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Tomás de Aquino – Acerca de la unidad del intelecto contra averroístas – Selección de textos 1 1

Proemio

§ 1. Así como todos los hombres naturalmente desean conocer la verdad, 2 hay también en ellos un
deseo natural de evitar los errores y de refutarlos cuando es posible. El más grave de los errores es
acerca del intelecto, ya que por él somos aptos para conocer la verdad, evitando los errores. Desde
hace un tiempo se ha desarrollado en muchos un error acerca del intelecto, que tiene su origen en
lo que ha afirmado Averroes. En efecto, él sostuvo que el intelecto, que Aristóteles llamó posible
y que él impropiamente denominó material, es cierta sustancia separada del cuerpo según el ser, y
que de ningún modo se une a este como forma. Afirma además que este intelecto posible es uno
para todos los hombres.

Ya hemos escrito muchas veces contra ellos; 3 pero puesto que la imprudencia de los que yerran no
cesa de oponerse a la verdad, nuestro propósito es volver a escribir algunas cosas para que este
error sea refutado de forma manifiesta.

§2. No es necesario que ahora mostremos que la posición anterior es errónea porque repugna a la
verdad de la fe cristiana, pues eso se muestra con suficiente evidencia a cualquiera. Porque
sustraída a los hombres la diversidad del intelecto, único, incorruptible e inmortal entre las partes
del alma, se sigue que después de la muerte nada de las almas de los hombres permanece a no ser
la única sustancia del intelecto. De este modo desaparece la retribución de los premios y castigos,
y su diversidad.

Ahora nos proponemos mostrar que la posición precedente no es menos opuesta a los principios
de la filosofía que a las enseñanzas de la fe. Como se dice que sobre esta materia las palabras de
los latinos poco valen, comenzaremos con Aristóteles. En efecto, ellos se consideran seguidores
de las palabras de los peripatéticos aunque nunca consultaron sus libros sobre esta materia, excepto
los de Aristóteles, quien fue el fundador de la escuela peripatética. Mostraremos primero que tanto
las palabras como el pensamiento de Aristóteles se oponen absolutamente a dicha posición.

1
Esta seleccción de textos y las notas pertenecen a la traducción dee Ignacio Perez Constanzó e Ignacio Silvia
publicada por EUNSA.
2
Aristóteles, Met. 980a21.
3
Algunos lugares donde Tomás de Aquino, trató este tema: In II Sent. dl7, q2, al; C.G. II, c56, y ss.; S.Th. I, q76, aal y
2; De An. aa2 y 3; In De An. III lect7 y 8; De Subs. Sep. cc2, 9.
Capítulo I: Sobre la doctrina de Aristóteles acerca de la unidad del intelecto posible

§3. Así pues, debe ser considerada la primera definición del alma, que Aristóteles enuncia en el
libro II Acerca del alma, al afirmar que el alma “es la entelequia primera de un cuerpo natural
organizado” [De anima, 412b5]. Y para que nadie diga que esta definición no compete a toda alma
[…] deben ser consideradas sus palabras siguientes. Pues dice: “Queda expuesto, por tanto, de
manera general qué es el alma, a saber, la entidad definitoria, esto es, la esencia de tal tipo de
cuerpo” [De anima, 412bl0-l1], es decir, la forma sustancial de un cuerpo físico orgánico.

§4. Para que no se diga que se excluye de esta universalidad a la parte intelectiva, se elimina esta
[posibilidad], por lo que se dice después:

Es perfectamente claro que el alma no es separable del cuerpo o, al menos, [no son
separables] ciertas partes de la misma si es que es por naturaleza divisible: en efecto, la
entelequia de ciertas partes del alma pertenece a las partes mismas del cuerpo. Nada se
opone, sin embargo, a que ciertas partes de ella sean separables al no ser entelequia de
cuerpo alguno. [De anima, 413a4-7]

Lo que no se entiende sino refiriéndose a lo que corresponde a la parte intelectiva, es decir al


intelecto y la voluntad. Lo que claramente se muestra de aquella alma -que Aristóteles antes había
definido universalmente diciendo que era acto del cuerpo- y de cuyas partes algunas son acto de
ciertas partes del cuerpo; sin embargo otras no son acto de ninguna [parte] del cuerpo. Pues una
cosa es que el alma sea acto del cuerpo y otra que una parte suya sea acto del cuerpo, como luego
será mostrado. Es más, en este mismo capítulo Aristóteles muestra que el alma es acto del cuerpo,
por lo cual algunas partes suyas son actos del cuerpo, cuando dice: “es preciso considerar acerca
de las partes lo que antes se ha dicho”, es decir lo que se ha dicho del todo.

§5. Sin embargo, por lo siguiente resulta todavía más evidente que bajo esta definición general
también se incluye el intelecto (por las cosas que se siguen). Ha probado suficientemente que el
alma es forma del cuerpo, ya que una vez separada aquélla, este deja de ser viviente en acto. Sin
embargo, algo puede decirse “en acto” en presencia de algo que puede ser no solo la forma sino
también el motor, como el combustible se quema en acto en presencia del fuego; y cualquier móvil
en presencia del motor se mueve en acto. Alguno puede llegar a dudar de si el cuerpo vive en acto
en presencia del alma, tal como el móvil es movido en acto en presencia del motor o como la
materia está en acto en presencia de la forma. Y podría dudar principalmente porque Platón sostuvo
que el alma no se une al cuerpo como forma, sino, más bien, como motor y rector, como se ve por
Plotino y Gregorio Niseno (a quienes introduzco porque no fueron latinos sino griegos). Así pues,
el Filósofo insinúa esta duda cuando añade después: “pero es poco manifiesto si el alma es un acto
del cuerpo como el navegante lo es de la nave” [De anima, 413a8-9]

§6. Como después de lo anterior aún permanecía esta duda, concluye: “en verdad así se determina
y se describe figuradamente acerca del alma” [De anima, 413a9-10] , y esto porque no había
mostrado todavía la verdad con evidencia. Para disipar esta duda procede luego a manifestar lo
que es más cierto en sí mismo y según la noción. Y lo hace a partir de esas cosas que son mucho
menos evidentes en sí mismas pero más para nosotros, es decir por los efectos del alma, que son
sus actos.

A partir de lo cual, inmediatamente distingue las operaciones del alma, diciendo que “lo animado
se distingue de lo inanimado en el vivir” [De anima, 413a21-25], y que muchas son las cosas que
pertenecen a la vida, “por ejemplo, intelecto, sensación, movimiento y reposo locales, amén del
movimiento entendido como alimentación, envejecimiento y desarrollo” [ib.] de modo que “de
cualquiera que esté en alguno de estos se dice que vive” [ib.]. Y luego de haber mostrado de qué
modo estas se relacionan mutuamente, es decir cómo una puede existir sin la otra, concluye
afirmando “que el alma es el principio de todas estas facultades” [De anima, 413b1l-13] y que el
tipo de alma “se define por ellas: facultad nutritiva, sensitiva, discursiva y movimiento” [ib.], y
que “todas se encuentran en uno y el mismo [principio]” [De anima, 413b32] como en el hombre.

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