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Altamar - Juan Guillermo Sánchez
Altamar - Juan Guillermo Sánchez
(Fragmento)
El Laguito, Cartagena
ALTAMAR DE JUAN GUILLERMO SANCHEZ: BREVE NAVEGACION
En Salvia (El Ángel Editores, 2014), un anterior libro de poesía, las viñetas de travesía de
Juan Guillermo Sánchez llevan a una condensación poética acaso más compacta que los
haikús: un solo verso suele pintar el universo sugerido por el título y la dedicatoria. Así,
Salvia es acaso contraparte, yanantin, de la fructífera ensayística sobre las poéticas
indígenas y exploraciones experimentales hechas por el autor. Pero, como lo mínimo en el
símbolo es puerta expansiva al universo, Salvia es también entrada a las vastas travesías de
Altamar, colección de poemas que hay que leer de corrido, escuchando su música, porque
en casos como este la poesía y el ritual son parte del mismo flujo, del mismo presente
profundo y abarcador. Si lo usual en los estudiosos y académicos es que la voz poética
puede secarse, lo mismo no ocurre con el trabajo crítico, académico y activista de Juan
Guillermo, que desde la Poesía en la Encrucijada, el Mensaje Indígena de Agua, y la Voces
del Subsuelo, ha plantado y cultivado las semillas del agua, los flujos líquidos que
alimentan el espléndido poemario Altamar.
Así, “todo lo que se disuelve en el agua perdura en el agua” permea todo el poemario. En la
primera parte, “Las voces del subsuelo y sus yacimientos” el poeta habla desde el fondo de
la tierra, en primera persona, nombrándose a sí mismo como yo colectivo, como símbolo y
metáfora de varias tradiciones indígenas, de la forma de honrar la naturaleza, de su historia,
su defensa de la vida y la cultura, y su lucha contra las mineras porque “estos minerales son
para la curación del mundo”. Aquí cada verso, que puede ser un poema en sí mismo, va
hilvanado a un concierto mayor donde el sujeto no solo es colectivo sino que trasciende la
escritura y va a la entraña de la tierra y la poética de los orígenes. Al leer este segmento
uno piensa en Yuku Unupa Yuyaynin de Hugo Carrillo, El Agua de los montes de Omar
Aramayo, en la Hija del Agua de Sofía Buchuk, y la metáfora de la Yakumama amazónica.
Uno piensa también la importancia del agua en la música como origen de los sonidos, y en
todo lo sabio, bello y sagrado del paisaje, de sus pobladores originaros, guardianes de sus
tradiciones. Por eso es necesario recalcar que lo que este poemario logra es condensar las
diversas poéticas indígenas en su relación al contexto ritual y político en defensa de la vida,
de las fuentes de agua, y la continuidad cultural, como se ve en la actual protesta contra la
construcción del oleoducto en Standing Rock, hecha precisamente por los guardianes del
agua Lakotas/Dakotas y sus redes de solidaridad, de las cuales forma parte el poeta.
Las huellas trazadas por el gran canto de la primera parte sigue en “ El libro de los
sucesos” y “Paisajes”, donde las entregas son de mediano aliento pero cargadas de los
mismos líquidos sonoros, la misma condenación, y una gran capacidad de observar el
entorno para hacer que este se manifieste a partir de imágenes donde el yo poético recoge
registros sacralizantes. Ello sucede incluso en un poema con un toque humorístico dedicado
a Jorge Etcheverry, y en “El Laguito, Cartagena”, donde “Altamar” es un misterioso
adjetivo que nombra una cualidad de ser de la historia familiar, y signa un bello libro de un
poeta que ahora está dedicado en cuidar y defender las voces de los yacimientos, y a “andar
sin yo/ sobre la roca muda”.
Pero ese andar sin yo es de una fuerza poética y espiritual de la que los lectores de
“Altamar” participarán como entrando al espacio sagrado del rito.
LAS
VOCES
DEL
SUBSUELO
Y LOS
YACIMIENTOS
There’s a lot of work to do
Michael D. Blackstock
I
yo soy la memoria
el contenido
yo soy el olvido
el pasajero
yo soy la marea
la sangre
el círculo
yo soy la lluvia
yo soy el riachuelo
el tejido
yo soy la memoria
el vacío
yo soy el olvido
el navegante
“estos picos nevados son como gente igual a nosotros. Ellos se han
yo soy el nervio
Nunjwakala
yo soy la pirámide
el cartílago
yo soy la sed
la bobina
yo soy el sorbo
la catarata
yo soy la memoria
la resistencia
yo soy el olvido
la corriente
yo soy el blanco
Wendake
yo soy el grito
Montmonrecy
yo soy la tormenta
el huracán
en las islas
vikingas
sumergidas
yo soy el relámpago
la nube
yo soy la memoria
la abundancia
yo soy el olvido
el Amazonas
el hígado
yo soy la semilla
la entraña
yo soy el afluente
el brazo
yo soy el sueño
el canasto
yo soy la memoria
la luz
yo soy el olvido
la explosión
yo soy la ciencia
el espíritu
yo soy la metamorfosis
el ciclo
yo soy la red
el quipu
yo soy el vínculo
el wampum
yo soy la memoria
la heroína
yo soy el olvido
la villana
que no bastan los artículos y las sentencias para reclamar las tierras
yo soy la disputa
la frontera
yo soy el Pacífico
la dictadura
que se fundieron
con el agua
“ojos de agua de cuencas vacías”
yo soy la Patagonia
el fuego
yo soy el Ártico
el fuego
yo soy la memoria
el volcán
la risa de la catarata
yo soy el olvido
la espuma
yo soy Atitlán
Chik'ab'al
yo soy Siecha
Guatavita
yo soy el cuchillo
la obsidiana
yo soy el cuarzo
la lava
yo soy la memoria
la nieve
yo soy el olvido
el índigo
una
arteria
dulce
yo soy el trueno
el águila
yo soy la miel
el maple
yo soy el acantilado
la arena
yo soy el oso
el tambor
yo soy la memoria
la coca
yo soy el olvido
el tabaco
descansando todavía
en
el
subsuelo
yo soy la yuca
el colmillo
la pluma
yo soy el ámbar
la savia
yo soy el huito
el cumare
yo soy la memoria
el yacimiento
yo soy el olvido
la oquedad
yo soy el cobre
el recipiente
el Colorado
yo soy la barricada
el puño
yo soy la minga
el Cauca
DE
LOS
SUCESOS
Every beginning, after all,
Wislawa Szymborska
El Laguito, Cartagena
seguro te reconocerían
no de mí porque no puedes