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Medicina Autóctona y Perviviente del NOA

Medicina
Autóctona y
Perviviente
del Noroeste Argentino

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Élida Nilda Figueroa

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Medicina Autóctona y Perviviente del NOA

Medicina
Autóctona y
Perviviente
del Noroeste Argentino

Dra. Élida Nilda Figueroa

Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales


UNIVERSIDAD NACIONAL DE JUJUY

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Élida Nilda Figueroa

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Medicina Autóctona y Perviviente del NOA

A mis padres, que me enseñaron a valorar y


conocer mi provincia, Jujuy.
A mi hermana Silvita, que disfrutaba de lo
pequeño y de lo grande.

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Élida Nilda Figueroa

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Medicina Autóctona y Perviviente del NOA

AGRADECIMIENTOS

El siguiente trabajo, Medicina Autóctona y Per-


viviente del Noroeste Argentino, ha sido realizado a re-
querimiento de la Cátedra de Historia de la Medicina,
del Doctorado en Medicina de la Facultad de Medici-
na de la Universidad Nacional de Tucumán, a cargo
del Profesor Dr. Armando Pérez De Nucci, en 1988,
quien me motivó a buscar información y conocer me-
jor la medicina de la zona. Su título original fue La
medicina autóctona del noroeste argentino en sus aspectos
indígena y popular perviviente.

La tarea realizada me permitió introducirme


en la búsqueda de información y documentación so-
bre el accionar de los operadores de la medicina
autóctona del -NOA, logrando apreciar los conoci-
mientos empíricos de los pobladores de la zona y su
sapiencia respecto a algunos temas.

La búsqueda no sólo me enriqueció sobre mis


raíces sino, también, me permitió transmitir parte de
los resultados a mis colegas interesados en estos te-
mas, así como mejorar mi práctica al comprender me-
jor el accionar de los habitantes de una provincia
donde la práctica de la medicina autóctona va de la
mano con la oficial.

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Élida Nilda Figueroa

En el año 2001, releyendo el trabajo y co-


mentándoselo a una docente de la Carrera de Antro-
pología de la Facultad de Humanidades y Ciencias
Sociales de la UNJu, la Profesora de Historia Marta
Ruiz, se agregó un capítulo al trabajo original, el cual
agradezco. Este capítulo se titula Espacio, recursos y
grupos étnicos, y su agregado se debe a que permite
una visión global del tema.

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Medicina Autóctona y Perviviente del NOA

INTRODUCCIÓN

La Medicina Indígena del Noroeste Argentino


está referida a su ámbito natural y a los pueblos que,
en sus migraciones, ocuparon este territorio.

En la primera parte se hace referencia al ámbi-


to geográfico y a los resultados de la migración de
pueblos de esa región. Se toma sobre todo la medicina
de los Andes, que actualmente convive con la medici-
na oficial, siendo frecuente la consulta en esta zona,
ante cualquier tipo de dolencia, a ambas: oficial y na-
tiva. Así ocurre con la medicina de las zonas suban-
dinas y de llanuras correspondientes al Noroeste de
nuestro territorio.

El Noroeste corresponde al cuadrante delimi-


tado por límites políticos con Chile y Bolivia, el meri-
diano-63 de longitud oeste y el paralelo 34 de latitud
sur. Geográficamente puede dividirse en dos sectores
distintos: occidental y oriental. El primero cubre el
extremo meridional de la Puna que compartimos con
Bolivia y Chile; los valiosos bolsones y quebradas
encadenados de norte a sur, los valles preandinos de
San Juan hasta los valles mendocinos llegando hasta
el Atuel. En el segundo, cabe toda la zona pedemon-
tana recorrida por las sierras subandinas, que se des-
lizan hasta la llanura chaqueña, y por las sierras

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centrales que se abren hacia la pampa húmeda y hacia


la pampa seca.

A la llegada de los conquistadores españoles,


esta región estaba integrada casi completamente por
pueblos cuya economía básica era la agricultura, con
intensidad diferente según los casos. Estos pueblos
pueden dividirse etnológicamente en andinos y sub-
andinos y ocuparon respectivamente el sector occi-
dental y el oriental. El nombre de subandinos les ha
sido adjudicado en razón de que el patrimonio andi-
no típico aparece en ellos modificado o pauperizado.

En tiempos anteriores, en un lapso que sin


mayores concesiones puede extenderse hasta el siglo
V a. C., se desarrollaron en esa misma zona una serie
de culturas agroalfareras, algunas extinguidas y otras
que perduraron hasta la llegada de los españoles. El
análisis de su patrimonio arqueológico permite reco-
nocer en todas aquellas que ocuparon la porción
oriental una serie de rasgos no andinos de origen o
andinos fuertemente aculturados, hecho que fortalece
la división en dos sectores.

En este gran noroeste, en tiempos precerámi-


cos, hay muestras de la presencia de pueblos cazado-
res, que lo habitaron ya en el milenio VI a. C., en las
sierras centrales y con seguridad los hubo desde la
Puna y la Quebrada de Humahuaca hasta Mendoza

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(Dr. Imbelloni. Epítome de Culturología, 1936).

Podemos decir, de acuerdo con, Imbelloni,


que Jujuy es la resultante de la emigración de una
serie de pueblos, que los podemos dividirlos en andi-
nos (quechuas y aimaraes) y subandinos provenientes
del grupo amazónico en su mayoría.

Las actuales poblaciones andinas son progenie


de tres grupos principales:

- los viejos recolectores de tipo lagoide, antecesores


de los urúes, chipayas y otros restos denominados
de baja cultura, dolicocéfalos ;

- los grandes cazadores mesocéfalos de guanacos,


de quienes descienden los aimaraes;

- los amazonas, braquicéfalos.

A los elementos básicos se unieron otros ele-


mentos infiltrados del norte, de Colombia y también
de América Central, de importancia numérica relativa
pero que ejercieron marcada influencia cultural.

Al comienzo de la conquista española, tres


grandes grupos étnicos conservan su fisonomía pro-
pia, en Perú, Bolivia y norte de nuestro país: los urúes
o juquinas, los kollas o aimaraes y los quechuas. Re-

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Élida Nilda Figueroa

presentan a los antiguos recolectores, a los cazadores


y a los agricultores. Diferentes en su tipo físico, len-
gua y cultura, así se presentaban los pueblos de los
Andes a finales del siglo XVI. Los recolectores des-
aparecieron con el tiempo. Los aimaraes se volvieron
sedentarios, asociando al trabajo de la tierra, la cría de
animales, por su contacto con los agricultores. La
política. de los Incas favorecía esta evolución envian-
do numerosas colonias de agricultores, los mitines, a
las poblaciones conquistadas para vigilarlas y ense-
ñarles sus métodos agrícolas. Existe un grupo étnico
aimará, pero no hay un verdadero grupo étnico que-
chua, sino grupos de diferentes orígenes sometidos y
amalgamados por una misma ley en la época incaica.

En cuanto a la lengua que hablaron los pue-


blos de los Andes, Imbelloni habla de la expresión del
quechua, identificado política y culturalmente con el
llamado Imperio Incaico y que de este modo llega al
sector noroeste. Pero antes que esta civilización do-
minó la altura de los Andes la civilización kolla, cuya
lengua era el aimará (J. Monast, 1972). El centro de
este imperio se hallaba en el Tinhuanacu, cuyas rui-
nas se admiran aún hoy a orillas del lago Titicaca.
Estas ruinas revelan una cultura que dataría de algu-
nos miles de años antes de Jesucristo. Los Incas son,
ellos mismos, de origen aimará; la migración de los
aimaraes desde el noroeste del Titicaca hacia el Cuzco
acaeció hacia el año 1000. La influencia hispano cris-

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tiana se remonta hacia el año 1530, con la llegada de


Pizarro.

También forma parte del noroeste de Argenti-


na, la región chaqueña, que deriva de la voz quechua
y significa país de cacería. En esta zona son identifi-
cadas tres corrientes humanas:

1º. el desplazamiento de sur a norte de grupos


pámpidos ubicados alrededor de 5000 a. C., que
ha debido ser de gran envergadura pues en mu-
chos casos enmascara los demás componentes ra-
ciales;

2º. a través de los grandes ríos Paraguay y Paraná


hicieron erupción en territorio chaqueño los gru-
pos paleo amazónicos, que aportaron una agricul-
tura incipiente y cerámica; y

3º. el aporte de las altas culturas andinas con su


cerámica, industria textil, cría de ganado y agri-
cultura intensiva.

Esta influencia se hace evidente posteriormen-


te con el establecimiento en territorio chaqueño de
grupos amazónicos, que venían deslizándose de norte
a sur por los contrafuertes andinos, adoptando ya en
la decadencia del Imperio Incaico sus líneas cultura-
les.

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En épocas anteriores a la llegada de los con-


quistadores estos grupos fueron avasallados por los
chiriguanos, grupo de filiación guaraní que se despla-
zaban por el este en busca de una mítica "tierra' sin
mal", probablemente por las noticias que tuvieron de
occidente, identificada con el Imperio Incaico.

Este es, a grandes rasgos, un intento de re-


construcción del poblamiento del Chaco.

Los temas son abarcados de acuerdo a la do-


cumentación que se ha podido obtener sobre los
mismos, en el tiempo proyectado, siendo en algunas
circunstancias difícil conocer hasta dónde sobreviven
algunas prácticas. Se vislumbra en la información
recogida la importancia de la farmacopea indígena,
marcada de un empirismo al que la ciencia va recono-
ciendo poco a poco su importancia.

También es dado conocer alguna información


sobre la trepanación realizada ante circunstancias de
urgencia en personas vivas, tratando de liberar espíri-
tus o mejorar síntomas, cuya explicación era dada de
acuerdo a sus conocimientos, y realizada acorde con
los mismos.

Con su conocimiento del hombre, el yatiri, el


hallawaya y el shamán sabían acercarse al nativo en
su mundo animista y tranquilizarlo respecto a las

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deidades que lo rodeaban, así como proporcionarle


alivio para sus dolencias con su medicación nacida de
la experiencia de largos años.

El hombre siempre ha necesitado creer en un


ser o seres superiores, con los que necesita congra-
ciarse, invocar o ganar sus favores. Parte de su medi-
cina está profundamente imbuida por este
pensamiento místico y aún la medicina llamada natu-
ral no puede completamente separarse de esta menta-
lidad.

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ESPACIO, RECURSOS Y
GRUPOS ÉTNICOS
El caso del Noroeste Argentino
Marta Ruiz *

Desde dónde hablamos

"Las civilizaciones no son fortalezas sino caminos


que se cruzan". Así escribía hace un tiempo el pensa-
dor mexicano Octavio Paz. En mayor o menor grado
esto es así: los pueblos entran en contacto y se influ-
yen mutuamente. Pero por supuesto que estos en-
cuentros nunca fueron sencillos, hay una gama de
ellos que van desde la convivencia y el respeto hasta
la imposición y la intolerancia.

En Iberoamérica, en general la cultura ame-


rindia ha sufrido el contacto con corrientes culturales
diversas desde tiempos hispánicos, y se ha tenido
desde el pasado hasta la actualidad una urdimbre con
múltiples tramas que son las complejas redes sociales,
con un resultado de interacción muchas veces conflic-
tivo.

*
Facultad de Humanidades y Cs. Sociales - Universidad Nacio-
nal de Jujuy

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Élida Nilda Figueroa

Los indígenas americanos suman en la actua-


lidad más de 50 millones de personas y, obviamente,
esto es determinante en la configuración de cada país,
que no tiene que ver con la mayor o menor cantidad
de indígenas, sino porque éstos tienen un rol funda-
mental en el futuro de las culturas de sus países y en
la influencia que deben y pueden ejercer en el sistema
general del conocimiento.

Ser culturalmente diferente no es malo, es que


los hombres y mujeres del planeta son producto del
medio cultural en que fueron socializados. Esto no
tiene nada que ver con las diferencias individuales
que son, la más de las veces, producto de oportuni-
dades y experiencias de la historia de cada uno, y no
resultado de un determinismo.

Nuestras culturas son posibilidades abiertas


de crecimiento humano. El mundo americano es hoy
un mundo, como lo ha sido en el pasado, multicultu-
ral. En el pasado no existió (y si existió no lo sabemos)
una reflexión sobre las culturas, pero nosotros hoy, de
cara a un nuevo y complejo milenio, decimos que la
multiculturalidad debe ser un diálogo respetuoso y
equilibrado entre culturas, a la vez que un proyecto
democratizador.

Para que haya interculturalidad se debe inter-


actuar, conocer, deshacerse de prejuicios, cambiar

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actitudes. "La interculturalidad es un diálogo en pié de


igualdad entre culturas". La tendencia de la globaliza-
ción impuesta, de progreso y desarrollo conseguidos
a como dé lugar, destruye tradiciones, la dignidad de
las personas y los derechos ciudadanos, y no sólo de
los indígenas sino de todos. La interculturalidad es
construcción "junto-con" de nuevos significados. No
confrontación, sino conocimiento que nos proponga
la tolerancia y el respeto.

Tradicionalmente desde lo educativo se ha


insistido en una postura uniformadora. Esto tuvo que
ver con un el diseño de un tipo de educación que mi-
raba más hacia afuera que hacia la realidad interior de
cada país. Esto conllevó una postura educativa cerra-
da y rígida que parcializó cultural y lingüísticamente
muchas posibilidades. Se adoptó una postura discri-
minatoria hacia lo étnico, lo lingüístico y lo cultural.

Así, los pueblos indígenas podían y pueden


educarse (a la manera occidental) en instituciones que
niegan los saberes y conocimientos que han aprendi-
do de sus mayores o de su medio social, estando to-
davía identificados más con lo ajeno que con lo
propio.

Ahora bien, en la nueva Constitución Nacional


de la República Argentina, sancionada en 1994, al Art.
75 se le agregó un inciso el Nº 17 que abre un intere-

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sante debate sobre el tema de la interculturalidad:

"Reconocer la preexistencia étnica y cultural


de los pueblos indígenas argentinos. Garanti-
zar el respeto a su identidad y el derecho a una
educación bilingüe e intercultural; reconocer
la personería jurídica de sus comunidades, la
posesión y propiedad comunitarias de las tie-
rras que tradicionalmente ocupan, y regular la
entrega de otras aptas y suficientes para el de-
sarrollo humano. Ninguna de ellas será enaje-
nable, transmisible, ni susceptible de
gravámenes o embargos. Asegurar la partici-
pación en la gestión referida a sus recursos na-
turales y a los demás intereses que los afecten.
Las Provincias ejercen concurrentemente estas
obligaciones'. (Art. 75 inciso el Nº 17)

El mundo indígena

Ahora bien, para tener una actitud abierta a


saberes distintos debemos conocer quienes fueron los
habitantes del Noroeste Argentino y como impactó en
sus formas de vida la conquista española que, durante
el siglo XVI, sometió progresivamente a estos pue-
blos. La historia de los hombres y mujeres originarios
de estas tierras, a pesar de compartir algunos elemen-

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tos en común, puede ser diferenciada por la zona en


la que habitan, su forma de acceder a los recursos, sus
tradiciones, costumbres y creencias y las formas de
organización social y política.

El Noroeste Argentino está comprendido


dentro del Área Andina, entendiéndose por Área An-
dina a un extenso territorio cuya principal caracterís-
tica es la variabilidad ambiental: mar, desierto,
cordillera, selva son los ambientes que, a pesar de la
diversidad, cohesionan el área que nos permiten re-
conocer procesos de lógica económica comunes.

El manejo del concepto de área, metodológi-


camente nos da cuenta de la organización del espacio
y de los procesos culturales que se desarrollaron en la
misma. Dos macroáreas contienen al NOA:

1) la llamada Área Centro-Sur Andina o Circum-


Titicaca; y

2) el Área Andina Meridional.

