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“…en nuestra civilización, la técnica no está limitada por nada: se extiende a todos los
campos y abarca toda la actividad y todas las actividades del hombre.” (Et 84)
Racionalidad y artificialidad
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En primer lugar, debe considerarse que la técnica siempre opera bajo un proceso completa
y exclusivamente racional. Esto quiere decir que “tiende a someter al mecanismo lo que
pertenece a la espontaneidad o a lo irracional” (Et 85), eliminando toda posibilidad de libre
creación personal, restringiendo todo a esquemas estrictamente lógicos, factuales e
instrumentales.
En segundo lugar, el fenómeno técnico crea un verdadero “mundo artificial” que “destruye,
elimina o subordina el mundo natural”. “Técnica se opone a la naturaleza”, dice Ellul y, a
tal punto que, tal como evidenciamos hoy, “nos encaminamos rápidamente hacia el
momento en que ya no dispondremos de medio natural” (Et 85).
Éste es el primer rasgo clave que profundiza Ellul. La elección por la técnica tiende a
decidirse por sí misma de manera automática: ante múltiples formas o métodos de
proceder, siempre se escoge la más eficiente: “the best one way”.
El crecimiento tecnológico así dado es inmenso y muy difícil de controlar. Para Ellul “el
progreso técnico tiende a realizarse según una progresión geométrica”, es decir, explosivo-
expansivo (no puramente lineal), lo que vuelve la posibilidad de gobernarlo cada vez más
difícil. El hecho se hace cada vez más evidente: “el hombre no puede prever nunca la
totalidad de los efectos de una acción técnica” (Et 111).
3. Unicidad (indivisibilidad)
Otro aspecto clave es la unicidad: el fenómeno técnico es un todo que no puede ser
dividido en partes. Para Ellul, todos los elementos que la constituyen, por más que se
manifiesten diversamente, “están ontológicamente unidos”:
“Las necesidades y los modos de acción de cada una de estas técnicas se combinan para
formar un todo, en el que cada parte apoya y refuerza a las demás, integrando un
fenómeno coordinado, del que es imposible aislar un elemento.” (Et 116)
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Es por esto que es un error analizar y separar “buenas y malas tecnologías”, esto suele
ocurrir porque se confunde máquina u operación técnica con el fenómeno técnico en su
totalidad. La técnica, dice Ellul, avanza siempre bajo “la ley principal de nuestra época” en
la cual “todo lo que es técnico, sin distinción de bien ni de mal, se utiliza necesariamente
cuando se dispone de ello” (Et 105). Esto quiere decir que, si algo ya se puede hacer
técnicamente, entonces necesariamente se lo hará de ese modo. Si se intenta subordinar
una posibilidad técnica a, por ejemplo, un principio ético, se lo ignorará para inclinarse
siempre hacia la opción más eficiente.
4. Encadenamiento
Ellul pone como ejemplo clásico el proceso por el cual se construyó la máquina de tejer
industrial (la lanzadera volante): cada nueva exigencia (requerir más hilo) empujaba a
crear una técnica nueva (creación de la Spinning Jenny) que a su vez, nuevamente, por sus
efectos (más hilo del que puede manejar la tejedora), reclamaba otra tecnología más (telar
Cartwright). Y así sucesiva e indefinidamente.
Pero la coacción externa no bastaría. Ellul afirma que, a pesar de todo, el hombre se rebela
al funcionamiento maquinal. Se vuelve necesario, entonces, desarrollar en una última
etapa toda una serie de técnicas capaces de conquistar la voluntad e interioridad del ser
humano:
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“Pronto se advierte que esta acción sobre el exterior del hombre es aún insuficiente. Se
pide al hombre un esfuerzo inmenso, que sólo puede dar si está convencido, y no
meramente forzado. Es necesario que entregue su corazón y su voluntad, lo mismo que su
cuerpo y su cerebro. Las diversas técnicas de la propaganda, la pedagogía y la psicotecnia,
vendrán en su ayuda. Sin ellas, el hombre no estará al nivel de las organizaciones y de las
máquinas; sin ellas, la técnica se encuentra insegura. (…) Así culmina el edificio” (Et 120)
5. Universalismo
“La técnica es ahora el vínculo entre estos hombres. Mediante ella se comunican entre sí,
cualesquiera que sean sus lenguas, creencias o razas; para la vida y para la muerte es el
lenguaje universal que suple todas las deficiencias y separaciones.” (Et 127)
6. Autonomía
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Por último, y acaso el rasgo más importante, el fenómeno técnico se vuelve autónomo .
Nada está por sobre su ley, nada lo subordina, “la técnica no soporta ningún
enjuiciamiento ni acepta ninguna limitación”, todos los demás poderes operan para ésta:
“La técnica condiciona y provoca los cambios sociales, políticos y económicos. Es el motor
de todo lo demás, pese a las apariencias, pese al orgullo del hombre que pretende que sus
teorías filosóficas ejercen un poder determinante y que sus regímenes políticos son
decisivos en la evolución histórica. No son las necesidades externas las que determinan la
técnica, sino sus necesidades internas. Se ha convertido en una realidad en sí, que se basta
a sí misma, que tiene sus leyes particulares y sus determinaciones propias.” (Et 138)
Esta autonomía conduciría a dos consecuencias que representan la cima misma del
fenómeno técnico. En primer lugar, el fenómeno adquiriría “una potencia dotada de fuerza
propia, que desvía, con arreglo a su sentido específico, las voluntades que la utilizan y los
fines que se le proponen” (Et 146). Es decir, desarrolla una dirección propia capaz de
transformar o expulsar todo intento humano de instalar un fin externo a su lógica propia.
En segundo lugar, el fenómeno técnico se vuelve tanto sacrílego como sagrado. Por un
lado, “la invasión técnica desacraliza el mundo en que el hombre está llamado a vivir” (Et
147); destruye todo misterio y orden sagrado en la medida que todo lo que se le presenta lo
reduce a mero mecanismo o instrumento de eficacia. Y, por otro lado –tal vez lo más
sorprendente- la técnica misma llega a ocupar ese lugar que destruye, se vuelve sagrada.
Sin necesariamente volverse una religión (lo sagrado se manifiesta de múltiples formas,
dice Ellul) la técnica entrega al hombre algo que adorar y por lo cual afanarse, manifiesta
su potencia y despierta el “instinto de poder” en los individuos:
“El hombre que vive en el medio técnico sabe que nada queda de espiritual. Y sin embargo,
asistimos a una extraña inversión; el hombre no puede vivir sin lo sagrado, y concede este
sentido a esto mismo que ha destruido todo lo que constituía su objeto: la técnica.” (Et
148)
¿Homo plus?
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En la novela de Frederick Pohl –Homo Plus- el ser humano,
confiado y afanado por la tecnología, opta por transformar una
vida humana en un completo ensamblaje hombre-máquina para
solucionar sus problemas políticos más importantes. Sin
embargo, lo que en un comienzo se desarrolla y muestra como
un auténtico proyecto humano, termina por revelarse como una
elaborada y compleja instrumentalización de sus propósitos
orquestado por un sistema tecnológico que ha cobrado absoluta
independencia:
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