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ZONAS ARQUEOLOGICAS DE

VERACRUZ

COCINA VERACRUZANA

IVÁN DE JESÚS TORRES HERNÁNDEZ

AILED AHTZIRI SÁNCHEZ COBAXIN

17/AGOSTO/2020
“ZONAS ARQUEOLÓGICAS DE VERACRUZ”

CEMPOALA
La palabra Cempoala (Zempoala) deriva del náhuatl y tiene dos significados, el
primero es “abundancia de agua” y el segundo es “lugar de veinte o veintena”,
aludiendo probablemente los 20 poblados que integraban al sitio o a sus
actividades comerciales, realizadas cada 20 días. Debido a su extensión y
numerosos edificios, el sitio llamó poderosamente la atención a los primeros
españoles, quienes lo nombraron “Sevilla” o “Villaviciosa”.
Su ubicación cronológica principal es posclásico, 900 a 1,521 d.C.
Cempoala es una de las ciudades más importantes de la Costa del Golfo. Aunque
haya evidencias del estilo Olmeca en el asentamiento, fue hacia el periodo
Posclásico, capital de los Totonacas, dominando una gran parte del territorio de
Veracruz y en el norte del Estado de Puebla, en donde convivían Totonacas,
Chinantecas y Zapotecas; reuniendo alrededor de 50 pueblos. En su época más
importante Cempoala llegó a tener 25 o 30 mil habitantes. Una de sus
características más sobresalientes es un conjunto de anillos escalonados que de
acuerdo con algunos investigadores eran una herramienta construida con la
finalidad de computar el tiempo.
Para acceder a la zona se toma la carretera No. 180 hasta llegar al poblado
Higuera Blanca, donde se toma la desviación hacia Villa Zempoala. 11 kilómetros
sobre la carretera de Vega de Alatorre y Nautla, y a 35 kilómetros al sureste se
encuentra el Puerto de Veracruz.
La zona arqueológica fue fundada en el año 900 a.C., como ya se había
mencionado, llegó a ser una capital Totonaca de mucha importancia que
denominaba gran parte de los actuales estados de Veracruz y Puebla.
El sitio contaba con una compleja infraestructura y un sistema de murallas que
protegían la ciudad de las constantes inundaciones, además de tener una
excelente red hidráulica.
Entre los edificios destacan: El pimiento, con una decoración exterior con
representaciones de cráneos humanos; El templo de la cruz, que conserva restos
de pintura mural; El templo de las caritas, El sistema IV, que se compone de un
amplio recinto amurallado; La gran pirámide o templo del sol; El templo de
Quetzalcóatl, de base cuadrangular y El templo de Ehécatl, El dios del aire.
Cuenta con un museo de sitio rodeado de la flora y fauna típica de la región.
Cuenta con una interesante exhibición de restos de murallas, estatuas de dioses,
pintura mural, figurillas de hombres y animales, así como de diversos utensilios de
la vida cotidiana.
SAN LORENZO TENOCHTITLAN
“Lugar de las cabezas Olmecas”.
Hábil para la caza, grande, fuerte, fino olfato y notable visión fueron, quizá, las
características que los Olmecas admiraron en el jaguar para convertirlo en el
centro de su cosmovisión. El culto a este animal, del que aseguraban descendía,
quedó representado en la mayor parte de las esculturas y monolitos que se han
localizado en la zona nuclear que abarca los estados de Veracruz y Tabasco.
Ubicado en el municipio de Minatitlán a 60 kilómetros del puerto de
Coatzacoalcos, San Lorenzo Tenochtitlan, considerado como el primero centro
regional olmeca, se desarrolló durante el periodo preclásico (1,500 – 900 a.C).
De las 17 cabezas colosales Olmecas, que se conocen hasta ahora, 10 fueron
localizadas en la zona, la última en mayo de 1994. Situación que reafirma la
importancia del lugar, que de acuerdo a recientes investigaciones, era en 1,500
a.C., el de mayores dimensiones en Mesoamérica con una población de cerca de
3,000 habitantes y un fuerte desarrollo social y tecnológico.
El sitio arqueológico está situado en una elevación natural entre 2 ramales del río
Coatzacoalcos, esta posición geográfica, ubica a la zona en una especie de isla
que facilitaba la obtención de recursos naturales suficientes para vivir, además de
que el estar cerca una fuente de agua permitía la irrigación constante de sus
cultivos.
San  Lorenzo posee muchos montículos hechos artificialmente de tierra, aunque
su altura es menor a las edificaciones del sitio de La Venta, sin embargo estas
denotan una estratificación social.
La distribución de los edificios habla de una ciudad planificada con servicios para
las viviendas de los jerarcas, de ahí que San Lorenzo sea considerado como la
primera organización de Mesoamérica,  investigadores del Instituto Nacional de
Antropología e Historia (INAH) mencionan que además de una sociedad bien
integrada y estructurada jerárquicamente, había una religión institucionalizada.
Iniciadores de los estudios de astronomía y la numeración de barras y puntos, los
olmecas poseían una gran habilidad para el tallado de enormes monolitos en
piedras de basalto que traían desde la región de los Tuxtlas, posiblemente por el
río.       