La primera comprende el sur del Perú, el norte


de Chile y su Desierto de Atacama, la altiplanicie y
valles medios de Bolivia, la Puna de Jujuy y la Que-
brada de Humahuaca (Lumbreras -1981 - Figura 1).
La segunda abarca el resto del NOA, la región cuyana
y de las sierras centrales, y los valles transversales de

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Élida Nilda Figueroa

Chile (Lumbreras-1981 - Figura 2).

El tema del origen del hombre americano es


un tema fascinante y abierto aún a la indagación y
explicación. Hay cierto consenso al pensar que los
pequeños contingentes de hombres y mujeres que
pasaron del Viejo Mundo a América lo hicieron por el
Estrecho de Bering, comprendiendo por ello la posibi-
lidad de la llegada en algún tipo de embarcación cos-
teando las islas Aleutianas. Últimamente se ha abierto
de nuevo la discusión de una llegada por el Atlántico
norte. De cualquier manera, los investigadores de este
tema se debaten tanto por los caminos de entrada
como por el tiempo de esa entrada: unos dan una an-
tigüedad de más de 40. 000 años, y otros sugieren una
fecha más tardía, alrededor de 15. 000 años atrás.

Estos primeros inmigrantes, una vez traspasa-


do lo que hoy sería el Istmo de Panamá, se dirigen
hacia ambas márgenes del Continente Sudamericano,
provocando con ello, por el distanciamiento y la sepa-
ración, las características culturas diferenciadas y la
adaptación a ambientes tanto marinos, de sierra o de
selva.

Por lo tanto, desde el poniente y avanzando


hacia el oriente tenemos los recursos marítimos, los
recursos mineralíferos del desierto, los recursos sali-
nos y el ganado de las altiplanicies, los recursos agrí-

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colas de valles y quebradas, los valles bajos que co-


nectan finalmente con las selvas de abundantes recur-
sos vegetales. De la manera que los pueblos
originarios accedían a los recursos podemos darnos
cuenta que su movilidad era O-E, E-O, distinta a la
movilidad hispánica que siguió.

Es importante conocer la movilidad prehispá-


nica, ya que en las yungas y selvas los recursos vege-
tales son abundantísimos, tanto en sustancias
pscicoactivas, medicinales, anestésicas, etc. En sitios
arqueológicos de toda el área, desde muy antiguo,
hay evidencias de esta movilidad y de la utilización
de ciertas plantas como recursos medicinales.

El NOA, entonces, está comprendido por una


franja de puna que trepa por encima de los 3800 m s. n.
m. La orientación orográfica es N-S y luego se desvía
hada el O, constituyendo escalones sucesivos. Las
precipitaciones son escasas en esta franja y se concen-
tran de noviembre a marzo, la amplitud térmica dia-
ria es importante, las cuencas son de tipo endorreicas
o cerradas, por lo que en los fondos de estas cuencas
se forman lagunas y salares. Debido a su especial to-
pografía, que permite variados microambientes, esta
región ha sido apta para la instalación humana. El
cultivo de altura ligado a la existencia de fuentes de
agua y la fauna de camélidos domésticos como la
llama dan cuenta de una intensa actividad pastoril. El

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manejo de la conservación en seco de carne y tubércu-


los (charqui y chuño) permitió a estos antiguos po-
bladores tener excedentes para intercambiar o para
épocas de escasez.

La zona de puna ha sido habitada desde el


10.000 a. C. (según los hallazgos arqueológicos fecha-
dos por medios isotópicos) hasta la llegada de los
españoles en 1535. Por lo menos en dos momentos de
su historia sufrieron intervención de otros pueblos: en
el llamado Período de Integración Regional o Medio
(Cultura Tiwanaku - 500 al 1000 d. C.) y durante el
Período Tardío (1200 d. C.), cuando fueron conquis-
tados por los inkas (1400dC).

Debido a las condiciones ecológicas limitantes,


los pueblos de la puna debieron relacionarse con
otros pueblos ubicados en otras zonas, contribuyendo
a formar redes sociales muy complejas y hábitos co-
municacionales y de intercambio que se observan
hasta ahora: el aislamiento es solo aparente. Podemos
mencionar a los Chicha, Casabindo, Cochinoca, Uru y
Lípez.

La franja de valles y quebradas se ubica entre la


puna y la franja de valles bajos y selva. En general
tiene una orientación longitudinal: Quebrada de
Humahuaca, Quebrada del Toro, Valles Calchaquíes.
Ha sido una zona densamente poblada desde épocas

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de cazadores recolectores y, en el momento de la do-


mesticación de plantas, las zonas de fondo de valles y
los andenes en los cerros permitieron una excelente
producción agrícola, basada sobre todo en maíz, za-
pallo, porotos, ají. También se manifiestan intercam-
bios a larga distancia. Los sitios arqueológicos
existentes son de importante dimensión. Todos ellos
están en posición estratégica, pero algunos están en
lugares de difícil acceso: son los llamados Pukara.
Estos pueblos de quebrada y valles fueron conquista-
dos también por los inkas y existen numerosos testi-
monios de esta dominación. Sin embargo, no les fue
tan sencillo a los españoles, que debieron enfrentar
una tenaz resistencia de ciertos grupos habitantes de
los valles. Entre ellos se encuentran los Omaguacas,
los Uquías, los Tilcara, los Tilianes, los Osa y Ocloyas;
más al sur, en los valles Calchaquíes, el grupo Diagui-
ta de habla kakana, al cual pertenecían muchos otros
grupos.

Los pueblos de la llamada mesopotamia santia-


gueña estaban ubicados entre los ríos Dulce y Salí en
la actual Provincia de Santiago del Estero. Era una
zona muy rica para la agricultura por inundación y,
según las estaciones, para la caza y la recolección de
frutos de algarrobos y chañares de múltiples usos.
Los Inkas llamaron juríes a estos pueblos, quienes los
ayudaron contra las invasiones chiriguanas del este.
Luego de la conquista española los diferencian por

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Élida Nilda Figueroa

sus lenguas: Lules y Tonocotes.

La franja de selva y chaco son áreas que recién


fueron totalmente colonizadas en el siglo XIX. <Esta es
la zona de donde los demás pueblos movilizaban re-
cursos como maderas, plumas, miel, alucinógenos,
cañas, materiales tintóreos. Se practicaba una agricul-
tura de roza y quema. Nunca se cortó la relación con
esta zona y los pueblos del área seguían abastecién-
dose de sus abundantes recursos.

La conquista

La llegada de Pizarro y sus huestes a las tie-


rras del actual Perú en 1532 dio como resultado un
lento pero sostenido cambio y transformación del
mundo indígena. El descenso demográfico debido a
las enfermedades fue, sin embargo, rápido y brusco.
Era como si las enfermedades y epidemias se adelan-
taran a los conquistadores. La primera entrada a la
región del NOA fue la de Diego de Almagro en 1535,
a la que se le sumaron en los años posteriores otras
expediciones que como resultado van fundando las
principales ciudades que hoy conocemos. En 1545 se
descubre el cerro Rico en Potosí, por lo que da a la
región una increíble movilidad comercial y social en
la que el NOA tiene una importante participación.

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El problema más serio planteado en toda el


área andina y por ende en el NOA, fue la conducta
abusiva de los encomenderos quienes provocaron por
sus injusticias y desmanes las resistencias más impor-
tantes. Situaciones contradictorias y de conflictos aso-
laron la región hasta bien entrado el siglo XVII,
concluyendo en 1781 después de la rebelión de Thu-
pac Amaru con los pocos privilegios, si es que tenían,
de algunos indígenas.

Por lo que se ha visto, toda el área andina es-


taba muy relacionada. A pesar de los años del domi-
nio colonial han pervivido prácticas y saberes
indígenas que hoy son apreciados en su justo valor.
Los grupos queshuahablantes y aymarahablantes,
junto con el mantenimiento de sus lenguas han man-
tenido esos saberes tradicionales tanto en Perú, en
Bolivia y en el Norte de Chile. En el NOA se registra
también la pervivencia de tradiciones que son retroa-
limentadas por la migración actual de los países antes
nombrados.

En nuestro país, la Constitución Nacional


avanza en forma sustantiva en materia de política
indígena, estamos en un momento de "revaloración
cultural de lo indígena". Sin embargo, faltan aún mu-
chos caminos a recorrer, espacios de debate crítico de
las relaciones interculturales. Si ello no se logra, a
pesar del reconocimiento constitucional, seguirán

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Élida Nilda Figueroa

existiendo conductas discriminatorias, dobles discur-


sos. Debemos reconocernos como parte integrantes de
una misma sociedad y un mismo país, con igualdad
de oportunidades. Un desafío que tiene que ver con el
cambio de conductas y actitudes podrá defendernos
de ser espectadores de más etnocidios y avasalla-
mientos de nuestros hermanos indígenas. Respetarlos
en su memoria y sus saberes es respetarnos nosotros
mismos.

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BIBLIOGRAFÍA

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torios, pluralismo cultural y autonomías
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RUIZ, Marta. (1998). “Las Culturas Prehispánicas del No-


roeste Argentino” en Anales de Prehistoria y
Arqueología. Universidad de Murcia. Espa-
ña.

RUIZ, Marta. (1992). “Las Culturas Prehispánicas Re-


gionales” en Jujuy en la Historia 1.
UNHIR. UNJu. Jujuy

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CAPÍTULO I
LOS MÉDICOS O CURANDEROS

El curandero es un funcionario que sirve de


intermediario entre el hombre y las fuerzas invisibles
de la naturaleza. Es al mismo tiempo adivino, mago,
hechicero, oficiante del culto y shamán. Debe sus po-
deres a un don mágico destinado a algunos predesti-
nados.

Los aimaraes conocen a ese personaje bajo el


nombre de yatiri (el que sabe, el sabio). Es al mismo
tiempo Kolliri (curandero), apelativo reemplazado
por el de hampiri (el que cuida) en algunas regiones
del altiplano. En fin, es thaliri (adivino), layca (hechi-
cero) y chamcacani (shamán, el que actúa en la oscu-
ridad). Los últimos nombres designan al individuo
que evoca a los espíritus, practica la magia negra y
hace los maleficios representando la actividad mági-
ca, más elevada y más peligrosa.

Los yatiri pueden dedicarse a la magia blanca


protectora, a la negra maléfica o a la roja, la que mata,
pero raramente admiten esta última. Son numerosos,
no así los laycas (Vellard Jehan A., 1981).

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Élida Nilda Figueroa

Los pacos o pacus son los equivalentes a los


yatiris aimaraes en la región quechua.

El don mágico a veces se obtiene desde el na-


cimiento. Los que nacen durante una tormenta son
siempre hijos del rayo. Cuando nacen gemelos, lo que
no es frecuente, el segundo es considerado hijo del
rayo. También la acción del rayo sirve para justificar
ciertas situaciones embarazosas. No todos se vuelven
yatiris: debe evitarse el contacto de manos extranjeras
y la presencia del humo. Además, este don no es
transmitido en forma igualitaria. Las mujeres están
excluidas de ese sacerdocio. Las fuerzas mágicas
pueden debilitarse cuando no se las conserva cuida-
dosamente, mediante constante práctica y la obser-
vancia de ciertos ritos. Donde ha caído un rayo se
busca cuidadosamente una piedra, que puede ser de
oro, plata o cobre, y que les sirve en la práctica de su
magisterio.

Los que son formados en el conocimiento de


las plantas, serían los llamados médicos o hallawayas
y sólo pueden tratar las enfermedades para las que se
los instruyó. Y los segundos, los yatiris, hijos del rayo,
son "médicos de todo".

Iliapuco, Santiago, el amo del rayo, transmite


el don mágico a sus hijos, los yatiris (Vellard, 1981).
La comunicación del poder tiene lugar en tres etapas:

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un primer relámpago mata y quema a la víctima que


se ennegrece; un segundo la reduce a pedazos o a
cenizas; un tercer relámpago hace que el cuerpo se
reforme y resucite. Si por desgracia tiene testigos, no
vuelve a la vida. Si estuvo presente un animal, vuelve
a la vida, pero en su cuerpo en el lugar del estómago
se forma una bola hecha de hierbas y suciedad de la
tierra. Si muere se lo entierra en el lugar y su sepultu-
ra, marcada por algunas piedras recibe ofrendas, in-
cienso, libaciones. Los que sobreviven reciben las
mismas ceremonias purificadoras que los hombres
tocados por el rayo y luego de ser exceptuados de
cualquier trabajo durante el resto de su vida; reciben
en su muerte natural, nuevamente honores; su carne
no puede consumirse bajo ningún pretexto.

Los kallawayas forman una etnia de curande-


ros (Vellard, 1981). El poder para curar no se les ha
conferido a título personal, es un privilegio concedido
desde tiempos ajenos a todos los hombres del grupo,
por el rey y por Santiago; no así las mujeres. Deben
aprender el ritual y la farmacopea junto a un maestro
de su pueblo.

Los kallawayas son hechiceros, herboristas y


curanderos; se encuentran en pequeñas comunidades
quechuas. Se especializan en la preparación y comer-
cialización de plantas medicinales y de drogas, y en la
fabricación de amuletos. Poseen un arsenal terapéuti-

33
Élida Nilda Figueroa

co mucho más amplio que los yatiris y estos últimos


los envidian por los conocimientos que adquieren en
sus múltiples desplazamientos. Veneran también al
rayo, del que dicen recibieron su poder. Realizan un
largo aprendizaje al lado de un maestro a quién
acompañan en sus viajes desde los 12 a 13 años.

Entre los kallawayas unos quedan cerca de la


medicina mágica y otros, en cambio, se creen verda-
deros médicos, recetando productos de la medicina
oficial con verdadera audacia.

Dos etnias pequeñas, los uros y los kallawa-


yas, tienen el privilegio de poseer poderes mágicos
colectivos.

Los uros, resto de antiguas poblaciones paleo


americanas anteriores a los aimaraes, son considera-
dos como descendientes de los chulpas, prehumanos
de las tradiciones andinas. Los uros no son curande-
ros, ni tienen hechiceros especializados, pero todos
gozan de poderes y privilegios particulares (Vellard,
1981).

34
Medicina Autóctona y Perviviente del NOA

CAPÍTULO II
LAS ENFERMEDADES MÁGICAS

La enfermedad y su etiología, interpretada a


través de la mentalidad popular, marca la relación
directa entre las diferentes causas orgánicas y menta-
les y el plano mágico en que se originan. La Pacha-
mama, el Supay, los seres malignos, los cerros, las
osamentas o las fuertes impresiones recibidas, son las
causales directas de cualquiera de las afecciones que
pueden afectar a los individuos sometidos a un en-
cuentro con lo sobrenatural (Vellard, 1981).

El conocimiento simple de la vida, profunda-


mente relacionado a lo cotidiano, hace que el hombre,
al no poder explicar la causa de una enfermedad, de-
ba interpretarlo en el campo mágico animístico. No
posee conocimiento de las reales causas de algunas
enfermedades, especialmente las microbianas y viró-
sicas, pero emplea para sus rudimentarias curas ele-
mentos que se podrían encuadrar dentro de la
categoría de los antibióticos, pues cumplen estas fun-
ciones.

Al no poseer nociones de contagio no puede


desarrollar métodos de higiene ni preventivos. Pero
existe un rudimento de este último en su práctica de

35
Élida Nilda Figueroa

"la ahorcadura del muerto", una antigua superstición


puneña de origen incaico. Homero Palma (1978, 13)
dice: “La práctica de ahorcar a los muertos, tiene como
fundamento establecer una suerte de profilaxis contra la
muerte, conceptuada como contagiosa; vale decir, que en la
ahorcadura del muerto, consiste en ajustarle una cuerda
alrededor del cuello, pretendiéndose cortar el camino de la
muerte, en su intento por salir a difundirse del cuerpo de
los difuntos, de salir ‘al aire,' para alcanzar el cuerpo de los
vivos."

