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Jóvenes con oído de viejo: así te están dejando sordo

los auriculares del móvil


 GEMA SUÁREZ
 ADRIÁN CORDELLAT
Actualizado Jueves, 25 julio 2019 - 01:44

ILUSTRACION: LUIS PAREJO

 Trastorno. El extraño caso del zumbido que te vuelve loco


 Educación. Tu hijo tiene razón: con música se estudia mejor
Tumbarse al sol y escuchar música con los auriculares durante un día de piscina
o playa; acudir a los conciertos de los festivales que cada año amenizan el
verano, bailar hasta altas horas de la noche en las discotecas... Son actividades
lúdicas que no parecen implicar un riesgo para la salud, en concreto la auditiva,
pero pueden llegar ser peligrosas si no se toman las precauciones adecuadas.

Porque, según alertan los especialistas, la exposición prolongada a sonidos o


ruidos elevados genera pérdidas de audición irreversibles, sobre todo en los
jóvenes, que son los que más están expuestos y los más temerarios a la hora de
escuchar música a volúmenes muy altos.

No es raro ver en las consultas de Otorrinolaringología a pacientes que no cumplen los


30 con pérdidas auditivas propias de la población mayor. Josefa Donderis Sala,
especialista en Otorrinolaringología y Patología Cérvico-Facial del Hospital de Denia-
Marina Salud, de Alicante, asegura que en los dos últimos «ha crecido
exponencialmente el número de adolescentes que acuden traídos por sus
padres por este problema».

Por sus manos ha pasado un estudiante de 17 años «que nunca había estado
expuesto a un sonido agudo o continuado hasta que llegaron los dispositivos
electrónicos a su rutina diaria». Según relata, se trata de un caso claro de pérdida de
audición asociada a una inadecuada utilización de los reproductores de música.
«Al uso de los auriculares de su móvil y de la tableta se sumaban cada día unas dos
horas de exposición a un ruido por encima de los umbrales aceptables. La familia
empezó a notar que, constantemente, preguntaba '¿qué?' cada vez que un interlocutor
se dirigía a él y, además, tenía que aumentar el volumen habitual de su televisión».

En este caso, tras realizar una exploración completa, centrada en el estudio de la


membrana del tímpano para descartar otras anomalías -perforación, tapones de
cerumen, acumulación de moco en el oído medio...-, le practicó una audiometría tonal
y comprobó que el joven tenía una hipoacusia (pérdida auditiva) moderada en
frecuencias agudas. «La peculiaridad de esta hipoacusia por exposición continuada a
ruido es que dificulta la inteligibilidad de la palabra hablada», concreta.

Este adolescente tuvo la suerte de no necesitar audífonos, pero sí tuvo que cambiar
sus rutinas, algo que no siempre es fácil, sobre todo si se trata de usar menos el móvil:
«Le recomendé reducir el tiempo de exposición a reproductores de música personal,
incluido el móvil, y bajar el volumen».

El ejemplo de este adolescente es uno de muchos. De hecho, la Organización Mundial


de la Salud (OMS) ha alertado de que más de 1.000 millones de jóvenes en el
mundo están en riesgo de sufrir pérdidas de audición por estar expuestos a
prácticas nocivas para la salud auditiva, como escuchar música a volúmenes muy
altos o frecuentar lugares con altos niveles de ruido.

Y pone el foco en los 43 millones de personas de entre 12 y 35 años que ya


padecen pérdidas de audición incapacitantes por esta exposición en países
desarrollados.

María José Lavilla, presidenta de la Comisión de Audiología de la Sociedad Española


de Otorrinolaringología y Cirugía de Cabeza y Cuello (Seorl-CCC), destaca que
escuchar música con auriculares a volúmenes excesivamente elevados está
condicionando que la pérdida auditiva aparezca a edades cada vez más
tempranas. «Estamos viendo que a los 40 años se están manifestando trastornos
típicos de personas de 60, con lo que esto conlleva, ya que pueden ser futuros
sordos prematuros», afirma.

Para María Luisa Mompó, pediatra en el Hospital Quirónsalud Valencia, queda mucho
por hacer en educación sanitaria: «Hay que concienciar a la población de que la
audición es tan importante como la vista y que deben proteger sus oídos contra
aquello que se considere potencialmente peligroso», argumenta.