Un importante ejemplo de este arte se encuentra expuesto en el museo de sitio de


San Lorenzo, inaugurado en mayo de 1995.

La pieza más importante del recinto es "Tiburcio" la última cabeza colosal olmeca
encontrada en la zona arqueológica. Mide 1.80 metros y pesa ocho toneladas, la
particularidad es que  presenta el casco  más elaborado de todas las cabezas
olmecas, de ahí la creencia de que es la representación de algún gobernante.

Además de la cabeza colosal, en el museo se pueden apreciar algunas piezas 


que tienen al jaguar como un elemento principal, tal es el caso de una estructura
que representa la transformación de un humano en felino; así como la
representación del mito olmeca que asegura que los hombres descendieron del
jaguar.

También está presente una escultura, mutilada, que posiblemente represente la


cúpula de un jaguar con una persona, recreando el relato de la vinculación que
existe entre el animal y el ser humano. Otras de las piezas que se exhiben son: el
mounstro de la tierra, una columna antropomorfa que representa a un ser
fantástico, de enorme boca y nariz chata, vinculado con los orígenes de los
olmecas.

Altares y algunas estructuras mutiladas como una guacamaya  de


aproximadamente dos toneladas; así como una caja o posible sarcófago,
estructuras de arquitectónicas como recubrimientos de escalones, metates.

FILOBOBOS
Río Filobobos, decretada el 11 de agosto de 1992 en la Gaceta Oficial del Estado
de Veracruz; con el objetivo de preservar y restituir el equilibrio ecológico para
mejorar la calidad de vida y proteger los vestigios arqueológicos prehispánicos
dispersos en la región.
Se ubica en los municipios de Tlapacoyan y Atzalan, pertenecen a la cuenca del
río Nautla que en la región se conoce como río Bobos. Colinda al norte y al oeste
con la carretera federal 131 Perote-Martínez de la torre, algunos ejidos y
pequeñas propiedades de Cuauzapotitlán; y al este, con ejidos y propiedades
particulares de diversas localidades. Su rango altitudinal va de los 100 a los 1,147
msnm, con una superficie total de 10, 528-31-58 hectáreas.
El tipo de vegetación predominante en esta zona es Bosque Tropical Perennifolio,
algunas especies que se pueden observar, son enredaderas, antuario, palo
cuchara, pepinque, tronadora, roble, paixtle, palo mulato, chachacalo, quiebra
platos, riñonina, encinos, liquidámbar, pinos, cedros, haya, sauce, olmo y cicadas.
El Filo-Bobos y sus áreas de influencia poseen gran belleza natural y con muy
especiales características que lo hacen único. Este sitio es una parte de la selva
veracruzana cubierta de bosque de pinos y selva mediana, resguardadas por
barreras naturales, acantilados y cañones que a la vez albergan el hermosísimo
río que baja serpenteando entre las paredes naturales y un pequeño valle en
donde existen uno de los vestigios humanos de la época prehispánica. En su
interior destacan zonas arqueológicas del Cuajilote de la cultura Totonaca. El
nombre de Cuajilote también lo recibe un árbol, o cacao de mono (Parmentiera
aculeata) propio de la selva baja caducifolia que cubre amplias extensiones en el
sur y centro de México. Además la cascada del río La Tomata, representa un sitio
turístico nacional e internacional. Asimismo los ecosistemas que conforman esta
Área Natural Protegida (ANP) sirven de refugio a la flora y fauna nativa y
proporcionan beneficios ecosistémicos a la población.