La idea subyacente que da pábulo a esta


práctica macabra, según Antonio Paleari (1982, 12), es
el recuerdo de la epidemia vivida o conocida por rela-
tos confiables y transmitida de padres a hijos. En ello
se tiene por cierto que un muerto por enfermedad
provoca otro muerto, y que la cadena no se cortará
nunca, a menos que la muerte que ha penetrado en el
cuerpo de la víctima vea impedida su salida por la
boca del cadáver en busca de campos propicios para
seguir venciendo a la vida.

Esta ceremonia parte del supuesto de que la


muerte es un ente vivo, maléfico y ambulante, pero
que puede ser vencido.

Otra práctica de profilaxis es la "lloquerada",


que se realiza el primero de agosto, o sea, el mes de-
dicado a la Madre Tierra durante el cual por estar la

36
Medicina Autóctona y Perviviente del NOA

tierra "abierta" es peligroso hacer pases mágicos, pues


puede morir el paciente. Sólo pueden efectuarse curas
físicas o con hierbas (Vinente y Palma, 1972).

La lloquerada consiste en un hilo de lana blan-


ca o negra, torzado a la inversa de lo corriente, con la
mano izquierda, que es utilizado para evitar las en-
fermedades. Se considera que rechaza las enfermeda-
des y los maleficios y es colocado en las partes más
vulnerables para que actúe como obstáculo, evitando
toda afección.

Es frecuente también colocar el Hoque cuando


una persona sufre de dolores reumáticos, heridas,
abscesos o picaduras. Se aplica cerca de la parte afec-
tada o en los miembros y el cuello. Es de uso general
que se lleve en las muñecas y tobillos o en el cuello
para evitar los problemas pulmonares y bronquiales o
"enfermedad del costado".

Entre las enfermedades mágicas tenemos las


causadas por espíritus o deidades irritadas, las causa-
das por los espíritus de los muertos o antiguos, la
pilladura o tentadura del demonio, Supay o maligno
u otros espíritus malintencionados. También se en-
cuentran en este grupo las causadas por fenómenos
atmosféricos y las alteraciones de los estados de áni-
mo.

37
Élida Nilda Figueroa

Pilladuras

Comenzaremos con las pilladuras, puesto que


es la más relacionada con la tierra. El campesino ve-
nera a la Pachamama, que lo acompaña desde el na-
cimiento a la muerte, como madre. Puede castigar, y
su medio es provocar una enfermedad para, indicar
una transgresión y la necesidad de repararla.

La Pachamama puede producir la sustracción


del alma de la persona. Palma señala, en cuanto a este
tema, que en la mentalidad indígena todas las cosas -
la casa, el río, el cerro, el maligno, etc. - tienen alma
"como nosotros", tienen hambre y sed, pueden ser
bondadosos unas veces y malos otras; por ello hay
que ofrecerles presentes como bebidas, alimentos,
dulces, etc. Cuando se ha fallado en alguno de los
ritos (por ejemplo, trasladarse de choza y no presen-
tar las ofrendas al nuevo hogar), el espíritu de la cho-
za, de los cerros o de los campos se apodera de uno
de los miembros de la familia y lo hace presa de dolo-
res o malestares.

En cualquiera de las ceremonias realizadas, a


fin de propiciar la tierra, no debe olvidarse de invocar
a cerros, aguadas y cerrujos porque ellos serán el sus-
tento de hombres y animales. El viento o wayra inter-
viene como mediador o portador del espíritu o

38
Medicina Autóctona y Perviviente del NOA

enfermedad. Cuando el alma ha sido arrebatada,


según Jean Vellard (1981) por el uranque katuta o por
cualquier otro espíritu poderoso, es necesario obtener
la libertad de la cautiva; si se fracasa, debe reempla-
zarse por el alma de un animal.

Muchos espíritus pueden ser agentes de la


pérdida del alma, principalmente la tierra (Pachama-
ma), cuando no reciben los tributos a los que tienen
derecho. También los espíritus de agua, los de los
lugares elevados, los espíritus de las minas y los de
las sepulturas. Una vez establecido el diagnóstico, la
búsqueda del alma por el yatiri solo puede efectuarse
después de la puesta del sol o por la noche.

El curandero prepara una ofrenda a la tierra


para conseguir su ayuda, constituida por vino, alco-
hol, golosinas, grasa de llama, hierbas mágicas, feto
de cochino o de llama e incienso. Luego de las invoca-
ciones rituales a la tierra y a los espíritus protectores,
se dirige hacia el sitio donde cayó el alma, llevando
los vestidos del enfermo, hilos de color y la ofrenda
preparada. Extiende los vestidos en el suelo, al lado
de su ofrenda, junto con un espejito, un peine y una
campanilla; se retira lejos recitando un Pater y un Ave
María. Vuelve cuando piensa que la tierra ha recibido
sus dones. Llama al alma en voz alta tres veces, por su
nombre de familia, luego, recoge los vestidos donde
se ha alojado el alma y los ata rápidamente con el hilo

39
Élida Nilda Figueroa

preparado y se encamina hacia la casa del enfermo,


haciendo sonar la campanilla; todo debe hacerse en el
mayor silencio. El encuentro con un ser humano o con
un perro inutilizaría la ceremonia.

Siempre en silencio, viste al enfermo con los


vestidos que contienen al alma recuperada y hace que
se mire al espejo. Otros yatiris hacen que el cliente se
vista en la oscuridad y se acueste y lo dejan solo toda
la noche, para que el alma, que es tímida, vuelva a su
lugar sin que la vean.

Algunos yatiris prefieren quemar la ofrenda


en el propio patio del paciente a medianoche, utili-
zando un brasero antiguo de tierra; con frecuencia
añaden figuritas de estaño. Después de los pequeños
rituales, transportan las cenizas en un tejido, un tari,
al lugar donde ha caído el alma y lo entierran. El ofi-
ciante coloca algunos bizcochos sobre los vestidos del
enfermo, quien después de vestirse come los bizco-
chos y se acuesta. Los bizcochos pueden reemplazarse
con un poco de tierra recogida en el mismo sitio.

Cuando el alma está en poder cíe un espíritu


que se niega a devolverle o ha sido devorado, hay que
reemplazarla por la de un animal, pues estos princi-
pios son intercambiables entre hombre y animal. Es la
ceremonia del Turku o truckha, que solo puede efec-
tuarse en plena noche, hacia la una de la • madruga-

40
Medicina Autóctona y Perviviente del NOA

da, en absoluto silencio (Palma, 1978). El animal esco-


gido es en general un cobayo negro; el sexo es indife-
rente.

El yatiri prepara una ofrenda con papel de oro


y de plata, grasa de llama, plantas mágicas, lanas de
color y la coloca sobre la cabeza de cada asistente.
Después de las libaciones de rigor a la tierra, a los
cuatro puntos cardinales, sobre las paredes de la casa
y los asistentes, invocan a todos los achachilas (Tum-
ba de los antiguos), maykos (accidentes geográficos) y
apus (seres inmateriales) de la región para volverlos
favorables. A la hora señalada por la coca, toma el
cobayo, que debe gozar de buena salud, se aproxima
al enfermo, le practica una larga succión en el occipu-
cio y sopla después sobre la nuca del cobayo: se ha
efectuado el cambio de almas. Con el animal golpea al
paciente y a los asistentes, hasta que el cobayo muere.
Se entierra al cobayo y la ofrenda preparada en ese
mismo lugar.

Una variante utiliza una gallina roja. Luego de


matarla golpeando al enfermo, se la ata sobre el pe-
cho. Luego de un rato, se rompen los hilos y la gallina
queda sobre el suelo. El yatiri permanece en la casa y
envía a dos emisarios a quemar la ofrenda y los hilos
que ataban a la gallina. Los emisarios ofrecen libacio-
nes en nombre del enfermo y declaran a la achachila
que se le ha pagado y que el enfermo debe sanar.

41
Élida Nilda Figueroa

Vuelven a sus casas sin pasar por la del enfermo, por


miedo a que el espíritu los siga y les arrebate una
nueva alma. En general, el paciente permanece ence-
rrado tres días sin salir, viendo solo a su familia.

Para que la ceremonia tenga éxito es necesario


que el yatiri sea bien tratado, bien alimentado y pro-
visto ante todo, de licores, de coca y de cigarrillos.
Percibe además honorarios en dinero.

Cuando la pilladura es por parte de espíritus


del agua, suelen producirse manchas en la piel y vesí-
culas supuradas, así como inflamación. La terapéutica
consiste en chalar la aguada o propiciarla.

Si se trata de los antiguos, hay inflamación,


deformación de articulaciones y parálisis. La terapéu-
tica consiste en "propiciar" (invocar y ofrendar) para
lograr el perdón del muerto y el suministro de medi-
cación mágica. En la pilladura del maligno hay tam-
bién locura, demencia, neurosis y psicosis. Se
"propicia" por medio de la tierra al demonio.

En caso de que la pilladura sea por parte del


cerro, se presentan locura, irritabilidad, ansiedad,
trastorno del habla. Se debe "propiciar" al cerro; hacer
el "convido".

42
Medicina Autóctona y Perviviente del NOA

Aikadura o K'Aicar

En segundo lugar tenemos la Aikadura o


K'Aicar, también denominado violación de tabúes.

Es un término comprometido con la violación


de ciertas prohibiciones que hace vulnerable funda-
mentalmente a los niños, sobre todo en el transcurso
de la vida intrauterina, si la madre incurre en ciertas
prohibiciones, tales como transitar cerca de un muer-
to, ir al cementerio o a un velatorio o pasar cerca de
osamentas. Los niños, niños marcados o larpatha,
pueden nacer sordos, mudos o ciegos, sin tonicidad
muscular, con parálisis o raquitismo (Muñoz- Ber-
nard, 1976).

Si el accidente ha sido causado por el encuen-


tro de un cadáver humano, es necesario pedir a la
familia los vestidos del muerto y envolver en ellos al
niño durante algunas horas, luego de haberlos calen-
tado al sol para hacerlo transpirar. En el caso de los
niños a veces es necesario, para que el difunto perdo-
ne a la criatura, que el curandero o el familiar acudan
al cementerio con la ropa del niño y cuatro velas a
pedir perdón. Se pide perdón al difunto por el niño y
a Dios por los restos que descansan allí, arrojándose
sobre la tumba agua bendita; además, asumiendo el
compromiso de oficiar un responso o misa en memo-

43
Élida Nilda Figueroa

ria de su alma.

Para el encuentro con un cadáver de animal lo


indicado es el baño de tripas de perra o de cordero. Se
coloca al niño hasta que transpira en medio de tripas
calientes de un animal que acaba de ser degollado. Al
animal se lo coloca en una hondonada y generalmente
deben meterse varios animales pues el niño debe
permanecer una hora entre las tripas con solo su ca-
beza en el exterior. Cuando la materia disminuye su
temperatura, el niño es retirado y envuelto dejando
que los fluidos se sequen en su cuerpo, conservándo-
los durante varios días.

El tratamiento es completado con parches y


fomentos de hierbas medicinales.

La Aikadura de los antiguos, también llamado


mal de chulpa, se produce en personas mayores. Se
atribuye esta enfermedad a la penetración de un hue-
so enviado por un sajra, un espíritu de las sepulturas
antiguas, cuyo reposo se ha perturbado. Los síntomas
son los de una osteomielitis (Vellard, 1981). Es el cas-
tigo de quienes profanan las tumbas antiguas y los
sitios arqueológicos.

En los adultos, el mal afecta "cuando uno es


cobarde". La terapia empleada difiere según los casos:
para los adultos bastará que estos asistan, o alguien lo

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Medicina Autóctona y Perviviente del NOA

haga en su nombre, al cementerio, donde se solicita el


perdón al difunto, pues se considera que el recelo que
se ha tenido con el mismo es la causa de la afección
contraída. Se coloca sobre la tumba un pañuelo y un
rosario, procediéndose, luego, a rezar, derramando
alcohol y agua bendita a la vez que se deposita coca y
cigarrillos. Con ello se considera "pagado" al difunto
y a la persona "se la ha perdonado". Pese a ello, es
necesaria como refuerzo una misa por el alma y el
regreso en el día de Todos los Santos. Con el pañuelo
debe frotarse el cuerpo y colgarse el rosario al cuello,
pues en cierta medida suponen que el espíritu es el
afectado.

Contra el hueso de chulpa se utiliza el Makay,


pequeño pan de tierra negra, elaborado con orina
fermentada y plantas nauseabundas (Palma, 1978). El
tratamiento es mixto: mágico para apaciguar al espíri-
tu irritado y local a base de drogas.

Es indispensable efectuar ante todo una cere-


monia de Turku, de cambio, para hacer pasar al cuer-
po de un animal, generalmente un perro negro, el
hueso de chulpa. Al mismo tiempo se preparan dos
ofrendas para apaciguar al espíritu: la primera se
quema en el patio de la casa; la segunda se entierra,
con el animal sacrificado, cerca del lugar donde se
presume ha ocurrido el accidente. Esta última ofren-
da, destinada a saciar la chulpa, tiene siempre uno o

45
Élida Nilda Figueroa

varios fetos de llama, un cobayo y diversas carnes.


Los días fastos para esta operación son los martes y
viernes, días de los malignos.

Después de esto, el yatiri hace beber al pacien-


te, tres martes y tres viernes seguidos, una infusión de
"cinco hierbas fuertes", entre ellas un senecio, una
datura, un solanum y una ipomea no identificada.
Esta medicación altamente tóxica, estupefaciente,
vuelve inconsciente al enfermo que cae en un profun-
do letargo durante 24 horas. Cuando se abre el tumor
que deja correr pus fétido y un secuestro óseo, se lo
trata con aplicaciones locales de bicloruro de mercu-
rio.

Susto

En tercer lugar debemos contemplar el susto.


Pachachare y susto tienen en común la pérdida del
alma y en ambos casos hay pérdida del apetito, de
peso y similitud en los dolores corporales (Palma,
1978). Existen autores que lo dividen en simple o co-
lerina. En este caso, el individuo duerme sobresaltado
y se halla nervioso, siendo los síntomas trastornos
hepatobiliares, dolores estomacales, vómitos y diarre-
as. En el segundo grupo, mal de espanto, el enfermo
duerme mucho, se encuentra desganado y sufre tam-
bién miedos, estados fóbicos, neuróticos y psicóticos.
"Cuando brincamos por el susto se arroja el espíritu

46
Medicina Autóctona y Perviviente del NOA

del cuerpo". El susto generador del síndrome de "la


pérdida del alma" es un episodio insólito que suele
alterar la psiquis de un individuo impresionable o
culturalmente propenso a traducir hechos comunes
en términos fantásticos (Palead, 1982).

En los niños, se realiza la llamada del espíritu


y se dan hierbas medicinales (piedra del águila, nido
de quenti, palma bendita). Una forma de recuperar el
alma es: dar de comer tierra recogida del suelo en el
lugar en que se produjo el susto, previo trazado de
una cruz. La tierra se toma del centro de dicha cruz.

Otra forma es chupar la coronilla del niño el


martes y escupir sobre el suelo cada vez que se chupa.
Se puede chupar también la frente y la nuca. Si con
estas curas no se reestablece el equilibrio somatopsí-
quico, se recurre a un curandero.

En este punto creemos interesante destacar


que en la medicina indígena, para las enfermedades
de origen psíquico aparte de la cura científica y psi-
cológica rara vez se aplican curas orgánicas.

En los adultos, la limpia consiste en frotacio-


nes con milla o collpa (khollpa) que luego son arroja-
das al fuego, a los orines fermentados del paciente o a
grandes distancias, con la esperanza de alejar la en-
fermedad, pues se ve en ello su causa.

