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ALTAMAR

(Fragmento)

48 Premios Nacionales de Cultura


34 Premio Nacional de Literatura - POESÍA
Universidad de Antioquia
2016
ALTAMAR

Altamar de Juan Guillermo Sánchez: breve navegación

Las voces del subsuelo y los yacimientos

I. el agua desplazada por las islas


II. el agua suspendida en los glaciares
III. el arrullo bermejo de los ríos arcillosos
IV. el gran árbol del origen protegido por libélulas
V. el flujo constante entre los átomos
VI. la gran inundación de todos los orígenes
VII. la risa de la catarata
VIII. el rastro de la cola del faisán
IX. el río Caquetá leyendo petroglifos
X. el crujir al mediodía de las nieves perpetuas

El libro de los sucesos

El Laguito, Cartagena
ALTAMAR DE JUAN GUILLERMO SANCHEZ: BREVE NAVEGACION

Por Fredy A Roncalla

En Salvia (El Ángel Editores, 2014), un anterior libro de poesía, las viñetas de travesía de
Juan Guillermo Sánchez llevan a una condensación poética acaso más compacta que los
haikús: un solo verso suele pintar el universo sugerido por el título y la dedicatoria. Así,
Salvia es acaso contraparte, yanantin, de la fructífera ensayística sobre las poéticas
indígenas y exploraciones experimentales hechas por el autor. Pero, como lo mínimo en el
símbolo es puerta expansiva al universo, Salvia es también entrada a las vastas travesías de
Altamar, colección de poemas que hay que leer de corrido, escuchando su música, porque
en casos como este la poesía y el ritual son parte del mismo flujo, del mismo presente
profundo y abarcador. Si lo usual en los estudiosos y académicos es que la voz poética
puede secarse, lo mismo no ocurre con el trabajo crítico, académico y activista de Juan
Guillermo, que desde la Poesía en la Encrucijada, el Mensaje Indígena de Agua, y la Voces
del Subsuelo, ha plantado y cultivado las semillas del agua, los flujos líquidos que
alimentan el espléndido poemario Altamar.

Así, “todo lo que se disuelve en el agua perdura en el agua” permea todo el poemario. En la
primera parte, “Las voces del subsuelo y sus yacimientos” el poeta habla desde el fondo de
la tierra, en primera persona, nombrándose a sí mismo como yo colectivo, como símbolo y
metáfora de varias tradiciones indígenas, de la forma de honrar la naturaleza, de su historia,
su defensa de la vida y la cultura, y su lucha contra las mineras porque “estos minerales son
para la curación del mundo”. Aquí cada verso, que puede ser un poema en sí mismo, va
hilvanado a un concierto mayor donde el sujeto no solo es colectivo sino que trasciende la
escritura y va a la entraña de la tierra y la poética de los orígenes. Al leer este segmento
uno piensa en Yuku Unupa Yuyaynin de Hugo Carrillo, El Agua de los montes de Omar
Aramayo, en la Hija del Agua de Sofía Buchuk, y la metáfora de la Yakumama amazónica.
Uno piensa también la importancia del agua en la música como origen de los sonidos, y en
todo lo sabio, bello y sagrado del paisaje, de sus pobladores originaros, guardianes de sus
tradiciones. Por eso es necesario recalcar que lo que este poemario logra es condensar las
diversas poéticas indígenas en su relación al contexto ritual y político en defensa de la vida,
de las fuentes de agua, y la continuidad cultural, como se ve en la actual protesta contra la
construcción del oleoducto en Standing Rock, hecha precisamente por los guardianes del
agua Lakotas/Dakotas y sus redes de solidaridad, de las cuales forma parte el poeta.

