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Lanzón de Chavín

El lanzón de Chavín, o simplemente “El Lanzón”, es un monolito o wanka


sagrada, perteneciente a la cultura chavín del Perú antiguo (hacia 1000 a. C.).
Está esculpido en granito irregular, con 4,54 m. de altura, y permanece en su
emplazamiento original, en un sector de una galería interior del Templo Viejo
de Chavín, llamada “Galería del Lanzón”. Se le llama “lanzón” pues tiene la
forma de una gigantesca punta de proyectil, cuyos extremos se enclavan
solidamente en el suelo y el techo de la galería.

Tiene tres lados, que están cubiertos con motivos grabados, que representan a
una divinidad o ser sobrenatural con rasgos humanos mezclados con los de
animales. Es la mayor de las esculturas o monolitos conservados de la cultura
chavín; otros son la Estela Raimondi, el Obelisco Tello y la Estela de Yauya.

La etnia huari, que habitó el valle de Chavín de Huántar unos 1500 años
después de la caída de cultura chavín, continuó adorando a esta y otras wankas
en el interior de las ruinas del templo hasta inicios del siglo XVII. Los huari lo
consideraban su deidad mayor, el dios Huari, relacionado con la agricultura y
el agua. Según sus narraciones, fue un gigante del subsuelo materializado en la
wanka.

Descubrimiento

La primera mención sobre esta escultura aparece en la obra del sabio italiano
Antonio Raimondi, que a mediados del siglo XIX visitó el Templo o Castillo
de Chavín. El estudioso peruano José Toribio Polo, que en 1871 visitó el
santuario, lo bautizó con el nombre de “Lanzón”, término que actualmente es
considerado incorrecto ya que en realidad se trata de una huanca (en quechua
ancashino: wanka)2 o piedra sagrada, que según una interpretación simula la
forma de un colmillo. Fue el explorador alemán Ernst Wilhelm Middendorf
quien recogió el nombre de huanca cuando visitó el templo en 1883:

“El pilar que soporta el techo, llamado La Huanca por los indios, tiene forma
de prisma irregular. Está cubierto por dibujos de líneas onduladas, grabadas en
la piedra, que rematan en cabezas de serpientes, cuyo conjunto forma un
grotesco rostro humano. El canto romo que sobresale hacia adelante, forma la
nariz, debajo de la cual, en los dos anchos planos laterales, está grabada la
boca abierta mostrando los incisivos y los grandes y puntiagudos colmillos. La
parte inferior del pilar tiene tres planos, los dos anteriores son anchos y
estrecho el posterior; la parte superior en forma de cuello tiene cuatro lados y
en éstos se observan también grabados de dientes con grandes colmillos. El
dibujo adjunto, efectuado a la incierta luz de velas de sebo, trata de ilustrar de
alguna manera la descripción que acabamos de ofrecer”.

Ernst Middendorf, PERÚ: Observaciones y estudios del pais y sus habitantes


durante una permanencia de 25 años, 1895: 77.

Posteriormente fue descrita detalladamente por los arqueólogos Julio C. Tello


(1923) y John Rowe (1962). Este último denominó a la imagen grabada como
la “Gran Imagen” o "Dios Sonriente", considerándolo como la principal
deidad de la religión chavín, y por ende, del mundo andino.

El aluvión de Chavín de 1945 obstruyó la entrada de las galerías subterráneas


y por muchos años permaneció el Lanzón sepultado, hasta que fue limpiado el
sitio y se puso nuevamente al descubierto el rostro fiero del dios tallado en
piedra. Se proyectó en algún momento sacarlo de su sitio y trasladarlo a algún
museo, pero nunca se concretó dicho plan. Una creencia muy arraigada en la
zona vaticina catástrofes naturales de magnitud si se intenta mover de su sitio
a la imponente escultura.

Cronología

Según John Rowe, esta escultura pertenece a los inicios del desarrollo Chavín
y a la primera fase de la construcción del Templo (el llamado “Templo
Viejo”), hacia 1100-900 a. C.

Según los arqueólogos, la deidad representado en el Lanzón era la principal


divinidad de los chavines, cuyo culto era atendido por una casta sacerdotal que
tenía acceso a las galerías subterráneas del Templo de Chavín. Este sería el
centro de atracción de las peregrinaciones del mundo andino. Allí se hacían
ofrendas humanas y de animales.