47
Élida Nilda Figueroa

También realizan la llamada del espíritu: cu-


randero y paciente se trasladan al lugar en que se
cometió la ofensa y luego de encender un fuego, ca-
van un hueco en el suelo donde se propicia la tierra
con bebida y coca. El enfermo es desnudado total o
parcialmente, debiendo permanecer de pie o recosta-
do sobre una manta roja en la que se han colocado los
elementos con los que se realizará el pago. Estos ele-
mentos son coca, feto seco y grasa blanca de llama o
untisal, Koa, incienso, cigarrillo, alcohol y otras bebi-
das espirituosas. El cuerpo es frotado con milla, sulfa-
to de aluminio en costras, que será incinerada con las
hierbas olorosas que forman parte del sahumerio,
elemento purificatorio del rito (Palead A., 1982).

Sobre un cuenco roto se colocan brasas en las


que se esparcen las sustancias resinosas, sahumando
con ellas al paciente y sus prendas, luego de lo cual se
lo viste. A continuación se realiza la ofrenda a la tie-
rra, incorporando en el hueco bebidas alcohólicas,
coca, confites, cigarrillos y las cenizas del sahumerio.

Pagar a la Tierra o Corpachada, consiste en la


ofrenda de bebidas, comidas, coca, hierbas mágicas
aromáticas y cigarrillos, con destino al espíritu de la
Tierra, Pachamama, Achachila, Maikos y Apus.

Mal aire

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Medicina Autóctona y Perviviente del NOA

En cuarto lugar tenemos al Mal Aire (Palma


H., 1978), al que se atribuyen muchos accidentes. El
mal aire o sereno, el aire del campo; el remolino de los
carros, se traduce en numerosas manifestaciones: en-
fermedades cutáneas, digestivas, pulmonares, muscu-
lares, articulares, nerviosas. El aire y el viento no
actúan como agentes físicos, son los sajra, los espíritus
que se mueven en el aire y que llevan las enfermeda-
des.

Los yatiris conforman su diagnóstico consul-


tando las hojas de coca y leyendo la vela:

- las hojas de coca: por su origen mitológico son


portadoras de símbolos y mensajes, las usa el
hechicero para sus presagios y profecías. Sobre un
paño blanco las arroja lentamente y la disposición
que tornan al caer es la respuesta a las preguntas
formuladas. Las mejores hojas para acertar el fu-
turo son aquellas que han sido usadas varias ve-
ces: que han sido "llamadas" y han contestado. No
hay que molestarlas ni usarlas, deben quedar para
la "contestación".

- leer la vela: es un procedimiento que consiste en


prender una vela con la mano izquierda, junto al
santo que consulta el curandero; según la creen-
cia, este ayudará en el diagnóstico y el curandero
interpretará el mensaje luego de observar por pro-

49
Élida Nilda Figueroa

longados instantes la forma en que se consume la


vela y las características de la llama. La observa-
ción es realizada en completa inmovilidad, colo-
cado frente a ella en posición fetal.

Determinada la causa que provoca el mal aire,


se dispone la terapia a seguir: en primer lugar se su-
ministra, durante tres días, una mezcla de polvos di-
sueltos en agua compuestos por ciguayros, coal,
mataca, macaya, contras, azufre, nuez moscada, casti-
lla y alcanfor. En lo que se engloba como contras se
suministra sajra cuti, cuti moscada, cuti mozo, cuti
pabilla y otros productos que sirven, como su deno-
minación lo indica, para rechazar males que pueden
llegar a la persona afectada (Pérez de Nucci A., 1987).

Parte de la práctica requiere ciertos procedi-


mientos similares a los empleados en el susto y las
pilladuras, por lo cual se deben realizar "pagos" en
determinados lugares donde se piensa que se produjo
el daño y se realizan conjuros pidiendo la protección
de la madre tierra. En la mayor parte de los casos se
procede a sahumar a la persona para alejar los malos
aires. Este procedimiento se emplea cuando se piensa
que el aire que ha actuado proviene del cerro. Es ne-
cesaria además la limpia del cuerpo con "millo"
(alumbre).

Entre las normas establecidas, existe la creen-

50
Medicina Autóctona y Perviviente del NOA

cia de las malas horas, las cuales son propicias para el


accionar de los malos aires. Éstas son el mediodía,
que no debe encontrarlo en las obras, y el atardecer,
que no debe hallarlo en la proximidad de los ríos,
arroyos y aguadas.

Los remolinos, si toman desprevenidos al ca-


minante, pueden provocar loqueadura, ya sea por
rapto de su propio espíritu, o por sopladura, cuando
le depositan uno ajeno. Son raros los casos. De esa
manera explican la conducta de ciertas alteraciones
mentales que ellos consideran adquiridas mágica-
mente (Pages Larraya F., 1982).

En caso de deliriums tremens y de agitación


violenta, por ejemplo, degüellan un gallo rojo y un
perro y los abren, el perro palpitante se aplica sobre la
espalda del paciente y el gallo sobre el pecho. El cu-
randero lleva después el cuerpo de estos animales al
lugar donde se presume que el enfermo "ha tomado"
el aire. Deben escoltarlo varios hombres lanzando
petardos y profiriendo gritos para no convertirse en
víctimas de un accidente parecido.

Para curar la parálisis ocasionada por el aire,


el yatiri masajea la parte enferma y da de beber al
doliente una infusión obtenida haciendo hervir en
vino un haba de San Ignacio, tostada y pelada con
chichis, pequeños crustáceos abundantes en el lago

51
Élida Nilda Figueroa

Titicaca. Se toma dos vasitos diarios. El tratamiento se


completa con fumigaciones de estrellas de maíz tos-
tados sobre carbones.

Cada uno de los síntomas exige una práctica


diferente.

Daño, brujería o mal hecho

Cuando una persona, por maldad o envidia,


efectúa por medio de un curandero un daño o mal
hecho, este llega como un mal a la casa destinada y
afecta a sus moradores. Si poseen animales domésti-
cos como gatos, gallinas, perros, con preferencia de
color negro, los efectos recaen sobre ellos y liberan a
sus dueños de los maleficios enviados. De no contar
con estas prevenciones, los males recaen en los niños
más pequeños, los cuales enferman y mueren (Pérez
de Nucci A., 1987).

En un adulto, un mal hecho puede causar en-


fermedad grave e incluso la muerte. Puede ser tam-
bién motivo de locura, lo cual suele atribuirse al
accionar por amores contrariados.

El privilegio de realizar el mal hecho es atri-


buido a los yatiri y laicas que visitan periódicamente
las poblaciones en ocasión de las festividades patro-
nales.

52
Medicina Autóctona y Perviviente del NOA

Fenómenos atmosféricos

1. El Arco Iris o Kurmi

El arco iris o kurmi tiene muy mala fama. Los


aimaraes están convencidos de que mostrarlo con el
dedo es suficiente para que se deseque el dedo o la
mano (Vellard 3., 1981).

Le atribuyen la ictericia, los edemas y las asci-


tis, que golpean a las personas que pasan por el lugar
donde cae el arco iris, o que entran en las fuentes o
lagunas desde donde se eleva. Los niños son más sen-
sibles. Mirar fijamente el arco iris puede ocasionar la
muerte. Sonreír es exponerse a perder los dientes o a
sufrir erupciones malignas. Es difícil de curar y debe
ser tratado desde el principio con aplicaciones locales
o un baño caliente con el polvo de doce colores. Son
polvos o tierras que venden los herboristas. Deben
utilizarse en un orden invariables: rosa gris, rosa os-
curo, rosa violáceo, rojo, blanco, negro, rosa, blanco,
violeta, crema, grises. El enfermo debe beberlos en
ayunas, en suspensión en agua durante doce días y en
el mismo orden.

El arco iris más temible tiene tres colores bien


netos.

53
Élida Nilda Figueroa

Si una mujer encinta mira el arco iris el niño


puede nacer con labio leporino (defecto que simula
un camino o arco).

Es creencia generalizada que el arco iris brota


de las aguadas al finalizar la lluvia, y si una persona
no advertida se inclina a tomar agua en ese momento,
por ser bravo", el lugar lo agarra (el arco iris es consi-
derado bravo, es decir un ente capaz de agarrar a las
personas).

El agua que brota de la tierra en las aguadas es


considerada como un filtro que sale del corazón de la
tierra. Por esta razón sienten ellos temor, pues asegu-
ran "que salen cosas malas de los arroyos y las agua-
das", a los que no deben acudir de noche.

2. El Rayo

Puede dar lugar, la caída de un rayo cerca de


una persona, a una perturbación mental transitoria.
De no observar las reglas convenientes, el estado de
perturbación puede volverse crónico, siendo definiti-
vo su estado de enajenación e incluso acarrear la
muerte (Palma, 1978).

Como primera medida se suprime el agua al


paciente mientras dura su inconsciencia, mojándole
los labios con chicha o té de hierbas determinadas. Se

54
Medicina Autóctona y Perviviente del NOA

lo somete a un ayuno estricto durante el cual solo se


le suministra té de hierbas y chicha. Más adelante se
incorporan comidas sin sal. Este tratamiento puede
durar entre 30 y 40 días, durante los cuales se lo man-
tiene aislado en una habitación completamente oscura
evitando el contacto con extraños e incluso con fami-
liares, salvo aquellos destinados a su atención cons-
tante, pues debe permanecer acostado e inmóvil. En
todo este período nadie debe dirigirle la palabra, salvo
el familiar más cercano (su consorte, alguno de los
progenitores) o el encargado de atenderlo, pudiendo
ser este un curandero experimentado. De no observar
las reglas se "loquerá" y puede quedar el enfermo
"sonso y mudo".

3. La Luna

Una creencia muy difundida atribuye a la luna


un efecto perturbador sobre la salud, en especial so-
bre los enfermos mentales. La luna llena produce un
estado de sobre-excitación en los enfermos mentales,
coincidiendo la lunación con las crisis de los esqui-
zofrénicos, los que en su mayoría se tornan agresivos,
realizan intentos de suicidio o se fugan de sus hoga-
res para vagar durante días por los cerros y campos,
pernoctando con temperatura bajo cero en la intem-
perie (Pages Larraya F., 1982).

55
Élida Nilda Figueroa

56
Medicina Autóctona y Perviviente del NOA

CAPÍTULO III
ETIOLOGÍAS NATURALES

No existe una clara demarcación entre las en-


fermedades puramente mágicas y las de causas natu-
rales. Los aimaraes distinguen en estas últimas dos
orígenes principales, desempeñando estos principios
un papel importante en su terapéutica y su farmaco-
pea.

El yatiri debe conocer ante todo el tempera-


mento de sus pacientes para poder aplicar la ley de
los opuestos en su terapéutica.

Aquellos que tienen sangre fría están predis-


puestos a las enfermedades frías, y los de sangre ca-
liente son más sensibles a las enfermedades calientes
y a las infecciones. Una enfermedad fría solo puede
curarse con medicamentos calientes y viceversa (Ve-
llard, 1981).

La causa real a veces es difícil de precisar, una


jaqueca, un dolor de muelas, puede haberlos ocasio-
nado el frío o el calor y la curación depende de un
diagnóstico exacto; allí se ve el arte del yatiri.

Los métodos de diagnóstico son numerosos.

57
Élida Nilda Figueroa

Unos son adivinatorios, como las hojas de coca, otros


son de naturaleza más fisiológica, como el examen del
pulso y el de la orina: pulso lento, orina pálida o
blanquecina, indican una disposición a una enferme-
dad fría; pulso rápido y orinas oscuras revelan una
afección caliente.

Enfermedades Frías

Provienen del frío y de la sangre. Entre estas


encontramos la neumonía o puntada de costado, la
tos ferina, el paludismo, la epilepsia, la pleuresía, el
tétano, ciertas nefritis, los accidentes ocasionados por
el aire, tortícolis, dolores de muela, parálisis. En gene-
ral, todas las enfermedades en que la orina está pálida
y blanquecina.

Para las enfermedades frías se dan drogas de


naturaleza caliente: infusiones con numerosas plantas
indígenas y con algunas plantas de origen europeo: el
minero, la salvia, la ruda, la menta, el melocotonero,
el eucalipto. También se proporcionan compresas
calientes con infusión de esas plantas. Es necesario
cubrir bien al enfermo y hacerlo transpirar (Vellard,
1981).

Además se utilizan los remedios mágicos: be-


ber la sangre de una gallina recién degollada, se indi-
ca para la tos ferina; a los enfermos de neumonía se

58
Medicina Autóctona y Perviviente del NOA

les aplica en el pecho un gato negro, o una paloma


abierta y aún palpitante.

Enfermedades Calientes

Entre las enfermedades calientes se encuen-


tran en primer lugar las eruptivas y sobre todo el tifus
exantemático, la blenorragia, las inflamaciones, los
estados infecciosos en general, los flemones, la di-
arrea, algunas dermatosis acompañadas de irritación,
diversos tipos de jaqueca (Vellard, 1981).

En todos los casos, se desocupa el interior con


purgas, enemas y vomitivos; luego se suministran
drogas frías en poción, con aplicaciones locales. Entre
las empleadas con mayor frecuencia se encuentra una
falsa artemisa, geranios indígenas, plantas de fécula,
oca o irllucu, limón, achicoria y muchas otras especies
no identificadas. Para los flemones y ciertas infeccio-
nes se indican aplicaciones de compresas calientes,
pero preparadas con plantas de naturaleza fría. El
cobayo y el sapo sirven para combatir la fiebre.

En cuanto a los baños y aplicaciones de com-


presas, en un recipiente de grandes dimensiones se
hace hervir agua en la que se echa una mezcla de in-
cienso, copal, hierbas mágicas, con grasa y lana de
llama teñida de diversos colores.

59
Élida Nilda Figueroa

Se lava enteramente al enfermo con esta agua


caliente y se lo hace acostar bien envuelto. El líquido
y el recipiente utilizados se echan en una corriente de
agua que los lleva lejos; esta operación es encargada a
un pariente del enfermo que no deberá volver a su
casa durante dos o tres días, para no traer consigo de
vuelta la enfermedad.

Clasificación de las drogas

El carácter caliente o frío no va unido a su


temperatura, sino a la naturaleza de los seres y de los
elementos. El agua pura, cualquiera sea su tempera-
tura, aún hirviendo, es un elemento frío, pero las sus-
tancias en solución o suspensión a las cuales sirva de
vehículo le comunican su cualidad caliente o fría.

Los alimentos

Los alimentos obedecen a los mismos princi-


pios, fríos, calientes o neutros. Un buen régimen debe
usar alimentos contrarios a la naturaleza del indivi-
duo.

- Alimentos Fríos: agua, llama, alpaca, puerco, pa-


to, cobayo, conejo, pescado, cebada (a veces neu-
tro), chuño (papa seca), batata, carne seca, oca,
ulluco, cayote, naranja, queso, leche, zanahoria,
nabo.

60
Medicina Autóctona y Perviviente del NOA

- Alimentos calientes: pollo, paloma, pavo, vaca,


cordero, canigua, quinua, guisante, habas, habi-
chuelas, maíz (solamente tostado), menta, salvia,
capi, manzanilla, chocolate, sal, miel, pimiento.

- Alimentos indiferentes: maíz (salvo el tostado),


papa, cebada (a veces considerada fría).

Algunos de estos alimentos no forman parte


del régimen habitual de los indígenas. Por ejemplo,
paloma, pavo, chocolate, tienen el valor de agentes
terapéuticos. Dentro de la arbitrariedad que pareciera
predecir la elección de sus cualidades existe, sin em-
bargo, una argumentación apoyada en una peculiar
lógica: todo lo que se cría en el frío es cálido y lo que
se cría en el calor es fresco; además, todo lo que preci-
sa mucha agua es fresco, y aquello que precisa poca es
cálido.

