénica que reflejan las tablillas escritas en lineal B, lo que
desagregadas serían el tipo de organización social, el género de vida, el
tipo de humanidad y, por otra parte, las características de la edad
homérica, es decir, el tipo de organización social, el género de vida, el
tipo de humanidad coetánea a los poemas homéricos.
El segundo ejemplo supone indagar las características de la civilización
doria y en correlación con ello detectar aquello que pudo haber legado a
los griegos de Micenas. De ello habla Vernant en el tercer capítulo del
texto titulado “La crisis de la soberanía” En ese capítulo, Vernant
empieza diciendo “La caída del poderío micénico y la expansión de los
dorios en el Peloponeso, en Creta y hasta en Rodas, inauguran una
nueva edad de la civilización griega. La metalurgia del hierro sucede a la
del bronce. La incineración de los cadáveres reemplaza en amplia
medida a la práctica de la inhumación. La cerámica se transforma
profundísimamente…”3 Cualquiera que quisiera abordar el problema de
la aparición del Lógos haciendo hincapié en el legado de los dorios,
encuentra en el inicio de ese capítulo tres puntos a revisar: las
incidencias del cambio de metalurgia, las implicancias del cambio en el
tratamiento de la muerte, la identificación y enumeración de las
transformaciones de la cerámica. De allí en más quien eligiera este
problema, tendría que analizar la incidencia de cada una de estas tres
variables, en la aparición del Lógos
En el caso del tercer ejemplo, el asunto es similar. Sobre todo teniendo
en cuenta que esa larga y oscura Edad media griega coincide con el
período post invasión dórica.
3
Ibid. p. 52.
5
El segundo recurso metodológico que abordamos fue el de hipótesis.
En clases anteriores, definimos hipótesis como la conjetura, es decir,
intuición respecto de aquello que nos permitiría, si bien no resolver, al
menos ampliar el conocimiento de la cuestión.
Como vemos por la polémica entre los autores, no hay una única y
excluyente respuesta a la cuestión. Cada abordaje, cada investigación
-si está bien orientada- aporta un aspecto nuevo. Esto lo tuvimos más
claro con nuestra segunda lectura. En efecto, al leer “Del Mito a la
Razón” advertimos que mientras que la hipótesis de Cornford lo ponía
en la búsqueda de los elementos del mito que pervivían en la primera
filosofía griega, es decir, en cierto sentido, lo ponía en la obligación de
detectar la presencia de lo viejo (el mito) en lo nuevo (la filosofía); la
indagación de Vernant pretendía revelar lo nuevo que trae consigo la
filosofía.
En todo caso, la hipótesis es esa intuición inicial que va a orientar la
investigación. Aunque inicialmente sea una intuición, la hipótesis no
debe ser nunca infundada. De hecho, esa intuición surge de los datos
que se van obteniendo de la lectura. Mejor dicho, surge de la
interpretación que vamos haciendo de los datos que nos aportan las
lecturas.
En la lectura de “Del Mito a la Razón” advertimos que en relación con
un mismo problema puede haber múltiples hipótesis, es decir,
diferentes intuiciones o conjeturas respecto de cómo encaminar la
indagación. Para Burnet, no había ningún antecedente que pudiera
explicar la aparición del Lógos. A su entender, el Lógos habría aparecido
en forma tan irruptiva que se trataría de un “descubrimiento”. En rigor
de verdad, Burnet insistió tanto en este carácter de irrupción repentina,
que su hipótesis parece hablar de una especie de “milagro”. Por el
contrario, para Cornford, sería posible rastrear los orígenes del Lógos
en la cultura que antecedió a los primeros registros de la filosofía
griega. La intuición que orientó sus trabajos se puede identificar como
la hipótesis del origen mítico y ritual de la primera filosofía griega.
