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El despertar de Europa

La química mágica, se comunicó a Europa con el declive que tuvo rápidamente la ciencia
árabe y la brillante civilización que se había desarrollado en España. Al darse cuenta que
los árabes poseían libros con importante información científica empezaron a crear un
movimiento para poder ser traducidos al latín y por ende tener la información
El francés Gerberto, que llego a ser el Papa Silvestre II, empezó a realizar traducciones
al latín de textos árabes y hacer experimentos de alquimia. Aunque Siguieron muchos
otros, El escolástico inglés Robert de Chester figura entre los primeros pero el principal
traductor fue el italiano Gerardo de Cremona. Entre los personajes religiosos famosos se
encuentran a San Alberto Magno, que llego a ser el patrón de los científicos.
Posteriormente otro monje llamado Roger Bacon habló de la alquimia en su enciclopedia
universal, aunque exigía una experimentación cuidadosa y un uso correcto del cálculo.
Pero el más importante de los alquimistas medievales no se conoce por su nombre, ya
que escribió con el seudónimo de Geber, Quien fue el primero en describir el ácido
sulfúrico y la formación del ácido nítrico fuerte. El descubrimiento de los ácidos minerales
fuertes fue el adelanto más importante de la época. Los europeos lograron llevar a cabo
muchas reacciones químicas y disolver numerosas sustancias con ayuda de los ácidos
minerales fuertes, cosa que no podían conseguir los griegos ni los árabes con el vinagre,
el ácido más fuerte de que disponían. En realidad los ácidos minerales eran mucho más
importantes para el bienestar de la humanidad de lo que hubiera sido el oro, Pero seguían
pensando que el oro era el metal perfecto y que los metales más comunes eran más
imperfectos que el oro. Por tanto, pensaron en crear o conocer una sustancia, la famosa
piedra filosofal, mucho más perfecta que el oro, que podría ser empleada para llevar a los
metales más comunes a la perfección del oro. Roger Bacon creía que el oro disuelto en
agua regia era el elixir de la vida. Alberto Magno dominaba la práctica química de su
etapa.

Desafortunadamente por la tendencia esotérica que envolvía a la alquimia, en 1317 el


Papa Juan XXII la excluyo. Lo que no quita las grandes aportaciones que durante 20
siglos hicieron a la ciencia los alquimistas.

Los europeos estaban descubriendo tantos hechos desconocidos para los grandes
filósofos griegos que empezó a cundir la idea de que, después de todo, los griegos no
eran superhombres omniscientes. Los europeos habían demostrado ya su superioridad.

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