61
Élida Nilda Figueroa

62
Medicina Autóctona y Perviviente del NOA

CAPÍTULO IV
ENFERMEDADES VARIAS

Heridas y Fracturas

Son curadas mediante procedimientos mági-


cos y terapéuticos. Las heridas se limpian con drogas
frías para prevenir la infección. En caso de quemadu-
ras se aplica una arcilla blanca. Sobre las contusiones
se aplican trozos de cordero recién degollado.

Las lesiones son lavadas tres veces diaria con


una maceración alcohólica de lagarto machacado.

Las heridas infectadas se tratan con aceite de


huevo obtenido exprimiendo en un trapo diez huevos
que hayan hervido en agua por lo menos durante una
hora. El líquido que se desprende es un buen cicatri-
zante.

Las formaciones purulentas se abren con un


pedazo de botella rota y se vacían mediante presión
con los dedos. Las secuelas, edema gangrenosa, se
atribuyen al arco iris al que se habría expuesto el pa-
ciente.

Para la luxación, antes de reducirla se efectúan

63
Élida Nilda Figueroa

aplicaciones locales de datura y de otras plantas o le


dan a beber algunas gotas de datura al paciente. Los
lagartos suelen aplicarse en forma simultánea sobre
los riñones de los pacientes. Con frecuencia los geckos
y las culebras, generalmente una tackymenis, son
abiertos y se untan con miel, aplicándose sobre la
fractura durante 24 horas; se cambia diariamente.
Cuando ha disminuido el edema, se vuelven los hue-
sos a su lugar y se recubre el miembro con un com-
puesto de base de harina y de sangre de perro o de
cobayo que se sostiene mediante dos a cuatro trozos
de madera. Se continúan aplicando los lagartos sobre
los riñones durante varios días.

Las picaduras de animales venenosos se curan


con excrementos humanos, aún calientes.

Trepanación de cráneo

El primer cráneo trepanado descripto fue en-


contrado por Squier (1865), viajero norteamericano en
el Cuzco, en la colección que pertenecía al museo dula
Sra. Centeno de Romainville y que había sido encon-
trado, en una tumba Incaica en Yucay (Urubamba).
Fue descripto por Broca en un Boletín de la Sociedad
de Antropología con el título de "Un caso particular
de Trepanación de los Incas". La trepanación era fron-
tal izquierda con incisiones que se cruzan en ángulo
recto, circunscribiendo un cuadrado. Broca y Nelatón

64
Medicina Autóctona y Perviviente del NOA

observaron en los bordes del orificio trazas de tejido


cicatrizal, que les permitió establecer que la operación
fue practicada en un sujeto vivo, y que hubo corta
supervivencia (se estimó entre 10 y 15 días).

Numerosos cráneos trepanados son mencio-


nados posteriormente por Montegazzo, Muñiz, Tello,
llegándose a la conclusión de que la operación
quirúrgica fue empleada en los Andes, en varios pue-
blos y diversas latitudes; y que fueron utilizados dife-
rentes métodos. Se efectuaba la trepanación en sujetos
vivos, con períodos diferentes de supervivencia, y
resulta casi imposible aceptar en estos pueblos la tre-
panación post mortem, dado el respeto que los indios
tenían por los cadáveres.

El Dr. D. E. Lavorería (1901) piensa que la tre-


panación entre los indígenas de los Andes fue una
operación empírica, destinada a tratar las heridas oca-
sionadas por las armas de la época (maza, honda). En
los casos de orden médico, fue de naturaleza mágica.
Como instrumentos quirúrgicos contaban con cuchi-
llos de pedernal, sílice y obsidiana –los más usados
para cortar el hueso- pero usaban también estiletas o
cinceles de cobre o champi.

Tello (1912) presenta un notable trabajo al


Congreso Internacional de Americanistas de Londres.
Dicho estudio fue efectuado en base al examen de

65
Élida Nilda Figueroa

diez mil cráneos y momias, extraídos de da región de


los Yauyos, en el Perú, donde se encontraron más de
200 con signos de trepanación. La mayor parte se con-
serva en el Museo Arqueológico de la ciudad de Li-
ma; otra parte fue cedida a Harvard.

En cuanto a la forma del orificio se describen


cuadrangular, redondeado, ovalado, y otro tipo cons-
truido por pequeños círculos unidos posteriormente,
lo que da la forma festoneada al orificio. Cinco trepa-
naciones realizadas en diferentes momentos se en-
cuentran en esta colección, según se pudo determinar
por el estudio del tejido cicatrizal.

Existe un tipo especial de figura de trepana-


ción que se ha llamado "trepanación refinada" (Bello),
caracterizada por un orificio circular amplio, pulido
en bisel. Todos los cráneos de este tipo han sido
hallados alrededor del Cuzco. Este tipo de trepana-
ción se encuentra mencionada y dibujada en los traba-
jos de Antonio Llorena (1890), ha sido estudiada y
analizada por el profesor Eduardo Bello, de Lima, y el
instrumental empleado parece haber sido el tumi de
los cirujanos indígenas del Perú (es el emblema de la
actual Sociedad de Cirugía de Lima).

Empleando instrumentos de sílice, Broca re-


produjo la trepanación por raspadura. Empleó minu-
tos en niños, y tres cuartos de hora en los cráneos de

66
Medicina Autóctona y Perviviente del NOA

adultos. Champoniére, Wilson Parris, Bello y otros


han repetido la experiencia. Es posible obtener iguales
resultados con dientes de pescado y conchillas duras.
En América, se supone, también se utilizaron el tumi
y punzones perforantes, dos elementos típicos.

Pruniéres opinaba que la trepanación en sus


primeros tiempos debió tener por objeto, remediar las
consecuencias de las fracturas óseas, y que por exten-
sión se aplicó posteriormente al tratamiento de las
enfermedades que presentaban síntomas semejantes.
Es decir, que tuvo un motivo terapéutico fundamen-
tal.

Broca, teniendo en cuenta la mentalidad pri-


mitiva, pensó que se debe haber empleado al princi-
pio en las convulsiones, con el fin de dar salida a los
espíritus. El espíritu se agitaría y produciría la con-
vulsión, aumentando la fuerza de los sujetos en una
forma superior a la ordinaria. Pensaron que si podían
abrir una puerta saldría el espíritu y el enfermo se
curaría. Es así –decía Broca- que debió de nacer la
idea de la trepanación prehistórica.

Vellard, quien presenció una operación, refie-


re que algunos aimaraes se arriesgan a intentar la
trepanación en caso de fractura de cráneo, accidente
muy frecuente entre los aimaraes en las noches de
fiesta, durante la embriaguez. El yatiri habría utiliza-

67
Élida Nilda Figueroa

do como anestésico local una infusión de hojas de


coca y de otras plantas, de datura en este caso. Daban
de beber pequeñas dosis de esta infusión cuando el
individuo estaba consciente, no en estado de shock.
Cortada la piel, raspaban el hueso con una punta du-
ra para eliminar el fragmento lesionado y terminaban
quitando las pequeñas esquirlas con sus uñas. La
herida había sido ocasionada por una piedra lanzada
con honda, que había provocado el hundimiento del
hueso. La cicatrización era excelente y muy neta la
pérdida de sustancias óseas. Este es uno de los últi-
mos reflejos de los conocimientos quirúrgicos mági-
cos precolombinos que remontan al neolítico (Vellard
1, 1981).

Eutanasia

En algunas comunidades aborigen de residen-


cia quichua-aymará, despenar es sinónimo de eutana-
sia, es decir, muerte rápida de la persona que agoniza
para evitarle sufrimientos.

El que la realiza es un personaje solemne, si-


lencioso, que con su sola presencia presagia muerte.
En la puerta de la vivienda del agonizante lo esperan
con un trago, el cual toma sin comentarios. Después,
se acerca al enfermo, le hace la señal de la cruz en la
frente, lo abraza suavemente entrelazando sus puños
más arriba de la cintura, y con un golpe seco le parte

68
Medicina Autóctona y Perviviente del NOA

el espinazo. Luego cierra los ojos del cadáver y lo co-


loca en digna postura mortuoria. Reza sus oraciones,
cobra sus estipendios, recibe algún regalo de los deu-
dos y se aleja con el agradecimiento de los familiares.

Enfermedad de Matriz. Parto. Enfermedades


Venéreas
Los aimaraes no tienen ideas particulares so-
bre la menstruación, que llaman "luna de las mujeres
jóvenes", ni sobre la fecundación. Solo piensan que el
período de las reglas femeninas, como en los anima-
les, es el más favorable para la fecundación.

En cuanto a la enfermedad de la matriz, la pa-


ciente la refiere a nivel del epigastrio "como una bolsa
de agua, como una cosa viva que late". Siente frío,
fatiga, come poco y dice que viene de debilidad y de
mucho andar a caballo, sobre todo cuando salta una
zanja o al apearse. En esos casos es cuando "se sube la
matriz hacia arriba". La sintomatología es, en algunos
casos, semejante a la del susto, pero en la enfermedad
de la matriz no hay pérdida del alma.

La terapéutica consiste en acostarla bien dere-


cho de espalda en la cama, se le tira uno por uno los
dedos del pie y luego de la mano. Se procede a lo que
se denomina soba (se deslizan las manos desde el
borde inferior de las costillas hacia el ombligo, tres

69
Élida Nilda Figueroa

veces, durante nueve días). La paciente siente dolor


en las primeras curas, manifestando que es debido a
que le queda el estómago vacío. Se le da de comer en
forma inmediata con poca sal, puede ser sopa de
arroz, pero sin condimentos. La soba se realiza con
chachacoma, pata de perdiz, chacha, copa-copa, baila
buena, pupusa, todo mezclado con grasa limpia (gra-
sa de corazón o riñones del animal que se utiliza). Las
yerbas se mezclan con la grasa y se calientan a la
lumbre. Si duele la espalda se agrega a lo mencionado
alcohol y ajo. No debe caminar mucho la paciente.
Cuando se levanta, se hace sahumerio empleando lo
que se utilizó para sobar, más pluma de parina (garza
de tamaño grande y de color violado) y lana de oveja
negra. Diariamente, a la mañana y a la tarde, toma
una infusión de chachacoma, chacha, copa-copa, baila
buena o pupusa. Se miran las orinas. La mala fuerza
puede ocasionar también enfermedad de la matriz.

En cuanto al parto, existen yatiris especializa-


dos en obstetricia. Puede también ayudar una parien-
ta vieja, la madre o la suegra. Se conoce con el nombre
de matronas a las que realizan este trabajo, sean hom-
bres o mujeres. La esterilidad puede ser causa de rup-
tura del matrimonio, de allí el sirviñaqui o
matrimonio de prueba.

Durante el embarazo, la mujer consulta al ya-


tiri para saber cómo será el parto y le solicita hacer las

70
Medicina Autóctona y Perviviente del NOA

ofrendas necesarias a la tierra, madre de la fecundi-


dad. Las ceremonias se hacen en el patio de la casa, de
noche. Allí se entierran las cenizas luego del ritual. El
parto se considera un acto normal, pero a pesar de
ello la mortalidad es elevada. A este acto asisten la
matrona, el padre y alguna parienta joven. Se realiza
en la cocina, que suele ser al lugar más cálido.

Se anuda un rollo de paño a nivel del estóma-


go de la embarazada "para impedir que el feto remon-
te". Se realizan masajes externos y maniobras internas
para ayudar a colocar al niño en buena posición. En
caso de que la criatura esté mal ubicada, se procede
"al manteo": este consiste en colocar a la parturienta
sobre una manta tomada de sus extremos por perso-
nas que la someten a movimientos suaves. También
se suele ejercer presiones sobre el vientre si el niño no
viene con rapidez, o se sacude a la mujer tomándola
por las caderas o los pechos.

En los casos difíciles, el yatiri prepara una


ofrenda con fetos de gato salvaje y lana de vicuña
mezclados con vino, alcohol, incienso y copal; una
parte se aplica sobre el vientre de la parturienta; otra
parte, picada menuda, se le da a beber en agua calien-
te, añadiéndosele médula ósea de vicuña. Se dice que
actúa rápidamente y el parto es rápido. También
puede el yatiri echar un cobayo vivo en un lebrillo de
agua hirviendo y hacer que la enferma beba un poco

71
Élida Nilda Figueroa

de esa agua.

Existen otras drogas que producen un efecto


muy rápido.

Después del parto, se ata el cordón umbilical y


lo corta el padrino con un trozo de alfarería, jamás
con metal, considerado como causa de infecciones. Se
lo conserva seco y sirve para afecciones de la oreja y
otras. La placenta puede ser quemada, enterrada o
guardada dos o tres días, y luego la hacen secar con
fines mágicos.

Entierro de la placenta

Si la madre no entierra la placenta al nacer el


niño, este será "caquito". El entierro debe realizarse
dentro de la casa o en otro lado, siempre fuera del
alcance de los animales, debido a que si un perro la
desentierra y se la come, la madre sufriría fuertes ja-
quecas. El entierro de la placenta se realiza en una
sencilla ceremonia donde se rinde tributo a la Pacha-
mama.

Si la criatura es varón, se cava un hoyo de


unos 30 cm. de profundidad en el corral (para que el
niño sea apto a los trabajos de campo) y se echa ceni-
zas caliente en su interior (Pérez de Nucci, 1987). So-
bre las cenizas se ubicará la placenta y, una vez

72
Medicina Autóctona y Perviviente del NOA

cubierto el agujero, se encenderá un fuego sobre él


que permanecerá ardiendo todo el día y toda la no-
che; de tal manera, la placenta permanecerá tibia y la
madre no sentirá en su interior el dolor que suelen
provocar las contracciones espasmódicas al reacomo-
darse sus órganos luego del parto. Si la criatura es
mujer, la misma ceremonia se realizará en la habita-
ción que oficia de cocina, de tal manera que, al crecer
la niña, sea hacendosa y apta a las tareas del hogar.

Esta ceremonia va acompañada de invocacio-


nes a la Madre Tierra.

El niño recién nacido es lavado de inmediato


con agua caliente y envuelto en trapos. Los días si-
guientes es bañado con agua fría. Solo mama al se-
gundo día y toma leche del pecho de la madre hasta
el segundo año. Al año, comienza a tomar otros ali-
mentos.

Entre las complicaciones temidas podemos


mencionar, el enfriamiento y la infección puerperal.
La paciente no se levanta durante 15 días, lavándose
solo pies y manos en agua caliente con tomillo; toma
varias veces al día tizanas preparadas con plantas
llamadas frías y su régimen es a base de chuño pisado
con carne seca de cordero. No toma alimentos calien-
tes ni leche. Durante ese tiempo no toca el agua; no
debe dormir mucho, pues es considerado dañino.

73
Élida Nilda Figueroa

Cuando se levanta no trabaja durante algunos días y


sale a calentarse al sol. A los tres días de haberse le-
vantado puede lavarse con agua caliente.

El nacimiento de gemelos es considerado co-


mo un castigo para corregir a los padres y en algunos
casos el segundo niño es considerado hijo del rayo,
con posibles poderes como curandero. En otros casos
anuncia buena cosecha.

El padrinazgo juega un papel muy importante


entre los aimaraes.

Las infecciones genito urinarias son conocidas


en general bajo el nombre de mal de orinas. La sífilis
y la blenorragia están muy extendidas en los Andes.
La blenorragia es conocida con el nombre de purga-
ción y se dice que azota a pueblos enteros.

Todos los flujos del hombre o de la mujer se


tratan mediante lavajes, con infusiones o decocciones
de plantas de las siguientes familias: dos helechos, un
polypodium (el sana sana) y un alsophilis, dos pi-
peráceas, entre las cuales la más conocida es el Mati-
co, un geranio silvestre, una solanácea (la
hediondilla), la salvia y muchas otras no determina-
das.

