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De forma simple, «still» (fotografía fija) se puede describir como una imagen publicitaria concebida
para despertar el deseo por un producto en el espectador.
El «still», en el caso de Sherman, se asocia a una lectura variada del sujeto femenino que sirve para
representar la vida de una mujer en el sentido amplio del término, una vida que el espectador tan sólo
puede ver y «reconocer» mediante su inscripción en una tipología femenina familiar. Los diferentes
papeles que la mujer adopta o los que adquiere la vida de una mujer provienen del artefacto
cultural. Sherman es la artista que ha producido y, a la vez, el modelo que ha interpretado estos
papeles en Untitled film stills, o, en palabras de Abigail Solomon-Godeau, es la que «siempre es ella y
nunca es ella».
En este sentido diremos que tanto la morfología de los modelos como la de los escenarios en que éstos
se sitúan conduce la mirada del espectador a posibles asociaciones visuales, a suposiciones que re-
activan su memoria o a imágenes fijas preestablecidas del espectáculo cinematográfico que le llevan a
construir sus propias historias. De este modo, como sostiene Régis Durand, «funcionan como film stills
reales, abriendo el apetito e invitando al observador a implicarse a sí mismo en la imagen, tanto visual
como sexualmente»
En el caso de Sherman, la fotografía se concibe como una «performance»133 que a su vez se comporta
como un documento. En otras palabras, en ella todo se define a través de la imagen, la postura y el
carácter de la pose, lo fotográfico equivale a un «tableau vivant»
pero sin embargo en ninguna de estas historias se somete a una narración lineal. La historia se
fragmenta en diferentes espacios-tiempos preservando intactos los diferentes gestos que asume la
mujer, la cual siempre está sola, esperando, preocupada, atentamente alerta, vigilante, pero «atenta a»,
«esperando a», «preocupada por»; su expresión y su posición implican la existencia del Otro: el
Cazador al acecho, el Preservador, el Bien y el Mal luchando por poseerla.
«la chica condensa los mitos que definen las expectativas vitales en las fantasías del americano
medio»138. Pero ¿quién es o quiénes son estas chicas? Sabemos que todas son imágenes de la propia
Sherman pero no la reconocemos en éstas como Sherman. Sabemos que Sherman «interpreta una actriz
interpretando un papel»139, pero otra vez no la reconocemos en este acto interpretativo como Sherman
Su trabajo consiste, como por otra parte señala Craig Owens, en «sacar a la luz la identificación del
yo con una imagen»141, poniendo de relieve cómo las condiciones preexistentes de la cultura de
masas permiten una tal identificación, así como la construcción de imágenes del deseo y, en fin, la
representación de la mujer como objeto, como una imagen «fija» de la mirada masculina.
Es en este sentido que las fotografías de Sherman funcionan como «máscaras-espejos que
devuelven al espectador su propio deseo (y el espectador propuesto por esta obra es
invariablemente masculino), concretamente el deseo masculino de fijar a la mujer en una
identidad estable y estabilizadora»142. Sherman utiliza la fotografía fija para devolver al espectador
«su propio deseo», la imagen estable de la mujer, pero simultáneamente reduce la fijación de la imagen
a una imagen «animada» a través de su continua transformación de su identidad múltiple devolviéndole
un «espectro» de la misma. La interrelación o superposición entre la fotografía y la performance,
entre la imagen fija y la imagen animada, se manifiesta en el caso de Sherman como un intento de
desplomar los límites que se dibujan entre éstas.A través de esta imagen animada, Sherman
«convierte la mirada inestable en un lugar de negociación: la marca como una pantalla donde el
sujeto y el objeto se encuentran».
Imagen fija.
Es decir, constituye una fotografía de la imagen de la mujer que remite a su propia imagen construida.
Es como si el supuesto autorretrato de Sherman quedara enmascarado de espectros, superpuesto uno
sobre el otro, revelando sólo su propia superficie. El rostro de Sherman es una base neutra en la que se
inscriben los incontables rostros de una chica frente al espejo, una actriz sensacional que encarna e
interpreta sus personajes ya predeterminados y prefabricados de la cultura visual, de los «mitos
culturales del poder y posesión».
Pero Sherman va más lejos que Barthes. Su obra es una especie de deconstrucción que utiliza la pose
como medio para cuestionar la auténtica subjetividad, el «autor».
Biografía cultural: Desde este punto de vista, sus autorretratos se erigen en «metanarraciones» sobre la
subjetividad del artista, escudriñando en el interior de los conceptos de identidad y de subjetividad
hasta convertirse en una biografía de ellos mismos.
Interacción con objetos (Configuración de la Las fotografías conforman una biografía cultural,
identidad) “metanarraciones” sobre la subjetividad de la
artista que escudriña los conceptos de identidad y
de subjetividad hasta convertirse en una biografía
de ellos mismos.