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PRESENTACION
Matricula: 2017-0301
En nuestra vida cotidiana resulta casi imposible pasar por alto una serie de problemas que,
por otra parte, constituyen elementos destacados de la psicología clínica. Sólo se necesita
mirar un periódico, leer una revista, ver la televisión, o ir al cine para encontrarnos frente a
algunos de los asuntos con los que clínicos e investigadores se enfrentan a diario. Es
frecuente que algún personaje popular sea noticia debido a un problema con el alcohol u
otras drogas, un trastorno alimenticio, o alguna otra dificultad psicológica. En los estantes
de las librerías se amontonan libros que describen alguna batalla personal con la
esquizofrenia, la depresión, las fobias, o los ataques de pánico.
También es posible encontrar problemas de este tipo en nuestro entorno más cotidiano. Al
pasear por cualquier campus universitario podremos encontrar ofrecimientos de grupos de
apoyo para ayudar a personas con desórdenes alimenticios, depresión, y otros problemas de
diversa índole.
En otras palabras, estamos rodeados por el tipo de problemas con los que se enfrenta
cotidianamente la psicología clínica. Se trata de problemas que captan nuestro interés,
atraen nuestra atención, e incluso llegan a preocuparnos.
La psicología es un campo fascinante, y (aunque no somos imparciales al respecto) la
psicología clínica es una de las áreas más interesantes de la misma. Los psicólogos estamos
preparados para plantearnos preguntas y para realizar investigaciones al respecto. En otras
palabras, somos científicos que recurrimos a diferentes técnicas y métodos para estudiar las
patologías psicológicas. Si bien no todos los que han estudiado psicología clínica (a veces
denominada psicopatología) hacen investigación, también entonces es necesario disponer
de la capacidad de plantearse cuestiones que permitan reunir la información de una manera
coherente y lógica.
¿Por qué necesitamos clasificar los trastornos mentales?
Si definir la patología resulta tan complicado, ¿por qué seguimos intentándolo? Una de las
razones es que la mayoría de las ciencias necesitan disponer de una clasificación (por
ejemplo, la tabla periódica de los elementos químicos, o la clasificación que hace la
biología de los seres vivos en reinos, filos, clases, etc.). Pero quizá el motivo más
importante es que un sistema de clasificación nos permite disponer de una nomenclatura
(un sistema de nombres) que nos facilita la estructuración de la información con el fin de
poder utilizarla adecuadamente.
Tampoco hay que olvidar que un sistema de clasificación proporciona información respecto
al tratamiento. Por ejemplo, los pacientes a los que nos hemos referido anteriormente
muestran diferentes trastornos. Mónica tiene una dependencia del alcohol y otras drogas,
Alberto estaba deprimido, y Donald tiene esquizofrenia. Dado que un tratamiento
determinado (por ejemplo, un fármaco antipsicótico) podría ser beneficioso para Donald,
pero incluso perjudicial para Mónica, resulta evidente la necesidad de saber qué trastorno
padece cada uno.
¿Por qué necesitamos clasificar los trastornos mentales?
Si definir la patología resulta tan complicado, ¿por qué seguimos intentándolo? Una de las
razones es que la mayoría de las ciencias necesitan disponer de una clasificación (por
ejemplo, la tabla periódica de los elementos químicos, o la clasificación que hace la
biología de los seres vivos en reinos, filos, clases, etc.).
Por último, nos encontramos con el problema de las etiquetas. Una vez que un grupo de
síntomas ha recibido un nombre y ha sido identificado en un diagnóstico, esta «etiqueta
diagnóstica» puede resultar difícil de eliminar, incluso aunque esa persona se haya
recobrado por completo de su enfermedad.
La investigación en la psicología clínica
Como hemos podido comprobar al revisar los estudios epidemiológicos, la vida de un gran
número de personas está afectada por algún tipo de trastorno mental. Para poder aprender
todo lo posible sobre sus problemas, necesitamos investigar. Mediante la investigación
podemos estudiar la naturaleza de los trastornos, cómo son sus síntomas, si tienen un
carácter agudo (de corta duración) o crónico (más duraderos), qué tipo de deficiencias están
asociadas con ellos, etc. La investigación también nos permite comprender la etiología (las
causas) de los trastornos.
Muestreo y generalización
Como ya se ha dicho, los estudios de caso único pueden llegar a ser muy válidos debido a
que nos hacen reflexionar. También nos ayudan a generar ideas para establecer hipótesis.
Sin embargo, esa estrategia apenas proporciona la suficiente información como para
obtener conclusiones razonablemente seguras. La investigación en la psicología clínica
debe estar dirigida a obtener una comprensión cada vez mayor y, cuando sea posible, el
control de la conducta patológica (esto es, la capacidad para alterarla de una manera
predecible).
Un objetivo fundamental
de los investigadores en
psicología clínica es
encontrar la causa de los
diferentes trastornos.