QUAUHTOCHCO
El lugar se encuentra a unos 10 kilómetros de la cabecera municipal de Carrillo
Puerto, y para llegar a el se pasa por un tortuoso camino de terracería que va
hasta el río Atoyac-Cotaxtla. Sobre el un puente colgante de 50 metros de
longitud, construidos con tablones, cables de acero y sostenidos por bases de
concreto, abre la brecha de escalada en medio de la vegetación hacia la punta de
la pequeña montaña, es un camino largo y sinuoso, con algunos grados de
deshidratación, al pleno sol de las 2 de la tarde, la selva hace un marco
impresionante a la construcción y centro arqueológico enclavado en el rancho de
don Genaro Vázquez.
Este lugar en algún momento fue punto estratégico durante la rebelión en contra
de la Triple Alianza Tenochtitlan-Texcoco-Tlacotalpan y el tributo que exigía a los
nativos. Al menos en 2 ocasiones los habitantes de Quahtochco iniciaron una
rebelión, según citan unas fuentes arqueológicas. De pie frente a la pirámide, el
temor por subir los 52 peldaños de la escalinata principal se vence ante la
promesa de lo que se podría ver y más aún cuando se anticipa una buena foto
panorámica. Entre las piedras de río que componen las escaleras, la hierba crece
pero no impide que la curiosidad alcance su objetivo.
Quauhtochco está construido de manera estratégica como observatorio
inalcanzable, no hay concesiones que permitan a extraños, incluida la gente de
prensa, incursionar en la fortaleza, este nombre derivaría más tarde en Huatusco y
posteriormente sería heredado a un poblado cercano al lugar.
Los primeros registros, que se tienen del lugar datan del primer tercio del siglo XIX
en dibujos elaborados durante una expedición del capitán Guillermo Dubaix y fue
hasta 1994, cuando los profesores José Luis Malgrejo y David Ramírez retomaron
el tema. Lo extraordinario es que el Fortín, originalmente fue un edificio de 3 pisos
sostenidos por vigas, el cual fue revestido más tarde por los desniveles que dieron
finalmente la apariencia de una pirámide de 4 etapas.
Se considera el único adoratorio prehispánico que en México conserva las huellas
de este tipo de construcción.
Lo anterior es confirmado por un estudio realizado por el arqueólogo Fernando
Miranda Flores, en el Informe Técnico del Proyecto Quauhtochco, avalado por el
Instituto Nacional de Antropología e Historia y la Universidad Autónoma de
México. Entrevistado al respecto, el arqueólogo Fernando Miranda señala que
Quauhtochco “es de gran relevancia porque es una de las mejores muestras de
arquitectura de estilo Mexica que tenemos en el territorio nacional”. Indica que
posiblemente, a pesar de que la ocupación más antigua del lugar date del año
1,200, “las construcciones visiblesson muy cercanas al momento de la Conquista”,
aproximadamente en el año 1,525.
Profundiza que el sitio es una obra que “fue diseñada y tal vez dirigida por
arquitectos llevados desde el altiplano, porque responde muy bien en sus
características de diseño a la arquitectura Mexica”. El único ejemplo similar es el
templo ubicado en Castillo de Teayo, en el norte del estado, pero Quauhtochco es
una construcción de mayor jerarquía, asegura el arqueólogo. A cielo abierto la
pirámide muestra aún con bastante conservación su oratorio en la cúspide. Este
santuario, que servía para la veneración de los dioses, es un gran recinto
rectangular cuyas paredes están formadas por un centro construido con piedra de
tapete sin labrar, en forma de bloques.
Científicos indican en un trabajo titulado “Regionalismo Cultural en el Valle del Río
Atoyac”, que la región fue paso de la primera expedición de españoles que
llegaron a costas del Golfo de México, del mismo modo, señalan que de acuerdo
con Cayetano Rodrigo Beltrán, en una publicación, en una publicación de 1927, la
zona perteneció a la llamada “Ruta de Moctezuma”. A pesar de la vegetación, la
zona arqueológica ha dejado conocer a los expertos la riqueza histórica del
Quauhtochco, aquí se han encontrado braceros, incensarios, platos de cerámicas,
vasos, cómales y yugos, pero también piezas monumentales como esculturas de
la diosa Chicomecoatl.
La composición de la zona no sólo incluye el teocali principal, sino una plataforma
llamada “capilla”, aposentos, pretiles y una muralla que protegía aún más El
Fortín. Sin embargo no se ha descubierto todo, la parte que conocemos, indica el
arqueólogo Fernando Miranda, es el gran recinto ceremonial de Quauhtochco,
pero falta todavía conocer las áreas habitacionales; los edificios conocidos
pertenece sólo a la última etapa de construcción de la zona. El arqueólogo Alfonso
Medellín registró hace más de 40 años que existían 4 hectáreas de
construcciones, cuando el sitio llegó a tener una extensión de más de 70 ó 100
hectáreas con varias murallas que protegían el sitio y que permitían hacer de éste
un lugar fortificado. Desde cualquier punto del altiplano se consigue una vista más
clara, lo que hace suponer que se establecieron asentamientos humanos en este
punto fue para vigilar el entorno.

