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GRUPO:100103_10
CEAD VALLEDUPAR
REFLEXION Y CRITICA CONOCIMIENTO CIENTIFICO
Aparentemente, nada está más alejado de los problemas cotidianos que una
reflexión sobre el conocimiento. Pero eso sólo en apariencia. Porque, en la vida
cotidiana, las decisiones, acertadas o no, que toman las personas están
fuertemente condicionadas por el poco o mucho conocimiento que éstas tienen de
sí mismas y de la realidad que les rodea. Asimismo, en no pocas ocasiones esas
decisiones están influidas por la confusión que se suele hacer –y que es tan vieja
como la especie humana— entre lo que sucede en la cabeza de las personas y la
realidad, que es irreductible a las ideas, fantasías y sueños que se puedan tener
sobre ella.
Creer que la realidad se comporta según los pensamientos, ideas o fantasías que
se tienen sobre la misma ha dado (y da) lugar a las peores decisiones y
comportamientos individuales y colectivos, pero los seres humanos nos resistimos
a aprender las lecciones que nos han dado los 150 mil años que tiene de bregar
en el planeta nuestra especie.
Seguimos confundiendo la realidad con las ideas que nos hacemos de ella;
seguimos creyendo que son nuestras fantasías la que la crean y le imponen su
lógica, y no que la realidad sigue su camino según su propio ritmo, no siempre
lógico, al margen de nuestras ilusiones. Así pues, no está demás reflexionar una
vez más sobre el conocimiento, especialmente sobre ese fabuloso logro humano
que es el conocimiento científico.
Un punto de partida imprescindible, a la hora de hablar del conocimiento, consiste
en dar una definición del mismo. Hay una larga tradición epistemológica y
científica que ayuda a ello, de forma tal que lo que se diga acerca de lo que es el
conocimiento no sea descabellado. Desde la antigüedad griega se sabe que una
cosa es el conocer, que apunta a un “proceso”, y el conocimiento, que se refiere a
un resultado, es decir, a algo ya logrado.
Como proceso, el conocer consiste en el esfuerzo humano por apropiarse de lo
que los que los griegos llamaban la Verdad de la realidad, para construir
las verdades humanas, siempre aproximadas, a la Verdad propia de las cosas. En
ese esfuerzo se hacen presentes las energías, creatividad, sentimientos, sentidos
e inteligencia de las personas, que armadas con sus capacidades y habilidades
lingüísticas exploran la realidad para conocer sus secretos.
O sea, en el proceso de conocer el ser humano, con su subjetividad (y todo lo que
esta contiene) y su cuerpo se enfrenta a una realidad externa que tiene su propia
consistencia, dinamismos, legalidad y estructura, con el propósito de construir una
visión (una concepción) acerca de cómo funciona esa realidad, cuáles son sus
componentes, cómo estos componentes se relacionan entre sí, cómo evolucionan
y se transforman en el tiempo y el espacio.
Esa visión, es construcción, es precisamente “conocimiento” –una verdad humana
—, pero no necesariamente conocimiento científico. Para que sea un conocimiento
de este tipo se requiere cumplir dos requisitos esenciales: a) un lenguaje
especializado, caracterizado por el rigor y la coherencia lógica; y b) un conjunto de
datos (pruebas, evidencias) tomados sistemáticamente de la realidad con
instrumentos que puedan usados por terceros para corroborar la veracidad de
esos datos.
En el conocer científico, las teorías y las hipótesis –conjeturas acerca de cómo
funciona la realidad— son complementadas con las pruebas empíricas
pertinentes, en las que aquellas teorías e hipótesis encuentran su respaldo, en el
sentido de que se refieren a algo (a cosas, a fenómenos, a procesos, etc.) que
suceden en la realidad y no sólo en la mente de las personas. Y cuando esas
teorías e hipótesis tienen una buena base empírica que las sostiene, se convierten
en conocimiento científico, es decir, es una conquista de la ciencia… que pasa a
ser un punto de partida para seguir en busca de otras conquistas cognoscitivas.
Ese conocimiento científico alcanzado, sin importar el campo del que se trate
(astronomía, física, química, biología, sociología o economía) siempre es
provisional, siempre es una aproximación a la Verdad de la realidad. Sin embargo,
con todo lo y lo aproximado que puede ser, su fortaleza ha quedado más que
probada, tanto por los avances indiscutibles en el conocimiento de la realidad
(natural y humana) como por las aplicaciones tecnológicas derivadas del
conocimiento científico, que en la actualidad marcan el rumbo de la economía, la
salud, la alimentación, la educación, el consumo y el bienestar –no sin riesgos y
complicaciones— de las distintas sociedades en el mundo.
Lo menos que puede decirse es que el conocimiento científico constituye la mejor
aproximación con la que cuentan los seres humanos para hablar de la realidad.
Desde este conocimiento, hay algo firme: la realidad tiene sus reglas, legalidad,
misterio, dinamismos y complejidad, que exceden lo que los seres humanos
pueden conocer de ella. Es decir, el conocimiento humano –como enseñaron
Parménides y Sócrates— es limitado, nunca definitivo, siempre aproximado.
Asimismo, algo que es firme la ciencia es que una cosa es el conocimiento
humano de la realidad y otra cosa la realidad objeto del conocimiento humano.
Confundirlas es un gran error; lo mismo que es un error, que puede ser trágico en
ciertas circunstancias, creer que la realidad real es construida por el conocimiento
humano o que, peor aún, está formada por las fantasías, sueños e ideas, que
surgen de la mente de las personas.
TEMATICA ESCOGIDA
SALUD PUBLICA LA IMPORTANCIA Y PORQUE LA ESCOGI
Estos problemas, que se ven hoy en día acrecentados por las restricciones cada
vez mayores del financiamiento público destinado a la investigación en materia de
salud, hacen necesario intensificar el papel activo de abogacía de la comunidad
científica para que el conocimiento en el campo de la salud se considere un bien
público y la investigación sobre la salud una inversión para el desarrollo.
BIBLIOGRAFIA