Para los chancros y las placas mucosas se em-

74
Medicina Autóctona y Perviviente del NOA

plean el olypodium, la centorea y una acacia. No se


deben olvidar las bezoares reducidas a polvo y toma-
das por vía oral. Para los desórdenes de la menstrua-
ción se utiliza una ortiga y la falsa artemisa.

Se usan depurativos para limpiar la sangre.


Para la retención de orines, infusiones de excremento
de cobayo y sobre todo de patas de grillo, por la ma-
ñana en ayunas.

Además, poseen drogas abortivas y esterili-


zantes, aunque se muestran muy discretos acerca de
este tema. Se sabe que para esterilizar a la mujer utili-
zan también una infusión con raspaduras de casco de
cobayo.

Entre los afrodisíacos tienen la vila-vila y otro


más.

Entre los estimulantes amorosos se mencionan


un coleóptero, un pseudomeloe rico en cantaridina,
pequeños crustáceos amphipodes del lago Titicaca,
los chichis del género hyabela, el hueso del pene del
coatí y todos los benzoares (concreciones calcáreas
retiradas del estómago de los rumiantes). Los insectos
y crustáceos se utilizan secos y pulverizados; el hueso
de coatí, rastrado. Los polvos que así se obtienen se
dan a beber en agua o vino.

75
Élida Nilda Figueroa

Los batracios del género telmatolbius, calcina-


dos, proporcionan un polvo que tomado con vino
hace fecundas a las mujeres. El caldo de víbora, gene-
ralmente una tachymenis, combate la esterilidad del
hombre y de la mujer. La carne de este animal, fresca
y macerada en alcohol, se la conoce como excelente
estimulante general y un elixir de larga vida.

76
Medicina Autóctona y Perviviente del NOA

CAPITULO V
FARMACOPEA

Farmacopea herbolaria

Entre los vegetales existen algunas especies


sin determinar.

Alhucema . L. latifolia (L. f.) Med. (L spica var. Latifo-


lia Lif.) Lavanda, espliego, alhucema: se utiliza en
sahumerio para el susto, con nido de quenti, romero,
lana de oveja negra tostada. Se toma en infusión

Althaea. Malvaviscus. M. arboreus Cav. (M. mollis


(Ait)) DC Achania mollis.): se usa como diurético y se
da en infusión sin azúcar. También se utiliza como
demulcente para procurar una protección mecánica
de la superficie cutánea inflamada. Es considerada
fresca.

Airampu. Opuntia soehrensii Brito et Ross. Cactáceas:


la semilla es utilizada como febrífugo, además de
otros usos. Se da en infusión. Se agrega el contenido
de una cuchara sopera en un litro de agua, y se toma
sin azúcar. Bien fría es utilizada para curar aftas y
páticos (pequeñas úlceras en la mucosa bucal). Se usa

77
Élida Nilda Figueroa

también la preparación mencionada, a la que se agre-


ga media cucharadita de carbón de leña, para favore-
cer el brote de sarampión y escarlatina, pasándolo por
las partes afectadas con un hisopo de lana o algodón.
En infusión es considerado fresco.

Baila buena. Haploàppus rigidus Phil. Compuestas:


es usada contra la neumonía, la gripe y los resfríos en
infusión. Es considerada cálida.

Baje: (Boj o Buxus). Se utiliza en zafaduras, se muele


con el Kuru y se hacen parches con aceite de almen-
dras. Estos son tapados con papel de seda, cambián-
dolos cada dos días. El baje es fresco y, junto con el
kuru, al que se le atribuyen propiedades cálidas, se
torna remedio neutro.

Bira- bira. Achynocline satureoides (Lam) DC. Se toma


para las afecciones de las vías respiratorias, en infu-
sión. Según Cárdenas, es originario de América tropi-
cal y crece entre los e. 000 y 2. 600 metros de altura.

Boldo de la puna. Boldea boldus (Mol.) Looser, Mo-


nimiáceas. Polypodium phyllitidis L. Se la prepara
haciéndola hervir hasta que tome color de vino tinto y
se lo toma frío; es remedio de propiedades cálidas.
Las hojas de boldo se usan sobre todo para curar los
cálculos de hígado y las enfermedades de las vías

78
Medicina Autóctona y Perviviente del NOA

biliares (Dr. Leo Manfred, 1977).

Calavera Yunga. Se emplea para el susto, y como


contra (frente a los daños por brujería, enfermedades)
junto a los contras de tres colores. Se le agrega Huay-
ruro, uno macho y otro hembra y unos cuantos pali-
tos de romero (Rosmarinus officinalis L. habiadas). Se
coloca todo en una bolsita al cuello al modo de esca-
pulario o prendida a la ropa. Todos estos remedios
resultan cálidos y atajan al mal aire o la mala boca.

Carqueja. Baccharis aarticulata (Lam.) Pers. La parte


aérea se usa como digestivo estomacal, tónico hepáti-
co, estimulante de la fertilidad femenina, contra la
impotencia masculina, antirreumático y antiséptico
de usso externo. Crece en el centro de Argentina y
otros países Sudamericanos (Soraru- Bandoni, 1978).

Coa. Romero (Rosmarinus officinalis L. habiadas). Se


utiliza en sahumerios cuando se desea llamar al espí-
ritu de un asustado y como preventivo contra ciertos
males. Es remedio cálido.

Coca. Erythroxilum coca. Lam. Eritroxiláceas. Es im-


portante su uso en el ritual de la medicina mágica. La
denominación coca viene del aymará kkoca, que quie-
re decir la planta por antonomasia, es decir la más
importante, la planta por excelencia. Para la Real

79
Élida Nilda Figueroa

Academia, en su primera acepción coca es palabra


aimará que significa “arbusto del Perú”; de allí se
extrae la cocaína.

Se toma en infusión como digestivo. Masti-


cando que es la forma más frecuente en que se lo uti-
liza, se la socia a una sustancia alcalina, llicta (o yicta),
con la que se forma un acullico. Ejerce acción sobre el
Sistema Nervioso Central propiciando un artificial
estado de bienestar, al contrarrestar el cansancio, qui-
tar el apetito y disimular la sed. Se ha querido atri-
buirle propiedades que reemplazarían a alimentos de
primera linea, pero es de señalar la acción nociva que
mencionan la mayoría de los estudiosos de esta plan-
ta. Se dijo, por ejemplo, que las sustancias que produ-
cen el acullico pueden dar lugar a algunas formas de
leucoplasia. Según los nativos (Carrazo, 1970), detiene
vómitos y hemorragias. En infusión, las diarreas y
cólicos. Su jugo seca las úlceras. Es usado como
anestésico junto al alcohol y semillas de chamico (Da-
tura feroz) o más probablemente de ayahasco.

La composición química de la hoja de coca que


es la parte más utilizada del vegetal, indica un por-
centaje del 0,5 al 2,5% de alcaloides totales. Los más
importantes son: cocaína Alfa y Beta, truxillinas, ci-
namoil, hidrinas. El alcaloide, la cocaína fue obtenida
y aislada de las hojas en 1858 por Nieman, de Goetin-
ga y en 1884 por un estudiante de medicina vienés,

80
Medicina Autóctona y Perviviente del NOA

llamado Koller, que demuestra las propiedades


anestésicas del alcaloide. Se conoce el efecto de
anestésico local de la cocaína, así como su acción psi-
coestimulante sobre el Sistema Nervioso Central. En
1885 se descubrieron las primeras cocainomanías y en
1889, Magnan indica las alucinaciones que determi-
nan la masticación cocaínica.

Llicta (se usa en el coqueo, con la coca). Es reactivo


alcalino y puede ser preparado con cenizas de hojas
de banano y cáscara de cacao, a menudo mezclado
con un poco de polvo de cal blanca y amasado con
una pasta de papa desecada y pulverizada, mezclada
con agua. En el siglo XVI, también era muy común
usar una ceniza hecha no en base a vegetal sino de
hueso de animal quemado y molido. También se usa-
ba una mezcla de potasio y cal derivado principal-
mente de las cenizas de los tallos de quinua, los tallos
de haba, de banano, cactus y otros arbustos. Según
Miguel Kelner, está formado en general por cenizas
de quinoa (chenopodium album L. Quenopodiáceas) o de
jume (schkuhria pinnata (Lam.) O. Kuntze), otras veces
por ceniza de maíz. Actualmente se usa el bicarbona-
to, para coquear.

Cola de caballo. Equisetum giganteum L. Equisetáce-


as. La parte aérea estéril se utiliza como diurético y
astringente. Los tallos duros se usan para pulir made-

81
Élida Nilda Figueroa

ra y metales. Es tóxico para el ganado.

Contras. El nombre de contras resume el sentido de


preventivo que se espera de sus cualidades evitar el
daño, la enfermedad. Se trata de frutos de Zamia
(común en el geotrópico); es una Cicadácea.

En el segundo caso el macay o macaya o nin-


gro-macaya (placea aezae; Amaryllidaceae), se trata de
dos o tres elementos de colores: blanca, amarilla y
negra, que se acostumbran a llevar como amuletos
contra las enfermedades y la mala boca. Reúnen cua-
lidades cálidas.

Contra yerba. Dorstemia brasiliensis Lam Moráceas.


Flaveria bidentis (L.) O. Kuntze. Compuestas. Se utiliza
en infusión, en agua hervida y caliente, pudiéndosele
agregar azúcar a gusto para calmar dolores de estó-
mago. También para calmar el dolor de oídos, me-
diante un sahumerio hecho en las brasas; el humo se
procura mediante su contacto con brasas de carbón de
leña y se hace penetrar en el oído enfermo durante 5 ó
10 minutos, dos veces al día; luego se lo tapa con lana,
algodón o con la misma barrita de la contra yerba. En
el campo se usa lana de vicuña “porque es más reme-
dio”. En realidad, bajo este nombre están incluidas
dos especies de diferentes familias. Terapia o Dorste-
nia brasiliensis (de la familia Moraceae, de Brasil, Boli-
via, Paraguay) y Flaveria (de las contrayerbas

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Medicina Autóctona y Perviviente del NOA

compositae de Chile, Perú y Bolivia). Según Cárdenas


(citado por N. H. Palmas) pudo haberse utilizado co-
mo antídoto ante picaduras de víboras. También se lo
señala como poderoso contraveneno del curare. Pare-
ce ser la planta que hoy se denomina Dorstenia, con-
trayereba de acuerdo a Nicolás Monarde (siglo XVI).

Copa- copa. Artemisia copa. Phil. Se usa para el do-


lor de estómago y la presión arterial en agua hervida.
Mezclado con pupusa (Wernweria poposa Phil. Com-
puesta.), se usa en agua caliente, para baño de pies
cuando estos se hallan fríos o cuando existen dolores
reumáticos. Se usa un puñado de yerba para un reci-
piente que permita que el agua llegue a las rodillas.

Para la neumonía se hace una infusión de co-


pa- copa, con agua caliente, a la que se agrega flor de
la peña, baila buena, hígado de zorrino, lacado, cásca-
ra de quirquincho.

Cupay. Copaifera langsdorffii Desf. Leguminosas.


También llamada copal o resina de copaiba, y vul-
garmente llamado palo de aceite, es el remedio más
antiguo conocido en la curación de las enfermedades
venéreas y especialmente en la purgación. Es muy
usado en todo el mundo, sobre todo las copaibas de
Brasil, de Cayena y de Colombia. Para curar las ble-
norragias no es indicado el bálsamo de copaiba al

83
Élida Nilda Figueroa

principio de la enfermedad, porque la inflamación


que produce es perjudicial. Pero al contrario, es muy
bueno en la etapa llamada sub-aguda, es decir, cuan-
do ya no hay dolores al orinar. También sirve para
curar la bronquitis cuando hay secreciones abundan-
tes.

Cortadera (Raiz). Cortaderia selboana. Se toma en


infusión caliente, previo hervor durante unos diez
minutos. Se bebe para componer el cuerpo después
de una borrachera. La hoja, que posee bordes aserra-
dos, se utiliza para cortar el cordón umbilical.

Chachacoma. Senecio oreophyton. Remy. Senecio


medicinal Phil. Se usa como sahumerio durante Agos-
to, día de la Pachamama. Con la Chacha se utilizan
como tónico nervioso y analgésico en las gastralgias.
La infusión de la raíz, tomada tres veces al día, en una
taza bien caliente y dulcificada con miel de abeja, es el
mejor remedio contra la tos catarral de los ancianos.
Dicen que el ex presidente Sarmiento prolongó su
vida por lo menos 20 años debido a esta raíz.

Chamico. Datura stramonium L. Las hojas secas pul-


verizadas y echadas sobre brasas producen un humo
que, aspirado por la boca y nariz, calma el ataque de
sama. De hojas de salvia y de chamico en partes igua-
les se hace un cigarrillo en papel o se fuma en pipa

84
Medicina Autóctona y Perviviente del NOA

para aliviar el ataque de asma. Hojas que se han deja-


do secar durante dos años pierden esta propiedad.

Chirimoya. Anona mutans, araticú. Utilizada para


ahuyentar los piojos de la cabeza. Se hace polvo ma-
chacando la semilla de chirimoya y se pone en toda la
cabeza al acostarse, envolviendo con un pañuelo.
Crece en Jujuy, Salta y Corrientes.

Flor de la Puna. Chactanthera Sphaeroidalis. Se mas-


tica en la Puna, según Gunkel, ya sea sola o bien en
combinación con la pupusa y la chachacoma, para
hacer más leves los efectos de la altura.

Hoja de palta. Persea americana. Persea Gratísima. Se


toma en infusión caliente; dejada a enfriar, se toma
“por agua” para el hígado cuando se siente inflamado
y con dolor. Como digestivo se acostumbra tomarlo
con azúcar. Es remedio cálido.

Huayruro. Ormosia coccinea. Lo utilizan contra cier-


tos sortilegios los antiguos peruanos (Polo de Onde-
gardo). El Padre Cobo señala que es utilizado contra
el mal de corazón y la melancolía, tomando sus pol-
vos en vino o agua de azahar. Colocados en el cuello a
modo de collar, resulta bueno contra las tristezas del
corazón y conforta la vista y el cerebro. Existen dos
tipos de Huayruros: los rojos, llamados de solteros, y

85
Élida Nilda Figueroa

los de dos colores (rojo y negro) llamados de casados.


Son utilizados contra el aíre y en otras ocasiones los
fríen en grasa de cerdo, acompañado de ciertos cere-
monial, para que revienten los ojos de los enemigos.
Además, los polvos de huayruro, junto al copal y pie-
dra de altar, se beben mezclados con agua bendita
como terapéutica contra la locura.

Molle. Schinus molle L. voz quechua y aimará que


designa a un árbol de mediano tamaño con cuyos
frutos se fabrica una especie de chicha que es posible
encontrar todavía durante el carnaval. Con sus hojas
se prepara una infusión que combate el resfrío, y se
dice que las hojas y los gajos son usados por curande-
ros para “hacer el daño”, colocándolos debajo de la
cama de aquel a quién se quiere hacer mal.

Jarrilla de la Puna. Zuccagnia punctata Cav. Se la


prepara en infusión. Se utiliza media cucharada de
café para obtener una taza que, en caso de neumonía,
quita la puntada. No es claro si es cálido o fresco. La
raíz de esta planta cura la sífilis y las enfermedades
de la piel. Es depurativo de la sangre en general.

Kuru. Se usa junto con el baje y el aceite de almendra


para las zafaduras. También dentro de la medicina
mapuche, el Kurü o Palo Negro se usa como contra
(para desviar o debilitar energías negativas, provoca-

86
Medicina Autóctona y Perviviente del NOA

das en general, por envidia). En infusiones se usa pa-


ra las disfunciones menstruales y para problemas de
indigestión y acumulaciones de gases.