LAS HIGUERAS
De acuerdo con Ramírez Lavoignet, Las Higueras se sitúa en donde estuvo el
pueblo de Yetla-Acalco (Yetla-aca-cal-co es la voz náhuatl que significa “en las
galeras de tabacal”), que desapareció en el siglo XVI. Al ceder la Real Audencia
los terrenos, para criar ganado mayor, los primeros vecinos lo llamaron “Naciente
Vega del Cazadero” y más tarde “La Vega”.
Este sitio es un importante ejemplo de la Cultura Totonaca, aunque sus evidencias
más tempranas ubican el asentamiento hacia el Preclásico Temprano, cuando era
tan sólo un asentamiento disperso que posteriormente compartió los rasgos
estilísticos Olmecas. A partir del Clásico Tardío los elementos Totonacos son muy
claros, aunque los rasgos arquitectónicos Teotihuacanos son dominantes, pero en
el aspecto pictórico los murales Totonacos destacan por su variedad, que permite
reconstruir una larga secuencia de ocupación. El Totonacapan, como se le conoce
a esta región estaba dividido en pequeños señoríos con relaciones comerciales y
alianzas políticas y de parentesco. Cronología: 1500 a. C. a 900 d. C. Ubicación
cronológica principal: Clásico Tardío, 600 a 900 d. C.
Por sus trazos, sus colores, su perspectiva y la manera en que los Totonacas del
Golfo de Veracruz representaron con pintura mural parte de su vida cotidiana, el
centro ceremonial de la Zona Arqueológica de Las Higueras es identificado como
el “Bonampak veracruzano”. Su riqueza es impresionante porque parece contener
una enorme gama de estilos y escuelas artísticas. Este sitio, descubierto apenas
hace unas seis décadas, cuando la población se asentó prácticamente sobre los
vestigios piramidales de las antiguas poblaciones del Totonacapan que habitaron
dicha región antes de la llegada de los españoles, necesita ser restaurado con
urgencia.
A Las Higueras, donde se erige el único monumento prehispánico preservado por
el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), de los 28 basamentos
registrados, se puede llegar utilizando la carretera nacional costera No. 180 (de
puerto de Veracruz al de Nautla, vía Cardel) o la carretera No. 129 Teziutlán
Puebla-Nautla. Dos kilómetros antes de llar a Vega de Alatorre se encuentra el
entroque que conduce al sitio arqueológico.