Las huellas trazadas por el gran canto de la primera parte sigue en “ El libro de los
sucesos” y “Paisajes”, donde las entregas son de mediano aliento pero cargadas de los
mismos líquidos sonoros, la misma condenación, y una gran capacidad de observar el
entorno para hacer que este se manifieste a partir de imágenes donde el yo poético recoge
registros sacralizantes. Ello sucede incluso en un poema con un toque humorístico dedicado
a Jorge Etcheverry, y en “El Laguito, Cartagena”, donde “Altamar” es un misterioso
adjetivo que nombra una cualidad de ser de la historia familiar, y signa un bello libro de un
poeta que ahora está dedicado en cuidar y defender las voces de los yacimientos, y a “andar
sin yo/ sobre la roca muda”.

Pero ese andar sin yo es de una fuerza poética y espiritual de la que los lectores de
“Altamar” participarán como entrando al espacio sagrado del rito.
LAS

VOCES

DEL

SUBSUELO

Y LOS

YACIMIENTOS
There’s a lot of work to do

Flowing from here to you

Trickle, ripple, rumble, roar

I just don’t know if I can do it anymore

“Rivers reach the sea”

Michael D. Blackstock
I

yo soy la memoria

el contenido

el agua desplazada por las islas

yo soy el olvido

el pasajero

las gotas habitantes de cometas

el eco de mi saga baila

en la espuma de los acantilados

el fondo de mi vientre inmóvil

dialoga con la luna

yo soy la marea

la sangre

los ríos que rozan las raíces

yo soy la calma chicha

el círculo

la vuelta al silencio después del huracán


en el último paso del cerro de Katahdin

del sendero que atraviesa los montes Apalaches

cuando ya los maples y los robles no crecen

y las rocas desnudas contemplan el abismo

yo soy la lluvia

la música del aire

el acuífero cantando transparencia

yo soy el riachuelo

el tejido

la puntada que ata el cerro con el mar


II

yo soy la memoria

el vacío

el agua suspendida en los glaciares

yo soy el olvido

el navegante

el espejo de agua que filma el universo

el Mama Vivencio Torres Márquez lo escribió

en su carta de 1968 al ministro Gregorio Hernández de Alba:

“estos picos nevados son como gente igual a nosotros. Ellos se han

internado dentro de la serranía y quedaron rodeando todos los puntos”

yo soy el nervio

Nunjwakala

la lengua del lagarto en el manglar

yo soy la pirámide

el cartílago

los Andes de cabeza en el Caribe


“el Cerrejón solía hablar con la Sierra”

me dijo un abuelo wayuu en Hato Nuevo

era el único que recordaba los jayechis

desde su casa la mina de carbón era un mal sueño

yo soy la sed

la bobina

el rocío de la selva tocando el magma del desierto

yo soy el sorbo

la catarata

el musgo resbaloso creciendo entre los cantos


III

yo soy la memoria

la resistencia

el arrullo bermejo de los ríos arcillosos

yo soy el olvido

la corriente

la bahía Fundy creciendo con la luna

en los bosques nativos que abrazan los riachuelos mikma'k

la compañía Texas Southwestern Energy quería extraer gas shell

pero el Mikma'ki no estaba en venta y Elsipogtog

retumbó en los tambores y los cantos medicina

yo soy el blanco

Wendake

el estruendo de los ojos en el agua helada

yo soy el grito

Montmonrecy

el respiro del agua en la caida


“no fracking way” dice una calcomonía

que me regaló Marilyn en Nuevo Brunswick

desobediencia civil poesía solidaridad en la barricada

Marilyn ya iba por los ochenta y seguía marchando con megáfono

yo soy la tormenta

el huracán

la confluencia del Atlántico norte con el Golfo de México

en las islas

vikingas

sumergidas

yo soy el relámpago

la nube

el fogonazo en los ojos del alce y el venado


IV

yo soy la memoria

la abundancia

el gran árbol del origen protegido por libélulas

yo soy el olvido

el Amazonas

esa ceiba horizontal diseminada

“nosotros somos descendientes del Jaguar, hijos de

Amazanga Runa, hijos del Pueblo del Mediodía”,

eso dijo José Gualinga ante la corte interamericana.