A los 40 años se están manifestando trastornos típicos de personas de 60

Pero la realidad es otra y la población joven, en ocasiones, hace oídos sordos a estas
medidas de protección, incluso en el ámbito laboral. Precisamente, Enrique Monerris,
jefe del Servicio de Otorrinolaringología del Hospital Universitario del Vinalopó, en
Elche (Alicante), explica la historia clínica de un paciente de 25 años que trabaja en
una fábrica de calzado de la provincia y que está expuesto a un ruido constante
generado por maquinaria pesada. Aunque la empresa le proporciona cascos y tapones
para aislarse del ruido, el trabajador reconoce que no los usa durante toda la jornada
laboral porque dice que son incómodos. «A esto hay que añadir», continúa
Monerris. «Que el joven usa dispositivos de música con un volumen elevado
cuando va al gimnasio y durante sus desplazamientos». El resultado de esta
imprudencia no es otro que un diagnóstico de «pérdida moderada de audición que
afecta a los dos oídos».
A la lista de jóvenes afectados por pérdidas de audición se suma el paciente de José
Luis Blanco, audiólogo con casi 30 años de experiencia, quien recuerda a un locutor
de radio en Albacete de 32 años que acudió a su gabinete porque notaba que cada
vez tenía que poner más alto el volumen de sus auriculares y en su día a día percibía
que entendía las conversaciones peor que el resto, más si había ruido alrededor.

En esta ocasión, paciente y experto, dentro del estudio de radio, determinaron el nivel
adecuado de sonido en función de la pérdida auditiva detectada para que no causara
más daño. Otra recomendación fue que descansara los oídos periódicamente. «Este
paciente tenía los auriculares puestos constantemente y oía todo el rato lo que ocurría
en el programa, incluso cuando se hacían desconexiones nacionales, a las que no
necesitaba prestar atención», cuenta. «En esos espacios puntuales le indiqué que
se quitara los auriculares para tener momentos de silencio». Según este experto,
«el nivel de ruido en el oído es acumulativo y hacer estas pausas ayuda a relajarse».

Con el objetivo de no llegar a estas situaciones, la Seorl-CCC recomienda que si hay


una exposición a 100 decibelios (dB) no se debería hacer por más de un cuarto de
hora al día para evitar daño, y si se hace a 110, no más de un minuto. Además, el
ruido llega al umbral del dolor cuando se superan los 125 dB y puede ser insoportable
a los 140. «Asimismo, hay que evitar la exposición a sonidos de corta duración y alta
intensidad, como los generados por maquinaria, petardos, tráfico urbano (claxon de un
coche, por ejemplo) o algunos electrodomésticos», añade Donderis.
Por su parte, la OMS aboga por lo que se conoce como «la regla del 60-60», que
consiste en no escuchar música con reproductores personales durante más de
una hora al día y a un nivel máximo del 60% de la capacidad de sonido del
dispositivo.
No es menos importante fijarse en el tipo de dispositivo. Así, hay que asegurarse de
que cumpla la legislación europea y es conveniente que tenga la opción de «ajustes»
para poder fijar el volumen recomendado por la Unión Europea (85 dB como límite
estándar en la salida de sonido).

Respecto al tipo de auriculares, Donderis se decanta por los cascos, en vez de por


los formatos de inserción «En los segundos la intensidad se concentra en el canal
del oído y, además, el sonido está más próximo al oído interno, con el riesgo que esto
supone», afirma.

Lavilla insiste en que «los auriculares se ajusten bien y, a ser posible, que aíslen del
ruido del entorno», ya que si cumplen estos dos criterios permiten escuchar música
con claridad a volúmenes bajos. También hace un llamamiento a los padres, «muchos
de los cuales han crecido entre walkmans, discmans o mp3», y les sugiere que «no
regalen alegremente a sus hijos productos que puedan dañar su salud y, si lo hacen,
inculcarles la idea de escuchar sin riesgos».

Otra cuestión pendiente son las visitas al especialista. La Academia Americana de


Pediatría, recomienda que entre los 11 y los 14 años y entre los 15 y los 17 se
realice una evaluación, con el fin de detectar daño auditivo en los tonos más altos.
«En España no existe una recomendación clara, por lo que es el pediatra de Primaria
quien valora el área auditiva y si detectan alteraciones remite al especialista»,
concluye.

https://www.elmundo.es/papel/historias/2019/07/25/5d38792dfdddff742a8b4612.ht
ml

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