Kutis. Se usa como amuleto o contra, colocada en


forma de collar. Existen dos: una marrón que es cálida
(hembra) y otra negra (macho). Se efectúan tomas en
infusión, molida con las contra de tres colores y copal,
mientras dura el tratamiento del mal aire. La prepara-
ción se efectúa con un pedazo de cada uno de los
elementos señalados y se sirve sin azúcar.

Lampayo. Lampaya medicinales Phil. Se utiliza para


atemperar las menstruaciones dolorosas. Se toman en
infusión cuatro hojitas en agua muy caliente, “para
corregir la sangre”. También se emplea la infusión de
la hoja, con igual cantidad de raíz, en caso de gono-
rrea. Crece en las provincias del norte argentino, Boli-
via y Chile.

Lingue. Persea lingue. Laureaceas. Nees. Es adminis-


trada en infusión para dilatar los bronquios. En la
medicina mapuche se usan las hojas como astringen-
tes.

Manzanilla. Matricaria chamomilla L. Compuestas.


Se mezcla con aceite comestible para preparar una
especie de ungüento con el que se frota el cuerpo para

87
Élida Nilda Figueroa

aliviar el resfrío o corregir el malestar de estómago.


Para trastornos y dolores del aparato digestivo se da
una infusión de manzanilla, y no se les da de mamar.

Marancel. Perzia Keshua Cabr. Compuestas. Se utiliza


junto a otros vegetales (clavel, nencia, contra yerba)
para las enfermedades de la matriz. La raíz se utiliza
para calmar los dolores del cuerpo. Acompañado de
Verbena es útil para el resfrío. Es cálido. En nuestro
país existe la creencia de que si es juntado por el
hombre es “más remedio”.

Mastuerzo de agua (quimpe). Coronopus didynus.


Crucíferas. Se usa el jugo exprimido de la planta para
limpiar la renilla del riñón. Cuando el hígado funcio-
na mal y el enfermo se pone amarillo, el jugo de berro
hace correr la bilis. También puede provocar abortos.
Es reconstituyente y tónico porque contiene yodo,
hierro y fosfatos.

Nencia. Giantinella riojae. De calidad fresca, es usada


para curar las molestias del estómago y del intestino.
Se toma también después de una abundante comilo-
na.

Palo de quina. Quinq- quina. Myroxylon peruiferum


L. fil. Leguminosas. Se emplea para sahumerios contra
el susto. Se lo quema con nido de quenti (picaflor),

88
Medicina Autóctona y Perviviente del NOA

romero, contra yerba. También se lo emplea en infu-


sión, molido con almidón de trigo, vandor, taco y una
pizquita de azúcar cruda. Se lo emplea también para
lavar heridas, hervido algunos minutos en agua. Es
fresco.

Paico. Chenopodium, ambrosoides. Con las hojas y los


frutos se prepara infusiones reiformes. Tiene propie-
dades antihelmínticas, digestivas, sudoríparas, esti-
mulantes, etc. Con prudencia, peligroso para los
niños.

Pata de Perdiz. Cynodon dactilon. Se conoce nueve


especies en nuestro país. Es tóxica para el ganado por
el ácido anhídrido que contiene. Se usa para friegas
mezclada con otras yerbas y grasas. Es probable que
se lo utilice en infusión por sus propiedades diuréti-
cas.

Pepa de quinoa. Quinoa. Quenopodium quinoa Wild.


Se utiliza para los dolores de estómago. Se tuesta y se
muele, preparándola en infusión sin azúcar. Se em-
plea media semilla por taza. Si bien es cálida, cocida
se transforma en nuetro. Se usa también para la aci-
dez de estómago.

Pupusa. Werneria poposa Phil. Compuestas. Existen


dos especies, del cerro (Werneria incisa) y de la ciénaga

89
Élida Nilda Figueroa

(Werneria poposa). Se toma en infusión para el mal de


la Puna. En agua hervida y caliente se hacen baños de
pies cuando se los siente frios y con copa-copa se usa
para los dolores reumáticos.

Quiebra. Arado. Heimia salicifolia Link. Et Otto. Para


desarreglos intestinales y sequedad de vientre, se to-
ma en infusión con agua hervida.

Quimpe. Coronopus didymus (L.) Sm. Senebieria pinni-


tafida DC. Se toma para el catarro, resfrío y tos, en
infusión con agua bien caliente, cafiaspirina y azúcar
tostada. Se emplea para lavar los oídos durante las
otitis. La dosis es de una cucharadita de café para un
recipiente de 150cc de agua. Es fresco.

Raíz de China. Se emplea para la enfermedad de


la matriz. Se raspa en agua tibia y se muele previa-
mente. Se agrega suelda que suelda y estrella de mar
también molidas, y almidón de trigo. Es antisifilítico,
antirreumático, etc. Es un remedio neutro.

Rica- rica. Acantholippia hastulata Gris. Limpia Hastu-


lata (Gris) Hier. Se usa para los problemas de tipo di-
gestivo, dolores de estómago. En infusión, para la
cura del empacho y como simple digestivo. Tostada y
en infusión para la cura de la úlcera de estómago y
duodeno.

90
Medicina Autóctona y Perviviente del NOA

Salvia morada y de puna (poleo) Limpia grisiba-


chiana Mold. Limpia lantanifolia Gris. Existen dos clases,
morada y blanca. Se dice que la salvia morada es más
fresca que la blanca. Se toma en infusión de agua her-
vida para contrarrestar la fiebre ; debe ser caliente y
con azúcar a gusto. También se toma para el corazón
cuando hay precordalgias. En general, un té de salvia
de puna es remedio para aliviar la expectoración y
curar la tos de los fumadores.

Suelda que suelda. Microgramma vaccinifolia (Lang.


Et Fsich). Polypodium vaccinifolium Lang. et Fisch. Se usa
para curar la inflamación de las encías y los dolores
menstruales. Es cálido.

Vandor. Se utiliza para el susto con piedra del rayo,


almidón de trigo y tarco (Jacarandá mimosifolia. Jaca-
randa ovatifolia), todo molido en infusión caliente. Para
el mal parto, aborto o pérdida, todo lo anterior más
goma arábiga, mezclado con agua que puede ser de
manzanilla o de quimpe además de lacre raspado.

Vilcachipe. Se prepara para agolpes internos o fal-


seaduras junto con suelda que suelda (Microgramma
vaccinifolia), Kuru (o Palo Negro se usa como contra),
baje, marancel (Perzia Keshua Cabr. Compuestas) y gra-
sa de llama o aceite de almendra.

91
Élida Nilda Figueroa

Yareta. Azorrilla compacta. Se utilizas en sahume-


rios para la hacienda cuando se lleva a cabo la señala-
da. La secreción resinosa se usa para curar zafaduras,
exponiéndolo al fuego dentro de un recipiente. Se
mezcla calentándola con romero molido, almidón de
trigo o bosta de gaucho (pájaro arriero). Se lo coloca
en la parte afectada, a la cual se la envuelve con papel
o plástico.

Zarzaparrilla. Krameria ibeca Phil. Leguminosas. Se


la usa cuando no se orina por el frío. Es fresca pero
cuando se la tuesta o muele, adquiere la cualidad de
cálida.

Farmacopea no Herbolaria

Está compuesta por elementos de origen ge-


ológico, animal o humano, constituyendo en algunos
casos la farmacopea definible como repugnante. Es
creencia, entre la gente de los Andes, que para que un
medicamento actúe debe ser fuertemente sentido por
el paciente. Es difícil establecer el límite entre la ac-
ción curativa y la puramente mágica. Las drogas re-
pugnantes se basan en la medicina excremental,
materias fecales humanas o de animales diluidas en
agua y administradas en brebajes. Incluye pociones y
lavatorios con orina fresca o fermentada y aplicacio-
nes locales de cataplasmas de excrementos calientes.

92
Medicina Autóctona y Perviviente del NOA

La diarrea puede combatirse con una poción


de excrementos blancos y duros de perros, diluidos
en agua. Es buena fuente de calcio.

La rubéola se cura bañando tres días seguidos


al paciente en excrementos de gallina en agua calien-
te, o con cataplasma de excrementos de pollo y orina
humana aplicado sobre el tronco.

Para la indigestión se aplican compresas de


orina fermentada sobre el vientre del paciente.

Contra el hueso de chulpa se utiliza el makay,


pequeño pan de tierra negra, de olor abominable,
elaborado con orina fermentada y plantas nausea-
bundas.

Los minerales, bajo diferentes formas (agua,


tierra, arcilla), son utilizados mezclados con los ali-
mentos o en cataplasmas.

Entre ellos tenemos:

Cyguayro: está compuesto de tierra de doce colores.


Se lo toma diluido en agua para la mala boca, el mal
deseo o el mal aire, generalmente los martes y vier-
nes, días propicios para las brujerías. Se mezcla un
curto de cuchara de café con una de las tierras en
agua fría. Se toma durante el día y es considerado

93
Élida Nilda Figueroa

cálido. Esto tiene una base cosmogónica, en la que


aparecen tres planos y el número 12 (es el símbolo de
todo el sistema cosmogónico).

Jaintilla: es la llamada piedra benzoar por los persas,


según Pardal. Se lo extrae del estómago de la llama o
vicuña y se lo utiliza en tomas contra el susto, junto
con la piedra del águila y la piedra del rayo; las dos
primeras molidas y la última raspada. Se completa la
cura con sahumerio preparado con copa-copa, basura
de viento (el que se arremolina en los rincones), in-
cienso, nido de quenti, romero y ruda.

Nido de quenti (picaflor): se lo emplea con otros


elementos contra el susto.

Pan bendito o suplico: placas pequeñas de sustancia


azucarada y de diversos colores, con motivos impre-
sos en relieve. Es utilizado raspado en agua para el
susto. Es fresco.

Macaya: mezcla de arcilla negra fétida que se utiliza


como depilatorio del cuerpo y contra el mal de aire.
También se emplea sobre los abscesos para hacerlos
madurar. Además, señala Frisando Pineda, se lo mez-
cla con orinas.

Piedra del rayo: se trata de una piedra que ha sido


quemada o fundida en el lugar que ha caído un rayo.

94
Medicina Autóctona y Perviviente del NOA

Piedra águila: fósil de yacimiento silúrico. Se da


contra el susto.

Piedra bisel: piedra vítrea muy fina usada contra el


susto. Se sirve con piedra águila raspada en agua tibia
y se da "por agua" cuando el enfermo se encuentra
con fiebre.

Tierra mataca: material arcilloso que contiene el 15%


de carbonato micrítico (calcita). Se emplea para el
susto. Se toma molido, en agua previamente hervida,
con el pan bendito y tierra de la Virgen.

Tierra de la Virgen: laminillas de hematita pura. Se


emplea para el susto, preparado con la calavera Yun-
ga y piedra del rayo.

Sal de compa: se emplea en la neumonía o puntada


de costado. Son cristales de halita (cloruro de sodio)
que se usan tostadas al fuego, sobre una lata colocada
en una bolsita de género en el lugar de la puntada.

Taco: tierra de depósito lacustre con abundante mate-


rial orgánico en descomposición que se utiliza mez-
clado con almidón de trigo y clara de huevo batida,
para pérdidas de la mujer.

95
Élida Nilda Figueroa

Entre los animales tenemos:

Carne de serpiente: fresca o seca, reducida a polvo, se


utiliza como fortificante en la tuberculosis y las ane-
mias. Ayuda también a cicatrizar las heridas, comba-
tir la esterilidad de las mujeres, reducir las
metrorragias y facilitar el parto. Se utiliza una peque-
ña culebra del altiplano, la tachymenis peruviana. El
caldo de culebra es tenido por afrodisíaco y al alcohol
en que se ha macerado estos animales se le atribuye
poder para prolongar la vida. En caso de inflamacio-
nes dentarias se aplican cintas finitas sobre las meji-
llas. Se debe envolver los restos del animal en lanas
de colores, con grasa de llama y hierbas mágicas, y
llevarlo al lugar donde se lo capturó para evitar las
reincidencias.

Ranas: se las aplica en las inflamaciones, en aplica-


ciones o fricciones, vivas o muertas. Tragarse viva
una rana pequeña se considera un remedio soberano
contra el tifus exantemático y la fiebre.

Sapo: se aplica la parte ventral del animal, en friccio-


nes, en los casos de epilepsia y diversas afecciones
cutáneas. Contra la epilepsia se aconseja también "ba-
ñarse" en el humo del animal quemado sobre las bra-
sas. Se lo emplea también en maleficios.

Lagartos: abiertos y aplicados aún vivos sobre las

96
Medicina Autóctona y Perviviente del NOA

fracturas, ayudan a su consolidación.

Grasas: cuentan con numerosas grasas (de llama, vi-


cuña, zorro, cóndor, puerco espín, vaca negra, mula,
jaguar). Las grasas muy costosas o difíciles de obtener
son reemplazadas, a veces, por vaselina.

Zorrino: la carne y los pulmones de zorrino sirven


para prevenir o curar la tuberculosis y las anemias. Es
indicada su bilis en los tratamientos. Se puede reem-
plazar por bilis de buey, aunque es menos activa.

Jaguar: la grasa de jaguar es excelente para el reuma-


tismo, pero es difícil de obtener.

Oso: las vísceras y la piel de oso, aplicadas sobre la


piel, son poderosos fortificantes. La grasa de coatí es
excelente para las torceduras.

Tela de araña: hervida en un poco de agua, se aplica


sobre los ojos en caso de conjuntivitis.

Diente de caimán o tapir: raspado en el vino y adi-


cionado con nuez moscada, se considera un poderoso
remedio contra los accidentes que causa el aire.

Insectos: Un coleóptero nesicante, un pseudomeloe,


cuyos tejidos contienen fuerte cantidad de cantaridi-
na, se emplea para hacer caer las verrugas.

97
Élida Nilda Figueroa

Para algunas jaquecas, se tragan libélulas cu-


yas cabezas, alas y parte de los tegumentos queretino-
sos se han quitado.

Cóndor: jefe de los pájaros, tiene múltiples aplicacio-


nes. Se emplea su carne y su grasa para combatir la
pérdida del alma, los accidentes que causa el aire y
ciertas afecciones cardíacas.

Miel: la miel silvestre, de mejillones o de ciertas avis-


pas se utiliza para la neumonía y para evitar el en-
friamiento después del parto; está contraindicado
antes de la expulsión del feto.

Animales marinos: también son empleados en terap-


éutica. La estrella de mar, tostada sobre carbones, es
utilizada en fumigaciones contra la epilepsia y las
enfermedades ocasionadas por el aire.

Así es empleado un polípodo, el cyon, que de-


ben chupar un rato todas las mañanas quienes pade-
cen de bocio; es preciosa fuente de yodo.

Leche materna: la leche de mujer es utilizada para las


cataratas, las manchas de la cornea, las otitis. Da so-
lamente resultado si es aplicada en la mañana, y si la
mujer "dadosa" exprime directamente su leche sobre
el órgano enfermo, de cara al sol.

98
Medicina Autóctona y Perviviente del NOA

CAPÍTULO VI
CHAMANISMO

Grupos Indígenas de las Zonas Suban-


dinas y Llanuras Adyacentes

Medicina, magia y misticismo (no confundir


con religión) están íntimamente vinculados con el
chamanismo. El chamanismo, en sentido estricto, es
un fenómeno religioso siberiano y asiático central. El
vocablo nos llega a través del ruso, desde el tengús
"shamán". En América podemos encontrarlo en los
dos extremos del continente, en Alaska y entre los
araucanos, chiriguanos y matacos.

El chamán posee facultad de poder dialogar


con los espíritus. Su iniciación se la confieren direc-
tamente espíritus o divinidades, en el curso del éxta-
sis que, como ha subrayado Mircea Eliade, no es más
"que la experiencia de la muerte ritual".