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En el caso de Vernant, después de acompañar la exposición de
Cornford, encontró que había un filón, una cantera por explorar: la de
lo nuevo que trajo consigo la filosofía. De allí que se planteara la
hipótesis de la mutación mental. En otras palabras, para verificar la
novedad que trajo consigo la filosofía, Vernant tenía que demostrar que,
entre el mito y el Lógos se había producido una mutación mental. Como
vimos, la hipótesis de la mutación mental contiene dos ejes, esto es, dos
sub -hipótesis: la que se propone mostrar que se produjo una mutación
mental cuando aparecieron: un pensamiento positivo, es decir, un
pensamiento que prescinde de la referencia a los dioses para explicar el
funcionamiento de la naturaleza; un pensamiento abstracto, es decir,
un pensamiento que prescinde del uso de símbolos o de la referencia a
elementos naturales porque se basa en conceptos.
En todo caso, a nivel de los recursos metodológicos, comenzamos a
advertir que así como no hay investigación sin el planteo y desglose
de un problema, tampoco es posible avanzar sin una orientación.
Pues bien, la orientación de la investigación la impone la hipótesis.
Como ya se señaló, la hipótesis no es arbitraria. Al igual que el
problema, está inspirada en el material de nuestras lecturas.
Así como el planteo del problema tiene que reflejar el estatuto
dilemático o, para ser más claros, problemático del problema, es decir,
no podemos exponerlo como si ya estuviera resuelto, la hipótesis
también tiene que ser planteada en términos conjeturales. En el caso de
la hipótesis, hay una fórmula introductoria que podemos recomendar y
que consiste en introducirla diciendo: “A lo largo de la investigación,
intentaré corroborar si…”
En cuanto al eje de la cuestión a abordar, en la última lectura
reparamos en que, a partir de las hipótesis reseñadas, ya no era
cuestión de contraponer las características de la Polis a las de la
Sociedad Micénica. En efecto, si de lo que se trata es de verificar u
objetar la existencia de una mutación mental, lo que hay que revisar o
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comparar es el Mito y el Lógos. Todavía no avanzamos en la explicación
ni del Mito ni del Lógos. En nuestra lectura, sólo reparamos en que
Vernant sostuvo que el mito es un relato. Textualmente, Vernant
sostiene “El mito era un relato, no una solución a un problema.
Narraba la serie de acciones ordenadoras del rey o del dios tales como el
rito las representaba mímicamente. El problema se encontraba resuelto
sin haber sido planteado.”4
Sin anticiparlo ni poner un título al respecto, Vernant nos está
informando su concepción del mito. Detengámonos a analizarla:
A diferencia de Cornford quien consideraba que los primeros filósofos
se limitaron a racionalizar el mito, es decir a trasponer “en una forma
laicizada y sobre el plano de un pensamiento abstracto, el sistema de
representación que la religión ha elaborado”5 Vernant sostenía que ello
no era posible, esencialmente, porque el mito no tenía pretensiones de
problematizar sino que narraba, contaba cómo los dioses habían creado
al cosmos. Por sí misma, la narración establecía cómo había surgido el
cosmos.
De lo que Vernant dice sobre el mito podemos tratar de inferir lo que
considera respecto del Lógos. En efecto, en contrapunto podemos
suponer que para Vernant, el Lógos no es un relato sino el
planteamiento de un problema para el cual no hay una única solución.
Ni su solución demanda una narración sino una explicación que puede
ser objeto de indagación, de discusión e incluso de refutación.
En verdad, para Vernant, el Lógos se caracteriza por prescindir de toda
referencia a lo sobrenatural para poder explicar la formación del cosmos
y además por el uso de conceptos abstractos como ser o sustancia para
referirse a la realidad.
4
Vernant, J.P, “Del Mito a la Razón” en Mito y pensamiento en la Grecia antigua, Barcelona, Ariel,
1973, p. 340.
5
Ibid. p. 336.
8
En nuestras siguientes lecturas ampliaremos los conceptos de Vernant
acerca del mito y del Lógos. La sugerencia al respecto es que ustedes
también busquen otras definiciones de mito y de Lógos.
Esta clase se completa con un audio en el que repasaremos nuestra
última lectura y con el material de los prácticos.