¡Sarayaku le ha ganado el pulso al gobierno de Ecuador!

yo soy el aceite de piedra

el hígado

la sangre subterránea del fósil y la espina

yo soy la semilla

la entraña

los sedimentos del magma en la bolsa de Toronto


yo hablé con Anastasia Candre antes de su muerte

ella estaba en Leticia planeando un viaje a Iquitos

me habló de dos libélulas gigantes

coloridas guardianes de la boa

yo soy el afluente

el brazo

el cinturón de oro de Taraira

yo soy el sueño

el canasto

la galaxia que fue y cuyo eco regresa esta noche de manigua


V

yo soy la memoria

la luz

el flujo contante entre los átomos

yo soy el olvido

la explosión

las ondas de energía entre los quartz

el día que Bryan Kamaoli Kuwada escribió

“el futuro es un reino que hemos

habitado desde hace miles de años”

cruzó un presentimiento de Hawaii a Rapa Nui

yo soy la ciencia

el espíritu

la eterna vibración adentro de las cosas

yo soy la metamorfosis

el ciclo

los cincuenta y dos años de las pléyades sobre el lago de México


todo lo que se disuelve en el agua perdura en en el agua

Jacques Benveniste lo llamó memoria y los científicos de turno lo anularon

Luc Montagnier lo demostró en Italia reconstruyendo espirales de ADN

a partir de ondas electromagnéticas que el agua había recordado

yo soy la red

el quipu

la odisea de Tupaq Inka desde Manta hasta Guan

yo soy el vínculo

el wampum

el Lago Superior visto desde la luna como una cabeza de lobo


VI

yo soy la memoria

la heroína

la gran inundación de todos los orígenes

yo soy el olvido

la villana

el tsunami la avalancha el pueblo sumergido

antes de ser asesinado defendiendo el Perijá

el cacique Sabino Romero explicó ante las cámaras

que no bastan los artículos y las sentencias para reclamar las tierras

si no se conocen las historias y los nombres de los cerros y los ríos

yo soy la disputa

la frontera

el Río Grande el Bío-bío el Río Viejo

yo soy el Pacífico

la dictadura

los miles de mapuche y de chilenos desaparecidos

que se fundieron

con el agua
“ojos de agua de cuencas vacías”

nos dijo Rayen Kvyeh en teleconferencia desde el Wallmapu

y si el bosque de la celulosa está secando el del pewen

pues las voces de las machis y el kantvm lloverán más fuerte

yo soy la Patagonia

el fuego

la Cruz del Sur en lenguas selknam y kawesqar

yo soy el Ártico

el fuego

los sustantivos para el blanco en innuktitut


VII

yo soy la memoria

el volcán

la risa de la catarata

yo soy el olvido

la espuma

el estruendo que escurre y que salpica

Chan K'in dijo sobre la madre lacandona:

“Cuando cae una ceiba en la selva,

cae una estrella en el cielo”,

y esa noche en el Petén hubo pirotecnia

yo soy Atitlán

Chik'ab'al

la piel de cocodrilo del Petén Itzá

yo soy Siecha

Guatavita

el útero de Iguaque protegido por serpientes de luz


Daniel Caño fue el que primero me habló de los Cuchumatanes

de sus ríos que cantan como grillos

de la ironía de que una empresa española

quiera privatizar el agua quinientos años después

yo soy el cuchillo

la obsidiana

la arena negra donde las tortugas ovan

yo soy el cuarzo

la lava

las aguas termales de la Tierra de Maíz


VIII

yo soy la memoria

la nieve

el rastro de la cola del faisán

yo soy el olvido

el índigo

los abedules rojos creciendo junto al hielo

y si nadie ha podido contar todos los lagos

por lo menos sabemos que palpita

una

arteria

dulce

entre la desembocadura del frío San Lorenzo

y los manglares del a n c h o Mississippi

yo soy el trueno

el águila

el blanco Niágara entre Erie y Ontario

yo soy la miel

el maple

la Bahía del Pescado Blanco inclinada entre Huron y Superior


¿cuántos pasos tuvo que dar la abuela Josephin Mandamin

para recorrer todos los Grandes Lagos?