EL ZAPOTAL
La localidad de El Zapotal está situado en el municipio de Juchique de Ferrer (en
el Estado de Veracruz de Ignacio de la Llave).
Durante las exploraciones en 1971, fue descubierta una de las más bellas e
impactantes ofrendas del mundo Prehispánico. El sitio fue habitado por los
Totonacas. El hallazgo constaba de una cantidad de enterramientos humanos
acompañados por ofrendas de figuras de barro entre las que destacaba un grupo
de mujeres con el torso desnudo, identificadas como representaciones de la
señora de la tierra: Cihuatéotl, las cuales hoy se exhiben en el Museo de
Antropología de Xalapa.
El Zapotal es un gran asentamiento Totonaca, cuyo auge parece haber ocurrido a
fines del periodo Clásico tardío y Posclásico temprano. Aunque contiene un
conjunto numeroso de edificios, sólo unos cuantos han sido explorados. Además
de un osario con una considerable cantidad de objetos cerámicos, muchos de
ellos de excelente manufactura, es mejor conocido por una bella escultura en
cerámica encontrada en los muros de uno de los edificios. Esta extraordinaria
pieza formaba parte integral de la decoración de ese edificio y se encuentra
elaborada en barro sin cocer, por lo que hubo que realizar cuidadosos trabajos
para restaurarla y mantenerla en su posición original.
Se trata de una bella imagen de Mictlantechtli, el dios de la muerte, representado
como un descarnado, que fue restaurada y dejada en el sitio como testimonio de
este importante hallazgo. Durante 1,971 las noticias acerca del hallazgo de
grandes figuras de mujeres y de diosas modeladas en arcilla circulaban entre los
campesinos que vivían en los alrededores de la Laguna de Alvarado, en el
municipio de Ignacio de la Llave, Veracruz. Todos sabían que ésta región era muy
rica en vestigios arqueológicos; de tiempo en tiempo, cuando se araba la tierra o
se excavaban zanjas para edificar las viviendas o instalar desagües, se hallaban
fragmentos de vasijas y de figurillas que se enterraron junto con los difuntos de
épocas Prehispánicas.

CUYUXQUIHUI
Pase a tener una gran relevancia cultural y ser una zona arqueológica que se
encuentra a escasos kilómetros de la cabecera municipal, Cuyuxquihui es un
tesoro heredado por la cultura Totonaca que es desaprovechado, no valorado e
ignorado por las autoridades del Instituto Nacional de Antropología e Historia
(INAH), lo que en consecuencia provoca que el turismo no sepa de su existencia.
Ubicada a 22 kilómetros de El Tajín, la zona arqueológica de Cuyuxquihui fue
edificada alrededor del año 1,250 por los Totonacos como una fortaleza, luego de
la caída del Tajín, pues en su arquitectura se observan de un “fuerte” rodeado por
montañas y un acantilado.
Aún cuando tiene tremendo valor cultural, la zona está en franco abandonado por
parte del Instituto Nacional e Historia (INAH), que además de no darle ningún tipo
mantenimiento o conservación, tampoco le da difusión por lo que el turismo muy
pocas veces llega a este lugar.

CASTILLO DE TEAYO
Se localiza en la Huasteca, zona norte del estado, en las coordenadas 20° 45'
latitud norte y 97° 38' longitud oeste, a una altura de 80 metros sobre el nivel del
mar. Limita al norte con Temapache, al sureste con Tihuatlán y al sur con el
estado de Puebla. Su distancia aproximada por carretera a la capital del estado
es de 160 Km.
Del náhuatl Teayok, Te-ayo-k "Tortuga sobre piedra". Recibe su nombre actual
porque se encuentra en el municipio un templo o castillo arqueológico, único
vestigio de una gran ciudad indígena, mezcla de las culturas olmeca y huasteca.
Antiguamente se llamó Tzapotlan.
Localidad considerada como una de las más antiguas, centro de las dos culturas
toltecas-aztecas, a mediados del siglo XII y XV de nuestra era.
Durante el siglo XV los aztecas conquistaron la huasteca veracruzana,
realizándose así un intercambio religioso, el cual debe comprobarse por la
existencia de la pirámide y de varias esculturas de piedra que tienen un
significado común para la historia.
La población de Castillo de Teayo fue fundada en junio de 1870 por varias
familias (Canovas, García, Urrutia y Barra), descendientes de españoles que
habitaban en la villa Tihuatlán. Llegaron en busca de nuevas tierra a Zapotitlán.
Al realizar las talas para la construcción de sus casas y preparar los terrenos
para la siembra y cría de ganado, descubrieron la cúspide de la pirámide en un
cerro, por ello le pusieron el nombre de Castillo.

