El libro “Cazadores de microbios” es, para mí, un libro demasiado bueno,
nunca lo había leído y me sorprende, ya que es el tipo de lectura que suelo frecuentar. Nos cuenta unos pequeños relatos muy detallados de la vida de todos aquellos “cazadores de bichitos”, además de mezclar los experimentos, o el cómo llegaron a dar con los microbios, algo igual a mi parecer muy entretenido es el como se detallan las amistades y disputas entre los diferentes científicos, si bien varios eran rivales, otros se corregían en ton de crítica constructiva. No me empeñaré en hacer un resumen capítulo por capítulo, más bien es una breve recopilación que, para mí, fueron los más importantes experimentos y claro, un poco de la vida de estos cazadores de microbios. El que alguno no aparezca o no abarque tanto en mi trabajo, no es porque sea menos importante o sin importancia, es más bien una decisión mía. Como primer capítulo, como en todo buen relato, se comienza por el cazador de microbios, el primero en hacer artículos sobre estos hablo de Anton Van Leeuwenhoek, de quien según el libro, se desconoce bastante acerca de su vida, en especial de sus 20 a sus 40-45 años, aunque se sabe que habitaba en una época difícil, en la cual no se podían expresar libremente como hoy en día podemos hacerlo, incluso si lo hacías eras acreedor a una reprimenda; nos relatan también que por desgracia, siendo él de los pioneros en hablar sobre estos “despreciables bichitos”, hoy en día casi nadie lo conoce, aunque, siendo conserje del condado de Delft pues según sus cálculos, estos eran mil veces más pequeños que el ojo de un piojo grande y sus cálculos eran fascinantes, pues hoy en día, con toda la tecnología, no varía demasiado el tamaño al que especulaba Anton Van Leeuwenhoek, quien observaba todo lo que encontraba a su paso, incluso la resina que se encontraba en los dientes, así también como la de algunos “vagabundos”, así fue, desde sus 50 años que era fiel a la Real sociedad hasta su muerte, claro siendo muy cuidadoso con su experimentos y creaciones, pues jamás quiso contarle a nadie el secreto para un buen pulido de lente, murió a los 91 años, siendo el hombre que admiraba observar a eso diminutos bichitos. Después de la muerte de Spallanzani el estudio de los microbios se encontraba estancado, por no decir olvidado, pues sí, se ideaban nuevos microscopios, pero nadie se asomaba a ver a los pequeños bichitos. Según el libro, Luis Pasteur, se impulsó por el camino de la ciencia, gracias a un pequeño trauma de la infancia, en el cual, le intrigaba bastante el porque cuando a una persona le mordía un perro rabioso, esta moría. en tanto a sus experimentos también pudo ver una forma para en la cual la carne no se contaminara por los bichos que se encontraban en el aire ya que por medio de tubos calentados no podían pasar pero al destapar uno y hacer que llegase el aire del exterior los bichos hacían que la carne se empezara a descomponer pero no solo eso, sino que fue el primero en ver el ácido tartárico y los cristales que contenía que por cierto era cuatro tipos de ácidos diferentes. Cuando venimos a ver la vida de Juan Carlos Flores Rodríguez. BB51 Cazadores de Microbios
Robert Koch se basa mucho en lo que es la medicina y observa una enfermedad,
el carbunco que mataba tanto a animales como personas; él observó en algunas ovejas, como otros científicos, pero a él no le importaba el criterio de los demás, él quería verificar por su cuenta y cerciorarse. Pudo ver y percatarse de ciertos filamentos que se encontraban en la sangre de un cordero muerto y pensó que podía ser la sangre en coagulación pero también tomo muestras de otros corderos y no veía a estos filamentos hizo varias pruebas en incluso depuse de cierto tiempo vio que pudo desinfectar un palillo tocar una muestra e infectar a otro y vio que si era un virus que al infectar a una rata con eso al siguiente día moriría pues así lo hizo varias veces y así fue. Descubrió como estos organismos tan pequeños podían matar a seres tan grandes e incluso vio y descubrió como el carbunco sobrevivía a temperaturas diferentes y hasta la sequía. Volviendo con Pasteur y la forma en la que ideó la primera vacuna antirrábica me parece bastante interesante, pues tras varios intentos, descubrió que, poniendo a secar un pequeño fragmento de médula espinal de un conejo que había muerto por rabia en un matraz esterilizado durante catorce días y al inyectarlo a los perros contaminados, estos ya no morían, fue así que el 6 de julio de 1885 fue aplicada la primer vacuna antirrábica a un niño cuya madre imploró a Luis que lo vacunara para salvarlo. Así como la manera en la que Roux, ideó un suero contra la difteria, utilizando caballos que liberaban antitoxinas y fue así como se disminuyó el número tan grande que se tenía de niños muertos a causa de esta enfermedad. Elias Metchnikoff se recibió antes de los 20 años, tenía un talento fue así que iba a descubrir los fagocitos y todo fue gracias a de observar a las estrellas de mar y la forma en la que tenían unas células errantes que formaban parte de sus cuerpos, pero que eran independientes; esas células errantes del cuerpo de las larvas de las estrellas de mar, esas comen los alimentos, devoran las partículas de carmín, pero también deben comerse los microbios. Y así pudo decir que nuestras células errantes, los glóbulos blancos, deben ser las que nos protegen contra los microbios invasores, son seguramente, la causa de nuestra inmunidad contra las enfermedades, son las que impiden que la raza humana sucumba los bacilos maléficos. Es por ello el por qué los animales resisten los ataques de los microbios, y ya tenemos a Metchnikoff como un en cazador de microbios. Es de admirar el trabajo realizado a lo largo de más de doscientos años, en los que se lograron grandes descubrimientos, hasta concluir con soluciones efectivas que como bien dijo el maestro Pasteur con el tiempo dejan a la humanidad libre de plagas, la lucha de los cazadores de microbios aún no ha terminado, queda una inmensidad de misterios que resolver y que se ponen a merced de todos aquellos hombres que deseen dejar de preocuparse por los males que aquejan a la humanidad y comiencen a ocuparse en resolverlos.