Tal iniciación incluye los tres tiempos del es-


quema (sufrimiento, muerte y resurrección), seguidos
por todas las ceremonias tradicionales. Al término del
sufrimiento, llega la muerte éxtasis a la que sucede
una vida nueva; el chamán se ha convertido en un

99
Élida Nilda Figueroa

hombre distinto.

El chamanismo es una institución cultural que


posee vigencia total entre los indígenas matacos y que
simultáneamente absorbe dentro de sí a la mayor par-
te de la vida cotidiana de los grupos cercanos. Se des-
taca con trazos claramente definidos dentro del marco
social mataco-chiriguano, y resume en sí mismo todas
las prácticas y procedimientos terapéuticos destina-
dos a resolver las afecciones que aquejan a los miem-
bros del grupo.

El chamán o payamú no solo se ocupa de las


enfermedades, centradas en el cuerpo, sino también
de interceder ante el "Dueño de los peces" y de otros
animales para que permitan al hombre apropiarse de
esos bienes. Se ocupa también de rescatar el alma (O.
Musek) de jóvenes que, descuidados, han mirado con
insistencia a las estrellas que brillan en el cielo noc-
turno de Chaco, seducidos por su belleza. Solo el
chamán, utilizando su poder y su técnica, podrá as-
cender a la fría región celeste y recuperar el alma per-
dida.

A pesar de su relación con los demonios o


Ajat, de quienes obtiene el poder, el chamán es reco-
nocido por el grupo como su protector, al cual es po-
sible recurrir ante las contingencias negativas de la
existencia.

100
Medicina Autóctona y Perviviente del NOA

Entre los chamanes el más anciano es el que


tiene mayor poder. Para curar recurre a propiedades
extáticas, así como a vegetales potentes que le son
privativos.

Entre ellos debe hacerse constar que el mundo


está poblado de espiritualismo: cada persona, cada
objeto, cada elemento tiene un doble espiritual, dota-
do de una fuerza o de un quid, que puede separarse
de su cuerpo físico. El médico puede desdoblarse en
cuerpo y espíritu, de tal manera que, quedando en un
lugar su cuerpo físico y practicando curaciones a un
enfermo, su doble espiritual se traslada a lejanas re-
giones, al mundo de los espíritus, para buscar almas
perdidas o para consultar con los genios de las fuer-
zas naturales o espirituales.

Las armas que usa le sirven para defenderse


de otros espíritus. Piensa que en sus viajes a lo ignoto
se traslada montado sobre cigüeñas, patos o diversos
pájaros.

En las grandes ceremonias de magia médica


son convocados no solo los hechiceros de otras tribus
sino también los espíritus de los médicos muertos.

101
Élida Nilda Figueroa

Los Autores de las Enfermedades

Los personajes místicos a los cuales se les im-


putan las enfermedades son sagrados y son clasifica-
dos por el mataco según la condición de Wichí
(humano) o de Ajat (demonio).

La naturaleza del mal y su intervención, de-


penden de las condiciones anteriores. En el cielo se
encuentran las estrellas (Katestef) y el trueno (Tupá),
además de la luna y el sol, que no tienen relación con
las enfermedades. Todos estos habitantes celestes son
conocidos como Wichí y el daño que producen en el
individuo no es de carácter intencional, pues se vin-
cula con el rapto del alma. Por ejemplo Tupá, que es
un hombre de barba blanca y que golpea con su maza
produciendo el ruido característico del trueno, asusta
el alma de los niños pequeños, abandonando este el
cuerpo para dirigirse al cielo. Allí Tupá lo encierra
dentro de una caja.

Las estrellas, en cambio, raptan el alma gene-


ralmente de un hombre joven o de un niño cuando
estos las miran intensamente. También en este caso el
alma va al cielo, siendo encerrada por las estrellas
dentro de una caja.

En el río habita Chilaj, dueño de todos los se-

102
Medicina Autóctona y Perviviente del NOA

res acuáticos, quien si bien proporciona a los hombres


el pescado es sumamente estricto en cuanto al trata-
miento que estos le dispensan. Chilaj es un Wichí que
tiene a sus órdenes una cuadrilla de Ajat llamados
Chutej, encargados de controlar el comportamiento
de los pescadores. Si una vez que ha atrapado en sus
redes de tijera al pescado y lo ha ultimado con un
golpe en la cabeza, el pescador por un descuido dejó
deslizar el pez de sus manos y perderse en las aguas
del río, éste comportamiento es una afrenta para el
Chilaj, quien ordena entonces a los Chutej que casti-
guen al hombre. Estos hieren con dardos invisibles las
piernas del infractor, causándole profundo daño y
dolor.

La cólera de Chilaj puede llegar al extremo de


decidir suprimir los peces en la zona del río donde
fue cometido el descuido, y castigar así a toda la tri-
bu.

Existen numerosos Ajat, lo que permite el con-


trol de la caza, la recolección de alimentos, etc. Entre
los Ajat que producen enfermedades y daños tenemos
a Telaj, autor de la fiebre y de la gripe, Ojá, autor de la
locura, Noslowós, de la gonorrea, y Platek, del dolor
de cabeza. Los Ajat transitan por el universo confor-
mando legiones, al acecho a cada instante, de la vida
de los indígenas matacos.

103
Élida Nilda Figueroa

La Muerte

Culminación de la enfermedad, es atribuida a


los personajes Wichí (como ser Tupá y las estrellas),
pero principalmente a las legiones de Ajat, en cuyas
intenciones prima la voluntad dañina.

Cura chamánica. La acción terapéutica del


chamán implica diferentes etapas que comprenden
desde la eliminación del daño (con la extracción de las
flechas y de otros objetos introducidos en el cuerpo),
la atenuación del dolor y la devolución del alma, has-
ta la detención del autor del daño, alejándolo median-
te una pelea o apaciguándolo con un pago para que
este abandone al enfermo.

Es necesario establecer una diferenciación en-


tre las enfermedades producidas por los Ajat, en las
que prima la intención maligna, de aquellas produci-
das por los Wichí. En el primer caso, el daño es deli-
beradamente intencional y está dirigido a la
destrucción total del cuerpo del individuo, con la fi-
nalidad de atraerlo hacia el submundo. Los persona-
jes Wichí, en cambio, se limitan a la sustracción del
alma como un exceso no intencional de su potencia.
En el caso de las estrellas, la enfermedad es debida a
la seducción que despierta su blanca figura. En el caso
de Tupá, es causada por el golpe de la maza. Para
rescatar el alma del niño o del hombre sustraída por

104
Medicina Autóctona y Perviviente del NOA

estos personajes celestes, el chamán aspira el polvo


del cebil, el cual le permite ascender al cielo metamor-
foseado en ave. Una vez allí, solicita la devolución del
alma -que se halla encerrada en una caja- previa en-
trega de un pago, consistente en cuentas de diferentes
colores y collares para las estrellas, o un trozo de ma-
za para el barbado Tupá. El alma regresará a la Tierra
bajo la forma de una mosca o de una pequeña abeja
que el chamán recogerá suavemente con plumas es-
peciales de gavilán, colocándola en el centro del pe-
cho, sede del alma.

En el caso de que el daño provenga de los


Ajat, la situación terapéutica cambia. Las curas pue-
den ser realizadas por un solo chamán o por un con-
junto de ellos. Están dirigidas a un solo individuo o a
la totalidad de la toldería. En esta última circunstan-
cia, la cura se convierte en un verdadero enfrenta-
miento en el que el chamán utiliza todo su poder,
expuesto al riesgo de perecer en el intento.

La terapia en general comprende diferentes


técnicas e instrumentos:

Con el canto, la maraca y la vara, se llama a


los Ajat para dialogar, con el objetivo de lograr su
alejamiento y la curación del paciente. Se aspira polvo
de cebil en una pipa (u otros que pertenecen al género
banisteriopsis). Esto no solo habilita al chamán para

105
Élida Nilda Figueroa

recibir al Ajat sino también para escuchar lo que con-


versan entre ellos y observar el objeto o animal intro-
ducido en el cuerpo del paciente, que luego se extrae
mediante succión.

Con el silbato de hueso señalar la salida del


alma y su regreso, a la que introducen con un soplo
en el cuerpo, provocando el alejamiento del Ajat. Fro-
tan con fuerza donde succionaron y luego se realiza el
pago exigido por los Ajat o los Wichí.

Durante el trance, el chamán sube al cielo,


donde se comunica con las deidades tribales, bajando
luego al mundo inferior de los Ajat. El chamán des-
cribe sus visiones con un sonsonete a quienes lo escu-
chan, y en ocasiones formula preguntas y
comentarios.

En la mentalidad del mataco la enfermedad y


la muerte no se diferencian cualitativamente. Única-
mente los estados de vivo y difunto se oponen entre
sí, cual modos diferentes de existencia.

Enrique Palavecino nos suministró un intere-


sante relato sobre una ceremonia de medicina mágica
entre los matacos que duró varias horas.

“El padre de la tribu un día antes de la cere-


monia se dedicó a moler semillas de cebil. Entre los

106
Medicina Autóctona y Perviviente del NOA

médicos había dos mujeres (se considera que pueden


ejercer para curar a las otras mujeres).

El día de la ceremonia, en el lugar elegido se


presentó el cacique llevando un cuero para sentarse y
sus atributos, que consistían en dos plantas o silbatos
de huesos de cigüeña, un sonajero, una calabaza
mágica y manojos de plumas de cigüeña. En una lata
de conserva de tomate llevaba el polvo de cebil.

Sentado en el cuero, se colocó mirando hacia


el oeste y respiró por las fosas nasales el cebil, que
tomó con la mano del modo que se hace con el rapé.

A continuación empuñó el sonajero y co-


menzó a agitarlo. Tomó un manojo de plumas de ci-
güeña y lo elevó verticalmente hacia el cielo para
recibir el espíritu de los médicos muertos que iban
llegando, y los iba depositando en el suelo invirtiendo
el manojo de plumas y derramando una porción de
cebil para ellos.

De vez en cuando el Cacique se levantaba agi-


tando la calabaza mágica y parecía recoger algo del
aire. El lenguaraz le explicó a E. Palavecino que eran
flechas invisibles de la peste y de la tos.

El que encierra más espíritus en su calabaza


posee un poder mágico, superior a los demás. Se

107
Élida Nilda Figueroa

acercaron los otros médicos con sus instrumentos e


imitaban al Cacique, puestos todos de pie, agitando
las calabazas y haciendo sonar el silbato.

Ese es el momento de la partida. Sus espíritus


volverán a regiones misteriosas, cabalgando sobre
avestruces, cigüeñas y patos, llevando sus armas por
si se encuentran con los espíritus de otras tribus.

Suelen describir con detalles los combates que


en ese estado libran, debiendo transformarse ideal-
mente en diversos animales para poder escapar.

Existe un contraste notable entre su estado


espiritual y su estado exterior, generalmente vestidos
a la europea.

Durante el tiempo que transcurre entre la ida


y la vuelta de los espíritus se realizan las curaciones.

Cuando el enfermo estuvo sentado, un viejo


médico se puso a danzar con las piernas cruzadas en
X apoyadas en sus lanzas. Después de la danza se
acercó sigilosamente al paciente haciendo pases con
sus manos como si apresara un animal imaginario
que se defendía y atacaba. Según refiere E. Palaveci-
no, la mímica era tan perfecta que se tenía la impre-
sión de que había apresado a un ser vivo. -

108
Medicina Autóctona y Perviviente del NOA

Después, el hechicero ahuecó las manos en


forma de tubo y sopló por ella recorriendo el cuerpo
del enfermo en una especie de exorcismo. Como pa-
recía que había fracasado, recurrió al soborno, ofre-
ciendo al espíritu causante de la enfermedad, regalos
consistentes en trapos colorados, dos valijas de
cartón, penachos de plumas nuevas, etc., que coloca-
ron en una manta que tapaba al enfermo; un rato
después, expresaban que el mal se había cobrado, en
imagen, los objetos.

La ceremonia terminó, después de haber efec-


tuado varias curaciones, con el regreso de los espíri-
tus, que explicaron las profecías que habían podido
recoger durante el viaje.

Después de esta ceremonia se efectuó otra que


tenía por objeto devolver el alma de alguno de ellos,
que la había perdido a consecuencia de haber sido
fotografiados en Buenos Aires. Esta especie de purifi-
cación se efectuó exorcizándolas por medio de soplos
respiratorios emitidos en U. “

109
Élida Nilda Figueroa

110
Medicina Autóctona y Perviviente del NOA

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Élida Nilda Figueroa

114
Medicina Autóctona y Perviviente del NOA

ÍNDICE

Pág.
INTRODUCCIÓN 9

ESPACIOS, RECURSOS Y GRUPOS 17


ÉTNICOS

Desde dónde hablamos 17


El mundo Indígena 20
La conquista 26
Bibliografía 29

CAPÍTULO I: Los Médicos o Curanderos 31

CAPÍTULO II: Las Enfermedades Mágicas 35

Pilladuras 38
Aikadura o K'Aicar 43
Susto 46
Mal Aire 49
Daño, Brujería o Mal Hecho 52
Fenómenos Atmosféricos 53
El Arco Iris o Kurmi 53
El Rayo 54
La Luna 55

115
Élida Nilda Figueroa

CAPÍTULO III: Etiologías Naturales 57

Enfermedades Frías 58
Enfermedades Calientes 59
Clasificación de las Drogas 60
Los Alimentos 60

CAPÍTULO IV: Enfermedades Varias 63

Heridas y Fracturas 63
Trepanación de Cráneo 64
Eutanasia 68
Enfermedad de matriz, parto, enferme-
dades venéreas 69
Entierro de la Placenta 72

CAPÍTULO V: Farmacopea 77

Farmacopea: Herbolaria 77
Farmacopea: No Herbolaria 92

CAPÍTULO VI: Chamanismo 99

Grupos Indígenas de las Zonas Suban-


dinas y Llanuras Adyacentes 99
Los autores de las enfermedades 102
La Muerte 104

BIBLIOGRAFÍA 111

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Medicina Autóctona y Perviviente del NOA

AUTORIDADES DE LA UNJu

RECTOR
Dr. Ing. Enrique Mateo ARNAU

VICE-RECTORA
Lic. Angélica Mercedes Garay de Fumagalli

SECRETARIA GENERAL, LEGAL Y TÉCNICA


Dra. Mónica Laura del Valle MEDARDI

SECRETARIA DE ADMINISTRACIÓN
CPN Patricia CUELLAR

SECRETARIA DE CIENCIA Y TÉCNICA


Dra. Liliana Concepción LUPO

SECRETARIA DE EXTENSIÓN UNIVERSITARIA


CPN Lilian ABRAHAM DE MÉNDEZ

SECRETARIO DE ASUNTOS ACADÉMICOS


Ing. Gustavo Lores

SECRETARIO DE BIENESTAR UNIVERSITARIO


Sr. Mario Pérez

117
Élida Nilda Figueroa

AUTORIDADES DE LA
PROVINCIA DE JUJUY

GOBERNADOR
Dr. Eduardo FELLNER

VICE-GOBERNADOR
Dr. Guillermo JENEFES

SECRETARIO DE TURISMO Y CULTURA


Dr. Jorge NOCETTI

DIRECTORA DE CULTURA
Dra. Cristina TULA

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Medicina Autóctona y Perviviente del NOA

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Élida Nilda Figueroa

Medicina autóctona y perviviente del Noroeste Argenti-


no se terminó de imprimir en el mes de marzo
de 2012 en los Talleres Gráficos de la Univer-
sidad Nacional de Jujuy, sitos en Av. Bolivia
1685 – San Salvador de Jujuy – ARGENTINA.

Tirada: 200 ejemplares

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