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TRABAJO DE INVESTIGACION ACERCA DE OBRA EJECUTADA PARA EL

RECITAL FINAL CHOPPIN

Presentado Por:
Cesar Bossio

Entregado A:
Doc. Yamira Rodríguez Nuñez

Obra descrita: Marcha Fúnebre

Programa De Licenciatura En Música


Facultad de Bellas Artes
Universidad del Atlántico
Barranquilla – 2019
Antes de iniciar este viaje acerca de la obra a investigar conozcamos un poco acerca de su
compositor Frédéric Chopin.
Frédéric Chopin nació el 1 de marzo de 1810 en Zelazowa Wola, cerca de Varsovia, en una
bonita casa burguesa que pertenecía al Conde Skarbek. Hijo de Nicolas Chopin, de origen
francés, era su administrador y se casó con la dama de compañía de la Condensa, Tekla
Justyna Krzyzanowska. Fue el segundo de los cuatro hijos del matrimonio. Se inició en el
estudio del piano a los cuatro años y a los ocho ya ofrecía un concierto privado en
Varsovia. Más adelante realizó estudios de armonía y contrapunto en el conservatorio de su
ciudad. Su primera obra publicada data de 1817. Dio sus primeros conciertos el año 1829,
en Viena.
El 1 de noviembre de 1830, apenas un mes antes de la insurrección polaca, deja Varsovia,
nunca más volverá a su patria. A partir de 1831 vivió en París, donde trabajó como
profesor, pianista y compositor. Entre su círculo de amistades se encuentran Liszt, Berlioz,
Rossini, Bellini o Mendelssohn. Entre 1834 y 1835 viaja por Renania, Checoslovaquia y
Alemania. Pretende sin éxito, la mano de la joven María Wodzinska. Prácticamente todas
sus composiciones son para piano. Aunque expatriado, siempre fue leal a Polonia, un país
desgarrado por las guerras; sus mazurcas reflejan los ritmos y melodías del folclore polaco.
Su música se caracteriza por las dulces y originales melodías, las refinadas armonías, los
ritmos delicados y la belleza poética. Frédéric Chopin elevó la mazurca (escribió 60) y la
polonesa (13) a la categoría de música de concierto. Las fuentes del compositor fueron su
propia vida y la trágica historia de su país. Influyó notablemente sobre otros compositores,
como el pianista y compositor Franz Liszt y el compositor francés Claude Debussy. Sus
obras publicadas incluyen 55 mazurcas, 27 estudios, 24 preludios, 19 nocturnos, 13
polonesas y 3 sonatas para piano. Entre otras composiciones destacan los Conciertos de
juventud, en mi menor y fa menor opus 11 y opus 21, respectivamente, así como una sonata
para violonchelo y piano y 17 canciones. En 1838 cayó enfermo de tuberculosis y se
trasladó junto a George Sand a la isla de Mallorca buscando un clima reparador: no pudo
ser, les tocó un invierno lluvioso y frío. De Mallorca la Sand dejó «Un invierno en
Mallorca», y Chopin sus Preludios. Allí, en la cartuja de Valldemosa, Sand lo atendió en su
enfermedad hasta que las continuas disputas entre los dos condujeron a su ruptura el año
1847. A partir de entonces su actividad como concertista se limitó a varios recitales en
Francia, Escocia y Gran Bretaña. Según testimonio de Sand y algunas de las cartas del
mismo Chopin, entre otros documentos de la época el compositor reconocía que padecía de
alucinaciones. En medio de una sonata en un salón privado inglés en 1848, se había visto
obligado a salir de la sala para recuperarse de la visión de las criaturas que salían de su
piano. El láudano a base de opio que Chopin consumía es una de las posibles explicaciones
de sus alucinaciones. Frédéric Chopin falleció en el número 12 de la Place Vendòme de
París, el 17 de octubre de 1849, víctima de la tuberculosis. Fue enterrado en el cementerio
parisiense de Père-Lachaise. Acatando el deseo de Chopin, su corazón reposa en Varsovia,
en la Iglesia de la Santa Cruz.
A 165 años de la muerte del pianista, expertos médicos anunciaron que, tras el estudio de su