Los miembros de la etnia huari, grupo étnico preinca, que se desarrolló unos
1500 años después que la cultura chavín, adoraban esta y otras huancas en las
galerías de Chavín, todas bajo el nombre de Huari, asociándolas con la
agricultura y el agua. Los huari, describieron a su deidad como un gigante del
subsuelo.
“un templo muy grande del dicho Huari, que era come un adoratorio de los
indios todo debajo de tierra con unos callejones, y laberintos muy dilatados
hechos de piedras muy grandes y muy labradas, donde hallo’ tres idolos que
los quemó y hizo pedaços y enterró, lo qual le defcubriò vn Indio viejo, que
era facerdote del dicho Huari, que lo adoraua por medio de los dichos idolos,
al qual adiuidaua fi auia de aparecer las cofas perdidas, llamando, y inuocando
el dicho Huari, con el pacto fobredicho, y ofreciendole vnos granos de maiz
negro y coca mafcada, y luego fe le aparecia una arana al canto del fogon,
donde quemaua los dichos granos de maiz, y coca mafcada, para que aquel
humo fueffe ofrecido al dicho Huari, y por la dicha arana adiuinaua las
cofas”6.
Descripción

Detalle del Lanzón.


En líneas generales, el ser mitológico representado en la escultura presenta
atributos humanos y zoomorfos combinados. Su cabeza ocupa la tercera parte
del volumen del monolito y en ella destacan una boca de felino con dos
colmillos que le da un aspecto fiero, una cabellera formada por haces de
serpiente a manera de penacho, así como grandes aretes que penden de sus
orejas. El resto del cuerpo es corto y grueso, y se ven las extremidades
superiores de forma humana: la mano izquierda hacia abajo y la derecha en
alto con los dedos extendidos . A la altura de la garganta se ve una especie de
greca, que podría representar un pectoral. El cuerpo está cubierto con una
especie de túnica que termina en flecos; por encima de estos se desplaza un
grupo de cabezas de felino. De ambos extremos inferiores de la túnica penden
otras dos cabezas que parecen de culebras. Por encima de la cabeza de la
divinidad se ven también sendos grupos de cabezas felínicas.

Interpretación
Kauffmann considera que la divinidad representada en el “Lanzón” es en el
fondo la misma que muestra la Estela Raimondi, aunque a diferencia de esta
no lleva báculos o cetros, ni plumaje estilizado. Pero considera que el brazo
levantado del dios podría aludir a la condición “voladora” del mismo.

Comparando con otras iconografías contemporáneas y posteriores, Kauffman


sostiene que el dios chavín, en sus diversas variantes, es básicamente un ser
híbrido: mitad hombre con boca atigrada y mitad ave de rapiña, al cual ha
denominado piscoruna-pumapasim (quechua: hombre-ave con boca atigrada).
Este “felino volador” estaría relacionado con el culto al agua, de tanta
importancia en las civilizaciones agrícolas del Perú antiguo.
Bibliografía
Del Busto Duthurburu, José Antonio: Perú preincaico, pp. 74-75. Colección de
obras escogidas de José Antonio del Busto. Lima, Empresa Editora El
Comercio S.A., 2011. ISBN 978-612-306-033-6
Kauffmann Doig, Federico:
Historia y arte del Perú antiguo. Tomo 2, pp. 191-192. Lima, Ediciones
PEISA, 2002. ISBN 9972-40-214-2
«Los ancashinos ancestrales». Incluido en la Gran Enciclopedia del Perú.
Lexus Editores, 1998. ISBN 9972-625-13-3
Silva Sifuentes, Jorge E. T.: «Origen de las civilizaciones andinas». Incluida
en la Historia del Perú. Lima, Lexus Editores, 2000. ISBN 9972-625-35-4
Villanueva Sotomayor, Julio R.: El Perú en los tiempos antiguos. Historia
Preínca e Inca. Publicado por el diario “Ojo”, edición fascicular, 2001.
Edición e impresión: Quebecor World Perú S.A. Depósito Legal: 150103 2001
- 2408
Orsini, Carolina (1994). Arqueología de Chacas. Comunidades, asentamientos
y paisaje en un valle de los Andes Centrales del Perú. Italia, Edizioni
Pendragon.

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