En la historia de la humanidad se han suscitado un sin número de desastres
desde el surgimiento del ser humano en la tierra, “los desastre u ocasiones de crisis asociadas con pérdidas y daños humanos y materiales socialmente significativos” (CEPREDENAC; PNUD, 2003) exponen la susceptibilidad de los humanos frente a las diferentes manifestaciones de la naturaleza, en este punto cabe aclarar, que los fenómenos naturales no son los responsables de los desastres si no la exposición de las personas y sus formas de vida a los mismos, los cuales configuran escenarios de riesgo, en donde el riesgo es el resultado de la confluencia de la vulnerabilidad y la amenaza, ambas son dependientes la una de la otra, es decir, sin uno de estos dos factores el riesgo es inexistente.
La construcción del riesgo de desastres se da a partir de diversas manifestaciones
sociales, culturales, políticas y económicas en un determinado territorio, en donde la futilidad sobre sus características biofísicas, la planificación inadecuada, la inequitativa distribución de los recursos, los intereses particulares sobre los colectivos, entre otras variables; motiva y dinamiza las distintas formas de ocupación del territorio en zonas no aptas para ciertos usos. Dichas variables pueden no ser identificadas a simple vista, y sin embargo, el trasfondo de los riesgos y/o desastres radica en ellas.
En épocas pasadas, muchos de los desastres ocurridos, fueron producto del
desconocimiento sobre los factores de amenaza y vulnerabilidad, debido a que poco se conocía sobre las dinámicas de la tierra. Al paso de los años dichos factores empezaron a ser identificados, conocidos, estudiados e indagados con el fin de entender los procesos antes, durante y después de la ocurrencia de un desastre en pro de la disminución de dichas “eventualidades”.
Empero, a pesar de los conocimientos adquiridos sobre el riesgo de desastres, el
panorama no ha cambiado, y por el contrario, los desastres van en aumento, no por incremento en la cantidad o magnitud de fenómenos naturales (aunque de cierta manera tienen incidencia), sino por el crecimiento de la exposición de los humanos frente a dichos fenómenos naturales; aquella exposición se debe a la conformación de grupos sociales en zonas de alto riesgo como: zonas de inundación, laderas de alta pendiente susceptibles a fenómenos de remoción en masa, zonas aledañas a la influencia de actividad volcánica, zonas altamente sísmicas; por nombrar algunos ejemplos. Los asentamientos en esas zonas obedecen a diversos factores, principalmente sociales, políticos y económicos englobados en lo que tradicional y comúnmente se denomina desarrollo; “Hoy en día existe un amplio reconocimiento de que los desastres se relacionan de una u otra forma con una suma de prácticas humanas inadecuadas” (CEPREDENAC; PNUD, 2003), las diversas formas y concepciones de desarrollo tienen una estrecha relación con los desastres, en la medida en que un desastre impacta fuertemente dichas formas de desarrollo pero también aquellas formas influyen en la configuración de los riesgos y finalmente en la materialización de un desastre.
La degradación ambiental y la presión ejercida sobre los recursos naturales
representan, entre otros, algunos de los factores resultantes del “desarrollo” más influyentes en la construcción de escenarios de riesgo, a razón de que estos aceleran algunos procesos naturales y dan origen a otros convirtiéndose en amenazas aún mayores, debido a la disminución de la resiliencia de ecosistemas y por ende a la función de regulación de los mismos. Los diferentes modelos desarrollistas implantados en los distintos países, estimulan, incentivan y promueven prácticas inadecuadas sustentadas en retóricos argumentos que sólo sirven para desviar la atención, esfuerzos y recursos a lo verdaderamente importante y que además dilatan la brecha social entre ricos y pobres, siendo estos últimos los más afectados por los desastres.
Es importante reconocer que los desastre no son impredecibles, inmanejables,
inevitables ni naturales, se requiere dar un viraje a la concepción existente y generalizada sobre el desarrollo y la relación con los desastres, centrando la atención en la manera de cómo estamos ocupando el territorio, las formas de organización, la estrategias de desarrollo, la relación de la sociedad con su entorno y el perentorio papel del gobierno en la toma de decisiones.
Bibliografía CEPREDENAC; PNUD. (2003). La Gestión Local Del Riesgo: Nociones Y Precisiones En Torno Al Concepto Y La Práctica. Guatemala: CEPREDENAC; PNUD.