en plegrarias de tabaco y salvia

sus rodillas se harán océano en las próximas siete generaciones

yo soy el acantilado

la arena

el arroz salvaje con arándanos

yo soy el oso

el tambor

el arcoiris perenne en la boca de Iguazú


IX

yo soy la memoria

la coca

el río Caquetá leyendo petroglifos

yo soy el olvido

el tabaco

el pozo cristalino de la boa ayahuasca

las estadísticas estiman que en la Amazonía

se encuentra un décimo de todas las especies

la mitad de todas las selvas lluviosas

y un cuarto de todo el carbón de la tierra

descansando todavía

en

el

subsuelo

yo soy la yuca

el colmillo

los pesticidas de la soya inundando Mato Grosso


yo soy el oro

la pluma

la cascada colorida que corta la Serranía de la Libertad

Gerardo Makuna lo advirtió ante hienas y ministros:

“Esos minerales son para curación del mundo”,

y mientras no corra limpio el quebrado Apaporis

y los dueños del oro no aten el caos bajo el agua,

pues no habrá presente

yo soy el ámbar

la savia

el reflejo del agua en los troncos centenarios

yo soy el huito

el cumare

los collares de escamas del pirarucu


X

yo soy la memoria

el yacimiento

el crujir al mediodía de las nieves perpetuas

yo soy el olvido

la oquedad

el cóndor californiano reposando en un risco del Grand Canyon

hay metales concentrados en los humedales de Manitoba

polvillo de cobre en la mina Constancia de Uchucarco

balas sangre gritos silenciados en Lote 8 y El Estor

Señores Hudbay Minerals,

no hay plazo que no se cumpla ni deuda que no se pague

yo soy el cobre

el recipiente

un río eléctrico de cables y circuitos

yo soy la sal de cobre

el Colorado

la serpiente turquesa del desierto Hopi


“Tú eres guardián, mujer espíritu de la montaña,

¡ellos no pueden destruirte!”, pidió Mona Polacca

a los casquetes de hielo de Santa Rita

y el último ocelote de Arizona le dijo “NO” a la mina Rosemont

yo soy la barricada

el puño

el Urubamba altivo bajando de la Sierra Madre

yo soy la minga

el Cauca

la carretera con bastones inundada de esperanzas


EL LIBRO

DE

LOS

SUCESOS
Every beginning, after all,

is nothing but a sequel,

and the book of events

is always open in the middle.

“Love at First Sight”

Wislawa Szymborska
El Laguito, Cartagena

mi bisabuelo Carlos era ferroviario

había llegado de la costa

su hija, mi abuela, se llamaba Marina Altamar,

y había aprendido a reír sobre los Andes

mi padre, su hijo, se fue de casa muy joven

y desde entonces se dejó crecer el bigote

sin darse cuenta que se parecía al abuelo Carlos

una mañana hace treinta y cinco años

el mar le dijo que yo estaba llegando

mi madre embarazada y en bikini

lo esperaba risueña sobre la arena

eso hace tanto tiempo

tanto que hoy

ahora que estás solo, padre

tendrías que tirarte otra vez de espalda contra las olas

los pelícanos más ancianos

los que no se han quedado ciegos

seguro te reconocerían

vamos mañana al amanecer

a correr descalzos sobre la playa


vamos a comprar pescado fresco en las canoas

enséñame de nuevo a limpiar el róbalo

estos días serios como escamas

mírate en el azul que yo te estoy mirando

del que me hablas hoy como si te estuvieras despidiendo

no de mí porque no puedes

yo te llevo altamar en mis agallas

sino de ti mismo y tu bolero

olvida los acordes

deja que el azul tiemple el horizonte

toma tú también la mano de tu padre

y desanda conmigo los pasos del origen

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