corazón, corroboraron que su deceso fue provocado por la tuberculosis. De acuerdo con
información difundida el corazón es mucho más amplio de lo normal, lo que sugiere otra
enfermedad pulmonar, además de la tuberculosis.
Entrando un poco en el tema central de este trabajo tocaremos el carácter correcto de la
obra:
Esta obra es notable no solo por haberse establecido en la historia de la música clásica
como tal, sino por su lugar ganado en el imaginario popular. La Marcha fúnebre de Chopin
se ha convertido por default en la pieza musical acompañante de la muerte. El ambiente
intenso, grave y profundamente oscuro de la música no deja espacio para ambigüedades y
ha sido usada para funerales y escenas de muerte por décadas. Fue tocada durante el
entierro del propio compositor en el cementerio Père Lachaise en París, en el funeral de J.
F. Kennedy, Sir Winston Churchill y Margaret Thatcher, así como en el último adiós a
Leonid Brezhnev. Ha sido usado en numerosas películas, caricaturas, juegos de video y fue
reinterpretada por numerosos artistas, que van desde productores de música electronica
(Deadmau5’s Moar Ghosts ‘n’ Stuff) hasta cantantes renombrados como Neil Young
(Change Your Mind).
Navegando en internet encontré un parágrafo de un artículo de una carta escrita por Chopin
que dice así:
En una carta de 1848 dirigida a Solange, la hija de George Sand, Chopin escribió:
“Mientras tocaba la Sonata en si bemol en una reunión de amigos ingleses, me ocurrió una
experiencia inusual. Después de ejecutar el Allegro y el Scherzo más o menos bien (Chopin
siempre fue muy crítico de sus interpretaciones) y justo antes de comenzar la marcha, de
pronto pude ver emerger de la tapa entreabierta del piano a las apariciones malditas que me
visitaron en Chartreuse (Mallorca). Tuve que salir del lugar por un momento para
recuperarme y poder regresar sin decir palabra alguna a terminar mi ejecución.”
La primera parte de la obra presenta una serie de pausados acordes en el grave que evocan
el funesto sonido de las campanas en procesión. La mano derecha se suma a este material
definiendo el solemne tema, que es poco desarrollado. Una modulación súbita al mayor da
lugar a una melodía ascendente de carácter heroico, una elegía al fenecido que pronto se
reencuentra, luego de un par de trinos en la izquierda, con la oscuridad del tema inicial que
poco a poco se desvanece.
En la parte intermedia de la Marcha ocurre un contraste sorpresivo. En un solo compás el
movimiento va de un ambiente oscuro a una cálida y calma canción de cuna de impactante
belleza melódica. Sin duda una sección de consuelo para hacer olvidar al escucha de la
presencia de la muerte asechando de cerca. Sin embargo, este rayo de esperanza pronto es
brutalmente aplastado con el retorno del primer tema, que termina con una cadencia que
languidece dejándonos solo en un denso silencio. Chopin tenía un vínculo emocional muy
fuerte con la Marcha fúnebre, pero no está claro exactamente qué inspiró su composición.
Algunos académicos señalan que hay evidencia de que él la asociaba con las revueltas
polacas en 1830 contra los rusos. Aunque vivía en el exilio, siempre temía por su familia y
amigos ante la violenta respuesta de las fuerzas rusas. Jeffrey Kallberg escribió: “Sus
colegas decían que cuando daba conciertos en salones, la única manera de hacerlo parar era
lograr que tocara la Marcha. Así de vinculado estaba emocionalmente de ella. “
Web grafía y Referencias:
– Di Benedetto, Renato. Historia de la Música. Siglo XIX (primera parte). Turner
libros-CONACULTA, México 1999.
– www.npr.music.org
– www.culture.pl
– https://www.buscabiografias.com/biografia/verDetalle/3288/Frederic%20Chopin

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