TRES ZAPOTES
Tres zapotes es un sitio arqueológico de Mesoamérica, situado en las tierras
bajas del golfo de México en la llanura del río Papaloapan, ubicado en el
municipio de Santiago Tuxtla, Veracruz.
Un enorme jaguar da la bienvenida al Museo de Sitio de Tres Zapotes,  municipio
de Santiago Tuxtla, Veracruz, lugar donde se localizó la primer cabeza colosal y la
Estela C; la cual contiene la fecha calendaríca considerada, hasta ahora, la más
antigua de Mesoamérica y que corresponde al 32 a.C.
A tres décadas de su inauguración, en 1974, especialistas del Instituto Nacional de
Antropología e Historia (INAH) en Veracruz apoyados por la Comisión del
Papaloapan, renovaron y actualizaron la museografía y contenidos del Museo,
para brindar un mejor servicio a los visitantes.
Ponciano Ortiz y Carmen Rodríguez, investigadores del INAH explicaron que con
dicha renovación se logró darle un nuevo rostro al museo mediante la
incorporación de diversos elementos relacionados con la Cultura Olmeca, como el
Jaguar, las cabezas colosales, las estelas y la selva, que se encuentran
plasmados en el mural que corona la entrada al recinto, que es una adaptación de
una obra de Miguel Covarrubias.
En la decoración del museo se buscó,  explicaron los antropólogos, romper con el
esquema clásico de colores, por ello se pintó el mural, cuyo propósito es recrear el
ambiente que existía en la zona hace más de tres mil años.
"Nosotros queríamos que se realizara un mural con motivos olmecas, como las
cabezas y estelas, pero que además reflejara la enorme diversidad de fauna y
vegetación que había en el territorio", contó Carmen Rodríguez.
El jaguar era sagrado para los olmecas, por lo que se decidió que la entrada al
museo fuera por su boca,  ya que en varias de las piezas exhibidas este felino es
una constante, incluso existen lápidas donde se observa que de las fauces del
animal emergen hombres.
El acervo está constituido por piezas como: la cabeza colosal de Hueyapan o
Monumento A, la Estela C, una lápida de basalto, encontrada a tres kilómetros al
noreste del pueblo. Labrada por ambas caras, en una se puede ver la fecha más
antigua en sistema calendario llamada cuenta larga, y en la otra un rostro humano-
felino con un ornamentado tocado.
Otras piezas destacadas son; la Estela D, que representa una escena integrada
por cuatro personajes que emergen de las fauces abiertas de un jaguar; un
petroglifo que representa del lado izquierdo un sapo y del derecho un cráneo
descarnado; la Estela A, una de las más grandes conocidas hasta la fecha que 
fue esculpida en una piedra diferente al resto de los monumentos, en un
conglomerado de origen volcánico conocido como brecha. En ella se puede
observar una escena en la que participan tres individuos.
Además, se exponen tres entierros humanos, que fueron descubiertos en los años
90 por el arqueólogo Christopher Poll, de la Universidad de Kentucky, de los
cuales dos fueron de niños y el otro de adulto.
Dentro de la nueva información se agregó un rescate arqueológico que fue
efectuado recientemente a un costado del actual cementerio de la comunidad de
Tres Zapotes. Ahí se localizaron dos entierros.
La exposición la complementan algunas cerámicas del clásico, figurillas de arcilla
fechadas en el preclásico superior (400 a.C. al 100 d. C), así como collares de
piedra verde, hachas de jadeita, metate con olla y granos de maíz, entre otros
vestigios.
El Museo, también presenta una maqueta a escala del sitio Tres Zapotes,
considerado como el único sitio arqueológico de la costa sur del Golfo que posee
el registro más largo y continuo de ocupación en la región.
Estudios recientes demuestran que Tres Zapotes inició su ocupación desde por lo
menos en 1200 a. C.;  alcanzó su apogeo entre los años 400 a. C. y el 300 d.C,
sin embargo este lugar permaneció ocupado hasta el 1200 d. C. en lo que se
conoce como época clásica, incluso llegó a tener habitantes hasta el postclásico.

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